Neurociencias de los movimientos oculares

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Neurociencias de los movimientos oculares
Autor: Dario Yacovino
¿Por qué movemos los ojos?
Existen dos modelos visuales bien definidos y antagónicos en el reino animal. Uno es el
modelo del animal “depredado” típicamente el conejo, animal que presenta un campo
visual amplio (aprox 360º), que le resulta eficaz para la búsqueda de alimento y
detección de depredadores. En el otro extremo se encuentra el “depredador” p.e el
Halcón, cuya visión es focal y de gran agudeza, del orden de 20/2 es decir 10 veces
mejor que un humano. Este tipo de visión permite un reconocimiento de una presa a
mayor distancia y con mejor precisión, aumentando así la tasa de éxito en la captura y
en la supervivencia. Sería razonable hipotetizar que el humano ubicado en el techo de la
evolución de las especies, presente una visión combinando amplio campo y gran
agudeza visual. Sin embargo, lo cierto es que no existirían biológicamente suficientes
cantidad de neuronas para manejar tal sobrecarga de información que este modelo
generaría, quitando disponibilidad de neuronas para otras funciones. Evolutivamente en
el ser humano prevalecieron las aéreas anteriores del cerebro (p.e lóbulo frontal) sobre
las posteriores visuales (lóbulo occipital). Como aclararemos más adelante, no hemos
priorizado un modelo sobre el otro, sino mas bien hemos combinado ambos modelos
(1).
“La visión representa un salto evolutivo y depende fuertemente de la habilidad para
mover los ojos” (Nilson, 2009) (2).
Como en la mayoría de los animales con los ojos dispuestos frontalmente, la retina del
ojo humano presenta una muy alta resolución espacial en el centro (es decir; la fóvea)
con mayor densidad de fotoreceptores , y una resolución mucho más baja en la
periferia. Aunque esta estrategia “foveal” resuelve el problema de la sobrecarga de
información, uno de los resultados es una menor calidad de imagen de un objeto de
interés que se presente fuera de la fóvea, en la zona periférica sobre la retina de baja
resolución.
La visión foveal requiere una compleja y precisa maquinaria de movimientos oculares
para mantener el foco de mayor visión sobre el objeto de interés. Esta red de circuitos
incluyen la corteza cerebral, el tallo cerebral, el colículo superior, los ganglios basales,
el cerebelo, y los órganos sensoriales vestibulares (los canales semicirculares y los
órganos otolíticos). Estas estructuras funcionan en red para el control de la motilidad y
la
fijación ocular
en
diversas
condiciones, incluyendo:
movimiento del
objetivo visual, movimiento del observador y cambios de la mirada. Para maximizar la
eficiencia de la visión foveal, debemos tener la capacidad de alinear la
fóvea rápidamente a los objetos en el mundo visual y luego mantener la
fóvea alineada sobre estos objetos por un período suficiente de tiempo para que
el sistema visual pueda llevar a cabo un análisis detallado de la imagen.
La información visual contribuye también al control de la postura y la orientación.
La Visión foveal o focal se utiliza para la navegación en el medio ambiente, incluyendo
la detección y valoración de los posibles peligros (3). También es única y crítica para el
control postural anticipatorio, es decir, para la predicción de futuras condiciones
ambientales y posibles perturbaciones extrínsecas. La visión periférica del ambiente se
utiliza para la detección de nuestro propio movimiento intrínseco así como el
movimiento en el medio ambiente (ver sistema optokinético).
El estudio de los movimiento de los ojos se ha convertido en una valiosa herramienta de
investigación para conocer como es el mecanismo neural que subyacen a las
funciones oculomotoras.
Las alteraciones en el control de los movimientos oculares han sido encontradas en una
amplia gama de condiciones neurológicas y psiquiátricas, especialmente aquellos
con patología de los lóbulos frontales, los ganglios basales y cerebelo.
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