Himno Nacional Argentino De Wikipedia, la enciclopedia libre Saltar a: navegación, búsqueda Himno Nacional Argentino Portada de una partitura de finales del siglo XIX. Información general Himno Nacional de Nombre alternativo Argentina Oíd, mortales, el grito sagrado Oíd, mortales Letra Vicente López y Planes, 1812 Música Blas Parera, 1813 Adoptado 1944 Multimedia Himno Nacional Argentino (instrumental) ¿Problemas al reproducir este archivo? Primera ejecución del Himno Nacional, en la casa de María Sánchez Thompson. El Himno nacional argentino fue denominado originalmente Marcha patriótica, luego Canción patriótica nacional, y posteriormente Canción patriótica. Una copia publicada en 1847 lo llamó "Himno Nacional Argentino", nombre que ha conservado hasta la actualidad. La versión original del himno dura 20 minutos y en 1924 fue abreviado a entre 3 minutos 30 segundos y 3 minutos 53 segundos, aunque la versión presentada en el proyecto "El Grito Sagrado", cantada por Jairo, dura 4 minutos 31 segundos. En algunas publicaciones extranjeras aparece erróneamente bajo el nombre de ¡Oíd, mortales!, que son las primeras palabras de la canción. La forma de ejecución y el texto están establecidas en el decreto 10.302 de 1944. Contenido [ocultar] 1 Historia 2 Música 3 Letra 4 Notas y referencias 5 Enlaces externos [editar] Historia Vicente López y Planes, autor de la letra del Himno Nacional Argentino. Blai Parera i Moret, Blas Parera. El 24 de mayo de 1812 se presentó en la "Casa de Comedia" de Buenos Aires la obra teatral "El 25 de Mayo" de Blas Parera, referida a la revolución de Mayo de 1810, la cual terminaba con un himno coreado por los actores. Uno de los espectadores, el porteño Vicente López y Planes, se sintió inspirado y esa misma noche escribió la primera estrofa de un himno para reemplazar al de Morante, al que el catalán Blas Parera había puesto música. La Asamblea General Constituyente lo aprobó como "Marcha Patriótica" el día 11 de mayo de 1813. Al día siguiente le encargó componer una nueva música a Blas Parera. En una sola noche terminó la partitura. En 1817, Parera abandonó la Argentina, viviendo varios años en Río de Janeiro (Brasil) y finalmente en España, donde murió.1 Sobre el exilio de Blas Parera se ha especulado mucho, indicándose que partió del país a causa de haber sido obligado a componer la música del himno; esta teoría carece de documentación que la avale. El musicólogo Carlos Vega, explica al respecto que, "meses antes de su partida, el gobierno argentino (recuérdese que el país estaba en guerra) exigió a todos los españoles residentes juramento de fidelidad a la patria naciente y morir por su independencia total, legalizando su adhesión mediante una carta de ciudadanía. Podría ser que la adopción de la nacionalidad argentina hubiera sido una imposición demasiado dura para el catalán, y acaso la causa de su extrañamiento súbito."2 Se estima que la obra fue presentada el mismo día 25 de mayo de 1813 ya que el día 28 de ese mismo mes se cantó en el teatro durante una función patriótica efectuada durante la noche. Luego se lo conocería como Canción Patriótica Nacional, y más tarde simplemente como Canción Patriótica. Pero en una copia de 1847 aparece titulada como Himno Nacional Argentino, nombre que recibe en la actualidad. El testimonio de un viajero de la época da una idea de la amplia aceptación popular de la que gozaba el nuevo himno: En 1817, un diplomático estadounidense, Henry M. Brackenridge, fue testigo de la extraordinaria difusión que había tenido en el pueblo rioplatense la canción patriótica que la Asamblea del año 1813 había consagrado como Marcha Nacional. Brackenridge viajaba en un pequeño barco desde Montevideo a Buenos Aires y, en el transcurso de la travesía, escuchó las estrofas del himno coreadas espontáneamente por sus acompañantes. El relato de Brackenridge, tomado de su libro Voyage to South America (Viaje a Sud América), publicado en Baltimore en 1819, decía: “Por la tarde, nuestros compañeros, después de beber un vaso de algo estimulante, rompieron con una de sus canciones nacionales, que cantaron con entusiasmo como nosotros entonaríamos nuestro ‘Hail Columbia!’. Me uní a ellos en el fondo de mi corazón, aunque incapaz de tomar parte en el concierto con mi voz. La música era algo lenta, aunque audaz y expresiva... este himno, me dijeron, había sido compuesto por un abogado llamado López, ahora miembro del Congreso, y que era universalmente cantado en todas las provincias de El Plata, así en los campamentos de Artigas, como en las calles de Buenos Aires; y que se enseña en las escuelas como parte de la esencia de la educación de la juventud...”3 La letra era marcadamente independentista y antiespañola, como correspondía al espíritu de la época. Tiempo más tarde la Asamblea del año XIII pide un "arreglo" de la letra, para que el himno quedara más acorde con los nuevos vientos que soplaban: Inglaterra se oponía vigorosamente a todo intento de autonomía en las colonias de España, su aliada en la guerra contra Napoleón. El embajador británico, Lord Strangford, hace saber al gobierno de Buenos Aires "lo loco y peligroso de toda declaración de independencia prematura". Desaparecen entonces estrofas que anunciaban que "se levanta a la faz de la Tierra una nueva y gloriosa Nación". Se infiltran, en cambio, conceptos monárquicos tan en boga entonces, cuando los próceres competían en candidaturas de príncipes europeos para gobernarlos: el príncipe portugués, el francés, el italiano... No extraña entonces el "ved en trono a la noble igualdad", afrancesamiento relacionado con el propósito de coronar al duque de Orleans (aunque otros autores señalan que los orleanistas no estaban a favor de la "noble igualdad" de la Revolución francesa sino más bien lo contrario, que eran partidarios del Antiguo Régimen). O "sobre alas de gloria alza el pueblo, trono digno a su Gran Majestad", estrofa desaparecida en la versión definitiva. O "ya su trono dignísimo abrieron, las Provincias Unidas del Sur". El himno experimentó en 1860 otra modificación encomendada al músico Juan Pedro Esnaola, quien realizó una versión orquestada más rica desde el punto de vista armónico. Tenido por Himno Nacional, la Canción Patriótica de López; a través de un largo período de la nacionalidad fue interpretado de acuerdo con el texto original; pero una vez desaparecido el furor de la contienda contra España, en aras de un acercamiento político con ésta, debido a numerosas críticas por parte de representantes diplomáticos españoles, la canción nacional sufrió en su enunciado una modificación de forma en lo relativo a aquella parte que pudiera tener un concepto peyorativo para otros países. Durante la segunda presidencia del general Roca, el 30 de marzo de 1900 un decreto refrendado con la firma del Presidente de la Nación y de los ministros Luis María Campos, Emilio Civit, Martín Rivadavia, Felipe Yofre, José María Rosa y Martín García Merou disponía que: "Sin producir alteraciones en el texto del Himno Nacional, hay en él estrofas que responden perfectamente al concepto que universalmente tienen las naciones respecto de sus himnos en tiempo de paz y que armonizan con la tranquilidad y la dignidad de millares de españoles que comparten nuestra existencia, las que pueden y deben preferirse para ser cantadas en las festividades oficiales, por cuanto respetan las tradiciones y la ley sin ofensa de nadie, el presidente de la República, en acuerdo de ministros decreta: Artículo 1°. En las fiestas oficiales o públicas, así como en los colegios y escuelas del Estado, sólo se cantarán la primera y la última cuarteta y el coro de la Canción Nacional sancionada por la Asamblea General el 11 de mayo de 1813." Desaparecieron así las marciales referencias a "los bravos [argentinos] que unidos juraron su feliz libertad sostener, a esos tigres sedientos de sangre [los españoles] fuertes pechos sabrán oponer". También se quitó: "Son letreros eternos que dicen: aquí el brazo argentino triunfó, aquí el fiero opresor de la Patria [el soldado español] su cerviz orgullosa dobló". [editar] Música En 1813, la Asamblea General Constituyente que regía la actual República Argentina encargó a Blas Parera la composición de lo que sería la Marcha Patriótica, con letra de Vicente López y Planes. En 1860 Juan Pedro Esnaola realizó algunos cambios a la música basándose en anotaciones manuscritas del compositor. Por el decreto número 10.302 del 24 de abril de 1944, esta Marcha fue aprobada como el Himno Nacional Argentino. Hoy en día, la versión vigente del Himno corresponde a la transcripción realizada por Luis Lareta, que se ajusta a lo acordado el 25 de septiembre de 1928 por el Poder Ejecutivo de la Nación. Ya en 1900 se había reglamentado por decreto del Poder Ejecutivo utilizar una versión reducida de la marcha para actos oficiales y públicos. [editar] Letra Esta letra corresponde a la versión original del Himno. Oficialmente, se interpreta sólo la primera cuarteta de la primera estrofa, los últimos cuatro versos de la novena y el coro final. Himno Nacional Argentino Letra: Vicente López y Planes Música: Blas Parera I ¡Oíd, mortales!, el grito sagrado: ¡libertad!, ¡libertad!, ¡libertad! Oíd el ruido de rotas cadenas ved en trono a la noble igualdad. Se levanta a la faz de la Tierra una nueva y gloriosa Nación coronada su sien de laureles y a sus plantas rendido un león. II De los nuevos campeones los rostros Marte mismo parece animar la grandeza se anida en sus pechos a su marcha todo hacen temblar. Se conmueven del Inca las tumbas y en sus huesos revive el ardor lo que ve renovando a sus hijos de la Patria el antiguo esplendor. III Pero sierras y muros se sienten retumbar con horrible fragor todo el país se conturba por gritos de venganza, de guerra y furor. En los fieros tiranos la envidia escupió su pestífera hiel. Su estandarte sangriento levantan provocando a la lid más cruel. IV ¿No los veis sobre Méjico y Quito arrojarse con saña tenaz, y cuál lloran bañados en sangre Potosí, Cochabamba y La Paz? ¿No los veis sobre el triste Caracas luto y llanto y muerte esparcir? ¿No los veis devorando cual fieras todo pueblo que logran rendir? V A vosotros se atreve, argentinos el orgullo del vil invasor. Vuestros campos ya pisa contando tantas glorias hollar vencedor. Mas los bravos que unidos juraron su feliz libertad sostener, a estos tigres sedientos de sangre fuertes pechos sabrán oponer. VI El valiente argentino a las armas corre ardiendo con brío y valor, el clarín de la guerra, cual trueno, en los campos del Sud resonó. Buenos Aires se pone a la frente de los pueblos de la ínclita Unión, y con brazos robustos desgarran al ibérico altivo león. VII San José, San Lorenzo, Suipacha. Ambas Piedras, Salta y Tucumán, la colonia y las mismas murallas del tirano en la Banda Oriental, son letreros eternos que dicen: aquí el brazo argentino triunfó, aquí el fiero opresor de la Patria su cerviz orgullosa dobló. VIII La victoria al guerrero argentino con sus alas brillantes cubrió, y azorado a su vista el tirano con infamia a la fuga se dio; sus banderas, sus armas se rinden por trofeos a la Libertad, y sobre alas de gloria alza el Pueblo trono digno a su gran Majestad. IX Desde un polo hasta el otro resuena de la fama el sonoro clarín, y de América el nombre enseñando les repite: ¡Mortales, oíd! Ya su trono dignísimo abrieron las Provincias Unidas del Sud! Y los libres del mundo responden: ¡Al gran Pueblo Argentino, salud! Coro: Sean eternos los laureles que supimos conseguir: coronados de gloria vivamos, o juremos con gloria morir. (originalmente, al final de cada estrofa) Biografía Juan Pascual Pringles nació en San Luis el 17 de mayo de 1795. Sus padres fueron Gabriel Pringles y Andrea Sosa. Sus cinco hermanos fueron: Isabel, Margarita, José León, Melchora y Ursula. Su casa natal estaba ubicada en lo que es hoy la esquina de 9 de Julio y Colón de nuestra ciudad de San Luis. Sobre su niñez se conoce que probablemente concurrió a la escuela dominicana o aprendió las primeras letras con un maestro particular de entonces. Entre 1811 y 1814 trabajó en Mendoza en la tienda de don Manuel Tabla. Se incorporó en 1815 a las milicias que reglaba Vicente Dupuy. En 1819 ayudó a conjurar la sublevación de los prisioneros realistas. El 8 de noviembre fue dado de alta como Alférez en el Regimiento de Granaderos a Caballo que se remontaba en Las Chacras. Su única hija, Fermina Nicasia, fruto de su matrimonio con Valeriana Villegas, nació también en 1819. El 20 de agosto de 1820 partió con la Expedición Libertadora al Perú. El 27 de noviembre de 1820 asombró a sus compañeros de armas y adversarios arrojándose al mar en Chancay, Perú, en la llamada Playa de Pescadores, para evitar caer prisionero de los realistas y con él, nuestro pabellón. En 1821 participó en la segunda campaña de la Sierra, entrando en Lima el 9 de julio y participando de la batalla de Pasco. Recibió la Orden del Sol en grado de Benemérito. En setiembre de 1822 ascendió a capitán y se hizo parte de la expedición llamada de los Puertos Intermedios, marchando con Alvarado en diciembre hacia Tacna. En 1823 soportó con otros hermanos americanos las derrotas de Torata y Moquegua. El 6 de agosto de 1824 vio la victoria en Junín, ayudando a salvar la vida de Necochea. El 8 de diciembre triunfó a las órdenes de Sucre en Ayacucho, último gran combate de la campaña libertadora continental. En 1826 fue ascendido por Bolívar a Teniente Coronel para luego regresar a su país. Tiempo después fue nombrado por Rivadavia como segundo jefe del nuevo Regimiento Nº 17 integrado por las milicias de San Miguel del Monte. Con este grupo combatió en la Guerra con Brasil, interviniendo en las acciones del arroyo Taim y laguna Merim. En 1829 regresó a Buenos Aires. Se unió luego a las fuerzas del General José María Paz que marchó a Córdoba combatiendo en San Roque y La Tablada. Tuvo un fugaz paso como gobernador de San Luis y luego en 1830 actuó en la batalla de Oncativo. De vuelta a la Provincia se ocupó de preparar un contingente armado que denominó «Escuadrón de Lanceros de San Luis» que marchó a Córdoba en febrero de 1831. Tras ayudar al coronel Echeverría en el sitio que le puso Quiroga, emprendió derrotado su regreso a San Luis. Alcanzado por la vanguardia federal murió en el Chañaral de las Animas el 19 de marzo de 1831. Juan Pascual Pringles Oleo de Juan Pascual Pringles realizado por el pintor académico A. Contrucci, oriundo de Florencia, respondiendo a un encargo del Gobierno de la Provincia en 1870. El autor tomó la imagen de un medallón que tenía la hermana del coronel puntano. El cuadro se encuentra ubicado en la dirección de nuestra Escuela. Juan Pascual Pringles De Wikipedia, la enciclopedia libre Saltar a: navegación, búsqueda Para otros usos de este término, véase Coronel Pringles (desambiguación). Juan Pascual Pringles Pascual Pringles Lealtad Provincias Unidas del Río de la Plata Nacimiento 1795 San Luis, Virreinato del Río de la Plata Fallecimiento 1831, hace 181 años Río Quinto, Argentina Juan Pascual Pringles (n. San Luis, Virreinato del Río de la Plata, 1795 – † Río Quinto, Argentina, 19 de marzo de 1831), militar argentino que participó en la guerra de la independencia y en las guerras civiles de su país. Contenido [ocultar] 1 Los inicios en San Luis 2 Campaña al Perú 3 Las guerras civiles 4 Bibliografía [editar] Los inicios en San Luis Era un empleado de comercio que se enroló en las milicias de caballería de su provincia, en la época en que José de San Martín era gobernador de la Provincia de Cuyo. Pasó sus primeros años repeliendo ataques indígenas. En febrero de 1819 y según los cronistas independentistas se rebelaron los prisioneros realistas confinados en San Luis, de los cuales la mayor parte eran los prisioneros de las batallas de Chacabuco y Maipú. El más importante de ellos era el general José Ordóñez. Atacaron el cuartel de la ciudad y la casa del gobernador Vicente Dupuy, pero la rápida reacción del pueblo y de los soldados de la guarnición logró vencerlos; entre los héroes de la jornada se contaron el joven Pringles y un comandante riojano de milicias llamado Facundo Quiroga. Todos los prisioneros fueron muertos en la conocida como Matanza de San Luis. [editar] Campaña al Perú En noviembre de 1819 se incorporó al Ejército de los Andes, en el Regimiento de Granaderos a Caballo, con los que hizo la campaña independentista al Perú. Allí participó en el desembarco en Paracas y en la batalla de Nazca. Cuando un escuadrón realista se dispuso a pasarse al bando independentista, San Martín le envió instrucciones y garantías con una pequeña partida mandada por el teniente Pringles. Pero éste fue sorprendido por una partida realista en la playa de Pescadores, cerca del pueblo de Chancay. Superado por el número de sus enemigos se arrojó al mar, dispuesto a morir antes que rendirse o perder los mensajes. El general realista Gerónimo Valdés le prometió respetar su vida, lo ayudó a salvarse y le permitió destruir los mensajes. Estuvo prisionero en El Callao hasta que éste cayó en manos independentistas. Se reincorporó a su regimiento, con un escudo que decía "Gloria a los Vencidos en Chancay". Participó luego de la fracasada expedición a los puertos intermedios de la costa sur del Perú. Más tarde luchó en Junín y Ayacucho. De regreso a la Argentina, participó en la guerra del Brasil y tuvo una actuación destacada en la batalla de Ituzaingó a órdenes de José María Paz. [editar] Las guerras civiles Se unió a la revolución del general unitario Juan Lavalle contra Manuel Dorrego e hizo la campaña al interior de la provincia de Buenos Aires, peleando en Las Palmitas (cerca de la actual Junín, a órdenes de Isidoro Suárez. Se unió a la campaña del general Paz hacia Córdoba, participando en las batallas de San Roque, La Tablada y Oncativo. Fue ascendido al grado de coronel y enviado a reclutar tropas en su provincia, regresando al frente de ellos a Córdoba. Al llegar a Río Cuarto, encontró a la población esperando el inminente ataque de Facundo Quiroga, que se había reincorporado a la guerra contra todas las esperanzas. Dirigió la defensa de la villa contra Quiroga, pero cuando éste la tomó por asalto logró escapar hacia San Luis. Fue alcanzado por Quiroga y derrotado en San José del Morro. Pocos días más tarde, nuevamente fue derrotado en las márgenes del río Quinto. Fue alcanzado por un oficial federal que no lo reconoció y le intimó rendición. Pringles contestó que sólo se rendiría ante Quiroga, por lo que el oficial le descerrajó un tiro. Moribundo, fue llevado a presencia de Quiroga, pero murió en camino. Quiroga cubrió su cuerpo con su propio poncho, y la amonestación al oficial que lo había matado resultó un elogio póstumo de su enemigo: "¡Por no manchar con tu sangre el cadáver del valiente Coronel Pringles, no te hago pegar cuatro tiros, ahora mismo! ¡Cuidado otra vez, miserable, que un rendido invoque mi nombre!" Día Internacional del Libro De Wikipedia, la enciclopedia libre Saltar a: navegación, búsqueda Día Internacional del Libro El libro como elemento del arte moderno. Nombre oficial Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor Día de celebración 23 de abril Lugar de Día Internacional celebración El Día Internacional del Libro es una conmemoración celebrada a nivel internacional con el objetivo de fomentar la lectura, la industria editorial y la protección de la propiedad intelectual por medio del derecho de autor. A nivel internacional es promulgado por la UNESCO, que la empezó a promulgar por primera vez en 1995. Se celebra cada 23 de abril desde 1996 en varios países, siendo en 2008 más de un centenar.1 En varios países de habla castellana, como Cuba, se celebra este día como el Día del idioma, diferente del Día Internacional de la lengua materna Historia Der moderne Buchdruck (La imprenta), cuarta escultura (de seis) que se pudo contemplar en la exposición berlinesa Walk of Ideas con motivo de la Copa Mundial de Fútbol de 2006. El día 23 de abril fue elegido como Día del Libro y del Derecho de Autor, pues corresponde al fallecimiento de los escritores Miguel de Cervantes, William Shakespeare e Inca Garcilaso de la Vega en la misma fecha en el año 1616 (aunque realmente no es así: Cervantes falleció el 22 y fue enterrado el 23, mientras que Shakespeare murió el 23 de abril... del calendario juliano, que corresponde al 3 de mayo del calendario gregoriano). En esta fecha también fallecieron William Wordsworth (en 1850) y Josep Pla (en 1981). La Unión Internacional de Editores propuso esta fecha a la Unesco, con el objetivo de fomentar la cultura y la protección de la propiedad intelectual por medio del derecho de autor. La Conferencia General de la Unesco la aprobó en París el 15 de noviembre de 1995, por lo que a partir de dicha fecha el 23 de abril es el "Día Internacional del Libro y del Derecho de Autor". [editar] En España Alfonso XIII firmó un Real Decreto el 6 de febrero de 1926 por el que se creaba oficialmente la Fiesta del Libro Español, que se celebraría en la fecha que entonces se creía que había nacido Cervantes, el 7 de octubre.2 La idea original fue del escritor valenciano Vicente Clavel Andrés,2 3 proponiéndola a la Cámara Oficial del Libro de Barcelona, donde se aprueba en marzo de 1925, proponiendo la citada entidad se celebrara en octubre de cada año, en la fecha del nacimiento de Cervantes, coincidiendo en el primer año con la Exposición del Libro Español en Buenos Aires. Poco después, en 1930, se instaura definitivamente la fecha del 23 de abril como Día del Libro.2 La celebración arraigó rápidamente en toda España, en especial en las ciudades sede de Universidades, desde Barcelona, se extendió por toda Cataluña, aunque la denominación oficial se fue diluyendo poco a poco al coincidir con el día del santo Patrón, conocido como Día de San Jorge (Diada de Sant Jordi), mientras en otras zonas no universitarias de España la fiesta se mantenía con escasa importancia o incluso desaparecía. Con el tiempo se hizo tradicional en Cataluña el intercambio y regalo de rosas y libros entre parejas y personas queridas en esa fecha, convirtiéndose en una de las jornadas populares más celebradas. Esta tradición fue uno de los argumentos utilizados por la UNESCO para declarar el 23 de abril Día Internacional del Libro.4 En España se toma en cuenta esta fecha para la entrega anual de los Premios Cervantes, el mayor galardón otorgado a los autores hispanos. [editar] Capital Mundial del Libro En 2001 a iniciativa de la UNESCO se nombró a Madrid Capital Mundial del Libro. Desde entonces cada 23 de abril, diferentes capitales de países del mundo han ido acogiendo este honor, realizan durante el año diferentes actividades culturales relacionadas con los libros. En 2002 ocupó el puesto Alejandría, Nueva Delhi en 2003, Amberes en 2004, Montreal en 2005, Turín en 2006, Bogotá en 2007, Ámsterdam en 2008, Beirut en 2009, Liubliana en 2010, Buenos Aires en 2011, Ereván en 2012 y Bangkok en 2013.5 A partir del 23 de abril de 2012 Ereván es elegida como la capital mundial del libro, permaneciendo en el cargo hasta la misma fecha de 2013 en la que será sustituida por Bangkok.6 El comité de selección está integrado por representantes de la Unión Internacional de Editores (UIE), la Federación Internacional de Libreros (FIL), la Federación Internacional de Asociaciones de Bibliotecarios (IFLA) y la UNESCO.5 Esta celebración comenzó en Argentina el 15 de junio de 1908 como "Fiesta del Libro". Ese día se entregaron los premios de un concurso literario organizado por el Consejo Nacional de Mujeres. En 1924, el Decreto Nº 1038 del Gobierno Nacional declaró como oficial la "Fiesta del Libro". El 11 de junio de 1941, una resolución Ministerial propuso llamar a la conmemoración "Día del Libro" para la misma fecha, expresión que se mantiene actualmente. Historia Anatomía Enlaces La revolución del Libro Las tablas de arcilla o bajorrelieves en diferentes piedras fueron los primeros soportes. A los egipcios les corresponde el invento del papiro, una especie de papel fabricado con una planta que crecía a orillas del Nilo. Las láminas de papiro medían hasta 49 cm de largo y 20 cm de ancho. Se las enrrollaba y lo usaban los escribas para asentar sus escritos. Los chinos aportaron un soporte mucho más perdurable: el papel. Este invento aparece en los registros históricos en el año 105 d. c., pero es sin duda más antiguo. El pergamino fue el sistema usado en Europa durante la Edad Media y tenía la ventaja de que se podía escribir de las dos caras. Se agrupaba en varios pliegos y se cosía formando los códices, que poco a poco fueron constituyendo lo que hoy se conoce como un libro. En esta evolución el impacto más decisivo para la humanidad fue la aparición de la imprenta. En los comienzos de la imprenta se utilizaban los incunables, pero hacia el siglo XVI se dejaron de usar. Con la imprenta llegó la democratización del acceso al saber: hoy es difícil imaginar un mundo en donde se usara en forma casi exclusiva la narración oral para comunicar experiencias e impartir educación. En definitiva: hoy no se puede negar que el avance de la ciencia y de la tecnología habría sido imposible sin la existencia del libro.