Lugares con historia Nimes La pequeña Roma Durante siglos, Roma fue considerada como el centro del mundo conocido. Cientos de ciudades a lo largo de un extenso imperio trataron de imitar su floreciente arquitectura, exponente máximo de su riqueza y poder. Hoy, dos mil años después, al sur de la Galia, los restos de la antigua Nemausus exhiben intacta toda su grandeza. Víctor M. López-Menchero Bendicho Periodista 76 CLÍO CLÍO 77 Lugares con historia / Nimes A seguran los científicos que la vida empieza en el agua. En el caso de Nimes resulta especialmente cierto, pues nació gracias a la existencia de un manantial, situado a 50 kilómetros de la ciudad actual, en Ucetia (actual Uzès). Allí mismo estableció su capital la tribu celta de los volcos arecomicos. El enclave resultaba ideal, no solo por la presencia del imprescindible líquido elemento, sino también porque estaba rodeado de un bosque que consideraban sagrado. Corría el siglo V a. de C. y bautizaron el lugar escogido como Nemausus. A partir de aquel lugar especial, los volcos fueron extendiendo sus dominios por el sur de la actual Francia. Pese a su número y su fortaleza, no dudaron en pactar su rendición ante la republica de Roma en el año 121 a. de C., convirtiéndose a partir de ese momento en fieles aliados de los itálicos. Y como tales, entre los años 58 y 51 a. de C. prestaron ayuda a Julio César en su campaña militar para someter a toda la Galia. Poco después recibían la esperada recompensa por su lealtad: Nemausus obtuvo el estatus de colonia de derecho romano y tomó el título de Colonia Nemausa. La obtención del rango de colonia fue de vital importancia, pues le permitió gozar de cierta independencia y no estar sometida al gobernador de la provincia de la Narbonense. Desde entonces, Nimes experimentaría un importante despegue económico y social, aprovechando también su estratégica posición en mitad de la vía que unía las provincias de Hispania con Roma: la Via Domitia, una importante calzada construida en el año 118 a. de C. por el procónsul Gnaeus Domitius Ahenobarbus, de quien tomó el nombre. Su trazado, que coincidía en gran medida con el camino seguido por las tropas cartaginesas de Aníbal cien años antes, permitía comunicar los Alpes con los Pirineos ofreciendo un paso terrestre rápido y seguro entre la península Itálica y la península Ibérica, que hasta ese momento solo estaban conectadas con cierta seguridad por vía marítima. Hoy día, la calle Rue Nationale sigue el mismo trazado que la Via Domitia a su paso por Nimes, y se han localizado en ella restos de la calzada original. La probada lealtad de la Colonia Nemausa y sus excelentes condiciones llevaron al emperador Augusto a promover y potenciar un gigantesco programa constructivo, cuyo legado todavía hoy podemos disfrutar. Este desarrollo urbano y monumental propició un nuevo cambio de nombre en la ciudad, que a partir del siglo I d. de C. pasó a denominarse Colonia Augusta Nemausus, acuñando moneda propia y alcanzando la sorprendente cifra de 25.000 habitantes, fiel reflejo de su prosperidad. Otro dato que avala el auge de la urbe a partir del cambio de Era fue el nacimiento, en el año 86 d. de C., de Antonino Pío. Éste, junto con Nerva, Trajano, Adriano y Marco Aurelio, está considerado como uno de los “Cinco Emperadores Buenos del Imperio Romano”, y probablemente fue el impulsor de que Nimes sustituyera en el siglo II a Narbona como capital de la provincia romana de la Narbonense. Un anfiteatro de lujo Entre los monumentos más significativos construidos en esta época destaca el anfiteatro, una auténtica maravilla de la ingeniería romana. El anfiteatro de Nimes es prácticamente coetáneo del Coliseo. De hecho, se puede afirmar que es una réplica a escala del romano, un intento por imitar la grandeza de la capital del Imperio. Con una altura de 21 metros y dos niveles de arcadas, su estado de conservación es excelente, siendo el anfiteatro romano mejor conservado del mundo. Se calcula que tenía una capacidad para 25.000 espectadores, pudiendo des- el coliseo de nimes, , con sus dos pisos de arcadas, dificado a imagen del de Roma, es el anfiteatro romano mejor conservado del mundo. 78 CLÍO Ingenieros romanos idearon una compleja canalización de 50 kilómetros para traer agua a Nimes. El "Pont du Gard" es testimonio de esta obra. alojarse en apenas unos minutos gracias a un estudiado sistema de gradas y galerías interiores. Para aumentar el confort de los espectadores, contaba con un velum, es decir, con un conjunto de lonas que a modo de parasol se desplegaban sobre la parte superior del anfiteatro logrando proyectar sombra en las gradas. También se utilizaban aspersores (sparsiones) que expulsaban agua perfumada en los descansos, e incluso se repartía comida gratis durante los espectáculos. Se sabe que el anfiteatro debió alcanzar gran fama, pues numerosos asientos estaban reservados para ricos comerciantes patricios de Lugdunum (Lyon) que venían ex profeso para disfrutar de los espectáculos. La altura de las gradas, por su parte, revela que no se debieron utilizar animales exóticos como tigres o leones, ya que éstos habrían puesto en peligro al público. En su lugar, probablemente se soltaron jabalís, toros y ciervos a los que se daba caza a pie o a caballo. Y todo ello, aderezado con el sonido de trompas y cuernos. Visitas guiadas como audioguías y paneles proporcionan una información veraz e interesante sobre los usos del anfiteatro y también sobre la lucha de gladiadores. Un apasionante viaje para conocer mejor sus técnicas de lucha y sus armas, pero también su forma de vida. Maravillas de la ingeniería Como toda ciudad romana importante, Nemausus contaba con un eficaz sumi- nistro de agua potable todo el año. Y para ello hacía falta un acueducto. Para hacerlo realidad, los ingenieros del siglo I d. de C. tuvieron que emplearse a fondo y superarse a sí mismos, dados los 50 kilómetros a que se encontraba el manantial capaz de abastecer las necesidades hídricas de la urbe. Aunque el principal y único problema para canalizar el agua desde Ucetia hasta Nemausus no era simplemente la dis- EL "PONT DU GARD"maravilla de la ingeniera romana que debía hacer frente a un río, el Gard, muy irregular que sufre grandes crecidas de caudal. CLÍO 79 Lugares con historia / Nimes "El "Castellum" es otra fabulosa obra de ingeniería. Era un depósito que conectaba con 10 tuberías de plomo y repartía agua a fuentes y termas. tancia, sino también el escaso desnivel existente entre el punto de origen y el depósito final: apenas 12 metros. Tal circunstancia obligaba a construir un sistema de galerías subterráneas, canales y acueductos que fuera capaz de mantener una cierta pendiente (unos 34 centímetros por kilómetro) durante el recorrido. Para lograrlo, los ingenieros solo contaban con algunos niveles rudimentarios, tableros aritméticos y tabletas de cera; escaso instrumental para mantener una pendiente casi imperceptible al ojo humano a lo largo de nada menos que 50.000 metros. Por si este reto fuera poco, los constructores tuvieron también que hacer frente a un segundo problema: atravesar el río Gard. Éste, conocido por sus terribles crecidas, era el principal accidente geográfico a superar. Todo ello obligaba a realizar una obra faraónica: el acueducto más grande jamás levantado hasta entonces. Las cifras lo confirman por sí solas: 50.000 toneladas de piedra, mil trabajadores y cinco años se emplearon para obtener un acueducto de casi 50 metros de altura (20 metros más que el acueducto de Segovia) capaz de soportar el paso de 20 millones de litros de agua diariamente. El mérito sorprende todavía más cuando se sabe que fue levantado sin emplear un gramo de argamasa, uniendo los enormes bloques de piedra de 6 toneladas, “simplemente”, por su propio peso. En la actualidad, aún puede contemplarse esta proeza. Lo más curioso es que, pese a los dos milenios transcurridos desde la fecha de su construcción, el Pont du Gard sigue batiendo records. Tras una inversión de 32 millones de euros para la mejora y acondicionamiento del conjunto, actualmente es el tercer monumento más visitado de Francia, con 1.400.000 personas al año. Fue declarado Patrimonio de la Humanidad en 1985 y Gran Sitio de Francia en 2004. Tras los pasos del agua El viaje del agua desde Ucetia a Nemausus, atravesando el "Pont du Gard", finalizaba en el "Castellum divisorium", otro regalo de la ingeniería romana para la posteridad. El "Castellum", a modo de el "castellum" tenía la función de distribuir el agua por todos los barrios de la ciudad. 80 CLÍO depósito, tenía como función repartir por toda la ciudad el agua que llegaba desde el acueducto, con objeto de abastecer fuentes públicas y privadas, baños termales, jardines, estanques… Para ello los romanos construyeron un depósito circular de 6 metros de diámetro y 1,4 de profundidad. Este depósito estaba conectado con 10 tuberías de plomo que atravesaban toda la ciudad. De esta forma tan sencilla el agua quedaba repartida por todos los barrios de la urbe. Los últimos estudios realizados sobre el "Castellum" de Nimes, uno de los mejor conservados del mundo, han revelado que cuando la entrada de agua en el depósito llegaba al máximo, en las tuberías de plomo el agua solo alcanzaba la zona intermedia, es decir, el punto óptimo para que el agua pueda circular en el interior de una cañería, ya sea antigua o moderna, por lo que la eficiencia del sistema era máxima. Este increíble método de abastecimiento hídrico quedaba complementado con el propio manantial que dio origen a la ciudad. Allí los romanos levantaron un conjunto de fuentes y edificios que todavía se conservan, al menos en parte. El más llamativo y enigmático de todos es el conocido como Templo de Diana. Conservado en ruinas, entre árboles y vegetación, su contemplación nos traslada a un tiempo remoto. Se desconoce cuál fue la función primitiva de este lugar. Algunos arqueólogos creen que pudo estar consagrado al culto imperial, albergando una biblioteca y otros edificios anexos ya inexistentes. Se especula también sobre su vinculación con el santuario de la Source, cuyos cimientos fueron descubiertos en el siglo XVIII, poco antes de la construcción del actual parque, concretamente en 1745. Su estado de conservación fue excepcional hasta el siglo XVI, momento en el cual las guerras de religión que sufrió Francia acabaron por destrozarlo. Sin embargo, en una de esas coincidencias de la historia, pocos años antes de su destrucción el célebre arquitecto veneciano Palladio tuvo tiempo de visitarlo, y quedó prendado por su belleza. Los croquis que realizó servirían años más tarde para imitar su estilo en numerosas construcciones de media Europa. Vaqueros, tabaco y toros Alguien podría preguntarse qué pueden tener en común los blue Jeans, Nimeño II y Jean Nicot. La respuesta es sencilla: todos proceden de Nimes. Así, aunque tradicionalmente asociamos los pantalones vaqueros con la cultura norteamericana, lo cierto es que la tela con la que se fabrican, el denim, procede de Nimes (“De Nim”), donde se usaba en un principio en la fabricación de velas, tiendas de campaña, toldos y lonas. Posteriormente, comenzaría a usarse en la fabricación de ropa de trabajo debido a su gran resistencia y durabilidad. De hecho, no fue hasta el 20 de mayo de 1873 cuando dos inmigrantes judíos, Levi Strauss y Jacob Davis, patentaron un pantalón de trabajo elaborado con una gruesa tela llamada denim, que se remataba con costuras reforzadas y novedosos remaches de cobre. Poco podían imaginar aquellos dos hombres que casi un siglo después esa prenda de trabajo diseñada para soportar las duras condiciones de los mineros acabaría siendo un icono de la cultura popular. También procede de Nimes el hombre que introduciría el tabaco en la corte francesa, Jean Nicot. Embajador francés en Portugal entre 1559 y 1561, Nicot fue testigo de la llegada de América de un nuevo producto, el tabaco, cuyas extrañas propiedades hicieron que fuera vendido en Francia como medicina. A esta tarea ayudó el hecho de que la reina, Catalina de Medici, se convirtiera en una gran aficionada a dicho producto, hasta el punto de afirmar que le ayudaba a combatir sus frecuentes jaquecas. Jean Nicot, a pesar de su contribución para asentar la lengua francesa, pues escribió uno de los primeros diccionarios franceses, y a su labor como diplomático, ha pasado a la historia como el hombre que popularizó en la corte francesa, espejo de las cortes europeas, el producto que lleva su nombre: la nicotina. De Nimes era originario Christian Montcouquiol, más conocido como "Nimeño II" en honor a su ciudad natal. Montcouquiol está considerado como uno de los mejores toreros franceses de todos los tiempos. Hoy día una estatua colocada frente al anfiteatro de Nimes nos recuerda las tardes de gloria de este torero que tras sufrir una gravísima cogida, cuyas secuelas le impidieron volver a los ruedos, decidió quitarse la vida el 25 de noviembre de 1991. CLÍO 81 Lugares con historia / Nimes La muralla de Nimes, de 9 metros de altura y 2 de anchura, disfrutaba de 80 torres y 12 puertas, que custodiaban una ciudad de 25.000 habitantes. Una torre y un misterio Junto al templo de Diana, Jacques Philippe Mareschal, ingeniero y arquitecto de Luis XV, reinterpretó en el siglo XVIII las ruinas del antiguo santuario romano, construyendo en su lugar, fuentes, avenidas, escalinatas y balaustradas de estilo neoclásico decoradas con jarrones y estatuas, diseñando con ello uno de los parques públicos más antiguos de Europa que todavía hoy sorprende por su belleza. En la zona más elevada del parque, se alza una impresionante torre romana, conocida desde antiguo como la Torre Magna. Se cree que debió tener un papel simbólico, pues es visible a kilómetros de distancia al coronar la cima del monte Cavalier. Lógicamente, tuvo también una función militar, formando parte del sistema defensivo que protegía la ciudad. De planta octogonal, cuenta en la actualidad con solo 32 metros de altura, tras haber perdido su último nivel. A ambos lados de la torre todavía se conserva parte de la muralla que delimitaba la ciudad a lo largo de 7 kilómetros. Esta impresionante obra militar fue levantada entre los años 16-15 a. de C. por orden de Augusto para custodiar una superficie de 220 hectáreas. Con objeto de reforzar el perímetro, la muralla poseía 80 torres y 12 puertas, alcanzando los 9 metros de altura y los 2 de anchura. Desafortunadamente, las murallas romanas fueron utilizadas durante siglos como cantera para construir nuevos edificios, lo que ha impedido su correcta conservación. A pesar de todo, hoy día se pueden visitar dos de las doce puertas que jalonaban el reciento defensivo. La más importante es la Puerta de Augusto ya que en origen servía de paso a la Via Domitia para atravesar la urbe camino de Hispania. Por este motivo contaba con dos arcadas centrales destinadas al paso de vehículos y otras dos arcadas laterales de menor tamaño destinadas al tránsito de peatones en ambos sentidos. El conjunto se remataba con dos torres semicirculares hoy desaparecidas. el templo de diana inspiró al arquitecto Palladio. Arriba, el símbolo de la ciudad: un cocodrilo. 82 CLÍO De menor importancia era la conocida como Puerta de Francia. De un solo arco flanqueado por torres semicirculares, en ésta la segunda planta estaba decorada con bellas pilastras toscanas. La Torre Magna está ligada a un misterio y a un mítico nombre: Nostradamus. Desde que el astrólogo publicara en 1555 Les Prophéties muchos son los que se han lanzado a la interpretación de sus versos. Algunoscreyeron ver en ellos la antesala de guerras y epidemias, otros de catástrofes naturales y asesinatos. Eso le ocurrió hacia 1600 a Francois Traucat, un rico jardinero de Nimes. Tras leer estos versos: “Bajo los antiguos edificios vestales, / No alejados del acueducto arruinado: / De Sol y Luna son los relucientes metales”, quiso ver en ellos su propio destino, quedando convencido de la existencia de un gran tesoro de oro (Sol) y plata (Luna) que según sus cálculos debía esconderse en la Torre Magna de Nimes. Tal era su convicción que en 1601 pidió audiencia al rey Enrique IV de Francia. Su objetivo no era sencillo; pretendía convencer al monarca de que le permitiera llevar a cabo una excavación en el interior de dicha construcción. No obstante, grande debió ser su capacidad de persuasión, pues consiguió la autorización, eso sí, con dos condiciones. La primera, que debía sufragar todos los gastos de la intervención y la segunda, que en caso de encontrar ese fabuloso tesoro las dos terceras partes del mismo debían ser para la Corona. Conforme con el trato, Traucat contrató a numerosos peones y comenzó la ardua tarea de vaciar el interior de la Torre Magna. Tras varios meses de trabajo infructuoso y, prácticamente agotada su fortuna, lo único que encontró fue una torre anterior prerromana, que, obviamente, no custodiaba ningún tesoro. Su obsesión, proporcionó un interesante dato histórico El monumento más conocido es la Maison Carrée, el templo romano mejor conservado del mundo dedicado a dos sobrinos de Augusto. que hubiera sido imposible conocer. De todos modos, su avaricia estuvo a punto de destruir uno de los monumentos más importantes de Nimes. Son la cara y la cruz de una historia y de una leyenda. El templo romano mejor conservado El último gran monumento romano conservado en Nimes es el más famoso. Se trata de la Maison Carrée (Casa Cuadrada), probablemente el templo romano mejor conservado del mundo. Su origen es incierto. Todo parece indicar que fue construido en el año 5 d. de C., en honor a Lucio y Cayo César, fallecidos uno y tres años antes respectivamente. Ambos eran hijos del general Marco Agripa y de la hija de Augusto, Julia La Mayor. Y tras la muerte de Agripa fueron adoptados por el mismísimo emperador Augusto, que los nombró Principis Iuventutis (Príncipes de la Juventud). La muerte de los herederos del Imperio causó gran pesar a Augusto, y probablemente propició la construcción del bello templo nimeño en la parte meridional del antiguo foro, verdadero corazón de la urbe. Para incrementar su grandeza, el templo fue levantado sobre un podio de piedra que lo eleva varios metros. Con 30 columnas de estilo corintio que rodean el edificio, su diseño no resulta recargado, aunque sí monumental. Subir la escalinata de acceso resulta toda una experiencia, y todavía más después de los recientes trabajos de restauración que han devuelto al monumento su esplendor original, recuperado incluso el aspecto primitivo de la cubierta con imitaciones de teja romana. Además, en su visita puede visionarse un audiovisual 3D que bajo el título Los héroes de Nimes revive la historia de la ciudad desde la Antigüedad hasta nuestros días. En el final del Imperio Esta historia eslendor vio sus días contados a partir del siglo V. La ciudad cayó en manos de los visigodos, que apenas se limitaron a reutilizar los edificios que ya habían levantado los romanos siglos atrás. Alrededor de 725 las tropas musulmanas se hicieron con todo el territorio visigodo de Septimania, Nimes inclusive. Sin embargo, su dominio duraría poco, ya que apenas tres décadas después fueron expulsados por las tropas de Pipino el Breve, rey de los francos. 400 años de guerras y decadencia acabaron por reducir a la antigua Nemausus a polvo y escombros. De las 25.000 personas que llegaron a poblar la urbe romana, quedaron apenas unas 700. Su población menguó tanto que la ciudad entera se instaló en el interior del anfiteatro, cuyos muros hicieron las veces de muralla. Allí se levantaron casas, dos iglesias y hasta un pequeño castillo-palacio, del que todavía quedan restos. La leyenda de su esplendor caería poco a poco en el olvido, hasta que un hecho inesperado, casi casual, cambio radicalmente la percepción de sus habitantes. El manantial de la ciudad, que abastecía de agua al poblado medieval tras colapsarse el antiguo acueducto romano, empezó a secarse. Sus habitantes decidieron entonces excavar en el lugar donde se suponía manaba el agua. Cuál fue su sorpresa cuando empezaron a encontrar vasijas, columnas y toda clase de objetos de época romana. Este episodio cambiaría el curso de la historia, concienciando a sus habitantes de la importancia que un día tuvo el suelo que pisaban. Hoy la ciudad se alza orgullosa, consciente de que su futuro quizá se centre, precisamente, en la recuperación de su pasado. CLÍO 83 Lugares con historia / Nimes Nimes, Más allá de la herencia que dejó roma Aunque la mayoría de los visitantes acuden a Nimes en busca de sus impresionantes monumentos romanos –los mejores de toda Francia–, lo cierto es su patrimonio va más allá: rincones medievales, sobrios palacetes del XIX,buena arquitectura contemporánea, unos magníficos jardines y… un marcado sabor español. Enclavada al sudeste de Francia, y con una población que apenas supera los 140.000 habitantes, Nimes es hoy una ciudad tranquila y acogedora por la que merece la pena perderse un buen rato callejeando entre locales y edificios con un fuerte sabor español. Así, mientras el visitante deambula por sus calles, no será raro que se tope con alguna “bodega” con carteles de flamenco que anuncian las “Ferias” de Nimes. Así, con nombre y sabor español, estas fiestas se celebran varias veces al año y en ellas se encuentran bandas de música, casetas y mucha animación. Y es que la huella de los miles de exiliados republicanos españoles ha sido y sigue siendo profunda en esta localidad del Languedoc. Parte esencial de este legado procedente de la vecina España es el Museo de las Culturas Taurinas, único en su género en toda Francia. Aunque nos recuerda que la fiesta de los toros en Nimes se remonta al siglo XIX, sus salas están repletas de imágenes y objetos que profundizan, si cabe aún más, en esa conexión provocada por la cultura popular: desde una instantánea firmada por Pablo Picasso en 1952 (mientras el artista malagueño acudía a una corrida de toros en el anfiteatro de Nimes) hasta la sala, casi santuario, dedicada a la memorable faena del torero madrileño José Tomas cuando el 16 de septiembre de 2012 se enfrentó en solitario a seis toros protagonizando la que muchos han considerado una de las mejores corridas de la historia. Clásica, y a la vez moderna la puerta de francia una de las 12 puertas de la muralla romana. 84 CLÍO Ese carácter multicultural y abierto que rezuma Nimes hace que su patrimonio histórico sea extremadamente amplio. Desde la catedral románica de Notre Dame et Saint Castor, construida en el siglo XI, hasta el Museo de Arte Contemporáneo inaugurado en 1993 por el afamado arquitecto inglés Norman Foster, toda la ciudad es un museo al aire libre que esconde numerosas y valiosas piezas de colección al aire libre. La catedral, en pleno corazón de la zona comercial, ha tenido una convulsa historia, muestra de las guerras de religión que azotaron toda la región durante dos centurias. Alzada en 1646 sobre restos romanos reaprovechada como iglesia merovigia del siglo XI, fue demolida y reconstruida en dos ocasiones, una de ellas en el siglo XVI y otra en el siguiente. A pesar de la gran exhibición de arte que es Nimes, es necesario mirar con atención, pues ya se sabe que los tesoros no siempre relucen a simple vista. Es el caso de la conocida como Casa del de los Pobres. Situada en el número 16 de la calle Fresque, esta casa, actualmente abandonada, pasó a manos del abogado Louis Raoul en 1449. Poco antes de su muerte, Raoul, haciendo suya la famosa frase de que la justicia no es igual para todos, decidió dedicar todos sus bienes a la creación de un defensor jurídico de los más débiles. Este “abogado de los pobres”, ayudaría a menesterosos, viudas y huérfanos a hacer valer sus derechos ante los tribunales de Nimes, sin costo alguno para ellos. Y su casa serviría a “perpetuidad” de oficina para este abogado y sus bienes ayudarían al sostenimiento económico de tal obra. Hoy, la que durante siglos ha sido llamada La casa del Abogado de los Pobres aguarda paciente ser restaurada en una pequeña callejuela de aire medieval que conecta con la bulliciosa Plaza del Mercado, donde se conserva una curiosa fuente inspirada en el símbolo de la ciudad y diseñada por Martial Raysse en pleno siglo XX. Del mismo autor es la remodelación de la Plaza d´Assas en donde se puede contemplar una de sus mejores obras. Se trata de una fuente donde un hombre (representación del Sol) persigue a una mujer (representación de la Luna), sin conseguir alcanzarla jamás. Aunque Martial Raysse no es el único artista contemporáneo que ha dejado su impronta en la ciudad. Por las calles y plazas de Nimes se puede disfrutar de obras de arte y edificios concecibido por creadores tan relevantes como Jean Nouvel, Philippe Starck, Andrea Bruno, Kisho Kurokawa o Jean-Michel Wilmotte. Sin duda, la demostración más palmaria de la actividad cultural de esta ciudad con tanta historia. ¿Cocodrilos en la ciudad? Cita obligada es también el mayor espacio verde de Nimes: los Jardines La Fontaine. Construidos en 1745 en la zona romana de la Source, son uno de los jardines públicos más antiguos de Europa, y están salpicados de construcciones romanas, entre ellas la Torre Magna y el Templo de Diana, pero también del siglo XVII. En el apacible recorrido salen al paso fuentes y pequeñas cascadas, estatuas, escalinatas, avenidas y balaustradas de estilo neoclásico. Esta emblemática área es obra de Jacques Philippe Mareschal, arquitecto de Luis XV. Y tras la caminata, puede descansarse en alguna de las terrazas de la Plaza del Reloj, un bonito espacio en el corazón de la zona comercial. En su centro, una torre del antiguo Ayuntamiento sigue dando la hora. Es prácticamente imposible visitar Nimes y no ver, entre los numerosos monumentos que jalonan la ciudad, un cocodrilo encadenado a una palmera coronada de laureles. Está en multitud de lugares, pues es nada más y nada menos que el símbolo de la ciudad. Su origen se remonta 2.000 años atrás, en la época en que los veteranos del ejército de César Augusto se asentaron aquí. Muchos de ellos habían estado combatiendo en Egipto y quisieron conmemorar la victoria de Actium, sobre las tropas de Marco Aurelio y Cleopatra, con una moneda que simbolizara la sumisión de Egipto al emperador Augusto. Es por ello que un cocodrilo (Egipto) se encuentra encadenado a una palmera coronada por laureles (victoria de Augusto). Este emblema fue elegido por las autoridades locales en el siglo XVI para representar a la ciudad en su escudo. Algunos años más tarde en celebrar tal efeméride mandaron traer un verdadero cocodrilo del Nilo. La iniciativa debió ser bien acogida, ya que en los siglos sucesivos llegarían a la ciudad otros tres ejemplares disecados que junto al primero fueron colocados en el Ayuntamiento, donde todavía siguen, colgados del techo, para sorpresa de propios y extraños. Todo esto y mucho más es Nimes, familiar y sorprendente, festiva y secreta, extrovertida y al mismo tiempo reservada, arraigada a sus dos mil años de historia, pero mirando al futuro. CAMA y mantel En Nimes y sus alrededoes existen numerosos hoteles con encanto al alcance de todos los bolsillos. El Royal Hotel, junto a la Maison Carrée, puede ser una buena opción, especialmente si se aprovecha la ocasión para comer en su acogedor restaurante, La Bodeguita (www.royalhotel-nimes.com). Tampoco sería mala idea visitar la terraza/restaurante del Museo de Arte Contemporaneo Carré d’Art de Nimes, desde donde se obtienen unas vistas inigualables a la Maison Carrée. Para aquellos que prefieran la tranquilidad del campo, nada como alojarse (o incluso utilizar su biuen restaurant) en Domaine des Escaunes, situado a 20 kilómetros de Nimes pero tan solo a 4 del Pont du Gard. Este hotel, miembro del Club Business, data del siglo XVI. Por sus habitaciones pasaron huéspedes tan selectos como Luis XIII, el Cardenal Richelieu o Nostradamus (http://en.escaunes.com). En cuanto a las especialidades gastronómicas nimeñas, no se pueden dejar de probar la tapenade o los salchichones de jabalí, que servirán de aperitivo a una buena brandada de bacalao de Nimes, plato local por excelencia y toda una exquisitez para el paladar. www.es.destinationsuddefrance.com CLÍO 85