50 años de la Compañía de Santa Teresa de Jesús en Colombia Finalizando el año 2011, un buen número de exalumnas del colegio Teresiano de Bogotá quiso aprovechar que estábamos la mayoría de las Hnas. de la Provincia reunidas en Asamblea y el 14 de diciembre nos invitaron a celebrar: En los predios de la Casa Provincial habían construido un surtidor de agua con la forma de un hermoso pozo, –este fue su regalo a la Provincia-. Alrededor de ese pozo se fueron congregando las personas de dos y tres generaciones relacionadas con la Compañía en estos 50 años. Allí se realizó la bendición del agua y aspersión al pueblo; no sin antes Martha Ahumada – antigua alumna, de las más antiguas – hiciera la ambientación y explicara los motivos que les sugirieron para que las ex alumnas teresianas representaran en ese pozo y el agua lo que tantas veces Teresa de Jesús les había sugerido en sus cuartos de hora. Desde allí se pasó a la Eucaristía en el Coliseo del Colegio también preparada por ellas, y muy participada. Habían hecho una síntesis de la historia del Colegio desde sus inicios y conseguido fotos bien interesantes. Con todo ello lograron un guion que fueron proyectando a continuación de la Eucaristía. Y como otro fruto de la proyección de la Provincia, un coro de 130 niños de 5 a 12 años del Centro comunitario Jesús Maestro, que se forman en dicha obra en el Barrio Ciudad Bolívar de Bogotá, presentaron un bello concierto de villancicos con la dirección de la H. Sabine de la comunidad Hermanas de Nazareth, que les colabora. Estas fueron las palabras de la H. Provincial María Helena Rivillas: “A la sombra de María crece y se desarrolla la Compañía” es una frase de nuestro padre Enrique de Ossó que motivó las diferentes Fundaciones, entre ellas la de la Compañía en Colombia. La Madre Eulalia Sagristá lo narra así: ““La salida de Cuba por la revolución facilitó el poder abrir esa fundación. Se repetía lo que otras veces había sucedido a la Compañía. “Si nos cerraban una puerta, el Señor nos habría otra”. Y “lo primero que salta a mi recuerdo, es la acogida que yo encontré en todos. Mi padre nos decía: “en todo hay algo bueno”, pero yo encontré algo muy bueno: “todas las puertas abiertas” ”. Las hermanas durante estos cincuenta años, en comunidad de discípulas, hemos ido aprendiendo a conocer y amar a Jesús y a hacerle conocer y amar, conmovidas por la realidad que vive el pueblo colombiano, comprometidas desde nuestra fragilidad y posibilidades, desde una confianza ilimitada en el amor y la bondad de Dios y desde nuestra vocación de educadoras, con las situaciones que afectan a la vida y dignidad de las personas con las que hemos ido viviendo en Bogotá, Medellín, Envigado, Cali, Ibagué y Aguachica. Como mujeres consagradas convocadas por Dios a promover los intereses de Jesús para restaurar en Él todas las cosas, en compañía de otras y otros hemos ido caminando en la inserción entre los más pobres, en nueve fundaciones con que cuenta la provincia: seis se encuentran atendiendo población afectada por la violencia, el desplazamiento forzado y la exclusión de los servicios básicos para vivir. Con ellas y ellos queremos seguir cada vez con más compromiso y dar un paso más, que será no sólo estar en medio de esta población, sino “dejarnos transformar por ellas y ellos” en mesa compartida porque “todavía queda sitio en la mesa del carisma para compartir y desplegar su fuerza” es la invitación del XVI Capítulo general que acabamos de vivir. Las teresianas hemos heredado los sueños, el fuego y la pasión de Teresa de Jesús y de Enrique de Ossó, su audacia, realismo y humildad, que los hizo fuertes y osados en sus respuestas. Ellos nos han contagiado que “el amor siempre está bullendo y pensando qué hará…” YA ES TIEMPO DE CAMINAR, EN MESA COMPARTIDA, por esas sendas y caminos que el Espíritu nos ha ido mostrando. Agradecemos desde lo más profundo de nuestro corazón a las personas que acompañaron los pasos para que la Compañía hoy pueda celebrar con una inmensa alegría estos 50 años de presencia en Colombia: Gracias a M. Eulalia Sagristá e Isabel Gomis, las primeras hermanas que establecieron todos los contactos para que la Compañía en Colombia fuera realidad hasta hoy. Y a la Comunidad del Colegio El Paraíso, CARACAS, pues ellas fueron las que afrontaron los primeros gastos y los muchos que surgieron después en la compra del terreno de la Autopista y en la construcción del Colegio. Ellas fueron como nuestras madrinas… (cuenta la M. Eulalia). Agradecer los años que como una sola provincia vivimos los logros y dificultades con nuestras Hermanas de Venezuela. A todas las Hermanas Fundadoras que, con las Hnas. Eladia Fernández y Piedad Benito(actualmente en la Provincia), han pasado por la Provincia, que han dejado huellas imborrables del Carisma Teresiano en Colombia, que se encuentran en otros países y algunas en el cielo. Al Vicario de Religiosas, Monseñor Angarita, e.p.d., a quien le debemos mucho. Al P. Farías, Presidente de la Conferencia de Religiosos/as de aquella época Al Párroco de la Iglesia de la Virgen de Chiquinquirá, parroquia a la que pertenecimos durante los primeros años A las entidades gubernamentales de aquella época Ministerio de Educación, Extranjería que avaló las primeras maestras. Al P. Quintana, Jesuita que orientó mucho sobre la Escuela. A las Religiosas Esclavas del Sagrado Corazón donde nos hospedamos, hasta que llegaron las hermanas que iban a formar la Comunidad. A los padres de familia, que nos “entregaban” sus hijas para que las educáramos y formáramos sin haber tenido ninguna trayectoria en Colombia. A Martha Ahumada y Martha Chiriví dos exalumnas que comparten misión con nosotras en Bogotá y quienes han puesto en juego todo el cariño y agradecimiento para que estemos hoy aquí agradeciendo la llegada y el arraigo de la Compañía en Colombia. A las comunidades Educativas de las Obras y Presencias en Colombia. Exalumnas y exalumnos. A todas las personas que comparten con nosotras la misión en diferentes campos. ¡Gracias! Hnas. Provincia Corazón de María