H e a i s l o del Centro d e Lectz,~r(l borraren la riatlla de sos Ilavis, prenent son vostre i i i i aspecte de griivetat ... Y murmui-ant (iassairan per devant del clol ;iturantsc,esperant lo com[Jan!r, peia reeml>endt-ela conversa y la riatlla; y en Jauiiiet, no pogiient retindre 10 plor per inis temps, Ileiisant un esbojarrat crit de dolor, caygut <lesi.anesciit en brassos dcl dos homes que'i sostenían. . . . . . . . . . . . . . . . . ........................ En Jaumet ja Iiavia complert: ja havia donat pública mostra de son <lolor. Devia qriedar molt satisIet dc In part que prenian sos amiclis en sondol ... marign Sendro. IZLORS D E L FOSCA17 Coiri li ha nascut un fillet, está alegre'l fusteret y ha cercat la mida justa, ab quatre ti-oss<isde fusta, pera ferli'i bre.isolet. Mes ¡ay!, la Mort Ira viiigut, sciis pietat, y al nen s'ha endut ... L,as fustas no'l gronxarán; en Ilocli de bressol, serán una caixa: l'afnhrit. CIIIS~~RAC LOL~N Y BEATRIZ E N K I Q U E Z (1) I>i<islia colocad<i, junto 6 los grandes Iioinljres de espiritu suricrii>ry perseguidos por la suerte, 5 una Iicrmosa mujer, q u e con la luz de sus ojos, la sonrisa de sus labios, la miel de su p:ilabra, la ternura de s u pecho, el fuego de s u corazúii, convierte en isla de ternura y de reposo, el árido !;escabroso calvario de su vida. Al lado del fil6sofo Abelal-do se 1ei:inta l;i Iicrinosa y apasionada Eloisa; junto á Miguel Angel, aquel genio superior, sombrio y taciturno, descoiit:iito de torli~y de s i misrno, se ve Ir< a r r o p a t e figurade Vic(1) I'rabaju leido por su autor en la Sociedad Econiiinica Graciense de Amigos del Pais, en la liesta que para solemnizar el ZVCe?tiennrio dc¿desc1~6r-ir,rirnfo de América, tuvo lwgar en aquella Sociedad en la noche del 22de Octubre de 1892. De la \¡<la, en la miseria, sols regeix una lley sbria, que Iiaitm de trnir pci- norma: 10 que val-ia es la l'orina; lo inmutable, la Isfziteria. 11 cada Estaciú de I'aciy, li correspúa una rrofn: Infancia, la Primavera, L'istiu, Joventut, ab gloria, Virilitat, la ?ardor, I'Hivern, Vellesa sacrosa. 'l'al com, de i'home, la Vida, d ú en quatre estacioiis, per mostrx: á la primera, bressol, bancli d'estudi, á la segona, rich setial, á la tercera, 1- al fi, á la quarta, la tumba. &feiitres, transcorre lo 'i'crnps, deisant, allá tint els peus posa: Iiermosas flors, fruyts madurs, fuilas secas, I ~ r ~ n c amr~rtas s ... ali quins simbols resiirctius proii clar:~mentse comprrira que, ii c;ida Estaci6 de l'any, li carrespún una nota. toria C<iloiiibo;junto i: Byron, el poeta <le la duJa, el cantor de Mnsepn y del <lesrergonzado Uoir Jtrnn, se arlinira á 'reres;,, la iioble <i;~inai eticciana que le sostiene coi1 siis amantes brazos, cllie pone dr: 1lLleYo la lira en sil m a n o despertando en su alma el iioble se~itirniento<le las santas causas indepeirilencia )- libertad: y junto á Crictúlial Colón, solu, extraiijei-o, pobre y abandonado, se contenipla á ilr;~triz Enriguet, que le alienta y le acaricia 1, clui C I I ~ Isus rosados dedos, c~rilosi fuera misterios;^ hzida, piiita del ci~lur<le la rspiranza 13 negra noche de siis l~ciiasy de su iiici>mparabIeabari<loiio y s~ilrd:i<l. L:i iniujcr es el iiigei que nos acom[l:liia <lesde 1:r ciiiia al sepulcro. Iilla vela iiiiestros [jriiiieros sue50s; ella iii>senseña las primeras 01-aciirnei; ella es ell;i es nivesel l>riniei-estreme::imiento del c~>rzizi>n; tro eiicanto, iiuestrii idcal, nuesrva es[Jcran%acn los primeros eiisueiios e i e t u d ; ella es iiucstra amante compañera y Iii in;iclre ile iiuesti-os Iiijos; eil:i enjuga con siis Ibes<isel suclor de niiestrri firentr:; ella vela noclies enteras junto al leclio d<:l dodoi-; c1l;i 54 licv~st(zdel Centro de L e c t r ~ v ~ riega coi1 Iigrimas y adorna con flores nuestrc, srp~tlcro,y Levanta siis plegarias al Cielo para eterno <lescnnsu del alma, que aúri en la presencia (le Dios c<:liade menos su amorosa y amante compañia. Del mismo modo que no se compi-ende el mes de Mayo sin flores, no concibo la existencia sin el cariiio de la mujer. Colón, á pesar de su fe religiosa y eii sus nobles iileales rjuc Ihervian á todas horas e n su esclarecida mente, hubiera tal vez desistido de sus innieiisos planes, arrojándose eii brazris de la desesperación, al & ' d a r en medio de so calle de. Amargura con la ilébil y Iicrrnosa mujer que le prestó su apoyo, que le entregó su corarón, y qur. sin pedirle recompensa alguna puso á sus plantas, impulsada por el cariño, su virtud y honestidad. A esta noble clama se debe en parte que lsspaña pudiera llamarse la señora de dos mundos, pues Colón, por no separarse de s u bella, rehusó las proposiciones con que le 111-indaljan apoyo y protección algunas Cortes extranjeras. El quería regalar el Nuetzo Mundo que descubriera á la patria de su amada y de su Iiijo Fernando, fruto de este amor. E r a Beatriz, no una figura dulce, vaporosa G ideal como la Beatrice de Dante, sino un alma española, ardieiite, sensible, impresionable y apasionada. Dios habia puesto [los soles negros e n sus ojos, y en su corazón el fuego de la calurosa Andalucía, dándole por patria Córboba, la ciudad de los grandes ideales y aspiraciones, la Corte de Almanzor, la Academia <le los árabes, el centro de todas sus fiestas, el nido <!e tori<issus amores, el jardín de sus damas y poetas, la culta sultana qur: guarda en sus anales, algiiiias veces manchados en sangre, las paginas más gloriitsas, más bellas, cientificas y poiticas que ostenta España durante la Edad Media, y de la grandeza y decadencia de los guerreros y apasionados árabes, que parecían no tener otra misión sobre la tierra que amar y pelear. Beatriz habia nacido en Córdoba ó residía en ella cuando la cruz habia reemplazado á la media luna, cuanrlo r n su artística y grandiosa Mezquita se adoraba al verdadero Dios. Era españr>lay cristiana; pero como. hija de Andalucía, sangre árabe corría por sus venas. E l fuego de aquella ilustre raza bullía en su mente y en su coraziin. Sus padres eran nobles, pero sin bienes de fiirtuna. Sus 1)lasones eran toda su Iierencia, y su modesta casa solariega se levantaba eii uno de los puntos más retirados de la ciudarl. Sentada detrás de la reja ieia pasar s u moniitona esistenciii c<>iiii> todas I;is datilas de ~iqnella &poca, convertidas poco menos que en reclusas. 111 Con la llegada (le los liepes Católicos, que liabi:in pasado parte del invierno en .2lc;il:i <le Heiiares, la triste y sile~iciijsaciudad de Córdoba canibió por cooipleto de íisoriomía. 11311el .;llchzar liabitaban los Reyes y las priiicipales damas 1, caballeros de la iiobleza. Las tropas se alojaron e i i las fortalezas, en las casas particulares y en el campo. U n gentío inrriensti recorría á toilas horas las angostas y tortuosas calles <le la ciudad, entre voces de niando se oian los sones de los bélicos clarines, el relinche de los caballos, los cantos de los soldacios y [ruido <le las armas, pareciendo la ciudad un grandioso cuartel en la vispei-a de una gran batalla. 41 caer de la tarde del 2 0 de Enero de 1486 se presentó en casa de Beatriz Enriquez un extranjero, de elevada estatura, el rostro luengo y autorizado, la nariz aguileña, los ojos garzos, la calor blanca, que tirziba á roja encendida, la barba y cabellos rubios, y más que rubios ya canos, de hermosa presencia y <le porte muy boiirado, que, presentando una carta dijo llamarse Cristóbal Colón, que acababa de llegar de Sevilla y que ~iasabaá aquella casa por recomendación tiel genovés Juai? Bocardí, y á más llevaba oti-as cartas de los hermanos Giraldini para los Sres. d,: Arana. Su traje era pobre y usado, cubierto rle pols«, poniendo de manifiesto que Iiabia Iiecho el viaje i pii, y la capa vaida snspendida en sus Iiombros Le daba cierto &spect«de mendigo, que (lesmentia su lengulje y sus modales. E l S r . de I'nriquez acogiú con beiievolencia a l extranjero, y lo preseiitó á su familia, quedan<lo prendados de su trato, de su elocuencia, de sus maneras distinguidas y de sus vastos coiiocimientos en todas las ciencias. Aquel hombre era una eiiciclol~edia. 'I'enía co1111cimiento de todo, y exponia sus ideas con una claridad, eon una vehemencia, con una convicción, q u e se llevaba la voluntad de todos los oyentes. Beatriz fijó slis hermosos ojos en Colón y cluedii fascinada, como el ave que rontempla fijamente al sol. Comprendió que se hallaba delaiite de un hombre superior, que aquella esclarecida frente rodeada tle canas era ungida por los genios; que en el brillo d e sus ojos reflejaba la llama de las grandes concepciones; que su arrogante figura tenia mucho del apiistol; que aquella pobre capa ocultaba un corazón dc 55 Revista del Centro d e Lel.triva iuego, un ;iiiiia cicadura, u i i peclio nrible y apasi<~riaclo criinl>atido por los iníiirtunios contrariedades; pero rico en íi., en ide;ries, cii ensuenos y esperanzas. Ac~ueII~otnbreiio inentia, ni, era uii lec<>, i i l i visionario. Era uii eiiviado tal vez por Dios para sacar (le la obscuri<lii<lun Nuevo Mundo. Los Reyes, los s:ibios, los grandes docto,-es, los reiiornbrados mariiiiis ~>oiliaric<iinliatir sus ~rlaries, burla,-se de e l l < ~ sescarnecer , sus ideales y clavarlo en 1;i piciit:~<le la burla 3- rlel desprecio. Pero cll;i, un;i clébii mujer, poco menos q u e obscur;~6 igliorantc, con<iccilora solameirtc de las labores [iro[ii:is <le so SCSIJ;que no había frecuent;i<io cliictas Unii-ersi,i:ides; que no ii;il>in Ici<lootr:is ubrits íluc s u iiliru <Iclioras y aiguii;i i i o ~ r l acabailei-esca, se ic1cntific;ib:r coi1 cil<>s,comprendia tod:i su graiidrza como si l>ios Iiubirct. iliimiiia<l«de repente s u ineiite ciin I;r luz dc la cicncin, de1 progresti, de lo verdad. Un !iili, iiiistci-ioso liarecia q u e tiraba Iiacia cl. Srntiase eiic;den;ida i: ;i<juel exti-iinjero sin cpliczirse I;i c;iusa. 1.c rió y la subyugii. L e parecía que al darle 1;i ini;ino, al s;ilii<l;irla bcsáiirlula liuiniiileini~nte, que S' 1i;ibi;i ~rr~noiitiiiiu :i otras regiones. Qiie :ujueI !homl>rcer;i i i i i semi<li<is,y qiie <:m dueiio <lesil VI>iiiiitii<l y (le su ~iestiil<i. l1ii:r vtiad;i, despriFs de la <:esla y de rezar el ros;irio lii Cdniilia (Ir l+:iiriquez )- sus p;il~ieriteslos seiiorcs ,le .2r;ina, si: reunieron en derredor del Iiogai-, y Coi(,n reiaiú su iiiterrsante liistoria, rliie siib)rigÚ por ::on~pletoel ;ilma <Ic 13e;itl-iz. 1Sl ilustre giliio~kssi: expresi> eii estos tiriirii~os: y nací en la ciuila<lde GCnui-a en el aiiu 1436; por i<> tanto, cuento en la actu;ilidad 5o aiius. Mi lxtclre S,: El. 'rbA r l ? E Oh, 'l'eatrc: coin espiil que al [>es<le la claror re- Iial i~es-s z ambiciú, ;ii.uy trirn;i i: setii-es :i1 iregi siti:il flecta l'imatge, tu tambi: brillas a la lluni delgeiii rlcl Iirlnie que t'e~iineiiapel canii de la vida. 'I'u abastas tot;i edat y descul>reiscs tot persunzitge iIe l'Hist<iria. 'l'ot esser que ;rlguii clia s'lingi distin~ip t r r 1:is sci.;is ideas ó accioiis, tornari i: viure ab las costums <le son ternps. Eil el! iio ti¡ v;il In distincirj del lié ni (lcl Mal, tu tant fas riure el crimiiinl c o n el redcii,ptor: ;ib tal que, un, Iiagi sigut l ~ u ~ n e d'esperit y h;igi i-evultat la inassa del Puble, ja n'lii ha I I ~ O L Lpera que tii l'aiscqiris d e la pols y'l niosti-is als ulls del Presr!it. 131 potlerbs guerrer torna a empunyar 1'esiias;i qile u n dia caygué <le son bras inert, y'l mal liey rlestro- Ilania 1)oiitiiiico Colonróo, y para diferriici;irse <le otros t:iiitos Iioinóiiimos se apellida de 'I'rrr;i-rubr;i, pues en aquel territorio \.iú 1;r Iriz primera y en t l posec ;ilgun;is ticri-as. Rcsidiii <lesput?s e n Gknova; la furtuira no le fué muy constante y eje$-ciói.1 oliciii de car<l;idoi-de lana, y otras veces de t~je<l<ir (le IXLnos. In' Gkri«v;i coiitrajo inatriiii<~iiiuc<>n.Sidsaii<z I?oiiian<ii-i-osa., ijue es mi seguiidii apclliciri, ). r l Cielo le coiice<iiii cuatro liijos y una hija. E l mayor <le ellos soy yo, y me dedicó ini padre á su oiicici c<imii los <Iein;is licrmanos. Apen;tsc~<)ii<:~~rri á la ~ S C U C ~ lin ~ . inis ratos <le ocio, coniersando con mis amigos y jii-estanilo atriici6n :i tiidas 1;is coiiversaciones rii q u c se r<:latni>;i algo estraoniinatio, se despertaroli CII mi :ilina las ansias del saber y <Irroral>acuanti~c librris pose) Ú mi l x ~ ~ l i -que r , eran oiuy pocos, pj-ociir;iii<Iiii-rtencrlos aii la rneiiii~riii. Coiiio prueb;r ciidciite que mi e<li~<:a<:iiiii f u i muy ~iesciiidada, basta$-.i ileciros rjuc a1ir:nas sé escribiten italiano, i i i i Ieiigu;~natal, pites salí iiiuy nino de GCiioi-;i; )- en cauliio, inc lie iirniii;iriziid<>t;iiiro col1 la iiermi>s:i Iia1,ia castcilaii;i que, segúii diceii, i:i escribo coi1 s<iitur:i y elegancia la cin{lleli el1 inis libras, Co,iozco también la 1engu:i I:itina, pol-<l COmetti algunas incorreccii~iies. 'l'r;ibajando rniiclio, leyesido p<rco,ri casi n:iil:~, sc drsliz;ii-oii los primeros niíos dr. i i ~ iexisteocia. L a tienida de mi padre fiié ini escuel;i; mis iii:irs tros, 10s iiinigos de la c;ille. Apcn;<sjuguk, y l i i .&~oco rliie a[".riicli inc lo debii ii ini iliisiil~i. )? p w ; ~i r ntiuamrnt ;lb tata sa :ibs<iiut.i ,m:,gest:it. 'Yu e t ~ smostras l : ~vell;~Gt-ccia Il~iliintla flc~~-t!ixe~~sa de sos Deiis pagans: veyeiii Venus, I';ilti\.a Veiiits, sinibol <le l'eterna bellesa, Mci-curi, el Ueii poderiis ciel inerall, y Bacus, sirirbol rle I'cirgia ?,<lela Imrrats e r a que taiit retratii'i caracte del lpuh\r alegre 1, esixtnsiti. Mes, al,! entre aquest coi,jiint rle siinbols y <le iorsas poderosas, Iii vc)-eni un;, li:ui-;i que r:ifostlucir tanta gloria >- tanta l>e!les:i, uiui ligiti-a qiieirosa, u m& beii dit: ire\.irlucioiiaria. 11s I'cscl;$it Proinctlieu, presoner <le sas carleii;is. ' 1 ens ~ ~ cnustr~isla Roma del zintic:I> Imperi, la pcx-vertida liorna ab;i~id«nantseal I ~ a t<le s:is ii;issi~~iis.