En la oficina todos la miraron de reojo. Zelmira no aguantó más y la llamó a su hermana Clotilde. Ella se sobresaltó. El remedio había resultado peor que la enfermedad. Despegó el otro ojo dispuesta a convertirlo en sapo, así fuese ladrón o INTRODUCCIÓN príncipe. Era una visita inesperada. El doctor le tomó el pulso, la auscultó, le controló la presión, le hizo abrir la boca y respirar profundo. NUDO Subió al colectivo, puso la moneda en la máquina y se quedó esperando el vuelto. Hubiese jurado que alguien andaba por ahí, muy cerca de su almohada. Hasta le pareció que lo había empujado en sueños. Zelmira entornó los ojos, suspiró con calma y se corrió un poco para que él estuviera más cómodo. Zelmira, en plan de guerra, puso jugo de ajo en el borde de la cama y en la alfombra. DESENLACE