¿PARA QUÉ ME CALLO? LA IMPORTANCIA DE EXPRESAR LO QUE SE SIENTE Y LO QUE SE PIENSA Cuando en algún momento no expresamos lo que sentimos, o lo hacemos maquillándolo, el cuerpo, que no entiende la incoherencia, puede reaccionar con algún síntoma, poniendo en marcha un plan de acción para informarnos de las desventajas de ciertas decisiones. Esas desventajas se pueden llegar a transformar en lo que llamamos patologías o enfermedades. El hecho de callarse o de no decir las cosas tal y como uno lo siente, a menudo se suele sustentar en criterios educativos, por diplomacia, por miedo a no poder afrontar las consecuencias, o para no hacer daño. En cualquiera de estos casos, dependiendo de la importancia de lo no expresado, el cuerpo humano ha desarrollado una estrategia de comunicación con su dueño que se ha dado en llamar enfermedad. A continuación os presento una relación de las más frecuentes, con sus órganos diana y sus conflictos predominantes, bajo el prisma de La Nueva Medicina y de mi experiencia como terapeuta. Con todo ello, pretendo que esta lectura os resulte de utilidad práctica diaria para que observéis las ventajas de expresarse con el máximo de sinceridad. Y de que entendáis con responsabilidad las consecuencias biológicas cuando no lo hacéis. Una de las primeras dianas que se activa al callarse es la región de la garganta y cuello. Concretamente la faringe nos puede molestar por tragarnos algo que no nos ha gustado, y no hemos dicho nada al respecto, o por no conseguir algo que habríamos deseado tener a nuestro alcance. La mayoría de los dolores de garganta tienen poco que ver con coger frío o por la ingesta de bebidas frías, o cosas así que nos llevan contando. Aunque es cierto que un cambio brusco de temperatura sí puede ayudar a que se desencadenen este tipo de molestias, siempre y cuando vaya acompañado del conflicto que estoy mencionando. La sinceridad y la coherencia mantienen las defensas altas, por eso, si te quieres bañar en un mar de aguas frías, porque ése es tu deseo, es bastante improbable que enfermes. La laringe, con sus cuerdas vocales, reacciona la mayoría de las veces regalándonos una afonía, no para molestar, sino para que nos demos cuenta de que los órganos entran en disfunción o se atrofian cuando no se utilizan. La glándula tiroides responde con frecuencia ante conflictos de impotencia, cuando hay que hacer algo urgente y nos sentimos en soledad ante las responsabilidades. Esta glándula es la encargada de regular la velocidad del metabolismo celular, por eso, reacciona ante estos conflictos, con mayor o menor producción de hormonas, para adecuar al organismo a las necesidades del entorno. Se trata de un conflicto muy frecuente en las mujeres, dado que su capacidad ancestral para ocuparse de muchas actividades le ha generado una carga social que, hasta hace bien poco, estaba muy bien vista. Si a eso añadimos su progresiva incorporación al mercado laboral, nos encontramos demasiadas mujeres que, al regresar del trabajo, se tienen que seguir ocupando de las tareas domésticas y de los asuntos importantes de los hijos, pese a que convivan con su pareja. Frases típicas que animan al organismo a enfermar de esta manera son: “-Pero, ¿cómo tenéis esto así? Mira, mejor me callo. –La próxima vez, ¡Os vais a enterar!”(Y llega una próxima vez, y nadie se entera, porque no hay determinación).” –No voy a discutir, porque no sirve de nada.” “-El día que yo hable, vais a ver lo que es bueno.” Hay que responsabilizarse de lo que se dice y de lo que no se dice; de lo que se hace y de lo que no se hace. Porque el cuerpo toma buena nota de ello, y en cuanto detecta alguna incoherencia, nos avisa. Seguimos con los toques de atención que nos brinda nuestra naturaleza orgánica con el órgano de la visión. Éste se puede ver alterado cuando tu actitud frente a lo que haces o frente a lo que te proponen ves que no te gusta, pero no haces nada al respecto. Le haces tragar al ojo imágenes de una realidad que no aceptas viviéndola en silencio. Los problemas de la ATM, como el bruxismo nocturno, a menudo tienen relación con no decir a lo largo del día lo que se siente. Revelan una actitud, la mayoría de las veces inconsciente, de apretar los dientes durante el día para que no se escape cualquier improcedencia. Otra causa del bruxismo se gesta en la dificultad a lo largo del día para conseguir los objetivos, lo que provoca la tensión de los músculos masticatorios. Las vías urinarias y la vejiga de la orina son otras dianas corporales a tener muy presentes en conflictos de marcaje territorial. Lo que significa que, si no ponemos límites a los demás en aquello que nos interesa preservar, provocará una reacción corporal en la vejiga de la orina y en los uréteres para que se pueda acumular más cantidad de orina. Esto se suele traducir en las molestas cistitis, que suelen aparecer cuando alguien se adentra en nuestro territorio y no le decimos nada. Otras reacciones corporales que nos podemos encontrar afectan al aparato locomotor. Espasmos, contracturas, convulsiones, son manifestaciones corporales en respuesta a otro modo de callarse: no mover, no llevar el cuerpo en la dirección que se desea. Vuelvo a insistir, cuando no se utilizan las distintas partes del cuerpo para lo que están diseñadas, tienden a la disfunción y/o a la atrofia. Para concluir, aunque hay más dianas corporales, os menciono una muy frecuente: las cefaleas y las migrañas. Uno de sus motivos es el de llevar a la cabeza problemas que se tienen que resolver en otros espacios. Se suele dar en personas que tienden a expresar con dificultad lo que sienten y piensan, pero que tienen una extraordinaria facilidad para rumiar dentro de sus cabezas cuanto se les antoje. Esa situación genera un aumento de la presión intracraneal que, sumado a las tensiones cervicales, facilita la aparición de los molestos dolores de cabeza que, en muchos casos, alcanzan niveles muy limitantes para la persona afectada. Si alguien se ha visto reflejado en algunas de las alteraciones mencionadas y no encuentra solución inmediata, le propongo una herramienta que me parece muy útil. La denomino ERT: Escribir, Romper y Tirar. Consiste en escribir en un papel de manera esquemática, y a mano, inmediatamente después de generarse la situación de conflicto o de tensión, los motivos que nos han hecho sentir así. A continuación lo leemos para sentirnos conformes con lo escrito, lo firmamos, lo rompemos y lo tiramos. Hay que escribir de manera sintética, sin rodeos ni estilo literario, con lenguaje visceral, como nos salga de las tripas, porque nadie más que uno mismo lo va a leer. Se convierte el papel, por un momento, en nuestro mejor amigo. Sabemos que no se lo va a decir a nadie porque a continuación lo vamos a destruir. Es una acción semejante a la de evacuar nuestros excrementos, una vez expulsados hay que hacerlos desaparecer. Este ejercicio muchas veces hace la función de espejo, ya que al escribir lo que uno siente y piensa se va conociendo cada día mejor. Y además nos sirve de entrenamiento para, en lo sucesivo, sentirnos cada día con más confianza para decir lo que se siente y se piensa. Deseando que os haya resultado de utilidad práctica, os saludo y os envío un buen abrazo. Michael Laloux Kodaewa, diplomado en Osteopatía, Naturopatía, Terapia Cráneo-Sacral y terapeuta de La Nueva Medicina, Terapia Hormonal Craneosacral y Terapia Biológica Craneosacral. Director del Centro Terapiasalus en Madrid. Web: www.terapiasalus.com