El carnaval más famoso del mundo es sin duda el de Río

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El fervor del
carnaval
El carnaval más famoso del mundo es sin duda
el de Río de Janeiro, Brasil. Una verdadera
industria se desarrolla alrededor de esta
festividad durante todo el año. Los habitantes
de Río, si no bailan, diseñan, ensayan, preparan
las ropas, cosen las decoraciones, componen
música, o elaboran artesanías.
P
ero igual de importantes son los carnavales del estado de Bahía con su famoso
"trío eléctrico" que es un camión generador de alegría. Esta tradición surgió
recientemente, en 1950, con Osmar Maceno y Adolfo do Nacimento quienes
montaron dos altoparlantes en un viejo Ford de bigote y recorrieron toda la
calle Chile en Salvador, capital del estado de Bahía, durante los días de
Carnaval. El éxito fue tan grande que hizo surgir, en el año siguiente,
el "trío eléctrico" con el percusionista Armando Meirelles. Del trío
original queda sólo el recuerdo. Los tríos eléctricos actuales son
verdaderas máquinas del futuro, incorporando la tecnología más
avanzada de ingeniería de sonido con generadores de electricidad
que podrían alumbrar una ciudad de mil habitantes.
El estado de Pernambuco, también famoso por sus carnavales,
perfuma las calles por la frenética y temperamental danza frevo.
Los últimos dos carnavales, es decir, el de la Bahía y de
Pernambuco, tienen más importancia para los propios brasileños, a
diferencia con el de Río, que se convirtió en una actividad dirigida
principalmente a los extranjeros.
La música del carnaval brasileño se caracteriza por la samba, pero
también por otros ritmos como maxixe o choro, hermanas menos conocidas
de la samba.
Tradición Mexicana
En México los carnavales tienen su fuerza y tradición desde el siglo XIX. Desde
luego no se comparan con el desenfreno carioca, pero representan también un
importante atractivo turístico y musical del país.
El origen de los carnavales en sí, va hasta los saturnales o bacanales de
las antiguas Grecia y Roma. Durante éstos, los habitantes se disfrazaban, se
involucraban en orgías e ingerían grandes cantidades de comida y bebida rompiendo
las reglas sociales temporalmente.
City Life • Marzo
Hoy en día, los carnavales se
caracterizan principalmente por la danza,
la música, la alegría y desde luego, el
consumo de alcohol.
Pero las fiestas también están ligadas
con el calendario cristiano medieval,
pues la fecha de su realización se coloca
generalmente siete semanas antes de la
Pascua.
En los carnavales se celebran los
placeres carnales antes de observar la
abstinencia de la Semana Santa.
La tradición de los carnavales en
México data de la mitad del siglo XIX.
Iniciaron en Veracruz, Tampico y Mérida.
Posteriormente se extendieron también
a Mazatlán y otras localidades en el
interior de la república.
La creciente clase media urbana
empezó a organizar bailes de
máscaras inspirados en los
carnavales europeos,
se tocaban ritmos que
hoy suenan un poco
antiguados como polka,
chotis, vals y otros,
imitando principalmente
los carnavales de
Venecia y de París.
En 1854 se organizó el primer
desfile de carros
alegóricos en Mazatlán y la
algarabía popular en este lugar
fue excepcional. La tradición del carnaval
se expandió a veces a dimensiones que
rallaban con el desorden público.
La iglesia llegó a amenazar a los
participantes con la excomunión, pero
sin muchos resultados. Algunas familias,
fungiendo como "abogados de la moralidad
pública", solicitaron abolir los bailes
MOZARTEUM •
de máscaras porque este "desenfreno
de pasiones malsanas" corrompía la
disciplina y la moral de los sirvientes y
trabajadores.
Arrojar harina y cascarones de huevo
rellenos de papel de color, el baile de
máscaras y la realización de todo tipo
de desmanes y desenfrenos —desde
luego acompañados con la música—
prestaba a los carnavales
un aire desbarajustado,
relajado y libertino.
Se cuenta una
anécdota que
sucedió en
Mazatlán y
dicen que dio
principio a la
tradición de carnaval.
Ciertos comerciantes
adeudaban impuestos al fisco
y presentándose
los revisores
de hacienda en
el negocio, los
dueños consiguieron
rápidamente una
banda militar para
que empezara a
tocar melodías
bailables para
la gente y
Marzo • City Life
• MOZARTEUM
aventaron entre los asistentes puñados
de billetes. El resultado fue realmente
tremendo, los inspectores tuvieron que
abandonar el lugar sin poder cobrar un
solo centavo del adeudo.
Participar en el carnaval se hizo una
costumbre obligatoria antes del periodo
de cuaresma, pero una vez pasados
los excesos, la cuaresma se observaba
con considerable rigor hasta la Semana
Santa.
La élite pronto abandonó las calles y
dejó la fiesta a las clases baja y media.
Los pudientes organizaban carnavales
privados en hoteles y residencias
grandes, donde se tocaba la misma
música que en los carnavales callejeros,
pero el acceso fue restringido sólo a
selectos invitados.
Un gran número de pianistas
mexicanos, formados originalmente
en la música clásica, componían piezas
para el carnaval, polkas, valses, chotices,
mazurcas. Entre ellos figuraban Juventino
Rosas, Tomás León, Julio Ituarte, Ernesto
Elorduy, Felipe Villanueva y Ricardo
Castro.
A los carnavales de Sinaloa, e incluso a
los de otras regiones, se les añadió otra
tradición muy mexicana: la música de
las bandas. Las primeras bandas en los
carnavales tuvieron que ver con la cultura
alemana, pero pronto se naturalizaron
adquiriendo un sonido típicamente
mexicano.
La palabra grecolatina carnavale
significa "adiós a la carne" y los carnavales
de México fueron despedidas "de la carne"
realmente intensas y llenas de algarabía.
Después de los festejos a la virgen de
Guadalupe, los carnavales nacionales son
una de las festividades más importantes
en México. Chiapas, Oaxaca, Tlaxcala,
Veracruz y Sinaloa son los estados en
donde se desarrollan tradicionalmente
carnavales importantes.
G u i l l e r m o Pr i e t o , r e n o m b r a d o
intelectual porfiriano describió los
carnavales de Mazatlán, famosos por su
colorido: "...y de fama el lujo con que
se celebran las fiestas del carnaval, las
cuales no ceden en brillo más que a las
de Mérida, y con las que sólo Guaymas
suele competir en ocasiones..."
Solamente la peste bubónica que
había surgido en México pudo disminuir
temporalmente el brío de los carnavales.
Ni la invasión americana, ni la segunda
guerra mundial, ni mucho menos la
revolución pudieron apagar su fuego.
Los carnavales llegaron a México para
quedarse.
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