Desarrollo cognitivo durante los dos primeros años. 1) La inteligencia sensoriomotora. 2) Percepción y atención: desarrollo temprano. En la década de 1930 quedó claro que la inteligencia es anterior al lenguaje, siendo el resultado de intercambios constructivos entre el sujeto y los objetos que le rodean. Desarrollo temprano de las capacidades perceptivas Desde el principio la percepción tiene algo de selectivo que nos orienta a unos rasgos del entorno más que a otros: rasgos que son importantes y significativos para nuestra especie. Vista: Niños y niñas recién nacidos pueden ver. Además pueden seguir con la mirada un estímulo que se mueve ante sus ojos. Sin embargo, tanto el ojo como las estructuras cerebrales encargadas de la visión tienen que madurar bastante después del nacimiento. Serán necesarios varios meses para pasar de la visión borrosa del principio a una visión perfectamente clara y refinada. En la frontera entre el primer y el segundo trimestre, los bebés muestran ya su preferencia por la información visual organizada frente a la desorganizada. Las capacidades visuales mejoran mucho a lo largo del segundo trimestre de vida. Se dan mejoras significativas tanto en la agudeza visual cuanto en la percepción de la profundidad. En muchos aspectos, las capacidades visuales a los 6 meses han alcanzado los valores adultos o están más próximos a dichos valores que a los del recién nacido Sensibilidad auditiva: Además de su orientación selectiva a los sonidos de la voz humana, las habilidades de percepción auditiva deben verse como una forma de exploración del entorno. Desde sus primeros días, los bebés giran los ojos y la cabeza en dirección a la fuente de un sonido. Unos meses después utilizarán el sonido como una fuente de información sobre la distancia a que se encuentra el objeto que lo produce, de manera que hacia los 6 meses, estando el niño en una habitación a oscuras y haciéndose sonar a diferentes distancias un objeto cuyo sonido le agrada, será más probable que haga movimientos de coger el objeto cuando esté realmente al alcance de su mano que cuando se encuentre a una distancia claramente fuera de su alcance. Además, desde aproximadamente los 3 meses los bebés se muestran capaces de distinguir el tono emocional de las expresiones que se les dirigen, discriminando entre expresiones con entonación que indica alegría y expresiones con entonación que indica enfado. Sensibilidad táctil: Desde su nacimiento los bebés son sensibles al dolor producido por golpes, pinchazos, etc. En sentido contrario, los bebés se sienten reconfortados y muestran signos positivos cuando son acariciados, cuando su piel es rozada por objetos suaves, etc. También los bebés son capaces de percibir cambios de temperatura y prefieren muy pronto temperaturas templadas más que las frías. El tacto es importante por ser desde muy pronto un instrumento de exploración de los objetos del entorno que se dejan manipular por el bebé. En cuanto los bebés tienen habilidad para coger objetos con sus manos, hacia los 3-4 meses, desarrollan una conducta típica que consiste en coger el objeto, llevárselo a la boca, repasar su superficie con labios y lengua, para después sacárselo de la boca y examinarlo visualmente. A partir de los 6-7 meses, la exploración táctil va a ir tomando buena parte del protagonismo anteriormente atribuido a la boca. Sensibilidad olfativa: La sensibilidad olfativa se desarrolla durante la vida fetal, estando presente en los recién nacidos. Se desarrolla aún más durante los primeros días de vida, dando lugar a una creciente preferencia por el olor del cuerpo de la madre. El gusto: Las papilas gustativas de la lengua maduran antes del nacimiento, de forma que cuando los bebés nacen tienen ya una sensibilidad a diferentes sabores, mostrando agrado ante unos y desagrado ante otros. Los bebés detectan el sabor que la leche de la madre tenga según alimentos que ella haya comido, lo que probablemente desarrolla en ellos una cierta predisposición hacia comidas típicas de su familia y su cultura. La atención temprana y sus determinantes: Atención cautiva: el bebé se siente irremediablemente atraído por los estímulos que contienen los rasgos que más llaman su atención, siendo el rostro humano el de mayor grado de atención. El rostro va acompañado de un cuerpo con un olor, con un tacto, con un movimiento, una temperatura en las condiciones de estimulación que para el bebé son más atractivas. Atención voluntaria: consecuencia de la experiencia y los aprendizajes. 3) El conocimiento de la realidad y los orígenes de la representación. La evidencia habla de una capacidad de representación manifiesta a lo largo del primer año de vida, capacidad que consiste no sólo en representarse mentalmente un objeto o una situación determinada, sino que implica además la formación de categorías mentales. Puesto que estas capacidades representacionales se están desarrollando al mismo tiempo que se realizan progresos en la inteligencia sensoriomotora, no parece que la representación sea la culminación de este tipo de inteligencia, sino que se desarrolla en paralelo con ella. 4) Desarrollo de la memoria en los dos primeros años. En condiciones experimentales muy especiales se han observado pruebas de la existencia de memoria en neonatos y bebés de unas pocas semanas. Sin embargo, a partir de los 2-3 meses se han encontrado evidencias que prueban que la huella mnésica se extiende a períodos de más de dos semanas, prolongándose hasta más de seis semanas con bebés de 6 meses. La memoria de los bebés es frágil, se refiere a acontecimientos y situaciones muy sencillas, y la duración de la huella mnésica está lejos de poder compararse con la que habrá tan sólo un par de años después. 5) El conocimiento del yo. Wallon escribió que la conciencia de sí mismo no es algo que exista en nosotros desde el principio; aunque empieza a formarse muy pronto, necesita de un largo proceso para consolidarse; pero no se trata nunca de una consolidación definitiva, sino que va sufriendo cambios y transformaciones que reflejan, por un lado, las capacidades cambiantes con la edad, y, por otro, las experiencias vitales acumuladas. Podemos hablar de: “Yo existencial”: surgimiento de la conciencia acerca de que uno es diferente de los demás. “Yo categorial”: definido por las capacidades, actitudes y valores que se van conformando alrededor de la conciencia de sí mismos y como parte de ella.