La crisis dejará una huella profunda

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Lunes 18.01.16
EL CORREO
CIUDADANOS
La crisis dejará una huella profunda
El Gobierno vasco augura «graves problemas sociales» porque la pobreza se nutre de parados crónicos
Distribución de la población desempleada
JAVIER
MUÑOZ
POR POSICIÓN EN EL HOGAR (%)
Persona principal o cónyuge
 jmunoz@elcorreo.com
El director de estadística
del Departamento de
Empleo y Políticas
Sociales alerta de que la
recesión envía al paro
a cabezas de familia
de más de 44 años
(%)
Otro pariente
58,7
58,1
49,5
40,0
65,6
63,1
61,4
60
29,9
28,3
54,1
53,3
49,7
50
13,0
10,5
12,0
45,5
41,4
40
BILBAO. La crisis económica tal vez
esté concluyendo, pero la social no
ha hecho más que arrancar y traerá
cola. Lo dice la experiencia de recesiones anteriores, lo ha recordado la
Unión Europea y lo confirman estudiosos en Euskadi, entre ellos Luis
Sanzo, director del área estadística
del Departamento de Empleo y Políticas Sociales del Gobierno vasco.
La vía escogida por este experto, una
autoridad en los estudios sobre la pobreza del País Vasco y Europa, es un
ensayo sobre la evolución de la población activa en la comunidad autónoma. «El comienzo de la recuperación económica no corre en paralelo con la superación de la crisis social», constata Sanzo. «Al contrario,
las consecuencias de la crisis en términos de formas más graves de desempleo tardarán todavía cierto tiempo en empezar a superarse y podrían
agravarse en los próximos años».
El informe, publicado en la revista Zerbitzuan, avala esa conclusión
pesimista con cifras que se mueven
entre 1986 y 2014, pero que no sólo
no han variado en lo esencial, sino
que en algunos aspectos corren el
riesgo de enquistarse; en concreto,
las que cuantifican la exclusión laboral a largo plazo, un concepto que
incluye a los parados de larga duración registrados como tales, a los individuos que malviven con empleos
muy precarios y se perciben a sí mismos como parados crónicos; a los que
tienen problemas de inclusión laboral, a los ‘irregulares... Ese colectivo,
según los cálculos del Gobierno vasco, ha pasado de 30.380 personas en
2006 a 34.813 en 2010... Y a 114.147
en 2013; salto este último que ha
coincidido con la desaparición de
ocupaciones de la industria situadas
en la parte más baja de la escala laboral.
En resumen, se trata de un grupo
social –no confundirlo con el concepto técnico laboral de ‘paro de larga duración’– que se ha triplicado en
apenas tres años. En 2013 ya era preponderante si se compara con el grupo total de parados registrados en el
antiguo Inem aquel año: 167.374 personas.
Desde entonces, los apuntados al
paro cayeron ligeramente Euskadi a
165.771 individuos en 2014 y luego
150.017 el pasado año (la mitad de
Hijos/as
POR EDAD EN DISTINTOS PERIODOS DE CRISIS
40,6
35,2
32,8
34,0
30
16-24 25-44 + 44
años años años
1986
16-24 25-44 + 44
años años años
16-24 25-44 + 44
años años años
1996
2013
Distribución de perceptores de ayudas
según su nivel económico (en %)
20
10
1,6
5,3
3,4
5,3
4,8
2,9
0
1996
2000
los cuales son técnicamente parados de larga duración). Pero la cuestión es que, ahora mismo, Euskadi
no sólo se enfrenta a un problema
laboral, sino a un fenómeno de pobreza de largo recorrido, puesto que
muchos de los excluidos crónicos
del mercado laboral en Euskadi (18
meses sin trabajo o con contratos
cortos y muy esporádicos cuanto
tengan a otros a cargo y 30 meses
cuando sean personas solas) disponen como «principal alternativa»
para subsistir la renta de garantía de
ingresos (RGI), la prestación complementaria de vivienda (PCV) –unida a la anterior– y las ayudas de emergencia social (AES).
Esos tres subsidios forman un sistema que actúa cuando se agota la
prestación de desempleo y que también complementa las pensiones
más bajas. Hoy alcanza a unas 64.000
unidades familiares en el caso de la
RGI, de las que 29.000 perciben la
PCV; y a 22.000 en el de las AES.
Gente en la ‘cuneta’
En Cáritas ya advirtieron el pasado
año al presentar su último informe
sobre la pobreza de que todas las recesiones dejan una bolsa de población en la ‘cuneta’ que luego es difícil de reinsertar laboral y socialmente. La que se ha acumulado esta vez
es notable, ofrece un perfil diferente, quizá más vulnerable, y tendrá
larga repercusión en las arcas públicas a pesar de la mejora de la economía. Porque, según una encuesta del
Gobierno vasco, la pobreza real, entendida como el último escalón de
la exclusión, alcanzaba al 5,9% de la
población de Euskadi en 2014, lo que
en números absolutos eran 127.399
personas, 37.000 más que en 2008.
2004
2008
2012
En resumen, el gasto en los subsidios sociales corre el riesgo de hacerse estructural. Basta comprobar
que el coste global previsto de la RGI,
la PCV y las AES se ha multiplicado
en los últimos años en el País Vasco
y parece estabilizado en unos 500
millones anuales (aunque inicialmente se presupueste menos).
La función estratégica que desempeñan esas prestaciones económicas se aprecia con claridad en los análisis de la pobreza del Gobierno vasco. El 83,2% de las personas que cobraban una pensión en Euskadi en
2014 confesaban estar en una situación de bienestar y sólo un insignificante 0,7% se encontraba sumido
en la exclusión. Entre los perceptores del subsidio de paro, esas mismas
situaciones, bienestar y exclusión
social, afectaban al 63,4% y al 5,9%,
respectivamente. Sin embargo, entre los que subsistían con las ayudas
públicas –personas sin recursos, personas a las que se les ha acabado el
paro y trabajadores con sueldos mí-
FUTURO INCIERTO
«El impacto social de la
crisis es mucho mayor de
lo que reflejan las cifras»,
dice el experto Luis Sanzo
Mientras la economía
mejora, el gasto en ayudas
sociales se ha situado en
casi 500 millones anuales
2014
Pobreza
Otra ausencia
de bienestar
Bienestar
con riesgo
Bienestar
RGI/PCV/AES
45,6
33,0
18,0
3,4
Pensiones
0,7
2,6
13,5
83,2
Paro y resto
del sistema
5,9
5,8
25,0
63,4
nimos– la posición de bienestar caía
al 3,4%. Casi la mitad (45,6%) vivían
en la pobreza.
Según Luis Sanzo, el paro de larga duración se ha constituido en la
actualidad en «el núcleo de la pobreza real en Euskadi», algo que desde
su punto de vista, planteará «graves
problemas sociales». La pérdida del
empleo ha golpeado, como no se conocía hasta ahora, a ciudadanos vascos con responsabilidades familiares. El cambio a ese respecto ha sido
espectacular, pues si en 2000 el perfil de cabeza de familia lo tenía el
35,2% de los parados de Euskadi, en
2014 sumaban el 63,1%.
Ese dato ensombrece el hecho positivo de que las tasas de desempleo
se han reducido estructuralmente
en Euskadi respecto a crisis anteriores y son mejores que las de otras comunidades. Ciertamente, reconoce
Sanzo, el paro en el País Vasco ascendió al 13,9% de media entre 2009 y
2013 frente al 21,9% entre 1992 y
1997, pero esa estadística no lo dice
todo. A partir de 2009, el retroceso
de la economía empezó a ‘comerse’
contratos indefinidos.
«El impacto social de la crisis es
mucho mayor de que lo que reflejan
las cifras», insiste el experto del Gobierno vasco. La magnitud y los efectos previsibles de tal impacto se vislumbran al estudiar la evolución de
la población desempleada por grupos de edad. En 1986, los parados
con menos de 24 años eran el 49,5%
del total y los mayores de 44, el
10,5%. En cambio, en 2013 los menores de 24 años habían caído drásticamente al 12% del total, mientras
que los mayores de 44 años casi se
habían triplicado y llegaban al 29,9%
(los últimos datos sobre perceptores
:: GRÁFICO L. Q.
de la RGI en diciembre pasado confirman que la demanda del subsidio
crece en esa franja de edad).
El análisis por sexos también es
indicativo de qué puede estar pasando. El incremento del desempleo se
ha cebado entre la población activa
masculina, que entre 2010 y 2013
descendió de 565.800 personas a
476.300, respectivamente, lo que
significa volver a los niveles de 2007.
La población activa femenina, sin
embargo, sólo cayó de 420.900 a
415.000 en el mismo periodo, y ese
leve recorte no impidió que en 2013
el colectivo de mujeres trabajadoras
fuese un 54,7% mayor que en 1997.
Los límites del modelo
Sanzo identifica un dato preocupante para años venideros: los trabajadores autónomos ocupados han caído de 112.400 en 2007 a 98.400 en
2014. Ese proceso se debe en parte
al envejecimiento demográfico, al
jubilarse de autónomos que no son
reemplazados por otros más jóvenes. «Evitar que este proceso negativo se acentúe en el futuro –dice el
experto– es un reto no menor para
la supervivencia de un modelo económico vasco». Un modelo que, de
todos modos, encontrará límites para
crecer en el sector industrial (toda
Europa ha retrocedido aquí menos
Alemania, y además ese proceso es
anterior a la crisis).
Una salida a tal situación, explica Sanzo, es la creación de nuevos
empleos en la sanidad, la educación
y los servicios sociales. Euskadi partiría con cierta ventaja, pues a pesar
del «esfuerzo» presupuestario impuesto por la crisis en materia social,
encara el futuro con «una perspectiva financiera saneada».
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