Del 13 al 26 de octubre de 2005 // CULTURAS // 3 (21) CINE ENTREVISTA A ALBERTO RODRÍGUEZ, DIRECTOR DE ‘7 VÍRGENES’ “Para la mayor parte de la gente los protagonistas de esta película no existen” { } En ‘7 vírgenes’, Alberto Rodríguez propone una mirada cruda de un mundo que creemos lejano y del que no nos separa más que una frontera invisible. ERRUKINE OLAZIREGI l otro lado está Tano (Juan José Ballesta), un joven al que todavía le quedan fuerzas e ilusiones para no dejarse arrastrar por la vida que le ha tocado vivir. En este viaje de 48 horas en libertad Tano se emborracha, roba, ama y, fundamentalmente, vuelve a la vida. Con unos diálogos cargados de ironía, humor e ingenuidad, 7 vírgenes da voz a quienes viven amordazados. A DIAGONAL: Con “la teoría de los invisibles” denuncias la existencia de determinadas realidades a las que la sociedad da la espalda, a las que es más fácil temer que comprender, negar que afirmar. ¿Nace 7 vírgenes con la vocación de hacernos visibles a los que cotidianamente no podemos ver? ALBERTO RODRÍGUEZ: En mi opinión, tiene que existir un cine en el que salgan otras cosas, donde aparezcan situaciones que no nos gusta ver. Desgraciadamente éste no es un país que tenga un nivel económico alucinante. No es que estemos en la pobreza más absoluta pero desde luego no todo va bien. Creo que para la mayor parte de la gente los protagonistas de esta película no existen, están ajenos a la clase media de cualquier país. Es probable que alguna vez nos hayamos cruzado con ellos, negándoles la mirada, fortificando nuestro miedo para así seguir desconociendo ese pequeño mundo habitado por los “invisibles”. Pero existen, y son unos cuantos. Y posiblemente esa mirada fronteriza que los niega sea la autoafirmación de un comportamiento colectivo interiorizado. Un rechazo no puede ser correspondido más que con otro rechazo, y si me rechazas es porque existo. Ésta es la manifestación de los invisibles. D: ¿Y crees que el cine español no refleja esa realidad? A.R.: Sí, creo que la refleja en ocasiones, lo que defiendo es que se puedan seguir haciendo películas en las que aparezcan otras realidades diferentes a las que solemos ver en el cine o en la televisión. Al presentar la película en San Sebastián me atacaron diciendo que mostraba una realidad excesivamente dura, pero yo no me he inventado nada, esa realidad existe. De hecho, creo que para lo que es la calle, es incluso suave. D.: ¿Te has basado en historias reales? A.R.: No, muy poco. Está casi todo ficcionado, aunque sí hemos manejado mucha documentación sobre sucesos. Si coges cualquier periódico, todos los días encuentras algún suceso que se parece mucho a las historias que se cuentan en la película. No se trataba de concentrar esas historias en los personajes ni de tratar ningún suceso en concreto, sino de utilizar esa documentación para crear una especie de microuniverso, con lugares posibles y cosas que podían pasarles a los personajes de la película. D.: ¿Lo que cuentas en 7 vírgenes sólo podía ocurrir en Sevilla o crees que es extrapolable a cualquier otro lugar? A.R.: Posiblemente la historia se pueda trasladar a otras ciudades, pero creo que se trata de realidades distintas. En Madrid, por ejemplo, no me parece que el problema esté tanto entre gente de diferentes clases sociales como puede ocurrir en Sevilla. En cambio, en la película el conflicto nace a partir de la construcción de un barrio de clase me- JÓVENES ACTORES. Muchos de los personajes de ‘7 vírgenes’ están interpretados por actores no profesionales. “El protagonista hace todo lo posible para despistar al destino que lo despojará de sus ilusiones” “No pretendía ponerme ni por encima de los personajes ni por debajo, y menos desacreditarlos bajo una mirada moralizante” dia-alta justo enfrente de un barrio de chabolas. A veces los planes urbanísticos diseñan contrastes como éste, y es normal que los que no tienen nada se rebelen en contra de esa realidad. Hace un par de años, cuando empezamos a escribir la película, los vecinos que se habían trasladado a estos barrios de nueva construcción denunciaban que sufrían atracos cada día, pero yo creo que es lo más normal del mundo. El que se ha equivocado ahí es el plan urbanístico, interponiendo fronteras de ladrillo en contra de la integración. D.: En la película no planteas ninguna salida. ¿Crees que existe alguna? A.R.: No tengo ni la más remota idea de cómo se puede arreglar esta situación. No pretendo plantear soluciones, simplemente trato de exponer una realidad. Ni siquiera intento trasladar ningún tipo de mensaje, porque creo que es algo que no me corresponde a mí. D.: Pero, ¿no crees que se tra- te de una visión demasiado pesimista? A.R.: No, yo creo que la película es vitalista. Es verdad que tiene una visión final un poco catastrofista o negra, pero lo que late debajo de la película es una mirada positiva de la vida, un intento de aprovechar al máximo cada minuto por parte de los personajes. D.: Te podrían acusar de que la forma en la que los protagonistas sacan partido a su vida es delinquir, ¿no? A.R.: Es la forma que ellos conocen. Desde el guión siempre he intentado ponerme en su punto de vista, sin juzgarlos. Mi intención es adoptar la postura de un chaval de 16 años que vive en un barrio que tiene problemas y que lo que ve en la calle es bastante duro. Si además está encerrado en un centro de reforma y le dejan volver a casa durante un fin de semana, lo lógico es que intente aprovechar ese tiempo al máximo. No pretendía ponerme ni por encima de los personajes ni por debajo, y mucho menos desacreditar- EL TRÁNSITO HACIA LA MADUREZ IRENE G. RUBIO 7 vírgenes cuenta la historia de Tano, un adolescente que cumple condena en un reformatorio y obtiene un permiso de dos días para ir a la boda de su hermano. 48 horas que no sólo le permitirán disfrutar temporalmente de la libertad, sino que supondrán un paso decisivo hacia su madurez. La película toma el nombre de un juego que, para Alberto Rodríguez, consiste, en realidad, en “asomarse a una ventana donde los personajes encuentran un poco de luz; es saltar al otro lado y estar más cerca de la posibilidad del deseo. Este juego corresponde al final de la adolescencia, el último juego como tal que trasciende a una realidad ya conocida y de antemano escrita y frustrada". En su tercera experiencia tras las cámaras (después de El factor Pilgrim y El traje), Rodríguez apostó por la verosimilitud: “historia, actores y lugares tenían que ser lo más reales posible”. Así, seleccionó a la mayoría de los actores realizando castings en institutos. Un hecho, este último, que lejos de constituir una dificultad fue muy positivo: “La vitalidad que proporcionan [los adolescentes] a lo que hacen, en este caso actuar, es prodigiosa. Y la energía y el desparpajo que pusieron en la película son impagables”. El esfuerzo se ha visto recompensado: la película obtuvo la Concha de Plata a la mejor interpretación masculina para su protagonista, Juan José Ballesta, en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián. los bajo una mirada moralizante. Simplemente hacen lo que hacen y se acabó. Puede que no sea una visión optimista, pero sí vitalista. D.: En la película se presentan dos maneras distintas de enfrentarse a la realidad. Por un lado, está la juventud que se encara desde la vitalidad, y por otro vemos la de los adultos que, más resignados, aceptan lo que se les viene encima. A.R.: Como decía antes, la posición desde la que quiero contar la historia es la de un chico de 16 años, y a través de sus ojos pretendo mostrar la situación de los adultos que los rodean. En un principio tuvimos la idea de presentar a esos adultos como en los dibujos animados, “cortados a la altura del ratón”, viéndoles sólo las piernas, es decir, como subjetivamente los percibirían los ojos de los protagonistas de la película. Porque en realidad, estos personajes, al estar vistos desde su punto de vista, están quietos como postes en un camino. D.: ¿Es esa vitalidad el arma que emplea Tano para evitar convertirse en uno de esos adultos anodinos que se han dejado atrapar por una vida de la que ya no son dueños? A.R.: Efectivamente, esos adultos representan lo que Tano será algún día. Con esa actitud ante la vida intenta esquivar ese futuro al que no se quiere resignar, haciendo todo lo posible para despistar al destino que lo despojará de sus ilusiones. Es una lucha desesperada por no repetir los pasos que han conducido a su hermano, referente más cercano, a un callejón sin salida.