12 de diciembre A los seis años del fallecimiento del Padre Jon Cortina “Quiero agradecer a Dios por haber vivido 21 años en este pueblo martirial” Dean Brackley “Detrás de los números e indicadores económicos hay personas” Javier Ibisate “No puede haber justicia sin verdad” El día 12 de diciembre se han cumplido 6 años de la muerte del Padre Cortina. El día 9 celebramos en la UCA una eucaristía con Pro-Búsqueda. El 12, misa y vigilia en Guargila. El 13, eucaristía en la UCA organizada por sus compañeros y compañeras de ingeniería. Jon es bien conocido y recordado. Ofrecemos ahora algunos recuerdos con palabras suyas. En 1974 vino a El Salvador como ingeniero, y desde 1977 se convirtió, además, en padre de comunidades y pastor del pueblo. Después de que asesinaron a Rutilio Grande, y no muchos sacerdotes se animaban a tomar su puesto, Jon fue a Aguilares. A Tilo, como llamaba siempre al Padre Grande, le guardó cariño y veneración hasta el final, y dos veces reconstruyó las tres cruces que había en el lugar en que fue asesinado con un anciano y un niño, De ahí pasó a Jayaque. Y en cuanto fue posible, regresó a la zona conflictiva de Chalatenango. Trabajó pastoralmente en San José Las Flores, Arcatao, Los Ranchos y Guargila. Allí vivió buena parte de su tiempo durante veinte años. En 1994 le afectó profundamente el dolor de madres y familiares, a quienes durante la guerra, los militares sobre todo, les habían secuestrado, robado, a sus hijos pequeños para hacer negocio con ellos. Decidió trabajar por encontrarlos y fundó Pro-Búsqueda. Jon pudo ver cómo más de 300 niños y niñas se reencontraron con sus familias La abominación le indignaba. “Los militares tienen que pedir perdón a este pueblo”, decía. Pero más todavía le dolía el dolor de las madres. Solía contar la siguiente historia. “Una señora ya mayor -no recuerdo el nombre- en peligro de quedarse choquita, ciega, a causa de la diabetes, decía que no quería perder la vista para poder ver a su hijo, que estaba segura que iba a aparecer”. En el lenguaje de hoy Jon Cortina sería un defensor de los derechos humanos, y lo fue. Pero fue más que eso. No por profesión ni por mera ética, sino por vocación y amor, defendió al pueblo salvadoreño sufrido, oprimido y reprimido. Y lo defendió porque lo amó. En una reunión que tuvimos los jesuitas de los países centroamericanos hace unos 25 años, en una de las 5 www.uca.edu.sv/publica/cartas Jon Cortina Jon Cortina Jon Cortina con Erlinda y Ernestina Serrano Cruz eucaristías para hablar sobre El Salvador fue elegido el Padre Ellacuría. Y Ellacu comenzó con estas palabras. “Para hablar del pueblo salvadoreño no debiera yo estar aquí, sino Jon Cortina”. Jon fue siempre ingeniero. En la UCA trabajó por formar profesionales bien preparados y esforzados, que quisieran poner su conocimiento al servicio de los demás. Y también fue ingeniero en la vida. Durante la guerra reconstruyó un puente, todavía en uso, sobre el río Sumpul, levantando unas enormes vigas de hierro a base de poleas y fuerza humana. Fue un aporte muy concreto y situacional. Pero además, como ingeniero experto en estructuras, promocionó el estudio de la sismología, fundamental para construir estructuras seguras en un país como El Salvador. Jon fue siempre jesuíta y creyente. San Ignacio de Loyola, nacido en Azpeitia, cerca de su Bilbao natal, le caía muy bien, lo cual lo decimos como gran cumplido para ambos. Y Jesús de Nazaret todavía le caía mejor. En Alemania estudiamos teología juntos, y el trabajo con los emigrantes españoles de aquello años normalmente le atraía más que el estudio, con frecuencia excesivamente especulativo para el modo de ser de Jon. Pero recuerdo muy bien un libro de Oscar Cullmann, en alemán, que leyó y releyó, subrayó y resumió: “Christologische Hoheitstitel”, Cristología del Nuevo Testamento. Es decir, quién fue Jesús. Le impresionó. En el noviciado le gustó lo que el Padre Elizondo decía de Jesús. Y ya en la UCA, le atraía, también teológicamente, pero sobre todo personalmente, el Jesús histórico, el Jesús de Nazaret real que enseñaban los teólogos. Pero esto no era sólo cuestión de gusto, sino de identidad. Junto al impacto del pueblo, Jesús de Nazaret fue lo que le hizo ser cristiano y humano en la forma en que llegó a serlo. Es mi convicción. Lo comunicaba viviendo con la gente y en las misas, las que decía en el campo y las que decía a Clarisas, religiosas de clausura. 6 Para terminar recojo algunas de sus palabras. “Las víctimas tienen derecho a una reparación moral y material. Lo material va a ser muy difícil, pero al menos que se les pida perdón”. “Fue con la gente del campo con la que compartí el Evangelio de Jesucristo. Al ver la persecución que sufrían, al ver su humildad, su solidaridad entre los hermanos, entonces es que comencé a enamorarme de este pueblo”. “Lo más importante es acompañar a la gente. Nunca podremos hablar si no estamos con ellos. Y una vez con ellos, nuestro trabajo tiene que ser dar esperanza, aliento”. “Cuando se habla con el corazón nada puede pasar” Jon Cortina, amigo y compañero entrañable. Razón tiene el texto en que comunicaron su muerte desde Guatemala: “Descanse en paz después de una tenaz batalla”. Y a Dios le pedimos que Jon no nos deje descansar en paz. El Padre José Ellacuría, hermano de Ignacio, escribió: “Así acaban todos los que luchan por la justicia”. Esta es la verdad más honda de la muerte de Jon. Jon Sobrino