EL DEBATE SOBRE EL METODO EN LAS CIENCIAS SOCIALES O METHODENSTREIT Adriana del Valle Coro (Facultad de Ciencias Económicas – Universidad de Buenos Aires) 1- INTRODUCCION El propósito del presente trabajo es analizar la controversia epistemológica sobre el método de las ciencias sociales, conocido como “la disputa del método” o “Methodenstreit”, que se llevó a cabo durante el período 1890-1920, y que tuvo lugar en el contexto austro-germánico de Europa de fines del siglo XIX. Los protagonistas de la polémica eran por un lado, Gustav von Schmoller, representante de la Escuela Histórica Moderna, y por el otro, Carl Menger, fundador de la Escuela Austriaca de Economía. El eje de la discusión giraba en torno a establecer el tratamiento que había que concederle a la economía. 2- EL HISTORICISMO Y CARL MENGER Como ya sabemos, los historicistas alemanes tenían una perspectiva evolucionista en su estudio de la sociedad. Sostenían que la sociedad se comporta como un organismo social que nace, se desarrolla y finalmente muere. El movimiento historicista le atribuyó una gran importancia a las características singulares de cada pueblo, así como a sus cambiantes costumbres económicas. Se sostenía que para comprender las instituciones económicas de un país era necesario recurrir a su historia, así como al nivel de progreso económico y social alcanzado. Se aseveraba que la economía no era una rama autónoma sino que para su estudio era necesario considerarla como dependiendo de otros fenómenos, es decir, como una parte integrante de un todo. De esta manera, el tratamiento adecuado de la política económica debía ser combinado con otras ramas de la ciencia social. La base epistemológica del historicismo alemán se caracterizaba por el encuentro de la influencia positivista y el método inductivo. Los seguidores de dicho movimiento se abocaron a la recopilación de información económica de carácter histórica. Sostenían que era necesaria la observación empírica para inducir desde la realidad las lecciones que daba la historia, y echaban por tierra la idea de formular generalizaciones en base a la información existente hasta ese momento porque consideraban que la misma no era suficiente para dicho propósito. Gustav von Schmoller pertenecía a la “joven” escuela histórica que surgió a comienzos de la década de 1870. Schmoller proponía utilizar en la economía “una fuerte dosis de conocimiento empírico-histórico” provisto por la filología alemana y la ciencia histórica. Su intención era examinar a las instituciones sociales específicas para poder identificar su evolución a través del tiempo y dejar al descubierto sus interrelaciones complejas. Este trabajo descriptivo era preparatorio para una última tarea: entender el fenómeno social en toda su gran complejidad. Por su parte, Carl Menger fue el fundador de la Escuela Austriaca de Economía en la década de 1870 y delineó los fundamentos de la “teoría subjetiva del valor”, llamada después utilidad marginal por Friedrich von Wieser. Se considera que el primer libro de Menger “Principios de Economía Política” de 1871, es el documento fundador de la Escuela Austriaca, aunque también se lo considera como un ataque a la escuela histórica, porque el libro implicaba la existencia de leyes económicas universales y atemporales que eran negadas por los historicistas 1 . Sin embargo, el predominio del pensamiento historicista era muy importante durante la época, por lo que los “Principios” no tuvieron una gran repercusión en las revistas profesionales dedicadas a la economía existentes en Alemania. De esta manera, Menger se dio cuenta del fracaso de su primer libro y por ello decidió interrumpir sus actividades docentes para abocarse a escribir su segundo libro, “Investigación sobre el Método de las Ciencias Sociales y especialmente la Economía Política”. En este libro se critica principalmente la posición metodológica de la Escuela Histórica Moderna y defiende, nuevamente, la posibilidad de una teoría económica universal y atemporal. Además, marca una diferencia entre leyes empíricas (empirical laws) y leyes concretas (exact laws). 3- ¿QUE SE DISCUTÍA EN EL METHODENSTREIT? 1 Cachanosky, p. 6 Pasemos a analizar qué se discutía en el debate. Dentro de la discusión, tanto Menger como Schmoller partieron de un supuesto común 2 , según el cual afirmaba que el conocimiento científico era un procedimiento mediante el cual se podía establecer qué es lo esencial a conocer de la realidad empírica. A este respecto, Menger habla de las “formas” de los fenómenos económicos como objeto del conocimiento económico, mientras que para Schmoller éste debía ser el estudio de la “economía nacional”. Por otro lado, se produjo una confrontación entre dos formas distintas de considerar el conocimiento del hombre y la sociedad en su aspecto histórico. Por un lado, Menger aparece como representante de la teoría <<naturalista>> 3 que dominó la concepción histórica de la economía clásica, la cual observa el proceso histórico como una manifestación variable de algo que permanece inmutable esencialmente pese al transcurso del tiempo. En cambio, Schmoller es el representante de la concepción <<romántica>> de la historia, que pone el acento sobre la individualidad de los procesos históricos, y sobre su carácter orgánicamente interdependiente en cuanto partes de un todo. Esta concepción sostiene que lo realmente esencial para la historia no puede ser captado mediante leyes abstractas porque ella tiene su propia individualidad y significado debido a las conexiones existentes entre los hechos históricos. Es decir, la discusión principal de la controversia giraba en torno a establecer cuál era el estatuto que había que concederle al saber económico 4 : si el mismo se trataba de una ciencia social y humana, asimilable a las ciencias históricas y culturales como sostenía Schmoller, o si era una ciencia natural e independiente de los cambios de lugar y tiempo (es decir, atemporal) como postulaba Menger. Más precisamente: ¿La economía debía ser una ciencia histórica, concreta, empírica y particular, inductiva y descriptiva, o por el contrario, debía ser una disciplina abstracta, ahistórica, basada en unos supuestos sobre el comportamiento del actor económico racional, y deductiva y explicativa? Schmoller planteó que los individuos están influidos por un cierto <<espíritu nacional>> que se modifica en el tiempo. Por lo tanto, para este autor, el objeto de la ciencia económica debía ser el estudio de esta influencia y de su evolución histórica 5 . En cambio, Menger opinaba que esta concepción es inadecuada ya que el objetivo de la ciencia económica no puede consistir en representar completamente la realidad concreta, sino que debe tratar un único aspecto de la realidad: el económico. Esto implica necesariamente, analizar la relación entre las distintas necesidades y medios escasos para satisfacerlas, haciendo abstracción de aquellos factores que puedan perturbar el análisis. En lo que respecta a las posiciones metodológicas, Schmoller abogaba por el método inductivo 6 , centrando su estudio en realidades empíricas, históricas y concretas para derivar de ellas generalizaciones. El método que proponía Menger para la ciencia económica, en cambio, era más deductivo. Mientras que Schmoller defendía “los campos afines de la investigación” (Nachbargebiete) como la historia, la política y la estadística para la ciencia económica, Menger defendía una “teoría universal”. Por otro lado, Schmoller pensaba que la unidad de análisis económico era la totalidad (Gessamtheit), la sociedad o el estado nacional, mientras que para Menger era el individuo aislado, libre de todo vínculo real. Podemos afirmar entonces, que los historicistas no estaban de acuerdo con una ciencia social basada en la noción de conceptos abstractos, atemporales, porque así se perdería contacto con la realidad social y económica. La Escuela Histórica también rechazaba el concepto de homo economicus, ya que concebía al hombre como un ser social, producto de la civilización y la historia. De tal manera, Schmoller intentaba realizar una descripción histórica demostrando el desarrollo de los acontecimientos económicos en relación con los hechos históricos y sociales. En su opinión, para lograr un estudio económico más realista era necesario contar con más estadística, más historia y recopilación de datos. Así, los economistas podrían desarrollar nuevos conocimientos por inducción. 2 Weber, 1985, Estudio Preliminar, p. XI Ibíd. Sison, p. 10 5 Weber, 1985, Estudio Preliminar, p. XII 6 Sison, p. 11 3 4 La postura de Menger era que las ciencias teóricas sobre la economía humana deben investigar la esencia universal y las leyes de los fenómenos económicos, y advirtió que las leyes de la economía humana están sujetas a decisiones individuales. Menger nunca puso en duda la validez ni de los estudios históricos ni del método histórico; su lucha era contra el “inductivismo ingenuo” de que verdades atemporales vayan a aparecer únicamente por el hecho de almacenar gran cantidad de monografías históricas. Además, se oponía al énfasis que se le concedía a los estudios sobre fenómenos históricos-económicos en Alemania 7 . Menger consideraba que la teoría económica debía ser elaborada a priori de la historia y, por lo tanto, debía ser deductiva porque de lo contrario se podría caer en un relativismo histórico, dejando de lado a la teoría. En el campo de lo político y lo social, los riesgos de esto último no son menores. La postura epistemológica que defendían los historicistas alemanes, dejaban al descubierto sus tendencias políticas e ideológicas, más precisamente su tendencia “intervencionista”: al negar las leyes económicas de validez universal, se dejaba vía libre para toda acción gubernamental, de manera de hacerles creer a los gobernantes que podían actuar sin consecuencias, es decir, procediendo como si no existiera una teoría económica que los detenga, ignorando así el problema de la escasez en la economía. Esto conduciría hacia un totalitarismo, cuestión que luego señalaría Karl Popper en “La Miseria del Historicismo”, en 1942. Sin embargo, tanto Schmoller como Menger se estancaron en seguir un desarrollo posterior del debate y poder avanzar en la controversia. Por el lado de Schmoller, esto se debió a varios factores. En primer lugar, si bien durante los últimos años del siglo XIX y los primeros del siglo XX, hasta 1914, la influencia del historicismo en el imperio alemán fue considerable, esa influencia cambió a partir de 1917, año en que murió Schmoller. Además, la Primera Guerra Mundial y la posguerra plantearon graves problemas, principalmente el de la hiperinflación alemana que se extendió hasta 1923. La escuela histórica quedó desconcertada ante este nuevo hecho, ya que no fueron capaces de analizar científicamente la cuestión ni de diseñar una política para hacer frente a tal fenómeno. A su vez, este hecho puso en evidencia la necesidad de utilizar la teoría de los economistas neoclásicos, ya que se convirtió en evidente que “el mundo es complejo” (frase acuñada por Schmoller) no era una respuesta adecuada para responder a cuestiones sobre cómo movilizar los esfuerzos de guerra. Así, en lugar de consultar a sus economistas, Alemania recurrió hacia los hombres de la industria para poner a la economía sobre el fundamento de la guerra. Por último, Schmoller no le dedicó demasiada importancia a las cuestiones que querían debatir Menger. Más bien, su interés pasaba por su activismo en el grupo de los “Socialistas de Cátedra” (Kathedersozialistan), donde se discutía sobre la necesidad de la acción conjunta para promover la reforma social en Alemania, y también en la formación del Verein für Socialpolitik (Asociación para la Política Social). Por el lado de Menger, el estancamiento se debió a que, en primer lugar, Schmoller contaba con una fuerte influencia en el ámbito académico de las universidades alemanas, influencia que fue alimentada por la amistad que tenía con el responsable del Ministerio Prusiano de Educación, Friedrich Althoff, quien siguió los consejos de Schmoller en todas las materias pertenecientes a las ciencias sociales y a las disciplinas históricas, y señaló la dirección de la investigación académica en universidades de habla alemana durante los siguientes treinta años. Así, según Bruce Caldwell, se podría considerar a Schmoller como el “ganador” de la disputa debito a la fuerte influencia del historicismo en el ámbito académico. Podemos señalar que otra cuestión que influenció en la derrota de Menger fue el hecho de que no contaba con gran apoyo por parte de los académicos de Viena para seguir con este debate, ya que sus seguidores de la primera hora, como Eugen von Böhm-Bawerk y Friedrich von Wieser dirigieron el curso de la investigación de la Escuela Austriaca hacia temas menos filosóficos, como las teorías del interés y los principios del valor, enfocándose principalmente en la teoría de la utilidad marginal. Por último, Menger era muy joven y se encerró en su propio pensamiento dedicándose a realizar estudios para probar su tesis. 7 Ibíd., p. 13 Sin embargo, Max Weber logró un aporte en la disputa mediante un proceso de integración al elaborar su programa científico y al tomar parte de la metodología historicista, así como algunos conceptos de la Escuela Austriaca de Economía. Weber, quien trabajó en una tradición antipositivista y hermenéutica, rechazaba la concepción de los historicistas sobre el <<espíritu del pueblo>>, así como sus consecuencias, es decir, el presupuesto de una estructura biológica inmanente a todo pueblo, que sería la causante de que el desarrollo vital de los pueblos sea siempre el mismo, lo cual podría ser expresado en forma de leyes generales de la evolución 8 . Weber se opone a esta concepción organicista y va a afirmar la exigencia de la autonomía de la investigación científica como fundamento de la <<objetividad>>. Según nuestro autor, la subordinación de la investigación a una consideración metafísica, como la que supone la teoría orgánica del historicismo, conduce a la introducción de un elemento valorativo que impide una rigurosa aproximación empírica a la realidad 9 . En la primera parte de su ensayo, Weber va a luchar contra esta subordinación para lograr un conocimiento objetivo de los fenómenos propios de aquél. Al igual que otros epistemólogos, Weber consideró que la imposibilidad que tenía la Escuela Histórica de devenir ciencia residía en que sus proposiciones metodológicas tomaban la forma de teología o de ontología, o bien se fundamentaban en ellas 10 . Para lograr tal empresa, Weber hará suyas las exigencias historicistas relacionadas con la “comprensión del sentido”, “el individuo histórico”, la teleología, el “universal concreto”, y al mismo tiempo, “intentará reelaborarlas de manera que no excluyan la necesidad del concepto, la formación de enunciados causales y la comprobación empírica de los mismos” 11 . Para completar su programa de investigación, Weber también va a tomar algunos de los aportes de la Escuela Austriaca de Economía, como el ordenamiento valorativo de fines y de medios, y el tema de la “racionalidad”, que lo ayudará a argumentar la idea de “acción racional respecto de su fin”. Con todos estos elementos, Weber afirmará que el objeto de conocimiento históricosocial son ciertos sucesos “significativos”, que deben ser explicados. Tales hechos son consecuencia de acciones, las cuales se llevan a cabo para alcanzar ciertos fines mediante ciertos medios. De esta manera, la acción aparece porque subjetivamente se la considera adecuada para alcanzar cierto fin o fines que son valorados por quien realiza la acción. Weber considera entonces, que para que el conocimiento histórico y sociológico se cumpla, no hay que comprender los fines (ya que esto llevaría al psicologismo motivacional), sino comprender 12 los factores que influyeron en la determinación subjetiva (personal o colectiva) de que, aspirados ciertos fines, se ha elegido una cierta acción, idónea y eficaz, para su realización. Para tener un conocimiento de esos factores, sin caer en el psicologismo, Weber construyó el “Tipo Ideal de la acción racional”, que formula que, dados ciertos fines y ciertas circunstancias, la acción elegida es idónea y eficaz para la realización del fin perseguido. El rol de la ciencia en juzgar la política social, es entonces, el de clarificar la relación medios-fines, no de juzgar los específicos fines elegidos. Weber también sostiene que la ciencia puede ayudar en responder otro tipo de cuestiones que tienen que ver con la relación medio-fines: dado que la sociedad ha decidido perseguir un cierto fin, ¿es ese fin accesible? ¿Qué costos están asociados con alcanzar un fin en particular? Por otro lado, Weber va a ofrecer una alternativa a la perspectiva epistemológica de Schmoller. Este último, no ignora que la realidad social es enormemente compleja, pero considera que la tarea más urgente es la acumulación y la agrupación de todo tipo de datos económicos y sociales. En su ensayo “Objetivity’ in social science and social Policy”, Weber comparte con Schmoller el hecho de que la realidad que confrontamos “presenta una infinita multiplicidad de eventos sucesiva y coexistentemente emergentes” 13 , pero la conclusión a la que llega Weber es radicalmente diferente. Confrontados con una realidad infinitamente compleja, nosotros 8 Weber, 1985, Estudio Preliminar, p. XVII Ibíd. 10 Aguilar, p. 5 11 Ibíd., p. 13 12 Aguilar, p. 8 13 Ibíd. 9 deberíamos no solamente recolectar hechos: más que eso, debemos elegir las porciones de realidad que son de interés para nosotros. 4- CONCLUSIONES En conclusión, podemos decir que esta controversia no condujo a ningún avance científico dentro de la época. Tanto Schmoller como Menger se mantuvieron ocupados en defender sus posiciones por lo que la discusión no llevó al progreso de las cuestiones epistemológicas que se estaban debatiendo, es decir, no existieron posibilidades de descubrimiento y profundización en nuevos aspectos, relaciones y/o problemas relativos al método en las ciencias sociales. Podríamos afirmar que fue Max Weber quien logró una teoría más unificada al elaborar su programa científico. BIBLIOGRAFÍA Aguilar, L. (1980). El itinerario de Max Weber hacia la ciencia social. Una sinopsis [on line]. Disponible en: http://www.hemerodigital.unam.mx/ANUIES Cachanosky, R. (1984). La Escuela Austriaca de Economía. Revista Libertas, ESEADE, Octubre, Nº 1, Buenos Aires, disponible en: http://www.eseade.edu.ar/servicios/Libertas/49_4_Cachanosky.pdf Caldwell, B. (2004). Hayek’s challenge. An intellectual biography of F.A. Hayek. United States of America: The University of Chicago Press. Meinecke, F. (1943). El historicismo y sus orígenes (Die Entstehung des Historismus) [1936]. México: Fondo de Cultura Económica. Menger, C. (1996). Investigations into the method of the social sciences”[1883]. United States of America: Libertarian Press. Seoane, B. (2002). Conocer y deber en Max Weber [on line]. http://jseoane.blogspot.com/2007/09/conocer-y-deber-en-max-weber.html Disponible en: Sison, A. “Filosofía de la Economía II. El ámbito Austro-Germánico”. Cuadernos de Empresa y Humanismo, Nº 49, Universidad de Navarra, disponible en: www.unav.es/empresayhumanismo/publicaciones/cuadernos/docs/Cuaderno049.pdf Weber, M. (1973). Ensayos sobre metodología sociológica. Buenos Aires: Amorrortu editores. Weber, M. (1985). El problema de la irracionalidad en las ciencias sociales. Madrid: Editorial Tecnos.