Deforestación La acción humana provoca la pérdida anual de millones de hectáreas de bosque Los bosques constituyen una reserva natural para los diferentes ecosistemas que los pueblan y para los millones de personas en el mundo que viven de sus recursos. Asimismo, desempeñan un papel clave en la contención del calentamiento global del planeta, al evitar que se emitan a la atmósfera cantidades excesivas de dióxido de carbono. Sin embargo, la acción humana está provocando una destrucción a gran escala de los bosques, proceso que se conoce con el nombre de deforestación. Por Alex Fernández Muerza 27 de marzo de 2006 - Imagen: Sponng Según datos de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación), desaparecen anualmente unos 13 millones de hectáreas de superficie forestal del planeta, aunque la reforestación o la expansión natural de los bosques existentes posibilita que las pérdidas netas se sitúen en unos 7 millones de hectáreas, lo que equivale a la superficie que ocupa por ejemplo Castilla-La Mancha. La deforestación no es lo mismo que la degradación forestal, que consiste en una reducción de la calidad del bosque, aunque ambos procesos están vinculados. Entre los problemas causados por la deforestación destaca la erosión del suelo, lo que a su vez favorece las inundaciones o las sequías, la pérdida de la capacidad de los suelos para retener los nutrientes o la reducción de la biodiversidad. Aunque se trata de un fenómeno de magnitudes globales, la deforestación se produce de manera más acusada en Asia, Suramérica y el Pacífico. La mayor parte de los suelos forestales tropicales son mucho menos fértiles que los de las regiones templadas y resultan fácilmente erosionables a causa de las fuertes lluvias que impiden la acumulación de nutrientes en el suelo. La principal causa de destrucción de los bosques es la agricultura de subsistencia La principal causa de destrucción de los bosques es la agricultura de subsistencia, también llamada itinerante, utilizada extensivamente en los países subdesarrollados. Los agricultores queman y talan los bosques para habilitar suelos fértiles y lograr abono de las cenizas, lo que les permite conseguir unas pocas cosechas más, hasta que el terreno se hace improductivo. Cuando esto sucede, se trasladan a otro lugar de la selva para repetir el proceso, y así sucesivamente, con el desgaste que ello supone. Gran parte de la deforestación llevada a cabo en las regiones tropicales en los últimos años se debe a este tipo de prácticas, y se estima que la quema de bosques para este tipo de agricultura es responsable del 80% al 85% de esta destrucción. Además de este tipo de agricultura, las explotaciones madereras para la obtención de leña constituyen otra de las causas principales de la deforestación, especialmente en África Central y Sureste asiático. La construcción de infraestructuras, como por ejemplo carreteras, facilita también el movimiento y explotación de la madera. Asimismo, la creación de pastos y el establecimiento de grandes ranchos han causado la pérdida de grandes bosques en Brasil y Centroamérica. La explosión demográfica de ciertas zonas del planeta, que ocasiona el desplazamiento de miles de personas a superficies ocupadas por bosques, favorece también el fenómeno de la deforestación. En cuanto a la agricultura moderna, conviene indicar que no es la principal responsable de la deforestación, puesto que se basa en lograr más rendimiento del suelo ya cultivado y no en extenderse hacia nuevas tierras. Cómo evitar la deforestación La contención de la deforestación mundial sólo es posible mediante la creación y aplicación de leyes y políticas sostenibles que sean respetadas por todos los países. En este sentido, de poco servirá contar en los países desarrollados con estrictas políticas medioambientales si la sobreexplotación de los recursos forestales se traslada a los países subdesarrollados. Las nuevas políticas nacionales persiguen la replantación en un plazo determinado para mantener de esta forma la diversidad original de especies arbóreas. Naciones Unidas recomienda que los países preserven como mínimo un 12% de aquellas masas forestales o ecosistemas más representativos. Por su parte, los consumidores también pueden contribuir a evitar la deforestación por medio de la concienciación en el respeto a la naturaleza, o con el consumo ecológico, por ejemplo mediante la compra de productos provenientes de bosques que se gestionan de forma sostenible, y que cuentan con una certificación que se puede exigir.