República Dominicana Expositor: D. Antonio Lockward Artiles Abogado Ayudante del Procurador General Asambleístas: La década del noventa en el pasado siglo resultó sumamente rica en iniciativas relacionadas con la reforma del sistema judicial latinoamericano y especialmente en lo relativo al ministerio público, institución que en muchos de nuestros países parecía haberse anquilosado en los esquemas napoleónicos. Diversas naciones de nuestra América reforzaron el papel del ministerio público en sus codificaciones y en otros casos se ha llegado a consagrar la independencia de esa función mediante una novedosa legislación o reformas constitucionales. Lastimeramente, éste no ha sido el caso de República Dominicana, al menos en lo referente al ministerio fiscal. En el año 1994 se efectuó una reforma a la Constitución dominicana, mediante la cual fue acogido el Consejo Nacional de la Magistratura, se estableció la autonomía presupuestaria del Poder Judicial, se consagró la inamovilidad de los Jueces, pero aquella brillante oportunidad no fue utilizada para incluir la Aprobación de un estatuto para el ministerio público, lo que se ha traducido en los años subsiguientes en una fuente de desequilibrio y malquerencia dentro de la familia jurídica dominicana. Posteriormente, la Ley de la Carrera Judicial marcada con el No. 327-98 estableció “ los derechos y deberes de los Magistrados del orden judicial en el ejercicio de la función jurisdiccional del Estado, fijando las normas de trabajo entre éstos, para garantizar la idoneidad, la estabilidad e independencia de los mismos, así como para el establecimiento de un sistema que permita estructurar técnicamente y sobre la base de los méritos la Carrera Judicial, con exclusión de toda discriminación fundada en motivos políticos, sociales, religiosos o de cualquier otra índole”. Tanto esta importante ley como su posterior reglamento, aprobado el 1ro. de noviembre del año 2000, declaran que están excluidos del ámbito de aplicación de la Ley de Carrera Judicial todos aquellos funcionarios que de acuerdo a la Constitución de la República, sus nombramientos correspondan a otro poder del Estado. Esta solidaria referencia está dirigida a marginar a los miembros del ministerio público porque su designación todavía se encuentra en manos del Poder Ejecutivo. EL MINISTERIO PUBLICO Y LA LEGISLACION DOMINICANA La Constitución de la República proclamada en 1844 recoge en su artículo 55 como una de las atribuciones del Presidente de la República: “ Nombrar los Secretarios y Subsecretarios de Estado y los demás funcionarios y empleados públicos cuyo nombramiento no se atribuya a ningún otro poder u organismo autónomo reconocido por esta Constitución o por las leyes, aceptarles sus renuncias y removerlos.” La reforma proclamada el 14 de agosto del año 1994, donde quedó acogido el Consejo Nacional de la Magistratura, conserva la enunciación siguiente en su artículo No. 66 “ El Ministerio Público ante la Suprema Corte de Justicia estará representado por el Procurador General de la República, personalmente o por medio de los sustitutos que la ley pueda crearle. Tendrá la misma categoría que el presidente de dicha Corte y las atribuciones que le confieren las leyes. Para ser Procurador General de la República se requieren las mismas condiciones que para ser Juez de la Suprema Corte de Justicia”. En artículos posteriores se señala con respecto a cada tribunal cuál funcionario tiene a su cargo la representación del Ministerio Público, sin entrar en otras especificaciones acerca de sus atribuciones, asunto que, se da por entendido, venía ya consignado por el Código de Procedimiento Criminal, promulgado por Decreto de fecha 27 de junio del año 1884 donde leemos en su libro primero: “ Art. 9 .- (Ley No. 5005, del 28 de junio de 1911) La policía Judicial se ejerce bajo la supervigilancia de los Procuradores Generales de las Cortes de Apelación con las distinciones que se establecen más adelante: por los inspectores de agricultura y los alcaldes pedáneos; por los comisionarios y oficiales de policía; por los alcaldes de comunes; por los procuradores fiscales y por los jueces de instrucción. Todos estos funcionarios están bajo la supervigilancia y dirección del Procurador General de la República”. Es la Ley No. 821 de Organización Judicial y sus Modificaciones, dictada el 21 de noviembre del año 1927, el documento legal que ofrece mayores detalles sobre el ministerio fiscal dominicano. En esta ley se ratifica que las funciones del Ministerio Público ante la Suprema Corte de Justicia son ejercidas por el Procurador General de la República, así como la denominación de los funcionarios que lo representan ante las cortes de apelación, los tribunales de primera instancia y los juzgados de paz. En el cápitulo 8 de la ley que comentamos se indica: Art. 57.- “ Compete al Ministerio Público la persecución de las infracciones cuyo castigo corresponde a los Tribunales Judiciales y la protección de los derechos de los incapaces y de los ausentes”. Art. 58.- “ En todos los casos en que deba ser oído el ministerio publico, el funcionario que lo represente dará su dictamen por escrito; y si fuere en asunto contencioso, lo representará en audiencia pública”. Párrafo.- (Mod. Por la Ley 25 de 1930) “ Los funcionarios que ejercen el Ministerio Público por ante las Cortes y los Juzgados de Primera Instancia nombrarán a su Secretario; y los demás empleados que determine la Ley de Gastos Públicos para su oficina serán nombrados por el Poder Ejecutivo”. Art. 60.- “ Los funcionarios del Ministerio Público tienen la misma categoría que el Presidente de la Corte o Juez ante quien ejercen sus funciones”. Del Procurador General de la República. Art. 61.- “ El Procurador General de la República tiene la supervigilancia y dirección de los demás funcionarios del Ministerio Público y de la Policía Judicial. En tal virtud, podrá dar instrucción, dirigir requerimientos y hacer observaciones; y perseguirá o hará perseguir disciplinariamente a dichos funcionarios y a los agentes de la Policía Judicial, cuando fuere procedente”. De los Procuradores Generales de la Corte de Apelación ART. 62.- “ Los Procuradores por ante las Cortes de Apelación tienen la vigilancia de los demás funcionarios del Ministerio Público y de los oficiales y agentes de la Policía Judicial en la Jurisdicción de sus Cortes respectivas. Las ausencias accidentales del Procurador General serán suplidas por un juez de la misma corte designado por el Presidente de la Corte”. Art. 63.- “ Los Procuradores Generales tienen la vigilancia de las cárceles y las casas de detención de su circunscripción”. Art. 64.- “ Los Procuradores Generales presentarán anuamente al Procurador General de la República en el mes de enero, un informe acerca del funcionamiento de la justicia en su circunscripción, durante el año anterior”. Art. 65.- “ Los Procuradores Generales perseguirán o harán perseguir disciplinariamente a los funcionarios del Ministerio Público, los oficiales o agentes de la Policía Judicial de su circunscripción, siempre que fuese procedente”. Art. 66.- “ Los Procuradores Generales ejercen las funciones de ministerio Público por ante las Cortes de Apelación “. De los Procuradores Fiscales Art. 67.- “ Además de las atribuciones que les confieren los Códigos y otras Leyes, los Procuradores Fiscales ejercen dentro de los límites de su jurisdicción las que confiere esta Ley en sus artículos 63 y 64 a los Procuradores Generales de las Cortes de Apelación”. Apoyándose en esta legislación, el Poder Ejecutivo designa al inicio de cada mandato constitucional a la mayoría de los integrantes del Ministerio Público; aplicando con frecuencia criterios extrajudiciales. ANTEPROYECTOS DE ESTATUTO DEL MINISTERIO PUBLICO En el mes de diciembre del año 1999 el Comisionado de Apoyo a la Reforma de la Justicia, entonces representado por la Dra. Aura Celeste Fernández, depositó en las Cámaras Legislativas un anteproyecto de estatuto del Ministerio Público elaborada por una comisión en cuya integración figuraron los Dres: Cesar Pina Toribio, Procurador General de la República y Francisco Domínguez Bríto, Procurador Fiscal del Distrito Nacional, así como otros importantes juristas que incluyeron en el documento de su elaboración sugerencias precisas en cuanto a la inamovilidad para los representantes del Ministerio Público, un sistema de ascenso bajo el régimen de carrera, tomando en cuenta el mérito, y la creación de un sistema de capacitación permanente para estos funcionarios. Los principios de objetividad, responsabilidad, legalidad, independencia, jerarquía y probidad presiden este primer anteproyecto que duerme el sueño de los justos en los vetustos anaqueles de la Cámara de Diputados. Con no menores ímpetus los integrantes del Ministerio Público designado a partir del 16 de agosto del año 2000 por el Poder Ejecutivo creamos otro proyecto en el cual integramos los aportes fundamentales del documento elaborado durante el mandato anterior y lo enriquecimos con un cuidadoso debate de los estatutos del Ministerio Público vigentes en la mayoría de los países de América Latina. Este documento, también orientado hacia el loable propósito de garantizar la idoneidad, estabilidad e independencia de los miembros del Ministerio público preve la creación de una carrera especial fundamentada en los estudios de la Escuela Nacional del Ministerio Público, cuya creación establece. El documento, laboriosamente confeccionado por un equipo de abogados ayudantes del actual Procurador General de la República, se encuentra depositado en manos del Poder Ejecutivo en una bíblica espera de ser remitido a las Cámaras Legislativas para su aprobación. LA FORMACION INICIAL Y CONTINUADA DE LOS INTEGRANTES DEL MINISTERIO PUBLICO No sentimos la impresión de encontrarnos fuera de orden al ofrecerles estas referencias sobre el incierto sistema de selección y remoción de los integrantes del ministerio público. Más aún: La descripción que ahora les formularé acerca de la estructura de la Unidad de Capacitación del Ministerio Público que encabezamos en la Procuraduría General de la República, así como sobre el Plan Nacional de Formación que impulsamos, serían informaciones superfluas si no hubiéramos establecido el marco real de nuestra situación jurídico-laboral. Mediante la Resolución No. 1-2000 del 19 de mayo del año 2000, el Dr. Cesar Pina Toribio, Procurador General de la República, creó la Unidad de Capacitación del Ministerio Público, como centro de formación inicial y continuada de sus funcionarios y empleados. Un equipo de facilitadores se encuentra integrado a este organismo orientando su labor hacía las vertientes de los nuevos procuradores y hacia los escasos fiscales que permanecen en servicio después del cambio en las esferas políticas de la nación. Este organismo edita la revista bimestral “ Ministerio Público “ y desarrolla un programa de conferencias de divulgación en todo el país. Por otro lado, para el cumplimiento de su programación hemos elaborado un plan único de formación que preve la preparación de los formadores y su contratación; la preparación y revisión de la calidad de los materiales didácticos correspondientes a cada curso; el establecimiento de criterios de promoción de funcionarios y empleados en función de su buena conducta, responsabilidad en el cargo y calificaciones dentro del programa de formación del ministerio público. En síntesis, cubrimos las fases de inducción, perfeccionamiento, desarrollo de habilidades, destrezas y especialidades. ORGANISMOS QUE INCIDEN SOBRE LA FORMACIÓN DEL MINISTERIO PUBLICO DOMINICANO Como una previsión del plan Nacional de Formación del Ministerio Público, decidimos integrar las ofertas formativas provenientes de organismos nacionales e internacionales de reconocida calidad. En este sentido, la Agencia Internacional para el Desarrollo (AID) de los Estados Unidos de América, sistemáticamente ofrece asesoramiento a jueces y fiscales dominicanos a través de expertos comúnmente contratados en otros países de habla hispana. El Programa de las Naciones Unidas para la Fiscalización Internacional de Droga ( PNUFID) patrocina talleres y seminarios para el ministerio fiscal sobre lavado de activos y lucha contra el narcótrafico. Contamos lejanamente con la colaboración del Consejo Nacional de la Magistratura de Francia y el Ministerio de Justicia de España cuyos aportes también resultan muy valiosos en los esfuerzos que realizamos por la reforma de nuestro sistema judicial. Quiero cerrar mi intervención con una anécdota evocando cierta parentela lejana entre el Generalísimo Rafael Leonidas Trujillo Molina de la República Dominicana y el Generalísimo Francisco Franco de España, cuyos regímenes mostraron algún parecido, creando el caldo de cultivo para la ocurrencia de situaciones como ésta en una localidad dominicana: “ El poder de los funcionarios judiciales fue tal que un Fiscal tenía que cuidarse de lo que expresaba. En este sentido, en los años 40 en Puerto Plata, se cometió un parricidio; el representante del Ministerio Público, indignado por el hecho, increpó al parricida que éste no merecía estar vivo. Cuando al día siguiente el magistrado solicitó la presencia del reo para continuar con los pasos procesales, los custodios le informaron que lo habían ejecutado la noche anterior en cumplimiento de lo que consideraron una orden”. ( Américo Moreta Castillo, Miembro correspondiente de la Academia Dominicana de la Historia; “ El Poder Judicial en la ERA DE TRUJILLO “). Si la democratización de la justicia ha producido tan excelentes frutos en España a partir del 1975, los dominicanos no debemos perder las esperanzas de que se apruebe en nuestro país la independencia del Ministerio Público en el estatuto que hemos elaborado.