Hacia Tierra Firme La Escuela de por sí tenía vida propia. Muy pocas veces los oficiales instructores y de planta tenían que decirnos lo que debíamos hacer. El nivel de conciencia militar y moral era elevado. Quienes no se adaptaban a este ritmo de vida, tarde o temprano, se veían compilados a decirle adiós a este prestigioso centro de formación superior militar. Los oficiales aparecían en las formaciones. Tenían la plena confianza en su cuarto año. La excelsitud del mando tenía su fortaleza en las bases. Cada uno de los Guardiamarinas que llegaban a las últimas instancias de la vida de escuela, conocía exactamente cada una de las facetas de los cursos subordinados. Los “dioses”, gamas de cuarto año, tenían funciones que iban, desde las más simples, cómo controlar una eficiente limpieza, hasta las más complejas, como la de encarar las competencias inter-escuelas militares con los mejores resultados. Todo tenía su porqué, fomentar la responsabilidad y espíritu de cuerpo que determinaría, a la postre, obtener oficiales jóvenes con alto sentido del deber y gratitud por la formación. Las coladas no venían por simple casualidad. Quienes llegaban al tercero y cuarto año eran, realmente, porque habían puesto su mayor esfuerzo académico, físico y espiritual. El factor suerte tampoco era desdeñable, sin embargo, cada uno de nosotros sabía con qué fin ingresó a la Escuela Naval y bajo qué objetivo las metas debían cumplirse paso a paso. Metas personales como llegar a las vacaciones en julio luego del desfile, a las vacaciones en navidad después de la última cena, a las vacaciones luego de las navegaciones. Otras de carácter formal y militar, tales como llegar a ser antiguos, pasar los bautizos de abordo y en tierra, salir victoriosos en la semana del Guardiamarina, preparar el ingreso de los nuevos aspirantes, ganar alguna medalla en competencias deportivas. Y otras de orden académico como no quedarse arrestado los fines de semana por notas, tratar de estar en la lista de méritos, exonerarse para salir antes de vacaciones o ser considerado, en cuarto año, como Brigadier. Teníamos mil razones para mantenernos motivados. 69