Esquema Introducción 1. La caída del imperio colonial 1.1. Antecedentes y causas 1.2. El desarrollo del conflicto en Cuba 1.3. Rebelión de las Filipinas 1.4. La guerra con Estados Unidos 2. La crisis del 98 2.1. Consecuencias políticas y económicas del "desastre" 2.2. El problema de España y el regeneracionismo a) Los problemas de España b) El regeneracionismo intelectual c) El regeneracionismo político Introducción A finales de siglo XIX España se encontraba aislada internacionalmente, no habiendo conseguido entrar en ninguno de los sistemas biksmarckianos, ni en el reparto de África. La derrota militar y la pérdida de las últimas colonias, en pleno auge del imperialismo europeo, confirman que España ha bajado al estatus de potencia de segundo orden. Esta pérdida se querrá compensar con la aventura africana, fuente de innumerables problemas. A nivel interno los conflictos coloniales, además de provocar sendas guerras (Cuba, Filipinas y más tarde en Marruecos), contribuyeron a radicalizar el ambiente político y social, ya de por sí bastante inestable. La pérdida de Cuba, Puerto Rico y Filipinas provocó en España tal crisis que se le denominó el desastre del 98 o la crisis del 98: significó una depresión moral y anímica colectiva. El deseo de “regeneracionismo”, que debía librar a España de sus males políticos, alentó el auge de la oposición a la Restauración y significó el comienzo de la crisis de este sistema. Es el inicio de la crisis de la Restauración. 1. La caída del imperio colonial 1.1. Antecedentes y causas En el último cuarto del s. XIX se ponen de manifiesto los intereses opuestos, en lo político y en lo económico, entre cubanos y peninsulares. Cuba carecía de derechos políticos y seguía gobernada por un capitán general con poder absoluto. Los intereses económicos de España en Cuba están relacionados con las plantaciones de caña de azúcar y tabaco, trabajadas por esclavos negros. A ellas se les vendía el trigo castellano y los textiles catalanes. El monopolio comercial español y los aranceles limitaban su actividad comercial, que, sin embargo, tenía en Estados Unidos el principal mercado para su producción agraria. La burguesía de las islas prefería un mercado, tanto para vender sus productos como para comprar, más moderno y dinámico (EE.UU.) y no el que intenta imponer el arancel proteccionista español. En 1878 acabó la 1ª Guerra de Cuba (Guerra de los 10 años). Martínez Campos firmó la paz de Zanjón con los insurrectos cubanos, bajo la promesa de reformas políticas y administrativas. El partido autonomista cubano pretendía: representación política en las Cortes, participación en el gobierno de la isla (cierta autonomía frente al gobierno entonces en manos de un capitán general), reforma de los aranceles y las cargas fiscales en beneficio de los productores cubanos (libertad de comercio), abolición de la esclavitud. Sin embargo, solo se concedió la abolición de la esclavitud (1880), mientras que las Cortes impidieron en 1893 la aprobación de un estatuto colonial, tal como quería Sagasta, por la oposición de los intereses económicos españoles en la isla, contrarios a cualquier concesión. El incumplimiento de las promesas de reformas sociales y políticas y el endurecimiento de la política proteccionista (en 1891 se elevaron las tarifas arancelarias para productos que no vinieran de España, aun cuando el principal cliente económico de la isla era EEUU, "arancel Cánovas"), perjudicial para la economía cubana y para los intereses estadounidenses, favorecieron el desarrollo de nuevas acciones independentistas: la llamada “Guerra Chiquita de 1879-80” y las insurrecciones de 1883 y 1885. El problema de fondo era básicamente la continua negativa de España a conceder una mayor autonomía a la isla. El efecto fue que el independentismo ganó terreno frente al autonomismo: José Martí funda el partido Revolucionario Cubano en 1893. En este tirante marco de relaciones entre España y Cuba aparece Estados Unidos, potencia que a lo largo del siglo XIX había realizado sucesivos intentos fallidos por comprar la isla a España. El emergente gigante estadounidense es el principal comprador del tabaco y azúcar cubanos y el emplazamiento de la isla resulta especialmente interesante para el control estratégico del Caribe. y en Filipinas estalló una rebelión en 1896, promovida por independentistas tagalos, aunque se acusó de haber sido su instigador al intelectual autonomista filipino, José Rizal, por lo que sería ejecutado a finales de ese mismo año. En suma, las causas de la guerra hay que buscarlas en la confrontación de intereses políticos y económicos de la oligarquía española (por prestigio y negocios se oponen a concesiones reformistas), de la oligarquía cubana (deseosa de independencia política y económica) y de EEUU (persigue su expansión por el Caribe y el Pacífico y mejorar las condiciones de las importaciones de caña de azúcar). 1.2. El desarrollo del conflicto en Cuba José Martí, líder del Partido Revolucionario Cubano, defensor de la construcción de una república independiente y democrática, promueve desde el exilio la sublevación separatista simultánea de 35 localidades de la parte oriental de la isla (Grito de Baire o Grito de Oriente, 24 de febrero de 1895), la región más antiespañola y cuya principal ciudad es Santiago de Cuba, donde muere en combate ese mismo año. Cuenta con apoyo estadounidense. Desde allí la rebelión armada se extendió hacia la zona occidental de la isla, donde se encuentra La Habana. Jefes militares de la rebelión son Antonio Maceo y Máximo Gómez. Cánovas intenta primero recurrir a los acuerdos. Envía a Martínez Campos, artífice de la paz de Zanjón, como gobernador de la isla y al frente de un numeroso ejército para que combine la negociación con la guerra (1895). Al no conseguirlo, opta por la guerra total": retira a Martínez Campos y envía al general Valeriano Weyler (1896-97), que impuso su línea dura y represiva: dividió en tres el territorio de la isla por medio de trochas, o líneas fortificadas, para impedir que los rebeldes se extendieran hacia occidente y llegaran a La Habana. Concentró a la población campesina en poblados vigilados por el ejército para evitar su contacto con los combatientes. Se calcula que murieron unos cien mil cubanos en dichos campos de concentración debido al hambre y las enfermedades. Sin embargo, la táctica de guerrilla seguida por los insurrectos impedía a las tropas españolas dominar la situación pese a tener un ejército más numeroso. La dureza de la guerra se refleja en las elevadas bajas debidas a las enfermedades tropicales. Éstas (fiebre amarilla, cólera, paludismo) ocasionaron mayor número de muertos y heridos que los combates. Mal alimentados y pertrechados, sin ropa de muda ni la menor higiene, sometidos a marchas de 50 km diarios bajo el calor húmedo y sofocante del trópico, resistían en una guerra estancada y en la que ninguna de las partes tendría fácil la victoria. Esta dureza y crueldad aumentó los deseos de independencia y alentó una campaña internacional de desprestigio contra España, dirigida por la prensa de EEUU. El interés de EEUU por la isla se fundaba en motivos económicos y estratégicos, por lo que el presidente americano McKinley intentó comprar la isla por 300 millones de dólares, a lo que el gobierno español se negó. Muerto Cánovas (1897), Sagasta, consciente del fracaso de la vía represiva, concede autonomía a la isla, releva a Weyler, sustituido por el general Blanco, y declara el fin de las hostilidades, pero ya era tarde para una solución dialogada: los independentistas, contando con el apoyo norteamericano, no lo aceptan. Para comienzos de 1898 el ejército español apenas controlaba las principales ciudades costeras, los cubanos ganaban cada vez más y más terreno y el gobierno colonial no contaba ya con los recursos necesarios para seguir costeando la guerra. 1.3. Rebelión de las Filipinas Al mismo tiempo se producía el levantamiento de Filipinas (1896-97) donde había menor presencia española -reducida a misioneros, funcionarios y representantes de las compañías comerciales- y cuyo interés económico residía en ser punto comercial con China. La burguesía mestiza había reclamado la independencia de España desde 1896 liderada por el médico José Rizal, fundador de la Liga Filipina. El general García Polavieja llevó a cabo una dura represión y el líder independentista, José Rizal, fue ejecutado en 1896. En 1897, el nuevo gobierno de Sagasta lleva a cabo una política de negociación que supuso la pacificación momentánea del archipiélago. 1.4. La guerra contra los Estados Unidos EEUU venía apoyando a los independentistas cubanos, a los que envía armas. Aprovecha el incidente del Maine (explosión de un buque de guerra americano en abril de 1898, de origen incierto) para responsabilizar a España y mandarle un ultimátum que era una declaración de guerra. Las fuerzas eran desiguales: a la pujanza económica y militar americana solo se le oponía un viejo y mal dotado ejército. Eso sí, en España, fomentado por la prensa y la burguesía catalana, estalló una gran campaña y ola de patriotismo. La guerra se desarrolló en dos frentes: en el Pacífico, donde la intervención americana propicia un nuevo alzamiento antiespañol, y en el Caribe. Las victorias americanas de Cavite (Filipinas) y Santiago de Cuba donde el Almirante Cervera, obedeciendo órdenes, sacrificó la flota saliendo del puerto a pesar de estar bloqueado por la marina estadounidense. Tras otros combates en tierra, las tropas americanas se apoderaron fácilmente de las islas. La desigualdad de fuerzas, por su número y nivel tecnológico, explican la brevedad de la batalla y la contundencia de la derrota que apenas supuso bajas para EEUU, mientras que murieron unos 600 españoles y todos los supervivientes fueron hechos prisioneros. Unas semanas después los norteamericanos desembarcaban en Puerto Rico. Por la Paz de París (diciembre, 1898) España pierde sus últimas colonias: Cuba, Puerto Rico y Filipinas, que pasaron a ser protectorado americano.