de estos sitios que se convirtieron, con el paso del tiempo, en

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Secuencia (1999), 44, mayo-agosto, 182-186
ISSN: 0186-0348, ISSN electrónico: 2395-8464
DOI: http://dx.doi.org/10.18234/secuencia.v0i44.662
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Revistadehistorjaycienciassociales
pues derivan en temas de interes para
futuras investigaciones en el campo de
los estudios urbano-regtonales.
de estos sitios que se convirtieron, con
el paso del tiempo, en puntos de referencia para la poblacion, que no
solo acudia a ellos en busca de mateMarfa Concepcion Martinez 0.
riales escritos, sino tambien de novelnstituto Mora dades farmaceuticas, informaci6n sobre personas y obletos perdidos y que,
en muchas ocasiones, fungieron como agencias inmobiliartas, asi como
centros de reunion de la intelectualiJuana Zahar Vergara, Historia de las dad mexicana.
librerias de la ciudad de Mexico. Una
El libro esta dividido por centurias,
euocacion, Centro Universitario de In- nos permite realizar un recorrido a
vestigaciones B tbltotecologtcas-uxsst, traves del tiempo y conocer los intereMexico, 1995 (Serie Monograffas, 18).
ses e inquietudes de quienes ofredan
las novedades literarias. Al final de
Juana Zahar encontro en diversas fuen- cada uno de los apartados recoge las
tes. bibliograffas,descripciones de via- caracteristicas mas importantes de los
jeros, diarios de la epoca y en los ana- periodos, lo que es de gran utilidad al
les de los sucesivos cronistas que ha lector porque le proporciona una bretenido la ciudad a partir de Francisco ve vision general.
Cervantes de Salazar,una rica veta para
Valdria la pena recordar las palaemprender su investlgaci6n en torno a bras de Pilar Gonzalbo Aizpuru1 para
comprender el contexto hist6rico en
las librerias de la ciudad de Mexico.
Nos lleva de la mano por las calles el que se desarroll6 la historia de las
del centro de la capital de Mexico, Ilbrerias. durante los 300 afios de vida
primero por los cajones, tiendas y ala- de Nueva Espana, la mayor pane de la
cenas que durante la epoca colonial poblaci6n fue analfabeta, sin que se
ofrecieron a un pub lico, par cierto apreciara un notable progreso de la almuy limitado, libros importados per- fabetizaci6n antes de las ultimas decamitidos por la Iglesia; posteriormente das de la vida colonial, cuando la Iluspor las pequefias Iibrerias, centros de tracion, por decreto, recomend6 el esreunion de personajes ahora recono- tablecimiento de escuelas en ciudades
cidos en diversos campos coma el de y comunidades rurales. La sociedad era
la literatura o el de la politica y, por muy desigual, pocos llegaron a leer y a
ultimo, a diversos puntos de nuestra escribir, mucho menos a las clases esgran metropoli donde se ubican los pecializadas, y muy pocos a la ensegrandes establecimientos actuates que
venden libros, revistas y discos y los
1
Pilar Gonzalbo Aizpuru, Historia de la
que, aun con la presencia de las comeducacion en la epoca colonial. La educacion
putadoras, no han perdido vigencia.
de los criollos y la uida urbana, El Colegio de
A traves del texto podemos cons- Mexico, Mexico, 1990, p. 341 (Serie Historia de
tatar el crecimiento y multiplicaci6n la Educaci6n).
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fianza universitaria. 2 Sin embargo la
cultura novohispana fue erninentemente Iiterarta, porque las elites valoraban
los conocimientos librescos mas que
cualquier manifestaci6n de creatividad
popular. Este aspecto se percibe en el
gran mirnero de textos que circularon
en la etapa colonial, a pesar de las frecu en tes prohlblclones de la Inquistci6n, 3 y refuerza la posibilidad de existencia de las Ifbrerias, tema que nuestra aurora recrea con gran acierto.
Los primeros cronistas. aportan valiosa informaci6n a Zahar Vergara
para lograr una imagen de lo que fue
el centro de la ciudad novohispana en
los albores de su fundaci6n. La autora
aprovecha los datos recabados y relaciona los nombres antiguos de las calies con los .nombres actuales, a fin de
ubicar lo que fue la zona de mayor actividad comercial en materia de libros,
donde se imprimian, se negociaban, se
realizaban transacciones, donde vemos surgir las primeras tiendas que
vendian libros y donde en fin, se establece el primer agrupamiento de Hbrerias propiamente dichas.
Si bien el lector reconoce su antigua ciudad, un piano - de la metr6poli
perrnittria percibir c6mo creci6 el numero de ltbrerias. Asimismo, podrfa
servir para ver c6mo el comercio se
2
Dorothy Tanck de Estrada, "La ensefianza
de la lectura y de la escritura en la Nueva Espana, 1700-1821" en Historia de la educacion.
en Mexico de El Colegio_ de Mexico, Ediciones
del Ermitano/El Colegio de Mexico, Mexico,
1988, p. 90.
3 Luis Gonzalez Obregon, Libras y libreros
en el siglo XYI, Tip. Guerrero, Hnos., Mexico,
1914, p. II (AGN, Publicaciones, 1).
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distribuy6 en zonas espedficas: en la
calle de San Francisco se establecieron
los plateros; en la calle de los Meleros,
los expendios de azucares y mieles, y
en los portales de Mercaderes, Agustlnos, Parian y en la calle del Empedradlllo, las Iibrerfas y las imprentas, por
citar algunos ejemplos.
Asl como los cronistas le aportaron
los datos para la antigua ciudad, las
memorias, los inventarios, los procesos, las notificaciones y visitas de viaieros van a ser las fuentes principales
para conocer de que manera llegaban
los libros a la capital de Nueva Espana
y los puntos en donde se ponian al alcance del publico. Es interesante descubrir el atractivo que la lectura tuvo
para la poblaci6n letrada desde el siglo XVI. Precisamente por abarcar un
largo periodo, el lector recupera una
pequefia fracci6n de la historia cultural mexicana a traves de las Iibrerias.
Si bien cubre un largo periodo de
nuestra historia, el manejo de los dtferentes periodos en que agrupa el trabajo es muy desigual. Asf, la informaci6n aportada sabre el primer siglo de
vida colonial es breve. Sin embargo, la
autora utiliz6 ampliamente las pocas
fuentes disponibles y elabor6 un cuadro claro sobre el comercio de libros
y los primeros mercaderes.
Sobre los siglos XVII y XVIII la rnaestra Juana Zahar· presenta -rnayor informaci6n, el rnirnero de establecimientos donde se venden libros va aurnentando, ast como los textos nacionales
y extranjeros que se ponen al alcance
de la poblaci6n. Los pies de imprenta
le brindaron la posibilidad de reconocer a· los impresores, a los libreros y
las direcciones donde se ubicaban sus
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establecimientos, asi como los afios
en que publicaron las obras. La Gace­
ta de Mexico result6 ser otro instrumento para poder documentar las ultimas decadas de vida colonial.
La informaci6n sobre la centuria decimon6nica es abundante, principalmente de 1800 a 1821. Gracias a ella
sabemos que los estableclmientos no
solo albergaron libros, sino tambien
revistas, folletos, peri6dicos, impresos,
estampas, calendarios, guias, en fin,
todos aquellos materiales escritos que
salian de las prensas nacionales o que
eran importados de Francia, Espana e
Inglaterra,
El Diario de Mexico, las guias de
forasteros, literates de la epoca y directorios le ayudaron a reconstruir el
mundo editorial, sin embargo, el leetor se pregunca si la publicaci6n oflcial es la unica fuente hernerograflca
disponible para cubrir los ultimos
afios de vida colonial o si hay otros
materiales que Zahar deblo revlsar.
Peri6dicos de divulgaci6n cientffica y
Iiteraria, como el Diario Literario de
Mexico (1768) y las Gacetas Litera­
rias (1790-1791) de Jose Antonio de
Alzate, son dos ejemplos de materiales hemerograflcos que le podrfan haber proporcionado informaci6n.
Tarnbien nos preguntamos, lpor
que la investigadora no recurri6, como
lo venia haciendo, a la publicaci6n oflctal para documentar las decadas posteriores? ·Sin embargo, tampoco utilizo
otras publicaciones como los perlodlcos y las revistas, los que le surninistrarian · pormenores sobre las llbrerias,
las cuales sabemos, gracias a una investigaci6n que se esta efectuando actualmente, llamaban la atenci6n del pu-
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bltco con anuncios sobre los textos
que tenian a la venta.
Respecto del siglo xx nos permite
acercarnos a la historia de las ltbrerias
que desaparecieron; de otras que cambiaron de duefio pero siguieron funcionando, y de aquellas -que siendo
negoclos familiares, pasaron de generaci6n en generaci6n y, en la actualidad, siguen proporcionando a los leetores una enorme cantidad de textos
de muy diversa indole: ejemplo de
ello son Porrua, Robredo y Botas. Ast
mismo nos refiere la aparici6n de otras,
como la Gandhi y la del Fondo de Cultura Econ6mica, que si bien no ticnen
gran antiguedad, han arraigado en el
gusto de! publico por las diversas actividades queen ellas se realizan y que
fungen como punto de reunion no
s6lo de intelectuales, sino tarnbien de
j6venes avidos de libros, novedades y
discos.
Para rehacer esta centuria Juana Zahar utiliza ademas de fuentes escritas,
la historia oral. Las entrevistas nos
hacen mas cercana esta historia ya que
personas de carne y hueso nos narran
las vicisitudes por las que pasaron sus
antepasados para que el negocio de la
familia continuara, se ampliara y no
decayera aun en epocas de crisis politicas o econ6micas del pats.
El libro resefiado incluye indices
onornastico y de librerfas, alacenas,
cajones y encuadernaciones que facilitan su localizaci6n dentro de la obra.
Asimismo, fotografias antiguas de librerlas que nos ilustran c6mo eran, de
que manera exhibian sus libros y como anunciaban sus novedades, Sin
embargo, carece de un glosario de terminos como tienda, alacena, caj6n,
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oficina y Iibreria, que le aclararia al leetor las diferencias existentes entre
estos establecimientos y las funciones
que cada uno de ellos cumplia dentro
de las actividades cornerciales de la
ciudad. El Diccionario de Autorida­
des, 4 es una herramienta mas con la
que cuenta el historiador para conocer
las acepciones que en epocas pasadas
tenian ciertos terrninos.
Una de las aportaciones del libro es
informar sobre algunos negocios que
estaban relacionados con las librerfas:
las encuadernaciones y las imprentas.
Aunque el interes de la autora era
conocer el desarrollo de las ltbrerias,
aspecto que va cubriendo a lo largo
del texto, la informaci6n que sobre
4
Diccionario de Autoridades, ed. facsimilar, Real Academia Espanola, Editorial Gredos,
S. A., Madrid, Espana, 1976.
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los libros presenta permite, adernas,
vislumbrar los generos literarios que
estaban a disposici6n del publico leetor en la ciudad de Mexico.
En pocas palabras, la autora, en forma amena y stnretica, presenta una
historia poco conocida, la de las Iibrerias, las tiendas, los cajones y las alacenas que lucieron -y continuan haciendolo- las novedades literarias, los libros religiosos y cientfficos que han
proporcionado instrucci6n y esparcimiento a la poblaci6n letrada de la capital. Nos invita a realizar un recorrido
a pie por nuestro centro historico, Ueno de leyendas y de cr6nicas, y nos
despierta un gran interes en ahondar
en la historia de la vida cultural de
nuestra gran metr6poli.
Lilia Guiot de la Garza
Instituto Mora
RESENAS
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