Gabriela Universal - Santiago Borda-Malo Echeverri Cabe comentar que Gabriela hizo caso omiso –en la selección primera que realizó de sus poemas-, de “Los sonetos de la muerte”, que aparecen en este contexto de “Desolación”. Ocupan un lugar discreto, como si la autora quisiera deliberadamente preservarlos de la vulgarización y el ‘manoseo’ del populacho que explotó morbosamente (de modo sensacionalista, ‘amarillista’ y macabrista) su drama personal. ¡Cuánto le dolió esto a ella, que nunca fue una mujer vulgar u ordinaria! Tánto le dolió, que prefirió esconderlos... Conmueve ver en ellos –de todas maneras- la precocidad literaria de una joven poetisa de escasos 25 años de edad. Este tríptico de sonetos en serventesios alejandrinos de pulidos hemistiquios no fáciles de lograr en un poeta novicio, evidencian la maestría expresiva en imágenes conmovedoras más que truculentas o escabrosas, arrancadas a sus entrañas, donde no faltan asonancias eufónicas (‘en la zona de los sinos’, paronomasia bien lograda) e incluso la figura literaria y licencia poética de la diéresis o diptongación ‘bri-o-samente’... ¡Todo ello dentro de una búsqueda metafísica (con curiosos influjos astrológicos propios de su etapa teosófica), que reclama una respuesta a su zozobra, como si hasta en los astros rasguñase rastros y rostros de Luz! Y al final apela a la bondad divina: ¿Qué no sé del amor, que no tuve piedad? Tú que vas a juzgarme, lo comprendes, Señor!” Esta es la exclamación final, rotunda y desafiante, casi imprecatoria de su corazón cristalino. Y pasamos de largo, como ella... “Interrogaciones”. Se trata de un poema escrito en ocho cuartetos serventesios de versos alejandrinos, clásico esquema métrico muy usado por Gabriela. Es una prolongación de “Los sonetos de la muerte” anteriores, con la misma especulación filosófica que rastrea una contestación a su acuciante interrogante: ¿Cómo quedan, Señor, durmiendo los suicidas? (...) hacia un ancla invisible las manos orientadas? Admira el fascinante plectro (léase inspiración, estilo en poesía) de esta mujer alada, que a partir de símiles tan crudos se eleva ‘en crepitar de alas - 122 -