Reg.: A y S t 247 p 160-168. En la ciudad de Santa Fe a los tres días del mes de diciembre del año dos mil doce, se reunieron en acuerdo los señores Ministros de la Corte Suprema de Justicia de la Provincia, doctores Daniel Aníbal Erbetta, Rafael Francisco Gutiérrez, Mario Luis Netri y Eduardo Guillermo Spuler con la presidencia del señor Ministro decano doctor Roberto Héctor Falistocco a fin de dictar sentencia en los autos "TIBUSSI, Osvaldo Enrique contra RHAIEL, Fernando Javier y otros -ejecutivo (Expte. 59/08 -CUIJ 21-00043250-1) sobre RECURSO DE INCONSTITUCIONALIDAD" (Expte C.S.J. N° 74, año 2012). Se resolvió someter a decisión las siguientes cuestiones: PRIMERA: ¿es admisible el recurso interpuesto? SEGUNDA: en su caso, ¿es procedente? TERCERA: en consecuencia, ¿qué resolución corresponde dictar?. Asimismo, se emitieron los votos en el orden que realizaron el estudio de la causa, o sea, doctores: Netri, Falistocco, Erbetta, Spuler y Gutiérrez. A la primera cuestión, el señor Ministro doctor Netri dijo: 1. La materia litigiosa en lo que resulta de interés, puede resumirse así: 1.1. Osvaldo Enrique Tibussi, por apoderado, promovió demanda ejecutiva contra Carlos Alfredo Viaut y Fernando Rhaiel por la suma de U$S2.480 con más costas e intereses hasta el momento de su efectivo pago. Relató que la deuda provenía de la falta de pago de cuatro pagarés a la vista sin protesto suscriptos por los accionados el 05.12.04, con vencimiento el 14.12.2004 (fs. 3/v.). Luego de proveída la demanda, el actor la amplió por U$S5.580, alegando el vencimiento de otros nueve pagarés a la vista y sin protesto suscriptos por los mismos demandados en la misma fecha que los primeros y con idéntico vencimiento (fs. 21/v.). Acreditado el fallecimiento del codemandado Viaut, el expediente fue remitido al Juzgado de Primera Instancia de Distrito en lo Civil y Comercial N° 7 de la ciudad de Santa Fe -por encontrarse allí radicado el juicio sucesorio del referido accionado- donde se proveyó la ampliación de la demanda, citándose a los herederos declarados de Viaut a comparecer a estar a derecho. 1.2. El codemandado Rahiel fue declarado rebelde (f. 65v.) y las herederas de Viaut comparecieron (fs. 39 y 48) y a su turno, opusieron “excepción de falsedad- alteración del documento- art. 88 -pago del documento original-prescripción sobre fecha original” (fs. 79/81). Expresaron que los pagarés ejecutados estaban siendo utilizados para cometer un delito de defraudación mediante falsedad intelectual y material del instrumento y que habían efectuado una denuncia penal contra el actor y el codemandado Rahiel, situación que producía la inhabilidad del título para cobrarlo en esta causa. Relataron que los documentos que pretendían ejecutarse habían formado parte del libramiento de dieciséis pagarés de igual suma con vencimientos a partir del 30.05.1998 los que instrumentaron el pago en cuotas de la compra a Rubén Sabena del videoclub “Ghost” por parte de los entonces cónyuges Fernando Rhaiel y Lucrecia Viaut. Siguieron diciendo que los títulos habían sido abonados en su totalidad al tenedor legítimo -Sabena- y devueltos y restituidos por parte de dicho acreedor en cada pago, a Lucrecia Viaut; que la documentación se encontraba en la casa que compartían ella y su cónyuge Fernando Rhaiel; que con el tiempo comenzaron a existir problemas en el matrimonio que culminaron con la iniciación del correspondiente juicio de divorcio; y que en tales circunstancias, el señor Rhaiel se retiró del hogar conyugal, llevándose consigo los pagarés ya cancelados y abonados con la evidente intención -agregaron- de defraudar a su ex cónyuge, cuñadas y suegro, como lo estaba haciendo en el presente proceso. Manifestaron que a la fecha de la aparente suscripción de los documentos que se pretendían ejecutar, la conflictiva relación existente entre los ahora codemandados -dando cuenta de las diversas actuaciones judiciales a las que sus disputas dieron lugar-, tornaba imposible e inimaginable que el señor Viaut se constituyera en codeudor junto a su ex yerno Rhaiel. En definitiva, consideraron las accionadas que los pagarés en ejecución habían sido adulterados; que dicha alteración consistía en haberles cortado a los referidos títulos “... en línea recta, por la parte superior de los mismos, donde constaba pre-impreso las palabras ‘sellado’ y ‘vence el...de...19...’”; que en los pagarés figuraban sólo las fechas de vencimiento que iban desde el 30.05.1998 hasta el 30.08.1999 y el monto cartular documentado de U$S620 en letras y números -mismo monto por el que se habrían emitido cada uno de los pagarés que se pretendían ejecutar- más las firmas de ambos obligados al pago, hallándose el resto del documento en blanco; y en consecuencia, en virtud de lo dispuesto por el artículo 88 del decreto 5965/63, la alteración ilícita por el cambio de las declaraciones cartulares no obligaba al firmante Carlos Viaut ni por ende, a sus herederos. Por último, solicitaron la paralización de la causa hasta que se resolviera definitivamente la absolución o la condena de los acusados en el proceso penal que se había iniciado a partir de la denuncia de su parte, entre los que se encontraba el actor de esta ejecución; todo ello a tenor de lo normado en el artículo 1101 del Código Civil. 1.3. Rechazado el pedido de suspensión del juicio y corrido traslado de las excepciones interpuestas a la parte actora (f. 81v.), ésta las contestó (fs. 83/84), negando todas y cada una de las afirmaciones efectuadas por las demandadas por falaces, mentirosas y temerarias. Asimismo manifestó que su parte era el legítimo tenedor de los documentos que se querían ejecutar, que éstos reunían los requisitos legales bastándose a sí mismos y que las excepcionantes habían reconocido que la firma inserta en los pagarés era del primigeniamente demandado Viaut. 1.4. Abierta la causa a prueba, cada parte ofreció las suyas (f. 85) habiendo sido proveídas (f. 102) y producidas las que constan en autos. Clausurado el período probatorio y agregados los alegatos de las partes, se llamaron autos para sentencia (f. 205v.). 1.5. El Juez de Primera Instancia de Distrito en lo Civil y Comercial N° 7 de Santa Fe, por sentencia 995 del 04.12.2007, rechazó la excepción de falsedad material de título opuesta por las herederas de Carlos Alfredo Viaut y en consecuencia, mandó “llevar adelante la ejecución contra éste y contra Fernando Javier Rahiel” (f. 221; cfr. fs. 218/221). Para así resolver consideró el Magistrado que los pagarés gozan de una presunción de legitimidad legal, razón por la cual la prueba de su falsedad o alteración está puesta en cabeza de quien la invoca y debe ser contundente; que la prueba pertinente por excelencia cuando de demostrar adulteraciones materiales de documentos se trata, es la pericial caligráfica, prueba que si bien había sido ofrecida por la parte excepcionante no se había producido; y que -en resumidas cuentas- de las constancias agregadas a la causa, no surgía acreditada la adulteración denunciada. 1.6. Apelado este pronunciamiento por las herederas del codemandado Viaut, los autos fueron elevados a la Sala Segunda de la Cámara de Apelación en lo Civil y Comercial de esta ciudad, agregándose a solicitud de las apelantes, copia certificada del informe pericial caligráfico efectuado en la causa “Viaut, Lucrecia s/ denuncia” (fs. 267/273), proceso que además fue solicitado “ad effectum videndi” como medida para mejor proveer (f. 286). Por decreto del 29 de septiembre de 2009, el Vocal doctor Drago ordenó la suspensión del pronunciamiento de la causa hasta que “quedare firme el definitivo del proceso penal en trámite”, atento a las constancias de autos y a la causa penal que se tuvo a la vista y lo dispuesto en la última parte del artículo 21 del Código Procesal Civil y Comercial de la Provincia y a fin de evitar la posibilidad de un escándalo jurídico en razón de la materia comprometida (f. 310). Contra esta decisión, la parte apelada interpuso recurso de revocatoria (fs. 314/v.), el que fue admitido por el Tribunal, revocando en consecuencia el decreto referido (fs. 319/v.). Como fundamentos de la decisión, los Sentenciantes expresaron que -como ya habían sostenido en pronunciamientos anteriores- como regla, el juicio criminal pendiente no resulta obstáculo para que se dicte sentencia de trance y remate pues ésta sólo tiene fuerza de cosa juzgada formal y por ende, no es sentencia definitiva; y que si bien existían excepciones a este principio -según jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia de la Nación- cuando median posibilidades ciertas de comisión de fraude, no era éste el caso de autos. 1.7. La Sala, por acuerdo 166 del 5 de septiembre de 2011, rechazó -por mayoría- los recursos de nulidad y apelación, con costas a las recurrentes vencidas (fs. 343/345). Los Magistrados cuyos votos concurrieron a formar la mayoría sostuvieron que la sentencia de primera instancia debía ser confirmada por sus propios fundamentos y porque ninguna de las circunstancias alegadas por las impugnantes obstaba al progreso de la acción. En abono de esta conclusión, consideraron que la suscripción de los títulos no había sido negada por las recurrentes; que no se daba en el caso un supuesto de “alteración ilícita” o “adulteración” sino que se trataba de un presunto abuso de firma en blanco no probado -siendo que el régimen legal aplicable autoriza implícitamente la emisión de pagarés en blanco a condición de que sean completados antes de su presentación y que su llenado por el portador legitimado conlleva el acto de integración del título sin importar adulterarlo o falsificarlo-; que en los pagarés en ejecución no se observaban signos visibles de adulteración, no advirtiéndose supresiones o interlineados que alteraran el texto de la declaración; y en especial, que el “corte o cercenamiento de la parte superior” del formulario invocado por las excepcionantes no era una alteración ni una adulteración en tanto no estaba probado que por medio de ese corte se hubiera modificado una “anterior realidad cartular”, esto es, sino se había probado que en el renglón seccionado había una fecha de vencimiento distinta, no había alteración ni adulteración. En definitiva, entendieron que no estaba acreditado que hubiera una constancia marginal con la original fecha de vencimiento “diferente” de la que se apreciaba en el cuerpo del documento y, en suma, no había existido por parte del Juez a quo la criticada “prescindencia del meollo de la excepción de falsedad” ya que cortar el borde de un formulario no es falsificar o adulterar si simultáneamente no se prueba que por vía de ese corte se modificó, ilícitamente, la declaración cambiaria original. 2. Contra esta resolución, interpusieron las herederas del codemandado Viaut recurso de inconstitucionalidad con fundamento en el artículo 1, inciso 3, ley 7055 en el entendimiento de que la sentencia impugnada adolecía del vicio de arbitrariedad por su notorio apartamiento de la sana crítica en la apreciación de hechos, constancias y pruebas decisivas (fs. 363/372). Afirmaron que el Tribunal no había considerado una cuestión probada como lo era la fecha original de los pagarés presentados a ejecución, y que había interpretado erróneamente el caso toda vez que su parte nunca había indicado como defensa el abuso de firma en blanco -habiendo reconocido que los montos en letras y números insertados en los pagarés existían antes de ser sustraídos- sino que la excepción de falsedad y prescripción incoadas tenían su fundamento en la alteración, adulteración u ocultamiento material de los títulos que había consistido en cortar los pagarés recuperados. Manifestaron las recurrentes que la afirmación de la Sala de que no se había probado que en el renglón seccionado hubiera una fecha distinta de vencimiento resultaba totalmente contraria a la realidad existente en el expediente por cuanto se encontraba acreditado -mediante la pericial y las testimoniales rendidas en la causa- que los pagarés presentados a ejecución habían sido mutilados en su parte superior, modificándose con ese corte una “anterior realidad cartular”: la fecha original de vencimiento, razón por la cual los títulos estaban privados de fuerza ejecutiva. En relación a la prescripción, entendieron que su declaración era consecuencia de la determinación de la fecha de vencimiento de los títulos valores; que habían probado la existencia de una modificación intencional del texto del documento por lo que se encontraban legitimadas para valerse de la presunción legal de que la firma había sido puesta antes de la modificación; y que la deuda original, por la que se habían librado los pagarés, había sido cancelada. En definitiva, señalaron las impugnantes que no cabía duda de que el fallo recurrido resultaba arbitrario por cuanto había decidido con prescindencia de dos pruebas capitales -pericial caligráfica y testimonial- no desvirtuadas por ninguna otra, y soslayado la cuestión sustancial alegada en autos. 3. La Sala, mediante auto 29 del 1 de marzo de 2012, concedió el recurso de inconstitucionalidad, considerando que frente a los vicios apuntados, a través de una apreciación mínima y provisoria de hipótesis abstractas de arbitrariedad (inc. 3, art. 1, ley 7055), en relación directa con el litigio resuelto, y asimismo ante el riesgo de afectar derechos constitucionales reconocidos (arts. 17 y 18 de la C.N. y arts. 6, 7 y 15 de la C. Pcial.), eventualmente podría darse la conexión necesaria con la realidad del caso en el planteo, concurriendo una cuestión constitucional decisiva (fs. 381/383v.). 4. En orden al examen de admisibilidad que le compete efectuar a esta Corte en virtud del artículo 11 de la ley 7055, no encuentro razones para apartarme de lo resuelto por la Cámara al conceder el presente recurso de inconstitucionalidad. En consecuencia, considero que se encuentran satisfechos los recaudos formales de la impugnación y que la postulación de las recurrentes ostenta idoneidad suficiente para operar la apertura de esta instancia de excepción. Voto, pues, por la afirmativa. A la misma cuestión, los señores Ministros doctores Falistocco, Erbetta, Spuler y Gutiérrez expresaron idénticos fundamentos a los vertidos por el señor Ministro doctor Netri y votaron en igual sentido. A la segunda cuestión, el señor Ministro doctor Netri dijo: 1. Cabe anticipar que el estudio del expediente me convence de que la impugnación merece favorable acogida en esta instancia, pues si bien los agravios planteados remiten al examen de cuestiones -como lo son las vinculadas con la valoración de hechos y pruebas- que por su naturaleza resultan ajenas en principio al recurso reglado por la ley 7055, corresponde hacer excepción a dicha regla cuando lo decidido ha supuesto transponer efectivamente el límite de razonabilidad a que está subordinada la referida valoración (cfr. Fallos:311:948 y 2547; 314:174, etc.), demostrándose que en el caso, la operación intelectual desarrollada en el proceso de formación de la sentencia carece de bases aceptables con arreglo a los preceptos legales que gobiernan la ponderación de las probanzas y que se prescindió de valoración de pruebas regularmente incorporadas que resultaban esenciales para la solución del proceso. 2. Sucintamente, la cuestión litigiosa configurada en los presentes puede resumirse en la determinación de si los elementos de convicción arrimados a la causa poseían entidad suficiente para sustentar las excepciones de falsedad de título y de prescripción interpuestas por la parte codemandada a la luz de la supuesta maniobra fraudulenta denunciada por aquélla consistente en haberse cercenado los pagarés -cortándole el margen superior en el que figuraba la fecha de vencimiento original- para luego completarlos con una nueva fecha de vencimiento. En primer lugar, la Cámara entendió que, basándose en la propia versión de las ejecutadas, no se trataba de un supuesto de “alteración ilícita” o “adulteración” sino de un presunto abuso de firma en blanco que, en todo caso, no había sido probado. Esta respuesta jurisdiccional ya “per se” merece reproche constitucional. En efecto: Sólo a partir de una interpretación irrazonable de las constancias de la causa el Tribunal pudo arribar a que el “thema decidendum” estaba orientado a un presunto abuso de firma en blanco. Ello es así, por cuanto de un somero análisis de la contestación de la citación de remate se advierte que la parte codemandada, ante todo, no negó la autenticidad de las firmas ni la circunstancia de que parte de los documentos ejecutados se encontraba sin llenar pues toda su defensa se fundamentó en que los pagarés originales -que, vale aclarar, habían sido emitidos en favor de otra persona y oportunamente pagados- tenían en la parte superior una fecha de vencimiento distinta a la que presentan los títulos traídos al proceso, y que la alteración consistía en el cercenamiento de ese borde superior, para luego completarlos con una fecha de vencimiento posterior y así, poder ejecutarlos. En otras palabras, el presunto abuso de firma en blanco que la Cámara tuvo como postulado inicial de su razonamiento se contradice abiertamente con la reacción de las ejecutadas que transitaron su defensa por un andarivel distinto al propuesto por los Jueces, esto es -y como ya se dijo-, la alteración o cercenamiento del título (cfr. fs. 79/81). 3. Ahora bien, cierto es que la Cámara volvió sobre sus pasos y de manera inconexa y sin solución de continuidad abordó la resistencia de la parte codemandada. Así, la mayoría del Tribunal entendió por un lado, que en los pagarés ejecutados no se observaban signos visibles de adulteración, es decir, no se advertían supresiones o interlineados que alteraran el texto de la declaración y, por el otro, que el “corte” o “cercenamiento de la parte superior del formulario” no era una alteración ni una adulteración en tanto no se probara que por medio de ese corte se hubiera modificado una “anterior realidad cartular” (f. 344v.). Sin embargo, estas conclusiones de la Cámara adolecen de las condiciones mínimas necesarias para satisfacer el derecho a la jurisdicción en tanto en su argumentación anida una arbitraria selección y valoración del material probatorio reunido en la causa. Repárese en tal sentido, que la afirmación del Tribunal respecto a que no se advertían signos visibles de adulteración por no haberse probado que con el cercenamiento del borde superior de los títulos se hubiera modificado una “anterior realidad cartular”, no se hace cargo del informe pericial caligráfico. En este orden de ideas, es imperioso remarcar que el perito sostuvo que los catorce pagarés incriminados -los presentados a ejecución y el aportado como prueba por las ejecutadas para intentar demostrar la redacción original que tenían los títulos- detentaban características morfológicas análogas pero que los más chicos habían sido cercenados en su parte superior; que para su llenado se había utilizado más de un elemento escritor al advertirse una disímil coloración en las tintas y constatarse la presencia de más de un puño escritor; y que si bien no podía determinarse la antigüedad de las tintas empleadas para su llenado, sí podía dilucidarse una cronología en ellas -a partir del análisis de los dobleces y de la superposición de trazos-, concluyendo que la signatura presenta una impresión primaria en relación a las escrituras que responden al llenado del domicilio de pago, y que el importe “seiscientos pesos” y la expresión “firma y aclaración” exhiben una impresión primaria respecto de los sectores que ostentan “fechas, nombre del receptor del importe, datos del firmante, y lugar de pago” (cfr. fs. 270v./271v.). Desde luego, que el Tribunal pudo arribar a las conclusiones que llegó dando fundadas razones para apartarse del dictamen pericial y ello no configuraría una cuestión constitucional. Pero lo que no podía obviar era la ponderación de una prueba que tenía decisividad para dilucidar la controversia en torno al cercenamiento o no de los pagarés. A fuerza de reiterarlo, los datos brindados por el informe pericial resultaban de valoración inexorable para los Jueces de la causa; y en consecuencia, la Cámara debía ponderarlo, expresando en todo caso, las razones que le permitían sostener que las deducciones periciales no obstaban a concluir que los pagarés no presentaban signos de adulteración. Ése fue el camino adoptado por el Magistrado que quedó en minoría en tanto sostuvo que las recurrentes habían probado que los trece pagarés base de la ejecución habían sido cercenados en el sector superior, basando esta conclusión en el dictamen del Calígrafo Público de la Sección Pericias Caligráficas dependiente del Grupo Técnico Criminalístico de la agrupación Unidades Especiales de la Unidad Regional I de la Policía de la Provincia de Santa Fe. Por otro lado, a esta prescindencia de prueba decisiva se le suma la de otros elementos de convicción que revestían trascendencia para dar respuesta fundada a las excepciones deducidas: el contrato de compraventa y la testimonial de Sabena referidas a la operación que había dado origen a la emisión de los pagarés según la versión de las ejecutadas; los dichos de los testigos que daban cuenta de la mala relación existente entre los codemandados Rhaiel y Viaut al momento de la supuesta firma de los títulos; y el convenio de pago, la sentencia de divorcio y la constancia de la denuncia policial que Viaut efectúo contra Rhaiel acompañadas a la causa por las ejecutadas con idéntico fin. Y bien, este cúmulo probatorio fue preterido en su análisis por los Sentenciantes por lo que la solución arribada de que no se había probado que los documentos tuvieran una realidad cartular anterior deviene como una afirmación dogmática carente de sustentación objetiva. A lo que se suma otro dato que no podía dejar de ser tenido en cuenta a la hora de resolver la presente causa: la actitud del actor, Osvaldo Tibussi, quien no sólo no pudo brindar mayores precisiones acerca de la operatoria por medio de la cual le habían sido otorgados los pagarés que pretendía ejecutar -incurriendo incluso, en algunas inexactitudes- sino que, en la causa penal iniciada por las recurrentes contra él, se encuentra con pedido de captura (cfr. f. 329). En definitiva, frente a las pruebas existentes en la causa correspondía la explicitación por parte de los Magistrados de las razones por las cuales consideraban que las pruebas aludidas no resultaban suficientes para acreditar la versión brindada por las excepcionantes, por lo que esta ausencia de fundamentación a la hora de valorar las pruebas, sumada a la prescindencia de aquéllas que resultaban de imperativo análisis coadyuvan a la configuración en los presentes de un supuesto de arbitrariedad decididamente fáctica y probatoria que impone la descalificación de la sentencia como acto jurisdiccional válido. Voto, pues, por la afirmativa. A la misma cuestión, los señores Ministros doctores Falistocco, Erbetta, Spuler y Gutiérrez expresaron idénticos fundamentos a los vertidos por el señor Ministro doctor Netri y votaron en igual sentido. A la tercera cuestión, el señor Ministro doctor Netri dijo: Atento el resultado obtenido al tratar las cuestiones anteriores, corresponde declarar procedente el recurso de inconstitucionalidad y, en consecuencia, anular la sentencia impugnada. Remitir la causa al tribunal que corresponda a los fines de que la misma sea nuevamente juzgada. Con costas a la vencida (art. 12, ley 7055). Así voto. A la misma cuestión, los señores Ministros doctores Falistocco, Erbetta, Spuler y Gutiérrez dijeron que la resolución que correspondía dictar era la propuesta por el señor Ministro doctor Netri y votaron en igual sentido. En mérito a los fundamentos del acuerdo que antecede, la Corte Suprema de Justicia de la Provincia RESOLVIÓ: declarar procedente el recurso de inconstitucionalidad y, en consecuencia, anular la sentencia impugnada. Remitir la causa al tribunal que corresponda a los fines de que la misma sea nuevamente juzgada. Con costas a la vencida (art. 12, ley 7055). Registrarlo y hacerlo saber. Con lo que concluyó el acto, firmando el señor Ministro decano y los señores Ministros por ante mí, doy fe. Fdo.: FALISTOCCO-ERBETTA-GUTIÉRREZ-NETRI-SPULERFernández Riestra (Secrearia)