Los cambios y movimientos sociales (1510359)

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LOS CAMBIOS Y MOVIMIENTOS SOCIALES
EL MOVIMIENTO OBRERO
Las primeras acciones:
El proletariado comienza su actividad organizativa y reivindicativa casi
simultáneamente a su aparición, tanto en alianza con otros grupos sociales, como
de forma independiente.
Entre las primeras manifestaciones colectivas del descontento obrero destacan las
que tenían como objetivo la destrucción de las fábricas y las máquinas, a las
que se consideraba responsables del deterioro de las condiciones de vida de los
obreros y del desempleo, principal azote del proletariado. Se dieron desde finales
del siglo XVIII.
Estas protestas son conocidas con el nombre de ludismo, en referencia a un obrero
tejedor llamado Nedd Ludd, simbólico iniciador del movimiento. Contra los
incendiarios y mecanoclastas se dictaron en toda Europa severas leyes, en las que
se llegaba, como en la promulgada en Inglaterra en 1812, a instaurar la pena de
muerte contra los "ludditas".
Junto a estos drásticos procedimientos, e intentando superarlos, se buscaron
fórmulas de acción y de organización que garantizaran la presión obrera. A finales
del siglo XVIII nacían en Inglaterra las primeras sociedades de amistad
(mutualidades), hermandades o clubs obreros, antecedentes de los sindicatos.
Comienza la organización:
La represión del ludismo y la prohibición de las
asociaciones obreras condujo a las masas
trabajadoras, así como a algunos intelectuales y
empresarios, a buscar fórmulas que resolvieran
el acuciante problema de las duras condiciones
de vida del proletariado. Tras un período de
clandestinidad sindical, en 1824 se autorizó en
Inglaterra la formación de Trade Unions,
sindicatos por oficio que poco a poco tendieron a
unirse hasta topar con nuevas prohibiciones.
En los años 30 del siglo XIX surgió el Cartismo, movimiento pacífico que mediante
sus manifestaciones y actos públicos consiguió reunir casi dos millones de firmas en
defensa de una Carta del pueblo (1837), mediante la cual se solicitaba a la
Cámara de los Comunes británica el sufragio universal, mayor representatividad de los
votos y otras reformas electorales, con las que pretendían lograr mejoras laborales,
educativas y sociales. Algunas manifestaciones cartistas fueron reprimidas de forma
sangrienta, lo que contribuyó a la finalización de un movimiento que, en todo caso,
debe considerarse un éxito como ensayo de movilización general de las masas
obreras.
El socialismo premarxista o utópico:
El socialismo surgirá como pensamiento opuesto a los planteamientos del liberalismo,
aunque compartía con él sus bases ideológicas: el racionalismo ilustrado del S.
XVIII (en la versión de Rousseau) y la creencia en los derechos naturales del hombre.
En la primera mitad del S. XIX, los primeros socialistas condenaron la injusticia de la
sociedad industrial y criticaron un desarrollo económico que producía miseria.
Defendieron la dignidad del individuo y la solidaridad colectiva como principios
morales, elaborando proyectos de sociedades ideales que pretendían una igualdad
social. Más tarde fueron denominados “utópicos” porque creían que la nueva
sociedad que planteaban era deseable para todos y se pondría en marcha por la
simple voluntad de la humanidad.
El francés Luis Blanc apostaba por el sufragio universal y proponía la creación de
talleres cooperativos dirigidos por el Estado. Charles Fourier defendió la creación
de falansterios: agrupaciones comunitarias donde la propiedad era colectiva y
hombres, mujeres y niños compartían todas las tareas. El inglés Robert Owen,
participó en la lucha sindical y defendió la organización de cooperativas donde
desaparecería la explotación y se desarrollaría la educación, y cuya extensión nacional
terminaría por reemplazar al Estado. Aplicaría estos principios en su fábrica textil de
New Lanark, en Escocia.
Louis Blanc
Charles Fourier
Robert Owen
Falansterio
New Lanark
El movimiento obrero desde 1848:
Desde 1848, el movimiento obrero adopta a menudo la forma de una
verdadera guerra de clases. La represión de las manifestaciones cartistas
de ese año y las luchas de las jornadas revolucionarias de París rompieron
la alianza que hasta ese momento unía al proletariado con la burguesía.
Las nuevas formulaciones, el marxismo y el anarquismo, considerarán la
lucha como único medio de emancipación y aspirarán a la superación de la
sociedad capitalista y de la explotación obrera.
EL MARXISMO Y EL ANARQUISMO
El Marxismo o socialismo científico:
Tras estudiar a los filósofos alemanes (Hegel,
Feuerbach) y a los economistas clásicos (Smith,
Ricardo), Marx formula en sus escritos una nueva
concepción del mundo basada en la crítica al sistema
capitalista, al que ve condenado a desaparecer por
sus propias contradicciones y por la acción del
proletariado que, tras alcanzar el poder, aspirará a
crear una sociedad sin propiedad privada, sin
explotación y sin clases.
Tras la publicación, junto con Engels, del Manifiesto
Comunista (1848), sus teorías tienen una gran
repercusión en las masas obreras y adquieren una
praxis sin la cual no tendría sentido, según sus
palabras, su actividad intelectual:
"Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos
modos el mundo, pero de lo que se trata es de
transformarlo".
Karl Marx
La teoría marxista se asentó sobre tres bases:
• El análisis del pasado entendido como una lucha
de clases: toda sociedad engendra sus propias
contradicciones, que, tarde o temprano, acababan
destruyéndola; en su lugar, van surgiendo sistemas
sociales y económicos nuevos. De esa forma, el
feudalismo había sido sustituido por el capitalismo y este
debía dejar paso al socialismo.
• Crítica del capitalismo: Marx planteó en El Capital,
una demoledora crítica de ese sistema. La gran diferencia
entre el salario del trabajador y el valor de lo que
producía, la plusvalía, pasaba a manos del empresario
capitalista, quien no lo merecía. Además, el trabajo del
obrero en las fábricas, llevaba a su alienación.
• Dictadura del proletariado: para lograr los fines de la
sociedad comunista sería necesaria la derrota de la
burguesía y la toma del poder político por los
trabajadores, que abriría una situación transitoria de
dictadura del proletariado para conseguir la desaparición
de todas las clases y, de esta forma, llegar a la sociedad
igualitaria.
El anarquismo:
El término anarquismo es de origen griego y significa sin
autoridad ni poder. Esta ideología, junto con el marxismo, constituye una de las
corrientes del socialismo. Ambas coinciden en la crítica al capitalismo y en la
necesidad de su eliminación, pero difieren radicalmente en cuanto a los métodos
para conseguirlo. A lo largo del siglo XIX ambos pensamientos se fueron alejando,
hasta convertirse en antagonistas.
El anarquismo estuvo muy influido por la idea roussoniana de que el individuo es
bueno por naturaleza y es la sociedad quien destruye su felicidad.
Alcanzó su máxima influencia en el seno de sociedades escasamente industrializadas España, Italia y Rusia-, en tanto que en países más avanzados tuvo mayor peso el
marxismo.
En España el anarcosindicalismo se materializó en la creación de organizaciones
como la CNT (Confederación General del Trabajo) que jugaron un importante papel en
el primer tercio del siglo XX.
Algunos sectores del anarquismo preconizaron la acción radical y violenta. Ello se
concretó en atentados terroristas que reputaron esta corriente de agresiva y
salvaje.
La teoría anarquista:
El pensamiento anarquista no es uniforme, sin embargo, sus defensores
comparten algunas ideas afines:
El rechazo de cualquier tipo de autoridad y defensa de la libertad
individual:
Para los anarquistas el Estado capitalista constituye una estructura que
posibilita la explotación de la clase obrera y por ello debe ser destruido.
Rechaza tanto el juego político como la organización de partidos. El medio
fundamental para eliminar al Estado es la huelga general, que permite
arruinar a la burguesía.
La organización social ha de estructurarse de abajo arriba, partiendo de
pequeñas comunidades autosuficientes y por libre decisión de sus
miembros, expresada a través del sufragio universal, nunca por
imposición.
La abolición de la propiedad, ya que ésta es considerada como un robo
cuando se consigue sin trabajo. El derecho a la herencia (origen del status
social) ha de eliminarse y sustituirse por la colectivización de los bienes.
La importancia de la educación. El hombre solo será libre cuando sea
capaz de pensar por sí mismo y el mejor medio para conseguirlo es una
esmerada instrucción.
Pierre Joseph Proudhon (1809-1865)
Su influencia se dejó sentir hasta la década
de los años 60 del siglo XIX, a partir de la
cual alcanzaron más relevancia las ideas de
Bakunin y Kropotkin. Aunque muy
relacionado con el grupo de los socialistas
utópicos, de quien fue contemporáneo, se le
considera el fundador del anarquismo. Confió
en la vía pacífica y en la ayuda mutua como
formas de conseguir la liberación del
hombre, siendo ajeno a los anarquistas que
alentaron el uso de la violencia.
Bakunin (1814-1876)
Propuso la colectivización de los medios de producción (capital, tierra, industrias,
etc), pero no así de los frutos que se obtienen de ellos. En esto difería de la postura
más radical de Kropotkin quien sostenía que dichos frutos también debían ser de
propiedad colectiva.
Según Bakunin, el Estado y otras instituciones como la Iglesia y el Ejército han de ser
reemplazados por una federación de comunas creadas de forma espontánea. Minimizó
el papel de los partidos políticos revolucionarios como instrumento de transformación
social e igualmente rechazó el juego político parlamentario.
Kropotkin (1842-1921)
Aristócrata ruso antizarista, muy influido
por las ideas de Bakunin. Abogó por una
sociedad sin Estado, donde el trabajo
intelectual y manual no estuviesen
separados y los hombres practicaran el
apoyo mutuo, la libertad, la solidaridad y
la justicia.
Kropotkin alentó la acción de los obreros
por la vía sindical, no política, siendo
representante del denominado
anarcosindicalismo.
Como instrumento indispensable para
cambiar la sociedad propuso la
educación, aunque también ponderó la
violencia para conseguirlo.
SOCIALISMO UTÓPICO
SOCIALISMO CIENTÍFICO
O MARXISTA
ANARQUISMO
 Pequeñas comunidades
con propiedad colectiva
 Estado benefactor,
protector de las
experiencias colectivas
 Economía destinada a
satisfacer las
necesidades de cada
comunidad
 Táctica política pacífica
 Organización social
igualitaria: todas las
personas con los mismos
derechos en pequeñas
comunidades
autosuficientes
 Propiedad en manos del
Estado
 Estado dictatorial previo a
la instauración definitiva
del comunismo, momento
en el que el Estado
desaparecerá
 Economía centralizada y
colectiva
 Creación de partidos y
sindicatos obreros que
promoverían la conquista
violenta del Estado por
medio de la revolución
 Sociedad sin clases
sociales. El individuo queda
anulado por la colectividad
 Propiedad colectiva
administrada por
todos
 Destrucción inmediata
del Estado
 Una economía
colectiva en la que
cada comunidad tiene
autonomía
 Rechazo de la
participación política:
revolución violenta que
acabe inmediatamente
con todas las
instituciones sociales
 Sociedad sin clases
sociales. Cada
individuo tiene plena
libertad
EL SINDICALISMO
Con anterioridad a la industrialización moderna, existieron
organizaciones, los gremios, que defendían en el seno de
la actividad artesanal a los trabajadores de un
determinado oficio. Regulaban la producción y controlaban
hasta el más mínimo detalle. Los operarios tenían la
oportunidad de ascender en la escala laboral según su
pericia y méritos.
Frente a esas organizaciones de carácter preindustrial, los
sindicatos nacieron como respuesta a los problemas
planteados por la mecanización. Representaban a obreros
desposeídos de la iniciativa y creatividad en el proceso
productivo.
La total desprotección de éstos frente a los abusos
de los capitalistas los empujó a organizarse en
asociaciones para protegerse en caso de
enfermedad, paro o inactividad huelguística.
Gremios y sindicatos respondían, por tanto, a
circunstancias económicas y sociales distintas.
A finales del siglo XVIII, en Inglaterra, cuna de la industrialización, nacieron las
primeras asociaciones de trabajadores, las llamadas sociedades de ayuda o
socorro mutuo. Su objetivo era la unión de los obreros para conseguir mejoras
laborales y salariales, operando como cajas de resistencia frente a adversidades como
la enfermedad o el desempleo.
A finales de ese siglo, por medio de una legislación represiva, las Combination
Laws (1799 y 1800), se prohibió todo tipo de asociacionismo obrero, con lo que las
organizaciones de trabajadores pasaron a ser ilegales y hubieron de ejercer su
actividad clandestinamente.
Tras la abolición aquellas leyes (1824), el asociacionismo obrero progresó
rápidamente, representado en las Trade Unions.
En 1834 Robert Owen reunió varios
sindicatos de oficio en la Great Trade
Union, alcanzando tal éxito que fue
ilegalizado por el gobierno, lo que llevó a
los líderes del movimiento obrero a
plantearse la necesidad de intentar otras
experiencias, en este caso políticas, hecho
que se concretó en el cartismo. Los
principales instrumentos de presión de que
se valieron los sindicatos en sus
reivindicaciones fueron la huelga y la
insurrección.
Los Trade Unions, aunque tolerados, no se
constituyeron legalmente hasta 1871.
Durante las siguientes décadas no dejó de
aumentar su número y el de sus afiliados, a
finales de siglo sumaban más de 2 millones.
En el resto de Europa los sindicatos
adquirieron importancia a lo largo del último
tercio del siglo XIX.
Contaban con una cuidada organización,
dependencias, financiación y funcionarios
propios, constituyéndose en elementos
indispensables en las relaciones laborales.
Así surgieron, entre otros: en Alemania la
Asociación General de Trabajadores
Alemanes (1863), en España la Unión
General de Trabajadores (UGT, 1888),
en Francia la Confédération Générale du
Travail (CGT, 1895), en Estados Unidos el
American Federation of Labor (AFL, 1886).
Armas del movimiento obrero: los partidos obreros.
A partir de 1871, la democratización de los regímenes
políticos y la implantación del sufragio general masculino
permitieron la aparición de partidos políticos obreros cuyo
objetivo era representar al proletariado en los parlamentos
nacionales.
Normalmente fueron de corte marxista, y siguieron el
modelo del que fue primero en establecerse, el partido
Socialdemocráta aleman (SPD), fundado en 1875. Pronto
surgieron otros como el Partido Socialista Obrero Español
(PSOE), en 1879; el francés Sección Francesa de la
Internacional Obrera (SFIO), en 1905, o el Laborista inglés.
LAS INTERNACIONALES OBRERAS
Uno de los rasgos distintivos del socialismo de todo
signo fue su carácter internacionalista. Carlos Marx y
otros pensadores sostenían que, al margen de la
nacionalidad a la que perteneciesen, los trabajadores
de todo el mundo sufrían los mismos problemas. Era
por tanto necesario, aunar esfuerzos, intereses y
objetivos para derrotar a la burguesía.
Fruto de esa idea, surgieron organizaciones que
intentaron servir de enlace entre grupos de
trabajadores de diferentes países en pos de la
consecución de la revolución universal. De entre
estas iniciativas destacaron dos:
• La Asociación Internacional de Trabajadores (AIT) o Primera
Internacional (1864-1876).
• La Segunda Internacional (1889-1914).
La Asociación Internacional de Trabajadores (AIT) o I Internacional Obrera:
Adoptó como sede la ciudad de Londres y estuvo integrada por asociaciones obreras de
variado signo. El encargado de redactar sus estatutos fue Carlos Marx. Las diversas
tendencias y sensibilidades que recogió, obstaculizaron en gran medida su
funcionamiento.
En 1868, a raíz de la incorporación de Bakunin, la AIT sufrió una polarización que
condujo a enfrentamientos entre dos tendencias irreconciliables: la anarquista y la
marxista.
Episodio decisivo en la división del movimiento internacionalista lo constituyó el fracaso
de la Comuna de París (1871), experiencia de carácter revolucionario que surgió tras la
derrota sufrida por las tropas francesas de Napoleón III frente a Prusia.
Como consecuencia, el Segundo Imperio Francés dejó de existir abriendose paso la III
República. Durante los primeros meses de ésta, la agitación política y social hicieron
estallar en París una revolución que condujo a la instauración de una Comuna obrera.
Tras poco más de dos meses de autogestión, las autoridades republicanas reprimieron
sangrientamente la Comuna. Aquel fracaso agravó los enfrentamientos en el seno de la
Internacional. En el Congreso de La Haya (1872), los anarquistas fueron expulsados de
la organización, que pasó a ser controlada por los marxistas hasta su disolución en
1876.
La Segunda Internacional Obrera (18891916).
Fundada en 1889, estableció su sede en
Bruselas. Excluidos los anarquistas, adoptó una
clara orientación socialista marxista, integrando
una serie de partidos socialistas de distintas
nacionalidades organizados en una federación.
Entre los objetivos fundamentales de la
asociación destacó la búsqueda de una
legislación que mejorara las condiciones de vida
de los trabajadores (subsidios de desempleo,
protección social, etc.) y, de forma especial, el
empeño en la instauración de la jornada de
ocho horas.
Signos distintivos de la II Internacional fueron la
institución de la jornada del Primero de Mayo
como fiesta reivindicativa (Día Internacional del
Trabajo), la del 4 de marzo (Día Internacional de
la Mujer Trabajadora) y el famoso himno
conocido como de la Internacional.
Entre los principales problemas a los que hubo de enfrentarse,
destacó el de la controversia ideológica de dos grupos:
El primero fue el radical, compuesto por marxistas ortodoxos,
partidarios de una revolución como fórmula para destruir el
capitalismo y cambiar la sociedad. Una de sus principales figuras
fue Rosa Luxemburgo.
El segundo, más moderado y de carácter reformista,
denominado revisionista, pues discutía algunos puntos de la
teoría marxista, como el de la lucha de clases o el materialismo
histórico. Entre sus representantes destacó E. Bernstein, que
preconizaba llegar al socialismo mediante una vía pacífica con la
participación de los trabajadores en el juego parlamentario.
La Segunda Internacional recibió el golpe de gracia tras el
estallido de la Primera Guerra Mundial, conflicto que fue incapaz
de evitar.
La clase trabajadora, dividida entre los sentimientos patrióticos y
el ideal de solidaridad internacional, optó por los primeros, se
enroló en los ejércitos contendientes y abandonó la causa que
inspiraba la organización.
No pudiendo resolver esa contradicción, en 1916 se disolvía la
Internacional.
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