La radiación cósmica de fondo Héctor Zenil Tradicionalmente, la Cosmología se sustentaba en razonamientos especulativos que no podían ser verificados. Actualmente varias misiones espaciales y satélites, con instrumentos poderosos a bordo, proporcionan información que contribuye significativamente al entendimiento de la estructura del Universo y a conformar los modelos cosmológicos modernos. El modelo cosmológico más aceptado ahora se basa en tres hallazgos fundamentales: la primera nucleosíntesis, es decir, la existencia abundante de elementos ligeros en el Universo primigenio; la expansión del Universo y la existencia de la radiación cósmica de fondo. Los tres dan sustento a la Teoría de la Gran Explosión o Big Bang. La radiación cósmica de fondo se percibe o escucha en cualquier dirección, como un ruido permanente en el Universo y se expresa también en una temperatura equivalente a 2.7 grados Kelvin. Este ruido se identificó rápidamente como el remanente o eco que debió dejar una explosión y expansión violenta del Universo, en una etapa muy temprana caliente y densa. Actualmente, con el uso de satélites modernos, se estudia esta radiación con gran precisión. Los satélites han proporcionado la primera evidencia experimental de la existencia de variaciones en la radiación cósmica de fondo. Con estos datos se ha realizado un mapa de la historia térmica del Universo que, según se cree, es la remanencia del Big Bang o Gran Explosión. Las observaciones directas de estas variaciones son muy importantes para los modelos cosmológicos actuales, pues ahora resulta claro que pueden decirnos mucho acerca de la distribución de la materia en el Universo. La radiación cósmica de fondo contiene las claves y rastros de lo que pudo haber ocurrido en las primeras fases de la evolución del Universo y nos ayudará a entender su estructura a gran escala. Cualquier fluctuación de esta radiación en el cielo puede ser detectada ahora con instrumentos especializados. Figura 1 Las fluctuaciones de la radiación cósmica de fondo son evidentes en esta imagen del satélite cosmológico COBE - COSMIC BACKGROUND EXPLORER -. Esta imagen se realizó mediante la composición de mapas del cielo tomados durante más de dos años. Figura 2 Las imágenes obtenidas con el WMAP -WILKINSON MICROWAVEANISOTROPY PROBE- han permitido mayor resolución para estudiar la distribución de materia en el Universo. Otros sitios de interés: Proyecto COBE: http://lambda.gsfc.nasa.gov/product/cobe/ Proyecto WMAP: http://map.gsfc.nasa.gov/ Proyecto PLANCK: http://astro.estec.esa.nl/SA-general/Projects/Planck/planck.html