SERVICIOS FINANCIEROS-CUENTA CORRIENTE Concepto 2006000512-001 del 9 de marzo de 2006 Síntesis: Tarifas de los servicios financieros. Libertad contractual para contratar servicios financieros. Prohibición de cobrar cuotas de manejo a depósitos en cuenta corriente que registren un saldo mínimo promedio mensual. «(…) solicita se le informe sobre el fundamento jurídico por el cual los establecimientos bancarios cobran a sus clientes cuotas de manejo por el uso de tarjetas de crédito y por paquetes de productos. Al respecto, resulta pertinente realizar las siguientes anotaciones sobre el tema de consulta, así: 1. Tarifas de los servicios financieros y facultades de la Superintendencia Financiera: En primer lugar, debe indicarse que dentro de las facultades asignadas a esta Superintendencia1 por el artículo 326 del Estatuto Orgánico del Sistema Financiero2, no se encuentra la de regular o autorizar las tarifas que cobran las instituciones financieras a sus clientes por los diferentes servicios que prestan (entre ellos cuotas de manejo) a lo que se suma el hecho de no existir normatividad alguna que unifique sus montos. Sobre el tema en cuestión, vale la pena traer a colación lo expuesto por la entonces Superintendencia Bancaria en reiteradas ocasiones, así: “(...) Las entidades sujetas a la inspección y vigilancia de la Superintendencia Bancaria, dentro de las facultades que corresponden a la órbita administrativa interna de cada establecimiento de crédito, tienen plena autonomía para fijar las tarifas que cobran por los servicios que prestan a sus clientes, sin que esta Entidad tenga injerencia al respecto. “Fundamento de lo anterior es la sentencia de la Corte Suprema de Justicia del 2 de mayo de 1968 con ponencia del Doctor Guillermo Ospina Fernández, mediante la cual se declaró inexequible el Decreto 1988 de 1966 que autorizaba a la Asociación Bancaria de Colombia para unificar las tarifas de comisiones por los servicios bancarios y a su vez, facultaba a la Superintendencia Bancaria para que aprobara dichas tarifas y vigilara el cumplimiento que las entidades le daban, so pena de imponer las sanciones legalmente previstas. Esta sentencia en uno de sus apartes afirma: ‘(...) es así que no existe ley alguna que autorice al Gobierno o a la Superintendencia bancaria para fijar las tarifas de los bancos para los servicios que prestan (...)3’”. 1 Mediante el Decreto 4327 de 2005 se fusionó la Superintendencia Bancaria de Colombia en la Superintendencia de Valores y se modificó su estructura, dando como resultado la hoy Superintendencia Financiera. 2 El Estatuto Orgánico del Sistema Financiero puede ser consultado en nuestra página web www.superfinanciera.gov.co. 3 Oficio 1998008627-2 del 24 de marzo de 1998. “(...) En este orden de ideas, las entidades financieras tienen plena autonomía para fijar las tarifas que cobran por concepto de los servicios que prestan a sus clientes, siempre que estas les hayan sido previamente informadas, y de la misma manera, estos últimos tienen libertad para decidir si aceptan las condiciones – por tratarse de contratos de adhesión – o desistir de convenir con la institución que les ofrece el servicio para acudir a otra de las alternativas que existen en el sector financiero (...)4. El anterior pronunciamiento a la fecha tiene plena vigencia en la medida en que la regulación no ha sido modificada ni se le han otorgado atribuciones a esta Superintendencia para intervenir o participar en la fijación de tarifas. En este sentido, para que proceda el cobro de tales sumas de dinero, las mismas deberán originarse en una estipulación convencionalmente establecida entre las partes contratantes, en las cuales es válido establecer las condiciones de tiempo, modo y lugar en que puede percibirse dicha remuneración así como también las bases de cuándo la misma puede ser exigida, aspectos que indudablemente no están regulados expresamente en norma alguna. Al respecto, resulta oportuno señalar que todo convenio o contrato necesita para su nacimiento del acuerdo de voluntades de las partes interesadas en perfeccionarlo. Esa facultad de los contratantes para determinar su entero arbitrio y sin más restricción el alcance y efectos del negocio que celebran constituye la autonomía de la voluntad privada, principio según el cual los particulares tienen la más amplia libertad para pactar las reglas que más convengan a sus propósitos y regir así los vínculos que entre ellos se creen. Por ello, no en vano manifiesta la doctrina: “(...) En materia de contratos, la suprema ley es la voluntad de las partes, ella es la que dicta el derecho (...)5 y explica que nuestro Código Civil al postular el artículo 1602 que “todo contrato legalmente celebrado es una ley para los contratantes” conlleva como consecuencia lógica que el mismo no podrá “ser destruido sino por un acuerdo unánime de las partes, es decir, por su mutuo disentimiento (mutuum dissensus), o por causas legales. De suerte que, por principio, una de las partes no puede dejar sin efecto la convención que ha contribuido a formar, porque su sola voluntad es insuficiente para ello”.6 En todo caso, todas aquellas inquietudes que se susciten en torno al alcance de las obligaciones pactadas, esto es, las derivadas del vínculo contractual establecido entre una entidad vigilada y su clientela, deberán dilucidarse directamente por las partes involucradas en el asunto en cuestión con sujeción a los lineamientos plasmados en el documento en que se haya instrumentado. No obstante lo expuesto en precedencia, la Circular Básica Jurídica 007 de 1996, de la entonces Superintendencia Bancaria, de manera particular estableció la prohibición de cobrar cuotas de manejo a los depósitos en cuentas corrientes bancarias que registren un 4 1998014285-2 del 6 de abril de 1998 de la Superintendencia Bancaria. ALESSANDRI, A. y SOMARRIVA, M. ‘Derecho Civil, Contratos’. Tomo I. Imprenta Universal, Santiago de Chile, 1988, página 27. 6 OSPINA FERNÁNDEZ, G. y OSPINA ACOSTA, E. ‘Teoría General del Contrato y del Negocio Jurídico’. Quinta Edición Actualizada, Temis, Bogotá, 1998, página 318. 5 saldo mínimo promedio mensual, por cuanto se consideró que esta era una forma de imponer limitaciones a los saldos de tal clase de depósitos, contrariando lo previsto por el Estatuto Orgánico del Sistema Financiero, artículo 10, literal e)7. Al respecto, la Circular8 dispuso de manera expresa lo siguiente: “Este Despacho se permite reiterarles a los establecimientos bancarios que no es viable jurídicamente imponer a los clientes la obligación de pagar una suma determinada de dinero por concepto de cuota de manejo de la cuenta corriente, cuando el promedio de la misma es inferior a una determinada suma. “En cuanto a la procedencia de cobro de la referida cuota de manejo por parte de los bancos, aún en el evento de que sea aceptada por los cuentacorrentistas, esta Superintendencia considera necesario hacer las siguientes precisiones: “El artículo 6o. de la ley 16 de 1936, actualmente incorporado en el artículo 10o. literal e) del Estatuto Orgánico del Sistema Financiero dispone que: ‘los bancos no podrán limitar o restringir en forma alguna la cuantía de los saldos provenientes de depósitos en cuentas corrientes...’ “La intención del legislador al expedir la referida norma fue la de ‘buscar corregir el abuso que viene cometiéndose por algunos bancos, de cobrar una tasa de pequeños depósitos con el fin de eliminarlos, restringiéndose así el servicio bancario’, conforme se lee en el informe de la Comisión III de la Cámara que está consignado en los Anales del Congreso. “El cobro de cuotas de manejo a las cuentas que registran un saldo mínimo promedio mensual, es una forma de imponer limitaciones a los saldos de depósitos en cuenta corriente, que contraría lo preceptuado en la norma en cuestión. El cliente, en caso de adiciones al contrato de cuenta corriente por parte del Banco -que como antes vimos es un contrato de adhesión- estaría obligado a aceptarlas so pena de que el Banco en uso de la facultad que le otorga el artículo 1389 del Código de Comercio decida dar por terminado unilateralmente el contrato, o puede, sí se niega, terminarlo directamente él mismo. Con la práctica descrita se presenta, entonces, una imposición velada del Banco para limitar la cuantía de los depósitos, que contraría lo dispuesto por el artículo 10o., literal e) del Estatuto Orgánico del Sistema Financiero”. De esta manera se tiene que, así medie consentimiento por parte del cliente para cobrar una cuota de manejo de la cuenta corriente cuando el promedio de la misma es inferior a una suma determinada, con ello se está limitando o restringiendo las cuantías de los saldos de éstas cuentas, contrariando lo dispuesto en el literal e) del artículo 10 del Estatuto Orgánico del Sistema Financiero. 2. Libertad contractual para contratar servicios financieros 7 EOSF, artículo 10. “Prohibiciones y limitaciones. Todos los establecimientos bancarios estarán sometidos a las siguientes disposiciones: (...) e) No podrán limitar o restringir en forma alguna la cuantía de los saldos provenientes de depósitos en cuentas corrientes; en caso de terminación unilateral del contrato de cuenta corriente bancaria deberán dejarse consignados expresamente los motivos que la determinaron, los cuales han de corresponder a los definidos en los respectivos manuales del establecimiento bancario”. 8 Ver Circular Básica Jurídica Título III, Capítulo 1, numeral 2.2 página 3, cuyo texto también puede consultarse en nuestra página de Internet ya indicada. Respecto de la libertad contractual, este Despacho expresó en el oficio 2000044902-1 del 24 de julio de 2000 lo siguiente: “(...) Ahora bien, pese a que la gran mayoría de los contratos celebrados entre las entidades financieras y su clientela son de adhesión, ello en modo alguno desvirtúa que las obligaciones y derechos que surgen para las partes necesariamente deben originarse en un acuerdo de voluntades, el cual constituye ley para los contratantes de conformidad con lo establecido en el artículo 1602 del Código Civil. “ ‘Conforme al presupuesto legal expuesto, toda persona natural o jurídica con capacidad de goce y de ejercicio puede legalmente, adquirir derechos y contraer obligaciones para asumir la realización de hechos, prestaciones o la simple abstención de las mismas. De igual manera, en virtud del presupuesto de la autonomía de la voluntad, por el cual una persona tiene la potestad y el libre albedrío de contratar u obligarse con otra, cada individuo tiene plena facultad de autorregularse en materia de negocios y obligaciones, con la libertad de escoger con quien contratar en sus transacciones particulares. “ ‘Por consiguiente, los usuarios del sistema financiero deben, antes de firmar el contrato de cuenta corriente, informarse suficientemente acerca de los requisitos, derechos y obligaciones que enmarcarán sus relaciones jurídico comerciales con el establecimiento bancario, a fin de adoptar la decisión que más le resulte apropiada con sus intereses, habida cuenta que la prestación de los servicios bancarios, determinan y fundamentan el cobro y otorgamiento de una serie de servicios que son ofrecidos en paquete por cada entidad, y ante los cuales el cuenta corrientista debe estar atento para aceptar o rechazar al momento de abrir la cuenta, gozando de la opción de acudir ante otro de los establecimientos bancarios que autorizados por esta Superintendencia, ofrezcan los mismos servicios en las condiciones que el cliente requiera9’. “Bajo este contexto, se considera que un servicio prestado por una institución financiera a un cliente presupone la existencia de una oferta por parte de la misma y de una aceptación del segundo, de tal suerte que el cobro que al respecto se efectúe en el convenio y en la efectiva prestación del servicio correspondiente, siendo indiferente si anteriormente la entidad cobraba o no por el mismo, pues, se reitera, lo importante es que el usuario sea previamente informado con el propósito de que decida si acepta o se abstiene de continuar con el servicio. (...)” Bajo los anteriores parámetros, si revisado el contrato en virtud del cual el establecimiento de crédito presta sus servicios financieros, usted advierte alguna irregularidad de conformidad con lo anteriormente anotado, podrá formular la correspondiente reclamación ante el defensor del cliente de la respectiva entidad o ante la Superintendencia Financiera, aportando la evidencia documentada para que, si es del caso, se inicien las respectivas investigaciones de carácter administrativo relacionadas con la situación descrita. (…).» 9 Oficio 1998005106 del 9 de febrero de 1998.