De los combustibles fósiles a las fuentes renovables Blog Infopetro Prof. Ronaldo Bicalho. Grupo de Economía de Energía – Instituto de Economía Universidad Federal de Rio de Janeiro La construcción de una política energética que administre el difícil pasaje de una economía basada en los combustibles fósiles hacia una economía de bajo contenido en carbono no es una tarea fácil. La sustitución masiva de los combustibles fosiles por fuentes de energía renovable envuelve cambios tecnológicos, económicos e institucionales significativos. Estos cambios trascienden al sector energético y abarca temas que se relacionan con un conjunto de valores asociados al papel crucial de la energía en el desarrollo económico y en el bienestar social y en la relación con los recursos naturales y el medio ambiente derivada justamente, de esta importancia. La compatibilización entre los imperativos de seguridad energética y los de cambio climático mediante el recurso a la penalización de los combustibles fósiles y al incentivo a las fuentes renovables se demuestra en la práctica mucho más compleja que lo imaginado inicialmente. La idea de reunir lo mejor de dos mundos – la auto suficiencia y las bajas emisiones, el aumento de las seguridad energética y el combate a los factores generadores del cambio climático – alrededor de la ampliación de las fuentes renovables en la matriz energética encuentra dificultades tecnológicas, económicas y político-institucionales crecientes. La primer dificultad es tecnológica y se remite a la necesidad que haya avances significativos en las tecnologías renovables para que puedan competir con las tradicionales. Estos avances se refieren a la superación de los problemas asociados al bajo coeficiente de almacenamiento, denisda y escala, característico del estado actual de desarrollo de las fuentes renovables, El problema aquí es la baja probabilidad de estar cerca de rupturas tecnológicas en este área que impliquen un desarrollo a escala masiva de las fuentes de energía limpia y barata. En verdad, el desarrollo de nuevas tecnologías energéticas limpias se revela muy dificultosos y caro, lo que hace que muchos especialistas energéticos consideren que sin un apoyo continuo y subsidios e incentivos gubernamentales, estas tecnologías tendrán un impacto muy pequeño en la matriz energética. Por ello se debe encarar con un cierto cuidado el concepto que el avance tecnológico esta a las puertas de lograr que las renovables sean competitivas para generar electricidad, o de lograr una batería que haga que el vehículo eléctrico sea capaz de competir de igual a igual con los que usan combustibles fósiles tanto en términos de precios como de autonomía. No debe olvidarse que la gran ventaja de las fuentes fósiles es su flexibilidad, o sea, su capacidad de proveer la cantidad de energía deseada, en el momento deseado. Esa “liquidez energética” que garantiza una elevada certeza de acceder inmediatamente al “poder energético”, cualquiera que sea en términos de calor o de trabajo, sin “restricción” temporal o espacial, justamente almacenamiento y alta densidad, intrínseca de estas fuentes. permite su El gran desafío de las fuentes renovables consiste exactamente en la construcción de esa flexibilidad, de esa liquides, de forma tal de permitir la sustitución en gran escala de los combustibles fósiles sin alterar el patrón de consumo de energía tradicional. En la medida que esa sustitución hoy no se sustenta tecnológicamente, por una radical reducción de sus costos, la expansión de las renovables pasa a depender de mecanismos que las vuelvan competitivas frente a otras fuentes tradicionales. Estos mecanismos terminan pasando de una forma u otra por la penalización del uso de los combustibles fósiles y por los incentivos al uso de las fuentes renovables. De esta forma, el establecimiento de un precio/costo para las emisiones de CO2, bajo la forma de una tasación o de un sistema del tipo cap and trade surge como una forma de penalizar el uso de los fósiles. Es una manera de elevar los costos de la energía derivada de los combustibles fósiles de tal forma que las tecnologías mas limpias puedan enfrentarlos en el mercado en mejores condiciones que las actuales. Por otro lado, puede intentar evitarse pesados incentivos para la expansión de las renovables mediante el recurso a mecanismos fiscales y financieros que por otras vías terminan construyendo la competitividad que se desea para estas fuentes. Tanto en un caso como en el otro, se trata de una competitividad construida institucionalmente por el Estado, lo que coloca a la política energética en el centro de la dinámica de evolución del sector energético a inicios de este milenio. Esta evolución pasara a depender de las decisiones sobre cuales serán las fuentes, los sectores, los agentes y los actores políticos que serna penalizados y cuales serán favorecidos por esas mismas decisiones. Debe notarse que la cuestión fundamental no es la sustitución de as fuentes fosiles por las renovables, sino la transición entre ellas, tanto en lo que concierne a su duración canto lo que se refiere a su contenido. La duración y el contenido de la transición son esenciales porque son los que definen la cantidad de recursos que serán desembolsados por el consumidor y/o por el contribuyente durante este proceso. Cuanto mayor sea esta cantidad, evidentemente, mayores serán los impactos tanto sobre la competitividad como sobre las cuentas públicas. En este contexto la búsqueda de una fuente de energía que pueda desempeñar el papel de puente entre la situación actual y el futuro deseado, surge como una manera de administrar los costos de la transición. La selección alemana de la energía nuclear, antes de Fukushima, yla aparente inclinación actualde los americanos por el gas natural no convencional van en esa dirección, de la búsqueda de la fuente de transición. Puede ser una fuente de emision cero, como es el caso de la nuclear, o una fuente con una tasa de emision mas baja de aquellas representadas por el carbón o los derivados del petróleo, como es el caso del gas natural. El retroceso reciente de los alemanes, descartando la energía nuclear, puede inclinar en la dirección de la transición directa, con una radicalización en el proceso de cambio que por un lado reduce la duración de este proceso y por otro aumenta sus costos y su incertidumbre. Este aumento presenta dudas sobre las reales intenciones y la sustentabilidad económica y política de la propuesta alemana. En especial cuando se observa la actual crisis europea. El cuadro actual de crisis económica y fiscalde los países desarrollados debe tomarse como un obstáculo mayor a la implementación de una politica energética agresiva de expansión masiva de las fuentes renovables debido a los costos asociados a esa implementación. No existe una forma única de encarar este problema. Si un observador mira la posición europea a partir de Bruselas podrá llegar a la conclusión que los europeos están dispuestos a pagar estos costos, cualquiera que fueran, relacionados al cambio hacia una economía de bajo contenido en carbono. Bajo otra óptica, ese mismo observador mira la posición de la mayoría republicana en la Cámara de Diputados de lo Estados Unidos y llega a la conclusión que los americanos no están dispuestos a pagar ningún costo por estos cambios. Es evidente que tanto Bruselas como los americanos no pueden ser considerados como una síntesis de la posición europea y americana. Es muy difícil hablr en términos de posiciones de síntesis que representen algún tipo de convergencia actual en torno de este tema. Sin embargo, estas posiciones sintetizan las fuertes dificultades que se encuentran cuando se busca construir una convergencia entre las políticas energéticas y ambientales en el ámbito global. Esta convergencia es imprescindible para enfrentar la naturaleza global de los problemas relacionados con el cambio climático. Considerar que en el contexto actual no existen restricciones tecnológicas y económicas para pasar de los fósiles a las renovables, y es suficiente simplemente con la voluntad política de hacerlo, es la forma mas segura de inviabilizar cualquier política que pretenda justamente hacer esta transición de forma consistente, económica, tecnológica e institucionalmente. Debe quedar claro que las restricciones tecnológicas y económicas hacen que la ampliación significativa de la participación de las fuentes renovables en la matriz energética sea un objetivo que solo puede ser alcanzado hoy mediante la fuerte intervención del Estado, utilizando mecanismos de penalización e incentivos que repercuten fuertemente en los costos y subsidios, generando contrariedades a la competitividad y al equilibrio fiscal. Abstraerse de estas restricciones y contrariedades es falsear el debate y apartarse de una solución que sea en realidad, políticamente sustentable. No es solamente la ignorancia de los impactos del cambio climatico que hacen difícil la transición hacia una economía de bajo contenido en carbono, sino la ignorancia de los costos reales de esta transición también dificultan la definición de una política consistente que administre este proceso difícil y extremadamente complejo en términos tecnológicos, económicos y políticos.