Kapitel07 10.01.2007 14:02 Uhr Seite 2 El rico insensato Lucas 12:13-21 62 El Señor Jesús había sido retado por un oyente: «¡Di a mi hermano que comparta conmigo la herencia!» Pero el Señor no dejó que lo pusieran como juez, para juzgar sobre bienes terrenales. Sin embargo dio un consejo a todos los que escuchaban:«Guardaos de toda avaricia (ansia de poseer), porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee». Para que la multitud comprendiera que todas las riquezas terrenales adquiridas no tienen valor en el más allá, les narró la parábola del rico insensato. Los niños toman conocimiento que la vida terrenal es el tiempo de preparación para la vida eterna. Reconocen que hay cosas más importantes por las cuales preocuparse que tan sólo de las riquezas terrenales, quedando pobres ante Dios. E n la misma época de Jesús, vivían dos hermanos en un pequeño poblado cerca del río Jordán. Ambos eran campesinos y tuvieron una pelea por dinero. La envidia moraba en sus corazones y los había hecho gruñones y amargados. Uno de los dos hermanos, al que llamaremos Seb, se enteró de una novedad bajo el gran árbol en la plaza del pueblo. «Jesús de Nazaret está en las cercanías», escuchó decir a la gente, que animada, contaba acerca de todo lo que había oído de este hombre especial. 1 «Iremos a su encuentro», propuso alguien. Todos estuvieron de acuerdo y se pusieron en camino sin demora. Muy pronto se encontraron con el Señor Jesús y sus acompañantes. El Señor impresionó a las personas que en silencio y con inquietud prestaban atención a sus relatos sobre Dios. Anunciaba que se debía amar a Dios y al prójimo. De pronto, se le ocurrió a Seb: «Éste es el momento propicio, este Jesús es respetado por todos; todo el mundo presta atención a sus palabras. Si delante de todas las personas le dice a mi hermano que me dé algo de dinero, éste no se podrá ne- gar». Seb se adelantó hasta llegar cerca del Señor Jesús y a pesar del nudo que se le había hecho en la garganta, logró balbucear: «¡Di a mi hermano que comparta su dinero heredado conmigo!» Repentinamente se hizo un gran silencio. El Señor Jesús miró a Seb a los ojos. Pudo observar cuán infeliz y amargado estaba. 2 Entonces, el Señor Jesús le contestó: «Yo no soy tu juez y tampoco el juez de tu hermano. Ésa no es mi función, es por ello que no te puedo decir qué debe ocurrir con el dinero. Pero os doy un consejo a todos vosotros, que me habéis escuchado: Tened cuidado de volveros codiciosos o avaros porque el sentido de la vida no radica en poseer mucho dinero. Y quiero explicaros lo que intento decir, mediante un ejemplo: Había una vez un hombre rico, un campesino, que tenía muchos siervos y grandes campos. Un año había cosechado especialmente mucho. De sus campos sembrados había obtenido mucho grano y gran cantidad de frutos. El amado Dios le había dado tanto que el campesino no sabía dónde almacenar todo». «Seguramente invitó a una gran fiesta de agradecimiento por la cosecha», interrumpió un tejedor del poblado. El Señor Jesús dirigió una mirada seria al hombre y le replicó: «No, no se tomó el tiempo para agradecer a Dios, sino que se pre- 17 Kapitel07 10.01.2007 14:02 Uhr Seite 3 Jesucristo es la resurrección guntó: ‘¿Qué haré ahora? Primero derribaré mis graneros y construiré rápidamente otros de mayor tamaño para almacenar todo y que nada se pudra’. Cuando los graneros estuvieron por fin listos, el hombre se sintió satisfecho. Se dijo: ‘Querida alma, ahora has reunido una gran provisión. Esto alcanzará para muchos años, ahora podrás comer y beber y estar alegre sin problemas’». «¡Yo también quisiera ser tan rico!», exclamó espontáneamente un oyente. «Pero ¿cuál es el final de la historia?» Jesucristo prosiguió: «Dios dijo al hombre: ‘¡Necio! Esta noche te será requerida el alma y deberás morir. ¿Qué has hecho por tu alma?’ – El hombre había pasado toda su vida trabajando y ahorrando pero por su alma nunca había hecho nada. Delante del Señor, el Creador, se hallaba pobre como un mendigo a pesar de haber sido rico en vida, porque no había acumulado tesoros verdaderos para enriquecer el alma». Ambos hermanos se miraron furtivamente. ¿Qué pensamientos se habrán cruzado en sus mentes? 3/4 Un campesino había cosechado mucho. Tuvo que construir graneros nuevos. Se hizo muy rico pero olvidó que su alma viviría eternamente. Ante Dios, el campesino era pobre porque no había cuidado de su alma. El Señor Jesús nos aconseja reunir tesoros eternos. ¿Cuáles son los tesoros que cuentan ante Dios? Los niños se ponen en la situación de los habitantes del poblado e intercambian sus comentarios respecto a lo que escucharon de Jesucristo. ¿Llegó Cristo a este mundo para decir qué tenía que suceder con el dinero o cualquier otra posesión terrenal? ¿Cuál era su misión? (Nos explicó la voluntad de Dios, se sacrificó para que nuestros pecados pudieran ser perdonados, fue un ejemplo.) Contemplamos la ilustración. Elaboramos los conceptos con los niños respecto al valor de las riquezas ante Dios (fe, amor, confianza en Dios, gratitud, actuar de manera que Dios esté contento con ello, etc.) Incentivamos a los niños para que piensen en las posibles reacciones de ambos hermanos y cuál sería el juicio que merecen. Podrían dibujar al campesino pobre (Seb) y a su hermano. 17 63