1 - Biblioteca Virtual del Principado de Asturias

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CONSEJERÍA DE EDUCACIÓN Y CULTURA DEL PRINCIPADO
IN S T IT U T O D E E S T U D IO S A S T U R IA N O S
(c. s. i. c.)
BOLETIN DEL INSTITUTO
DE
ESTUDIOS ASTURIANOS
N.° 127
AÑO XLII
OVIEDO
Julio
Septiembre
1988
SUMARIO
Págs.
Polémica epistolar entre el gran “cacique” don Alejandro Pidal y Mon
y el obispo de Oviedo Fr. Ramón Martínez Vigil, por J. L. Pérez
de Castro ................................................................................................
479
Nuevas obras y escritos del pintor José Robles, por José T o liv a r Faes
y M ig u el Suárez-Cantón ......................................................................
507
El general Elorza: Apuntes para una biografía, por R oberto Suárez M e
néndez y M .a Jesús García García ....................................................
539
Detracciones de la economía campesina asturiana: Las rentas de la
catedral de Oviedo en el concejo de Tineo (siglos X V I-X IX ), por
Francisco Feo Parrondo ......................................................................
555
Las parroquias de Pilona, según el “apeo” de Cepeda, por Andrés M a r­
tínez Vega ..............................................................................................
567
Una nueva estela procedente de Caravia (Asturias) y algunas reflexio­
nes sobre la iconografía funeraria indígena en el norte peninsular
en época romana, por M ario Menéndez Fernández ............................
603
Vías de comunicación de época romana en el valle del río Narcea (con­
cejo de Cangas del Narcea), por Narciso Santos Yanguas .................
615
Antropología y pragmática de la literatura. Miguel de Unamuno, José
María Quiroga Pía y dos cartas inéditas de Pedro Caravia, por Je­
sús G. Maestro .......................................................................................
641
Una faceta desconocida en la vida de Clarín: Firmante de una oposición
a cátedra de Derecho mercantil, por José A le jo Rueda M artínez ...
693
CONSEJERIA DE EDUCACIÓN Y CULTURA DEL PRINCIPADO
IN S T IT U T O D E E S T U D IO S A S T U R IA N O S
(c. s. i. c.)
BOLETIN DEL INSTITUTO
DE
ESTUDIOS ASTURIANOS
N.° 127
AÑO XLII
OVIEDO
Julio
Septiembre
1988
Depósito Legal: O. 43-1958
I. S. S. N. 0020-384X
Imprenta “L A C R U Z ”
Hijos de Rogelio Labrador Pedregal
Granda-Siero (Oviedo), 1988
B O L E T I N DEL I N S T I T U T O DE
ESTUDIOS ASTURIANOS
año
x l ii
N úm . 127
J u l i o -S e p t i e m b r e
POLEMICA EPISTOLAR ENTRE EL GRAN «CACIQUE»
DON ALEJANDRO PIDAL Y MON Y EL OBISPO DE
OVIEDO FR. RAMON MARTINEZ VIGIL
J. L.
Perez de Castro
A Bernardo Fernández Pérez y a José Girón
Garrote, historiadores de la política finisecular
en Asturias.
De entre los diversos y copiosos papeles que conozco sobre el
Partido Conservador en Asturias merece la pena destacar los epis­
tolarios, aún inéditos, del omnipotente don Alejandro Pidal y Mon,
que a la muerte del conde de Toreno (1890) se hizo cargo de la
jefatura del partido, y desde ella llegó a Consejero de Estado y
presidente del Congreso de los Diputados;
«fiel a la dirección na­
cional de Cánovas después de Silvela y p or últim o de M a u ra » (* ).
Y de entre las cartas de aquel gran «caciqu e» y poderoso cortesa­
no ocupan un lugar importante las dirigidas al obispo de Oviedo
Fr. Ram ón Martínez Vigil, ya que ambos fueron dos preeminentes
y discutidas figuras de la política y la Iglesia de entonces, prota­
gonistas en los acontecimientos del último tercio del X IX . Además,
eran los dos m uy asturianos, porque si bien Pidal había nacido en
M adrid (1846), se tenía p o r más asturiano que su padre, el villaviciosino don Pedro José Pidal ( * bis), y en efecto lo fue; y Martínez
(* ) Girón Garrote — vid. nota (19)— establece cuatro niveles de poder
dentro del partido conservador en Asturias: 1) L a jefatura y representación
en Madrid ante la Corona, Gobierno, Cortes..., que la ostentaba P id al; 2) La
jefatura en la provincia, como delegado permanente de Pidal en Asturias, que
la ejercía el marqués de Canillejas, Manuel de Vereterra y Lom bán; 3) Los
primates provinciales, por distritos a los que representaban en Cortes, y 4) Los
caciques comarcales y locales.
(* bis) Vid. sobre él, C.
uarez Escritores y artistas asturianos. Indice
S
:
J. L. PEREZ DE CASTRO
480
Vigil, p or no salir de su tierra, renunció por dos veces, al menos, a
ser arzobispo. Les unían entre otros afectos y el veraneo en Som ió
(G ijó n ), un gran cariño a Covadonga, erigida en santuario por
Fr. Ram ón y elegida como sepulcro, en cuya cripta yace, p or don
Alejandro. Pero les separaban los celos y recelos de ciertas amis­
tades, criterios muy personales y actitudes radicales e intransigen­
tes en ciertos aspectos, aun siendo ambos muy católicos.
De Pidal puede decirse con Pérez de Ayala, que «p o r el rostro
y cráneo tenía algo de árabe y algo de hebreo, y otro tanto en su
psicología;
del oriental la imaginación fastuosa e irreprim ible, la
elocuencia florida, directa y torrencial, quizás un tanto tumefacta,
y del hebreo el misticismo iluminado y seguro de sí propio, la es­
trecha amiganza e intimidad con Dios, de cuyos más recónditos
secretos él creía estar muy al tanto». De Martínez Vigil, opinamos
con Benavides, que era «hom bre de talante liberal, de numerosas
y modernas lecturas, gran cultura y espíritu abierto a las corrien­
tes del pensamiento europeo» ( 1 ).
D ada su enorme personalidad, dediqué alguno de mis ocios a
estudiar la relación amistosa y pública entre ambos, y aunque lle­
gué a reunir abundantes notas, viendo que ese va a ser otro de
los mil y un temas que dejaré encarpetados, me decido a publicar
ahora la presente carta, porque al releerla de nuevo, al cabo de los
años, me resulta excepcionalmente sugerente e interesante para in­
troducirse en las relaciones de la política y la Iglesia en la Asturias
de aquella época.
Con independencia de la «Apología de la carta privada como ele­
mento literario», ya destacada p or Félix de Llanos y Torriglia en
su discurso de ingreso en la Española, las correspondencias gozan
biobibliográfico, tomo IV, Oviedo, 1957. Y en cuanto a sus relaciones con Villaviciosa: Un cronista de la villa imperial: Todo es según el color... La historia
que no se escribe, en “Valdediós”, Oviedo, 1959, págs. 54-58.
(1)
R. erez de yala Recuerdos. Menéndez Pidal, en “A B C ”, que antes
publicó en “L a Esfera”, 8-XII-1918, y lo incluyó en “Amistades y recuerdos”.
El artículo de “A B C ” fue reproducido en “Norte”, México, 1956, núm. 153. Ro­
que Pidal, hijo menor de don Alejandro, comentó y comparte este párrafo de
Pérez de Ayala en su artículo A propósito de Menéndez y Pidal, en “A B C ”.
Otra visión y aportación de Pérez de Ayala — antipidalino— puede verse en
sus novelas: “El último vástago”, “La caída de los limones”, “A.M .D.G.” y
“Belarmino y Apolonio”.
D. enavides : El fracaso social del catolicismo español. Arboleya Martínez
( 1870-1951>, Barcelona, 1973, p. 19.
Para el lector que desee conocer más a fondo la personalidad de ambos
proceres, incluimos al final una breve “Guía bibliográfica”.
P
B
A
:
POLEMICA ENTRE D. A. PIDAL Y MON Y FR. R. MARTINEZ VIGIL
481
de un inagotable atractivo e interés «sobre todo cuando rebasan
lo unipersonal y se extienden a la circunstancia de una época, su
medio y sus gentes», como señalaba Guillerm o de la Torre. En la
comunicación epistolar, casi siempre íntima, el autor despliega sin
temores, ni posibles escuchas, frente a la virginidad del papel y an­
te el destinario, «sus filias, sus fobias, sus pasiones más hondas»;
de aquí la gran importancia de ciertos textos. Pero un género tan
bello va camino de desaparecer abatido p or la prisa con que hoy
vivimos y la rapidez y la comodidad del teléfono. Y las cartas que
aún se escriben ya no tienen generalmente el calor ni la emoción
personal que les imprime el rasgo caligráfico del autógrafo, sino
el frío y universal impacto maquinal de la mecanografía.
Don Alejandro Pidal fue un empedernido escritor de cartas, a
juzgar solamente p o r las muchas que leí suyas, y sin em bargo, p or
ahora, no se hizo todavía pública su correspondencia, a excepción
de alguna carta aislada; y de las dirigidas a él, su hijo, el gran bi­
bliófilo y ovetense don Roque Pidal, ha publicado cuatro de ellas
en el número 1 (ju n io de 1949) de su «Revista de libros y papeles
viejos» (1 bis).
La carta que hoy extraigo «D el rincón de mis autógrafos», como
diría Llanos y Torriglia, aunque sin fecha — como casi todas las
de Pidal— , es fácil datarla hacia noviembre de 1901, ya que p or en­
tonces Martínez Vigil escribió en su cuaderno de «M em o ria s» — otro
género infravalorado— unas «Rectificaciones» a lo que contra él
se decía y publicaba. Y frente a tales infundios, anotó:
« 8 .°
Don Alejandro Pidal. N o hemos reñido nunca, aunque me
he retraído p or creer que tenía exigencias que no debía yo satisfa­
cer. Las quejas de Pidal expuestas en más de treinta pliegos de
papel, en los cuales hizo lo posible para retenerme, son: 1 .° Que a
mi llegada a Oviedo no nombré al canónigo L obo delegado de ca­
pellanías.— 2.° Que no informé bien a Comillas acerca de don Lo­
renzo Muñiz para la elección de diputado provincial.— 3.° Que
prediqué la caridad a dos periódicos de Villaviciosa que se com ba­
tían rudamente.— 4.° Que no di a don Manuel Collada la propiedad
del curato de Pravia.— 5.° Que no me presté a reducir a menos de
la mitad al clero de Covadonga, para que cobrasen más los que
quedaban.— 6 .° Que no fui a comer con Linares Rivas en casa de
(I b i s ) M a r t í n e z C a c h e r o , J.M .: Menéndez Pelayo y Asturias, Oviedo,
1957, págs. 62, 63 y 125. Publica otras cartas suyas dirigidas a don Antonio
Cánovas del Castillo; el marqués de Santo Floro, Agustín de Figueroa: Epis­
tolario de la Restauración, Madrid, 1985, págs. 180-134.
482
J. L. PEREZ DE CASTRO
Revillagigedo.— 7.° Que tampoco comí, no sé dónde, con el general
Azcárraga.— 8 .° Que en la oración fúnebre del cardenal González
califiqué duramente al partido moderado.— Creo que basta con
haber enumerado esos presuntos motivos. Debo añadir que el
Sr. Pidal intentó anudar las interrumpidas relaciones invitándome
a com er en el campo, y teniendo conmigo otras atenciones; pero
me ha parecido que mi independencia valía mucho y que no debía
comprometerla. N o puedo negar que don Alejandro me ha profe­
sado sincera amistad, a la que he procurado corresponder, y que
fui durante años el confidente y hasta el director espiritual de toda
su familia, a la que aprecio; pero debo consignar igualmente que
si yo he sido desprendido y he sacrificado algunos intereses a esa
amistad legítima, en cam bio no he recibido obsequio alguno, ni con
motivo de mi consagración, ni después, ni los he visto figu rar en
una sola de las muchas suscripciones que he abierto para atender
a necesidades de m i diócesis, de mis diocesanos o de la p atria» ( 2 ).
L a carta en 24 cuadernillos, con «m ás de 30 pliegos de pap el»
como anotó el obispo, timbrados: « E l diputado a Cortes por Villaviciosa», está manuscrita en tinta violeta y comienza con una letra
de tamaño norm al que se agranda y deform a a veces conforme iba
en aumento la ira de su autor. Destacan también en su texto los
múltiples subrayados, que en algunas palabras alcanzan a cinco y
seis rayas dispuestas «en culo de lám para», y fue escrita con tal
desahogo y tan a vuela pluma que le llevó a saltarse algunas síla­
bas, a no completar palabras, a cometer faltas de ortografía — pese
a ser académico de la Lengua— ; todo lo cual hace que la letra de
su autor, ya de p or sí enrevesada, dificulte la lectura; al punto de
que me fue im posible descifrar ocho palabras, que p o r lo mismo
las dejo en blanco, y a tener que adivinar alguna cuya lectura pu­
diera ser otra; pero, no obstante, tales omisiones y dudas son mí­
nimas, y aun con ellas nada pierde el contenido general de la carta.
N o era esta la vez prim era que am bos reñían y se echaban en
cara epistolarmente sus discrepancias; pues como Pidal le recuerda
en la presente ocasión, pese a haberlo hecho p or dos veces para
siempre, «h e vuelto a ser su am igo», y así lo confirm a Martínez
V igil en sus «M em orias».
Se imponía, sin duda, para documentar el texto epistolar y para
su m ejor entendimiento, hacer aquí algunas apostillas sobre cier­
tas personas cuya amistad con Martínez Vigil suscitaba recelos en
(2)
Fr. Ramón M a r t í n e z V i g i l :
archivo privado, fols. 16-18.
Memorias ( 1901-1904), Ms. original en
POLEMICA ENTRE D. A. PIDAL Y MON Y FR. R. MARTINEZ V IG IL
483
Pidal — como parece ser el caso de Canella (3 )— y tam bién sobre
algunos duros ataques que el político le hace al obispo, desde su
personalísim o punto de vista; pero ello me llevaría dem asiado le­
jos. Creo que el lector puede comprender enseguida que el enojo
de Pidal se debía a que el prelado no colaboraba a las m últiples y
constantes cacicadas que aquél pretendía imponerle en su diócesis
y repetidamente le rogaba, como es fácil confirm ar a través del
resto del epistolario que aún queda inédito. Y es que Martínez V i­
gil, sobre todo a p artir de su Instrucción de 1897, denunciaba y se
oponía abiertamente al caciquismo, que para él no d ejaba de ser
«u n a gerarquía extralegal que anulaba todos los poderes y falseaba
todas las leyes, y que sin responsabilidad de ninguna clase y sin
delegación de ninguna autoridad, todo lo transtorna y desgobier­
n a»;
mientras que, p o r el contrario, don Alejandro Pidal — como
dijo Salvador Canals— era «toda la Política y sus representantes
son todo el Estado».
Y
ya desde M adrid, ya desde su quinta (L a M eca) de Somió,
donde pasaba todos los veranos, bien directamente, bien p or dele­
gación «en caciques de menor cuantía que hacían más odioso, más
depredatorio, más insoportable y más inhumano el sistem a», Pidal
gobernaba en Asturias de m odo omnipotente, pese al clam or de los
liberales asturianos que se alzaba contra él (4). A este respecto
las palabras de Clarín en E l Imparcial son bien expresivas: «E s o
de com batir al pidalism o a mí me im porta como vecino honrado,
como burgués pacífico, como asturiano. Y o estoy seguro de que si
hoy tengo un pleito, lo pierdo; si cometen conmigo un atropello, al
crim inal lo indultan, y si me envuelven en papel sellado, me ahor­
can; en el Ayuntamiento, en la Diputación, en el G obierno Civil, en
(3) Se ignoraba entonces todavía que don Fermín Canella era masón, sec­
ta a la que tanto perseguía en la diócesis Fr. Ramón Martínez Vigil. Vid.:
Victoria H id a l g o N i e t o : La masonería en Asturias en el siglo X IX , Oviedo,
1895, págs. 139, 144 y 202. En cuanto al otro masón a que alude Pidal en su
carta, don José M.a Estrada, aparte de lo publicado como tal por Victoria H i­
d a l g o : Ob. cit., págs. 128, 134, 136, 139, 153 y 207, conozco sobre él papeles
que poseía el obispo Martínez Vigil.
Como balance de los altibajos habidos en la amistad entre Pidal y Canella,
véase de éste: Representación asturiana administrativa y política, desde 1808
a 1915, en la Diputación Provincial de Oviedo, Congreso de los Diputados, Se­
nado y otras instituciones, Oviedo, 1915, págs. L X X X V II a L X X X IX .
(4) A .° L ó p e z O l i v e r o s : Asturias en el resurgimiento español. ( Apuntes
históricos y biográficos), 1935, págs. 45 y 46.
484
J.L. PEREZ DE CASTRO-
las oficinas de'H acienda, en el Juzgado, en todas partes, sin la mi­
sericordia de Pidal seré hombre perdido» (5).
N o obstante, debo de subrayar que si bien Pidal representaba
en Asturias el despotismo caciquil, típico del régimen imperante,
no fue el suyo, como acertadamente notó ya López Oliveros, «m ás
ni menos que el de otro cualquiera elemento significado de la res­
tauración en su feudo respectivo».
Buscando' apoyo a su sistema, Pidal había influido poderosa­
mente 'en el nombramiento del obispo pese a que Martínez Vigil no
lo reconozca ( 6 ), pero el prelado, «dando una prueba más de su
mucha '1Virtud y talento», acabó por «sustraerse-a la influencia m al­
sana del cacique», pues Martínez Vigil no claudicaría ante las pre­
siones de Pidal, «contrariado en el deseo generoso de colocar curas
en su distrito, como fichas de ajedrez en el tablero» (7). Y a en
agósto de 1893 el marqués de la Vega de Anzo, ba jo el seudónimo
de Juan Fernández, enjuiciando las relaciones entre aquellos dos
proceres) tan necesitados de una imparcial y desapasionada biogra­
fía, concluyó: «S i el cacique que tanto blasonaba de católico fuese
más obediente a los mandatos del obispo, otro gallo nos cantara
a todos». Pero si el obispo supo, al fin, liberarse del yugo que le
imponían sus antiguas relaciones con Pidal, parece que no fue así
.
(5) Juan F e r n a n d e z [Emilio Martín González del V a lle ]: Literatura pro­
gresista. Escritos políticos, Barcelona, 1900, págs. 68 y 69.
Figuran otros ataques y alusiones de “Clarín” a Pidal en Yván L i s s o r g u e s :
I
Clarín político, 2 tomos, Toulouse, 1980.
(6)
Pues en sus “Memorias” cit., el obispo anotó: “El Sr. Sanz [y Forés]
trabajó para que viniera a Oviedo de obispo el Sr. Cervera, mientras el duque
de Almenara Alta, muy amigo de S.M., presentó mi candidatura sin que yo
lo supiera. Puso el Sr. Sanz dificultades: que yo era amigo de Pidal y que
sería aquí su agente, etc. El Sr. Pidal favorecía mi candidatura; pero como
entonces no entraba en palacio, nada podía hacer. Entró Sagasta en el poder
y presentaron a la firma del Rey la propuesta del Sr. Cervera. El Rey no la
firmó* A la subida de los conservadores se firmó mi propuesta”. Fols. 10 y 11,
correspondientes" a 1901, de dichas “Memorias”.
'
Siempre se pensó, en efecto, que Pidalrle había elevado a obispo e intentó,
- como se dice en la carta que hoy publicamos, que fuese arzobispo, pero M ar­
t ín e z Vigil lo rechazó, en parte por no querer salir de Asturias; sin embargo
pudo haber influido también el conservar su independencia frente a don Ale­
jandro.
Téngase en cuenta al enfocar este aspecto del nombramiento de Martínez
' Vigil que, como "bien observa Jean Becarud ( “La Regenta” de Clarín y la
Restauración, p. 13), entonces “el poder distribuye las prebendas de canónigos
y elige á los obispos prácticamente seguros”,
s *■**■*- (7 )
M . A r b o l e y a M a r t í n e z : La basílica de Covadonga. Justificación de
un doble homenaje. El obispo Martínez Vigil, Covadonga, 1916, p. IV.
POLEMICA ENTRE D. A. PIDAL Y MON Y FR. R. MARTINEZ VIG IL
485
en los comienzos de su amistad, como revela este sucedido que re­
m em ora Casariego:
«H u b o también erratas muy famosas, algunas,
sin duda, intencionadas. Así ocurrió que un periódico tradicionalista que atacaba duramente al señor obispo, antiguo correligionario
suyo que se había pasado al bando de los «m estizos» de don Ale­
jan dro Pidal, con quien andaba en aquellos días en conciliábulos
y buenas relaciones, le dedicó una nota de sociedad que decía: «H a
llegado a su lujosa posesión de Somió (G ijó n ) el ilustrísimo y reve­
rendísimo señor obispo de la diócesis acompañado de su distinguida
esposa y num erosos h ijos». Y a continuación: « H a llegado a su
casa de reposo y ejercicios piadosos de Somió (G ijó n ) el gran re­
público don Alejandro Pidal acompañado de su capellán y fam ilia­
res». H e de advertir que tanto el señor obispo como don Alejandro
veraneaban efectivamente en Somió. Y el prelado era religioso de
bien reconocida virtud y don Alejandro prolífico padre de familia.
Este trastrueque, que produjo el consiguiente escándalo y sorna,
fue rectificado en el número siguiente con grandes e hipocritonas
disculpas p o r el periódico tradicionalista, pero redactadas éstas en
tal form a y con tan evidentes intenciones políticas que venían a
em peorar las cosas» ( 8 ).
Esa poderosa influencia caciquil de don Alejandro,
que era
general en toda Asturias, y se aprecia descaradamente, no sólo de
la literatura de la época — singularmente de la prensa— sino de
una m anera evidentísima de la correspondencia que conozco sobre
el partido conservador, se hacía más patente en Villaviciosa, como
era obvió, al ser ésta la tierra de los ascendientes de Pidal — que
siempre tuvo a gran honra su asturianía— y al ser además la ca­
beza del distrito electoral que él representó desde 1872 hasta su
muerte, al extremo de ser conocido p or « el distrito de Pidal» (8 bis)
y donde las luchas políticas fueron más enconadas pese al reducido
número de sus vecinos y a la honradez de las personas que interve­
nían activamente en la política. Al punto de que fam ilias que tenían
(8 )
Juan F e r n a n d e z : Ob. ext., p. 69. Hay que advertir que el autor (mar­
qués de la Vega de Anzo) era el jefe del partido liberal en Asturias y por lo
mismo el rival de don Alejandro Pidal.
J.E. C a s a r i e g o : Exposición sobre historia del periodismo asturiano. Archi­
vo gráfico universal de J.E. Casariego, presentada por la Obra Social y Cul­
tural de la Caja de Ahorros de Asturias, Oviedo. 1971. “Anecdotario: Buen
humor asturiano”.
(8 bis) Sin duda que esta vinculación permanente de Pidal a Villaviciosa
de Asturias influyó para que en la Vilavigosa (de Portugal) le fuera concedida
la Cruz portuguesa del Cristo de Villaviciosa (El Carbayón, 13-VI-1884).
486
J. L. PEREZ DE CASTRO
un importante patrimonio llegaron a quedarse sin nada, com o les
sucedió a don Benito Cavanilles y a don Angel de la V illa y M iravalles, entre otros.
Contaba entonces el distrito, al que pertenecía también el pue­
blo de Colunga p or ser de su partido judicial, con dos bandos de
tendencia derechista: uno integrado p or el m arqués del Real Trans­
porte, los Caveda, los González Putre, don José de Valdés; y el
otro, únicamente p or don Alejandro Pidal, que era su máximo ti­
tular, amo y cacique. Estaba representado en la villa p or don An­
tonio Cavanilles y Federici: «un advenedizo», «u n forastero que
contrajo matrimonio con una m ujer rica de Villaviciosa» y que pese
a «q u e la casa que representaba había sido la eterna enemiga de
don Pedro José Pidal y el mismo Cavanilles no m ostró entusiasmo
p or la candidatura de don Alejandro cuando éste no era más que
uno de tantos, se prestó de buen grado a ser después el interme­
diario entre el diputado y el pueblo», y a tal punto fue consolidando
y ensanchando de año en año su dominio que «los empleados eran
hechura de Cavanilles; el alcalde un subalterno de Cavanilles, los
concejales se designaban en casa de C avanilles...»;
con todo lo
cual Villaviciosa se vio gobernada por «ayuntamientos compuestos
en su totalidad de caseros de Cavanilles y de gentes de b a ja con­
dición; concejales sin prestigio, sin representación, sin iniciativas,
completamente ineptos, pero dóciles y sumisos, materia, en fin, dis­
puesta para hacer lo que se les m andaba y para autorizar cuanto
el cacique conviniera», según se lee en «L a causa de los sablazos»,
que cuenta el proceso de un incidente de la lucha que Villaviciosa
sostuvo durante varios años contra el caciquismo (9). Enfrenta­
miento muy tenaz, que en diferentes ocasiones llegó hasta el Con­
greso de los Diputados a través de personalidades tan destacadas
como don Gum ersindo de Azcárate.
(9 )
A n o n i m o : El caciquismo en Villaviciosa ( Distrito de Pidal). La causa
de los sablazos. Historia detallada de este célebre proceso que tan poderosa­
mente ha llamado la atención pública en Asturias, según datos recogidos di­
rectamente por la redacción de “La Opinión de Villaviciosa”, Villaviciosa, 1895,
págs. 5-15. Recibió aquel nombre la derivada del hecho ocurrido en la sesión
municipal del 30 de marzo de 1894 en que se discutían los presupuestos mu­
nicipales en los que figuraba el reparto de consumos y los asistentes entre el
público fueron agredidos por la guardia municipal, prevenida al efecto, al
obligarlos a desalojar el salón.
Para matices más positivos en la personalidad de don Antonio Cavanilles,
véase F. C a n e l l a : Representación... cit., p. CXVI.
POLEMICA ENTRE D. A. PIDAL Y MON Y FR. R. MARTINEZ V IG IL
487
Para sostener los intereses recíprocos surgió un movimiento
de prensa local, en 1886, con La Tía Cacica, periódico de matiz
satírico, político y bullanguero que salía tres veces p o r mes y era
dirigido p o r José Fernández Castro, y que al decir de Jove y Bravo
«d io m ucha la b o r al juzgado del partido y produjo en la villa muy
hondas divisiones, a consecuencia de las cuales em igraron de allí
muchas fam ilias y desapareció la buena arm onía» (10). Tuvo con­
tinuidad en 1894 con E l Tío Cacique, también satírico, político y
ocasional, pues no tenía día fijo de aparición.
Asim ism o y como órgano de la oposición frente al poder de
Cavanilles surge en 1893-1898 el decenario liberal La Opinión de
Villaviciosa (11), subtitulado en el 95 «independiente». Para con­
trarrestar sus campañas se ve obligado a aparecer en julio de 1894
otro semanario, E l E co del Distrito, prom ovido p or los Cavanilles,
que se autodefinía como defensor de los intereses generales de la
villa, con censura eclesiástica (12). Y a como diario de la política
conservadora del partido de Pidal y el m arqués de Canillejas, se
publicaba entonces en Oviedo La Opinión de Asturias (13). En to­
dos ellos, y para evitar la persecución de los autores ante los tri­
bunales de justicia, aparecían ciertos artículos firm ados, pero no
escritos, p o r personas de casi total insolvencia (14).
(10) Sobre este periódico puede verse la “Gran Enciclopedia Asturiana”,
tomo 13, p. 298, y tomo 17, p. 319. Se publicó en Villaviciosa del 27 de julio
al 7 de septiembre de 1886, con 5 números y salida dos veces al mes. Pero
por los abusos cometidos contra el mismo por la autoridad local, se trasladó
a Oviedo, donde reapareció el 15 de noviembre de 1886, trimensual, saliendo
los días 5, 15 y 25 de cada mes, con cabecera tipográfica hasta el núm. 42
(10-1-1888) e ilustrada en adelante hasta por lo menos el núm. 66, de 30-IX-1888,
en que termina la colección que consulto.
(11) Vid.: A n o n i m o : La Opinión de Villaviciosa, en la “Gran Enciclope­
dia Asturiana”, tomo 11, p. 3.
(12) Vid.: A n o n im o : E c o d e l Distrito, en la “Gran Enciclopedia Asturia­
na”, tomo 3, p. 60.
(13) Llevó este nombre desde 1893 a 1907 en que pasó a llamarse La Opi­
nión Asturiana, y en 1909 simplemente La Opinión, para fundirse al año si­
guiente con “El Carbayón”. Vid.: la “Gran Enciclopedia Asturiana”, tomo 11,
p. 3, y tomo 17, p. 69; así como J. E. C a s a r ie g o : Periódicos asturianos: Su
número, clase y distribución, en el “Boletín del Instituto de Estudios Asturia­
nos”, 1972, núm. 75; y Fichas para una hemeroteca asturiana, en ibíd., 1974,
núm. 81, p. 8.
(14) Figuraba entre estos tipos locales Manolito el cortador, carnicero,
que presumía de literato y firmaba cuanto le escribían; el zapatero Cadavieco,
bebedor empedernido y hombre de bastante ingenio; Ramascon, y tantos
otros; de los que se cuentan divertidas e ingeniosas anécdotas.
J. L. PEREZ DE CASTRO
488
Y
con estas orientaciones, pasemos a transcribir la referida
carta de Pidal, que cual él dice «es como una confesión», aunque
exaltada y a la defensiva:
M i querido amigo: Me habla V. de Mística y entre los dos—
ese es el único terreno que me gusta, pues los demás no me
importan y por eso sufro y le escribí— pues sino— le hubiera
a V. considerado como uno de tantos como he tropezado en
mi vida y no me hubiera dado frío ni calor. Pero aunque pe­
cador espantoso— creo— quiero referir a Dios y a salvarme to­
do lo que hago en politica y de aquí mi desesperación al ver
su conducta de V. para conmigo. Si estoy engañado nadie mas
fácilmente dispuesto a la enmienda, sino lo estoy he de poder
dem ostrarlo con la evidencia del sol meridiano.
M uy bien escribe V. tiene V. arte y m emoria y discute con­
migo que quisiera que tuviese V. la razón...pero los hechos
claman al cielo, y mucho me siento tentado p or mi natural fla­
queza a darsela a V., los hechos se erijen ante mi conciencia
amenazadores y me gritan «cobarde no vendas a la verdad, que
la verdad es Dios».
Un libro podía escribir a V. sobre su carta pero no tengo
tiempo ni siquiera para ordenar esta carta y me he de ceñir al
orden de la suya. Conste que le escribo sin Pasión y como si le
hablase delante de Dios. El ve la sinceridad de mi palabra.
1.° Acusa V, de laica mi politica en Asturias por ser inde­
pendiente del Consejo de V. Mucho tendría que decir ante esta
teoría si fuese otro el Obispo de Oviedo— pero siéndolo V.—
que siempre quise tener por amigo y consejero— me he de li­
m itar a preguntarle a V. ¿Cuando me significó V. nada hasta
ahora en ese punto, tantas veces como hemos hablado? jamás.
Ahi mi politica era defender a mis amigos dentro de la m oral
en las elecciones. Ahi estaba de representante mió Canillejas
que V. me ha elojiado como catolico y no he pedido otra cosa
que ser y hacer politica católica y siempre que la religión o el
obispo ha estado en juego todo se ha pospuesto a eso, desde
la multa a la Diputación (am enazada de suspensión) por su
acuerdo secundando lo de V. hasta mi conducta con el Cabildo
v con gran parte del clero, desde el arreglo parroquial hasta
lo de Estrada, desde el masón del mismo nom bre hasta mis
ordenes a todos respecto a V. & & & N o me acusa la conciencia
en esto ni un ápice. Será ceguera pero así es.
2.° Vuelta con el Whituhorit de España. ¿Olvida V. mi cal­
vario de la Union Católica? ¿Olvida V. la guerra episcopal de
mi ministerio? Y o no le olvido porque creo que es mi único
mérito delante de Dios, aunque solo p or su misericordia no
perdí la fé. Bonito Whituhort en cartas reservadas, Cardenal
Moreno, & & & eso es broma... pero no pesada sino sangrienta.
3.° Que no puede V. hacerse solidario de la politica de paganía que ahi se sigue. En prim er lugar nadie le pide a V. eso,
POLEMICA ENTRE D. A. PIDAL Y MON Y FR. R. MARTINEZ VIG IL
489
p o r ajeno a su ministerio. En 2.° lugar que politica he seguido
yo en Asturias mas que la de hacer bien a todos y defenderme
de viles ataques y de escandalosos atropellos. ¿A que otra po­
litica se refiere V.? N o conozco ninguna. Y o no disputé nada
a nadie y en todo he sido atenuado y forzado a la defensa. N a ­
da mas.
4.° Le citan a V. mis aspavientos e invocaciones, pues a mi
me ---------- ; pero lo que me asom bra y me asusta su conducta
de V. obispo— de V. amigo— de Ud. católico— conmigo que si
en mis pecados particulares me he buscado a mí... en politica
he buscado ante todo el Reino de Dios y su justicia ... hasta
por la razón de que el diablo no me ha sabido tentar con ese
cebo para mi odioso y despreciable. Y o no digo que Ud. sea un
malvado (D io s me libre ) lo que le digo con el corazón en la
mano y como amigo que le quiere es que su conducta de U. no
me la explico — me duele en el alma— y me causa escándalo
(seré tal vez farisaico— pero yo no lo sé distinguir y humilde­
mente se lo digo. Me pasó con U. como con los Jesuítas y otras
cosas— todo lo que oí decir contra Ud. y contra ellos a sus ami­
gos (ya malos o ya de grandísima autoridad) solo sirvió para
que yo les defendiera a ustedes, más y más prendido de su ino­
cencia... pero ustedes con sus hechos se han encargado de ha­
cer lo que no podian los amigos y así como no concibo la
conducta de los jesuítas en muchas cosas en que yo he inter­
venido — así no concibo la de Ud. en Asturias creyendo todos
en Cristo.
Respecto a Collada no insisto — yo no le canonizo como ca­
nónigo ni otros mas muy protegidos por Ud. Lloro que por
ser amigo mió Sabino Moutas haya encontrado a un verdugo
(rigu roso justiciero) implacable.
El no conviene que Ud. me arroja respecto a Collada y que
dicho p or un Obispo debería bastarme, me recuerda lo que
R am polla Nuncio de S. S. me decia de U., « N o conviene» «y a
a U. debía bastarle que lo dijese R om a» y yo en vez de bastar­
me ese cómodo argumento — le defendia a U. como a las niñas
de mis ojos — porque no consentía verle a U. calumniado. Hoy
R am polla me da la razón. Algún dia no lo podrá U. decir res­
pecto a lo que le digo de Collada — pero entre tanto convenga
U. que su latigazo no me coge o me cogería el de Ram polla
N uncio del Papa. M i conciencia me dice que ninguno de los dos.
Lo de Azcarraga se lo cité a Ud. como prueba de que su
conducta de U. es habitualmente apasionada y que Azcarraga
le dió a U. una lección al ir a verle. N o lo dude U. Olvida U. que
convidado a mi casa no fué U., desairándole a él y desairán­
dome a mí? Pues [f u e ] Vd. el único que se ha portado asi con
Azcarraga. Lo de Linares fue otra salida de U. ... que créalo
U. — se lo digo en Cristo— a nadie dañó más que a U. cimen­
tando su fama universal de presuntuoso y ligero. Perdóneme
U. que le hable con esta sinceridad ya quería yo no ser mas
J. L. PEREZ DE CASTRO
que ligero y presuntuoso delante de Dios en vez de mis infames
pecados!
Y o no le citaba a U. lo de Azcarraga, Linares, Canga, Suarez Valdes, Allande &, & mas que como argumento ad hominen,
para refutar cargos que U. hacia, no como ofensa a mí sino
como pruebas de que su conducta de U. no era prudente, y so­
bre todo para hacerle ver a U. que con todos mis amigos desde
el E o al Deva y aún de fuera de Asturias tenía Ud. que reñir ...
Pero... ¿No aprovechó U. los funerales del Padre Ceferino para
fustigar a mí padre y a mí tio sin necesidad y delante de mi y
sin razón, como hecho de ver el propio Cánovas? Y o no lo sentí
por mi — se lo ju ro a U. — lo sentí por U. — p or su crédito co­
mo sabio y más mucho más como hom bre de tacto y de delica­
deza. Le mentiría a U. en tan sagrada ocasión como la de estas
confesiones — si le ocultara el universal mal efecto de aquella
salida y en aquella ocasión. Bien que es solo un síntoma de la
diestexis — pues p or lo demas no es lo que más me ha do­
lido de U., ni con mucho y si me dolió que p or ser de U., el
P. Martínez, el Obispo de Oviedo, el de P ---------- el de M aría,
el que casó a Pedro, el dominico, el de M adrid, el de Somió ¡y
eso es lo que ahora (se lo juro a V. y comulgué ayer) me hace
llorar de profundísima pena pues no tengo a quien volver los
o í o s en el M undo mas que a Jesucristo Crucificado — tan
abandonado estoy o estaba de sus Ministros — yo que tanto los
necesito!! ! ! Y si eso me sirviera de algo para mis p ec a d o s!!!
pero solo me sirve para agravar mis culpas! En fin sigamos el
Calvario, Vam os a Cabanilles aqui si que no hay escape posi­
ble. Cabanilles es todo un caballero — católico honrado y digno
de toda consideración y respeto. Los que com o yo hemos asis­
tido de cerca v pasado p or nuestras manos — en todas las pe­
ripecias de Villaviciosa, solo un sentimiento tenemos de santa
indignación, contra los liberalistas que calumniaron al hom bre
honrado, infamaron al caballero, insultaron a la señora y no
hubo infamia y vileza e indignidad que no cometieran contra
el amigo y protector del clero en Villaviciosa. ¿Que hizo el
Obispo contra el libelo? Lo que habia hecho contra la tía Ca­
cica. Nada. Esta bien, porque nada le pedia, N ad a tampoco...
pero he aqui que Cabanilles pisoteado p or todos — incluso p or
los curas — harto de ver su honra p or los suelos... se decide
a defenderse — funda un periodico — los ataca, los hunde, los
disuelve y cuando se consideraban vencidos... y iba ya el libelo
a desaparecer... el Obispo que hasta entonces nada tuvo que
decir como si estuviese inspirado p or el mismísimo Canella
interviene... y ante el silencio de Cabanilles y ante la continua­
ción de los otros... sigue callado teniendo amordazados en lo
que depende de V. a C aban illes!! ! ! ! ! ! ! eso no lo quiere creer
nadie eso todo el Mundo (fuera de Canella y Luquines) natu­
ralmente, se lo censura a V. delante como yo, o p or las espal­
das como todos altos y bajos, liberales y conservadores, curas
y laicos todo el Mundo y acaso el único que le ha intentado de­
POLEMICA ENTRE D. A. PIDAL Y MON Y FR. R. MARTINEZ VIG IL
491
fender a V. (contra su convicción es verd ad ) soy yo. Pero eso
creame V. no tiene nombre. Eso solo se puede com parar a lo
que hizo Castelar con el P. Llanas y Llander y que he oido
abominar a todos los catolicos de Barcelona.
Lo de Angel V illa... me da risa... N o se si aun vive m al...
pero diga V. ¿es el único de su diócesis que fornica? H om bre
cuando todavia hoy estoy defendiendo a V. de las acusaciones
de las autoridades que dicen que esta V. lleno de hijos en las
ordenes de Filipinas...cuando el Pontífice del integrismo que
M u rió era el idolo de los curas y de los obispos tiene gracia
esa consideración. ¿Porque no la aplico V. al cura de Colunga... donde se trataba de mayor escandalo y de su inmediata
jurisdicción y donde tenia V. el remedio a mano? Ah, ahi hu­
biese sido faborecer a Pidal... mientras que en Villa... si lo
h ará V . ¡Que caracter y que poco le im porta P id a l!! ! ! En efec­
to en Asturias el único que vive castamente es Sabino... ¿No
oye V. la carcajada universal...? Pues es V. sordo. P or mi, escomúlguelo V. mañana mismo. Y o no lo se, como no se otras
cosas que se dicen de V.— como se que se dijo de mi que la
Union católica era porque yo era querido de la Reina y lo dicen
o dijeron... Personas que visten p or la cabeza sin ser curas.
En Nada se ve la oposición de V. como en eso de Villaviciosa
que conozco bien. Esta V. Canellizado hasta los tuétanos. N o le
creí a V. tan sujerible. N o niego que V. no haya obrado alguna
vez de otro m odo en lo del integrismo, líbrem e Dios. N o fue
V. el censor de E l Siglo Futuro o de la España C a tó lica ---------dicho nom brado p or el Cardenal y nos dio V. la razón? N o es­
toy yo mismo ahora mismo en Roma y aqui, con el Papa, con
la Reina y Canovas poniéndole a V. en las nuves (donde se
m uere) como el espíritu mas recto, inteligente y elevado en la
grave y elevada cuenta que estamos arreglando o pensando
arreglar en estos momento de las ordenes..... Y a se yo — que
V,. — cuando no obra de estampía v p or im periosibilidad y
pasión — es V. capaz y justo y le sobran condiciones — pero
eso es lo doloroso — que le arrebata V. a uno el corazon como
amigo y como obispo... y de pronto — zas — sin avisar — ahí
te va una puñalada seca que se queda uno... friol
Pero todo eso ¿quita que Vd.... VdA Vd.\\\ el Padre M artin ezl! ! ! ! fuese el primero que publico la falsa aparición de
lo de Sada en el Boletín Eclesiástico.....para conocimiento de
sus c u r a s !! ! ! ! ! ! ¿No me lo echaron en cara en Roma?
¿N o fué eso lo que más descorazonó a su adm irador de V.
el P. Llanes? ¿No motivó la risa vejadora del P. Zeferino?...
en fin no fue ese uno de sus mas particulares golpes de V.? De
lo que dijeron los Íntegros no le hago yo a V. capítulo. Los ín­
tegros demasiado lo sabe a V. — le hicieron guerra infernal
para que no fuese a Oviedo y menos de Obispo y menos de
Obispo de Oviedo...y V ....ha protegido a mas de cuatro y cua­
tro son los que me ha llebado V. de curas a m i distrito...sin
duda para mantenermelo en paz... después de la guerra que no
492
J. L. PEREZ DE CASTRO
se si sabe V. que por orden de Nocedal se me hizo. Y vamos a
lo de M uñiz.
El golpe p or la espalda al que me refiero es el siguiente
— del cual solo ahora le hablé— porque conoci que no podia
dominarme y no quería faltar a V.... ni calificarlo mas blanda­
mente que mi conciencia me dictaba.
T rabajaba yo — trabajare y prudentemente por el bien de la
provincia de Oviedo cuando el justo de mi cuñado — por el
solo placer de hacer daño — me declaró la guerra, se alió con
mis mayores amigos personales y dijo «para derrotar a Pidal
hundir a M u ñ iz» y le juró odio y guerra a muerte. Muñiz no
tenia otro defecto que ser mi criado. Esto es el criado de todos
mis amigos el que hacia de agente y procurador de las necesi­
dades de todos ellos, el que sabia p or oficio las leyes y los
procedimientos.... el que de acuerdo con V. que ofreció darle
un sueldo y luego se retracto Vd. y no se lo quiso dar, había­
mos proyectado tener en Oviedo para asistir a Canillejas — pero
en fin — era el Bone comisariae — era M i símbolo y derrotar a
Muñiz era derrotarme a m i y darme el golpe de muerte. Asi lo
conocieron todos mis buenos amigos de Asturias y lo sacrifica­
ron todo, puestos, am or propio & & & a que Muñiz saliese dipu­
tado...se busco para él, el sitio mas seguro...y en medio de la
acción vino una orden de Comillas que no se votara a Muñiz
pues se sabia que no era catolico ¡ ¡ ¡asom bro de to d o s!!! in­
dignación de Canilleias y mía al ver que mientras se nos jugaba
esa indignidad por la espalda en medio del combate y de un
combate en que se trataba de herirme en lo mas vivo a mi, se
nos presentaba a...Com illas como gente que trabajaba en con­
tra de la Religión.
Afortunadamente se paró el golpe — y se demostró a Comi­
llas la indignidad de la calumnia en pruebas tanjibles y mate­
riales.
i
¡ ¡Que pena mi querido P. Martinez cuando supe que el que
habia calumniado a Muñiz, infamado a los que le presentába­
mos y procurado mi derrota en Muñiz y en aquella solemne
ocasion — para favorecer a un Inclan! !! y a un Camposagrad o ! ! ! e ra ...... usted.
Que estaba ciego con Casteni — demuestreme V. que Muñiz
es Casteni y ya verá V. si le abandono pero ¿quien protege hoy
a Casteni?
A Casteni lo defendí por gratitud, mientras creí que era
calumniado v miente el que le haya dicho a V. que yo dije «m e
sirve y basta». Asi son las cosas que le cuentan a V. y que tanto
influyen sobre V. Lo siento porque creí que V. me conocia
algo... v veo que no me conoce V. Nada. Es preciso descono­
cerme del todo para creerme capaz de decir eso. Mis amigos me
llam aran P o n d o mientras proteja a Muñiz y mientras proteja
a cualquiera. ; Quiere V. ver lo que me llam aron por... ser ami­
go de V....? Vaya una sola prueba tamaña como una lenteja de
que Muñiz hace judiadas y vera V. a donde va.r .pero si V. (que
POLEMICA ENTRE D. A. PIDAL Y MON Y FR. R. MARTINEZ VIG IL
493
be los ataques y no be la defensa) se enterara, ya vería V. don­
de están las famosas pruebas a que alude. Las mismas que la
de V. al acusarle de anticatólico con Comillas. En cam bio yo
tengo a mano las pruebas de que uno y otro es m entira y so
pena de ser un vil tengo que defender al justo y al sirviente
calumniado p or la maldad. También creyó V. que yo obraba
mal (aunque naturalmente) cuando lo de las leyendas del Pejaes y se lo dijo V. a Perez Hernández, lo que prueba que V. se
convence demasiado pronto del mal que hacen sus amigos.
Pero si no nos convencemos porque no acepta V. la prueba
que le propuse. Ahi están mis cargos de V. respecto a l a ---------y ---------- de la Diputación cuando V. quiera lo verem os y yo me
com prom eto a acatar el fallo que resulte ¿a que no se com pro­
mete V. a otro tanto? — ¡Que se ha de com prom eter V . ! !
«S i se hubieran cumplido las instrucciones del Papa no hu­
biera ido a las Cortes esa caballería rusticana ( ¡que amor a
C a n e lla !) de tan escaso valor». ¿...Si...?
Pues estamos a tiempo... señáleme V. esos sabios esas lum­
breras, esos talentos que pueden ser diputados... y yo le doy
a V. mi palabra de que lo serán! ¿Quienes son? ¿Donde están?
Vam os — si necesitara alguna prueba de lo poco enterado
que anda V. de todo — y de que solo ve, oye y entiende p or los
organos de Canella no necesitaría otra que e s ta !! ! caballería
rusticana los señores de mas abolengo, nombre, posición social
de Asturias «G astañ aga» «R evillagigedo» «Santa C ruz»... ¿No
es ciencia pero... la posicion social y las buenas ideas no son
nada? He buscado hasta con candil gente de letras...¿donde
estan?...Aram buru — que no es un ---------- m u y ---------- le ofre­
cí... y no quiso. Ballina... se chifló y se fue... N o he pensado
hasta en Melquíades! para atraerlo.... Vam os es cosa de perder
el juicio oirle a V.... discurrir y juzgar así. Cualquiera creería
que yo buscaba lo mas bruto... por gusto o porque me vale
dineroW H om bre! es famoso lo que se le ocurre a V.... y no
quiere V. que me admire\! !
En prim er lugar cada distrito tiene su fuerza y su exigencia
y hay que convinar muchas cosas.... pero concede que yo puedo
exigir o dejarlo (q u e estoy deseando hacerlo para castigo so­
bre todo de V. que esta muy mal acostumbrado). ¿Donde están
esos señores... vamos deme V. sus nombres y habrá V. dicho
algo, porque no creo que piense V. en Estrada ni en otros cuya
conducta tengo escrita y censurada de manos de V. ¡Con que he
ofrecido distrito hasta Mella a pesar de ser carlista solo p or­
que veo en él una gloria (que empieza) asturiana, un católico
y amigo leall... Vam os ¿porque no m e acusa V. de no haber
hecho a Bossnet Obispo o catedrático a Sto. Tomas?. Le juro
a V. que sino fuera que me duele el alma por V.... lo que es
p or mi ya me alegran los cargos que me hace... porque como
me ataca V. p o r lo más fuerte — veo el contraste feroz entre
el cargo y su injusticia... y me alegra tener algo que ofrecer a
Dios yo que no se sacrificarme en un vaso de agua\! ! ! y que
J. L. PEREZ DE CASTRO
tan tol!! tengo que purgar! Acusarme a mi en lo de Asturias...
es acusar al toro porque no ara en la dehesa en vez de ser
toreado en la plaza.... y mi primer espada es VdA !! V. que me
acusal!! yo no merezco admiración, porque solo tengo buena
intención natural que me cae luego mérito y no se llebar con
paciencia sus acusaciones de V. p or lo injustas y p or ser de
V.... yo le agradezco y le pago el amor — lo que puede este
---------- (m ire V. con Toca — que poco he hablado— en cuanto
vi como se portaba, corté... y hasta nunca). Pero... ¿quien me
hipnotiza a mi? ¿Estamos soñando? ¡ \gentes baladísl! ¡no se
ni a quien puede aludir! solo conozco en el retrato y el pintor
a Muñiz. Pero... ¿donde esta el hipnotismo en hacerle venir a
traer los datos de los Ayuntamientos a Madrid? Pues le faltaba
a V. leer las quejas p or lo que le hago trab ajar y lo poco que le
recompenso sus sacrificios de todos sus amigos (entre los cua­
les, entre paréntesis, se cuentan algunos de V.). Veo que le ca­
lientan a V. el oido con chismes los que se jactan de que este
mucho impresionaba a V. Jamas he oido eso de los curas a na­
die... si lo oyera... yo antes que V. lo arrojaría de mi lado.
Jamas hubiese yo tolerado esas suposiciones de parte de mis
amigos. Pero es viejo como el mundo ese ardid... para que V.
no me sirva... Conmigo lo aplicaron cuando fui ministro con
Clemente y me reí — buscaba la realidad no la sombra, acer­
tar y no el que dirán. Lo dijeron de Martin — en la Presidencia
del Congreso y no solo me reí — sino que le regale mi retrato
con marco de plata y esta o parecida dedicatoria en letra A S I
A, F.M. en testimonio de gratitud p or lo bien que me ayudó
con sus sabios consejos en la Pa del Congreso — todavía decia
mas! N o me enorgullezca V., P. Martínez haciéndome creer que
soy superior a V. en estas cosillas.
Aunque conste que V. supiera que tiene M iedo a eso y que
Mintió e-1 que le dijo lo que yo decia de Castañon. N o, yo tengo
miedo a hacer victimas inocentes por temor a calumnias mal­
vadas. N o a otra cosa. Creame V. Pero... ¿donde están esos
honrados, discretos y buenos que critican a Muñiz...? ¿donde
están que jamas los veo ni se ofrecen para nada? ¿Sera mi
cuñado Carlitos que salvo para pedirme una recomendación
todos los dias jam as me escribe para nada? ¿Sera Sarri que
despues de tantas protestas apenas vio las orejas de Sagasta
se pasó al enemigo y esta... aqui porque no le admitieron
allá? ¿Quienes son? le juro a V. que no los conozco. ¿N i se me
ocurre quienes podran ser? Sabe V. el efecto que me hace V.
con su carta... admirar a Canovas... precisamente porque hace
ministros a Bosch v Reverter... conoce bien... lo que m e pasa.
Y vamos a Carbajal. Y o ame a Carbajal por V. y p or los frailes
de Filipinas — que me lo pusieron en las nubes de honrado y
de bueno. Asi son sus cosas de V. y querrá V. que no me admi­
re. Vam os es para desesperarse... Si salió m alo despues... geringuese V. y confiese que se equivocó como yo me confieso de
POLEMICA ENTRE D. A. PIDAL Y MON Y FR. R. MARTINEZ VIG IL
495
que [m e ] equivoque respecto a V. y no hago cargos a R am polla
porque sea V. Obispo de Oviedo.
Pues yo le doy mi palabra de que lo que mas influyó en ha­
cer a Carbajal diputado que no lo quería... fué (con ---------razones locales) el elogio de Carbajal que le oi a V. y a otros
frailes. \Con que ya ve VA
N o conozco la historia del sacerdote — sera — si no la sabe
V. p o r Guzman porque a ese le conozco yo experimentalmente
y p o r lo tanto m ejor que V.
Lo de la Opinión es cierto. Pero ¿que contestó Canille jas?
que antes m ataba mil periódicos y se metia en su casa que
atacar a V.... y eso que no faltaba quien creia que era el p ro­
cedimiento m ejor para atraerle a V. fundados en los de fulano
y mengano &
¿Que hice yo? A p ro bar la conducta de Canille jas y reir a
C arbajal y decirle si el Obispo hace esto y esto conmigo, ¿que
extraño tiene que haga eso con V.? Apúntese V. y haga lo que
yo, pudrirse los hígados y escriba V. que reciban bien al Obispo
y escribió, aunque V. no lo agradezca ni lo crea.
P o r lo demas yo no me incomodo porque V. me apunte los
flacos de C arbajal — Al contrario. Me alegro para depurarlos y
aplicarles lo que aconseje la Moral... Ahora creerlos p orque les
diga Guzmanete... ¡entonces tendré que creer yo de m i... tan­
tas cosasl que se que no son. Antes las hubiera creido solo
p or verlas acogidas por V.... hoy... después de lo que he visto
y oido... le creo a V. muy fácilmente sugerible p or Guzmanes
y Canellas para que no pueda convencerme así. Apuré hasta la
sangrel... el masonismo de Suarez Valdes... y resulto Papa.
Apuré otras cosas v vi... aue no eran. Le oigo a V. h ablar de
Cabanilles... y a mi que lo he visto y tocado todo... me hace el
efecto que le acusaron a V.... de estar vendido a mis amigos.
Ud. me pondera el am or conyugal de Sabino que todo el orbe...
menos V. sabe como trata a su m ujer y com o vive... y V.... se
enam oró de Tarcede v le defendió... y aqui le tenemos... lo que
prueba que V. cree fácilmente y vaya cuando es el bien pero
cuando es el mal arm a unos lios tremendos y como es V. O bis­
po... viene el escandalo detras clamando al cielo!
Y o no — vo ni creo ni dejo de creer. Espero pruebas o graves
indicios o disposiciones de verdadera autoridad... y entonces
obro y corto por lo sano.
Asi Toca.
Asi Casteni.
Asi Valleam en.
Asi Parres.
Asi Granda.
Asi mil y mil amigos aue obraron el mal en uno u otro sen­
tido y corté y Pax Cristi. N o me caso con el error ni con el mal,
pues estimo en mas un segundo de Purgatorio que toda la Po­
lítica y todo el Im perio del Orbe. Soy flaco y vil y p o r eso me
paso un ayuno una multificencia y me tienta toda sensuali­
496
J. L. PEREZ DE CASTRO
dad... pero ser el cacique de una provincia donde mi m ejor
amigo es un Obispo como V . ! ! ! y e sta n [d o ] separado de mi
fam ilia y achicando en M adrid para proporcionarles creden­
ciales que agradecen así, y Museles que atribuyen a otros y
reñir con Canovas hoy, con Ram polla ayer, con Sagasta maña­
na para que se me crea vendido al ferrocarril o supeditado a
Muñiz— ka\— . Eso se puede sobrellevar p or Dios. Solamente
y p or E l solo — lo sobrellebo yo. Encontrara yo un verdadero
Padre Espiritual que me inspirara confianza p or su Prudencia
y saber y virtud y me autorizase y aconsejase que dijese «ahí
queda eso»... ni un minuto tardaba yo en abandonarlo todo...
aunque solo fuera para reirme al verle a V. entre tirios y entre
troyanos... mas respetuosos con V. que este infame Pidal.
N o es «incom patible su pequeñez de V. con el papel de mi
M en tor». El no serlo — oigalo V. bien— sera una de las cosas
de que tendrá V. que dar cuenta a Dios en su tribunal — pues
yo era un amigo probado — era catolico aunque pecador — era
bien intencionado — y tenia de V. alto concepto. Ahora lo sigo
teniendo de su saber, de su talento, y de su virtud... pero lo he
perdido de su caracter y de su prudencia al ver como V. me
juzga a mi, juzga lo de Villaviciosa y lo de otras partes en que
yo tengo la evidencia de que lo engañan a V.... y a V. solo — que
es lo doloroso— pues no encontrará V. nadie que crea lo que
V.... aunque todos se callen — porque solo yo — p or aquello de
haz a otro lo que quieras que te hicieran a ti, he tomado sobre
mi al escribirle estas cartas que me proporcionan con sus res­
puestas dos cosas 1.° ver confirmado lo que vale V. como
virtud y humildad. 2.° ver la red que han tejido hábilmente
sobre V. y la deplorable facilidad con que V. se arroja a juicios
y acciones temerarias. Lo primero me da esperanza de que lo­
gre V. ver en mi santamente intencionada advertencia lo que
V. debe corregir en si y si me equivoco válgame la evidencia
en que lo toco y el santo fin con que se lo digo.
Revillajigedo se entorno porque vió en V. afan de relegirle
y deseo de herirle ensalzado a sus contrarios. N o importa
obrar bien... pero merecía algo una fam ilia respetable y de
orden y católica. Lo de las capellanías o cargas... es singular...
según él favorece o lo hace por favorecer a la Iglesia — según
V. — no. Es cosa de oir a los dos ! pero en fin confieso que a
veces no está a la altura que debiera estar y es roñoso. Asi se
lo he dicho 1000 veces pues asi entiendo yo la amistad. N o
comprendo las amenazas que me hace V. sobre Gijón. Puede
V. hacer lo que guste — no me sacará V. de mi paso — en lo
que falte, de rodillas besare el culo y lamere los pies no de V.,
del ultimo m onaguillo...en lo que crea deba ob rar en concien­
cia... llegare a guerrear con el Papa como aconsejaba Soto...
en todo procurare hacer la voluntad de Dios. Unica cosa que
me importa. Pero es chistoso que me amenace V. — cuando no
se yo mismo quien va a ser candidato p or Gijón. ¿Le conquisto
a V. ya Gil... o las virtudes de Marina? ¡Ah P. Martínez que
POLEMICA ENTRE D. A. PIDAL Y MON Y FR. R. MARTINEZ VIG IL
497
em budito tiene V. por ley \! ! ! Hago mió todo el p arrafo de su
carta de V. que sigue a ese sobre la politica asturiana y le
acuso a V. delante del tribunal de Dios (aunque V. diga que eso
es aspaviento) p or faltar a ese programa en absoluto al que yo
jamas jamas jamas falté.
P o r eso rechazo lo de la politica de castas que tiene una
contestación... que yo no quiero dar a V. pero que al que le
sugiera estas cosas... se lo diré aunque despues le rom pa el
alma — y Dios me perdone— pero no puedo mas. Respecto a lo
que me dice de mi amistad uno de los dos está muy equivoca­
do. Y o siento a ratos mucho perder la de V. — y a ratos creo
que no he podido merecer jam as de quien asi obra conm igo...
pero V. — perderá poco porque poco valgo (sin m odestia) pero
perderá el U N IC O amigo de verdad que tiene V .... el único que
le defendió contra Rampolla, ilustrado sobre V. — p o r todos
los de ahí, el único que le defendió contra el P. Zeferino que
varias veces y a largas distancias me dijo pestes de V., el único
que le ha defendido siempre. \Aqui y ahí\ y en otras partes de
Nuncios, Arzobispos, Obispos, Canónigos, Curas, seglares, seño­
ras, hom bres, pues JAM AS he oido Tolle tollentem general
contra ningún Obispo como he oido contra V., a amigos y ene­
migos, desde Sarri a Uria, desde Teverga a Cam posagrado,
desde Revillagigedo a Clarin sin meterle otros, porque no quie­
ro delatar a nadie, pero creame V. en Cristo todo lo que se diga
de M uñiz es pálido al lado de lo que se dice de V. yo no lo
creo — pero eso le debe enseñar a V. a no creer fácilmente mal
del próxim o y a no envanecerse con su falsa Popularidad que
nada vale — pero que V. no tiene. Y o — ni a que se me haga
justicia aspiro — tan poco me importa todo. Seguire M andan­
do mientras Dios me demuestre su voluntad facilitándom e el
camino — porque no quiero desertar — pero a la m enor dificul­
tad — sobre todo de mis amigos, ahi queda eso y otro talle.
N o me ha de faltar p or donde salir diputado y tra b a ja r para
quien ni lo estima ni lo agradece. H oy p o r hoy solo el no
abandonar leales amigos y no tirar por la ventana fuerzas que
sirvan la causa de Dios es lo único que me detiene pues sinó
ahora que estoy bien encima me brinda hasta la vanidad a
dejarlo todo. Pero no piensan en Rom a como V. Al contrario.
H ay notoria contradicción en lo que V. dice de que valgo y
sirvo y no debo ser sustituido p or los sistemas políticos y mi
politica anticatólica y de castas & & & y la tristeza de su con­
ciencia y hav más hay otro error mayusculo. Dice V. que V.
seguirá siendo aclamado de los pueblos y yo no podré ir a Villaviciosa. Eso sera P. Martínez sino se truecan los frenos y
hago yo el papel de V. Porque si yo aliento a sus enemigos,
como V. alienta a los mios, a pesar de las Reliquias — menuda
silva se llevaría V.! y en cambio si V. no ayudase a los mios, no
me faltarían unos cuantos granujas que me silvaran p or dos
pesetas — porque eso no falta en ninguna parte, pero no se
podra decir que me silvaran los amigos del Obispo. Pero ¡co­
498
J. L. PEREZ DE CASTRO
mo entrega V. la carta! al decir de Villaviciosa donde mango­
nea un C o lu b il!! que frase y como le vende a V.! es decir que
la Tia Cacica el libelo, los silvadores o silvantes no le inspiran
a V. asco en Villaviciosa... lo que lo incomoda es C o lu b i= es
decir el que defiende la honra y la virtud atacada — el que me
defiende a mi. ¡Muchas Gracias! señor Obispo esto me da luz
sobre todo. N o niego que Lobo se corriera algo... pero V. le
pegó bien sus buenos deseos. En cambio los amigos le cono­
cieron a V. pronto el medio de hacer que V. hiciera solo lo que
querían! «L o ha dicho L obo ».
¡Que tristeza! obrar por esos motivos!
Y vamos a lo mas interesante que es el punto final.
Todo lo conseguirá V. de mi menos hacerme pasar ante mi
conciencia p or enturviador del agua que corre de V. a mi eso
de pasar p or L obo siendo el devorado cordero jam ás, y mien­
tras tenga pulmones lo gritaría y lo grabaria a voces y gritos
y con m artillo en todas partes... ¡N o faltaba mas!
V. puede creer lo que quiera de mi y de todos mis amigos.
V. puede hasta escomulgarme si gusta... pero lo que no puede
V. hacer sin faltar a la verdad es decir que yo le he tratado
a V. mal nunca ni que le he postpuesto a Barrabas.
¿Que Barrabas ni que Jesús es ese?
¿Que Cruz es esa que V. me achaca que le cuelgo?
Y o me he limitado a quejarme, a decir a los que se me que­
jaban de V. que V. no me haria caso, a no molestarle con peti­
ciones que solo me habían de acarrear desaires a contestar
cuando se me ha consultado sobre cosas que V. pedia y podían
afectarme a mi — que se hicieran porque era justo servirle a
V., aunque V. no lo haria p or mi ni p or mis amigos y si por
mis enemigos — todo eso es publico desde hace mucho que
V. lo hace asi — y yo no he revelado ningún secreto. Pero fuera
de eso que le he hecho a V. ¿Escribirle? Si eso es asi — con­
fieso que me he equivocado, creí y sigo creyendo que una carta
que es como una confesion entre V. y yo, debia ser motivo de
aprecio. Y o le he agradecido a V. las suyas porque gusta uno
de oir la voz sincera del amigo aunque no le convenza. Y o le
escribí a V. delante de Dios no para ofenderle sino para con­
vencerle, si no lo he conseguido, no por eso puede V. decir que
le ofendí y si le ofendí la retiro y le pido perdón por haberle
escrito. Solo vera V. ya después de esta — si esto es asi— car­
tas de ceremonia.
M as fuerte y mas duro que a V. hable y escribí al P. Zeferino y con tanta claridad hablé al Papa y asi le pedi yo a V. que
me hablase a mi!
¿Que tiene que ver eso con Somió, ni con Barrabas ni con
la Cruz?
N o lo entiendo.
Y o le he hablado a V. con el alma como amigo, como V. a mi.
¿Podemos entendernos y aclarar las cosas? Pues a ello.
POLEMICA ENTRE D. A. PIDAL Y MON Y FR. R. MARTINEZ VIG IL
499
¿N o quiere V.? Pues cada uno sigue su camino sin que de­
bam os evitarnos p or el temor de acometernos.
Y o siempre he distinguido en V. el amigo particular y el
Prelado, del amigo político en cuanto un prelado debe serlo de
un político catolico como yo. Son dos cosas distintas.
V. dirá si no [h e ] querido ser lo segundo — quiere ó no
quiere seguir siendo lo primero.
Y o ni hago traición a la verdad que me obliga a ser claro
y esplicito al discutir amistosamente con V., ni hago traición
a la gratitud y al cariño que no puedo menos de tenerle a V. a
pesar de todos los pesares. N o es que tema N ada. Como N ad a
ambiciono, solo temo a Dios. Es que tanto como me duele el
alm a al ver muchos de sus procedimientos de V. M e duele el
pensar que puedo dejar de ser amigo del antiguo P. Martínez,
del O bispo que caso a Pedro y que dio el habito a M aria.
Si no comprende V. esto tampoco — le compadezco mas
aun.
Perdónem e V. todo lo que en esta carta le nom bro, se la
escribo como si me confesase, con el santo abandono de la con­
fesión, como quien habla con sinceridad a un Padre, atento
solo a ser sincero y sobreentendido todo respeto y amor\ Si no
a qué escribir, callaría... y me vejaría ya veria de secundar a
tod os...\! ! ! ! (Y son muchos los que me han pedido los capi­
tanease contra V . ! ) en vez de mandarlos a paseo. Porque este
es su capitalísimo error de V. creerse am ado de todos y a mi
aborrecido cuando no se de nadie que delante o detras no le
despelleje ahi y aqui. ¡Todavía recuerdo cuando lo de Sanz y
Fores en Covadonga, como se le puso a V. de envidioso, de
irrespetuoso y de grosero...] Y o solo le defendí a V. p or detras
aunque por delante y a solas algo le dije, si lo recuerda, a V.
Aun los que conceden que es V. bueno y sabio le llam an a
V. ligero (d e caballería es la frase), vanidoso p or el oro y el
oropel hasta en los anteojos! que no tiene V. educación hacien­
do pañuelo de los dedos. Que esta V. lleno de envidia a todos los
Prelados & & que trata V. descortesmente a los curas y que se
yo cuantas cosas mas. Todo esto se lo repito — como el esclavo
romano al Cesar triunfador para que no se engríe... y en ello
le doy una santa prueba de amistad — que no se si V. sabe
apreciar. Y o en cam bio y a pesar de lo de L obo
de lo de Muñiz
de lo de Villaviciosa
de lo de Collada,
de lo de Muñiz y donde ---------- de lo de Cabanilles
y de mil cosas mas, he dicho que era V. virtuosísimo porque
asi lo se, sabio porque lo creo, agradable porque lo es, amigo,
servicial y generoso porque lo he experimentado, de talento
porque esta a la vista.
Em prendedor y prestoso y celoso porque es verd ad .& & & &
y no lo digo p o r adularlo sino p or no mentir delante de Dios.
Porque el mal de V. fue 1.° Em peñarse en ir a Oviedo (N a ­
500
J. L. PEREZ DE CASTRO
die es profeta en su palacio; 2 .° temer que dijeran que yo iba
a influir en V. 3.° En vez de mantenerse V. elevado si no que­
ría V. ser mi mentor, irse tras Canella y Guzman y Sabino y
Rafael Valdes & & & & es decir detras de todos mis enemigos
que solo deseaban hundirme sin ver V. que hundirme a mi era
hundir al que mas bien podia hacer a la Provincia no solo en
bienes materiales sino morales y cristianos.
Y o no lo he pedido a V. que dirijiese ahi la política 1.° por
su bien de V. y 2.° porque creía que V. me mandaría a paseo
y con razón. Y o no lo he pedido a V. que hiciese de su báculo
un manubrio electoral; pero si que no lo convirtiese en manu­
brio electoral contra mí — como hizo en Villaviciosa — y en
Comillas y con los cuatro curas integristas que me puso en
Villaviciosa & & & yo hubiera querido que V. conociéndome
a mi, y sabiendo que solo buscaba la gloria de Dios — en el
secreto de la confesión me hubiera ayudado dirigiéndome y
alum brándom e a hacer todo lo posible por la gloria de Dios en
Asturias... y yo lo hubiera hecho como hice todo (sin excep­
ción) lo que V. me ha pedido desde Estrada católico a Estrada
masón, desde el Arreglo Parroquial al Cabildo. Sin excepción...
pues aun de Muñiz jamas me dijo V. seriamente «quítele V .»
al contrario no decia V. «a Canille jas le sirve y hace bien en te­
nerlo a su lad o » cien veces se lo oí a V.
De Villa... que ahora le escandaliza a V. de Alcade, jam as
me dijo V. nada y ha sido Alcalde mil veces, y asi todo. En lo
de Covadonga me negué al Cabildo, me negué a D. Máximo,
me negué a todos mientras no estuviese V. conforme.
Me dijo V. que si Me puso en ridiculo y quede por embus­
tero con el gobierno y el Nuncio porque me enseñaron sus in­
formes de V. contrarios.
Y o salve su honra de V. cuando el Episcopado. Bueno hu­
biera quedado si yo cedo y no lo es V.!
Y o saqué la cara p or V. con la Reina, en el gobierno con
Cánovas
yo resistí a su Cabildo de V.
Y o le hice testamentario del P. Zeferino porque quería que
todos viesen que el gran sabio le quería a V. y creia que nece­
sitaba V. este testimonio en Asturias y le convenía en M adrid,
yo le quise hacer a V. Arzobispo 3 ó 4 veces.
N ad a de esto lo digo por echarle en cara fabores. N o soy
tan ruin ni miserable. Sino para rechazar sus injustísimas acu­
saciones de V.
En resumen.
M i conciencia me dice que yo no me he podido portar me­
jo r con V. y que V. (salvo algunas cosas que rendidisimamente
y en el alma le agradezco, no se ha podido portar peor conmi­
go como Obispo de Asturias no como amigo particular que
en todo lo particular me quedo muy p or debajo de V. Dos ve­
ces he reñido con V. para siempre y he vuelto a ser su amigo.
POLEMICA ENTRE D. A. PIDAL Y MON Y FR. R. MARTINEZ VIG IL
501
M il veces he estado a punto de rom per — y me he dom inado
sangrándome el corazon.
Varias cartas le he escrito unas soberbias e iracundas, lo
confieso (y p o r eso las rom pí) y otras humildes y suplicantes
y tampoco fueron....hasta que la ultima de V. unido [ a ] varias
cosas que tocaba yo aquellos dias y a profundos disgustos de
todo genero con que Dios me prueba am argamente estos dias
me hicieron escribirle como si delante de Dios y tratando solo
verdad, sin ira en el corazon ni mas sentimiento que el amor
a la justicia, estuviese hablando con V.
Su carta de V. me edificó p or lo serena y a no clam ar los
hechos con tan alta voz me hubiera dado p or convencido.
Y a lo sabe V. todo y crea V. que aunque aunque no se re­
media Nada es un consuelo este desahogo para mi.
V. vera si quiere que lo dispensemos todo y hagam os nueva
vida o si convencido de que yo soy un ser... desdichado prefie­
re V. dejarm e entregado a mi propia miseria.
Porque asi como en lo que V. me demuestra que tiene ra­
zón no reconoceré límites a mi arrepentimiento, en lo que vea
yo que sigue V. apasionado, jam ás conseguirá que llame al mal
bien — ni bien al mal.
Suyo ex corde
Alejandro.
Pese a la crudeza del texto epistolar con que Pidal pretende
hacer reaccionar y reflexionar a Martínez Vigil no llegaron a rom ­
per definitivamente su trato, bien haya sido p or m ero decoro o
porque en efecto les ataban íntimamente conmemoraciones fam i­
liares como la toma de hábito de M aría Pidal, que don Alejandro
tanto le evoca en ocasiones similares (15). Lo cierto es que, pese
a la presente carta, su trato continuó, como lo demuestran otras
posteriores de Pidal;
si bien a raíz de la transcrita debieron de
estar algún tiempo suspendidas sus relaciones, pues hasta 1903 el
obispo no vuelve a escribir referencias acerca de don Alejandro en
sus M em orias (16). La última la anotó el 27 de mayo de 1904, año
en que, tres meses más tarde, el prelado fue encontrado m uerto
sobre su cama en el palacio de verano de la mitra, en Somió. Un
fam iliar suyo, testigo presencial de las últimas horas del prelado,
comenta: «L a noticia de su muerte cundió por Som ió y llegó a Gijón en breves m om entos».
«Caliente todavía el cadáver, se presentó en la casa el señor don
Alejandro Pidal y Mon. N os parece todavía verle con aquella barb a
(15) Vid.: sobre este acontecimiento social, “L a Epoca”, del 20-VIII-1894.
(16) Fr. Ramón continuó anotando en sus “Memorias” (fols. 45, 46, 61 y
62) las ocasiones en que trató a Pidal.
502
J. L. PEREZ DE CASTRO
venerable, procer su figura, sentarse como rendido por el dolor
en uno de los divanes que había en la entrada del palacio. Con la
frente entre las manos y sin decir palabra, le hemos visto algunos
momentos reflexivo; y levantándose luego, con aquella su palabra
siempre elocuente y persuasiva, brotó de sus labios aquella misma
frase que le inspiró un día en mem orable discurso la vista de la
carroza funeral que conducía los restos del insigne Cánovas: sic
transit gloria m u nd i...» (17).
Al sucederle en la diócesis el reverendo Francisco Baztán y Urniza no parece intervenir en la política pidalina como su antecesor
durante los nueve años más en que don Alejandro continuó ejer­
ciendo su liderazgo, hasta su fallecimiento en 1913; pues no obs­
tante contar la oposición con la m ayor opinión del concejo, no
lograron derrotarle, ni sustituir en la alcaldía a los Cabanilles.
Pero muerto el gran cacique, cambió p or completo el panoram a
político de Villaviciosa y comenzaron a tener la representación
parlam entaria otros destacados nombres como don N ican or de las
Alas Pumariño, don José Rodríguez y algunos izquierdistas adictos
a M elquíades Alvarez (18).
Sirva pues la carta transcrita para m ejor conocer, además de
los entresijos de la política asturiana durante la Restauración de
la M onarquía (19), el carácter de una de las personalidades «m ás
(17) Am aro A l o n s o C a m p a l : Fray Ramón Martínez Vigil. Memorias de
un familiar suyo, en “Covadonga”, 7-IX-1926, núm. 101, p. 707.
(18) A.° L ó p e z O l i v e r o s . Ob. cit., págs. 47 y 48; señala que Melquíades
Alvarez, surgido de entre los republicanos de la Universidad de Oviedo para
luchar contra el caciquismo pidalino. fue quien reemplazó a Pidal en la repre­
sentación de la política en Asturias y llegó a ser, una vez en la cima, otro
gran cacique. Del tránsito sufrido por la política en Asturias a la muerte de
Pidal da noticia C a n e l l a : Representación..., p. L X X X IX .
(19) Sobre esta etapa de la historia de Asturias, consúltese:
G a r c í a S a n M i g u e l , L . : De la sociedad aristocrática a la sociedad indus­
trial en la España del siglo XI X, Madrid, 1973, cap. IV : “Las fuerzas políticas
durante la restauración”, págs. 195-206.
G i r ó n y G a r r o t e , J .: La restauración ( 1875-1923), en “Asturias contempo­
ránea, 1808-1975. Síntesis histórica. Textos y documentos”, Madrid, 1981, págs.
75-102.
G i r ó n y G a r r o t e , J .: Los partidos políticos y las elecciones ( 1875-1902), en
la “Historia General de Asturias”, tomo IV, siglo X IX , Gijón, s/a, cap. 14,
págs. 209-224. Así como su espléndida tesis doctoral, aún inédita: Elecciones y
partidos políticos en Asturias, que mereció el premio Juan Uría, de investi­
gación.
G o nzález
Muñiz, M .A .: Asturias durante la Restauración ( 1874-1916), en
POLEMICA ENTRE D. A. PIDAL Y MON Y FR. R. MARTINEZ VIG IL
503
descollantes y más discutidas» de la España de entonces, en la que
surge precisamente como tipo más representativo de su régimen
político el cacique y en la que se abre para España, como señaló
M arañón, la era del provincianismo, que impregna todo el cuerpo
social ( 2 0 ).
G U IA B IB L IO G R A F IC A
A)
Sobre don A l e j a n d r o P id a l y M o n , y prescindiendo de las obras que tra­
tan sobre La Restauración, porque sería abrumador relacionarlas, véase:
S u a r e z , C .: Escritores y artistas asturianos. Indice biobibliográfico, tomo VI,
Oviedo, 1957, págs. 226-238. A las referencias bibliográficas que sobre él
cita, pueden añadirse:
A n o n i m o : Don Alejandro Pidal en la Asociación de la Prensa. El verdadero
retrato de Cervantes, “L a Epoca”, Madrid, 16-1-1912.
A n o n i m o : Asturias en las Cortes. Sesión celebrada por el Congreso de los
Diputados el 25 del mes corriente. Discursos pronunciados con motivo del
fallecimiento del Excmo. Sr. D. Alejandro Pidal y Mon, “El Correo de As­
turias”, octubre, 1913.
^ z o r i n : Recuadro de Alejandro Pidal, en “A B C ”, M a d r id , 27-IV-1960, p. 47.
B e d r i ñ a n a y M a r t í n e z , M . : Oración fúnebre en memoria del Excmo. Sr. Don
Alejandro Pidal y Mon, pronunciada en la iglesia de N a Sa de Guadalupe
(E l Buen Tono), en la ciudad de México, el día 20 de diciembre de 1913
por el señor cura don ...... . M é x ic o , 1914, 27 págs.
la “Historia de Asturias. Edad contemporánea. I. De la caída del antiguo ré­
gimen a la guerra civil”, Vitoria, s/a, págs. 130-159.
M e l ó n F e r n a n d e z , S . : Universidad y cultura durante la Restauración (18751902), en la “Historia General de Asturias”, tomo IV, siglo X IX , Gijón, s/a,
cap. 16, págs. 241-256.
Ruiz, D . : La política y los políticos de la Restauración, en “Asturias con­
temporánea (1808-1936)”, págs. 32-39.
(20)
Sobre la figura y tipología del cacique, que encarnaba en esta época
con singular carácter don Alejandro Pidal, consúltese: M . T u ñ o n d e L a r a : El
caciquismo y su poder, en “L a España del siglo X I X ”, tomo II, Barcelona,
1976, págs. 44-47. Con independencia de la numerosa bibliografía general que
existe sobre el tema, pero precisamente por su influencia en lo provinciano,
no debe prescindirse para comprender aquel fenómeno de los numerosos “mo­
nos” o deseños con pé realizados por Castelao, el gran dibujante y humorista
gallego, sobre el cacique.
Para el proceso del caciquismo en Asturias resultan muy provechosas, pe­
se a su hipercrítica, las denuncias e informaciones de “Clarín”, que pueden
consultarse en Y ván L i s s o r g u e s : Ob. cit., tomo I, págs. 22 a 33; y el resumen
de C a n e l l a : Representación... cit., págs. X C IX a C I ; así como el trabajo de
G a r c í a S a n M i g u e l : De la sociedad... cit.; y las mencionadas novelas de Pé­
rez de Ayala.
504
J. L. PEREZ DE CASTRO
C a b a l , C . : El orbayu, en “ D e l fo lk lo re d e A s t u r ia s . C u en tos, le y e n d a s y t r a d i­
cio n e s” , s/f., s/1., p á gs. 3 y 4.
C a n a l s , S . : Asturias, información sobre su presente estado moral y material,
con una carta-prólogo de don Alejandro Pidal, Madrid, 1900, págs. 140-141
y 143.
C a n e l l a , F . : Representación asturiana, administrativa y política desde 1808 a
1915, en la Diputación Provincial de Oviedo, Congreso de los Diputados, Se­
nado y otras instituciones, Oviedo, 1915-1916, págs. L X V III y ss., L X X X V II
y ss., X C III, CVIII, 135, 137 a 151 y 177.
Id. : Caciquismo y elecciones, en el “Almanaque de El Carbayón”. Oviedo, 1890,
págs. 67-74.
C a s t e l l a n o s C u e s t a , M .: Pidal y Mon, A., en la “Gran Enciclopedia Asturia­
na”, tomo 11, págs. 251 y 252.
F e r n a n d e z A l m a g r o , M .: Don Alejandro Pidal a los cincuenta años de su
muerte, en “A B C ”, Madrid, 21-X-1963.
F e r n a n d e z A l m a g r o , M .: Cánovas. Su vida y su política, Madrid, 1951, capí­
tulos X y XII.
G a r c ía S a n M i g u e l , L . : De la sociedad aristocrática a la sociedad industrial,
en “L a España del siglo X IX ”, Madrid, 1973, págs. 201-202.
G e r a r d , R.P. Fr. Pedro: Oración fúnebre del Excmo. Sr. D. Alejandro Pidal
y Mon, pronunciada ...... en las solemnes exequias celebradas por la Real
Academia Española, el 19 de noviembre de 1913, Madrid, 1913, 21 págs.
Juan F e r n a n d e z [E.M. Glez. del V a lle ]: Literatura progresista. Escritos polí­
ticos, Barcelona, 1900, págs. 57-71.
L i s s o r g u e s , Y . : Clarín político, Toulouse, 1981, tomo I, págs. X X IX , X X X III,
19, 25, 26, 28, 29, 31, 37, 83, 288, 312 y 358; tomo II, págs. 51, 62 y 80.
L ó p e z O l i v e r o s , A : Asturias en el resurgimiento español ( Apuntes históricos
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Ruiz, D.: Alejandro Pidal o el posibilismo católico de la restauración, posicio­
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222, 223, 243, 244 y 245.
V a r i o s : ...... en los periódicos “El Carbayón”, “El Comercio”, “Avance”, “El
Correo de Asturias”, etc.
POLEMICA ENTRE D. A. PIDAL Y MON Y FR. R. MARTINEZ VIG IL
B)
505
Sobre Fr. R a m ó n M a r t í n e z V i g i l , véase:
S u a r e z , C . : Escritores..., cit., tomo V, Oviedo, 1956, págs. 219-229. A esta obra
y a las referencias que ya publiqué en: J.L. P e r e z de C a s t r o : Contribu­
ción al catálogo bibliográfico, periodístico y oratorio de Fr. Ramón Martínez
Vigil ( “Bol. del Instituto de Estudios Asturianos”, 1961, núm. 42; y 1966,
núm. 59), pueden añadirse las siguientes:
A l o n s o C a m p a l , A . : Fr. Ramón Martínez Vigil. Memorias de un familiar suyo,
en “Covadonga”, 7-IX-1926, núm. 101, págs. 706-709.
A l o n s o , A : Fr. Ramón Martínez Vigil, conde de Noreña, en “Fiestas del EcceHomo”, Noreña, 1958.— Oviedo, 1958.
A l v a r e z S á n c h e z , M .: Avilés. Leyendas. Apuntes de novela. Anécdotas. Hijos
ilustres. Curiosidades históricas, Madrid, 1927, p. 306.
A n o n i m o : Sermón de caridad a favor de las misiones africanas, en “La Fe”,
Madrid, 13-V-1880, p. 2.
A n o n i m o : Crónica vigiliana, en “L a Igualdad”, Madrid, 18-V-1880, núm. 22,
p. 2.
A n o n i m o : El Excmo. Sr. Fr. Ramón Martínez Vigil, en “El Porvenir de Laviana”, 1-III-1891, núm. 11.
A n o n i m o : La santa visita pastoral de estos arciprestazgos, en “El Mediodía
de Asturias”, 15-V-1894.
A n o n i m o : Bendición de la iglesia de Bustiello, en “La Opinión de Asturias”,
13-X-1894, núm. 498.
A n o n i m o : Acabemos, en “L a C ru z d e la V ic t o r ia ” , O v ie d o , 21-11-1900, nú m . 4.
A n o n i m o : Martínez Vigil, Fr. Ramón, en la “Gran Enciclopedia Asturiana”,
tomo 9, p. 253.
A r a m b u r u , F .: Batallón del Principado, en la “Gran Enciclopedia Asturiana”,
tomo 2, págs. 292 y 294.
A r b o l e y a , M .: Apuntes autobiográficos, publicados por Salvador Blanco Piñán en el “Boletín del Instituto de Estudios Asturianos”, Oviedo, 1971,
núm. 72, págs. 50, 56 y 58.
A r b o l e y a M a r t í n e z , M . : Sobre el tradicionalismo político (Cartas de un obis­
po español y un personaje carlista), M a d r id , 1910, 37 págs.
B e n a v id e s , D . : El fracaso social del catolicismo español. Arboleya Martínez
( 1870-1951), Barcelona, 1973, págs. 19, 21, 24, 25 y 42.
B l a n c o P i ñ a n , S .: V i d . : A r b o le y a , M .
C a n e l l a , F .: Representación asturiana, administrativa y política desde 1808 a
1915 en la Diputación Provincial de Oviedo, Congreso de los Diputados,
Senado y otras instituciones, Oviedo, 1915-1916, págs. C X I I , 175 y 178.
E l a d io [G . J o v e ]: Iglesia parroquial de Laviana, en “el Correo de Asturias”,
Oviedo, 21-VTI-1895.
F e r n a n d e z A v e l l o , M .: El fomento de Asturias y la Cruz de la Victoria, en
el “Boletín del Instituto de Estudios Asturianos”, Oviedo, 1963, núm.
X L V III, págs. 94 y 95.
F e r n a n d e z - A r i a s C a m p o a m o r , J .: Una parroquia de erección difícil, en el “Bo­
letín del Instituto de Estudios Asturias”, Oviedo, 1972, núm. 75.
F e r n a n d e z d e M i r a n d a , A . : Historia de una comarca asturiana. Grado y su
concejo, Madrid, 1907, p. 76.
G a r c í a J o v e , E. : Excmo. e limo. Dr. Don Fr. Ramón Martínez Vigil, en “La ­
viana”, núm. extraordinario de 13-V-1899.
506
J. L. PEREZ DE CASTRO
G a r c ía T e i j e i r o , M .: Vid:
M.K.G.X.T.Z.
G a r r a l d a G a r c í a , A .: Avilés, su fe y sus obras, Avilés, 1970, págs. 85, 88, 147,
148, 167, 314, 316 y 334.
N i e t o , V . : La masonería en Asturias en el S. XI X, Oviedo, 1985,
págs. 121-124, 167 y 194.
J o v e y B r a v o , R . : El Excmo. P. Martínez Vigil, obispo de Oviedo, en “Covadonga”, 6-VIIM918, núm. 13.
M.K.G.X.T.Z.: Algo para la historia de Figueras de Asturias, Luarca, 1895,
págs. 39-46.
M a r t í n e z , C .: Historia de Asturias, Gijón, 1969, págs. 338-340.
M a r t í n e z C a c h e r o , J . M . : Oviedo en dos novelas del siglo XI X, en el “Boletín
del Instituto de Estudios Asturianos”, 1961, núm. X L III, págs. 388 y 389
M o n t e C u e s t a , H .: Apuntes sobre Noreña, Oviedo, 1960, págs. 122-124.
P e r e z d e A y a l a , R .: Belarmino y Apolonio (Edic. Cátedra), 1978, págs. 156, 221
y ss., 224 y ss.
P e r e z de C a s t r o , J.L .: Epistolario de “Clarín” y Fr. Ramón Martínez Vigil,
inserto en el libro de Marino G ó m e z S a n t o s : Leopoldo Alas, “Clarín”,
Oviedo, 152, págs. 151-176.
P e r e z de C a s t r o , J .L .: Angustia espiritual del cardenal Fr. Zeferino.
I : La Enfermedad, en el “Boletín del Instituto de Estudios Asturianos”,
1956, núm. 29, págs. 383-404.
II:
La muerte, en ibíd., 1957, núm. 31, págs. 297-314.
P e r e z de C a s t r o , J .L .: Las honras fúnebres al cardenal Fr. Zeferino Gonzá­
lez, O.P., en ibíd., 1970, núm. L X IX , págs. 29-60.
P e r e z F e r r e r o , M . : Ramón Pérez de Ayala, Guadarrama, 1973, p á gs. 70 y 71.
P o s a d a , A. [Glez. d e ] : Fragmentos de mis memorias, Oviedo, 1983, págs. 218
y 219.
P r i e t o , R .: Nuestro prelado, en “La Opinión de Asturias”, 2KVI-1896, núm.
1.003. (Extracto del publicado en Asturias, Madrid, l-IV-1892, núm. 88).
R e d a c c ió n (L i a ): A Fr. Ramón, obispo de Oviedo, en “L a Región Asturiana”,
noviembre de 1892.
U n M e r e n s e : Hombres ilustres, en “N a Sa la Virgen de la Cabeza”, mayo, 1975,
Oviedo, 1975 (con fascisímil de su partida bautismal).
U r q u i j o , Felipe de: Oradores sagrados, el muy Rvdo. P. Fr. Ramón Martínez
Vigil, en “L a Fe”, Madrid, 20-VIII-1879, núm. 792.
V a q u e r o I g l e s i a s , J.A.: Escuela e iglesia en la etapa de la Restauración: El
pensamiento del obispo Fr. R. Martínez Vigil sobre la libertad de ense­
ñanza, en “Aula Abierta”, Oviedo, diciembre de 1984, núms. 41 y 42, págs.
197-216.
V a rio s : Historia general de Asturias, tomo IV, siglo X IX , Gijón, s/a, págs.
232, 245 y 256.
H id a l g o
NUEVAS OBRAS Y ESCRITOS DEL PINTOR
JOSE ROBLES
J o s é T o l iv a r
M ig u e l
F aes
S u a r e z-C a n to n
Cuando en 1984 dábam os a conocer la vida y obra del pintor
José Robles (1 ) abrigábam os la esperanza de que aquel libro esti­
mulase la catalogación de nuevos cuadros así como la aportación
de noticias que nosotros no habíamos llegado a conocer. Y, efecti­
vamente, unos y otras han aparecido ya en cantidad que viene a
justificar la publicación del presente trabajo.
Los nuevos cuadros, unos cincuenta, que catalogaremos al final,
fueron localizados en colecciones diferentes de dentro y fuera de
Asturias, pero las noticias tienen su casi exclusivo origen en el
epistolario (2 ) que el pintor dirigió a don Nicolás Suárez-Cantón
entre los años 1867 y 1878. Este epistolario, que los herederos del
ilustre hom bre público (3 ) conservan en Cangas del Narcea, con-
(1) José Robles, pintor de Asturias, por J. Tolivar, 186 págs. más láminas,
ID E A, Oviedo, 1984.
(2) Del epistolario proceden también las noticias de bastantes de las pin­
turas que catalogamos al final de este trabajo, pinturas que en muchos casos
probablemente no habrán llegado a realizarse pero que en otros sí habrán
sido realizadas y podrán ser localizadas y atribuidas a su autor. No conocemos
las cartas de don Nicolás a Robles, pero en las de éste ha quedado la nota
de haber sido contestadas prácticamente todas a vuelta de correo.
(3) Don Nicolás Suárez-Cantón y Alvarez (* Burgos, 1815; f Cangas de Tineo, 1878), hijo de don Nicolás Suárez-Cantón y González-Alberu, que, siendo
oficial de la Contaduría del Ejército del Norte, casó en Burgos con doña Ma­
ría Luisa Alvarez, vino a Asturias a la edad de siete años. De aquí era su
padre y aquí quedó vinculado para siempre, entre otras razones, por haberse
casado con doña Lucía Uría y Riego, hermana del ilustre don José cuyo nom­
bre lleva la famosa calle ovetense. Fue alumno de nuestra Universidad, fun­
cionario de la Diputación, alférez del Ejército, amigo de don José Caveda y
Nava, profesor de Literatura en Pontevedra, Inspector General de Ferrocarri­
les, Consejero Regio de Agricultura, Director General de Correos, Subsecreta­
rio de Gobernación, Diputado a Cortes por Cangas (1862-65) y por Avilés
JOSE TOLIVAR FAES Y MIGUEL SUAREZ-CANTON
508
tiene treinta y ocho cartas de Robles que vienen a ilum inar preci­
samente los diez años de la vida del artista anteriores al de 1877
en que p or prim era vez le veíamos relacionado con Asturias (4).
Esas cartas, que a continuación resumiremos tomando sólo los
párrafos que creemos más sustanciosos y corrigiendo en ocasiones
su defectuosa puntuación y ortografía, son testimonio de la venida
del pintor a Asturias ya en 1867; de sus prim eros viajes p or San­
tander, Bilbao, Francia y Andalucía; de los medios de locomoción
que empleó; de su eterno temperamento bohemio, inconstante,
iluso y afectuoso;
de su pereza innata;
de muchas de sus obras
proyectadas y de algunas realizadas; de su propia fam ilia;
de su
salud precaria y de la de su primera esposa; de sus frustradas opo­
siciones; de su tambaleante economía; de los personajes para los
que trabajó (su «p rim er adquiriente» fue, precisamente, don N ico­
lás Suárez-Cantón);
de sus relaciones con una veintena de otras
importantes personalidades, entre las que se encuentran escritores
o artistas como Pereda, Palmaroli, Contreras, Hispaleto, Fortuny
y, sobre todo, Tam berlick; de los encargos y de la fam ilia y amis­
tades de su protector y prim er amigo asturiano Suárez-Cantón; de
los varios domicilios que sucesivamente tuvo en M adrid;
de su
malísima ortografía, tanto en español como en francés, lo que es
indicio de que en su juventud era todavía escasa la instrucción que
poseía;
de cómo ésta fue en continuo progreso;
de los curiosos
regalos que hacía o recibía del citado procer asturiano; de cierto
interminable retrato que a éste prometió hacer de una hija falleci(1865). Conocedor de varios idiomas, fue poeta, dibujante, pintor y colaborador
de “El Faro Asturiano”, “Revista de Asturias” y “L a Ilustración Gallega y
Asturiana”. Formó parte del jurado calificador de la Exposición Nacional de
Bellas Artes de 1860 (a la cual ya acudió Robles con un retrato cuando tenía
17 ó 18 años) y de la de Oviedo de 1875. Fue miembro de la S.E.A.P., de la
Comisión Provincial de Monumentos y de otras instituciones culturales. A las
referencias bio-bibliográficas citadas por “Españolito” debemos añadir, por­
que acaso sea la mejor, la nota biográfica publica por ’’Eugenia Astur” en
“L a Voz de Asturias” de 6-VTI-1930 y la traducción en verso de un soneto de
Vittorelli que recoge la “Revista de Asturias” de 5-V-1879.
(4)
De 1877 era el primer cuadro asturiano que le conocíamos: Casita con
corredor y ropa tendida, acuarela dedicada “A mi querido amigo R. Jove” ;
pero, como veremos, su labor en Asturias se inicia ya en 1867, y se inicia con
una extraordinaria actividad, pues en el mes escaso que permaneció en Can­
gas, además de familiarizarse con nuestros paisajes, pintó, al menos, cuatro
retratos: el grande de don Nicolás, el de la esposa de éste, el de su hija María
y el de su sobrina Esperanza. Ello es una prueba más de la gran facilidad
con que ejecutaba sus obras, de primera intención, sin apenas tener que co­
rregir nunca el dibujo ni el color.
Detalle del gran retrato de don Nicolás Suárez-Cantón en traje de caza. Esta
obra, de 1867, es, muy probablemente, la primera de las muchas que Robles
llegaría a realizar en Asturias.
Fotografía de Robles a la edad de 25 años. Luce
sobre el chaleco la flamante cadena de reloj a
la que se refiere en cartas de 2 y 9 octubre 1867.
*
NUEVAS OBRAS Y ESCRITOS DEL PINTOR JOSE ROBLES
509
da; de algunos pareceres políticos; de cómo, p o r el año 1871, dice
haber realizado en Jerez de la Frontera no menos de treinta retra­
tos; de
precios;
de hace
ción del
muchas curiosas mercancías y de sus no menos curiosos
de algunos ambientes y costumbres de aquella Asturias
ciento veinte años y, sobre todo, de la temprana adm ira­
pintor p o r esta región.
Pero, antes de resum ir esas cartas, es oportuno recordar aquí,
en relación al Robles escritor, que a los treinta y tantos artículos
periodísticos de que dimos cuenta en José Robles, pintor de Astu­
rias (págs. 107-135) hay que añadir el titulado Película retrospectiva,
que firm a en M uros en octubre de 1910 y publica en «C rónica de
Asturias» (H ab an a, 12-XI-1910) pocas semanas antes de su muerte.
Rem em ora en él, como en «herm osa película de cine», las gratas
impresiones que recibió de Asturias. N o olvida su inicial tem or de
que esta Suiza española fuese sólo una copia de los manidos cro­
mos de la libre Helvecia; pero, añade, «D on Nicolás Suárez-Cantón,
hom bre de gran talento y depurado gusto, me pintó su tierrina de
muy distinta manera, y para que pudiera conocerla, se empeñó en
que viniese a pasar unos días en su casa de Cangas de Tineo». Con
Suárez-Cantón empezó Robles a ser asturiano. Al final de su vida
se complace el pintor en recordarlo. Fue, sin duda, este artículo su
último canto a nuestra tierra: La belleza de Asturias, dice, se apre­
cia más cuanto más se la contempla. Aquí pasa lo contrario que con
la Rom a veduta... Y para que nadie olvide esa gran admiración
suya, quiere dejar recuerdo (tal vez sintiéndose m o rir) de que, ins­
pirado p or el encanto de Asturias, él ha pintado infinidad de cua­
dros y ha escrito más que el Tostado. Después, quebrando con
hum or la solemnidad de esa que va a ser su última declaración de
amor, afirm ará rotundamente:
«S o y el madrileño más asturiano
que ha nacido, doy quince y raya a Fermín Canella».
Veam os ahora, en las treinta y ocho cartas que hemos extrac­
tado (5), cómo ese am or p or Asturias, que iba a acom pañarle hasta
la muerte, se había cimentado en él hacía más de cuarenta y tres
años:
(5)
Para simplificar la referencia a esas cartas, una vez puestas por or­
den cronológico, las hemos numerado correlativamente.
JOSE TOLIVAR FAES Y MIGUEL SUAREZ-CANTON
510
E P I S T O L A R I O
1
M adrid, 20 julio 1867.— ...yo sigo bien pero cada vez más del­
gado, tanto que estoy trabajando como un negro para concluir
lo más preciso y marcharme en seguida a incom odar a Vds. unos
días... del asunto que V. tuvo la bondad de encargarse está com­
pletamente terminado y ayer trajo el Sr. Mesa el documento que
así lo acredita... su nom bre de usted va unido a dos épocas que
serán imperecederas en mi memoria y en mi corazón... L a cabecita
de la Virgen ( 6 ) la tiene el carpintero del M useo... me la lim piarán
y pondrán en estado de restaurar, les he dado prisa y creo podré
llevársela a V. cuando yo vaya.
2
[M a d r id ] 31 julio 1867.— ...pienso salir el sábado 3 de agosto...
permaneceré en León un par de días con un amigo de la infancia
que es catedrático del Instituto, y en seguida iré a Cangas... La
cabecita de la Virgen está engatillada divinamente... no ha de estar
lim pia hasta el día ocho y para ese día ya estaré yo en esa... he
adelantado el viaje porque está el E m bajad o r inglés en La G ranja
y de no hacerlo ahora me sería imposible más tarde... Excuso de­
cirle que llevaré con el m ayor cuidado el p ájaro y empaquetaré la
jaula lo m ejor que pueda.
3
Oviedo, 6 agosto 1867.— ...hoy a las cuatro de la m añana he
llegado a esta capital... [c re í] que saldría coche para esa inmediato
a la llegada de la diligencia (7 ) pero no es así... tengo que hacer
una visita en Avilés y al mismo tiempo quiero ver el m a r... perm a­
neceré en dicho punto un p ar de días... puede contestar en casa
de D. Francisco Grajera, calle Oscura n.° 13, donde he tenido que
incom odar aunque sólo sea para que tengan el pajarito y la jaula
con el cofre mientras yo voy a Avilés, me he acordado de su amistad
de V. con el Sr. G rajera ( 8 )... son las seis y a las siete sale la dili­
gencia de Avilés...
(6) V er nota 16.
(7) Hasta 1884 no llegaría a haber comunicación por ferrocarril entre
Oviedo y León.
(8)
Aunque con mucha probabilidad es hermano del célebre escultor José
NUEVAS OBRAS Y ESCRITOS DEL PINTOR JOSE ROBLES
511
4
Oviedo, 4 [S e p t.] 1867.— ...son las diez de la noche, he llegado
sin novedad a las ocho... [Después de cen ar] fui a visitar al Sr. Suárez Solís, el cual no solamente reconoce el crédito sinó que me
hace que me quede en su casa el poco o mucho tiempo que perm a­
nezca en ésta. Es pues, como yo suponía, innecesaria su carta para
el Sr. Prado... para acordarm e de usted a todas horas bastaba el
recordar el sin igual cariño con que he sido tratado en esa p or
todos... sin que fuese preciso el lindo obsequio que V. me ha he­
cho... [H a sido usted] para mí un padre cariñoso y un am igo cual
ninguno desde el principio de nuestras relaciones y m uy particu­
larmente desde su venida a M adrid... dé usted mil afectos a su
señora... [S a lu d o s para otras personas de la casa con besos e inin­
teligibles expresiones de jerga infantil para los niños].
5
[G ijó n , 8 Sept. 1867].— Estoy en Gijón y mañana parto para
B ilbao en el vapor «A d o lfo »... vi todo lo notable, incluso el teatrito,
que es lindísim o (9 )... vine p or Berrón y después p or el ferroca­
rril (10)... [A y e r ] volví a Oviedo y esta mañana vi Santa M aría de
N aranco y San M iguel de Lino (11)... hoy a las cuatro he vuelto a
Gijón, estoy en la Fonda Francesa de Mme. Garreau...
6
[B ilb a o ] 9 Sept. 1867.— ...he llegado a las diez de la m añana a
esta lindísima villa de B ilbao después de veinticuatro horas de na­
vegación... he tenido un gran mareo, p or lo demás el viaje es deli­
cioso... he visto anochecer y amanecer... y a pesar de todas estas
bellezas no será fácil que me vuelva a embarcar. Se pasa un rato
endiablado. [S a lg o ] esta misma tarde a las tres y media a M adrid.
Dé usted mil afectos a su familia.
Grajera y Herboso (1818-1897) desconocemos más datos de este don Francisco
como desconocemos los relativos a algunos otros amigos ovetenses de don Ni­
colás Suárez Cantón que se mencionan en este epistolario, tales como los
señores Suárez Solís y Goy.
(9) Se refiere al Teatro Jovellanos, inaugurado en 1853.
(10) El ferrocarril Gijón-Langreo, que pasa por El Berrón, ya funcionaba
desde el año anterior. Su primer tramo había sido inaugurado en 1852.
(11) El 10-VII-1884 repetirá Robles la visita a los monumentos del Naran­
co acompañado de los pintores Marín y Plasencia (José Robles, p. 118).
JOSE TOLIVAR FAES Y MIGUEL SUAREZ-CANTON
512
7
[M a d r id ] viernes, 13 Sept. 1867.— ...llegué a ésta el miércoles
en el exprés... me encontré su carta... toda la fam ilia está buena y
me da para usted las gracias... el reloj ha gustado mucho... en el
M useo le conocen a usted ya como entusiasta p or el arte. [H e en­
cargado ] los marcos, que creo gustarán a usted... [D e ] las panas
ya le envío a V. muestras conforme convinimos; el ancho es un
metro y su precio de 40 a 50 reales vellón... Uno de estos días pa­
saré p or casa del Sr. Rosado (12) para que, según usted me dijo,
me dé dinero y poder ir comprando los demás encargos... E l Teatrito se lo enviaré a usted con lo prim ero...
[E s to y ] trabajando
como un desesperado para el inglés, el cual aún no ha vuelto de
La G ran ja (14)... mi viaje ha sido completamente feliz y desde que
salí hasta mi regreso a ésta han sido de los días más felices de mi
vida.
8
[M a d r id ] 17 Sept. 1867.— ...del paisaje que el día once vio usted
en Trubia no se puede dar en menos palabras una descripción más
bellísim a... [T am bién yo tuve e l] sentimiento de no poder robar
a la naturaleza parte de los lindísimos panoram as que en mi estan­
cia en Asturias he adm irado... [S i juntos estudiásemos esos paisa­
je s ] nos servirían, a mí de inmenso capital para mi carrera, a usted
de nuevos lauros que añadir a su ya célebre nom bre como hom bre
político y literato... Y a he comprado todos los encargos excepto
la pana... la cajita de acuarela es posible que pueda com prarla
aquí... p or un espejo negro me piden tres duros... he com prado el
álbum de acuarela, magnífico, una colección de colores completa,
todos alemanes, un frasco de blanco para la acuarela (está prepa­
rado de una manera que los toques que con él se dan quedan tan
brillantes como los del papel, conviene, sin em bargo, no abusar),
un frasquito de hiel de vaca para dar jugo al color (se echa una
(12) El señor Rosado, tantas veces mencionado, parece que era el admi­
nistrador o depositario de fondos del señor Suárez Cantón en Madrid.
(13) El Teatrito parece ser un juguete bueno, aunque algo destartalado,
que Robles conservaba amorosamente desde su niñez. Durante su estancia en
Cangas se lo habría prometido a los niños de don Nicolás. Ver nota 19.
(14) El 31-VII-87 decía adelantar su viaje aprovechando que el embaja­
dor inglés estaba en L a Granja. Desconocemos cuáles fueron los trabajos que
Robles efectuó para él. El l-XI-1867 escribirá que el embajador le está debien­
do cerca de seis mil reales.
NICOLÁS SUÁREZ-CANTÓN
ÓLEO DE J. ROBLES
(Cangas de Tineo) 1867
LU C IA URÍA Y RIEGO
ÓLEO POR J. ROBLES
(Cangas de Tineo) 1867
NUEVAS OBRAS Y ESCRITOS DEL PINTOR JOSE ROBLES
513
gotita en cada pastilla al empezar a usarlas). Estos frasquitos se
los he visto usar a Fontuny, que es el m ejor acuarelista del mun­
do... una arroba de bujías... el papel es de la misma clase que en
el que escribo... H e com prado cien sobres... dos pares de quevedos
del n.° 20... [E l óptico] me ha aconsejado que lleve del 20... una
caja de gomas que tiene doce docenas... carboncillo inglés, clarión,
tela para pintar... pinceles (15)... El Teatrito mañana lo em paque­
taré. L a cabecita no sé nada por estar Argandona (16) en los baños
de Alham a... los marcos los están haciendo... estuve en casa del
Sr. Rosado y tomé mil reales... dicho caballero me da expresiones
para usted, y las recibirá [tam bién ] de mi fam ilia y en particular
de M icaela (17) y mías para D.a Lucía........ [p a ra los niños (18),
p a ra ] mi adm iradora, como cantante de habaneras, D.a Teresina...
Esperanza, D. R afael... (19).
(15) Y a hemos indicado en la nota 3 que el señor Suárez Cantón era di­
bujante y pintor. A esta bien cultivada afición suya se alude también en las
cartas núms. 10, 11 y 12.
(16) A l Teatrito se ha referido ya el 13 de septiembre. De la “cabecita”
de la Virgen se ocupa también en las cartas números 1, 2 y 9. Don Nicolás
González Argandona extendió a Robles (4-X-1867) un recibo de 300 reales ve­
llón por la “restauración de un cuadro que representa la cabeza de la Virgen,
Escuela Alem ana” (Arch. Suárez Cantón). Se infiere que era una pintura
sobre tabla.
(17) Y a estaba, pues, casado en primeras nupcias en 1867. Tenía 25 años.
(18) Doña Lucía U ría y Riego, esposa de don Nicolás (ver nota 3), fue
retratada por Robles en 1867 y, después de muerta, en 1891. Era hija de don
José U ría y Alvarez-Terrero (o Alvarez de las Asturias, señor del palacio de
Sta. Eulalia) y de doña María del Riego Núñez y Sierra-Pambley, mayorazga
ésta de la casa de Cabo el Río y prima carnal del famoso general don Rafael
del Riego.
(19) Los niños, a los que nombra en varias cartas, eran Nicolasín (predi­
lecto del pintor), José, Lulo (¿Luis Vicente?) y María. Una niña, llamada Luisa,
había fallecido poco antes; Robles hará su retrato postumo. No hallamos men­
ción expresa de otra hija de don Nicolás llamada Cecilia.
— Doña Teresina era, con toda probabilidad, doña Teresa Uría del Riego
(cuñada de don Nicolás) que casó con don Marcelino Abella Fuertes.
— L a señorita Esperanza, pintada por Robles, era hija de don Antonio
Merás U ría y de doña Micaela Uría y Riego, hermana ésta de la esposa de
don Nicolás.
— Don Rafael (U ría y Riego), hermano también de la esposa de don N i­
colás, casó con doña Evarista Flórez-Valdés Uría. Era ahijado del general Rie­
go. Su bautizo, en 9-X-1820, se había aplazado unos días precisamente para
que el general llegase a estar, como estuvo, presente en la ceremonia (Cfr.
Eugenia Astur, Riego, Oviedo, 1933, p. 326). Había nacido don Rafael U ría en
la misma casa en que se hospedaría Robles en el verano de 1867, casa llamada
hoy de los Suárez-Cantón, en la calle Mayor de Cangas.
514
JOSE TOLIVAR FAES Y MIGUEL SUAREZ-CANTON
9
[M a d r id ] 2 oct. 1867.— El miércoles de la semana pasada entre­
gué a los arrieros de Cangas el baulito-maleta y el cajón en el cual
van el Teatro, los colores, tela, pinceles... tomé en casa del Sr. Ro­
sado otros mil reales... no me atrevo a hablarle nada acerca de lo
que p o r m í gastó V. en Cangas, en los caballos y viajes a Salas (20)...
L a cabecita de la Virgen está concluida, pagada y llevada a que le
pongan m arco... La incomodidad que dice usted me causa con sus
encargos no es sino un placer para m í... [T ra s una detallada relación
de gastos, p rosigue]:
Tomaré en casa vdel Sr. Rosado otros 500
reales... M e espera Tam berlick (21), que hace cuatro días que vino
y no me deja ni a sol ni a som bra... Envío a V. mi retrato (22)...
encontrará usted un cambio en su regalo, y es que tiene cadena...
Las discípulas que tengo (23) [a las que no quiso cobrar el tiempo
que estuvo ausente]... me regalaron una magnífica cadena... Dis­
pense si he profanado su regalo, pero conservo el cordón y lo con­
servaré toda mi vida.
10
[M a d r id ] 9 de oct. 1867.— [L e da instrucciones para arm ar el
Teatrito, cuyo] efecto, una vez armado, es lindísim o... Hoy miér­
coles he entregado a los arrieros de Cangas el cajón ancho con los
m arcos... [ y ] m oldura dorada de a dos reales pie... Veo a V. con
m uy felices disposiciones para hacer varios cuadritos... V a en di­
cho cajón una tela para forros... Es tan preciosa dicha tela que
mis discípulas la han comprado para trajes. [T am bién v a ] el recibo
del restaurador Argandona... Las panas no vienen hasta dentro de
quince días. N o he pedido, pues, dinero a Rosado... [ S i ] quiere us-
(20) En Salas ejercía como boticario el primo camal de don Nicolás, don
Andrés Menéndez Cantón, en cuya farmacia fue continuado por la estirpe de
los Fuertes.
(21) Excelente tenor italiano (1820-1889). Triunfó en toda Europa. Oviedo
le homenajeó en 1882. Robles celebró en varias ocasiones el amor de este ita­
liano por España (José Robles, págs. 45 y 127).
(22) Se trata de la fotografía que reproducimos, en la que, además de
unos quevedos, exhibe el joven Robles una ostentosa cadena sobre su chaleco.
(23) En su artículo titulado Un genio errante (10-111-1900) nos dirá Ro­
bles que en esos primeros años de su vida artística había sido maestro de
doña Emilia Pardo Bazán. También lo fue de la barcelonesa Antonia Sala
Martí (José Robles, p. 70).
NUEVAS OBRAS Y ESCRITOS DEL PINTOR JOSE ROBLES
515
ted que intente el retrato de la niña (24) envíeme V. la ampliación,
algún vestido, si le conserva, en fin, cómo quiere V. que la ponga, y
una descripción, de artista y padre, del color y expresión de los ojos.
Siento recordar a V. cosas que le han de poner triste, pero me ha
parecido que tendría V. sumo gusto en tenerlo, si es que sale bien...
H oy envío m i retrato a Esperanza. En cuanto a la cadena... el cam­
bio no ha sido p or voluntad mía, yo me cuido muy poco del valor
material de las cosas... M e está esperando Tam berlick... Expresio­
nes a toda la fam ilia y muy especialmente a su señora (c.p.b.)...
11
M adrid, 27 oct. 1867.— [N uevas referencias al envío de panas,
gomas, marcos, Teatro, forros, etc.] Estoy deseando que llegue el
cajón para ver sus adelantos de usted... creo he contribuido en
parte para que renazca en usted el am or al arte... Le agradecería
me remitiese, ya que tiene V. una magnífica caja de acuarela y un
buen álbum (d el cual ha comprendido usted divinamente el uso)...
unas acuarelitas (2 5) de las vistas de Salas, de Cangas y demás
estudios que V. haga... La instrucción acerca de su niña (26) está
muy bien y creo que con la ampliación y sus datos de usted, junto
con la m ascarilla, contribuirán a que salga airoso de mi empresa.
Pienso pintar la cabeza a la veneciana, esto es, de claro-oscuro pri­
m ero... y después colorearla a vista de sus datos y de algunos
estudios que haré de Rubens... Creo que me ve V. p or un prism a
demasiado lisonjero... P o r la descripción que me hace del retrato
del herm ano de Esperanza... creo que puede sacar un buen retrato.
La composición está muy bien pensada. En cuanto a su retrato que
debe hacer Palm aroli (2 7) debe V. alegrarse de haber caído en sus
manos: es un artista de mucho talento... me honro con su amistad
(24) Se refiere a Luisa, la fallecida niña de don Nicolás. L o mucho que
demorará Robles la ejecución de este trabajo, que tan entrañablemente afec­
taba a su amigo, es una prueba más de la pereza que tanto dominó al pintor.
(25) Y a que en todas las ramas del saber Robles reconoce abiertamente
la gran superioridad de don Nicolás, es lógico que, en cuanto a pintura, le
trate como a un modesto aficionado. El aficionado, sin embargo, llegará a
adquirir maestría suficiente para que en la Revista de Asturias (Oviedo,
25-VIII-1878, p. 382) podamos leer que ha sido incorporado a la Iconoteca
Universitaria el retrato de don José Francisco Uría realizado por el inspirado
artista don Nicolás Suárez Cantón.
(26) V er nota 24.
(27) Vicente Pastor Palmaroli González, hijo del litógrafo italiano Gaetano Palmaroli, nació y murió en Madrid (1834-1896). Entre las varias prime­
ras medallas que alcanzó figura la de aquel año 1867. Fue Director del Prado.
JOSE TOLIVAR FAES Y MIGUEL SUAREZ-CANTON
516
y le daré los datos que necesite, lo cual será muy satisfactorio para
Vdes. dos. En cuanto venga la cabeza de usted se la entregaré (28)
pues creo le ha de servir de mucho... Llevo una vida demasiado
agitada; usted juzgará: a las nueve de la mañana voy al Museo, a
las dos a dar lección, estoy hasta las cuatro, a las cuatro y media
como, a las cinco en casa de Tamberlick, estamos hablando un
poco y a las seis entro en la Academia; desde allí al Teatro Real,
pues Tam berlick me envía todos los días butaca. Vea V. si me di­
vierto, pero es demasiada agitación y mi naturaleza no es muy
fuerte... M il afectos a todos, en particular a D.a Lucía a quien dará
V. las gracias p or las manzanas...
12
[M a d rid ]
1 Nov. 1867.— [R e c ib í] el traje de aldeana, las dos
obritas de usted p or las cuales le doy con toda sinceridad la enho­
rabuena... E n la cabeza grande creo ha abusado V. de la siena
tostada, p or lo demás la encuentro bien de parecido y de modelado.
Uno de estos días iré a casa de Palm aroli y le haré ver su trabajo
para que le sirva de norte... El traje de aldeana ya me ha servido
para un cuadrito original... El tomo de Recuerdos de Asturias (29)
se le ha olvidado a usted... Mi hermanita le da a Nicolasito las
gracias p or sus zapatos de madera;
está loca de contenta con el
botijo asturiano... Ayer vinieron, por fin, las panas;
fui a casa
del Sr. Rosado y tomé ochocientos reales para dichos encargos.
Pedí más bien más que menos porque el E m b ajad o r inglés está en
Inglaterra hace mes y medio. Me debe cerca de seis mil reales (30)
y yo, esperando que venga un día y otro, no tenía para haber com­
prado los encargos y haberle dicho luego cuánto im portaban... Pues
[e l Sr. R osad o] se conoce que es buen hom bre pero con un genio
endiablado... [M e d ijo ] que tenía que enviarle a V. un cajón de
libros de la Casa Bailly-Bailliére... Doy gracias a V. p or sus buenos
(28) Alude a la copia (hecha por don Nicolás) de la cabeza del retrato,
en traje de cazador, que aquel verano le había pintado Robles. Ver carta nú­
mero 13.
(29) Seguramente se trataba de Recuerdos y bellezas de España.— Asturias
y León, de J. M. Quadrado, impreso en Madrid en 1855. La niña a la que se
refiere seguidamente ha de ser “su única hermana, Tomasita”, que desde 1910
dejará un gratísimo recuerdo en la futura actriz Margarita Robles, según
refiere ésta en Mis ochenta y ocho añitos. Autobiografía (Madrid, 1982, p. 39).
(30) V er nota 14.
NUEVAS OBRAS Y ESCRITOS DEL PINTOR JOSE ROBLES
5 17
consejos, pero ¿quién a los veinticinco años (31) desperdicia una
butaca en el Real? Y acerca de esto le participo que he hecho unos
progresos en el italiano asombrosos. He com prado toda la colec­
ción de Cario Goldoni, que son ciento cincuenta comedias, y con
esto y con h ablar todas las noches con los del Teatro Real, estoy
seguro que seré un professore... Tengo encargo de Tam berlick de
un cuadrito original que... será Una boda en Asturias, según me la
describió D. Andrés Cantón (32), y ahora estoy haciendo Un descan­
so aprovechado, que es una vaquera llenando una ferrada en un
manantial junto a un camino, por estilo del de Carballo, p o r el
cual pasa un labriego con un carro...
Enhorabuena p or la feliz
conclusión del retrato del m arino... Gracias a D.a Lucía por sus
riquísim as manzanas...
13
[M a d r id ] 10 [N o v .] 1867.— Tengo a la Micaela muy m ala; hace
cuatro días que está con continuos vómitos de sangre (33), y aun­
que esto ha tenido con frecuencia toda su vida, decían que era de
la cabeza, mas ahora dicen que es del pulm ón... Es fácil que le
envíe a usted un bocetito del cuadro que estoy haciendo para Tam ­
berlick. Tam bién es fácil que le envíe a usted mi cabeza (pintada).
El retrato de su niña... sabiendo como sé el gusto que V. tendrá
en verla concluida cuanto antes, no me descuidaré (34)... El jueves
vi en el Teatro Real a Palmaroli, le dije que me había V. enviado
la copia del retrato que yo le había a usted hecho este verano. Se
alegra de tener datos para salir airoso... [M e p id ió ] le diera yo
algunos toques en la cabeza, una vez que yo acababa de hacerla...
Lo he rehusado... es un artista de mucho talento para que yo me
atreva a retocar y corregir sus obras (35)... En cuanto a lo conve­
niente que nos sería a am bos el ir yo a ésa, nadie m ejor que yo
conoce sus ventajas... Veré si puedo disponer de un par de meses
en el verano; bien lo deseo y bien me hace falta, pues las luchas
artísticas robustecen la imaginación pero me dejan en los huesos...
(31) Si en 1867 declara tener veinticinco años, la fecha de nacimiento ha
de ponerse en 1842 y no en 1843.
(32) Boticario de Salas. Ver nota 20.
(33) Sabremos después que se hallaba en el primer mes de gestación. El
20-VII-1868 daría a luz a su primogénito. Doña Micaela no fallecerá hasta 1888.
Ver cartas 14, 15 y 23 así como José Robles, p. 20.
(34) L a pereza, sin embargo, le hará descuidarlo mucho más de lo que
una elemental delicadeza exigiría.
(35) V er carta número 11.
518
JOSE TOLIVAR FAES Y MIGUEL SUAREZ-CANTON
Sigo con el italiano con gran aplicación... [Salude, entre otras per­
sonas,] a mi adm iradora D.a Teresina (com o pintor y como cantan­
te) y a mi simpático modelo Srta. Esperanza (36).
14
[M ad rid , 11 Nov. 1867].— Vuelvo a escribir a usted hoy con el
objeto de que, cuanto antes, me escriba diciéndome las condeco­
raciones que V. tenga, pues Palm aroli me lo ha preguntado... Le
hace falta saberlo para ponerlas en el retrato. H oy ha estado en
mi casa y se ha llevado la cabecita que usted pintó (37). La Micaela
sigue m ejor; hoy no ha tenido más que dos vómitos pequeños.
15
M adrid, 4 diciembre 1867.— He estado malo yo mismo cuatro
días... La M icaela tuvo recaída de su enfermedad y últimamente
ha degenerado dicha enfermedad en una gran erupción de granos,
erisipela según ha dicho el médico, pero de la peor. Gracias a la
sangre que anteriormente había derramado, no ha tenido malas
consecuencias (38)... Me ruega dé a Vds. las gracias en su nom bre
p or su interés hacia ella... Hoy han salido los cajones, el de libros
y el de las panas... Remito a V. la cuentecita y las facturas [d e bo­
tones, trencillas, lanas, etc.]... También remito a V. el cuadrito (39)
copia del original que acabo de hacer, el cual se lo regalará V. a
D.a Lucía de mi parte... M i retrato... que p or estar copiado al espe­
jo aparece que estoy pintando con la mano zurda, éste para usted...
La Nantier-Didier (40) ha muerto ayer a las doce de la noche...
Dado el gran cariño que me tenía y que me había propuesto com­
prarm e el cuadro de la Exposición (41) en diez mil reales, y otros
muchos encargos que me tenía hechos, figúrese V. si me será sen-
(36) Recuérdese la nota 19.
(37) V er carta número 13.
(38) Exhausta, sin duda, por tanta hemoptisis, persistía, sin embargo, tal
fe en la acción favorable de las sangrías, que tanto Robles como el médico
daban por buena la sangre derramada anteriormente.
(39) Probablemente el “cuadrito” sea la copia (tamaño 38 x 50) de “Los
trabajadores de Aranjuez” que había pintado para la Exposición Nacional de
aquel año. Se conserva en la casa de Cangas.
(40) El contexto hace suponer que se trataba de una de las primeras mar­
chantes profesionales.
(41) Era, indudablemente, el de Los trabajadores..., que aquel año había
obtenido tercera medalla en la Nacional.
NUEVAS OBRAS Y ESCRITOS DEL PINTOR JOSE ROBLES
519
sible esta pérdida... A Palm aroli... le gustó mucho la cita italiana
y le da a V. las gracias p o r su confianza en su talento. H a quedado
en avisarme para que vea el retrato.
16
[M a d r id ] 22 Dic. 1867.— Como tienen que pasar el puerto y su­
pongo nevará y lloverá por el camino, tengo miedo no se mojen
los encargos. M icaela está ya bien... Supongo llegará esta carta el
día de Nochebuena (42)... Les acompaño a Vds. m oralm ente... M il
besos a los niños y dígame V. si les ha arm ado el teatrito-Nacimiento, pues ésta es la época de él.
17
[M a d r id ] 8 Enero 1868.— Mucho celebro que le hayan a usted
gustado mis dos obritas (43)... En cuanto a los marcos es una
tontería que no merece ni aún mentarse, mucho más habiéndom e
V. enviado el traje de la vaquera, habiendo pagado el porte del
cofre y otras varias cosas que no me ha querido usted decir cuánto
valían... Micaela, que se ha restablecido completamente... me encar­
ga dé a Vds. muchas expresiones... Yo sigo siempre m uy ocupado,
cada vez con más encargos. Tam berlick me ha propuesto pensio­
narme para París p o r un año. Y o he aceptado p o r seis meses...
V oy con doce m il reales y viajes pagados, con obligación de entre­
gar en obras de arte, sean del género que quieran y los asuntos
que yo elija, p or valor de dicha cantidad. N os m archarem os el pri­
m ero de m ayo... Excuso decir a V. que antes de irme concluiré el
retrato de la niña (44)... Siento [n o p od er] pasar dos meses... en su
am able compañía, pero, en fin, dicen que para el arte me conviene
ir a París... H e hecho otros dos cuadritos originales, bocetos para
el dicho Tam berlick: uno, costumbres de Asturias, con título La
vuelta del mercado, y otro, Un mesón en la calle de Toledo... He
tenido p o r ellos una gran ovación entre los artistas y visitas de
dicho señor... E l francés lo traduzco perfectamente; y acerca de
esto haga V. el favor de decirme el título del periódico al cual está
V. suscrito... pues quiero suscribirme. Del italiano sigo bien (45).
(42) A pesar del tiempo invernal y de la falta de ferrocarril entre Oviedo
y León, hace ciento veinte años se podía suponer que una carta no tardaría
más de dos días en llegar de Madrid a Cangas de Tineo.
(43) V er carta número 15.
(44) Ver nota 34.
(45) Pese a su natural indolente, denota siempre un deseo de perfeccio­
namiento que le llevará a ser una persona realmente culta y de fino trato.
520
JOSE TOLIVAR FAES Y MIGUEL SUAREZ-CANTON
18
[M a d r id ] 13 febrero 1868.— M i muy querido amigo y Mentor...
Su grata carta me fue sumamente satisfactoria... p or los consejos
y saludables máximas que su cariño e interés por mí le han suge­
rido... deseo tener la fuerza de voluntad suficiente para poderlos
seguir... En cuanto a ir a Roma juntos creo excusado decirle la
felicidad que para mí sería el poderlo realizar, pues su universal
instrucción en todos los ramos del saber humano y, sobre todo, sus
conocimientos como buen aficionado en el arte de la pintura, harían
que esta compañía me fuese no solamente sumamente placentera
sino provechosa en alto grado... Cómo me gustaría oirle disertar
sobre esas inmensas glorias!... Este verano no podrá ser p or mi
marcha a París, pero el que viene, por mi parte es cosa decidida...
H e estado pintando en casa del Marqués de M alpica... [h e logrado ]
captarme el aprecio de dicho señor y el de su hijo el M arqués de
M irabel (46). Am bos son admiradores míos y dispuestos a hacer
por mí todo lo que puedan... También tengo que hacer, por reco­
mendación de Tamberlick, el retrato de la Baronesa de Ortega. N o
sé cuándo se empezará... Estoy metido en una oposición para una
plaza de profesor en M álaga... Para poder entrar tuve que presen­
tar certificación de conducta [y ] necesité de su amigo de V. señor
Mesa, el cual me sirvió con sumo gusto y prontitud... Dentro de
unos quince días concluirán los ejercicios y veremos el resultado.
Somos quince, y hay seis que... tienen M edalla; el triunfo, como
ve, es difícil... Caso de que gane la plaza no pienso tom ar pose­
sión... lo que haría sería vendérsela al segundo de la terna... Me
podría valer seis u ocho mil reales la renuncia... N o crea que por
estar tan ocupado me olvido del retrato... le prometo a V. que no
se pasará marzo sin que él sea en poder de usted (47).
19
M adrid, abril 6 , 1868.— Con ésta son tres las cartas que [h e ]
escrito a usted sin... tener contestación. [P ie n so ] si estará V. en­
fadado conmigo... T rabajo mucho y me divierto bastante. Salgo
(46) Títulos creados, respectivamente, en 1599 y 1535. En la fecha en que
escribe Robles, era X marqués de Malpica el duque de Arión don Fernando
Fernández de Córdoba Alvarez de las Asturias Bohorques. El X marquesado
de Mirabel lo ostentaba don Pedro de Alcántara Fernández de Córdoba (M o­
reno de Guerra, Guía de la Grandeza, Madrid, 1917, págs. 63 y 69).
(47) Se refiere una vez más al de la niña fallecida. Ver notas 34, 44,
49 y 65.
M AR ÍA SUÁREZ C AN TÓ N URÍA
ÓLEO DE J. ROBLES
(Cangas de Tineo) 1867
LUISA SUÁREZ-CANTÓN URÍA
RETRATO PÒSTUMO
ÓLEO DE J. ROBLES
(Madrid) 1870
NUEVAS OBRAS Y ESCRITOS DEL PINTOR JOSE ROBLES
521
casi todos los días a caballo cuando dejo de pintar. Sabe V. que
ha sido siempre mi pasión favorita después de la música. Estoy
hecho un jinete; he aprendido en el m ejor picadero de M adrid (48).
Continúo leyendo en francés y en italiano... Dispense V. no le haya
enviado ya el retrato de su niña, pero antes de m archarm e le ten­
drá V. en su poder... He tenido que rehusar dos colecciones y tres
lecciones y aún de lo que tengo me tienen que ayudar dos amigos
que me preparan y yo voy concluyendo... De la oposición de M ála­
ga, a pesar de darme todos la plaza, se la dieron a otro. Me he
convencido de que no basta pintar (50).
20
[M ad rid , 25 abril 1868].— Recibí... el tomo de Bellezas y recuer­
dos de España (51)... un millón de gracias... [U s te d ] me hace
mucho honor p or merecer una tan gran amistad de un hom bre tan
eminente... [E sta s son las cuentas de un libro, un terciopelo, espi­
guillas, un m illar de clavos dorados, un cajón y portes y el recibo
que le envío p or medio d e] el arriero Basilio... El haber tardado
un poco ha sido porque he querido que viniera mi tío el tapicero
conmigo, el cual no vino hasta antes de ayer de la feria de Se­
villa (52).
21
M adrid, 8 junio
1868.— H ablando de retratos
¿me perdonará
usted el que no haya concluido el de su niña antes de m archar a
París? (53). [E s ta id a ] será dentro de ocho días... Sabrá que me he
m udado a la calle de San Pedro, n.° 19, cuarto 2.° C54)... El viaje a
París ha sido causa de que riña con la fam ilia de Micaela, pues se
empeñaban en que no debería ir... Me he m udado sólo con Micaela
y me he traído a mi hermanita con nosotros. Todo esto me ha teni-
(48) Es posible que esa afición se le haya despertado el verano anterior
con motivo de sus viajes a caballo desde Cangas a Salas (Carta número 9).
(49) V er nota 47.
(50) Pese a este fracaso, la carta denota un especial estado de euforia
(51) Aludido ya este libro en carta de l-XI-67.
(52) Además de a este tío tapicero y aparte, naturalmente, de su esposa,
en otras cartas hace Robles referencia a su padre (cartas 32, 33, 34), a su
hermanita (cartas 12, 21), a su hijo (22) y a su suegro (24).
(53) V er notas 34, 44, 47 y 49.
(54) De otros domicilios habla en cartas números 24, 25, 27, 38.
522
JOSE TOLIVAR FAES Y MIGUEL SUAREZ-CANTON
do disgustado... [B esos a Nicolasito, póngame a los pies de D.a Lu­
cía y d é] mil afectos a D.a Teresina, a Esperanza y a toda la fam ilia
de D. Rafael.
22
París, 3 Sept. 1868.— Rué Billault 26.— El día 14 de junio salí
de España. Me detuve en Burdeos tres días. Me gustó dicha ciudad
bastante. Desde allí fui a Arcachon, que es un lugar de recreo...
Como naturaleza hay poco que adm irar... Estuve en esta población
quince días en compañía de la familia de Tam berlick y él mismo;
después vinimos a París... A pesar de cuanto encierra como diver­
sión y demás atractivos, me he acordado muchísimo de mi viaje a
Asturias el año pasado. Yo soy muy amante de la naturaleza, pero
de la naturaleza enérgica, tal como la vi por esa parte de Asturias,
y eso p or aquí, a no ser en los Pirineos, en N orm andía o en Suiza,
no lo puedo encontrar... He visto el Museo de Louvre. Es riquísim o
como historia del Arte... pero, para un colorista, carece de la Es­
cuela Española, y es bastante para que en general me sea antipá­
tico... N o he visto cosa más antipática, como color, que la escuela
Francesa. La escuela moderna tiene tendencia más colorista... Cuadritos, la m ayor parte de asuntos insípidos... sumamente pulcros...
En cuanto a los trabajos que estoy haciendo, son los retratos de
la fam ilia de Tamberlick, en retratos de cuerpo entero y tamaño
natural. Van bastante adelantados y creo los concluiré el mes de
octubre, a últimos, o a primeros de noviembre (55)... Me aconsejan
que me quede en Francia, donde podré ganar mucho dinero, pero...
esto es muy bueno para divertirse, para gozar, para gastarse en un
año treinta o cuarenta mil duros, pero con tres mil reales mensua­
les, que es lo que yo tengo... en fin, que siempre está uno lleno de
tentaciones, y yo, que soy sumamente frágil, estaría siempre an­
dando de acá para allá... Para trabajar no es muy a propósito, a
no tener un'a voluntad de hierro. Por estas razones será muy fácil
que en cuanto concluya los retratos retorne a M adrid... Allí pintaré
para vender aquí, que se vende a buen precio... He empezado esta
carta con el objeto de decirle que soy Papá, y la iba a cerrar sin
decirle nada. Pues sí, el veinte del mes de julio dic a luz mi señora
(55)
Su precipitado regreso a España hace pensar que los retratos no fue­
ron concluidos entonces. Ver nota 66. Esta primera estancia de Robles en
París la conocíamos ya por su artículo, de 19-X-1886, sobre Sebastián Gessa
(José Robles..., p. 112).
NUEVAS OBRAS Y ESCRITOS DEL PINTOR JOSE ROBLES
523
un robusto niño en M adrid, y el once del pasado fui a buscar m adre
e hijo y me los he traído a París (56)... Iré quince días a Londres;
si quiere V. algo (57)...
23
M adrid, Sept. 24, 1868.— Por enfermedad de mi señora tuve que
venirme otra vez a España... He dejado [P a r ís ] sin pesar. N o le
ha sucedido lo mismo a mi señora, la cual ha sentido muchísimo
tenerlo que aban d on ar... Estaba amenazada nada menos que de una
enferm edad de pecho (58) y me aconsejaron los médicos que aban­
donase París... A pesar de no estar ya en París, si V. quiere algún
encargo puede V. decírmelo pues tengo amigos de toda confianza
v que lo harán (59)...
24
[M a d r id ] 22 octubre 1868.— Recibí su apreciable que me escri­
bió a París... [a sí com o] su carta de recomendación cerca de ese
caballero inglés (60). Ayer entregué a la Sra. D.a M aría de Lorenzana los retratos que con este objeto me envió V. hace tiempo... N o
he podido concluir dos copias que esperaba entregar para fin de
mes y con cuyo producto contaba para m udarm e a un cuarto que
tengo pedido en el barrio de Salamanca... Le estimaré, p o r lo tanto,
me hiciera el favo r [d e ] prestarme hasta el día quince del mes de
noviem bre próxim o la cantidad de ochocientos reales, suplicándole
que... conteste lo más pronto posible para si no pedírselos a Tamberlick, cosa que... sentiría pues acaba de gastar conmigo en París
más de tres mil francos y a mi suegro, p or razones de delicadeza,
(56) Ver nota 33. Este primogénito debió de ser Enrique Robles y Monge.
V er José Robles, págs. 19, 63 y 65.
(57) En vista de esto, el 8 de septiembre, el amable don Nicolás le manda
una carta de recomendación para Mr. John Mac Andrew.
(58) Parece sorprendido de que su esposa estuviese “amenazada” de una
enfermedad de pecho. L a realidad es que ya el año anterior, en carta de
10-XI-1867, daba cuenta de los continuos vómitos de sangre que la afligían,
de cómo éstos los había tenido toda su vida y cómo se sospechaba que pro­
cedían del pulmón.
(59) H a estado escasamente tres meses en París, pero, con su carácter
abierto, ya cree haber dejado allí amigos de toda confianza a los que puede
hacer cualquier encargo.
(60) V er nota 57.
524
JOSE TOLIVAR FAES Y MIGUEL SUAREZ-CANTON
no quiero pedirle nada a pesar de que es en su poder intacto el dote
de su hija (61)...
25
M adrid, 29 octubre 1868.— Doy a V. infinitas gracias... Hoy he
estado en casa del Sr. Rosado, el cual me ha entregado los ochocien­
tos reales vellón... Me queda el remordimiento de si le harán falta.
De todas maneras si es a él a quien he de devolvérselos no tardaré
mucho en dárselos pues el día 8 debo cobrar mil francos... Aún no
he visto al Sr. de Mesa... Mañana me mudo de casa...:
B arrio de
Salamanca, calle de Claudio Coello n.° 17 bajo.
26
M adrid, 25 Noviem bre 1868.— Ha pasado el 15 y no he devuelto
los 800 rs. que V. me prestó. Ya puede V. suponer... que no he po­
dido. El mes que viene de Diciembre espero quedará arreglada
nuestra cuenta... Aguardo que de un día a otro me den contestación
de unos cuadros, de que me han pedido precio, importantes por
valor de cinco mil francos... El verano que viene... me será grato
[p a s a r ] una temporadita de un mes en su casa, y el resto, o sea
cuatro meses, para conocer el resto de Asturias palm o a palm o [y ]
hacer estudios en ella. N o le digo nada en cuanto a política pues
le supongo perfectamente enterado por los periódicos que, como
no tienen traba, son el verdadero eco de la opinión... El estableci­
miento de la República en España es indudable, lo cual yo por mi
parte lo sentiré, pues no la creo, hoy p or hoy, bastante dispuesta a
recibirla (62).
27
[M ad rid, Noviem bre 1869].— ¿Qué dirá V. de mí? N o solamente
no he satisfecho [lo qu e] debo a V. sino que ni aún le he escrito (63).
Lo uno ha traído lo otro: Me daba vergüenza escribirle... ¿Nece­
sitaré decirle cómo están hoy las artes en este desgraciado país...
(61) La estrechez económica acompañará casi toda la vida a su espíritu
perezoso, soñador, optimista y generoso. En la carta hay esta nota del señor
Suárez Cantón: “Contestada el 25 remitiéndole una c/o contra Rosado por
800 rs.”
(62) Isabel II acababa de ser destronada por la revolución de septiembre.
(63) Obsérvese que ha pasado un año desde la carta anterior. Más ade­
lante declarará sinceramente que fue la visita del representante de su acreedor
la que le determinó a escribir.
T d ^ K r ^
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<Carta nÚmero 5> R ° bles <¡a cuenta
£or
ArturiL quee nCantÓ”
' “«iones
por “la Asturias
llegaría a^ serSUSsu Primeras
patria de« adopción
Peña
del Caballo
en
la ría de A v ilé s .— Esta marina es especialmente
en “ La Voz de A v ilé s ” de 10-VI-1896.
elogiada
NUEVAS OBRAS Y ESCRITOS DEL PINTOR JOSE ROBLES
525
en período constante de revolución? Es, pues, con gran trabajo,
y gracias a Rusia y Inglaterra, que (64) gano para las atenciones
de mi casa... Creo que los trabajos que estoy haciendo me permi«
tirán cum plir con Vds., y digo con ustedes porque a su señora le
debo el retrato de su m alograda niña, que tengo concluido (65)...
El Sr. Rosado ha estado hoy en el museo a preguntar de parte de
V. dónde vivía... N ad a me ha dicho, por supuesto, de nuestra cuen­
ta. Este es, pues, el motivo p or el cual he roto p or fin el silencio
que mil veces ya he estado a punto de rom per... J'ai travaillé sans
presque rien gagner, c’est seulement dans le mois de M ars que j ’eus
de commandes p ar valeur de trois mille francs pour la Russie...
On m 'a payé la moitié ici, et l'autre moitié à Paris, où on m 'avait
prom is de faire quelque portrait. Je suis allé, j'a i fait le portrait,
j'a i fait deux même... mais jusqu'à présent on ne m 'a rien donnépour le portrait. Et bien, mon cher ami, le croyerez vous? C'est
m onsieur Tam berlick qui m 'a fait tout cela... et me voilà ici trom ­
pé p ar un ami et sans pouvoir vous payer... He escrito esto en
francés p o r ejercitarme, pues jam ás lo escribo y aunque le hablo
bastante bien lo escribo muy mal ( 6 6 )... Vivo [e n ] Paseo de Luchana n.° 2 dpldo.
28
M adrid, enero 24, 1870.— El martes de la semana pasada entre­
gué a los arrieros de Cangas un cajón conteniendo el retrato de su
m alograda niña (67)... N o envío los otros p or haber que hacer los
cajones y el empaquetado, que es bastante costoso y todavía mis
fondos están en baja. Pero en breve plazo se presentará el alza ( 6 8 )...
He estado todo el mes de noviembre y parte de diciembre haciendo
estudios de tipos y monumentos en Andalucía para un célebre pin­
tor francés, un tal Regnault (69)... así que de esta m anera conozco
(64) G alicism o producto de su reciente estancia en P arís y de su estudio
del francés.
(65) V e r notas 34 y 47. E l retrato causará buena im presión en la fam ilia
(carta núm ero 29).
(66) En este texto francés, como en todos los escritos en español, hemos
procurado corregir las más gruesas faltas de ortografía. En esta carta nos
da Robles noticia de una nueva estancia en P arís en 1869. Es m uy probable
que los dos retratos que su amigo no le pagó sean los que, seguramente, había
dejado sin concluir en septiem bre de 1868. V er nota 55.
(67) Term inado por fin. L o tenía prom etido desde 9-X-1867.
(68) Una vez más da muestras de que su esperanza no desfallece.
(69) El joven H enri Regnault (1843-1871) viajó, efectivam ente, por Espa-
526
JOSE TOLIVAR FAES Y MIGUEL SUAREZ-CANTON
Córdoba, Sevilla, Granada y varios pueblos de Andalucía que aún
conservan algo de tipo. La expedición era más larga... pero unos
encargos que tenía yo que concluir para La H abana impidieron la
completa realización del plan (70). Dichos encargos son: una repe­
tición del cuadro de la Exposición, el mismo cuadro que posterior­
mente me pidieron (71), una copia de Rubens (del M useo) y un
estudio de una vieja, original mío, que ha llam ado mucho la aten­
ción... Ahora estoy concluyendo... un retrato de Lope de Vega...
Tengo esperanzas de visitar a V. este verano... todo depende del
pago de los cuadros de La Habana, que importan 24.000 reales. Ve­
remos si Dios quiere ayudarme en mi carrera...
29
M adrid, febrero 24, 1870.— [E l buen] efecto causado en su fa­
milia por el retrato de su m alograda niña, doble satisfacción ha
sido para mí, pues a la p ar del triunfo del artista ha reunido el
haber conseguido serles grato... Estoy trabajando en casa del M ar­
qués de Portugalete (72), el cual ha edificado un magnífico palacio
en el Retiro, cerca de la Puerta de Alcalá, y ahora le estamos deco­
rando el salón destinado a conciertos. El que ha tomado dicha obra
se llam a Contreras (73) y es un pintor bastante bueno, sobre todo
en este género... Se está decorando a estilo de Rafael y tomado de
sus lochas [lo g g ia s ]... los encargados de pintar dichas lochas so­
mos Contreras, Hispaleto (74) y un senador... Lo más difícil es
ña, donde, entre otras obras, pintó un retrato ecuestre del general P rim que
expuso con éxito en el Salón de 1869 y se conserva en el Louvre.
(70) O tro proyecto más que deja sin concluir.
(71) V e r en e l catálogo final el comentario que hacemos respecto al pa­
radero de Los trabajadores de Aranjuez.
(72) Ostentaba el I I marquesado de Portugalete (creado en 1851) don
Eduardo de Carondelet Donado (1820-1882), tercer duque de Bailén (M oreno
de Guerra, ob. cit., p. 69). Dieciséis años más tarde (13-X-1886) recordará Ro­
bles a P ortu galete como uno de los pocos magnates españoles con afición a la
pintura ( José R obles..., p. 111).
(73) José M arcelo Contreras (1827-1890), pintor granadino, había sido alum­
no de San Fem ando y segunda medalla en la Nacional de 1864. D irector del
Museo de Córdoba, fue catedrático en Cádiz y en Valencia y desde 1865 lo
era en M adrid. Su cuadro más famoso es el titulado “ Caída de M u rillo” . En
el género de que habla Robles, hizo, entre otras, decoraciones para San Fran­
cisco el Grande y para los teatros Lara y Novedades.
(74) P in tor sevillano, llam ado realmente Manuel García M artínez, fue co­
nocido como García Hispaleto (1836-1898). Había obtenido ya tres terceras
medallas. En 1871 ganaría la prim era en la Exposición de Fomento de las
Artes. Fue restaurador del Prado.
NUEVAS OBRAS Y ESCRITOS DEL PINTOR JOSE ROBLES
527
que todo hay que hacerlo de memoria y mucho más siendo en su
m ayor parte desnudos y ropajes... M i educación artística ha sido
la imitación, bien sea de la naturaleza, bien de cuadros y, p o r tanto,
completamente opuesta a esta manera de pintar... Estoy, pues, muy
contento de servir para esto... Por ahora tengo tres mil reales
m ensuales... Contreras está conmigo sumamente contento... Hoy
he hecho una figura desnuda, que representa el verano, que se han
quedado todos sorprendidos y me han felicitado con efusión...
Acerca de las mascarillas, a mediados del mes de m arzo se las en­
viaré a usted... En una de sus cartas me hablaba sobre una viñeta
que vio en el M useo Universal y que recordaba algo mi cuadro (75).
Fue un favor que hice a un amigo que le encargaron unos tipos
españoles y no sabiendo qué hacer me pidió perm iso para arreglár­
selas con los de mi cuadro... Me extraña que lo hiciese mal porque
no es tonto...
30
Torrelavega, 29 julio 1870.— Dispense V. si antes no le he con­
testado... Dentro de unos quince días tendré el gusto de visitar­
le (76)... Quiero hacer toda esta carretera de Torrelavega a Oviedo
en artista... M i gusto sería hacerlo a pie... pero el tiempo de que
puedo disponer... no me [l o ]
permite... Haré, pues, el viaje en
pequeños trayectos, en la diligencia... Partiré mañana probable­
mente y me detendré en Llanes... y puede tuerza a visitar Potes...
Pienso quedarm e un p ar de días en San Vicente de la Barquera.
Dentro de seis días estaré en Oviedo... En Oviedo probablem ente
pintaré unos retratos... Lo más, para el quince del que viene...
tendré el placer de estar en su compañía... Me parece que la parte
oriental de Asturias me ha de gustar mucho más que la occidental,
pues dicen que es m ejor que la montaña de Santander, que es to­
do cuanto hay que decir... Las mascarillas deben haber salido de
M adrid...
31
Oviedo, 14 agosto del 70.— Hoy marcho a Gijón, donde, según
me han dicho, tendré el gusto de ver a D.a Teresa U ría y su sobrina
(75) P o r “ m i cuadro” probablem ente debamos entender el de Los traba­
jadores de A ranjuez, m áxim e cuando había servido para m odelo de tipos es­
pañoles.
(76) Como veremos, tampoco llegará a cumplir este reiterado propósito.
528
JOSE TOLIVAR FAES Y MIGUEL SUAREZ-CANTON
Esperanza (77)... Tal vez hasta el 25 no pueda ir p or ésa... Estoy
haciendo apuntes y estudios y algún retrato. Tam poco creo sea p or
mucho tiempo mi estancia en Cangas... Estoy en casa de Suárez
Solís (Cim adevilla n.° 10)... bellísimo sujeto (78)... entusiasta del
arte... que me es muy útil para encontrar modelos, enseñarme el
país y enterarme de las costumbres del pueblo.
32
M adrid, Sept. 22, 1870.— He debido volverme a M adrid sin tener
tan siquiera el gusto de visitar a Vds.... He debido volverme el 16
llam ado p or unos cuadros que a toda prisa debo hacer... En fin,
confío en poder volver el año próximo, en cuyo caso me iría por
el puerto de Leitariegos directamente a Cangas... Después pasaré
a Oviedo, donde he dejado muy buen nom bre como artista... Hice
varios amigos, la m ayor parte de usted también, siendo entre todos
el que más afición me tomó y mi mayor adm irador D. Braulio M o­
rí (79), que creo fue con usted a la escuela... Todos me habían dado
expresiones para usted, así como un tal Sr. Sarandeses, que es
boticario (80). Goy también me [d ijo qu e] a usted debía su carre­
ra... Las aguas de Borines (81) me han probado muy bien... Del
Infiesto, Villam ayor, Borines, Arriondas, Cangas de Onís y Covadonga he hecho una gran cantidad de estudios que espero me puedan
servir... si como espero realizo algunos de los bellísim os asuntos
que he visto. [L a s m ascarillas] según dice mi papá iban empaque­
tadas... [D eberían haber llegado] hace más de un mes.
(77) Recordada muchas veces esta Esperanza que le había servido de mo­
delo (doña Esperanza M erás U ría) es aquí la prim era vez que menciona su
parentesco con don Nicolás y con doña Teresa U ría (cuñada ésta del señor
Suárez Cantón).
(78) V e r nota 8.
(79) Don José B raulio González Morí, comerciante, intelectual y pintor
ovetense, figu ra entre los fundadores de la Academ ia de Bellas A rtes de San
Salvador. Fue m iem bro de la S. E. de A m igos del País, correspondiente de la
de Bellas A rtes de M adrid y vicepresidente de la Comisión P rovin cia l de M o­
numentos. Falleció en Oviedo el 4-IV-1889. V e r nota 93.
(80) O riginario de Brantega (Lugo), don Marcos Sarandeses G il era boti­
cario de O viedo desde la segunda década del siglo (Arch. A yu n t0, Exp. H idal­
guía, C. 7. L. 1831, fols. 228-252).
(81) Cuando en ju lio de 1892 vuelve a este balneario recordará que “ ya
había estado aquí hace muchos años” (José Robles, p. 128).
NUEVAS OBRAS Y ESCRITOS DEL PINTOR JOSE ROBLES
529
33
[M a d r id ] 6 noviembre 1870.— Por lo que respecta a mi salud no
está m ejor, estoy bastante delicado y me aconsejan pase a Andalu­
cía parte del próxim o invierno... esto, unido a haberse publicado
la oposición a la plaza de colorido y composición de la ciudad de
Cádiz... ha hecho que firm e dicha oposición... Yo, para mí, la ten­
go p or perdida... El tribunal es incapaz de juzgar y además está
vendido... M i estancia en Borines fue motivada p or falta de salud...
[L e ru ego] me diga qué clase de diligencia quiere V. le haga...
pues, dado caso de que dicha diligencia necesite em plear más días
de los que yo pueda permanecer en M adrid, mi papá se queda y
la hará, si es que él puede hacerla... [L o que vine a hacer a M a­
d rid ] eran unas copias de M urillo y de Velázquez (82)... Los tra­
bajos que hice en Asturias fueron tres retratos en la casa donde
estuve (83) y otro para D. Antonio Viesca, varios apuntes d ibuja­
dos de tipos del país, paisajes, unas acuarelas del monasterio de
Villanueva, del cementerio de Villam ayor y caseríos, un joven por­
diosero que apaga su sed en uno de los lindísimos manantiales que
tanto abundan en Asturias, con el fondo de una cordillera de mon­
tañas envueltas en la niebla (éste pintado al óleo y concluido), un
tipo viejo, en Borines, también al óleo (que tuvo la honra de ser
elogiado p or sus amigos de usted), cuatro o cinco bocetos de esce­
nas del país, entre los cuales pasarán a ser cuadros Franchesca y
Paolo, o sea, una joven lindísima del concejo de Llanes (84)... [ y ]
un apasionado galán... [p e r o ] detrás del castaño en que están sen­
tados...
[o tro g alán ] parece estar dispuesto a interrum pir dicho
coloquio; La misa en la aldea (recuerdos de las Arriondas): una
de esas ermitas en que parte de la gente se ve obligada a oír misa
en el atrio (sus amigos la celebraron mucho); La buena educación:
una aldeana con un cesto a la cabeza... tiene una niña agarrada
de la m ano y con la otra toma agua bendita de una de esas pilillas tan características que solamente he visto en Asturias... Dicha
pila está tomada de San Nicolás de Argame, cerca de Barco de
(82) Estas copias son, seguramente, las que doña M argarita R obles sabía
que el pintor había hecho en su juventud con destino a W àshington (José R o­
bles, p. 144).
(83) Con toda probabilidad la de Suárez Solís (cartas 4 y 31).
(84) Quizá esta lindísim a llanisca haya sido la misma que inspiró a Ro­
bles su Pu rísim a o su artículo sobre Las rom erías ( José Robles, págs. 27,
103, 104).
JOSE TOLIVAR FAES Y MIGUEL SUAREZ-CANTON
530
Soto (85)... La madre se destaca por oscuro sobre el fondo de la
iglesia que haré todo en luz... [Proyecto so b re ] un despacho de
sidra en Cangas de Onís, que si le hago le titularé E l orador polí­
tico o La influencia de la sidra en la política europea... Mientras
estaba haciendo un estudio a la acuarela de dicho despacho de si­
dra, estaba uno de los que iban a la romería de Covadonga diciendo
una infinidad de desatinos sobre el Papa, la República, los prusia­
nos, [e tc .]... Sus oyentes... eran en número de ocho o diez, entre
los cuales había mujeres y niños, todos con pintorescos y variados
trajes de los diferentes concejos... [m o stra b an ] diferentes expre­
siones de hilaridad... Un restaurant á bon marché, que es un bo­
degón que hay cerca del Fontán (O vied o) en el cual p o r ocho
cuartos se come y se bebe sidra... El cuadro que haré y que con­
sidero de más importancia y carácter es La predicación en Cova­
donga...:
arrim ado al tronco de un castaño está el púlpito... uno
está detrás evitando p or medio de un paraguas que el sol dé sobre
el predicador. D ebajo del púlpito están los sacerdotes que han ce­
lebrado en la misa... Se distingue a mano derecha el altar de la
Virgen...
[E l
pueblo muestra variedad de trajes]. Este cuadro
pienso hacerlo del tamaño del que presenté en la Exposición, que
son ocho pies p or seis ( 8 6 )... El asunto se lo merece y creo dará
importancia y hará conocer un poco más de lo que la conocen a
esa lindísima provincia de Asturias.
34
Jerez de la Frontera, 14 junio 1871.— Acabo de recibir carta de
mi papá y en ella me incluye la de usted fecha 5 de mayo... Cada
vez se muestra usted más cariñoso y siempre tomándose tanto
interés p or este perezoso... Cuánto sueño p or hacer una visita a
Vds.... [p e r o ] no sería hasta el mes de agosto... Tengo aquí en­
cargo de una porción de retratos... Tendré que permanecer aquí
gran parte del verano por más que sea, como lo es, sumamente
perjudicial a mi salud... El clima de Andalucía, donde pronto hará
siete meses que estoy (87)... [D e la ] oposición a la cátedra de co(85) Teniendo Argam e la advocación de San M iguel, es probable que Ro­
bles haya querido referirse a la inmediata parroquia de San Nicolás de T ellego
(R ib era de A rrib a ).
(86) Gracias a esta carta conocemos las dimensiones del fam oso cuadro
de Los trabajadores, cuyo original aún no ha sido posible localizar.
(87) P o r el propio Robles sabíamos de su paso por Andalucía, pero no
conocíamos esta larga estancia de siete meses. Seguramente fue entonces cuan­
do v ia jó también por Tetuán y Tánger (José Robles, págs. 24, 27, 30, 114, 116).
NUEVAS OBRAS Y ESCRITOS DEL PINTOR JOSE ROBLES
531
lorido y com posición... fue tal el descaro con que favoreció el
tribunal al individuo para el cual se sacó la plaza... [q u e ] la Dipu­
tación, en vista de la protesta, mandó suspender los ejercicios...
H u bo cuestiones... Siguió el individuo las oposiciones y le dieron
la plaza. Y o desde el momento en que nos retiram os vine a Jerez...
He hecho más de treinta retratos. Todo lo principal de Jerez quie­
re ser retratado p or mí ...Podría haber hecho mucho dinero, pero
esta picara salud m ía no quiere ser buena. Al principio m e probó
perfectamente... [p e r o ] ahora, con los calores, estoy bastante m al...
M añana salgo para el Puerto de Santa M aría con mi fam ilia que
hace tres meses y medio que está conmigo... Aún no sé qué presen­
taré en la Exposición ( 8 8 ), espero poder hacer algo... N o he podido
realizar ninguno de mis queridos proyectos de cuadros... Proba­
blemente enviaré a V. algún vino del que tanta fam a goza [esta
tie rra ]... H aga V. el obsequio de ver si alguien de ésa quiere...
Los precios varían desde doscientos a mil reales la arroba.
35
Santander [m ediados de junio de 1877].— Después de luengos
años (89)... Este año, aunque por pocos días, pienso tener el placer
de saludarle: no puedo precisar la época, pues ya conoce V. algo
mi carácter;
soy completamente un papel echado al aire (90)...
H oy hace cuatro días llegué a Santander. Sólo pensaba detenerme
breves horas y aún no estoy seguro si hoy, por fin, será mi parti­
da... Desde Torrelavega quiero ir estudiando el bellísim o camino
que conduce a Oviedo, deteniéndome en aquellos puntos en donde
mi entusiasmo, venciendo mi indolencia, den p or resultado prue­
bas prácticas, o sea, pequeñas tablitas, muy concluidas, que, sabe
usted, es la m oda presente... En Oviedo permaneceré cuatro o cin­
co días, pues también tengo amigos en dicha población y retratos
que hacer, saliendo después directamente para su casa (91)... En
(88) Se refiere, con toda probabilidad, a la Nacional que se inauguraría el
15-X-1871 con asistencia de Am adeo I. Si algo llegó a presentar — que segu­
ram ente no— no consta.
(89) H a dejado pasar seis años, no sólo sin visitar a su antiguo amigo
sino sin ni siquiera escribirle.
(90) Esta autocrítica resulta aquí especialmente oportuna, ya que la visita
que tan repetidam ente venía prom etiendo desde 1867 nunca vo lvería a reali­
zarse. El sím il del papel que lleva el viento lo volverá a em plear en 1895 al
autorretratarse como pintor bohemio ( José Robles..., p. 36).
(91) De esta estancia en O viedo por el año 1877 conocíamos ya la acua­
rela de la Casita con corred or y ropa tendida que en esta ciudad dedicó a su
532
JOSE TOLIVAR FAES Y MIGUEL SUAREZ-CANTON
esta dirección sale el papel. ¿Dónde caerá?... Varias veces he sabi­
do por artistas que han visitado esa provincia que nunca me ha
olvidado usted y... siempre se ha interesado por averiguar la m ar­
cha artística de aquél cuyas obras fue usted el prim er adquisi­
dor (92)... Tendremos, pues, amplio motivo de sabrosa plática...
Rogándole me dispense (en gracia del buen deseo que me asiste)
si, p or acaso, fuera tal la violencia del viento contrario, que me
llevara a Virginia o a Noruega.
36
Oviedo, 4 julio 1877.— El itinerario de mi viaje fue interrum pido
y variado en Torrelavega p or el encuentro con mi amigo el ilustre
escritor montañés D. José M aría de Pereda, que me invitó y com­
prometió a pasar unos cuantos días en su posesión situada en
Polanco. Pensando fueran dos o tres he estado ocho. [D esp u és] he
hecho escala... en Unquera para conocer el camino de Potes... me
he detenido en Llanes, Cangas de Onís [ y ] Covadonga...
[Y a en
Oviedo, hice] con nuestro común amigo D. Braulio M ori (93) una
expedición de recreo a Barco de Soto... En breve espero tener el
placer, p o r tanto tiempo anhelado, de pasar unos días en su grata
compañía.
amigo R ogelio Jove, y es de suponer que de su paso, entonces, por Llanes
haya salido el dibujo de La vuelta del trabajo publicado en “ Ecos del N alón ”
de 8-1-1878 y reproducido en “ La Ilustración Gallega y Asturiana” de 8-VII-1880
con el título de Aldea de Poo (Llanes).
(92) Entre los muchos estímulos que Robles recibió de don Nicolás Suárez
Cantón creemos digno de subrayar éste de haber sido su “ p rim er adquisidor” .
(93) Este don José Braulio G. M ori (v e r nota 79), sincero adm irador de
Robles, escribe a su amigo Suárez Cantón la siguiente carta, en la que nos
deja una perfecta semblanza del pintor: “ Oviedo, agosto 10 de 1877.— M i que­
rido y distinguido am igo: Contesto a su atenta del 7 y le digo que el amigo
Robles, después de estar aquí unos 15 días, se m archó para Santander en
donde tenía compromiso de varios retratos, especialmente de dos que había
ofrecido hacer en todo el mes de julio.— A qu í hizo tres de busto de una hija
de Solís y un herm an o; de la prim era dos en diferente postura. Esta niña es
un precioso m odelo de líneas y sobre todo de color, así que el segundo (de
p e rfil) es prim oroso y con toda la frescura que sólo Robles [sabe] obtener, y
en una sesión sola.— Después contrajo el compromiso con César Cañedo de
hacer e l retrato de su señora madre, doña Telesfora Sierra, y tenían concer­
tado ir a Grado, donde esta señora se halla, y él escaparse después a ver a
V., pero les pareció m ejor hacerlo con más calma a la vuelta de su v ia je a
Santander.— A h ora en casa de Solís le esperan de un día a otro, pero yo no
m e fío mucho porque sé lo pronto que se olvida de sus propósitos y promesas
con su carácter, excelente, pero siempre vacilante y obrando por impresiones
del momento.— Sin embargo, que volverá no lo dudo porque después de lo
LU C ÍA U RÍA Y RIEGO
ÓLEO POR J. ROBLES
1891
BOCETOS DEL CUADRO
«LO S TRABAJADORES DE ARANJUEZ A L A HORA DE L A SIESTA»
ÓLEOS DE J. ROBLES
(3? Medalla en la Exposición Nacional) 1867
NUEVAS OBRAS Y ESCRITOS DEL PINTOR JOSE ROBLES
533
37
Oviedo, 19 noviembre 1877.— La enfermedad grave que ha tiem­
po socava las valiosas condiciones que para el arte pudiera tener
[y o ]... es la pereza. Esta, lejos de abandonarm e, con estos cielos
encapotados (94), con este clima húmedo, se apodera cada vez más
de mi ser y, si no salgo de aquí, concluiré por no hacer absoluta­
mente nada. N o he remitido aún los frasquitos de glicerina porque
antes de m archarm e debo retocar alguna acuarela que he regalado.
Tam bién deseo me diga V. qué acuarela quiere le envíe, como re­
cuerdo, de las que V. vio... Espero acrecentar mi nom bre y mi
bolsillo, mis simpatías en Oviedo son cada vez mayores... Tam berlick me escribe desde París sumamente cariñoso... Me pregunta si
pienso concurrir en el próxim o concurso. Yo, aunque lo deseo, te­
mo mucho que la falta de tiempo y mi apatía me im pidan hacerlo.
38
Oviedo, 21 enero 78.— Salgo para M adrid... dejando para más
adelante varios retratos encargados... He entregado donde usted
me d ijo... dos acuarelas de las que más gustaron a usted... N o he
querido dejar Asturias sin decirle adiós, querido amigo, hasta el
próxim o verano (95)... [D irección ]: Calle del H orno n.° 9, Toledo.
ofrecido ha dejado prendas consistentes en unas acuarelas y oíros chismes del
oficio.— Respecto de sus obras diré a V., amigo mío, que cada vez me gusta
más lo que hace, y creo firmemente que si como talento tuviera otras condi­
ciones de constancia, carácter, etc., sería uno de nuestros primeros artistas,
que es mucho decir donde tanto y tan bueno hay y sale cada día como por
ensalmo.— Me habló de un proyecto de cuadro para la próxima exposición de
París, y una mañana, tras una noche de nervios e insomnio, me dijo: Ya
tengo mi cuadro. Representará la mitad del primer término, media lancha en
que van los condenados a una leva de mar, y la otra mitad y fondo, pueblo,
padres y madres, etc., que se despiden de aquellos desgraciados. Una leva, se
titulará el cuadro, y trajes de principios del siglo. El asunto me parece bueno.
¿Lo ejecutará? Dios lo sabe. He dicho todo lo que sé de Robles, añadiré para
terminar que nos acordamos muchas veces de usted y que no dejaré de excitar
su ya vehemente deseo de ver a V. y a su apreciable familia.— Mande cuanto
guste a su atento y affmo. amigo Q.B.S.M. José Braulio G. M orí”.
(94) Estos cielos encapotados, con los que quiere justificar su indolencia,
los padecerá hasta su vuelta a Madrid en 21 de enero de 1878. Como se hallaba
aquí desde el mes de julio, ésta parece ser la primera larga estancia de Robles
en Asturias.
(95) Esta será su última carta a don Nicolás. Todo hace pensar que, llega­
do el “próximo verano”, al igual que en los anteriores desde 1867, la prometida
visita a su viejo protector quedó sin hacer. El señor Süárez Cantón fallecería
el 4 de noviembre de 1878.
534
JOSE TOLIVAR FAES Y MIGUEL SUAREZ-CANTON
A P E N D IC E AL CATALOGO D E P IN T U R A S
Con posterioridad a la publicación en 1984 del libro José Robles,
pintor de Asturias, en el que llegamos a catalogar ciento cincuenta
obras del artista, hemos tenido noticia de un buen número de traba­
jos más: unos de realización com probada y otros, a los que Robles
se refiere en sus cartas, que acaso no pasaron más allá del pensa­
miento del autor. Todos se relacionan a continuación siguiendo el
orden alfabético de sus títulos e indicando las principales caracte­
rísticas que de ellos conocemos:
Arboles del camino.— Oleo sobre tabla (13,5 x 9,5). Sin fecha. Don Justo
Ureña Hevia, Avilés. Buena conservación.
Arboles junto al río.— Oleo sobre tabla (12,5 x 10,5). Sin año. Delicada mi­
niatura de bello colorido. D.L.E., Oviedo. Muy buena conservación.
Autorretrato.— Oleo. Ovalado (37 x 28). Boceto, sin fecha ni firma. Medio
cuerpo. Hecho frente al espejo, aparece Robles con la paleta en la mano de­
recha y el pincel en la izquierda. Tenía el autor 25 años. Regalado a don N i­
colás Suárez Cantón, según carta de 4-XII-1867. Lo poseen, en Madrid, herederos
de Suárez Cantón. Regular conservación.
Barcas de Cudillero.— Oleo sobre tabla (18,5 x 11). Cudillero, ¿1904? D.L.E.,
Oviedo. Muy buena conservación. Barcas en tierra; pequeña lengua de a g u a ;
casas a la derecha.
Boda en Asturias.— De este supuesto cuadro sólo sabemos, por carta de
l-XII-1867, que Robles proyectaba pintarlo para Tamberlick.
Cementerio de Villamayor.— Acuarela realizada durante su estancia en As­
turias por el verano de 1870. Carta número 33.
Copia.— De cierto cuadro de Rubens, con destino a La Habana. A este tra­
bajo hace referencia en carta de 24-1-1870
El orador político.— Acuarela representando a un romero de Covadonga
que discursea, ante ocho o diez personas, en un lagar de sidra de Cangas de
Onís. Sobre este boceto proyectaba componer un cuadro (carta de 6-XI-1870),
pero el proyecto seguía sin realizar en 14-VI-1871.
Franchesca y Paolo.— 'Boceto. Enamorada pareja; ella, lindísima llanisca.
Tras un castaño aparece otro galán. Verano de 1870. Carta número 33.
La aldea de Poo en el camino de Llanes a Niembro.— 'Grabado, en “La
Ilustración Gallega y Asturiana”, 8-VII-1880. Es el mismo que ya conocíamos
como La vuelta del trabajo y que había sido publicado en “Ecos del Nalón”
el 8-1-1878.
La buena educación.— Boceto. Una aldeana, con un cesto a la cabeza y una
niña a la mano, toma agua bendita de una pila semejante a la “de San Nicolás
de Argame, cerca de Barco de Soto” (carta de 6-XI-1870).
La misa en la aldea.— Boceto. Una ermita de Arriondas. Parte de los fieles
oye la misa desde el atrio. Verano de 1870 (carta de 6-XI-1870).
NUEVAS OBRAS Y ESCRITOS DEL PINTOR JOSE ROBLES
535
La predicación en Covadonga.— Proyecto al que Robles daba la mayor im­
portancia. Iba a tener gran tamaño (168 x 224), según detalla en carta de
6-XI-1870, pero en 14-VI-1871 declara no haberlo realizado todavía. Junto al
tronco de un castaño y protegido del sol por un paraguas, el predicador; los
sacerdotes que han celebrado la misa y el pueblo, con variedad de trajes, de­
jan ver, a la derecha, el altar de la Virgen.
La rapaza de la pandereta.— ¿Oleo? Lo reproduce “Crónica de Asturias”,
Habana, 7-VIII-1910. Posiblemente sea el mismo o parecido a los titulados
Niña con pandereta y Aldeana tocando la pandereta ( José Robles, págs. 141
y 153).
La vuelta del mercado.— En carta de 8-1-1868 da Robles este título a un
cuadrito de costumbres asturianas que ha pintado para Tamberlick. Con igual
título pintará una tabla en Muros el año 1887 (José Robles, p. 151).
Loggias.— Pintadas, al estilo de las de Rafael, en el palacio construido por
el marqués de Portugalete, cerca de la Puerta de Alcalá, en Madrid, por el
año 1870. En colaboración con Contreras e Hispaleto. En carta número 29 pun­
tualiza haber pintado allí desnudos, ropajes y una buena alegoría del verano.
Los trabajadores de Aranjuez a la hora de la siesta.— Aunque no se ha
hallado todavía el original de este cuadro galardonado en la Exposición Nacio­
nal de 1867 y sólo conocíamos de él una fotografía en blanco y negro (José
Robles, p. 152), existe una copia, acaso un boceto muy acabado, que posee en
Cangas doña Cecilia Suárez-Cantón y Llanes. Pese a sus pequeñas dimensiones
(38 x 50) nos da una idea exacta del dibujo del que obtuvo una tercera meda­
lla y también del colorido, que conocíamos sólo por la descripción hecha por
Federico Balart. L a composición comprende unas veinte figuras humanas, de­
lante de una casucha y en torno a un guitarrista; al fondo, carro de heno y
arboleda. En carta de 6-XI-1870 precisa Robles que el tamaño del cuadro pre­
sentado en la exposición era de ocho pies por seis, es decir, 224 x 168 centíme­
tros, y en otra, de 24 de enero del mismo año (núm. 28) nos dejaba informados
de que “el cuadro de la exposición” se lo habían pedido desde La Habana.
Es, pues, muy probable que haya ido a parar a dicha ciudad.
Los trabajadores de Aranjuez...— Cuadrito, también de pequeñas dimensio­
nes (26 x 33), que poseen los herederos de don Nicolás Suárez Cantón. Su
composición es sumamente parecida al anterior. Las figuras aparecen mayores
y menos diseminadas. Los ropajes reciben, generalmente, otro colorido. El
conjunto resulta más armónico. Quizá el pintor haya tenido en cuenta para
estas modificaciones la crítica hecha por Balart al lienzo premiado en 1867
(José Robles, p. 83).
Monasterio de Villanueva.— Acuarela realizada en Asturias en el verano
de 1870. Carta número 33.
Orilla del río.— Oleo sobre tabla (13,5 x 9,5). Sin fecha. Don Justo Ureña
y Hevia, Avilés. Buena conservación.
Paisaje asturiano.— Oleo (30 x 60 aprox.). 1871. ¿1874? Museo Prov. Bellas
Artes, Oviedo. Buena conservación. Carro de vacas, caballo y hórreo a la de­
recha, arboleda al fondo.
Peña del Caballo, en la ría de Avilés.— Oleo sobre lienzo (37 x 77). ¿1896?
Don Justo Ureña y Hevia, Avilés. Buena conservación. Esta marina es espe­
cialmente elogiada en “L a Voz de Avilés” de 10-VI-1896.
536
JOSE TOLIVAR FAES Y MIGUEL SUAREZ-CANTON
Pordiosero bebiendo en un manantial.— Oleo. Realizado en Asturias duran­
te el verano de 1870 (carta número 33). Fondo de montañas con niebla;
Pórtico de la iglesia de Llanes.— Oleo. ¿1870? Su fotografía la publica “El
Oriente de Asturias” en el extraordinario de enero de 1955. Varias figuras en
primer término.
Retrato de don Antonio Viesca.— Hecho en Oviedo en agosto de 1870, se­
gún carta número 33.
Retrato de don Federico Ureña y González-Olivares.— Oleo. Lienzo pegado
sobre tabla, oval (58 x 44). 1887. Don Justo Ureña y Hevia, Avilés. Buena con­
servación. El retrato acompañó al pintor en cierta excursión que éste refiere
en su artículo titulado “Avilés” que publicó “El Carbayón” de 27-XI-1886.
Ver José Robles, p. 113
Retrato de don Pablo Fernández de Miranda y Llano-Ponte.— Oleo. Lienzo
(75 x 60). 1887. Marqués de la Vega de Anzo, Grado. Buena conservación. El
retratado viste uniforme de brigadier de Artillería. El cuadro forma pareja
con el de doña Raimunda Vives, esposa del brigadier.
Retrato de don Nicolás Suárez Cantón.— Oleo sobre lienzo (175 x 85). Pin­
tado en el verano de 1867, es un velazqueño retrato de cuerpo entero en traje
de cazador. Una copia de la cabeza, realizada por el retratado, fue enviada a
Madrid desde Cangas para facilitar la ejecución de otro retrato que meses
después realizaría Palmaroli. Buena conservación, en general. Familia Suárez-Cantón, Madrid.
Retrato de doña Lucía Uría y Riego.— Oleo, ovalado (75 x 55). 1867. Buena
conservación. Perfil. Tres cuartos. Familia Suárez-Cantón, Cangas del Narcea.
Retrato de doña Lucía Uría y Riego.— Oleo. Lienzo (70 x 50). 1891. Don
Gervasio Suárez-Cantón.
Retrato de doña Raimunda Vives y Amat.— Oleo. Lienzo (75 x 60). 1887.
Marqués de la Vega de Anzo, Grado. Buena conservación. El cuadro de esta
señora, vestida de negro, forma pareja con el de su marido don Pablo Fer­
nández de Miranda.
Retrato de doña Telesfora Sierra.— Tenía Robles el compromiso de pintar
a esta señora, condesa viuda de Agüera, en Grado y durante el verano de
1877. V er carta de don Braulio G. Mori en nota 93.
Retrato de la baronesa de Ortega.— Por recomendación de Tamberlick, te­
nía Robles encargada esta obra, según carta de 13-11-1868 (número 18). Pro­
bablemente no llegó a ser realizada.
Retrato de la niña Luisa Suárez-Cantón Uría.— Oleo, ovalado (42 x 34). Lo
tuvo Robles entre manos desde octubre de 1867 hasta noviembre de 1869. Es
la hija fallecida de don Nicolás Suárez-Cantón. Ver cartas 10, 13, 18, 19 y 27.
Junto con otros cuadros del pintor, lo conserva con especial cariño doña Ce­
cilia Suárez-Cantón y Llanes, en su casa de Cangas.
Retrato de la señorita Esperanza.— Oleo (61,5 x 49,5). Se trata de doña Es­
peranza Merás Uría. Lo posee doña Quitita Alonso Merás, Madrid. Buena
conservación. En carta de 10-XI-1867 la recuerda Robles como su “simpático
modelo”. El retrato está firmado en Cangas de Tineo.
NUEVAS OBRAS Y ESCRITOS DEL PINTOR JOSE ROBLES
537
Retrato de la señorita María Suárez-Cantón Uría.—Oleo, ovalado (75 x 55).
1867. Buena conservación. Familia Suárez-Cantón, Cangas del Narcea. Lá re­
tratada fue, posteriormente, monja dominica, en Cangas, y profesora de piano.
Retrato de Lope de Vega.— Lo estaba concluyendo el 24-1-1870, según carta
de ese día. Parece que formó parte de una serie de encargos para La Habana.
Retratos de la familia de Tamberlick.— Son de cuerpo
natural. Los está haciendo en París. El 13-TX-1868 estaban
tados y pensaba terminarlos en octubre o noviembre. Pero,
regreso en Madrid el 24 de septiembre, es muy probable
concluido entonces y sean ellos los que motivaron su nuevo
1869 (ver cartas 22 y 27).
entero y tamaño
báslante adelan­
hallándose ya de
que no los haya
viaje a París en
Retratos de los Suárez Solís.— En número de tres, los realizó durante el
verano de 1870 en casa de Suárez Solís, en Oviedo (ver cartas 31 y 33). Siete
años más tarde, en carta de don Braulio G. Mori (ver nota 93) se habla nue­
vamente de tres retratos de los Solís: dos de la hija, en diferente postura,
y uno de un hermano.
Retratos en Jerez de la Frontera.— En carta de 14-VI-1871 manifiesta Ro­
bles haber hecho allí, aquel año, más de treinta retratos.
San Juan Bautista, niño.— Oleo. Familia Suárez-Cantón, Madrid. Es uno
de los tres cartoncitos que, comprados por don Nicolás Suárez-Cantón, fueron
objeto de la primera venta que Robles hizo de sus obras (nota 92).
Soldado de Napoleón.— Acuarela (10 x 8,5). 1877. Don Martín González del
Valle, Oviedo. Muy buena conservación. Soldado con morrión, medio cuerpo.
Tipo popular de Grado.— Oleo (101 x 65). Sin fecha ni firma. Lo posee, en
Oviedo, don Martín González del Valle. Buena conservación. Probable borra­
chín, de medio cuerpo, con vaso de vino en la mano derecha y jarra sobre ]a
mesa. El boceto, a la acuarela, de este cuadro lo dedica Robles, en Grado, a
don Martín González del Valle, en el año 1880. Es, con mucha probabilidad,
el cuadro expuesto en 14-XI-1884 al que hicimos referencia, bajo el título de
“Figura”, en José Robles..., págs. 86 y 147.
Tipo popular de Grado.— Acuarela. 1880. Es el boceto aludido en la ficha
del cuadro anterior.
Un descanso aprovechado.— ¿Oleo? 1867. En carta de l-XI-1867 dice Ro­
bles estar haciendo este cuadro para Tamberlick. Representa una vaaueira
cogiendo agua de una fuente mientras por el camino pasa un labriego condu­
ciendo un carro de bueyes. Los señores Suárez-Cantón Llanes poseen un pre­
cioso óleo (37,5 x 30) que representa la misma escena. El carro transporta
hierba y el agua es recogida en una ferrada. En la carta número 17 habla del
traje de la vaquera.
Un mesón de la calle de Toledo.— El pintor titula así un cuadrito que el 8
de enero de 1868 acaba de pintar para Tamberlick (carta 17).
Un restaurant á bon marché.— Bodegón en las proximidades del Fontán
ovetense. Probablemente este proyecto no llegó a realizarse (carta 33), al me­
nos seguía sin hacer en 14-VI-1871.
538
JOSE TOLIVAR FAES Y MIGUEL SUAREZ-CANTON
Una boda en Asturias.— Cuadro que en l-XI-1867 proyectaba pintar para
Tamberlick siguiendo descripciones de don Andrés M. Cantón (boticario de
Salas). Cartas 9 y 12.
Una leva.— Condenados que em barcan; pueblo y padres que los despiden.
Proyecto concebido en 1877 y probablemente no realizado. Ver nota 93.
Una vieja.— Estudio que el 24-1-1870 dice Robles acababa de pintar para
La Habana y había llamado mucho la atención (carta número 28).
EL GENERAL ELORZA: APUNTES PARA UNA
BIOGRAFIA
Roberto Suarez Menendez
M.a Jesus Garcia Garcia (*)
Don Francisco Antonio de Elorza y Aguirre nació en Araoz
— Oñate— , provincia de Guipúzcoa, el día 4 de enero de 1798. El
30 de junio de 1811 ingresa como cadete en el Colegio de Artillería,
donde estuvo aprendiendo las técnicas artilleras durante algo más
de tres años, saliendo con el grado de subteniente.
Posteriormente tom ará parte en un alzamiento de la guarnición
de La Coruña. Como consecuencia se exilia prim eramente en Fran­
cia, para pasar a Bélgica, Alemania, El Piamonte e Inglaterra, en
donde obtiene los conocimientos teóricos y prácticos de la moderna
siderurgia. Dedica, pues, el tiempo (1823-1829) en el estudio de
Ciencias Naturales, M etalurgia y explotación de minas. Esta labor,
unida a los deseos del señor Heredia de M álaga «qu e conocía el
valimiento de E lo rza » (1), es lo que impulsa al m onarca a conce­
derle el perm iso para regresar el día 30 de marzo de 1829 y encar­
garse de la dirección de las minas e instalaciones siderúrgicas de
M arbella (M á lag a), y en 1832 pasar a la dirección de la Com pañía
(*) Agradecemos la amable y desinteresada colaboración, así como el aporte
de documentación que nos prestaron don Luis Adaro Ruiz-Falco, Ramón Fer­
nández Penedo, Germán Ojeda, La Fábrica Nacional de Trubia y el Centro
Cultural y Recreativo de Trubia. Hacemos extensivo este agradecimiento a
Rosa Cristina Fernández Valdés, Emilio Arias y Padre, Pablo Arias, Senén y
Celso Rodríguez, que suministraron el aporte económico y humano gracias al
cual este estudio pudo ser realizado. Asimismo, agradecemos la lectura del
primer borrador a María González y Roberto Jiménez y especialmente a don
Rafael Anes, por su asistencia en su redacción definitiva.
Todas las deficiencias, que como consecuencia de no haber sabido utilizar
estas ayudas con el mejor provecho, son de nuestra entera responsabilidad.
(1)
Carlos J.
“El verdadero librecambista. Estudio teórico-práctico del desarrollo de la industria metalúrgica y carbonera en Asturias”, Oviedo,
Bertrand,
1861, p. 8.
540
ROBERTO SUAREZ MENENDEZ Y M.a JESUS GARCIA GARCIA
de las Minas del Pedroso (Sevilla); asimismo, organizó y dirigió
las explotaciones de las minas de carbón de la Reunión de Villa
del Río (2). Establecimientos del sureste español en los que dio
muestra de sus conocimientos, valía profesional e inteligencia, que
se podría considerar como un preludio de lo que posteriormente
desarrollaría en Asturias a partir del año 1843, fecha en la que a
petición del Gobierno realiza «su obra maestra, la que llevó su
nom bre al pináculo de la fama, del respeto y admiración de sus
coetáneos» (3).
I.
PROLOGO A LA LLEGADA DE ELORZA Y LOS PRIM ERO S CONTACTOS CON
LA FABRICA DE TRU BIA
Previo a cualquier valoración y estudio de la estancia trubieca
de Elorza, resulta necesario hacer una aproximación, señalando el
estado en que se encontraba el citado establecimiento antes de la
llegada de su restaurador.
La creación de la «F ábrica de Municiones Gruesas de T ru b ia»
se remonta a 1794, fecha en la que con el inform e favorable de
Fernando Casado de Torres se inicia el centro fabril en donde tiene
lugar (1796) un intento (4 ) de utilización del com bustible mineral
en el horno alto;
posteriormente, y con la llegada de la invasión
napoleónica de 1808, la Fábrica de Trubia llega al fin de lo que se
ha denominado prim era época del centro fabril. « A partir de en­
tonces, haciendo sus directores más bien funciones de encargados
de efectos y de celadores de los bienes raíces, la fundición de
Trubia, desprovista de todo apoyo, permanecía poco menos que
cerrada, sus operarios eran distribuidos p or otros establecimientos
militares y los años y el abandono hacían mella en sus construc­
ciones e instalaciones, sólo ocupadas y utilizadas, en parte, p or
algunos bayoneteros y cañonistas de fusil que dependían de la
(2) Por estos años contrae matrimonio con doña María del Patrocinio de
Aguirre y Veamurgía.
(3) Ignacio
umalde “El Mariscal Elorza”, en Revista de Oñate, 19521953, p. 37.
(4) Fracaso que Elorza atribuye a “la pequeñez de los hornos que se ha­
bían construido y sobre todo el poco viento que podían suministrar las má­
quinas establecidas con este objeto”. Francisco A. de lorza “Lo que es la
Fábrica de Trubia, y lo que de ella se puede y debe esperar con la protección
del Gobierno de Su Majestad”, en Memorial de Artillería, t. I, primera serie
(1844-45), p. 247.
: ;
:'
Z
,
E
,
EL? GENERAL ELORZA: APUNTES PARA UNA BIOGRAFIA
541
Fábrica d e.A rm as de Oviedo ( . . . ) La no muy floreciente época fun­
dacional de T rubia había terminado ( . . . ) » (5).
'
^
Tal es el estado en que se encuentra la Fábrica de Trubia cuan­
do sé le da-notificación en 20 de septiembre de 1843 para que pa­
sando a Asturias escribiese una «M em o ria» en la que diese cuenta
del estado del ^antiguo establecimiento y del partido que de él po­
dría sacarse:
« a pesar de causar con ello no pequeño perjuicio a
mis intereses privados — escribe Elorza— , me puse a la prim era
indicación á disposición del lG o b ie r n o »'( 6 ). Como resu ltad o'd e la
valoración hecha p o r Elorza en su informe, y ante un cúmulo de
circunstancias favorables (se había terminado la''guerra civil, fruto
de no pocos problem as para el erario público), así como la exis­
tencia en el G obierno de dos ministros asturianos (P ed ro Pidalsy
Alejandro M on ), el director general dél Cuerpo de Artillería, don
Francisco Javier de Azpiroz, conde de Alpuente, propone al G obier­
no la restauración de la factoría de Trubia, acaecida p or Real Orden
de 26 de mayo de 1844 (7).
•"' •
*
Llegados a este punto, sé plantea al Cuerpo de Artillería la difícil
tarea de encontrar al director cualificado y eficiente para el nuevo
centro fabril.
Fijóse la atención en Francisco de Luxán, aunque a la sazón
fuera del servicio, para la rehabilitación; «p ero circunstancias par­
ticulares, unas políticas y otras personales, superiores a su volun­
tad y deseo, le obligaron a declinar un cargo tan delicado como
honroso, indicando sin em bargo en su lealtad y conciencia, y reco­
m endando como la única persona capaz en España de llevarlo a
F
P
,
~ (5) Salvador
ernandez enedo “Trubia : los primeros altos hornos y la
primera acería de España’’, en Revista del Instituto del Hierro y del Acero
num. 93 (abril-junio, 1964), p. 448.
*
■
• (6) Francisco Antonio de E l o r z a y A g u i r r e , “Consideraciones sobre la
marcha de la Fábrica de Trubia desde su restablecimiento en 1844 hasta fines
de octubre de 1860, y el estado del establecimiento desde esta primera fecha”,
en Memorial de Artillería, t. X V II, primera serie (1861), p. 6.
(7)
‘.‘Disponiendo se fundiese en ella la artillería de hierro necesaria‘.para
la marina, plazas de guerra y "baterías de costa”, en ibídém, 6.' Posteriormen­
te, y .en el “Reglamento para la Fábrica de Trubia” (la Real Orden dei apro­
bación está 'dada en Madrid, a 23 de noviembre de 1852), en en el artículo 1¿°
deja bien explicitado el objeto de la fábrica: “El'establecimiento nacional de
Trubia tiene por objeto la fabricación de hierro colado y forjado, aceros, pie­
zas de artillería, municiones, máquinas y otros productos de aquellas materias
destinadas al servicio del Ejército y de la Marina”.
• •• -'
542
ROBERTO SUAREZ MENENDEZ Y M.ft JESUS GARCIA GARCIA
buen término a don Francisco Antonio de Elorza, teniente coronel
que era de Artillería» ( 8 ).
En estos momentos, la valoración que se hacía del candidato
era am bigua: «E lo rza tenía para los militares conservadores en el
poder el inconveniente de haber sido un beligerante artillero libe­
ral ( . . . ) Tenía la ventaja de ser el único técnico español conocedor
en profundidad de la nueva siderurgia ( . . . ) » (9).
Parece que prim aron más su capacidad y conocimientos técni­
cos que la opinión que merecían sus ideas, pues p or una Real
Orden de 18 de agosto del mismo año fue nom brado director del
nuevo establecimiento ( 10 ).
A la llegada del nuevo director el establecimiento presentaba
un estado lamentable, pues como él mismo señala: «n o existían de
la antigua Fábrica de Trubia más que dos pequeños hornos al­
tos (...); la presa con que se tomaban las aguas del río Trubia y
la estrecha acequia que las conducía al establecimiento. H abía ade­
más una casa-habitación del director y comisario, dos para la de
oficiales y empleados, algunas para operarios y cierto número de
fraguas y barrenas verticales para el trabajo de los cañones de
fusil, dependientes de la fábrica de O viedo» (11).
L
,
(8) Francisco de
uxan “Viaje científico a Asturias y descripción de las
fábricas de Trubia, de fusiles de Oviedo, de zinc de A m au y de hierro de la
Vega de Langreo”, Madrid, 1861, p. 46. Aparece aquí una contradicción con
otras fuentes consultadas en el Archivo General Militar de Segovia (especial­
mente, “Hoja de Servicios de don Francisco Antonio de Elorza y Aguirre”,
sección 1.*, legajo E-302), al reseñar que con fecha 20 de septiembre de 1843
es ascendido a primer comandante del Cuerpo, no ascendiendo a teniente co­
ronel hasta el 4 de julio de 1847, manteniendo tal empleo hasta el día 1 de
febrero de 1855, fecha en la que asciende a coronel del Cuerpo.
(9) Germán
jeda “Asturias en la industrialización española, 1833-1907”
(1.a ed.), Ed. Siglo X X I de España, Madrid, 1985, p. 49.
(10) Parece ser que este lapso de tiempo que comprende desde 1843 a me­
diados de 1844 en el que los proyectos de Elorza están poco menos que parados
son consecuencia de los infructuosos intentos del concejo de Grado para tratar
de llevar al corazón del municipio la futura fábrica. Cfr. Alvaro
ernandez
de iranda “Grado y su concejo”, 1982.
(11) Francisco Antonio de lorza y guirre op. cit., p. 6. - ~
O
M
,
,
F
E
A
,
EL GENERAL ELORZA: APUNTES PARA UNA BIOGRAFIA
II.
543
LA «MEMORIA» COMO GUIA DE SUS FUTURAS ACTUACIONES
Así, y en el mismo mes de agosto en que es nom brado director,
inicia los trabajos de restablecimiento, ciñéndose a las líneas maes­
tras que él m ismo diseñó en su «M em oria», siendo valorado el cos­
te de las obras en 1.107.160 rs. vn.
De ella se pueden entresacar los aspectos básicos en los que se
apoyará el proceso de reconstrucción: En prim er lugar, una valo­
ración del estado general de la fábrica, estimándola como inservi­
ble; un segundo aspecto sería la preocupación p o r el abastecimiento
de materias prim as necesarias para su normal funcionamiento, así
como la obligación de utilizar en los altos hornos carbón de piedra
p o r la im posibilidad de obtener carbón vegetal (p o r la escasez de
arbolado en las zonas circundantes), todo ello im ponía la funda­
ción de una fábrica de hierro integral, sin olvidar los medios de
transporte, que cataloga como «cosa indispensable para que esta
fábrica llegue a adquirir la importancia de que es susceptible» ( 12 ).
Los resultados a obtener en este proceso de reconstrucción, según
Elorza, «deben ser los más lisonjeros, no solamente para el Estado
y el Cuerpo de Artillería, sino también para el país», al hacerse en
ella las «piezas de hierro colado que se pueden necesitar para las
minas y fábricas particulares» (13).
III.
RELACION CRONOLOGICA DE TRABAJOS
Los prim eros trabajos fueron la demolición de los antiguos hor­
nos y de todas aquellas instalaciones inútiles, continuando con el
ensanche de 6 a 12 pies (14) el canal o acequia de 1.142 pies (15)
de longitud que conduce a las diferentes ruedas hidráulicas un
caudal de 7.000 pies (16) cúbicos de agua p o r minuto, proporcio­
nando una caída de 34 pies, lo cual daría de potencia para el traba­
jo de talleres 233 1/2 caballos.
Partiendo de esta infraestructura mínima necesaria se procedió
a hacer las gestiones pertinentes para el abastecimiento del coque
(12) Idem, “Lo que es la Fábrica de Trubia y
t. I, 1.a serie (1844-45),
p. 252.
(13) Ibídem, 254.
(14) (15) (16) 1,668 a 3,336 metros; 317,47 metros; 152,288 litros, respec­
tivamente.
544
ROBERTO SUAREZ MENENDEZ Y M.a JESUS GARCIA GARCIA
y carbón mineral. Fruto de ellas fueron la concesión de las minas
de carbón de Riosa y Morcín, sitas a tres leguas de la fábrica; cu­
yos trabajos de explotación comenzaron en 24 de abril de 1846 (17).
E l 30 de mayo del mismo año empieza a funcionar el taller de
«m olderías».
A finales de ese año comienza a llegar el personal extranjero
contratado p or Elorza durante un anterior viaje a Bélgica, H olan­
da e Inglaterra para la selección de operarios y adquisición de
máquinas (18). El 20 de febrero de 1847 empieza a funcionar el
taller para la fabricación de aceros y limas, para seguidamente,
agosto de 1848, dar inicio la prim era «cam paña» del alto hom o,
llam ado Daoiz, fundiéndose el prim er cañón de hierro colado el
25 de julio de 1849, de calibre 68 y con un peso después de conclui­
do de 127 quintales. Al mismo tiempo que estos trabajos empezó
a funcionar el de fundición de proyectiles, en mayo de 1853; se
inaugura el «taller de elaboración estirado de hierro dulce y forja
en cilindros de cañones para las armas de fuego portátiles; un año
más tarde, la fabricación en talleres de los cañones y bayonetas
para las armas de fuego portátiles, así como un taller de precisión,
finalizando lo que podríamos denominar «fase de com postura» con
la ejecución del taller de fabricación de ladrillos refractarios (1856)
y dos más para la elaboración de pistolas revólveres y corazas de
acero fundido.
JV.
PRINCIPALES ACTIVIDADES:
ALTOS HORNOS, ESCUELA DE FORMACION
PROFESIONAL OBRERA, RED VIAL Y REPOBLACION FORESTAL
Esta es sucintamente la labor industrial realizada p or el ilustre
artillero, de la cual hemos soslayado cuatro aspectos en los que
haremos ahora un especial hincapié: a ) importancia del alto hor­
No obstante, la relevancia de estos datos es bastante limitada consideran­
do la importancia que ha ejercido en la formación del personal autóctono.
(17) Año en el que se realiza el primer busto de hierro de la fábrica, a
cargo de Carlos Bertrand, que será de S.M. la Reina Isabel II.
(18) Ha sido negativa la búsqueda de documentación referente a los mis­
mos; simplemente se puede reseñar que por el año 1849 y según'datos del
Diccionario de Madoz eran 20 los obreros de contrata extranjeros, para pasar
a 1861 en que el número se reduce a 12 (6 maestros de taller y 5 obreros es­
peciales). Vid. Francisco A . de E l o r z a y A g u i r r e , “Consideraciones sobre la
marcha ...”, 18, y Francisco.de L u x a n , op. cit., p. 51. Debiendo contarse ade­
más el único “maestro piquero” destinado en la saca de minerales.
'
EL GENERAL ELORZA : APUNTES PARA UNA BIOGRAFIA
no; b ) de la Escuela de Formación Profesional O brera;
545
c ) repaso
a la red vial construida, y d ) datos sobre la repoblación forestal.
En relación al prim er apartado, la fábrica contaba con dos hor­
nos' altos (19), denominados «D ao iz» y «V e la rd e » (20), que eran de
iguales dimensiones y forma, siendo su altura desde el suelo del
crisol al tragante de 48 pies (21). Las obras de los nuevos hornos
concluyeron coincidiendo con el cuarto aniversario del comienzo
de los trabajos de restauración, si bien su puesta en m archa difie­
re en el tiempo, de tal manera que la prim era cam paña del horno
alto núm. 2 no comienza hasta concluirse la quinta del Daoiz (22).
Sobre el particular existe una cierta polémica acerca de la prim acía
en el origen de la siderurgia moderna peninsular;
mientras que
algunos autores señalan como el prim er horno alto de coque que
existió al prim er horno de Trubia, otros, en cambio, asignan tal
prioridad a la Fábrica de Mieres, para más recientemente Francisco
Quirós Linares destacar las instalaciones de Sabero (23) como la
plrimera fábrica que elaboró en España «hierro a la inglesa» con
carbón mineral.
P or lo que respecta a los imputs empleados en el horno alto
destacan los minerales obtenidos en explotaciones circundantes de
Bayo y de Castañedo del Monte (propios del establecimiento); los
hidratados de San Claudio, Naranco, así como de otros puntos
cercanos, extraídos y conducidos a la fábrica p or particulares; uti­
lizando como castina la cal viva procedente de la calcinación de
la piedra caliza de U drión (24); sin olvidar el com bustible emplea­
do para la fusión y reducción de los minerales en el horno alto
(19) Construidos en el mismo emplazamiento que los antiguamente exis­
tentes, “El Volcán” y “El Incendio”, derribados al ser considerados como pe­
queños. Vid. Luis A d a r o R u i z - F a l c o , “Los comienzos de las Fábricas de Mu­
niciones Gruesas de Trubia y de Arm as de Oviedo, 1792-1799”, Oviedo, 1986.
(20) También llamados núm. 1 y núm. 2, respectivamente.
(21) V id . S a lv a d o r F e r n a n d e z P e n e d o , op. cit.,; F r a n c is c o d e L u x a n ,
op. cit. ; F ra n c is c o A . d e E l o r z a y A g u i r r e , “L o q u e e s la F á b r ic a d e T r u ­
b ia y ...”, y J u a n P a b lo F e r n a n d e z B e r n a l d e z y R. R ú a F i g u e r o a , “ V is it a a la
fá b r ic a n a c io n a l d e fu n d ic ió n d e T r u b i a ” , en R e v ista M in e r a , 1855.
(22) L a producción de hierro colado de los altos hornos continuará hasta
1866 en que serán apagados; lo mismo sucede con las minas de carbón de
Riosa, propiedad de la Fábrica, que serán abandonadas en 1864.
(23) El homo de Sabero, sito en León, era propiedad de la Sociedad P a­
lentino-Leonesa de Minas. Datándolo Francisco Quirós Linares en 1847 ó en
los primeros meses de 1848. Vid. Francisco Q u i r ó s L i n a r e s , “L a Sociedad
Palentino-Leonesa de Minas y los primeros altos hornos de cok de España, en
Sabero (1847-1862)”, en Estudios Geográficos núm. 125 (1971), págs. 657-671.
546
ROBERTO SUAREZ MENENDEZ Y M.s JESUS GARCIA GARCIA
que procede de las minas de Riosa, Sama de Langreo y escasamen­
te de Mieres.
Como quedó expresado anteriormente, Elorza desde un prim er
momento se preocupa p or el combustible, recomendando «qu e la
fábrica adquiera minas propias, con lo cual deben resultar econo­
mías de bastante consideración»; sus deseos serán hechos realidad,
siendo entregadas en propiedad por Real Orden de 30 de enero de
1848 las Minas de Riosa, en las que se encuentran instalados en
1860 cuarenta hornos para la fabricación de coque (25).
Como hecho que tiene especial relevancia de toda la etapa en
que nuestro artillero se encuentra en Trubia (1844 a 1863) nos
referimos a la creación de la prim era Escuela de Form ación Pro­
fesional Obrera, que se fundó en Trubia en 1850 (26). A la que
podían asistir «cualquiera persona que quisiera aprender las mate­
rias que deban enseñarse, siendo éstas los elementos más sencillos
de la aritmética en cuanto hacen relación a las artes y oficios y el
d ibujo geométrico aplicado particularmente a la delincación de
máquinas y artefactos» (27), estando confiada la enseñanza a los
oficiales del Cuerpo (28) empleados en el establecimiento, acompa­
ñados p or maestros y operarios extranjeros.
Las clases versarán sobre «geom etría y mecánica a que es anexa
la del d ibujo [sien d o ] indispensable conocer la aritmética [conse­
cuentemente] se construirá desde luego una clase general en la que
después de breves explicaciones sobre las partes de la aritmética
cuyo conocimiento no puede prescindirse, se verificará un examen
para clasificar p or él los que con este ligero repaso quedan en acti­
tud de pasar a las clases superiores [geom etría y m ecánica] sin
perjuicio de que en ellas continuarán afirm ando y am pliando sus
nociones de la inmediata inferior» (29). Para la enseñanza de geo­
metría y mecánica se seguirá el curso elemental publicado p or el
coronel del Cuerpo don José Odriozola, mientras que para el dibujo
(24) L a piedra caliza cruda o castina fue empleada hasta marzo de 1853,
fecha en la que termina la tercera campaña del homo alto núm. 1.
(25) En 1849 tenía la Fábrica 18 hornos en Riosa, para pasar en 1850 a
tener 33.
(26) L a Orden fundacional tiene fecha de 1 de enero de 1850; pero real­
mente ya en 1844 existía sin apenas instalaciones y no habiendo más escuela
que los propios talleres.
(27) “Libro de Ordenes. Subdirección de la Fábrica de Truvia (1850-1 de
abril de 1854)”. Orden de primero de enero de 1850.
(28) Los primeros profesores fueron los capitanes de artillería don Víctor
Marina, don Elíseo Loriga y don Doroteo Ulloa.
EL GENERAL ELORZA: APUNTES PARA UNA BIOGRAFIA
547
geométrico «se eligirán las lecciones más convenientes según los
tratados más m odernos y completos de la materia, entre los que
servirán muy especialmente el mecánico constructor y la colección
de modelos aplicados a la enseñanza del dibujo de las m áquinas
p or M r. Leblanc, profesor del Conservatorio Real de Artes y Oficios
de P arís» (30). Establecióse la hora para «tan útil ocupación ( . . . )
la prim era de la noche, inmediatamente después de terminados los
trabajos de talleres» (31). Los fines de la «academ ia» pueden que­
dar más claramente expresados en la conversación mantenida con
el futuro maestro Cam pa Velasco: «Y o no quiero obreros solamen­
te para Trubia, quiero crear un plantel de obreros que lo mismo
que ahora vienen aquí maestros extranjeros sean los de aquí quie­
nes reemplacen en todas las dependencias del cuerpo, y en cuanto
yo tenga obreros que desempeñen funciones de maestros, m andaré
los extranjeros a sus países tan pronto terminen sus contratos» (32)
( sic); sus aspiraciones se verán cumplidas, llegando « a form ar en
T rubia un núcleo de maestros y operarios inteligentes y laboriosos
a la p ar que honrados e instruidos ciudadanos» (33), así «las fáb ri­
cas de M ieres y de L a Vega de Langreo reclutan el personal de
sus obreros entre los educados en T ru b ia» ( . . . ) (34). Su papel de
precursor en la enseñanza le será reconocido en 1944, al «c rea r en
todas las escuelas de form ación profesional obrera y en los esta­
blecimientos de industria militar un premio que se denom inará
«P rem io E lo rza», el cual será adjudicado al alum no que más b ri­
llantemente haya terminado el último curso de los que se siguen
en dichas escuelas» (35).
Elorza, como todo buen conocedor del mal endémico del Princi­
pado, era consciente que «e l facilitar los medios de conducción es
una cosa indispensable para que esta fábrica llegue a adquirir la
im portancia de que es susceptible» (36). Inicialmente el carbón que
se consum ía «venía de cuatro leguas distante y traído en hom bros
p or los pobres aldeanos (...), pues no había camino alguno p or
(29)
(30) (31) “Libro de Ordenes. Subdirección de la Fábrica de Truvia
(1850-1 de abril de 1854)”. Orden de primero de enero de 1850.
(32) Antonio C a m p a V e l a s c o , “Memorias del maestro don ...” (Texto m e­
canografiado), 25 de abril de 1920, p. 32.
(33) Carlos J. B e r t r a n d , op. cit., p. 9.
(34) Francisco de L u x a n , op. cit., p. 86.
(35) Diario Oficial del Ejército de 16 de diciembre de 1944. Dirección Ge­
neral de Industria y Material.
(36) Francisco A . de E l o r z a y A g u i r r e , “L o que es la Fábrica de Tru­
bia y ...”, p. 252.
548
ROBERTO SUAREZ MENENDEZ Y M.a JESUS GARCIA, GARCIA
donde pudieran pasar siquiera las caballerías» (37). Considerando
como «atenciones preferentes» (38) la construcción de una re d vial
suficiente, se establece un camino carretero de 20 kilómetros para
enlazar la fábrica con las minas de carbón de Riosa, junto- con la
construcción de la carretera de Oviedo a la fábrica, el puente sobre
el río N aló n y la compostura del camino de San Andrés, Castañedo
y Bayo (39) (necesarios para el abastecimiento del m ineral). '
' J La infraestructura viaria creada era necesaria, pero no suficien­
te; se comprendió rápidamente la necesidad de un ferrocarril que
uníéra a la fábrica con sus minas de Riosa, siendo solicitado en 6
dé junio de 1852, si bien no se llegó a tomar resolución en el asunto
(a pesar de-hacerse los estudios de esta vía). Posteriormente, por
R .O fd e 13 de mayo de 1860, se aprueba la construcción de un ramal
desdé la fábrica a Noreña, pasando p or Las Caldas, Latores y Ovie­
do, para así enlazar con el ferrocarril de Langreo. Este proyecto
hubiérá’ tenido considerables ventajas 1 para la fábrica al reducir el
coste de fabricación;
no fue considerado de igual form a p or los
industriales de la zona de Mieres, que atentos a sus intereses veían
éñ ello el «convertir a Mieres en una dependencia de Sam a» (40),
forzando su desestimación.
'
Otro tema relevante es la repoblación forestal. La situación con
la* que se encuentra es de agotamiento total «hasta la distancia de
cinco leguas en los doce años que marcharán los [antiguos]> hornos
altos» (41), afrontándose con una fuerte repoblación qué se inicia
en 1845 con las plantaciones realizadas en terrenos adyacentes a la
fábrica y constando de robles, horneros, fresnos, acacias de púa,
alerces, pinos silvestres o del Norte, etc., provenientes de Francia,
Bélgica y Alemania, lo que le valió el ser nom brado m iem bro de
la Sociedad de Agricultura de Inglaterra, así como de la Sociedad
Geológica de Francia, sin olvidar la participación en. la exposición
agrícola de M adrid (finales de la década de 1850 p or el tipo de ma­
deras de Trubia).
(37) Carlos J. B e r t r a n d , op. cit., p. 7.
f(38) Francisco A . de E l o r z a y A g u i r r e , “L
bia y ...”, p. 252.
‘
o
,
que es la Fábrica de Tru­
;
1 (39) Los caminos que conducen a las minas de hierro de Bayo y Castañe­
do han sido construidos a medias por la Fábrica y los pueblos dé! concejo.
Vid. Francisco A. de E l o r z a y A g u i r r e , “Consideraciones sobré la marcha de
la Fábrica de Trubia desde
en Memorial de Artillería, t. X V II, 1.a serie
(1861), p. 15, y Francisco'de L u x a n , op. cit., p. 77.
(40 )
“Ferrocarril de Mieres a Latores”, Oviedo, 1861, p. 4.
(4 1 ) Francisco A. de E l o r z a y A g u i r r e , “L o que es la Fábrica de Trubia
y
p. 246.
;
549
ELv GENERAL ELORZA : APUNTES PARA UNA.., BIOGRAFIA
V. . BALANCE DE LA GESTION LLEVADA A CABO DESDE 1844.A FINES DE 1860
Con todo lo expuesto, resulta obvio la necesidad de organización
de los múltiples trabajos que se llevaban a cabo y la división de
los talleres p o r producciones afines,, siendo en octubre de .1860 la
siguiente:
«L a Fábrica de Trubia se, encuentra dividida en cinco grupos
de talleres, que comprenden:.
■ >
; «r
,
El prim ero, los hornos altos ( . . . ) con todas sus dependencias;'
un taller de m olderías para la fabricación de toda cláse dé piezas
de m oldería de hierro y bronce; un taller de herrería, y el labora­
torio de quím ica para los análisis y ensayos de los minerales; fun­
dantes com bustibles y demás materiales de fabricación.
*
¡
E l segundó grupo de talleres comprende la fundición dé cañones
y fabricación de proyectiles de todas clases; el taller de barrenar,
rayar, sunchar, y concluir l a ,artillería; y los talleres de construc­
ción de máquinas. Form ará además parte, de este grupo el ,gran
taller que está en construcción y se destina a la fabricación de
grandes piezas de artillería u otras de hierro forjado o acero.
E l tercer grupo abarca la fabricación de hierro forjad o y acero
pudlado y su estirado en barras o chapas de todas form as y di­
m ensiones,'y la fo rja y estirado en cilindros de los cañones para
lás arm as de fuego portátiles. Forman parte de este grupo los talle­
res en que se fabrican también limas de todas clases.
E l cuarto grupo dé talleres compfende la fabricación de caño­
nes para las arm as de fuego portátiles, la de bayonetas p a ra 1 las
mismas, la de pistolas revólveres, la de corazas y un taller de pre­
cisión en que se construyen los modelos, plántillás, instrumentos y
m áquinas pequeñas relacionadas más principalmente con la fa b ri­
cación y examen de las armas portátiles. Form an además parte de
este grupo el taller de modelistas, en que se constrüyen los m ode­
los de m adera para él moldeo de las piezas de m aquinaria y otrás
qué deben fundirse en los distintos talleres de la fábrica.
El qu in to'gru p o de talleres, que por ahora se encuentrá a cargo
del Detall del establecimiento, comprende el taller de ládrillos re­
fractarios y crisoles, los de carpintería y carretería, uno de herre­
ría y ajuste, y las obras exteriores^ (4 2 ).
r- ,.
(42)
Francisco A. de E l o r z a
cha de la Fábrica de Trubia desde
y
A g u i r r e , “Consideraciones sobre la-:,rnar-
págs. 8-9., ;
r,
550
ROBERTO SUAREZ MENENDEZ Y M.mJESUS GARCIA GARCIA
Están además a cargo del Detall «las salas de modelos, biblio­
teca, almacenes generales, arbolados y demás dependencias análo­
gas» (43).
Form ando una sección independente se encuentra la explotación
de minas de carbón y minerales de hierro propias del estableci­
miento.
«E n resumen, en la Fábrica de Trubia hay 18 talleres diferentes,
activados p or una fuerza total de cerca de 400 caballos, entre m á­
quinas de vapor y ruedas hidráulicas de diferentes sistem as» (44),
y estando form ado el personal de los talleres de J6 maestros prin­
cipales y más de 600 operarios.
Hasta aquí nos hemos dedicado al proceso de restauración del
establecimiento, haciendo una breve reseña de la distribución de
los talleres; estamos, pues, en condiciones de presentar el balance
de estos prim eros 16 años:
Cantidades gastadas (7/6/1844 a 31/10/1860) ... .
56.284.737,25 rs.
V a lo r de productos salidos de la fábrica, stock de
productos elaborados, existencias en almacenes ...
31.835.440,55 rs.
Los 24.449.296,70, que es la diferencia, representa el «coste real
y verdadero que en fines de octubre de 1860 tenía el Estado en el
establecimiento de la Fábrica de T ru b ia» (45). Resultado que se
debe considerar bastante satisfactorio, teniendo en cuenta la preca­
riedad de medios con que se encontraba en 1844 y la situación
final que presenta la fábrica en 1860, en la que se ha realizado,
además de una «buena disposición de sus talleres, la organización
de los trabajos, la perfección de los procedimientos de fabricación,
la creación del personal obrero y la bondad de los productos ela­
b o rad o s» (46), la compra de terrenos para la instalación de la
factoría y repoblación forestal, así como reconstrucción de sus ins­
talaciones, viviendas de operarios, y todo ello considerando que la
producción nunca fue completa, ya que se desarrolló a m edida que
se creaban los talleres. También se debe tener presente el alto
índice de calidad de los productos fabricados, avalado p or el gran
número de pruebas ordinarias, extraordinarias y de contraste rea­
(43) Así lo expresa el “Reglamento para la Fábrica de Trubia” en los
artículos núms. 77 a 97.
(44 )
Francisco A . de E l o r z a y A g u i r r e , “Consideraciones sobre la mar­
cha de la Fábrica de Trubia desde
p. 16.
(45) Ibidem, p. 20.
(46) Ibidem, págs. 23-24.
EL GENERAL ELORZA : APUNTES PARA UNA BIOGRAFIA
551
lizadas (47), siendo destacables las pruebas de resistencia com pa­
rativas entre cañones de diferentes nacionalidades, sobre todo de
fabricación inglesa (pionera de la industria siderúrgica y de arm a­
mento). Sirva com o ejem plo las realizadas entre cinco cañones de
a 32 de fabricación inglesa, a igual número de los fundidos en la
de T rubia para el servicio de buques de la Arm ada en el período
1858-1859 que la comisión encargada de ejecutarlas valora: «qu e
la resistencia de nuestros cañones de Trubia era muy superior a la
de los ingleses» (48). Con esta superioridad se cataloga la Fábrica
Nacional de T rubia como «un magnífico y notable establecimiento
que se halla constantemente al nivel de los más recientes adelantos
y perfeccionamientos, pues en sí se ensayan y plantean inmedia­
tamente todos los nuevos descubrimientos y m ejoras, y puede p or
lo tanto considerarse como modelo en sus aparatos y operacio­
nes» (49). Parece, pues, claro que el balance resulta favorable,
siendo obligado comentar que «los señores ministros Pidal y M on
y el difunto m arqués de Cam posagrado ( . . . ) auxiliaron a Elorza con
sus influencias en las altas esferas del poder de aquella época» (50).
Con respecto al balance y a estos prim eros años de gestión
pocos han sido los estudiosos de la industrialización que le han
dedicado más de dos párrafos, indicando al particular su falta de
interés económico. Es obvio que su actividad preferente no era la
producción para el mercado (51); pero no es menos cierto el gran
(47) Las primeras tienen por objeto determinar las mezclas de metales
o fórmulas de fusión más convenientes a la fabricación, las extraordina­
rias reconocer la calidad de los hierros, y las pruebas de contraste ase­
gurarse del grado de resistencia de las piezas de servicio. Vid. “Memoria
sobre algunas pruebas de resistencia ejecutadas en la Fábrica de Trubia con
piezas de artillería de hierro colado, presenta la Comisión encargada de eje­
cutarlas”, en Memorial de Artillería, t. X VI, 1.a serie (1860), págs. 3-30.
(48) La propia reina Isabel II visita la Fábrica el día 3 de agosto de 1848,
permaneciendo ocho horas; “durante ellas, su director (...) tuvo ocasión de
escuchar repetidas veces halagadoras frases de la Real complacencia”. Vid.
Juan de Dios d e l a R ad a y D e l g a d o , “Viaje de SS.MM. y A.A. por Castilla,
León, Asturias y Galicia”, Madrid, 1860, p. 421.
(49) A. P e r e z M o r e n o , “Estado de la industria minera en Asturias duran­
te el año 1856, con algunas consideraciones acerca de las circunstancias que
afectan a su fomento y en general al porvenir de la provincia”, en Revista
Minera, 1858, p. 727.
(50) Carlos J. B e r t r a n d , op. cit., p. 8.
(51) Por R.O. de 14 de diciembre de 1844 se da autorización para la venta
de efectos a particulares “siempre que no embarazaran la marcha y las labo­
res inherentes al establecimiento”. Ibídem, p. 11. Estos no llegan a representar
ni un 2% del valor total de los productos salidos de la Fábrica.
552
ROBERTO SUAREZ MENENDEZ Y M.a JESUS GARCIA GARCIA
«efecto de arrastre» e influencia positiva que ha tenido para el res­
to de las empresas industriales, p or ser una de las prim eras en
obtener «h ierro a la inglesa» con carbón mineral, sirviendo como
posible referencia para el posterior desarrollo siderometalúrgico,
así como el tirón a la industria privada, por consum ir de ella (datos
de 1860) aproximadamente el 69% del coque utilizado y el 93% del
carbón de piedra (52).
Un aspecto negativo lo encontramos en la decisión de la com pra
de las minas de Riosa. Por una parte, el fracaso de las vías de
acceso, camino carretero que «tiene fuertes pendientes» (53), ha­
ciéndose el transporte en carros del país, lo que encarecía el precio
real del combustible, a la vez que deterioraba el coque con el aca­
rreo (fracaso no del todo imputable a una mala gestión de Elorza,
sino también a los diversos intereses del momento). En segundo
lugar; las dificultades inherentes a la explotación de las minas de­
bido al «pequeño espesor de las capas y al número de irregularida­
des que presentan» (54) y a la existencia «en algunos puntos de las
excavaciones de gran desprendimiento de gases inflam ables, que
hacen de todo punto indispensable el empleo de lám paras de se­
guridad».
Llegados a estas fechas (1861), en las que hace el balance de su
gestión,’ se produce un hecho que le causará profunda decepción y
sorpresa. N os referimos al juicio prom ovido p or el paisano don Jo­
sé González Ladreda contra don Francisco Antonio de Elorza en la
revista de inspección de la Fábrica de Trubia: se le acusa de pre­
varicaciones en la gestión de la fábrica, concretamente de la exac­
ción impuesta a* los encargados de los ganados hallados pastando
en terrenos pertenecientes a la fábrica; exacción que se depositaba
en un fondo destinado a los pobres. Tal hecho era constitutivo de
delito, como lo expresa el art. 326 del Código Penal, al señalar que
ningún empleado público puede imponer por sí ninguna contribu(52 )
Cfr. Francisco de L u x a n , op. cit., págs. 54-56. Este echo era perfectaménte percibido por los industriales de Mieres, al expresar su desacuerdo
con la construcción del ferrocarril de Trubia a El Berrón, conscientes de la im­
portancia dél abastecimiento de la Fábrica de Trubia.
‘ - (53 )
Restituto A l v a r e z B u i l l a . “Observaciones prácticas sobre la minería
carbonera
de Asturias”, Oviedo, 1861, p. 14. En 1861 se hallan estancadas
“sobre 100.000 quintales de carbón y cok que no puede llevar a su fábrica
Elorza sino por medios muy lentos y costosos”. “Ferrocarril de Mieres a Latorés”, p. 17.
(54)'« Fernando B e r n a l d e z y o t r o s , “Observaciones' sobre la explotación,
estado actual y porvenir de las capas de hulla en la provincia de Asturias”,
en Revista Minera,; 1855, págs. 327-328.
EL GENERAL ELORZA : APUNTES PARA UNA BIOGRAFIA •
553
cióri, arbitrio o-exacción, aun cuando sea para el servicio público,
sin tener para ello la autorización competente. Para la averiguación
de los hechos denunciados se mandó instruir la competente suma­
ria, «declarando libremente absuelto al procesado, sin que en nin­
gún concepto perjudique este procedimiento su buena reputación y
fam a » (55). M ientras dura el proceso es relevado del cargo de di­
rector de la fábrica (56), no volviendo a incorporarse hasta el 18
de octubre de 1861, en el que continúa con su actividad hasta mayo
de 1863 en que es traslado a Valladolid (57).
VI.
INICIATIVA PRIVADA Y OTRAS ACTIVIDADES EN ASTURIAS
i
La labo r de este artillero en Asturias no se ceñirá a la restaura­
ción de la Fábrica de Trubia, pues «el genio industrial y el deseo
de desarrollar la riqueza del país impulsó al señor Elorza a más
grandes fines» (58); p or tal debemos hablar de la dirección de la
Fábrica de Arm as de Oviedo desde 1855 a 1859 en que tiene lugar
el traslado del local habilitado para la fabricación desde la Casa
del Duque del Parque al antiguo Convento de M onjas Benedictinas
o de Santa M .a de la Vega (59) (ubicado actualmente)¿ así como la
reform a de 1857 ocasionada p or los adelantos y m ejoras introduci­
das en las arm as de fuego, resultando necesario el establecimiento
de talleres, la organización de trabajos, la desaparición de los gre­
mios. En segundo lugar, la creación, ba jo el título y razón social
de «Q uirós, Elorza, Bertrand y Com pañía», realizando gestiones pa­
ra el emplazamiento de la fábrica, la compra de las minas y Ib
(55) “Documentación relativa al juicio instruido a don Francisco A. de
Elorza en febrero de 1861, siendo el recurrente el paisano don José González
Ladreda”.
(56) En la dirección de la Fábrica de Trubia hay un paréntesis (año 1860)
en el que son nombrados directores Mariano Salas y Pedro Hitte. A l año si­
guiente regresa Elorza.
(57) Por R.O. de 29 de abril de 1862 fue destinado de comandante general
subinspector del distrito de Castilla la Vieja. Estuvo, por tanto, en Trubia
desde 1843 a, 1863.
'
(58) Carlos J. B e r t r a n d , op. cit., p. 9.
(59) Por estas fechas es también el intento de traslado a Trubia de los
obreros de Oviedo, a lo que se enfrenta el Ayuntamiento, solicitando a la
reina la no realización del citado proyecto, estando a favor de la tesis de la
Casa Consistorial el Gobierno de la Provincia, al igual que los gremios de lla^
veros, aparejeros, cajeros y cañonistas. Vid. Archivo Ayuntamiento de Oviedo^
554
ROBERTO SUAREZ MENENDEZ Y M.® JESUS GARCIA GARCIA
adquisición de materiales (60). Así como la particpación con Casi­
m iro Gil y Azpiroz para la fundación de una fábrica destinada a
la producción de hierro en lingotes y moldería denominada «G il y
Com pañía» en el valle de Turiellos, orilla derecha del río Candín.
«A la vez que llevaba a cabo estos trabajos de propaganda, di­
rigía, facultativamente, la fábrica de hierro de Sargadelos» (61).
VII.
ULTIMOS DESTINOS Y MUERTE DEL MARISCAL ELORZA
En esta última etapa de su vida estuvo encargado de varias co­
misiones científicas p or el extranjero (62), a la vez que «debido
a sus profundos conocimientos y aureola de méritos que le rodea­
b a » (63) fue elegido para ser vocal de la Junta Superior Facultativa
del Cuerpo el 25 de agosto de 1863. Siendo ascendido a mariscal
de Campo el 6 de enero de 1864.
«E n septiembre de 1871, hallándose en dicha Junta, le tocó que­
dar algún tiempo de director general accidental, y recibiendo una
Real Orden para disminuir en la Dirección General y Junta dicha
un mariscal de Campo, un brigadier y otros jefes y oficiales contestó
inmediatamente proponiéndose a sí mismo para el cuartel p or ser
el más moderno y a los que se hallaban en igual caso de las gra­
duaciones mencionadas en dicha Real Orden ( . . . ) circunstancia ésta
que no tenía el general Elorza, pues había en el Arm a otros más
modernos que é l» (64). Situación en la que permaneció hasta que
el 11 de noviembre del mismo año fue destinado al Consejo Supre­
mo de la Guerra, donde estuvo hasta el 18 de febrero de 1873 en
que a petición propia fue declarado de cuartel. En esta situación
permaneció hasta el 11 de octubre del mismo año, para ser desti­
nado, posteriormente, a la Junta Superior Facultativa, donde con­
tinuó hasta el 3 de noviembre, fecha de su fallecimiento a causa
de unas fiebres.
(60) Germán O j e d a , op. cit., p. 55.
Ha sido imposible la consulta de la correspondencia mantenida entre Pedro
Duro y Elorza, a pesar de los esfuerzos realizados por el personal de la actual
fábrica de “Duro-Felguera”.
(61) Carlos J. B e r t r a n d , op. cit., p. 9.
(62) (63) Vid. Pedro P e r e z R u i z , “El mariscal Elorza, su vida y su obra”
(Original mecanografiado), Valencia, 1948, p. 60.
(64)
Pedro de la L l a v e , “Necrología del Excmo. Sr. D. Francisco A. de
Elorza y Aguirre, mariscal de Campo”, en Memorial de Artillería, t. X II, 2.a
serie (1873-1874), p. 8.
DETRACCIONES DE LA ECONOMIA CAMPESINA
ASTURIANA: LAS RENTAS DE LA CATEDRAL DE
OVIEDO EN EL CONCEJO DE TINEO (SIGLOS
XVI - XIX)
F r a n c is c o F e o P a r r o n d o
1)
INTRODUCCION Y FUENTES
En el Archivo Histórico Nacional de M adrid existe una amplia
y diversa documentación sobre Asturias (1). Dentro de ella tiene
especial significación e importancia la referida a las rentas del clero
astur a lo largo del antiguo régimen, fuente im prescindible para
com prender las relaciones socioeconómicas de la época y aún muy
poco estudiada.
En
una ocasión anterior analizamos las rentas
agrarias del monasterio de Obona (2 ) y ahora pretendemos añadir
un nuevo pilar al conocimiento de las relaciones económicas entre
clero y campesinado en el concejo de Tineo desde el siglo X V I a
m ediados del X IX , a través de la documentación referente a cen­
sos, arriendos, apeos, diezmos, etc., de la catedral de Oviedo en el
curato de N arav a l y en las parroquias de Santa Eulalia de Tineo,
Santa Eulalia de Sorriba, San Pedro de Tineo y de Arganza. Para
N araval hemos m anejado su carpeta dentro del legajo 5.130 y para
el resto las correspondientes a estas parroquias dentro del legajo
5.140, siempre pertenecientes a los expedientes de la catedral de
Oviedo en la sección clero del Archivo Histórico Nacional.
Esta documentación hace referencia a dos aspectos básicos de
las form as de detracción de riqueza rústica: p or una parte los pa­
gos de rentas como diezmos, quintos, etc., y a los pleitos p o r los
mismos, a la resistencia de los campesinos a pagar. Y p or otra, a
(1) M a r t í n e z , E .: Los documentos asturianos del Archivo Histórico Na­
cional, Gijón, 1979.
(2) F e o P a r r o n d o , F . : “Rentas agrarias del monasterio de Nuestra Seño­
ra de Obona (Tineo) a fines del antiguo régimen”, B ID E A núm. 116, 1985,
págs. 807-820.
FRANCISCO FEO PARRONDO
556
la form a de explotación de las propiedades de la catedral ovetense
en el concejo de Tineo, mediante arrendamientos, especialmente en
la segunda mitad del siglo X V I I I y prim era del X IX , con una re­
ducción de los plazos, un constante aumento de las rentas y un
empeoramiento casi generalizado de las condiciones de arriendo.
2)
LA MEDIA ANNATA DEL CURATO DE NARAVAL
La documentación sobre N araval es de las menos importantes
desde un punto de vista económico de las aquí analizadas. Resul­
ta, sin em bargo, interesante desde un punto de vista social. En ella,
el procurador ovetense Antonio Alvarez Santullano reclama para
sus clientes Juan Martínez, vecino de la parroquia de San Pedro
de N o ra y arrendatario de la media annata de los frutos del curato
de N araval, y para Ignacio Fernández, que lo fue del ecónomo del
mismo, entre otras cargas las cenas de Cuaresma, rentas de los
bienes de la parroquia y heredades cedidas a la fábrica, carga de
aniversario, diezmos y primicias. El pleito con Juan García, excusador dé dicha parroquia, y con los herederos del ultim o cura
dura entre' 1771 y 1779, porque estos últimos retenían los diezmos
y alegaban que no eran forzosas sino voluntarias las cenas de Cua­
resma, besamanos y primicias, pese a ir incluidas érí los'rem ates
de arrendámiento. Su valor era:
a)
b)
Diezm o de « xatos»: En total 112 reales y 23 maravedíes, a una
media de 6 reales y 6 maravedíes p or cabeza.
'
' v
T.. ... .
. j. a' ’*.*>■•
Cena de Cuaresma -y primicias: Por cada casado, media y me­
dia de, escanda, con un total de 26 celemines. Los vaqueirps
pagaban no en escanda sino en manteca:, p or cada casado, dos
libras de manteca de dieciocho onzas cada una. En total, siete
arrobas y media y once libras y media de a dieciséis» onzas la
libra.
c)
•
.
Media annata: Incluía rentas en metálico (393 reales y un ma­
ravedí) y en especies: manteca, 31 celemines de escanda y diéz
y medio de centeno.
d)
Besamanos de Pascua:
e)
Renta de rectoría:
.....
18 heminas de centeno ó 18 reales.
10 heminas y medio de centeno p su equi­
valente, 10 reales y 3 maravedíes.
f)
‘
Aniversario de Candanedo:
;
134 reales.
■
DETRACCIONES DE LA ECONOMIA CAMPESINA ASTURIANA
557
g)
Paciones de primavera de tres prados: 48 heminas de centeno
ó 48 reales, y
h)
Enterramientos: P or cada uno, 10 reales.
Estas rentas se dividen entre generales de la época, como diez­
mos, que concluyen con el antiguo régimen, algunas de carácter
claramente feudal (cenas de Cuaresma o besam anos de Pascua) y
otras que continuarán hasta nuestros días, como el arrendam iento
de las paciones de prados en primavera y no específicas, p or tanto,
de la época.
Merece destacarse el tipo de rentas en especie de la parroquia:
las partes b ajas pagaban en granos (escanda o centeno) y las altas,
habitadas p o r los vaqueiros, en productos ganaderos (m anteca),
m ostrando la clara dicotomía de usos del suelo y base económica
de los habitantes de aldeas y brañas, como ya hemos constatado
anteriormente (3).
3)
PROPIEDADES Y ARRENDAMIENTOS EN SANTA EULALIA DE TI NEO
En Tineo, el 8 de febrero de 1755, Francisco Gregorio de Sierra
elabora una relación de los bienes raíces que poseía la Iglesia Ca­
tedral de Oviedo en la parroquia de Santa Eulalia de Tineo. Esta
relación se basa en la información de distintos vecinos del pueblo
y en la de Juan Martínez del pueblo de Zarracín, también de la
parroquia. Pertenecían al Cabildo: la quinta parte del fruto que
producen algunas heredades y prados y la séptima parte de los fru­
tos de otras heredades. N o estaba, sin em bargo, claro qué fincas
debían p agar 1/5 y cuáles 1/7, e incluso había algunas que no pa­
gaban ni jam ás habían pagado. Producían y cotizaban rentas las
superficies sem bradas de trigo, escanda y centeno, pero no las de
maíz, m ijo, panizo y otros frutos. Este fenómeno era general en la
España de la época. Esteban Canales constata que los cereales prin­
cipales prácticamente siempre diezmaban, mientras que los produc­
tos de cultivo secundario o de implantación tardía (p o r ejem plo, las
patatas) son los que en más ocasiones estaban exentos, variando
su porcentaje de unas parroquias a otras, aunque como regla ge­
neral suponen menos del 1 0 % (4). Sin em bargo, en Santa Eulalia
(3 )
F eo P a r r o n d o , F . : Los vaqueiros de alzada. Estudio geográfico de
un grupo marginado, Oviedo, Caja de Ahorros, 1986.
(4)
anales E .: “Los diezmos en su etapa final”, en nes G .: La eco-
C
,
A
,
558
FRANCISCO FEO PARRON DO
de Tineo las cargas oscilan entre un 14,3% y un 20% en algunos
productos, superior a la décima parte que teóricamente suponían
los diezmos, confirm ando la teoría de Canales de que el N W penin­
sular era la zona con rentas relativas más altas.
Casi dos décadas después, en marzo de 1773, el cura párroco
A m brosio Antonio Fernández Herías explica las causas de este des­
control. Su predecesor Pablo Peláez, muerto en 1772 a los 69 años,
era natural del pueblo, había heredado y com prado mucha hacien­
da y pradería, y en su vejez había sido curado p or su sobrina Josefa
Peláez, que no pagaba la yerba del diezmo. Parte de sus propiedades
estaban abandonadas y no contribuían con los diezmos. Sus here­
deros imitaron su ejem plo y aunque recogían más de cien carros
de yerba sólo pagaban cinco cargas. El ejem plo proliferò:
«tam ­
bién algunos vecinos rompieron prados de nuevo y muchas de las
tierras que estaban a pan las pusieron a prados, sin querer pagar
los diezmos porque el cura referido no los pagaba;
y sucede hoy
el caso que los mejores cosecheros (s ic ) se quedan libres de diez­
m o». Esta situación se venía dando en los veinte años anteriores y
el curato se iría arruinando si no se ponía remedio.
Las roturaciones de montes y las transformaciones de tierras
labradas en prados parecen ser generalizadas: «pocos vecinos hay
que no hiciesen algún prado», confirmando así a Jovellanos: los
vaqueiros abrían prados, «aunque sea en las brañas más ásperas,
los cercan de piedra, los abonan con mucho y buen estiércol...» (5).
En el siglo X V I I I se estaban, por tanto, am pliando los pastos y
cercando parte de los nuevos prados.
Además el problem a de la percepción de los diezmos de yerba
se generalizaba porque «los dueños o arrendatarios de prados vie­
jos tampoco quieren pagar los diezmos» por agravios comparativos.
Se inician una serie de pleitos que concluyen en que los vecinos
deben pagar diezmos de yerbas y patatas (la décima parte de la
producción) ya sea en tierras labradas o transform adas en prados
recientemente o en antiguas. Los vecinos principales (D iego Caba­
llero, Antonio Caballero y la viuda de S ierra) consiguen que sea
la décima parte y no más al ser los principales transform adores
en praderías de zonas antes de monte.
nomía española al final del antiguo régimen, Madrid, Alianza, 1982, t. 1 (A gri­
cultura), p. 108.
(5)
J o v e l l a n o s , G.M. de: “Sobre el origen y costumbres de los vaqueiros
de alzada en Asturias”, en Obras Completas, Madrid, BAE, 1959, t. 2, p. 303.
DETRACCIONES DE LA ECONOMIA CAMPESINA ASTURIANA
559
La obligación de seguir pagando la m ayor parte de las rentas
en grano, como expusimos para el monasterio de Obona, fuerza,
ante la presión demográfica, a la roturación de nuevas tierras para
cultivar patatas o maíz inicialmente no sujetas a tributación. Una
cierta relajación en la percepción de las rentas pudo favorecer el
retroceso de las «tierras de p an » y en los pleitos consiguientes an­
teriormente citados.
La resistencia de los campesinos a pagar los diezmos fue rela­
tivamente importante a lo largo del siglo X V I I I y hasta su abolición
definitiva en 1841, y fue necesario que los obispos y arzobispos
insistieran en la obligación de pagar. Gonzalo Anes y Esteban Ca­
nales apuntan la diversidad de form as de resistencia al pago de
diezmos: defraudación, introducción o difusión de cultivos que no
diezman o diezman a tasas menores que los productos sustituidos,
pleitos con los perceptores... «L a defraudación se realiza sin ne­
cesidad de que medie un acuerdo entre quienes pagan el diezmo;
es un acto que a título individual ejecuta el diezmero. P o r supuesto
que esto no excluye la posibilidad de que los constituyentes de un
determinado lugar se pongan de acuerdo para defraudar al pre­
ceptor, sobre todo cuando el pretexto invocado es la costum bre» ( 6 ).
Esta es la situación de los vecinos de Santa Eulalia de Tineo, don­
de además parece que participaron activamente en la resistencia
los mayores propietarios.
La segunda referencia de interés sobre los bienes de la catedral
ovetense en la parroquia de Santa Eulalia de Tineo radica en el
sistema de explotación de los mismos a lo largo de casi un siglo
(1770-1854). E l régimen de tenencia es el de arrendamiento, con
ligeros matices en su form a y precio. Estos arrendamientos se con­
cretaban casi siempre en Oviedo (excepcionalmente en T ineo) p or
dos representantes del Cabildo y los arrendatarios (arrendatario
y fiador o fiad ores) ante un escribano ovetense (7).
El prim er beneficiario del arriendo va a ser Am brosio Antonio
Fernández Herías, cura párroco que puso orden en los bienes,
quien en agosto de 1770, tras sacar a «público pregón y remate en
arriendo p o r una vid a» de los mansos de la parroquia, lo obtiene
«com o m ejor y más sano postor», con su vecino Tom ás Alvarez
(6) C a n a l e s , E. : Op. cit., p. 143.
(7) Actuaron como escribanos: Jerónimo López del Potro (1770), Pedro
Antonio de la Escosura (1813), Manuel Antonio Alvarez (1820, 1824, 1837, 1841),
José Valledor y Ron (1833) y Rodrigo Cuervo Arango (1850), los tres prime­
ros en Oviedo y los dos últimos en Tineo.
FRANCISCO FEO PARRONDO
560
Blasón como fiador, por una renta anual de 239 reales de vellón.
Es el único de p or vida, es decir, largo, pues duró hasta 1813. Desde
entonces serán arrendamientos a corto plazo: cuatro u ocho años,
semejantes a los del resto de España.
Entre 1813 y 1829 el arrendatario es José Fernández, vecino de
Zarracín, que pagó 310 reales cada año e idéntica cantidad fue
pagada p or Antonio Ramón Sánchez entre 1820 y 1824, pagaderos
en Oviedo p o r años vencidos, casi siempre p or San Martín (11 de
noviem bre). Esta cifra supone un considerable aumento con res­
pecto a la que pagó Am brosio Antonio Fernández Herías entre
1770 y 1813, implicando un empeoramiento para los arrendatarios:
más renta y período de arriendo mucho más corto. Para el período
1824-32 se le vuelve a subir a José Fernández, de nuevo arrenda­
tario, a 320 reales. Las condiciones de este contrato, repetidas con
mínimas modificaciones en el resto de los casos, son explícitas:
1.°
«Q ue don José ha de cuidar, cultivar y abonar los referidos
mansos y bienes para que vayan en aumento y no en disminunución so pena de pagar los desperfectos que p or su omisión se
originen.»
2.°
«Q ue sin expresa licencia por escrito, no ha de subarrendar,
ceder, m andar ni alegar la llevanza de dichos bienes ni parte
de ellos, y si lo hiciere además de ser nulo queda al arbitrio
del Cabildo o de dichos señores contadores declarar o no por
extinguido este arriendo y sin más fuerza ni valor que si no
se hubiera otorgado.»
3.°
«Q ue sin igual licencia no podrá hacer obra alguna, útil, ne­
cesaria o voluntaria, y si las ejecutase desde ahora se dan y
las da el referido don José por perdidas aun cuando sean útiles
y necesarias, y además se desharán a su costa las perjudiciales
y no convenientes.»
4.°
«Q ue don José y su fiador han de quedar y quedan obligados
a satisfacer la contribución que tengan dichos mansos y bie­
nes, cuyo importe en ningún tiempo podrán reclam ar al Cabil­
do porque se ha de hacer la paga o éste integra del mismo
m odo que si no hubiera tal contribución.»
5.°
«Q ue si extinguidos los ocho años continuare algún más tiem­
po de consentimiento del Cabildo en la llevanza se entienda
DETRACCIONES DE LA ECONOMIA CAMPESINA ASTURIANA
561
en fuerza de este arriendo, y con el mismo fiad o r aparejando
siempre remedio ejecutivo.»
En los períodos 1823-36, 1836-40 y 1841-49 el arrendatario es
Francisco Fernández de Lázaro, vecino de la parroquia. En el pri­
mero de los contratos, firm ado en Tineo el 1 de septiembre de
1833, se fija que la renta será de 310 reales/año. «en dinero me­
tálico sonante de oro y plata», libres de toda contribución. Entre
1836 y 1840 las rentas suben a 360 reales/año, mientras entre 1840
y 1854 son de 300 reales, es decir, bajan ligeramente cuando los
arrendatarios de las tierras son Gumersinda Alvarez, viuda de Fran­
cisco Fernández de Lázaro, y su hijo Manuel. Esto se debe a que
a p artir de 1817 el precio de los granos desciende, salvo en los años
de m alas cosechas, y de ahí que la catedral prefiera cobrar en me­
tálico.
Estos arriendos se hacen al m ejor postor, en cantidad y solven­
cia. Sin em bargo, hay anexas algunas cartas como las de Agustín
Díaz Granda, de junio-julio de 1833, en las que éste trata de con­
seguir el apoyo de Joaquín González del Río, canónigo de la iglesia
de Oviedo, sin mucho éxito pues no obtiene el arrendamiento. Al­
gunas veces los fiadores parecen ser decisivos y así, la viuda de
Francisco Fernández de Lázaro y su hijo Manuel cuentan con el apo­
yo de Joaquín Pertierra (q u e ya había respaldado al difunto) y su
esposa M anuela V alled or y Ron, hermana del prim er escribano
(José V alled or y Ron), con el que el arrendatario obtuvo su prim er
contrato en Tineo en 1833.
4)
LOS DIEZMOS DE SAN PEDRO DE TINEO
La inform ación sobre esta parroquia (entre 1677-1770) es, sin
duda, la menos explícita e interesante y se limita básicamente a los
intentos p or parte del Cabildo Catedralicio p or cobrar (en
1770)
los diezmos de yerba de la parroquia de San Pedro de Tineo, de
su aldea M añores (entre ambas, diecisiete cargas y m edia) y las de
su «h iju e la » de San Justo de E l Pedregal (quince cargas), confir­
mando lo anteriormente expuesto para Santa Eulalia de Tineo: la
resistencia de los campesinos asturianos a finales del antiguo ré­
gimen a pagar las rentas al clero.
562
5)
FRANCISCO FEO PARRONDO
LAS DISPUTAS POR LAS RENTAS EN SANTA EULALIA DE SORRIBA
L a documentación sobre esta parroquia es amplia, diversa e in­
teresante, con documentos fechados entre 1568 y 1829. Merecen
especial atención los documentos finales fechados en 1826 y 1829.
La documentación anterior se refiere a los apeos y a los arriendos
de finales del siglo X V I I I y comienzos del X IX . En 1775 se arrien­
da a G aspar y Alonso González Valdés, vecinos de Bredes (L as
Regueras), de p or vida, p or 152 reales anuales. En 1792, a Francis­
co Rodríguez por la misma cantidad y 8 años de plazo y en 1800,
al mismo pero por 4 años y 170 reales anuales. Es decir, se reducen
los plazos y am plían las rentas, a la vez que se agravan las condi­
ciones: «sin descuento ni rebaja aunque las fincas en dichos man­
sos no fructifiquen p or el mucho sol, aires u otros de los inopinados
y raros contingentes, pues reciben (en 1800) este arriendo a su ries­
go y ventura».
De 1826 data el veredicto de los auditores del Tribunal de la
Rota sobre un pleito entre don José de la Vega y Peón, cura párroco
de Santa E ulalia de Sorribas y el deán y Cabildo de la catedral de
Oviedo. Los enfrentamientos datan de octubre de 1811, cuando el
párroco solicitó parte de los diezmos; se paralizan provisionalm en­
te en Oviedo en abril de 1812, cuando am bas partes llegan al acuer­
do de que el cura párroco cobre los diezmos de todos los frutos
desde entonces hasta su fallecimiento o hasta que cambiase de pa­
rroquia a cam bio de 300 reales de vellón anuales, pagaderos en
m oneda metálica y no con vales ni papel moneda, en Oviedo en
San M artín (11 de noviembre).
En abril de 1818 se reabre el problem a y el párroco solicita
que se le exima de pagar esta cantidad porque Hacienda le reclama
el «noveno del diezm o» ( 8 ) y porque los precios del trigo siguen
bajan do respecto al que tuvieron en 1812 y 1813. El Tribunal de­
creta en M adrid en enero de 1826 que se reduzca de 300 a 150
reales la cifra a pagar p or el párroco y que éste corra también con
el noveno de Hacienda.
Metidos en estos pleitos, el descontrol del cobro de diezmos
parece total y es lo que al menos se deduce de los informes reali­
zados en noviembre de 1829 por José Giráldez, canónigo de la
catedral ovetense, tras visitar la parroquia para intentar poner
(8)
Equivale a las denominadas Tercias Reales o dos novenas partes de
los diezmos recaudados.
DETRACCIONES DE LA ECONOMIA CAMPESINA ASTURIANA
563
orden en el diezmo a cobrar de los mansos de Sorriba. En el pri­
mero de estos informes, fechado en Oviedo el 24 de noviem bre de
1829, escribe:
«L a viña de Sorriba está casi toda descepada y casi toda está
reducida a prados y tierra de labor y sólo los que conservan la
viña pagan el quinto de las uvas que cogen. De los demás ninguno
paga nada al Cabildo y sí a los que se dicen dueños de aquel terre­
no como entre otros es uno el señor don Antonio de Francos que
siendo llevador de varias porciones de terreno, en la referida fin­
ca, ahora prados y tierras a pan, sin pagar nada al Cabildo, cobra
la renta correspondiente a los inquilinos que trabajan dichas fincas
o porciones de tierra. Algunos llevadores hace mucho tiempo que
nada pagan; otros no hay memoria que hayan pagado nunca;
otros hace menos tiempo; han vendido como libre otros; otros con
carga del quinto;
otros han hecho donaciones a la fábrica de la
misma iglesia; otras fincas las han agregado a capellanías, y en fin,
casi toda aquella posesión está enajenada. En vista de este abuso
convoqué a todos los llevadores que viven en la p arroquia y pue­
blos inmediatos p o r medio de un alguacil, y en el pórtico de la
iglesia les leyó el escribano los apeos y el pedimento que los acom­
paña y en su vista se reconoció e identificó la finca, y todos se
convinieron en arrendar cada uno el terreno de su llevanza en un
precio justo y razonable como consta de la diligencia que acompa­
ña dicho pedimento. M as como esta operación no pudo concluirse
el sábado p or haber anochecido y no había el escribano notificado
al principal llevador don Antonio Francos de Arganza hasta el lu­
nes, tuvieron el domingo para conferenciar entre todos el asunto
y se retrajeron de hacer el arriendo, según pude comprender, a
instancias del referido Francos. Por lo que quedó el arriendo sin
form alizar hasta que el venerable deán y Cabildo determinen lo
que tengan p or conveniente.»
Este texto, aunque un poco amplio, m uestra patentemente la
resistencia a pagar diezmos, que en el caso de las uvas eran quin­
tos (2 0 % ), p or lo que se descepaban (9). Poco después la resisten­
cia queda reducida, según otros informes del propio Giráldez, a tres
llevadores: los señores Omaña, Riego y Francos. El prim ero lleva­
ba cuatro fincas que le producían una renta de unas 60 heminas
de pan al año, p o r las que no se pagaban diezmos desde hacía más
(9)
Desde el siglo X V I el descepe en Asturias es prácticamente constante,
como ya expusimos anteriormente:
eo arrondo : “El viñedo en Astu­
rias: cultivo marginal en vías de extinción”, B ID E A núm. 118, págs. 589-609.
F
P
, F.
564
FRANCISCO FEO PARRONDO
de setenta años; José del Riego llevaba una finca que rentaba dos
heminas de pan al año y que no reconoce como del Cabildo, y p or
último, Antonio Francos, vecino de Arganza, había transform ado
dos viñas en robledales para no pagar el quinto y se negaba a pagar
los foros hasta que el Cabildo le entregase unos prados que según
él le había com prado a la catedral. Ninguno de los tres form aliza­
ron contratos de arriendo.
Pero la resistencia no fue unánime y algunos vecinos reconocie­
ron la propiedad del Cabildo y arrendaron parte de las tierras que
habían llevado, sin pagar nada, desde tiempo inmemorial (p o r ejem ­
plo la viuda de Queipo o José Y ebra de Cangas) o que habían
com prado recientemente como libres de cargas (Francisco López
Cam pillo). Como escribe Giráldez, «casi todas las fincas de aque­
llos mansos estaban defraudadas por sus colindantes, quedan todas
reintegradas, corrientes y arrendadas; y su arrendatario obligado
con todos sus bienes a conservar la integridad de todas y cada una
y a m ejorar su calidad.»
Al final Giráldez parece lograr su objetivo:
que se reconozca
la propiedad del Cabildo Catedralicio ovetense, que se paguen p ar­
te de los diezmos o que sean sustituidos por arriendos, sistema
que parece ir imponiéndose en la zona. Solamente algunos campe­
sinos, se supone que los más hacendados, no arriendan las fincas,
porque tal vez no las necesitasen para su subsistencia.
6)
DIEZMOS Y ARRIENDOS EN LA PARROQUIA DE ARGANZA
La documentación sobre esta parroquia va desde el siglo X V I
al X I X y versa básicamente sobre dos aspectos ya tratados en las
páginas precedentes: la resistencia al pago de diezmos y los arren­
damientos.
En Arganza y Tebongo (éste en Cangas del
N arce a) los campe­
sinos debían pagar a la catedral el quinto de los frutos que anual­
mente producen. Pero las dificultades para cobrar por parte del
Cabildo debieron ser grandes: los vecinos se resistían al pago de
rentas en dinero, de los quintos de yerba, de viñas, de diez hemi­
nas de trigo y centeno. En las constantes requisitorias de los ca­
nónigos de la catedral (com o la de José Giráldez en 1829) se hace
hincapié en la necesidad de que los vecinos paguen rentas que no
hacían efectivas desde ocho o veinte años en algunos casos o desde
tiempo inmemorial en otros, como los foros de la casa de Omaña
DETRACCIONES DE LA ECONOMIA CAMPESINA ASTURIANA
565
o las rentas de Antonio de Francos, también resistente en Santa
Eulalia de Sorriba.
E l segundo aspecto importante es el arriendo. Los mansos de
Arganza se aforaron de p or vida a Manuel Menéndez, vecino de
Arganza, en 1772 p or 165 reales anuales, luego se arrendaron en
1794 a José Fernández, vecino de Oviedo y campanero de la cate­
dral, p or ocho años y 114 reales/año, en 1809 se le renovaron por
idéntico período y 130 reales anuales de precio con la condición de
cuidarlos y abonarlos, no pudiendo subarrendar ni hacer obras. En
1831 se aforaron a perpetuidad a Juan Menéndez Valentín, vecino
de Calleras, en 160 reales anuales, asociados en el mismo lote que
los mansos de Santa Eulalia de Sorriba.
En 1837 se segregan de los de Arganza los quintos de Obilley y
se ariendan p o r cuatro años en 70 reales/año a José Fontaniella,
vecino de Corias, a quien se le renuevan luego p or otros cuatro
años y 60 reales cada anualidad.
Estos arrendamientos no son sustancialmente distintos de los
arriba expuestos, con frecuencia los realiza el mismo notario y con
la misma terminología, ni de los que Ricardo R obledo Hernández
constata para Castilla, señalando los obstáculos que se le ponen
al arrendatario como empresario al que se le anula toda iniciativa
al forzarle a cultivar la tierra «a uso y costumbre del buen labra­
d or». La segunda característica es la inseguridad casi permanente,
ya que los contratos pasan de «p o r vida» a ocho y cuatro años, en
Castilla la media era de 3-5 años, y el desahucio no puede consi­
derarse como un último recurso excepcional sino que aparece como
una de las cláusulas del contrato, quien además estipula que en
caso de resistencia los gastos legales correrán a cargo del arren­
datario. Además, una m ala cosecha no es considerada nunca como
un eximente del pago puntual p or San Martín, en noviembre, pues­
to que el contrato era «a riesgo y ventura» del arrendatario. A
cargo de éste iba siempre también el pago de escrituras, copias o
cualquier impuesto que se impusiera, y especialmente significativo
era el de la Contribución Territorial (10).
Las rentas además debían ser pagadas en Oviedo, situación se­
mejante también a la del resto de España, ya que en las ciudades
y centros urbanos de cierta entidad «era donde radicaban las ins-
R
H
, R.
(10)
obledo ernández
: “Los arrendamientos castellanos antes y
después de la crisis de fines del siglo X IX ”, en Historia agraria de la España
Contemporánea. 2. Expansión y crisis (1850-1900), Barcelona, crítica, 1985, es­
pecialmente las págs. 373-378.
566
FRANCISCO FEO PARRONDO
tituciones eclesiásticas más poderosas y con patrimonios territo­
riales más extensos» (11). Este es también el caso del Cabildo
ovetense, de la que se enajenan en e-1 proceso desam ortizador 295
propiedades, mayoritariamente rústicas, p or un valor de más de
dos millones de reales ( 12 ).
En conclusión, las formas de percibir la renta varía y el valor
de la misma también, pero los perceptores y tributarios son los
mismos y éstos últimos ven em peorar sus condiciones básicamente
en dos aspectos: las rentas van en aumento y el período de disfru­
te se acorta para en el nuevo contrato ver ascender la cantidad a
pagar.
G
S
.
(11)
arcía anz A .: “Crisis de la agricultura tradicional y revolución
liberal (1800-1850)”, en H istoria agraria de la España Contem poránea. 1. Cam ­
bio social y nuevas form as de propiedad (1800-1850), Barcelona, crítica, 1985,
p. 23
(12) M o r o , J . M . : La desamortización en A sturias en el siglo X I X , Ovie­
do, Silverio Cañada, 1981, p. 57.
LAS PARROQUIAS DE PILONA, SEGUN EL «APEO»
DE CEPEDA
Andres Martinez Vega
E l presente trabajo tiene por objeto dar a conocer un documen­
to inédito, perteneciente al siglo X V III, del concejo de Piloña. Se
trata del apeo ejecutado p or don Juan Francisco de la V illa Estra­
da, juez noble de este municipio, de las diferentes parroquias a
instancias del oidor de la Chancillería de Valladolid, don Antonio
José de Cepeda, encargado de revisar lo enajenado y «usurp ad o a
la real corona y regio vínculo del Príncipe». La actuación del cita­
do Antonio José de Cepeda le retuvo en el Principado nueve meses,
tiempo durante el cual visitó personalmente todos los concejos.
El documento, objeto de nuestro trabajo (1), es un protocolo
que consta de dos partes: La primera, el apeo propiam ente dicho
de las parroquias piloñesas, ejecutado el día 6 de octubre del año
1712; y la segunda, fechada el catorce de diciembre del mismo año
y en la que se ordena a las diferentes parroquias cómo deben uti­
lizar los bienes comunes y estableciendo cuáles son éstos.
A través del documento se observa que la situación de los veci­
nos de Piloña era tan grave como la sufrida en otros concejos. Los
agravios, molestias y vejaciones que hacían algunos «particulares
poderosos» se pone de manifiesto en el apeo, además de otros da­
tos de interés histórico como el número de aldeas foreras que tenía
el municipio o las graves inundaciones que asolaron sus tierras a
finales del siglo X V II. L a transcripción del citado protocolo es co­
mo sigue:
(1)
Se encuentra en el Ayuntamiento de Piloña en estado muy deteriora­
do, debido a lo cual la transcripción se hace difícil. En algunas partes está
roto y en otras totalmente borrado, circunstancias que señalamos en la transcrip­
ción: T(R. en O-) (Roto en el original)] y [(B . en O.) (Borroso en el original)].
568
ANDRES MARTINEZ VEGA
«E n la villa del Infiesto del conzejo de Pilona, a seis dias del
mes de octubre de mil setecientos y doze. Su merced el señor don
Juan Francisco de la Villa Estrada, juez ordinario deste conzejo
(R . en O .) el estado de los caballeros yjosdalgo (R. en O .) su ma­
jestad dijo que por quanto aviendo benido a él el señor don José
Antonio de Zepeda del consejo de su M ajestad (D ios le guarde) en
el real de hazienda sala (B . en O .) juez pribatibo y particular en
virtud de reales zédulas y otras ordenes espeziales de su m ajestad
para las dependencias que se an puesto a su cargo en este Princi­
pado sobre lo usurpado a la real corona y regio vínculo del Prin­
cipe, nuestro señor (D ios le guarde), y otras cosas que contiene el
auto general que dejó en este conzejo con vista de los informes y
mas diligencias que yzo en este conzejo en la visita del la una es
averse servido de mi sin dar e yciese apeo de todos los comunes
y realengos de el con separación de los de cada* parroquia o felegresía y otras contenidas en dicho auto cometido su execución a
su merced y en cumplimiento del dicho auto para que oy dicho dia
bieniesen a esta villa y a la presencia de su merced una o dos per­
sonas de cada lugar de las de dichas feligresías y que fuesen los
mas ancianos y de ciencia y conocimiento, cuyo auto se viera en
todas las partes que aia deste concejo;
y para este efecto p or la
parroquia de Santa M aría de Anayo párese se alian en esta villa
Juan Alonso y Juan Fernández y Domingo González, vecinos de di­
cha parroquia y que dizen venir a lo referido, nom brados p or todos
los demás vecinos de ella y en su nombre. P or tanto y en virtud
del referido auto del dicho señor don Antonio Joseph y para darles
el devido cumplimiento devía de m andar y mando que los susodi­
chos comparezcan a la presencia de su merced y se les haga noto­
rio dicho auto general y agan las mas prebenciones y nezesarias
para que den razón yndibidual de lo para que son llam adas y, echo,
se prosiga en la misma conform idad con las demás parroquias
deste concejo y por quanta (R. en O.) así lo mandó y firm ó su mer­
ced doy fe. E luego yn continenti su merced de dicho señor juez por
ante mi, escribano público, comparezen a su presencia los dichos
Juan Alonso y Juan Fernández y Domingo González contados en el
auto desta otra parte y arriva de los quales y de cada uno de ellos
tomo y (R . en O .) juramento en form a de derecho. Y le hicieron
cumplidamente y prometieron decir verdad. Y aviándoles sido leido
dicho auto general y adbertencias en el prebenidas en lo que m ira
al destrito de dicha parroquia y echo otras preguntas concernien­
tes y dirigidas al servicio de su Majestad y utilidad pública y con
vista desto y otro, dixeron y declararon que dicha parroquia de
LAS PARROQUIAS DE PILONA, SEGUN EL «APEO» DE CEPEDA
569
Anayo se compone de los lugares de Capareda, Robledo, Fresnosa
y Llares y que sus límites se componen y demarcan en esta mane­
ra: com entando p o r la parte del concejo de Cabranes con quien
confina y monte de Pedroso, que divide un m ojón el coto de Viyao
y dicho concejo de Cabranes el de Piloña y dicho coto los límites
de dicha parroquia p or la parte que confina con el de Villaviciosa
b a ja al Carvayo de las Aunten donde estaba un m ojón, que le bieron
los que declaran aunque el presente no pareze, y de allí a la peña
de la Sierra y desta al m ojón del Maladín y luego entra el concejo
de Colunga con quien asimismo linda y los divide el m ojón de Sen­
tones y deste al cam po de Ciegos y al mojón de Grandiella que está
en el suelo del horrio de Juan de Mercado y desde allí oyeron de­
cir p or público a sus mayores y que estos lo avían oido a sus an­
tepasados y va a la casería de Castañoso y al camino real de las
Barrosas y al pico de la Peña y de allí al rio de Viyao en donde
conmienga dividir con dicho coto de Viyao y camina p or el rio arriva asta la venta del M osquil, ynclusa en dicho coto, y al camino
real que va para el conzejo de Cabranes asta bolber a dicho m ojón
de Pedroso donde empezaron dichos límites y demarcaciones de
dicha parroquia. Y las haciendas y bienes que ay dentro de dicho
distrito y parroquia siempre oyeron decir, y los que declaran vieron
desde el tiempo de su acordanza a esta parte, an sido y son de
dichos vecinos y como tales an oido y visto los an gozado sin cosa
en contrario, exzepto una llosa que se dize Sentones, sita en térmi­
nos comunes de dicha parroquia, que al presente la goza Pedro
Capina, Francisco la Carabera y la viuda de Toribio Capina, ve­
cinos del lugar de Fano, parroquia de Libardón del concejo de
Colunga. La qual está dentro de los límites referidos y p or ella
pagaban antes de aora de feudo a la iglesia de Santa M aría de
Anayo y su fábrica media libra de zera aunque al presente no la
quieren pagar aunque contribuyen con la mitad de diezmos de los
frutos de dicha eredad a dicha yglesia de Anayo y con la otra mitad
a donde son vecinos y que también dentro de dichos límites ay
otro prado, que abrá como ya de cinquenta años que se zerró y le
zerró Thoribio Joglar, el qual se dize le com pró Andrés de la Guerta, vecino de dicha parroquia, cuyo parado se dize del Candan o y
que la mitad del referido prado le vendió Diego Joglar a D. Sancho
de Estrada, abuelu de don Diego de Casso, y dicho don Diego
arrendara dicho prado y cobrava la renta del asta estte año que
quedó en abertal. Y en quanto a los montes y pastos comunes que
ay dentro de dichos límites los pastan en comunidad dichos vecinos
aprovechándose de ellos con sus ganados, y lo mismo de los mon­
ANDRES MARTINEZ VEGA
570
tes comunmente sin cosa en contrario y lo mismo hoyeron decir
avían echo siempre sus mayores y antepasados y que esto es lo
que saven y pueden decir de lo conocido en dicho auto general y
mas que se les pregunta y que llevan dicho y declarado es verdad
para el juram ento que juraron en que se afirm aron y ratificaron.
Y dijeron ser de hedad el dicho Juan Alonso de sesenta y cinco
años y el dicho Juan González de sesenta, digo Juan Fernández, y
dicho Domingo González de sesenta y nueve todos, poco mas o me­
nos tiempo, y no firm an que dijeron no saber, firm olos su merced
de dicho señor juez de que doy fe. Va entre (R . en O .) y Dom ingo
González. Valga. Y volvieron a dezir que en dicha parroquia se pa­
gan de feudo p or tres prados seis misas a su M ajestad los quales
están en fee de pagar con las alcabalas (B . en O .) viniendo abajo
al rio de Villao y riega de Vellar.
Borines
Dicho dia, año, parte y lugar su merced de dicho señor juez en
conform idad del auto dado por dicho señor don Antonio José de
Cepeda para darle de oido cumplimiento teniendo en su presencia
a las personas nom bradas de la parroquia de San M artín de B o ri­
nes que lo fueron José González, Antonio Sánchez, Pedro Fernán­
dez, Toribio Martín, Francisco Fernández, de los quales y cada uno
dellos tomó y recibió juramento en form a de derecho y abiendole
echo dijeron que en quanto a los límites de dicha parroquia saben
y oyeron decir a los mayores y según al presente los cierros que
es y fueron de dicha parroquia perzibían diezmos fueron y es en
la form a siguiente: comenzando en la fuente de la Forcada pasas
e para el coto de Villao, yncluso en dicha parroquia, va caminando
dicho a la parte de azia bajo asta el barrio que llaman del Azebal
y de allí al molino del Azebal y a la riega de las Caldas y riega
bentana y de allí a la cuesta, agua bertientes a Cadanes, y de allí
al rio de Cayón y al mojón la Muela, caminando p or fuera de la
yria de la Sangrera, aguas bertientes de la yria del Freno al lugar
de Cadanes, según esta amojonado entre el lugar de Cadanes y la
iglesia de San Cristóbal de Pintueles. En este término último refe­
rido ay la confusión y duda unos cuatro dias de bueyes, los cuales
los que los gozan los que son vezinos de Borines pagan los diezmos
en Borines y los que son vezvnos de Pintueles los pagan en Pintue­
les y de allí camina a la riega de la Niessa asta lo alto del pico v
coto de Villao y de allí a la riega que ba a de Piedravieja y de allí
al nido del águila y la riega de los Yobatos (B . en O .) de tropieza
LAS PARROQUIAS DE PILONA, SEGUN EL «APEO» DE CEPEDA
571
con términos de Vabranes riega arriba asta el m ojón de Pedroso
y de allí p o r el camino que biene asta la venta del M osquil, ynclusa
en dicho coto y
de Castañoso y
orrio del vecino
de Colunga y de
y a lo alto del
parroquia, al pico de la peña por allí a la casería
de allí al m ojón de Presendes y otro debajo del
del M ercado a donde aze dibissión con el concejo
allí al m ojón de Montoto por la peña de Fondebia
M aladín. Y ante dicho término, p or ser puertos
pastan los ganados de Sieres, San Feliz y M oario con sus ganados
mancomunadamente con los ganados del lugar de M illares y los de
Sardeda y Antajo y la Goleta teniendo sus m ajadas y cabañas (R . en
O .) pastadas y los unos con los otros sin dibisión ni saberse lo que es
de cada lugar y parroquia, usándose de esta form a de inmemorial
tiempo a esta parte y en esta confusión de límites buelbe dicha
parroquia y sus confines a los términos de la malatería de Ballobal
(B . en O .) el agua caminando por la riega abajo asta d ar con dicha
fuente de la Forcada y pasaje a dicho coto de Billao, yncluso en los
términos de dicha parroquia. E los bienes comprendidos en dichos
términos los tienen y siempre los tubieron dichos testigos y los de­
más vezinos y sus mayores por suyos propios u comunes sus puer­
tos y pastos y de los lugares comprendidos en dicha parroquia,
según el usso y costumbre que cada uno tiene de gozar en común
y particular. Y en quanto a los términos de dichos puertos ninguna
persona forastera a com prado ni goza alguna cosa sólo D. Diego
Francisco de Caso, señor de parte de dicho coto de Villao, tiene
un prado que llam an la Fabariega que antes de aora era m ajada
de Fernando Suárez de Valdés y sus erederos, y en dicho puerto
referido que llam an de Suebe ay otro prado que llaman la Peruyal
que goza Jerónima de Lujigo, vecina de la parroquia de San Pedro
de Villam ayor, el cual goza y apercibe diez copinas de pan en cada
un año pero dicho prado no ay memoria de cuando se cerró y en
quanto al capítulo que les fué leido tocante a las personas que
allendaban sus ganados en la yria de Borines respondieron en di­
cha parroquia las personas poderosas que mencionan dicho capí­
tulo solamente aquella persona reputado p or tal don Fernando de
Cobián pero an visto lo azían otros vecinos como fueron Francisco
Fernández, testigo de Larante;
Antonio López, Toribio Sánchez,
G rabiel Sánchez, Juan Alonso, José Sánchez, Antonio Martín, José
Perrez, B altasar Blanco, Domingo Sánchez, todo en grabe perjuizio
de las personas que tienen frutos y gozaren dicha yría y se necesita
de remedia y pago contándolas p or lo mas referido en dicho auto
general. En lo tocante a dicha parroquia dijeron que abrá cinco u
seis años que oyeron dezir no pagaban los que gozaban azienda
572
ANDRES MARTINEZ VEGA
pradera cuias personas que lo gozan dizen no se les pide, no saben
si es por no lo pedir su Magestad por ser cosa tan tenua u si es
por descuido de los acaudadores de las rentas reales u si es p or
aberse incorporado con las reales alcabalas. Y la cantidad que pa­
gaban todos los vecinos deste concejo pagaban u pagan dichas rentas
son siete ducados los cuales se ponían en poder del procurador
general deste concejo, el cual lo pagaba en la ciudad de Oviedo
justamente con los reales alcabalas, y todo lo referido los susodi­
chos dijeron ser la verdad para el juram ento echo en que se afir­
maron y retificaron, y dijeron ser de edad dicho José González de
treinta y dos años; Antonio Sánchez, de ochenta años; Pedro Fer­
nández de sesenta años; Toribio Martín, cinquenta años; Francisco
Fernández, cinquenta y ocho años, todos poco mas o menos, y no
supieron firm ar, excepto dicho José González.
Villamayor
En la villa del Infiesto, concejo de Piloña, a siete dias del mes
de octubre de mil setezientos y doze años. Ante su merced del señor
D. juez público de la villa, juez del estado noble de este dicho
concejo p or su Majestad (B . en O.) y por ante mi escribano pare­
cieron presentes Diego de la Iglesia y dijo ser de edad de sesenta
años y Luis de Noriega de edad de setenta años, Antonio Solís de
edad de sesenta y quatro años, Toribio Crespo de edad de sesenta
años, Angel Pérez de edad de cinquenta y dos años, Tomás de Zarabozo de edad de cinquenta años, todos vecinos de la parroquia de
San Pedro de Villam ayor y Santa M aría de Millares, su aneja, de
los quales y cada uno de ellos su merced de dicho señor juez tomó
y recivió juram ento en form a en la qual he echo según poder se
previene y siendo preguntados a tenor del auto dado por el señor
don Antonio José de Cepeda, en general y en particular tocante y
perteneziente a esta dicha parroquia, dijeron que los límites de
dicha parroquia son los siguientes: comenzando desde el rio Gran­
de a la riega de Prado Redondo y de allí (B . en O .) da arriba y de
allí al Cayo y a la collada de la Yoca y a las llanas de Zarancia al
collado del monte redondo y al canto de la sierra de Niaño, a la
collada de Barobena y a la quintana y collada de Ordiales y al caneyón a la peña de Obenes al canto de la Zerezal al collado de
Bayarobles hasta el rio que da a la Piñera todo el rio ba jo hasta
el tenal y a la riega de Zerezal de allí arriva al canto de la Gallega
y de allí a la riega de Sotiello hasta que la vecine el rio Grande y
de allí passa el rio y va a pico Blanco y a la crud de Arbizenti, si­
LAS PARROQUIAS DE PILONA, SEGUN EL «APEO» DE CEPEDA
573
guiendo el camino real hasta la crud de Bred, y al canto de Bred,
aguas vertientes hacia dicha crud de Bred, y de allí a la riega de
la corredoria siguiendo la riega hasta la pontiha de la U ña del
castro colando derecho a la cassa de la Estrada y p or detrás de el
F arao hasta el reguero de la Caraña de San Miguel y su arreventón
y a la frente de la Llinar a la faza del Candanal y de allí a la peña
Fondebia, donde divide con el concejo de Colunga, hasta la peña
de Somoziella y de allí a la M ilana y a la peña Blanca al canto de
Arm onga, prado del Caneyo, y de allí p or debajo de la ería del
Pando según en los tres últimos sitios referidos está apeado sus
confines p o r los administradores de la malateria de Balloval hasta
el vado que va para Oviedo y de allí p or el rio abajo término y
prado de la Texera, la cantera Aguin hasta que se entra dicho rio
en el Grande y de allí p or dicho rio Grande arriba hasta tropezar
con el término prim ero referido, llamado Camporedondo. Y todos
los bienes contenidos en el apeo referido son y fueron de un me­
m orial tiempo a esta parte de los vecinos de los lugares que com­
prenden en si dicho término, gozándolos, vendiéndolos, partiéndolos
y dividiéndolos sobre los quales ay fundados muchos m ayoradgos
perpetuos de muchos años en esta parte y hechas fundaziones de
capellanías, fábricas y mansos de iglesias y monasterios y otras
obras pias y aunque en esta dicha parroquia ay un lugar que lla­
man Mones, que es aldea forera (R . en O .) que p o r dicho auto
general se pregunta tienela y goza la misma libertad que los demás
bienes referidos de dicha parroquia pero con el canon y pensión
de pagar cierta cantidad de maravedís a su M ajestad; y lo mismo
ay otros vienes de particulares en esta dicha parroquia con esta
misma carga y pensión remitense al apeo que su M ajestad sobre
esto hubiere hecho pues todo este concejo de cinco aldeas foreras
que ay y de otros bienes en otras parroquias se debe a su M ajestad
siete ducados, los cuales siempre se pagaron con los reales alcavalas y para darle cumplimiento a dicha cantidad pagan las personas
enberanan sus ganados en las m ajadas de Barovena, collado de la
Llam a, Niaño, Llaranes, el Coreyón, cinco m aravedís poco o mucho
ganado cada persona, y esto oyeron decir a sus mayores era p or
ser dicha brañ a de Albrandi de su M ajestad y p or evitar pleitos,
las m ajadas y su circunferencia se lo pagaban p or quales quedosse
libre el usso de dicha braña y m ajada y si acasso dicha cantidad
no se paga a su M ajestad se debe de tomar quenta y razón si está
o no repartida en dichas alcavalas y si los procuradores de este
concejo lo cobran de mas, pues los referidos testigos y vezinos
siempre están prontos de pagar a su M ajestad lo que se le debe.
574
ANDRES MARTINEZ VEGA
Y en quanto a lo que se les fué preguntado tocante a las personas
que hacen cierres en dichos puertos y montes no saven que de
inmemorial tiempo a esta parte se aya hecho alguno y los que ay
antes donde conveniencia que de daño pues tienen cassas y en ellas
se recogen los pastores sin que los dueños priven el recogerse en
ellas y si dichos prados se abrieran perecieran las cassas pues sus
dueños las conservan p or recoger la yerba para sustentar sus ga­
nados, aparte de que dichos prados y cassas los gozan vecinos de
esta dicha parroquia y Santa M aría de Millares, su anejo, sin gozar
renta alguna y en quanto a las quadrillas que se les pregunta co­
rrerías de ganados sólo pueden decir que serían dechas quadrillas
p or aver alguna persona rompido dichos prados maliciosamente a
cuyas quadrillas que en este casso hubiesse se remiten pues se
debe de atender a si hubo malicia de una y otra parte; y en quanto
a prendar oyeron decir que lo avía hecho D. Matheo de Arguelles,
y no otro alguno;
y en quanto al prado y monte de la M oya no
saven que aya tal prado ni monte en dichos términos de la parro­
quia; si que ay un término dicho de la Moga, el qual está cerrado
hasta la cassa de las Buelgas y siempre dicho prado y monte le
vieron cerrado y oyeron decir a sus mayores que de inmemorial
tiempo lo estubo, quando separado y quando unido, como otros
prados de dicha cassa de las Buelgas y contiguo a otros prados de
los vezinos del lugar de Antrialgo confinando con el referido sin
que sepan otra cossa y dicho Luis de N oriega dijo que dicha doña
Manuela dijo que doña Manuela de Estrada, m adre legítima de don
Bernardo de Argüelles, difunto, de cuyos hijos de dicho don B er­
nardo se dice ser curador don Matheo de Argüelles, hijo de la dicha
doña Manuela, y tio respetivo de dichos menores los dichos don
Matheo y doña M aría en el término que se dice Zarozia de esta
dicha parroquia en una cavaña que tienen en el término del Fondrigón pretenden y al pressente ponen en ejecución hacer cassería
y poner cassero y para el efecto ensancharon dicha cavaña estre­
chando el camino de junto a ella, que se necessita para traer pan,
yerba y otros frutos de dicho sitio para dicho lugar de M illares, y
ansimesmo de como cossa de un año a esta parte que hay que
assiste el casero nuevamente puesto en dicho Daraje corren los
ganados de dicho lugar que van pastar a dicho paraje como siempre
lo hicieron sin impedimento alguno hasta (B . en O .) y siendo anssi
que los frutos de dicho término de Zarocia siempre se defendieron
con cierro p or estar contiguos a dicho puerto de Suebe y si su
desembocadero adonde los ganados de dicho lugar están en cos­
tumbre de pastar y de que se corran dichos ganados se siguen con
LAS PARROQUIAS DE PILONA, SEGUN EL «APEO» DE CEPEDA
575
inconvenientes siguientes, lo prim ero porque de dicho término has­
ta las enas de dicho lugar sólo ay una sierrezuela y pasada dicha
sierra de los ganados vuelven a?ia el lugar y se entrena de rom per
y dañar los frutos de dichas erías de que se siguen ruidos y pen­
dencias entre dichos vecinos y de esto resultan querellas y ser mo­
lestados los pobres mui de ordinario p or las justicias; lo segundo,
es que ya se ha experimentado que dicho cassero m altrata los ga­
nados corriéndolos y apaleándolos sin que nadie se atreva a que­
rellarse respetando a sus amos p or ser perssonas poderossas; lo
tercero, que dicho cassero se aprovecha no sólo de los acebuches
y (B . en O .) el sustento de ganados de dichos vezinos su discreción
y voluntad p o r estar en un despoblado pero a los árboles frutales
que los demás vezinos tienen en dicho término y de otros aprove­
chamientos perjudiciales a todos los vecinos de dicho lugar y es­
pecialmente a los que tienen vienes en dicho término y a los que
pueden tener el caudal de dos ovejas unos muebles p o r no tener
otro éxido a donde las sacar a pastar de que im possibilitanse si
toleran dichas correrías. Todo lo cual dijeron ser la verdad para el
juram ento que hicieron en que se afirm aron y ratificaron y lo fir­
m aron los testigos que dijeron saber.
Valle
Valle. Dicho dia, mes, año y lugar dicho señor juez y p or mi
escribano ante quien comparecieron Rodrigo de la Joyería que dijo
ser de edad de zincuenta años y Pedro Fernández Fidalgo de edad
de sesenta y cuatro años, Fernando Fernández Fidalgo de edad de
zincuenta y nueve años, Manuel Martínez de edad de sesenta y
nuebe años de los cuales y a cada uno de p or si su merced de dicho
don Juan Francisco de la Villa, juez, y tomó y recibió juram ento
que izieron en debida form a y aziéndoselas (B . en O .) don Antonio
José de Cepeda y otros inmemoriales concernientes los dos cho­
cantes a la aldea y m ajada de la braña y en los chocante a la aldea
forera con cuia explicación comenzaron sus declaraciones en la
form a siguiente los tres testigos, esceto Manuel Molina, dijeron'
que don B ern ardo de Argüelles en dicho término de braña les corre
sus ganados aziéndolos m ejor tra (B . en O .) y m ostró alguno de
dichos vezinos que tienen prados en dicho sitio y que dicho don
Vicente tiene tres prados, los dos antiguos y el otro no atrás
(B . en O.), así que se zerró y Matías Rodríguez tenía (B . en O.)antiguo con inmemorial (B . en O .) dixo que se cerró como lo mesmo
el de digo los dos de dicho don Bizerite y algunos otros y saben
576
ANDRES MARTINEZ VEGA
que dichos prados fueron tolerables a no se correr de ellos los ga­
nados y el otro de los mas ricos (B . en O .) que dichos prados se
cierren p or febrero y marzo y segándose en todo el mes de julio
y con esto no impidan el aprovechamiento para el sustento de los
ganados en comunidad dejándoles el buelo referido de prim eros
de febrero asta últimos de julio y (B . en O .) p or pasto común con
que son las correrías de ganados (B . en O .) el azerlo por defender
paziones en dichos sitios porque de abrirse dichos prados a mu­
chos pobres se les siguen notable perjuicio pues no les queda con
que alimentar sus ganados de que resultará a quien de la mucha
nezesidad y pobreza que se padeze les será preziso a alguna de sus
cassas, de que resultará su M ajestad ser danificado en sus rentas.
Y en lo tocante a la aldea forera dicho Manuel M olina presentó
un memorial firm ado (B . en O .) a dicho señor juez en mi presencia
y mandó poner con estos autos. Y a lo demás preguntado dijeron
que abiendo abido una grande inundazión en este partido el año
pasado de mil seiscientos y nobenta y uno de que resultó llevase
molinos, puentes, prados, eredades se dió quenta a su M ajestad, al
señor don Carlos segundo, que goze eterna gloria, el qual se sirbió
de esentar de todos los tributos a este dicho concejo p or cinco años
para cada tiempo no se cobraron ningunas rentas, y dicha esención
no se acuerdan se comenzó el año de seiscientos nobenta y uno y
el de nobenta y dos y se acabó el de nobenta y cinco, nobenta y
seis y entonces se izieron muchos encabezamientos y corrió vez
que la moneda forera que pagaba asi esta dicha aldea como otras
cuatro que ai como otros feudos que se pagan (B . en O.), prados,
eredades, corrales, árboles en diferents partes de este dicho con­
cejo asta que se juntaban siete ducados, los cuales se pagaban a
su M ajestad con los reales alcabalas como ba referido con el nom­
bre de fueros y derechos mortuorios y a tres les llam aban mermas
y en la ciudad de Oviedo no se quería recibir esta cantidad sin las
alcabales ni las alcabalas sin ellas. Parece que en dicho (B . en O .)
encabezamiento se encorporó resistense a el auto inmemorial a que
dichos vezinos enbiaron al señor don Antonio José de Zepeda y
después deste año de nobenta y zinco, nobenta y seis se prosiguió
en pagar asta el año de mil setezientos y cuatro y mil setezientos
y zinco en cuio tiempo se comenzó a decir y m orm urar que los
procuradores generales de este dicho concejo se quedaban con la
referida cantidad y en este ayuntamiento que se izo saber estilo
esta materia y explicó que Diego González, vezino que es del nú­
mero de este dicho concejo y procurador que fué dicho año de
nobenta y cuatro y otro año antezedente, restituió al concejo la
LAS PARROQUIAS DE PILONA, SEGUN EL «APEO» DE CEPEDA
577
referida cantidad y que esplicó que el señor juez, que está presente,
tiene m andado llam ar a cuentas a los referidos procuradores, digo
a los procuradores que fueron en dichos años; y Pedro Fernández
Fidalgo, testigo declarante, dijo que siendo el p rocurador de este
dicho concejo el año pasado de mil seiscientos y zincuenta y quatro
pasando azer las pagas de los reales alcabalas a la ciudad de Ovie­
do se les recibió a su parecer dicha paga, inclusa en las reales
alcabalas, no puede esto decirlo afirmatibamente, pero que al fir­
m ar le dijeron no quedaba a deber cosa alguna sin que se le dieren
cartas de pago de finiquito y si esto ai algún dolo es culpa, a su
parecer, de los que se quedan con dicho dinero no satisfaciendo
al conzejo lo que se le debe, y ellos no pueden saber ni saben fija ­
mente si esto como ha referido pagado y no si su M ajestad no lo
pide pues como si pagan mucha mas cantidad de alcabalas de las
que en otros tiempos solían pagar y otra alcabala que es cuenta
de este dicho concejo que le llaman alcabalesa, la qual de pa los
años a esta parte la pagan con dichas reales alcabalas antiguas sino
tras donatibos separados que les pide su M ajestad y esto aparte
de los salarios ordinarios y conzejiles de becindad de el regidor, de
el sarjento m aior y otras de (R. en O .) de soldados, todo es para
ellos una confusión aunque todo lo que he referido es la berdad y
buelto al propósito de las aldeas foreras saben que los ganados
que suben a em berinar a los puertos y m ajada de Tebrandi, cuia
m ajada es tradición de padres a hijos es de su M ajestad y las de­
mas de su circunferencia y no otras las personas que llebaba dichos
ganados a em berenar en dichos sitios pagan zinco m aravedís cuia
cantidad como he referido tienen por cierto está repartido y se
paga con dichos reales alcabalas. Fueles preguntado si alguna otra
persona de las referidas en dicho memorial, digo auto general, les
azía otros zierres que les perjudicaran, a quien respondieron no
tenían otra cosa que dezir y que les pareziese les fuese de perjuicio
y lo dicho dijeron ser la berdad y que las personas de dicha p arro­
quia son los mismos que contiene el dicho m em orial firm ado dicho
M anuel M olina, el qual se pon (R . en O .) continuazión de su declarazión y de este pliego y se ratificaron en el juram ento que tiene
echo todo lo que pasó en presenzia de dicho señor juez y de la mia
de que yo escrivano doy fe. (B . en O .)
ANDRES MARTINEZ VEGA
578
Beloncio
Dicho dia, mes y año y lugar y p or los afectos en esto era algo
intenzionados. Ante su merced de dicho señor juez pareszieron M a­
ría Alvarez M orales, que casada es de hedad de cuarenta y seis años
y (B . en O .) que dicha ser de hedad de zinquenta y ocho años y
Cipriano de el Cueto de edad de cinquenta y tres, y Juan de la Viña
de edad de cuarenta y dos años, que los referidos cada uno dijo
tener poco mas o menos tiempo y dijeron benían nom brados por
la parroquia de Belonzio de los cuales y cada uno de p or si, su
merced de dicho don Juan Francisco de la Villa, juez, tomó y reci­
bió juram ento en form a que izieran conforme a derecho debajo de
el cual se les manda digan y declaren los límites de dicha parroquia
y de el coto del Abedul, yncluso en ella, y lo demás contenido en
el auto que dado p or el señor don Antonio José de Zepeda que para
el efecto (B . en O .) y leio espezialmente lo conzerniente a dicha
parroquia en verdad de lo que dijeron que los límites y términos
de dicha parroquia comienzan ya donde el rio de la Quintana asta
juntarse con el rio de Mon, saliendo asta las curbas de Mon, con­
finando con el concejo de Caso, al rio de la Castañal de allí al
collado de N iquero y de allí al collado de Gram onal confinando
con el concejo de Sobrescobio, y de allí a los cuetos del Resellón
y a la m ajada de el M uradal y aquí confina con el concejo de Labiana y N ava y de el M uradal a la Muezca las fuentes p or zima de
cueto de Presero de la Muezca de las fuentes al pico los Berdes y
a los cuetos del Cabezo y al prado (B . en O .) y a la collada de Maza
y al picoi los Llobos, aguas bertientes azia este dicho concejo de
Piloña, y a la otra parte concejo de N ab a y de allí al prim er sitio
referido;
y en quanto al coto del Abedul sus límites y confines
con, dicha parroquia de Belonzio son de arriba 9 la fuente de la
Cazurría asta un m ojón junto a casa de Juan (B . en O .) y a otro
m ojón junto a la fuente de la Llana y entra a la agua de el rio
Y a b la y de otro lado a la vallina del prado de la riega y asi arriba
asta un m ojón que está junto a casa de José Alvarez asta dar con
otra que está junto a casa de Juan Cantora y de allí le cierra con
otro m ojón junto a dicha fuente de la Cazurría p or donde se co­
mienza, cuios (B . en O .) referidos los tienen p or tales, los gozan y
poseen ellos sus (B . en O .) de dichos vecinos en general y en par­
ticular cada uno lo que es señor (B . en O .) de ellos con la mesma libertad que durante pasados; y en quanto a lo de (B . en O.)
del referido de dicho auto general dijeron tener esito en (B . en O .)
de los Canales a causa de una presa que se izo p or un prado y se a
LAS PARROQUIAS DE PILONA, SEGUN EL «APEO» DE CEPEDA
579
de alargar como cosa de dos pies p or la parte de ab ajo (B . en O.)
p or el ensanche del camino en la calleja de fondaderos se a de en­
sanchar otra media bara y en la collada de Beronda otra media
bara; y en quanto a lo que se les pregunta (B . en O .) lo que habla
dicho auto tocante al zierro y calleja que zerró Juan Rodríguez es
útil y conveniente que dicha calleja se abra y se ponga el camino
en la libertad que estaba de antes. Y en quanto lo que habla dicho
auto tocante a los daños que reziban del coto del Abedul son m u­
chos y le es mui perjudizial pero en cada año les ayudan con tres
(R . en O .) para ayuda de pagar las reales alcabalas. Y en quanto
a lo que se les preguntó tocante a los zierros en los (B . en O .) y en
los montes dijeron no ai ninguna que aga perjuicio notable, esceto Pedro de las M elendreras, testigo de (B . en O .) de ella (B . en O .)
judizial a tres lugares de dicha parroquia y está en términos comu­
nes de dicha parroquia (B . en O.), Angel Blanco, José y Matheo
Peláez; y en quanto a lo demás dijeron no saber otra cosa debajo
de el juram ento que izieron en que se afirm aron y ratificaron y fir­
m aron lo que dijeron saber.
Pintueles
Pintueles. En la villa del Ynfiesto deste concejo de Piloña, dicho
dia del mes de octubre de mili setecientos y doze años, su merced
don Juan Francisco de la Villa, juez en el estado n oble deste dicho
concejo por su M ajestad, dió (B . en O .) cumplimiento y para poner
en ejecución lo concerniente al auto general dado p o r el señor don
José Antonio Zepeda comparecieron ante su merced Julio Perez y
dijo ser de edad de setenta y dos años y José González de edad de
cinquenta y seis años, poco mas o menos, y dijeron eran vecinos
de la parroquia de San Cristóbal de Pintueles deste dicho concejo
y siéndoles preguntado porqué no venían mas vecinos al respecto,
dijeron avían quedado de venir pero que les parecían no vendrían,
y aviendo dicho señor juez recibido de los susodichos juram ento
en form a de que hicieron bien y cumplidamente y leyéndoseles los
capítulos de dicho auto general, dijeron que los términos de dicha
parroquia, comenzándose la buelta del prado de Fresnedal b a al
m ojón de los Ungones a la fuente de la Arenal donde está otro
m ojón abajo (B . en O .) de castañedo de Cayón y al lado de la cues­
ta de este, otro m ojón que está (B . en O .) en el coto de Lodeña, y
de allí la bom ba adelante lindando con San Juan de Bervío, siendo
las aguas bertientes de Pintueles, a Pintuales y de allí al m ojón de
la M uela donde (B . en O .) a llendar con la parroquia de Borines y
580
ANDRES MARTINEZ VEGA
de allí a los mojones (B . en O .) de Pintueles lindando con Cadanes
y deste a la riega (B . en O .) al coto de Biyao y a las Llanes, y oyeron
decir que desde allí (B . en O .) del m ojón (B . en O .) y de allí par­
tiendo con el conzejo de Cabranes a la casería del (B . en O .) y de
allí al canto de la Teya y de allí agua abajo asta lindar con dicho
prado del Fresnedal a donde se comenzó decho apeo, y dijo era que
en el término referido que an oydo llinda la parroquia de Pintueles
entre (d o s ) otros términos de los que confina o se dicen ser del
coto de Viyao e van los ganados que llaman de traspando los quales mucha parte dellos van de dichos vezinos de Pintueles que los
fueron de sus padres y el usante passando, gozando con toda livertad del usufructo de dichos prados (R . en O .) las (R . en O .) siem­
pre fué y oyeron decir usaban de su jurisdicción y las acia cerrar
el juez de Biyao. Y en quanto a lo demás que se les preguntó di­
jeron que todos los vienes contenidos en dicho apeo fueron y son
de sus antepasados y de sus vecinos cada uno lo que le toca y
pertenece en común y particular respetiva ussando dellos con toda
la verdad que no saven que aya cierros ningunos que les perjudi­
quen y no saven otra cosa para el juram ento que yzieron en que
se afirm aron y ratificaron y dijeron no saver firm ar Julián Pérez.
San Rom án
San Román. Dicho dia, mes y año y lugar y para el efecto refe­
rido comparezieron ante su merced dicho señor juez, Pedro Fer­
nández de Pando que dijo ser de edad de noventa años y Juan
Fernández que dijo ser de edad de cinquenta y ocho años, Plácido
Peláez que dijo ser de edad de cinquenta años, Juan Díaz que dijo
ser de edad de cinquenta y siete años, Gutierrez Fernández que
dijo ser de edad de cinquenta y seis años, Diego Diaz de edad de
cinquenta y cinco años, Pedro Ligueras de edad de sesenta años,
M anuel M anjón de edad de cinquenta años y dijeron ser las per­
sonas que venían p or la parroquia de San Román de dicho concejo
para hacer sus declaraciones en virtud del cumplimiento del auto
general dado p or el señor don Antonio José de Zepeda y a viendo
su merced, dicho señor juez, tomado y recivido juram ento según
de dicho se siguiere el cual hicieron bien y cumplidamente todas y
cada uno p o r si y, echo, comenzaron su declaración en la form a
siguiente: que en quanto a los términos de dicha parroquia comien­
zan p or los reglas de las litrinas asta la faya de la Yesca (R . en O .)
al pico del cerro y a la casa de Rozes donde bive don Francisco
Berm údez poco mas de un lado que a otro a lo largo de dicha
LAS PARROQUIAS DE PILONA, SEGUN EL «APEO» DE CEPEDA
581
cassa contando a un m ojón que estava azia el rio que al presente
no parece ya una (B . en O .) esta passado al rio pasavase arrim ado
al rio a la parte de San Román, llamada dicha piedra el Amigo, y
parte el rio avajo que passa p or el
se juntava antiguamente con el rio
p or mas arriva y se entra en dicho
(R . en O .) arriva asta dar con el
lugar de Villam ayor asta donde
(B . en O .) presente ha rom pido
rio Grande y de allí (B . en O.)
prado y estanco de don Juan
(B . en O .) y desde allí oyeron dezir entra dicha parroquia de San
Rom án (B . en O .) dicho rio en términos de dicha parroquia asta el
canto de Lam a (B . en O .) de la cantera asta el estanco del molín
de la cantera y de allí buelve (B . en O.) (R . en O .) a la cuerria de
Francisco González para el prado de José Francisco (B . en O .) y
en este término desde el estanco de don Juan de la V illa asta el de
la cantera. Los que tienen frutos en dichos términos los que son
vecinos de la parroquia de Villam ayor los pagan en Villam ayor y
los que son vecinos de San Román los pagan en San Rom án; y
desde dichos (B . en O.) a la Tejera asta dicho prado de Josefa
Francisco los que son vecinos de la parroquia de San Rom án por
ser dicho término castañedo diezman los castaños en San Román
y lo demás de dicho castañedo que es de don Juan Francisco de
la V illa oyeron decir diezman la mitad de dichas castañas en la
porroquia de Borines, la otra mitad la parroquia de Villam ayor
donde es vecino; y bolviendo a dicho prado de José Francisco saven
que dicha p arroquia cortando el canto arriba asta Brañavieja y
de allí a los Ranares y riega de arriba y en baño y de allí cortando
derecho al canto de las Cayares y al canto de la rasa y asta la riega
de las Licherinas adonde se comienza. Y aviándoles leydo lo con­
tenido en dicho auto general que abla con dicha parroquia dijeron
que en ella ay una aldea forera, que llaman Argandenes, la qual
goza comunmente de los puertos y pastos de la dicha parroquia
y la dicha parroquia con la dicha aldea, y son aunque fueran de
los límites referidos suyos las m ajadas, puertos y brañas de Caraneia, monte Redondo, Llaranes (B . en O.) (R . en O .) la qual dicha
m ajada de Tebrandi oyeron dezir los sus mayores era de su m ajes­
tad y asimismo eran realengas las demás brañas referidas p or cuya
razón todas las personas que ynbían a envernar sus ganados a di­
chos puertos y m ajadas con poco o mucho ganado pagan cinco
m aravedís de fondo a su majestad cuyas cantidades antes de aora
se incorporaban con la paga de las aldeas foreras, son cinco las
que ay en este concejo, y ansimesmo ay otras haciendas de particu­
lares que pagan algún tributo de todo lo qual se juntan a las canti­
dades de siete ducados los cuales se pagavan al procurador general
582
ANDRES MARTINEZ VEGA
deste concejo y se incorporaba con las reales alcabalas (R . en O .)
una cantidad y sin la otra y despues que sucedió en este concejo
una grande ynundación de aguas el año pasado de noventa y uno,
su M ajestad, don Carlos segundo que Dios tenga en gloria, nos
esentó de tributos p or cinco años y bolvieron a pagar el año de
noventa y cinco u noventa y seis y biendo los porconbenientes que
avía en pagarse dicha cantidad en la form a que antes fuese nom­
brado cada año (B . en O .) cobrados en cada aldea forera alternan­
do en su uso y trocando de cinco en cinco años (B . en O .) dicha
cobranza cada una de ellas se dispuso se pagasen y repusiesen con
dichas reales alcabalas y si a su M ajestad no se le pagase (B . en O.)
de los que lo deben pagar y siempre les pareze bo (R . en O .) estan­
do y están a pagarle y servirle como se les (R . en O .) alcanzan sus
fuerzas y posibles. Y preguntado les por su merced de dicho señor
juez si saven que causas e razón (B . en O .) para hacer esta dicha
paga respondieron que no avía razón fija, si bien avían oydo dezir
a sus mayores (B . en O .) benían juezes de comunes y que dichos
juezes lo que nuevamente y era cerrado y (R . en O .) y poseydo p or
algún particular y particulares les imponían tributos para que paga­
sen a su M ajestad y esto fuesse para aumento de sus reales alcaba­
las y no saven otra cossa en quanto a esto y en quanto al capítulo
que abla sobre el término que llaman Plantíos (R . en O .) del rey,
y ansimesmo un memorial de Laura Peláez que es quien (R . en O.)
dicho cierro el qual dicho memorial dicho señor don Antonio José
de Cepeda (R . en O .) de Cueto para que dicho señor juez (B . en O.)
en justicia saven que dicho cierro era un argom al que llaman Grandiella, el qual aviendo venido abrá mas de cinquenta años, poco
mas o menos, una persona en nombre de su M ajestad para que
se hiciessen montes de robles en cada parroquia, los vecinos de
decha parroquia de San Román ycieron allí un pibidal (B . en O.^
robles, los quales por no tener persona particular que cuydasse
dellos se perdieron (R. en O .) como sucedió en todas las demás
parroquias deste dicho concejo y sucediera con los que al presente
tienen particulares si se dejaran por comunes y dicho cierro de
dicho sitio le husó Fernando Rial en cuya exencia v derecho suce­
dió dicha L aura Peláez referida y abrá como cossa de treinta y seys
años que se hizo y si dicho cierro se abre no ay razón para que se
deje de a b rir una llosa en Acevedo que era de Juan González y
otro llosa de Ignacio de San Miguel, dicha el Pisueco, y otra en el
término de Soto, de Bernardo y Diego del Llano con la qual están
apretados los caminos e yntratable por hacer en ellos muladanes
y no poder pasar con libertad con ganados, caballerías siendo ca­
LAS PARROQUIAS DE PILONA, SEGUN EL «APEO» DE CEPEDA
583
mino real para la villa del Infiesto y mas partes deste Principado
y demás de Castilla; y ansimismo otra llosa de Pedro Fernández,
que llam an la Pum arada, y otra llosa en Burgerijón que es de San­
tiago Alvarez y otra en dicho sitio de la biuda de Juan de la Canal
(R . en O .) en dicho sitio de Francisco Pruneda de Biedes y saven
los testigos con todo como (B . en O .) que si m andan a b rir dichos
cierros de dicha Laura Peláez como a los demás referidos se les
ará notorio agravio p or ser como son pobres y les faltara el sus­
tento para si y sus fam ilias y son en lo que m ira a la livertad,
usso libre y desem barazado de los caminos se deven poner reme­
dio. Y en quanto a los demás saven que nadie aya echo prendadas
en las haziendas y monte que el memorial refiere y ser lo referido
la verdad para el juram ento que hicieron en que se afirm aron y
ratificaron y dijeron no saver otra cossa y firm aron los que su­
pieron.
Sebares
P arroquia de Sebares. Dicho dia, mes, año, parte y lugar, ante
su merzed de dicho juez presente y escribano parescieron R odrigo
de la Estrada de sesenta y seys años; Juan Díaz, edad de sesenta
años; Toribio de Caso, edad de sesenta y tres años; Juan de Sierra,
edad de zinquenta y ocho años; Juan Palom bo de edad de sesenta
y zinco años, Bartolom é (B . en O .) edad de cuarenta y tres años;
Juan del Canal, edad de cuarenta y un años; Francisco Llerandi,
edad de trenta años;
Manuel Diaz, edad de cuarenta y un años
cuia edad dijo cada uno tenía (B . en O .) referido, poco más o menos
tiempo, y dijeron ser las personas nom bradas por la parroquia de
San Pedro de Sebares y Santa M aría de la Faeda, su anejo, de las
cuales y cada uno de por si su merced de dicho señor Juan Fran­
cisco de la Villa, juez, tomó juramento el qual vieron (B . en O .) y
cumplidamente según de orden dispone y debajo de el prom etieron
dezir la berdad y su merzed de dicho señor juez les leio el con­
tenido del auto general dado p or el señor don Antonio José de
Zepeda en lo que (B . en O .) y abla con dicha parroquia en general
y en particular y siendo entendido por los referidos testigos co­
menzaron el apeo de dicha parroquia en la form a siguiente: co­
menzando al rio que riega de Castiello de Soto a los m ojones que
dibide dicha p arroquia de el coto de Llames y de allí al m ojón de
arbolín y de allí al canto de la cuesta de Bode y de allí a la collada
de Piedrafita, aguas bertientes de Sebares es de Sebares, y de allí
al canto de la Faeda arriba, aguas bertientes a Cuetospardos, y de
584
ANDRES MARTINEZ VEGA
allí a la collada de Loza donde (B . en O .) un m ojón y a la collada
de Fontecha donde ai mojón y a la collada de Barayos de ai otro
m ojón y a la collada del Tinteres y a la collada de Medandi salien­
do al collado de la Ortiga es de dicha parroquia, aguas vertientes,
saliendo a la espina
cuenca del Cordal al
de Llagosriegos y de
de Bayanbles y a les
de Tameres y cayendo aguas vertientes a la
Fito de (B . en O .) y de (B . en O .) a la cuesta
allí al rio Troceda y al Cobayón y al collado
dezima y a la riega de Rudellagu y de allí rio
abajo a la riega de la Zerezal y a la riega de Mones y a la venta de
Sotiello y rio Grande abajo asta donde comenzaron dicho apeo. Y
en quanto al capítulo que alia con el conbento de San Pelayo dije­
ron que en el lugar de Villam ayor, Caldevilla y sus términos tiene
el convento una parte de otros dos foros cuales son se remiten al
apeo que de ellos tuviere dicho convento p or mios vecinos no afo­
rados pagaban dichos dos lugares siete fanegas y media de pan y
lo pagaron sus superiores, abuelos y mas sus antepasados, partién­
doles y dibidiéndoles en tres como bienes suios propios con la
carga de dicho inquiz y aora parte los arriendó a dicho conbento
don Juan Antonio Albarez Bernardo, m ayordom o de la casa de
Sorribes y subió la hazienda a muchísima mas renta quitándolo a
unos y dándolo a otros y como son unos pobres y no tienen con
que defenda (R . en O .) muchos en total miseria y sentencia en
quanto se surtan y dicho mayordom o alguna parte de dicha ha­
zienda ha dejado (B . en O.) do por que no lo dan p or ella todo lo
que pide y aunque se opusieron ante el señor gobernador de este
Principado y les dió por opuestos, sin em bargo dicho don Juan
Antonio lo atropelló todo y se apoderó de dichos vezinos. Y en
quanto a los predos de Ogabia y Constantino, este último se llama
Bustantio y no Constantino, que es (R. en O .) y estos dos predos
los com pró a Juan López de Pandiello siendo cura de Sebares,
Antonio Pérez de Ludeña, vezino de dicha parroquia, y dichos pra­
dos están sitos en los puertos y pastos comunes de la parroquia
de Sebares y oí los gozan Gonzalo López de Pandiello, hijo y here­
dero de dicho don Juan López, el qual no siendo vezino de dicha
parroquia de Sebares ni pagar en ella los reales alcabalas con el
pretesto de tener dichos prados lleba sus ganados y les paze sus
puertos y pastos a parte de cobrar en cada un año dos arrobas de
manteca de renta p or dichos prados en que reziben notorio agravio.
Y en quanto a lo demas que se le preguntó tocante a lo que se
adbierte p or dicho auto general dijeron no tener que dezir pues
no ai zierros que les perjudiquen antes los que ai se nezesitan
para sustentarse en ellos, como lo izieron sus antepasados usando
LAS PARROQUIAS DE PILONA, SEGUN EL «APEO» DE CEPEDA
585
dellos con toda libertad como de cosa suia propia y no tener otra
cosa que dezir debajo del juram ento que tienen echo en que se
afirm aron y dijeron no saber firm ar, esceto dicho Roque de la
Estrada, que lo firmó.
Sellón
Parroquia de Sellón. Dicho dia, mes, año, parte y lugar, compa­
recieron a la presencia de su merced de dicho señor Juan Francisco
de la Villa, juez, y ante mi escribano para azer su declaración en
lo que les toca y se manda y prebiene en el autorizado p or el señor
don Antonio José de Zepeda las personas nom bradas por la parro­
quia de Sellón de este dicho conzejo que fueron Juan de Artidiello
de edad de sesenta años y Pedro Peri, edad setenta años, Juan de
Forcelledo de hedad de zinquenta y cuatro años, cada uno según
la dicho poco mas o menos tiempo, y abiendoseles leido el auto
general en quanto a lo que con ellos su contenido se debe entender
y abiéndoles para el efeto tomado juram ento que izieron en debida
form a y debajo de el prometido dezir berdad dijeron que los tér­
minos de dicha parroquia que p or tales gozan y oieron dezir a sus
m aiores gozaban sus antepasados son los siguientes:
comienza de
la piedra de Robellín al cascón de las (B . en O .) v de allí de la
piedra de Bacadales y al cueto del molín v al cueto de M iera y de
allí a la collada de Pandóles de arriba al rasu a la peña de arriba
de Painazes y al rio de las Fuentes y al canto de Farado y a la
collada del Potral y a llana del Cobayón y a la F 07 de Moñacos y
a Pandemules y al cueto de Lanera, al cueto del molino y a la pie­
dra de Bucadales y a la piedra de Robellín a donde comenzó dicho
apeo. Y en quanto a los demás contenido en dicho auto general
deben dezir y se debe poner remedio en quanto Juan de Pipa y
Pedro de la Pipa y Juan de Diego, Juan de Bartolom é y sus erederos, Antonio Barrial, vecinos del concejo de Casso, los cuales en el
término que se dize el Ortigal, términos de dicha parroquia y en
los confines de ella y de dicho concejo de Caso y de el lugar de
Nieves de donde son bezinos los arriba referidos, de pol tiempo a
esta parte izieron zierros para prados y en ellos casas im pidiéndo­
les no sólo el paso y usso libre que tenían antes pero les corren y
prendan sus ganados y como dichos bezinos de Sellón son pobres
y los tales bezinos de vaso no tanto por ser mas acom odados pero
se alian faborecidos de personas poderosas con lo que no pueden
oponérseles. Y en quanto a lo demás de dicho a esto dijeron que
todos los vecinos de dicha parroquia son suios propios y lo fueron
ANDRES MARTINEZ VEGA
586
de sus mayores usando de ellos con toda libertad rom piendo su
comunes y apropiándoselos como m ejor les parece como su perjuizio no sea notable que en este caso no se permite y no tienen a
todo lo demás otra cosa que dezir debajo de el juramento que
izieron en quanto se afirm aron y ratificaron y dijeron no saven
firm ar sino Juan de Forcelledo que firm ó entre renglones.
Zerezeda
Parroquia de Zerezada. Dicho dia, mes, año, parte y lugar y
para los efectos en estos autos repetidas bezes menzionados y man­
dados azer p or el dado p or el señor don Antonio José de Zepeda p or
la parroquia de Zerezeda comparececieron a la presenzia de su mer­
ced de dicho señor don Juan Francisco de la Villa, juez, Pedro de
Soto que dijo ser de hedad de sesenta años, Juan de Samalea de
cinquenta años, José de el Cueto de zinquenta años, Dom ingo Co­
rral de sesenta años, Antonio Rodríguez de sesenta y seis años,
Domingo de G randa de cuarenta años y todos los referidos dijeron
tener la edad según va dicho y como mas o menos tiempo y abiéndoseles echo notorio el auto general tocante a lo que abla con dicha
parroquia en general y particular comenzaron el apeo en la form a
siguiente como si sale por el monte de Sobiña al bado de Tercias
subiendo p or el castañedo de Terzias p or detrás y arriba del prado
de los Llam iellas de don Rodrigo de Obiedo asta el camino real de
Brez y por dicho camino adelante asta el camino que biene de la
Goleta y p or dicho camino asta el canto de Brez de donde se b a ja
asta el camino que está sobre el castañedo de los Doblos y de dicho
camino se ba ja asta la riega que biene de los Riegos y se sube por
dicha riega asta el camino de carro que ba a Cutre (R . en O .) Allen­
de y se atrabiesa dicho camino y se sube p or la eria de Cueria,
que llaman de la Barena, p or donde está una carcoba que dibide
las eredades de Francisco Bernardo de Antaio de los de don R odri­
go de Obiedo y saliendo de dichas eredades se b a dar a pico Bustiello y al ero de Garría y de allí sigue el cordal asta la collada de
Zarozia y de allí al pico de Ordellony al collado de Braña y a la
braña de Ruboseñero y a la bobia de Abiñes y al cueto de Maladín
y al cueto de Palonbero y a Fontanielles y al cueto M irveño y al
cueto de M úa y de allí asta el cueto de Camayo y al cueto de la
Siena y a la posada de Fonfría y al roble de loto y a la cruz de
Gabiones y al campo de prado y al campo de la caldera, aguas
bertientes a Zerezeda, y al prado de Diego Blanco y a la ería de
las begas p or el rio abajo y a la corona de Sabildo y de allí p o r la
LAS PARROQUIAS DE PILONA, SEGUN EL «APEO» DE CEPEDA
587
riega abajo asta el rio de la Escosura junto a las peñas de subida
desde allí p or el rio arriba asta encontrar otra bez el bado de
Terreas p o r donde se comenzó este apeo y es de la razón estos son
los términos y límites de Zerezeda que dibiden la parroquia de
Cuesta de Suebe de las otras parroquias, sus confinantes, pero por
la parte de el lugar de Robledo se estiende el concejo de Piloña
asta confinar con el conzejo de Parres en esta form a desde el rio
de Sorna que comienza desde la fuente de la Carrizera y b a ja a la
fuente de Cadaperal y de allí a la M ercoria y por el rio abajo asta
entrar dicho rio en el rio Grande de Piloña y todo esto es de el
conzejo de Piloña aunque no es de la felegresía de Zerezeda, que
se dice San Vicente de Cuesta de Suebe. Y en quanto a lo demás
prebenido p or dicho auto general dijeron que el conbento de San
Pelayo tiene apeado p or suio el monte de Sobiña siendo términos
de la p arroquia de Zerezeda sin más título que ellas sepan que dezir
es suio y aberse apeado con personas de su deboción y renteros
de que tienen muchos en dicha parroquia p or tener mucha azienda
y sólo se les permite llebar la mitad de los castaños de los casta­
ñales que plantaron en dicho monte, los cuales comunmente se dan
a quien las olime y aún temen este se les quite;
y en quanto al
monte dilatado de la Rebolla saben por oirlo dezir así a sus m ayo­
res (R . en O .) término de la parroquia de Zerezeda, dicha cuesta
de Suebe, el qual los señores de la casa de N ebares se fueron apo­
derando del como inmediata su casa a dicho monte y con el pretesto de cosecharles p or tres, cuatro o cinco años para que no se
cortase en el y produjese robles en que todos conbenían pero traían
la oja Pedro Alvarez M uladares y ni nada se les permite se les per­
mite asta apoderarse de los castañares y nogales y dichos árboles
frutales que dichos vecinos tenían en el sitio que se llam a Arcayo, de
que se apoderó dicho señor de la casa de Nebares en el qual abía
nogales y otros árboles y todo es público, lo apeó p or (R . en O .) y al
presente ni les dejan traer oja ni cortar una caña de roble impidién­
doles ellos i sus criados y caseros el uso libre que tenían antes. Y
en dicha parroquia ay un lugar que llaman Sardeda el qual es aldea
forera y paga con cada un año tributo al rey, y este lugar y otros
cuatro que son en este conzejo con el número de aldeas foreras, y
otras vecinas de particulares y de los ganados que suben a pastar a
los puertos realengos se iunta asta en cantidad de siete reales, los
cuales se incorporan y pagan y pagarán siempre con los reales alca­
balas poniendo esta cantidad en poder del procurador general de
este conzejo y están en fe y creenzias se pagan así quanto les bienen
diferentes pagas y tributos mas que solía ser sólo, discurren como
ANDRES MARTINEZ VEGA
588
pagar el dinero que se les pide y no preguntar p or qué razón y si
no se paga será p or su M ajestad no se lo pedir u estar repartido
como ba referido y el aber mudado la form a de cobrar esta moneda
y cantidad de los dichos siete reales referidos que antes les cobraba
un cobrador de dichas aldeas alternando de zinco en zinco años
oyeron dezir abrá sido por lo molesto que les cae a los cobradores,
a los cuales muchas bezes les suzedía pagar a su costa p or no poder
cobrar y especialmente de los que subían sus ganados a las puertas
realengas que de los lugares que las tienen comunes como es el
puerto de Suebe y otras muchas de este dicho conzejo de estas ja ­
más se a cobrado cosa alguna aparte de que dichos cobradores
algunos sabían azer memoriales a su gusto y pedir mas de lo que
se les debía sobretodo lo que se remitan al apeo y razón que su
M ajestad tiene para cobrar y en la form a que debe de ser pues
ellos y mas bezinos en quanto alcanzen sus fianzas pusibles están
prontos a serbirle con personas, bidas y aziendas como siempre lo
izieron y (R. en O .) y en pasadas. Y en quanto a los demás términos
y comunes siempre los tubieron por suyos en general y en particu­
lar y en los particulares se azen zensos y izieron y mejoras, mayo­
razgos, fundaziones de capellanías, mansos de iglesias sin otras más
aziendas que gozan conbentos. Todo lo referido siempre a sido y
fué sin cosa que ellos sepan fuese en contrario Y en quanto a lo
demás contenido en dicho auto general no saben ni pueden decir
otra cosa que el juramento que izieron en que se afirm aron y rati­
ficaron y dijeron no saber firm ar de que yo escribano doy fee.
Sor ribas
Dicho dia, mes, año, parte y lugar binieron por la parroquia de
Cúa, digo de Sorribas, deste dicho conzejo y para los efectos men­
cionados en estos autos mandados azer p or el señor don Antonio
José de Zepeda, Gregorio de Biego que dijo ser de edad de cua­
renta y cuatro años y Antonio Ubriaza de edad de cuarenta años,
que dijeron tener poco mas o menos, y preguntándoles por dicho
señor juez que cómo no benían mas personas de dicha parroquia
pues se componía de cuatro o zinco lugares, respondieron no lo
sabían y que les tomase su declarazión que no esperase (R . en O.)
y abiendo dicho a Juan Francisco de la Villa, juez dicho, tomán­
doles juram ento que izieron los dichos dos testigos referidos en
debida form a y prometido decir berdad y siendo leido el contenido
del auto general especialmente y a la letra lo que abla con los veci­
nos de dicha parroquia dijeron que los términos de dihca parroquia
LAS PARROQUIAS DE PILONA, SEGUN EL «APEO» DE CEPEDA
589
comenzando desde el lado que se dice entrambos rios o p or junto
a la sebe del p rado de el Fresnedal ba derecho a un m ojón que
está junto a un roble y de allí al alto del collado del Fresnodal
donde está otro m ojón y de allí a la reiga abajo asta la de los
Fancones y de allí p or el castañedo antiguo que fué y es de los
(R . en O .) de Cúa, derecho a unos pozos que están junto al prado
de la Rotura que en dicho término todos los árboles que ai oyeron
y vieron gozan los vecinos del lugar de Cúa y pareze se an bendido
parte de ellos a personas de fuera de dicha parroquia y p or razón
de (R . en O .) y legítimas quales son los poseedores les perteneze
oi su gozo, y de allí camina p or el rio que se dice la Escósura asta
términos de la Bárcena de la parroquia de Zerezeda y al lugar de
Antrio a donde parte con térm in o s de Millares, que es de la parro­
quia de V illam ayor i su ijuela y al lugar Antralgo y p o r la Cobiella
también con Antralgo y al rio Grande que parte termino con Sebares asta el molino de Abolin y de allí p or el rio de las vegas asta
dicho bado de entram bos rios a donde se comenzó el apeo y frontea esta parroquia v conzejo con el lugar de Soto de la Dueñas y
mucha parte del lugar de Castiello, que del conzejo de Parres, cuios
límites p or lo confieso que están no saben dezir determinadamente
y en quanto al memorial presentado por Antonio Zibriate Verandi
en que p o r decreto del señor don Antonio José de Zepeda se m anda
atender a su contenido según el zierro de la ería de Sabildi que
los que zerraron azen mucho agrabio en la carcoba que pusieron
a los que no zerraron, aparte de que zerraron mas de lo que era
suio y conbiene se zierre como antes estaba y cada uno goza lo que
es suio y en quanto al zierro de la Toyosa del lugar de Sorribas
dijeron bieron (R . en O .) azer barganos para bolber azer el camino
p or donde antes estaba y así se lo dijeron; y en quanto a lo demás
de dicho auto general oyeron dezir que en dicha parroquia de So­
rribas se pagaba alguna cantidad de moneda forera y que oi se
paga con los reales alcabalas re (R. en O .) sea los apeos que su
M ajestad de esto tubiere que a los memoriales que azen las aldeas
foreras para dar cumplimiento a sus dueños que dizen se pagan es
menester atender si son ziertos uno y que las aziendas de esta di­
cha p arroquia siempre fué y a sido de las que las gozan y de que
tubieron causa y razón, según que ai fundados mayorazgos, m ejo­
ras, aniversarios, capellanías, zensos. Y en quanto a los puertos que
gozan, siempre los gozaron libremente sin que aya m em oria en
contrario la (B . en O .) lo demás que les fué preguntado dijeron no
saber otra"c o sà -qüe debajo de el juramento que izieron en que se
afirm áfori y -ratificarón y lo firm aron los qiie d ijeron 'sabían , y yo
escribano de que doy fee.
590
ANDRES MARTINEZ VEGA
Parroquia de San Juan de Berbío
San Juan. Dicho dia, mes, año, parte y lugar y para los efectos
referidos en estos autos para el cumplimiento de el dado p or su
señoría el señor don José Antonio Zepeda comparecieron a la pre­
sencia de su merced del señor don Juan Francisco de la Villa, juez,
las personas nom bradas para el dicho efecto p or la parroquia de
San Juan de Berbío que fueron Juan Suárez Quidiello de edad de
sesenta años, Jacinto Salcedo de edad de quarenta y siete años,
José del Llano de edad quarenta y quatro años, Antonio Valdés
de edad de cinquenta y siete años, Tom ás de Solano de edad de
sesenta y seys años, Juan Blanco de la Espina de edad de sesenta
años, Toribio Cuyar de edad de sesenta y cuatro años, Cipriano
Peral de edad de sesenta y dos años, Francisco de la Canal de edad
de sesenta años cada uno, poco mas o menos tiempo, los quales
aviéndoseles leido y esplicado lo contenido en dicho auto general
lo concerniente a dicha parroquia y a la de Santa M aría de las
Nieves de Espinaredo, su anejo, dijeron que los límites de dicha
parroquia comenzando por los canales de las Lam osas a donde di­
cho arroio se entra en el rio Grande de Piloña y rio arriba camino
al pielgo de San Torquillo y de allí a la collada de Pandóles al pico
de la U tra a la piedra de Rebollín al collado de las Duernas a la
piedra de Bucadales al coto de M iera a la vega del Diente a la rie­
ga de Arroyes rio abajo a la puente nueva al portillo de Roces
pasado el rio Grande, que se dice Pandoto, al medio de la ería de
Felguerias que divide al foro de San Pelayo de Biedes y Argandenes a la piedra de Sofelgueras a los mojones de la llosa de Domingo
de Arenas al canto de Traslasrasas a los cuetos de Fario, que linda
con Pintueles al canto del Bedular, que linda con el coto de Lodeña, y a piedra Tayada y a dicho rio Grande y canales de las Llamosas de donde se comenzó dicho apeo, y en dichos términos gozan
y están en costumbre de gozar y fuera dellos las m ajadas del pico
de M oraño a la collada de Trescastiellos a la collada del M oro a
fondos de sierra M orena a las m ajadas de Sam aldón al Mostil de
Samayón al pico de la Vela a la piedra de N ano al canto de la carcoba de Pendedor al canto de la Espina al pico de Colines a la riega
de Ridolla. Y en quanto a dichos puertos todos pastan a vueltas
los referidos vecinos de San Juan de Bervío y los confinantes a
ellos los unos y los otros sin decepción ni contradición y dichos
puertos unos dicen que son realengos, parte dellos, y otros que
son comunes sin que (en algunos) ellos sepan quales son ni distin­
guir la deferencia sino que en algunos se cargavan antes de aora
LAS PARROQUIAS DE PILONA, SEGUN EL «APEO » DE CEPEDA
591
cinco maravedís cada persona que enberenasse en ellos sus gana­
dos cuyo tributo estava en toda fe y creencia se ha incorporado
con los reales alcavalas y antes de aora se pagava con las aldeas
foreras y personas particulares que pagaron el feudo asta siete
ducados que se juntaban de todo esto se ponía y pagava en poder
del procurador general deste concejo que lo pagavan en la ciudad
de Oviedo juntamente con dichos reales alcavalas, y en los puertos
referidos los vecinos de Cardes les pretenden inquietar y quieren
quitar de pastar en algunos dellos, prendándoles y aziendoles ma­
los tratamientos a sus ganados, sólo por oida dicho lugar de Cardes
es aldea forera siendo assi, esto fuera título bastante que niega ser­
lo;
también en dicha parroquia de San Juan de Berbío ay una
aldea forera del lugar de San Vicente, cuyo lugar pasta comunmen­
te son los vecinos desta dicha parroquia de San Juan de Berbío
sin que los de dicha aldea forera inquietan a los demas vecinos y
los demas vecinos a ellos sino todas usar de uso y aprovechamiento
libre en quanto debe ser permitida y asimismo los vecinos del lu­
gar de Argandenes, que así mismo es aldea forera, ay mucha acción
de los dichos vecinos de Cardes azen estorsión a los vecinos del
lugar de Biedes, que es desta dicha parroquia de San Juan, y sien­
do no pueden aprovecharse en sus términos de ninguna cossa sin
que tengan título ni razón para ello aprobechándose ellos de lo que
toca al lugar de Biedes diciendo son privilegiados y esto de poco
tiempo a esta parte p o r noticias bagas que dicen les an venido, y
ser como es público y notorio los vecinos de dichas feligresías de
Cardes y Argandenes gente letigiosa, amigos de pleitos, como es
público y notorio u ansimesmo dijeron que la casa de Sorribas y
sus dueños (d e las m ajad as) personas poderosas se an apoderado
y se yntitulan dueños de las m ajadas que se dicen Pandemules y
la (B . en O .) en donde les hacen prendadas y vejaciones siendo así
que los concejos de Ponga y Caso en cuyos términos parecen están
parte dellas yndibidiendo con dicha parroquia de San Juan de B er­
bío jam ás les an echo estorsión alguna y en quanto a la m ajestad
de Ordiales y la Quintana y en esta y encima aya un p rado y Casso
que fué del señor don Juan Francisco de la Villa, juez que está
presente, cuyo prado es antiquísimo sin m emoria de hom bres pero
el dicho señor juez, sus padres, abuelos y sus antepasados jam ás
prendaron ni corrieron ganados p or si ni sus criados y llevadores
de dicho prado asta que según es público le trocó con doña M a­
nuela de Estrada, m adre de don Bernardo de Argüelles, difunto, el
cual comenzó a correr y prindar y al presente lo hace don Mateo
Argüelles, curador que dice ser de los hijos de dicho don Bernardo
ANDRES MARTINEZ VEGA
592
y sus sobrinos, y la casa que tenía dicho prado antiguo de la quin­
tana la m udaron pero no hace ningún perjuicio, antes es de utilidad
a no correr y prindar en dichos términos del Ordiales y la Quintana
obrando y procediendo como hicieron los mas dueños de dicho pra­
do antes que fuese suyo. Y en quanto a los demas vienes de dicha
parroquia así en común como en particular respective com o les
toca y gozan es suyo propio y lo fué de sus mayores sin noticia en
razón dejó en contrario abiéndose echo en ellos y fundado m ayoraz­
gos, aniversarios, capellanías, censsos y teniendo en ellos muchas
haziendas conventos, monasterios y otras perssonas particulares de
fuera y dentro de dicha parroquia p or ser dilatada y estar incluida
en ella la villa del Ynfiesto, capital deste dicho concejo de Piloña,
y aunque se les preguntaron otras cossas tocante a dicho auto ge­
neral dijeron no saber ni tenían que dizir devajo del juram ento
que tienen echo en que se afirm aron y rateficaron y firm aron los
que dijeron saver de que doy fee, y después de lo referido dicho
Antonio Valdés, testigo declarante, dijo a dicho señor juez que le
parecía que algunos vecinos de los que pagan maravedís de los que
se pagan con las aldeas foreras abrá como cosa de cinco y seys años
no lo pagan que será lo referido asta en cantidad de cuatro reales
afirmativamente, no puede decir otra cosa ut supra.
Coya
En la villa del Ynfiesto de dicho concejo de Piloña a diez y ocho
dias del mes de octubre de mili setezientos y doce años, su merced
de dicho señor don Juan Francisco de la Villa, juez, en cumplimien­
to del auto dado p or dicho señor don José Antonio de Cepeda y
para los efectos en el mencionados que según en este auto ha echo
relato comparecieron a presencia de su merced G abriel Alvarez que
dijo ser de edad de cinquenta y tres años, Pedro de Ordiales de
edad de sesenta, Pedro M arina de edad de setenta, Francisco de
la V illa de edad cinquenta y dos años cada uno, poco mas o me­
nos tiempo, los quales como vecinos de la parroquia de Coya deste
dicho concejo benían a hacer su declaración en cumplimiento de
lo que se les está mandado y aviendo su merced de dicho señor
juez leydoles y explicado el contenido de dicho auto general tocan­
te a la que toca a dicha parroquia en como y en particular y aviendo
recivido juram ento de los susodichos que ycieron en devida form a
y debajo del prometieron decir verdad. Dijeron que en términos
(B . en O .) comenzando del canto Salguero p or la riega del Framadiello per ella asta caneyo y a la fuente del Esperteyo al castañedo
LAS PARROQUIAS DE PILONA, SEGUN EL «APEO» DE CEPEDA
593
de las Cabañas y a piedra (B . en O.) y allí a la llom ba aguas bertientes asta Coya y al castañedo de Vega (B . en O ) de allí contando
al rio Grande a la casería de Sopeña por sobre la peña de Fardoello
y de allí tras la llosa de Faydiella que se dice la Espeñadal y de allí
al Rebullal de la Llana de Coriazalaforca a la cueva de entram bos
concejos y a la peña Zenuerados y a la cavaña de Antonio de Evia
y al tejo que servía de m ojón y de allí a otro m ojón que está devajo de la cassa de Toribio Parandi y a Corona de Castro y a pico
Salguero y lo menos contenidos en dicho apeo caminos particulares
cada uno (B . en O .) como lo toca siempre lo estubieron y tinen
suyos propios ellos y sus antepasados en los que ay m ejores pen­
siones como en las demás partes deste Principado todo de inme­
m orial tiempo sin que tengan que decir otra cossa tocante a lo
contenido en dicho auto general y ser la verdad para el juram ento
que hicieron en que se afirm aron y ratificaron y rubricaron lo que
dijeron saver y dello yo escrivano doy fe.
Qués
Dicho dia, mes, año, parte y lugar referido parecieron ante su
m erced para los efectos atrás mencionados y auto dado p or el
señor don Antonio José Zepeda el qual su merced dicho señor don
Juan Francisco de la V illa ante my escribano leyó, es ya notorio,
a Cristóbal Alvarez que dijo ser de edad de sesenta y seis años y
a Matheo de Caso de edad de sesenta y un años, am bos, poco mas
o menos, dijeron venían a hacer declaración y apeo p or la parro­
quia de Qués donde son vecinos de los que cada uno de p or si, su
merced dicho señor juez tomó y recivió juram ento que hicieron
en devida form a y devajo del qual prometieron decir verdad. Fueles preguntado p o r dicho señor juez cómo no venían mas personas
de dicha p arroquia a que respondieron que les parecía bastara y
que no esperavan biniesen mas. Y en quanto a lo que se les m anda
y previene p or dicho auto general, saven y es público que dicha
parroquia gozan y (R . en O .) p or suyos los límites com prendidos
en el circuito según irá explicado, comenzando de la puente de
piedra de Ferreros a la ermita de Santa M aría de Sam a a la riega
de la Casabieja asta la parroquia de Beloncio, entre Beloncio, N a ­
va y Qués al prado del ero a lo alto de la cuesta del prado del ero
y de allí buelbe devajo Piem ayor a la prim era m ajada y de allí a
la braña de braña de Capera y de allí al castañedo de la arena y
de allí al rio avajo Grande asta donde entra en el rio de Ferreros
y p or dicho rio asta dicha puente referida donde comenzaron; y
ANDRES MARTINEZ VEGA
594
los términos comprendidos en este circuyto son suyos propios y
lo fueron de sus antepasados y de los demas vecinos, lo que toca
p or común y lo particular por particular sin cosa en contrario,
usando de ellos con toda libertad como de cosa suya propia y
también tienen p or suyo un monte que se dice Castiello que de
todo lo mas referido en dicho auto general dijeron no saver otra
cosa para el juram ento que ycieron en que se afirm aron y ratifica­
ron y lo firm ó dicho Cristóbal Alvarez, Matheo de Casso, dijeron
saber.
Yo, Bernardo Francisco de Valdés, escribano de número del
concejo de Piloña, p or su merced presente fui juntamente con dicho
señor juez al examen de los autos atrás referidos pasado posicio­
nes y lo que ha echo mención es lo mesmo que declararon y con­
tiene estos autos a Juan Francisco de la Villa, juez ordinario para
el estado noble de este dicho concejo, escrito en veynte y una ojas
justamente con un memorial que ba rubricado de mi rúbrica y
firm a y una en blanco y para que conste lo signé y firmé, como
acostumbrado, en las casas del Omedal de dicho concejo de Piloña,
a tres dias del mes de diciembre de mil setecientos y treze años, y
una en blanco en la última de dichos autos y no va rubricado, fe­
cho ut supra.»
ORDENAMIENTOS PARA LAS DIFERENTES PARROQUIAS
«M iyares. En el lugar de Millares, concejo de Piloña, a catorce
dias del mes de diciembre de mil setecientos y doce años, don Juan
Francisco de la Villa Estrada, juez en el estado noble de este dicho
concejo p or su Majestad, Dios le guarde, en cumplimiento de un
auto dado p or el señor don Antonio José de Zepeda del consejo de
su M ajestad en el de azienda y sala de justicia, bisitador y juez
tocante a comunes y otras cosas, respeto de tener ejecutadas dife­
rentes cosas de los que por dicho auto se mandan ejecutar y en
quanto a comunes según las informaciones echas p or los bezinos
de las parroquias y todo lo demás que de dichos autos consta a
quanto se refiere y para que en todo ay debido cumplimiento man­
daba y m ando se cumpla y ejecute lo siguiente, Borines. En quanto
a la parroquia de Anayo dijo declaraba y declaro p or término co­
mún de dicha parroquia la llosa de Sentones contenida en el auto
general y como el (B . en O .) y lo mesmo el prado del Candano que
al presente está abierto no se buelba a zerrar asta que p or juez com­
petente otra cosa se mande y así se ejecute y nadie lo impida, pena
LAS PARROQUIAS DE PILONA, SEGUN EL «APEO» DE CEPEDA
595
de (R . en O .) los diez mil para la cámara de su M ajestad y otros
diez mil para gastos de justizia y a disposizión del juez que en esto
ubiere de entender.
En quanto a la parroquia de Borines se les aprezibe nadie
allende en la ería desde que se comenzaren a sem brar frutos asta
el dia de San M iguel consecutibo y asta que estén recojidos todos
los frutos salbajes de común conserbamiento al tiempo de sem brar
conbengan en que se allende no dando lugar de daño lo sem brado
y esto sea solamente el ganado que lo necesitare y fuere de trabajo
para azer la sementera y lo cumplan, pena de diez mil maravedís
cada uno que a esto contrabiniere aplicados a la disposición del
juez a que a esto benga, y en quanto a los prados de la Peruyal y
la Fabariega que al presente están en abertal no se buelban a zerra r ni los términos de dicha parroquia lo consientan asta que
draco (B . en O .) p or juez competente se mande y nadie a esto contrabenga, pena de zinquenta reales, la mitad para la cám ara de su
M ajestad y la otra mitad para el juez que si llegare el caso en esto
entendiere.
Villam ayor. En quanto a la parroquia de Villam ayor y capítulo
que menciona a prado y monte de la M oia no ai tal prado ni monte,
si un trozo de prado, incluso en el prado de las Buelgas, contiguo
a la cassa de los hijos menores de don Bernardo de Argüelles y
una puña de robles en dicho prado, que poco mas o menos será un
dia de bueies, y otro robledal mas abajo como cosa de ocho dias
de bueies, poco mas o menos azienda zerrada de tiempo inmemo­
rial y a abrirse semejante azienda de esta calidad pareze lo mas se
pusiera en abertal de lo cual se siguieran los daños que se conozcan
p or aora y si no ser juizio del real patrimonio; en quanto a dichos
robledales dichos dueños que se dizen ser de el no pueden cortar
saibó dejando (R . en O .) y por nezesitarse la conserbación de dicho
robledal para manutenzión y fábrica de el puente de (B . en O .) Antralgo si algún roble se cortare se aya de plantar y plante uno o
dos u mas robles si el suelo y comodidad del terreno lo permite y
quando se podare se aga en menguante de luna, y sólo de m ediado
otubre asta mediado febrero, pues de esta form a se benefizian y no
se dañan. Y en quanto a los caminos respeto de aberse aderezado
sin suzediese el rio desconponerlos se buelban aderezar abriendo
camino aunque sea en perjuicio de las eredades y a nadie se le per­
mita azer nuevos zierros en los montes manteniendo su gozo los
que ai p o r aora sin per juizio del real patrimonio como no se prenda
596
ANDRES MARTINEZ VEGA
ni corra que de azerlo se pasará al demolimiento de los tales zierros do se iziere y así otro lo cumplan pena de diez mil m aravedís
para la cámara de su M ajestad y de otros diez mil a disposizión y
para los gastos de el juez que contrabiniendo a lo referido en esto
entendiere; y en quanto al casero que pareze pretende tener doña
M anuela de Estrada y pareze a puesto en el término de Zarozia
azienda abitazión lo que salidos y guaridos los ganados mayores
y menores del lugar p or los muchos y grabes inconbenientes que
esto se siguen espezialmente corriendo los ganados m anda que di­
cha doña M anuela de Estrada sólo (R . en O .) de la casa que tenía
y a echo en dicho sitio para refujio de los ganados y pastores como
lo hazen los demas bezinos y en ninguna manera tenga casero y lo
cunpla, pena de zincuenta ducados, mitad para la cám ara y mitad
para gastos y disposiziones del juez que en esto viniere a entender
y que se prozeda a lo mas que aya lugar.
, t '
Valle. Y en quanto a la parroquia de Valle y aldea forera de
Cardes m andaba y mando en quanto al término de braña y prados
en el echo (R . en O .) treinta y mas años a esta parte se pongan en
libertad para pasto desde últimos de julio asta prim eros de marzo
y sólo usen desde co (R . en O .) y conserban para el alimento de sus
ganados la yerba en el intermedio de marzo asta últimos de julio
dejando caminos y callejas francas y con libertad para uso y los
de que menos tiempo si acaso alguno ubiere se abra y ponga por
pastar pasto común en todo tiempo y lo referido sin perjuizio del
real patrimonio y p or aora asta que otra cosa se fuere nezesarío
se mande y nadie pueda correr y prender y p or el mesmo caso el
que lo iziere será castigado según fuere de justicia y se le pondrá
en abertal su prado y término, y lo cumplan pena de zincuenta du­
cados aplicados la mitad para su M ajestad y la otra a disposizión
dle juez que fuere 1de benir sobre este caso; y en quanto a la aldea
forera y maravedís que dicho lugar paga a su M ajestad p or aora
y sin perjuizio del real patrimonio y asta que su m ajestad otra cosa
mande restingan en si el dinero que acostum braban a pagar antes
que según pareze ser nuebo encabezamiento.
Y
en quanto a la parroquia de Belonzio pareze está escrito lo
emanado antes de aora por zédula que para el efecto se les izo no­
toria y a no lo estar y abierta la calleja de Juan Rodríguez se abra
y (R . en O .) lo de antes de aora m andado y nadie lo impida, pena
de veinte mil maravedís, los diez mil para la cámara de su M ajes­
LAS PARROQUIAS DE PILONA, SEGUN EL «APEO» DE CEPEDA
597
tad y los otros diez mil a disposizión y para gastos del juez que
biene a ejecutar.
Pintueles. Y en quanto a la parroquia de Pintueles se les manda
y apercibe no inoben en quanto al uso y aprobechamiento de tér­
minos, saibó de lo que antes de aora usaban y se aprobechaban sin
azer mobaziones ni m ober molestias y pleytos a sus confinantes y
si lo hizieran serán castigados como perturbadores de la paz pú­
blica y lo cum plan pena de doscientos ducados aplicados, mitad
para la cám ara de su M ajestad y la otra mitad a disposizión y para
el juez que en esto viniere a entender.
San Román. Y en quanto a la parroquia de San Rom án dijo que
p o r aora y sin perjuizio del real patrimonio lo llosa de Grandiella
que en el auto general la llaman Pibidales del rey y otras de la
mesma calidad como son las de Soto, Acebedo, el Pisueco, la Pum arada, Bunganijón, dos llosas digo tres en dicho sitio, abiendo reconozido el poco daño que azen ni impedimento al pasto y utilidad
pública y de abrirse seguirse a los dueños grave perjuizio p or ser
pobres y que apenas satisfazen sus frutos el suio y benefizio que
en su cactura se aze y pone de form a que se susdi (B . en O .) los
dejarán no sólo fueran poco u nada rentables pero se quedarán en
abertad estos los gozan sus dueños asta que otra cosa p or juez que
de dar sea competente otra cosa se mande.
Sebares. Y en quanto a los prados de Agobia y Bustantio cuio
poseedor pareze ser don Gonzalo López de Pandiello, vecino del
concejo de Parres, dijo debía de mandar y m ando los llebadores
de dichos prados retengan en si la renta de ellos p or propios de
este concejo y lo que su M ajestad mandare azer de dicha renta y
se pongan en bertal para pasto común p or dicho don Gonzalo López
no ser vecino de este concejo ni pagar en el las reales alcabalas
ni pueda por esta razón pastar con sus ganados en los puertos de
Sebares ni se le permita y se cumpla así, pena de veinte mil m ara­
vedís aplicados, mitad para la cámara de su M ajestad y mitad para
gastos y a disposizión de el lugar que se esto biniese a entender;
y en quanto a las aziendas que por parte de el convento de San Pelaio se arrendó a don Juan Antonio Alvarez Bernardo, m ayordom o
de la casa de Sorribas, en los lugares de V illa r y Caldevilla, sin
em bargo de los instrumentos y papeles presentados p or el padre
p rio r y m aiordom o de dicho convento de y de la deposizión echo
p or los vecinos de la feligresía de Sebares m andaba y m ando que
598
ANDRES MARTINEZ VEGA
asta que se liquide si son unos comprehendido y espezificados en
los foros bacos los quales (R. en O .) dicho don Juan Antonio Alva­
rez y si son otros distintos (R. en O .) quide y testifique en debida
form a y el ordena a dichos vecinos de dichos dos lugares de V illar
y Caldevilla sean mantenidos en el gozo de dichos vecinos como
antes solían, cumpliendo con pagar lo que asta aora pagaban u
dicho don Juan Antonio Albarez no les inquiete en el gozo asta
que otra cosa se mande, pena de veinte mil m aravedís aplicados a
la disposizión de el juez a quien por derecho compete conocer y
p or aber según se reconoze y así el caso (B . en O .) pendenzia se
darán de este capítulo a auto los traslados que los presentes pi­
dieron pagando los derechos debidos cuio traslado siendo de este
capítulo sólo se de con cabeza y pie y esto baste para azer fee.
Sellón. Y en quanto a la parroquia de Sellón m anda que los
prados del Ortigal, sitos en términos según pareze deste concejo
de Piloña, y preocupados por bezinos de el concejo de Caso según
que fueron emplazados Juan de la Pipa y otros vecinos del lugar
de Nieves de dicho concejo de Caso de los cuales sólo comparezió
azer oposición Juan Bartolomé sin presentar instrumentos al yerno
que conduziese a su defensa; por tanto, p or no ser vecino de este
dicho concejo de Piloña y lo menos los demas que ocupan y poseen
dichos prados del Ortigal mandaba y mando se pongan en abertal
y pasto y uso libre y lo ejecuten los vecinos de Sellón y nadie se
lo estorbe, pena de zien reales aplicados, la mitad para la cámara
de su M ajestad y la otra mitad para gastos y a disposizión del juez
que sobre esto entendiese.
San Bicente de Cuesta de Sueve. Y en quanto a la parroquia de
San Vicente de Cuesta de Sueve y lugar de Zerezeda declaraba y
declaro por realengo el monte de la Rebolla, contenido en el auto
general de que dizen ser dueños los señores de la casa de Nebares
según que se presenta son diferentes instrumentos y apeos que p or
no estar con la solemnidad y form a que se le quiere no se da por
bastantes por tanto dichos vecinos del lugar de Cereceda desde
ahora en (R . en O .) libremente pastar y pasten con sus ganados
mayores y menores en dicho monte y aprovecharse de toda rama
sin que el que es y fuere en adelante de dicha casa de N ebares se
lo impida ni pueda impedir ni unos ni otros puedan podar ni cor­
tar, saibó dejando orla y pendón, y esto desde mediado octubre
asta m ediado febrero y si para alguna obra se nezesitase cortar
algún árbol aya de ser con la licencia del juez del concejo de Pilo-
LAS PARROQUIAS DE PILONA, SEGUN EL «APEO» DE CEPEDA
599
ña en cuio distrito está dicho monte representando el m otibo y la
cosa para que se necesitare cortar para que (B . en O .) m andando
se buelba a plantar el suelo con unos árboles según el terreno lo
perzidiere; y en quanto a las castañales que los vecinos de Cerezeda
se quejan les lleba y usurpa dicho vecino de la casa de N ebares
pidan en form a y sigan su justizia en donde les conbenga y unos y
otros no rom pan ni agan zierros en dicho monte, pena de doscien­
tos reales aplicados, la mitad para la cámara de su M ajestad y la
otra mitad para gastos y a disposizión de el juez que en esto en­
tendiere. En quanto al monte de Sobina cuia propiedad dice ser
suia el convento de San Pelayo por aora y sin perjuizio del real
patrim onio se les entretiene a dicho convento incluso que se alia
de llevar la mitad de la castaña y la otra mitad los que la plantan
y para azer dicha plantoria dichos vecinos ni el conbento ni sus
foreros y arrendatarios puedan cortar ni corten ningún roble por
el pie, saibó que sea con lizencia de la justizia com o ba referido
en este capítulo, bolbiendo a plantar de robles los suelos, no cor­
tando ni podando sino como ba referido de mediado octubre asta
m ediado febrero y dejando orla y pendón, según que la justizia de
este concejo tenga espezial cuidado y los vecinos de dicha parroquia
si se contrabinieren a lo dicho sin abiso y unos y otros cumplan
pena zien ducados, aplicados mitad para la cámara de su m ajestad,
m itad para gastos y a disposizión del juez que lo biniere a ejecutar.
Y
en quanto a la parroquia de Sorribas (R . en O .) conbocados
los vecinos de dicha parroquia sólo binieron los bezinos del lugar
de Cúa, componiéndose dicha parroquia de zinco lugares, m anda­
b a y m ando respeto en estar quitadas las portillas no se buelban a
poner y serbidum bre de la iglesia quede libre y sin em barazo y lo
mesmo todos los caminos y serbidumbres de que usaban de pocos
años a este presente y en espezial el camino de la Toyosa según
está m andado por auto del señor don Antonio José de Zepeda así
en el qual como otro dado en Sofelguera, en los diez y nuebe de
setiembre deste presente año, y (en los d ) ansimesmo dichos bienes
que fueron y son de dicha casa no impidan el uso y ejercicio libre
de pescar en el rio ni por si ni por sus criados ni que se abran
dichos caminos y se pongan en libertad como antes estaban, pena
de zien ducados la mitad para la cámara de su M ajestad y la otra
mitad a disposición del juez que en esto ubiere de entender.
San Juan. Y en quanto a la parroquia de San Juan de Berbío
declara p or comunes y realengos los puertos de la Teya y Pande-
600
ANDRES MARTINEZ VEGA
mules sean dichas m ajadas todas respectivamente de ellas, términos
de este concejo y de dicha parroquia u no lo sean pero en quanto
al uso de pastar a lejos bueltas en ningún tiempo ni p or caso que
en quanto a pastar les suzeda dichos vecinos de dicha parroquia
de San Juan de Berbío puedan ser prendados por los dueños de
la cassa de Sorribas ni por sus criados ni otra persona p or su
orden u sin ella, y los cumplan, pena de doscientos ducados p o r la
prim era bez que sucediere la mitad para la cám ara de su M ajestad
y la otra mitad a disposición de el juez que esto biniere a enten­
der; y en quanto a la m ajada de Ordiales (B . en O .) ser término
de la parroquia de San Juan de Berbío y el prado de la quintana,
término de la parroquia de Villam ayor, pero que unos u otros no
se puedan correr ni prendar dejando el uso libre de pastar a lejas
bueltas; y en quanto al prado y casa por aora y sin perjuizio del
real patrimonio no se abra pero con apercibimiento que (B . en O.)
zediere prendar ganado u corrente p or los dueños de dicho prado
y sus criados desde aora les da por multados en zien ducados, mi­
tad para la cámara de su Majestad y mitad a disposizión de el juez
que en esto entendier y que dicho prado se ponga en abertal y se
demuela dicha casa; y en quanto a los vecinos de Cardes y Argandenes no puedan prindar a los de San Juan ni los de San Juan a
ellos sino gozar de los pastos como asta aquí quien con buena bezindad y correspondenzia lo azen y si algún derecho para azer lo
contrario tienen ki sigan en justizia sin dar lugar a criminalidades,
y a los que lo contrabinieran las multe y da p or multados en zinquenta ducados, mitad para la cámara de su M ajestad y mitad para
gastos, y a disposición de el juez que en esto suzediese entender;
y en quanto a las aldeas foreras que por el auto general del señor
don Antonio José de Zepeda le manda adquiera las notizias que
pudiere y las que a adquirido y son con tal nom bre en este dicho
concejo son la aldea de Cardes, en la felegresía de Valle; la aldea
de San Bizente, en la felegresía de San Juan de Berbío;
la aldea
de Argandenes, en la parroquia de San Román; la aldea de Mones,
en la parroquia de Villam ayor;
la aldea de Sardeda, en la parro­
quia de San Bizente de Cuesta de Suebe, cuias aldeas pagaban zierto fuero y maravedís; y ansimismo otras personas que p or corrales
e árboles, fábricas de casas que en otros tiempos en los caminos
se izieron y beniendo a esto otros jueces como bino al presente el
señor don Antonio José de Zepeda se les cargó zenso el cual cobra­
ba el m aiordom o o procurador de el concejo y pareze esto se le
da (R . en O .) con los cuales siempre se pagó en Obiedo al tesorero
de su M ajestad (R. en O.) con el los demas tributos de serbizios
LAS PARROQUIAS DE PILONA, SEGUN EL «APEO» DE CEPEDA
601
ordinario y estraordinario cuia razón se aliara ser así en los reales
apeos de su M ajestad y encabezamientos que despues acá se an
echo y el año pasado de nobenta y uno su m ajestad perdonó pa
zinco años todos los tributos a este concejo asolutamente y pasado
dicho tiempo de todo se izo nuebo encabezamiento y para el efecto
está recogido el precio de lo que deba pagar a las aldeas de alca­
balas y serbizio estraordinario por razón de tales aldeas y el indulto
que izo su M ajestad que porque no está en el conocimiento es con­
fusión por lo zierto es se pasa y está en olvido en las de mas serbicios y alcabalas y lo mismo el feudo que se pagaba p or llebar
ganados a los puertos e inberenar, especialmente en las parroquias
y lugares de Villam ayor, Sebares, Antrialgo, San Román, San Juan
de Berbío, Valle, antiguamente todos los vecinos de los lugares
referidos pagaban zinco maravedís todas las personas que subían
ganado a los puertos que poseen dichos lugares y parroquias y lo
mesmo pagan cualesquiera personas si es que metían ganados en
dichos puertos y para esto y para cobrar los demas tributos de las
aldeas y términos foreros se nonbraban cobrador en una de las
referidas aldeas, el qual estaba a su cargo pagar asta su termina­
ción los cuales se incorporaban para satisfazer las reales alcabalas
u otros tributos según que no sepa de aliar otra razón y se remita
asta que su M ajestad tubiere y se aliare en sus reales libros y asien­
tos que están prontos como tarde a los basallos de dezirle en todo,
p or tanto m ando que Ínterin que por su M ajestad otra cosa mande
y pagar se lo (R . en O .) y abien (R. en O.) los límites y dem arca­
ciones que los vecinos de cada parroquia en que para este efecto
fueron llam ados los de una parroquia en sus deposiziones ponen
límites de la otra y el consiguiente las de otras, de otras de form a
que pareze los mios se entrometían y dezían ser de su parroquia lo
que p or el costumbre era en contrario y reconociendo los muchos
pleitos y otros muchos y grabes incombenientes que si esto se orijinaron y acudir al remedio m andaba y mando, que cada parroquia
en quanto al uso y gozo de sus términos se mantenga y goze como
asta aquí sin perturbar ni azer agrabio a otras parroquias y lugares
sus confinantes ni p o r sus propias declaraciones pretendan tener
unas derecho y azión que el que antes de azer dicha declaración te­
nían, pena de ser castigados, conforme a derecho como perturbado­
res de la paz pública y todo lo mas que las leies de esto disponen;
y en quanto a recoger los archibos en poder de los susodichos que
al presente ejerzen los a suios y para el efeto se les notifico y dió
comisión a cada uno como se prebiene y m anda según de ellos
consta y con las penas contenidas en el auto contenido p or dichos
602
ANDRES MARTINEZ VEGA
don Antonio José de Zepeda para que lo cumpliesen y pusiesen en
ejecución; y en quanto a lo perteneziente a cosas del conzejo y
ayuntamiento se puso arca con tres llabes interior que se aze cajón
con seguridad en cuia arca se echaron los instrumentos pertenezientes a cosas de el concejo que pudieron ser abidos y según los
mas se azen y arán las diligencias pusibles para ser abidos y siendo
nezesario según este punto se dará quenta; y en quanto a lo demás
contenido en el auto general se notificó a los escribanos según la
form alidad en azer escrituras de cuentas y ansimesmo se nom bra­
ron regidores de número para el régimen y prezio del bino, carnes,
pesos, medidas y mas según este punto contenido en el auto general
que para el efeto fué leido en el ayuntamiento, y ansimismo si era
(R . en O .) en como ubiese en cada uno solo un síndico (R . en O.)
que m ejor se cumpla m andaba y mando que el presente escribano
dé un tanto a cada parroquia de lo a ella perteneziente y en este
instrumento sentenziado entregándolo una persona de las de pri­
mera suposizión que no sea reo y de aberlo ejecutado se me de
una zertificación y se ejecute debajo de las penas contenidas en
dicho auto general, echo por dicho señor don Antonio José de Ze­
peda, y lo firmó. Entre renglón = Vallín y San Martín = ba. valga.
Y o escribano en cumplimiento de lo m andado p or dicho señor
don Juan Francisco de la Villa para que dé cumplimiento a lo con­
tenido en (B . en O .) mencionado y sentenciado entregué de lo que
alian (B . en O .) a cada parroquia (R . en O .) un vecino de ella. Dia
dos de mayo se dió certificado de los apeos de las parroquias de
Pintueles y Coya en (B . en O .) al señor don Rafael Valdés de Villanueva p or mandamiento judicial.»
UNA NUEVA ESTELA PROCEDENTE DE CARAVIA
(ASTURIAS) Y ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE LA
ICONOGRAFIA FUNERARIA INDIGENA EN EL
NORTE PENINSULAR EN EPOCA ROMANA
M a r io
M enendez
F ernandez
La estela que estudiamos fue hallada durante unas obras realiza­
das en la iglesia de Colunga en el invierno de 1986. En la actualidad
permanece depositada en dicha iglesia parroquial*. Está tallada
sobre un bloque prismático de cuarcita, cuyos fragm entos unidos
ofrecen en su estado actual unas medidas de 130 cms. de alto por
75 cms. de ancho, con un grosor medio de 15 cms. Si bien la parte
conservada presenta am bos lados paralelos, la distribución de las
decoraciones hace suponer una cabecera circular que ocuparía, con
toda probabilidad, algo más del tercio superior de la estela. En la
parte inferior presenta un talón liso, que iría hincado en la tierra
o introducido en el carril de un pedestal, con la finalidad de man­
tener la verticalidad de la misma.
Esta form a, que se halla a medio camino entre las estelas dis­
coideas y las prismáticas de cabecera semicircular, es definida por
M arco Simón como «estela discoide», y no es la más frecuente en
este tipo de piezas de tradición indígena, como luego veremos ( 1 ).
En el anverso de la misma (Lám . 1, a), ocupando la superficie
circular superior, aparece una rueda de radios curvos, de la que
sólo se conserva el arco inferior de la circunferencia y cuatro frag­
mentos de dichos radios, que hacen suponer la prim itva existencia
* Agradezco a don Emilio Olávarri Goicoechea la información sobre la exis­
tencia de esta estela, así como las fotografías que me han permitido su
estudio.
(1 )
M
S
, F .: “Tipología y técnicas de las estelas decoradas de
tradición indígena de los conventos cesaraugustano y cluniense”, p. 14, Zara*goza, 1976.
arco
im ó n
MARIO MENENDEZ FERNANDEZ
604
de doce radios en disposición estrigilada indicando un movimiento
en sentido sinistrógiro (Lám . 1, b).
B a jo la rueda existe una cenefa form ada por doble cinta que
genera una serie de tres círculos concéntricos, o entrelazos de eses,
cuya cinta central se prolonga lateralmente hacia arriba, tomando
el giro de la circunferencia anteriormente descrita. Esto hace su­
poner que, muy probablemente, la rueda estrigilada estuviese cir­
cunscrita p or el filete originado en la cenefa inferior (Lám . 1, b ).
Separado p or dos baquetones aparece una cartela inferior, de
form a rectangular, con botones o puntos de resalte en los respec­
tivos ángulos, cuyo motivo central, similar al anterior, está consti­
tuido p or dobles circunferencias entrelazadas.
La parte conservada del reverso presenta dos rectángulos. El in­
ferior dispuesto horizontalmente y el superior en posición vertical,
contienen lazos sin fin o motivos de cestería, encadenados median­
te eslabones rectos, que encierran botones o puntos en los espacios
libres (Lám . 1, c). N o es posible la reconstrucción de la parte supe­
rior perdida, de la que cuelgan dos líneas ondulantes, que enmarcan
los entrelazos del rectángulo superior. En am bas bandas laterales
aparecen dibujos de eses entrelazadas con puntuación en los círcu­
los que se generan (Lám . 1, d).
ICONOGRAFIA Y PARALELOS
El disco de radios curvos que preside el anverso de nuestra
estela es, quizá, el dibujo más representado, en sus diversas m oda­
lidades, en las estelas funerarias de carácter indígena (2). Aparece
con radios rectos, form ando rosas exapétalas, bien solas, com bina­
das, o asociadas a otros elementos a los que frecuentemente se les
atribuye un carácter astral, como veremos. En el caso de la estela
de Caravia, en la que aparece el disco de radios estrigilados, parece
que este motivo debe ponerse en relación con las representaciones
de esvásticas, tema muy representado durante diferentes épocas y
de controvertido significado (3).
(2) G
Madrid, 1949.
a r c ía
B e l l id o ,
A.: “Escultura romana en España y Portugal”, p. 321,
M
S
, F. : “Las estelas decoradas de los conventos cesaraugustano
y cluniense”, Caesaraugusta 43-44, p. 17, Zaragoza, 1978.
(3) M
, L. : “L’emploi et la signification dans l’antiquité du signe dit
croix gammé”, 1877.
G reg, R.P. : “On the Meaning and the Origin of the Fylfot and Swastika”,
1885.
'
’
arco
im ó n
uller
Lámina 1: Estela de Caravia. a) Anverso; b) Reconstrucción anverso; c) Re­
verso; d) Reconstrucción decoración lateral.
Lámina 2 : a) Diversas esváticas del castro de Santa Tecla (Pontevedra) ;
b) “Chains of Whirligigs”, derivados de la esvática, Seg. Jacobsthal;
c) Estela de Santa Tecla ; d) Entrelazos del castro de Rubiás ;
e) “Esvástica del Miño”, Seg. Leite de Vasconcellos; f) “Pedra for­
mosa”, Briteiros; g) Juegos de compás para formar una rueda estrigilada; h) Estelas funerarias del Museo Guimaraes.
Lámina 3 a) Estelas funerarias de Mirando do Douro; b) Diversas decoracio­
nes castreñas en piedra.
Lámina 4: a) Diadema de Ribadeo, Museo Lázaro Galdiano; b) Puerta de vi­
vienda del castro de Sabroso; c) Puerta de vivienda del castro de
Ancora, Mus. Martins Sarmentó; d) Decoración arquitectónica de
Vermoin; e) Estela de Dóriga.
UNA NUEVA ESTELA PROCEDENTE DE CARAVIA (ASTURIAS)
605
La esvástica parece que se origina en el Este, a p artir de lo
que llam ó Francokwski la «svástica india», para diferenciarla de la
«svástica vasca», tan frecuente en las decoraciones populares de
la zona cantábrica hasta la actualidad (4). Excepto Dechelette que
le supone un origen africano (5 ), existe una general aceptación de
su procedencia oriental, pasando por Centroeuropa asim ilada p or
el mundo Hallstáttico, en las diversas variantes que Jacobsthal de­
nomina «W h irlig ig s » ( 6 ). Para Cumont no debe buscarse en el
H ierro Centroeuropeo el elemento difusor de este tipo de motivos
orientales, sino que debe ponerse en relación con los desplazamien­
tos de las legiones romanas (7).
L a tesis de Cumont es difícilmente defendible en la Península
Ibérica, ya que este tipo de motivos de sim bología astral, como
han puesto de manifiesto Juliá y M arco Simón ( 8 ), no son frecuen­
tes en los monumentos dedicados a soldados o veteranos. Además
difícilmente la corta estancia de la Legio V I I en el Danubio, como
observa M. Simón, puede producir una intensa asimilación de es­
tos motivos, que p o r otra parte no son más frecuentes en León que
en otras zonas de la mitad Norte peninsular.
Por todo ello parece que estos temas derivados de la esvástica
form an parte del sustrato iconográfico hallstáttico, junto con otros
que también aparecen en la estela de Caravia, como luego vere­
mos. Penetran en la Península con los pueblos
de Campos
de
Urnas, como ocurre en Italia con el Horizonte Protovillanoviano,
acom pañando a los nuevos ritos de incineración. Su incorporación
al repertorio indígena es indudable, si bien algunas variantes ico-
W
: “The Swastika”, in Annual Report of the board of regents of the
Smithsonian Institution, 1896.
Z
: “Histoire du svastika”, Compte-rendu, Congr. de Paris, 1899.
H
, J. : “A p r o p o s d u s y m b o le d e la rou e d a n s la re lig io n g a u lo is e ” R.A.E.,
II, 1951.
(4 )
F
, E. : “Estelas discoides de la Península Ibérica”, C.I.P.P.
núm. 25, p. 116, Madrid, 1920.
(5) D
: “Manuel d’Arqueologie préhistorique, celtique et galloromaine”, II, p. 435, Paris, 1910.
(6) J
, P. : “Early Celtic Art”, p. 76, Oxford, 1969.
(7) C
: “Recherches sur le symbolisme funéraire des Romain”, p. 128,
Paris, 1966.
(8) J , D . : “Etude épigraphique et iconographique des stèles funérai­
res de Vigo”, p. 25, Heildelberg, 1971.
il s o n
m ig r o d s k i
att
rankow ski
echelette
acobsth al
umont
u l iá
M a r c o Sim ón, F . :
O p cit. nota 2, p. 25.
MARIO MENENDEZ FERNANDEZ
606
nográficas del tema pueden presentar carácter autóctono, como se­
ñaló Linckenheld para algunas de Galicia (9).
Jacobsthal, en su «C orpus sobre el Arte Celta», pone de mani­
fiesto cómo la esvástica hallsháttica genera una serie de temas
iconográficos variadísimos durante el período de La Téne, relacionables con los «chains of w hirligigs» y los «com m aleaves (10). Sin
em bargo, son escasísimas las representaciones de ruedas estrigiladas en el mundo de La Téne. M ás bien parecen circunscribirse a
ambientes hallstátticos, siendo profundamente asim iladas por las
poblaciones indígenas y mantenidas en la fase que Bosch Gim pera
definió como Posthallsttática, indicando la práctica ausencia de
manifestaciones laténicas en la Península Ibérica.
En resumen, parece claro que este motivo, presente en la estela
de Caravia, de cronología evidentemente más tardía que los para­
lelos citados, es un tema indígena muy asimilado y enormemente
repetido en el N orte y Noroeste de la Península. Aparece en form a
de trisquel, tetrasquel y ruedas estrigiladas de 6 y 12 aspas más
frecuentemente. En los conventos Cesaraugustano y Cliniense apa­
rece mayoritariamente en estelas discoideas, como la de Meñaca
(V izcaya) o la de Lom bera (C antabria) (11), mientras en los con­
ventos Asturicense y Lucense es más frecuente en estelas prism á­
ticas de cabecera semicircular (12). Todas ellas son, a decir de
García Bellido, «d e abolengo céltico, tanto p or su parentesco for­
mal con otras centroeuropeas, como p or la antroponim ia de los
epígrafes» (13).
(9) L i n c k e n h e l d : “L ’ornamentation des stéles”, in 15 th. Cong. of Anthr.
and Prehistoric Archaeology, vol. II, p. 496, 1931.
(10) J a c o b s t h a l , P . : Op. cit., p. 77.
(11) M a r c o S i m ó n , F .: Op. cit. notas 1 y 2.
C a r b a l l o , J .: “Estelas gigantes de Cantabria”, Cuad. Est. Gallegos, III, 1948.
AbÁsoLO, J .A .: “Epigrafía romana de la región de Lara de los Infantes”,
1974.
O s a b a , B . : “Simbolismo en la ornamentación de las estelas hispanorromanas del Museo Arq. de Burgos”, Rev. Univ. de Madrid, 22, 1973.
L a b e a g a M e n d i o l a , J.C.: “Estelas discoideas de Viana (N av arra)”, Cuad. de
Etnología y Etnografía de Navarra, 34, Pamplona, 1980.
B a r a n d i a r á n , J.M .: “Estelas funerarias del País Vasco (Zona Norte)”, San
Sebastián, 1980.
(12) L e it e de V a s c o n c e l l o s : “Religióes da Lusitania”, III, Lisboa, 1913
N a v a s c u é s , J .M .: “Caracteres externos de las antiguas inscripciones sal­
mantinas. Los epitafios de la zona occidental”, B.R.A.H., CLII.
G a r c ía B e l l i d o , A .: “Las más bellas estelas geométricas hispanorromanas
de tradición céltica”, Hommages á Albert Grenier, II, Bruselas, 1962.
(13) G a r c í a B e l l i d o , A .: “Escultura romana...”, p. 321.
UNA NUEVA ESTELA PROCEDENTE DE CARAVIA (ASTURIAS)
607
La serie de círculos concéntricos form ados p or dobles bandas
que aparecen b a jo la rueda radiada es un motivo mucho más gene­
ralizado. Aparecen no solamente en el ámbito cultural ya descrito,
sino que también es frecuentemente utilizado en el m undo medi­
terráneo. En nuestro caso parece que debe ponerse también en
relación con las pervivencias hallstátticas. Así, encontramos este
tema en la cerámica de Cogotas II (14) y en el m undo celtibéri­
co (15). Pero sin duda el paralelo más estrecho debe buscarse en
el mundo castreño. Las cerámicas halladas por García Bellido y
U ría Ríu en el castro de Coaña (16) y por E. O lávarri en el de
M ohías presentan los mismos entrelazos de eses o series de círculos
concéntricos, al igual que aparecen en las decoraciones arquitectó­
nicas de castros como Rubiás o Monte Redondo (17). Igualm ente
aparecen en la orfebrería castreña, fundamentalmente en las diade­
mas, como elemento de enmarque de motivos narrativos o geomé­
tricos, com o puede verse en las diademas de Ribadeo conservadas,
respectivamente, en el Museo Arqueológico Nacional y en el Museo
Lázaro Galdiano, o diversos amuletos procedentes del Instituo V a ­
lencia de Don Juan (18). La presencia de este mismo elemento
decorativo en dos importantes monumentos funerarios asturianos,
tales como las estelas de Valduno y Dóriga (19), demuestra la pervivencia de temas indígenas en una sociedad romanizada y su utili­
zación en contextos funerarios.
Breve comentario merece el filete que circunscribe la rueda estrigilada, form ando una banda sin fin con la teoría superior de
círculos concéntricos entrelazados. Pudiera tratarse de un atavismo
(14) C a b r é , J .: “Excavaciones en Las Cogotas, Cardeñosa (A v ila )”, I y II,
J.S.E.A., 110 y 120, Madrid, 1931.
(15) B a r r i o O l a s o y G a R e t e s : “Una estela discoidea en las cercanías de
Iruña (A la v a )”, Est. Arq. Alavesa, 10, Vitoria, 1981.
(16) G a r c í a B e l l i d o y U r í a R íu: “Avance a las excavaciones del Caste­
llón de Coaña”, Rev. Univ. Oviedo, 126, 1940.
(17) C a r d o z o , M .: “Citánia de Briteiros e castro de Sabroso” , Guimaráes,
1980.
L ó p e z C u e v i l l a s , F., y L o r e n z o , J .: “Las habitaciones de los castros”, Cuad.
Est. Gallegos, II, 1947.
(18) B l a n c o F r e i j e i r o , A .: “Origen y relaciones de la orfebrería castreña”, C.E.G., X II, págs. 20 y 137, 1957.
L ó p e z C u e v i l l a s , F .: “Las joyas castreñas”, 1951.
C a r d o z o , M .: “Elementos bibliográficos para o estudo da Joalharia arcaica
luso-espanhola”, Guimaráes, L X X V II, 1967.
(19) G o n z á l e z , J .M .: “L a estela de Valduno”, B ID E A 7, Oviedo, 1967.
“Un fragmento de la estela del castiello de Dóriga (Cornellana)”,
B ID E A 13, Oviedo, 1951.
608
MARIO MENENDEZ FERNANDEZ
o representación anacrónica, sin duda carente de sentido para el
autor de la estela, pero que recuerda idéntico encuadre en otras
piezas lusitanas de M iranda do Douro (20) o de la Meseta (21)
(Lám . 3, a), interpretadas por Frankowski como una fase de tran­
sición desde las primitivas representaciones del difunto en las «es­
tatuas m enhires», hasta la definitiva estilización (22). Los antiguos
rasgos faciales así enmarcados son sustituidos ahora p or «decora­
ciones rellenantes», que es el papel asignado p or este autor a los
diferentes tipos de ruedas radiadas.
La decoración del reverso está constituida p or dos lacerías o
motivos de cestería, formados por dobles cintas sin fin, con puntos
de relleno en los espacios libres de las intersecciones. Al igual que
en el caso anterior, puede señalarse este motivo como propio del
substrato hallstáttico, donde se forma, según Jacobsthal (23), a
partir de la evolución y los juegos de compás que permite la esvás­
tica. Son los «chains of W hirligigs» (Lám . 2, b ).
E l origen mediterráneo que propone M. Cardozo, a pesar de los
evidentes influjos que llegan desde el Sur al mundo castreño del
Noroeste peninsular, constatables claramente en la orfebrería, no
parece el más probable para esta decoración (24). M ás acertada
nos parece la ya expuesta filiación hallstáttica, transmitida a través
de Celtiberia, como opina Blanco Freijeiro (25), o la llegada desde
la Europa Atlántica p or vía marítima, a través de las rutas conoci­
das de antiguo y muy frecuentadas desde el Bronce Final.
En cualquier caso, este motivo constituye uno de los principales
temas decorativos de la orfebrería y la arquitectura castreña. Lo
encontramos en algunos torques, como el de Xanceda, o en las dia­
demas del B.A.N. y el Museo Lázaro Galdiano (Lám . 4, a ) (26). La
estela de Caravia refuerza el parecido de estas lujosas piezas me­
diante el relleno de los espacios libres con puntos, técnica usual
entre los aurífices galaicos.
(20) L e it e de V a s c o n c e l l o s : Op. cit. nota 12, p. 416.
(21) H ü b n e r : C.I.L., II, 2.675.
(22) F r a n k o w e k y : Op. cit. nota 4, p. 150.
(23) J a c o b s t h a l : Op. cit. nota 6, p. 77, motivos núms. 296-99.
(24) C a r d o z o , M .: “Algunas observaciones sobre el arte ornamental de
los Castros del noroeste”, IV, C.A.S.E., p. 345, Elche, 1948; Cartagena, 1949.
(25) B l a n c o F r e i j e i r o , A .: “Origen y relaciones de la orfebrería castreña”, C.E.G., X II, 1957.
(26) L ó p e z C u e v i l l a s , F .: “La diadema de Ribadeo”, C .E .G ., VI, 1951.
Véase igualmente el trabajo de Monteagudo in “Homenaje a García Bellido”.
UNA NUEVA ESTELA PROCEDENTE DE CARAVIA (ASTURIAS)
609
Sin em bargo, donde el paralelo refleja su exacta similitud es en
la observación de las decoraciones arquitectónicas. Las jam bas y
dinteles de algunas puertas de cabañas halladas en los castros galaico-portugueses reproducen con exactitud estos mismos entrelazos. Así los encontramos en el marco de una puerta del castro de
Ancora, en la Citania de Briteiros, en Rubiás — añadiendo los mis­
mos puntos en los espacios libres— , en el castro escasamente ro­
manizado de Sabroso, o en la puerta de Varm oin, hoy conservada
en el Museo M artins Sarmentó (Lám . 4, b, c, d). Incluso en el castro
berciano de Valtuille de Arriba, en una pieza tallada para adosar
al m uro de la vivienda, hoy depositada en el Museo Etnográfico del
Seminario de Estudios Gallegos (27).
Si en el m undo galaico-portugués esta decoración aparece aso­
ciada a la orfebrería y a la arquitectura doméstica, en el ambiente
romanizado astur la encontramos form ando parte de un m onu­
mento funerario, en la estela de Dóriga, con un entrelazo sim ilar
al que persentamos de Caravia (Lám . 4, e). El friso inferior de la
estela de Dóriga reproduce lo que Leite de Vasconcellos (28) deno­
minó «esvástica del M iñ o» (Lám . 2, e), que no es más que una
simplificación de los encadenamientos que estudiamos, relacionables en origen con la esvástica, cual es la teoría de Jacobsthal, ya
vista. P or ello parece necesario llam ar la atención sobre el hecho
de la interrelación de todos los motivos presentes en la estela de
Caravia antes de intentar explicar su significado.
La esvástica es el origen de la rueda solar que preside el an­
verso y de las lacerías que rellenan el reverso. Pero también lo es
de las teorías de círculos concéntricos, que son una estilización
geométrica de la rueda solar, derivadas de las eses con los extre­
mos curvados en espirales (29). Por ello, todas las decoraciones
presentes en la estela de Caravia hacen referencia no sólo a un
origen cultural común, ya visto, sino que reflejan una temática
homogénea de indudable contenido simbólico.
Estos mismos temas trascienden el mundo antiguo, con un gran
desarrollo en época medieval, tal vez ya disociados de su contenido
(27)
C a r d o z o , M .: Op. cit. nota 17.
L ó p e z C u e v i l l a s , F., y L o r e n z o , J .: “Las habitaciones...”. „
_____________
L ó p e z C u e v i l l a s , F . : “Unha pedra castrexa do Vierzo”, Bol. Real Acad. Ga­
llega núms. 235 a 240, p. 278.
L u e n g o , J.M .: “Lo celta y celtibérico en la provincia de León”. Homenaje
al Prf. Alm agro Basch, III, p. 161, Madrid, 1983.
(28) L e it e d e V a s c o n c e l l o s : Op. cit. nota 12, p. 79.
(29) D e c h e l e t t e : Op. cit. nota 5, p. 458, fig. 190.
MARIO MENENDEZ FERNANDEZ
610
simbólico pagano y utilizados en la decoración visigoda peninsular
y en la prerrom ánica asturiana. Este resurgir medieval debe po­
nerse en relación con los nuevos aportes europeos a la Península
Ibérica con la disolución del mundo romano, herederos de las mis­
mas decoraciones en origen.
CRONOLOGIA
L a estela de Caravia debe ponerse en relación, como hemos vis­
to, con el conjunto de manifestaciones indígenas que afloran en
el N orte de la Península durante el proceso de romanización. Al
no disponer de un contexto arqueológico asociado a la misma que
nos permita aproxim ar su cronología, debemos hacerlo con la úni­
ca consideración de sus elementos formales.
Tradicionalmente se han asociado los castros del Este asturiano,
y en concreto el castro de Caravia, más con la zona cantábrica y
meseteña que con el mundo galaico-portugués (30). Sin embargo,
parece indudable que deba recibir influjos de am bas zonas, dada
su posición geográfica intermedia. Y, en efecto, la propia m orfolo­
gía de la estela que estudiamos así parece sugerirlo, ya que se
encuentra a medio camino entre las estelas discoides cántabras,
navarras y burgalesas y las prismáticas rematadas en semicírculo
del ámbito galaico-portugués. Sin embargo, es en la decoración
donde se nos muestra con más intensidad el cruce de influencias
de am bas zonas. L a rueda de radios curvos es común a todos los
monumentos funerarios. Pero mientras las decoraciones de círculos
concéntricos entrelazados son frecuentes en las estelas de Alava,
N avarra, etc., los motivos de cestería son de clara influencia del
Noroeste.
Respecto a estos dos grandes conjuntos de monumentos fune­
rarios poco se ha concretado en el aspecto cronológico. M arco
Simón considera motivos similares de Cantabria y Alava como de
época anteimperial. García Bellido, ante la im posibilidad de fechar­
las, las sitúa entre el siglo II a.C. y el siglo I V de la E ra (31). En
nuestra opinión, la estela de Caravia responde a los prim eros mo­
mentos de la romanización en Asturias, no alejándose seguramente
(30) M a l l a , J .L .: “La cultura castreña asturiana: De los orígenes a la
romanización”, in Indigenismo y romanización en el conventus asturum, págs.
11-45, Madrid, 1983.
L l a n o , A . : “El Libro de Caravia”, Oviedo, 1919.
(31) M a r c o S i m ó n , F .: Op. cit. nota 2.
G a r c ía B e l l id o : Op. cit. nota 2.
UNA NUEVA ESTELA PROCEDENTE DE CARAVIA (ASTURIAS )
611
del siglo I d.C. La frescura de los temas indígenas representados,
perfectamente identificados con su carácter funerario; la predilec­
ción p or el dibujo, la abstracción y el simbolismo, frente al gusto
rom ano de la epigrafía y la escultura de bulto, nos muestran un
dedicante que ante tan importante decisión como levantar un m o­
numento funerario, echa mano del repertorio «tradicional», todavía
para él cargado de simbolismo.
INTERPRETACION ICONOGRAFICA
Las estelas funerarias no sólo señalan el lugar de enterramiento
del difunto, sino que resumen una serie de concepciones de índole
escatológica, y p o r tanto son un claro exponente del ideario de ul­
tratum ba de quien las erige. Desde este punto de vista, los motivos
representados cobran todo su valor a la hora de descifrar este idea­
rio. Sin em bargo, la repetición de símbolos hace que vayan per­
diendo su valor prim ario y se conviertan en meras decoraciones,
faltas de contenido para quien las realiza. N o obstante, el valor del
sím bolo es independiente de su comprensión, y mantiene su conte­
nido al margen de que sea conocido o no por quien lo ejecuta (32).
Las ruedas solares, los círculos concéntricos y los entrelazos se
realizan mediante juegos de compás de fácil ejecución y de un re­
sultado decorativo más que aceptable. Forman, p or tanto, parte de
los llam ados «m otivos eternos» p or Deonna (33), o los ya mencio­
nados «m otivos rellenantes» de Frankowski, sin otra intencionali­
dad que la ornamental. N o obstante, cuando el contenido de un
sím bolo se ha degradado suele asociarse a otros elementos carentes
de sentido, lo que no ocurre en la estela de Caravia.
Hem os visto cómo las diferentes decoraciones que estamos es­
tudiando tienen su origen form al en el movimiento implícito en las
representaciones de la esvástica. Sin duda el más característico de
todos ellos es la rueda de radios curvos. Su relación con cultos
astrales está fuera de toda duda, asociándose a las divinidades so­
lares, tan frecuentes en la religión de los arios. La relación entre
los cultos astrales y el culto a los muertos es igualmente bien co­
nocida (34). Así, este motivo aparece bien representado en las urnas
(32)
E liade , M. : “Tratado de Historia de las Religiones”, II, p. 239, 1974.
(33)
D e o n n a , W . : “L a vie millénaire de quelques motifs décoratifs”, Gé-
nova, V III, 1929, p. 193.
(3 4 )
B l á z q u e z , J.M. : “Religiones primitivas de Hispania. Fuentes litera­
rias y epigráficas”, Madrid, 1962.
MARIO MENENDEZ FERNANDEZ
612
cinerarias de Cogotas y otros castros meseteños. Pero,
donde su significado astral-funerario aparece más claro
estelas (35). Se representa frecuentemente como una rosa
o estrigilada, asociada con el creciente lunar, m orada de
sin duda,
es en las
exapétala
las almas
de los muertos. También rodeada p or los planetas o en sus fases
de orto, cénit y ocaso. Igualmente está representado en la «Ped ra
F orm osa» de Briteiros (Lám . 2, f), de indiscutible sentido funera­
rio, así como en otros monumentos oikomorfos.
v
E l sol representa «potencia vivificadora, protección sobrenatu­
ral y esperanza en una futura vida astral», según Blázquez, y su
relación con lo céltico, entendido este concepto en un sentido am­
plio, viene subrayado por el hecho de su práctica ausencia al Sur
del T ajo y el Levante Mediterráneo. Que igualmente haya tenido
otro significado cuando se realiza sobre torques, esculturas como
las de los guerreros lusitanos, o en piezas embutidas en los para­
mentos de las casas, parece también posible. En el caso de la rueda
de radios curvos, representativa del sol en movimiento, se ha aso­
ciado con el trueno (36), y como tal con el culto a Júpiter, del que
existen diversas referencias en Asturias.
Respecto al posible significado de los entrelazos tallados en el
reverso, no es fácil aventurar una hipótesis. Y a hemos visto cómo
algunos autores los hacen derivar de la esvástica de brazos espiraliformes, mientras otros los suponen una copia de las labores de
cestería. Tal vez su representación en la puerta de las cabañas castreñas obedezca a un mero gusto decorativo, como puede suponér­
sele a algunas joyas, o quizá responda a un sentido profiláctico o
apotropaico. Las lacerías se han interpretado frecuentemente (37)
como sím bolo del envolvimiento y la ligazón de la criatura con el
creador. Este es el significado que mantiene en la heráldica, como
dependencia y unión a las jerarquías establecidas.
B l á z q u e z , J.M .: “Diccionario de las religiones prerromanas de Hispania”,
1975.
(35)
G a r c í a y B e l l i d o : Op. cit. nota 2, p. 329.
M a r c o S i m ó n : O p . cit. n o ta 2, p
22.
(36) B l á z q u e z , J.M .: “El sincretismo en la Hispania romana entre las re­
ligiones indígenas, griega, romana, fenicia y mistéricas”, in La Religión Romana
en Hispania, p. 190, Madrid, 1981.
(37) L e h n e r , E .: “Simbols, sings and signets”, Cleveland, 1950.
B a y l e y . H .: “The lost language of symbolism”, Londres, 1952.
UNA NUEVA ESTELA PROCEDENTE DE CARAVIA (ASTURIAS)
613
En resumen, la estela de Caravia se nos muestra como un m ag­
nífico ejem plo del Arte Indígena, a medio camino entre la icono­
grafía celtibérica meseteña y la de los castros galaico-portugueses.
Manifiesta un sentido artístico propio, cualquiera que haya sido
su origen, cargado de un simbolismo que no se resigna a perecer
con el m undo romano.
VIAS DE COMUNICACION DE EPOCA ROMANA EN EL
VALLE DEL RIO NARCEA (CONCEJO DE CANGAS DEL
NARCEA)
N a r c is o S a n t o s Y a n g u a s
N os proponem os analizar en las páginas siguientes el trazado
correspondiente a la red viaria romana de la cuenca del río Narcea
en su recorrido p or el concejo de Cangas del Narcea, así como la
im portancia y significado que adquirirían dichos caminos en fun­
ción de dos hechos históricos paralelos en el tiempo, a saber: el
hábitat castreño y los aprovechamientos auríferos de sus proxim i­
dades durante los dos prim eros siglos de nuestra era.
Los investigadores modernos que se han ocupado de esta proble­
mática tienden ante todo a desarrollar una catalogación tipológica
de dichas vías de comunicación en tiempos de la presencia rom ana:
así, p or ejemplo, algunos de ellos piensan que los rom anos las cla­
sificarían en tres apartados diferentes (m ilitares, pretorianas
o
consulares y caminos vecinales) (1); esta división tripartita es la
seguida igualmente p or otros investigadores, asignándoles respec­
tivamente las denominaciones de grandes vías, vías secundarias y
vías particulares (2). Finalmente, para otra serie de autores, tras
sintetizar las diferentes hipótesis planteadas al respecto, habría
que dividir estas vías romanas en dos clases: las militares (o prin­
cipales) y sus ramificaciones (d e carácter secundario) (3).
En nuestro caso trataremos de abordar el tema teniendo siem­
pre presente que todo proceso histórico es dialéctico y temporal,
(1) M. R o d r í g u e z : Historia de Astorga, Astorga, 1873 (reedición de 1981),
p. 38.
(2) S. G ó m e z : “Las vías romanas entre Asturica Agusta*y Bergido Flavio
y la situación probable de la ciudad de Interamnium”, BSEG L X X I, 1931,
p. 526.
(3) F. W a t t e n b e r g : La región vaccea. Celtiberismo y romanización en la
cuenca media del Duero, Madrid, 1959 p. 139. Cf. T. M a ñ a n e s : El Bierzo pre­
rromano y romano, León, 1981, p. 256.
616
NARCISO SANTOS YANGUAS
es decir, que al abordar el estudio de las vías de comunicación, que
en un momento dado aparecen diversificadas, debemos conectar­
las con su origen y evolución experimentada en la época preceden­
te; en otros términos, que el trazado de una red viaria no surge
de golpe, sino que se va desarrollando paralelamente y en función
de los restantes hechos históricos (4).
Hemos de partir del hecho de que en tiempos prerrom anos exis­
tiría ya toda un serie de vías de comunicación o caminos (5 ); esta
premisa nos aparece corroborada claramente en las excavaciones
arqueológicas de los recintos castreños de Borneiro, Cameixa, Briteiros..., en los que se nos muestran vestigios de caminos que serían
utilizados para el tránsito rodado (6); por otro lado, en conexión
con la penetración de elementos indoeuropeos en nuestra Península
tiene lugar igualmente la introducción del carro y el caballo, extre­
mos que aparecen documentados con la presencia de una llanta de
rueda en el recinto fortificado de San M illán (7).
Este transporte a base de carretas requería la presencia de una
infraestructura viaria, aunque reuniese unos elementos mínimos;
dicha red viaria estaría integrada por caminos y, ocasionalmente,
por puentes, destinados a salvar los cauces fluviales y los acciden­
tes geográficos más acusados de su recorrido (8 ); en este sentido
en m odo alguno resulta descabellado pensar que tales puentes con­
tarían como material principal para su construcción con la madera,
al menos p or lo que concierne al área astur con anterioridad a la
llegada y presencia de los romanos.
Dicha infraestructura viaria únicamente se desarrollaría en las
regiones en que la demografía posibilitaba la existencia de un nú­
mero más o menos elevado de recintos fortificados y su finalidad
consistiría en ponerlos en connexión entre sí (en época rom ana los
centros de aprovechamiento aurífero potenciarían una evolución
aún m ayor de esta red de comunicaciones). Este hecho traería con­
sigo a su vez la existencia de unas relaciones comerciales más o
(4) A. B ir k : “La Edad Media en la construcción de caminos”, Investiga­
ción y Progreso XI, 1935, p. 349.
(5) Ver, entre otros, J. M. A b a s c a l : Vías de comunicación romana en la
provincia de Guadalajara, Guadalajara, 1982, p. 110.
(6 )
C. T o r r e s : La Galicia romana, La Coruña, 1982, p. 229.
(7) F. L ó p e z C u e v i l l a s y J. T a b o a d a : “Nuevas excavaciones en la cidá do
castro de San Millán”, CEG X III, 1958, p. 309. Cf. J. M a l u q u e r : “El poblamiento prerromano en la Meseta del Duero”, Segovia y la arqueología romana,
Barcelona, 1978, p. 24.
(8) C. T o r r e s : La Galicia romana, p. 231.
VIAS DE COMUNICACION DE EPOCA ROMANA
617
menos intensas entre los diferentes centros de poblamiento, así co­
mo de éstos con los enclaves en que se aprovecharían los recursos
económicos, fundamentalmente mineros, de la región.
En este contexto algunas áreas geográficas nos ofrecen un no­
table retraso con respecto a la presencia de una consistente red de
comunicaciones, lo que incidiría igualmente sobre un desarrollo
menor en los restantes aspectos de su organización; así p or ejem ­
plo, los recintos castreños de época prerrom ana correspondientes
a la zona del Caurel parecen haber estado comunicados entre sí
solamente p or medio de veredas y caminos de escasa entidad (9).
Una situación muy sim ilar existiría, al parecer, en la m ayor parte
de la región montañosa astur-leonesa, en cuyo ám bito territorial se
englobaba el concejo de Cangas del Narcea.
Esta serie de caminos serían en su m ayor parte terreros y se
configurarían como resultado del paso más o menos continuado y
repetido de animales y personas por un mismo lugar más que como
efecto del trabajo de explanación del terreno;
es posible que en
alguna parte de su recorrido fuese necesario recurrir a la acción y
actuación humanas para lograr un trazado apropiado, pero por
regla general podemos afirm ar que se produciría una adaptación
completa a la topografía en cada caso, buscando siempre el paso
por la zona que presentase relieves menos accidentados.
Así pues, por lo que respecta a las etapas históricas prerrom a­
nas es posible pensar en una prim era fase en la que las vías de
comunicación se corresponderían con simples sendas, que vendría
seguida p or otra que contaría con la presencia de caminos terreros,
para finalizar, en la época inmediata a la llegada de los romanos,
con la existencia de caminos carreteros (10).
Sin em bargo, por lo que respecta a las áreas montañosas, como
es el caso del suelo correspondiente al concejo de Cangas del N a r­
cea, éstas se identifican en tiempos prerrom anos con la zona más
deprim ida de la cultura castreña, lo que implica al mismo tiempo
un m enor grado de desarrollo; junto a ello no resulta difícil pen­
sar que serían también las menos pobladas, p or lo que la franja
(9) J. M. L u z ó n : “Algunos aspectos de la minería antigua en Galicia”,
Estudos de cultura castrexa e de historia antiga de Galicia, Santiago de Com­
postela, 1933, p. 219.
(10) En el marco de la cultura castreña prerromana las regiones monta­
ñosas no contaban con una red viaria tan amplia ni de calidad comparable
a la de las zonas llanas y próximas a la costa, lo que resulta comprensible si
tenemos en cuenta que la importancia y significado de las vías de comunica­
ción dependía en cada caso del nivel de vida alcanzado por sus usuarios,
618
NARCISO SANTOS YANGUAS
litoral, más llana, tendría sobre ellas la ventaja de entablar directa­
mente toda una serie de contactos de tipo comercial (11).
Esta diferencia en cuanto al lugar de emplazamiento, que se
convertiría en decisiva tanto en el plano económico como en los
restantes de la formación social castreña, se mantendría en líneas
generales prácticamente hasta nuestro siglo, en concreto hasta el
momento en que tiene lugar el comienzo del aprovechamiento de
recursos económicos que inciden directamente en la comarca, en
especial la minería del carbón (antracita). A partir de este hecho
se puede comprender mucho m ejor lo que supondría el desarrollo
viario en época romana, partiendo de la base constituida p or las
diferencias existentes, ya en tiempos prerrom anos, entre la infra­
estructura viaria de una región montañosa (el ejem plo del concejo
de Cangas del Narcea resulta evidente) y la correspondiente a otra
de llanura o próxima a la costa (12).
Ciñéndonos en concreto a la etapa de presencia rom ana en te­
rritorio peninsular ibérico hemos de partir del hecho de que la ad­
ministración romana se serviría en todos los casos, e igualmente
en cuanto a las regiones septentrionales hispanas, de los trazados
viarios existentes con anterioridad, aunque buscando sus propios
fines (13); en el caso de otras áreas geográficas de la Península se
ha llegado a afirm ar que los romanos no llevarían a cabo la crea­
ción y configuración de nuevas vías de comunicación, sino que lo
único que harían sería adaptar las ya existentes en tiempos prerro­
manos (14).
Pasando al ejemplo concreto de las regiones nordoccidentales
de Hispania el hecho no se nos manifiesta tan claro: en cuanto a
la zona meseteña de la actual provincia leonesa, *por ejemplo, pa­
rece lógico suponer la existencia de vías de comunicación de cierta
entidad, debido en gran medida al hecho de que la orografía lo
(11) Además las propias características de su suelo conllevaría el hecho
de que las comunidades que lo habitaban contasen con recursos económicos
más abundantes que las que poblaban el interior de la región.
(12) El territorio galaico-portugués perteneciente al Noroeste peninsular
parece haber dispuesto de vías de comunicación de cierta entidad, al menos
durante el siglo I a.n.e., lo que explicaría la rápida penetración de César, y
en menor medida la de Décimo Junio Bruto en la centuria precedente. Cf.
N. S a n t o s : “L a conquista romana de Galicia”, Boletín Brigantium núm. 3,
1982, págs. 78 y ss.
(13) J. M. C a a m a ñ o : “Posible reutilización de caminos prerromanos en
época romana”, Gallaecia núms. 3-4, 1979, págs. 281 y ss.
(14) J. M. A b a s c a l : Vías de comunicación romana en la provincia de
Guadalajara, págs. 110-112.
VIAS DE COMUNICACION DE EPOCA ROMANA
619
permitía, de m anera que la administración rom ana no tendría que
afrontar numerosos problem as en cuanto al desplazamiento de sus
tropas, agilizándose de este modo la marcha de la conquista (15).
Frente a ello las regiones montañosas presentaban unas caracte­
rísticas muy distintas, ya que la ausencia de caminos de comunica­
ción apropiados obstaculizaba una penetración y conquista rápidas
del territorio (16); ante la presencia de tales inconvenientes los
ejércitos rom anos tratarían de afianzar su asentamiento definitivo
en la zona de orografía más suave, de form a que, una vez que
contaban con bases y retaguardia seguras, darían comienzo a la
penetración en las regiones montañosas situadas más al Norte,
cuya dificultad m ayor no estribaría posiblemente en la resistencia
arm ada opuesta p or parte de las poblaciones septentrionales sino
en la dificultad del traslado de las tropas de una parte a otra (17).
Como consecuencia el avance romano hacia la región de Astu­
rias se llevaría a cabo ya en tiempos de Augusto, incidiendo direc­
tamente sobre la zona central de la misma, para lo que contamos
como indicador más fehaciente del hecho con la inscripción descu­
bierta en el cabo Torres, fechada en los años 9-10 d.n.e. (18); este
documento nos testimonia la llegada de destacamentos militares ro­
manos al litoral gijonés, confirmando de esta manera un hecho que
no aparece reseñado en las fuentes literarias, cuyas indicaciones
parecen ceñirse exclusivamente a los enfrentamientos bélico-militares que tendrían como marco el territorio de la Asturia augustana (19).
Po r otra parte hemos de tener en cuenta el carácter eminente­
mente m ilitar de las primeras edificaciones rom anas en la parte
central de la región asturiana, tal vez como derivación directa de
la inestabilidad existente en este territorio como consecuencia de
las más o menos abundantes sublevaciones de los astures (20). Te(15) J. M. R o l d á n : “L a etapa postnumantina”, Historia de España anti­
gua. I I : Hispania romana, Madrid, 1978, págs. 99 y ss.
(16) N. S a n t o s : “L a conquista romana del N.O. de la Península Ibérica”,
Latomus X L I, 1982, págs. 16 y ss.
(17) F. J. L o m a s : Asturia prerromana y altoimperial, Sevilla, 1975, p. 99.
(18) F. D ie g o S a n t o s : “Salutación Imperator X X Augusto según la ins­
cripción del cabo Torres (C IL II, 2703)”. B ID E A núm. 12, 1958, págs. 234 y ss.
(18)
N. S a n t o s : El ejército romano y la romanización de los astures, Ovie­
do, 1981, págs. 18-29 y 59-63. El monumento epigráfico en sí marcaría el final
de una vía de penetración por la que los ejércitos romanos alcanzarían la
franja costera asturiana.
(20)
Ver, como ejemplo, C IL IX, 395 = ILS 2648. Cf. A. S c h u l t e n : Los
cántabros y astures y su guerra con Roma, Madrid, 19622, p. 190.
...
620
NARCISO SANTOS YANGUAS
niendo como marco esta inestabilidad los Flavios llevarían a cabo
un proceso de robustecimiento y potenciación de sus bases milita­
res en el cuadrante nordoccidental de la Península, teniendo lugar
entonces el surgimiento del campamento de la legión V I I Gemina
en un enclave idóneo para poder alcanzar, en un breve espacio de
tiempo, el territorio propio de la Asturias antigua (21).
Apoyándose, pues, en un triángulo de carácter defensivo-ofensivo y con base en la costa, que comprendería a grandes rasgos el
territorio que se extiende entre Flavionavia (m uy posiblemente la
actual Santianes de Pravia), el cabo Torres y Lucus Asturum, y cu­
yos objetivos estarían dirigidos prioritariamente hacia la región
montañosa del interior, la administración rom ana trataría de am­
pliar su área de influencia lo más posible, asegurando en todo
momento la vía de comunicación que ponía en contacto Asturias
con la Meseta a través de Pajares (22).
Esta penetración de tipo militar será la que dé origen al naci­
miento de las primeras vías romanas en nuestro territorio, a pesar
de que resulte difícil identificarlas con las denominadas viae sílices,
que tampoco llegarían a ser demasiado frecuentes en el ámbito
territorial de la Península Ibérica durante la Antigüedad (23);
la
configuración de este tipo de caminos se llevaría a cabo mediante
la unión de diversas capas de piedra y arena para acabar finalmen­
te con un enlosado en su parte superior.
Más fácil resulta pensar en la existencia de ciertos ejem plos de
las llamadas viae glareae stratae, cuyo número sería m ayor y cuya
construcción resultaba mucho más sencilla (24): tales vías, por lo
general de anchura menor que las anteriores, estaban conform adas
por dos capas de piedras, siendo las de arriba más pequeñas; con­
tamos con varios ejemplos de ellas en la provincia de León, en
especial en la región del Bierzo (25), así como en el resto del te­
rritorio hispano, puesto que se trataría de la calzada m ilitar típica
(21) N. S a n t o s : “El hitoriador Floro y la romanización de Asturias, B1DEA
núm. 122, 1987, p. 538.
(22) J. M . B l á z q u e z : “Introducción”, Historia de Asturias. 3: Romaniza­
ción y época visigoda. Salinas, 1978, págs. X V III-X IX .
(23) B . T a r a c e n a : “Las vías romanas en España”, III CASE, Murcia, 1947,
p. 252.
(24) F. W a t t e n b e r g : La región vaccea. Celtiberismo y romanización en
la cuenca media del Duero, p 137.
(25) T. M a ñ a n e s : El Bierzo prerromano y romano, p. 256. C f. E. L o e w i n s o h n : “Una calzada y dos campamentos romanos del conventus Asturum”,
A E A X X V III, 1965, p. 27.
VIAS DE COMUNICACION DE EPOCA ROMANA
621
de las provincias del Im peria frente a las enumeradas en prim er
lugar, que serían las características de la Península itálica.
En este sentido el tipo de vías de comunicación más extendido
p or la Austurias rom ana se correspondería con los caminos terre­
ros, no sólo p o r lo que concernía a las vías militares sino como
algo generalizado a todo este ámbito cultural (26).
Resulta lógico pensar que los caminos romanos de tipo m ilitar
serían los prim eros en construirse, buscando como finalidad tanto
favorecer los aspectos vinculados a la guerra como asegurar un
dominio más o menos completo del territorio, así como la explota­
ción de los indígenas y el aprovechamiento de sus recursos econó­
micos, fundamentalmente los mineros (27).
Con el paso de los años este tipo de vías iría perdiendo paula­
tinamente su funcionalidad original, transform ándose en enlaces
de comunicación eminentemente económico, conectando de form a
especial con las explotaciones de oro; en este sentido sin duda ad­
quiriría un valor excepcional la vía que, desde Asturica Augusta,
se desplazaba hasta Caesaraugusta y Tarraco, para desem bocar fi­
nalmente en Roma, de manera que la capital del conventus Asturum
se convertiría en el centro de absorción de gran parte de los pro­
ductos auríferos extraídos de los enclaves mineros correspondientes
a dicho territorio.
Del recorrido de estos caminos de carácter económico-militar se
desgajaba un grupo de ramales, que configuraban la red viaria de
tipo secundario, igualmente terreros (28); en cualquier caso esta
form a de construcción de los caminos de comunicación responde­
ría a un principio de economía simple, buscando en todos los casos
el m ínimo coste en su elaboración (29).
En el caso de los caminos de época romana propios de la Asturia transmontana (actual Asturias) éstos serían en su m ayor parte
terreros, apareciendo el em pedrado o enlosado únicamente en tra­
mos o puntos muy concretos, coincidiendo con zonas donde la
erosión era muy fuerte (30); se trataría, como en el caso de muchos
(26) C. D a r e m b e r g - S a g l i o : Dictionnaire des antiquités grecques et romaines, París, 1877, p. 785
(27) V. W. H a g e n : Les voies romaines, París, 1967, p. 236. Cf. J. R o d r í ­
g u e z : “Las vías militares romanas en la actual provincia de León”, Legio
V II Gemina, León, 1970, págs. 400 y ss.
(28) C. T o r r e s : La Galicia romana, págs. 229-230.
(29) J. R. M é l i d a : “El arte en España durante la época romana”, Historia
de España dirigida por R. Menéndez Pidal, Madrid, vol. II, 1925. p. 571.
(30) Fuera de estos trazados mínimos el resto de su recorrido estaría cons­
tituido simplemente por tierra apisonada.
622
NARCISO SANTOS YANGUAS
de los correspondientes a la región galaica, de vías de carácter
secundario (31), p or lo que en modo alguno puede resultarnos ex­
traña la no presencia de miliarios, dado que éstos únicamente eran
utilizados en las vías de prim er orden, contando con una distancia
aproxim ada entre uno y otro de 1,5 Kms. (32).
Esta ausencia absoluta de miliarios y caminos em pedrados en
el territorio de la Asturias antigua conlleva el hecho de que resulte
enormemente difícil poder seguir en nuestros días con garantías
completas el trazado de dichas vías; a este respecto hemos de tener
en cuenta que prácticamente hasta finales del siglo X V I I I la red
de comunicaciones correspondiente a nuestra región continuaría
siendo la misma que la trazada p or los rom anos con cambios ape­
nas perceptibles (33), p or lo que las rutas utilizadas en época vi­
sigoda, y posteriormente medieval y moderna, tendrían el mismo
recorrido e idéntica configuración a las rom anas (34).
De un m odo similar a lo que sucedería en el caso de los asenta­
mientos castreños (35) en época romana parece llevarse a cabo una
planificación, más o menos completa, de la red viaria existente en
el m arco de la región asturiana; es más, si tenemos presentes las
afirmaciones de Estrabón en el sentido de que las características
extremadamente accidentadas que ofrecía el N.O. peninsular y sus
rigores climáticos incidirían sobre la escasa existencia de vías de
comunicación terrestres (36), p or lo que un número reducido de
sendas o veredas comunicaría las zonas de Asturias y León en época
prerrom ana, así como los diferentes asentamientos poblacionales
y de hábitat entre sí, podemos pensar que con la llegada de los ro­
manos se llevaría a cabo no sólo una remodelación sino también
una reestructuración casi completa de las comunicaciones.
En cualquier caso hemos de afirm ar que, a partir de la pre­
sencia de los romanos (y contando con unos objetivos económicos
(31) S. M a d r a z o : “Las transformaciones en la red viaria asturiana, 17501868”, B1DEA núms. 90-91, 1977, p. 63.
(32) M . R o d r í g u e z : Historia de Astorga, p. 38. Cf. C. T o r r e s : La Galicia
romana, págs. 229-230.
(33) S. M a d r a z o : “Las transformaciones en la red viaria asturiana, 17501868”, p. 61.
(34) C. S á n c h e z A l b o r n o z : “Itinerario de la conquista de España por los
musulmanes”, Los orígenes del reino de Asturias, Oviedo, 1971, págs. 433 y ss.
Cf. M. D. N. E s t e f a n í a A l v a r e z : “Vías romanas de Galicia”, Zephyrus XI,
1960, p. 5.
(35 ) N. S a n t o s : “Poblamiento y minería romana del oro en la Asturias
castreña (el concejo de Cangas del Narcea)”, M H A VIII, 1987, págs. 17 y ss.
(36) III, 1,2 y 3,8.
MAPA - Asentamientos cástrenos, explotaciones ouríferos y vías romanas
en la cuenca del rio Narcea (concejo de Cangas del Narcea)
Escala* 150 000
624
NARCISO SANTOS YANGUAS
prioritarios de su administración en cuanto al Occidente de Astu­
rias), el particularismo indígena puesto de manifiesto en el trazado
de los caminos que unían los diferentes centros de hábitat entre sí
daría paso necesariamente al universalismo rom ano (37), de mane­
ra que se pondrían las bases para el surgimiento de un entramado
viario destinado a mantener en conexión no sólo los recintos forti­
ficados o asentamiento de población (castros en un pripio y villae
después) sino también los enclaves de aprovechamiento económico
(fundamentalmente los centros m ineros) (38); en otros términos,
el trazado de la red de comunicaciones a partir de las prim eras
décadas de nuestra era será concebido, en el caso de la Asturias
antigua, y más aún con respecto a las regiones occidentales de la
misma, como un todo orgánico, destinado a vincular entre sí los
emplazamientos de población y éstos con los enclaves de aprove­
chamiento económico (sobre todo mineros, pero también agrope­
cuarios).
Refiriéndonos estrictamente a la región occidental de Asturias
los enlaces de comunicación se desarrollarían en gran medida en
gran medida en función de las explotaciones mineras de oro, cuyo
número sobrepasaría 4 ó 5 veces las que hasta nuestros días han
venido siendo catalogadas y documentadas, al menos en el caso del
concejo de Cangas del Narcea (39); p or otro lado, no se trataría
de grandes calzadas o vías de comunicación (d e anchura considera­
ble, de estructura completa similar a las de la Península itálica...)
sino de caminos de carácter secundario, que en cualquier caso ten­
drían asegurada la circulación de carros y carretas, y a través de las
cuales se haría posible la evacuación de los productos auríferos con
vistas a su llegada a la capital del Imperio.
Puesto que este tipo de vías de comunicación apenas cuenta
con pequeños restos o vestigios de haber existido en un momento
histórico concreto, sobre todo si tenemos en cuenta que serían
reutilizadas a lo largo de las etapas históricas posteriores, sola­
mente podrem os establecer su trazado, en algunos casos hipotético
o aproximado, tomando como punto de referencia los elementos
característicos de la época (siglos I y II d.n.e. o época del Alto
M
Menéndez Pidal:
p.
(37) T.
añanes : El Bierzo prerromano y romano,
266.
(38) E.
L os caminos en la historia de España,
1951, p. 23.
(39) En este sentido, como veremos más abajo, la conexión se llevaría a
cabo fundamentalmente con los principales centros de hábitat de la región,
que a un mismo tiempo aportarían buena parte de la mano de obra necesaria
para dichas actividades laborales.
Madrid,
VIAS DE COMUNICACION DE EPOCA ROMANA
625
Im perio rom ano), que permitan un acercamiento plausible a nues­
tros objetivos: en este sentido la fijación concreta de los diferentes
emplazamientos de hábitat así como de los centros de aprovecha­
miento económico (m ineros en nuestor caso) hará posible un tra­
zado más o menos correcto de las vías que conectarían am bos
enclaves (40).
De acuerdo con esto no creemos que se halle muy alejado de la
realidad histórica el hecho de que los centros habitados de tiempos
medievales y m odernos surjan como consecuencia de su conexión
directa con la red viaria romana, en especial si consideramos el
territorio correspondiente a las regiones montañosas, de manera
que tales núcleos de población nacerían al am paro de dichos cami­
nos antiguos con el objetivo de servirse de ellos (41).
Las fuentes de información correspondientes a época medieval,
y de m anera especial los cartularios, nos ofrecen una documentación
bastante fidedigna a este respecto; p or otra parte hemos recurrido
igualmente a otros elementos como la toponimia, especialmente a
términos como «cam ino real», que responde a la presencia de en­
laces de comunicaión que, a pesar de tener su nacimiento en tiem­
pos de Carlos I I I (42), en la m ayor parte de las ocasiones han sido
configurados usando como base los caminos rom anos de tiempos
antiguos.
Finalmente, p or lo que respecta a los puntos que servirían para
atravesar las distintas corrientes de agua que se interponían en el
trayecto de dichas vías hay que partir del hecho de que, en un
principio, serían construidos con madera, p or lo que no puede
haberse conservado vestigio ni indicio alguno de los mismos;
sin
em bargo, en el momento en que se produce la petrificación de di­
chos puentes, ya en época romana, adquirirían una gran consisten­
cia, que solamente pudo verse alterada por la reutilización de sus
piedras para otros menesteres o para la confección de otros nuevos
(40) Las huellas y vestigios de algunos puentes, cuyas bases parecen re­
montar claramente a tiempos muy antiguos, constituyen igualmente indicios
importantes acerca de estos caminos o enlaces de época romana, aun cuando
también en estos casos serían rehechos en épocas posteriores, y hasta nuestros
días, para poder seguir transitando por ellos y atravesar las corrientes fluvia­
les correspondientes.
(41) El recorrido de algunas carreteras actuales se identifica plenamente
con el trazado correspondiente a antiguos caminos romanos, lo que nos está
informando acerca del nivel técnico y de ingeniería viaria romana, que en to­
dos los casos trataba de recurrir a los lugares de topografía más suave.
(42) J. M.
bascal: Vías de comunicación romana en la provincia de Gua­
dalajara, p. 112.
A
NARCISO SANTOS YANGUAS
626
en tiempos medievales o moderaos. En este contexto los calificados
en nuestros días como «puentes rom anos» responden en sus bases
a este tipo más antiguo de construcción, aun cuando con el paso
de los años experimentarían toda una serie de alteraciones, repa­
raciones y transformaciones en su estructura, fundamentalmente
durante la época medieval (43).
De cualquier form a tampoco en tiempos rom anos todas estas
construcciones destinadas a vadear las distintas corrientes fluviales
serían de piedra, puesto que las menos utilizadas y las que corres­
ponderían a caminos de segundo orden o nivel estarían fabricadas
a base de madera; no obstante, un grupo num eroso de ellas se
habrían configurado necesariamente con piedras para poder sopor­
tar el tráfico rodado que transitaría p or las mismas.
Centrándonos en el territorio correspondiente al valle del río
N arcea en su recorrido p or el concejo de Cangas del Narcea he­
mos de p artir del hecho de que la fran ja que comunica con la
cordillera cantábrica dispondría de un paso hacia la Meseta p or la
zona de M onasterio de Hermo; p or otro lado, a través del puerto
del Connio se alcanzaría el puerto de Cerredo (la Collada), que
cuenta con unas características similares a las del puerto del Tra­
yecto, estos dos últimos ya en el concejo de Degaña.
Tres parecen haber sido las principales vías de comunicación
existentes en época romana en el valle del río Narcea, de las que
se desprenderían a su vez algunos ramales de menor entidad, uti­
lizados sin duda para enlazar estos recorridos con asentamientos
poblacionales y centros de explotación minera de oro en zonas pró­
ximas a am bas márgenes de los trazados principales.
I)
E L C A M IN O R E A L D E R E N G O S A C A B O A L L E S D E A R R IB A
Este enlace viario es conocido igualmente con el nom bre de vía
de Monasterio de Herm o; su recorrido se iniciaba en el territorio
leonés correspondiente a Caboalles de Arriba, desde donde ascen­
dería p o r el valle del arroyo de la Fletina y discurriría p or la
campera de la Vega del Palo; en este punto tal vez recibiría un
ram al procedente de Corros, que a través del collado Laguna Seca
y el collado de las Llamas del Bocín (a 1.600 ms. y 1.500 ms. de
altitud aproxim adam ente) estarían en conexión con este camino,
de manera que pondría en relación dos importantes valles.
V
(43)
M.
aldés
donga I, 1922 y II, 1923.
Gutiérrez:
“Asturias histórica:
Vías romanas”, Cova-
VIAS DE COMUNICACION DE EPOCA ROMANA
627
L a ascensión tendría su final en el llam ado Collado Alto (a unos
1.495 ms. de altura), para comenzar a continuación a descender
siguiendo un recorrido cercano al del río Narcea;
quizás en este
punto existiría un ram al que se desplazaba hasta las fuentes de
dicha corriente fluvial para pasar a continuación p o r detrás de
los Altos de M onteiro y posteriormente p or las Brañas de la Filtrosa (44).
Esta vía rom ana pasaba por Monasterio de Herm o, enlazando
así los diferentes centros de aprovechamiento minero con los recin­
tos castreños del lugar; de esta manera se comunicaban directamen­
te las explotaciones mineras del Piorneo, el Castrón y el Castiecho
con los poblados fortificados próximos a M onasterio de Herm o, a
saber:
el Castiecho (d e origen romano y cuyo nacimiento obe­
decería a las nuevas necesidades creadas por el sector económico
minero, a pesar de su gran altitud, cercana a los 1.300 m s.) y el
Cascacho (enclavado a 1.023 ms. de altura, cuyo momento de crea­
ción se remonta a tiempos prerromanos, aunque sería rem odelado
en época rom ana en función igualmente de esas necesidades eco­
nóm icas) (45).
E l camino antiguo discurría desde M onasterio de Herm o hasta
llegar a Gedrez siguiendo un trazado muy próxim o al curso del río
Narcea; enlazaría así con el castro de dicho lugar (em plazado a
732 ms. de altitud), que, a pesar de arrancar de época prerrom ana,
sería rem odelado en tiempos romanos en función de los aprovecha­
mientos mineros de Peña el Cuervo y los Cabuercos.
Justamente en este punto existiría en época rom ana un nudo
de comunicaciones bastante importante; ante todo parece claro
que un ram al se desprendería de la vía principal hasta alcanzar el
recinto fortificado de Jalón (el castiecho de Xalón o Jalón), encla­
vado a unos 900 ms. y cuyo origen sería anterior a la puesta en
explotación de los aprovechamientos auríferos de la zona p o r parte
rom ana (46); quizás este mismo ramal, u otro de características
(44) Desde este punto tanto Riomolín (en la cuenca del río Naviego) co­
mo Gillón (con algún asentamiento castreño en su cauce) quedaban a una
distançai relativamente cercana.
(45) Por debajo de Monasterio de Hermo parece haber existido la salida
de un ramal que, después de ascender hasta la Sierra de Degaña, a una altura
aproximada de unos 1.600 ms., se desplazaría hasta Cerredo.
(46) Es posible que este poblado experimentase una reocupación en época
romana a causa de su proximidad al valle del Gillón y a otros yacimientos de
oro cercanos de cierta entidad.
NARCISO SANTOS YANGUAS
628
similares, ascendería hasta la zona de Piedrafita (47). De cualquier
form a parece probable que su trazado se desplazaría hasta la re­
gión de Riotorno-Gillón, donde pudo existir igualmente un em pla­
zamiento castreño y centros de aprovechamiento minero de oro.
Desde Piedrafita salía un nuevo camino, que se desplazaba hasta
el recinto fortificado de San Martino de los Eiros, identificado con
un poblamiento de época romana reestructurado en tiempos ro­
manos a causa de la explotación de los recursos auríferos de sus
proximidades (48); desde este punto el trazado viario se desplaza­
ría hasta Vega de Rengos, atravesando el cauce del N arcea en un
lugar relativamente cercano al castro de Ventanueva (en esta zona
se descubre la presencia de un puente rom ano), enlazando seguida­
mente con la vía principal que hemos abandonado en los alrede­
dores de Gedrez. En cualquier caso en este punto tendría lugar
igualmente la conexión con el ramal que procedía de la cuenca del
río Gillón, y más en concreto del recinto poblacional conocido como
el teso de los castros de V illar (49).
Desde Gedrez el camino real enfilaba su recorrido p or la m ar­
gen del N arcea hasta el pueblo de Rengos, descendiendo p or la
cuesta llam ada el Rechario, donde hace unos cuantos años, con
anterioridad a la construcción de la actual carrera asfaltada, exis­
tirían trozos del camino empedrados;
con posterioridad cruzaría
el cauce del río p or un puente denominado Las Folgueras, que sin
duda estaría construido con madera en aquella época, para acabar
desembocando junto al pueblo (50).
(47 )
C.
F e rn án d ez O ch oa:
A s tu ria s
en
la
época
rom a n a ,
M a d r id ,
1982,
p. 42.
(48)
Está ubicado a una altitud de unos 800 ms., siendo posiblemente sus
fosos utilizados y aprovechados como yacimiento aurífero, por lo que el ma­
terial extraído de los mismos sería lavado.
(4 9 )
Enclavado justamente frente al pueblo de Villar de Noceda, a la en­
trada del valle del río Gillón, a una altura de 693 ms., su origen remontaría
sin duda a época prerromana, aunque fuese empleado igualmente por los ro­
manos en función de las minas de sus alrededores, teniendo en cuenta además
que dicho valle pudo haber contado con otros centros poblacionales durante
esta misma época.
(50)
Se encontraba muy próximo al camino real que conducía desde La
Viliella a Cangas del Narcea.
VIAS DE COMUNICACION DE EPOCA ROMANA
II)
629
E L C A M IN O R E A L D E LA V IL IE L L A A C A N G A S
Para conocer su trazado vamos a iniciar la descripción del mis­
m o más allá de La Viliella, en territorio correspondiente a los
concejos de Ibias y Degaña; comenzaría en las proxim idades de la
capilla del Bao, a donde conducía una vía procedente de la zona
cunqueira (51), que quizás enlazaría directamente con la región de
Tormaleo.
Desde la capilla del Bao, enclavada en el últim o collado de la
sierra de Tablado, a 839 ms. de altura, se desprendía un ram al en
dirección a Corralín; esta derivación viaria cruzaría el río Ibias por
el puente de la Basancada, posiblemente construido con madera,
para ascender a continuación hasta las prim eras casas del pue­
blo (en la actualidad abandonado). En este punto concreto, en la
m argen derecha del regueiro de Calecho, existen restos de una ex­
plotación rom ana de oro de grandes dimensiones, constituida p or
una am plia zanja a cielo abierto sobre yacimiento prim ario (52).
A partir de la zona del Bao discurría el camino real a media
ladera, tratando de llanear lo más posible en su recorrido;
este
trazado es conocido p or los lugareños con el nom bre de «cam ino
de los cunqueiros», puesto que era utilizado por éstos para recoger
m adera de abedul destinado a la fabricación de madreñas; a con­
tinuación atraesaba el arroyo de la Raíz y continuaba su trayecto.
M ás o menos frente al arroyo de Beseu se desgajaba, al parecer,
un ram al, que cruzaba el río p or un puente y enlazaba con el cami­
no que provenía del Corralín. Tras cruzar el arroyo y desplazarse
en parte paralelo a él, discurriría en llano con escasa subida hasta
desem bocar en La Viliella.
Esta vía rom ana seguía su curso acercándose cada vez más al
cauce del río, atravesando por la zona de la Arnosa, donde se des­
cubrió de form a casual una lápida romana con inscripción por
parte de un habitante de Larón: este monumento se refiere a un
trabajad or de las minas originario de una región exterior al conventus Asturum, en concreto un uxamense (de la ciudad de üxama,
en la Meseta N o rte ) (53). A continuación cruzaría el río p o r el puen(51) Nombre con el que son conocidos los pueblos de Sistema, el Bao,
Tablado y el Corralín, ya en el concejo de Degaña.
(52) Tal vez desde el Corralín saliera un ramal por esa margen del río
hasta llegar a L a V ilie lla ; el que existe en la actualidad como camino resulta
intransitable al haber sido invadido por la maleza.
(53) C IL II, 5746. Cf. C.
arcía erino “La ciudad romana de Uxama,
I ”, B S A A V X X X V I, 1970, p. 426. F. iego antos está equivocado (en su Epi-
G
M
D
S
:
630
NARCISO SANTOS YANGUAS
te de Muruecos, desde donde ascendía hasta La Viliella, partiendo
de ese punto un ramal que conducía hasta el centro de aprovecha­
miento aurífero ubicado en un lugar muy próxim o a la B rañ a (este
enlace se conoce en la actualidad como «cam ino de la B ra ñ a »).
Un poco más allá el camino real continuaba ascendiendo hasta
atravesar el regueiro de Rufaro y enlazar algo después con la vía
procedente del recinto castreño de Larón (54); una vez fusionados
am bos trazados, el camino ascendería hasta el puerto de Rañadoiro
(a 1.181 ms. de altitud), cruzándolo p or la parte superior del túnel
actual.
Por lo que concierne al ramal que enlazaba con Larón, se des­
plazaba junto al asentamiento de dicho recinto fortificado y un
poco más allá cruzaría el arroyo de los Campetinos; a continuación
transitaba, junto a la explotación aurífera, p or un territorio casi
idéntico al de la actual carretera asfaltada, hasta llegar a Fondos
do Veigas (Fondovegas), ya en el concejo de Degaña.
Una vez alcanzado este punto, cruzaría el río hasta llegar a Re­
bollar, donde se bifurcaba, de modo que un ram al se dirigía hacia
la zona cunqueira mientras que el camino principal ascendía hasta
el puerto del Trayecto (de 1.471 ms. de altitud), para descender a
continuación muy próximo al río del Trayecto hasta alcanzar el
río Cúa, en concreto por la zona de Trascastro y Peranzanes, que
presentan indicios evidentes de haber contado con poblamiento
castreño (55).
Centrándonos en el camino real de Cangas sabemos que, una
vez atravesado el Rañadoiro, iniciaba un pequeño descenso, pasan­
do sucesivamente p or el campo de Aviao (p o r encima de la actual
carretera), la Piniecha y el río Cimeiro hasta alcanzar Pueblo de
Rengos; antes de llegar a este punto un ramal, de no mucha longi­
tud, enlazaría con el castro de Rengos (los castiellos o castiechos),
enclavado a una altura de unos 1.000 ms. y que separaría los valles
del Rañadoiro y Reguera de los Prados (56).
grafía romana de Asturias, Oviedo, 1959, págs. 60-61) al leer v (i )x (i t ) en lugar
de ux(amensis).
(54) Identificado con un poblamiento de origen prerromano, remodelado
en época romana y con el aprovechamiento de los recursos auríferos de la
región. Cf. J. L.
aya y
A. de las : “El castro de Larón”, N A H 15, 1983,
págs. 156 y ss.
(55) Calificado ya este trayecto como posible vía por C. ernández choa
( Asturias en la época romana, p. 41), incurre sin embargo en equivocación in­
dudable al asignarle una altitud superior (1.614 ms.) a la que en realidad le
correspondía.
(56) Se corresponde con un castro romanizado, en conexión con el apro-
M
M.
B
F
O
VIAS DE COMUNICACION DE EPOCA ROMANA
631
Desde el Pueblo, tras cruzar la corriente fluvial constituida p or
la unión de la reguera de los Prados y el arroyo de Riomolín, con­
tinuaba su trayectoria hacia abajo, siguiendo el curso aproxim ado
de la actual carretera hasta Vega de Rengos; desde este último
punto ascendía un poco, en concreto en el lugar llam ado la Cerca,
para continuar su recorrido p or encima de la actual carretera hasta
el recinto fortificado de Ventanueva (57).
Desde los alrededores de este poblado castreño partiría un ra­
m al en dirección a Posada de Rengos tras atravesar el cauce del
N arcea p or un puente, enlazando posteriormente este territorio con
el de V illa r de N oceda y Noceda, para retroceder en el últim o tra­
mo de su recorrido hacia el valle del río Gillón (58).
U n poco antes de llegar a Ventanueva del cam ino real de La
Viliella a Cangas se desprendía un ram al en dirección al valle del
río de Muniellos, que pondría en conexión los asentamientos castreños y las explotaciones mineras de oro de dicho territorio. Esta
vía atravesaría dicho cauce a la altura del reguero de la Cochada,
tras haber discurrido previamente por Cruces y la zona de la Chalga (salvando de esta manera los peñascos existentes en la zona de
Trabanco).
Una vez cruzado el regueiro de la Cochada el camino seguiría
el cauce del M uniellos por su margen izquierda hasta atravesar un
collado desde donde, derivándose de la cuenca de dicho río, única­
mente quedaba un escaso desnivel hasta el puerto del Connio (de
1.315 ms. de altitud) (59).
Por su parte a la altura del puente del regueiro de la Cochada
salía un nuevo ram al cuyos objetivos serían los de enlazar los tres
vechamiento de los recursos mineros de oro de la zona, aunque quizás acogiese
también en sus muros a un destacamento militar encargado de vigilar una
región tan rica. En este sentido es posible que llegase a convertirse, aunque
fuese de forma temporal, en un centro de almacenamiento de los productos
auríferos recogidos en estos valles debido a su vinculación con una importan­
te vía de comunicación.
(57) Ubicado a unos 550 ms. de altitud, este poblado castreño está em­
plazado en la confluencia de los ríos Narcea y Muniellos; por su situación
estratégica como encrucijada entre dos ríos sería habitado ya en época pre­
rromana, siendo reutilizado en la etapa histórica posterior con vistas a la
explotación de los recursos de oro cercanos.
(58) En Noceda tenemos constancia de la presencia de una vía de comu­
nicación en el siglo X II, sin duda derivación o simple pervivencia de la co­
rrespondiente a tiempos romanos.
. A. loriano umbreño: El libro Registro
de Corlas, Oviedo, 1950, p. 36
(59) Este punto constituiría un paso importante hacia los ríos Cervos y
Aviouga, ya en territorio del concejo de Ibias.
Cf
F
C
632
NARCISO SANTOS YANGUAS
recintos fortificados cercanos, es decir, sucesivamente los poblados
de M oal (denom inado los castrinos de Niceto), O ballo y el cerro de
la Cogocha o Cogolla, igualmente correspondiente al territorio de
Oballo. En cuanto a este último recinto, se identifica con dos tesos
de gran tamaño, emplazados junto al regueiro, a una altitud pró­
xima a los 870 ms., cuya construcción corresponde ya a tiempos
romanos, siendo por consiguiente de nueva planta en función de
los aprovechamientos auríferos de Peña Ventana, y más en concre­
to de los yacimentos primarios de El Caleiro y la Fana de Oballo.
Por lo que respecta al llamado castro de Oballo, cuyo emplaza­
miento corresponde a un lugar situado p or debajo del pueblo del
mismo nombre, tendría un origen prerrom ano, estando quizás des­
ocupado en época romana, sobre todo a partir del siglo II. Por
último los castrinos de Niceto en Moal, aunque de época prerro­
mana en cuanto a su origen, sería reutilizado por los rom anos en
conexión con las actividades mineras vinculadas a las explotaciones
auríferas de Muruecos de M oal y sus proximidades, así como a las
del castiello de Farruco y Cortinal de Espina (60).
Desde Oballo y a media ladera partía un camino de dimensiones
no muy amplias que alcanzaba la zona del pueblo de Larna y ba ja b a
igualmente hasta la Casilla; en este sentido la salida desde Ventanueva resultaba difícil, puesto que hasta la Casilla el valle del río
Narcea se encajona entre laderas bastante pendientes y rocosas.
Quizás con el fin de poder salvar estas dificultades orográficas se
trazaría un ram al que desde Ventanueva enlazaba con la vía de la
zona de la Sierra de Pando, tras atravesar por las cercanías de la
ermita de San Tsuis (San Luis).
Ahora bien, continuando la descripción del recorrido del camino
real de La Viliella a Cangas del Narcea, a partir de Ventanueva, un
poco p or encima de la actual carretera, discurría dicha vía, tran­
sitando p or las proximidades del depósito aurífero de ladera de
esta región, desplazándose después su recorrido hasta la Casilla,
muy próxim o a la carretera actual. Desde este punto se desplazaba
hasta la Pescal, donde existen vestigios claros de un puente de base
y origen romanos, que conectaría dicha vía con el lavadero super-
(60)
Desde Moal partiría un ramal hacia Oballo atravesando el regueiro
de la Beiciecha (Beiciella) hasta desembocar en Colladiego (Cutsadietso) y co­
nectar posteriormente con El Caleiro, para acabar descendiendo por último
hasta Vega del Tallo (Veiga del Tacho), ya en la cuenca del río Coto, en con­
creto de su afluente el Lartosa.
VIAS DE COMUNICACION DE EPOCA ROMANA
633
ficial (la Carcavona de la Pescal), así como con el recinto poblacional ubicado un poco más arriba (61).
Desde la zona de la Pescal este camino real transcurría, siguien­
do la margen derecha del río Narcea y a una distancia no muy
alejada de su cauce, hasta el castro de Vega del Castro, conocido
en la zona con el nom bre de Las Torres, que se identifica con un
centro romanizado, aunque no sabemos si su ocupación más anti­
gua se corresponde ya con una etapa previa a la llegada de los
romanos a la región o se trata, más bien, de un enclave de nueva
planta (62);
situado a unos 500 ms. de altitud aproxim ada, no re­
sulta fácil vincularlo con las explotaciones mineras de oro, ya que,
si hacemos excepción de un posible filón-stockwerk (m ina subterrá­
nea) de la Sierra del Pando, no hemos detectado hasta la fecha
yacimiento alguno en sus inmediaciones (63).
En este mismo contexto en el camino que desciende desde
Ventanueva, en un lugar enclavado entre los pueblos de la Pescal y
Sestorraso, existe un lavadero superficial sobre depósito de ladera,
que estaría enlazado sin duda con el camino real que estamos ana­
lizando.
Retomando el trazado de dicha vía de comunicación a la altura
del castro de Vega del Castro atravesaría el río y se desplazaría,
siguiendo el curso de la actual carretera, hasta Cibuyo y Villaconejos. Antes de abandonar el pueblo de Cibuyo el camino real dejaba
a su derecha, a escasa distancia, en territorio de C om barro la corta
a cielo abierto en yacimiento prim ario conocida como los Chanetones, que contaría con un embalse (el llam ado Xuego los B o lo s) en
la zona de la Sierra del Pando (64).
(61) Se trata de los castiellos de la Pescal, conocido igualmente con el
nombre de los castiellos de Larna, a una altura aproximada de 500 m s.;
aunque de origen indudable prerromano, sería utilizado en la etapa castreña
romana en conexión con los aprovechamientos mineros de oro de sus proximi­
dades y el papel importantísimo desempeñado en el trayecto viario que esta­
mos analizando.
(62) Catalogado ya por J. M.
onzález (Miscelánea histórica asturiana,
Oviedo, 1978, p. 108), quien lo emplaza correctamente en la parroquia de
Cibuyo.
(63) Tal vez su importancia estribase en controlar en este territorio la
vía de comunicación que conducía a Cangas, continuando su habitabilidad
igualmente en tiempos medievales.
(64) Existen otros indicios, como una cueva subterránea de 2 ms. de diá­
metro o el lugar denominado cuevas de los moros, que quizás haya que rela­
cionar con actividades mineras de oro en época romana.
G
NARCISO SANTOS YANGUAS
634
En la región del pueblo de Villaconejos, aunque sin topónim o
conocido, existiría un castro que testimonia claramente la conexión
existente entre minería romana del oro y hábitat castreño: encla­
vado a unos 400 ms. de altura, pudo haber sustituido a otro recinto
cercano de origen prerromano, estando como consecuencia de ello
romanizado, si es que realmente no corresponde a creación rom a­
na (65). Al otro lado del río, y a una altitud algo m ayor (unos
450 ms.), se halla el recinto poblacional conocido con el nom bre
de los castros de Acio y Vegapope, que por su reducido tamaño
sería de origen prerrom ano, aunque fuese reutilizado en época ro­
mana, pero no en función de yacimientos mineros cercanos.
En este sentido sabemos que por Acio atravesaba en el siglo
X II una vía de comunicación, quizás pervivencia de tiempos rom a­
nos ( 6 6 ), desplazándose hasta alcanzar el territorio de la Regla y
cruzando el cauce del río del Coto por un excelente puente de tipo
romano. En dirección a dicho valle salía un nuevo ramal, a pesar
de que el que nosotros estamos describiendo atravesaría el río
Narcea p or un puente diferente, posiblemente construido a base
de piedra, tomando en su recorrido desde este punto la m argen
derecha de dicha corriente fluvial.
Pasaría entonces por el Camín Vieyu de la Regla, donde existi­
ría una explotación minera de oro en yacimiento secundario (te­
rraza aluvial), para alcanzar a continuación el poblado castreño de
Penlés (67) e inmediatamente después el lavadero aurífero de Llano,
conocido con el nombre de El Ganzalón, sin duda el m ejor ejem plo
de aprovechamiento minero de oro de todo el concejo de Cangas
del N arcea tanto p or sus estructuras en piedra como por el grado
de conservación en que se encuentran ( 6 8 ).
El camino real continuaba su curso en línea descendente p or la
margen derecha del río Narcea, de form a que en alguna parte de
su trayecto los habitantes de aquella época se verían obligados a
(65) El hecho de no presentar restos abundantes posiblemente obedezca
a su temprano abandono, inmediatamente después de finalizar las tareas mi­
neras en conexión con los aprovechamientos auríferos.
(66) A. loriano umreño El libro Registro de Corias, p. 36.
(67) Tal vez se corresponda con el catalogado por J. M.
onzález ( Misce­
lánea histórica asturiana, p. 108) como El Castro, “cercano al lugar de Llano,
derecha del Narcea, parroquia de Cueras”, aunque confundiéndolo posible­
mente con la explotación minera de oro de este mismo lugar.
(68) Sus características tan sobresalientes requieren un estudio pormeno­
rizado y monográfico acerca del mismo, tarea que estamos llevando a cabo
en estos momentos.
. • ••
F
C
:
G
VIAS DE COMUNICACION DE EPOCA ROMANA
635
rebajar la peña para conseguir hacer de esta vía un camino transi­
table. En este sentido en el actual pueblo de Llano existen vestigios
de un antiguo puente romano, a pesar de que hace pocos años ha
sido alterado totalmente, transformando prácticamente tanto su
form a como su estética primitivas: el puente en cuestión serviría
para cruzar el cauce fluvial del Narcea, posibilitando de esta ma­
nera que un ram al de cierta importancia discurriera hasta el recinto
fortificado
de Adralés, emplazado entre los pueblos de Llano y
Adralés y que cuenta con un sistema defensivo de características
considerables (69).
Desde este lugar de ubicación del castro de Adralés dicha des­
viación viaria se desplazaría hasta el recinto poblacional de Trones,
ya en la cuenca del río Arganza, tras atravesar la Sierra de Santa
Ana: ubicado junto al reguero o río Rechilón, a una altura apro­
xim ada de 730 ms., su origen parece corresponderse con los últimos
momentos de la época prerrom ana, experimentando una rem odela­
ción en tiempos romanos al hallarse vinculado a una vía de carácter
eminentemente económico en conexión con los aprovechamientos
auríferos de sus cercanías (70).
Por último este ram al desembocaría en la zona de Besullo, don­
de existieron dos recintos castreños, uno de los cuales arrancaría,
en cuanto a su origen, de tiempos prerrom anos (el castiecho de
B esu llo ) mientras que el otro surgiría ya en época rom ana (el co­
nocido como castro de Besullo). Se identifcan, sin duda, con los
principales centros poblacionales de la región, de enorme signifi­
cado a causa de las explotaciones auríferas que se extienden desde
Iboyo (en el concejo de Allande) hasta la zona de las Montañas (71):
su emplazamiento se corresponde con el territorio existente entré
las actuales poblaciones de Besullo y Noceda, sirviendo de divisoria
entre los ríos Pumar, Combo y Arganza, a una altitud aproxim ada
de unos 600 ms.
(69) Su ocupación primitiva parece corresponderse ya con tiempos roma­
nos a causa de sus grandes dimensiones y de la vía de comunicación que lo
unía con el importante centro aurífero ubicado en torno a Besullo; en sus
alrededores no se han detectado hasta la actualidad restos de aprovechamien­
to de oro, pudiendo vincularse con la no muy alejada zona minera de Llano.
(70) J. M.
onzález ( Asturias protohistórica, en Historia de Asturias,
Ayalga 2, Salinas, 1978, p. 209) hace alusión sin más a este recinto con la de­
nominación de El Castro entre los correspondientes al concejo de Cangas del
Narcea.
(71) N. antos “Explotaciones romanas de oro-en el valle del río A r­
ganza (concejo de Cangas del Narcea)”, B ID E A (en prensa).
G
S
:
NARCISO SANTOS YANGUAS
636
El proceso seguido en cuanto a su desarrollo histórico sería el
siguiente: el castiecho arrancaría, en cuanto a su origen, de tiem­
pos prerrom anos, puesto que se encuentra enclavado en tesos de
fácil defensa; ya en época romana, en conexión con las minas de
oro de sus alrededores, se ampliaría el recinto poblacional median­
te la creación del castro cercano y la utilización de la falta del
propio castiecho como lugar de hábitat (los aterrazamientos obser­
vables serían originados con el fin de dar acogida a un número de
personas en continuo aumento) (72).
Por lo que respecta al curso seguido por el camino real de La
Viliella a Cangas en su parte final, desde Llano continuaría su re­
corrido p or la margen derecha del río Narcea, alcanzando en prim er
término el pueblo de Cueras y a continuación el poblado castreño
de Arallón, un poco antes de la confluencia del río Narcea con el
Naviego (73). En este punto la vía romana cruzaría la corriente del
Naviego por el puente de origen romano de Entram basaguas para
alcanzar finalmente la zona del Cascarín, ya en territorio corres­
pondiente a la villa de Cangas del Narcea.
III)
E L C A M IN O R E A L D E C A N G A S A T IN E O
Junto con el trazado propio de la vía de Leitariegos, pertene­
ciente a la cuenca del río Naviego, constituyen los tramos más
visibles de los caminos antiguos de todo el concejo como conse­
cuencia directa de que las carreteras actuales apenas utilizan su
recorrido en muy escasos puntos. Arrancando de la villa de Cangas,
donde sin duda enlazaría con los caminos y ramales de comunica­
ción que provendrían de los diferentes valles que aquí confluían,
discurriría en prim er lugar hasta Corias, correspondiéndose su re­
corrido con el trayecto de la actual carretera; de esta form a la
vía se desplazaría próxima al castiecho de dicho localidad, ubica­
do en una posición estratégica enormemente significativa p or su
(72) Dada la situación estratégica del castiecho, enclavado en el centro
de uno de los distritos de mayor riqueza aurífera del concejo de Cangas del
Narcea, él mismo o su vecino el castro de Besullo pudieron convertirse en
lugar de recogida de los productos auríferos para su almacenamiento con vis­
tas a la posterior evacuación en dirección a Roma.
(73) Ubicado a unos 370 ms. de altitud junto al pueblo del mismo nom­
bre, el recinto fortificado de Arallón dista aproximadamente 1 Km. de la
población de Cangas; parece haber estado desconectado del sector minero
a lo largo de su historia, por lo que, aunque de origen prerromano, su conti­
nuidad como lugar de hábitat en época romana no sería excesivamente pro­
longada.
VIAS DE COMUNICACION DE EPOCA ROMANA
637
vinculación con un importante núcleo de comunicaciones, en el que
confluiría toda la producción aurífera de los valles del Naviego,
Coto y Arganza, así como la m ayor parte de la cuenca del propio
río N arcea (74).
En la m argen izquierda de este último, y casi frente al castiecho de Corias, a una altitud aproximada de 580 ms., existe un teso
de denominación desconocida, emplazado junto a Santam arina de
Obanca; de pequeñas dimensiones y probablem ente de origen pre^
rrom ano, sería reutilizado en tiempos romanos en conexión con
la explotación del lavadero superficial de Obanca y de sus proxi­
midades (75). A pesar de ello no existen Índicos de ningún ram al
ni puente de fabricación antigua (quizás porque estuviese construi­
do a base de m adera) que ¡pusiese en comunicación el camino real
de Cangas a Tineo con esta zona.
E n su recorrido descendente por la cuenca del río N arcea esta
vía cruzaría el cauce fluvial poco después de Corias a través de un
puente de tipo romano, que en la actualidad cuenta con un arco
bastante apuntado (tal' vez de origen romano en su origen) y que
presenta rasgos medievales en cuanto a su conjunto (76).
.
.
Desde este punto el camino real se desplazaría ya p or la m ar­
gen izquierda del río Narcea hasta El Puelo, en la prim era fase de
su recorrido junto al río y a continuación separándose un tanto y
ascendiendo de form a suave; se trata de un recorrido de anchura
suficiente, que durante gran parte de su trayecto cuenta con un
potente m uro de contención en su zona externa (en ocasiones es­
ta especie de parapeto llega a alcanzar una altura cercana a los
5 m s.) (77).
-
(74) Se trataría de un recinto romanizado, que a sus funciones de vigi­
lancia y 'control territorial añadiría su vinculación con la explotación minera
de Obanca.
>
(75) Quizás la configuración del recinto castreño como lugar de hábitat
de la mano de obra empleada en dichas actividades mineras obedeciese,-en
cuanto a sus fosos, a la propia excavación del terreno aurífero.
(76) Existe un arco de medio punto con dovelas de'gran tamaño, de tra­
go discontinuo, así como otro más pequeño en su parte derecha; el puente
en sí mide unos 50 ms. de largo por 2,20 ms. de ancho, habiendo sido restau­
rado en el año 1574 de acuerdo con la inscripción de su parte central. Cf. C. er
nández choa: Asturias en la época romana, p. "46, quien se reduce a esque­
matizar una parte mínima del recorrido que estamos analizando.
(77) En la configuración del mismo se pueden observar hasta tres tipos
diferentes de pared superpuestos,, .por lo que no sería raro que los cimientos
correspondiesen a la vía romana.- v
O
F ­
638
NARCISO SANTOS YANGUAS
Desde E l Puelo una desviación de este camino real se despla­
zaría en dirección a Tineo por Arganza, mientras que el trazado
principal, tras descender un poco, conectaría con el recorrido de
la carretera actual, a la que sigue en un tramo corto hasta alcanzar
la población de Tebongo; a la altura de este lugar existe un puente
de tipo romano, constituido por dos arcos de medio punto, uno
mayor que el otro, con una base triangular (ro m b o id a l) para evi­
tar la erosión del agua.
Una vez atravesado el cauce del río, un nuevo ram al se dirigiría
hasta el recinto castreño de Tebongo, conocido como el castiecho,
y posteriormente hasta el poblado fortificado del regueiro Castro
en Castrosín; el prim ero de estos centros poblacionales, ubicado
a una altura de 360 ms., sería utilizado ya en época prerrom ana,
aunque con toda seguridad continuaría habitado en tiempos rom a­
nos debido a su conexión con una zona minera de oro, constituida
por una serie de lavaderos superficiales (explotaciones de lavado
de terrazas fluviales, emplazadas en la parte b a ja inmediata al
castro, en dirección a Portiella unas y en la otra margen del río
otras) (78).
Por otro lado, en cuanto al emplazamiento castreño de Castro­
sín, se hallaba ubicado a unos 400 ms. de altura en su parte más
elevada, en las proximidades del regueiro Castro, justamente por
debajo de la corta a cielo abierto sobre yacimiento prim ario exis­
tente en este lugar (Peñafurada); debido a ello debemos vincularlo,
sin ningún tipo de dudas, con el sector minero, asignando por tan­
to su origen ya a una época plenamente rom ana (79).
Retomando nuevamente la margen derecha del río N arcea el
camino real de Cangas a Tineo pasaría junto al lavadero superficial
de Mieiro, que nos presenta dos frentes de corta perfectamente
visibles, para alcanzar seguidamente el territorio de Antrago (80).
En este lugar, y con el fin de cruzar la corriente fluvial de ese mis­
mo nom bre antes de su confluencia con el Narcea, existiría un
(78) Posiblemente este conjunto de yacimientos, entre los que se encuen­
tran los de Peneos, Valconstante y Veiga de Cadario, no se pondrían en ex­
plotación a un mismo tiempo, puesto que el recinto habitable no podría albergar
a un número elevado de personas.
(79) En este sentido quizás los lavaderos superficiales de arenas auríferas
que se encuentran poco antes de llegar a Rubieros, así como la zona minera
correspondiente a este mismo lugar, dependerían de dicho emplazamiento, ra­
dicando precisamente en ello su importancia.
(80) Este topónimo romano tiene el significado de entrada. Cf. C. F e r n á n ­
d e z O c h o a : Asturias en la época romana, p. 46.
-
VIAS DE COMUNICACION DE EPOCA ROMANA
639
pequeño puente que en la actualidad presenta todavía vestigios de
tiempos muy antiguos (posiblemente romanos).
A continuación la vía se desplazaría en dirección a Portiella,
cruzando el cauce del río de Onón por un puente, conocido en la
actualidad como el M olín y cuya construcción (o m ejo r dicho
reconstrucción) se corresponde con los prim eros años del siglo
pasado de acuerdo con la inscripción que conserva su pretil. Se­
guidamente el cam ino discurriría por un territorio m uy próxim o
al recinto poblacional de Portiella, conocido como el castiecho el
Molín, que se identifica con un hábitat romanizado ubicado a irnos
340 ms. de altitud, lo que le convierte en el asentamiento castreño
menos elevado de todo el concejo; aunque de origen prerrom ano,
sería reutilizado claramente en época romana, en conexión indu­
dable con los aprovechamientos auríferos de sus alrededores (la
terraza fluvial conocida como Valle (V atse ) de Portiella p or eiemp lo ) (81). *
Casi con absoluta seguridad hemos de pensar que, siguiendo la
cuenca del río de Onón en dirección a la región de Sierra, existiría
un nuevo ram al de comunicaciones, puesto que la zona cuenta con
algunos asentamientos poblacionales de época castreña, entre ellos
los de Solana de M urías en Porley (en realidad Castro de Sierra),
Castil del M oure, el castiecho (o Chano las C oronas) de Castiello,
Tricham uela de Porley y el castiecho de San M artín de la Sierra.
Desde las proxim idades del recinto castreño de Portiella la vía
rom ana transitaba siempre por la margen derecha del río Narcea
hasta el territorio de Bárcena, para pasar a continuación hasta
V illa r de Lantero y penetrar posteriormente en el suelo correspon­
diente al concejo de Tineo por Villanueva (82). A partir de este
punto el camino real cruzaría el cauce fluvial a través de un largo
puente de tipo de base romano-medieval antes de proseguir su
recorrido en dirección a Tineo.
En el límite entre los concejos de Cangas del Narcea y Tineo,
en la m argen izquierda del río y antes de la confluencia del Arganza con el Narcea, se encuentra el llamado castiello de Santa Cruz,
que se corresponde con un teso enclavado a unos 480 ms. de alti­
tud, com parable en su form a al recinto poblacional de Portiella;
(81) A estas funciones mineras hemos de añadir igualmente su importan­
cia y significado como centro de comunicaciones y de vigilancia territorial,
es decir enclave de características estratégico-militares, al hallarse a la entra­
da del valle del río de Onón, en su confluencia con el Narcea.
(82) En este lugar parece haber existido un recinto castreño de cierta
entidad y existencia bastante prolongada.
640
NARCISO SANTOS YANGUAS
aunque sus orígenes y primeros momentos de hábitat arrancarían
sin duda de época castreña romana, sería reutilizado en tiempos
visigodos y medievales de acuerdo con lo que se desprende de su
denominación. N o podemos vincularlo, sin em bargo, con activida­
des mineras ni resaltar su importancia como centro de comuni­
caciones, existiendo en dirección al pueblo de Ovilley restos de
construcciones de piedra (quizás identificables con un asentamien­
to de carácter abierto).
1
A lo largo de todo este recorrido únicamente hemos encontrado
huellas o vestigios de enlosado en el trazado correspondiente a los
puentes, mientras que el resto del recorrido descrito se correspon­
de con caminos terreros. Quizás esta escasa presencia de enlosamiento obedezca únicamente al hecho de que no sería necesario
para el norm al funcionamiento de dichas vías de comunicación,
puesto que, al ir salvando suavemente los desniveles existentes, la
erosión experimentada por dichos caminos sería mínima.
N o obstante, hemos hecho referencia ya al hecho de que, en
casos excepcionales, se recurriría a la elaboración de m uros de
contención, lo que puede dam os una idea bastante clara acerca de
la importancia de esta red viaria, que sería utilizada posteriormente
de form a intensa en época medieval e, incluso, en los años poste­
riores hasta la presente centuria, solamente tras una remodelación
y reconstrucción adecuadas en cada caso.
ANTROPOLOGIA Y PRAGMATICA DE LA LITERATURA.
MIGUEL DE UNAMUNO, JOSE MARIA QUIROGA PLA Y
DOS CARTAS INEDITAS DE PEDRO CARAVIA
Jesús G. Maestro
« . . . La moderna teoría de la literatura o poé­
tica, tan necesitada de cultivo en España» (1).
F . LAZARO C a r r e t e r
N uestro propósito, a lo largo de las páginas sucesivas, no será
tanto el de establecer rigurosamente las dimensiones fundam enta­
les que ocupan el nivel pragmático de la semiología, ya señalado
p o r Charles M orris en 1946, cuanto el de desarrollar orgánicamente
un conjunto homogéneo y ordenado de ideas cuya única finalidad
será la de esclarecer al joven investigador una posible introducción
al estudio de la pragm ática de la comunicación literaria, dentro,
naturalmente, de las posibilidades y garantías que, ante las apor­
taciones de la m oderna teoría de la literatura, nos ofrece la inves­
tigación semiológica de los fenómenos culturales.
Hem os querido repasar, a través de estas páginas, los espacios
fundamentales
integrando
de una pragmática de la comunicación literaria,
tales presupuestos
teóricos
( antropología
del autor,
etnosemiótica del mensaje y estética de la recepción) en una pe­
queña parte de la m agnitud y m odernidad de la obra de M iguel de
Unam uno, cuyo análisis hemos intentado enriquecer con la apor­
tación de dos cartas inéditas de Pedro Caravia dirigidas a quien
sin duda fue su más fiel y auténtico amigo, poeta actualmente muy
olvidado p o r los estudiosos de la literatura española, José M aría
Q uiroga Pía. N o sé hasta qué punto resultará benigno — ya lo he
L
C
,
(1)
azaro arreter F .: “L a literatura como fenómeno comunicativo”,
Estudios de lingüistica, Barcelona, Crítica, 1980, p. 192. También en Pragmáti­
ca de la comunicación literaria, Madrid, Arco-Libros, 1986, p. 170.
JESUS G. MAESTRO
642
escrito en otro lugar— recordar que José M aría Quiroga fue yerno
de M iguel de Unamuno.
I.
IN T R O D U C C IO N A L
ESTUDIO DE L A P R A G M A T IC A DE L A
C O M U N IC A C IO N LIT E R A R IA
(A U T O R -O B R A -LE C T O R )
Y a antes de 1960, Román Jakobson (2 ) había propuesto, para
representar la comunicación lingüística y fundam entar así su teo­
ría acerca de las funciones del lenguaje, el siguiente esquema del
proceso dinámico de la producción y recepción del mensaje, útil,
sin duda, para distinguir en él los diversos puntos de vista que
estudia y engloba la investigación semiológica de los fenómenos
culturales:
contexto
em iso r---------- > mensaje ^--------- > receptor
contacto
código
A lo largo de su historia, las diferentes teorías literarias han
hecho especial hincapié en uno de los puntos de vista esquemati­
zados (escritor, lector, contexto, o b ra ...) sin que ningún estudioso
haya admitido abiertamente la parcialidad de sus investigaciones.
Si adoptamos el punto de vista del emisor, damos prioridad al uso
emotivo del lenguaje, a la vez que participamos de las teorías ro­
mánticas (crítica psicoanalítica, biográfica, sociológica) que no es­
tudiaban la obra propiamente, sino una faceta de su autor. Creemos
que éstas serían, en suma, las principales teorías cuyo objeto de
estudio ha quedado expresado en la sinopsis anterior.
marxista
rom án tica------ :— > form alista—-------- > teoría de la recepción
estructuralista
Ante este panoram a que ofrecía la investigación literaria a me­
diados de siglo, y a pesar de la relevancia que habían adquirido
muchas de estas teorías, es muy posible que la aportación más
fundamental del siglo X X al campo de investigación de la crítica
J
,
(2)
akobson R .: “Closing statements: Linguistics and poetics”, Style in
language. Ed. by Thomas A. Sebeok, New York and London, The Technology
Press of Massachusetts Institute of Technology and Wiley Sons, Inc., 1960,
págs. 350-377. Este estudio fue incluido en la obra de Jakobson, publicada en
Francia, Essais de linguistique générale, París, Minuit, 1963. Trad, esp., “Lin­
güística y poética”, en Th. S. Sebeok (ed.), Estilo det lenguaje, Madrid, Cáte­
dra, 1974, págs. 125-173.
ANTROPOLOGIA Y PRAGMATICA DE LA LITERATURA
643
literaria, haya sido la semiótica o semiología. Todo lo que hace el
hom bre significa, y todo aquello que significa es objeto de estudio
de la semiología. En palabras de M aría del Carmen Bobes Naves,
«la semiótica, o semiología, se ha definido como la ciencia general
de los signos y abarca, como objeto propio, a todas las creaciones
humanas que remiten a un significado» (3).
En 1946, Charles M orris (4 ) distinguió los tres niveles de la se­
miología: el sintáctico, el semántico y el pragmático. El conjunto
de estos tres componentes constituye una teoría semiológica cuya
aplicación puede extenderse a todas las actividades y saberes hu­
manos que remitan a un significado. Puede hablarse así de una
Sem iología de la Literatura, de la Antropología, del Lenguaje, de
la Cultura, e incluso del peinado o de la moda. El nivel sintáctico
estudia la relación de los signos entre sí, el nivel semántico estudia
la relación de los signos con el objeto que tales signos representan,
y el nivel pragmático estudia la relación de los signos con los eje­
cutores del acto de la comunicación, esto es, el emisor y el receptor,
además de la consideración de otros aspectos subyacentes a los
propios interlocutores, sin los cuales el estudio literario y la carac­
terización global de un texto artístico serían propósitos manifies­
tamente insuficientes. La pragmática, al depender de los ejecutores
— y también de los signos— no puede prescindir de los aspectos
sintáctico y semántico. De este modo, como ha escrito M iguel Angel
G arrido G allardo, «la sintaxis y la semántica se resuelven en una
pragm ática y ésta se configura entre la sintaxis y la semántica de
una parte y las reglas de la sociología p or otra» (5). Como podem os
com probar, en el nivel pragmático el proceso dinámico de la pro­
ducción y recepción del mensaje literario puede representarse del
m odo siguiente:
a u to r---------- > o b r a -----------> lector
Podemos asegurar incluso que tales elementos simbolizan tres
experiencias fundamentales de la praxis productiva ( poiesis), de la
praxis comunicativa ( katharsis) y de la praxis receptiva ( aisthesis).
Fijém onos brevemente en cada uno de estos procesos.
otros:
(3) B o b e s N a v e s , M. del C., y
Crítica semiológica, Publicaciones
de la Cátedra de Teoría de la Literatura, Universidad de Oviedo, 1977.
(4 )
M o r r i s , Ch.: Sings, Language and Behavior, Nueva York, 1946. Trad,
esp., Signos, Lenguaje y conducta, Buenos Aires, Losada, 1962.
(5 )
G a r r i d o , M.A. : Estudios de semiótica literaria, Madrid, CSIC, 1982,
p . 17.
644
JESUS G. MAESTRO
I. 1. LA CRISIS DEL AUTOR
El término «a u to r» procede del vocablo latino autor, que a su
vez derivaba del verbo augere (aumentar, hacer p rogresar) cuyo
significado más preciso era el de «cread or», y que, por demás, per­
tenecía a la fam ilia románica de auctoritas. Se trataría, en suma,
tras cotejar los datos apuntados p or la etimología, de un «em isor
especialmente cualificado» ( 6 ). Fernando Lázaro Carreter, al hablar
de la literatura desde la perspectiva ofrecida p o r el autor, la ha
definido como un mensaje que el emisor cifra «en ausencia de ne­
cesidades prácticas inmediatas» (7). Palabras próxim as a las de
George Steiner, según el cual «las responsabilidades supremas de
la literatura, su razón de ser ontològica, se encuentran fuera de
su utilidad inmediata y de su verificabilidad» ( 8 ).
Es sobradamente conocido a estas alturas que las teorías estructuralistas proclam aron en todos sus campos de investigación la
muerte del autor. Y así lo hicieron, con m ayor o m enor incidencia,
R oland Barthes en la crítica de la literatura, C. Levi-Strauss en la
antropología y la etnología, Lacan en el psicoanálisis, Althusser al
proponer una nueva lectura de Max, Michel Foucault en su epis­
teme (9), D errida en su replanteamiento en la Filosofía Occidental,
Deleuce en el pensamiento de Nietzche... El estructuralismo, que
no fue sino un método para comprender las realidades humanas
socialmente constituidas, realizando una ciencia no al m odo clásico
(descubrimiento, hipótesis, confirmación), sino una ciencia que
entonces había consistido en volver a leer, en revisar — desde su­
puestos distintos— doctrinas filosóficas y fenómenos culturales ya
conocidos, propuso, como hemos indicado, la disolución del sujeto,
o desaparición del hombre (a u to r) — que no su rechazo— en la in­
vestigación científica de los hechos culturales.
(6) L
C
,
O. c.,
azaro arreter F .:
p. 157.
(7) Ibíd.
(8) Cfr., S t e i n e r , G .: Extraterritorial, Barcelona, Barral, 1973, págs.
158-159.
(9) Según la etimología griega, episteme sería ciencia, por oposición a
técnica. En la obra de M. Foucault puede definirse como un espacio histórica­
mente dado, situado entre dos mutaciones o cambios del saber, donde puede
aparecer un conjunto de enunciados que constituyen y posibilitan objetos,
prácticas, discursos o situaciones. Según Foucault, desde el Renacimiento a
nuestros días han existido tres grandes epistemes o cambios de la estructura
subyacente del saber: Renacimiento, época clásica (mediados del siglo X V II
a fines del X V III) y el período inaugurado en el X IX .
\. i
ANTROPOLOGIA Y PRAGMATICA DE LA LITERATURA
645
E l propio Sartre pensó de Levi-Strauss que en su visión estruc­
tural de la antropología rechazaba la historia, cuando de lo que
verdaderamente se distanciaba su escuela era de la imagen histó­
rica del progreso desde las pautas de valor de la civilización occi­
dental como algo universalmente válido. Todo esto explica de
alguna m anera el éxito de la célebre frase de E. Ip ola según la cual
el estructuralismo ha exiliado la Historia. Lo que sucede en reali­
dad es que el método estructural aplicado a la historia dará prio­
ridad al punto de vista sincrónico sobre el diacrònico, lo que no
significa negar la explicación histórica, pero sí desplazarla para
colocarla fuera de la estructura. Todavía en la actualidad estudio­
sos historicistas de la literatura piensan equivocadamente que la
Crítica Semiológica excluye al autor o a la historia en su investi­
gación científica de los fenómenos culturales. N ad a hay más lejos
que esto en nuestro campo de trabajo, como pretendemos demos­
trar a lo largo de las siguientes páginas.
Cuando las filosofías estructuralistas proponen la desaparición
del sujeto ( h om bre) en sus investigaciones científicas sobre la rea­
lidad cultural y, a su vez, el rechazo del Hum anism o, lo hacen
apoyándose en razones metodológicas o, más precisamente, epis­
temológicas. E l estructuralismo dará primacía a las estructuras,
sistemas y códigos, de tal manera que, en virtud de esta valoración,
el hom bre será estudiado como una pieza constitutiva más de tales
estructuras. Así, p o r ejemplo, el hombre (a u to r) ya no será el cen­
tro de la investigación literaria (antropológica, histórica, cultural,
psicoanalítica, etc.). El crítico de la literatura ya no estudiará la
psicología de Clarín para conocer La Regenta, ni la biografía de
U nam uno para interpretar Niebla.
Lo que hace el investigador
estructuralista es analizar la obra en sí misma, abogando p or un
estudio inmanentista bien de un texto literario, bien de una socie­
dad salvaje instalada en la selva amazónica o, simplemente, del
inconsciente de una estructura social dada, contexturado y funcio­
nando como un lenguaje autónomo, tal y como proponía Lacan.
De este m odo el estructuralismo traslada el centro de su investiga­
ción del Sujeto al Discurso, del hom bre a las estructuras.
Para el teórico de la literatura francesa R. Barthes, el autor no
era sino un personaje moderno, instituido en la civilización euro­
pea occidental tras la E dad Media. La eflorescencia de determinadas
doctrinas filosóficas como el Em pirism o inglés o el Racionalism o
francés, o la misma fe personal que extendió el espíritu de la Re­
form a, descubrieron el prestigio del hom bre individual ante su
m undo social y artístico. Autores positivistas como Colin Srnith
646
JESUS G. MAESTRO
justificaban la anonimia de las obras literarias anteriores al siglo
X I V en el hecho de que el hombre medieval rara vez pensaba en
reafirm ar su personalidad y pocas veces creyó que su nom bre o
fam a en la tierra tenían derecho a sobrevivirle ( 1 0 ).
Roland Barthes llega a hablar del sentido «teológico» (11) de
la obra literaria, dado que la crítica historicista — según sus pro­
pias palabras— interpretaba el mensaje como un producto del
«A utor-D ios» (12).
«E sta concepción le viene muy bien a la crítica, que enton­
ces pretende dedicarse a la importante tarea de descubrir al
Autor (o a sus hipóstasis: la sociedad, la historia, la psique, la
libertad) ba jo la obra: una vez hallado el Autor, el texto se
«explica», el crítico ha alcanzado la victoria; así pues, no hay
nada asom broso en el hecho de que, históricamente, el impe­
rio del Autor haya sido también el del Crítico, ni tampoco en
el hecho de que la crítica (p o r nueva que sea) caiga desman­
telada a la vez que el A u tor...» (13).
I. 2.
EL M ENSAJE L IT E R A R IO EN L A P R A G M A T IC A
DE SU C O M U N IC A C IO N
Partiendo de Siegfried J. Schmidt podemos definir la comunica­
ción literaria como todos y cada uno de los procesos de interacción
social y de comunicación que tienen como objeto temático lo que
se ha denominado «texto literario». De este modo, una Teoría de la
Comunicación Literaria debería explicitar y estudiar no sólo los
actos de la comunicación literaria en sí, sino también los objetos y
estados de las cosas, además del conjunto de presuposiciones y
consecuencias que, por su pertinencia, tienen im portancia para esa
comunicación dada. En palabras de S. J. Schmidt, «desde un punto
de vista form al se trata del análisis de las relaciones texto-con­
texto» (14).
Para este autor existen cuatro elementos fundamentales que
deben estar presentes en toda teoría acerca de la comunicación
literaria, que son los siguientes:
(1 0 )
Cfr., S m i t h , C., en su introducción al Poema de Mió Cid, Madrid, Cá­
tedra. 1981, págs. 36 y ss.
(11) B a r t h e s . R .: El susurro del lenguaje. Más allá de la palabra y la es­
critura, Barcelona, Paidós, 1987, p. 69.
(12) Ibíd.
(13 )
B a r t h e s , R .: O. c., p. 70.
(14) S c h m i d t , S.J.,: “L a comunicación literaria”, Madrid, Arco-Libros, 1986,
págs. 95 y ss. También en francés, “La communication litteráire”, Stratégies
discursives, Lyon, Presses Universitaires de Lyon, 1978, págs. 19-31.
ANTROPOLOGIA Y PRAGMATICA DE LA LITERATURA
647
1.— PR O D U C T O R E S de objetos de comunicación literaria: se:
rían aquellas personas que en una sociedad dada producen los
textos.
2.— R E C E P T O R E S de objetos de comunicación literaria: serían
las personas que reciben o admiten como estéticos los objetos de
tal comunicación literaria.
3.— IN T E R M E D IA R IO S de objetos de comunicación literaria:
son las personas encargadas de juzgar tales objetos, ocupadas en
la transmisión, multiplicación y difusión de los mismos a través
de los cauces comerciales.
4.— A G E N T E S D E T R A N S F O R M A C IO N de objetos de comuni­
cación literaria: son aquellas personas que, de m anera explícita,
declaran como literarios los objetos de comunicación que reciben,
p or medio de producciones propias, tales como la crítica, la inter­
pretación o la traducción.
Diremos, en suma, que la obra literaria conlleva su propia si­
tuación, y que cada lector crea a su vez una situación de lectura
igualmente propia, elegida p or él mismo. «L a obra artística nace pa­
ra siempre como en su origen fue», recuerda F. Lázaro Carreter (15).
I. 3.
L A H O R A D E L LECTO R
« E l nacimiento del lector se paga con la muerte del A u tor», ha
escrito Roland Barthes en 1968 (16).
Frente al autor de la obra literaria, hom bre cuya historia, bio­
grafía o sociología pueden conocerse de un m odo más o menos
preciso, el lector se configura como un agente que carece — o in­
cluso prescinde, diríam os m ejor— de tales informaciones, con todo
lo que ello significa p or su parte, además de ser alguien que man­
tiene reunidas en un mismo campo todas las huellas que constitu­
yen el escrito.
En un trabajo para la Writing Conference (17), de Luchon, en
Í975 («S o b r e la lectura», publicado un año más tarde en Le Fran­
çais), Roland Barthes define la lectura, ante los um brales de una
teoría de la recepción, como un «cam po plural de prácticas diver­
sas». E incluso va mucho más lejos al querer proponer una anagnosología o anagnosis como única disciplina provisionalmente
capacitada para desarrollar un análisis de la lectura, es decir, una
(15)
(16)
(17)
Lazaro Carreter, F.: O. c.. p. 163.
Barthes, R. : O. c., p. 71.
También en Barthes, R. : O. c., págs.
39-49.
648
JESUS G. MAESTRO
pertinencia (1 8) desde la cual resulte posible cualquier tipo de
observación sobre la lectura, entendida como legendum (algo para
leer), que procede de una fenomenología, y no de una semiología,
según Barthes.
Otros teóricos de la literatura españoles y también alemanes (19)
han propuesto el término receptor universal para designar a aquel
receptor constituido p or todos los lectores potenciales que, en cual­
quier tiempo o lugar, acudirán voluntaria o fortuitamente a aco­
gerlo. En palabras de Lázaro Carreter, el lector es un m iem bro del
receptor universal «qu e acoge el mensaje solitaria o colectivamen­
te, en lugares cronológica y espacialmente distintos, y, sin em bargo,
ese mensaje nunca cambia, siempre es idéntico» ( 2 0 ).
En 1967, en la ya famosa lección inaugural de Constanza, Hans
Robert Jauss dio un paso fundamental al expresar la exigencia de
buscar la experiencia literaria del lector allí donde ésta «entra en
el horizonte de expectativas ( 2 1 ) de su práctica vital, reform a su
comprensión del mundo, y, con ello, incide también en su com por­
tamiento social» (22). De estas nociones, así como de otras igual­
mente fundamentales de la moderna Literaturwissenschaft alemana
hablarem os con detalle en el capítulo que más adelante dedicamos
a la Estética de la recepción. Sepamos, por el momento, que tal
escuela reconoce en el receptor una trabazón con los presupuestos
lingüísticos, cognitivos, culturales, políticos y económicos que, a
la hora de realizar el acto constitutivo del proceso total de recep­
ción, están contenidos en él.
Los conocimientos que de la lengua y el m undo posee el receptor
están necesariamente implicados como presupuestos (im plícitos y
explícitos) en todos los procesos de recepción
II.
P R IM E R A C O N C L U S IO N P R E L IM IN A R
Hasta aquí hemos hablado tan sólo de los tres elementos fun­
damentales que intervienen en la pragm ática de la comunicación
literaria.
(18) “L a pertinencia, en lingüística, es — o al menos ha sido— el punto
de vista elegido para observar, interrogar, analizar un conjunto tan heteróclito,
tan disparatado como el lenguaje”. Cfr., B a r t h e s , R .: O. c., p. 40.
(19 )
L a z a r o C a r r e t e r , F.: O . c.
(20) Cfr., ibid., p. 160.
(21) El subrayado es nuestro.
(22) Cfr., J a u s s , H .R .: Literaturgeschichte als Provokation, Frankfurt,
a. M.. 1974. p. 199. Trad. esp., La literatura como provocación, Barcelona, Pe­
nínsula, 1976.
ANTROPOLOGIA Y PRAGMATICA DE LA LITERATURA
649
a u to r---------- > o b r a ---------- > lector
A partir de ellos, y sólo después de haber contrastado las hipó­
tesis hasta ahora form uladas a su respecto en el capítulo anterior,
podrem os establecer los siguientes presupuestos de investigación:
1 .— Un estudio de la antropología del autor, fundam entado en
el análisis del contexto « cultural» y social donde han tenido lugar
y origen sus creaciones artísticas.
2 .— U n estudio del mensaje realizado desde el nivel pragmático,
bien a p artir de la antropología del autor y de su contexto «cul­
tural» (lo que constiuye un estudio muy próxim o a la postura de
numerosos historiadores de la literatura), es decir, una etnosemiótica del mensaje, o bien un estudio de la obra literaria desde la
Estética de la recepción (Rezeptionsásthetik), esto es, a partir del
concepto de fusión de horizontes, propuesto por Gadam er, que ha­
ce referencia a la fusión entre el horizonte de expectativas dado
p or el texto previamente y el horizonte de expectativas aportado
p or el lector. La fusión de ambos horizontes puede realizarse es­
pontáneamente, pero también puede producirse de m anera reflexi­
va, como veremos.
3.— Un estudio del receptor a partir de un sistema de normas
de expectación objetivadas — lo que constituye en definitiva su
horizonte de expectativas— cuya finalidad prim ordial ha de ser la
de clarificar el modo, las condiciones y los actos constitutivos del
proceso total de recepción del texto literario.
Creemos que el siguiente cuadro sinóptico puede resultar útil
para exponer y com prender gráficamente los criterios hasta aquí
enunciados:
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JESUS G. MAESTRO
650
II. 1. LA ANTROPOLOGIA DEL AUTOR
Hemos hablado anteriormente de cómo la crítica tradicional
al proponerse el estudio de una obra literaria se detenía en el
referente del texto y no en el texto mismo, propiamente. De esta
manera, al estudiar la temática referencial de la obra, el crítico
reflexionaba no sobre la obra misma, sino sobre los diferentes jui­
cios psicológicos, filosóficos, biográficos, sociológicos, de libertad,
etc., que la rodeaban, siempre tangenciales a su inmanencia textual.
Tomás Albaladejo Mayordomo, en su excelente estudio acerca
de la Teoría de los mundos posibles (23), habla de la pragmática y
de la semántica extensional como análisis dirigidos a la obra de
arte desde lo externo, a diferencia del proceder de la crítica litera­
ria intrínseca. En el ámbito de tales disciplinas está, además del
referente del texto y de los dos interlocutores presentes en todo
acto comunicativo (em isor y receptor), el contexto histórico, social,
cultural, etc., de cada uno de ellos. En suma, los elementos extratextuales de que nos servimos en el nivel pragm ático deben ser
atendidos y estudiados en función del texto, que es el centro del
acto de comunicación, y debe ser también el centro de nuestras
investigaciones científicas en torno a las realidades literarias en él
clausuradas. Existe entonces un ámbito cotextual, que corresponde
a la obra literaria, y donde encuentran su lugar la sintaxis y la
semántica intensional. De otro lado, hablarem os naturalmente de
un contexto, dentro del cual se integrarían el referente del texto,
los ejecutores del acto comunicativo y las condiciones históricas,
sociales y culturales pertinentes de tal contexto, esto es, en suma,
la semántica extensional y la pragmática de la obra literaria.
CO NT EX TO
CONTEXTO
P or otro lado, Teun A. van Dijk, al tratar de definir la pragm á­
tica de la comunicación, habla de «aquella parte del estudio del
lenguaje que centra su atención en la acción» (24). Atienden, sin
A
M
,
(23)
lbaladejo ayordomo T .: Teoría de los immdos posibles y macroestructura narrativa, Universidad de Alicante, 1988.
(24)
ijk T.A. van: “La pragmática de la comunicación'literaria”, Prag­
mática de la comunicación literaria, Madrid, Arco-Libros, 1986, p. 72.
D ,
ANTROPOLOGIA Y PRAGMATICA DE LA LITERATURA
651
duda, estas palabras de Van D ijk al acto de habla (speech act),
inherente a toda pragm ática del mensaje. Un acto de habla equi­
vale a un acto social, p or medio del cual los m iem bros de una
comunidad de hablantes entran en mutua interacción. Retornemos
nuevamente al esquema del proceso comunicativo, expuesto inicial­
mente, según el cual en la pragmática de la comunicación literaria
hay que tener en cuenta no sólo el texto literario como tal, sino
también los mecanismos de producción e interpretación del mismo,
constituidos ahora en acciones sociales, al ser apropiados ( appropiate) — término propuesto por Van D ijk— en su contexto todos
los actos verbales, conforme a las reglas form uladas p or la prag­
mática de la comunicación.
«S in em bargo, adoptamos aquí el punto de vista, am plia­
mente aceptado en la actualidad, según el cual una teoría de
la literatura bien fundada comprende tanto una teoría del tex­
to literario como una teoría de los contextos literarios, inclu­
yendo una teoría que las relacione a am bas» (25).
Podríam os definir entonces el contexto como el tipo específico
de situación comunicativa en que se desarrolla un acto de habla
transmitido p or un emisor y destinado a un receptor que posee su
mismo código.
Con frecuencia, antropólogos y etnosemióticos consideran
autor como un
ser «cautivado y atrapado» en un
al
determinado
contexto cultural. Ciertamente, la cultura de un contexto o estruc­
tura es indisociable del autor que se halla integrado en él como un
elemento dinámico más. Recordemos que el estructuralismo inter­
pretaba la realidad como una totalidad de elementos que mantienen
entre sí relaciones de interdependencia, mientras que el atomismo
defendía su propia epistemología al suponer que la realidad estaba
form ada p o r sumas o yuxtaposiciones de elementos que podían
aislarse o descomponerse según posibilidades o apetencias. Fue
entonces cuando, en 1969, Pouillon definió la estructura como aque­
llo que «revela el análisis interno de una totalidad» (26).
P
,
(26)
ouillon J., y
X X I, 3.a edición, 1969, p. 2.
otros :
Problemas del estructuralismo, México, Siglo
Estudiar los fenómenos de la historia de la cultura desde el
punto de vista semiológico es, sin duda, una de las tareas más
actuales y com plejas de la moderna problem ática de las Gestes-
(25)
D ijk , T.A. van: O. c., p. 176. Cfr., Studies in the Pragmatics o f Dis­
course, L a Haya, Mouton, 1979.
.
652
JESUS G. MAESTRO
wissenschaften ( 27). El semiótico soviético Y u ri M. Lotm an definió
la cultura en- 1967 como el «conjunto de la inform ación no heredi­
taria acumulada, conservada y transmitida p or las diversas colecti­
vidades de la sociedad hum ana» (28). Cultura es, pues, información,
y la separación entre el contenido de unos textos culturales y la
estructura de su «lenguaje» ( langue, según Lotm an sería un «siste­
ma teóricamente reconstruíble») es condición indispensable para
construir una historia tipológico-estructural de la cultura.
'
El antropólogo y
etnólogo
Bronislaw
M alinovsky
(Cracovia,
1884 — Estados Unidos, 1942), en Una teoría científica de la cultura,
form ula un análisis de los fundamentos que permiten elaborar un
sistema general explicativo de los fenómenos sociales en virtud del
principio de que la cultura es siempre humanística, en íntima rela­
ción con las necesidades y deseos humanos. Autor funcionalista,
B. M alinovsky da su propia definición de la cultura como «conjun­
to integral constituido por los utensilios y bienes de los consumi­
dores, por el cuerpo de normas que rige los diversos grupos sociales,
por las ideas y artesanías, creencias y costum bres» (29). Incidirá
más adelante en la proximidad del hom bre hacia su cuerpo y hacia
su ambiente natural, para concluir en que el ser humano «tiene,
prim ero y ante todo, que satisfacer las necesidades de su organis­
m o». Queda, así pues, manifiesta la relación entre el comporta­
miento cultural y las necesidades humanas básicas y derivadas.
En el terreno de la antropología existían durante el siglo X IX
dos escuelas dominantes que fueron la Historicista y Funcionalista.
E l magisterio historicista admitía una división entre difusionistas,
para los cuales los productos culturales respondían a una difusión
por contacto de unas culturas con otras, y evolucionistas, quienes
como L. M organ partían de estadios culturales evolutivos a través
de los cuales consideraban a la civilización europea occidental como
el estadio cultural más avanzado. Por su parte, los funcionalistas
explicaban los hechos antropológicos en todos los niveles de des­
arrollo por su función, es decir, por el papel que desempeñan en el
sistema.
(27) Ciencias Humanas.
(28)
otman Y .M .; “El problema de una tipología de la cultura”, Semió­
tica y praxis, Barcelona, Cuadernos Beta, s. a., p. 71. También en A A .V V .:
“K probleme tipologii kul’turi”, Trudy po znakovym sisteman, 111, Tartu, 1967,
p. 30.
(29)
alinowsky B . : Una teoría científica de la cultura,.. Barcelona,
Edhasa, 1981, p. 42.
,
Y
.
L
M
,
,
ANTROPOLOGIA Y PRAGMATICA DE LA LITERATURA
653
El antropólogo estructuralista C. Lévi-Strauss propuso en 1952,
en su estudio sobre La noción de estructura en etnología (30), la
siguiente definición de cultura: «conjunto etnográfico que desde
el punto de vista de la prospección presenta, con relación a otros
conjuntos, variaciones significativas» (31). Diremos, conform e a tal
aserción, que Estados Unidos y Europa son culturas diferentes,
mientras que, p or el contrario, Oviedo y París serían unidades cul­
turalmente diferentes. El término cultura está empleado aquí con
el objeto de reagrupar un conjunto de variaciones significativas
cuyos límites coinciden sólo aproximadamente. Cualquier grupo de
individuos localizado objetivamente en un tiempo y en un espacio
depende simultáneamente de varios sistemas de cultura.
Un estudio antropológico
de un autor determinado, que no
es sino un creador de cultura comunicada en form a dinámica;
debe tener en cuenta los sistemas de cultura simultáneos de los
que depende el sujeto de su investigación: universal, continental,
nacional, provincial, local, familiar, confesional, político, etc. El
propio N. B o h r desarrolló muchos de estos aspectos en sus inves­
tigaciones de 1939, reunidas en un breve ensayo titulado Natural
Philosophy and Hum an Culture (32).
Incluso podem os ir mucho más lejos al asegurar que, en to­
da sociedad, la comunicación (según término propuesto por LéviStrauss en su Antropología estructural) opera en los tres nivele 1
siguientes:
1 .— Comunicación de mujeres.
2 .— Comunicación de bienes y servicios.
3.— Comunicación de mensajes.
A cada uno de estos tres niveles corresponde, respectivamente,
el estudio del sistema de parentesco, del sistema económico y del
sistema lingüístico.
(30) Cfr., en la versión original inglesa, Social Structure, Wenner-Gren
Foundation International Symposium on Anthropology, N ew York, 1952. Pos­
teriormente, también en A.L.
roeber (ed.), Anthropology To-Day, Illinois,
University of Chicago Press, 1953, págs. 524-533. Trad, esp., Antropología es­
tructural, Barcelona, Paidós, 1987, págs. 299-337.
(31)
évi trauss C .:
316.
(32)
ohr N . : “Natural Philosophy and Human Culture”, Nature, vol. 143,
1939, s. 1., p. 9.
-
K
L -S
B ,
,
O. c., p.
JESUS G. MAESTRO
654
«L a cultura no consiste solamente, entonces, en form as de
comunicación que le son propias (com o el lenguaje), sino tam­
bién — y tal vez sobre todo— en «re gla s» aplicables a toda clase
de «juegos de comunicación», ya se desarrollen éstos en el pla­
no de la naturaleza o de la cultura» (33).
N o obstante, la primera noción de cultura se la debemos al in­
glés E. B. Tylor, quien en 1871 la definió como «esa totalidad
com pleja que incluye conocimiento, creencia, arte, moral, ley, cos­
tumbre y todas las demás capacidades y hábitos adquiridos por
el hom bre como miembro de la sociedad» (34).
A lo largo de los últimos treinta años los estudios de antropo­
logía se han desarrollado sorprendentemente. Se han distinguido las
proclamas «so cial» y «cultural», referidas a la investigación antro­
pológica, al considerar que, aunque tal disciplina aspira siempre
a conocer al hom bre en su integridad más total, en un caso lo exa­
mina a partir de sus producciones, apoyándose en la psicología y
en la sociología, mientras que en otros casos lo hace desde sus
representaciones, valiéndose entonces del auxilio de disciplinas tales
como la geografía, la arqueología y la lingüística. En suma, el an­
tropólogo no sólo es el «astrónom o de las ciencias sociales» (35),
como escribió Lévi-Strauss, sino que además su disciplina pretende
resueltamente convertirse en una ciencia semiológica, al situarse
sin reticencias en el plano de la significación
II. 2.
L A E TN O SE M IO TIC A DEL M ENSAJE
Algunos autores, entre ellos Caramés Lage, han puesto en rela­
ción la antropología y la literatura, a partir de la noción de cultura,
en un campo de investigación al que han denominado Etnosem iótica. Según sus argumentos, este saber constituye el campo de unión
de disciplinas como la Antropología y la Literatura, a la vez que
cifra su objeto de estudio, de un lado, en el análisis de las mani­
festaciones concretas del comportamiento humano y, de otro, en
las investigaciones sobre el lenguaje. En 1966, Colby intentó deli­
m itar el campo de investigación de una etnosemántica a la com-
L -S
,
(33)
evi trauss C .: O. c.. p. 318. En el fondo, la cultura no deja de ser
una realidad natural sometida a un reglamento. De este modo, en una sociedad
cultural la "norm a" es aquel modelo consciente que tiende a perpetuar de for­
ma específica usos, modelos o creencias que se encuentran subsumidos en esa
sociedad.
(34) Cfr.,
ylor E .B .: Primitive Culture, Londres, 1871, vol. I, p. 1.
(35)
evi trauss C .: O. c„ p. 389.
T
L -S
,
,
ANTROPOLOGIA Y PRAGMATICA DE LA LITERATURA
655
prensión y valoración de las emociones y creencias que yacen detrás
del uso de las palabras. Por su lado, Caramés sitúa los orígenes de
la etnosemiótica en torno a 1958, fecha en que K roeber y Parsons
insistían en la estrecha relación existente entre el análisis social
y cultural de aquellas realidades humanas históricamente consti­
tuidas.
La etnosemiótica del mensaje considera al autor de una reali­
dad literaria como aquel individuo, miembro de una unidad colec­
tiva, que posee un sistema coherente de categorías culturales y una
«capacidad m etafórica». El mensaje o « texto cultural» de un autor
es interpretado p o r la etnosemiología como un corpus en el que
están contenidos el ritual, la simbología y la concepción total del
m undo que una cultura específica y concreta puede profesar.
Al autor es, p or tanto, un creador «cautivado y atrapado» en
un contexto cultural propio. La etnosemiótica, en su proceso de
investigación, trata de hacer correspondes una lingüística (teoría
literaria) como reflexión teórica sobre el lenguaje (integrable p or
tanto en una teoría semiótica más general) que fundam enta sus
investigaciones en la naturaleza, el funcionamiento y los procediinvestigación, trata de hacer corresponder una lingüística (teoría
antropológica de las formas culturales de un grupo humano, fun­
damentándolas en un contexto, o mejor, categorizándolas en unas
estructuras.
Existe, p or tanto, un « texto cultural» o texto completo, creado
por un autor determinado en un común contexto cultural, indisociable de las obras o creaciones artísticas que dimanan de él como
productos creados p or el hombre.
A N T R O P O L O G IA
autor
> TEXTO
contexto
Si admitimos la definición de etnosemiótica propuesta p or
J. L. Caramés Lage según la cual el objeto de estudio de esta disci­
plina es el de «establecer, considerar, describir y explicar todo tipo
de textos creados dentro de una cultura con el fin de aprehender
el texto cultural» (36), podemos suponer que esa cultura se limita
C
L
,
“La
(36)
aramés age J .L .:
etnosemiótica como mediación entre la an­
tropología y la literatura”, Actas del 1 Congreso Internacional de la Sociedad
Española de Semiótica, Madrid, CSIC, 1985, págs. 125-134.
JESUS G. MAESTRO
656
entonces a la abstracción intelectual de la conducta humana, o de
otro modo, al efecto que resulta de entender el lenguaje ( langas)
como una abstracción del habla (parole). Autores como A. J. Greimas piensan que la finalidad de la etnosemiótica reside precisamen­
te en el desarrollo de una problemática de la universalidad de los
objetos culturales y de las «form as semióticas».
Así pues, la etnosemiótica del mensaje es sencillamente una
disciplina que, al tener como exclusivo objeto de estudio el «.texto
cultural-» — previamente reelaborado y aprehendido por una etnosemántica del texto— , nos parece, sin duda, más próxim a a una
«antropología de la literatura» (o a una historia de la literatura
en su estado más p u ro ) que a una semiología de la obra literaria,
cuyos análisis sintáctico y semántico pueden proporcionar resul­
tados más sistemáticos y objetivos, dada la cientificidad de su
metodología epistemológica, y sin duda más exhaustivos y autóno­
mos, dado su compromiso permanente con el conjunto de caracte­
res
específicos
y
técnicas constitutivas,
inmanente al quehacer
literario.
Como ha escrito María del Carmen Bobes Naves, «los únicos
caminos que llevan a la literariedad son los que parten de las obras
literarias, donde se objetiva la literatura» (37). Asimismo, el nove­
lista checo M. Kundera ha recordado en más de una ocasión que
«todo lo que hay que saber lo dice la propia novela» (38).
Es así pues, en resumen, que la etnosemiótica estudia el «texto
cultural» que ha resultado de una interpretación etnosemántica del
significado del mensaje literario, contemplado este último a partir
de una antropología que debe detenerse inexcusablemente no sólo
en el estudio de un autor, sino también en el estudio del contexto
cultural en el cual ha tenido lugar y desarrollo la labor estética.
antropología
etnosemántica
etnosemiótica
t
Autor
—
Contexto
1
1
TEXTO
------ > .
1
TEXTO
1 CULTUR A
1
1
i
1
1
N os encontramos así ante una disciplina que otorga amplia
prioridad al autor en su propósito de estudiar integralmente la
obra literaria, p or más que se resista a renunciar a un análisis
B
N
K
,
,
(37)
obes aves M. del C .: Teoría general de la novela. Semiología de
“La Regenta”, Madrid, Gredos, 1985, p. 7.
(38)
undera M .: El arte de la novela, Barcelona, Tusquets, 1988, p. 50.
ANTROPOLOGIA Y PRAGMATICA DE LA LITERATURA
657
— p o r otro lado inevitablemente intersticial— de la totalidad del
discurso, en un intento de aproximación a la axiomática lingüística
en busca de un fundamento teórico y literario que, desde hace ya
bastante tiempo, ha ido adquiriendo y consolidando cada vez con
más vigor la m oderna Teoría Semiológica de la Literatura.
II. 3.
L A E S T E T IC A DE L A REC E PC IO N
N o vamos a desarrollar en este capítulo un tratado científico
acerca de la Rezeptionsasthetik, pues ni gozamos del espacio re­
querido para tal fin, ni pretendemos almacenar en este trabajo un
material de investigación que, con relativa facilidad, se encuentra
a disposición del estudioso interesado en el área de conocimiento de
Teoría de la Literatura del Departamento de Filología Hispánica de la
Universidad de Oviedo. De este modo, nos proponem os ofrecer, a lo
largo de las páginas siguiente, un guión en que recoger los presu­
puestos científicos y metodológicos más fundamentales de la es­
cuela de Constanza, de tal manera que el investigador interesado
pueda introducirse en el estudio de una teoría de la Estética de la
recepción y deducir de nuestro sumario los capítulos de m ayor
actualidad y provecho para su posterior aplicación y desarrollo.
En julio de 1988, el catedrático de Teoría de la Literatura Ri­
cardo Senabre Sem per ofreció en el Aula «M iguel de U nam un o» de
la Universidad de Salamanca (39) un ciclo de conferencias b a jo el
título de La obra literaria y su destinatario. Inferim os de su diser­
tación que los prim eros síntomas del nacimiento del lector pueden
encontrarse en el siglo X V III, pues es entonces cuando el escritor
dirige, de manera consciente y deliberada, sus obras impresas «a los
lectores». Durante mucho tiempo el escritor (a u to r) había escrito
sus obras para « oyentes», no para lectores. La recepción literaria
Dodía, pues, materializarse de un doble modo: bien a través de los
cauces individuales, proporcionados por una lectura solitaria y si­
lenciosa;
bien a través de la lectura colectiva, recitada ante un
auditorio más o menos amplio o reducido de oyentes.
Pensemos que Don Quijote es el prim er personaje novelesco
cuya cultura ha sido adquirida a través de textos escritos, es decir,
que no la ha hecho proceder de ningún tipo de naturaleza o tradi­
ción oral. Sin em bargo, en 1605, la prosa ya se lee en silencio,
S
S
,
(39)
enabre emper R . : “ L a obra literaria y su destinatario” , ciclo de
conferencias pronunciadas entre los días 18 y 22 de ju lio de 1988 b ajo el tema
Tendencias actuales de C rítica Litera ria , Curso Superior de F ilología Hispánica,
Aula “ M igu el de Unam uno” , Universidad de Salamanca.
JESUS G. MAESTRO
638
mientras que, según varios autores, la poesía aún se recita y se
escucha. Así, p or ejemplo, Ricardo Senabre asegura, con aporta­
ciones documentales de indudable interés, que la naturaleza oral
de la poesía se prolongó durante los siglos X V I y X V I I , y, posible­
mente, la audición colectiva de las obras escritas habría persistido
durante varios lustros más ante la lectura individual de no haber
tenido lugar multitud de fenómenos que, tras la E dad Antigua, ha­
brían de posibilitar la aparición de la imprenta — lo que supuso la
inmediata difusión y abaratamiento de los libros— y el nacimien­
to de la burguesía, apetecida de « poseer» textos escritos para sus
incipientes bibliotecas (40).
Diremos, en suma, que la naturaleza de un mensaje guarda es­
trecha relación con la naturaleza de su destinatario, hasta el punto
de que esta última puede condicionar poderosamente la form a de
aquélla. Nuestro actual verbo leer procede de la form a latina legere
(d e lego, legi, lectum), «leer en alta voz, oír decir», «re u n ir», pro­
ducto del griego lego, «contar, hablar en público, conversar», «leer,
recitar», sin duda en alta voz. Sebastián de Covarrubias definió
leer en el siglo X V II como «pronunciar en voz alta lo que está
escrito». Un siglo después, entre 1726 y 1739, el Diccionario de
Autoridades añadía al definiens de este vocablo lo siguiente: «re ­
pasar con la m irada».
Sin em bargo, sólo en nuestro siglo ha sido posible desarrollar
una auténtica Teoría de la Recepción capaz de situar al lector en
el centro de sus investigaciones científicas acerca del acto consti­
tutivo del proceso total de recepción. Y esto es en suma lo que han
aportado los estudiosos de la Rezeptionsásthetik o Estética de la
recepción.
En los comienzos del siglo X X , la teoría de la relatividad de
Eisntein (41) pone en tela de jucio la creencia de que el conocimien­
to científico no es más que una progresiva y continuada acumula­
ción de hechos; por su parte, el filósofo T. S. Kuhn demuestra que,
científicamente, la aparición de un «fenóm eno» depende del marco
de referencia en que se mueve el observador científico, y, en campos
afines de investigación, la filosofía de la Gestalt sostiene que la
mente del hom bre no aprehende los objetos de su realidad como
(40) L a religiosidad no se mantuvo al margen de tan importantes aconte­
cim ientos para la historia de la lectura. Con la “ devotio m oderna” los hábitos
religiosos se interiorizan, renunciando a toda práctica de m anifestación exter­
n a: lugares apartados, solitarios, destinados a la meditación o a la reclusión
tem poral; lecturas privadas, silenciosas...
(41)
isntein : E l significado de la relatividad, Barcelona, Planeta, 1985.
E
,A
ANTROPOLOGIA Y PRAGMATICA DE LA LITERATURA
659
trozos o fragmentos sin relación entre sí, sino como organizadas
configuraciones de elementos que remiten a un significado.
Un mismo objeto puede parecer distinto al ser percibido en un
contexto diferente al habitual. Incluso objetos em plazados en un
mismo campo de visión pueden interpretarse de m odo diferente
según form en parte de la «fig u ra » o del «fo n d o ». Es conocido el
problem a de la imagen am bigua que reproducim os más abajo. La
figura fue diseñada p or el dibujante W . E. H ill en 1915 para ser
publicada en Puck, con el título de «M i esposa y mi suegra». En 1930
fue presentada a los psicólogos por Edw in G. Boring. Sólo el re­
ceptor ( lector) puede decir en qué sentido debe orientar la configu­
ración de las líneas. Quienes identifiquen determinados trazos como
un rostro en escorzo verán, efectivamente, una joven. Si esas mis­
mas líneas se identifican como una nariz, la figura completa será
la de una vieja.
N o será necesario referirse a las palabras de P. Valéry (42),
reproducidas ya en tantos manuales dedicados al estudio de la
recepción literaria, para introducirnos en los prelim inares de la
actual ciencia alemana de la literatura.
A partir de 1950, la teoría literaria tudesca se encuentra subsum ida en explicaciones inmanentistas del texto literario, métodos
instalados p or estudiosos que, como Leo Spitzer, dejaron de con­
siderar la obra literaria como un documento biográfico o histórico,
sujeto a influencias literarias de índole diversa, para valorarlo co(42)
“ M is poemas tienen el sentido que se les dé” .
660
JESUS G. MAESTRO
mo una obra de arte que obedece a leyes estéticas propias. Para­
lelamente, en Estados Unidos se desarrollan investigaciones afines
b a jo la denominación de N ew Criticism (43), movimiento surgido
hacia 1935 p or iniciativa de un grupo de críticos del Sur, animados
en un principio por John Crowe- Ramson, quien, en 1941, le daría
el nom bre de Nueva Crítica (44).
Sin em bargo, el inmaneniismo suscitó dos problem as. Por un
lado, no explicó suficientemente qué lugar debe ocupar el receptor
en la interpretación del texto (gustos, personalidad, intereses), y,
p or otro lado, aquella doctrina inmanentista demostró carecer de
un modelo que permitiera al investigador integrar el texto aislado
en el proceso de la historia. Es en este contexto donde nace la
Estética de la recepción, con el propósito de renovar m etodológi­
camente los estudios literarios entonces establecidos, ofreciendo a
cambio no sólo una investigación detenida de los modos y condi­
ciones en que se efectúa la recepción de los textos literarios, sino
también la creación de un cauce que diera salida a los dos sistemas
imperantes, el estructuralismo form alista de un lado y la sociología
marxista de otro. Sin duda resultó profètica la afirm ación de P. Ri­
coeur según la cual el estructuralismo supondría trabajar con un
corpus doctrinal ya constituido.
De esta manera, la Estética de la recepción comienza a hacerse
preguntas acerca de la influencia del público en el proceso de pro­
ducción de los textos literarios (la recepción popular varía indefec­
tiblemente de un autor novel a un autor clásico) y a interesarse
p or la competencia de la que da muestra el lector ante los diversos
géneros, con objeto de dar cuenta, asimismo, de las condiciones
requeridas p or un texto para que pueda ser apreciado como esté­
tico p o r un público lector.
Los signos de un texto literario promueven, a la vez que recha­
zan, determinados sentidos e interpretaciones, pero la obra no es
una entidad constante, sino que posee una historicidad tan esencial
como inherente. Ante esta doble realidad del texto (cerrado en
cuanto a las formas y abierto en cuanto al sentido), la labo r del
crítico no puede limitarse a la explicación form al o normativa, sino
í43) H. H atzfeld, al incluir a los form alistas rusos y a los new critics en
su revisión de las tendencias estilísticas, señaló: “ Y pueden llamarse estilis­
tas, puesto que se preocupan más de la artesanía literaria que de la inspiración
artística” . Cfr., “ Métodos de investigación estilística” , Revista de Ideas Esté­
ticas, X IV , núm. 53, 1956, págs. 43-65, p. 56.
(44)
Vid.,
amson J.C.: The New Criticims, N orfolk, 1941; The World’s
Body. N ew York, 1938; Poems and Enssays, N ew Y ork, 1955.
R
,
ANTROPOLOGIA Y PRAGMATICA DE LA LITERATURA
661
que debe superponer su análisis a las condiciones ba jo las cuales
se hace posible la constitución de sentido de un texto. Para los
investigadores de la Receptionsasthetik lo fundam ental no ha de
ser el conocimiento de las reglas que han producido el texto, sino
el m odo y las condiciones en que se desarrollará su recepción en
cuanto que constituye una realidad estética.
En definitiva, se pretende una inclusión de la obra literaria en
la dinámica de un proceso comunicativo del que ya hemos hablado
con anterioridad (emisor-texto-receptor), sin perder de vista que la
recepción ha de estar en función de la forma del texto (el texto se
concibe como algo cerrado en cuanto a su form a).
A)
Antecedentes filosóficos e históricos de la Estética de la recepción
E l punto de partida corresponde sin duda a H. G. G adam er con
su obra Wahrheit und Methode (1960), donde elabora el estado más
avanzado de su hermenéutica filosófica (45). G adam er habla de un
horizonte de preguntas, constituido por la totalidad de los inte­
rrogantes que, obedeciendo a la lógica de pregunta/respuesta, se
establecen en la relación texto/lector. En 1967, en el fam oso dis­
curso inaugural de Constanza (46), Hans Robert Jauss denomina
horizonte de expectativas a lo que Gadam er llam aba horizonte de
preguntas, y lo define como «la suma de comportamientos, conoci­
mientos e ideas preconcebidas que encuentra una obra en el m o­
mento de su aparición y a merced de la cual es v alorada» (47).
Para Descombes (48), la filosofía francesa anterior al estructurealismo estuvo dom inada por las tres « H »: Hegel, Heidegger y
Husserl. Partiendo de Hegel, y a través de una filosofía antropo­
lógica, es posible llegar al existencialismo humanista francés del
Sartre m aduro. P or su parte, Husserl y Heidegger estarían presen­
tes en el existencialismo del prim er Sartre y, sobre todo, en la
G
, H.G.
(45)
adamer
: Wahrheit und Methode, Tubinga, J.C.B. Mohr. Trad.
esp., Verdad y método, Salamanca, Sígueme, 1977.
(46)
auss H .R .: Literaturgeschichte als Provokation der Literaturwissens­
chaft, Constanza, U n iversitätverlag, 1967. Trad. esp., “ L a historia literaria
como desafío a la ciencia litera ria ” , en
umbrecht H.U. et a l.: La actual
ciencia literaria alemana, Salamanca, Anaya, 1971, págs. 37^114.
(47)
othe A . : “ El papel del lector en la crítica alemana contem porá­
nea” , Estética de la recepción, M adrid, Arco-Libros, 1987, p. 17. Tam bién en
“ L e role du lectur dans la critique allemande contem poraine” , en Littérature,
32, 1978, págs. 96-109.
(48)
escombes V . : Lo mismo y lo otro. Cuarenta y cinco años de filo­
sofía francesa (1933-78), Madrid, Cátedra, 1960.
J
,
G
R
D
,
,
,
JESUS G. MAESTRO
662
fenomenología de Merleau-Porty (1908-1961), su principal represen­
tante en Francia. Pensemos que, frente al estructuralismo, que p ro­
pone un estudio de la realidad a partir de los sistemas y estructuras
en sí mismos, prescindiendo de la descripción que puede aportar
el sujeto ( consciencia), la fenomenología opera siempre, en sus in­
vestigaciones sobre los objetos del mundo, acudiendo a la concien­
cia del sujeto, a fin de que éste nos descubra la experiencia que
vive, para extraer de ella finalmente la verdad del tema.
Creemos que, en las líneas generales de la corriente filosófica
iniciada por Husserl, la fenomenología podría definirse como una
moderna disciplina de la Filosofía caracterizada p or destacar el
factor de la intencionalidad de la conciencia — toda conciencia es
conciencia de algo— y por ir a las cosas mismas tal como se apa­
recen, dejando a un lado teorías y prejuicios. En gran medida esta
tendencia ha rehabilitado la preterida idea de que la mente huma­
na es centro y origen de todo sentido, pues, como ha escrito Husserl,
«la meta de la investigación filosófica es el contenido de nuestra
conciencia, no los objetos del m undo» (49).
B)
Primeros estudios de la escuela de Constanza
La crítica literaria anterior a la teoría de la recepción desarro­
llada por el grupo de Constanza apenas había prestado atención
al lector como instancia problemática de la literatura. Si la poética
de la antigüedad clásica había aportado el concepto de katharsis,
la Estilística idealista — Dámaso Alonso y Spitzer— hablaba de intui­
ción lectora. M ás adelante, con el desarrollo de la Estilística Estruc­
tural de Michel Riffaterre, más próxima a la semiótica, se introduce
el concepto de archilector y se habla de competencia literaria. R iffa­
terre coincide con los formalistas rusos al considerar la poesía
como un uso especial del lenguaje, pero su innovación se manifies­
ta al demostrar que las propiedades lingüísticas y literarias de un
poema no pueden ser percibidas siquiera por un lector informado.
N o nos detendremos aquí en el desarrollo de su teoría Semiotics
of Poetry (50), donde sostiene que los lectores competentes van
más allá del sentido superficial. Baste recordar su ensayo sobre el
soneto « Les chats» de Baudelaire, donde difiere de la visión forma-
S
,
(49)
elden R . : La teoría literaria contemporánea, Barcelona, A riel. 1987,
p. 132.
(50)
iffaterre M .: Sem iotics of Poetry, Indiana U n iversity Press y
Methuen, Londres, 1978.
R
,
ANTROPOLOGIA Y PRAGMATICA DE LA LITERATURA
663
lista de Jakobson a la vez que censura la interpretación elaborada
p o r Lévi-Strauss (51).
Entre tanto, Robert Escarpit, a través de la crítica sociológica,
estudia al lector com o ser social. Finalmente, la Sem iología inte­
graría al lector ( receptor) en el nivel pragmático, tal y como pre­
tendemos dem ostrar a lo largo de este estudio. P or su parte, los
trabajos fundacionales más importantes de los investigadores de
Constanza fueron «L a historia literaria como desafío a la ciencia
literaria» (1967), de H. R. Jauss (52); Die Appellstruktur der Texte
(1970), de W . Iser (53), y «F ü r eine Literaturgeschichte des Lesers»
(1967), de H. W einrich (54).
C)
Los conceptos más generales de la Rezeptionsdsthetik
La Estética de la Recepción, nacida con el propósito de intro­
ducir en el ám bito de la Teoría de la Literatura una auténtica
renovación metodológica y epistemológica, ha proporcionado a tra­
vés de sus modelos de análisis nuevas e importantes nociones que,
a no dudarlo, deben ser estudiadas detalladamente. He aquí las
más urgentes:
1 .— Horizonte de expectativas.
2 .— Distancia estética.
3.— Fusión de horizontes.
4.— Competencia estética.
5.— Indeterminación del texto.
6 .— Un nuevo concepto de lectura.
1.
EL HORIZONTE DE EXPECTATIVAS
El también denominado Erwartungshorizont corresponde, con
algunas reservas, a lo que Y. Lotman (55) ha considerado como
«códigos culturales» (vid. cap. anterior), y que la semiología desig-
R
,
(51)
iffaterre M .: “ Describing poetics structures: two approaches to
Baudelair’s Les chats” , w n J. Ehrmann, ed., Structuralism. D oubleday and Co.,
Inc., Garden City, N ueva York, 1970. Extracto en Jane Tompkins. O rigin al­
m ente en Yale French Studies, 36-37 (1966), págs. 200-242.
(52)
auss H .R .: O. c., 1967.
(53)
ser
: Die Appellstruktur der Texte, Constanza, U n iversitätver­
lag, 1970. Reim preso en
arning R. (ed.), 1975, págs. 228-252.
(54)
einrich H .: “ Für eine Literaturgeschichte des L eser” , Merkur,
1970, 21, págs. 1.026-1.038. Trad, esp., “ Para una historia literaria del lector” ,
umbrecht H.U., et al.: L a actual cienca literaria alemana, págs. 115-134.
(55)
otman Y .M .: O. c., p. 73.
J
I
,
, W.
W
G
L
,
,
,
W
,
JESUS G. MAESTRO
664
na «sistemas envolventes» o, de otro modo, «códigos semióticos
culturales». Un horizonte de expectativas lo es con respecto a una
época, a una obra (género y form as) y a un autor. La prim era defi­
nición que dio H. R. Jauss del Erwartungshorizont fue la siguiente:
«E l análisis de la experiencia literaria del lector se salva
del apremiante psicologismo si describe la recepción y el efec­
to de una obra en el objetivable sistema de referencia de las
expectativas, que para cada obra, en el momento histórico de
su aparición, es el resultado de la comprensión previa de los
géneros, de la form a y temática de obras anteriormente cono­
cidas, y de la oposición entre lengua poética y práctica» (56).
H abla Jauss también del acto constitutivo del proceso total de
recepción al que podríamos definir como la recepción de estructu­
ras, sistemas o señales que orientan previamente al lector, y en
cuyo marco de referencia no sólo es percibido el contenido del texto
sino que también es esperada la realización de su significado. En
este acto el lector «bo sq u e ja» el horizonte de expectativas im pli­
cado p or el texto.
P or su parte, Bernhard Zimmermann, autor próxim o a teoremas
materialistas, en su estudio «E l lector como productor: en torno
a la problem ática del método de la Estética de la recepción» (57)
define el horizonte de expectativas como un «sistem a de norm as de
expectación objetivadas» (58). B. Zimmermann otorga gran im por­
tancia al fundamento sociológico de una teoría de la recepción, y
censura abiertamente a Jauss en este punto, pues, rindiendo culto
al materialismo, el profesor de la Universidad de M arburg aboga
por un ensamble estructural entre la estructura social, de un lado,
y la estructura social de la literatura, de otro. En suma, Zim m er­
mann prefiere hablar de horizonte de expectativas según estratos,
en lugar de utilizar el término propuesto por Jauss, dada su espe­
cial homogénesis, pues, «una teoría de la recepción fundamentada
sociológica e históricamente se pregunta por las estructuras socia­
les de la sociedad de la literatura, y analiza la aparición y evolución
de las disposiciones receptivas en el marco de este análisis de es-
J
,
O.
(56) Cfr., auss H .R .:
c., 1974, págs. 173 y ss.
(57) Cfr., Estética de la recepción, Madrid, Arco-Libros, 1987, págs. 39-58.
Tam bién en “ D er Leser als Produzent: Zur Problem atik der rezeptionsästhe­
tischen M ethode” , Lili. Zeitschrift für Literaturwissenschaft und Linguistik.
4.15, 1974, págs. 12-26.
(58) Vid.,
immermann B.: O. c., 1987, p. 41.
Z
,
ANTROPOLOGIA Y PRAGMATICA DE LA LITERATURA
665
tructuras y evaluando los conocimientos que llegan- p or mediación
de éstas» (59).
Recordemos, finalmente, que la estructura de un horizonte de
expectativas está determinada por tres factores:
a ) Poética inmanente o conocida del género literario al que
pertenece la obra.
b)
Intertextualidad: relaciones implícitas de la obra con otras
obras conocidas de la historia literaria.
c)
Estudio de la función poética de la lengua p or oposición a
la función práctica.
Del horizonte de expectativas de un público depende la recep­
ción de un texto. Con frecuencia se produce una m ultiplicidad de
horizontes entremezclados, sistematizables en los llam ados «.domi­
nantes de lectura».
2.
LA DISTANCIA ESTETICA
H. R. Jauss denominó distancia estética «a l espacio que media
entre el horizonte de expectativas preexistente y la aparición de
una nueva obra, cuya recepción puede suponer un cambio de hori­
zonte al rechazar las experiencias familiares o concienciar sobre
las que se manifiestan por prim era vez» (60).
Otros autores han definido la distancia estética como el espacio
que comprende la expectativa del público ( lector) y su cumplimien­
to en el texto ( confirmación / no confirmación). Sí admitimos que
cada obra crea su propio lector, la distancia estética permite ex­
plicar fenómenos como la «novela rosa» o la «novela intelectual».
Al aceptar el lector el pacto narrativo que la obra le impone, la
distancia estética puede provocar una modificación del horizonte
de expectativas.
Conviene señalar que para Zimmermann la distancia estética es
un factor interdependiente del carácter artístico, de tal manera que,
a través de estos modelos, la Estética de la recepción puede apro­
ximarse de m odo significativo al modelo-ortodoxo-de-arte, esto es,
(59) Cfr., Zimmermann, B., O. c., 1987, p. 45. Sobre este aspecto, también
Sommer, D., y Löffler, “Soziologische Probleme der literarischen Wirkungs­
forschung”, W eim a rer Beiträge, 16, 1970, págs. 51-76; Löffler, D., “Zur Spezi­
fik literarischer Interessen”, W eim arer Beiträge, 18, 1972, págs. 70-94; Escarpit, R., Hacia una sociología del hecho litera rio, Madrid, Edicusa, 1974.
(60) Jauss, H .R . : O. c., 1974, p 177. De la .tradv esp., p. 77.,
JESUS G. MAESTRO
666
kitsch (61): «la distancia entre el horizonte de expectativas y la
nueva obra se convierte en indicio del carácter artístico» (62).
3.
LA FU SIO N DE HORIZONTES
La fusión de horizontes puede definirse, en líneas generales,
como la adecuación que debe producirse entre el horizonte de ex­
pectativas ( preguntas) dado por el texto previamente, y la estructura
de la obra ( respuestas), esto es, el horizonte de expectativas apor­
tado p or el lector. Es, sencillamente, una dialéctica que responde
al tipo siguiente:
R E S PU E S TA
PREG UNTA
->
texto
lector
<
El concepto de fusión de horizontes procede de Gadam er. Para
Jauss el análisis de la experiencia literaria del lector debe compren­
der los dos lados de la relación texto-lector, como proceso de
fusión de sendos horizontes. Tendríamos, así pues, de un lado, el
efecto, como elemento de concretización de sentido condicionado
p or el texto, y de otro, la recepción, como elemento de esa misma
concretización, pero condicionado esta vez p or el destinatario. El
lector construye el horizonte de expectativas intraliterario sólo cuan­
do empieza a entender la obra y cuando recibe orientaciones pre­
vias, señales» — según H. Weinrich (63)— , o «antecedentes de la
recepción» — según M. Naum ann (64)— .
Por último, el lector convierte en habla un texto sólo cuando
convierte en significado actual el sentido potencial de la obra, al
introducir en el marco de referencia de los antecedentes literarios
de la recepción su comprensión previa del mundo, «sus expectati­
vas preexistentes».
(61) L a definición más reciente del K itsch nos la ofrece M ilán K undera:
“ En la versión francesa del célebre ensayo de Herm ann Broch se tradujo la
palabra “ kitsch” por “ arte de pacotilla” . Un contrasentido, porque Broch de­
muestra que el kitsch es algo más que una simple obra de mal gusto. Está la
actitud kitsch. El comportamiento kitsch. L a necesidad de kitsch del “ hombre
kitch” (K itsch m en sch ) : es la necesidad de mirarse en el espejo del engaño
enbellecedor y reconocerse en él con emocionada satisfacción. Para Broch, el
kitsch está ligado históricamente al Romanticismo sentimental del siglo X I X ” .
Vid., El arte de la novela, Barcelona, Tusquets, 1987, p. 148.
(62)
immfrmann B .: O. c., p. 42.
(63)
einrich H .: O. c., 1967.
(64)
umann M .: “ Literatu r und Leses” , W eim ar B eiträge, 16, s. 1., 1970.
Z
W
N
,
,
,
ANTROPOLOGIA Y PRAGMATICA DE LA LITERATURA
4.
667
LA COMPETENCIA ESTETICA
P. Bourdieu, en su Zur Soziologie der symbolischen Form en (65),
defiene la competencia estética como «el dominio de los instrumen­
tos necesarios para aprehender la obra de arte». En otro lugar,
añade: «S e trataría de los esquemas de interpretación requeridos
para apropiarse del capital artístico, en otras palabras, para des­
cifrar obras de arte tal como se le ofrecen a una sociedad determi­
nada en un momento d ad o» ( 6 6 ).
5.
LA INDETERM INACION DEL TEXTO
En cada lectura el lector posee un margen de análisisi Para
W . Iser la lectura constituye y genera el significado. U. Eco (67), p or
su parte, considera la obra como un signo «ab ierto», una estructu­
ra «vacía», «ausente», frente a Iser, para quien la obra representa
un conjunto de sentidos constituidos p or el lector a Jo largo de la
lectura; a su lado, el texto es sólo pura potencialidad.
Esta distinción es sin duda muy semejante a la que se establece
en el teatro, al abordar el estudio de la obra dramática — tal como
propone la catedrática de la Universidad de Oviedo M aría del Car­
men Bobes Naves ( 6 8 )— en sus dos dimensiones: el texto (poten­
cialidad dram ática) y la representación (plenitud espectacular).
Igualmente pueden reconocerse afinidades con la distinción que
hace M ukarovsky entre artefacto y objeto estético.
6.
U N NUEVO CONCEPTO DE LECTURA
De todos los aspectos antemencionados ha de derivarse un nue­
vo concepto de lectura como creación — m ejor sería decir interpre­
tación— de sentido. N o deben olvidarse las propuestas de W . Em pson
( ambigüedad) o de Ingarden ( blancos, vacíos) (69).
(65) Frankfurt, 1970.
(66) Ibid., p. 169.
(67) Eco, U .: Obra abierta, Barcelona, Planeta, 1985.
(68)
obes aves M. del C.: Semiología de la obra dramática, Madrid,
Taurus, 1987.
(69) Cfr.,
mpson W. : Steven types of ambiguity. London, Chatio and
Winds, 1930. Y vid. ngahden R., Das Literarische Kusnstwert, Tubinga, M ax
M iem eyer V erlag, 1931. Trad, ing., The Literary Work of Art, Evanston
N orthw estern U n iversity Press, 1973. Trad, fr., L ’aeuvre d’art littéraire, Lausana, L ’age d’homme, 1983.
B
N
E
,
I
,
,
668
JESUS G. MAESTRO
CO N C LU SIO N E S P R O V ISIO N A LE S
Cabe esperar, según algunos autores, una convergencia entre la
investigación sistemática y la histórica. La gran aportación de la
Estética de la recepción ha consistido precisamente, a nuetro m odo
de ver, en la superación de las limitaciones y anquilosamientos del
estructuralismo formalista y en el hecho de que su análisis textual
se inscribe en un proceso de comunicación más amplio, que refleja,
más fielmente, tanto su sentido como las líneas metodológicas de
su investigación. Por todas estas razones, la Estética de la recep­
ción y la Semiología no se encuentran separadas, ni mucho menos,
por una distancia insalvable. Y a hemos dicho que la Semiología
estudia la obra como signo, como conjunto de códigos y como pro­
ceso de comunicación y conocimiento. Pensamos, por ello, que la
recepción estética puede ser estudiada en el nivel de análisis que
la Semilogía denomina pragmática y que, como hemos aclarado al
comienzo de esta investigación, analiza la relación entre la obra y
los sujetos que la utilizan.
La prim era generación de esta tendencia estaba orientada hacia
corrientes filosóficas, mientras que la segunda se ha form ado a
partir de las nuevas teorías lingüísticas y semiológicas. En última
instancia, esta escuela está expuesta al peligro de una expansión
extremada de su campo de estudio, ante la posibilidad de transfor­
marse en una sociología de la comunicación y del conocimiento.
III.
M IG U E L D E U N A M U N O : L A A N T R O P O L O G IA
N o es posible reducir a un ámbito concreto de saberes humanos
la magnitud y el volumen de la obra de Miguel de Unamuno. Si
admitimos que su escritura se ha destinado principalmente a la
Literatura, la Filosofía, la Religión y la Historia, no es menos cierto
que en la totalidad de su corpus doctrinal y humano se descubre un
sin fin de disciplinas cuyo grandor y provecho aún no ha sido reve­
lado plenamente p or nuestros contemporáneos
Al hablar de Miguel de Unamuno podemos hacerlo desde la pers­
pectiva que nos ofrece su Metafísica, tan frágilmente interpretada
en un pasado reciente por algunos estudiosos cuyos criterios preva­
lecieron a costa de desplazar otros más críticos y menos idealistas
de Arm ando F. Zubizarreta; de su Ontología, a la que todavía no
parece habérsele mostrado la atención que exige, o de su Antropo­
logía, faceta de la que quizás más se haya hablado, y, sobre todo,
¿qué se ha dicho acerca de la semiología narrativa, dramática o
ANTROPOLOGIA Y PRAGMATICA DE LA LITERATURA
669
poética de .Miguel de Unamuno? La moderna Teoría d e .la Litera­
tura aún no ha penetrado decididamente en su obra.
P or esta razón, a lo largo de las próximas páginas nos hemos
propuesto recoger — que no establecer— los fundamentos más definitorios de una antropología de Miguel de Unamuno, con el objeto
de situar nuestro estudio en el nivel de investigación que la Crítica
Semiológica denomina pragmática de la literatura, al prestar aten­
ción al estudio del mensaje en relación a su emisor y a sus posibles
receptores.
Hem os querido, además, no distanciar o diluir en Miguel de
Unam uno sus doctrinas y sistemas de investigador y creador, de su
conducta humana — de la que hizo una manera de ser inquietada an­
tes p or la verdad que p or la paz— y de su modo de pensar — creen­
cia permanentemente transfigurada en su filosofía más propia y
personal (70)— . M ás adelante veremos detalladamente que el pensa­
miento antropológico de Unamuno se fundamenta en el hombrecomo existencia dentro de una realidad individual, interesándose
no en las creencias o «Id e a s», sino en su personalidad misma. En
gran medida, la problem ática de la obra unamuniana sólo puede
interpretarse al desvelar la problemática del hom bre individual
desde su más íntima dimensión personal.
Para Sartre lo importante es lo que el hom bre hace de lo que
se ha hecho de él. La esencia del hombre se reduce a su propia
existencia, y su problem ática reside únicamente en lo que el ser
hum ano hace de ella, ante el vértigo de un destino m arcado p or el
vacío y la nada. A su vez, para la antropología estructural lo im­
portante es lo que los sistemas y estructuras hacen del hom bre,
al considerarlo como una pieza más en la com pleja contextura de
aquéllas. Para M iguel de Unamuno, sin em bargo, lo importante
— tal vez lo único importante— es lo que el hom bre hace de sí mis­
mo, y en paralela medida, lo que este mismo hom bre ha hecho de
los demás hombres.
III. 1.
L A P R O B L E M A T IC A D EL CA STIC ISM O :
E L PR O D U C TO
D E U N A C IV IL IZ A C IO N
Al publicar su prim er ensayo — En torno al casticismo (1895)— ,
Unam uno toma como punto de partida un pensamiento que habría
de ser fundamental para los primeros intentos regeneracionistas:
(70)
Puede verse nuestro trabajo, “Miguel de Unamuno o su autentici­
dad”, El Correo de Asturias, Oviedo, 4 de enero de 1987.
JESUS G. MAESTRO
670
un pueblo es producto de una civilización. En tal obra, M iguel de
Unamuno basa la investigación del ser de España como nación en
la historia de la civilización castellana, para llegar a la conclusión
de que tras la romanización de la Península, «Castilla es la verda­
dera forjad o ra de la unidad y monarquía españolas» (71). El plan­
teamiento general de la obra trata de demostrar, en suma, que el
pueblo español (o la nación española) es producto de la civiliza­
ción castellana.
A)
La ¡ntrahistoria
La intrahistoria es el pueblo desconocido del que el Unam uno
joven esperaba un resurgir renovado al embate de Europa. Asisti­
mos así a la etapa en que nuestro escritor propugna la europeiza­
ción de España.
«...L a vida silenciosa de los millones de hom bres sin his­
toria que a todas horas del día y en todos los países del globo
se levantan a una orden del sol y van a sus campos a proseguir
la oscura y silenciosa labor cotidiana y eterna, esa labor que
como la de las madréporas suboceánicas echa las bases sobre
que se alzan los islotes de la historia» (72).
La intrahistoria es, pues, lo inconsciente en la historia, la sus­
tancia de su progreso, «donde vive la verdadera tradición». Con
el paso de los años, cuando las corrientes regeneracionistas y la
Generación de los Novísimos acudan a Unam uno en busca de con­
sejo para llevar a cabo su propósito de europeización sobre Espa­
ña, éste ya se encontrará de vuelta de todo aquello, y, tras haber
perdido la seguridad ofrecida por el positivismo de la década de
1890, mantendrá con Ortega una interesante polémica de la que
hablarem os más adelante.
B)
La nación española
Y a lo hemos dicho: para Unamuno la nación española procede
como pueblo de la casta o civilización castellana, p or su lengua (73)
(«P o rq u e del latín brotó en España más de un romance, pero entre
ellos, el castellano se ha hecho lengua nacional e internacional...»),
(71) Cfr., U n a m u n o , M. de: En torno al casticismo, Madrid, Alianza, 1986,
p. 48. En adelante sólo citaré la página.
(72) Vid., O. c., p. 33.
(73) Ibíd., p. 47.
ANTROPOLOGIA Y PRAGMATICA DE LA LITERATURA
671
p or su constitución política (74) («C astilla es la verdadera forjado ra
de la unidad y m onarquía esp añ olas...») y por su literatura (75)
(« E s la literatura castellana eminentemente castiza, a la vez que es
nuestra literatura clásica...»). Y para afirm ar y confirm ar una vez
más el proceso último de civilización castellana, concluye: «Castilla
ocupaba el centro, y el espíritu castellano era el más centralizador
a la p ar que el más expansivo, el que, para im poner su ideal de
unidad, se salió de sí m ism o...» (76).
C)
El casticismo en la literatura española
Para M iguel de Unamuno, Calderón era quien sin duda m ejor
encam aba «el espíritu local y transitorio de la España castellana
castiza y de su eco prolongado por los siglos posteriores». Sería
p or tanto el teatro calderoniano lo más vivamente castizo de nuesestras letras castellanas. También Menéndez Pelayo habló de Cal­
derón como el «poeta nacional p or excelencia».
D)
La mística como filosofía española
La obra de los místicos españoles permitió descubrir al pensa­
miento de Unam uno una filosofía capaz de ofrecer m ayor plenitud
a la persona que al individuo. Unido todo ello al sentido de la paz
y la salud, la ciencia y la sabiduría, condensando en su doctrina lo
más hondo de la filosofía platónica, Unamuno interpreta la mística
española como una filosofía idealista de lo «eterno hum ano».
« E l espíritu castellano ( . . . ) tomó por filosofía castiza la
mística, que no es ciencia, sino ansia de la absoluta y perfecta
hecha sustancia, hábito y virtud intransmisible, de sabiduría
divina ( . . . ) anhelo de llegar al ideal del universo y de la H u ­
m anidad ( . . . ) deseo de hacer de las leyes del m undo hábitos
del ánimo, sed de sentir la ciencia y de hacerla con am or sus­
tancia y acción refleja del alm a» (77).
E)
«El marasmo actual de España»
Este es precisamente el título del último de los ensayos que
pone fin a En torno al casticismo. En él, Unam uno culpa al «p ro ­
teccionismo inquisitorial» y a la «R eform a castiza» del aislamiento
(74) Ibíd.,
(75) Ibíd.,
(76) Ibíd.,
(77) .Ibíd.,
p.
p.
p.
p.
48.
53.
50.
102.
JESUS G. MAESTRO
6 72
padecido por la nación española a comienzos de nuestra centuria.
E l joven Unam uno confiaba aún en «a b rir las ventanas a vientos
europeos, empapándonos en ambiente continental, teniendo fe en
que no perderemos nuestra personalidad al hacerlo, europeizándo­
nos para hacer España y chapuzándonos en pueblo, regeneraremos
esta estepa m oral...».
A través de estas palabras se percibe en España la existencia
de un espíritu colectivo intracastizo (intra-histórico), que se haya
ensordecido, dormido, en espera de un redentor. Es la intrahistoria
popular y social que, a los ojos de Unamuno, debe rom per el ma­
rasmo, «el casticismo pasado y su historia muerta, a través de la
regeneración europeísta» (78). N o debemos olvidar que En torno
al casticismo fue compuesto en 1895, cuando Unam uno profesaba
una postura abiertamente europeísta. Las crisis vendrían después.
Frases como ésta: «E spañ a está por descubrir, y sólo la descubri­
rán españoles europeizados» (79), representarían, sólo diez años
después, los antípodas de su pensamiento acerca de la realidad
española. Situémonos, pues, en los primeros años del siglo X X .
III. 2.
D E 1895 A 1906
En diciembre de 1906, Miguel de Unam uno publica en Los Lu­
nes de E l Imparcial (80) un demoledor artículo — más se parece a
una filípica— en que censura sin reservas la pobreza intelectual
de España, mas, a diferencia de lo que sucedía en 1890, no busca
la solución en un afán europeísta, sino que, muy por el contrario,
propone una cultura «a la española». A partir de aquí, el enfrenta­
miento con los jóvenes intelectuales, que, como Ortega, preocupa­
dos p or el desfase de España respecto a la Europa M oderna y
henchidos de fe en la expansión de la ciencia y de la m oral racio­
nalista, proponían una ciencia hecha p or españoles a estilo euro­
peo, puede producirse en cualquier momento.
En ese mismo año de 1906, Unam uno había definido la cultura
como «la envolvente de las manifestaciones todas de la vida colec­
tiva y duradera de un pueblo» (81). Como es fácilmente deducible,
en la antropología unamuniana la noción de cultura está estrecha-
(78) Ibid., p. 142.
(79) Ibid., p. 139.
(80) Vid., “La cultura española en 1906", Los Junes de El Imparcial, Ma­
drid, diciembre de 1906.
(81) Cfr., Libros y autores contemporáneos, Madrid, Austral, 1972, p. 53.
ANTROPOLOGIA Y PRAGMATICA DE LA LITERATURA
6 73
mente relacionada con la dimensión intrahistórica que hemos visto
anteriormente desarrollada en En torno al casticismo.
Pero el Unam uno de 1906 no piensa de la civilización intrahis­
tórica lo mismo que en 1895. Ahora la intrahistoria es «u n a enorme
fuerza acumulada, una fuerza que muchos de los llam ados direc­
tores de la opinión desconocen; hay una gran masa de gente que
ni habla ni escribe, sino escucha y lee, y que espera el advenimien­
to de una nueva vid a» (82), cuya renovación ya no consistirá, sin
duda, en una presta imitación de la Europa M oderna, sino que
deberá ser la propia fuerza y tradición de la civilización castellana,
introvertida en su m odernidad más viva y palpitante, la que haga
fructificar en España una auténtica renovación de pensamiento. Los
hom bres que encarnan esta fuerza constituyen la intrahistoria de
un pueblo ( producto de una civilización), es decir, una cultura
( manifestación de su vida colectiva y duradera). «L a fuerza — escri­
be Unam uno en una carta a Ortega— es talento, la agilidad genio.
H ay genios con muy poco talento, hay talentos con muy poco genio.
El genio crea, el talento conserva. Y aquí, como no se crea, todos
somos conservadores» (83).
Tales criterios sobre fuerza, talento y voluntad, de un lado, y
agilidad, genio e inteligencia, de otro, los desarrolla también Una­
muno en la qarta que el 25 de diciembre de 1906 dirige a Ortega
y Gasset, sin duda a propósito de los contenidos expuestos en el
citado artículo. Las relaciones intelectuales y amistosas que man­
tuvieron, ya próximos, ya distantes, Miguel de Unam uno y Ortega,
han sido estudiadas con detalle en diversas publicaciones apareci­
das en Revista de Occidente e Insula (84). Recientemente, Laureano
Robles ha recogido un enriquecedor epistolario entre Ortega y
Unam uno sobre el que creo conveniente comenzar a verter los pri­
meros comentarios.
En una carta de Ortega a Unamuno, escrita el 30 de diciembre
de 1906, el joven racionalista le dice desde M arburg, en Alemania,
que «E sp añ a tiene que desaparecer como pueblo si ha de sobrevivir
(82) Cfr., O. c., p. 53.
(83) R o b l e s C a r c e d o , L . : Epistolario completo Ortega-Unamuno, Madrid,
El Arquero, 1987. p. 49.
(84) Vid., Revista de Occidente, año II, segunda época, núm. 19, 1964, vo­
lumen monográfico dedicado a Miguel de Unamuno. También, C a c h o Viu, V.,
“Unamuno y Ortega”, Revista de Occidente, núm. 65, 1986, págs. 79-98. G a r c ía
B l a n c o , M., “Unamuno y Ortega. Aportación a un tema”, Insula, Madrid,
núm. 181, diciembre de 1961, p. 1. M a r i a s , J., “Dos dedicatorias. Las relacio­
nes entre Unamuno y Ortega”, Insula, Madrid, núm. 132, 1957, p. 3;
674
JESUS G. MAESTRO
de alguna manera, cuya única manera es sobrevivir como cultu­
ra » (85). Ortega ejemplifica a través de Menéndez Pelayo a aquella
cultura «qu e nace muerta por nacer con el prejuicio nacional». En
otra carta posterior (27 de enero de 1907), Ortega precisa sus pala­
bras hasta identificar pueblo y cultura en una noción que a partir
de la antropología unamuniana, podríam os denominar «civilización».
Así, Ortega escribe al rector de Salamanca: «Cuando le decía: Es­
paña tiene que m orir como pueblo si ha de sobrevivir como cultura
— léase— tiene que m orir como nación. Una aglutinación de bípe­
dos sonrientes llega a ser pueblo cuando llega a ser culto. Pueblo
y cultura son sinónimos o cuando menos mutuos conceptos» (86).
El 12 de octubre de 1936 se celebraba en el Paraninfo de la Universidad de
Salamanca un acto literario en honor a la festividad de la raza. Antes de su
intervención final, Miguel de Unamuno — que presidía el acto en representa­
ción del general Francisco Franco— hizo estas anotaciones en el reverso del
sobre en que, momentos antes, la viuda del pastor protestante Abilio Coco le
había solicitado una petición de clemencia para su marido, que habría de ser
fusilado poco después. Sus palabras motivarían la ira del general Millán Astray.
(85) R o b l e s C a r c e d o , L . : O. c., p. 55. Carta V I I I . Ortega también distinque aquí, como Unamuno, entre una cultura universal y eterna y una cultura
cosmopolita, aunque en ocasiones esta última (llámese española, alemana, etc.)
pueda ser también universal.
(86) Ibíd., p. 65.
ANTROPOLOGIA Y PRAGMATICA DE LA LITERATURA
675
Hasta aquí los criterios de Ortega coinciden con los de M iguel de
Unamuno, al menos en lo fundamental.
En octubre de 1912, Federico de Onís Sánchez, a la sazón cate­
drático en la Universidad de Oviedo, pronunció una conferencia en
la Universidad de Salamanca en que m ostraba sus discrepancias
frente a la concepción universitaria de Unamuno. «L a cultura mo­
derna — dice Onís en su discurso— es la civilización europea, y, p or
eso, en ser europeos ha de estar nuestra mira y nuestro anhelo» (87).
¿Comprendemos ahora cuán lejos se encontraba don M iguel de
juveniles afanes europístas?... En este mismo discurso Onís ofrece
una hipotiposis de M iguel de Unamuno como «este hom bre extraor­
dinario, refinado, selvático, moderno y medioeval, místico y cien­
tífico, con unción de apóstol y sagacidad de picaro, en el que parece
que culminan todos los defectos y virtudes de la casta». Como pue­
de observarse, Onís demostró no tener ni idea de quién era ni de
cómo pensaba don Miguel de Unamuno.
Con motivo de la destitución de Unam uno del rectorado de la
Universidad de Salamanca, Ortega habló el 10 de octubre de 1914
en la sociedad E l Sitio de Bilbao ante tres mil personas, según la
inform ación anunciada por el diario salmantino E l Adelanto (88)
el día 13 del mismo mes. La crónica decía textulamente:
«L a noche del pasado sábado se celebró, en la sociedad El
Sitio de Bilbao, una solemne velada, organizada p or tan po­
pular organismo, para protestar de la destitución del ilustre
rector de la Universidad salmantina.
Tom aron parte en dicha velada, á la que asistieron cerca
de 3.000 personas, distinguidos oradores bilbaínos, y puso tér­
mino a la misma don José Ortega y Gasset, cuyo nom bre es
su m ejor elogio, con un form idable alegato acusatorio, del que
extractamos las siguientes ideas.»
Por otra parte, uno de los capítulos más discutidos y peor in­
terpretados de la antropología unamuniana ha sido el concerniente
a su pensamiento científico. Y aquí surge una inevitable divergen­
cia entre Ortega y don Miguel, en el distinto aprecio de la ciencia
en sí misma, en el ánimo con que deben cultivarla quienes se
sientan llam ados a transform ar el país a partir de sus métodos y
(37)
Cfr., El Adelanto, Salamanca, 9 de octubre de 1912, págs. 1-2: “Le­
tras salmantinas. Notable discurso”.
(88)
Cfr., El Adelanto, Salamanca, 13 de octubre de 1914, p. 2: “En defen­
sa del señor Unamuno”. Se trata de un artículo sin firmar, dividido en dos
grandes parágrafos (siete párrafos el primero y dos el segundo) separados por
un asterisco.
6 76
JESUS G. MAESTRO
privilegios. N o olvidemos, al reflexionar sobre este aspecto, que
M iguel de Unamuno procede de una situación cultural poderosa­
mente afectada por la pérdida — sin duda violenta— de la segu­
ridad que prometió con defraudado afán el Positivismo científico
de la centuria ochocentista, mientras que Ortega — y con él sus
contemporáneos— , fueron seducidos fácilmente p or la fe que ase­
guraba la expansión de la ciencia, p or lo que no les resultó difícil
afirm arse en fundamentos exclusivamente racionalistas de la m oral
operativa y de la «razón vital» del hom bre como realidad radical,
dentro de un marco referencial ocupado p or una vida colectiva y
plenaria.
Cuando Unamuno dice que «odia la ciencia» y echa de menos
la sabiduría, está denunciando las limitaciones de una Ciencia con
mayúscula, que se traducen en efectos paralizadores del cientifismo respecto a la vertiente trascendental de la experiencia humana.
La unamuniana frase « \Que inventen ello sl», tan estúpidamente
adulterada en corrillos de salón, no pretende ser para la España
de comienzos de siglo otra cosa más que un estímulo de liberación
ante sus com plejos europeístas. ¿Es que no había entonces más
puertas hacia el futuro y el progreso que las de Europa? ¿Es que
en España no pudo existir una intra-historia capaz de convertirse
en la vanguardia cultural del viejo continente e instituirse en una
reserva espiritual viva, tan necesaria para el llam ado M undo M o­
derno?...
Unam uno no rechaza la ciencia, sino que, simplemente, se nie­
ga a adm itirla como única vía ( posibilidad) de progreso para la
nación española. En muchas ocasiones Unam uno no habla de pro­
gresistas sino de «progreseros». Si hay pueblos en Europa que
progresan científicamente, e-1 pueblo español puede progresar a
través de otros cauces que no tienen por qué ser única y exclusi­
vamente los cauces de la Ciencia. «¿Q ue ellos inventan cosas?
¡Invéntenlas! La luz eléctrica alum bra aquí tan bien como donde
se inventó ( . . . ) La ciencia sirve de un lado para facilitar la vida
con sus aplicaciones y de otro de puerta para la sabiduría. ¿Y no
hay otras puertas? ¿No tenemos nosotros otra?» (89).
Estas son, en suma, las ideas que el Unam uno adulto profesa
sobre la ciencia y sobre la europeización. Por estas mismas fechas
en que escribía a Ortega tales palabras, don M iguel se encontraba
(89)
Vid., R o b l e s C a r c e d o , L. : O. c., p. 42.
ANTROPOLOGIA Y PRAGMATICA DE LA LITERATURA
6 77
trabajando en su ensayo Sobre la europeización (90), donde des­
arrolla en su totalidad más precisa las ideas aquí esbozadas (91).
Hem os querido recoger, finalmente, un extracto de la carta que
M iguel de Unam uno dirige a Ortega el 4 de octubre de 1919, en
que, a nuestro juicio, resume de la manera más nítida toda la con­
textura filosófica de su antropología:
«Y a sabe usted mi vieja manía de buscar a los hombres.
Y es que creo que un hom bre es una idea concreta y absoluta,
un pequeño universo cerrado que se basta a sí mismo, y que
el hom bre que llegase a comprender a otro sabría toda la his­
toria que hay que saber. O una biografía o un a-historia uni­
versal. E l conocimiento de Shakespeare o del Dante, v. gr., me
parece que enseña más que el de la historia de Inglaterra o
de Italia. Estudiar a Cervantes es más fructuoso que estudiar
la historia de España durante los Austrias. En los grandes li­
bros de historia lo que se aprende de humano es conocer al
h istoriad or...» (92).
En suma, la antropología unamuniana descansa en el postulado
del interés p or el hombre, no por la Idea. El hom bre-y su natura­
leza lo es todo para don Miguel; antes de las «Id e a s», el mundo, y
antes del mundo, la vida, siempre al lado del hombre, inseparáble
eterno de ella.
IV.
JOSE M A R IA Q U IR O G A P L A , PO E TA
José M aría Quiroga Pía nació en M adrid, en la calle de Blasco
de Garay, el 21 de fabril de 1902. Su padre, José M aría Quiroga
López, natural de Santa M aría del Villar (L u g o ), era H abilitado
del Servicio de Incendios de M adrid y contable de varias empresas.
Su madre, M aría Pía Reguera, era también gallega, aunque, hija de
Segundo Pía, notario en Vigo, de ascendencia levantina.. El matri­
monio Quiroga había tenido una hija, que falleció a los dos años,
antes de nacer José M aría.
Y a desde muy joven advirtió José M aría Q uiroga Pía el placer
de la lectura. «A los seis años se me despertó ya. la manía de
leer» (93), escribe a Salomé de Unamuno, hija m ayor de don M i­
guel, con la que contrairía matrimonio en 1928.
, t
U
,
(90) Cfr.,
namuno M. de: Obras Completas, Madrid, Escelicer, ,1966, III,
págs. 1.103-1.126.
(91) Puede verse nuestro trabajo “La agonía del casticismo”, en Él Ade­
lanto, Salamanca, 6 de agosto de 1988, p. 10.
(92) R o b l e s C a r c e d o , L . : O. c., p. 141.
(93)
Epistolario inédito de José María Quiroga Pía a Salomé'de Unamuno.
JESUS G. MAESTRO
6 78
En setiembre de 1913 inicia sus estudios de bachillerato en el
Instituto Cardenal Cisneros de M adrid. Allí encontró una de sus
prim eras y grandes amistades, como fue la de Federico Carlos Sainz
de Robles. Gracias a esta amistad, José M aría llegaría a ser en 1918
redactor-jefe del semanario El Inédito, dirigido p o r Robles. Allí
publicó sus prim eros versos bajo el pseudónimo de Anselmo R e­
guera. Sin em bargo, al paralelo desarrollo de su vocación literaria
le acompaña una fe religiosa cada vez más tenue y evanescente,
según su propia confesión. En él no se perdía la fe en Dios, tanto
como la creencia en religiones positivas. Así, a los dieciséis años
escribe los siguientes versos, pertenecientes a un soneto que se en­
cuentra en poder de la familia Caravia:
Señor, la fe se aparta de mi lado,
y cuando, de amistad trémulo, miro
sólo veo el sendero encenizado
y oigo sólo el temblor de mi suspiro...
IV. 1.
DE T E R T U L IA EN P L A T E R IA S
En la juventud de José M aría Quiroga tienen un lugar especial
las tertulias del madrileño café de Platerías, «donde se celebraban
los lunes unas reuniones apasionadas, románticas, en las que hay
lectura de versos, y las esperanzas se asoman a los espejos del café,
como si fueran realidades, levantando la cabeza de pronto sobre
la parte ba ja del espejo, como marionetas ideales, y ocultándose
cuando se las mira medio queriéndolas retener. Allí, entre José
M aría Quiroga y otros jóvenes de valer, los Relio eran los poetas
representativos» (94).
La tertulia de Platerías fue fundada por José M aría Palomino,
Hipólito H idalgo de Caviedes y José M aría Quiroga Pía el 9 de ju ­
nio de 1919, cuando nuestro poeta contaba sólo diecisiete años. La
tertulia tomó el nombre del escenario donde tenían lugar las reu­
niones, Café Nuevo de Platerías, con entradas p or las calles M ayor
y Platerías, de M adrid. El número de plateros no era siempre el
mismo; oscilaba entre los cinco y los treinta. « Y o — escribe Pía en
su diario inédito— he puesto en esta reunión todo mi entusiasmo.
Espero firmemente ver un día catalogado nuestro grupo como la
Generación de Platerías». Por su parte, Ramón Gómez de la Serna,
«propagandista oficioso» de la tertulia, escribía en La Sagrada
(94)
Cfr., G ó m e z d e l a S e r n a , R .: La Sagrada Cripta de Pombo, Madrid,
Imprenta de H. y Galo Sáez, 1926, p. 302.
ANTROPOLOGIA Y PRAGMATICA DE LA LITERATURA
6 79
Cripta de P o m b o : «A llí se relugiaba una de las últimas peñas lite­
rarias del rom anticism o y yo, alguna vez, voy a ver a esos buenos
amigos que se llam an José M aría Quiroga Pía, H idalgo de Caviedes,
José López Rubio, Pedro Caravia, Sainz de Robles, Guillerm o Relio,
Carancá, Palom ino, Galán, Suñol, Colmena, J. García del Castillo,
Sorá, etc., etc., en recuerdo de los cuales evoco aquí los alrededo­
res de su café para em paredarle en su propio ambiente, para dar
todo su significado a su n om bre» (95).
En determinadas fechas, los plateros, españoles e hispanoam eri­
canos (Francisco Relio, Santos Balm ori, José Perotti, Julio Santisteban, Antonio Mediz B o lio ...), celebraban determinadas actividades
y festejos. E l dos de noviem bre de 1920 se celebró una fiesta en
honor de los muertos, prom ovida p or Pedro Caravia, Balm ori, Ló­
pez R ubio y los hermanos Relio. Entre los proyectos que no llegan
a realizarse se encuentra el propósito de Caravia de construir un
guiñol con decoraciones de Balm ori y Perotti, con objeto de repre­
sentar algunas piezas teatrales de Valle-Inclán valiéndose de fan­
toches. A partir de 1922 la tertulia de Platerías fue languideciendo
por dispersión de los contertulios, para desaparecer definitivamen­
te poco después. Sin em bargo, de ella adquirió Quiroga Pía una
amistad que habría de durarle toda la vida: Pedro Caravia.
En abril de 1920, al obtener Quiroga el título de bachiller, se
m atricula p or imposición paterna en la Facultad de Derecho, con­
trariando así radicalmente su vocación y deseo de estudiar Letras.
Sin em bargo, jam ás llegaría a licenciarse en Leyes — hubo asig­
naturas que supendió cuatro y hasta cinco veces— , con lo que se
frustraron los ideales familiares de ver al hijo convertido en no­
tario o político. En los primeros días de universidad, los hermanos
Relio le presentan a Pedro Caravia, quien se convertiría desde en­
tonces en el gran amigo de su vida, por encima de cualquier con­
tingencia, en una fraternidad sin reservas p or am bas partes, tal
como la ha definido el profesor Miguel Angel González Muñiz. Los
cuatro grandes auténticos amores de su vida — como el propio
Q uiroga manifestó en multitud de ocasiones— fueron, cada uno en
su plano y sin jerarquías, su madre, su hijo Miguel, Salom é y Pedro
Caravia. En este escalafón, a la figura de su suegro, M iguel de
Unam uno, estaría am algam ada la admiración por el sabio.
Su prim er contacto con la obra de Unam uno se produce a los
catorce años, con la lectura de Nada menos que todo un, hom bre
y El espejo de la muerte. «P ero cuando di de lleno a su lectura
(95)
Cfr., G ó m e z
de
la
S e r n a , R. : O. c., p. 157.
JESUS G. MAESTRO
680
— escribe a Salomé— fue en 1921, año en que realmente le des­
cubrim os Pedro y yo. De entonces acá, como te digo, no ha hecho
sino afirm ársem e más y más la devoción a él, hasta hacérseme
am or» (96). Durante los años de 1920 y 1921, Quiroga comienza a
darse aconocer en el mundillo literario a través de cuentos infan­
tiles y de otras publicaciones poéticas diversas. N o tardaría en
repudiar algunas de estas composiciones ( Melita busca sensaciones,
Bon, el m ono sabio...), destruyendo todos los ejem plares que po­
seía, así como también todos sus versos anteriores a 1922, excepto
algunos varios que fueron conservados p or Pedro Caravia.
IV. 2.
U N PR EM IO L IT E R A R IO CON C A R A V IA
En el invierno de 1922, José M aría Quiroga Pía y Pedro Caravia
improvisaron, en menos de treinta días, una novelita a la que titu­
laron Andanzas de JJlises Redingot, que fue presenta a un concurso
de novelas humorísticas patrocinado p or la revista Buen Hum or,
donde obtuvo el prim er premio.
De esta época datan las únicas poesías que conservamos de 1923,
destinadas a su futuro libro de versos, Baladas para acordeón ( Ba­
lada de los chopillos, Balada de las doncellitas...). Se conserva
también, en una de las múltiples cartas dirigidas a Pedro Caravia,
la Balada de la romería, mientras que el resto de las composicio­
nes eran destruidas con toda su producción anterior a 1923.
Cuando en la primavera de 1926 sale a oposición la cátedra de
Unam uno en Salamanca, ganada por el sacerdote Leopoldo Luis,
en diversas universidades españolas, principalmente en M adrid y
en Salamanca, se originan importantes revueltas que traen como
consecuencia el encarcelamiento y la deportación de varios profe­
sores y alumnos, entre ellos, Quiroga Pía. Dám aso Alonso, uno de
entre sus amigos que fueron a visitarlo a la cárcel, escribiría pos­
teriormente: «L e fui a visitar con otros amigos. Estaba muy exci­
tado y habló incesantemente (al otro lado de las rejas, agarrado a
ellas) con una sucesión de metáforas y de juegos verbales».
IV. 3.
JOSE M A R IA Q U IR O G A P L A Y S A LO M E DE U N A M U N O
Los comienzos del año 1927 representan para José M aría Qui­
roga Pía momentos capitales en su vida al conocer a Salomé de
Unam uno — hija m ayor del escritor— e iniciar sus relaciones con
(96)
Epistolario inédito de José María Quiroga Pia a Salomé de Unamuno.
ANTROPOLOGIA Y PRAGMATICA DE LA LITERATURA
681
ella. De esta unión nacería dos años después Miguel Q uiroga de
Unam uno, nieto primogénito de don Miguel y sin duda el más que­
rido y apreciado p o r el maestro. «P a ra tratar cosas de la revista
invité a tu padre a pasar unos días en Salamanca — escribe W en ­
ceslao Roces a M iguel Quiroga— . Y allí comenzó todo. Fui yo, en
efecto, quien tuvo la fortuna de presentarle un día (recuerdo per­
fectamente que fue en el campo en que jugábam os al béisbol) a
Salomé y a Felisa. Esta tiene que recordarlo perfectamente».
En abril de 1920 José M aría Quiroga escribe a Unam uno para
form alizar así su compromiso de matrimonio con Salomé, la ma­
yor de las hijas de don Miguel. A continuación recogemos un frag­
mento de la carta — inédita—
dirigida entonces p or José M aría
Q uiroga a don Miguel de Unamuno:
«Según los usos admitidos, esta carta debiera escribirla mi
padre y no yo. Me cuido poco, lo confieso, de esas etiquetas;
y menos aún en este caso, en que me im porta ser yo, yo mis­
mo, quien me dirija a usted. Bien sabe Dios si he vacilado
antes de dirigirm e a ella, a Salomé. Precisamente p or el am or
y respeto que tuve siempre para usted. Soy hom bre de im pul­
sos más que de reflexión. Y esto mismo pensaba en mí al
sorprenderm e enam orado de ella. Porque ahí estaba el nudo:
¿de ella, enam orado realmente de ella? ¿Y si la hacía mi novia
y luego descubría yo, o llegaba a descubrir ella que había sido
el «U n a m u n o » lo que me había movido a creer que la quería?
Me daba miedo aquel h urgar en mí. Pasé días terribles. Me
propuse no d ejar traslucir mi inclinación. Pero me pudo el
cariño que ya sentía p or ella, y vi que era amor, am or de hom ­
bre v para toda la vida lo que por Salomé sentía. Catorce me­
ses de noviazgo no han hecho sino aclararm e más esa verdad.
Y o quiero a Salomé y ella me quiere. Lo demás se nos dará
p or añadidura. M i único patrimonio es mi trabajo, y de ahí
saldrá cuanto necesitamos para vivir.»
La respuesta no se hizo esperar. Hem os querido recoger tam­
bién la carta inédita que Miguel de Unam uno envió a su futuro
yerno con motivo del matrimonio con su hija Salomé. Es. induda­
blemente, una carta hondamente familiar, en la que Unam uno se
nos revela como hom bre y como padre en el seno de los suyos. N ada
nuevo, p or otra parte, si tenemos en cuenta que en ningún lugar
de su obra menoscabó en lo más mínimo sus inquietudes humanas o
familiares. H e aquí la carta con la respuesta, fechada en Salam an­
ca en abril de 1928:
«Q uiero contestarle, mi querido José María, a su carta, que
esperaba con la m ayor contención posible en mí. Y a nos lle­
garán los días de las expansiones. Y aunque esperaba su carta,
JESUS G. MAESTRO
682
¡la de recuerdos y esperanzas que me ha suscitado! M i Salomé,
su Salomé, ha sido por varios motivos una de mis mayores
preocupaciones. M as creo que puedo descansar tranquilo. Al
leer su carta he recordado cuando hace ya más de 37 años
— una vida de hom bre— me casé ganando aún menos que eso
y teniendo que llevar a mi m ujer a casa de mi m adre y her­
manos. La cátedra la gané cuatro meses después. Y empezó la
época en que levantaba esperanzas que hoy unas son recuerdos
y otras más que recuerdos, permanencias. ¡Este tan fecundo
destierro me ha traído tanto! Durante él perdí una hija — co­
mo las otras— , la m ujer de mi hijo Fernando, y cobraré un
hijo — como los otros— . Y podré m irar más tranquilo a los
ojos de Salomé. De otras cosas que me dice lo m ejor es de­
jarlas pasar. Sí, yo podré y deberé ayudarles, pero esté seguro
de que le ayudará más ella. Y me ayudará en su nueva vida.
He sido en mi casa siempre un poco hermético, y ¿quién lo
diría?, por timidez y por pudor. Pero a medida que pasan los
años me siento acercar a la niñez — jam ás la tuve más cerca—
y hoy me siento el hijo de mis hijos, a quien Dios bendiga.
Que les bendiga El como les bendice con un abrazo que
les envía
Miguel de Unamuno
Salude con todo respeto a sus padres.»
A propósito de esta boda, celebrada el 22 de junio de 1928,
Eduardo Ortega y Gasset escribió: «O currió que un joven literario
dé mérito se enamoró de este dulce espíritu (Salom é). Ella corres­
pondió apasionadamente a aquel amor. Y el problem a de desga­
rrad or dramatismo quedó planteado. Los médicos advirtieron que
si aquella muchacha se casaba y tenía un hijo; no sobreviviría al
partó. E L amarguísimo problem a luchó dentro del pecho del pa­
dre. Tuvo lugar una conversación entre él y la hija, que desmos­
traba eran espíritus gemelos. Le dijo ella: «D e todas maneras,
aunque no me case, he de m orir pronto. La desolación de rom per
este am or y esta ilusión de tener un hijo me mataría antes de lo
que dicen los médicos». Don Miguel, con el rostro fruncido de an­
gustia, guardó unos momentos de silencio. Luego, dijo solamente:
«C ásate». Y se casaron. Y aquella m ujer tuvo un hijo norm al y
hermoso, y sobrevivió durante cuatro años de felicidad. El fallo
de la ciencia tardó cuatro años en cum plirse» (97).
Días después, el 28 de agosto de 1928, Quiroga escribe a Miguel
de Unam uno:
«P a ra fines de abril o prim eros de mayo será usted
abuelo» (98). La respuesta de Unamuno tampoco se hace esperar,
(97)
O rtega
y
G a s s e t , E .:
Monodiálogos de don
Miguel de Unamuno,
Nueva.York, Ibérica,-1958, p. 156,' .
.. ... ■
• {-98) ; Epistolario- inédito de Miguel-, de: Unamuno a-José;María Quiroga Pía.
ANTROPOLOGIA Y PRAGMATICA DE LA LITERATURA
683
desde su destierro en Hendaya: « ¡Dios os lo pague, hijos míos!
Era uno de mis sueños íntimos. ¿Para mayo? ¿Habré yo ya podido
volver a esa triste España? Si no... pero no, porque es casi una
blasfem ia lo que se me ocurre, y es que os viniérais aquí, y que el
pobrecito que venga no sea español» (99).
Sin em bargo, estas esperanzas se desvanecen a fines de di­
ciembre, al sobrevenir un aborto a Salomé. N o obstante, el 22
de octubre de 1929 sería para esta fam ilia uno de sus días más
m em orables:
nace el prim er nieto de don M iguel de Unam uno, a
quien se le da el nom bre de Miguel Quiroga de Unam uno, a la vez
que se aleja de Salomé el peligro inmediato de muerte. Unam uno
recibe la noticia en Hendaya, y silencia momentáneamente sus efu­
siones. Silencio en el Cancionero, donde escribe: «23-X-29. Recibido
telegrama que mi hija Salomé me ha dado mi prim er nieto, un niño,
Y no hay más poesía». Hemos querido reproducir a continuación,
dado su indudable interés humano, el fragmento de otra carta
— igualmente inédita— del epistolario entre don M iguel y su yerno.
La carta está fechada en Hendaya el 17 de noviem bre de 1929:
«E r a yo, mi querido José María, quien desde el día en que
supe que me habíais dado mi prim er nieto, resolví escribirte.
¿Por qué no lo hice enseguida? P or el peso del deseo. Escribí a
nuestra Salomé, que ahora tiene ya resuelta su más íntima
vida. E lla fue desde muy niña mi m ayor preocupación y hasta
un peso. ¿Qué sería de ella cuando yo le faltara? N i me atreví
nunca a sugerirle que aprendiera un oficio, que se hiciese
m aestra o lo que fuese, y no se quedase para tía. Con la m uer­
te de la pobre M aría, la de Fem ando, y en las circunstancias
de hondo v trágico agüero en que ocurrió, recibí un gran golpe
en el hondón del alma y se me remejieron viejas congojas de ín­
dole religiosa. ¿Me habría Dios condenado a no d ejar sino mis
obras de papel p or mucho espíritu que tengan y no carne de
espíritu? ¿y p o r qué? Cuando Salomé me escribió que os que­
ríais y queríais casaros, mi gozo se mezclaba con un gran pesar.
¿Iba a m ostrar éste? ¿Iba a oponer mis presentimientos? En
general, se estima que un casamiento es una colocación para
una m ujer. Salomé no era ya una niña; yo, la verdad, no había
previsto esta solución para el problem a de su vida. Las razo­
nes que podían desaconsejarlo estaban a la vista; no había
engaño. A la vez sentía que os unía en vuestro cariño un co-
De este epistolario hemos recogido tres carta inéditas en “Un poeta descono­
cido: José María Quiroga Pía (1902-1955). Dos cartas inéditas de Miguel de
Unamuno”, Jornadas de Literatura Española, Francesa y Vasca, San Sebas­
tián, 1988.
(99)
Epistolario inédito de Miguel de Unamuno a José María Quiroga Pía.
684
JESUS G. MAESTRO
mún cariño a mí, que se ofrecía un posible cumplimiento a
uno de mis anhelos. ¿El peligro? Indudable.
• M i pobre hija, mi buena hija, tu buena m ujer, iba a esa
resolución sin ignorar el peligro, arriesgando hasta su vida,
ofreciéndola en sacrificio, por ti y por mí. N o quería llevar
una vida estéril. Iba a hacerte padre y volverme a mí padre.
Cuando su aborto se me revolvieron todos los viejos agüeros.
¿No había cierto sutil egoísmo en no haberme opuesto a ello?
Pero ¿podía yo sacrificar su felicidad, que consistía en ofrecer
ese sacrificio? A la vez la sentía alegre. Durante este segundo
embarazo vivía yo en ascuas. N i me aquietó Población (el gi­
necólogo) con lo que me dijo. Y al fin llegó el día, y cuando
recibí el telegrama del parto se me hizo una calm a serenísima.
Y luego he sabido y sé que el niño, nuestro Miguel, vive y medra, que se ha salvado, que ha salvado a Salomé, que nos ha
salvado. Y a todo lo demás se aclara. Y a ha tenido consagra­
ción él común cariño; ya el nuevo hogar de la carne de mi
espíritu y de los vuestros está fundado. Ahora, a cuidar dél
niño, que es quien manda...
( . . . ) Y ahora, mi querido José M aría, ya tenemos todos un
poema al que cuidar, y que sea semilla de poemas, tu hijo, el
de mi hija y el mío, el de vosotros mis h ijo s...»
Sin em bargo, sólo cinco años después, en la noche del 11 al 12
de julio de 1933, se produce la muerte de Salomé. Quiroga, p or
razones de trabajo, se encontraba en M adrid. En la mañana del
12 de julio escribió a Pedro Caravia la siguiente carta:
«Q uerido Pedro: Esta noche, a la 1 — al poco rato de volver
yo de M adrid a toda prisa— , se me ha muerto Salomé. Sin
verme ni oírm e; sin que yo la viera y la besara viva. Lejos de
ella me parió a nuestro hijo; teniéndome cerca, pero no a su
lado, se me murió. Quedó muerta en sueños (p o r la tarde, al
inyectarle por prim era vez pantopón, había dicho: «Realm en­
te, si la muerte es así...»). Cuando llegamos a su lado para
ponerle una inyección de aceite alcanforado, ya no tenía pulso,
ya estaba muerta. Se cerraron para siempre, Pedro, los «ojo s
grandes y tristes». Y ahora quedamos M iguel y yo, no sé cuál
más huérfano. ¿Qué va a ser de él v de mí? Porque Salomé
había acabado p or serlo todo para mí. M adre, hermana y mujer.
De m adrugada, helada ya, la he besado p or última vez en
la boca. Y me he pasado la noche llorando remordimientos.
Porque sin duda no la he hecho todo lo feliz que ella se me­
recía. Pero va te escribiré. Aunque no sé cuando. Miguel no
sabe nada de la muerte de su «m am ita», de su mimo. He he­
cho que lo lleven a casa de Vila todo el día (el entierro es a
las 6 ). Y o no lo vi sino dormido. Y le oí luego, cuando lo pa­
saron a la casa de al lado. I 0 oí charlar, alegre... ¡Ay, Pedro!
Abrazos.
José María.»
ANTROPOLOGIA Y PRAGMATICA DE LA LITERATURA
6&5
Desde entonces hasta él estallido de lá guerra de España, José
M aría Quiroga Pía no deja de colaborar en numerosos diarios y
revistas, entre las que figura la prestigiosa Revista de Occidente»
Es apreciado p or Guillén, Gerardo Diego, Alberti, Lorca..., como
crítico literario y como poeta. En junio de 1936 se convocan unos
cursillos-oposición para cátedras de Instituto, en los que se ma­
tricula Quiroga. En septiembre podrá optar entre la Cátedra o el
Patronato. De un m odo u otro, su porvenir está asegurado. Cuando,
en junio de 1936 José M aría Quiroga Pía abandona Salam anca pa­
ra dirigirse a M adrid y particpar en los cursillos lo hace sin saber*
que ya nunca jam ás volverá a ver a Miguel de Unarttuno ni a Fe­
lisa, entonces ya su prometida. A su hijo tardará quince años e n
volver a verlo
entre ellos.
La guerra española, ya próxima, se intérpóndrá
El tribunal que presidía los ejercicios estaba co nstiuido por
José Fernández Montesinos, Angel Valbuena Prát y Em ilio Álárcos,_
padre del lingüista estructuralista Emilio Álarcos Llorach: La pri­
mera prueba consistió en averiguar la autoría de tres com po sici­
nes poéticas (un soneto dé Garcilaso, otro de Gongora y unos'versbs
de Juan Ram ón Jiménez) y en un análisis de un poema dé Quevedo:
Quiroga consiguió el número uno. José M aría sabe que tiene su
plaza asegurada a partir del próximo mes de setiembre, p ero en
el verano del 36 los cursillos son interrumpidos a causa de la guerra.
Quiroga nunca llegaría a ocupar la plaza que le correspondió
como catedrático. Tras la guerra española hubo de exiliarse a París
y posteriormente á Ginebra, donde, sin dejar n u n ca dé escribir y
traducir, m urió ciego y enfermo el 28 de marzo de 1955. Sin duda,
como Ha escrito don Francisco Ynduráin, ha' sido, la vida, de un
poeta «qu é frustraron los años decisivos» (100).
Y
,
100)
nduráin F . : “Apuntes sobre el poeta José María Quiroga Pía ( 19021955)”, Homenaje a la .memoria - de don Antonio Rodríguez Moñino,1910-1970,
Madrid, Castalia, 1975, págs. 623-635, p. 635. Puede verse”también nuestro tra­
bajo “José M aría Quiroga Pía, un poeta en el olvido”, La Nueva España, Ovie­
do, 12 de enero de 1988.
686
V.
JESUS G. MAESTRO
DOS C A R T A S IN E D IT A S D E PEDRO C A R A V IA A L
P O E T A JOSE M A R IA Q U IR O G A P L A
CARTA I
Goviendes, 17 de julio-30.
Querido José M aría: Te escribo a Becedas, donde te suponía
y donde el «S o l» me confirma que estáis. Sé que esperas mi carta
p or diversos motivos, entre otros porque te la debo desde hace
cerca de veinte días, si he de tomar la tuya como punto de refe­
rencia. Pero en esta ocasión no hay que achacar el retraso a mi
pereza sino al temor de tocar ciertas cosas que, de tan estrecha­
mente de como me conciernen, veo de día en día con m ayor tur­
biedad.
P o r otra parte en la conversación todo vale como improvisado:
el interlocutor sabe muy bien que una queja o una muestra de
impaciencia, p or ejemplo, pueden ser corregidas cinco minutos
después con impresiones y expresiones contrarias. Pero las cartas
fijan demasiado su contenido para que no las tema un hom bre que
escribe poco. Lo que te dijera de mis relaciones con Clemencia
valdría para ti, a pesar de todo, como definitivo — ...y// ( 1 0 1 ) en
el fondo sería incompleto, sino ( sic) falso. P or tanto eludiré hablar
de lo que siento, aunque no de lo que pienso cuando puedo fiarme
de mi propio pensamiento, esto es cuando se decolora, desintere­
sándose de mí. En esos momentos suelo referir la causa de nuestra
discrepancia a mi torpeza, porque no he debido mostrame nunca
ante ella como desconfiando de mí, como indeciso. Ciernen me quie­
re, ciertamente, aunque no como quiere ser querido el que quiere:
en realidad, más que quererme, me adm ira ( ! ) . N o es de extrañar
porque en aquella casa, como sabes, se prodigan las atribuciones
favorables: todas las mujeres son hermosas, todos los hom bres tie­
nen algún linaje de talento. Pues bien, yo los tengo todos ( ¡digo
en dictamen de Clem encia!), salvo el de la música, porque soy un
hom bre frío, — en sentido estricto: descorazonado o desalmado.
Sobre esto último soy terriblemente taciturno, lo que, con motivo,
la impacienta: a ninguna m ujer le gustan los hom bres taciturnos.
Y no cuento la propensión colérica que algunas veces le he dejado
sentir. Con todas estas cosas que denuncian un carácter antagó­
nico del suyo y que no pueden dejar de producir efecto en una
muchacha tan impresionable,// va unida mi propia desconfianza,
(101)
El signo // indica final de página en la carta manuscrita.
ANTROPOLOGIA Y PRAGMATICA DE LA LITERATURA
687
como digo. N o me fío de mí. Por lo mismo no se fía,ella, de mí.
Por lo mismo analizo cada uno de sus actos y expresiones buscan­
do argumentos contra mí, y esto involuntariamente, como es natu­
ral; pero el resultado es, siempre, la impaciencia... y aparecer, yo,
ante Clemencia b a jo la luz menos favorable. Por otra parte Ciernen
tiene la impresión de que me sufre, de que es paciente y tolerante
conmigo. N o digo que no; al menos que no haga por serlo, como
yo hago p or serlo con respecto a ella. Sólo que = pasando ahora
de la razón o el razonar a la pasión y a la reacción, al sentir y ex­
presar — y o b rar =
lo que apetezco es que se me dé, que sea real­
mente mía — tú me entiendes— y no se me da. Sin em bargo no
puedo quejarm e de esta reserva sin desatender a la razón que me
dice que acaso sean mi desconfianza y mi poca fe, su origen. Dicho
sea de paso, también ella me acusa de reserva y, a veces, de frial­
dad; así lo hace en la prim era de sus cartas que he recibido aquí
esta tem porada; cartas discretas// y cariñosas. Pero sus proyectos
no son p o r eso más hacederos para mí. Ahora les ha hablado Arrese
(el médico que asistió a M iró ) de un especialista suizo que tiene
un sanatorio en Lausanne. Por lo visto podría recuperar p or en­
tero la salud. Claro que el régimen de curación podría seguirse en
España, previa consulta en Lausanne, pero ella querría que fuera
allí también, y sus argumentos no carecen de fundamento. Quiere
que la lleve su m adre en el Otoño;
la cuestión es que pueda lle­
varla. Y yo — aunque el plan me parece bien— no puedo tampoco,
ahora. Antes tengo que resolver mi situación.
En suma, todo sigue igual. Hay una cosa que no puedo hacer,
y es romper. Además confío en el tiempo, gran lim ador. N o te in­
quietes p o r mí.
Aquí hago la vida de siempre. Las horas mejores son las de
playa: baños de sol y mar, y después una carrera para conservar
la form a. E l resto del día leo: En Oviedo dejé mediado el libro de
Dom ingo (« ¿ A dónde va E sp añ a?») del que sólo recuerdo una frase,
y no es// suya, sino de Macanlay: «E spañ a es un pueblo que re­
serva íntima su virilidad para el día de la desesperación».
Aquí he leído la «Resurrección de H om ero» de B érard ((u n ex­
celente resumen de sus investigaciones, en que he encontrado entre
otras cosas una terrible lección literaria sobre la perdurabilidad
de los tópicos; algún día hablaremos de él. Se trata del papel poé­
tico del Céfiro;
te lo digo por si has leído o lees ese lib ro )), dejé
por im posible «L o s Pazos de U llo a», releí «E l espejo de la m uerte»,
688
JESUS G. MAESTRO
en que hay un cuentecillo muy curioso ( * ) (los demás, como «R a ­
món Nonnado, suicida», los hemos comentado juntos muchas veces)
porque en realidad es un poema distraído; está escrito en verso
o frases versoides todo él. Leo, ahora, la «Sociología», de Simmel;
el «Tem peram ento nervioso», de Adler;
la «F ila de los valores en
la actualidad», de M erser (p ara ejercitar mi alem án), y, p or fin, el
«U lises», del que hablaremos (cuando lo term ine) ...si me atrevo.
También he leído, parte en alemán, parte en francés, una delicada
novelita de Ltorn, «H an s y Heins K irch», de la colección bilingüe
de las Edit. Montaigne.//
Y
pasemos a los negocios. Estoy encariñado con nuestra edito­
rial, o con su idea. Veo una colección de Historia, Crítica y Estética
que podría adquirir cierta amplitud. La base, traducciones — ¡ay,
en los tres títulos!— . Podríamos editar las obras de Curtius, por
ej., debutando con un tomo de Estudios españoles (U nam uno y
Ortega, p or lo pronto. Sólo que no sé si ha hecho alguna cosa más
y eso sería poco para un volumen. De arte, obras como las de
Vorringer, p or ej., o de Strzygowsky; m onografías no muy volu­
minosas acerca de temas como el arte primitivo; un tomo de los
m ejores estudios cinematográficos;
arquitectura moderna, etc. En
la serie Crítica una colección española que diera los «C larín », Valera, Galdós, Unamuno, Juan Ramón, M iró... que necesitamos. Por
fin, las ediciones de clásicos casi inéditos, en cuadernos presenta­
dos p or poetas o críticos jóvenes. Claro que todo esto es demasia­
do, y demasiado vago. La dificultad que veo es la siguiente: que
no queriendo editar como aficionados que se gastan el dinero por
gusto, no nos apetece editar sino libros// de escasas probabilidades
de venta. Pero no nos veo publicando «Sin novedad en el frente»;
no valdría la pena. Y mucho menos propagando la filosofía marxista. Excluido Andrade, p or supuesto! Y de Graco, digo lo mis­
mo. Este porque no trabaja sólo y porque me parece difícil que le
interesen nuestros proyectos. En cam bio podrían interesarle a Sán­
chez Sarto, si sus trabajos de Labor le dejan tiempo. Tiene expe­
riencia editorial, es hombre culto que podría traducir él mismo
muchas cosas, como viene haciendo, y presum o que sus gustos
serán bastante afines a los nuestros. En todo caso podría ayudar­
nos con sus consejos si no le apetece o no puede colaborar con
nosotros.
(* ) “Cruce de caminos” se titula. (Nota de Pedro Caravia en la carta ma­
nuscrita.)
ANTROPOLOGIA Y PRAGMATICA DE LA LITERATURA
689
Y
adiós ( sic), que esto se alarga excesivamente. Dim e cómo lo
pasáis en Becedas, como (s ic ) va Miguel, si escribes o si estudias.
Envíame tus versos, cuando los escribas o cuando me escribas.
Recuerdos de mi m adre y hermanas para Salomé y para ti; un
apretón de manos a Salomé, besos a Miguel y un abrazo de
Pedro
C A R T A II (102)
Mahón, 20 de abril.
Querido José M .a: Antes que tu carta — que llegó con bastante
retraso a mis manos— , pero escrita el mismo día, el 10 , recibí una
de Eugenio que me daba noticas tuyas. Te decía desanimado, y se
prom etía escribirte de nuevo, para alentarte. N o sé si lo habrá he­
cho, pese a su buena intención. El trabajo le agobia bastante, y
luego andan, otra vez, preocupados con Xeno, que tenía estos días
de atrás y desde otros quince, décimas.
Po r mi parte estaba como el opositor aquel no quería decir
— ni, de puro melifluo, hubiera podido— que estaba Larra. En fin,
respiro, aunque no a pleno pulmón. Hoy justamente, acabo de leer
la nota, me avisa H errero de la venta, ya que no de las p o r lo visto
invendibles acciones (esto me da idea del pánico de los imbéciles),
sí de las cédu-//las que di orden de lanzar posteriormente. Lo de
la respiración a medias es porque me fuerzan a quedarm e — por
el momento— corto. Y es que las tres mil o tres mil y pico que
contaba enviarte, quedan reducidas a dos mil. N o p or la caída de
cotizaciones (n o vayas a creer que ha resultado un d isp a ra te!) si­
no porque no han vendido como deseaba las acciones, que valen
mucho más. Y ahora ordenaré te giren ese dinero a algún banco
salmantino, desde donde te avisarán a su tiempo, para que las co­
bres y alivies tu presupuesto, puesto que no alcance a remediarte.
Confiemos en que amaine el temporal (cierto que no se ve p or
dónde) y se aplaque el histerismo de los bolsistas.
Lo que sí hice inmediatamente fue escribirle a N adal. Creo que
mi amistad con él es más honda de que pueda ser la de Heliodoro.
Y pienso que me atenderá, y habrá traducciones si depende de él.
(102)
Es una de las últimas cartas del epistolario, escrita poco antes del
comienzo de la guerra, el 20 de abril de 1936.
690
JESUS G. MAESTRO
De Helios recibí carta hoy mismo. Desde M adrid, donde Ramón
de Unam uno le dio noticias de tu proyectada visita a San Sebastián.
Tus versos son absolutamente admirables. Son tan entrañable­
mente nuestros que no es fácil que yo hable de ellos con objetivi­
dad. Si poesía es sólo alquimia, transmutación y canje, te alejas
cada vez más de la poesía. Pero poesía no es eso. Poesía es el
camino de eso, del artificio, al otro polo, el de la hum anidad des­
nuda — o a la inversa— ; es ir de lo uno a lo otro. Tú vas desde
el artificio hasta ese punto en que la vida del hom bre aparece lim ­
pia de costumbre, de cotidianidad, de telarañas de hábito: cuando
se rom pe el cielo de papel o de trapo para contemplar el verdadero
cielo (Recuerdo un hermoso ensayo de D. Lawrence). Repito una
vez más que eres más poeta que nunca.
De tu conferencia me darás noticias. Si no tienes tiempo o ga­
nas de escribir, mete en un sobre el guión: estoy habituado a
descifrar cualquier manuscrito tuyo. N o te digo que incluyas al­
guna información periodística porque presum o que, p or lo menos,
te achabacanearán el texto.
Hemos tenido días muy movidos. Han venido, en estos de Se­
m ana Santa, los padres y hermanas de Clotilde, v ha habido que
enseñarles la isla. N os dejaron a su hermana mayor. N os entende­
mos bien — digo las familias: sería redundante decirlo de nosotros
mismos.
Adiós ( sic). Espero que la excursión te haya entusiasmado un
poco. ¿Va m ejor D. Miguel? Nuestros saludos para todos y besos
a Miguel! (103). Gracias por tus versos: me han conmovido hasta
el tuétano, y además son muy, muy hermosos. — Un fuerte abrazo de
Pedro
Escribo (104) cada tarde unas líneas a mi novia: un viático pa­
ra el viaje al país del sueño. A veces, sólo a ti lo confieso, en verso,
como esta canción que compuse para m em oria de una tarde, la
tarde misma en que la escribí, de vuelta del paseo cotidiano. Son
versos ni malos ni buenos; pero tienen sentido para nosotros.
(103)
(104)
Se refiere a Miguel Quiroga, el nieto primogénito de Unamuno.
Este párrafo aparece en el margen izquierdo de la carta manuscrita.
ANTROPOLOGIA Y PRAGMATICA DE LA LITERATURA
C A N C IO N
En medio del camino,
En el camino fue,
Quieta quedó la tarde
y el viento, y el payés.
Todo nos contemplaba.
M as quién podría vemos?
A un tiempo, nuestro abrazo,
qué público y secreto!
Campos verdes, marías,
Un prodigioso m irlo...
En el camino fue,
en mitad de un camino!
UNA FACETA DESCONOCIDA EN LA VIDA DE CLARIN:
FIRMANTE DE UNA OPOSICION A CATEDRA DE
DERECHO MERCANTIL
' i
'
Jose-Alejo Rueda Martínez
V IC IS IT U D E S D E L A C O N V O C A T O R IA
Quien, como Adolfo Buylla, conoció de cerca a Clarín llegó a
afirm ar que «la personalidad intelectual de Leopoldo Alas puede
decirse sin exageración que lo llenaba todo, hasta el punto de
que sería difícil decir qué es lo que el gran pensador español no
e ra ...» (1). Ciertamente pensar qué es lo que no era, aparte de su
esplendorosa labo r literaria, lo demostraba su gran dedicación uni­
versitaria al estudio de variadas disciplinas, siendo catedrático de
Econom ía Política y Estadística de la Universidad de Zaragoza, o
de Prolegómenos, Historia y Elementos de Derecho Romano, así
como de Elementos de Derecho N atural de la Universidad de Ovie­
do (2). Y para colm ar más su abanico del saber, no se cerró nunca
en el estudio de determinadas materias. Como escribía Buylla en el
discurso de apertura del curso académico de 1901-1902: «E n sus
largos treinta años de continuada labor intelectual el relevadísimo
ingenio de Leopoldo Alas encontró continuas ocasiones de m ostrar
sus frutos de positivo valor* sus múltiples disposiciones psicológi­
cas...». Y aunque no llegó a ser catedrático de Derecho Mercantil,
sí encontró, sin em bargo, ocasión para m ostrar sus aptitudes en
esta disciplina.
A. Buylla
Alegre:
(1) Adolfo
y G.
Discurso leído en la solemne apertu­
ra del curso académ ico de 1901-1902, publicado recientemente por la Univer­
sidad de Oviedo en el volumen titulado “Dos discursos académicos sobre
Leopoldo A las”, Oviedo, 1936.
..
.
(2) Sobre estos datos puede verse ampliamente
Leopold o Alas
“ C la rín ”, Oviedo, 1956, págs. 23 y ss., y
Las palabras y
los días de Leopoldo Alas ( Miscelánea de estudios sobre “ C la rín ” ), Oviedo,
1984, págs. 23 a 25.
Posada:
Martínez Cachero:
JOSE-ALEJO RUEDA MARTINEZ
694
Tal ocasión aprovechó Leopoldo García Alas al quedar vacante
el 14 de agosto de 1884 la cátedra de «Derecho Mercantil de España
y de las principales naciones de Europa y Am érica» de la Universi­
dad de M adrid, para lo cual presentó un program a de la disciplina,
integrado de 111 lecciones y precedido de un «Razonam iento del
Método y Plan», fechado en Oviedo a 5 de febrero de 1885 (3).
La oposición a la cátedra de M adrid fue anunciada el día 6 de
noviembre de 1884 (Gaceta del día 7) junto a las de Salam anca y
Zaragoza, creadas con anterioridad p or Decreto de 2 de septiembre
de 1883. Aparte de Leopoldo García Alas y Ureña, firm aron como
opositores, Leopoldo González Revilla, Rafael de Ureña, José de
Isasa (se retiró el 30-VII-1885), Lorenzo Benito, Rafael de Gracia,
Enrique de Larratea, José Casabó, Nicasio Sánchez Mata, José Sal­
vador Gam boa, Antonio Turón, Joaquín de Reina, M arcelino Isabal,
Ricardo de Checa, Nicolás López Rodríguez, Francisco de Casso,
Francisco Blanco, Faustino Alvarez del Manzano, Cándido Em pe­
rador y Antonio Toledo Quintela (fallecido el 15-IV-1885).
El Tribunal se publicó, con no poco retraso, en la Gaceta del
día 24 de enero de 1886 con la siguiente composición: Presidente,
(3)
Hasta ahora sólo teníamos noticias aisladas de la preparación de opo­
siciones de Derecho Mercantil de Clarín a través de una carta a Galdos y de
otra a Picón. Efectivamente, en la primera de ellas, sin lugar y fecha, pero
puede que muy a principios del año 1885, decía: “Y o estoy ahora escribiendo
el programa para las oposiciones de Derecho Mercantil de Madrid y me pre­
sentaré a ellas si no son muy pronto. Si yo fuera a Madrid entonces, aunque
fuese a tiros, habría de procurar hacer algo para que no se hablara tanto de
los gaznápiros y se hablara más de las obras de sentido común” (Soledad O r ­
t e g a : Cartas a Galdós, Madrid, 1964, págs. 224-225). Igualmente en la 3.a Car­
ta de las publicadas por Andrés
(Doce cartas inéditas de C la rín a
Jacinto O cta vio Picón , en “Los Cuadernos del Norte”, núm. 7, mayo-junio,
1981, p. 12), decía: “El tomo 2.° (se refería a La Regenta) tardará un poco en
salir, porque el final no está materialmente escrito, y estos días (la carta lle­
va fecha de 4 de febrero de 1885) estoy ocupado en escribir un programa
para la cátedra de Derecho Mercantil de Madrid a cuya oposición tal vez me
presente.”
Amoros
Aunque no menciona expresamente que sea la cátedra de Derecho Mer­
cantil dada la fecha de una carta a Menéndez Pelayo (Oviedo, 12 de marzo
de 1885), bien pudiera deducirse que se trata de la misma oposición. Dice así:
“Yo, por hacer que hacemos, he solicitado la cátedra de literatura jurídica de
la Central. Sé que otros muchos tendrán mejores condiciones que yo, y que
Pidal nunca me la daría a mí, a no ser por fuerza, pero se lo advierto a Vd.
(consejero) por si pudiera hacer algo en mi favor, sin comprometerse en nada
ni contradecir su política. Ya me entiende Vd.”. (Epistolario a C larín de MePelayo, Unamuno, Palacio Valdes, prólogo y notas de Adolfo Alas,
tomo II, Madrid, 1941, p. 37.)
nendez
UNA FACETA DESCONOCIDA EN LA VIDA DE CLARIN
695
Joaquín M aría Sanromán, consejero de Instrucción Pública; voca­
les, Plácido Jove y Hevia, vizconde de Campo Grande; Narciso
Suárez y Sánchez, M anuel Durán y Bas, José Laso y Medina, Faus­
tino Rodríguez de San Pedro y Juan Serrano y Morales. Renunció
a vocal N arciso Suárez, entrando en su lugar Tomás de Lorenzo,
pues aunque p o r antigüedad debería haber sido Faustino Alvarez
del Manzano, no le cabía tal posibilidad p or ser opositor. Renuncia
Lezcano y se propone como vocal al suplente Juan F. M am brilla y
para nuevos suplentes a Roberto Casajús y a Félix Pío de Aram buru, aceptando este último el cargo de prim er suplente el día 11 de
diciembre de 1886. E l día 16 de ese mismo mes y año renuncia
M am brilla y aunque en principio no se le admite, entra, una vez
ya aceptada la renuncia de M am brilla, Félix Aram buru, que actúa
como Secretario del Tribunal.
Publicado de nuevo el Tribunal en la Gaceta del 22 de enero de
1887 (4), quedó constituido el día 15 de febrero, comenzando la
oposición con siete opositores y sólo cinco jueces, pues no com pare­
cieron al sorteo de las trincas, alegando estar enfermos y excusán­
dose con certificados médicos, Francisco Blanco, Nicasio Sánchez
M ata y Rafael de Gracia. Tampoco comparecieron y decayeron en
su derecho p or no asistir al tercer llamamiento Turón, Reina, Isabal, Casso y García Alas (5).
(4) Precisamente en este año de 1887, el secretario del tribunal, Félix
Aram buru, a la sazón decano de la Facultad Derecho y vicerrector de la Uni­
versidad de Oviedo (Cfr. Constantino
“Españolito” : Escritores y ar­
tistas asturianos, tomo I, Madrid, 1936, p. 378) fue nombrado padrino junto
con Armando Palacio Valdés, para un duelo entre C larín y Novo y Colsón,
también, este último, escritor dramaturgo y poeta además de marino. L a cau­
sa se encontraba en las ironías de un “Palique”, pero el escritor-marino no
defendía solamente su amor propio humillado, sino que extendía la supuesta
ofensa a la Arm ada Española y al honor nacional. Fueron nombrados como
padrinos de Novo y Colsón don Wenceslao Alvargonzález, comandante militar
de Gijón, y don Faustino Alvarez, segundo comandante. Por parte de Clarín
fueron nombrados, como ya se dijo, Armando Palacio Valdés y Félix Aram ­
buru, quienes después de unas cuantas entrevistas con los enviados de Novo
y Colsón, dejaron el incidente reducido a un acta ingeniosa en que Clarín
decía tener al marino ofendido “en la estimación debida”, terminando así lo
que parecía tener rasgos de drama sangriento. (Cfr. Juan Antonio
“ C la rín ” , e l p rovin cia n o universal, ed. Espasa Calpe, Madrid, 1962, p. 152.)
(5) No se saben los motivos por los que Clarín no compareció a la oposi­
ción.
(Ob. cit., p. 17) nos dice que
aun después de asentarse en la
Universidad de Oviedo, sintió a veces deseos de trasladar su cátedra a la
Central y hasta en más de una ocasión inició la preparación de posibles opo­
siciones..., pero es lo cierto que A las jamás acom etió la empresa oposicionista
Suarez
Cabezas:
Posada
696
JOSE-ALEJO RUEDA MARTINEZ
La cátedra de M adrid la había firm ado junto con Alas, Faustino
Alvarez del Manzano ( 6 ), quien actuó el día 24 de febrero del 87,
realizando el prim er ejercicio con las siguientes preguntas: 1.a) Los
casos de rescisión o de modificación del contrato de seguros m arí­
timos:
su fundamento. 2.a) Distinción entre el Derecho mercantil
y las demás ramas del Derecho que afectan al comercio. 3.a) La
letra de cambio en la civilización antigua; datos interesantes de
Asiría, Grecia y Roma; propio carácter de estos antecedentes.
4.a) ¿Debe estar codificado el Derecho mercantil? ¿Puede llegarse
a la unificación universal de esa rama del Derecho? 5.a) De las obli­
gaciones del asegurado a favor del asegurador en el contrato de
con decisión y jam ás quiso utilizar las directísimas insinuaciones que desde
la Corte le hacían personas eminentes” . Ciertamente Posada, al hablar de per­
sonas eminentes, no se refiere a otro sino a Castelar que, como buen catador
de valores espirituales, tiene un gran interés en hacer de Clarín un político al
servicio de su partido. En mayo de 1886 se dirige Castelar a Leopoldo A las
para decirle: “ M e alegraría que usted estuviese en M adrid. M erece los tres
asientos en el trono de las letras. Uno en la Universidad, otro en e l periódico
y otro en el Congreso” . Pero los sueños y delirios que le empujaban a ir a M a­
drid se convertirían en grandes desengaños en ese mismo año de 1886. Y tal
vez por eso y por el dato apuntado por Posada de no acometer la empresa
oposicionista con decisión, no fuese a la oposición y no volviese más a Madrid,
iniciando ahora una época — como escribe Cabezas— de provincianización
cuando no de ruralizacón. El propio Cabezas describe de este modo el desen­
gaño y el arrepentim iento de Clarín de haber ido a M adrid: “ ... Entre estos
hombres pulcros que sorbían el cafe sin saber lo que decían, Clarín encuentra
los que le habían hecho promesas escritas y que ahora se le hacen los desco­
nocidos. Entonces — confiesa él mismo— sentí un escepticismo a lo Kempis,
que es una especie de pelo de la dehesa. Y en un sincero autoanálisis de su
pasado, renuncia a las ilusiones engañosas que le habían sacado de su provin­
cia, y piensa v o lv e r a ella, acaso para siempre. N o más cantos de sirena, que
llevan a una tram pa mitológica. N o más política, no más literatura de tectulia.
Clarín vu elve a su provincia con un desengaño fecundo en e l alma. Un mes
después de su salida de Madrid, escribe en su retiro de Guim arán: “ Todo
menos torcerm e, todo menos decir que lo siento” . (Juan Antonio Cabezas :
Ob. cit., págs. 143-146.)
De todos modos, pese a tales consideraciones la cátedra de la Central es­
tuvo años más tarde otra vez en el ánimo de Clarín. Efectivamente, en el año
1894 piensa en la cátedra de Derecho Romano de Madrid, y en una carta a
Galdós de 7 de enero de ese mismo año le dice que está componiendo el pro­
grama de la oposición y “lo llevo muy atrasado” (Soledad
Ob. cit.,
p. 265). Igualmente en “El Imparcial” de 4 de octubre de 1894 se informa que
en las próximas oposiciones a la cátedra de Derecho Romano de la Central
“ tomará parte el ilústre crítico don Leopoldo A las”.
"(6) Desempeñaba este ilustre asturiano (nacido en Oviedo el 23 de no­
viembre de 1851) la cátedra de Derecho Mercantil de la Universidad de G ra­
nada desde el 7 de junio de 1892. Con anterioridad, en noviembre de 1871
Ortega:
UNA FACETA DESCONOCIDA EN LA VIDA DE CLARIN
697
seguros marítimos. 6 .a) Del condominio en las naves: sus efectos
en cuanto a su administración, enajenación y reparaciones nece­
sarias. 7.a) Del sobrecargo: su carácter jurídico; quién desempeña
sus funciones en defecto de él en la nave. 8 .a) Capacidad legal para
el ejercicio del comercio; aptitud de los menores e incapacitados.
9.a) Petición y disposición de los alijos para reparar el buque en
puertos españoles y en los extranjeros; quiénes soportan las ave­
rías y las pérdidas de las mercancías ocasionadas p or los alijos.
10.a) Acuerdos que deben preceder a la disposición de determina­
das averías gruesas; orden que debe seguirse para la echazón al
m ar de los objetos del cargamento.
Habiendo anunciado su inasistencia p or enferm edad don M a­
nuel Durán y Blas y don Félix Aram buru con oficios respectivos,
el día 7 de marzo sin asistir los dos vocales referidos, y actuando
como secretario José Laso, hace el segundo ejercicio Alvarez del
Manzano, eligiendo de las tres lecciones a sorteo la que dice: «E fe c ­
tos y prueba
de
los contratos.— Idea
mercantiles.— Obligaciones como
general
efectos de
los
de los
contratos
contratos:
obli­
gaciones de d ar y de hacer.— Manera de cumplirse estas obligacio­
nes.— Tiem po en que puede pedirse el cumplimiento.— Derechos
como efectos de los contratos.— Acciones como efectos de los con­
tratos.— La prueba de los contratos mercantiles.— M odos que pro­
pone el Código de comercio para esta prueba.— Escritura publica.—
Certificación de corredor.— Contrato o escritura privada.— Factu­
ras y minutas de la negociación.— Correspondencia epistolar.— Li­
bros de comercio.— Testigos.— Presunciones.— Sum aria idea del De­
recho mercantil extranjero sobre los efectos y la prueba de los
contratos». Para dicho exposición consultó los Códigos de Comer­
cio de España de 1829 y el reciente de 1885, así como el «M anuel
de Droit Commercial français et étranger», de H O L C H T E R , SA CR E
et O U D IN .
Hace el tercer ejercicio Alvarez del Manzano el día 23 de marzo
con la exposición del program a ante los cinco m iem bros que que­
daban del tribunal, quien votó el día 25 adjudicando las plazas por
unanim idad y resultando nombrados, en fecha del )2 de mayo de
fue nombrado por el Claustro de la Universidad de Oviedo profesor auxiliar
de la cátedra de “Teoría y Práctica de la redacción de instrumentos públicos
y actuaciones judiciales” y al año siguiente (noviembre de 1872) profesor auxi­
liar de “Elementos de Derecho civil, mercantil y penal”. En Oviedo pronto
comenzó a brillar por su saber, desempeñando cargos como el de presidente
en 1880 de la Academia de Jurisprudencia, al quedar entonces constituida.
(C fr¿ “E l
spañólito : Ob. cifc, págs. 3H-315.) \ .
E
”
JOSE-ALEJO RUEDA MARTINEZ
698
1887, Faustino Alvarez del Manzano para la cátedra de M adrid, Ri­
cardo de Checa para la de Zaragoza y Lorenzo Benito para la de
Salamanca, con un sueldo de 2.500 pesetas anuales (7).
V IS IO N C L A R IN IA N A D EL DERECHO M E R C A N T IL
Divide Clarín su «Razonamiento del método y plan » en cuatro
partes. En la primera, relativa al método, pretende huir del análi­
sis empírico investigando — dice— algo más que el determinismo
de los fenómenos y recurriendo, para el estudio de las ciencias del
Derecho y del Comercio, a las ideas generales, a las leyes raciona­
les, al análisis de conciencia y a otras fuentes de este orden. Si
dos métodos podían adoptarse en el estudio del Derecho mercantil,
p or una parte, seguir el plan predeterminado del Derecho positivo,
aferrándose exclusivamente a la ley escrita con utilización, sustan­
cial del método exegético ( 8 ), y, por otra, estudiar el natural desen­
volvimiento del Derecho esencial, apoyándose
sobre todo
en el
método dogmático; Alas parece optar p or este último, criticando
el «P lan de Estudios» anterior por concretarse el Derecho mercan­
til (q u e curiosamente se explicaba junto con el penal) en la sola
exposición del Derecho vigente, a lo que se añadía — escribe— la
falta de libros didácticos y adoleciendo los escasos que existían en
claras deficiencias en la sistematización de materias (9). Prefie(7) Datos tomados del A rch iv o Central de la A d m inistración Pública de
Alcalá de Henares, Sec. Educación y Ciencia, Leg. 5342-7.
(8) Ciertamente la doctrina francesa del momento no se caracterizaba por
un riguroso y racional método, por más que expusiese y resolviese luego con
claridad y atino las más difíciles e importantes cuestiones prácticas, se nota­
ba la influencia siempre dominante del método predeterminado. Baste citar,
a título de ejemplo, a uno de los autores más notables de la época como Boisquien trata de armonizar en lo posible las exigencias científicas con el
método predeterminado. En realidad los escritores franceses del siglo X IX ,
en cuanto al método y distribución orgánica de materias, puede decirse que
apenas traspasaron los límites de la obra de
Sobre el método
exegético vid.
(Introducción al Derecho m ercantil. Barcelona, 1969,
págs. 258 a 262), quien subraya el “culto a la ley y a la fe en su virtud pro­
pia” que caracterizó el siglo X IX francés en el campo jurídico.
(9) Efectivamente, aunque las obras anteriores a nuestro Código de 1829
corresponden a la “Edad de Oro” de nuestra literatura jurídico-mercantil
(Vid.
Hacia la renovación de los estudios ju rid ico-m erca n tiles, R.D.P.,
1941, págs. 217-218, con exhaustiva enumeración de dichas obras, y
In trod u cción al Derecho m ercantil, Barcelona, 1969, págs. 303-320), adolecen
de una cierta falta de rigor en el método empleado, refiriéndose únicamente
al comercio en general y prescindiendo algunas del marítimo, estando influi­
das por el espíritu teológico predominante en aquella época. Hay sin embargo
tel,
Rubio
Polo:
Pardessus.
Rubio:
UNA FACETA DESCONOCIDA EN LA VIDA DE CLARIN
699
re seguir a autores como Vidari, Thól, Goldschmidt, Endem ann o
Behrend (10) — así lo dice expresamente— «estudiando las institu­
ciones jurídico-mercantiles en su fundamento real y form al, en la
vida económica y en la vida técnica de que se originan y exponerlas
conform e a la lógica jurídica de los pueblos civilizados reflejada
en su derecho escrito o consuetudinario, no supeditando el plan al
de determinado derecho nacional, sino enriqueciendo su doctrina
con todas las fuentes oportunas». Seguir el orden de la ley escrita
podía tener su atractivo y, sobre todo, utilidad práctica, dadas las
pocas diferencias existentes en la metodología que guiaba a los
principales códigos y el fundamento de la especialidad de la con­
tratación mercantil que era más histórico que racional. Sin em-
obras anteriores al Código de 1829 que, separándose de la tendencia general
de su tiempo, constituyen tratados completos de Derecho mercantil, pero que
abandonan la dirección metódica que engendró la doctrina de la autonomía
científica y legislativa del Derecho marítimo. De entre estas obras, el “ Labe­
rin to de C om ercio terrestre y naval” , de Hevia Bolaños, es sin duda uno de
los trabajos más notables que acerca del Derecho mercantil haya producido
el siglo X V II, con algunos defectos sin embargo, pues lleva el estudio del con­
trato de mandato al tratado de los factores; presenta la doctrina referente a
la letra de cambio y a la libranza dispersa en varios capítulos, viniendo a
constituir una serie de indicaciones incidentales, lo que de suyo exigiría un
examen detenido y demandaba un puesto importante y propio en la clasifica­
ción de materias. Por último se deja llevar por las ideas predominantes en
su tiempo, hasta el extremo de considerar ilícito el contrato de préstamo a
la gruesa, prescindiendo de una de las más arraigadas instituciones del Dere­
cho marítimo.
*
M ás desiguales son las obras posteriores al Código de Sainz de Andino,
pues mientras que unas siguen el método predeterminado, como las de Tapia,
Vicente y Caravantes, Saavedra, Laso y Viso, otras siguen direcciones metódi­
cas importantes apartándose del molde de la ley escrita. Entre estas últimas
están las de Bacardí, Martí de Eixalá. González Huebra, Rubio López, Carre­
ras y Soler, etc., distinguiéndose sobre todo las Instituciones de D erecho m er­
cantil, de Martí de Eixalá, y caracterizándose, en cuanto a la forma, por una
notabilísima sistematización de la doctrina y, en lo referente al fondo, por
una íntima unión de los elementos económico y jurídico. Puede decirse que
las obras posteriores a Martí de Eixalá no rebasaron los límites por éste tra­
zados. (H ay una exposición completísima de las obras de esta época con un
criterio valorativo de las mismas en
M anual de D erecho m erca n til
español, tomo I, Barcelona, 1950, págs. 208 a 213.)
(10)
El seguir a estos autores refleja aún más su tendencia por el método
dogmático, pues es bien sabido que el hecho de haber permanecido durante
largo tiempo el Derecho mercantil alemán abandonado a los usos y costum­
bres mercantiles, sin afectar a la forma codificada, la misión del jurisconsulto
no podía concretarse a un examen exegético de la ley, sino a un análisis sis­
temático de la doctrina con exposición de los principios fundamentales de
Langle:
700
JOSE-ALEJO RUEDA MARTINEZ
bargo, la necesidad de desentrañar del inmenso cúmulo de leyes la
esencia de las instiuciones para poder hallar el elemento común y
el elemento diferencial en la legislación mercantil de las principales
naciones de Europa y América tal vez haga volver la vista a Leo­
poldo Alas al método dogmático, aunque en ocasiones intente man­
tener en lo posible la norma metódica del Código, y solamente en
lo posible, pues cuando pone como ejemplo nuestro Código (el vi­
gente en aquella época) preguntándose si habrá de seguir el orden
de materias en él contenidas y tratar únicamente de las mismas,
niega la cientificidad de tal sistema reivindicándose el recurso a
«la razón metódica, a la realidad de la institución misma, siguiéndola
allí donde se haya desarollado más y m ejor p or cualquier circuns­
tancia» (11). Y, efectivamente, en el estudio del natural desenvol­
vimiento del derecho esencial que marca el contenido del hecho
comercio en su relación con el derecho, vuelve a insistir al destacar
la nota de universalidad del Derecho mercantil que concibe como
no impuesta, sino nacida por la necesidad lógica de la vida social.
Si esto es así — afirm a— , si nace de la naturaleza misma de las
cosas no hay necesidad de recurrir a una filosofía del Derecho
mercantil, puesto que hay bases para una sistematización de este
estudio en la realidad misma de ese derecho. Piensa que esta pos­
tura no puede tacharse ni de positivista ni de ecléctica; no en vano
Clarín nunca fue amante del positivismo. Así lo recoge Posada alu-
cada instiución. Ante esto, el genio jurídico alemán huyó siempre del método
predeterminado, procurando ante todo conocer el dbjeto científico en su rea­
lidad, influyendo tanto en el fondo como en la forma de tales direcciones
dogmáticas. (Resaltando el progreso científico alemán de aquella época vid.
en la nota preliminar que hace en su traducción de la obra dé
Thoi, (Das Handdelsrecht) Trattato di d iritto com m erciale, Nàpoli, 1881,
págs. X y XI.)
(11)
Efectivamente, en la práctica totalidad de los Códigos no se obser­
vaba método alguno. Esa falta de método se dejaba sentir tanto en la expo­
sición de los actos de comercio en general, como en los relativos al comercio
marítimo, con una agrupación caprichosa y arbitraria de los contratos. Tal
vez el único Código de comercio que en aquella época estuviese influenciado
por una clasificación con tendencia doctrinal fuese el portugués de 1833 al
tratar de sistematizar los actos mercantiles, con clara inspiración del Derecho
civil, clasificándolos en atención a su perfección en reales: mutuo* comodato,
depósito y prenda ; y consensúales : cambio trayecticio, compraventa, permu­
ta, arrendamiento, sociedad, mandato, comisión, consignación en cuenta de
participación y a comisión y fianza. El propio Ferreira Borges, artífice de
este Código, decía haber procurado “suplir de algún modo las falias de nues­
tro Código civil actual”. (Vid. en este respecto F.
: D ereito C om ercial,
v. l, 2.-&.:edvüsboá, 1970, págs. 29 y 40;)' "
: jvj.r.s-.
Marghieri
Olavo
UNA FACETA DESCONOCIDA EN LA VIDA DE CLARIN
70 1
diendo a una carta que el autor de «L a Regenta» escribía a su amigo
Pepe Quevedo; «M e dicen ( . . . ) que temías verme caer en el positi­
vismo. Como sistema filosófico me parece im posible que yo llegue,
a abrazarle en mi vid a» ( 1 2 ).
En la segunda parte se detiene a examinar brevemente el estado
de la legislación de los diferentes estados de Europa y Am érica,
dividiéndolos en tres grupos. El primero de ellos se refiere a los
estados cuyo Derecho mercantil presenta más afinidades con el
español; el segundo, a aquellos que se han inspirado en distintas
fuentes, y, p or último, menciona aquellos que carecen de Derecho
mercantil codificado.
A los límites dedicada la tercera parte, excluyendo, al señalar
los límites naturales, el derecho relativo al procedimento mercan­
til, en razón — dice— de que pertenece a otra asignatura distinta,
refiriéndose en este respecto al libro V del Código de 1829, lo cual
no deja de llam ar la atención dada la fecha de su manuscrito (5 de
febrero de 1885), puesto que en el Proyecto provisional publicado
p or la ley de 7 de mayo de 1880 se discutía la supresión del libro
V relativo a la jurisdicción mercantil (13), desapareciendo ya en el
Proyecto definitivo que Alonso Martínez presentó a las Cortes el
20 de marzo de 1882 (14).
Reconoce, sin em bargo, que en materia de quiebras es difícil
separar en absoluto el derecho sustantivo mercantil del procesal
correspondiente.
Establece los límites interiores con el Derecho político, adm i­
nistrativo e internacional público y privado, para referirse luego a
la separación entre Derecho civil y Derecho mercantil, que procura
atem perar «a las distintas legislaciones, porque no es posible un
criterio igual ni para todos los pueblos, ni para todas las instituí
ciones». Procura guiarse en tal delimitación p or lo que enseñan el
concepto económico del comercio y la determinación jurídica del,
comerciante y de sus actos.
Ob. ext., p. 130.
En cumplimento de esta ley se constituyó la última comisión. Su
proyecto fue el que se sometió a la aprobación de las Cortes en 1882, cuyos
trabajos versaron principalmente sobre la conveniencia o no de restablecer
los Tribunales de Comercio, suprimidos por el Decreto-Ley de unificación de
fueros de 1868. (Vid. R o m e r o y G i r ó n : El nuevo Código de Comercio para la:.
Península y las Antillas, Madrid, 1886, p. 17.)
(14 )
Es bien conocida la evolución desde la reforma del Código de 1829,
intentada ya a los cinco años de su formación (Real Decretó de 13 de junio
de 1834) hasta la publicación del Código vigente. (Vid. por todos G a r r i g u e s :
Curso de Derecho mercantil, Madrid, 1982, p. 117.)
(12 )
(13 )
Posada:
702
JOSE-ALEJO RUEDA MARTINEZ
Ciertamente, más que las relaciones entre Derecho civil y Dere­
cho mercantil, que le llevarían a la discusión sobre la especialidad
o excepcionalidad de este último, lo que plantea realmente es el
problem a de la autonomía del Derecho mercantil. Lo atempera a
las distintas legislaciones, pues efectivamente el Derecho compa­
rado, el Derecho mercantil de las principal naciones de Europa y
América, no proclam aba ni el triunfo de la sustantividad e indepen­
dencia del Derecho mercantil, ni tampoco el de la unificación del
Derecho privado. P or eso parece buscar la solución, sin entrar en
discusiones, tomando como base la realidad que ofrece la propia
vida económica y jurídica de cada país, pues tratándose la unifica­
ción de un problem a político más que técnico, el momento quizá
no era aún propicio para la fusión completa de los Derechos civil
y mercantil que, como ha apuntado algún autor (15), debe sobre­
venir cuando se haya llegado a una homogeneidad sustancial de
las relaciones económico-privadas.
Al exponer el plan del program a, en la cuarta parte, comienza
aludiendo a la Introducción, que cree de carácter indispensable,
distinguiendo los capítulos necesarios, que com prenderían desde el
concepto de comercio hasta las fuentes, de los potestativos, donde
se estudiaría la Historia del Derecho mercantil. Sigue a la Intro­
ducción la Parte general, donde expone la doctrina que considera
común a todo el curso, comprendiendo los actos jurídicos mercan­
tiles en su total aspecto y elementos. En la primera parte especial
estudia ya el ejercicio particular del comercio, analizando los de­
rechos y deberes del comerciante en su aspecto real y form al. Las
sociedades las estudia también en esta parte. La segunda parte es­
pecial la dedica al estudio de los contratos, entre los que incluye el
de cambio, puesto que cree que es éste el lugar que sistemática­
mente le corresponde, a diferencia de otros autores (V id ari, Thól,
etc.) que le dedican un estudio aparte. Al estudio del Derecho mer­
cantil marítimo dedica la tercera parte especial, no sólo por seguir
en lo posible la distribución del Código, sino porque cree que el
Derecho marítimo tiene un carácter especial p or razón de su obje­
to. Se aparta de este modo de muchos autores que lo explican en
el tratado de los contratos. En la cuarta y última parte especial
trata de las quiebras y de la bancarrota, absteniéndose de entrar
en el Derecho procesal.
Puede observarse cómo el sistema de exposición se aproxim a
al sistema pandectista, apartándose de la división disgregadora que
(15)
Langle:
Ob. c it.,
págs.
66-77.
UNA FACETA DESCONOCIDA EN LA VIDA DE CLARIN
703
podía apreciarse en las obras de los escritores alemanes de la épo­
ca. Baste recordar que la doctrina germana no dividía el Derecho
privado en dos ramas (civil y m ercantil) sino en cinco: Derecho
civil (Bürgerliches Recht), Derecho mercantil propiam ente dicho
(H andelrecht), Derecho relativo al cambio (W echselrecht), Derecho
marítimo (Seerecht) y Derecho de seguros (Versicherungsrecht), es­
to aparte de considerar la legislación de quiebras como elemento
integrante del Derecho procesal (16). Es p or ello merecedora de
elogio la línea armónica de conjunto con que trata las instituciones
sin tener que desintegrar el Derecho mercantil en tantos fragm en­
tos como especialidades podía ofrecer el estudio del mismo.
En el posterior desarrollo del program a se plantean algunas
dudas al desconocerse los contenidos. Tal ocurre con el estudio de
las sociedades que si bien lo lleva al tratado del comerciante, al*
plantearse con anterioridad, en la parte general, el interrogante de
si son necesariamente personas jurídicas, cabe la duda, ante la po­
sibilidad de la negativa, de haber incurrido en el error de que ado­
lecían algunos jurisconsultos alemanes, que con harta frecuencia
cita, cuando siguiendo las prescripciones de la ley otorgaban la con­
sideración de comerciantes a las sociedades mercantiles, al propio
tiempo que negaban su personalidad jurídica, siendo tal contra­
dicción del todo notoria cuando a pesar de tal negación exponían la
correspondiente doctrina en el tratado de las personas (17).
Ciertamente estaría en la línea correcta si claramente hubiese
obptado p o r la tesis de la personalidad jurídica, pero si nos ha
surgido la duda es porque en ese mismo tratado del sujeto del
comercio cae en el defecto de la doctrina alemana de exponer
ampliamente el contrato de comisión junto a los auxiliares del co­
merciante, en lugar de llevarlo al tratado de los contratos.
(16) P o r citar los ejem plos más significativos de las obras alemanas de
época:
(Das Deutsche Handelsrecht systematisch dargestllt),
( Das Deutsche Handelsrecht),
( Handbuch des Handelsrecht).
(17) A sí por ejem plo,
( Trattato di Diritto commerciale, v. I, N ápoli),
1881, traducido por
al hablar del concepto y clases de comercian­
tes, en la p. 133 expresam ente dice que “ una sociedad m ercantil no es una
persona ju ríd ica” , para luego más adelante, en e l tratado de las sociedades,
concretam ente en la Introducción, fundamentar tal afirm ación que vu elve a
reiterar (p. 280) e indicando en la nota (3) de la doctrina en pro y en contra
d e . la personalidad jurídca, citando entre quienes defienden la negativa a
y
v r -if-r .-f-
Endemann
Goldschmidt
Goldschmidt
Thól
Marghieri)
Laband.
Gareis
704
JOSE-ALEJO RUEDA MARTINEZ
Existen p or otra parte algunas omisiones como por ejemplo,
el estudio de las sociedades cooperativas (18) o el contrato de edi­
ción, dato éste significativo dada su condición de prolífico escritor.
E l estudio del Derecho cambiario lo lleva al tratado de los con­
tratos indicando la razón de
lugar (19) y en el cual dedica
no se trataba ni en el Código
española (20). N o estudia, sin
no trasladar esta doctrina a otro
una lección (la 73) al cheque, que
del 29 ni en la doctrina científica
embargo, en esta parte la doctrina
general de los títulos de crédito que lleva a la parte general del
curso; si bien matiza en el epígrafe segundo de la lección 27 qué
títulos deja para tratarlos en la parte especial del cambio.
Es relevante el tratamiento que lleva a cabo en materia de De­
recho marítimo, renunciando a una exposición simultánea con el
Derecho mercantil terrestre y sin tener que insertar las instiuciones de uno en las del otro, respetando con ello una vieja tradición
m arcada p o r las diferencias que los principios ordenadores del
tráfico marítimo separaba y separa a los del correlativo mercantil
terrestre ( 2 1 ).
En fin, la exposición del program a es un buen botón de mues­
tra de la superioridad sistemática y de la riqueza de contenido
no demasiado frecuente en su época; y aunque no alcanzase la ca­
lidad tanto en el método de investigación como en el sistema de
exposición que supuso la renovación de nuestros estudios jurídi-
(18) Las trataba Thol: Ob. cit., p. 555. En la doctrina española, Soler:
Madrid, 1882, págs. 220 y ss.
(19) Este tratamiento se asimila al de algunos autores modernos (vid.,
por ejemplo, U r ia : Derecho mercantil, Madrid, 1987, p. 10), quienes en el esrtudio de los instrumentos jurídicos del tráfico mercantil analizan el contrato
y el título de crédito, este último para proporcionar la necesaria movilidad,
permitiendo la circulación más rápida y ágil de toda clase de bienes y de­
rechos.
(20) Ciertamente a los autores que empleaban el método exegético, afe­
rrados sempre a la letra de la ley, no es extraño que se les escapase el trata­
miento doctrinal del cheque, pues como es bien sabido en España se reglamenta
por primera vez en el Código actual de 1885 con algunos preceptos específicos
(arts. 534 a 541).
(21) Se separa así de autores de la época como Soler (Ob. cit., p. 174),
quien al tratar del fletamento, afirma: “Aunque éste aparezca como un con­
trato esencialmente distinto del transporte terrestre, como no puede negarse
que el objeto de ambos sea idéntico, siquiera se persiga por vías de comunica­
ción tan diferentes, de aquí que haya más de un punto de doctrina que sea
común y que en el orden de exposición de todas las concernientes al fletamen­
to podamos seguir el mismo plan que el observado para los que tocan al trans­
porte terrestre”.
Manual de Derecho mercantil,
UNA FACETA DESCONOCIDA EN LA VIDA DE CLARIN
705
co-mercantiles con el profesor Garrigues, puede decirse sin que sea
aventurado que Clarín fue, como en otras tantas cosas, un pre­
cursor.
A N E X O
(Transcripción literal del manuscrito existente en el Archivo
Central de la Administración Pública de Alcalá de Henares. Sección
Ministerio de Educación y Ciencia. Legajo 568-31).
PROGRAMA
DE
DERECHO MERCANTIL DE ESPAÑA Y DE LAS PRINCIPALES NACIONES
DE EUROPA Y DE AMERICA
PRESENTADO
POR
LEOPOLDO GARCIA ALAS Y UREÑA — CATEDRATICO DE DERECHO
EN LA UNIVERSIDAD
DE
OVIEDO
Oposiciones a la cátedra de Derecho mercantil de la Universidad de Madrid
— 1885 —
Programa de Derecho Mercantil de España y de las principales
naciones de Europa y de América.
RAZONAMIENTO DEL METODO Y PLAN
Piden la letra y el espíritu de la Ley p or que se rigen las oposi­
ciones a cátedra, que el razonamiento en que se funden los motivos
del método y plan que se sigue sea claro y sencillo; que la buena
retórica recomienda en toda composición literaria; pero como no
ha de entenderse que la Ley exige lo que sólo el arte del consumado
escritor puede conseguir, debe, en nuestra opinión, interpretarse
el concepto legal en el sentido de que se recomienda la brevedad
y la ausencia de disquisiciones complicadas, que llevándonos a las
arduas materias de lo que llamó Fichte Doctrina de la ciencia, nos
hagan em peñam os en los difíciles problem as del sistema y de los
métodos. Difícil es, sino imposible, en el estado presente de la cien­
cia lograr brevedad y sencillez, sin mengua de lo principal en todo
razonamiento, que es la razón misma, cuando necesariamente se
ofrecen las cuestiones tan discutidas de la inducción y de la deduc­
ción, del análisis y de la síntesis, conceptos todos éstos mal explica­
706
JOSE-ALEJO RUEDA MARTINEZ
dos, muchas veces por comenzar la confusión en el sentido de las
mismas palabras, mal comprendido. Sin em bargo, nosotros, después
de pensarlo, nos decidimos en esta ocasión en no detenemos mu­
cho tiempo en estas materias generales de que suele abusarse en
tales casos con daño del asunto particular directo. Y no tomamos
tal resolución sólo por huir de vulgaridades o de muy extensa
argumentación general, que tales motivos no fueran suficientes, sino
porque la índole de la asignatura de la que se trata consiente me­
jo r que la de otras, sino preterir, ahondar, o m ejor, detenerse
menos en el tratado de la lógica de la ciencia.
El Derecho mercantil se compone de dos términos que se re­
fieren a dos ciencias primarias en cuanto lo son de respectivas
finalidades, a saber: la ciencia del Derecho y la ciencia del Comer­
cio, que es en parte de la Economía, por más que, como veremos
luego, muchos autores, sobre todo los alemanes, consideran
la
Economía — en un sentido restringido— como una de las form as
de la Ciencia general del Comercio. De todas suertes, las famosas
y al parecer inagotables cuestiones del sistema analítico y del sinté­
tico (que algunos llaman método equivocadamente) no dilucidan
oportunamente al tratar del fundamento de esas ciencias generales,
comprendidas ambas en el grupo de las llam adas vagamente m o­
rales y políticas, según una clasificación
más
generalizada
que
exacta. Im porta mucho sin duda, para m archar en firme, saber si
como se creyó hasta aquí por los más, las ciencias en que intervie­
ne la naturaleza humana, con el elemento que llamamos espiritual,
han de investigarse como si existiera en ellas algo más que el determinismo de los fenómenos, han de estudiarse recurriendo tam­
bién a las ideas generales, a las leyes racionales, el análisis de
concienci y otras fuentes de este orden, o sólo obedeciendo al cri­
terio del análisis empírico, por negar que exista en la materia de
estas ciencias nada esencialmente distinto de lo que constituye el
objeto de las ciencias naturales. Hoy menos que nunca, por las
pretensiones de las escuelas jurídico-naturalistas y en general de
las que estudian la Sociología como fisiología de cierto grado, se
puede prescindir de todas esas cuestiones indicadas y otras afines
al penetrar en la formación de un plan mediante Método adecuado
de las ciencias respectivas del Derecho y de la Economía. El que es­
to escribe, comprendiéndolo así, trató con detenimiento la materia
de la Doctrina de la ciencia en ocasión análoga a la presente al
fundar en razones un program a de Economía y Estadística ( P ro ­
grama de Econom ía y Estadística.— M adrid, 1882.— Im prenta de la
UNA FACETA DESCONOCIDA EN LA VIDA DE CLARIN
707
R. de Legislación y Jurisprudencia, 111 págs.) y lo mismo hizo tra­
tándose de una cátedra de que form aban parte los Prolegóm enos
del Derecho. Pero tratándose del Derecho mercantil, ¿no será lícito
p rocurar la brevedad que se recomienda absteniéndose de tratar
los problem as generales del sistema? Creemos que sí y así lo hace­
mos, reservándonos el derecho de exponer nuestras ideas acerca
del particular en la discusión de los program as, si ello nos ofrece
momento oportuno. En tanto encomendándonos a nuestra experien­
cia, tanto de opositores como de jueces de opositores (* ), procu­
raremos p or nuestra parte en el presente certamen alejar en lo
posible las cuestiones generales que ofrecen el riesgo de la diva­
gación y garralería, cuando, como suele suceder, los que presentan
y discuten el program a de una asignatura particular no han estu­
diado sistemáticamente la ciencia de la doctrina científica.
Es claro que no se podrá prescindir en absoluto de lo indicado,
referencias haremos nosotros mismos más adelante a la materia
general, pero sin exponerla directa y totalmente. Para otros asun­
tos necesitamos el espacio;
y no ha de ser tan reducido como
quisiéramos, porque el Derecho mercantil de España y de las prin­
cipales naciones de E uropa y de América ofrece para su determi­
nación, como concepto unitario, dificultades que nacen, no ya de
esas grandes cuestiones generales que suponemos tratadas en las
ciencias del Derecho y del Comercio, sino de la particular comple­
jid ad de la asignatura y de su novedad en el cuadro de la Ense­
ñanza jurídica. ¿Cuál es la materia propia de nuestra asignatura?
Sólo a p artir de un claro concepto de ella se podrá iniciar un plan
y aplicar un método a su investigación.
Comenzamos
pues por
determinar la idea
que
tenemos
del
estudio cuyo program a didáctico presentamos, y después de esto,
ante la reflexión, las cuestiones interiores del asunto que el mismo
nos ha de sugerir una vez visto claramente.
(*) 1883: III y IV (
D e l tribu n a l de oposiciones a la cátedra de D erecho P o ­
lític o y A d m in is tra tiv o de Oviedo,
Adolfo Posada.)
Se lo comunican en oficio ministerial de 13-111-1883 firmado por Juan Fa­
cundo Riaño. Fueron sus compañeros: Juan Uña (consejero de Instrucción
Pública, presidente); vocales: Laureano Figuerola y G. Azcárate (ambos de
la Central), Adolfo Alvarez Buy lia (de Oviedo), y los señores Franco Concha
y Alcalde y Juan Hinojosa y Naviero. La obtuvo Posada en votación unánime
del 11 del VI.
708
JOSE-ALEJO RUEDA MARTINEZ
En el plan anterior al vigente se estudiaba el Derecho mercan­
til junto con el penal, sin que se supiera p or qué; hoy, separadas
tan importantes asignaturas, muévese cada cual con más holgura
y la que nosotros tratamos adquiere el carácter de generalidad
que va indicado en el nombre. N o se trata sólo del Derecho mer­
cantil español, sino además del que rige en las naciones principales
de Europa y América. Vése desde luego el cam bio verificado que
debe traer consigo, cambio en el plan y en los límites del Curso
de Derecho mercantil. La brevedad del tiempo que en el plan an­
tiguo se podía consagrar a nuestra asignatura y, por otra parte, el
concretarse ésta en los términos de la Ley a la exposición del De­
recho vigente en nuestra patria quitaba a la materia al p ar que
extensión, trascendencia. Resiéntense de esta misma limitación los
pocos, poquísimos libros didácticos que solían servir de obras de
texto, pues en ellos, p or conformarse con la marcha probable de
los cursos, se prescindía del método comparativo y el sistemático
era p or necesidad deficiente, por concretarse en la doctrina de
Derecho mercantil codificada en España o esparcida p or leyes o
decretos especiales. M ás conforme a la marcha actual de la ciencia
jurídica, y muy especialmente de la ram a mercantil, es el concepto
de la asignatura que supone su nuevo nombre. Antes a lo más
solían comparar, en ciertas materias sólo, los autores nuestro de­
recho con el francés, muy poco con los de otros países, casi nada
con los que no se derivan del Código francés más o menos direc­
tamente. Respecto de las fuentes literarias no legales sucedía lo
mismo; pocos autores alemanes, por ejemplo, se citaban en nues­
tros libros de Derecho mercantil. Hoy convida a seguir distinto
camino la índole que a nuestra materia impone el título de la
asignatura. Es claro que no se desprende del carácter de derecho
positivo histórico, se trata como siempre del Derecho de España,
no de una filosofía más o menos arbitraria del Derecho mercantil,
pero se trata además del Derecho de otras naciones, de las principa­
les de Europa y de América, o sea, de toda la civilización moderna.
¿Qué significa esto? Que se va a buscar el carácter de universali­
dad, que es una característica del Derecho mercantil. En los tiem­
pos modernos a la famosa unidad del Derecho Romano llam ado
actual, medió la variedad de los Derechos nacionales, pero esto en
ciertas materias, las llamadas de Derecho civil especialmente, pero
éri otras ramas jurídicas a la antigua unidad total del Derecho
Romano en parte ecolástica, en parte práctica viene a reem plazar
UNA FACETA DESCONOCIDA" EN LA VIDA DE CLARIN
709
sino la unidad y universalidad la tendencia a la unidad y a la uni­
versalidad, no impuesta, no preparada, sino nacida p o r la necesidad
lógica de la vida social; p or la naturaleza propia de las materias.
Esto sucede p or ejem plo con el Derecho penal, con el Derecho po­
lítico en parte, en el Derecho procesal en parte también, y por no
citar más ejemplos, con el Derecho mercantil y especialmente con
el Derecho marítimo. Pero sin esta universalidad esta tendencia p or
lo menos a ella se observa por donde quiera, y si nace de la natu­
raleza de las cosas, según decimos, ¿qué nos enseña esto? Que sin
necesidad de recurrir a una filosofía del Derecho mercantil tene­
mos bases para una sistematización de este estudio en la realidad
misma de ese Derecho. Sigamos pues el camino que hoy sigue en
general la ciencia jurídica sin que se le pueda tachar de posivista
ni de ecléctica, no contrayamos teorías a priori, estudiemos las
instituciones tal como las vemos nacer en los pueblos, y si del con­
junto de las análogas y de sus reglas podemos inducir un plan
general de la ciencia respectiva ni seremos empíricos ni seremos
ideólogos en el sentido desacreditado de la palabra. En nuestra asig­
natura sería faltar a lo que aconseja y hasta exige esta enseñanza
de la cosa misma en sí, empeñarse, p or creerlo más útil y más prác­
tico, eri reducir el estudio del Derecho mercantil a una exégesis de
nuestro Código y demás leyes de comercio, y después exponer del
mismo m odo la legislación de los demás países. Esto sobre ser
anticientífico, bueno sólo para form ar leguleyos, para m atar el' es­
píritu del derecho, sería poco menos que imposible. Por eso no
se pueden recom endar sino como compilaciones de consulta las
obras llam adas de Derecho com parado en que la compilación se
entiende de ese m odo de exposición sucesiva. En nuestro curso
además, repetimos, sería im posible repasar así todas las leyes m er­
cantiles europeas y americanas. Bastaría el Derecho inglés, por
ejemplo, con los comm on-law y statute law y su carencia de Código
para eternizar el estudio, de todas suertes sin fruto. Es preciso
proceder de otro modo, no inventando por nosotros ciertamente,
sino aconsejado p or la lógica y seguido por los escritores más
notables. H arem os lo que hacen Vidari Tholj Goldschmidt, Endemann, Behrend, los más de los autores modernos, aún aquellos que
tratan especialmente el Derecho mercantil de una •<nación como
Thol y Endem ann entre los citados; estudiaremos las instituciones
jurídicas mercantiles en su fundamento real y form al, en la vida
económica y en la vida técnica de que se originan, y al exponerlas
conform e a la lógica jurídica seguiremos siem pre'acom pañados del
gran caudal de la experiencia jurídica de los pueblos civilizados
710
JOSE-ALEJO RUEDA MARTINEZ
reflejada en su derecho escrito o consuetudinario pero sin supedi­
tar nuestro plan, nuestra marcha, fundados en lo ya dicho, el plan
y la marcha de determinado derecho nacional ,sino enriqueciendo
nuestra doctrina sistemática con todas las fuentes oportunas. N o
es posible, ni hace falta, ni conviene siquiera, h ablar para cada
regla jurídica del Derecho mercantil de todas las naciones. ¿A qué
citar p or ejem plo las que en el punto especial de que se trate sólo
han copiado el Derecho de otra nación ya estudiada, sin alterar en
nada importante la doctrina? Un ejemplo aclarará esto y al propio
tiempo indicará no poco de nuestro método seguido rigurosamente
en el program a. Estamos en España, es evidente que nuestro De­
recho mercantil nos importa de un modo especial, ¿pero al exponer
la asignatura seguiremos el orden de materias de nuestro Código?
No, sería un orden sin plan, sin método, no sería ni remotamente
científico. ¿Seguiremos nuestra Ley en el fondo sin tratar más que
lo que ella trate y como ella lo trate? Tampoco, al exponer la teo­
ría correspondiente de la institución. ¿Qué haremos? Recurrir pri­
mero a la razón metódica, esto es, a la realidad de la institución
misma, siguiéndola allí donde se haya desarrollado más y m ejor
p or cualquier circunstancia; no de otro m odo procedió el mundo
entero (todo el civilizado occidental al m enos) al seguir el Derecho
Romano;
no fue por capricho sino porque Rom a ofrecía lo que
otras naciones no, la vocación especial jurídica. Así nosotros, espa­
ñoles, tendremos que atender más, por ejemplo, al Derecho francés
que al ruso p or haber seguido en gran parte la legislación francesa,
p or afinidad económica, por afinidad histórica, etnológica, geográ­
fica, etc., etc., etc., y tendremos, por motivos diferentes, que prestar
atención al Derecho alemán, v. gr., al tratar del Derecho del cam­
bio, p or la novedad, originalidad y fuerza jurídica de la legislación
y ciencia de aquel país en esta materia. Así será como expongamos la
doctrina de las diferentes instituciones de Derecho mercantil; pero
después, no contentos con haber ido llenando el plano de nuestra
materia con las reglas de Derecho positivo de los diferentes pue­
blos, al final de cada lección expondremos el Derecho especial de
aquellas naciones que en aquel punto se singularicen, y siempre
indicaremos y a veces expondremos latamente el Derecho español
correspondiente. La exposición será más detenida cuando en la doc­
trina general expuesta nuestro Derecho esté poco explícito y necesite
aclaración singular, o sea deficiente o difiera de lo general o de lo
científico. Quedan señalador nuestro plan y método en lo que se
refiere a esta difícil cuestión de la inducción y deducción de lo fi­
losófico y lo histórico, lo empírico y lo abstracto; sin eclecticismo,
UNA FACETA DESCONOCIDA EN LA VIDA DE CLARIN
711
siguiendo a escritores ilustres que al sistematizar el Derecho mer­
cantil se aprovechan siempre del Derecho positivo de los pueblos
más adelantados, pero sin desdeñar los datos que la observación
y la experimentación suministran a la razón para que pueda escri­
birse o explicarse con método un curso más o menos dilatado de
la ciencia jurídica del comercio.
§ II.
Es necesario para precisar más nuestro concepto de la asigna­
tura y del m odo de su exposición, p or lo que respecta a su carácter
de universalidad, que nos detengamos a exam inar brevemente el
estado de la legislación de los diferentes estados de E u ropa y Amé­
rica para ver cómo hemos aprovechado en nuestro trabajo las
distintas leyes. Si se entra sin ningún criterio fijo en tan intrin­
cada materia no se podría hacer más que seguir el em pirism o geo­
gráfico o cualquier otro orden extraño a la propia materia. Es
indispensable ver la relación que va de una a otras legislaciones,
cómo influyen, en qué form a se presentan, qué contenido ofrecen,
qué materia dejan fuera de su cuadro a pesar de ser propiam ente
de Derecho mercantil, cuál otra tratan con originalidad, con datos
de eperiencia rica o de ciencia bien aprovechada; y reparando todo
esto podrem os seguir sin desorientarnos el camino y utilizar tan
ricas y abundantes fuentes, cada cual en su tiempo y en su sitio.
Estudiado esto en general en la parte introductiva, como después
indicaremos, sirve más adelante en todas las lecciones y en cada
institución para saber en qué Derecho nacional debemos detener­
nos, cuáles otros podemos agrupar y cuáles muestran insuficiencia
o deficiencia en la cuestión de que se trata. Recurriendo a la histo­
ria como para tal asunto [ siguen términos ilegibles] vemos que en
Italia en los siglos X I y X II comienzan a desarrollarse las leyes y
los usos mercantiles que poco a poco fueron siendo adoptados por
los demás países. Así pudo decir con razón Frem erg ( Etudes de
Droit com m ercial) que entonces los comerciantes form aban una
sola nación con una legislación propia. Los descubrimientos e in­
venciones de los siglos X V y X V I dieron al comercio nuevo
impulso, inmenso. Entonces se empezó a pensar en leyes comer­
ciales especiales; pero todavía siguió predom inando la costumbre.
Célebres se hicieron los estatutos y ordenanzas de varias ciudades
italianas y españolas, vr gr., los estatutos de Milán, Verona, Génova y las ordenanzas de Bilbao (1560, aprobación de Felipe II). A
fines del siglo X V I I aparece la tendencia a la codificación especial.
712
JÓSE-ALEJO RÜEDA MARTINEZ
Francia nos ofrece las ordenanzas de 1673 y 1681, que son ya ver­
daderos Códigos, y en la segunda veremos ya el Derecho marítimo
tratado como especialidad. Pero cuando los códigos especiales na­
cionales empezaron a aparecer no se diversificó p or esto el Derecho
mercantil, porque unos códigos están tomados de otros, con más
o menos discrepancias, y esto hemos tenido muy en cuenta al es­
tudiar cada institución de Derecho mercantil en relación con las
distintas naciones de Europa y de América. La tendencia puede
decirse que es a volver a la uniform idad primitiva. N os lo p robará
la breve reseña que sigue.
Dividiremos, con un autor notable, en tres clases o grupos las
naciones en el Derecho mercantil de las cuales hemos encontrado
las fuentes históricas de nuestro program a: Prim er grupo: naciones
cuyo Derecho mercantil presenta más afinidades con el Derecho
mercantil español. Segundo grupo: naciones que se han inspirado
para su Derecho mercantil en fuentes distintas. Tercer grupo: na­
ciones que no tienen Código mercantil.
Francia publicó su Código de comercio (L e Code de Com m erce)
en 1807 y en él bebieron la mayor parte de las leyes comerciales
muchos países, siguiendo algunos casi literalmente el Código fran­
cés. El mismo Código de comercio español a pesar de haber am­
pliado y especificado tanto en algunos puntos la doctrina francesa,
en otros la sigue parcialmente, hasta el punto que en la desgraciada
redacción de muchos artículos, que pecan contra reglas elementa­
les de gramática, se nos antoja ver galicismos de un traductor que
tiene prisa. El Código francés es, por consiguiente, de mucha im­
portancia, y especialmente para nosotros, prim ero por esta deriva­
ción de que ya hablamos y además por las relaciones íntimas y
continuas que con ese pueblo tenemos, determinadas por la geo­
grafía, la' etnología y la historia. Por lo cual en nuestro program a
una de las legislaciones extranjeras a que atendemos con preferen­
cia es la francesa, no casi exclusivamente como solía hacerse antes
de ahora, según va indicado. El Código de comercio francés consta
de 648 arts.; el prim er libro, de los cuatro en que se divide, trata
del comercio en general (189 arts.); el segundo (arts. 190 al 436),
del comercio marítimo;
el tercero (437 a 615) de las quiebras y
bancarrotas, y el cuarto (616 a 648), de la jurisdicción mercantil.
Como se ve, la distinción es distinta de la del nuestro en parte y el
orden de materias otro. Es muy deficiente en materia de contratos
(fáltan, v. gr., los seguros no marítimos). Por lo cual su influencia en
la ciencia actual y en las leyes nuevas es m enor que antes. Esta
especie de predominio ha pasado a la influencia del Derecho ale­
UNA FACETA DESCONOCIDA EN LA VIDA DE CLARIN
713
mán, como veremos luego, y por eso es el Derecho de este imperio
el que en otro respecto nos ha de ocupar preferentemente entre los
extranjeros. De las modificaciones que ha experimentado el Código
de 1807 y de las» leyes que le sirven de complemento no es ocasión
de h ablar en esta rápida reseña. Colocamos a Italia en este prim er
grupo porque hasta su célebre proyecto de Código (convertido en
Código definitivo en 1882) predomina en la Península latina el in­
flu jo del Derecho francés, que ahora deja gran parte de su eficacia
a la influencia alemana científica. N o podemos citar aquí, p or falta
de espacio, las diferentes leyes de los variados reinos y estados de
Italia: nom brem os el Código de Comercio Albertino o per gli stati
Sardi (1843). Después de la constitución del reino de Italia se dio
en 1865 il Códice di Commercio del regno d ’Italia. Adem ás se pu­
blicó un Códice per la marina mercantile. El Código italiano era
atrasado, en 1873 se publicó un proyecto que ha servido p or mu­
chos años para los trabajos científicos, y después de muchas vici­
situdes se convirtió en Código definitivo, como ya indicamos, en
1882. Aunque menos que al francés, atendemos en nuestro progra­
m a mucho al Derecho italiano, por la afinidad de raza, geográfica,
histórica con España y porque el Derecho científico italiano y sus
relaciones con el alemán le hacen muy útil. Holanda, p or su mucha
actividad comercial, merece atención también. El Código francés,
introducido allí en 1811, fue reemplazado por un nuevo Código
(W etboek van K oophandel) en vigor desde 1838. Bélgica también
tiene un Código nuevo en sustitución del francés que antes regía.
Portugal tiene un Código comercial portugués de 1833 influido en
su redacción principalmente p or el Código francés y p or el español.
Está dividido en dos libros y tiene 1.860 arts. Es importante tam­
bién porque es con nuestro propio Código, el que más influyó en
la legislación de la América del Sur. Grecia tiene su Código de co­
mercio ( vóuos i^Topíxoc ) de 1835, que es casi traducción textual
del Código francés. Tiene varias leyes complementarias. Turquía
también se inspiró para sus leyes actuales de comercio en el Dere­
cho francés, pero repartió la materia en cuatro Códigos. En Egipto
(que consideram os p o r sus íntimas relaciones con Europa, a pesar
de pertenecer a A frica) existe la misma influencia así como en Ru­
mania Servia y otros estados menores de Europa.
En los estados de América Central y Meridional, que colocamos
también en este prim er grupo, encontramos la misma influencia
francesa ya directa, ya con más frecuencia introducida mediante
la mutación del Derecho español y portugués. Sin em bargo en cier­
tas materias se encuentra alguna originalidad eri el Derecho' mer*
JOSE-ALEJO RUEDA MARTINEZ
714
cantil de muchos de aquellos estados jóvenes y también ha de
servirnos su estudio en nuestro program a de mucha ayuda. El B ra­
sil tiene Código desde 1850 dividido en tres partes con 913 artículos.
Chile lo tiene desde 1867. Cuatro libros, 1.933 artículos. Colom bia
tiene el Código de Nueva Granada hecho en 1853. El Código de
Buenos Aires de 1859 se aplica a toda la República Argentina desde
1862. M éjico tiene Código de comercio desde 1854. Cinco libros,
1.091 artículos. Hay proyecto nuevo desde hace muchos años. N o
hemos podido averiguar si últimamente se aprobó como definitivo.
Perú, Código de la República 1853. Sigue como el anterior, el orden
del Código español. 1.269 artículos. Paraguay, el Código argentino
desde 1870. Haití y Santo Domingo, Código de 1827 calcado sobre
el francés.
Segundo grupo:
Aquí entran las naciones más libres de la in­
fluencia francesa.— Alemania. Hay leyes comunes a todo el Im pe­
rio, otras especiales de los Estados distintos que entran a form ar
parte del Imperio. De las leyes especiales no hablarem os aquí, ni
haremos la historia de los grandes trabajos preparativos del Dere­
cho mercantil común alemán. Este consta de dos grandes Códigos:
a ) La Ley general sobre el cambio (Allgemeine W echselordnung) de
1848, que trata de la letra de cambio y del billete o pagarés a la
orden. Es de mucha importancia porque desarrolla la teoría eco­
nómico-jurídica del cambio mucho más que las leyes del prim er
grupo, en form a más científica, y nosotros la hemos seguido en
gran parte, giándonos especialmente p or Thól, que expone latamen­
te su doctrina. Lo hemos hecho con el texto legal a la vista, el cual
texto legal contiene también las reform as de las Novelas de N u remberga. Consta de tres secciones y 100 artículos. Sección prim e­
ra: Preliminar. I I a: Letra de cambio. III: Pagarés a la orden (Letra
de cam bio propia).
El Código general de comercio alemán (Allegemeines deutsches
Handelgesetzbuch), que también hemos tenido a la vista para re­
dactar nuestro program a, se dio como Ley general del Im perio en
la constitución de 1871, pero existía desde 1861, y es curiosa la
historia de su paso de ley especial a ley federal mediante las lla­
madas leyes introductivas (Einfuhrungsgesetze), pero nosotros no
tenemos por oportuno detenernos en tal historia. H a sufrido desde
1871 varias modificaciones este Código general y antes otras, par
cíales en ciertas leyes especiales sobre los hom bres de m ar y sobre
sociedades cooperativas. Consta de 5 libros y 911 artículos. El últi­
mo libro trata del comercio marítimo y es el que nosotros hemos
atendido, menos. El libro primero trata por orden sistemático: del
UNA FACETA DESCONOCIDA EN LA VIDA DE CLARIN
715
estado del comerciante (V o n Handelstande). El libro segundo trata
de las sociedades en comandita por intereses y por acciones (offene
Gesellschaften) y de las sociedades anónimas (Aktiengesellschaften).
El libro tercero, de las cuentas en participación. El libro cuarto
tiene p or asunto los actos de comercio (V on den Handelsgeschäf­
ten) en que se expone la doctrina de la venta, la comisión y los
transportes mercantiles. Faltan los seguros. N o trata de quiebras
ni de organización judicial por razones políticas. El Derecho ale­
mán, complementado p or otras muchas leyes, merecía esta especial
consideración, lo mismo que la consagramos en el program a, si­
guiendo en esto a los más acreditados escritores, sin más excepción
que algunos franceses que afectan un colorido por el que nosotros
no tenemos motivo. Las leyes mercantiles de Austria-Hungría son,
en resumen: para Austria, los dos anteriores de Alem ania (la Ley
del cam bio desde 1850, el Código — fü r das Kaisertum Vesterreich—
desde 1863). H ay otras leyes según los pueblos. Hungría, dos leyes:
Ley del cam bio de 1877; Código húngaro aplicado desde 1876.— Ru­
sia tenía su Derecho mercantil en su colección general de leyes
rusas (S w o d Sak on o w ) de 1835. La parte 11.a, de 5 libros y 2.883
artículos estaba consagrada al Derecho mercantil. En 1857 fueron
completadas estas leyes y publicadas en parte con el título de Có­
digo de comercio (T o rg o w y oustav).
Suiza ofrecía gran variedad de leyes mercantiles según los es­
tados alemanes o franceses. Hoy al fin tiene su Código, influido
p or el alemán muy principalmente.— En los estados escandinavos
hay leyes especiales y partes de la codificación civil que contienen
la materia mercantil. N o tenemos espacio para especificar.
En el tercer grupo, a que en rigor pertenecen ya los anteriores
estados, entran principalmente Inglaterra con sus grandes colonias
y los Estados Unidos del Norte de América. Inglaterra no tiene
Código de comercio, a pesar de su grandísima im portancia comer­
cial, y parece que no lo desea tampoco. Smith en su Mercantile
law (p. 14) llegó a decir que la codificación sería una calam idad
nacional (a national evil). Sin em bargo hay, hace más de veinte
años, tendencia a la organización del Derecho escrito. E l Derecho
inglés mercantil se encuentra en costumbres (com m on la w ) y leyes
particulares (statute la w ) que varían en las tres partes del Reino
Unido. Sin em bargo, hay leyes que se aplican a todo el Reino y son
de gran extensión e importancia, por ejemplo la de la M arina M er­
cante (548 artículos) (M erchant Shipping act). Para
las quiebras
hay tres leyes. En las colonias, gran variedad también. Los Estados
Unidos se rigen por costumbres fundadas en las inglesas, pero no
JOSE-ALEJO RUEDA MARTINEZ
716
p or el Derecho nuevó inglés. Varía mucho’ la legislación mercantil'
de estado a estado-y se siente la influencia francesa. Esta manera
de ser del Derecho de Inglaterra y de los Estados Unidos-influyen
mucho en la escasez de doctrina que el Derecho científico toma de
sus leyes en lo que se refiere a la sistematización, a pesar de la
importancia de tales pueblos.
•
'
'■ -
§ III.
Determinados el orden, form a y cantidad en que hemos hecho
contribuir a nuestro program a el Derecho positivo histórico de las,
principales naciones, en pocas palabras señalaremos los que nos
han parecido límites naturales de nuestra asignatura. Lo que se!
refiere al Derecho del procedimiento mercantil lo hemos excluido
por cuanto otra asignatura de la Facultad, la de Procedimientos
civil, penal, mercantil, etc., está encargada de este asunto. Pero
no hemos prescindido no ya sólo del libro 5.° de nuestro Código,
sino de los títulos de la Ley de enjuiciamiento relativos al Derecho
procesal mercantil. Hay materias sin em bargo, como la de quie­
bras, v. gr., en que es difícil separar en absoluto el derecho sustan­
tivo mercantil del procesal correspondiente. Pero, en general, hemos
separado nuestro program a en esta parte de los autores a quienes
generalmente seguimos, pues ellos suelen tratar la materia proce­
sal en parte al menos; así Vidari, por ejemplo, promete tratar de
lo que llam a 1 la competenza en la última parte, aún no publicada,
de su excelente Curso.
'
' "
El Derecho mercantil se deriva, por lo que respecta a la realidad,
de la >materia económica en su aspecto de cam bio y circulación,
y. e s necesario, siguiendo en esto la tendencia de economistas y
mercantilistas modernos, tener muy en cuenta en cada institución
de derecho comercial la doctrina económica correspondiente. Esto
ofrece real novedad en nuestras escuelas de Derecho/ pues aquí
no-se sabía buscar para las leyes su fondo real (en esté punto el
económ ico) ni la Economía era estudiada en la Facultad en e l'a s­
pecto. predominantemente jurídico en que conviene estudiarla al
jurisconsulto.
Respecto a la técnica del comercio y otras ciencias mercantiles
que form an la Enciclopedia comercial, es claro que-tam bién con­
viene atender sus partes o sus doctrinas pero no como lo entienden
algunos autores alemanes, como si la Economía fuera ciencia par­
ticular dentro de una general del Comercio.
"l •
UNA FACETA DESCONOCIDA EN LA VIDA DE CLARIN
717
Respecto del mismo Derecho mercantil, hemos necesitado tam­
bién señalar límites interiores a nuestro estudio. El comercio tiene
relaciones públicas y privadas, aspecto nacional e internacional, y
hemos creído que a nuestra asignatura no corresponde el Derecho
político ni el administrativo en su parte relativa al comercio, aun­
que es claro que p o r la íntima relación entre esas ciencias yl a
nuestra muchas veces tengamos que tratar materia común a unas
y otras. Tam poco seguimos a los autores que, como Massé, se ocu­
pan del Derecho mercantil en su relación internacional pública y
privada. Es claro asimismo que en varias instituciones tenemos que
tocar doctrina de derecho internacional, v. gr., en el derecho ma­
rítimo, en las sociedades, etc., pero nunca invadiendo el terreno
propio de otras asignaturas, creadas nuevamente en nuestra Fa­
cultad. Por último, la separación o diferencia entre el llam ado
Derecho civil y nuestra materia hemos procurado atem perarla
a
las
distintas
legislaciones,
porque no es posible
un criterio
constantemente igual ni para todos los pueblos, ni para todas las
instituciones. En unos estados el Derecho civil suple más a menudo
que en otros al mercantil y en unas instituciones mercantiles hay
gran continuidad en la ley civil ordinaria con otras. Pero aparte
estas diferencias, hemos procurado guiarnos en esta delimitación
por lo que enseñan el concepto económico del comercio y la de­
terminación jurídica del comerciante y de sus actos.
....................................
§ IV.
Respecto al plan del program a, nos contentaremos con una bre­
ve pero razonada descripción del que hemos seguido. Comenzamos
p or una Introducción que nos parece indispensable;
la Introduc­
ción de una ciencia no es como un prelim inar arbitrario sino algo
esencial de la ciencia misma. En la Introducción hay capítulos ne­
cesarios y capítulos potestativos.— En los necesarios hay que tra­
tar, y así lo hacemos, del concepto de nuestro asunto: el comercio.
Después estudiaremos su composición en el concepto económico
y el jurídico que es característico de nuestra ciencia y determina­
mos el concepto de ésta. Sigue el tratar de los caracteres y división
del Derecho mercantil, y tras esto viene la cuestión de los límites,
o sea, la del lugar enciclopédico. Corolario de lo anterior es el
asunto de la relación de nuestra ciencia con otras. La cuestión de
la utilidad de nuestro estudio va envuelta en la anterior. Otro ca­
pítulo necesario es el de las fuentes que tratamos extensamente así
en el origen legal y consuetudinario como en el literario científico.
JOSE-ALEJO RUEDA MARTINEZ
718
P or último, como capítulo potestativo tratamos brevemente en va­
rias lecciones de la historia mercantil y del Derecho mercantil de
España especialmente.
Sigue la parte general, en que se expone la doctrina que puede
considerarse común a todo el curso y que se trata prim ero y sepa­
radamente para evitar repeticiones. Comprende los actos jurídicos
mercantiles en su total aspecto, como prim er fenómeno que nos
ofrece la realidad en orden a nuestra materia. Después estudiamos
sus elementos:
las personas (su jeto) y las cosas (o bjeto ). De las
personas vuelve a tratarse en la parte prim era especial, pero no
es ya para determinar el concepto de lo que es comerciante y ver
sus condiciones jurídicas, sino para estudiar ya el ejercicio p ar­
ticular del comercio.
En éste encontramos al comerciante en funciones con los debe­
res y derechos formales y reales. En contramos también el elemento
personal de los llamados auxiliares que estudiamos detenidamente.
Las sociedades entran en esta parte. En la segunda parte estudia­
mos speciatem los actos mercantiles; esto es el tratado de los con­
tratos de este género, incluso el cambio, pues aunque esta doctrina
la tratan los autores modernos a veces a parte (V id ari, Thól, etc.),
nosotros, sin dejar de darle la amplitud que merece, la colocamos
en el lugar que sitemáticamente corresponde.
La tercera parte especial está destinada al Derecho mercantil
marítimo, no sólo p or seguir en lo posible la distribución del Có­
digo, sino porque creemos que este derecho tiene p or razón de su
objeto un carácter especial. N o seguimos en esto a muchos autores
modernos que explican el Derecho m arítimo entre los contratos,
previo un estudio preliminar. Hemos creído oportuno en esta ma­
teria una lección de introducción especial.
P or último expondremos en la cuarta y última parte el tratado
de las quiebras y de la bancarrota, absteniéndonos de entrar, según
va dicho, en la doctrina puramente procesal.
Así hemos comprendido que debía ser el program a didáctico
del Derecho mercantil de España y de los principales estados de
Europa y de América en concepto, sistema, método, plan y límites.
Oviedo, 5 de febrero de 1885.
Firm ado y rubricado: Leopoldo García Alas y Ureña.
UNA FACETA DESCONOCIDA EN LA VIDA DE CLARIN
- ■ ■■ ■
719,
I N T R O D U C C I O N
Lección 1.a = Necesidad de la Introducción en toda ciencia —
Concepto y contenido de la Introducción — Concepto y plan de la
Introducción al Derecho mercantil — Doctrina general de la lógica
orgánica que se aplica a nuestro estudio — El Derecho mercantil
como ciencia — Elementos de que consta — El comercio — El De­
recho — Enciclopedia mercantil — Enciclopedia jurídica — L ugar
de nuestra ciencia en am bas — Necesidad de análisis — Doctrina
inmediata.
Lección 2.a =
Concepto del comercio — Necesidad de aclarar el
concepto vulgar — Conceptos doctrinales — Análisis y crítica —
Stracca — Scaccia — Romagnoni — Verri — Massé — Berlay —
Thól — Endem ann — Goldschmidt — Vidari — M artí y Eixalá —
Boistel — Lyón Caen y Renault — Crítica — La Econom ía: su con­
cepto: sus partes: concepto económico del comercio — La técnica
del comercio — Relación al derecho — Crítica especial del concep­
to de V idari — Determinación analítica del concepto del comercio.
Lección 3.a =
recho —
tas —
El Derecho — Su concepto — V a lo r real del de­
Su fondo, su form a — Errores de las escuelas form alis­
El concepto de la escuela histórica — E l concepto de la
filosofía del derecho o de derecho natural — V ida del derecho —
M orfología del derecho — Economía del derecho — Límites — Re­
glas — Composición de las reglas — Las instituciones jurídicas —
Su organism o — El derecho del comercio en todos estos aspectos —
Criterio consiguiente para el estudio del derecho mercantil — N e ­
cesidad de análisis — Doctrina inmediata.
Lección 4.a =
Contenido del comercio — Principales divisiones
— La economía en este respecto — ¿Puede el derecho darnos crite­
rio diferente para la división? — División con relación al lugar —
Con relación al tiempo — Con relación al objeto — Caracteres del
Derecho mercantil y su división — Universalidad — Su fundamento
natural — Consecuencias para el plan de la asignatura y determi­
nación de su concepto — Cómo se va a estudiar el Derecho mer­
cantil de las principales naciones de Europa y América — Criterio
para el plan.
Lección 5.a =
(Continuación). Caracteres y división del* Derecho
mercantil — Unidad — Equidad — Divisiones' de que es susceptible
el. Derecho mercantil — Cuestión económica ya tratada que se re­
JOSE-ALEJO RUEDA MARTINEZ
720
laciona con la presente doctrina — División de la ciencia y división
de su program a didáctico — Diferentes criterios — Método exegético — División tripartita — División savignyana — Crítica — Ejem ­
plos: Boistel, Lyon Caen y Renault, Martí y Eixalá, Thol, Vidari,
etc., etc. — Nuestra división y su fundamento.
Lección 6.a = Límites de nuestra ciencia y consideración analí­
tica del lugar enciclopédico — División de los límites — Donde
quedan tratados los interiores — Límites exteriores o propiamente
dichos — Cuestión capital para la determinación de la asignatura
— Criterio para resolverla — Examen de las relaciones del Derecho
mercantil con otras ciencias — El Derecho mercantil y la Econo­
mía — Máxima de Vidari respecto de la estrecha y constante rela­
ción del Derecho mercantil con la Economía — Fundamento de esta
intimidad p or razón del asunto — El form alism o jurídico en este
respecto —
Defectos generales de los Códigos p or razón de este
form alism o — E l form alism o en los tratados didácticos — Especi­
ficación de las relaciones de ambas ciencias.
Lección 7.a =
(Continuación). El Derecho mercantil y la técnica
mercantil — Doctrina de los autores alemanes más notables — Crí­
tica — Divisiones de la técnica mercantil y sus respectivas relacio­
nes con nuestra ciencia — Relaciones del Derecho mercantil dentro
de la Enciclopedia jurídica — Relaciones con la Filosofía del dere­
cho —
Relaciones con el derecho histórico —
Relaciones con la
Historia — Relaciones con el Derecho Rom ano — Im portancia es­
pecial de esta materia — Errores acerca del Derecho Rom ano en
su relación mercantil — Doctrina de Vidari — Rectificación — En
qué respecto es escasa y aun nula la influencia del Derecho Rom a­
no en el Mercantil.
Lección 8.a =
Relaciones del Derecho mercantil con el civil —
Concepto del Derecho civil — Distintas acepciones de la
palabra
civil — Errores respecto del Derecho público y privado — Su acción
en nuestro estudio — El Derecho mercantil ¿es un derecho civil
de excepción? — Crítica de Vidari y otros autores — ¿Es real la
importancia de esta cuestión? — Puede serlo en la Codificación —
Plan sumario de las relaciones del Derecho civil y el mercantil —
Relaciones del Derecho mercantil con el internacional — Plan de
las relaciones del Derecho mercantil con el internacional según su
división corriente en público y privado — Relaciones con el Dere­
cho penal, político, administrativo y otros — Relaciones con el De­
recho procesal — Importancia de esta cuestión para determ inar la
UNA FACETA DESCONOCIDA EN LA VIDA DE CLARIN
721
extensión de nuestra asignatura y la form a del program a — Otras
relaciones con ciencias morales, naturales, etc., etc. — Doctrina con­
siguiente respecto a la determinación e interés de nuestra ciencia.
Lección 9.a = Fuentes del Derecho mercantil — Concepto gene­
ral — Distinción entre las fuentes del derecho y las fuentes para
el estudio del derecho — Derecho escrito — Su concepto — Sus
clases — Derecho no escrito — La costumbre — Su concepto — Su
concepto jurídico — Elementos y form as del derecho consuetudi­
nario — Procesos de la costumbre — Aplicación de esta doctrina
general al Derecho mercantil — Medios de prueba en la costum­
bre: la costumbre misma — Otros medios — La práctica — Con­
vención — Usos — Uso general y particular — Caracteres del uso
— Fuentes subsidiarias — Relación a las fuentes para el estudio.
Lección 10.a = El Derecho escrito — Las distintas form as — Le­
gislación p or Código — Legislación sin él — La escuela histórica y
la de Derecho natural en este respecto —
¿Es suficiente derecho
escrito el Código? — Derecho complementario y suplementario —
Naciones que tienen Código de Comercio — Las que no lo tienen —
Reseña histórica de la Codificación — Antigüedad — E dad M edia
— Preponderancia en ella del Derecho marítimo — Ordenanzas de
Luis X I V — El Código francés de 1807 — Su influencia — Estados
que siguieron en general la legislación francesa con propio Código
— España — L ugar propio al tratar con detenimiento nuestra Co­
dificación — Portugal — Italia — Holanda — Bélgica — Grecia —
T urq u ía — Egipto (p o r qué se trata aquí) — Rum ania — Servia
— Montenegro — Estados de la América Central y M eridional —
Por qué se coloca en este lugar — Brasil — Chile — Perú — Co­
lom bia — República Argentina — Méjico — Paraguay — Haití y
Santo Domingo.
Lección 11.a =
(Continuación). Alemania — Su indepedencia en
materia de Codificación mercantil — Im portancia especial del De­
recho mercantil alemán en el estudio de esta ciencia — Tendencias
m odernísimas —
Italia en este respecto y su Código de 1882 —
Elementos de la legislación alemana — Sus dos grandes Códigos
— Ley general sobre el cambio — Código general de comercio ale­
mán — Vicisitudes de la legislación mercantil alemana — Austria
— H ungría — Rusia — Países sin Código general de comercio —
Gran Bretaña — Common L aw — Statute L aw — Repugnancia de
Inglaterra p o r la Codificación — Leyes particulares mercantiles —
722
JOSE-ALEJO RUEDA MARTINEZ
Colonias y posesiones inglesas — EE .UU . de la América del Norte
— Estados escandinavos — Suiza.
Lección 12.a = Fuentes para el estudio del Derecho mercantil —
Sus clases — E l comercio — Su historia — El Derecho mercantil
consuetudinario y el escrito — Fuentes literarias no legales — El
Derecho comercial científico — ¿La ciencia es fuente del Derecho?
— Afirm ación de Thól — Distinciones y aclaraciones — Breve re­
seña de la literatura jurídica mercantil — División — Exégesis —
Obras sistemáticas — Tratados generales — Tratados especiales —
M onografías — Sus clases — Principales autores franceses, italia­
nos y alemanes — Por qué no se exige aquí una bibliografía com­
pleta — Ciencias auxiliares consideradas como fuentes.
Lección 13.a = ¿Comprende nuestra asignatura la Historia del
comercio o la Historia del Derecho mercantil? — Razones para la
negativa — Que am bas puedan entrar en la rápida reseña y como
capítulo de los potestativos en la Introducción del curso — Conve­
niencia de detenerse particularmente en la materia relativa a Espa­
ña — Historia general del comercio en sus caracteres principales
— Antigüedad — Edad Media — Tiempos modernos — El comercio
en el estado presente — Relación de este estudio a la consideración
del método en nuestra asignatura — Naciones más importantes —
Afinidades geográficas, históricas, económicas, etc.
Lección 14.a = Breve reseña histórica del comercio en España
como preparación a la reseña histórica de nuestro Derecho mercan­
til — Antigüedad — Edad Media — Epoca m oderna — Tiempo
presente — Reseña histórica del Derecho mercantil español — An­
tes de la dominación romana —
Durante ella —
Im perio visigo­
do — Los árabes — Los cristianos hasta Alfonso X — Hasta los
RR. Católicos — Hasta Felipe V.
Lección 15.a =
(Continuación). Derecho mercantil español desde
Felipe V hasta nuestros días — Legislación actual — E l Código de
comercio — Leyes y Decretos especiales — Los que alteran el Có­
digo — Los que amplían su materia — Crítica de nuestra legislación
mercantil actual — Relación a nuestra vida actual económica —
Relación a la legislación extranjera — Relación a la ciencia: crítica
de la doctrina, crítica del método, crítica literaria — Consideracio­
nes generales respecto de la reform a de nuestro Derecho mercantil
escrito — ¿Conviene tratar en la Introducción ciertas materias téc­
UNA FACETA DESCONOCIDA EN LA VIDA DE CLARIN
723
nicas mercantiles que sirven de explicación a algunas leyes? —
Lugar en que preferim os exponer las nociones correspondientes —
Fin de la Introducción.
PA R T E G E N E R A L
Lección 16.a =
Concepto y contenido de la parte general — Ac­
tos de comercio — Personas — Cosas — En qué respecto se trata
cada una de estas materias — Actos de comercio, p or qué se comien­
za p or ellos — Qué son los actos de comercio y en qué se distin­
guen de los actos civiles — De la utilidad de su determinación —
Cuáles son los actos de comercio — De los actos de comercio que
lo son p or sí mismos — De los actos reputados mercantiles por
razón de la calidad de aquellos de que emanan —
Transición al
asunto de la lección siguiente.
Lección 17.a =
Del derecho personal en general y en su relación
al Derecho mercantil — Distinción entre el aspecto que aquí con­
sideramos y el que se tratará en la 1.a parte especial — El derecho
de ejercer el comercio — Diferencias históricas — La libertad de
comercio — Restricciones puestas a esta libertad — Aplicación de
la doctrina precedente a las distintas clases de personas — Perso­
nas sociales — El Estado por antonomasia en relación al Derecho
mercantil — La Provincia y el Municipio en el mismo respecto —
Relación al Derecho mercantil internacional, qué ocurre en este
punto — Las llam adas personas jurídicas — Sus clases — Su rela­
ción al Derecho mercantil — ¿Las sociedades son necesariamente
personas jurídicas? — Doctrina del Derecho Rom ano sobre el par­
ticular — Concepto predominante — Personas singulares — Res­
tricciones naturales respecto de la libertad del com ercio en las
personas singulares — Capacidad e incapacidad p or razón del De­
recho civil — Plan general de esta materia.
Lección 18.a =
(Continuación). Consideración especial de la ca­
pacidad para el comercio por razón del Derecho civil — Ciudadanos
y extranjeros — E l Derecho de nacionalidad en este respecto — El
sexo — El estado civil y social — Los menores — Su condición ju ­
rídica y consecuencias de ella en el Derecho mercantil — Incapa­
cidad general — Excepciones y sus reglas — Locos, pródigos y
otros incapacitados civil y naturalmente —
Los inhabilitados —
La m ujer casada — Origen de las restricciones del Derecho mercan­
til en esta materia — Diferencias importantes en las distintas le­
gislaciones mercantiles por razón de las diferentes doctrinas y leyes
724
JOSE-ALEJO RUEDA MARTINEZ
en el derecho fam iliar de bienes — Examen del Derecho español en
este punto — Derecho francés, italiano, alemán, etc. — Otras per­
sonas a quien está prohibido el ejercicio del comercio — El Dere­
cho español — Derecho extranjero.
Lección 19.a = Condiciones del Derecho mercantil para el ejer­
cicio del comercio — Caracteres que determinan la cualidad de
comerciante — El ejercicio habitual del comercio — Actos que re­
quiere este sistema de determinación — Sus distintas clases —
Algunas cuestiones que surgen sobre lo que ha de entenderse por
profesión habitual — Inscripción en la matrícula de comerciantes
— Condiciones formales y esenciales de esta inscripción — Consi­
deración especial de esta materia según el Derecho español — For­
ma y requisitos de la inscripción en otros países — Clases de
comerciantes — Actos presuntos de comercio — Ejercicio sedenta­
rio del comercio —
El comercio ambulante —
El tráfico en los
mercados — Empresas — Derecho español y Derecho extranjero
— El Registro del comercio en España y en otros países.
Lección 20.a =
Razón del método que seguimos — Por qué pa­
samos al tratado general de las cosas y dejam os para la 1 .a parte
especial la materia de los deberes y derechos del comerciante, una
vez determinadas las condiciones esenciales y form ales del sujeto
del acto mercantil — Que aquí corresponde tratar ya de las cosas
objeto del comercio, también en consideración general — Nociones
generales — Diferentes acepciones de la palabra cosa — La vulgar
— Las jurídicas — Cosa y mercancía — Bienes inmuebles — Cues­
tiones referentes al comercio de bienes inmuebles — Estado actual
de esta doctrina según las leyes, la jurisprudencia y los autores —
Doctrina de Vidari — Exposición y crítica — Doctrina de Thól y
Otros autores — Aspecto económico de la cuestión — Operaciones
que se refieren a los bienes inmuebles y a los muebles.
Lección 21.a = De los bienes muebles en general — De las cosas
cuyo comercio es libre — De las cosas cuyo comercio está prohibi­
do o limitado —
Relación a la Economía de la doctrina de esta
lección — Legitimidad de esta materia en un curso de Derecho
mercantil — Razones económicas y jurídicas en que se apoya —
Derecho mercantil español acerca de esta parte del curso — Insu­
ficiencia de nuestra ley mercantil — Derecho extranjero — Insufi­
ciencia de los Códigos mercantiles — Leyes que la suplen.
UNA FACETA DESCONOCIDA EN LA VIDA DE CLARIN
725
Lección 22.a — Cosas cuyo derecho de uso y de comercio exclu­
sivo se puede obtener — M arcas o signos distintivos de fábrica y
de comercio — Noticias generales — Procedimiento para obtener
el uso exclusivo de una marca, etc. — Efectos y derechos que se
derivan del uso exclusivo de una marca, etc. — Supresión, usurpa­
ción, alteración y falsificación de las marcas de fábrica o de co­
mercio ajenas — Supresión, usurpación, alteración y falsificación
fraudulentas — Efectos penales — Derecho español — Derecho fran­
cés, italiano, alemán, belga, etc., etc.
Lección 23.a = Privilegios de invención — Nociones generales —
Procedimiento para obtener un privilegio de invención— N ulid ad
y anulación — Efectos y derechos que se derivan del privilegio .de
invención — Violación de los derechos propios de un privilegio de
invención — Derecho español relativo a los privilegios de invención
— Derecho extranjero — Derecho francés — Derecho italiano —
Derecho alemán — Otros Derechos de diferentes países.
Lección 24.a = Diseños y modelos de fábrica — Nociones gene­
rales — Cómo se obtiene el privilegio de su uso exclusivo — Efectos
y derechos consiguientes — Violación de estos derechos — Dere­
chos de autor — Consideraciones generales jurídicas y económicas
— Procedimiento para obtener el derecho de propiedad y sus de­
rivados como autor — Derechos propios de los autores de obras
de ingenio — Violación de los derechos de autor —- Im portancia
especial de esta materia — Oportunidad de tratarlo en el Curso de
Derecho mercantil — Razones jurídicas y económicas — El Dere­
cho español en este respecto — Derecho francés — Su importancia
para nosotros, Derecho italiano, Derecho de Alemania, Inglaterra,
América, etc.
Lección 25.a =
De algunos bienes muebles en particular — El
dinero — Dinero en metálico — Carácter económico del dinero —
E l dinero como tal —
El dinero como mercancía —
Su carácter
jurídico — Dinero de papel — Oportunidad de tratar esta materia
en el Curso de Derecho mercantil — Razones jurídicas — Razones
económicas — El Derecho español en este respecto — Derecho fran­
cés, italiano, alemán, etc.
Lección 26.a =
Del crédito y de los títulos de crédito — Legiti­
m idad de esta materia como parte del Curso de Derecho mercantil
— Fundamento del crédito y de la institución fiduciaria — Concep­
to del crédito — Diversos aspectos — Aspecto económico y jurídico
726
JOSE-ALEJO RUEDA MARTINEZ
— Título de crédito en general — Definición — Principales divisio­
nes — N o son moneda — ¿Son mercancías? — Son muebles — Son
fungibles — Fruto civil — Conversión — M odo de su comercio —
Títulos de crédito particulares — Títulos nominales — Naturaleza
jurídica y económica — Emisión, transmisión y cesión — Inscrip­
ciones — Transferencias — Hipoteca — Derecho español — Dere­
cho francés, italiano, alemán, inglés, etc.
Lección 27.a = Títulos a la orden — De qué clase de títulos se
trata aquí — Los que se dejen para tratarlos en la parte especial
del cam bio — Qué son y para qué sirven — Si son de libre emisión
—
Sus distintos objetos — Condiciones intrínsecas y extrínsecas
para su emisión — Forma de endoso — Efectos — El descuento —
Su razón jurídica y económica — Qué leyes tratan de esta materia
— Derecho español — Derecho francés, italiano, alemán, etc.
Lección 28.a = Títulos al portador — Para qué sirven los títulos
al portador — Ventajas y desventajas — Letras de cam bio en este
respecto — Billetes de banco — Emisión de los títulos al portador
—
Condiciones intrínsecas y extrínsecas — Varias clases de títu­
los — Pérdida, alteración por el uso, etc. — Tradición — Pago —
Prescripción — Reivindicación — La Deuda pública en este respec­
to — Derecho español — Derecho francés, alemán, italiano, suizo,
etc., etc. — Fin de la parte general y resumen de ella — Transición
a la parte especial primera.
PR IM ER A P A R T E E SPE C IA L
EL EJERCICIO DEL COMERCIO
Lección 29.a = Materia que comprende esta 1.a parte especial —
Las personas, las cosas y los actos en ella — Doctrina explicada
ya en la parte general respecto de personas, cosas y actos — La
que corresponde tratar aquí — El comerciante en relación al ejer­
cicio del comercio — Deberes y derechos inherentes al ejercicio
del comercio — Del establecimiento — Del domicilio del comercian­
te — Qués es el establecimiento — Los subsidiarios — Publicidad
— Del domicilio en relación con el establecimiento — Del registro
de comercio considerado como parte de las obligaciones del comer­
ciante —
Cómo se consideró en la parte general —
De la razón
comercial — Cuándo se llama propiamente razón social — Diferen­
cia entre la razón y otras muestras de publicidad — Derecho rela­
tivo a la razón mercantil — Abuso e indemnización — Declaración
UNA FACETA DESCONOCIDA EN LA VIDA DE CLARIN
727
de la razón mercantil — Publicidad del contrato de matrim onio —
E l Derecho español — Derecho francés — Derecho alemán — De­
recho italiano, etc.
Lección 30.a = De los libros del comercio — De la necesidad de
la teneduría de libros — Diversas especies de libros — Diferentes
sistemas legislativos — Teneduría obligatoria de algunos libros —
Inconvenientes de este sistema — Sistema inglés y el del Código
suizo — Objeto de cada libro de comercio — Form alidades para
la teneduría de los libros obligatorios — Tiem po durante el que
deben ser conservados — La sanción — Prueba mediante los libros
de comercio — Condiciones para que puedan p robar a favor de
quien los tiene — Entre comerciantes — Entre comerciantes y los
que no lo son — Derecho español — Derecho francés, italiano, ale­
mán, inglés, suizo, etc., etc.
Lección 31.a =
De las personas auxiliares del comercio en su
ejercicio — Razón económica — Consecuencia jurídica — División
de la materia — De los auxiliares sujetos a un principal — Los que
no lo están constantemnte — Clases de la 1.a categoría —
Clases
de la 2.a — Si todas estas clases son rigurosamente auxiliares de
comercio — Diversidad de teorías — E l institor rom ano — Gran
im portancia del Derecho Romano en esta materia dem ostrado en
otros p or Thól — El Derecho prusiano, el español y el portugués
en este respecto — N uestro «fa c to r» — El procurador del comercio
del Código alemán — Su mandato abarca más que otro alguno —
E l m andatario de comercio en general — Por qué se trata aquí esta
materia — Consideración especial del institor (nuestro factor, pero
no il fattore italiano que es una especie del género) — Carácter
jurídico del factor — Relaciones entre el factor y el principal —
M odo de conferir este mandato especial del factor — Derecho es­
pañol —
Derecho alemán — Derecho italiano, portugués de Amé­
rica latina, etc., etc.
Lección 32.a =
(Continuación). Deberes y facultades del factor
en ejercicio de su mandato — Debe atenerse fielmente al mandato
— Vigilancia — Prohibiciones — Responsabilidad — Obligación de
rendir cuentas — H onorarios — Anticipos — Derecho de retener
— Casos de pluralidad — Cómo puede cesar el mandato especial
del factor — Revocación expresa — Tácita — Cesación del comer­
cio — Venta — Cesión — Donación — Herencia — Otras causas —
Muerte del principal o del factor — Extinción del m andato — Pu­
blicación — Relaciones del factor y del principal con los terceros
JOSE-ALEJO RUEDA MARTINEZ
728
— Las del factor — A quién obliga éste — Si obra en nom bre p ro­
pio — Si se excede del mandato — El principal y los terceros —
Responsabilidad de aquél — Sus clases — Derecho español — De­
recho alemán, italiano, portugués, etc., etc.
Lección 33.a = De los llamados p or algunos autores represen­
tantes de comercio — Que son una clase de factores — En qué se
diferencian de los agentes — De los llamados comisionistas seden­
tarios o ayudantes del comercio — Que en esta clase van com pren­
didos los que llam a nuestro Código mercantil mancebos — Carác­
ter jurídico de esta clase de auxiliares de comercio — Relaciones
entre ellos y su principal —
terceros —
Relaciones de unos y otros con los
Comisionistas (Commis, voyaguer, commeno, viaggia-
ture) — Diferencias entre éstos y los anteriores — Relaciones con
el principal y los terceros — Derecho español y extranjero.
Lección 34.a =
Personas que no están sujetas de un m odo esta­
ble al servicio de un principal — Simples mandatarios de comercio
— De los comisionistas en el sentido de nuestro Código mercantil —
Polémica de Goldschmidt y Vidari sobre el lugar propio de esta
materia — Carácter jurídico del comisionista — Quién puede serlo
y quién puede nom brarlo — Su utilidad — Clases de comisionistas
— Relaciones del comisionista con el comitente — Deberes del co­
misionista — Varias formas de comisión — Deberes respecto a la
materia de la comisión — Conservación de la cosa objeto del man­
dato — Reconocimiento — Responsabilidad — Los fondos — M ar­
cas — Precio — Crédito — Deberes que nacen en otros casos
distintos — Deberes que nacen del cumplimiento de la comisión —
Derecho español y extranjero.
Lección 35.a =
(Continuación). Derechos del comisionista — Di­
versas especies de estos derechos — Pago de la provisión de fondos
y gastos — Cuándo se exige — Diferentes clases de provisiones y
distintas consecuencias — Garantías especiales de los derechos del
comisionista — Privilegio del comisionista respecto de los créditos
y de las cosas — Condiciones para que exista el privilegio — M odos
de ejercitar el privilegio — Casos de quiebra — Si se comprende
el dinero en esta materia como se comprenden las mercancías —
Relaciones del comisionista y del comitente con terceros — Dere­
cho español — Derecho francés — Derecho alemán — Derecho ita­
liano — Otras legislaciones.
UNA FACETA DESCONOCIDA EN LA VIDA DE CLARIN
729
Lección 36.a = Corredores y agentes de cambio (d e B o lsa )
Uti­
lidad de esta clase de medianeros — Su condición económica —
La jurídica — Su relación al derecho público -— El número de co­
rredores y agentes — Quién no puede serlo — Condiciones para
el cargo — Procedimiento — Cómo se pierde el oficio — De las
Bolsas de comercio — Vigilancia sobre los agentes de Bolsa y co­
rredores — Quién la ejerce — De los agentes de cam bio en particu­
lar —
Sus derechos —
Deberes — Derecho español — Derecho
francés, alemán, italiano, etc., etc.
Lección 37.a =
el comisionista —
De los corredores en particular — E l corredor y
Clases de corredores —
Las más vulgarmente
reconocidas — Corredores sin carácter público — Derechos y de­
beres comunes a los agentes de Bolsa y a los corredores — Libros
que deben tener y prueba que hacen — Derechos — Actos de la
exclusiva incumbencia de los corredores y agentes de Bolsa — P ro ­
visión de fondos — Tarifas — Convenios — Sanción y garantías —Respecto de los bienes — Respecto de las personas — Derecho es­
pañol — Derecho alemán, italiano, francés, etc.
,
Lección 38.a =
De las sociedades comerciales como personas o
agentes del comercio — Nociones generales de las sociedades mer­
cantiles y sus diferentes especies — Caracteres generales de la so­
ciedad — Diferencias entre la sociedad y lo que se tiene pro-indiviso
— Sociedades universales y particulares — Civiles y mercantiles —
Diferentes clases de sociedad de comercio — De la personalidad
de las sociedades mercantiles — Derecho español — Derecho fran­
cés — Derecho alemán — Derecho italiano — Otras legislaciones.
Lección 39.a =
Sociedades colectivas — Sus caracteres distinti­
vos — Condiciones para su formación — Form alidades de publici­
dad — De la gestión de esta clase de sociedades — Elección de
gerentes y cómo se revocan — Poderes del agente — Obligaciones
de la sociedad — Sus efectos — Derecho español — Derecho fran­
cés — Derecho alemán — Derecho italiano, etc., etc.
Lección 40.a = De la sociedad en comandita — Orígenes — De
comandita en general — Caracteres de toda sociedad com anditaria
— Form ación de la comandita — Prueba — Publicidad — Derechos
y obligaciones de los socios de una y otra clase — Administración
de la sociedad en comandita — Comanditas simples o por interés
— Constitución y administración de la comandita simple — Dere­
cho español — Derecho francés — Derecho alemán —
liano, etc. etc.
- '
Derecho ita­
r.
730
JOSE-ALEJO RUEDA MARTINEZ
Lección 41.a — De las sociedades por acciones — Generalidades
acerca de esta clase de sociedades — Dos especies distintas — De
las acciones y de los intereses — Obligaciones de los accionistas
— Clases de acciones — Indivisibilidad — Títulos nominativos
y títulos al portador — M odos de transmisión — Pérdida o robo
de estos títulos —
Pérdida o robo de cupones — Tim bre — De­
rechos de transmisión — Impuesto sobre la renta — Ventajas e
inconvenientes — Derecho español — Derecho francés, alemán, ita­
liano, etc., etc.
Lección 42.a = Sociedad en comandita p or acciones — Origen —
Constitución y organización de esta clase de sociedad — Prueba —
Publicidad — División del capital social — Condiciones para cons­
tituir la sociedad — Emisión de acciones nuevas — Condiciones —
Consejo de vigilancia — Administradores — Junta General de ac­
cionistas — Cómo se negocian las acciones — N ulidad de esta clase
de sociedades — Cuándo se determina — Consecuencias — Respon­
sabilidad — Sanción penal — Facultades y deberes especiales del
gerente, el Consejo y la Junta general —
cés, etc.
Derecho español, fran­
Lección 43.a = Sociedades anónimas — Sus caracteres genera­
les — Cómo se constituyen y organizan — División del capital —
Prueba — Condiciones — Publicidad — N ulidad — Responsabili­
dad — Cómo funcionan las sociedades anónimas — Administra­
dores —
Que son revocables — Tiempo de la Administración —
Poderes — Elección — Responsabilidad — Director — Comisarios
— Junta general de accionistas — Cndiciones de éstas y clases —
Distribución de los dividendos — Reserva — Amortización — Di­
ferentes especies de sociedades anónimas — Sociedades de capital
variable — Sociedades de cuentas en participación — Otras socie­
dades — Los extranjeros — Derecho español — Derecho francés,
alemán, italiano, etc.
Lección 44.a =
De la disolución de las sociedades — Causas le­
gítimas para la disolución — Las que prevé el Derecho civil —
Diferencias según la clase de sociedad — Publicidad de la disolu­
ción . — Liquidación de las sociedades — Su objeto — Personalidad
de la sociedad en liquidación — Elección de liquidadores —
Sus
atribuciones — Reparto del haber — De la prescripción en las so­
ciedades mercantiles — De las diferencias entre asociados y de los
árbitros — Derecho español — Derecho francés — Derecho alemán,
italiano, etc., etc.
'.v-
UNA FACETA DESCONOCIDA EN LA VIDA DE CLARIN
731
S E G U N D A P A R T E ESPE C IA L
DE LOS CONTRATOS MERCANTILES
Lección 45.a — Contratos mercantiles y cuasi-contratos — Doc­
trina fundam ental de los contratos — El Derecho de obligaciones
— E l contrato dentro del derecho de obligaciones — El contrato
mercantil — Aspecto económico — Aspecto jurídico — Formación
de los contratos — Definición — División — Orígenes — Requisitos
esenciales — Capacidad — Consentimiento — Cómo se perfecciona
— Cosa — Causa — Derecho español — Derecho extranjero.
Lección 46.a =
Efectos de los contratos — Relación al Derecho
civil — Principios de interpretación — La fuerza de ley entre las
partes — La lesión enorme — Solidaridad — Principales aplicacio­
nes de esta doctrina — Intereses — Provisión — Efectos de los
contratos respecto a un tercero — Excepción al principio de res Ín­
ter alios acta —
Estipulaciones en favor de otro y p or cuenta de
otro — La negotiorum gestio y la doctrina anterior — Derecho es­
pañol — Derecho extranjero.
Lección 47.a =
Ejecución de los contratos — El cumplimiento
de los contratos y el pago — Relación al deudor — A la cosa — Al
tiempo — Al m odo — Al lugar — A la materia — Retardo en el
cumplimiento del contrato y falta de ejecución del mismo — De­
m ora — Cuándo existe demora — M odos varios — Excepciones —
M edida de los daños de la demora — Cómo cesan sus efectos —
Otras causas de la no ejecución de los contratos —
resolutivas —
Condiciones
Pérdida, destrucción, etc. — Fuerza m ayor — Caso
fortuito — Derecho español — Derecho extranjero.
Lección 48.a =
Prueba de los contratos — Concepto de la prue­
ba — Su carácter especial en el Derecho mercantil — A quién in­
cumbe la prueba — Prueba por escrito — Diversas clases — Cuándo
las exige la ley — Actos de carácter público — Escritura pública —
Documentos privados — Qué prueba hacen — De las facturas en
general — Facturas y pólizas — V a lo r de prueba de la factura —
Correspondencia — La epistolar — La telegráfica — Prueba oral —
Testigos —
Confesión — Juramento — Cuasi-contratos mercanti­
les — Derecho español — Derecho extranjero.
Lección 49.a =
cho civil —
La compraventa mercantil — Relaciones al Dere­
Consideraciones generales acerca de la compraventa
mercantil — Naturaleza y formación del contrato de- compraventa
JOSE-ALEJO RUEDA MARTINEZ
732
mercantil — Cosa — Precio — Compras y ventas puras y simples
— Deberes del vendedor — Tradición de la cosa — Garantía — Ga­
rantía para el caso de evicción — Garantía por vicios o defectos de
la cosa vendida — Deberes del com prador — Respecto de la cosa
— Respecto del precio — Derecho español y extranjero.
Lección 50.a = De la compraventa hecha condicionalmente —
Compraventa por peso, número y medida — Otras clases — Crite­
rio para distinguirlas — Condición de prueba — Otras condiciones
— De la compraventa hecha a término — Concepto general de esta
clase de compraventa -— Su objeto — Su naturaleza jurídica — Sus
clases — Derecho español — Derecho extranjero.
Lección 51.a =
De la venta de créditos no endosables — De las
compraventas de efectos públicos — De lo que se entiende por
efectos públicos y p or operaciones sobre ellos — Form alidades que
se exigen para esta clase de operaciones — Deberes que nacen de
estas operaciones sobre efectos públicos — Si se pueden reivindi­
car los efectos al portador — Derecho español — Derecho extran­
jero.
Lección 52.a = Del contrato de transporte — L ugar en que nues­
tro Código de comercio trata esta materia — Transporte de mer­
cancías — Naturaleza de este contrato y su form ación — Naturaleza
económica y jurídica —- Condiciones en que se establece — Debe­
res del cargador — Deberes del porteador — Deberes del consig­
natario —r- Reglas relativas a las compañías de ferrocarriles y otros
medios de transporte r— Derecho español — Derecho extranjero.
Lección 53.a = Del contrato de depósito mercantil — Del depó­
sito en general — Depósito voluntario — Noticias generales — De­
pósito voluntario regular — Deberes del depositario — Deberes del
depositante — Depósito voluntario irregular —
Depósito necesa­
rio — Derecho español — Derecho extranjero.
Lección 54.a — Del depósito en almacenes generales — Objeto —
Institución correspondiente — Guardia — Cómo entran y perm a­
necen en estos depósitos las mercancías — Cómo salen de ellos —
Títulos que expiden los almacenes generales — Emisión — Trans­
misión — Organismo de la responsabilidad y de las garantías según
los documentos correspondientes a esta clase de depósitos — De­
recho español — Su atraso en este punto — Derecho francés, ita­
liano/ etc.";/ '
.v.\
••••
-. ?-.
UNA FACETA DESCONOCIDA, EN LA VIDA DE CLARIN
733
Lección 55.a ==-De la prenda — -Nuestro Código en esta materia
— Nociones generales — Condiciones respecto a la form a — Con­
diciones respecto al m odo — Efectos — Deberes del acreedor —
Derechos del acreedor — Derecho español — Derecho francés, ita­
1 '
v
l’ '
liano, alemán, etc., etc.
Lección 56.a =
Del contrato dé cuentas corrientes — f Nociones
generales '— Carácter e c o n ó m ic o — Cheque — Clearing houses —
Carácter jurídico del contrato de cuentas' corrientes — Efectos d £
la cuenta corriente — Cómo se concluye y cómo se liquida — D e ­
recho español —- Derecho francés, alemán, italiano, etc*
. /
-f.
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1
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'
. O
Lección 57.a = Del contrato de seguros terrestres y sobre la vida
— Seguros terrestres contra daños — Su carácter económico — Su
carácter jurídico — Form a de este contrato — Personas—
Cosas
—- Riesgos — Prim a -— Forma de ésta — Efectos del contrato dé
seguro contra los daños — Deberes y derechos del asegurado
Deberes y derechos del asegurador — Derecho e s p a ñ o l— 'Derecho
francés, italiano, etc. — Seguros sobre la vidá humana —- Derecho
español y extranjero.
Lección 58.a =
-
-
■
1:
•••'' ‘ ’ 1
i
Del préistamo mercantil -— Nociones generales
de este contrato según es en el Derecho mercantil — Carácter eco­
nómico — - Carácter jurídico — Su form a y sus m odos — Deberes
y derechos de los contrayentes — El interés —r- Del préstam o con
garantía de efectos públicos — Derecho español — Derecho extran­
jero
—
Del afianzamiento mercantil —
nuestro Código de comercio.
Lección 59.a =
,
De .las perm utas
/ ,
.
• ,
-
según
^r,
Del cambio — Importancia éspecial de esta doc-,
trina — Autores y Códigos que tratan especialmente del cám bio —
Razón de no separar nosotros esta doctrina de la parte de los con­
tratos — .M otivos para tratarla con ,más extensión que la m ateria
anterior — Preponderancia en la ciencia moderna ,d e las teorías y
leyes alemanas acerca del cambio — La ley general sobre el cambio(Allgem eine W echselordnug) — Su rápida exposición — Esencia del
cam bio —
Carácter histórico — Carácter económico —
Carácter
jurídico — El derecho del cambio en general — Fuentes.
Lección 60.a == Concepto de la letra de cam bio — E l contrato de
cambio y la letra de .cambio — Sus dos modos de ésta -— A cuál
llama nuestro derecho letra de cambio — El rigor del cam bio —
Recuerdo del Derecho Romano en-esta m ateria-— -Causas ;distintajs
JOSE-AUEJO RUEDA MARTINEZ
734
— Diversas especies del cambio — Capacidad para el cam bio —
Sus clases — Del efecto de la incapacidad para el cambio.
Lección 61.a = (Continuación). La letra de cam bio — Fin de la
letra de cambio — Personas y clases de relaciones que intervienen
en ella — Cuádruplo valor de la letra — Curso — Form a de la le­
tra de cambio — Contenido accidental — Letra
tintos modos de imperfección — Vencimiento —
A tantos días vista — A tantos días de la fecha
uso — A una feria, etc. — Otros modos — Días
nos de gracia o cortesía — Días y horas para el
imperfecta — Dis­
Letra a día fijo —
— A la vista — A
feriados — Térm i­
pago — Expresión
de la suma — Sus condiciones — Lugar del pago — Derecho espa­
ñol — Derecho extranjero, especialmente el alemán y el italiano.
Lección 62.a =
Del pacto preventivo del cam bio — El valor, su
naturaleza — V a lo r recibido — V a lo r entendido — El contrato de
cambio — Su form a — La promesa, su validez — En qué consiste
— Las condiciones — Causas y sus clases — El contrato de cam­
bio ¿es formal? — El deudor — Firm a — M andato —
Signo —
Derecho español — Derecho alemán, etc.
Lección 63.a = Presentación — El pago — Delegación — Presen­
tación para el pago — Aviso — Provisión de fondos — Letra de cam­
bio p or cuenta ajena —
El cambio ficticio —
La aceptación —
Responsabilidad de la delegación — Presentación para la acepta­
ción — Derecho y obligación de aceptar — Form a de la aceptación
— E l contrato de aceptación — Su naturaleza y su form a — Su
contenido — Derechos del librador contra el aceptante — Efectos
de la aceptación — Aceptación modificada — Pago condicional —
Depósito de la suma — Derecho español — Derecho alemán, ita­
liano, francés, etc.
Lección 64.a = Del protesto, recambio y resaca — Generalidades
acerca del protesto — Cláusula de no protesto — Protesto prelim i­
nar — El contrato de la negociación — Su contenido — La natura­
leza económica y jurídica — Protesto y recam bio p or falta de pago
— Cuenta de resaca — Derecho español — Derecho alemán, italia­
no, francés, etc., etc.
Lección 65.a =
(Continuación). Letra de cam bio perjudicada —
Acción p o r lucro injusto — Protesto por falta de aceptación — Re­
saca p or falta de aceptación — Notificación del protesto — Resaca
a causa de la insolvencia del aceptante — Derecho español — De­
recho alemán, francés» italiano, etc., etc.
UNA FACETA DESCONOCIDA EN LA VIDA DE CLARIN
735
Lección 66.a = Del giro — Fundamento jurídico — Naturaleza
económica — Del giro como form a no esencial — Del giro propia­
mente dicho — Naturaleza jurídica del giro — Su form a — Form a
y naturaleza del contrato correspondiente — Relación entre el li­
b ra d o r y el pagador — V a lo r del giro — Obligaciones del librador
— Obligaciones del pagador respecto del portador de la letra —
Eficacia de la fórm ula a la orden — Obligaciones del pagador con
respecto a otras personas — Letra a la orden — Directa — Perfec­
cionamiento del contrato de cambio — Del giro hecho en blanco —
Límites del giro — Después del vencimiento — E l descuento — De­
recho español — Derecho extranjero.
Lección 67.a = De la legitimación — Prueba pasiva — Prueba
activa — De la intervención — Concepto — Clases — Caso de va­
rios interventores — El protesto principal y el protesto de la inter­
vención — Prom esa de pago — Derecho español en esta materia —
Derecho francés, italiano, alemán, etc.
Lección 68.a =
Del aval — Generalidades sobre el aval —- Rela­
ción entre el que da la garantía y el librador — Entre el que da la
garantía y las demás personas que se interesan en la letra — Coacep­
tante — Garantía y fianza — Clases de garantías — Garantía con
hipoteca — Del endoso en esta relación — Derecho español — El
endoso en nuestra
legislación —
Derecho francés, italiano, ale­
mán, etc.
Lección 69.a = De la llam ada letra de cambio propia p or los tra­
tadistas de Derecho mercantil alemán y los que la han seguido —
Form a de esta clase de letras — Contrato consiguiente — Relación
de esta letra de cam bio con la estudiada anteriormente — Funda­
mento de la acción — Billetes semejantes a la letra de cam bio —
Sus clases — Letra que participa de las condiciones de am bas —
Clases — Diferentes nombres y clases de letras, según el objeto y
el m odo — Derecho español (Libranzas, vales o pagarés a la orden,
cartas-órdenes, de crédito) — Derecho francés, italiano, alemán, etc.
Lección 70.a =
Letras de cambio por duplicado ,—
Diferentes
modos de uso — El derecho de reclamar duplicados — Copia de la
letra —
Falsificación de las letras de cam bio —
Consideraciones
generales — Falsedad en las operaciones propias del lib rad or —
Falsedad del giro — Falsedad en la expresión de la suma — Acep­
tación falsa o falsificada — Derecho éspañol — Derecho francés,'
italiano, alemán, etc.
■■■">
JOSE-ALEJO RUEDA MARTINEZ
736
- v Lección 71.a = Letra de cambio extraviada — La letra de cambio
en caso de quiebra — Diferentes casos de quiebra — Duración de
la obligación nacida del contrato de cambio — La prescripción en
este respecto — Pago retardado — Demostración — Cálculo —
Acuerdo — Nuevo contrato — Derecho español — Derecho alemán,
francés, italiano, etc.
Lección 72.a = Excepciones del deudor en este contrato — Ex­
cepciones en general — Sentido histórico — Sentido actual — Falta
de consentimiento como excepción — Destrucción de la form a —
Pago — Depósito — Compensación — Abono — Excepciones que
resultan de las relaciones fundamentales — Novación — Fraude —
E rro r —
Violencia — Contraorden — Identidad de la persona y
confusión — Muerte —
Incapacidad posterior —
Prescripción —
Tiempo de la prescripción — Principio de ella — Interrupción —
Efectos — Derecho español — Derecho alemán, francés italiano, etc.
Lección 73.a =
Tratado especial de los documentos llamados
cheques — Razón de estudiarlos aquí — Su papel económico —
Doctrina anterior referente a ellos — Definición — Condiciones ju ­
rídicas — Form as del cheque — Efectos — Fiscalización — Otros
documentos bancarios — Derecho español — Derecho francés, etc.
Lección 74.a =
Consideración especial de las Bolsas de comer­
cio — L ugar en que queda tratada la parte general de esta doctrina
— Motivos para especificarla ahora — Form as de la Bolsa — Perso­
nales —
Clases —
Bolsas de efectos públicos —
Operaciones —
Valores — Rentas del Estado — Acciones — Obligaciones — Divi­
sión en cuanto a la form a — Transmisiones — Im puestos — Títulos
al p ortador — Operaciones sobre los efectos públicos — Sus clases
y modos — Formación y ejecución de estos mercados — Agentes
de cambio y corredores en las Bolsas —
Derecho español y ex­
tranjero.
Lección 75.a = De la circulación de los capitales — Relación
económico-jurídica — Oportunidad de este estudio — Circulación
monetaria — Relación a lo tratado en la parte general — Instru­
mentos de circulación — De la circulación fiduciaria — Instrum en­
tos de crédito —
de los bancos en este respecto — Bancos de
comercio — Formas y condiciones de los depósitos — Descuento —
Bancos de emisión y circulación — Relación de la doctrina de esta
lección a la del cambio — Derecho español y extranjero.
UNA FACETA DESCONOCIDA EN LA VIDA DE CLARIN
737
TERCERA P A R T E ESPEC IAL
DEL DERECHO M ERCANTIL M ARITIM O
Lección 76.a =
Introducción particular al estudio del Derecho
mercantil m arítim o — Motivos de esta introducción — Diferencias
de criterio en los autores — ¿Debe estudiarse el Derecho mercantil
m arítim o como una parte especial del Curso? — Razones en que
se apoya la afirm ativa — Razón de método para la negativa —
Nuestro fundam ento para hacer especial este estudio — Concepto
de Derecho mercantil marítimo — Su característica — Relación
física — Relación económica — Relación jurídica — Propiedades
distintivas — Fijeza en el tiempo — Universalidad — El peligro —
El interés económico — E l interés nacional —
Consideración del
comercio m arítim o en relación a las notas esenciales del comercio
— L u gar que ocupa nuestro estudio en el Derecho m arítim o —
Relaciones con el Derecho marítimo internacional — Con el Dere­
cho m arítim o público y administrativo —
División del Derecho
mercantil m arítim o — Su fundamento — Fuentes jurídicas — Es­
paña — Breve reseña histórica — Derecho actual — Código de co­
mercio:
libro 3.° (arts. 583 al 1.000) —
División de materias —
Crítica — Otras fuentes legales — Fuentes complementarias —
Francia — Breve reseña histórica — Derecho actual — Código de
comercio:
libro 2.° (arts. 190 al 436) — Otras fuentes legales —
Complementarias —
Italia — Códice di commercio — Códice per
la m arina mercantile (lib ro 2.°, arts. 472 al 670) — Otras fuentes —
H olanda — W etboek van Koophandel; libro 2.° — Bélgica — Code
de commerce, L. 2.° y ley de agosto de 1879 — Otras leyes — Portu­
gal — Código comercial portugués; 2.a parte (arts. 1.288 al 1.860)
—
Su importancia especial —
Grecia: v¿tj.o; á^xoptxoc
— Turquía— Código de comercio marítimo;
.
libro
14 títulos, 282
2.
arts.
— Egipto (p o r su situación política se considera aquí, aunque geo­
gráficamente está fuera de nuestra m ateria) — Código de comercio
marítimo; 275 arts. — Otras naciones europeas que siguen la legis­
lación mercantil francesa con más o menos variantes — Am érica —
Brasil, Código comercial del Im perio de Brasil — Chile — Colom ­
bia — República Argentina — Méjico — Perú — Paraguay — Haití
y Santo Dom ingo — Alemania — Allgemeines Deutches Handelgesesetzbuch;
libro 5.° (arts. 432 a 911) Von Seehandel (del comer­
cio m artítim o) —
Seemánnsordnung (ley de la gente de m a r) —
Austria-Hungría — Austria — Editto político di navigazione mer­
cantile austríaca — Dalmacia — Libro II del Código de comercio
JOSE-ALEJO RUEDA MARTINEZ
738
italiano — Trieste Istria — Rusia — Sw od Sakonow — T orgow y
oustaw — Finlandia — Código marítimo (246 arts.) — Inglaterra —
Common law — Statute law — Merchant Shipping act (548 arts.) —
Colonias inglesas — Canadá — Estados Unidos de América — Esta­
dos escandinavos — Dinamarca — Dauske lov; libro 4.° — Ley (12)
de mayo de 1871 sobre los hombres de m ar — Proyecto de código
Derecho marítimo — Noruega — Dauske lov — Ley de marzo (24)
de legislación marítima (11 capítulos, 138 arts.) — Suecia — Sueriger Riker — Parte 5¿a; Hadelsbalk — Ley de 23 de febrero de 1864.
Fuentes literarias no legales — Ttratados generales (v. la intro­
ducción) — Derecho Romano: Digesto — Código — De exercitoria
actione — D.L. X X . T. II. 29 — T. IV. 19 — Voet: Commenta ad
Pandecta —
Bas —
Otras leyes romanas — M artí de Eixalá —
Código de comercio concordado y anotado —
Durán y
H uebra —
Sogravo — Valin — Emerigon — Photier — D ufour — Desjardins
— Cresp y Laurin — De Frasquet — De V alroger — Boulay Patti —
Caumont — Beaussant — Courcy — Stracca (in gen.) — Cassaregis
(id .) — R idolfi — Locennio — Silva — I, II, III, V I — Kent — Bi­
bliografía: Goldschmidt — Handbuch, 2.a ed. Catalog der Commerz
— Bibliotek zu H anburg — Engelmann — Bibliotek der Handlungswisenschaft (Biblioteca de la ciencia del com ercio) Bender —
Mittermaier.
Lección 77.a = De las naves — De su naturaleza jurídica — Con­
cepto amplio y sentido estricto — Consiguiente división del asunto
— M ateria principal y accesoria — Ficción jurídica del estado civil
de la nave — Su nacionalidad — Caracteres de ésta — Los esen­
ciales — Los form ales — El derecho de las personas en esta rela­
ción — E l derecho español en esta materia — El Código — Decreto
de 22 de noviembre de 1868 — Francia — Bélgica — Italia — Poi>
tugal — H olanda <— Dinamarca — Suecia — N oruega — Rusia —
Grecia — Turquía — Buenos Aires — Brasil — Chile — Perú —
Uruguay — Paraguay — Méjico — Otros países de América — Ale­
mania, — Austria —
Inglaterra — Estados Unidos — La nave es
cosa
mueble jurídicamente como en su naturaleza y destino —
M ueble sui generis según Vidari — Relación a esta materia de la
doctrina de la prenda y de la hipoteca — Las leyes de Francia, Bél­
gica y'Otras en este punto — Privilegios :— Sus clases.
•- ¡
-n
Lección 78.a = „ M odos de adquirir y transmitir J a propiedad de
la nave — Construcción — El contrato de construcción — Las vi­
cisitudes — Derecho.español — Construcciones en el extranjero —
UNA FACETA DESCONOCIDA EN LA VIDA DE CLARIN
739
Derecho francés — Clases de construcción — Derecho alemán, ita­
liano y otros — La venta — Venta voluntaria — Sus form alidades
— Venta total y parcial — Venta en el extranjero — El capitán en
este respecto — Los acreedores privilegiados — El Derecho espa­
ñol — Su escasa doctrina especial — Derecho francés y sus seme­
jantes — M utación en aduana — Otras form alidades — Derecho
alemán, italiano y otros.
Lección 79.a = Venta forzosa — Su fundamento — Los acreedo­
res en este respecto — De la situación de la nave — V iaje próxim o
— Sus condiciones y excepciones — Relación de esta doctrina al
derecho de procedimiento — Requisitos de la venta — Relaciones
entre acreedores — Derecho español — La venta forzosa y la ju d i­
cial — Condiciones de ésta en nuestro derecho — Privilegio de prelación — Requisitos formales — Derecho extranjero — Razón de
tratar esta materia sumariamente — Consideración especial del De­
recho italiano — Prescripción — Sus términos — España — Otros
países — Apresamiento — Sus clases — El Derecho internacional
mercantil en esta materia — Derecho español y extranjero.
Lección 80.a =
Derecho personal marítimo —
Propietarios —
Coopropietarios — Navieros — Los extranjeros y la propiedad del
navio — Distinciones entre propietario y naviero — Condiciones
del naviero — El naviero y los coopropietarios — Responsabilidad
del propietario en lo hecho por el capitán y p o r el equipaje — Re­
laciones de los coopropietarios entre sí — Origen de la coopropiedad — Sus clases — Sociedad y comunidad —
Su distinción —
Obligaciones de los coopropietarios — M odos de determinarse la
voluntad — Unanim idad y mayoría — La dirección de la propiedad
común — Las utilidades — Su aplicación — Responsabilidad res­
pecto de los terceros — C^ómo se disuelve la com unidad — Derecho
español — Atribuciones y deberes del naviero — Distintos aspectos
de la responsabilidad — Derecho francés y sus semejantes — La
indivisión — El naviero-gerente — El abandono — Derecho ale­
mán, italiano y otros.
Lección 81.a = E l capitán — Noción de lo que sea — Cualidades
que ha de reunir — Condiciones para ser capitán — Carácter ju rí­
dico — E l capitán como mandatario y de qué clase — Funciones
del capitán -— Su responsabilidad — Relación con terceros — El
capitán coopropietario de la nave — Como oficial público — Retri­
bución — Cesación — Por despedida — Clases: tácita y expresa *—
740
JOSE-ALEJO RUEDA' MARTINEZ
Derecho español réspectó’ de esta materia general — Derécho fran­
cés'y süS' semejantes — Derecho alemán, taliano, etc. 1
( . Lección 82.a =
Deberes del capitán antes del viaje — Visitas a
la nave—— Su objeto.,— La elección del equipaje ¿corresponde en
parte al capitán? — Distinciones — Que esta doctrina corresponde
en su generalidad a otro lugar — Deberes del capitán .respecto de
la documentación que ha de tener a bordo — Libros de bordo —
Obligaciones respecto ¿-del cargamento,
En caso de que haya so­
brecargo.
* Derecho español — Su escasa doctrina — Derecho
francés y los .semejantes i—? Alemán, italiano, etc. — Derechos del
capitán antes deL viaje •— Elección del equipaje — Esta facultad
¿es absoluta?-»— Diferentes casos — Cómo se resuelven las disen­
siones de_ los propietarios respecto del equipaje y en qué consiste
el derecho del capitán en esta materia — La mayoría y la minoría
de los coopropietarios en este respecto — El Derecho español —
Su escasa doctrina — Derecho francés — Derecho italiano, alemán
y -otros
i
.
-
Lección 83.a = La partida — Condiciones — Cuándo procede la
dilación del viaje — Doctrina nacional y extranjera — Deberes del
capitán durante el viaje — Si puede adm itir carga p or su cuenta —
La pácotilla — Vigilancia dé la navegación — El capitán y el prác­
tico — Cuándo puede abandonár la nave el capitán en caso de nau­
fragio — Deber de terminar el viaje — Obligaciones del capitán al
llegar al término d e lV ia je — Cuenta de los gastos extraordinarios
— Derecho español — Derecho extranjero — Derechos del capitán
durante el viaje — Medidas extraordinarias de crédito para las
contingencias del viaje — Responsabilidad del capitán — Venta de
lá carga y otras medidas análogas — Derecho de los cargadores —
Venta de la nave — Derechos del naviero en esta materia — Re­
presentación del capitán en juicio — Derecho español —
Crítica
del orden en que trata el Código de comercio esta materia — De­
recho extranjero.
Lección 84.a =
Deberes y derechos del capitán después del via­
je — Cuándo se puede dar por terminado el viaje — Deberes del
capitán respecto del registro de bordo, lá relación del viaje y la
cuenta que ha de dar de él y a quién — Obligaciones respectó de
lá descarga y tiempo de' ella — V alor judicial del diario de bordo
— Derechos del capitán — El Derecho español — Derecho extran­
j e r o , Francia, Italia, Alemania, Inglaterra, etc. — Países de Am é­
rica.
UNA FACETA-DESCONOCIDA EN LA VIDA DE CLARIN
741
' Lección 85." — De los oficiales y equipaje de la nave — Deberes
y derechos del piloto — Relaciones con el capitán y los subordina­
dos — E l contramaestre — Sus funciones — Sucesión en el m ando
de la nave — E l Derecho español en esta materia — El Derecho
extranjero — Los hom bres de mar, el equipaje — Calidad del con­
trato que celebra el equipaje — Derechos y deberes del hom bre de
m ar — Su relación al naviero — Al capitán — A los oficiales —
Derecho español y su crítica — Derecho extranjero, Francia, Italia,
etc.» etc. — Sobrecargos — Intérpretes — Carácter de generalidad
con que se considera en esta lección su materia — División consi­
guiente que constituye el asunto de las sucesivas.
Lección 86.a =
Especificación de las form alidades y condiciones
de la contrata de los hombres de m ar — Deberes del equipaje —
Asistencia a bordo — Obediencia al capitán — Diferentes deberes
según lo estipulado sobre los términos del contrato — Sanción de
los deberes del equipaje — Derechos — Salario —
Participación
en los beneficios — Tiempo del pago — Garantías — Prescripción
— Otros derechos — Revocación del viaje — Sus m odos — Distin­
tos derechos del equipaje en cada caso — Suspensión voluntaria —
Suspensión forzosa —
Derechos del hom bre de m ar cuando hay
accidentes que alteran lá duración del viaje. Consideración gene­
ral — Legislación española — Legislación extranjera.
Lección 87.a =
(Continuación). Retardo del viaje por fuerza ma­
yor — Cuando se prolonga por voluntad del naviero o del capitán
— Cuando el viaje se abrevia voluntariamente — Cuando se abrevia
p or fuerza m ayor — ■ Accidentes personales — Esclavitud — Prisión
fuera y dentro de la nave — Enferm edad — Heridas — Diferentes
casos — Caso de muerte — Diferentes casos — Despedida — Indem ­
nización — Rompimiento de la contrata p or parte del hom bre del
mar. — Derecho español — Derecho francés, italiano, alemán, in­
glés — Derecho de los países de América, etc.
Lección 88.a =
Del contrato de fletamento — Su aspecto econó­
mico — Sus clases — Transportes marítimos — Aspecto jurídico
— Elementos del contrato — La nave — Fletamento total — Par­
cial — Las personas — El fletante — El fletador — El flete — Su
concepto — M odos de determinar su medida — Form as del con­
trato -— Sin o con escritura — La póliza — Su contenido — M edia­
dor — Requisitos accesorios — Derecho español — Derecho francés,
italiano, alemán, inglés, etc.
JOSE-ALEJO RUEDA MARTINEZ
742
Lección 89.a = Deberes y derechos del fletante y del fletador an­
tes del viaje — Respecto de la carga — Deberes especiales del
fletador — E l capitán, su intervención — De la cantidad de la
carga — Diferentes casos — Diferencias según es total o parcial el
fletamento — E l nulo — A quién incumbe el acto de cargar — De­
beres del fletante en este punto — M odos del cargamento — Es­
tadías y sobreestadías — Examen de la póliza — Diferencias del
contrato — Form a y requisitos — Diferencias según las distintas
cláusulas — Impedimentos de la salida — Revocación del viaje —
Derecho español — Derecho francés, italiano, alemán, de los países
de América, etc.
Lección 90.a = Deberes y derechos del fletante y del fletador
durante el viaje — Accidentes relativos a la carga — Derecho del
fletador de descargar durante el viaje — Otras causas de descarga
legítimas — Deberes del fletante en este respecto — Abandono de
las mercaderías durante el viaje — Naufragio, presa, confiscación,
etc. — Salvamento y rescate — Impedimentos para la continuación
del viaje y revocación del mismo. — Distintas causas — Distintas
consecuencias jurídicas — Respectivos derechos y deberes del fle­
tante y del fletador en tales accidentes — La nave inutilizada —
Diferentes casos — Sustitución — Derecho español y extranjero.
Lección 91.a =
Deberes y derechos del fletante, del fletador y
del consignatario después del viaje — De la descarga — Sus con­
diciones — De la relación de ésta al consignatario — Deberes del
capitán — Responsabilidad del fletante en caso de retardo, pérdida
o avería — Pago del flete y otros gastos de transporte — Especifi­
cación de los deberes del destinatario en este respecto — Si puede
abandonar las mercancías en vez de efectuar el pago — Deberes en
esta materia del fletante — Depósito de las m ercaderías — Rela­
ción del tiempo a este tratado — Derecho español — Derecho fran­
cés, alemán, italiano, inglés, etc.
Lección 92.a = Averías — Diversas clases de averías — Su carác­
ter jurídico — Origen de la palabra — Definición — Condiciones
— E l contrato y el cuasi contrato en la avería — Averías generales
o comunes — Enumeración demostrativa de las principales clases
de averías generales y asimiladas a éstas — Averías particulares —
Características de éstas — Enumeración — Averías causadas p or
el choque de las naves — Diferentes casos y distinta responsabili­
dad consiguiente — Derecho español — Derecho francés, italiano,
alemán, etc.
UNA FACETA DESCONOCIDA EN LA VIDA DE CLARIN
743
Lección 93.a = Del repartimiento o contribución en las averías
— Cosas sujetas a la contribución — Cuáles no lo están — Cómo
se regula la contribución — M odos del repartimiento — Los peri­
tos — Sus funciones — M edida del repartimiento — Omologación
(sic.) — Tiempo en que prescribe la acción correspondiente — De­
recho español — Derecho francés, italiano, alemán, inglés, etc. —
Del transporte personal — Diferencias de criterio en las distintas
legislaciones — E l Derecho español en esta materia — El francés —
E l italiano — Otras legislaciones.
Lección 94.a =
Del préstamo a la gruesa o a riesgo m arítim o —
Carácter económico —
Carácter jurídico — Personas que pueden
concluir este contrato —
Sobre qué cosas se puede constituir —
Diferencias en los efectos jurídicos, según el valor del préstam o y
del objeto de la garantía — Consideración especial de los riesgos —
Su naturaleza — Sus accidentes — Relación a la libertad de los
contrayentes —
Diferentes clases de riesgos — L u gar propio de
am pliar esta doctrina — El provecho — Caracteres diferenciales de
este contrato — Derecho español y extranjero.
Lección 95.a == Form a del contrato de préstamo a riesgo maríti­
mo — Condiciones extrínsecas e intrínsecas — La escritura — Sus
requisitos — Clases — Condiciones de publicación — Su objeto —
Contratos concluidos en el extranjero — Relación al tiempo —
Efectos de este contrato — Deberes y derechos de las partes du­
rante el riesgo — Después de pasado el riesgo — En caso de sinies­
tro — Caso de arribada a buen puerto— Derecho español — Derecho
francés, italiano y otros.
Lección 96.a =
►
i
Contrato de seguros marítimos — Carácter eco­
nómico y jurídico de este contrato —
Razón económica de los
seguros marítimos — Definición — Carácter jurídico — De las per­
sonas que pueden hacer asegurar — El capitán en esta relación —
Del fraude en el asegurar p or cuenta ajena — Cosas que se pueden
asegurar — La nave — Los accesorios — La carga — Seguro in
quovis — Póliza — Seguro del flete — Otras clases — Cómo se de­
termina el valor de las cosas aseguradas — Distintos m odos —
Cosas que no se pueden asegurar — Derecho español — Derecho
francés — Derecho italiano, alemán, inglés, etc., etc.
Lección 97.a =
Del riesgo — Concepto en que se trata aquí esta
m ateria ya estudiada en otro respecto — De la validez de las con­
diciones —
Diferentes clases —
Siniestro im posible —
Siniestro
744
JOSE-ALEJO RUEDA MARTINEZ
acaecido — Cláusula de buena o mala nueva — Riesgo de paz o de
guerra — Antes del viaje o durante el viaje — A viaje o a tiempo
determinado — Clases de viaje — De qué riesgos responde el ase­
gurador — Gastos de navegación — Dolo o culpa — Cam bio de
viaje — Cam bio de nave — De capitán —
Daños originados del
dolo, negligencia del capitán o de los hombres de m ar o de los
pasajeros — Cláusula que excluye la avería del riesgo asegurado —
Derecho español — Derecho francés, italiano, alemán, etc.
Lección 98.a = De la prim a del seguro — Registro de clasifica­
ción — Las clases de seguros marítimos en este respecto— Forma
del contrato de seguros marítimos — La póliza — Contenido esen­
cial de la póliza — Fecha — N om bre — Cosa asegurada — Evalua­
ción — Suma — Tiempo y lugar del riesgo — Prim a — Contenido
variable — Legislación española acerca de esta materia — La fran­
cesa — La italiana — La inglesa, etc., etc.
Lección 99.a = Obligación del asegurador — Riesgos — Doctrina
estudiada anteriormente que se aplica a este lugar — Responsabi­
lidad del asegurador respecto a un tercero — Diferente responsa­
bilidad en los cambios de tiempo, dirección, etc. — Del abandono
— Sus casos — Presa — N aufragio — Responsabilidad en estas
clases de siniestros — Abandono del flete — Los accesorios — In­
divisibilidad en el abandono — Efectos — Pago de la indemnización
— Términos del abandono — Sus formas — Obligación del asegu­
rado — Pruebas que ha de presentar el asegurado — Cláusula que
le libra de la prueba — De las averías en este respecto — Límites
de las obligaciones del asegurador — Prescripción — Obligaciones
del asegurado en el contrato de seguros marítimos — Respecto de
la prim a — Respecto de los riesgos — Derecho español — Derecho
extranjero.
Lección 100.a =
Consideración especial de las causas de nulidad
del seguro — Rescisión — Clases de nulidad — M odos de rescisión
—
Prescripción —
Sus condiciones y términos — De la hipoteca
marítima — Su carácter particular — Su materia — Legislación
española sobre los privilegios en este respecto — Legislación fran­
cesa, belga, italiana, etc.
UNA FACETA DESCONOCIDA EN LA VIDA DE CLARIN
745
C U A R T A P A R T E E S P E C IA L
DE LA S Q U IEBR A S Y DE LA BANCARROTA
Lección 101.a = Carácter jurídico y económico de la quiebra —
Diferencias entre la quiebra — Reseña histórica de la quiebra en
su relación jurídica — Declaración de la quiebra y sus efectos —
Condiciones necesarias para que haya quiebra — Cualidad de ser
comerciante — Cesación de pagos — Juicio declarativo — En qué
relación podem os tratar nosotros de la materia que p or su esencia
corresponde al procedimiento mercantil — Derecho español — De­
recho francés y otros.
Lección 102.a = De las diferentes especies de quiebra — Suspen­
sión de pagos — Insolvencia fortuita — Insolvencia culpable —
Insolvencia fraudulenta — Alzamiento —
de esta materia —
Derecho español acerca
Derecho francés — Derecho italiano, alemán,
etc., etc.
Lección 103.a =
Efectos de la declaración de la quiebra — Efec­
tos relativos a la persona del quebrado — Efectos relativos a sus
bienes — M edidas preventivas — Relación del deudor a los derechos
reales y de obligación — Relación con los acreedores — Relación
a un tercero — Efectos respecto a los intereses de los acreedores —
Efectos sobre los actos anteriores y posteriores — Otros efectos —
Derecho español — Derecho francés, etc.
Lección 104.a =
M edidas para la conservación de los derechos
de los acreedores — Formalidades para la seguridad de los bienes
—
Nom bram iento de Comisario de la quiebra —
Respecto de la
persona del quebrado — Nom bram iento de los síndicos — Otras
m edidas — Derecho español — Derecho francés, etc.
Lección 105.a =
de la quiebra —
De la administración y realización de los bienes
Los acreedores —
El depositario — Requisitos
para la Junta — Form a de ésta — Los síndicos en este respecto —
Exposición de sus demás obligaciones y facultades — Deberes de
los síndicos respecto de los acreedores — Respecto de los bienes
del quebrado — Derecho español — Derecho francés, italiano, etc.
Lección 106.a = Nom bram iento de síndicos definitivos o ratifi­
cación — Funciones de los síndicos definitivos — De la verificación
de los créditos — Presentación de los títulos —
Dem ora de los
acreedores — Términos para la presentación — Procedimiento pa­
JOSE-ALEJO RUEDA MARTINEZ
746
ra la verificación de los títulos — Derecho español — Derecho fran­
cés, italiano, etc.
Lección 107.a = Convocatoria de la Junta de Acreedores — Del
convenio o concordato — Voto sobre el concordato — Impedim en­
tos — Efectos — Hipoteca sobre los inmuebles del quebrado —
Reintegración del quebrado en la administración de sus bienes —
Anulación y resolución del convenio — Derecho español — Derecho
francés, italiano, etc.
Lección 108.a =
Caso de concurso de acreedores sin convenio —
Liquidación — Sus causas jurídicas — De los síndicos en esta si­
tuación de la quiebra — Cómo se realiza el haber de la quiebra —
Venta de mercancías y muebles del quebrado — Venta de inmue­
bles —
Recursos del quebrado en este respecto — Reparto entre
acreedores — Rendimiento de cuentas — Disolución del concurso
— De la cesión de bienes — Derecho español — Derecho francés, etc.
Lección 109.a =
De las diferentes clases de acreedores y de sus
derechos especiales en caso de quiebra — Diferencia de clasifica­
ciones — De los coobligados y de los fiadores — De los acreedores
p or cuenta corriente — Acreedores hipotecarios — Acreedores pri­
vilegiados — Clases — Orden de preferencia o prelación — Distin­
ción entre muebles e inmuebles — El derecho de bienes fam iliar
en este respecto — Derecho español — Clasificación de los acreedo­
res, orden de prelación — Derecho francés, etc.
Lección 110.a =
De la reivindicación — Reivindicación en mate­
ria mercantil — Reivindicación de los objetos depositados — Rei­
vindicación de los efectos de circulación. — Reivindicación de las
mercancías depositadas —
Reivindicación del precio de venta —
Reivindicación del vendedor de muebles — De la m ujer del que­
brado — Derecho español — Derecho francés, etc.
Lección 111.a = Bancarrota — Concepto — Bancarrota simple —
Causas de la bancarrota obligatoria — Causas de bancarrota po­
testativa — Gastos o listas — De la bancarrota fraudulenta — De
los delitos cometidos en la quiebra por quien no es el quebrado —
De la administración de los bienes en caso de bancarrota — Dere­
cho español — Derecho francés, etc. — La rehabilitación — Sus
condiciones — Competencia para la rehabilitación — Por qué ter­
mina aquí el curso de Derecho mercantil.
Fin del programa
Oviedo, 5 de Febrero de 1885
IN STITU TO DE ESTUDIOS ASTURIANOS
PRESIDENTE :
I
ltm o
.
Sr. D. M
anuel
Fernandez
de
la
Cera
DIRECTOR:
D. J e s ú s E v a r i s t o C a s a r i e g o
SECRETARIO EN FUNCIONES:
D. E f r e n G a r c í a F e r n a n d e z
DIRECTOR DEL BOLETIN EN FUNCIONES:
D. M
anuel
F ernand ez A vello
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