I. La Gobernabilidad Democrática El fin de la Guerra Fría significó un nuevo orden mundial y una sola superpotencia en el mapa, Estados Unidos con una ideología tenaz e inmutable de un proyecto económico de mercado libre y en el ámbito político, como prioridad dominante un sistema democrático, que con salvaguardia de sus intereses, aprovecha y a la vez impulsa un proceso de globalización de dinámico aceleramiento institucional, comercial, tecnológico y de medios de comunicación para contagiar dicha tendencia al mundo. En este contexto, la democracia representa una característica fundamental de los países desarrollados y significa una cualidad en los métodos y prácticas de los sujetos que participan en el sistema, es decir, define como se va a gobernar un país y determina el éxito del mismo, ejecutando políticas y medidas económicas tanto al exterior como al interior que le den armas para el desafiar a la pobreza y el subdesarrollo. En México, el cambio, en primer lugar, económico con la apertura comercial y privatización del sexenio salinista y, en segundo lugar el político a partir de la ruptura de la clase política subordinada al partido y que culminaba el trance hacia la transición gradual federal de forma centrípeta (Aguilar Camín, 2000; 48). Había una estabilidad política después de la crisis de 1994 lo que abrió el camino para la alternancia en el poder del 2000. Héctor Aguilar Camín establece como rasgos de la época anterior a la intervención del Estado, la desigualdad, ilegalidad consentida, inseguridad y violencia, endemia fiscal y omisión demográfica dirigida por el partido en el poder, el PRI; esto ocasionó la inestabilidad y vulnerabilidad de dicho partido, este sistema de partido hegemónico fue determinante para que se iniciara el proceso de transición a la democracia. Como consecuencia, el México actual, más en teoría que en la práctica, cuenta con instituciones electorales fuertes, elecciones libres y transparentes, pero 8 también es asociado a un muy poco consenso entre la élite política. Siguiendo el ejemplo de Chile y Brasil, México se perfila como uno de los principales países de América Latina que buscan garantizar la gobernabilidad, lo que significa que hay una inclinación hacia la búsqueda y mantenimiento de un gobierno eficiente y responsable. No es una tarea fácil, pero mediante el implemento de las medidas pertinentes, como una transformación de las raíces sociopolíticas y económicas de las estructuras, objetivos y acciones de gobierno, México podrá alcanzar los altos niveles de gobernabilidad y desarrollo propuestos en su agenda de “proyecto democrático”. La globalización significa, "la multiplicación de actores y complejización de la relación entre éstos, una densa y penetrante red de relaciones económicas, sociales, políticas y militares que estructura el poder a nivel internacional, sin que signifique una situación anárquica y de caos en el sistema" (Jácome, 2004; 93), que trae consigo una determinada y continua comparación entre los mismos. México, empujado por las tendencias de la “tercera ola democratizadora” acepta un compromiso por lograr un entorno democrático que proyecte completo desarrollo, tanto económico, como político y social. México no es la excepción del argumento de Larry Diamond (2003; 8), que asegura que en la mayoría de los casos, el choque del desarrollo económico, la actividad económica en aumento en una sociedad y las observaciones, atención y presiones internacionales que esto conlleva, con la estructura sociocultural de la sociedad, genera fuertes presiones para la democratización. 9 1.1- Definiendo Gobernabilidad: Este capítulo, pretende definir un enfoque general sobre el término de gobernabilidad, así como las vertientes socioeconómicas y políticas que lo rodean como centro de estudio, pues ya bien establecido se puede complementar conceptualmente adicionando la cualidad democrática, y con esto proyectarlos hacia los factores implicados en la gobernabilidad democrática práctica de un país, en este caso México; el rol de la sociedad civil, las instituciones, transparencia, corrupción, y reformas: Hay gobernabilidad cuando existe un entorno, con condiciones y capacidades necesarias en el gobierno de una institución para tomar las mejores decisiones, -decisiones eficientes- que incrementen la calidad de vida de los que intervienen en el mismo. Se tienen en cuenta a los actores que participan en esas decisiones y se establece un equilibrio entre todos. Cuando no existen estas condiciones y capacidades, se da la ingobernabilidad (Escotto, 2006; 2). Entonces, la gobernabilidad implica una circunstancia, que de acuerdo a las particularidades sociopolíticas y económicas del sistema se define en forma y acciones para tomar las decisiones que más le convienen para mejorar la vida de todas las figuras que intervengan en este escenario específico. Un enfoque general, si bien logra aterrizar interrogantes y límites, no define el concepto para su análisis. La enunciación anterior, establece los términos de estudio: condiciones capacidades, decisiones y eficiencia dentro del gobierno de una institución. Arandia (2005; 92) considera, …eficiencia y legitimidad como los factores determinantes que hacen a un concepto más amplio y complejo relacionado con “calidad de la democracia” y ya que es una terminología muy usada y poco comprendida, vale la pena el esfuerzo por intentar un acercamiento sistemático a su significación. A continuación se examinará los beneficios del análisis de varios académicos con el fin de aterrizar el concepto de gobernabilidad para después sintetizarlo dentro de las expresiones del caso mexicano y sus reformas. La definición de la Gobernabilidad es cambiante de acuerdo a su disposición y 10 área de análisis. Dependiendo de los preámbulos geopolíticos y económicos del país que se va a estudiar, cambian las necesidades y objetivos de la definición de la gobernabilidad. En otras palabras, los niveles y manifestaciones de gobernabilidad de la Unión Europea serán diferentes que las de México, Argentina o Venezuela; y por lo tanto es un término que sobrelleva vasta controversia a la hora de su análisis; Dilla (2002; 55), en este contexto, otorga una definición minimalista de la gobernabilidad: …la relación del poder entre gobernado y los gobernantes, que en las condiciones más óptimas garantizan una jornada de gobierno acorde a normas y procedimientos formalmente establecidos… Conceptualmente la complejidad de la gobernabilidad implica un reto para su comprensión y aplicación a la realidad particular de cada Estado. La importancia de templar la percepción del concepto de gobernabilidad reside en la proyección que más tarde tendrá, cuando sea aplicada a un contexto socio-político específico delimitado por sus normas, procedimientos, costumbres y líderes políticos. 1.1.1- Gobernanza vs. Gobernabilidad: En primera instancia, la mayoría de los autores coinciden en el problema que los contrastes conceptuales y las diferentes nociones afectan el análisis y definición de un concepto, dependiendo de las situaciones que rodean a los estudiosos, como sus intereses académicos, región de estudio, escuela teórica, inclinaciones políticas e idiomas. El aprieto idiomático será analizado a través de la perspectiva de Cruz (2001; 3), que explica el vínculo que, como conceptos y como enfoques para el estudio de fenómenos político-sociales, existe entre la gobernabilidad (governability) y la governance democráticas. El autor hace un estudio comparativo de los significados y contextos que se le otorgan a cada término en inglés y castellano para poder hacer una disertación más atinada cuando se aplica la expresión en el estudio político; como 11 primera impresión se constituye que si bien governability es traducida como gobernabilidad acogiendo una tendencia instrumental que apunta exclusivamente a la capacidad gubernamental de gestión administrativa y política y dirección colectiva; mientras que governance es traducido como gobernanza, que representa un criterio más amplio y preponderantemente normativo o con relación al medio ambiente o al comercio exterior, por ejemplo; y se refiere a valores e instituciones, así como al sistema de actores en el que se desarrolla la acción de gobierno, considerando a éste como uno más entre una pluralidad de actores (Arandia, 2005; 92). Continuando en la misma línea, la perspectiva de Cruz (2001; 4) señala que la Gobernabilidad y governance son conceptos distintos. Aunque vinculados en su raíz etimológica, en cuanto a su uso y aplicación describen a fenómenos sociopolíticos y objetos de estudio diferentes. Governance (traducido como gobernanza), según Cruz, se ha reactivado en los últimos años, y que incluso la Real Academia Española, en Decisión del Pleno del 21 de diciembre de 2000, ha decidido introducir una nueva definición en su Diccionario: «Arte o manera de gobernar que se propone como objetivo el logro de un desarrollo económico, social e institucional duradero, promoviendo un sano equilibrio entre el Estado, la sociedad civil y el mercado de la economía»” (véase N. del T. en Pasqua y Rey, 2001)1, no obstante, remarca el mero carácter normativo ya mencionado anteriormente. En otras palabras, los actores políticos estratégicos claman por lograr la gobernabilidad y por mejorar la governance; el primer término se refiere a la capacidad y es un atributo que tiene el sistema, y el segundo describe los patrones, estructuras y métodos. En suma, Sosa hace una breve reflexión sobre las diferencias entre Gobernabilidad y Gobernanza, el segundo, traducido del inglés, es: …neologismo del dominio de la economía política y se emplea para designar el siguiente concepto: condiciones financieras, sociales y 1 Cruz es quien cita la definición y quien sugiere que sea revisado aquel documento, el cual no forma parte de la bibliografía de este trabajo de investigación. 12 administrativas necesarias para instrumentar y aplicar las decisiones políticas adoptadas y poder ejercer la autoridad"; Pese a la segregación de estas expresiones, por analogía, además, al término "gobernabilidad" que se usa desde hace ya tiempo para designar "las condiciones políticas para intermediar intereses y el apoyo político para gobernar (Sosa, 2000; 2). En muchos casos, ambos términos que evidentemente se encuentran intrínsecamente conectados, son traducidos y contextualizados bajo el mismo sentido. En la interacción conceptual, dependiendo de cada caso de estudio puede entenderse como afines. Por la parte de la ciencia política, el término gobernanza –governance– se aviva en los años ochenta y noventa del siglo XX, tanto en los estudios locales como en el ámbito internacional y europeo. Sin embargo, así como en la esfera nacional los estudios fueron originariamente pocos y han tenido un carácter más bien teórico, en el ámbito internacional la reproducción de trabajos ha aumentado y la orientación ha sido más bien práctica, en este último conjunto de trabajos, hay una enorme producción de estudios y recomendaciones realizada por las Naciones Unidas y su programa de desarrollo (PNUD), el Banco Mundial y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), entre otras organizaciones internacionales. Bar Cerdón (2002; 3) argumenta que el objetivo de estas investigaciones fue y es principalmente proporcionar modelos de acción y gestión pública para los países en vías de desarrollo, destinados a producir un gobierno eficaz, democrático, y un desarrollo equilibrado y sostenible; como consecuencia, este concepto ha sido equilibrado con el adjetivo de buena: “buena gobernanza” (good governance), con el propósito de remarcar la implicación normativa de la teoría y distinguir al conjunto de instituciones y prácticas propuestos por y para los países en desarrollo: De acuerdo con este concepto, la buena gobernanza se determinaría no sólo por el ejercicio comprensivo –a todos los niveles y en los ámbitos político, administrativo, económico y social – de la acción de gobierno, entendida como la gestión del complejo de instituciones, mecanismos, procesos y relaciones a través de los cuales los grupos y ciudadanos articulan sus intereses e interactúan entre sí y con las instituciones de 13 gobierno, sino también por la realización en la misma de principios tales como los de participación, transparencia, responsabilidad, imperio de la ley, respeto de los derechos fundamentales, eficacia, equidad, consenso, planificación estratégica, etc. (Bar Cendón, 2002; 3). Como consecuencia inmediata de la definición otorgada por este autor, surge la importancia en la enunciación de la toma de decisiones acertadas y el desempeño competente dentro del sistema a través de la ejecución de políticas pertinentes. 1.1.2- Gobernabilidad real: La gobernabilidad, según Vargas Hernández (2005; 7), se refiere a la facultad del pueblo para gobernarse a sí mismo, por y a través de su propia gente, incluyendo el gobierno electo. Virtud que canaliza los esfuerzos de la sociedad como un todo mediante procesos de formulación y ejecución de políticas, toma de decisiones, elección de alternativas y acatamiento de responsabilidades compartidas por los resultados; como en el caso del México actual, este autor afirma que las elecciones de los agentes y su posible comportamiento son inciertos. Así bien, según el autor es la calidad de esa gobernabilidad en una sociedad la que determina el incremento de los indicadores de la calidad del desarrollo humano, económico, social, político y cultural de los pueblos. La gobernabilidad yace en la capacidad de resolver problemas sociales urgentes que continuamente requieren de centralización y concentración de poder político, por ejemplo, protección del hombre contra el hombre (el problema del orden social, criminalidad, guerra civil y conflictos bélicos) ó la protección del hombre contra la naturaleza (el problema de la supervivencia material y económica y el del medio ambiente), en la misma línea el proceso de modernización conlleva una variedad de esferas semi-autónomas, que independientemente de las demás, da soluciones a los diferentes problemas. Esto significa una separación entre lo público y lo privado, las esferas políticas, sociales y económicas han desarrollado sus propias instituciones, lo 14 que definiría a la governance (Van Kersbergen y Van Waarden: 2004: 156). La noción de gobernabilidad comprende en una misma expresión tanto las capacidades administrativas como los medios existentes en el sistema político en el que el propio gobierno desarrolla sus gestiones (Arandia, 2005; 93). En este perfil, el Banco Mundial presenta un intenso esfuerzo por lograr una clara aproximación del concepto y, la aplicación de la gobernabilidad en la vida práctica y académica; Kufmann (2005; 2) elaboran un atinado análisis que, con el soporte de dicha institución, pronuncian a la gobernabilidad como: El conjunto de tradiciones e instituciones que determinan como se ejerce la autoridad de un país en pos del bien común, quedan comprendidas en esta definición el proceso de elección, supervisión y reemplazo de quienes ejercen esa autoridad, a lo que se refieren como dimensión política, - la capacidad del gobierno para gestionar eficazmente los recursos y poner en práctica políticas acertadas, denominada por los autores como dimensión económica y la dimensión del respeto institucional expresada en el respeto de los ciudadanos y del Estado pro las instituciones del país. Continuando con el trayecto de las perspectivas de organizaciones mundiales, Naciones Unidas precisa que la gobernabilidad es parte fundamental del desarrollo humano y demanda la capacidad de aplicar los principios y las prácticas de la democracia y el respeto de los derechos humanos (PNUD, 2001; 6). Arandia (2005; 93) establece que expertos analistas que cooperan con esta institución corroboran que “la gobernabilidad no sólo se refiere tanto a los atributos de un régimen específico [democrático] en cuanto a las capacidades de una sociedad para enfrentar sus retos y oportunidades. Una estrategia de gobernabilidad [democrática] implica construcción de capacidades propias para fortalecer la interrelación entre el sistema institucional existente, las habilidades de los actores políticos, económicos y sociales, y la cantidad y calidad de liderazgo transformacional existentes”. Dror (1997; 3), uno de los especialistas mencionados, explica que en términos de capacidad, "los gobiernos pueden desarrollar y supervisar la implantación de políticas globales sobre asuntos vitales que 15 configurarán el futuro", hace referencia a América Latina, con medidas como: la seguridad interna; los proyectos de infraestructura de gran escala; las políticas macroeconómicas; la expansión de los mercados a la vez que su regulación, incluyendo el empleo y las políticas industriales; la redistribución de la riqueza; la educación; la integración multiestatal y la reestructuración del poder constitucional, entre otros. Alcántara (1995; 4) defiende que la gobernabilidad se origina de “aquella situación en que concurren un conjunto de condiciones favorables para la acción de gobierno que se sitúan en su entorno o que son intrínsecas a éste”. Más adelante profundiza enunciando que la gobernabilidad ha de centrarse también en “la capacidad y el deseo" de todos los grupos políticamente importantes para comprometerse con algún tipo de arreglo institucional que sirviese para dirimir sus diferencias”. Primero, aceptando los compromisos institucionales [democráticos] que significan un gran peso para los grupos de masas políticamente relevantes (partidos políticos) por parte de aquellos otros de carácter más elitista (Iniciativa Privada, Militares, Iglesia); en segundo lugar, aceptando los arreglos que permitan la representación efectiva de estos últimos grupos por parte de la clase política elegida; finalmente mediante la creación y mantenimiento de mayorías que funcionen basadas en criterios partidistas como consecuencia de decisiones tomadas por la clase política. Así que como consecuencia “la gobernabilidad es el resultado de negociaciones y arreglos institucionales que requieren la existencia de instituciones capaces de procesar dichos acuerdos entre los diferentes agentes económicos y los actores políticos” (Vargas, 2002; 5). Las instituciones han de desarrollar capacidades para "gobernar" las conductas de los diferentes actores socio-económicos, los cuales reconocen los arreglos institucionales en los que operan. Asimismo, las instituciones deben fortalecer y nutrirse de los valores sociales, como la democracia y la participación ciudadana hasta alcanzar altos niveles de virtudes cívicas. 16 Ante una realidad sumamente cambiante, en el aspecto político y económico se requiere de un profundo compromiso por parte de los agentes activos en el sistema, es por eso que la gobernabilidad debe imprimir un sello de cordura y de racionalidad, en definitiva de sentido común político, para llevar a cabo un buen gobierno. Junto con esta idea, la propiedad de la gobernabilidad en el sufijo ilidad (capacidad) que se relaciona con la “cualidad de gobernable” (Ordóñez Solís, 2000; 20). En este sentido Arbós y Giner (1993; 13) definen, …la gobernabilidad como la cualidad propia de una comunidad política según la cual sus instituciones de gobierno actúan eficazmente dentro de su espacio de un modo considerado legítimo por la ciudadanía, permitiendo así el libre ejercicio de la voluntad política del poder ejecutivo mediante la obediencia cívica del pueblo. Coppedge (1994; 1) establece que la gobernabilidad es comprendida a través de la relación de intereses organizados con control suficiente de algún recurso del poder (medios de producción, de asociación masiva, cargos públicos, de la fuerza armada, de la autoridad moral, o de las ideas y la información) para afectar el orden público o el desarrollo económico y este efecto es relevante para el desarrollo de la sociedad. la gobernabilidad se refiere al grado en el cual las relaciones entre los actores estratégicos advierten acuerdos que son estables y recíprocos, algunos se formalizan bajo leyes como las constituciones, códigos laborales etc., otros son informales, como las coaliciones, pactos entre partidos o la tendencia de los políticos a recurrir a consultoría por parte de la iniciativa privada; así bien cuando estas relaciones son comprendidas entendidas y consistentes el potencial de violencia es minimizado, los conflictos son más fáciles de resolver pacíficamente, los actores tienden a jugar bajo las reglas del juego y las interacciones sirven para construir confianza, concisamente, hay gobernabilidad. 17 1.1.3- Ajuste del concepto de Gobernabilidad: Haciendo una relación analítica de lo establecido anteriormente en el fin de dejar claro la concepción y proyección de gobernabilidad, hasta ahora se ha logrado un razonamiento cuantitativo del concepto de gobernabilidad; primero una disociación terminológica, donde Gobernanza con un valor normativo, fija las reglas del juego y las formas de vínculo e interacción de los actores, valores e instituciones existentes en un sistema político determinado, y gobernabilidad en una línea instrumental, que sugiere específicamente las capacidades del gobierno para funcionar adecuadamente, es decir, su capacidad para gobernar en el marco del sistema (Arandia, 2005; 93). La gobernabilidad debe ser vista como un "instrumento adecuado para lograr un mejor y más eficaz reparto de los poderes entre las instituciones y las autoridades" (Ordóñez Solís, 2000; 20). Posteriormente, se hace una recopilación de apreciaciones de diferentes expertos que amplían el panorama aportando varios elementos definitorios para la aplicación teórica y práctica de la gobernabilidad en las diferentes realidades contemporáneas. De acuerdo con todos los analistas del concepto que se han estudiado, la gobernabilidad comprende de una aptitud o conjunto de condiciones que posibilitan para la realización de algo, es decir, la virtud o facilidad, en este caso, para ser gobernado. Cualidad que implica además, la construcción de estas capacidades y se presenta como una condición, no como un fin es sí misma; se contempla como predicado del régimen político y no como atributo del desarrollo, es sinónimo de estabilidad política (Prats, 2001; 131). Una vez delimitada la acción inserta en este criterio, se fijan de quien o en quien se manifiesta ésta condición: el pueblo. Profundizando, se puede definir a los soberanos de la gobernabilidad, como aquellos agentes que ejercen y gozan de condiciones 18 sociales con altos niveles de gobernabilidad; es decir, en términos del conjunto de agentes con intereses políticos y económicos (sería en el caso de una integración económica como la Unión Europea y no en el caso de América Latina), y que consta de actores y grupos políticos de importancia como los militares y policía, la burocracia permanente y el Gobierno, que dan dirección al Estado (son los actores políticos) y por otro lado, la Iglesia, sector privado, uniones laborales, medios de comunicación y prensa, opinión pública, organizaciones no gubernamentales, movimientos sociales, sociedad civil, incluso guerrillas y terrorismo (conforman a los actores sociales), y por último, los partidos políticos en las contiendas electorales, previendo al gobierno y representando a la sociedad civil en la legislatura (Coppedge, 1994; 2). El pueblo en un contexto de conjunto absoluto, donde Sartori (2003; 45) cuestiona “al poder popular ¿sobre quién? La democracia implica el poder del pueblo sobre sí mismo, pero dice el autor que lo que cuenta, es más que la “ida” es el “regreso” del poder. Si este trayecto no es vigilado, si en el proceso de transmisión del poder los controlados se sustraen del control de los controladores, el gobierno sobre el pueblo corre el riesgo de no tener ninguna relación con el gobierno del pueblo”. La gobernabilidad es manifiesta cuando el pueblo en un sentido integral, palpe el regreso del poder, mediante el funcionamiento eficaz de las instituciones del gobierno y el consecuente accionar de políticas públicas, donde el pueblo vea funcionar sus impuestos, por ejemplo. Otro factor de suma importancia que va aunado a este sistema político, es una inclinación e instinto democráticos, que convergen en la acción antes descrita de gobernarse por sí mismos, administrar y tutelar el comportamiento de la sociedad. En otras palabras, la aplicación de gestiones, interpretadas como la realización de las acciones pertinentes para conseguir el logro de un asunto o de una aspiración, de los recursos disponibles para la entidad en cuestión. No sólo se requiere competencia en cuanto a la toma de decisiones, 19 sino a la hora de llevar a cabo las políticas. El equilibrio y madurez en cuanto a la toma de decisión de un sistema es apreciado cuando está estructurado socio-políticamente de modo que todos los actores estratégicos se interrelacionan para tomar decisiones colectivas y resolver sus conflictos conforme a un sistema de reglas y de procedimientos formales o informales. Estos procedimientos incluyen acuerdo y conflicto, siempre y cuando la solución de los problemas pueda ser llevada a cabo dentro de las reglas, procedimientos y fórmulas específicas del sistema (Prats, 2001; 104). Ahora bien, generalmente la connotación de gobernabilidad es en sentido positivo, si bien incluye el conflicto, es asemejado más bien a la solución de este. La gobernabilidad es en gran parte una construcción de y para los procesos de democratización, sin ánimo de generalizar Prats (2001; 108) hace esta afirmación para el contexto de Latinoamérica. El proceso de transición a la democracia es correspondiente al auge por alcanzar la gobernabilidad. Camou (2001; 37) sitúa la siguiente enunciación: Si la democracia es una “forma de gobierno”, entonces la gobernabilidad, es una propiedad o cualidad que nos indica el “grado de gobierno” que ejerce una sociedad; graduación que abarca el nivel de equilibrio dinámico entre demandas sociales y capacidad de respuesta gubernamental. La naturaleza democrática de la gobernabilidad es un factor fundamental para su definición. Los principios y prácticas democráticas, así como el respeto a los Derechos Humanos, forman parte esencial en el razonamiento de la gobernabilidad, ya que si bien el rasgo práctico y crudo de la vida política, la lucha por el poder y las realidades de la aventura de gobernar perfilan la definición hacia algo más efectivo, el fondo ideal figura hacia los objetivos de la democracia. Navarro (2004; 5), aclara esta idea mediante el siguiente análisis de la relación de la democracia y la gobernabilidad: 20 …la primera, requiere una representación de grupos en proporción al número de personas que los apoyan. En contraposición, la segunda demanda una representación efectiva de los grupos en proporción a su poder. Es, por tanto, una tensión derivada de la lógica de la representación. Cualquier fórmula que busque la sobre representación de grupos distorsiona la igualdad política. A pesar de ello, sería casi imposible encontrar un ejemplo de democracia exitosa que no haya incorporado este tipo de distorsiones para garantizar la gobernabilidad. . Prats (2001; 117) citando a Kooiman2, da un panorama de la gobernabilidad, que la describe como: …la cualidad conjunta de un sistema sociopolítico para gobernarse a sí mismo en el contexto de otros sistemas más amplios de los que forma parte. Esta cualidad depende del ajuste efectivo y legítimo entre las necesidades y las capacidades de gobernación… en las sociedades interdependientes contemporáneas, las necesidades y capacidades deben verse también como interdependientes y por tanto a la vez como políticas y sociales, públicas y privadas, referentes al Estado y a la sociedad… sin un ajuste efectivo y legítimo entre las necesidades y las capacidades no puede existir gobernabilidad, ajuste que depende de los actores y estructuras de gobernación. Las necesidades y las capacidades se construyen socialmente y el resultado final depende de la estructura institucional o fábrica social y de los actores. La estructura social enfrenta desafíos para construir libertades políticas, una realidad más firme, fortalecer sus instituciones del estado de derecho, eliminar las discriminaciones de todo tipo que fragmentan y polarizan a las sociedades, y así, lograr avanzar hacia el desarrollo humano sostenible. Teniendo siempre presente el valor fundamental al que la democracia sirve: la convicción moral compartida de que ninguna vida humana vale más que ninguna otra y que por ello toda/os tenemos un derecho igual a la participación política (Prats, 2004; 1). Ésta implicación democrática será lo que inaugure el recorrido al propósito de la sociedad, resolución de problemas, enfrentar retos y aprovechar oportunidades para poder manifestar como serán ejercidas estas capacidades por el camino de reglas, procedimientos y fórmulas para satisfacer las necesidades de la sociedad; siempre con el afán de lograr el desarrollo y la estabilidad. 2 Prats cita a Kooiman para dar un panorama más atinado, sin embargo, el trabajo de investigación presente no la incluye en sus fuentes bibliográficas. 21 Entonces, si buscamos una definición general de gobernabilidad, donde cada una de sus partes conceptuales pueda ser aplicada de manera general, entendida como el ejercicio de facultades políticas, económicas y administrativas en la gestión de los asuntos de un país en todos los planos. "La gobernabilidad es un concepto neutral que abarca los complejos mecanismos, procesos, relaciones e instituciones por conducto de los cuales los ciudadanos y grupos expresan su interés y ejercen sus derechos y obligaciones y median sus diferencias" (PNUD, 1997; 39). Sobre la connotación democrática Altman (2002; 15); explica: Etimológicamente gobernabilidad se refiere a la habilidad de gobernar. Y si entendemos a los gobiernos como redes de instituciones políticas, entonces gobernabilidad sería la capacidad de procesar y aplicar institucionalmente decisiones políticas. Entendiendo así a la gobernabilidad, ésta no sería más que una de las capacidades de cualquier tipo de régimen político, pudiendo ser éste democrático o no. La gobernabilidad democrática será definida entonces como la capacidad de procesar y aplicar institucionalmente decisiones políticas sin violentar el marco del derecho y en un contexto de legitimidad democrática. Al mismo tiempo la gobernabilidad es un continuo, en otras palabras existen distintos grados de gobernabilidad. Tomando en cuenta la visión global que aporta esta definición y también, que la gobernabilidad es un concepto que envuelve potencial para la realización de un fin, no se puede descuidar ninguno de los elementos que las diferentes perspectivas han aportado a este análisis. De acuerdo al objetivo de estudio en esta investigación, se comprende a la gobernabilidad como la cualidad, entendida como la capacidad (conocimientos prácticos y recursos necesarios para realizar una función) y deseo legítimos de una comunidad política con ideales específicos (democráticos, en este caso), constatada por actores y grupos políticos importantes; facultad de gobernarse a sí mismo, a través de su propia gente expresada en instituciones. Es decir, administrarse mediante el gestionamiento eficaz de sus recursos y asuntos en todos los planos poniendo en práctica las políticas adecuadas (reglas, procedimientos y fórmulas 22 interdependientes), la gobernabilidad democrática deriva de la aplicación de los principios y prácticas democráticas y respeto a los derechos humanos con el fin de expresar sus intereses, resolver conflictos y problemas, enfrentar retos, aprovechar oportunidades y ejercer sus derechos y obligaciones para determinar como se ejerce la autoridad en pos del bien común y así configurar su desarrollo y futuro. 1.1.4- Gobernabilidad por segmentos: Una acción define cuál es el propósito de realizar una función que requiera conocimiento técnico y teóricos; en otras palabras, la acción ocasiona una reacción y se manifiesta en resultados. Así, esta percepción que se puede adaptar a la de la gobernabilidad aporta varios elementos: Primero, la capacidad de gobernarse es el verbo de la definición y es lo que origina la cuestión de, ¿Qué es lo que se realizará? Continuando en esta línea, la definición toma coherencia cuando cada uno de sus elementos se va relacionando y van siendo consecuentes; después, hay una condición o calificativo de dicha acción, para la gobernabilidad es el asunto de legitimidad y eficacia, delimitando un marco de credibilidad, compromiso y voluntad política. El sustantivo en quien recae la acción, es decir, ¿Quién ejecuta la acción? Sería para todos los actores y grupos políticos de importancia expuestos en las instituciones, reflejados en sociedad civil bien organizada, partidos políticos, poderes judiciales, legislativos y ejecutivos comprometidos y honestos, iniciativa privada, sector público en todos los demás niveles, etc. El adverbio que complementa a la acción, precisa y amplia, modifica o matiza el significado de un verbo serían los ideales democráticos que implica la gobernabilidad. Para que el sujeto pueda realizarse debe hacerlo por medio de reglas, procedimientos y fórmulas (gestionamiento y administración) que le servirán como conducto o conjunción para 23 lograr su fin, el cual recae en la negociación para lograr la solución de problemas, aprovechamiento de oportunidades y enfrentamiento de retos. Y la realización o consecuencia de la acción, es el ejercicio de derechos y obligaciones para lograr la configuración de un futuro sano, expresado en consenso y desarrollo económico y social. Gobernabilidad: definición y sus partes Acción ¿Qué? Condición/ Adjetivo ¿Cómo? Sujeto ¿Quién? Adverbio /Ideales. ¿Por qué? Conjunción. Consecuencia/ FIN Herramienta. ¿Para qué? Cualidad que implica la capacidad (conocimie nto práctico y teórico) y el deseo de GOBERNAR. Legítimo y eficaz. Ajuste efectivo y legitimo de necesidades y capacidades Así misma, comunidad política, actores y grupos políticos expresados en instituciones Principios y prácticas democráticas. Tendencia a democratizaci ón. Reglas, Procedimientos y fórmulas. Negociación, solución problemas, aprovechamiento de oportunidades. Partes Características Fuente: Elaboración propia. 1.1.5- Desafíos para la definición pragmática de gobernabilidad democrática: La gobernabilidad democrática y su fortalecimiento, requieren tanto del desarrollo de mecanismos alternos de participación política de la población como de la urgencia por profundizar en una cultura política que permitiera ejercer una ciudadanía plena (Filmus 2005; 3), se encuentran casi exclusivamente en dos factores esenciales a la gobernabilidad: eficacia y legitimidad. La primera se refiere no sólo a la ingeniería social y a las técnicas administrativas del Gobierno en un intento por aumentar su racionalidad, sino que en un doble sentido, en la orientación y alcance hacia el respeto a los compromisos electorales y en la muestra de voluntad política para enfrentar los conflictos y situaciones pasadas, actuales y futuras, como pobreza, subdesarrollo y segregación social y económica. La segunda se refiere a la voluntad de los actores 24 Ejercicio derechos y obligaciones para futuro y desarrollo. políticos a la hora de ejercer sus derechos y obligaciones para mantener el orden y equilibrio. La ciudadanía difiere su decisión mediante elecciones libres y transparentes que resultan en un sistema de poderes con la representación de sujetos específicos que facultan las ambiciones colectivas e intereses comunes de una sociedad mediante la ejecución razonable de leyes y medios políticos, consecuente es, una administración legítima, donde hay confianza por parte del pueblo y hay respuesta y validez en las acciones del Gobierno. La eficacia, se refiere al cumplimiento de los objetivos del Gobierno y legitimidad es la aceptación de los ciudadanos de la dominación del Gobierno (Arbós y Giner, 1993; 15). La responsabilidad de la gobernabilidad es de todos, gobierno y sociedad (López Núñez, 2004; 358). En el cauce de la eficiencia y legitimidad, se entiende a la gobernabilidad democrática como “la responsabilidad compartida del conjunto del sistema político y de los actores que lo constituyen” (Urdaneta, 2002; 22). Este compromiso apunta al grado de competitividad, Lechner (1997; 27) sentencia que, no cuenta tanto la competitividad de una u otra gran empresa en el mercado mundial como la competitividad del sistema del país; siendo condicionado del comportamiento del Gobierno y su relación con la sociedad. La eficiencia y la legitimidad perfilan cuan funcional es dicha dependencia e interacción, y por lo tanto, su propia proyección al desarrollo. La buena relación del entramado institucional democrático, como tal, su estructura y capacidad de funcionamiento, incluyendo el de las élites que compiten políticamente y entre sí y dirigen a las instituciones; con, la cultura política, la actitud de la población y de los diferentes sectores sociales del sistema democrático se establece mediante el concepto de legitimidad y en el nivel operativo, el concepto de gobernabilidad (Nohlen, 1996; 36). Lucio Levi (1985; 896), establece que la legitimidad del Estado es efecto de un conjunto de elementos dispuestos en niveles crecientes, cada 25 uno de los cuales concurre de manera relativamente independiente para determinarla, tales elementos son: comunidad política, cuando la población se identifica como tal; el régimen, es decir, las instituciones, y por último, el Gobierno con funciones de ejercicio de poder. "La sociedad actual esboza un sello donde el ejercicio del poder reclama eficacia, prudencia y mesura" (Uvalle, 2003; 3). La primera, denotando la urgencia por resultados que alienten la aceptación del mismo de forma confiable y razonable para aumentar los niveles de gobernabilidad. Prudencia, consolidar la institucionalidad política a través del reconocimiento del poder real del Estado y del gobernante. Mesura, para evitar el rebase de las herramientas institucionales limitándose a satisfacer las necesidades de la sociedad y no restringirse a las propias. Heredia (2002; 12) también resalta estas condiciones de la gobernabilidad, y citando a Camps3 establece que "un buen gobierno se gana la legitimidad día a día, siempre y cuando éste no pierda la confianza de los ciudadanos y que esto se logra por medio del mantenimiento de ciertas reglas por parte de los Gobiernos. En primer lugar, fidelidad y respeto a la constitución; también fidelidad al propio programa político; y por último, la ejecución del programa a través de los medios de alcance de los objetivos propuestos" (Heredia, 2002; 12). Esto, de no llevarse a cabo representa una contradicción ideológica y práctica, ya sea por parte del partido a la sociedad, del Gobierno para la sociedad o cualquiera de los actores involucrados en el sistema. Como derivado, la debilidad en la credibilidad y confianza: falta de legitimidad de un gobierno. Como antítesis de esta afirmación surge "la reorientación de las relaciones Estado-Sociedad" (Feo la Cruz, 2002; 7) que replantea el mito del voto como trámite de poder total al gobernante. Con el fin de mantener la credibilidad de los círculos políticos de influencia, tanto Gobierno como partidos 3 Heredia se basa en los argumentos de Camps y por lo tanto son incluidos en la cita, sin embargo este autor no es incluido a las fuentes bibliográficas de este trabajo de investigación. 26 políticos, deben procurar la evasión de los evidentes vicios del modelo neoliberal ante las demandas sociales y así frenar la crisis de la gobernabilidad. Esto, mediante la búsqueda de nuevos mecanismos y aumento de la participación de las comunidades sociales organizadas, procuraría un cambio estructural que reclama la insatisfacción porque no se ejerce el poder mediante los reglamentos y condiciones establecidas. La sociedad civil, asume un papel activo y presiona sobre el Estado, con el objeto de participar con mayor fuerza en la toma de decisiones (Feo la Cruz; 2002; 8). En este contexto repercuten al análisis, los conceptos de voz y salida de Hirschman, la salida como opciones en los sistemas políticos se asimilan con las opciones de partidos políticos o sistemas existentes que se llevan a cabo, generalmente por medio del voto, como es en el caso de las democracias donde la salida se observa por medio de la participación y resultado en las urnas, en el contexto de la gobernabilidad democrática, ésta sería el conducto de salida; ya que altos niveles de gobernabilidad reflejan elecciones limpias y transparentes; También, en este mismo caso, la voz se podría acaparar con las ya mencionadas acciones ciudadanas acentuándose conforme más competitivo sea el sistema. La ingobernabilidad se compararía con el partido hegemónico. La resistencia del desplome de la gobernabilidad se refiere a la incorporación de la calidad en los servicios públicos. Esta nueva tendencia representa una de las etapas de consolidación de la nueva gestión pública en la perspectiva gubernamental (Moyado, 2002; 5). Consecuentemente una fluida iniciativa de reformas tiene lugar, para concentrar el esfuerzo en la atención de las demandas y asuntos públicos que quebrantan la legitimidad y debilitan la credibilidad. Participación civil, reformas estructurales al ámbito jurídico o hacendario de manera integral, e instituciones sólidas y confiables son las herramientas de la gobernabilidad. Sin embargo, ésta afronta retos y 27 dificultades en todos sus aspectos, y significa un retroceso en el aumento deseado de la gobernabilidad misma, reduciendo su cualidad a un problema. La desconfianza institucional, es la que va a originar la problemática de falta de gobernabilidad. Vazquéz (2002; 5) hace un estudio detallado de los porcentajes de confianza en las instituciones de algunos países de América latina (Chile, Ecuador, Perú, Venezuela, Colombia, Uruguay, Argentina, Bolivia y Paraguay); Este autor, lleva a cabo un recorrido analítico de “institución por institución”, a grandes rasgos concluye que, instituciones como la Presidencia de la República, en los países estudiados Chile y Uruguay muestran altos niveles de aprobación, y en el otro extremo, el resto de los países albergan poca o ninguna confianza al organismo. En la mayoría de los países (a excepción de Uruguay) se muestra una visión de los jueces y el sistema, notoriamente desfavorable; sucede lo mismo con la Policía y el Congreso. Situación que se presenta con todo tipo de escenarios, ya que cada una de las relaciones y conexiones que hay entre las instituciones tiene repercusiones en el desempeño de la gobernabilidad, ya que, Para generar equilibrio –entre las instituciones- se requieren mecanismos eficientes que permitan controlar, sin bloquear, el ejercicio del poder que corresponde a cada órgano, y esto sólo es posible cuando el poder se ejerce por organismos que guardan entre sí una relación simétrica y que permita la generación de acuerdos y la cooperación entre las mismas (Calderón, 2004; 115 – 116). Problemas de estabilidad presentes en los sistemas políticos en América Latina, y especialmente México, "se enfrenta a la falta de cooperación entre Gobierno y Congreso; el Presidente no cuenta con el respaldo unicolor de la mayoría absoluta de los miembros del parlamento, lo que concierne una falta de estabilidad democrática" (Ortega, 2002; 26). La gobernabilidad democrática en primera instancia, ha de reconocer que hay una constante situación de fricción continua, exigencia e inalcanzable conformidad entre Estado y la sociedad, administrarla requiere una conducta responsable y ética de 28 ambos actores. Es por ello que “Si el Gobierno minimiza la coacción y maximiza la persuasión y el convencimiento, y la sociedad se organiza y asume su parte en la funcionalidad de la vida pública sin necesidad de la intervención de la autoridad, entonces es factible esperar a que brille la gobernabilidad democrática” (Castelazo, 2003; 4), es donde recae el peso de la confianza que proyectará la funcionalidad antes mencionada, del sistema. "Las claves para la gobernabilidad son: “instituciones fuertes y confiables (institucionalidad política) del Estado, sistema político, cultura cívica, relaciones entre la economía y la política y las formas, eficiencia y aceptación de los procesos gubernamentales, expresados en políticas públicas” (Suárez, 2002; 7). Para suprimir la crisis de la gobernabilidad es precisa la sana interacción del ejercicio de los derechos y obligaciones de un gobierno junto a las exigencias y necesidades de la sociedad. En otras palabras, una comunidad política que confía y cree en la capacidad de toma de decisión por parte del Gobierno. Habrá gobernabilidad cuando en el marco de unas elecciones legítimas se estructure un orden incluyente a todas sus partes (en lo social, económico y político) de cooperación recíproca que fortalezca la capacidad de gobernar y procure la estabilidad por medio de la participación. "La actitud de escuchar y atender en lo posible lo que espera la sociedad, constituye el cimiento de la gobernabilidad democrática" (Castelazo, 2003; 4). La estabilidad económica equivale a la garantía de la seguridad social por medio del empleo, la visión de Castelazo pronostica que el mantenimiento de la estabilidad económica y social, no sólo involucra soluciones técnicas, sino políticas, porque sin estabilidad económica no hay gobernabilidad. La fórmula para alcanzar dicha estabilidad económica proyectada en el desarrollo se atribuye a una serie de reformas estructurales e ideales que transformen y moldeen el sistema sociopolítico enviciado. La lucha por aumentar y procurar la gobernabilidad es interminable, pues de una u otra 29 forma, la solución de un problema o la recuperación de una crisis indican el surgimiento de nuevos retos. No hay una fórmula mágica para el Gobierno (Peters, 2003; 10), es una actitud comprometida con este desafío para los individuos fuera y dentro del Gobierno lo que hará que funcione efectivamente. Como se estableció en las primeras líneas de este trabajo, la gobernabilidad es un tema de orden universal. Si bien no hay una receta que estrictamente indique como mejorarla; la globalización y el acelerado contagio informativo pueden ser empleados como instrumento de trascendencia y mejoría, en lugar de representar un obstáculo. El papel de las instituciones financieras internacionales aunque existen algunas áreas obvias que no corresponden a su mandato, como la promoción de elecciones multipartidistas justas; Pues, representaría todo un nuevo debate sobre soberanía y debilidad de la figura del Estado. En lo que concierne, y de acuerdo a Kaufmann (2005; 43) son las iniciativas de fomento a la transparencia, la libertad de la información y una prensa independiente, los programas participativos de lucha contra la corrupción liderados por el país en cuestión, y la igualdad de género están dentro del ámbito de las capacidades de dichas instituciones. Estas complementadas con la prioridad de reformas pertinentes y específicas a las instituciones que lo requieran, es decir, las que presenten mayor vulnerabilidad. 30 1.2- ¿Por qué Gobernabilidad democrática? La democracia no es condición suficiente para que exista la gobernabilidad, como se analiza anteriormente, hay una extendida lista de variables que la definen, procuran, fortalecen e incluso la debilitan. Sin embargo, "la gobernabilidad democrática sí presupone la existencia de democracia. La primera, se dará sólo cuando la toma de decisiones de autoridad y la resolución de conflictos entre los actores estratégicos se produzcan conforme a un sistema de reglas y fórmulas que podamos calificar de democracia" (Prats, 2001; 103). La gobernabilidad es la capacidad para gobernar mediante un desempeño eficaz, en donde las acciones de quien tiene el poder (apoderado y enunciado en las instituciones) capacidad, que se manifiesta cuando existen respuestas satisfactorias a los problemas del Gobierno, y por último, regular y resolver los conflictos y diferencias asociados que se presentan permanentemente en la convivencia política (Hernández, 2004; 306). Proyectándose en el sano gestionamiento de un presente y futuro estable manifestado en el desarrollo económico, político y humano. La gobernabilidad democrática va más allá de la institucionalidad formal, plantea también la necesidad de desarrollar unas prácticas inspiradas en valores que contribuyen a sostenerla y perfeccionarla (Prats, 2004; 117). Por ejemplo, este autor señala a la garantía de la libertad política, como el ejercicio efectivo de los derechos civiles y políticos tiene un valor intrínseco para la vida y el bienestar de la gente. La restricción de la libre participación política somete el desarrollo humano. Otro factor determinante en dicha repercusión de la democracia en el desarrollo humano y por lo tanto en el aumento de gobernabilidad, es que …la democracia tiene un importante valor instrumental para conseguir atención política a las demandas de la gente (incluyendo las necesidades y demandas económicas). También, la práctica democrática da a los ciudadanos la oportunidad de aprender los unos de los otros, ayudando a la sociedad a formar sus valores y prioridades. La democracia tiene importancia “constructiva”, a parte de su valor intrínseco para la vida de los 31 ciudadanos y de su importancia instrumental en las decisiones políticas (Prats, 2004; 117). En la presentación de los seminarios de Gobernabilidad de IBERGOP-México, A.C. se establece que la distinción del México actual, son los principios democráticos que guían la acción del Gobierno y que transmiten un espíritu de cambio a todas las instituciones (Ortega, 2003; XIII). Mecanismos que integran a una fuerza política y social plural en los esfuerzos para llevar y mantener por el camino correcto a nuestro país, presentes en un proyecto de desarrollo con tres estrategias principales: el crecimiento económico con calidad y combate a la pobreza; desarrollo humano, social y formación de capital humano y, gobernabilidad democrática basada en la seguridad, tranquilidad y paz social (2003; XIV). Entonces bien, el vínculo que abraza a la gobernabilidad con la democracia se define con relación a la agenda y ambiciones del sistema. Un sistema tendrá altos niveles de gobernabilidad democrática en la medida que lleve a la práctica procedimientos políticos y sociales que encaminen el desarrollo político, económico y social. El combate a la corrupción (Kaufmann, 2005; 42), el desarrollo parlamentario, fortalecimiento de un sistema electoral y procesos electorales legítimos, acceso a la justicia, vigorizar el Estado de Derecho y el imperio de la ley, respeto a los derechos humanos, Descentralización y Gobiernos locales fuertes, participación de la sociedad civil organizada, administración pública y servicio civil de carrera, resolución de conflictos, seguridad y transparencia son los puntos de la agenda básica de la gobernabilidad democrática (Hernández, 2004; 308). La tendencia en que se batallará, es el aumento de los niveles de gobernabilidad democrática mediante la combinación de los avances para mejorar la voz y la participación y las reformas en busca de mayor transparencia y eficiencia, de las instituciones y sus gobernantes. 32 1.2.1- Grados de la gobernabilidad democrática: El concepto de gobernabilidad democrática podría llegar a parecer utópico. Si un sistema cuenta con niveles altos, se confundiría con un “gobierno perfecto” (Camou, 2001; 25), al cual, al tener satisfechas las necesidades y reclamos de la sociedad eliminaría de golpe muchos de los elementos de la misma gobernabilidad. Antonio Camou (2001; 27) explica su postura de los tres componentes de la gobernabilidad, considerando como prioridad la naturaleza dinámica de un sistema donde siempre quedan demandas sin resolver mediante respuestas usuales, que se transforman en conflictos tolerados (2001; 26), para proponer un nuevo esquema del modelo de relaciones entre Estado y sociedad. El autor explica que la graduación de los niveles de gobernabilidad depende de las situaciones políticas ubicadas en una continua línea donde los extremos son circunstancias raras e inusuales y los conceptos de estudio se encuentran en los puntos medios: 9 Gobernabilidad ideal: Equilibrio preciso entre demandas sociales y respuestas gubernamentales. Por cada reclamo de la sociedad hay una respuesta del Gobierno. 9 Gobernabilidad normal: Las diferencias entre demanda y respuesta se encuentran en un dinámico equilibrio. Tolerancia entre los miembros de la comunidad. La falta de solución de ciertas cuestiones o incluso problemas son acatados como parte del sistema. 9 Déficit de gobernabilidad: Desequilibrio entre el nivel de las demandas sociales y la capacidad de respuesta gubernamental. La exigencia por parte de los actores políticamente organizados que usan su virtud de amenaza al cuestionamiento de la relación con el Gobierno, con el fin de satisfacer sus necesidades en cualquier nivel. 9 Crisis de gobernabilidad: Multiplicación en el desequilibrio de la relación demanda/respuesta. 9 Ingobernabilidad: Una relación Estado- Sociedad rescindida (Camou, 2001; 26 y 27). El déficit de gobernabilidad es la amplia gama de situaciones de debilidad política que los sistemas democráticos de América Latina exhiben en sus marcos sociopolíticos y se definen por las áreas de acción de los sistemas políticos. Para Perina (2006; 3), la 33 ingobernabilidad es la antítesis de la gobernabilidad, mediante el argumento: La ingobernabilidad y su detonante inmediato--el conjunto de percepciones y actitudes de descontento, insatisfacción, desilusión y desconfianza ciudadana en el liderazgo y las instituciones gubernamentales-, con frecuencia resulta de la conjunción de dos fenómenos íntimamente interdependientes: Percepción/valoración ciudadana y desempeño gubernamental. Es decir, es la resultante de una percepción/valoración ciudadana con respecto a un mal o ineficaz desempeño por parte de las autoridades y las instituciones gubernamentales --que con frecuencia corresponde a una incapacidad de las mismas para cumplir ciertas funciones político-gubernamentales estratégicas. El combate a la crisis de la gobernabilidad se refiere al conjunto de formas y tendencias para lograr un continuo orden y supremacía de la ley que otorga un cuadro práctico donde se desempeñe una gestión económica eficiente, se promueva el bienestar y seguridad social, así como la funcionalidad y el equilibrio y orden político, la institucionalidad estable y así se explote la capacidad de incluir, acomodar o castigar el comportamiento de los individuos y sus agrupaciones para que entren al sistema bajo las reglas del juego, con un compromiso y en pos de permitir un proceso de toma de decisiones eficaz. Sartori (2003; 359) hace una reflexión hacia la transformación de las sociedades a reivindicativas. Para evitar una situación crisis en la gobernabilidad en las que todos reclaman derechos desvinculados de los deberes. Todos reivindican derechos para sí y deberes para algún otro es, a la larga, una sociedad que no funciona. El compromiso y responsabilidad que conlleva la relación Estado- sociedad es el reflejo de la gobernabilidad democrática. El equilibrio y estabilidad en una relación sana donde los requerimientos de la sociedad son canalizados al mejoramiento de la capacidad para ejercer el poder. Gobernabilidad democrática en altos niveles significa una medida proporcional en cuanto a ejercicio de derechos y obligaciones entre la sociedad y por consiguiente un Estado, tanto en sujetos, estructura e instituciones como en recursos. 34