I. La Gobernabilidad Democrática El fin de la Guerra Fría significó

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I. La Gobernabilidad Democrática
El fin de la Guerra Fría significó un nuevo orden mundial y una sola
superpotencia en el mapa, Estados Unidos con una ideología tenaz e inmutable de un
proyecto económico de mercado libre y en el ámbito político, como prioridad
dominante un sistema democrático, que con salvaguardia de sus intereses, aprovecha y a
la vez impulsa un proceso de globalización de dinámico aceleramiento institucional,
comercial, tecnológico y de medios de comunicación para contagiar dicha tendencia al
mundo. En este contexto, la democracia representa una característica fundamental de los
países desarrollados y significa una cualidad en los métodos y prácticas de los sujetos
que participan en el sistema, es decir, define como se va a gobernar un país y determina
el éxito del mismo, ejecutando políticas y medidas económicas tanto al exterior como al
interior que le den armas para el desafiar a la pobreza y el subdesarrollo.
En México, el cambio, en primer lugar, económico con la apertura comercial y
privatización del sexenio salinista y, en segundo lugar el político a partir de la ruptura
de la clase política subordinada al partido y que culminaba el trance hacia la transición
gradual federal de forma centrípeta (Aguilar Camín, 2000; 48). Había una estabilidad
política después de la crisis de 1994 lo que abrió el camino para la alternancia en el
poder del 2000. Héctor Aguilar Camín establece como rasgos de la época anterior a la
intervención del Estado, la desigualdad, ilegalidad consentida, inseguridad y violencia,
endemia fiscal y omisión demográfica dirigida por el partido en el poder, el PRI; esto
ocasionó la inestabilidad y vulnerabilidad de dicho partido, este sistema de partido
hegemónico fue determinante para que se iniciara el proceso de transición a la
democracia. Como consecuencia, el México actual, más en teoría que en la práctica,
cuenta con instituciones electorales fuertes, elecciones libres y transparentes, pero
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también es asociado a un muy poco consenso entre la élite política. Siguiendo el
ejemplo de Chile y Brasil, México se perfila como uno de los principales países de
América Latina que buscan garantizar la gobernabilidad, lo que significa que hay una
inclinación hacia la búsqueda y mantenimiento de un gobierno eficiente y responsable.
No es una tarea fácil, pero mediante el implemento de las medidas pertinentes, como
una transformación de las raíces sociopolíticas y económicas de las estructuras,
objetivos y acciones de gobierno, México podrá alcanzar los altos niveles de
gobernabilidad y desarrollo propuestos en su agenda de “proyecto democrático”.
La globalización significa, "la multiplicación de actores y complejización de la
relación entre éstos, una densa y penetrante red de relaciones económicas, sociales,
políticas y militares que estructura el poder a nivel internacional, sin que signifique una
situación anárquica y de caos en el sistema" (Jácome, 2004; 93), que trae consigo una
determinada y continua comparación entre los mismos. México, empujado por las
tendencias de la “tercera ola democratizadora” acepta un compromiso por lograr un
entorno democrático que proyecte completo desarrollo, tanto económico, como político
y social. México no es la excepción del argumento de Larry Diamond (2003; 8), que
asegura que en la mayoría de los casos, el choque del desarrollo económico, la actividad
económica en aumento en una sociedad y las observaciones, atención y presiones
internacionales que esto conlleva, con la estructura sociocultural de la sociedad, genera
fuertes presiones para la democratización.
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1.1- Definiendo Gobernabilidad:
Este capítulo, pretende definir un enfoque general sobre el término de
gobernabilidad, así como las vertientes socioeconómicas y políticas que lo rodean como
centro de estudio, pues ya bien establecido se puede complementar conceptualmente
adicionando la cualidad democrática, y con esto proyectarlos hacia los factores
implicados en la gobernabilidad democrática práctica de un país, en este caso México;
el rol de la sociedad civil, las instituciones, transparencia, corrupción, y reformas:
Hay gobernabilidad cuando existe un entorno, con condiciones y
capacidades necesarias en el gobierno de una institución para tomar las
mejores decisiones, -decisiones eficientes- que incrementen la calidad de
vida de los que intervienen en el mismo. Se tienen en cuenta a los actores
que participan en esas decisiones y se establece un equilibrio entre todos.
Cuando no existen estas condiciones y capacidades, se da la
ingobernabilidad (Escotto, 2006; 2).
Entonces, la gobernabilidad implica una circunstancia, que de acuerdo a las
particularidades sociopolíticas y económicas del sistema se define en forma y acciones
para tomar las decisiones que más le convienen para mejorar la vida de todas las figuras
que intervengan en este escenario específico. Un enfoque general, si bien logra aterrizar
interrogantes y límites, no define el concepto para su análisis. La enunciación anterior,
establece los términos de estudio: condiciones capacidades, decisiones y eficiencia
dentro del gobierno de una institución. Arandia (2005; 92) considera,
…eficiencia y legitimidad como los factores determinantes que
hacen a un concepto más amplio y complejo relacionado con “calidad de la
democracia” y ya que es una terminología muy usada y poco comprendida,
vale la pena el esfuerzo por intentar un acercamiento sistemático a su
significación.
A continuación se examinará los beneficios del análisis de varios académicos
con el fin de aterrizar el concepto de gobernabilidad para después sintetizarlo dentro de
las expresiones del caso mexicano y sus reformas.
La definición de la Gobernabilidad es cambiante de acuerdo a su disposición y
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área de análisis. Dependiendo de los preámbulos geopolíticos y económicos del país que
se va a estudiar, cambian las necesidades y objetivos de la definición de la
gobernabilidad. En otras palabras, los niveles y manifestaciones de gobernabilidad de la
Unión Europea serán diferentes que las de México, Argentina o Venezuela; y por lo
tanto es un término que sobrelleva vasta controversia a la hora de su análisis; Dilla
(2002; 55), en este contexto, otorga una definición minimalista de la gobernabilidad:
…la relación del poder entre gobernado y los gobernantes, que en las
condiciones más óptimas garantizan una jornada de gobierno acorde a
normas y procedimientos formalmente establecidos…
Conceptualmente la complejidad de la gobernabilidad implica un reto para su
comprensión y aplicación a la realidad particular de cada Estado. La importancia de
templar la percepción del concepto de gobernabilidad reside en la proyección que más
tarde tendrá, cuando sea aplicada a un contexto socio-político específico delimitado por
sus normas, procedimientos, costumbres y líderes políticos.
1.1.1- Gobernanza vs. Gobernabilidad:
En primera instancia, la mayoría de los autores coinciden en el problema que los
contrastes conceptuales y las diferentes nociones afectan el análisis y definición de un
concepto, dependiendo de las situaciones que rodean a los estudiosos, como sus
intereses académicos, región de estudio, escuela teórica, inclinaciones políticas e
idiomas. El aprieto idiomático será analizado a través de la perspectiva de Cruz (2001;
3), que explica el vínculo que, como conceptos y como enfoques para el estudio de
fenómenos político-sociales, existe entre la gobernabilidad (governability) y la
governance democráticas. El autor hace un estudio comparativo de los significados y
contextos que se le otorgan a cada término en inglés y castellano para poder hacer una
disertación más atinada cuando se aplica la expresión en el estudio político; como
11
primera impresión se constituye que si bien governability es traducida como
gobernabilidad acogiendo una tendencia instrumental que apunta exclusivamente a la
capacidad gubernamental de gestión administrativa y política y dirección colectiva;
mientras que governance es traducido como gobernanza, que representa un criterio más
amplio y preponderantemente normativo o con relación al medio ambiente o al
comercio exterior, por ejemplo; y se refiere a valores e instituciones, así como al
sistema de actores en el que se desarrolla la acción de gobierno, considerando a éste
como uno más entre una pluralidad de actores (Arandia, 2005; 92). Continuando en la
misma línea, la perspectiva de Cruz (2001; 4) señala que la Gobernabilidad y
governance son conceptos distintos. Aunque vinculados en su raíz etimológica, en
cuanto a su uso y aplicación describen a fenómenos sociopolíticos y objetos de estudio
diferentes. Governance (traducido como gobernanza), según Cruz, se ha reactivado en
los últimos años, y que incluso la Real Academia Española, en Decisión del Pleno del
21 de diciembre de 2000, ha decidido introducir una nueva definición en su Diccionario:
«Arte o manera de gobernar que se propone como objetivo el logro de un desarrollo
económico, social e institucional duradero, promoviendo un sano equilibrio entre el
Estado, la sociedad civil y el mercado de la economía»” (véase N. del T. en Pasqua y
Rey, 2001)1, no obstante, remarca el mero carácter normativo ya mencionado
anteriormente. En otras palabras, los actores políticos estratégicos claman por lograr la
gobernabilidad y por mejorar la governance; el primer término se refiere a la capacidad
y es un atributo que tiene el sistema, y el segundo describe los patrones, estructuras y
métodos. En suma, Sosa hace una breve reflexión sobre las diferencias entre
Gobernabilidad y Gobernanza, el segundo, traducido del inglés, es:
…neologismo del dominio de la economía política y se emplea para
designar el siguiente concepto: condiciones financieras, sociales y
1
Cruz es quien cita la definición y quien sugiere que sea revisado aquel documento, el cual no forma
parte de la bibliografía de este trabajo de investigación.
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administrativas necesarias para instrumentar y aplicar las decisiones
políticas adoptadas y poder ejercer la autoridad"; Pese a la segregación de
estas expresiones, por analogía, además, al término "gobernabilidad" que se
usa desde hace ya tiempo para designar "las condiciones políticas para
intermediar intereses y el apoyo político para gobernar (Sosa, 2000; 2).
En muchos casos, ambos términos que evidentemente se encuentran
intrínsecamente conectados, son traducidos y contextualizados bajo el mismo sentido.
En la interacción conceptual, dependiendo de cada caso de estudio puede entenderse
como afines. Por la parte de la ciencia política, el término gobernanza –governance– se
aviva en los años ochenta y noventa del siglo XX, tanto en los estudios locales como en
el ámbito internacional y europeo. Sin embargo, así como en la esfera nacional los
estudios fueron originariamente pocos y han tenido un carácter más bien teórico, en el
ámbito internacional la reproducción de trabajos ha aumentado y la orientación ha sido
más bien práctica, en este último conjunto de trabajos, hay una enorme producción de
estudios y recomendaciones realizada por las Naciones Unidas y su programa de
desarrollo (PNUD), el Banco Mundial y la Organización para la Cooperación y el
Desarrollo Económicos (OCDE), entre otras organizaciones internacionales. Bar Cerdón
(2002; 3) argumenta que el objetivo de estas investigaciones fue y es principalmente
proporcionar modelos de acción y gestión pública para los países en vías de desarrollo,
destinados a producir un gobierno eficaz, democrático, y un desarrollo equilibrado y
sostenible; como consecuencia, este concepto ha sido equilibrado con el adjetivo de
buena: “buena gobernanza” (good governance), con el propósito de remarcar la
implicación normativa de la teoría y distinguir al conjunto de instituciones y prácticas
propuestos por y para los países en desarrollo:
De acuerdo con este concepto, la buena gobernanza se determinaría
no sólo por el ejercicio comprensivo –a todos los niveles y en los ámbitos
político, administrativo, económico y social – de la acción de gobierno,
entendida como la gestión del complejo de instituciones, mecanismos,
procesos y relaciones a través de los cuales los grupos y ciudadanos
articulan sus intereses e interactúan entre sí y con las instituciones de
13
gobierno, sino también por la realización en la misma de principios tales
como los de participación, transparencia, responsabilidad, imperio de la ley,
respeto de los derechos fundamentales, eficacia, equidad, consenso,
planificación estratégica, etc. (Bar Cendón, 2002; 3).
Como consecuencia inmediata de la definición otorgada por este autor, surge
la importancia en la enunciación de la toma de decisiones acertadas y el desempeño
competente dentro del sistema a través de la ejecución de políticas pertinentes.
1.1.2- Gobernabilidad real:
La gobernabilidad, según Vargas Hernández (2005; 7), se refiere a la facultad
del pueblo para gobernarse a sí mismo, por y a través de su propia gente, incluyendo el
gobierno electo. Virtud que canaliza los esfuerzos de la sociedad como un todo
mediante procesos de formulación y ejecución de políticas, toma de decisiones, elección
de alternativas y acatamiento de responsabilidades compartidas por los resultados; como
en el caso del México actual, este autor afirma que las elecciones de los agentes y su
posible comportamiento son inciertos. Así bien, según el autor es la calidad de esa
gobernabilidad en una sociedad la que determina el incremento de los indicadores de la
calidad del desarrollo humano, económico, social, político y cultural de los pueblos. La
gobernabilidad yace en la capacidad de resolver problemas sociales urgentes que
continuamente requieren de centralización y concentración de poder político, por
ejemplo, protección del hombre contra el hombre (el problema del orden social,
criminalidad, guerra civil y conflictos bélicos) ó la protección del hombre contra la
naturaleza (el problema de la supervivencia material y económica y el del medio
ambiente), en la misma línea el proceso de modernización conlleva una variedad de
esferas semi-autónomas, que independientemente de las demás, da soluciones a los
diferentes problemas. Esto significa una separación entre lo público y lo privado, las
esferas políticas, sociales y económicas han desarrollado sus propias instituciones, lo
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que definiría a la governance (Van Kersbergen y Van Waarden: 2004: 156).
La noción de gobernabilidad comprende en una misma expresión tanto las
capacidades administrativas como los medios existentes en el sistema político en el que
el propio gobierno desarrolla sus gestiones (Arandia, 2005; 93). En este perfil, el Banco
Mundial presenta un intenso esfuerzo por lograr una clara aproximación del concepto y,
la aplicación de la gobernabilidad en la vida práctica y académica; Kufmann (2005; 2)
elaboran un atinado análisis que, con el soporte de dicha institución, pronuncian a la
gobernabilidad como:
El conjunto de tradiciones e instituciones que determinan como se
ejerce la autoridad de un país en pos del bien común, quedan comprendidas
en esta definición el proceso de elección, supervisión y reemplazo de
quienes ejercen esa autoridad, a lo que se refieren como dimensión política,
- la capacidad del gobierno para gestionar eficazmente los recursos y poner
en práctica políticas acertadas, denominada por los autores como dimensión
económica y la dimensión del respeto institucional expresada en el respeto
de los ciudadanos y del Estado pro las instituciones del país.
Continuando con el trayecto de las perspectivas de organizaciones mundiales,
Naciones Unidas precisa que la gobernabilidad es parte fundamental del desarrollo
humano y demanda la capacidad de aplicar los principios y las prácticas de la
democracia y el respeto de los derechos humanos (PNUD, 2001; 6). Arandia (2005; 93)
establece que expertos analistas que cooperan con esta institución corroboran que “la
gobernabilidad no sólo se refiere tanto a los atributos de un régimen específico
[democrático] en cuanto a las capacidades de una sociedad para enfrentar sus retos y
oportunidades. Una estrategia de gobernabilidad [democrática] implica construcción de
capacidades propias para fortalecer la interrelación entre el sistema institucional
existente, las habilidades de los actores políticos, económicos y sociales, y la cantidad y
calidad de liderazgo transformacional existentes”. Dror (1997; 3), uno de los
especialistas mencionados, explica que en términos de capacidad, "los gobiernos pueden
desarrollar y supervisar la implantación de políticas globales sobre asuntos vitales que
15
configurarán el futuro", hace referencia a América Latina, con medidas como: la
seguridad interna; los proyectos de infraestructura de gran escala; las políticas
macroeconómicas; la expansión de los mercados a la vez que su regulación, incluyendo
el empleo y las políticas industriales; la redistribución de la riqueza; la educación; la
integración multiestatal y la reestructuración del poder constitucional, entre otros.
Alcántara (1995; 4) defiende que la gobernabilidad se origina de “aquella situación en
que concurren un conjunto de condiciones favorables para la acción de gobierno que se
sitúan en su entorno o que son intrínsecas a éste”. Más adelante profundiza enunciando
que la gobernabilidad ha de centrarse también en “la capacidad y el deseo" de todos los
grupos políticamente importantes para comprometerse con algún tipo de arreglo
institucional que sirviese para dirimir sus diferencias”. Primero, aceptando los
compromisos institucionales [democráticos] que significan un gran peso para los grupos
de masas políticamente relevantes (partidos políticos) por parte de aquellos otros de
carácter más elitista (Iniciativa Privada, Militares, Iglesia); en segundo lugar, aceptando
los arreglos que permitan la representación efectiva de estos últimos grupos por parte de
la clase política elegida; finalmente mediante la creación y mantenimiento de mayorías
que funcionen basadas en criterios partidistas como consecuencia de decisiones tomadas
por la clase política. Así que como consecuencia “la gobernabilidad es el resultado de
negociaciones y arreglos institucionales que requieren la existencia de instituciones
capaces de procesar dichos acuerdos entre los diferentes agentes económicos y los
actores políticos” (Vargas, 2002; 5). Las instituciones han de desarrollar capacidades
para "gobernar" las conductas de los diferentes actores socio-económicos, los cuales
reconocen los arreglos institucionales en los que operan. Asimismo, las instituciones
deben fortalecer y nutrirse de los valores sociales, como la democracia y la participación
ciudadana hasta alcanzar altos niveles de virtudes cívicas.
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Ante una realidad sumamente cambiante, en el aspecto político y económico se
requiere de un profundo compromiso por parte de los agentes activos en el sistema, es
por eso que la gobernabilidad debe imprimir un sello de cordura y de racionalidad, en
definitiva de sentido común político, para llevar a cabo un buen gobierno. Junto con
esta idea, la propiedad de la gobernabilidad en el sufijo ilidad (capacidad) que se
relaciona con la “cualidad de gobernable” (Ordóñez Solís, 2000; 20). En este sentido
Arbós y Giner (1993; 13) definen,
…la gobernabilidad como la cualidad propia de una comunidad
política según la cual sus instituciones de gobierno actúan eficazmente
dentro de su espacio de un modo considerado legítimo por la ciudadanía,
permitiendo así el libre ejercicio de la voluntad política del poder ejecutivo
mediante la obediencia cívica del pueblo.
Coppedge (1994; 1) establece que la gobernabilidad es comprendida a través de
la relación de intereses organizados con control suficiente de algún recurso del poder
(medios de producción, de asociación masiva, cargos públicos, de la fuerza armada, de
la autoridad moral, o de las ideas y la información) para afectar el orden público o el
desarrollo económico y este efecto es relevante para el desarrollo de la sociedad. la
gobernabilidad se refiere al grado en el cual las relaciones entre los actores estratégicos
advierten acuerdos que son estables y recíprocos, algunos se formalizan bajo leyes
como las constituciones, códigos laborales etc., otros son informales, como las
coaliciones, pactos entre partidos o la tendencia de los políticos a recurrir a consultoría
por parte de la iniciativa privada; así bien cuando estas relaciones son comprendidas
entendidas y consistentes el potencial de violencia es minimizado, los conflictos son
más fáciles de resolver pacíficamente, los actores tienden a jugar bajo las reglas del
juego y las interacciones sirven para construir confianza, concisamente, hay
gobernabilidad.
17
1.1.3- Ajuste del concepto de Gobernabilidad:
Haciendo una relación analítica de lo establecido anteriormente en el fin de dejar
claro la concepción y proyección de gobernabilidad, hasta ahora se ha logrado un
razonamiento cuantitativo del concepto de gobernabilidad; primero una disociación
terminológica, donde Gobernanza con un valor normativo, fija las reglas del juego y las
formas de vínculo e interacción de los actores, valores e instituciones existentes en un
sistema político determinado, y gobernabilidad en una línea instrumental, que sugiere
específicamente las capacidades del gobierno para funcionar adecuadamente, es decir,
su capacidad para gobernar en el marco del sistema (Arandia, 2005; 93). La
gobernabilidad debe ser vista como un "instrumento adecuado para lograr un mejor y
más eficaz reparto de los poderes entre las instituciones y las autoridades" (Ordóñez
Solís, 2000; 20). Posteriormente, se hace una recopilación de apreciaciones de
diferentes expertos que amplían el panorama aportando varios elementos definitorios
para la aplicación teórica y práctica de la gobernabilidad en las diferentes realidades
contemporáneas.
De acuerdo con todos los analistas del concepto que se han estudiado, la
gobernabilidad comprende de una aptitud o conjunto de condiciones que posibilitan
para la realización de algo, es decir, la virtud o facilidad, en este caso, para ser
gobernado. Cualidad que implica además, la construcción de estas capacidades y se
presenta como una condición, no como un fin es sí misma; se contempla como
predicado del régimen político y no como atributo del desarrollo, es sinónimo de
estabilidad política (Prats, 2001; 131).
Una vez delimitada la acción inserta en este criterio, se fijan de quien o en quien
se manifiesta ésta condición: el pueblo. Profundizando, se puede definir a los soberanos
de la gobernabilidad, como aquellos agentes que ejercen y gozan de condiciones
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sociales con altos niveles de gobernabilidad; es decir, en términos del conjunto de
agentes con intereses políticos y económicos (sería en el caso de una integración
económica como la Unión Europea y no en el caso de América Latina), y que consta de
actores y grupos políticos de importancia como los militares y policía, la burocracia
permanente y el Gobierno, que dan dirección al Estado (son los actores políticos) y por
otro lado, la Iglesia, sector privado, uniones laborales, medios de comunicación y
prensa, opinión pública, organizaciones no gubernamentales, movimientos sociales,
sociedad civil, incluso guerrillas y terrorismo (conforman a los actores sociales), y por
último, los partidos políticos en las contiendas electorales, previendo al gobierno y
representando a la sociedad civil en la legislatura (Coppedge, 1994; 2). El pueblo en un
contexto de conjunto absoluto, donde Sartori (2003; 45) cuestiona “al poder popular
¿sobre quién? La democracia implica el poder del pueblo sobre sí mismo, pero dice el
autor que lo que cuenta, es más que la “ida” es el “regreso” del poder. Si este trayecto
no es vigilado, si en el proceso de transmisión del poder los controlados se sustraen del
control de los controladores, el gobierno sobre el pueblo corre el riesgo de no tener
ninguna relación con el gobierno del pueblo”. La gobernabilidad es manifiesta cuando
el pueblo en un sentido integral, palpe el regreso del poder, mediante el funcionamiento
eficaz de las instituciones del gobierno y el consecuente accionar de políticas públicas,
donde el pueblo vea funcionar sus impuestos, por ejemplo. Otro factor de suma
importancia que va aunado a este sistema político, es una inclinación e instinto
democráticos, que convergen en la acción antes descrita de gobernarse por sí mismos,
administrar y tutelar el comportamiento de la sociedad. En otras palabras, la aplicación
de gestiones, interpretadas como la realización de las acciones pertinentes para
conseguir el logro de un asunto o de una aspiración, de los recursos disponibles para la
entidad en cuestión. No sólo se requiere competencia en cuanto a la toma de decisiones,
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sino a la hora de llevar a cabo las políticas.
El equilibrio y madurez en cuanto a la toma de decisión de un sistema es
apreciado cuando está estructurado socio-políticamente de modo que todos los actores
estratégicos se interrelacionan para tomar decisiones colectivas y resolver sus conflictos
conforme a un sistema de reglas y de procedimientos formales o informales. Estos
procedimientos incluyen acuerdo y conflicto, siempre y cuando la solución de los
problemas pueda ser llevada a cabo dentro de las reglas, procedimientos y fórmulas
específicas del sistema (Prats, 2001; 104). Ahora bien, generalmente la connotación de
gobernabilidad es en sentido positivo, si bien incluye el conflicto, es asemejado más
bien a la solución de este.
La gobernabilidad es en gran parte una construcción de y para los procesos de
democratización, sin ánimo de generalizar Prats (2001; 108) hace esta afirmación para
el contexto de Latinoamérica. El proceso de transición a la democracia es
correspondiente al auge por alcanzar la gobernabilidad. Camou (2001; 37) sitúa la
siguiente enunciación: Si la democracia es una “forma de gobierno”, entonces la
gobernabilidad, es una propiedad o cualidad que nos indica el “grado de gobierno” que
ejerce una sociedad; graduación que abarca el nivel de equilibrio dinámico entre
demandas sociales y capacidad de respuesta gubernamental. La naturaleza democrática
de la gobernabilidad es un factor fundamental para su definición. Los principios y
prácticas democráticas, así como el respeto a los Derechos Humanos, forman parte
esencial en el razonamiento de la gobernabilidad, ya que si bien el rasgo práctico y
crudo de la vida política, la lucha por el poder y las realidades de la aventura de
gobernar perfilan la definición hacia algo más efectivo, el fondo ideal figura hacia los
objetivos de la democracia. Navarro (2004; 5), aclara esta idea mediante el siguiente
análisis de la relación de la democracia y la gobernabilidad:
20
…la primera, requiere una representación de grupos en proporción al
número de personas que los apoyan. En contraposición, la segunda demanda
una representación efectiva de los grupos en proporción a su poder. Es, por
tanto, una tensión derivada de la lógica de la representación. Cualquier
fórmula que busque la sobre representación de grupos distorsiona la
igualdad política. A pesar de ello, sería casi imposible encontrar un ejemplo
de democracia exitosa que no haya incorporado este tipo de distorsiones
para garantizar la gobernabilidad.
.
Prats (2001; 117) citando a Kooiman2, da un panorama de la gobernabilidad, que
la describe como:
…la cualidad conjunta de un sistema sociopolítico para gobernarse a
sí mismo en el contexto de otros sistemas más amplios de los que forma
parte. Esta cualidad depende del ajuste efectivo y legítimo entre las
necesidades y las capacidades de gobernación… en las sociedades
interdependientes contemporáneas, las necesidades y capacidades deben
verse también como interdependientes y por tanto a la vez como políticas y
sociales, públicas y privadas, referentes al Estado y a la sociedad… sin un
ajuste efectivo y legítimo entre las necesidades y las capacidades no puede
existir gobernabilidad, ajuste que depende de los actores y estructuras de
gobernación. Las necesidades y las capacidades se construyen socialmente y
el resultado final depende de la estructura institucional o fábrica social y de
los actores.
La estructura social enfrenta desafíos para construir libertades políticas, una
realidad más firme, fortalecer sus instituciones del estado de derecho, eliminar las
discriminaciones de todo tipo que fragmentan y polarizan a las sociedades, y así, lograr
avanzar hacia el desarrollo humano sostenible. Teniendo siempre presente el valor
fundamental al que la democracia sirve: la convicción moral compartida de que ninguna
vida humana vale más que ninguna otra y que por ello toda/os tenemos un derecho igual
a la participación política (Prats, 2004; 1). Ésta implicación democrática será lo que
inaugure el recorrido al propósito de la sociedad, resolución de problemas, enfrentar
retos y aprovechar oportunidades para poder manifestar como serán ejercidas estas
capacidades por el camino de reglas, procedimientos y fórmulas para satisfacer las
necesidades de la sociedad; siempre con el afán de lograr el desarrollo y la estabilidad.
2
Prats cita a Kooiman para dar un panorama más atinado, sin embargo, el trabajo de investigación
presente no la incluye en sus fuentes bibliográficas.
21
Entonces, si buscamos una definición general de gobernabilidad, donde cada una de sus
partes conceptuales pueda ser aplicada de manera general, entendida como el ejercicio
de facultades políticas, económicas y administrativas en la gestión de los asuntos de un
país en todos los planos. "La gobernabilidad es un concepto neutral que abarca los
complejos mecanismos, procesos, relaciones e instituciones por conducto de los cuales
los ciudadanos y grupos expresan su interés y ejercen sus derechos y obligaciones y
median sus diferencias" (PNUD, 1997; 39). Sobre la connotación democrática Altman
(2002; 15); explica:
Etimológicamente gobernabilidad se refiere a la habilidad de
gobernar. Y si entendemos a los gobiernos como redes de instituciones
políticas, entonces gobernabilidad sería la capacidad de procesar y aplicar
institucionalmente decisiones políticas. Entendiendo así a la gobernabilidad,
ésta no sería más que una de las capacidades de cualquier tipo de régimen
político, pudiendo ser éste democrático o no. La gobernabilidad democrática
será definida entonces como la capacidad de procesar y aplicar
institucionalmente decisiones políticas sin violentar el marco del derecho y
en un contexto de legitimidad democrática. Al mismo tiempo la
gobernabilidad es un continuo, en otras palabras existen distintos grados de
gobernabilidad.
Tomando en cuenta la visión global que aporta esta definición y también, que la
gobernabilidad es un concepto que envuelve potencial para la realización de un fin, no
se puede descuidar ninguno de los elementos que las diferentes perspectivas han
aportado a este análisis. De acuerdo al objetivo de estudio en esta investigación, se
comprende a la gobernabilidad como la cualidad, entendida como la capacidad
(conocimientos prácticos y recursos necesarios para realizar una función) y deseo
legítimos de una comunidad política con ideales específicos (democráticos, en este
caso), constatada por actores y grupos políticos importantes; facultad de gobernarse a sí
mismo, a través de su propia gente expresada en instituciones. Es decir, administrarse
mediante el gestionamiento eficaz de sus recursos y asuntos en todos los planos
poniendo en práctica las políticas adecuadas (reglas, procedimientos y fórmulas
22
interdependientes), la gobernabilidad democrática deriva de la aplicación de los
principios y prácticas democráticas y respeto a los derechos humanos con el fin de
expresar sus intereses, resolver conflictos y problemas, enfrentar retos, aprovechar
oportunidades y ejercer sus derechos y obligaciones para determinar como se ejerce la
autoridad en pos del bien común y así configurar su desarrollo y futuro.
1.1.4- Gobernabilidad por segmentos:
Una acción define cuál es el propósito de realizar una función que requiera
conocimiento técnico y teóricos; en otras palabras, la acción ocasiona una reacción y se
manifiesta en resultados. Así, esta percepción que se puede adaptar a la de la
gobernabilidad aporta varios elementos:
Primero, la capacidad de gobernarse es el verbo de la definición y es lo que
origina la cuestión de, ¿Qué es lo que se realizará? Continuando en esta línea, la
definición toma coherencia cuando cada uno de sus elementos se va relacionando y van
siendo consecuentes; después, hay una condición o calificativo de dicha acción, para la
gobernabilidad es el asunto de legitimidad y eficacia, delimitando un marco de
credibilidad, compromiso y voluntad política. El sustantivo en quien recae la acción, es
decir, ¿Quién ejecuta la acción? Sería para todos los actores y grupos políticos de
importancia expuestos en las instituciones, reflejados en sociedad civil bien organizada,
partidos políticos, poderes judiciales, legislativos y ejecutivos comprometidos y
honestos, iniciativa privada, sector público en todos los demás niveles, etc. El adverbio
que complementa a la acción, precisa y amplia, modifica o matiza el significado de un
verbo serían los ideales democráticos que implica la gobernabilidad. Para que el sujeto
pueda realizarse debe hacerlo por medio de reglas, procedimientos y fórmulas
(gestionamiento y administración) que le servirán como conducto o conjunción para
23
lograr su fin, el cual recae en la negociación para lograr la solución de problemas,
aprovechamiento de oportunidades y enfrentamiento de retos. Y la realización o
consecuencia de la acción, es el ejercicio de derechos y obligaciones para lograr la
configuración de un futuro sano, expresado en consenso y desarrollo económico y
social.
Gobernabilidad: definición y sus partes
Acción
¿Qué?
Condición/
Adjetivo
¿Cómo?
Sujeto
¿Quién?
Adverbio
/Ideales.
¿Por qué?
Conjunción.
Consecuencia/ FIN
Herramienta. ¿Para qué?
Cualidad
que implica
la
capacidad
(conocimie
nto práctico
y teórico) y
el deseo de
GOBERNAR.
Legítimo y
eficaz.
Ajuste
efectivo y
legitimo de
necesidades
y
capacidades
Así misma,
comunidad
política, actores
y grupos
políticos
expresados en
instituciones
Principios y
prácticas
democráticas.
Tendencia a
democratizaci
ón.
Reglas,
Procedimientos y
fórmulas.
Negociación,
solución
problemas,
aprovechamiento de
oportunidades.
Partes
Características
Fuente: Elaboración propia.
1.1.5- Desafíos para la definición pragmática de gobernabilidad democrática:
La gobernabilidad democrática y su fortalecimiento, requieren tanto del
desarrollo de mecanismos alternos de participación política de la población como de la
urgencia por profundizar en una cultura política que permitiera ejercer una ciudadanía
plena (Filmus 2005; 3), se encuentran casi exclusivamente en dos factores esenciales a
la gobernabilidad: eficacia y legitimidad. La primera se refiere no sólo a la ingeniería
social y a las técnicas administrativas del Gobierno en un intento por aumentar su
racionalidad, sino que en un doble sentido, en la orientación y alcance hacia el respeto a
los compromisos electorales y en la muestra de voluntad política para enfrentar los
conflictos y situaciones pasadas, actuales y futuras, como pobreza, subdesarrollo y
segregación social y económica. La segunda se refiere a la voluntad de los actores
24
Ejercicio
derechos y
obligaciones
para futuro y
desarrollo.
políticos a la hora de ejercer sus derechos y obligaciones para mantener el orden y
equilibrio. La ciudadanía difiere su decisión mediante elecciones libres y transparentes
que resultan en un sistema de poderes con la representación de sujetos específicos que
facultan las ambiciones colectivas e intereses comunes de una sociedad mediante la
ejecución razonable de leyes y medios políticos, consecuente es, una administración
legítima, donde hay confianza por parte del pueblo y hay respuesta y validez en las
acciones del Gobierno. La eficacia, se refiere al cumplimiento de los objetivos del
Gobierno y legitimidad es la aceptación de los ciudadanos de la dominación del
Gobierno (Arbós y Giner, 1993; 15).
La responsabilidad de la gobernabilidad es de todos, gobierno y sociedad (López
Núñez, 2004; 358). En el cauce de la eficiencia y legitimidad, se entiende a la
gobernabilidad democrática como “la responsabilidad compartida del conjunto del
sistema político y de los actores que lo constituyen” (Urdaneta, 2002; 22). Este
compromiso apunta al grado de competitividad, Lechner (1997; 27) sentencia que, no
cuenta tanto la competitividad de una u otra gran empresa en el mercado mundial como
la competitividad del sistema del país; siendo condicionado del comportamiento del
Gobierno y su relación con la sociedad. La eficiencia y la legitimidad perfilan cuan
funcional es dicha dependencia e interacción, y por lo tanto, su propia proyección al
desarrollo. La buena relación del entramado institucional democrático, como tal, su
estructura y capacidad de funcionamiento, incluyendo el de las élites que compiten
políticamente y entre sí y dirigen a las instituciones; con, la cultura política, la actitud de
la población y de los diferentes sectores sociales del sistema democrático se establece
mediante el concepto de legitimidad y en el nivel operativo, el concepto de
gobernabilidad (Nohlen, 1996; 36). Lucio Levi (1985; 896), establece que la legitimidad
del Estado es efecto de un conjunto de elementos dispuestos en niveles crecientes, cada
25
uno de los cuales concurre de manera relativamente independiente para determinarla,
tales elementos son: comunidad política, cuando la población se identifica como tal; el
régimen, es decir, las instituciones, y por último, el Gobierno con funciones de ejercicio
de poder.
"La sociedad actual esboza un sello donde el ejercicio del poder reclama
eficacia, prudencia y mesura" (Uvalle, 2003; 3). La primera, denotando la urgencia por
resultados que alienten la aceptación del mismo de forma confiable y razonable para
aumentar los niveles de gobernabilidad. Prudencia, consolidar la institucionalidad
política a través del reconocimiento del poder real del Estado y del gobernante. Mesura,
para evitar el rebase de las herramientas institucionales limitándose a satisfacer las
necesidades de la sociedad y no restringirse a las propias. Heredia (2002; 12) también
resalta estas condiciones de la gobernabilidad, y citando a Camps3 establece que "un
buen gobierno se gana la legitimidad día a día, siempre y cuando éste no pierda la
confianza de los ciudadanos y que esto se logra por medio del mantenimiento de ciertas
reglas por parte de los Gobiernos. En primer lugar, fidelidad y respeto a la constitución;
también fidelidad al propio programa político; y por último, la ejecución del programa a
través de los medios de alcance de los objetivos propuestos" (Heredia, 2002; 12). Esto,
de no llevarse a cabo representa una contradicción ideológica y práctica, ya sea por
parte del partido a la sociedad, del Gobierno para la sociedad o cualquiera de los actores
involucrados en el sistema. Como derivado, la debilidad en la credibilidad y confianza:
falta de legitimidad de un gobierno. Como antítesis de esta afirmación surge "la
reorientación de las relaciones Estado-Sociedad" (Feo la Cruz, 2002; 7) que replantea el
mito del voto como trámite de poder total al gobernante. Con el fin de mantener la
credibilidad de los círculos políticos de influencia, tanto Gobierno como partidos
3
Heredia se basa en los argumentos de Camps y por lo tanto son incluidos en la cita, sin embargo este
autor no es incluido a las fuentes bibliográficas de este trabajo de investigación.
26
políticos, deben procurar la evasión de los evidentes vicios del modelo neoliberal ante
las demandas sociales y así frenar la crisis de la gobernabilidad. Esto, mediante la
búsqueda de nuevos mecanismos y aumento de la participación de las comunidades
sociales organizadas, procuraría un cambio estructural que reclama la insatisfacción
porque no se ejerce el poder mediante los reglamentos y condiciones establecidas. La
sociedad civil, asume un papel activo y presiona sobre el Estado, con el objeto de
participar con mayor fuerza en la toma de decisiones (Feo la Cruz; 2002; 8). En este
contexto repercuten al análisis, los conceptos de voz y salida de Hirschman, la salida
como opciones en los sistemas políticos se asimilan con las opciones de partidos
políticos o sistemas existentes que se llevan a cabo, generalmente por medio del voto,
como es en el caso de las democracias donde la salida se observa por medio de la
participación y resultado en las urnas, en el contexto de la gobernabilidad democrática,
ésta sería el conducto de salida; ya que altos niveles de gobernabilidad reflejan
elecciones limpias y transparentes; También, en este mismo caso, la voz se podría
acaparar con las ya mencionadas acciones ciudadanas acentuándose conforme más
competitivo sea el sistema. La ingobernabilidad se compararía con el partido
hegemónico.
La resistencia del desplome de la gobernabilidad se refiere a la incorporación de
la calidad en los servicios públicos. Esta nueva tendencia representa una de las etapas de
consolidación de la nueva gestión pública en la perspectiva gubernamental (Moyado,
2002; 5). Consecuentemente una fluida iniciativa de reformas tiene lugar, para
concentrar el esfuerzo en la atención de las demandas y asuntos públicos que
quebrantan la legitimidad y debilitan la credibilidad. Participación civil, reformas
estructurales al ámbito jurídico o hacendario de manera integral, e instituciones sólidas
y confiables son las herramientas de la gobernabilidad. Sin embargo, ésta afronta retos y
27
dificultades en todos sus aspectos, y significa un retroceso en el aumento deseado de la
gobernabilidad misma, reduciendo su cualidad a un problema. La desconfianza
institucional, es la que va a originar la problemática de falta de gobernabilidad. Vazquéz
(2002; 5) hace un estudio detallado de los porcentajes de confianza en las instituciones
de algunos países de América latina (Chile, Ecuador, Perú, Venezuela, Colombia,
Uruguay, Argentina, Bolivia y Paraguay); Este autor, lleva a cabo un recorrido analítico
de “institución por institución”, a grandes rasgos concluye que, instituciones como la
Presidencia de la República, en los países estudiados Chile y Uruguay muestran altos
niveles de aprobación, y en el otro extremo, el resto de los países albergan poca o
ninguna confianza al organismo. En la mayoría de los países (a excepción de Uruguay)
se muestra una visión de los jueces y el sistema, notoriamente desfavorable; sucede lo
mismo con la Policía y el Congreso. Situación que se presenta con todo tipo de
escenarios, ya que cada una de las relaciones y conexiones que hay entre las
instituciones tiene repercusiones en el desempeño de la gobernabilidad, ya que,
Para generar equilibrio –entre las instituciones- se requieren
mecanismos eficientes que permitan controlar, sin bloquear, el ejercicio del
poder que corresponde a cada órgano, y esto sólo es posible cuando el poder
se ejerce por organismos que guardan entre sí una relación simétrica y que
permita la generación de acuerdos y la cooperación entre las mismas
(Calderón, 2004; 115 – 116).
Problemas de estabilidad presentes en los sistemas políticos en América Latina,
y especialmente México, "se enfrenta a la falta de cooperación entre Gobierno y
Congreso; el Presidente no cuenta con el respaldo unicolor de la mayoría absoluta de los
miembros del parlamento, lo que concierne una falta de estabilidad democrática"
(Ortega, 2002; 26).
La gobernabilidad democrática en primera instancia, ha de reconocer que hay
una constante situación de fricción continua, exigencia e inalcanzable conformidad
entre Estado y la sociedad, administrarla requiere una conducta responsable y ética de
28
ambos actores. Es por ello que “Si el Gobierno minimiza la coacción y maximiza la
persuasión y el convencimiento, y la sociedad se organiza y asume su parte en la
funcionalidad de la vida pública sin necesidad de la intervención de la autoridad,
entonces es factible esperar a que brille la gobernabilidad democrática” (Castelazo,
2003; 4), es donde recae el peso de la confianza que proyectará la funcionalidad antes
mencionada, del sistema. "Las claves para la gobernabilidad son: “instituciones fuertes
y confiables (institucionalidad política) del Estado, sistema político, cultura cívica,
relaciones entre la economía y la política y las formas, eficiencia y aceptación de los
procesos gubernamentales, expresados en políticas públicas” (Suárez, 2002; 7). Para
suprimir la crisis de la gobernabilidad es precisa la sana interacción del ejercicio de los
derechos y obligaciones de un gobierno junto a las exigencias y necesidades de la
sociedad. En otras palabras, una comunidad política que confía y cree en la capacidad
de toma de decisión por parte del Gobierno. Habrá gobernabilidad cuando en el marco
de unas elecciones legítimas se estructure un orden incluyente a todas sus partes (en lo
social, económico y político) de cooperación recíproca que fortalezca la capacidad de
gobernar y procure la estabilidad por medio de la participación.
"La actitud de escuchar y atender en lo posible lo que espera la sociedad,
constituye el cimiento de la gobernabilidad democrática" (Castelazo, 2003; 4). La
estabilidad económica equivale a la garantía de la seguridad social por medio del
empleo, la visión de Castelazo pronostica que el mantenimiento de la estabilidad
económica y social, no sólo involucra soluciones técnicas, sino políticas, porque sin
estabilidad económica no hay gobernabilidad. La fórmula para alcanzar dicha
estabilidad económica proyectada en el desarrollo se atribuye a una serie de reformas
estructurales e ideales que transformen y moldeen el sistema sociopolítico enviciado. La
lucha por aumentar y procurar la gobernabilidad es interminable, pues de una u otra
29
forma, la solución de un problema o la recuperación de una crisis indican el surgimiento
de nuevos retos. No hay una fórmula mágica para el Gobierno (Peters, 2003; 10), es una
actitud comprometida con este desafío para los individuos fuera y dentro del Gobierno
lo que hará que funcione efectivamente.
Como se estableció en las primeras líneas de este trabajo, la gobernabilidad es
un tema de orden universal. Si bien no hay una receta que estrictamente indique como
mejorarla; la globalización y el acelerado contagio informativo pueden ser empleados
como instrumento de trascendencia y mejoría, en lugar de representar un obstáculo. El
papel de las instituciones financieras internacionales aunque existen algunas áreas
obvias que no corresponden a su mandato, como la promoción de elecciones
multipartidistas justas; Pues, representaría todo un nuevo debate sobre soberanía y
debilidad de la figura del Estado. En lo que concierne, y de acuerdo a Kaufmann (2005;
43) son las iniciativas de fomento a la transparencia, la libertad de la información y una
prensa independiente, los programas participativos de lucha contra la corrupción
liderados por el país en cuestión, y la igualdad de género están dentro del ámbito de las
capacidades de dichas instituciones. Estas complementadas con la prioridad de reformas
pertinentes y específicas a las instituciones que lo requieran, es decir, las que presenten
mayor vulnerabilidad.
30
1.2- ¿Por qué Gobernabilidad democrática?
La democracia no es condición suficiente para que exista la gobernabilidad,
como se analiza anteriormente, hay una extendida lista de variables que la definen,
procuran, fortalecen e incluso la debilitan. Sin embargo, "la gobernabilidad democrática
sí presupone la existencia de democracia. La primera, se dará sólo cuando la toma de
decisiones de autoridad y la resolución de conflictos entre los actores estratégicos se
produzcan conforme a un sistema de reglas y fórmulas que podamos calificar de
democracia" (Prats, 2001; 103). La gobernabilidad es la capacidad para gobernar
mediante un desempeño eficaz, en donde las acciones de quien tiene el poder
(apoderado y enunciado en las instituciones) capacidad, que se manifiesta cuando
existen respuestas satisfactorias a los problemas del Gobierno, y por último, regular y
resolver los conflictos y diferencias asociados que se presentan permanentemente en la
convivencia política (Hernández, 2004; 306). Proyectándose en el sano gestionamiento
de un presente y futuro estable manifestado en el desarrollo económico, político y
humano. La gobernabilidad democrática va más allá de la institucionalidad formal,
plantea también la necesidad de desarrollar unas prácticas inspiradas en valores que
contribuyen a sostenerla y perfeccionarla (Prats, 2004; 117). Por ejemplo, este autor
señala a la garantía de la libertad política, como el ejercicio efectivo de los derechos
civiles y políticos tiene un valor intrínseco para la vida y el bienestar de la gente. La
restricción de la libre participación política somete el desarrollo humano. Otro factor
determinante en dicha repercusión de la democracia en el desarrollo humano y por lo
tanto en el aumento de gobernabilidad, es que
…la democracia tiene un importante valor instrumental para
conseguir atención política a las demandas de la gente (incluyendo las
necesidades y demandas económicas). También, la práctica democrática da
a los ciudadanos la oportunidad de aprender los unos de los otros, ayudando
a la sociedad a formar sus valores y prioridades. La democracia tiene
importancia “constructiva”, a parte de su valor intrínseco para la vida de los
31
ciudadanos y de su importancia instrumental en las decisiones políticas
(Prats, 2004; 117).
En la presentación de los seminarios de Gobernabilidad de IBERGOP-México,
A.C. se establece que la distinción del México actual, son los principios democráticos
que guían la acción del Gobierno y que transmiten un espíritu de cambio a todas las
instituciones (Ortega, 2003; XIII). Mecanismos que integran a una fuerza política y
social plural en los esfuerzos para llevar y mantener por el camino correcto a nuestro
país, presentes en un proyecto de desarrollo con tres estrategias principales: el
crecimiento económico con calidad y combate a la pobreza; desarrollo humano, social y
formación de capital humano y, gobernabilidad democrática basada en la seguridad,
tranquilidad y paz social (2003; XIV). Entonces bien, el vínculo que abraza a la
gobernabilidad con la democracia se define con relación a la agenda y ambiciones del
sistema. Un sistema tendrá altos niveles de gobernabilidad democrática en la medida
que lleve a la práctica procedimientos políticos y sociales que encaminen el desarrollo
político, económico y social. El combate a la corrupción (Kaufmann, 2005; 42), el
desarrollo parlamentario, fortalecimiento de un sistema electoral y procesos electorales
legítimos, acceso a la justicia, vigorizar el Estado de Derecho y el imperio de la ley,
respeto a los derechos humanos, Descentralización y Gobiernos locales fuertes,
participación de la sociedad civil organizada, administración pública y servicio civil de
carrera, resolución de conflictos, seguridad y transparencia son los puntos de la agenda
básica de la gobernabilidad democrática (Hernández, 2004; 308).
La tendencia en que se batallará, es el aumento de los niveles de gobernabilidad
democrática mediante la combinación de los avances para mejorar la voz y la
participación y las reformas en busca de mayor transparencia y eficiencia, de las
instituciones
y
sus
gobernantes.
32
1.2.1- Grados de la gobernabilidad democrática:
El concepto de gobernabilidad democrática podría llegar a parecer utópico. Si un
sistema cuenta con niveles altos, se confundiría con un “gobierno perfecto” (Camou,
2001; 25), al cual, al tener satisfechas las necesidades y reclamos de la sociedad
eliminaría de golpe muchos de los elementos de la misma gobernabilidad. Antonio
Camou (2001; 27) explica su postura de los tres componentes de la gobernabilidad,
considerando como prioridad la naturaleza dinámica de un sistema donde siempre
quedan demandas sin resolver mediante respuestas usuales, que se transforman en
conflictos tolerados (2001; 26), para proponer un nuevo esquema del modelo de
relaciones entre Estado y sociedad. El autor explica que la graduación de los niveles de
gobernabilidad depende de las situaciones políticas ubicadas en una continua línea
donde los extremos son circunstancias raras e inusuales y los conceptos de estudio se
encuentran en los puntos medios:
9 Gobernabilidad ideal: Equilibrio preciso entre demandas sociales y
respuestas gubernamentales. Por cada reclamo de la sociedad hay una
respuesta del Gobierno.
9 Gobernabilidad normal: Las diferencias entre demanda y respuesta
se encuentran en un dinámico equilibrio. Tolerancia entre los miembros de
la comunidad. La falta de solución de ciertas cuestiones o incluso problemas
son acatados como parte del sistema.
9 Déficit de gobernabilidad: Desequilibrio entre el nivel de las
demandas sociales y la capacidad de respuesta gubernamental. La exigencia
por parte de los actores políticamente organizados que usan su virtud de
amenaza al cuestionamiento de la relación con el Gobierno, con el fin de
satisfacer sus necesidades en cualquier nivel.
9 Crisis de gobernabilidad: Multiplicación en el desequilibrio de la
relación demanda/respuesta.
9 Ingobernabilidad: Una relación Estado- Sociedad rescindida
(Camou, 2001; 26 y 27).
El déficit de gobernabilidad es la amplia gama de situaciones de debilidad política
que los sistemas democráticos de América Latina exhiben en sus marcos sociopolíticos
y se definen por las áreas de acción de los sistemas políticos. Para Perina (2006; 3), la
33
ingobernabilidad es la antítesis de la gobernabilidad, mediante el argumento:
La ingobernabilidad y su detonante inmediato--el conjunto de
percepciones y actitudes de descontento, insatisfacción, desilusión y
desconfianza ciudadana en el liderazgo y las instituciones gubernamentales-, con frecuencia resulta de la conjunción de dos fenómenos íntimamente
interdependientes: Percepción/valoración ciudadana y desempeño
gubernamental. Es decir, es la resultante de una percepción/valoración
ciudadana con respecto a un mal o ineficaz desempeño por parte de las
autoridades y las instituciones gubernamentales --que con frecuencia
corresponde a una incapacidad de las mismas para cumplir ciertas funciones
político-gubernamentales estratégicas.
El combate a la crisis de la gobernabilidad se refiere al conjunto de formas y
tendencias para lograr un continuo orden y supremacía de la ley que otorga un cuadro
práctico donde se desempeñe una gestión económica eficiente, se promueva el bienestar
y seguridad social, así como la funcionalidad y el equilibrio y orden político, la
institucionalidad estable y así se explote la capacidad de incluir, acomodar o castigar el
comportamiento de los individuos y sus agrupaciones para que entren al sistema bajo las
reglas del juego, con un compromiso y en pos de permitir un proceso de toma de
decisiones eficaz.
Sartori (2003; 359) hace una reflexión hacia la transformación de las sociedades a
reivindicativas. Para evitar una situación crisis en la gobernabilidad en las que todos
reclaman derechos desvinculados de los deberes. Todos reivindican derechos para sí y
deberes para algún otro es, a la larga, una sociedad que no funciona. El compromiso y
responsabilidad que conlleva la relación Estado- sociedad es el reflejo de la
gobernabilidad democrática. El equilibrio y estabilidad en una relación sana donde los
requerimientos de la sociedad son canalizados al mejoramiento de la capacidad para
ejercer el poder. Gobernabilidad democrática en altos niveles significa una medida
proporcional en cuanto a ejercicio de derechos y obligaciones entre la sociedad y por
consiguiente un Estado, tanto en sujetos, estructura e instituciones como en recursos.
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