LOS VULNERABLES Joseph Ramos El autor, Joseph Ramos, BS, Ingeniería Eléctrica y Ph.D en economía, ambos de la Universidad de Columbia en Nueva York, es decano de la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas de la Universidad de Chile. Este artículo forma parte del libro “Cómo ha cambiado la vida de los chilenos”, publicado por el Instituto Nacional de Estadísticas, en el que se realiza un análisis comparativo de las condiciones de vida en los hogares con menor bienestar socioeconómico entre los censos de 1992 y 2002. Hemos solicitado autorización a su autor para publicarlo en nuestra revista dado que constituye un interesante aporte al conocimiento de nuestra realidad. SEGUNDO SEMESTRE 2005. ESTADISTICA Y ECONOMIA • 25 26 • SEGUNDO SEMESTRE 2005. ESTADISTICA Y ECONOMIA INTRODUCCIÓN Chile y los chilenos han vivido una transformación social y económica en los últimos 20 años. El ingreso medio por habitante se más que duplicó en este período de tal modo que la mayor parte de las familias alcanzaron niveles de vida mínimamente decentes: casa propia, sin hacinamiento, con acceso a electricidad, agua potable y alcantarillado; educación media, atención de salud, elevada esperanza de vida; y los electrodomésticos esenciales a la vida moderna, como son televisión a color, refrigerador, lavadora y teléfono. Si bien las históricamente agudas diferencias de ingreso no se morigeraron, al menos el progreso llegó a la mayor parte de las familias. De tal modo que no sólo mejoró marcadamente el nivel medio de vida de las familias, sino que el porcentaje de familias bajo la línea de pobreza cayó de 45% en 1987 a 33% en 1992 y a 19% en el 2003. Tal como la marea alta eleva todos los botes, tanto los botes chicos como los barcos grandes, el progreso económico chileno llegó a gran parte de las familias chilenas, si bien, como la marea alta, sin reducir las desigualdades históricas. Chile tiene motivos pues de satisfacción. La parte oscura de este progreso es que, pese a todo, aún 19% de las familias permanecen por debajo de la línea de pobreza. Este 19% más pobre de la población recibe apenas el 4% del ingreso del país, por lo que su ingreso per cápita es de menos de la quinta parte del ingreso per cápita nacional, del orden de US$ 800 al año. Este 19% es verdaderamente nuestra “África sobre el Mapocho”. En efecto, estar por debajo de la línea de pobreza es bordear lo infrahumano, tanto social como económicamente 1 . Normalmente va asociado a una insuficiencia, cuando no exclusión laboral, entendida ésta como la incapacidad de acceder salvo a trabajos de escasa productividad. Por lo tanto, significa tener un ingreso insuficiente para satisfacer las necesidades mínimas de alimentación y demás gastos imprescindibles de la vida. Además de consecuencias económicas duras, suele ir acompañado de consecuencias sociales tanto o más severas. Por ejemplo, puede significar una segmentación cuando no una exclusión económica, donde la familia se aleja paulatinamente de una autonomía económica y pasa a depender cada vez más de subsidios estatales u organizaciones de beneficencia, encerrándola en una dependencia y pasividad creciente. A menudo va acompañada de una segmentación cuando no una exclusión territorial, donde la familia es segregada crecientemente en barrios marginales con otros pobres, aislados y con poco acceso a centros culturales, educacionales o recreativos de calidad. Lo anterior conduce a un aislamiento social, donde la familia queda marginada de las redes sociales, con pocos contactos sociales significativos. Todo lo anterior tiende a reforzar sentimientos de dependencia, vergüenza y pasividad a la vez que puede inducir a la estigmatización y rechazo de sus vecinos. Este trabajo se concentra en este segmento más vulnerable de la población chilena, o dicho de otro modo, se refiere a los hogares con menor bienestar socioeconómico. Examina ¿en qué se diferencia de la población general? ¿cuáles son las magnitudes y significado de sus carencias? y ¿en qué medida ha participado en el progreso general, o sí se ha distanciado cada vez más del resto de la población, constituyéndose en un segmento cada vez más “duro” y difícil de mejorar? En efecto, se trata de saber si la población más vulnerable padece de una creciente marginación rayando en una suerte de SEGUNDO SEMESTRE 2005. ESTADISTICA Y ECONOMIA • 27 exclusión social o, si por el contrario, se está integrando a, y participando en, el progreso general del país. VULNERABILIDAD VS. POBREZA El concepto de pobreza es habitualmente medido por nivel de ingreso. La línea de pobreza se calcula en primer lugar. sobre la base de cuánto una familia requíere para alimentarse adecuadamente (en las zonas urbanas de Chile se estima esto en $87.500 para una familia de 4 personas). Como toda familia necesita no sólo alimentarse sino que debe gastar en vivienda, vestimenta, transporte y otras necesidades, y como a niveles bajos de ingreso el alimento constituye aproximadamente la mitad del gasto de la familia, la línea de pobreza es el doble del gasto mínimo requerido en alimentación, o sea, es de $175.000 al mes para una familia de 4 personas. Para que el lector se forme una idea de lo poco que es esto, considere el costo de una dieta diaria por persona consistente de 4 marraquetas (uno al desayuno, almuerzo, once y cena), 2 huevos (uno al almuerzo, otro en la cena), y 1/2 litro de leche para todo el día. El costo de esto es de alrededor de $500 por persona al día, o sea de $15.000 por persona por mes, lo que equivale a $60.000 al mes para una familia de cuatro en apenas 3 alimentos básicos. Queda menos de un tercio de su presupuesto alimenticio para todos los demás comestibles necesarios. Debe ser claro pues, que la línea de pobreza ¡es un mínimo minimorum, con “poca grasa” en todos los sentidos! Debido al hecho que esta forma de medir la pobreza es tan sensible a la situación ocupacional de la familia así como de su ciclo de vida, muchas familias que figuran 28 • SEGUNDO SEMESTRE 2005. ESTADISTICA Y ECONOMIA como “pobres” porque en la semana de la encuesta estaban cesantes, felizmente no lo son de verdad, al menos en forma permanente, pues tan pronto se ocupan vuelven a tener un ingreso superior a esa línea. De ahí que, por ejemplo, el 5% de las familias indigentes en el 2002 (con ingresos igual a la mitad de la línea de la pobreza) hayan tenido automóviles. O que casi la mitad de los indigentes en esa fecha tuvieran refrigeradores (cosa que no tenía el promedio del país en 1982). La línea de pobreza no sólo es sensible a la situación ocupacional dentro de la familia, sino que también es muy sensible al ciclo de vida de una familia. Muchas parejas jóvenes pueden caer bajo de la línea de la pobreza al tener un bebé (lo que reduce su ingreso per cápita en forma significativa) aún cuando sus costos de vida de verdad no suben en forma proporcional. De hecho, un estudio de “panel” de MIDEPLAN2 reveló que en un período de apenas 5 años (1996- 2001), hubo una elevada rotación en ambas direcciones, desde y hacia la pobreza: 55% de las familias pobres en 1996 ya no eran pobres en 2001, mientras que el 9% de familias que no eran pobres en 1996 cayeron a la pobreza en el 2001. De hecho, sólo 1 de cada 5 hogares indigentes (estos son los más pobres de los pobres) permanecieron indigentes en esos 5 años (éste sería el grupo de pobreza dura). La buena noticia es que la pobreza no es un estado permanente; la mala noticia es que muchas familias (más del 20%, por cierto) pasan por ese estado en algún momento de su vida. Para superar algunas de las limitaciones del concepto de pobreza tal como normalmente se mide, este libro ocupa un concepto complementario: el de “vulnerabilidad” o el de menor bienestar socioeconómico. Mientras el indicador de pobreza mide un “flujo”, es decir, el ingreso generado en un período dado, el indicador de vulnerabilidad de este libro es más bien sugerente de la capacidad de generar ingresos. Este indicador intenta medir una condición algo más permanente de mayor vulnerabilidad socioeconómico de la población. Se construye sobre la base de una combinación de indicadores que incluye el capital físico de la familia (la calidad de la vivienda); la infraestructura con que cuenta (electricidad, agua, alcantarillado, etc.); el equipamiento o bienes durables que la familia ha podido acumular (TV, refrigerador, lavadora, calefactor, auto, etc.); y el capital humano de sus miembros (educación). Sobre la base de estos distintos atributos, se seleccionó el 20% de los hogares y población menos favorecidos en estos aspectos. Estos son el 20% de familias con menor bienestar socioeconómico o “más vulnerables” que son el objeto de este libro. Por cierto, como cualquier indicador, éste no está libre de cierta arbitrariedad y deficiencias. Por ejemplo, no se incluye – pues el Censo no lo incluyó –los activos productivos del cuál pudiera disponer una familia: por ejemplo, tierra arable, animales, etc. Al no incluir tal capital productivo el indicador está sesgado contra las zonas rurales– pues las familias rurales suelen disponer más de estos elementos, mientras que suelen disponer menos de alcantarillado o electricidad (por los mayores costos en proveerlos en zonas rurales). De ahí que un poco más de la mitad de los hogares vulnerables resultaron ser rurales en comparación con un 27% cuando se trata de la pobreza medida según ingreso. Por tanto, hay que estar consciente de que si bien las dos poblaciones – el 20% más pobre y el 20% más vulnerable– tienen importantes coincidencias, también tienen significativas diferencias. Y este trabajo se refiere al 20% más vulnerable o de menor bienestar socioeconómico, entendida la vulnerabilidad en el sentido de bajo potencial o capacidad productiva (ver el capítulo metodológico para mayor detalle). A. La “Foto” ¿Quiénes constituyen la población más vulnerable? Un primer rasgo de la población más vulnerable, tal como indicamos arriba, es su concentración rural. Como se observa en el Cuadro 1, algo más de la mitad de la población perteneciente al 20% de los hogares con menor bienestar socioeconómico vive en zonas rurales, sobre todo en las regiones séptima a decimoprimera . Ello contrasta con el concepto de pobreza (medido por ingreso), en que si bien las zonas rurales están sobre representadas, no obstante, casi 3 de cada 4 personas pobres vive en zonas urbanas. Cuadro 1: Concentración geográfica comparativa de la población en el 2002 País 20% más vulnerable 20% más pobre Urbano 87% 47% 73% Rural 13% 53% 27% SEGUNDO SEMESTRE 2005. ESTADISTICA Y ECONOMIA • 29 Un segundo rasgo de los hogares más vulnerables. es la significativamente menor proporción de ellos constituida por familias biparentales nucleares, es decir, con padre y madre en el mismo hogar (ver Cuadro 2) . En efecto, mientras que 47% de las familias del país son nucleares biparentales, en los hogares vulnerables el porcentaje de familias nucleares biparentales es sólo 39%. En cambio, 10 años atrás, en 1992, la proporción de hogares nucleares biparentales era bastante parecida para ambos grupos. De tal modo que la condición familiar ha llegado a ser un factor distintivo de la población más vulnerable. De hecho, sólo el 49% de las familias ubicadas en el decil inferior tienen como jefe de hogar a un casado, lo que contrasta con el 58% de los hogares totales del país en la actualidad. Esto sugiere que lazos familiares menos estrechos son un factor que contribuye a la vulnerabilidad de un hogar y es pues un “lujo” que no puede darse la población más modesta. Contrariamente a lo que se podría haber pensado, el tamaño de los hogares con menor bienestar socioeconómico no es mayor que el del resto del país, como sí lo era en 1992, sino que, por el contrario, es levemente inferior (ver el Cuadro 3). Hay dos razones para explicar este fenómeno: Por una parte, entre 1992-2002 ha habido una mayor reducción en el tamaño de los hogares más vulnerables que en el resto del país; Así, mientras que en 1992 más de un tercio de las familias nucleares biparentales pertenecientes al decil inferior tenían 3 o más hijos, en 2002, menos de un cuarto tenían 3 o más hijos. Por otra parte, ha habido un mayor crecimiento en la proporción de hogares unipersonales (sobre todo de personas de edad) entre los hogares más vulnerables que en el total del país. Éste es un resultado en vivo contraste con el caso de los hogares más pobres, donde el tamaño de estos hogares es significativamente mayor que el resto, del Cuadro 2: Hogares con núcleo biparental y con jefe del hogar casado (%) 1992 20% más vulnerable 2002 País 20% más vulnerable País Hogar con núcleo Biparental 46 49 39 47 Jefe del hogar casado 61 67 49 58 Fuente: Gubbins, Bagnara y Browne (Capítulo 5) Cuadro 3: Tamaño del hogar urbano y rural (miembros) 1992 20% más vulnerable 2002 País 20% más vulnerable Urbano 3.9 3.2 Rural 4.2 3.5 Promedio 4 Fuente: Gubbins, Bagnara y Browne (Capítulo 5) 30 • SEGUNDO SEMESTRE 2005. ESTADISTICA Y ECONOMIA 3.9 3.4 País 3.6 orden de 4,4 integrantes vs. 3,8 para el total del país (CASEN 2003). Mas, su explicación radica en la diferencia conceptual entre pobreza y vulnerabilidad. Como la línea de pobreza se calcula en términos per cápita, es muy sensible al número de dependientes (personas económicamente inactivas) del hogar. En cambio, como el concepto de vulnerabilidad pretende medir el potencial productivo del hogar, es mucho menos sensible al número de integrantes del hogar. Finalmente, contrariamente a lo que se podría haber pensado, pese a que ha aumentado en los últimos 10 años, el porcentaje de familias mas vulnerables que son allegados, es aún más bajo que el total del país (6% versus 10% a nivel país). Es posible sospechar que esto denota que el allegamiento es un fenómeno urbano más que rural. Como la población vulnerable está concentrada en las zonas rurales, parece ser un fenómeno menos gravitante para estos hogares. ¿En qué consiste su capital humano y empleo? La población con menor bienestar socio económico o más vulnerable se caracteriza por un nivel educacional significativamente inferior al resto del país, de 7 años de escolaridad vs. 10,6 para el total del país (ver Cuadro 4). Si bien su escolaridad se ha elevado igual que el de la población en general, aproximadamente en un año más de educación en estos últimos 10 años, de todas maneras menos de un tercio en la fuerza de trabajo tienen más que educación básica. En cambio, casi dos tercios de la fuerza de trabajo del total del país tiene estudios superiores a la educación básica. Parte de la explicación del menor nivel de escolaridad de este grupo es su concentración en zonas rurales y los mayores costos y dificultades asociados a ofrecer educación media a la población rural, así como el mayor costo de oportunidad de la población rural para estudiar (pues sacrifica la alternativa de trabajar en la agricultura). No obstante aún así, como se ve en el Cuadro 4, la escolaridad de la fuerza de trabajo rural perteneciente a aquellos hogares con menor bienestar, es 1 año inferior al de la población rural general; y la población más vulnerable urbana tiene 3,6 años menos de escolaridad que la población total urbana del país. Considerando que la rentabilidad de la educación básica es del orden del 5% mientras que la de la media es del 11% y la de la educación superior es de 22%3 , este fuerte rezago en la escolaridad más allá de la básica, es un freno fuerte en las posibilidades de mejora socioeconómica de los grupos con menor bienestar socio económico. Cuadro 4: Años de escolaridad de la fuerza de trabajo 1992 20% más vulnerable 2002 País 20% más vulnerable País Urbano 6.3 10 7.5 11 Rural 5.7 6.3 6.7 7.7 Promedio 5.9 9.5 7 10.6 Fuente: Contreras y Medrano (Capítulo 3 ) SEGUNDO SEMESTRE 2005. ESTADISTICA Y ECONOMIA • 31 El, marcadamente, menor nivel de educación de la población con menor bienestar socio económico contribuye sin duda a explicar varias características claves de la situación ocupacional de los más vulnerables. Por una parte, esta población tiene una tasa de participación en la fuerza de trabajo mucho más baja (ver Cuadro 5). Por ejemplo, mientras que el 85% de los jefes de hogar de 25-49 años del total del país están en la fuerza de trabajo, sólo el 76% de los jefes de hogar de 25-49 años dentro de la población más vulnerable están en la fuerza de trabajo. Fenómeno similar se da entre los no jefes de hogar y los demás grupos etareos. Por otra parte, la población más vulnerable tiene una tasa de desempleo 6 puntos superiores al resto del país. El efecto combinado de ambos fenómenos, es que la proporción de este segmento de la población en edad de trabajar que está ocupada (la tasa de empleo) es 10 puntos porcentuales menor a la de la población total del país (35% vs 45%); y 15 puntos menos para jefes de hogares (45% versus 60%). De hecho, mientras que el porcentaje de la población del país que estuvo ocupada se mantuvo constante entre 1992 y 2002, en el mismo período el porcentaje de la población del primer decil cayó fuertemente (de 40% a 35%). De tal modo que la crisis asiática y lento crecimiento posterior recayó básicamente sobre este segmento de la población del país. Ésto es muy llamativo, pues normalmente las crisis afectan menos negativamente al empleo rural, donde se concentra la población más vulnerable. Los menores niveles de educación de la población con menor bienestar socioeconómico, también explica el tipo de empleo al que accede (ver Cuadro 6). Mientras que dos tercios del empleo del país está en el sector terciario (comercio, transporte, finanzas y servicios), poco más de un tercio de la ocupación de la población más vulnerable trabajaba en el sector terciario. Incluso si nos limitamos a la población más vulnerable urbana, menos de un tercio de ella trabaja en el sector Cuadro 5: Tasas de participación, empleo y desempleo (%) 1992 20% MÁS VULNERABLE A: Tasa de participación Jefes de hogar 25-49 años País Promedio Urbano 2002 Rural Promedio Urbano Rural 86% 85% Vulnerables 80 76 B: % de Jefes de Hogar 25-49 años con empleo(tasa de empleo) País 81 82 79 76 77 65 Vulnerables 74 70 76 62 60 65 C: % de Población de 15 y más años que tiene un empleo (tasa de empleo)País 45 45 42 45 46 38 Vulnerables 40 38 41 35 35 35 Fuente: Contreras y Medrano (Capítulo 3 ) 32 • SEGUNDO SEMESTRE 2005. ESTADISTICA Y ECONOMIA terciario. Puesto de otro modo, casi dos tercios de la fuerza de trabajo del país trabaja en ocupaciones tipo “cuello blanco” (o empleados), mientras que apenas un sexto de la fuerza laboral vulnerable trabaja en ocupaciones tipo “cuello blanco”. Como estas ocupaciones suelen pagar más que la de obreros, ésta es otra consecuencia de la menor educación de la población más vulnerable. antiguas dejadas por los que se han mudado a las casas nuevas. Como habría de esperar, la calidad de la vivienda de la población más vulnerable es inferior a la de la población total del país (ver Cuadro 7). De hecho, 40% aún sufre de hacinamiento (es decir, tienen más de dos personas por dormitorio), pese a que entre 1992-2002 se redujo significativamente el tamaño de sus hogares. Esta cifra se compara con menos de un cuarto de la población nacional no vulnerable que es hacinada. Asimismo, mientras apenas 4% de la población con menor bienestar socio económico vive en una vivienda con uno o más déficit en los estándares de calidad mínima de muros, techos, pisos y tipo de vivienda4 , el 24% de la población vulnerable padece de al menos una carencia en estos aspectos. Con todo, tomando en cuenta que estas cifras se refieren al 20% de los hogares más desposeídos, no deja de ser un hecho positivo que más de tres cuartas partes de estas viviendas satisfagan todos los estándares mínimos de calidad. ¿Qué calidad de vivienda y de infraestructura poseen los hogares más vulnerables? El 70% de la población de este sector vive en casa propia, porcentaje parecido al de la población general del país. A diferencia del resto, la gran mayoría de las familias vulnerables tiene su casa pagada. Sin embargo, esto simplemente significa que no acceden a crédito para comprar casas nuevas, sino que se traspasan a las casas Cuadro 6: Composición del empleo por sector económico 2002 Sector País 20% más vulnerable Primario (agro, pesca, silvicultura y minería) 12% 45% Secundario (infr., constr., elec., gas y agua) 21 19 Terciario (comercio, servicios, finanzas y resto) 67 36 Cuadro 7: Déficit en estándares mínimos en la vivienda (%) 1992 20% más vulnerable Con algún déficit de vivienda Sin hacinamiento 2002 80% no vulnerable 20% más vulnerable 80% no vulnerable 41%% 8% 24% 4% 61% 38% 40% 23% Fuente: Larrañaga (2004) SEGUNDO SEMESTRE 2005. ESTADISTICA Y ECONOMIA • 33 Donde es tal vez más deficiente la situación de la población con menor bienestar socio económico o más vulnerable es en lo que se refiere a infraestructura básica. Si bien el 87% de las viviendas de la población en estudio tiene acceso a electricidad (frente a 98% del total del país) del orden de 40% carecen de acceso a la red pública de agua potable o de alcantarillado. Si bien gran parte de las diferencias se deben a que la mayor parte de estos hogares viven en zonas rurales y la población rural, en general, sufre de estas falencias, la población con menor bienestar socio económico o más vulnerable urbana tiene carencias importantes de infraestructura, en especial en lo que se refiere a falta de servicios de alcantarillado (24%). vulnerables disfrutan de estos artefactos. No obstante, es importante observar que en el 2002 la población con menor bienestar socioeconómico alcanzaba niveles de tenencia de estos tres ítemes de equipamiento similares a los que gozaba el total del país apenas 10 años atrás. ¿Con qué bienes durables cuentan las familias más vulnerables? B. Las Tendencias en el tiempo De acuerdo a lo esperado, la tenencia de bienes durables es significativamente menor en la población más vulnerable. Mientras que sobre el 80% de las familias del país tienen refrigerador, lavadora y televisión a color, sólo el 50% de las familias Si bien las familias con menor bienestar socioeconómico virtualmente carecen de teléfono fijo, hecho no extraño dado su carácter rural, 30% de ellas tienen teléfonos celulares. Y sin duda, en las zonas rurales el valor de un teléfono celular significa un cambio de vida mayor que en la ciudad – tanto por las oportunidades económicas que abre, como por la reducción en el aislamiento que significa. Por cierto, penoso como sea, no extraña que las familias más vulnerables tengan mayores carencias que el resto de la población. El tema de mayor interés es ¿en qué medida se han visto beneficiadas de los progresos económicos y sociales de los últimos años? ¿Son un segmento rezagado de la población Cuadro 8: Posesión de bienes de consumo durable (%) 1992 2002 20% más Vulnerable País 20% más Vulnerable País TV- color 7 54 57 89 Lavadora 0.4 12 51 83 8 56 48 84 Refrigerador Celular 0.0 1 30 54 Teléfono 0.1 24 5 53 Vehículos 5 21 11 32 Secadora n.d n.d 26 45 Fuente: Larrañaga (2004) 34 • SEGUNDO SEMESTRE 2005. ESTADISTICA Y ECONOMIA poco beneficiado por el progreso general y, por tanto, en vías de constituir una pobreza dura, si no una casta? O, por el contrario, como habría de desear, ¿habrán visto reducirse la distancia que los separa del resto de la población? Las tendencias sugieren un cuadro más bien mixto. Por una parte, no cabe duda que el progreso económico general alcanzó inclusive a los hogares más vulnerables. Por otra parte, las distancias monetarias entre grupos han tendido a mantenerse – eso muestran los datos sobre distribución del ingreso de las encuestas CASEN, donde el coeficiente Gini por persona entre 1992 y 2003 se mantuvo constante en un muy desigual 0,57.5 No obstante, hay evidencia que las familias más vulnerables han reducido la brecha en muchos bienes no transados normalmente en el mercado, pero importantes para el bienestar (por ejemplo, salud e infraestructura básica). televisores a color pasan de porcentajes menores a 10% en 1992 a porcentajes del orden del 50% en 2002, de tal modo que en 2002 la posesión de estos artefactos era similar a la que tenía el general del país apenas 10 años atrás. Si bien también hubo aumentos similares entre el total de familias del país, donde en 1992 la brecha entre ambos grupos era sobre 5 a 1, la brecha en 2002 era menos de 2 a 1. Y ciertamente la brecha con el quintil más alto de la población se redujo muchísimo más, pues este quintil disponía de estos bienes desde muchos años atrás. Por cierto, los mayores ingresos de los quintiles más ricos les permitió comprar mejores refrigeradores, lavadoras y televisores. No obstante qué duda cabe que el salto cualitativo en bienestar debe haber sido relativamente mayor para las familias más vulnerables; Pues pasar de no tener a sí tener refrigerador, lavadora o televisor es un salto mucho mayor en bienestar que el tener un televisor más grande o un refrigerador de mayor capacidad como fue el caso con las familias más pudientes. Los avances I: lo que el dinero sí puede comprar En primer lugar, ha sido impresionante la reducción en el hacinamiento de las familias con menor bienestar socioeconómico en los últimos 10 años. No sólo esto, sino que ha sido mayor que entre la población general (21% hogares vulnerables dejaron de ser hacinados versus 15% de la población general). Segundo, ha habido una mejora importante en la calidad de las viviendas de las familias más vulnerables relativa a la del resto del país (ver de nuevo el Cuadro 7). También ha sido impresionante el incremento en la posesión de bienes durables por parte de las familias con menor bienestar socioeconómico o más vulnerables (ver de nuevo el Cuadro 8). La posesión de refrigeradores, lavadoras y Los avances II: lo que el dinero no puede comprar El bienestar económico y social está compuesto no sólo por bienes que pueden comprarse directamente con dinero en el mercado, sino por bienes – típicamente bienes públicos, como la salud – que no son provistos normalmente o en forma eficiente por el mercado, sino que suelen ser suministrados por el Estado, al menos para la mayor parte de la población. Sin lugar a duda, lo más importante en este ámbito es la prolongación de la esperanza de vida, fruto principalmente de las mejoras en la salud pública preventiva (agua potable, alcantarillado, vacunas, etc.) así como SEGUNDO SEMESTRE 2005. ESTADISTICA Y ECONOMIA • 35 también en la atención sanitaria curativa. De hecho, la esperanza de vida de los últimos 10 años se ha elevado de 74 a 76 años, con lo que es apenas 2 años menos que la prevaleciente en EEUU. Parte importante de esta mejora se debe a las fuertes reducciones en la mortalidad infantil, así como en la mortalidad materna post-parto, donde ambas cayeron a la mitad en el decenio. Como es de suponer que estas reducciones se centraron en grupos socioeconómicos anteriormente desprovistos de adecuada atención, es razonable pensar que la esperanza de vida de la población más vulnerable ha de haberse extendido aún más que la de la población general del país. De hecho, como indica el cuadro 9, las cuatro regiones con más baja esperanza de vida al nacer (hombres) en 1991-92, experimentaron los mayores aumentos promedios en esperanza de vida en el decenio, de 3 años entre los hombres y de 3,5 años entre las mujeres. Por tanto, este es un avance progresivo en el indicador tal vez más importante del bienestar de la población. Asimismo, casi un tercio de los hogares con menor bienestar, que antes carecían de electricidad, la consiguen en el decenio, de tal modo que hoy en día el 87% de estos hogares tiene electricidad en sus casas (ver Cuadro 10). Esto, en contraste con un aumento de 7% de hogares a nivel nacional6 . ¿Cómo exagerar la importancia de adquirir electricidad para este 31% de hogares más vulnerables, pues sin ésta no se puede tener refrigerador, ni lavadora, ni televisor?. Y este aumento es especialmente significativo entre los hogares con menor bienestar socioeconómico en las áreas rurales. O sea, éste es otro avance progresivo en el bienestar de las personas. Los avances en agua potable, así como en alcantarillado, son igualmente impresionantes. El 22% de los hogares con menor bienestar socioeconómico o más vulnerables (vs. 6% de los hogares nacionales) adquieren acceso a la red de agua potable a su casa, lo que significa que ya no tienen que caminar a la esquina y tomar agua de una llave colectiva o sacarla Cuadro 9: Esperanza de vida al nacer Región 2 8 9 11 10 7 12 6 5 1 RM 3 4 1991-92 hombres 2001-2 hombres Aumento decenio 1991-92 mujeres 2001-2 mujeres Aumento decenio %rural en 2002 69,5 69,6 69,9 70,0 70,1 70,5 70,9 71,5 71,6 72,0 72,1 72,5 72,6 72,4 73,0 72,9 73 72,2 73,0 72,2 73,9 74,3 73,9 74,9 74,8 75,9 2,9 3,4 3,0 3,0 2,1 2,5 1,3 2,4 2,7 1,9 2,8 2,3 3,3 76,0 76,3 75,4 76,7 75,9 76 78,5 77,5 77,5 78,0 78,0 78,5 78,0 78,4 79,5 79,6 80,9 79,7 79,5 79,4 79,6 80,3 80,6 81,0 80,3 81,0 2,4 3,2 4,2 4,2 1,8 3,5 0,9 2,1 2,8 2,6 3,0 1,8 3,0 4% 17% 32% 21% 32% 33% 8% 29% 8% 7% 3% 10% 21% 36 • SEGUNDO SEMESTRE 2005. ESTADISTICA Y ECONOMIA de un pozo posiblemente contaminado; y son 51% más los hogares vulnerables que se integran al sistema de alcantarillado (vs. 22% de los hogares nacionales) y por tanto que cuentan con condiciones sanitarias mínimas. De nuevo, las mejoras, por definición, se dan en las familias más necesitadas y postergadas de la población, las que carecían de estos bienes colectivos fundamentales. O sea, este es otro avance progresivo en el bienestar. No sólo hubo una relativamente mayor mejora en el bienestar en infraestructura básica de las familias más vulnerables respecto al total de familias del país, sino que dentro de las familias más vulnerables hubo una mejora relativa en las más desaventajadas, concretamente las familias vulnerables rurales respecto a las vulnerables urbanas. Tal como muestra el Cuadro 10, los déficits en infraestructura básica de las familias vulnerables rurales es muy superior al de las familias vulnerables urbanas. Sin embargo, las reducciones en los déficits en electricidad y agua potable entre 1992 y 2002 fueron mucho mayores entre los rurales que los urbanos (39% vs 13% en electricidad y 27% vs. 12% en agua potable). Si bien la integración de la vivienda a la red de alcantarillado fue menor entre las familias vulnerables rurales, no obstante fue importante (un 34% se integraron en apenas 10 años). Por otra parte es razonable suponer que la falta de alcantarilla tiene menos impacto negativo sobre la sanidad en zonas rurales de baja densidad que en zonas urbanas de mucho mayor densidad. Dado pues la relativa mayor importancia de electricidad y agua potable para la población rural se puede considerar que, en neto, las mejoras en infraestructura básica fueron mayores para las familias vulnerables más desaventajadas lo que implica una mejora progresiva adicional en el bienestar no monetario. Cuadro 10: Déficit en infraestructura básica población más vulnerable: Total/Rural/Urbano (valor en paréntesis es el dato para el total de hogares del país) 1992 2002 (general) Cambio 1992-2002 Electricidad Total Urbano Rural 44% 22% 55% 13% (2%) 9% 16% 31% (7%) 13% 39% Agua Potable Total Urbano Rural 61% 20% 91% 39% (8%) 8% 64% 22%(6%) 12% 27% Alcantarillado Total Urbano Rural 95% 92% 94% 44% (9%) 24% 60% 51% (22%) 68% 34% Hacinamiento (%) Total Urbano Rural 61% 69% 57% 40% (26%) 46% 35% 21% (16%) 23% 22% Fuente: Larrañaga (Capítulo 6) SEGUNDO SEMESTRE 2005. ESTADISTICA Y ECONOMIA • 37 Un bien clave para posibilitar la superación de la vulnerabilidad y pobreza es la educación. Para la gran mayoría de la población chilena ésta es provista principalmente en forma pública (educación municipal o subvencionada) y no por el mercado (la educación particular pagada). Entre 1992 y 2002 hubo un aumento de un año en la escolaridad de la población de 15 años y más del país, de 8,7 años a 9,7 años (ver Cuadro 11). En cambio, el aumento de escolaridad de la población más vulnerable del mismo grupo etáreo fue menor, de 0,8 años, desde 5,4 a 6,2 años. Sin embargo, esto parece reflejar la mayor proporción de personas mayores de edad en la población con menor bienestar socioeconómico (y por eso su menor avance educacional) y no un menor acceso a educación. En efecto, si se observa el aumento en la escolaridad para la población de 25-34 años, este es idéntico, 1,2 años de educación, tanto para la población más vulnerable como para la población en general. estudios superiores, proporción que sube de 32% en 1992 a 44% en 2002. En cambio, menos de 13% de la población vulnerable alcanza este mismo nivel en el 2002. Como la rentabilidad de la educación crece con mayor escolaridad y sobre todo para la educación superior, en este aspecto hay un claro deterioro relativo aunque no absoluto, en el bienestar de la población más vulnerable. Sin embargo, estos mismos números indican que el avance educacional de las personas con mayor vulnerabilidad se limita principalmente a completar básica – sólo 27% de éstas, de más de 15 años, pasan de básica en 2002, frente a 17% en 1992. En cambio, el avance mayor educacional del país general fue elevar el porcentaje que completan educación media o siguen a Sin duda la causa principal del mejoramiento en el nivel de vida y bienestar económico se debe al fuerte crecimiento económico de los últimos dos decenios y, muy en especial, al fuerte crecimiento de la productividad total de los factores en el segundo decenio, lo cual indujo un sólido repunte en las remuneraciones de toda la fuerza de trabajo. Por cierto, parte de esto refleja el mayor costo de proveer educación media y superior a la población rural. Sin embargo, inclusive en las zonas urbanas es escasa la proporción de la población vulnerable con estudios superiores (4%), y está es muy inferior al promedio del país (25%). C. Las causas El fuerte crecimiento económico Cuadro 11: Años de escolaridad de la población 1992 20% más vulnerable 15 años a más 25-34 años 50-59 años 5.4 6.6 3.3 2002 País 20% más vulnerable País 8.7 9.9 6.8 6.2 7.8 4.5 9.7 11.1 8.5 Fuente: Contreras y Medrano Capítulo 3 y Valenzuela y Herrera Capítulo 2 38 • SEGUNDO SEMESTRE 2005. ESTADISTICA Y ECONOMIA El Cuadro 12 resume los datos principales que caracterizan la evolución macroeconómica del país entre 1982 y 2002. El PIB per cápita en este período creció casi 4% al año, de tal modo que el ingreso por habitante más que se duplicó. Sin embargo, en el primer decenio, como se salía de la depresión de 1982, buena parte del crecimiento fue recuperación de actividad y aprovechamiento de capacidad ociosa con poco crecimiento en la productividad. En cambio, en el decenio 1992-2002 el crecimiento se basó en un fuerte incremento de la productividad total de factores (PTF). Sin recesiones severas Un segundo factor, no menor, para explicar la fuerte mejora en bienestar de la población, en especial la más vulnerable, es que entre 1984 y 2002 Chile no sufrió ninguna recesión severa; a lo más la caída de 1% en 1999. En efecto, los mayores daños a la población más vulnerable así como los peores retrocesos distributivos en su bienestar se deben al alto desempleo y consiguientes fuertes caídas en los salarios producto de depresiones económicas, como las de 1974/75 y 1982/ 83. Como país pequeño con una economía abierta, Chile es y será siempre vulnerable a shocks externos. Sin embargo, gracias a una política macroeconómica estable y bien llevada a cabo, en los últimos 20 años Chile ha podido evitar severas recesiones y sus secuelas sociales, con lo que la población más vulnerable ha vivido una tendencia consistentemente ascendente en su bienestar. Precisamente debido a que el desempleo es tan alto en el período 1982-92, el crecimiento de los salarios reales es muy modesto, 0,6% al año; de ahí que los ingresos de los hogares se elevan en este período principalmente por la reducción del desempleo de sus miembros. En cambio, en 1992-2002 y, ciertamente hasta la crisis asiática, el desempleo es relativamente bajo, razón por lo cual el crecimiento medio de los salarios reales es importante, 3,5% al año. Pese a estos progresos, la distribución del ingreso es y sigue muy desigual en Chile. La diferencia de ingreso entre el quintil más rico y el quintil más pobre es del orden de 14 a 1, una de las distribuciones más desiguales de América Latina, así como del mundo, siendo ésta el doble de la prevaleciente entre los países desarrollados. La Política Social7 El tercer factor explicativo de las mejoras que hubo es la política social. En efecto, el importante avance en la provisión de servicios sociales dependió tanto de los mayores ingresos fiscales que proveyó el crecimiento económico, como al incremento deliberado que hubo, primero en incrementar los ingresos fiscales por Cuadro 12: La evolución macroeconómica 1982-2002 1982-1992 1992-2002 PIB Per Capita 4,1% 3.5% Productividad (PTF) 0.6% 2.5% Desempleo Medio* 14% 8.5% Salario Real 0.6% 3.5% Razón Quintil (Q5/Q1) 14 Fuentes: Larrañaga (2003), Larraín y Vergara (2000) * Corregido por programas especiales SEGUNDO SEMESTRE 2005. ESTADISTICA Y ECONOMIA • 39 sobre su tendencia secular y, segundo, en asignarlos crecientemente a programas dirigidos hacia los grupos vulnerables. a) aumento en el gasto social La reforma tributaria de 1990, que elevó los ingresos tributarios en algo más de 2 puntos porcentuales del PIB, se realizó con la finalidad de financiar incrementos importantes en el gasto social por considerar que la salud, educación y vivienda social habían sido altamente descuidados en el gobierno militar. A ello habría que agregar los importantes esfuerzos en reducir la evasión así como la elusión tributaria. De ahí que el gasto social entre 1990 y 2002 se elevó en 2,5 veces, o sea a un ritmo de casi 8% anual (ver Cuadro 13), muy por encima del ritmo de crecimiento económico del período y, por tanto, de lo que habría sido el incremento tendencial en los ingresos tributarios sin reforma tributaria. b) mayor focalización hacia los más necesitados El gasto social no sólo se incrementó por el aumento deliberado en los ingresos fiscales, sino que también porque hubo un esfuerzo de reorientar una parte creciente de éste hacía el gasto social. De ahí que el gasto social pasó de representar 61% del gasto fiscal total a principios de los 90 a casi 70% en 2003. Esta reorientación fue fruto de varias decisiones. Primero, la decisión de licitar concesiones al sector privado para construir infraestructura liberó recursos fiscales para fines sociales (se estima que se liberaron más de US$ 5.000 millones de esta manera entre 1990-2003). Segundo, el gasto en defensa del gobierno general se redujo de 2,2% del PIB a fines de los 80s a 1,7% en el 2002. Tercero, los superávit, del sector público en el período permitieron reducir fuertemente la deuda pública, por lo que se redujo la participación de pagos de intereses en el gasto fiscal de 1,7% del PIB en 1989 a 0,4% en el 2000. Cuarto, continuaron los esfuerzos para focalizar el gasto social en los grupos más vulnerables. Evidencia de esta mejor reasignación es que mientras en 1990-1992 los subsidios monetarios (pensión asistencial, asignaciones familiares, subsidio único familiar, subsidio de agua potable, subsidio de cesantía) reducían en 8% la desigualdad de ingresos entre los quintiles más ricos y más pobres, en 2000-2003 los redujeron en 14% (ver el cuadro 15). c) El impacto de la política social sobre la distribución del ingreso Es conocido la muy desigual distribución del ingreso de Chile -entre las peores en América Latina- región ya de las más desiguales del mundo. De hecho, el quintil más rico de la población recibe 56,5% del ingreso nacional, mientras que el quintil más Cuadro 13: Gasto público social 1990-2003 Gasto Público Social (miles de millones de $2002) Gasto Público social como % del PIB 1990 1992 2002 2003 (est.) $310.000 $380.000 $730.000 $765.000 12,5% 12,8% 16% 16,3% 40 • SEGUNDO SEMESTRE 2005. ESTADISTICA Y ECONOMIA pobre recibe apenas el 3,9%. De ahí que las diferencias de ingreso (autónomo) entre ambos quintiles es sobre 14 a 1 (ver cuadro 14), en comparación con relaciones de desigualdad, es la mitad de ésta en los países desarrollados. Es decir, si el 20% más pobre de Chile recibiera no 3,9% como es en la actualidad sino 5,3% como en los países desarrollados, este “pequeño” incremento en su participación equivaldría a elevar su ingreso en 35%, lo que reduciría el porcentaje de pobres e indigentes en más de la mitad (o sea, a menos de 10% y 3% de la población respectivamente). Elevar los ingresos autónomos de las familias vulnerables (es decir, aquellos generados por las propias familias por su trabajo) depende de las fuerzas de mercado y, por consiguiente, de si trabajan o no y de la calidad de su empleo. Y esto depende crucialmente de la cantidad, tipo y calidad de su educación. Una vez más debemos insistir en la importancia de enfatizar la calidad de la educación así como de políticas, como la provisión de guarderías infantiles, que pudieran ayudar a elevar la participación laboral de las familias más vulnerables. La política social ha tenido un impacto positivo importante sobre la distribución del ingreso. En primer lugar, los subsidios monetarios directos (pensiones asistenciales, subsidio único familiar, subsidio al consumo de agua potable, subsidio de cesantía) han estado concentrados en los deciles de más bajo ingreso. De ahí que se reduce la relación de ingreso entre quintiles, incluyendo en los ingresos los subsidios monetarios así como los autónomos, de 14,3 a 12,3. Cuadro 14: La distribución del ingreso sin y con políticas sociales (índice 5º/1er quintil) 1990 1992 2000 2003 Ingreso autónomo (generado por la familia) 14,0 13,2 15,3 14,3 Ingreso monetario total (incluyendo susbsidios monetarios recibidos por la familia) 12,9 12,2 13,2 12,3 8,9 8,1 8,3 7,6 Ingreso Total (incluyendo los subsidios monetarios más el valor de programas gratuitos de educación, salud...) Cuadro 15: Mejora en la distribución del ingreso producto de las políticas sociales (reducción porcentual en índice 5º/1er quintil) 1990 1992 2000 2003 Mejora producto de subsidios monetarios 8% 8% 14% 14% Mejora producto de las políticas sociales 31% 33% 37% 38% Mejora Total 36% 38% 46% 47% SEGUNDO SEMESTRE 2005. ESTADISTICA Y ECONOMIA • 41 Más aún, si valoramos los servicios gratuitos, como la educación, la salud pública y programas de vivienda subsidiados –que también se concentran preferentemente en los grupos más vulnerables– se observa (ver Cuadro 15) que estos programas reducen las desigualdades entre los quintiles más alto y más bajo de la población en un 38%, con lo que la brecha de desigualdad en el “ingreso total” (donde estos gastos son sumados como un ingreso efectivo) se reduce a 7,6. O sea, el efecto total de las políticas sociales –tanto de los subsidios monetarios como de los programas no monetarios-, reducen las desigualdad entre quintiles en 47%. Esto compara favorablemente con 1990 cuando la reducción era de 36% y, por ende, la relación en ingreso total entre quintiles era de 8,9 vs. 7,6 en la actualidad (ver cuadro 14). En otras palabras, si bien entre 1990-92 y 2002-2003 no ha habido mejora alguna en la distribución del ingreso autónomo de los hogares (lo que el mercado provee), la política social ha podido reducir la brecha en ingreso “total” o bienestar en forma significativa en estos últimos 12 años. en la distribución del ingreso monetario, sí hubo mejoras relativas en el bienestar de la población más vulnerable en indicadores como mayor esperanza de vida, menor hacinamiento y reducciones en la proporción de hogares vulnerables carentes de electricidad, agua y alcantarillado. Si bien hay motivos de satisfacción por lo logrado, queda aún mucho por hacer. Demasiados chilenos, cerca de un 20%, sigue viviendo en condiciones al borde de lo infrahumano y un porcentaje mayor vive en condiciones de alta fragilidad, donde un cambio adverso cualquiera puede derrumbar lo construido. Por cierto, vulnerabilidad e infrahumano son conceptos relativos. Mas, dado el nivel de desarrollo que el país ha alcanzado, lo que era tolerable 10 o 20 años atrás ya no lo es, ni debe serlo. En efecto, el esfuerzo adicional que tendríamos que hacer como sociedad es tal vez de un punto y medio más del PIB dirigido a estos grupos (lo que elevaría su ingreso y bienestar del orden de 35%). En vista de que nuestro ingreso per cápita es más del doble de 20 años atrás, esto significa que es cada vez menos costoso el sacrificio para la sociedad de solucionar esta lacra social. CONCLUSIONES Los datos censales permiten concluir que en los últimos 10 años el progreso general del país – sea por el crecimiento económico en sí, sea por la política social - alcanzó a la población con menor bienestar socio económico o más vulnerable. Esta experimentó importantes mejoras absolutas en los principales indicadores, tanto en esos dependientes del nivel de ingreso del hogar –los bienes durables de éste, así como la calidad de su vivienda, como en aquellos ligados a los servicios sociales provistos por el estado– infraestructura así como educación y salud. Si bien no hubo mejora 42 • SEGUNDO SEMESTRE 2005. ESTADISTICA Y ECONOMIA Mas, este estudio también sugiere donde deberían dirigirse estos esfuerzos: en la educación, sobre todo (aunque no exclusivamente) de la población rural. En efecto, observamos un rezago relativo en el progreso educacional de la población vulnerable. Este rezago es aún más preocupante si a ello le agregamos la calidad mediocre de la educación a la cual suele acceder la población más vulnerable.8 Salir de la vulnerabilidad requiere por sobre todo desarrollar los talentos potenciales de esta población. Pues todas las políticas sociales que mejoren su bienestar, pero que no permite desarrollar sus talentos, los dejará “semi inválidos”, dependientes del grado de paternalismo de las autoridades de turno. Esto implica la necesidad de renovados esfuerzos para abrir acceso a la educación media y de calidad (y probablemente técnica más que científica humanista) a esa gran parte de la población joven rural, que, por los elevados costos de transporte o de oportunidad, no suele continuar sus estudios más allá de la educación básica. En segundo lugar, implica diseñar cursos especiales de capacitación en oficio (y de una duración suficiente) para la población actualmente adulta, carente de estudios de enseñanza media, para permitirles acceder a un oficio con un grado de calificación relevante. Ambas propuestas encarecerán los costos, pues es centrarse en esos grupos más difíciles. Sin embargo, los vulnerables no son muchos; y los frutos son grandes. Significa movilizar los talentos latentes de los vulnerables en pos de su propio desarrollo y sacarlos de su pasividad y dependencia; es evitar los riesgos de marginación, exclusión y hasta comportamiento antisocial. Es ofrecer oportunidad y esperanza donde hay frustración y desazón. Finalmente, es motivo de alta preocupación –aunque excede mis conocimientos profesionales como economista– el aparente deterioro en los lazos familiares de la población más vulnerable. Ya menos de la mitad de los jefes de hogares que pertenece a este segmento de la población son casados. Por mucho que el Estado pueda intentar suplir lo que la familia debe proveer por medio del sistema educacional, es en la familia donde se forman los hábitos de trabajo y disciplina así como los valores de superación, juego limpio y solidaridad. La falta de modelos adecuados para los jóvenes dentro del ámbito familiar los hacen presas fáciles de influencias negativas o antisociales, lo que puede significar entrar en un círculo vicioso de transmisión intergeneracional de pasividad, dependencia, baja autoestima y exclusión. Muchas veces se propone expandir guarderías infantiles para permitir elevar la participación femenina y así ayudar a la familia más pobre y vulnerable a incrementar sus ingresos. Mas un segundo motivo, tal vez hasta más importante, me atrevería a sugerir, es intentar por este medio suplir la educación en hábitos y valores que pudiera faltarle a niños de hogares vulnerables. Y ciertamente hay mucho que queda por hacer en este ámbito, pues sólo un cuarto de los niños del quintil más bajo de ingreso está en parvularios. En síntesis, el progreso de las últimas dos décadas no sólo benefició al ciudadano medio, sino que alcanzó a beneficiar también a la población con menor bienestar socioeconómico o más vulnerable. Tenemos, pues, mucho por el cual sentir satisfacción. Sin embargo, más que sentarnos en los laureles de lo ya realizado, los logros de estos últimos años deberían servir de aliento para esforzarnos más en pos de lo mucho que aún queda por hacer. SEGUNDO SEMESTRE 2005. ESTADISTICA Y ECONOMIA • 43 NOTAS 1 Este párrafo es tomado de un excelente artículo escrito a base de la apreciación de su situación por los propios “pobres” realizado por el Hogar de Cristo. Ver P. Egenau y B. Baranda, “Voces de la vulnerabilidad: Radiografía humana de la pobreza”, Revista Mensaje, agosto 2004. 2 Dinámica de la Pobreza: resultados de la encuesta de panel 1996-2001”, División Social, Departamento de Información Social, MIDEPLAN (diciembre de 2002). 3 Ver David Bravo, “Trabajo: dignidad y cambios. El mercado laboral chileno” en Cuánto y cómo cambiamos los chilenos: balance de una década, censos 1992-2002 (INE, Cuadernos Bicentenario, Santiago, 2003). 4 No cumplen con los estándares mínimos viviendas cuyos pisos sean de tierra o ladrillo, cuyos muros sean de desechos, adobe o barro (e las Va las XII regiones), cuyos techos sean de fonolita o paja y que sea una vivienda tipo mediagua, choza o ruca. Véase el capítulo de Osvaldo Larrañaga para la definición exacta. 5 Ver División Social de MIDEPLAN, “Pobreza, distribución del ingreso e impacto distributivo del gasto social”, Serie CASEN 2003 (Santiago, agosto de 2004). Si bien este resultado es el normalmente citado por los analistas, en honor a la verdad, hay alguna evidencia disonante con esta convicción convencional. En efecto, la encuesta de presupuestos familiares del INE 44 • SEGUNDO SEMESTRE 2005. ESTADISTICA Y ECONOMIA indica una mejora significativa en la distribución del ingreso monetario, la brecha entre el quintil más rico y el quintil más pobre habiendo caído de 11 a 1 en 1987-88 a 8 a 1 en 1996-97. Asimismo la proporción del ingreso nacional que va a al quintil más pobre habría subido de 4,8% a 6,3% del PIB entre 1987 y 1997, mientras que la fracción del ingreso yendo al quintil más adinerado se habría reducido de 56,1% a 50,4% . Esta encuesta , por cierto, tiene sus limitaciones: sólo se refiere al Gran Santiago, no se efectúa con la finalidad de determinar ingreso si no de determinar el nivel y composición del gasto; se hace sólo cada 10 años, etc. Sin embargo, debo hacer notar que la encuesta CASEN también tiene sus limitaciones y sus resultados son muy sensibles a los ajustes importantes que deben hacerse por subdeclaración en los ingresos reportados, los cuales no son constantes de una encuesta a la otra. 6 Por cierto, el avance a nivel nacional está acotado por el hecho que ya 87% del país tenía electricidad en 1992, por lo que la mejora máxima sólo podría haber alcanzado 13 puntos porcentuales. 7 Esta sección hace un uso intensivo del excelente y muy comprensivo artículo, aún no publicado, de José Pablo Arellano, titulado “Políticas sociales para el crecimiento con equidad Chile 19902002”, mimeo (abril 2004). 8 Ver David Bravo y Dante Contreras, Competencias Básicas de la Población Adulta (CORFO, Ministerio de Economía y Departamento de Economía, Universidad de Chile, Santiago, 2001).