EL PEQUEÑO OVILLO DE ODIO Érase una vez un ex niño que se había encari- ayudarse haciendo una bolsa grande con dos sábanas cosidas juntas para depositar dentro todas las amarguras, todos los recuerdos negativos que llevaba dentro … rencores y resentimientos llenaron rápidamente la bolsa. Lo necesitaba; ¡por si hubiera flaqueado o renunciado! Sí, se servía de este pequeño ovillo de odio para no olvidar todas las violencias que recibió por parte de su padre y también para acordarse de todos los reproches que sentía hacia su madre… que había dejado que existiera esa violencia dirigida hacia él, sin intervenir. ¡Ah, sí, quería recordar y no olvidar! Algunos, muy tenaces, le volvían a la memoria, incluso después de que los depositara en la bolsa. No se desanimó, siguió depositándolos, librándose de toda esa violencia que llevaba tantos años alimentando… rumiando su sufrimiento de niño maltratado, culpando, quejándose. ñado mucho tiempo atrás con un pequeño ovillo de odio. Este pequeño ovillo de odio le daba frío en el estómago y en el corazón. Por eso llevaba casi cuarenta y cinco años alimentando con esmero sus resentimientos, sus rencores, así como una tristeza formada de melancolía y de un humor devastador que a menudo hería… a quienes no iba dirigido este humor. Algunos días, quería denunciar al mundo entero qué padres más horribles había tenido. ¡Para que todos conocieran… su desgracia y… su mérito de haber aguantado tantas injusticias! Cuando estuvo llena la bolsa, no pudo invitar a sus padres para “devolverles” todo eso, pues había pasado el tiempo y los dos habían muerto. De esta manera, su pequeño ovillo de odio estaba muy bien alimentado, siempre a la espera, siempre presente… Por eso decidió ir a depositar esta bolsa grande, de negros pensamientos machacados y de resentimientos amargos sobre su tumba. Tenía mil ejemplos de sufrimientos, de incomprensión, de violencia, de humillaciones o de injusticias que había recibido o sufrido. Ninguno debía ser olvidado, ¡jamás en la vida! A partir de ese día, fue como un milagro: la mirada, la boca, el rostro y también los ademanes de este hombre ya no fueron los mismos. Un día, este hombre, pues se había convertido en un hombre, se decidió a dejar de conservar su pequeño ovillo de odio. Al principio fue terrible: tenía la impresión de estar desnudo, indefenso, se quedó completamente desorientado. Tuvo que Volvió a vivir una segunda juventud y lo más asombroso fue que sus propios hijos comenzaron a acercarse a él con confianza, con entrega. En efecto, tenían mucho miedo a este hombre, quien sin embargo no les había pegado jamás. Dejaron de discutir con él, ellos también se atrevieron a manifestar gestos de ternura y de apertura, y pudieron vivirlos… estando vivo su padre. CUESTIONARIO Así es como acaba el cuento del hombre que había alimentado durante tantos años un ovillo de odio a flor de piel. ¿Qué relación encuentras entre las frases anteriores y el cuento? BIBLIOGRAFÍA Jacques Salomé. Cuentos que ayudan a crecer. Vol.II. ed. La mascara. 2002. ¿De qué le sirvió al hombre del cuento alimentar durante tanto tiempo su ovillo de odio? ¿Cuánto tiempo de su vida perdió alimentando con esmero sus resentimientos, sus rencores, así como una tristeza formada de melancolía y rabia? ¿Cuál sería tu sugerencia para quienes guardan rencor y lo alimentan cada día? “La felicidad consiste en buscarla” Jules Renard “Vivir sin amor no es, propiamente vivir” Moliere ¿En qué momento pudo sentir paz y alegría el hombre del cuento? ¿En qué se estaba convirtiendo este hombre? “No hemos nacido solamente para nosotros” Cicerón Profra. Griselda Flores Vázquez Prepa 8