Derecho Notarial Jorge Novoa Miranda CONTENIDO DE LA SESION № 05 FE PUBLICA NOTARIAL 1.5.1.1. Concepto de fe pública notarial.- Es el asentimiento que con el carácter de verdad y certeza prestamos a lo manifestado por el notario dentro del ejercicio de sus atribuciones y con las formalidades de ley. La fe que da el notario constituye prueba plena, mientras no se demuestre su falsedad o simulación en la vía correspondiente; esto es, el fuero judicial. Es una presunción juris tantum porque admite prueba en contrario. Para la doctrina, “dar fe” significa “afirmar, con obligación de todos de creer en tal afirmación, que se ha celebrado un contrato o se ha realizado un hecho, conforme expresa Pedro Avila Alvarez. Siendo así, el notario, por la propia naturaleza de su función, es un típico dador de fe de los actos y contratos que ante él se celebran. La fe pública implica que la narración del notario sobre un hecho (o de otro funcionario con capacidad fedante) se impone como verdad, se le tiene por cierta. Por tal motivo, la única manera de dar fe respecto de un hecho es cuando se le ha observado y presenciado. Por ello, la fe pública presupone que el notario ha percibido en forma sensorial los hechos y dichos de las partes, sobre todo por actos de vista y oído conforme menciona Carlos Nicolás Gattari en su Manual de Derecho Notarial. Una vez percibido el hecho o acto, este se documenta con presunción de verdad. Como dice Vallet de Goytisolo: “Ante el hecho, el notario tiene como misión la autenticación; es decir la de dar fe de lo que ve, oye o percibe con sus sentidos”. 1.5.1.2. Clasificación de la fe pública y documentos que contienen la fe pública.- Nuestro ordenamiento jurídico reconoce que además de la fe pública notarial, existe una fe pública judicial y una fe pública administrativa. La fe judicial opera en todas las actuaciones propias del proceso judicial, en donde el dador de fe será el secretario del juzgado. En el caso de la fe administrativa, esta se delega a los fedatarios institucionales de las entidades públicas, quienes pueden expedir copias o certificar firmas exclusivamente en el ámbito de los procedimientos administrativos que se lleven a cabo ante dicha entidad. La potestad fedante de la Administración Pública se encuentra enmarcada, obviamente dentro de la función de trámite documentario y archivo. Imaginemos por algún momento lo absurdo que sería exigir que un notario certifique la copia de un expediente administrativo o de una resolución suprema. Ello obligaría a que el notario deba apersonarse al local del órgano estatal para revisar el expediente 1 Derecho Notarial Jorge Novoa Miranda o el archivo de la institución. Esa situación no se presenta en ningún país del mundo, pues se reconoce que la Administración Publica tiene la potestad de autenticar las actuaciones que ante ella se celebran, así como autenticar las copias y firmas de los documentos o solicitudes que los interesados requieran en el trámite de los procedimientos. Esta potestad fedante de la Administración tiene expresa cobertura legar en la Ley 27444 del Procedimiento Administrativo General (Artículos 55, 128 y 127). En resumen la fe pública es compartida por el notario, el secretario de juzgado y el fedatario constitucional, siendo que cada uno de ellos debe respetar el ámbito de actuación que sus leyes respectivas le reconocen. Para Giménez Arnau la fe pública es administrativa, judicial, notarial y registral. Sobre el particular, sin embargo hay que tener mucho cuidado en la terminología y en los conceptos, pues en esta materia fácilmente se puede llegar a equívocos. Así pues, la fe pública (notarial, judicial o administrativa) se circunscribe a la creencia oficial que se impone respecto al relato o narración que realiza un funcionario; es decir, se considera que el “dictum ”representa exactamente lo acontecido durante el “actum” . Solo en tal caso cabe hablar de fe pública o de instrumento público. Por ejemplo, el secretario del juzgado narra lo acontecido en la audiencia judicial y lo que aparece en el acta queda revestido de fe pública, por lo que se trata de un instrumento público; sin embargo, cuando el juez expide una resolución judicial, la fe pública no abarca el contenido de la resolución, ya que esta podrá ser legal o ilegal de acuerdo con la normativa jurídica, pero sin que pueda aplicársele las categorías propias de la fe pública (falso o verdadero); no obstante ello, la autenticidad de la resolución y la fecha de expedición sí son cuestiones sobre la que juega la fe pública, pues se trata de datos que pueden constatarse en forma inmediato o directa, por lo cual en ese exclusivo ámbito el secretario de juzgado actuará en virtud de su capacidad fedante. Siendo ello así, no todo el documento que pasa por las manos de un funcionario público, es instrumento público, pues ello solamente ocurre cuando en el documento existe una atestación de fe pública; esto es, una imposición oficial de verdad. En consecuencia, no es correcto sostener que todo el expediente judicial o administrativo es un instrumento público. Igualmente tampoco es correcto sostener que todo funcionario público puede producir instrumentos públicos, pues ello requiere de que el funcionario esté investido de fe pública. Esta potes tad es una función específica que requiere de una norma atributiva y no basta el solo hecho de ser funcionario. Así, la doctrina argentina ha dicho que si solo los funcionarios con potestad de 2 Derecho Notarial Jorge Novoa Miranda juzgar o legislar, pueden hacerlo, entonces no se entiende como cualquier funcionario pueda tener fe pública sin tener atribuida dicha función. En esa misma línea de ideas, se encuentran el eminente procesalista italiano Francesco Carnelutti, para quien la distinción entre documento público y privado no se funda tanto en la cualidad de funcionario, sino en la posición del documentador con respecto al documento mismo. En virtud de ello distingue entre el documento público genérico y el documento público en sentido estricto, pues solo este último ha sido conformado por persona que ejerce una actividad pública especialmente dirigida a la documentación; es decir, por persona a quien se le ha atribuido la fe pública en determinado ámbito de actuación. Por el contrario, la intervención de un funcionario público sólo da lugar a la formación de documento público entendido en sentido genérico (emitido en virtud a las potestades públicas de la Administración, y de allí su nombre), pero en el que no existe dación de fe. 3