E strechó aún más sus lazos con Elli. Una correspondencia peculiar se inició entre las dos mujeres, que vivían en la misma calle y se veían todos los días, pero que sentían la necesidad imperiosa de proseguir sus conversaciones incluso durante el breve tiempo en que estaban separadas, para comentar sus progresos y movimientos de defensa. Eran el amante y la amada, el cazador y la presa, quienes se expresaban en las cartas. Al principio no escribían mucho. Luego descubrieron los encantos de la escritura. Se dieron cuenta de que había algo especial en continuar en ausencia de la otra el juego llamado amistad, persecución, amor. Era algo particularmente emocionante, un delicioso juego clandestino; medio a sabiendas, medio inconscientemente, ambas siguieron en las cartas el camino que habían iniciado. Alfred Döblin – Las dos amigas y el envenenamiento Día de Libro 23 de abril de 2014