Fundamentación teórica. Este proyecto se fundamenta en las siguientes consideraciones: El desarrollo, como un fin de la comunidad – ya sea regional, nacional o local, – es un bien que es legítimo y necesario buscar, porque es la condición indispensable para que las personas que viven en ella realicen las opciones a las que aspiran y, por tanto, alcancen sus propios fines. El desarrollo sostenible se nos presenta como una posibilidad para que los hombres que integran dicha comunidad vivan una vida digna. Esta concepción del desarrollo hace hincapié en que el hombre depende de la Tierra para vivir y en que hay una interrelación entre la actividad humana y los temas ambientales, subrayando la interdependencia entre los procesos socioeconómicos y culturales del desarrollo con el entorno biofísico. La idea de sostenibilidad se apoya en la globalidad de la Tierra y en una visión global integral del manejo de algunos recursos especialmente críticos. Sin embargo, la respuesta a las preocupaciones globales requiere acciones locales (Agenda 21, 1992). En el proceso de adaptación conducente al desarrollo sostenido es importante la relación vital entre el hombre y el ambiente, que se expresa primero en una escala local y se integra en la regional, como la que forman grandes bloques de países o regiones. La cuenca de un río constituye una región integrada por un conjunto de países. Desde un punto de vista hidrográfico una cuenca es el “área de drenaje de un curso de agua, río o lago” (UNESCO-OMM). Se trata de una región geográfica conformada alrededor de un río, el emisario, como columna vertebral del sistema. La cuenca de un río es una unidad fundamental en el manejo del agua como recurso. Se trata de un enfoque basado en la geografía. La cuenca es una región conformada en torno al agua dulce, siendo que la misma “es un recurso precioso y finito que juega un papel central para el desarrollo sustentable, el crecimiento económico, la estabilidad social y el alivio de la pobreza”. (Foro Mundial del Agua, 2003) “El agua tiene un valor económico – dice uno de los principios rectores de la Declaración de Dublín – en todos sus diversos usos en competencia a los que se destina y debería reconocérsele como un bien económico” (1992) Al poner de relieve que es un bien escaso, y por ello un bien económico, la gestión ordenada del mismo se convierte en condición para alcanzar el desarrollo sostenible. La importancia de una visión integral que posibilite un manejo sustentable de toda la cuenca se hace en el presente más perentoria porque el agua dulce constituye unos de los bienes especialmente críticos desde el punto de vista global. Se trata, por otra parte, de un bien que es tanto de valor crucial desde el punto de vista del ambiente como desde el punto de vista de la actividad económica y de la organización social. “Una gestión integrada de las cuencas fluviales ofrece la posibilidad de salvaguardar los ecosistemas acuáticos, y de aportar ventajas a la sociedad sobre una base sostenible” (Declaración de Dublín, 1992). Al comenzar el siglo XXI, la estrecha relación entre el combate de la pobreza, el desarrollo sostenible y la paz en el mundo se ha puesto de relieve entre los Objetivos de Desarrollo del Milenio. Tal como lo expresábamos más arriba, el combate de la pobreza va asociado a la mejora en la calidad de la vida de los habitantes, donde el agua juega un rol primordial. “Cuando las personas carecen de acceso a alimentos, atención médica, agua potable y la posibilidad de un futuro mejor, es probable que en sus sociedades se genere inestabilidad y malestar que afectarán al resto del mundo”( Sachs, Jeffrey D., 2005).