Texto excursión - Universidad de Jaén

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El desarrollo turístico de la costa mediterránea de Marruecos1.
Eduardo Araque Jiménez
Área de Análisis Geográfico Regional
Universidad de Jaén
earaque@ujaen.es
Introducción
Una parte muy importante de la costa mediterránea de Marruecos comprendida
entre las fronteras del país con España y Argelia, se ha visto sometida durante las últimas
décadas a una profunda transformación paisajística y funcional, provocada, esencialmente,
por la proliferación de múltiples urbanizaciones y equipamientos asociados al uso turístico
emergente en todo el país. Como línea estratégica de desarrollo, el turismo estaba ya
presente en la política económica que se aplicó a partir de 1964 bajo el reinado de Hassan
II, después de que los expertos del Banco Mundial recomendaran a Marruecos el abandono
de la vía industrial y la apuesta por el turismo como mejor opción para garantizar el
crecimiento económico y salir del subdesarrollo (Hillali, 2007). Sin embargo, una serie de
circunstancias, tanto de índole interior como internacional, ralentizaron la puesta en
marcha de esta opción, que quedó en vía muerta hasta que se superaron los duros efectos
de la crisis económica de 1973. Muchos años después, tras la subida al trono de Mohamed
VI, a mediados de 1999, de nuevo los analistas internacionales a los que el nuevo régimen
marroquí encargó distintos estudios de prospectiva económica, volvieron a apostar por la
potenciación del turismo como mejor forma de superar los graves problemas
socioeconómicos a los que se enfrentaba la monarquía halauita (Aguer, 2004). En uno de
esos trabajos se afirmaba con rotundidad que la decadencia de algunos sectores
económicos de implantación tradicional como el textil, cuya pérdida de empleo resultaba
alarmante, solo podía contrarrestarse mediante la potenciación del turismo: “el textil está
muerto, viva el turismo”, llegó a advertirse con frase harto elocuente en alguno de esos
informes (Fibla, 2005).
Aunque la expansión de la infraestructura turística en la zona de estudio ya era
notoria en esos momentos finiseculares, desde entonces hasta hoy ha conocido un
desarrollo fulgurante que se ha traducido en la proliferación de urbanizaciones y complejos
hoteleros de muy variado tamaño a lo largo de la primera línea de playa, ocupada en
muchos casos por viejas instalaciones militares que hacía tiempo habían perdido toda su
utilidad. A esta potente infraestructura hay que unir los grandes resort turísticos que hoy se
hallan en fase muy avanzada de construcción, e incluso algunos otro proyectados hace
tiempo cuya ejecución es inminente.
Este espectacular desarrollo del turismo no cabe duda que ha contribuido a mejorar
de manera ostensible los niveles de empleo en una región fuertemente castigada desde
antiguo por el desempleo crónico, en la que la emigración definitiva a Europa empezó a
causar verdaderos estragos a partir de los años centrales del siglo XX (Lacomba, 2004) Los
miles de puestos de trabajo que ha generado el sector de la construcción durante estos
últimos años, aunque no han acabado del todo con los movimientos migratorios, si han
1
Este trabajo se ha realizado en el marco del “Proyecto Alborán. Desarrollo territorial en el
norte de Marruecos”, financiado por la Agencia Española de Cooperación Internacional
para el Desarrollo (A1/036023/11).
servido, al menos, para aligerar la fuerte presión social que venía sufriendo toda esta zona,
abandonada a su suerte casi desde el mismo instante en que se produjo la independencia de
Marruecos. A éstos se les han unido los empleos directos e indirectos que se han creado en
los establecimientos turísticos una vez que han entrado en funcionamiento. Por tanto
puede asegurarse que desde una perspectiva social la emergencia turística ha supuesto un
gran alivio en una región muy tensionada por las escasas oportunidades laborales que se
ofrecían a su creciente población activa así como por la inexistencia de oportunidades para
la creación de riqueza.
No podemos decir lo mismo si analizamos el desarrollo turístico desde una
perspectiva medioambiental. Hasta el momento los costes de esa expansión resultan muy
elevados y, lo que es peor, amenazan con seguir creciendo en un futuro inmediato sino se
adoptan las medidas pertinentes para minimizar los impactos ecológicos y paisajísticos que
siempre trae aparejada la proliferación de infraestructuras y equipamientos en entornos
naturales extremadamente frágiles como el del litoral mediterráneo marroquí. Incluso
aquellos fragmentos de este peculiar ámbito geográfico que se han mantenido en un mejor
estado de conservación hasta la fecha, bien por su escabrosidad o por su inaccesibilidad,
pueden acabar sucumbiendo en los próximos años ante la enorme presión que hoy ejercen
los poderosos agentes urbanísticos nacionales e internacionales que operan en la región. En
este sentido, Marruecos cuenta con la gran ventaja que se deriva de poder analizar
críticamente el modelo de expansión turística que ha tenido lugar en la orilla norte del
Mediterráneo, y de una forma muy especial en España2, con el fin de aprender de sus
aciertos y desechar los errores que a medio y largo plazo tan perniciosos están resultando
para la imagen turística de este gran destino planetario.
Los orígenes de la actividad turística. El caso de Río Martín
Como es sobradamente conocido la práctica del turismo está estrechamente
relacionada con el nivel de desarrollo socioeconómico así como con las pautas culturales
que rigen en cada sociedad a la hora de organizar y distribuir los períodos cada vez más
amplios de tiempo libre. Pues bien, en el caso de la zona que estudiamos está demostrado
que la instauración del Protectorado ejercido por España entre 1912 y 1956, supuso una
mejora considerable del nivel de desarrollo gracias a la importante inyección de fondos
económicos que aportó el Estado para mejorar las condiciones materiales de vida del
conjunto de la población residente en la vasta región que se asignó a España para su
gestión (Morales Lezcano, 1986; Salas Larrazábal, 1992) (MAPA). De una forma muy
especial esa mejoría se dejó sentir en Tetuán y su entorno más próximo, pues nada más
erigirse el Protectorado esta ciudad se convirtió en su capital política y, por tanto, en el
principal punto de destino del grueso de los funcionarios civiles que llegaron desde la
Península para hacerse cargo del conjunto de tareas burocráticas que implicaba la nueva
organización administrativa. Así mismo, la ciudad y sus inmediaciones se eligieron para el
emplazamiento de numerosos cuarteles en los que se albergó a un contingente militar cuyo
crecimiento alcanzó proporciones extraordinarias conforme se fue afianzando la presencia
española en tierras marroquíes.
Desde el momento de su llegada, una parte de la población española, tanto civil
como militar, comenzó a frecuentar las playas de Río Martín, un pequeño enclave portuario
2
Un análisis exhaustivo de las alteraciones que está provocando el turismo en el litoral
español puede consultarse en los sucesivos informes de Greenpace “Destrucción a toda
costa”. http://www.greenpeace.org/espana
situado a tan sólo 7 kilómetros de Tetuán, a través del cual se canalizó tradicionalmente una
buena parte del tráfico de mercancías entre España y la parte occidental del Protectorado
(Ochoa, 1945). La conexión ferroviaria entre ambos núcleos, que inicialmente sólo atendió
al transporte de esas mercancías portuarias, muy pronto se abrió al tráfico de viajeros, lo
que facilitó enormemente los desplazamientos de los residentes tetuaníes hacia la franja
costera, sobre todo en los calurosos meses veraniegos (Araque Jiménez y Garrido
Almonacid, 2008). De este modo fue surgiendo un tipo de hábitat precario, elaborado de
forma rudimentaria y con materiales perecederos, que poco a poco fue invadiendo las
arenas de la playa sin ningún tipo de orden ni criterio urbanístico, expuesto a los frecuentes
temporales que solían azotar toda esta zona costera. Con el paso de los años, una parte de
ese hábitat empezó a transformarse en vivienda estable, construida con materiales más
duraderos y formas que se asemejaban a las de aquellas otras viviendas con similares
funciones que tanto proliferaron en el litoral español a partir de los años veinte del pasado
siglo. Algunos de estos chalés fueron diseñados por el arquitecto Carlos Ovilo Castelo,
autor también del proyecto de urbanización de Río Martín que se presentó en 1927, en el
cual se incluía la peculiar plaza circular de la localidad (Bravo Nieto, 2000). Pertenecían a
altos funcionarios de las distintas Delegaciones civiles del Protectorado o a los militares de
mayor graduación de los cuerpos del ejército acantonados en Tetuán, todos los cuales
solían utilizarlos como residencia familiar permanente durante la calurosa estación
veraniega. Algunas de estas edificaciones fueron objeto de admiración tanto por la
población autóctona como por los numerosos viajeros que continuamente llegaban desde
España (Elorrieta, 1933).
Playa de Río Martín
A medida que se fue consolidando la función de Río Martín como ciudad veraniega,
los chalés se expandieron cada vez más por el frente costero que arrancaba de la margen
izquierda de la desembocadura del río. Semejante proliferación de nuevas viviendas obligó
a la Administración española a ejecutar, a comienzos de los años treinta, la red de
saneamiento y alcantarillado, y a mediados de esa misma década a iniciar las obras para el
abastecimiento de agua potable a la ciudad (Bravo Nieto, 2000). De esta forma se fue
multiplicando el atractivo de un núcleo urbano que tras la pacificación del Rif se convirtió
en el centro veraniego de mayor animación de todo el Protectorado.
A mediados de los años cuarenta ya existían un buen número de chalés y distintos
hoteles y restaurantes en la porción costera más próximas al casco histórico, cuyo trazado,
como aquel, seguía la trama ortogonal. En el plan de ordenación urbana que realizó Pedro
Muguruza en 1943 se aprecia perfectamente el fulgurante crecimiento de las edificaciones
típicamente veraniegas, que ya en esos momentos habían comenzado a expandirse hacia el
norte, desbordando ampliamente la traza de la primitiva ciudad. En previsión de que tal
crecimiento no se detuviera, el Plan estableció una amplia franja paralela al mar
(prácticamente la misma por la que hoy se extiende el paseo marítimo) para la ubicación de
las futuras residencias secundarias. Además, para consolidar el papel de Río Martín como
ciudad de vacaciones, Muguruza contempló la posibilidad de creación de un campo de golf,
un balneario y un gran hotel (Bravo Nieto, 2000).
Chalet en Río Martín
Al margen de este núcleo turístico, durante los años de presencia española se
construyó por iniciativa del Estado español el Parador de Xauen, un pequeño
establecimiento localizado en la zona de ensanche del núcleo urbano, cuya finalidad última
era proporcionar alojamiento al incipiente grupo de turistas españoles que se acercaban
hasta esta peculiar ciudad que tanto recordaba a Andalucía. Por su parte, la familia Llodrá,
propietaria de la empresa de transportes “La Valenciana”, que explotaba la línea de
autobuses entre Tetuán y Melilla, abordó la construcción del Parador de Ketama (obra de
José Miguel de la Quadra-Salcedo), otro pequeño establecimiento turístico al que
inicialmente se dotó de 27 habitaciones, un comedor principal, dos salones y una cantina.
Esta última se ubicaba en un cuerpo aparte del edificio principal con el fin de que pudieran
utilizarla no sólo los huéspedes del hotel sino también los viajeros de los autobuses que
recorrían este sinuoso trayecto (Llodrá Issaco, 2007). Junto al Parador muy pronto
comenzaron a edificarse pequeños chalés por parte de algunos de los empresarios más
potentes que residían en Tetuán, a los que no les atraían tanto las costas vírgenes de Río
Martín como las ásperas y aisladas tierras montañosas del Rif central.
El estancamiento turístico de la costa mediterránea durante la segunda mitad del
siglo XX
El abandono español de Marruecos que siguió a la independencia de este país en
1956, provocó una profunda crisis económica y social que tuvo repercusiones inmediatas
sobre el único foco turístico que había logrado afianzarse durante la época del Protectorado
español. A partir de aquellos momentos Río Martín dejó de ser una floreciente ciudad
veraniega para convertirse en un núcleo dormitorio de la ciudad de Tetuán, en el que la
degradación del tejido urbano muy pronto hizo acto de presencia. La emigración masiva de
la colonia española se vio contrarrestada de inmediato con la llegada de un enorme
contingente de inmigrantes procedentes de las zonas rurales más empobrecidas, tanto de la
provincia de Tetuán como de otras provincias limítrofes. A raíz de ello se produjo la
ocupación de una gran parte del hábitat turístico tradicional, que desde entones pasó a
convertirse en residencia permanente para muchos de los inmigrantes que continuamente
recalaban en Río Martín. El cambio de funciones de la ciudad trajo asociado, como era de
esperar, una transformación radical de las formas del primitivo hábitat, que en no pocos
casos fue demolido para levantar sobre sus cimientos nuevas edificaciones de mayor altura
y un aumento de volumen considerable. Sólo una pequeña parte de los viejos chalés
playeros lograron sobrevivir al acoso urbanizador mediante su transformación en pequeños
establecimientos comerciales; otra parte se abandonó por completo y hoy presentan un
estado deplorable de conservación que anuncia su inminente ruina.
La decadencia de Río Martín vino a coincidir con la creación de Maroc Tourist en
1961 (Hillali, 1990), una pequeña empresa de capital mixto, español y marroquí, cuyo
objetivo último era promocionar el turismo en la estación balnearia conocida como
Tamuda Bay, esto es, en la franja costera comprendida entre la frontera ceutí y la localidad
de M’diq (antiguo Rincón). Por parte española el principal accionista era la ya mentada
familia Llodrá, que aportó a la empresa el Parador de Ketama, y consiguió de España la
cesión del Parador de Xauen y del Hotel España de Alhucemas. Desde un primer
momento todos los esfuerzos de esta empresa se centraron en la potenciación turística de
la zona playera de Restinga, cuyos promotores no dudaron en calificarla como “la nueva
Costa del Sol marroquí”. Antes de poner en marcha los proyectos que Maroc Tourist tenía
planteados, hubo que proceder a la demolición de algunas viejas instalaciones militares del
ejército español que aun se conservaban en la zona.
Hotel Kabila
La primera realización empresarial consistió en la construcción de una pequeña
urbanización de 25 chalés aislados y 29 bungalow en banda, a los cuales acompañaba un
pequeño restaurante que muy pronto se convirtió en el principal foco de animación de esta
zona playera. Entre otras razones porque la urbanización comenzó a ser frecuentada en
verano por algún miembro de la monarquía alauita y por altos funcionarios civiles y
militares del sur de Marruecos, cuyo poder de atracción hizo que muy pronto se desbordara
la demanda residencial en Restinga. En paralelo, Maroc Tourist abordó la restauración y
ampliación del Parador de Xauen y la finalización de las obras del Hotel Mohamed V de
Alhucemas, que había asumido la empresa en un claro afán de diversificación territorial del
negocio turístico.
La salida del capital español de Maroc Tourist no detuvo su afán expansionista, que
siguió construyendo en esta zona distintos hoteles y pequeños complejos turísticos que
pronto alcanzaron un gran renombre. Así mismo, en 1992 finalizaba la construcción del
puerto deportivo Marina Smir (450 amarres), el primero con estas funciones creado en la
costa marroquí, a imitación de una tipo de infraestructura que se hallaba ampliamente
extendida en la orilla norte del Mediterráneo (Salvá Tomás, 1998; Ferradás Carrasco, 2002).
Por su parte, la familia Llodrá tampoco renunció inicialmente al negocio turístico. Tras su
salida de Maroc Tourist puso en marcha la construcción de un gran hotel y de una serie de
chalés y pequeños apartamentos anexos en lo que desde entonces se conoce como
complejo Kabila.
Puerto deportivo de Marina Smir
Mientras esto sucedía en la costa mediterránea, en la costa atlántica estaba teniendo
lugar un auténtico boom turístico articulado en torno a la ciudad de Agadir, donde los
grandes complejos turísticos de gran desarrollo vertical y alta densidad urbanística,
empezaron a florecer de forma vertiginosa tras la reconstrucción de la ciudad, asolada por
un terremoto en 1960 (Charef, 2005). El capital internacional de procedencia francesa,
belga y alemana actuó como el gran impulsor del negocio turístico en esta ciudad balneario,
que pasó a ser conocida como la “pequeña Niza” (Péré, 1972). Frente a ese modelo
urbanístico, en la costa mediterránea se consolidó otro muy distinto que ha perdurado
hasta nuestros días, consistente en el establecimiento de un tipo de urbanizaciones de
pequeña dimensión, aisladas y de baja altura (no más de tres plantas), dotadas de grandes
espacios verdes en su interior. En ningún caso, como había sucedido en Río Martín, estas
urbanizaciones se proyectaron junto a los núcleos urbanos preexistentes (Castillejos y
Rincón), sino que se optó por alejarlas de los mismos en un intento claro de segregar a los
residentes habituales de los nuevos inquilinos turísticos.
El cambio de milenio y la reactivación turística de la costa mediterránea
El espectacular cambio de rumbo que experimentó la política marroquí tras la
subida al trono de Mohamed VI, se dejó sentir de manera inmediata en el sector turístico,
que, como antes decíamos, pasó a convertirse en un sector estratégico en las propuestas de
desarrollo socioeconómico del país que se formularon en esos momentos. Así quedó
plasmado en el Plan Azur, pensado exclusivamente para el desarrollo de este sector, que se
marcó, entre otras metas, la consecución de 10 millones de turistas en 2010 (Verdeguer,
2005). Para poder acoger a este enorme contingente poblacional con ciertas garantías de
éxito, no sólo era necesaria una renovación en profundidad de la vieja infraestructura
hotelera sino también la creación de nuevas plazas de alojamiento, acordes con las
exigencias cambiantes de la demanda. Por otro lado, esa apuesta por el crecimiento turístico
implicaba la adopción de un ambicioso plan de formación y cualificación de la mano de
obra, indispensable para incrementar la competitividad del destino (Lillo, Ramón y Sevilla,
2007), capaz de atender y adaptarse a las necesidades de un tipo de turista procedente en su
mayor parte del exterior, con unas pautas culturales de consumo radicalmente diferentes a
las de Marruecos (Guerrero, 2006).
Costa mediterránea en M’diq
Dentro de ese Plan, los dos extremos de la costa mediterránea marroquí
desempeñaron un papel crucial en cuanto a la localización de nueva infraestructura
turística. En el extremo oriental, junto a la frontera con Argelia, el Plan Azur contemplaba
la creación del gran complejo turístico Saidía Mediterránea, el de mayor extensión y
capacidad de los seis previstos en todo el país3, concebido para convertirse en un referente
turístico de todo el Mediterráneo, tal y como se apresuró a manifestar el copresidente de
3
Los otros cinco complejos son: Port Lixus, Essaouira-Mogador, Mazagan-El Jadida,
Taghazout-Argana Bay y Plage Blanche Guelmine.
uno de los grandes grupos hoteleros que tienen previsto instalarse en el complejo 4. En la
porción occidental, por el contrario, se apostaba por la propagación del modelo de
pequeños complejos turísticos que de forma dispersa habían comenzado a florecer entre las
ciudades de F’nideq (antiguo Castillejos) y Martil (antiguo Río Martín).
Anuncio de urbanización junto a la frontera española
En efecto, como antes veíamos, en el momento en que se redactó el Plan Azur ya
llevaban algunos años en funcionamiento distintas urbanizaciones en la porción costera
próxima a la frontera española de Ceuta (Berriane, 1978). El enorme éxito comercial que
acompañó a estas primeras promociones inmobiliarias animó de inmediato a numerosos
promotores a emprender nuevos proyectos urbanísticos contiguos a los focos pioneros. De
este modo, poco a poco, pero con especial intensidad durante los últimos años, se ha ido
colmatando todo el frente litoral comprendido entre el Mediterráneo y la autovía CeutaTetuán a su paso por la localidad de M’diq. Hasta hace unos años esta infraestructura viaria
actuó como una verdadera barrera física que contenía de forma eficaz la enorme presión
ejercida por el avance urbanizador. En los últimos tiempos, sin embargo, dicho obstáculo
se ha visto desbordado por la fuerte demanda de suelo urbanizable que se ha registrado en
toda esta porción del frente mediterráneo. Así pues, en estos momentos, ya existen
distintas urbanizaciones en fase muy avanzada de ejecución, así como otra clase de
equipamientos vinculados al turismo que se sitúan en la margen derecha de la carretera que
conduce a Tetuán. La amplia disponibilidad de suelo en esta segunda línea costera ha hecho
que algunas de estas urbanizaciones alcancen un tamaño en cuanto a viviendas construidas
muy superior al que venía siendo habitual en la zona.
Tras superar Cabo Negro, la franja costera que se extiende entre este promontorio y
la ciudad de Martil también se ha visto sometida a un intenso proceso urbanizador de
características muy diferentes a las que acabamos de describir, en el sentido de que aquí se
ha incrementado la densidad edificatoria y ha aumentado la altura de las edificaciones
construidas hasta las cuatro plantas. En estos momentos ese proceso avanza a pasos
agigantados hacia el interior de la llanura de Tetuán, toda vez que desde hace ya algunos
4
Entrevista a Simón Pedro Barceló. Afkar/Ideas. Invierno de 2005. Págs. 88-89.
años se halla ocupado el primer frente costero. En el mismo se localiza el campo de golf y
la urbanización anexa que durante mucho tiempo ha actuado como principal reclamo de la
alta calidad turística de toda esta zona, a pesar de las no siempre bondadosas consecuencias
ambientales que se derivan de esta clase de instalaciones deportivas (Espejo Marín, 2004).
Incluso el avance urbanizador ha comenzado a escalar por las empinadas laderas de Cabo
Negro pertenecientes al municipio de Martil; una densa masa pinariega que fue repoblada
por los españoles durante la etapa del Protectorado y que durante el verano de 2008 se ha
visto afectada por un terrible incendio forestal que ha destruido una gran parte de su
cubierta vegetal (Taiqui, 2008). Esta clase de siniestros, tan frecuentes en la orilla norte del
Mediterráneo, vienen a poner en evidencia las profundas contradicciones entre desarrollo
urbanístico y conservación del medio que también se reproducen en destinos turísticos
emergentes.
Este cambio en el modelo edificatorio alcanza su máxima expresión en la localidad
de Martil, donde el impulso urbanizador de los últimos años también se ha dejado sentir
con fuerza mediante una brusca alteración de las condiciones de edificabilidad que
prevalecieron tradicionalmente en la localidad. Ello se comprueba perfectamente en la
ampliación occidental que ha experimentado el núcleo urbano en tiempos recientes. En
paralelo al paseo marítimo que se extiende junto a la playa de la ciudad, se han autorizado
edificios de hasta siete alturas que acogen a centenares de apartamentos turísticos muy
demandados por la población marroquí durante los meses estivales (El Haddadi, 2004). Los
enormes bloques levantados aparecen contiguos unos a otros, sin ningún tipo de viario que
los individualice, dando origen así a una barrera compacta e infranqueable, incluso para los
vientos, que ha provocado una modificación sustancial de las condiciones microclimáticas
de toda esta franja urbana. Igualmente, algunos de los establecimientos hoteleros de
construcción más reciente responden a este modelo de crecimiento vertical
Nueva instalación hotelera en Martil
En cuanto al nuevo complejo turístico localizado junto a la ciudad fronteriza de
Saidía, sus características difieren sustancialmente de las expuestas hasta aquí para
asemejarse más al prototipo de ciudad de vacaciones que tanto ha calado en la orilla norte
del Mediterráneo (Andrés Sarasa, 1998 y 2004). Se trata, según contempla el proyecto
inicial, de una macrourbanización desarrollada sobre más de 7 millones de metros
cuadrados (713 hectáreas), que se extiende a lo largo de seis kilómetros del frente costero
comprendido entre las inmediaciones de Saidía y Cabo del Agua. Dentro del mismo está
prevista la creación de tres campos de golf de 18 hoyos, un gran centro comercial, un
puerto deportivo con 800 amarres, 10 grandes hoteles con una capacidad conjunta de
16.000 camas y la nada despreciable cantidad de 3000 viviendas residenciales y turísticas.
Con propuestas como esta, como se ha señalado, se pretende dar continuidad al modelo de
turismo fondista a partir de la creación de campos de concentración para decenas de miles
de turistas que durante los períodos vacacionales viven completamente alejados del entorno
social, económico y cultural en el que se ubican (Salvá Tomás, 1995).
Viviendas en Saidia Mediterranea
Hotel en Saidia Mediterranea
En definitiva, a lo largo de los años que han transcurrido del siglo actual se han
consolidado dos potentes ejes turísticos a ambos extremos de la costa mediterránea
marroquí cuya capacidad de alojamiento, una vez que hayan concluido las distintas
urbanizaciones que se ejecutan en estos momentos, posiblemente supere las 50.000 plazas,
con lo cual la capacidad del destino mediterráneo marroquí empezará a equipararse a la de
los principales enclaves turísticos de la orilla norte. Pero eso no es todo. Actualmente se
encuentran en fase de estudio numerosos proyectos de desarrollo turístico centrados, por
un lado, en las provincias de Nador y Alhucemas, y, por otro, en la franja costera próxima a
la localidad de Oued Lau, en pleno Rif, que de culminar con éxito pueden acabar situando a
Marruecos a la vanguardia del turismo mediterráneo por su capacidad de acogida. Dentro
de estos ejes turísticos emergentes sobresale la ciudad de Nador. Junto a la albufera de la
Mar Chica, a los pies de la ciudad, está prevista la creación de 7 grandes complejos
turísticos con una capacidad superior a las 100.000 camas hoteleras. Por su parte, en la
vecina ciudad de Alhucemas se halla en fase de redacción un plan para la creación de dos
complejos sobre sendas parcelas de 8 y 85 has., respectivamente, además del complejo Cala
Iris, con una superficie de 339 has. y una capacidad de acogida de 4.000 camas hoteleras.
Playa de Al Hoceima
Empresas foráneas
El grueso de las nuevas urbanizaciones turísticas que se han ejecutado a lo largo de
este siglo y las que están ejecutándose en estos momentos lo están siendo por empresas
foráneas, dada la incapacidad del empresariado autóctono para afrontar obras de una gran
envergadura y enorme complejidad técnica. No obstante en los últimos años ha empezado
a observarse una mayor presencia de empresas de capital marroquí en la promoción
inmobiliaria de la costa mediterránea, bien de forma individual, bien en alianza con algunas
de las empresas extranjeras que operan en el país (Saad Alami, 2008). Entre estas últimas,
las de origen español han ocupado un lugar preeminente desde el mismo instante en que se
produjo el despegue del turismo de la costa mediterránea (García y Tasias, 2007). En
muchos casos su presencia en Marruecos era anterior al inicio de ese ciclo; estaba
directamente relacionada con el fuerte impulso que conoció el sector inmobiliario en las
principales ciudades del país, en las cuales el gobierno pretendía acabar con la infravivienda
y el chabolismo que se habían extendido como una mancha de aceite tras el
desencadenamiento del fuerte éxodo rural de los años setenta y ochenta. Su desplazamiento
hacia el sector turístico se hizo patente en el momento en que empezaron a endurecerse las
condiciones para el desarrollo de nuevas urbanizaciones en el litoral español, sometido
durante décadas a toda clase de agresiones salvajes y especulativas.
Entre los factores que han incidido en esta masiva presencia de empresas españolas
en la costa mediterránea de Marruecos hay que citar, en primer lugar, el de la proximidad
geográfica de los dos países, reforzado por las crecientes posibilidades de comunicación
entre los dos continentes tanto por vía aérea como marítima. En este contexto, las
bonificaciones fiscales que ha aplicado el gobierno marroquí a la instalación de empresas
turísticas de capital extranjero han actuado como un gran revulsivo entre muchos grupos
empresariales españoles, que para ampliar sus negocios e incrementar beneficios no han
dudado en dirigir sus inversiones hacia el vecino país, en el que cada día surgen nuevas
oportunidades comerciales (ICEX, 2006 a).
Promotoras inmobiliarias españolas
Además de las anteriores ventajas, en el país de acogida las empresas españolas se
han encontrado con un verdadero paraíso para sus inversiones debido, por un lado, a los
ínfimos precios a los que han podido adquirir enormes extensiones de suelo urbanizable
perfectamente equipado y, por otro, al bajo coste salarial de la mano de obra. Respecto a la
primera cuestión, aunque es muy difícil poder disponer de datos precisos sobre los precios
reales a los que los promotores españoles han comprado el suelo, algunos empresarios a los
que hemos tenido la oportunidad de consultar nos han indicado que, por término medio, el
precio suele ser muy inferior al de la mayor parte del litoral español aunque varía,
obviamente, en razón de las posibilidades de edificabilidad que ofrezca la parcela en
cuestión. En el caso de los proyectos incluidos en el Plan Azur, como señalaba un informe
del Instituto Español de Comercio Exterior elaborado en 2006, los promotores “han
contado con precios de suelo subvencionados que se sitúan en ocasiones por debajo de la
mitad del precio de mercado” (ICEX, 2006 b, 13). En consecuencia, las empresas ubicadas
en esos complejos han podido disponer de suelo en unas condiciones económicas muy
ventajosas que difícilmente podrían encontrar en otros lugares de la costa mediterránea.
En lo que se refiere a la mano de obra, ya hace tiempo que las autoridades
españolas identificaron su bajo coste, que a comienzos de este siglo era, aproximadamente,
la mitad que en España, como una de las razones más atractivas para invertir en Marruecos,
al margen del sector de actividad (ICEX, 2001). Con el paso de los años ese diferencial se
ha ido agrandando. En la actualidad el salario mínimo interprofesional garantizado se ha
fijado por el gobierno marroquí en 8,77 dirham/hora para los trabajadores del comercio y
la industria, y 41,36 dirham/día para los trabajadores agrícolas. Los distintos tipos de
trabajadores, obviamente, perciben un salario diferente, pero en todos los casos, sin
excepción, resulta considerablemente más bajo que en España
Construcción de paseo marítimo
A todo ello hay que añadir una jornada laboral más prolongada (8 horas/día; 48
horas/semana), así como un período de descanso semanal más corto (24 horas/semana) y
un periodo de vacaciones anual de 18 días. Este último dato, no obstante, debe ser
matizado ya que en el país existen 10 días de fiestas nacionales y 4 días de fiestas religiosas,
que unidos a los días de vacaciones laborales arrojarían un balance muy semejante al de
España.
La suma de todos estos factores está posibilitando la puesta en el mercado de
viviendas a unos precios que no tienen competencia en ningún otro destino de la costa
norte del Mediterráneo. Una cata efectuada entre las agencias inmobiliarias que se dedican a
la comercialización de viviendas y apartamentos en algunos de los complejos turísticos a los
que antes hemos hecho alusión, nos muestra como los precios oscilan entre los poco más
de 500 y los cerca de 1500 euros/m2 (Cuadro 1). Tales diferencias están asociadas, por un
lado, a la situación de la zona elegida y, por otro, a características tales como la distribución
del espacio edificado, calidad de los materiales empleados en la construcción, proximidad a
la línea de playa, etc. De esos datos seleccionados al azar se desprende otra conclusión no
menos interesante: los precios más elevados de las viviendas turísticas corresponden a la
zona de Cabo Negro, y se van abaratando conforme nos alejamos de ella, tanto hacia la
frontera de España como a la de Argelia.
Cuadro 1.- Precio viviendas
Localidad
Resort
M2 Precio Euros/ m2
Cabo Negro La Cassia Golf
78 105.597
1.353,8
Cabo Negro Cabo Negro Golf
99 138.000
1.393,9
Cabo Negro Mirador Golf Apartahotel 25 33.350
1.334,0
Cabo Negro Cabo Dream
48 70.150
1.461,4
M’diq
Alcudia Smir
172 229.000
1.331,3
M’diq
Colina Smir
72 83.333
1.157,4
M’diq
Sania Torres
140 73.000
521,4
Martil
Essafia
50 40.795
819,5
Saidía
Saidía Mediterránea
56 68.116
1.216,3
Saidía
Saidía Mediterránea
77 96.871
1.258,0
Saidía
Saídia Mediterránea
97 109.698
1.130,9
Fuente: Distintas agencias inmobiliarias. Elaboración propia.
Espectacular crecimiento de la oferta
A las nuevas plazas turísticas que se han creado o están en fase de ejecución, hay
que unir las que ya existían con anterioridad al boom turístico del nuevo milenio. Todo ello
configura una oferta actual amplia y cada día más diversificada, que se extiende poco a
poco por todo el litoral mediterráneo como una enorme mancha de aceite.
La oferta hotelera actual está compuesta por 54 establecimientos que acogen 4.562
camas, más de la mitad de las cuales (53,2 %) se concentran en la provincia de Tetuán
(Cuadro 2). Además de los hoteles situados en el casco urbano de la capital, la provincia
cuenta con una importante oferta en el tramo playero comprendido entre las localidades de
F’nideq y M’diq, en el que como ya hemos visto cada vez es mayor la oferta residencial de
los complejos turísticos.
Cuadro 2.- Número camas por categoría. 2005
Provincia
5*
4*
3*
2*
1*
Total
Alhucemas
282 160
320
762
Chefchaouen
74
188
52
90
404
Tetuan
238 518
886 395
390 2.427
Nador
- 120
493 263
93
969
Total
238 712 1.849 870
893 4.562
http://www.apdn.ma; http://www.turismomarruecos.com
En su inmensa mayoría se trata de hoteles de baja categoría: el 79,1 % de las camas
corresponden a hoteles de 3 o menos estrellas. Teniendo en cuenta que la calidad de los
hoteles marroquíes en sensiblemente inferior a la de los europeos de la misma categoría, no
podemos menos que tildar esta oferta como de muy baja calidad. Por el contrario, en toda
la zona sólo se halla abierto un hotel de 5 estrellas que únicamente dispone de 238 plazas (8
%). Son más numerosos, en cambio, los hoteles de 4 estrellas, cuya capacidad conjunta
asciende a 712 plazas. Se encuentran mejor repartidos, ya que en todas la provincias,
excepto Alhucemas, hay abierto, al menos, un establecimiento de estas características.
Esta oferta hotelera se completa con la existente en los denominados clubs de
vacaciones, complejos residenciales y complejos turísticos, integrados estos últimos, por
villas y apartamentos. En conjunto totalizan más de 1000 habitaciones, cerca de 400 villas
turísticas y casi 2000 apartamentos.
Hotel en Tetuán
Por último no podemos dejar de mencionar el importante número de plazas que
acogen los 13 camping que se localizan, casi en su totalidad, en la zona costera. La
capacidad de acogida de todos ellos supera las 3.000 tiendas de campaña. Aunque sus
instalaciones están preparadas para dar acogida a toda clase de turistas, su utilización
mayoritaria se produce por la población marroquí, acostumbrada desde hace años a residir
en este tipo de instalaciones durante sus vacaciones veraniegas.
El mayor atractivo de esta amplia oferta radica en su bajo coste económico, muy
inferior al de la gran mayoría de los destinos mediterráneos. Ello se debe, por un lado, al
menor coste de la vida en el país y, por otro, a los bajos salarios que rigen en el sector. En
todo caso, del mismo modo que sucede en otros destinos turísticos de la región, los precios
sufren fuertes oscilaciones en razón de la temporada. Durante la temporada alta veraniega,
por lo general, los precios suelen incrementarse entre un 75 y un 100 % respecto a la
temporada baja invernal.
Acusada estacionalidad de la demanda
Como en el resto de los países mediterráneos donde los elementos naturales sol y
playa constituyen la base de su atractivo turístico, en la costa mediterránea marroquí la
fuerte estacionalidad de la demanda también se configura como uno de los principales
problemas a los que se enfrenta actualmente la actividad turística, cuya solución resulta más
acuciante (Hillali, 1994). Aunque los datos que hemos podido manejar acerca de la
afluencia turística corresponden a pernoctaciones hoteleras realizadas durante el trienio
1999-2001 en todo el país, no creemos que resulten muy distintos de los actuales, ni que
contradigan a los que se registran en otra clase de establecimientos. Pues bien, según esos
datos, durante los meses de julio, agosto y septiembre se concentran entre el 33 y 36 % del
total de turistas que visitan el país a lo largo del año. Si a estas visitas les sumamos las que
se registran durante los meses de marzo o abril (depende del mes en que se produce el
período vacacional de Semana Santa), ese porcentaje puede elevarse perfectamente hasta el
50 % de visitantes.
Veraneantes
Además de las razones que se han esgrimido para explicar tan elevada
concentración de visitantes durante el período veraniego en otros destinos mediterráneos
semejantes al que nos ocupa (estabilidad atmosférica, alta insolación, período vacacional de
la mayor parte de la población activa, etc.), en este caso hay que tener en cuenta también el
regreso de los marroquíes residentes en el exterior, un movimiento demográfico y social
que en este país alcanza el rango de fenómeno de masas por el elevado número de personas
al que afecta. Se calcula que durante los tres meses centrales del año, junio, julio y agosto,
regresan al país casi tres millones de trabajadores, procedentes, sobre todo, de la Unión
Europea. De ellos, una gran proporción lo hacen a las provincias del norte de Marruecos,
uno de los focos históricos de la emigración en este país.
Playa de Martil en invierno
A diferencia de otros países de la orilla norte mediterránea en los que se ha
avanzado sustancialmente en la lucha contra la estacionalidad durante las últimas décadas,
en Marruecos aun existen resistencias que resultan muy difíciles de vencer. Entre ellas la
debilidad del sistema de seguridad social, imposibilitado por el momento para articular un
programa vacacional gratuito o semigratuito, dirigido a trabajadores jubilados y personas de
la tercera edad en general, capaz de mantener elevado el nivel de la demanda más allá del
períodos veraniego.
Esta incapacidad de los poderes públicos marroquíes es muy posible que pueda
contribuir a contrarrestarla la iniciativa privada cuando entren en funcionamiento algunos
de los complejos turísticos y grandes hoteles que hoy se hallan en construcción. Si no fuera
así, no tendría sentido el interés demostrado por algunos grandes grupos turísticos
internacionales por instalarse en la costa mediterránea, máxime si tenemos en cuenta la
envergadura de algunos de los establecimientos que están a punto de abrir sus puertas. La
experiencia de estos grandes grupos empresariales nos lleva a pensar que buena parte de su
clientela piensan captarla entre los colectivos europeos antes mencionados a fin de
mantener abiertas sus instalaciones durante todo el año. Téngase en cuenta que en algunos
de estos países los programas vacacionales dirigidos a las personas con más edad gozan ya
de una larga tradición, y que muchos de ellos se han ido afianzando con el paso de los años
hasta llegar a constituir en estos momentos uno de los elementos centrales del denominado
“Estado del bienestar”.
Nuevas construcciones en Martil
Beneficios del turismo
Aunque es verdad que el turismo ha beneficiado de forma muy especial a los
grandes promotores inmobiliarios y cadenas turísticas nacionales e internacionales, no es
menos cierto que también ha tenido una repercusión social muy positiva en los territorios
de acogida. Ante todo por el favorable impacto laboral que se ha derivado de la
dinamización de un mercado de trabajo anquilosado, en el que históricamente escasearon
las oportunidades de empleo fuera del sector agrario. La construcción de miles de viviendas
en los grandes complejos residenciales así como de los equipamientos que muchos de ellos
llevan anexos, se ha traducido en la generación de miles de puestos de trabajo en las
diferentes categorías laborales. La inmensa mayoría de ellos se han ocupado por población
autóctona, lo que ha provocado un descenso espectacular de las tasas de paro en aquellas
localidades donde se ubican los complejos y en sus inmediatas áreas de influencia.
De manera indirecta, el desarrollo turístico también ha generado numerosos
empleos a través de la construcción de la potente infraestructura que ha tenido que ponerse
en marcha para poder atender al creciente número de visitantes. Piénsese, por ejemplo, en
la importante mejora de la red viaria que se ha creado alrededor de los grandes ejes
turísticos, o en la construcción de las distintas presas para abastecimiento de agua a los
nuevos núcleos turísticos. Las ofertas de empleo en estas grandes obras públicas han
alcanzado una magnitud considerable durante los últimos años, entre otras razones por la
escasa mecanización de la mayor parte de las faenas laborales. Eso ha obligado, incluso, a
recurrir a la población inmigrante, especialmente a la procedente del sur del país, para
poder cubrir las necesidades del mercado de trabajo. En no pocos casos esos trabajadores
viven al pie de las obras en tiendas de campaña o en otro tipo de hábitat aun más precario,
careciendo de toda clase de comodidades y servicios esenciales.
Mucho menos cuantioso ha sido el empleo directo que se ha creado en los
establecimientos turísticos, aunque en ningún caso puede desdeñarse, al menos si lo
analizamos en el contexto de un entorno laboral tan deprimido como el del norte de
Marruecos. El nuevo complejo de Saidia Mediterránea, por ejemplo, se espera que cree
8.000 puestos de trabajo directos y 40.000 indirectos (Chambre…, 2007), lo que supondrá
un fuerte revulsivo social en una región como la oriental fuertemente castigada desde
antiguo por el paro y la emigración.
La principal debilidad del mercado de trabajo turístico reside en su elevada
estacionalidad, paralela a la que sufre la llegada de visitantes. Ahora bien, como
indicábamos más arriba, es de esperar que ese problema estructural se resuelva tras la
entrada en funcionamiento de algunos de los grandes establecimientos turísticos
gestionados por cadenas multinacionales que conocen de primera mano el funcionamiento
de los principales mercados emisores y saben como actuar para vencer la estacionalidad.
Cadena hotelera internacional
Otros beneficios que se han derivado del turismo para la sociedad receptora tienen
que ver con la aceleración que ha sufrido la ejecución de algunas grandes infraestructuras
esenciales para el desarrollo y desenclave de la región, como las vías rápidas de
comunicación o las grandes presas. Su construcción, casi con toda seguridad, se hubiera
demorado de no mediar el fuerte empuje que ejerce la actividad turística.
Autopista Fnideq-Tetuán
Pantano sobre el río Martil
Una muestra clara de ello la encontramos en la autovía que une Ceuta y Tetuán,
construida hace años para acortar los tiempos de desplazamiento entre la frontera española
y los principales complejos turísticos que se extienden a lo largo del frente costero. El
colapso que sufre esta autovía durante los meses de máxima afluencia de visitantes, ha
obligado a construir una nueva autopista de peaje entres esas dos ciudades que en un futuro
no muy lejano se extenderá hasta Tanger para conectar con las carreteras que se dirigen
hacia el sur del país.
Este mismo sentido de revitalización turística del territorio costero tiene el proyecto
de la conocida como “circunvalación mediterránea”, una autovía de 550 kilómetros que
unirá Tánger y Saidía a través de Tetuán, cuyos primeros 120 kilómetros están ya
finalizados, y muy avanzados los estudios para la licitación del resto de los tramos que
restan para completar el recorrido. Además de facilitar los desplazamientos entre el oeste y
el este del país, esta nueva vía de comunicación va a generar en sus inmediaciones unas
enormes bolsas de suelo urbano sobre un litoral absolutamente virgen por el que se
muestran sumamente interesados un sinfín de promotores inmobiliarios europeos que
desde hace años vienen tomando posiciones en Marruecos. Y es que toda la franja costera
no sólo presenta grandes oportunidades de negocio desde el punto de vista turístico sino
también desde el de la promoción de la segunda residencia, dirigido específicamente al
conjunto de marroquíes residentes en el exterior, una buena parte de los cuales salieron de
esta amplia región norteña a partir de los años sesenta. Como se ha demostrado en algunos
trabajos sobre el particular, la adquisición de vivienda es, precisamente, uno de los
principales objetivos a los que se dirige el sustancioso volumen de remesas económicas que
sistemáticamente envían al país los emigrantes (Casarino, 2207), algo que conocen a la
perfección los promotores inmobiliarios europeos, que desde hace unos años han
empezado a tener a este colectivo entre sus principales clientes.
Nueva carretera costera junto a El Jebha (Puerto Capaz)
La construcción de grandes presas, como decimos, es otra de las acciones
infraestructurales que, a no dudarlo, ha acelerado la pujanza del turismo. La creación de la
presa de Smir en 1991, a la que después nos referiremos, se ha visto secundada en estos
últimos años por la presa de Mulay Hassan Ben el Mehdi, inaugurada en 2006. Por otra
parte, a mediados de 2008 ha empezado a construirse la Presa de Ued Martil, en el
municipio de Ben Karrich, con una capacidad de 120 Hm3, que atenderá tanto al riego
agrícola como al abastecimiento urbano de Tetuán y toda la franja costera de la provincia.
La mejora y ampliación de la red portuaria se ha realizado en muchos casos con
vistas al incremento de la demanda turística, pero sin despreciar al importante sector
pesquero autóctono, cuyas potencialidades de crecimiento son considerables, apenas se
mejoren los procesos de transformación y se controlen los canales de comercialización. Lo
mismo podemos decir de la cada vez más abundante infraestructura aeroportuaria, cuyo
nivel de uso está experimentando un rápido crecimiento a medida que se incrementan las
conexiones con los principales mercados emisores de turistas y ganan importancia los
vuelos de bajo coste (Shamamba, 2005). Esa infraestructura, en todo caso, también está
prestando un gran servicio a los propios marroquíes, especialmente a los residentes en el
exterior, que cada año acuden con más frecuencia al vuelo aéreo a la hora de retornar a su
país.
Nuevo puerto deportivo-pesquero de M’diq
Impactos ambientales
El aspecto más controvertido de cuantos ha suscitado la urbanización masiva del
litoral mediterráneo hasta el momento es el de su elevado coste ambiental y paisajístico. El
rápido desarrollo de este proceso, auspiciado por la favorable coyuntura política y por las
enormes expectativas de lucro que se adivinaban detrás del mismo, ha relegado a un
segundo plano cualquier intento de planificación territorial y ambiental previo a la
ocupación del suelo. Eso no ha hecho más que aumentar las tensiones y los conflictos
sociales provocados por la masiva urbanización del litoral, ante la cual surgen cada día más
voces críticas que se muestran contrarias a lo que Beatrice Giblin ha calificado como
“bétonnisation” (expansión del hormigón) de las costas (Giblin, 2007). Con todo, hay que
advertir que en la inmensa mayoría de las nuevas promociones turísticas se ha huido
deliberadamente del crecimiento vertical, limitándolo, según las zonas, a un máximo de tres
o cuatro alturas. De este modo se mitiga el efecto pantalla que suelen provocar los edificios
de mayor altura, alterando las condiciones microclimáticas de la fachada litoral al impedir la
libre circulación de los vientos entre la tierra y el mar. Por otra parte, la densidad
edificatoria también se ha limitado drásticamente, pues se ha huido de la creación de
grandes aglomeraciones humanas como las que se registran, por ejemplo, en algunos
puntos de la costa mediterránea levantina o andaluza.
En todo caso no podemos dejar de reseñar algunos ejemplos en los que las
relaciones entre turismo y medio ambiente muestran todo su antagonismo y
contradicciones más profundas. El mejor estudiado es el de las marismas y laguna del río
Smir, situadas en el epicentro de una de las zonas de mayor dinamismo urbanizador de la
costa mediterránea occidental. Las transformaciones ambientales de este singular humedal
costero, contrariamente a lo que suele creerse, se iniciaron en 1991, con mucha antelación,
por tanto, a la emergencia turística. La inauguración ese año del embalse de Smir, en la
cabecera de dicho río, redujo de forma drástica las aportaciones de agua dulce, que pasaron
de 25 Hm3/año a 1 Hm3/año. Ello se tradujo en una reducción del 50 % de la superficie
del humedal, tal y como demuestran los análisis fotogramétricos realizados a partir de
imágenes anteriores y posteriores a la fecha de inauguración del embalse (Stitou y otros,
2006). A partir de la creación de esta infraestructura hidráulica, las principales aportaciones
hidricas que recibió el humedal fueron las de las aguas residuales procedentes de la vecina
localidad de M’diq, que llegaban hasta la laguna sin previa depuración, provocando un
aumento notable de los niveles de eutrofización como consecuencia del incremento de la
riqueza orgánica de esos aportes.
La construcción del puerto deportivo de Smir y del complejo residencial asociado al
mismo junto a la desembocadura del río, supuso la desaparición de la barra arenosa y del
sistema dunar que actuaban como bastiones contra los procesos de inundación marina
(Benavente y otros, 2007), con lo cual la resistencia a los embates de los temporales ha
disminuido al tiempo que el grado de exposición de amplias franjas del litoral se ha elevado
considerablemente (MAPA).
Desembocadura del Oued Moulouya
Por otro lado, con esa desaparición se han suprimido las barreras que impedían la
entrada de aguas marinas hasta la laguna, iniciándose a partir de entonces una progresiva
salinización de sus aguas. A este fenómeno le sucedió un retroceso en las comunidades
vegetales palustres y un avance significativo de las plantas halófitas (Castro y otros, 2006).
De igual modo se han reducido las colonias de aves que utilizaban la laguna como lugar de
anidamiento o, simplemente, como zona de descanso en sus desplazamientos anuales.
Otra de las zonas húmedas cuya transformación ha sido más criticada la
encontramos en la desembocadura del río Moulouya, calificada por el gobierno marroquí
en 1996 como Sitio de Interés Biológico y Ecológico, e incluida en 2005 en la Convención
internacional de humedales de importancia (RAMSAR), debido a su condición de estuario
más grande del país, en el que descansan y nidifican anualmente un gran número de
especies de importancia internacional. Las amenazas que se ciernen sobre este singular
enclave, denunciadas por la Plataforma ecológica del norte de Marruecos5, están asociadas a
la creación de una estación de bombeo de agua del río con el fin de atender al riego de los
campos de golf del complejo turístico de Saidia Mediterranea, la construcción de un
colector para el vertido de aguas residuales procedentes de ese mismo complejo, y el
establecimiento de una futura autopista que seccionará toda la zona.
Un tercer ejemplo de antagonismo entre turismo y medioambiente se hace presente
en la zona de Cabo Negro, primer gran saliente de la costa mediterránea cuando se penetra
desde Ceuta. La intensa urbanización turística de la que viene siendo objeto toda la llanura
de Tetuán ha comenzado a escalar por las abruptas laderas de este promontorio, arrasando
una gran parte del tapiz vegetal que la recubría, implantado por la Administración española
durante la etapa del Protectorado con el fin de restaurar una zona que se encontraba
sumamente degradada por el efecto de una presión antrópica secular excesiva (Araque
Jiménez y Garrido Almonacid, 2008; Martín Cantarino, 2008). Las roturaciones y
desmontes que han tenido lugar durante los últimos años han provocado alteraciones
paisajísticas de gran calado que amenazan con no detenerse en el futuro por el alto prestigio
turístico que ha alcanzado toda esta zona. Lo paradójico de este ejemplo reside en la
diferente sensibilidad que han mostrado las autoridades municipales ante el avance del
proceso urbanizador. Así, mientras el Ayuntamiento de M’diq se ha mostrado firme
defensor de la conservación de la masa pinariega perteneciente a su municipio, impidiendo
cualquier clase de alteración que no tenga que ver con los intereses de la defensa nacional,
el Ayuntamiento de Martil, propietario de otra gran parte de Koudiat Taifour no ha dudado
en animar a los promotores urbanísticos a actuar en la zona. Como consecuencia de la
desprotección que han sufrido las laderas afectadas por la urbanización que hoy se ejecuta,
sometida a reiterados incendios, se han acelerado enormemente los procesos erosivos,
cuyos efectos son perfectamente visibles en un rápido recorridos por esta zona
Avance de la urbanización en Cabo Negro
Por último, aunque es menos conocido, no podemos dejar de referirnos a la
enorme transformación que está sufriendo gran parte de la llanura de Tetuán comprendida
5
Puede encontrarse información al respecto en http://www.ecologistasenaccion.org
entre Cabo Negro y Martil, donde se han arrasado buena parte de las dunas estabilizadas a
comienzos del siglo XX con el fin de acoger nuevas urbanizaciones turísticas. Con ello se
han destruido distintas zonas húmedas que si bien no tenían la importancia de la Laguna de
Smir resultaban vitales para la supervivencia de algunas colonias de aves de singular
importancia.
Llanura litoral de Tetuán
Perspectivas de futuro
Como acabamos de ver, el desarrollo turístico de la costa mediterránea de
Marruecos se ha sustentado hasta el momento de manera monoespecífica sobre los
recursos sol y playa. Es obvio que estos recursos van a seguir constituyendo la base sobre la
que descanse el crecimiento a corto y medio plazo del sector, sobre todo cuando esté
definitivamente conectada por vía terrestre toda esta región septentrional del país. La
primera muestra de ello nos la ha dado la nueva autopista entre F’nideq y Tetuán, que ha
venido a generar una gran bolsa de suelo urbanizable entre esa vía de comunicación y la
costa, buena parte de la cual ya se halla a disposición de los agentes urbanísticos quienes
han procedido de inmediato a la construcción de nuevos complejos residenciales.
Frente a esta situación, el turismo rural apenas ha sido objeto de atención ni por
parte del empresariado local, ni por parte de los poderes públicos. En gran medida ello se
debe a la carencia crónica de dotaciones y servicios elementales (electricidad, agua
corriente, etc.) en buena parte del medio rural, con lo cual resulta muy difícil la
implantación y el correcto funcionamiento de una actividad como la turística. No es menos
cierto, por otro lado, que las nuevas iniciativas de negocio rara vez pueden partir de un
entorno social en el que se sigue viviendo al borde de la subsistencia, done, si acaso, sus
habitantes optan por la emigración a Europa como solución más adecuada para superar la
difícil situación de penuria económica en que viven.
Por último, no queremos dejar de reseñar las grandes perspectivas que presentan
los espacios naturales del norte de Marruecos para el desarrollo de la actividad turística,
pero como sucede en el resto del medio rural, apenas se han dado paso hasta el momento
para que se produzca ese esperado despegue. La apuesta por la potenciación de este
segmento debería convertirse en los próximos años en uno de los objetivos preferentes de
la política turística marroquí, tanto por el sustancial incremento que viene experimentando
la demanda como por la necesidad de empezar a diversificar territorial y sectorialmente la
oferta.
Hotel en Issaguen
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