ÁREA 3. CUADERNOS DE TEMAS GRUPALES E INSTITUCIONALES (ISSN 1886-6530) Nº 12 – Primavera 2008 Introducción al seminario sobre Teoría de la Enfermedad Única de E. Pichon-Rivière 1 Ana P. de Quiroga 2 Presentación. Objetivo. Entiendo que la propuesta de este seminario es construir, entre todos, un ámbito en el que sea posible reflexionar, desarrollar hipótesis y recorrer conceptos, en torno al pensamiento de Enrique Pichon-Rivière (EPR), y que este encuentro está movilizado desde nuestro hacer cotidiano, la más auténtica fuente de ese interrogarnos, para que en dicho hacer podamos volcar lo que en este compartir se haya producido. Entiendo como producción no solo respuestas, sino particularmente nuevos interrogantes. Este centramiento en la praxis hace a la esencia del conocimiento y la tarea..., según EPR, y creo que es algo que compartimos. Intentaré aproximarme a algunos ejes temáticos de la teoría de EPR y sus interrelaciones aunque sé que no disponemos del tiempo para lograr la profundidad que su tratamiento merece. Trabajaré entonces -y quizás no muy ordenadamente- aspectos de la Teoría de la Enfermedad Única (TEU) incluyéndola en la teoría de la conducta. Haré referencias también a lo grupal, al dispositivo técnico del grupo operativo como instrumento de indagación e intervención en la dialéctica salud/enfermedad... al concepto de obstáculo y su relación con aprendizaje, salud-enfermedad y núcleo patogenético. Espero sus preguntas en relación a lo expuesto o a lo que en este momento esté en su área de interés. La elección realizada no es arbitraria aunque el desarrollo esté regido por una cierta lógica propia, que resulta de la forma en que se encadenaron en mí los temas al preparar este seminario, y por la relevancia que les adjudico. Me han sido transmitidas algunas inquietudes de ustedes, concretadas en las siguientes preguntas, en las que podrían encontrarse algunos denominadores comunes a 1 Introducción al Seminario, organizado por la Asociación para el Estudio de Temas Grupales, Psicosociales e Institucionales, en Madrid, el 24 de noviembre de 2007. 2 Ana P. de Quiroga es directora de la Primea Escuela Privada de Psicología Social, fundada por el Dr. Enrique Pichon-Rivière. Buenos Aires. Rep. Argentina. 1 TEU y aportes de la TEU a la comprensión del proceso grupal. No es tarea fácil responder porque desafía a establecer relaciones que no son explícitas en el pensamiento de EPR, sin simplificar la complejidad de ambos temas. Paso a las preguntas: ¿cómo utilizar el procesamiento del núcleo patogenético como clave de la lectura grupal? ¿cuáles serían en su opinión los puntos de articulación entre TEU y la dinámica grupal: tarea, roles, resistencias... momentos grupales? ... profundizar en el carácter instrumental de las técnicas del yo como instrumentos de aprendizaje, más allá de su consideración como mecanismos defensivos... profundizar en la comprensión de la dramática del objeto, (construcción, destrucción, reconstrucción) y su relación con la tarea grupal y vicisitudes del grupo, el conflicto de ambivalencia y sus vicisitudes. Clarificación acerca de cual sería el núcleo central de la psicosis, ¿el melancólico, el confusional? Puntualizaciones sobre la relación entre teoría del vínculo y la de las relaciones objetales. Está claro que desplegar todos estos temas excede nuestro tiempo... por eso lo de aproximación. Después de mucho pensar la estructura de este aporte y habiendo trabajado, desde mi perspectiva o la que entiendo es la de EPR, esas preguntas... interesantes y motivadoras, me encontré con que todos los caminos llevaban a Roma... que fuera por donde fuese que tomara esas líneas de indagación siempre me remitían a aspectos significativos de esa concepción que EPR denominó primero TEU, luego teoría de los procesos de maduración y desarrollo (ya que ella implica hipótesis y elaboraciones acerca de los mismos, como se ve a través de los principios de policausalidad y continuidad genética) y por fin teoría de la conducta, ya que EPR entiende que esos conceptos y categorías, nociones y principios son válidos para dar cuenta de la génesis y alternativas de toda conducta, y cito: “ya sea ésta normal o patológica”. Al afirmarlo, EPR piensa ya que el ECRO constituye una elaboración más abarcativa que la que inicialmente buscara. Ustedes insisten en TEU y nosotros les hablamos de conducta. ¿Por qué conducta? De hecho la indagación de la conducta es una constante en la vida de EPR, desde las aproximaciones espontáneas de niño y adolescente, desde los inicios de la carrera de medicina... y en la diversidad de campos que fueron objeto de su exploración... la creatividad, el arte, lo grupal, las instituciones, el deporte... fue la pregunta por la conducta la que puso a EPR en el camino de la psiquiatría, ya que lo interrogaban tanto la diversidad de conductas en distintos sectores sociales, espacios culturales, conductas como asunción y adjudicación de roles, interpretación de la experiencia, del mundo, producción estética, formas de relacionarse, etc. Lo desafiaban tanto las conductas más bizarras como las que hacen a nuestra cotidianidad, que aunque se ajusten a una norma dominante, sería de gran riesgo afirmar que son sanas. Esa constante la reconoce EPR en su prólogo a Del psicoanálisis a la Psicología Social (significación de un Prólogo): “la trayectoria de mi tarea puede describirse como la indagación y sentido de la conducta, en la que surgió el descubrimiento de su índole social”... remite luego a la idea de hombre en situación, fundamental para entender el posicionamiento pichoniano, por ejemplo en salud/enfermedad. 2 Pero en otro de sus últimos textos dice: “mi búsqueda ha sido saber del hombre y en particular saber de la tristeza, intuyo que en ella está la fuente de las llamadas conductas especiales”, se refiere a la enfermedad mental, y esto nos remite a ese aspecto de la teoría que más se conoce como TEU. Continua la frase haciendo alusión a su intento de comprensión del rol de la melancolía en la psiquis humana. En el pensamiento de EPR, en la concepción psicológica que denomina polémicamente psicología social tiene centralidad la cuestión del padecimiento, ya sea para abordarlo cuando ha estallado en patología, como intento fallido de transitar una crisis intolerable, o para prevenirlo, fortaleciendo el desarrollo del sujeto en términos de su capacidad de aprendizaje, de resolver creativamente las exigencias adaptativas para asumir, sin destrozarnos, nuestra condición de sujeto de las crisis y sus resoluciones. Ese indagar lo cotidiano de los vínculos y los roles, de las relaciones sociales e institucionales, ese tiempo-espacio en el que podemos psicotizarnos, o vivir con un posicionamiento activo, crítico, transformante, se articuló en EPR con la pasión por lo oculto, lo inquietante, lo siniestro... aquello que los llamados “poetas malditos”, Rimbaud, Leautreamont, Baudelaire -portavoces de su tiempo y por ello fundadores de la estética moderna- expresaban en sus obras con alto nivel de elaboración y procesamiento. Estas sorprendieron y fueron en principio demonizadas en tanto desnudaban lo oscuro, lo oculto, lo más desconocido y temido del psiquismo humano, de nuestras fantasías y emociones, aquello que la sociedad castigaba y castiga como locura, en tanto pensamiento divergente, incomprensible e inaceptable, y que intentaba controlar en la institución manicomial. Esa búsqueda lo llevó tanto al estudio de la producción artística, como a su trabajo en el hospicio y a elegir el psicoanálisis como su primer y revelador camino para comprender lo que parece insondable, a profundizar en los aparentemente silenciosos infiernos que subyacen a la creación, al aprendizaje y le dio lucidez para relacionar el proceso del enfermarse con el acontecer del grupo familiar, primero, y la complejidad del orden socio-histórico y sus características, después. En ese recorrer tantos caminos, también EPR descubrió que todos conducían, en su multiplicidad, a ese gran tema: el de la conducta. Pero ¿qué es conducta para EPR? Hay viejas definiciones, de sus comienzos, que son testimonio de esa búsqueda (año 1936) que dan un perfil de EPR neurólogo, pero ya en una inquietud acerca de la respuesta de un sujeto, en un mundo o situación concreta. Me guiaré por las últimas que elaboró ya que dan cuenta de un situacional punto de llegada. En Neurosis y psicosis, una teoría de la enfermedad, texto que será referente principal en ciertos ejes de este seminario (nota acerca de cómo fue escrito) caracteriza a la conducta como “totalidad en evolución dialéctica” (referencia a la complejidad, unidad de lo diverso, de múltiples aspectos interactuantes, a las contradicciones y a la forma de movimiento que ella implica) y cito: “definimos a la conducta como estructura, sistema dialéctico y significativo en permanente interacción, intentando resolver las antinomias mente-cuerpo, 3 individuo-sociedad, organismo-medio” (para él, obstáculos epistemológicos en la comprensión de la misma). Sigue acá a Lagache: “la inclusión de la dialéctica nos conduce a ampliar la definición de conducta, entendiéndola no sólo como estructura, sino como estructurante, unidad de lo múltiple o sistema de interacción. Introducimos con el concepto de interacción dialéctica la noción de modificación mutua, de interrelación intrasistémica (mundo interno) e intersistémica... del mundo interno con el mundo externo... entendemos como relación intrasistémica aquella que se da en el ámbito del yo del sujeto, en el que los objetos y los vínculos internalizados configuran un mundo interno, una dimensión intrasubjetiva en la cual interactúan, configurando un grupo interno”. Éste reconstruye, de una manera particular, la red de relaciones en las que el sujeto ha estado y está inmerso, porque ese mundo o grupo interno tiene historicidad. A las formas de ese acontecer, solemos denominarla “dramática interna”, escenas internas, inconscientes. Es en esa dimensión escénica e intrasubjetiva que se juega aquello por lo que ustedes preguntan... la dramática del objeto. En ella se despliegan, en escenas internas -cargadas de intensa emocionalidad- las vicisitudes del vínculo. Por ejemplo, el argumento interno que caracteriza a la ambivalencia toma la forma de situaciones en las que se desarrolla el conflicto amor-odio, coexistiendo ambos, agudamente, en la vivencia que el sujeto tiene de sí, del objeto madre -ya integrada como persona total- y del vínculo. Eso ocurre porque en el sujeto se ha dado, por maduración, memoria, secuencia de experiencias y aprendizaje, un hecho fundamental en la vida psíquica: la integración, hasta allí inexistente. Nos referimos aquí a la irrupción de la ambivalencia en la posición depresiva del desarrollo. La posibilidad de la ambivalencia es una constante de todo vínculo significativo. Creo que lo que ésta integración provoca en el sujeto debe ser relacionado con la concepción de aprendizaje, movimiento, obstáculo y tarea que elabora EPR, como veremos luego. La integración es un logro de aprendizaje y un plano de tarea, que implica un movimiento en el que se desestructura la organización previa, dominada por la disociación (lo que Klein llamó posición esquizo- paranoide). Esa desorganización genera crisis. Ese momento crucial del desarrollo tiene como rasgo un salto cualitativo en el conocimiento de la realidad. El proceso por el que se descubre que es el mismo quien gratifica y frustra, que acompaña y abandona, ama y odia consiste en un aprendizaje de la realidad. El conocimiento de la realidad en sus aspectos múltiples y contradictorios, provoca, a veces, un impacto tan profundo en el sujeto, una crisis que se reabre con frecuencia en el aprender, el conocer, el vincularse. Nos habla de una dimensión presente siempre en la tarea. Me refiero a la necesaria elaboración de ese impacto, de la contradicción entre lo previo y lo nuevo, de las escenas que inconscientemente se movilizan en nuestro contacto con nuevos aspectos de la realidad. Contacto en el que puede haber goce, pero en el que también puede surgir el conflicto. La elaboración psíquica de ese impacto, es uno de los objetivos en la creación del dispositivo de grupo operativo, apostando al sostén reciproco. 4 Como sabemos, en la dramática de la ambivalencia, está presente como dominante la destrucción, por los propios impulsos hostiles, de lo que es el objeto de amor, lo que implica la catástrofe de una pérdida irreparable. Culpa, caos, soledad... a la vez... se vive el riesgo de la venganza del objeto, esa dramática es paralizante. Es tal la intensidad de los sentimientos en conflicto, que la inhibición aparece como efecto y como técnica, no podríamos decir sin analizar cada caso cuánto de defensiva y cuánto de instrumental. Pero el psiquismo es movimiento, progresivo y regresivo. De esa situacional parálisis se sale a partir de operaciones psíquicas que incluyen una regresión operativa, necesaria y que consiste en la apelación a las técnicas instrumentales. El sujeto retorna a una posición anterior que como dijimos, Klein y Fairnbairn, llamaron esquizo-paranoide, y Pichon instrumental, porque en ella se gestan las técnicas o recursos del yo, que tienen como función principal estar al servicio, ser instrumentos de la aprehensión de la realidad, de la adaptación activa. Ellas surgen progresivamente a partir de ciertas funciones vitales, por ejemplo incorporación, expulsión, y pasan de lo material de esas funciones a lo ideatorio. Por ello, para EPR, el sujeto retorna no solo defensivamente. En ese retorno está la clave de su posibilidad de avanzar. Estamos describiendo lo que se da en la posición depresiva del desarrollo, en tanto ésta es un elemento determinante en la constitución de la situación depresiva básica o núcleo patogenético central, si lo tomamos desde la perspectiva de TEU, aunque esa regresión a allí donde las técnicas fueron instrumentales, también se da en otros momentos de la vida, cuando el sujeto no puede resolver la exigencia actual, la pérdida actual y la emergencia de un nuevo e intenso conflicto de ambivalencia. En ese movimiento progresivo (hacia la integración) –regresivo (intolerancia al conflicto, improcesabilidad situacional del mismo, inhibición y apelación a técnicas de un período de no integración, de disociación) ¿qué es esperable? El desarrollo de un nuevo movimiento progresivo, en el que un yo más fortalecido irá procesando ese conflicto como reparación, reconstrucción del objeto en un nivel de integración superior, en el que el sujeto reconoce la dominancia de los aspectos buenos en el objeto. Esto nos remite a lo que hemos mencionado como la adquisición de una nueva fortaleza yoica. Esta permite construir una tolerancia a esa contradicción en el yo, en el objeto y en el vínculo. Contradicción que hace a la especificidad del conflicto de ambivalencia como situación existencial profundamente conmovedora para el ser humano, quizás la más conmocionante, particularmente si se encuentra en los umbrales de su desarrollo. Como hemos dicho, esa tolerancia a la contradicción, o esa forma de resolverla se da porque en un proceso complejo, que incluye una disociación necesaria, instrumental, requerida para el pensamiento, y una posterior integración en un nivel superior al que desencadenara el conflicto en su impactante intensidad emocional, se reconoce el amor, lo gratificante, como aspecto dominante de ese vínculo contradictorio. En ese movimiento elaborativo se recupera al objeto amado, se afirman los aspectos buenos del yo y del vínculo, pero, insistimos, esta dramática intrasujeto se despliega no sólo en el mundo interno, se da en el escenario real del vínculo, del sostén y del amor del otro, que descifra, contiene y gratifica, aún cuando existan momentos también ambivalentes en ese otro, en su propia dramática interna. 5 Aún en pleno conflicto, cuando la ambivalencia está en primer plano y se plantea como situación dominante, no dejan de operar otras contradicciones en el sujeto y en el vínculo, entrelazadas con el sentimiento de amor–odio, y por ejemplo, necesidad-satisfacción, interacción, comunicación, y esto es de particular importancia para comprender las vicisitudes de ese sujeto y de ese conflicto, ya que ellas también tienen eficacia en el sujeto, y hacen a la movilidad de su vida psíquica, a su emocionalidad. Como saben, este es un momento fundacional en la constitución del mundo interno, si bien esto se da por primera vez en la denominada posición depresiva del desarrollo, que, como dijimos, reaparece en las grandes crisis, y según la historia del sujeto. Es decir, según las formas y grados de resolución que alcanzó esa situación previa. El pasado interactúa con el entramado vincular presente, tal como lo plantea el principio de policausalidad y los factores que este incluye. Esta interacción no es unidireccional. Esos factores pueden conducir a grados significativos de adaptación activa, o a la patología. Hay una relación de causalidad múltiple que vincula las situaciones del inicio de la vida, con las alternativas de salud /enfermedad que encontraremos en otros momentos vitales... esa relación nos remite al tema de la situación depresiva básica, del núcleo patogenético, que para EPR es de naturaleza depresiva, no confusional, e incluye las vicisitudes de la posición depresiva del desarrollo, aspectos de la protodepresión y de la depresión regresional, si hablamos en términos de patología. No podemos dejar de lado, en el análisis de ese núcleo, las características que revisten las técnicas del yo, su plasticidad o estereotipia. Las escenas a las que aludí, esos argumentos que habitan el mundo interno y le dan forma, a diferencia de lo que piensa Klein, que también reconoce ese movimiento interno, esa fantasía inconsciente en la que el sujeto escinde, integra, se ve atacado, destroza, reconstruye, no son para EPR, sólo una producción intrasubjetiva, correlato mental del instinto... vimos que en esa producción opera activamente otro sujeto, al que EPR, con huella de lenguaje psicoanalítico llama objeto, pero es un otro, relacionado en el plano del mundo externo y a la vez inscripto, por internalización, en el mundo interno. Ese otro será parte, personaje de ese argumento. Pero ese otro no está más allá, no es trascendente a la configuración de la dramática del mundo interno. Es de alguna manera co-autor, por eso decimos que la interacción es eficaz, provoca efectos, y ese es uno de ellos, ser, de alguna manera, co-autor o generador de rasgos de escenas en esa trama argumental del otro, y del vínculo. Vínculo y relaciones objetales Retomando a EPR, y esto nos introduce en la concepción del vínculo y su diferenciación de la relación de objeto, ese otro, en esa interacción que se cumple en el mundo externo y que se inscribirá en el mundo interno, “se mueve de hecho, hacia la gratificación o la frustración”. Insisto en esta idea por su carácter central en el pensamiento de EPR, ya que con ella plantea un nuevo posicionamiento acerca de la presencia y eficacia en la vida psíquica de las relaciones reales, objetivas, del ser y del hacer del otro sujeto, de la situación. 6 De ese posicionamiento se desprende -y esto surgió en su práctica del tratamiento de grupos familiares- que lo que ocurre, no sólo lo que se fantasea acerca de lo que ocurre, debe ser analizado. Y esto, porque es un eje en nuestra investigación de la relación sujeto-realidad, ya que es la calidad de esa relación, en términos de aprendizaje, la que se define como salud mental. Esta es una abierta confrontación con el concepto de relación de objeto, la que tiene su laboratorio, su espacio, en la dimensión intrasujeto, más allá del ser y el hacer concreto del objeto, de su presencia o su ausencia, de las formas de su presencia. Relación de objeto que para el psicoanálisis es “relación del sujeto con su mundo”, no con el mundo. La idea de vínculo, como estructura relacional, tiene como rasgo esencial el que contempla la interrelación reciproca, el interjuego intrasubjetividad e intersubjetividad, sin excluir jamás ninguna de esas dimensiones. Focaliza tanto la situación real como su inscripción en tanto escena interna y por ello indaga los procesos de comunicación y aprendizaje. Las formas de la intersubjetividad están marcadas por la intrasubjetividad, ya que de ella devienen modalidades de vinculación. A su vez, esa dimensión intrasujeto se constituye en la interacción, por ello hablamos de dialéctica, configuración mutua, determinación mutua... EPR sostiene que el vínculo implica una relación activa del sujeto con el mundo, con la realidad. Klein, clínica y teoría. Para EPR ese otro –el objeto- porta activamente significaciones sobre el sujeto, su existencia, su conducta... agregaría que así como hablamos de una dramática subjetiva, a nivel de mundo interno, hay también una dramática grupal, o familiar, como dramáticas o mitos institucionales... Para EPR el sistema del grupo interno no es cerrado, está en permanente interjuego con el mundo externo. El psiquismo no tiene, en su génesis, una instancia o plano de clausura al mundo, por el contrario, al ser esencialmente vincular, social, se constituye en, por y a través de la relación con la realidad. Realidad que en el inicio es particularmente ese otro en el vínculo. Ese interjuego implica aprendizaje. Cuando dicho interjuego se empobrece, o clausura, el aprendizaje de la realidad se deteriora o detiene. A esa relación entre mundo interno - mundo externo EPR la llama intersistémica. Es importante pensar también, aunque EPR no hable sobre el tema en sus textos, que esa interacción intersistémica es también interacción entre mundos internos. Esto está en el vínculo, en el grupo, y se juega en el plano de las relaciones intersubjetivas, y su efectivización en el mundo externo. Un grupo no se constituye si la dialéctica entre sujetos que hace a su esencia no incluye ese interjuego de mundos internos, que hace a los argumentos grupales o vinculares subyacentes, a la existencia y las formas que reviste uno de los organizadores grupales. La mutua representación interna, internalización reciproca (síntesis policéntrica) argumento sobre el grupo elaborado por los integrantes. El otro organizador o principio de configuración del grupo es la constelación de necesidades, objetivo, tarea. 7 Núcleo patogenético y lectura de lo grupal Esta cuestión del interjuego de mundos internos, así como la de la tarea, se relaciona con la pregunta por el procesamiento del núcleo patogenético como clave de la lectura grupal. La pregunta me remite a dos líneas de análisis: ese interjuego sujeto –grupo, grupo interno y grupo externo y lo que llamo interjuego de grupos internos, converge a veces en argumentos, en ansiedades. Moviliza obstáculos previos y gesta obstáculos actuales. La modalidad de procesar el obstáculo presente puede remitir a las formas de procesar, en cada integrante, ese núcleo histórico, situación depresiva básica o núcleo patogenético que suponemos está operante, y quizás intensificado si el grupo tiene una tarea terapéutica como hacer explícito... Lo de intensificado podría darse como una forma de resistencia a la curación, por la movilización de ansiedades ante una tarea y un objeto de conocimiento que encierra un alto monto de sufrimiento y del que la patología es una forma de defensa, un equilibrio con el mundo, fallido, lleno de penuria, pero equilibrio al fin. Entonces, el aquí y ahora grupal, las ansiedades emergentes, las formas de procesarlas en el acontecer actual, puede ser un analizador de las características que en cada integrante tiene su historia de obstáculos y resoluciones... sus puntos disposicionales para la salud y para la enfermedad, su dramática interna. Insisto en el puede porque como toda conducta, es situacional, si bien el grupo es un espacio transferencial privilegiado que provoca, evoca y convoca escenas internas. La circunstancia, el tipo de conflicto, las modalidades de vínculo, la interacción del aquí y ahora pueden ser factores que den lugar a una conducta alternativa, y la historia no se re-edite con claridad en ese campo. No es una constante, una ley de funcionamiento del grupo que las modalidades de transitar la tarea grupal, o de gestar pre-tarea remitan tan claramente, con fuerza de regresión, a un núcleo histórico en cada integrante. Me refiero al núcleo patogenético. Creo, sí, que el grupo moviliza, en general, fenómenos primarios, por su presencia en la génesis del psiquismo y por su potencial condición de heredero de la función de sostén, por la relación primaria cuerpomadre-grupo. Movilización no es, a mi entender, lo mismo que regresión. Cuando hablo del núcleo de cada integrante, lo hago porque no entiendo que haya un núcleo grupal, salvo, y de una forma particular, en el grupo familiar, (con la secuencia de duelos no elaborados) aunque reconozco, si, la existencia de puntos disposicionales en los grupos como estructura. En términos de conflictos no suficientemente procesados por sus integrantes (por ejemplo, lo imprevisto). De hecho, el dispositivo grupal apunta a una modificación de las modalidades de enfrentar las ansiedades y transitar los obstáculos, en el sentido de rupturas de estereotipo, recuperación y potenciación de las técnicas del yo en sus aspectos instrumentales. Si bien estas modalidades subjetivas que se pretenden modificar tiendan, probablemente, a reeditarse en el inicio, momento ambiguo, en que las escenas internas se deslizan sobre las externas y los personajes internos encubren a las personas reales, la heterogeneidad, identificación, comunicación y cooperación grupal, el sostén que éste puede ofertar para los procesos elaborativos, puede 8 crear un campo grupal modificante y modificado, en el que no sea fácil la lectura de las formas individuales de procesar el núcleo patogenético, ni los aspectos mas personales, específicos de ese núcleo. Insisto: si la pregunta remite a la posibilidad de actualización en el grupo y ante una situación conflictiva, contradictoria, del núcleo patogenético particular en los distintos integrantes, entiendo que sí, que es posible, y esperable. Pero esto nos reenvía al tema de lo disposicional, y en lo disposicional distinguimos dos aspectos opuestos e interrelacionados: la disposición a la patología, y la disposición a la salud y el aprendizaje. No podemos anticipar qué se movilizará. Más aún, no siempre sabemos qué aspecto se movilizó y por qué. Estos aspectos opuestos que coexisten en lo disposicional, remiten a la secuencia de situaciones adaptativas que enfrentó el sujeto y el cómo pudo resolverlas en cada circunstancia. O sea: lo que fue resuelto en términos de aprendizaje y lo que no fue resuelto, lo que ha quedado como respuesta, menos coherente y significativa, fallida, interactúan en la historia de ese sujeto, en su mundo interno y en el aquí y ahora del grupo, de la conflictiva actual. Y así como una puede reparar la otra, ciertas experiencias negativas pueden deteriorar la potencialidad de aprendizaje. Esta es una problemática que se despliega en el sujeto, en el vínculo terapéutico y particularmente en el campo grupal. Una forma de manifestación de ese núcleo patogenético, en el campo grupal, ya sea operando desde sus aspectos más dañados, defensivos y estereotipados, o ya sea desde modalidades de resolución positivas, nos remite a la asunción del rol de portavoz. Rol portavoz ¿Qué detecta ese sujeto?. Una fantasía, una ansiedad, una potencialidad que está en el campo grupal, y no accede a la conciencia de los integrantes, pero resuena en él desde su historia. En lo que se llama factor disposicional, es portavoz si aquello con lo que se conecta está en el grupo, y su hacer, su discurso, que dice de sí mismo, de sus sentimientos y emociones, de sus modalidades defensivas y vivencias, movilizan en los otros integrantes cadenas asociativas, identificaciones, algunas aceptadas y otras rechazadas, pero de hecho ha llevado al plano de lo explícito y lo grupal, lo que era implícito y parecía sólo personal. En ese caso la intervención, interpretativa o no del coordinador, debe tomar ambos planos, lo que trae como logro o conflictiva propia el portavoz, pero a la vez relacionarlo con la estructura grupal. Esa es una expresión de la concepción de EPR de grupo y de grupo operativo, de la constante y estructurante dialéctica sujeto/ grupo como campo de análisis e intervención. La contradicción sujetogrupo, tiene formas de resolución en la integración, pero nunca desaparece. La devolución sólo vertical, sólo personalizada, aísla al portavoz y sobre todo deja al conflicto como hecho exclusivamente individual. Se pierde así la posibilidad del compartir ansiedades, metabolizar y procesar fantasías y lograr otro nivel de pensamiento. La devolución sólo grupal homogeniza lo que es heterogéneo, fuerza la realidad en tanto simplifica lo complejo. 9 De la heterogeneidad deviene la riqueza y mucho de las posibilidades creativas, reparatorias y productivas del proceso grupal. En síntesis: la complejidad del grupo no puede ser leída desde una sola clave, aunque sin duda la tec, o TEU, son herramientas en esa lectura, que deben estar incluidas en una conceptualización de la grupalidad. El seguimiento del movimiento grupal, de la interacción y la tarea, a partir de los emergentes y sus diversos portavoces, y la relación de esos emergentes con obstáculos y modalidades defensivas, así como con recursos de aprendizaje, formas creativas de adaptación, sí, efectivamente, constituyen una línea de análisis y comprensión del acontecer grupal. Coordinador Si ese acontecer se despliega y está trabajado con el encuadre de grupo operativo, la coordinación tiene un rol significativo, no porque a cada intervención le suceda un nuevo emergente, cosa que sabemos que no ocurre, pero desde esa mirada y ese rol co-pensor y asimétrico, tenemos la posibilidad de analizar el proceso, sus formas de movimiento, sus hitos o emergentes, sus momentos de cambio, el interjuego entre lo progresivo y lo regresivo. Interjuego al que entiendo alude la pregunta. Ese análisis debemos compartirlo con los integrantes del grupo apuntando a su protagonismo, en una secuencia que incluya insight y elaboración, insight y elaboración, permanentemente. Agrego que, así como el insight requiere de la elaboración, para llegar al insight tiene que haberse dado antes un proceso elaborativo. Aún cuando el insight tiene esa forma de conocimiento súbito, que irrumpe, es un salto cualitativo precedido de cambios cuantitativos. A la vez, ese proceso de aprendizaje grupal que estamos describiendo, acompañado por un co-pensor debe dejar en los integrantes una capacidad de autoconocimiento y autocontención, un saber y una modalidad de ser, de procesar que se construye compartidamente en el grupo y que aún en lo común, es específica en cada integrante. Si la pregunta planteara otra cuestión, por ejemplo, si hay un sólo núcleo patogenético compartido por los integrantes del grupo, que resultaría una clave de la lectura de un proceso grupal en particular, entiendo que no, ya que aún cuando haya situaciones universales, -como la posición depresiva básica-, las ansiedades, los obstáculos, los conflictos, las vicisitudes de la vida psíquica y las modalidades de tramitarlas, son únicos en cada sujeto. Sabemos, sin embargo, que hay dominancias de situaciones que homogenizan el campo grupal, más allá de la heterogeneidad que EPR plantea como condición óptima para el funcionamiento del mismo. El que un grupo, por ejemplo de aprendizaje, esté integrado por una mayoría de personas que han sufrido graves pérdidas en la infancia, puede darle (esa es nuestra experiencia) un sesgo particular al funcionamiento de ese grupo, una tendencia a la melancolización, a las vivencias de desamparo, pero eso ante determinadas situaciones o temáticas 10 que convocarían esas vivencias de pérdida temprana. Aún así, no creo que estemos autorizados a hablar de un núcleo grupal común que implicaría una “mente de grupo”, idea que EPR desecha. En síntesis, querría decir que la comprensión de la conducta del sujeto, del procesamiento de sus situaciones disposicionales, remiten a investigar hechos cuya complejidad nunca se agota. Los grupos son estructuras que tienen especificidad y como dijimos, un alto grado de complejidad. Trascienden esa verticalidad, esas historias personales, y por tanto su análisis y lectura requiere un marco teórico mas abarcativo, que es parte de la psicología social pichoniana, pero que no pueden ser hoy, por razones de tiempo, objeto de una exposición sistemática. El obstáculo El tema de la lectura de un proceso grupal, aún cuando esto sea válido también para el análisis personal, nos remite a un concepto central del pensamiento pichoniano: el obstáculo y su inevitable emergencia en los procesos de desarrollo y cambio, es decir, la relación desarrollo o movimiento y obstáculo. El obstáculo, según EPR, fenómeno universal, es antecedente del núcleo patogenético central, de naturaleza depresiva. Creo que sería interesante analizar la relación movimiento, ansiedades, obstáculo, desde el comienzo de la vida, así como reflexionar acerca del carácter de particular obstáculo que reviste lo que EPR llamó núcleo patogenético, y cierta latencia de ese núcleo en los subsiguientes obstáculos, como situación prototípica, por ser quizás la más conflictiva, la que más movilizó al sujeto en términos de exigencia de aprendizaje. Esto se da desde la situación de nacimiento, que también está incluida en el núcleo o situación depresiva básica. Porque es otra gran crisis a resolver. “Nuestra entrada en la vida -dice Kaes- es entrada en crisis”. Y nuestro nacimiento implica una radical redefinición de nuestras condiciones de existencia, una desestructuración de lo previo y una nueva estructuración. Por ello, esa primera exigencia adaptativa, privación de lo previo e ingreso y construcción de un nuevo universo de experiencia, es nuestro proto-aprendizaje. Las formas de resolución de esa situación, de la que se sale en un vínculo, el protovínculo, en el seno de un grupo y de un orden social están más que nunca ligadas a la acción del otro. En ese movimiento vincular se inicia como dijimos, a partir de las funciones vitales, en un proceso de gestación de las técnicas instrumentales, que permitirán transitar esa primera etapa de la vida, hasta llegar a la posición depresiva del desarrollo. El obstáculo, situación universal, inherente al movimiento y el núcleo patogenético, como situación depresiva básica, como profunda crisis interna a resolver, también universal en tanto correspondiente a las formas del desarrollo del sujeto, no son lo mismo aunque están emparentados. El obstáculo emerge con la vida, es inherente al cambio, al movimiento y al hecho de que la vida sea una secuencia permanente de exigencias adaptativas, de aprendizaje, que estemos sometidos también permanentemente a movimientos de desestructuración-nueva estructuración, hasta que ésta caduca y 11 se reabre ese movimiento. Esto genera ansiedades, que al intensificarse pueden conducir al obstáculo. Está claro que la situación depresiva básica, con elementos en la protodepresión, en la posición depresiva del desarrollo, en la construcción y empleo de técnicas instrumentales, constituye situacionalmente un gran obstáculo a resolver en el desarrollo del sujeto. Tengamos en cuenta esto como problemática y referente, en el análisis del proceso grupal, así como tenemos que tener en cuenta la modalidad que en el ámbito grupal los integrantes, cada uno y en conjunto, les dan a las técnicas del yo, analizando si su carácter es dominantemente instrumental o esencialmente defensivo. Esto nos sitúa -junto con el análisis del movimiento, las ansiedades y los obstáculos emergentes- en la indagación e intervención en el campo de la contradicción tarea-pretarea. Salud – enfermedad Continuando con las reflexiones de EPR acerca de la conducta, vamos ahora a la relación que establece entre conducta, salud y enfermedad y por qué decimos que EPR entiende haber llegado a una visión que abarca el par dialéctico salud/enfermedad. En sus trabajos redefine la clasificación de la psiquiatría clásica de la conducta como normal y patológica. Incluye el par salud-enfermedad y las considera como formas opuestas de adaptación a la realidad. Lo opuesto está dado por el carácter activo o pasivo. Esta caracterización que ha sido objeto de polémica, particularmente con Watzlawick, nuevamente nos remite al entramado metateórico, a ideas fundantes de EPR. Adaptación, en EPR, está a años luz de adaptacionismo, pero adaptación implica un sujeto que entre sus rasgos tiene la posibilidad de conocer la realidad objetiva, sujeto esencialmente cognoscente, aún cuando de hecho, muchas veces la distorsione con mayor o menor intensidad. EPR, en función de ese conocimiento habla de la conducta, la salud y la enfermedad en términos de adecuación o inadecuación a las exigencias del medio, coherencia o incoherencia con ellas, conexión operativa o inoperante con la realidad. Si es operativa están en juego las técnicas instrumentales, los recursos del yo, entre los que se cuentan los mecanismos descriptos por M. Klein en la posición esquizo-paranoide, disociación, introyección, proyección, aunque los reinterpreta desde su teoría. Como dijimos, estas técnicas tienen en EPR, como función principal, desarrollar operativamente la dialéctica con la realidad, para desplegar procesos de penetración en ella, resonancia, aprendizaje, transformación de sí y de esa realidad (ver en Una nueva problemática...). Si esa “conexión” no es tal, si es inoperante, esas técnicas, situacionalmente o con mayor persistencia han perdido instrumentalidad, y su función fundamental, el ser herramientas de aprendizaje, de apropiación, por el conocimiento, de la realidad, desplegándose en la infraestructura de la vida emocional y del pensamiento. Pasan a una función exclusivamente defensiva, que pone al sujeto 12 a salvo de la ansiedad. Si se estereotipan, se rigidizan, lo alejarán de esa realidad, congelarán el proceso de aprendizaje. Con la descripción de este acontecer, estamos nuevamente en el terreno del obstáculo, ¿cuál es la situación que subyace y configura el obstáculo, el que podrá ser más transitable, situacional o adquirir un mayor grado de instalación en el sujeto? Es aquella en la que la desestructuración de lo previo que el contacto con nuevos aspectos de la realidad provoca, las ansiedades que esa situación moviliza, y lo previo, conocido, poseído, ya parte del yo, se desorganiza parcialmente y obliga a transitar en un terreno ambiguo de desestructuración, para llegar luego a construir una nueva estructuración que niega y contiene a la anterior. En la desestructuración y la necesidad de una nueva estructuración emergen las ansiedades, que según su intensidad y modalidades de abordaje pueden dar lugar a distintas calidades de obstáculo. Desestructuración, pérdida, ambigüedad, nueva estructuración, son rasgos característicos de las crisis, a las que tan insistentemente aludimos, por su permanente presencia en nuestras vidas, como grandes crisis, o como las minicrisis que implica todo aprendizaje. EPR estudió particularmente la crisis inherente al aprender, al crecer, y visualizó, en el campo de la psicoterapia, de la formación, de la creación, cómo estas tareas generan ansiedades que en algunos casos pueden ser elaboradas, y allí las técnicas del yo resultan instrumentales. Esas ansiedades, por su intensidad, a veces, sólo pueden ser controladas desde una estructura rígida, la del estereotipo, antagónico, quizás no para siempre, con los procesos de desarrollo y cambio, de crecimiento. Insistimos en el parentesco del obstáculo y el núcleo, así como en la relación que guardan entre sí desarrollo y obstáculo. Para abordar esa situación EPR, una vez que se había dado su encuentro con la estructura grupal y había avanzado en la indagación de las leyes que la rigen, creó el dispositivo de grupo operativo. Quizás esto sea reiterativo, pero quiero enfatizar la importancia de que EPR incluya en su definición de salud enfermedad, formas adaptativas pasivas y activas, el carácter de lo situacional y lo relativo. Esto nos permitirá entender el movimiento hacia la salud y enfermedad en el seno de un contexto vincular, familiar, institucional social, en un tiempo concreto, en circunstancias concretas que hacen a la historia de ese sujeto, por ejemplo, en una situación de catástrofe, como las que les sucedió a ustedes en Atocha, o a nosotros recientemente en Cromañon, el abandono de ciertos roles que hacen a la identidad, el centramiento por ejemplo en una lucha por la identificación de los responsables y su castigo, es situacionalmente una respuesta adaptativa activa, necesaria en lo personal y en lo social. Apunta a la justicia y a evitar la existencia de nuevas víctimas. A la vez se convierte en un nuevo y necesario referente vital, un organizador psíquico ante una desestructuración masiva, que opaca todos los referentes previos, atrapados en la catástrofe personal, frente a la que hay indiferencia de quienes debieron dar sostén institucional, social... un proceso de disociación es, entonces, el imperante. La pérdida y la modalidad de transitarla a la que me refiero, también permite identificaciones y nuevos vínculos de sostén, grandes aprendizajes. Esto ocurrió en primer término con Madres... pero si el aferramiento a esa situación adquiere un carácter absoluto, de modo que se es sólo eso, ese es el único mundo, el 13 universo, y se abandona todo otro proyecto vital, podemos pensar que lo que fue un movimiento hacia la salud, se convierte en su contrario, en tanto encubre la no aceptación y procesamiento de la pérdida, impide transitar los aspectos más dolorosos, más angustiantes pero necesarios de la elaboración del duelo. Esto sería una diferencia entre lo instrumental y lo radicalmente defensivo. La tarea de apoyatura, de intervención en una situación y otra es muy diferente. Pero en esto hay que tener en cuenta los tiempos, que hacen a la situación. Señalaría que en estos casos particulares, el trabajo terapéutico grupal resulta fundamental, si bien hay homogeneidad en lo desencadenante, en el factor actual, habrá la necesaria heterogeneidad en las historias y estructuras de los sujetos (es decir, a las situaciones depresivas básicas de cada uno, a sus factores disposicionales, en lo positivo y en lo negativo) a la vez que se mantiene, por un tiempo necesario, un rasgo de identidad, que luego será resignificado. Soy sobreviviente de... soy mamá de... eso es lo inicial. Un signo de progreso en el proceso terapéutico está dado por la necesidad de retornar a la vida cotidiana, que nunca será igual, de buscar trabajo, de ocuparse de sus otros hijos, de no ser sólo una víctima, de enriquecer una identidad que había quedado inicialmente mutilada por la pérdida, aún cuando se le hubiera dado a ese nuevo rasgo de identidad que la catástrofe genera, un carácter situacionalmente instrumental. Tomando este ejemplo, y continuando con el texto de EPR, dice definiendo la conducta “-desde el estr. genético- como un intento de respuesta coherente y significativa, podemos enunciar el postulado básico de nuestra teoría acerca de la enfermedad mental, toda respuesta inadecuada, toda conducta “desviada” (de la norma, norma que tiene un fuerte carácter ideológico y de control social) resulta de una lectura empobrecida o distorsionada de la realidad... La enfermedad implica una perturbación en el proceso de aprendizaje de la realidad, un déficit en el circuito de comunicación”. Ese carácter esencialmente cognoscente del sujeto está deteriorado, pero aún así, para EPR -sostenido en su vasta experiencia psiquiátrica- este rasgo no desaparece por completo. Por eso sostiene que siempre hay una dialéctica entre lo sano y lo enfermo que nos recorre a todos. Y por ello “siempre existe, como dice EPR, un tiempo y un espacio para el diálogo terapéutico”. Esto está en el contexto de la transferencia, de lo situacional, del carácter interaccional del síntoma, de la movilidad de las estructuras, y de un pensamiento centrado en la problemática del cambio, del movimiento y el desarrollo. ¿Qué quiere decir que la conducta es siempre coherente y significativa?. Nos habla de la interpretación, de la adjudicación de sentido, en salud y en enfermedad. Se intenta responder a aquello que se interpreta de la experiencia, por ejemplo, ante una pérdida que se siente intolerable, disociar, y ante la presencia interna de un perseguidor, alojarlo en el cuerpo, y establecer un vínculo idealizado con el médico, es un intento de respuesta coherente y significativa en la relación del self con los objetos. Aún en esta forma patológica, es coherente con su interpretación de la realidad. El sujeto controla la angustia más temida, más dolorosa, aunque no resuelva el conflicto. Allí estamos ante lo que EPR llama una nosografía sostenida en los conceptos de núcleo, vínculo y área. 14 La interpretación de la realidad que encontramos en los pacientes, no siempre es totalmente distorsionada, aún en los momentos más agudos de su patología. El trabajo en grupo familiar muestra cómo se gestan, en ciertos grupos y ciertas circunstancias, estas interpretaciones. Ellas son, en distinta medida, distorsionadas, pero a la vez remiten a un existente, a una modalidad de vínculo, de funcionamiento, que permiten que surjan, que está entre sus condiciones de producción. Ante esta afirmación, quiero aclarar que EPR, a diferencia de la antipsiquiatría, jamás negó el delirio, la enfermedad, no la exaltó como un estado de gracia, por el contrario, los investiga e intenta aportar a su desciframiento y resolución, desde ese eje del padecimiento. Cuando se habla del portavoz como denunciante del acontecer del grupo familiar, no lo interpretemos literalmente, ingenuamente. La denuncia del portavoz no es dominantemente lúcida, es en general inconsciente y ciega, pero a veces es un indicador no sólo de que algo sucede; como el síntoma, tiene un sentido, remite también a rasgos de lo que sucede, a formas comunicacionales, adjudicación de roles … (ejemplo de Laing)... no es lo habitual, si no todo sería más fácil. EPR dice entonces, un sujeto es sano en la medida en que aprehende la realidad desde una perspectiva integradora, en sucesivas tentativas de totalización, y tiene capacidad para transformarla, transformándose a la vez él mismo. La integración es entonces un signo de salud, pero a la vez se da alternándose con la disociación, como un plano de análisis y síntesis en un movimiento permanente de fragmentación, integración, en un interjuego de lo instrumental, que disocia, proyecta, etc., y otro momento de posibilidad de integración, por disminución de ansiedades, posibilidad de resolución del conflicto, de un pensamiento que pueda abordar las múltiples contradicciones internas y externas, discerniendo qué polo domina y qué es lo secundario. Allí está lo espiralado del movimiento, ya que cada vuelta de espiral es más abarcativa, y eso es integración, que requirió desestructuración, y posterior reestructuración en otro nivel, en otro plano. Un ejemplo concreto de esta posibilidad de los sujetos de sucesivas integraciones, que necesitan atravesar la fragmentación, descender la ansiedad y nuevamente integrar, creciendo en fortaleza yoica, está dado por la constitución de un grupo, los momentos de nacimiento de un grupo como tal (ejemplo de la integración grupal que organiza un grupo). Tras esta exposición, querría explicitar lo que subyace y fundamenta la concepción pichoniana, como entramado metateórico, como conjunto de ideas básicas que definen un campo de problemática, me refiero al lugar teórico desde donde piensa EPR la realidad y su campo concreto de indagación. Este lugar es la dialéctica materialista. EPR no deduce una teoría psicológica desde ella, realiza una práctica, la procesa, y retorna a la práctica, pero como ustedes ven, encontró en ese campo, como hechos centrales, el movimiento, el desarrollo, las contradicciones múltiples que lo generan, y que interactúan permanentemente entre sí, remitiéndose unas a otras. 15 La interrelación de los fenómenos, la complejidad, esa concepción es el fundamento del ECRO. EPR lo hace explícito en muchos textos, particularmente en Aportaciones a la didáctica de la psicología social pero sobre todo, y eso es a mi entender lo válido, lo pone de manifiesto en toda la estructura de su pensar y operar sobre lo que recorta como objeto de conocimiento, y esto es lo que hemos continuado profundizando y desarrollando en tanto entendemos que no sólo es un método de pensamiento válido, sino la forma de ser de la realidad. Desde los ejes que nombré, contradicciones, desarrollo, complejidad, pienso que hay que analizar la obra de EPR. 16