ARREPENTÍOS, PORQUE EL REINO DE LOS CIELOS SE HA CERCADO Dios con nosotros Semana 8 Emanuel (Mt 1:23) Alimento Diario www.dailyfood.ca 1 Lunes Leer con oración: Gn 2:18-23; Is 7:14 “Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él” (Gn 2:18) DIOS QUIERE ESTAR CON NOSOTROS La semana anterior vimos que la virgen llamada María concibió del Espíritu Santo: “He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel” (Is 7:14b). Cuando hablamos de Emanuel, sabemos que quiere decir “Dios con nosotros” (Mt 1:23). Aunque estamos bien familiarizados con el nombre y su significado, el Señor nos ha mostrado la necesidad de no sólo conocer el contenido de las verdades bíblicas, sino, mucho más, que las practiquemos. Usted ¿ya ha experimentado a Emanuel, “Dios con nosotros”? Para experimentarlo sólo nos basta invocar “¡Oh Señor Jesús”! Es difícil encontrar a alguien que no le guste estar con Dios. Esto nos lleva a considerar: ¿Por qué Dios nos creó? Podemos tener algunas respuestas a esta pregunta, pero vemos que Dios quiere estar con nosotros. Por tanto, Dios creó al hombre con el objetivo de estar con él. Génesis 2:18 dice: “Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él”. Al decir “no es bueno que el hombre esté solo”, Dios se estaba refiriendo a Adán cuando fue creado: “Y puso Adán nombre a toda bestia y ave de los cielos y a todo ganado del campo; mas para Adán no se halló ayuda idónea para él” (v. 20). Adán fue creado, pero estaba solo. Entonces Dios dijo: “Le haré ayuda idónea para 2 él”. Dios estaba pensando en el hombre, pero también estaba expresando el sentir que había en Su interior: Él también se encontraba solo. Por eso se compadeció de Adán y decidió hacerle una ayuda idónea para que cooperara con él: “Entonces Jehová Dios hizo caer sueño profundo sobre Adán, y mientras éste dormía, tomó una de sus costillas, y cerró la carne en su lugar. Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre. Dijo entonces Adán: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta será llamada Varona, porque del varón fue tomada. Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne” (vs. 21-24). De esta manera, Dios creó una ayuda idónea para el hombre. Ella era hueso de sus huesos y carne de su carne, para poder completarlo. Dios desea que el hombre que creó crezca en la vida y en la naturaleza divina, y Le sea una ayuda idónea. Así tendremos la presencia de Dios, y Dios tendrá la nuestra. Punto clave: Dios quiere estar con nosotros. Su punto clave es: Pregunta: ¿Qué debemos hacer para experimentar al “Dios con nosotros”? 3 Martes Gn 2:8, 15, 18; 3:8; Rt 2:4; Sal 8:3-8; 129:8; Ro 16:20; 1 Co 16:23; Ef 1:5; 2 Ti 4:22 “Porque has librado mi alma de la muerte, y mis pies de caída, para que ande delante de Dios en la luz de los que viven” (Sal 56:13) Leer con oración: PRESTAR ATENCIÓN A LA NECESIDAD DE DIOS Ayer vimos que Dios, al percibir la soledad del hombre, dijo: “No es bueno que el hombre esté solo” (Gn 2:18). Ciertamente no estaba pensando sólo en el hombre que había creado. Esto era algo que reflejaba un sentir que había en Su corazón. Al crear una ayuda idónea para el hombre, Dios dejó entrever que Él también se sentía solo. Dios tiene un buen placer (Ef 1:5), por eso creó al hombre para que lo ayudara en la realización de Su plan eterno. Él necesita de nuestra presencia. Antes pensábamos que nosotros éramos quienes necesitábamos de la presencia de Dios. Vemos en la Biblia que los profetas y los apóstoles, con alguna variación, concluían sus epístolas con la frase: “Dios sea con vosotros” (Rt 2:4; Sal 129:8; Ro 16:20; 1 Co 16:23; 2 Ti 4:22). No hay dudas de que necesitamos de la presencia de Dios. Pero, de manera general, pensamos sólo en nosotros mismos. Sentimos que sin Dios no podemos vivir. Necesitamos tener a Dios con nosotros, pues así tenemos alegría y satisfacción. Sin embargo, pocas veces nos acordamos de lo que Dios necesita. Incluso cuando invocamos “¡Oh Señor Jesús!”, podemos hacerlo porque queremos que Dios esté con nosotros, pero Dios 4 también necesita de nuestra presencia. Después de crear al hombre, Dios lo puso en el huerto de Edén (Gn 2:8), un lugar en donde siempre estaba. Dios lo puso allí para tener comunión con él, porque quería su compañía. Mientras estaba en el huerto de Edén, Adán estaba con Dios. Además de servirle, labrando y cuidando del huerto para que nada extraño entrara, Adán le hacía compañía a Dios (v. 15). Amados hermanos, pocas veces nos acordamos que Dios necesita de nuestra presencia porque siempre tenemos en mente nuestras necesidades. ¡Pero gracias al Señor por esta Palabra! En ella se puede ver que tanto Dios como el hombre necesitan de la presencia el uno del otro. Dios vio que no era bueno que el hombre esté solo (v. 18), y nosotros necesitamos darnos cuenta que no es bueno que Dios esté solo. Adán y Eva fueron puestos en el huerto de Dios porque allí siempre los visitaba, y tenían una convivencia mutua: “Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto” (3:8). Más que satisfacer la necesidad del hombre, Dios satisfizo Su propia necesidad, pues nos necesita y desea que el hombre esté con Él (Sal 8:3-8). Punto clave: No es bueno que Dios esté solo. Su punto clave es: Pregunta: ¿Por qué Dios puso al hombre en el huerto de Edén? 5 Miércoles Leer con oración: Gn 2:15; 3:6-10, 21 “Mas Jehová Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú?” (Gn 3:9) DIOS NECESITA DE NUESTRA PRESENCIA En el huerto de Edén, Dios disfrutaba de la presencia del hombre. Dios lo había creado y puesto allí para, además de servirle, hacerle compañía. Así, Dios y el hombre estaban satisfechos por disfrutar de la presencia el uno del otro. Como vimos, aunque el hombre sabe que necesita buscar a Dios, pocos saben que Dios necesita de nuestra presencia. Por un lado, Él es Emanuel, “Dios con nosotros” (Mt 1:23); por otro, también necesita de nuestra presencia. Adán estaba en Edén con Dios, y allí había armonía; ambos estaban satisfechos (Gn 2:15). Pero un día Dios perdió la presencia del hombre, se preocupó mucho y, al llamar a Adán, le preguntó: “¿Dónde estás tú?” (3:9). Por causa del engaño de la serpiente, Adán y Eva comieron del fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal; sus ojos se abrieron, y ellos se dieron cuenta que estaban desnudos (3:6-7, 10). Tuvieron vergüenza y se escondieron de Dios. Probablemente pensaron: “Yo siempre estaba en la presencia del Señor, pero ahora estoy desnudo. ¿Cómo puedo encontrarme con Dios?”. Si no hubieran comido del fruto del árbol de la ciencia, no habrían percibido su desnudez. Ahora la carne de Adán y Eva estaba expuesta y para cubrirla “cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales” (v. 7). Cuando las hojas de higuera están frescas nos pueden cubrir, pero con el tiempo, comienzan a secarse y se marchitan. Las hojas de higuera representan el intento por justificarse. El hombre quiere hacer el bien para justificarse, pero al final, siempre fracasa. Dios entró en el huerto de Edén y Adán y Eva se escondieron entre los árboles (v. 8). Se escondieron porque sintieron miedo. Percibieron que 6 habían transgredido la orden de Dios y que su carne estaba expuesta. Acusados por sus propias conciencias, en vez de arrepentirse, intentaron justificarse, es decir, intentaron “cubrirse” con muchas excusas. Nuestras justificaciones son argumentos inútiles delante de Dios y sólo nos apartan aun más de Su presencia. El hombre se escondió de Dios, y Dios sintió que había perdido la presencia del hombre. Entonces, tomó la iniciativa de buscar al hombre. Al entrar en el huerto, lo llamó: “¿Dónde estás tú?”. Asimismo, puesto que necesita al hombre, le proveyó de una vestidura de piel de animal para cubrirlo. Esto indica que Dios hizo algo para cubrir la desnudez de Adán y Eva con la cual podrían estar delante de Él (v. 21). Satanás, el enemigo de Dios, condujo astutamente al hombre para transgredir y así, causarle un gran daño: apartar al hombre de Dios y privar a Dios de disfrutar de la presencia del hombre. Hasta hoy Satanás continúa engañando al hombre, induciéndolo a pensar que él no se puede acercar a Dios o que Dios no lo necesita. ¿Qué podemos hacer entonces? La solución es clamar a Emanuel, Dios con nosotros: “¡Oh Señor Jesús! ¡Oh Señor Jesús! ¡Oh Señor Jesús!”. Así Dios recupera nuestra presencia, y nosotros la Suya. ¡Alabado sea el Señor! Punto clave: No justificarse, sino buscar el arrepentimiento delante del Señor. Su punto clave es: Pregunta: ¿Por qué las hojas de higuera no tenían eficacia para cubrir la desnudez del hombre? 7 Jueves Leer con oración: Gn 3:9; Mt 1:23; 6:31 “Y diréis en aquel día: Cantad a Jehová, aclamad su nombre, haced célebres en los pueblos sus obras, recordad que su nombre es engrandecido” (Is 12:4) INVOCAR EL NOMBRE DEL SEÑOR PARA ATENDER LA NECESIDAD DE DIOS Dios siempre se encontraba con el hombre que estaba en Su presencia en el huerto de Edén. Adán le hacía compañía y ambos estaban satisfechos. Después de la caída, el hombre comenzó a buscar la presencia de Dios con el único objetivo de suplir sus propias necesidades. Pero ¿Cuántos realmente piensan en la necesidad de Dios? Siempre pensamos en nosotros mismos; queremos tener la presencia de Dios para suplir nuestras necesidades. Cuando usted invoca el nombre del Señor, la salvación viene. Sin embargo, incluso esta salvación viene para que nos acordemos de Dios. Ciertamente, el Señor nos quiere ver invocando Su nombre, pero no sólo debemos pensar en nuestras necesidades: “¡Oh Señor, ven a salvarme!”. Entonces, cuando recibimos la salvación, nos alegramos. Lamentablemente, no mucho tiempo después, nos olvidamos de Dios. Pero, aunque nos olvidamos de Dios, Él nunca se olvida de nosotros. La semana anterior vimos que esta fue la experiencia del pueblo de Israel al descender a Egipto; después de muchos años viviendo cómodamente en la mejor 8 región de aquella tierra, terminaron olvidándose de Dios y de Su voluntad. El carácter humano es así, cuando su necesidad es satisfecha deja a Dios de lado, pero cuando viene la necesidad, vuelve a clamar: “¡Oh Dios! ¡Oh Señor Jesús!”. Esto es muy bueno, pero necesita llevarnos a pensar más en Dios, a acordarnos de Sus necesidades. No sea egoísta pensando sólo en lo que comerá, o con qué se vestirá (cfr. Mt 6:31). Acuérdese que Dios desea su presencia. Cuando nos alejamos de Su presencia, Él nos viene a llamar: “¿Dónde estás tú?”. Por eso, amados hermanos, no podemos pensar sólo en satisfacer nuestras necesidades. Mucho más ahora, en la era del Nuevo Testamento, que comienza diciendo que la virgen concibió del Espíritu Santo y dio a luz un hijo llamado Emanuel, “Dios con nosotros” (Mt 1:23). Por medio de Él, Dios y el hombre fueron nuevamente acercados; ahora Dios tiene nuestra presencia y nosotros tenemos Su presencia. Punto clave: Invocar el nombre del Señor para satisfacerlo. Su punto clave es: Pregunta: ¿Cuál es el significado del nacimiento de Emanuel para Dios? 9 Viernes Leer con oración: Gn 4:26 “Mi corazón ha dicho de ti: Buscad mi rostro. Tu rostro buscaré, oh Jehová” (Sal 27:8) SATISFACER LA NECESIDAD DE DIOS La semana anterior vimos que Adán y Eva fueron expulsados del huerto de Edén y para recuperar la presencia de Dios, que habían perdido, comenzaron a invocar el nombre del Señor: “¡Oh Señor! ¡Te necesito!” (Gn 4:26). A partir de allí, el hombre comenzó a buscar a Dios para suplir su necesidad interior. Todos los seres humanos sienten alegría, pero sólo Dios puede darle la alegría verdadera y duradera. Sin Él, parece que todo se vuelve vacío. Fuera de Su presencia, el hombre pierde el disfrute de Dios como suministro, alegría y paz. Por eso, para recuperar lo que el hombre había perdido comenzó a invocar el nombre del Señor. Ésta también es nuestra experiencia: al invocar el nombre del Señor, no sólo somos suplidos, sino que también somos introducidos en la presencia de Dios. No podemos pensar sólo en nuestras necesidades; necesitamos siempre pensar en satisfacer a Dios y suplir Su necesidad. Cuando invocamos el nombre del Señor, Dios nos restaura Su presencia y nosotros podemos estar en la presencia de Dios. Esto es algo que agrada Su corazón. Dios esperaba a Adán para enviarle salvación. Cuando él invocaba el nombre del Señor, inmediatamente Lo salvaba. La 10 salvación venía a Adán, y nuevamente Dios estaba con el hombre. De esta manera, Dios también satisfacía Su necesidad, el hombre podía estar en la presencia de Dios. Antes el hombre estaba lejos de Dios, pero ahora el Señor venía al oír que Su nombre era invocado. Ahora el hombre contaba con la presencia de Dios, que también tenía la presencia del hombre y se quedaba satisfecho. Quiero volver a recalcar: invocar el nombre del Señor no es sólo para satisfacer nuestras necesidades. Algunos invocan el nombre del Señor como si fuera una petición, oran, piden cosas para satisfacer sus necesidades personales. Pero, cuando no tienen ninguna cosa por la cual orar, que pedir, se callan, porque están satisfechos. Necesitamos entender que invocar el nombre del Señor es diferente a sólo hacer peticiones. Amados hermanos, necesitamos permanecer invocando el nombre del Señor. Esto debe llegar a ser parte de nuestra vida. Al invocar: “¡Oh Señor Jesús! ¡Oh Señor Jesús!”, no sólo obtenemos Su presencia; Dios también recupera la nuestra. En ese momento debemos recordar que Dios está satisfecho. Punto clave: Satisfacer la necesidad de Dios. Su punto clave es: Pregunta: Con relación al Señor ¿Qué sucede cuando invocamos Su nombre? 11 Sábado Gn 39:2-3, 21, 23; Mt 1:18, 20; Jn 1:1, 14; 14:3, 16-17; 1 Co 15:45 “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios (...) Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad” (Jn 1:1, 14) Leer con oración: DIOS SE HIZO CARNE PARA ESTAR CON NOSOTROS Invocar el nombre del Señor nos lleva a disfrutar de Emanuel, de “Dios con nosotros”. Esto no sólo trae beneficios al hombre porque, por medio de Emanuel, Dios recibe nuestra presencia y se queda satisfecho por estar con nosotros. La Biblia relata varias veces que “Jehová estaba con José” (Gn 39:2-3, 21, 23). Cuando él hacía alguna cosa, tenía éxito porque el Señor lo bendecía. José atendía la necesidad de Dios, pues permanecía en Su presencia. En su mente, emoción y voluntad sólo había una cosa: agradar a Dios. Este era el objetivo de Dios al crear al hombre: que ambos tuvieran y disfrutaran de la presencia, el uno del otro. El Evangelio de Juan dice: “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios” (1:1). El Verbo que era con Dios, era Dios mismo. Este Verbo, la Palabra, entonces fue hecho carne (v. 14), una persona concreta, un hombre en carne. María concibió del Espíritu Santo y así Dios obtuvo un cuerpo. El Verbo se corporificó, 12 llegó a ser un legítimo hombre: Jesús (Mt 1:18, 20). Por medio de Él, el hombre puede tener la presencia de Dios, y Dios también disfruta de nuestra presencia. Sin embargo, Jesús, Emanuel, no podía estar en carne para siempre con nosotros. La carne poco a poco se va corrompiendo, aunque alguien logre vivir ciento cincuenta años, o novecientos treinta años, como Adán. El elemento de la muerte entró en el hombre, y por eso, un día tiene que morir. Aunque el Señor Jesús hubiera permanecido en carne por cien años o más, un día tenía que morir. En carne, no podía estar para siempre con nosotros. Pero, ¡Aleluya, Dios es sabio! Él determinó que Jesús muriera y al tercer día, resucitara, llegando a ser el Espíritu vivificante (1 Co 15:45). Élse fue, es decir, murió, y volvió, esto es, resucitó, para volverse el otro Consolador y estar para siempre con nosotros (Jn 14:3, 16-17). Punto clave: El Señor fue hecho el Espíritu. Su punto clave es: Pregunta: ¿Qué tuvo que hacer Dios para obtener la presencia del hombre para siempre? 13 Domingo Gn 3:21; Is 7:14; Mt 7:22-23; Jn 7:37-39; 14:1-3, 16-17; 17:21; 1 Co 12:3; 2 Co 3:17 “Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros” (Jn 14:16-17) Leer con oración: CRISTO MURIÓ Y RESUCITÓ A FIN DE ESTAR PARA SIEMPRE CON NOSOTROS Ayer vimos que era necesario que Dios viniera en carne para habitar corporalmente con nosotros. Sin embargo, como hombre, Él estaba limitado por el tiempo y el espacio y un día moriría; por tanto, no podía estar en carne para siempre con nosotros. Sabiamente Dios pensó en eso y envió al otro Consolador (Jn 14:16). El otro Consolador es el Espíritu de realidad (v. 17). El Señor Jesús fue hecho el Espíritu de realidad para estar para siempre con nosotros. Si el Señor Jesús hubiera sido sólo Aquel que fue hecho carne, Su permanencia con nosotros no habría sido duradera. Él fue a la cruz, murió y resucitó, y se hizo el Espíritu vivificante para habitar en nuestro interior (7:37-39). Cuando invocamos el nombre del Señor, estamos en el Espíritu y podemos disfrutar de la presencia del Señor: “Nadie puede llamar a Jesús Señor, sino por el Espíritu Santo” (1 Co 12:3). El Padre está en el Espíritu, el Hijo está 14 en Él, y el Espíritu Santo también está en el Espíritu. El Señor fue hecho el Espíritu, de modo que puede estar para siempre con nosotros (Jn 14:1-3; 17:21). Al invocar el nombre del Señor, tenemos la presencia de Dios. Al invocar, no diga apenas: “Señor, Señor, Señor” (Mt 7:22-23), o un día el Señor te dirá: “No te conozco”, pues no lo hiciste invocando en el Espíritu. Cuando usted se levanta de la silla, invoca el nombre del Señor tres veces y después deja de invocar, es como si estuviera diciendo: “Adiós, chau, ¡Hasta la próxima!”. Acuérdese que Jesús se hizo Emanuel, Dios con nosotros, para estar siempre en nuestra presencia. 2 Corintios afirma: “Porque el Señor es el Espíritu” (3:17), el Espíritu de realidad, Emanuel. Al invocar: “¡Oh Señor Jesús!” continuamente, no sólo disfrutamos de la salvación, sino también de Su presencia, y Él de la nuestra. Entonces, en el reino milenario, Dios siempre estará con nosotros, y nosotros con Él. ¡Aleluya! Punto clave: Tener la realidad de invocar el nombre del Señor para obtener Su presencia. Su punto clave es: Pregunta: ¿Cómo solucionó Dios el problema de la limitación del tiempo y el espacio a fin de estar para siempre con nosotros? 15 Powered by TCPDF (www.tcpdf.org) Lectura de apoyo La lectura de su Alimento Diario será enriquecida con el acompañamiento simultáneo de los libros que a continuación sugerimos: Venga Tu reino – cap. 6 – Dong Yu Lan. El mayor sufrimiento de Jesús – cap. 1 – Dong Yu Lan. 16