Preciada Azancot - El Esplendor de lo Humano

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EL ESPLENDOR
DE LO HUMANO
PRECIADA AZANCOT
MAT 21 Partners, S.L.
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PRECIADA AZANCOT
Título Original:
EL ESPLENDOR DE LO HUMANO
Primera edición: Enero, 2005
Editado por: MAT 21 Partners, S.L. – www.mat21.net
© 1988-2005 Preciada Azancot
© 20045MAT 21 Partners, S.L.
Advertencia: El M.A.T., tanto en su diseño como en el contenido de esta obra, están protegidos por la
normativa vigente sobre patentes, marcas y propiedad intelectual. Queda rigurosamente prohibida la
reproducción total o parcial de esta obra, así como la utilización del diseño o de la marca M.A.T. sin el expreso
consentimiento contractual de su creadora y propietaria.
Esta obra recoge y completa la primera versión del M.A.T.: “El MAT, Metamodelo de Análisis
Transformaciónal” registrado en propiedad intelectual el 11/11/1988.
Printed in Spain – Impreso en España
ISBN: 84-609-3660-0
Madrid-España
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Como faros de esperanza en el mundo,
A la vieja ciudad de Fez .
A la niña Inés Gálvez.
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EL ESPLENDOR DE LO HUMANO
AGRADECIMIENTOS
A Eric Berne, a quien considero mi padre estructural.
A Carl Gustav Jung, a quien reconozco como madre emocional.
A Leopoldo Azancot, mi maestro, mi guía y mi amor, que me enseñó el esplendor que dormía en mí.
A mis 3.000 alumnos que me confirmaron que valía la pena apostar por el ser humano.
A Antonio Gálvez, que, con mimo y paciencia, consintió en leer todo este trabajo, en corregir cada
olvido ortográfico, en hacer todos los dibujos, diagramas, cuadros, formatos electrónicos que no domino, y en
darme su constante aliento.
A Armando Dalverny, un ángel que me encontré en el camino de la enseñanza.
Al MAT, que si bien surgió de mí, tiene la objetividad, la claridad y la potencia que me ayudaron a
proseguir sin dolor mi camino hacia mí misma.
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EL ESPLENDOR DE LO HUMANO
PRESENTACIÓN
PRESENTACIÓN
Leopoldo Azancot
Durante siglos y siglos –cabe decir, desde el origen de los tiempos-, han sido muchos los que han
intentado descubrir las leyes del comportamiento humano, las relaciones de causa a efecto existentes entre
los actos y aquello que los motiva. De siempre, el hombre ha intentado hallar y entender cómo está
constituido el hombre, hacer que ya no existan tierras incógnitas en el interior de éste. A lo largo de años casi
innumerables, se han multiplicado quienes pugnaban por encontrar qué es lo que estorba al ser humano el
libre desarrollo de todas sus posibilidades, el llegar a ser todo lo que puede ser. Y, en fin, desde que el
mundo es mundo hasta nuestros días, ¿cuántos no se habrán movilizado para buscar de qué forma hombres
y mujeres podrían funcionar sin trabas interiores, y, como consecuencia, ser felices, estar acordes con su
naturaleza más íntima?
Lamentablemente, todos estos intentos fracasaron en el pasado; hubo hallazgos, sí, pero sólo
parciales, y que no encajaban unos con otros, como si se tratara de un puzzle del que faltaran demasiadas
piezas: tantas, que resultaba imposible reconstruir –ni siquiera vislumbrar- el modelo que daría razón de
todas ellas y sentido al conjunto. Por fortuna, sin embargo, ahora –desde hace muy poco- todo esto ha
cambiado, todo aquello que se buscaba descubrir, todo aquello que se intentaba hallar y entender, todo
aquello que se pugnaba por encontrar, todo aquello que se indagaba obstinada, incansablemente, lo ha
encontrado y entendido y aclarado una mujer, Preciada Azancot, creadora de un metamodelo, el MAT
(Metamodelo de Análisis Transformacional), gracias al cual el ansia de conocimiento de sí que el hombre tiene
desde que el hombre es hombre –desde siempre, para él, en suma- ha quedado ya satisfecha para algunos –
quienes estudiaron el metamodelo bajo su dirección- y puede quedar satisfecha para todos.
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Miembro de una familia sefardí muy noble y muy antigua, Preciada Azancot, hoy ciudadana española,
nació en Fez (Marruecos) en 1943, pocos meses después de que las fuerzas norteamericanas de liberación
del yugo nazi desembarcaran en Casablanca. Desde una edad muy temprana, desde que alboreó en ella la
conciencia de sí, el conocimiento del orden de Dios en el mundo y en nosotros, rechazó las comodidades de la
mentira, buscó lo que mucho más tarde sabría que era la verdad objetiva, y desmitificó, sin descanso, y sin
arrasar, el ámbito de lo humano abocado a lo trascendente. Descubrió así, muy pronto, que el mundo estaba
al revés –con esta radicalidad lo entendió entonces-, decidiendo consagrar su vida a la búsqueda de un medio
–una varita mágica, en su visión infantil- que pusiera la totalidad de lo existente –su medio familiar
primordialmente, sus conocidos, dada su corta edad- al derecho. ¿Nos extrañaremos, en consecuencia, de
que, apenas alcanzada la edad adulta, empezara a prepararse para realizar esta tarea ardua de la más
cumplida de las formas? Preciada Azancot, en efecto, es doctora en Derecho, master en Relaciones
Internacionales y en Ciencias Políticas, ingeniero de Organización y Métodos, psicóloga de Análisis
Transaccional, consultora empresarial especializada en Dirección de Procesos de Cambio, pintora y escritora.
Para alcanzar su objetivo, establecer una ciencia del hombre realmente tal, Preciada Azancot puso en
juego, ante todo, una lucidez impresionante, fruto de la voluntad de mirar de frente la totalidad de lo real, sin
excluir nunca de su visión aquellos aspectos de lo dado que fueran desagradables, desazonadores,
amenazantes para su integridad; más tarde, una capacidad de amor inigualable que le permitió asumir,
comprendiéndolas desde adentro, aquellas virtualidades de lo humano ajenas en principio a ella y existentes
en los otros; luego, una justificada y elevadísima seguridad en sí, en su capacidad creadora, que le permitió en
todo momento optar por la opción intelectual más acertada; después, un sentimiento de la justicia que no
hace acepción de personas, que lo subordina todo –padres, hijos, pareja- al orden de Dios; además, un
instinto extremadamente certero para discernir el peligro, la amenaza, munida del cual pudo aventurarse con
máxima seguridad por las zonas más oscuras de nuestra condición; por otra parte, un sentido arrollador de lo
sagrado que le permitió dar un gran sí a la vida y llegar al núcleo mismo del corazón de lo humano, y, desde
allí, irradiar una gran luz sobre toda la interioridad del hombre, “iluminándola de inmensidad”, como hubiera
dicho Ungaretti; y por último, una capacidad de elevación espiritual, de trascenderse a sí misma, gracias a la
cual se alzó hasta una altura desde donde pudo contemplar la totalidad del campo de lo humano,
descubriendo la conexión entre aspectos del ser del hombre que nadie había relacionado jamás, y
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encontrando, así, el sentido de cada uno de los sectores de ese campo global de lo humano y de la totalidad
del mismo.
El acercamiento de Preciada Azancot a las claves de lo humano no fue nunca aproximativo ni
rapsódico, sino estricta y absolutamente científico: ella buscó y halló siempre la objetividad, la universalidad, la
verificabilidad y la transmisibilidad de todo lo que descubriera, y organizó todo ello en un sistema orgánico,
natural –por así decir-; en un sistema en que el todo está sostenido por sus partes, y éstas se sostienen entre
sí; en un sistema en el que todo es coherente y congruente; en un sistema surgido de la suma de esas partes
suyas, cada una de las cuales fuera descubierta aisladamente, iluminada, relacionada con las restantes y
ubicada en su localización precisa dentro de la totalidad a la cual pertenece. Como consecuencia de ello, y en
cuanto científico sin desfallecimientos, el MAT no empobrece la realidad de que da cuenta –el hombre y sus
creaciones-, aúna simplicidad y complejidad porque va a lo esencial y no se pierde estableciendo relaciones
espurias, y jerarquiza tan perfectamente aquello de lo que da razón, que puede considerar tan sólo aquellos
rasgos esenciales de lo humano que constituyen los pilares del ser hombre sin atentar con ello contra la
infinita riqueza de la realidad.
Ciencia, pues, el MAT. Y en cuanto ciencia, dotada de una dimensión práctica de sorprendente
eficacia. ¿O no resulta evidente? De siempre, el hombre se conoce sólo parcialmente, e ignora donde está al
Norte de su vida. Busca a ciegas, va aprendiendo de sus errores, encuentra sentido a lo que antes no, muy
lentamente. No sabe cómo y en qué dirección ejercer su voluntad para mejorar su situación espiritual, o sólo
alcanza a saberlo aproximativamente. Existen, a su disposición, muchos pareceres sobre el hombre, sobre
aspectos parciales del mismo, que él confronta con la realidad –en sí y en los otros- siempre, en la mayoría de
los casos, que esos pareceres no se le presenten como la verdad misma, sacralizados por una consagración
social de siglos: duda sobre cuales de ellos hacer suyos, sin seguridad de que los elegidos seguirán siéndolo
en el futuro, y duda, también, de si su crecimiento interior, que se le presenta como una tarea infinita, dejará
alguna vez de ser en parte –en muy buena parte- fruto del azar, y estará asentada en la certeza. Gracias al
MAT, sin embargo, este panorama cambia radicalmente. Pues el MAT ilumina por dentro al ser humano, le
hace comprender cómo y por qué está siendo lo que es, le proporciona un mapa donde está señalado el
camino para alcanzar el libre uso de todas sus estructuras, emociones y sentidos, y para llegar a funcionar a
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la perfección, mostrándole posibilidades, abiertas a él, que ignorara hasta entonces, y haciéndole conocer en
profundidad y comprender a los demás, y el modo de comunicar con ellos de forma que se produzca un
entendimiento total entre todos. Lo que hace al ser humano líder de sí: un líder que sabe en qué consiste su
plenitud y cómo conseguirla.
Sintetizando al extremo, puede caracterizarse al MAT como sigue:
El MAT ofrece un conocimiento científico del ser humano en sus distintos modos de estar en el mundo
y un conocimiento científico de las leyes que lo rigen. Lo que implica una comprensión inequívoca de lo que el
ser humano está siendo en cada momento, y de los caminos que tiene que seguir para conseguir la
actualización plena de todas sus potencialidades: para llegar a ser todo lo que puede ser y para vivir en
felicidad, acorde con sus naturaleza.
El conocimiento que ofrece el MAT del ser humano y de las leyes que lo rigen es absolutamente
científico, y en cuanto tal, universal, objetivo, comprobable y transmisible. Todo lo que el MAT afirma ha sido
comprobado sobre más de 120.000 casos, y puede ser comprobado por cualquiera que, tras iniciarse en el
conocimiento de MAT, confronte lo aprendido y vivenciado con la realidad.
El MAT descubre que el ser humano comprende seis estructuras, sobre las cuales se asienta su
actuar. Cada una de estas estructuras es alimentada por un tipo de energía diferente: las seis emociones
innatas auténticas; es decir, el amor, la alegría, el miedo, la tristeza, la rabia y el orgullo –definidas de un
modo mucho más preciso que hasta ahora-. Y cada emoción es movilizada por uno de los sentidos, que no
son 5 sino 6, según el MAT: vista, oído, gusto, olfato, tacto y sexo.
Según el MAT, los seres humanos están divididos en 6 tipologías de personalidad, que son las
prisiones que encierran el ser; y cada tipología se diferencia de las otras en que tiene una emoción inflada –
excesiva en relación con el estímulo que la moviliza-, una emoción desconectada –a efectos prácticos, fuera
de uso- y una emoción prohibida –a la que no accede-, distintas en cada caso. El MAT permite diagnosticar a
qué tipología pertenece cada cual, y señala de qué modo puede recuperar el libre uso de todas sus
emociones y adecuar cada una de estas emociones al estímulo que la solicite, recuperando así la potencia de
su estructura en todos sus campos de actuación y liberándose de su tipología. De este modo asentará su
personalidad sobre su competencia, su talento y su vocación, vigentes y actualizadas.
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El MAT se aplica al diagnóstico profundo de las organizaciones, sobre las que el ser humano proyecta
sus tipologías; ofrece una visión analítica y predictiva de las corrientes ideológicas que rigen el mundo en los
distintos períodos históricos, haciendo posible una planificación estratégica de nuevo cuño en función de
cuáles van a ser esas corrientes ideológicas en el futuro; y abre perspectivas insospechadas sobre la totalidad
de las ciencias humanas y –lo que reviste máxima trascendencia- sobre el papel jugado por las emociones en
lo que hace al ámbito de la medicina –relación entre las emociones y las enfermedades, con especial atención
a las enfermedades de alto riesgo-.
El esplendor de lo humano, escrito más de quince años después de la primera exposición del MAT,
incorpora todos los hallazgos realizados por Preciada Azancot a partir de entonces. Está dividido en tres
grandes bloques. El primero de ellos (capítulos 1, 2 y 3) muestra la estructura general innata de personalidad
común a todos los seres humanos, con las estructuras que la integran, y da cuenta, a continuación, de la
ingeniería emocional que rige esa estructura, definiendo de nueva manera las emociones, señalando para qué
sirven éstas y mostrando las estructuras en acción, tal y como son movilizadas por las emociones en cuestión,
y terminando con una descripción de la secuencia emocional que nos permite recargarnos de energía, de la
Teoría Omega (o escala motivacional de lo humano), de los ejes (vigas maestras que sustentan nuestra
personalidad y nos permiten crecen en sentido trascendente), del centro (que debe permanecer vacío y
abierto a lo que nos supera) y de los sentidos (que aseguran nuestra conexión con el mundo). El segundo
bloque (capítulos 4 y 5) muestra cómo se forman las tipologías y en qué consisten éstas. Y el bloque tercero
(capítulo 6 y anexo) estudia la incidencia de las tipologías sobre el mundo: tipologías de las organizaciones;
tipologías de los países, de los continentes y del mundo; tipologías de las ideologías en los distintos períodos
históricos, pasados, presentes y futuros. Concluyendo con un extenso anexo acerca del MAT y la salud.
El MAT representa para las ciencias humanas lo que la teoría de la relatividad representó en su día
para las ciencias físicas.
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ÍNDICE–
Í N D I C E – ______________________________________________________ 15
INTRODUCCIÓN __________________________________________________ 20
CAPITULO 1 ______________________________________________________ 28
DE LA ESTRUCTURA HUMANA DE PERSONALIDAD. _________________ 28
I.
EL RECTOR:_________________________________________________ 30
II.
EL PROTECTOR:_____________________________________________ 40
III.
EL VITALIZADOR: ___________________________________________ 56
IV.
EL TRANSFORMADOR:_______________________________________ 73
V.
El ORIENTADOR: ____________________________________________ 93
VI.
EL SINTETIZADOR: _________________________________________ 112
CAPITULO 2: ____________________________________________________ 135
INGENIERIA EMOCIONAL DE LA ESTRUCTURA HUMANA. __________ 135
I.
DEFINICIONES MAT DE LAS EMOCIONES AUTÉNTICAS: ______ 141
II.
¿PARA QUÉ SIRVEN LAS EMOCIONES? _______________________ 147
III.
LAS ESTRUCTURAS EN ACCIÓN: _____________________________ 152
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EL RECTOR:__________________________________________________ 152
EL PROTECTOR:______________________________________________ 156
EL VITALIZADOR: ____________________________________________ 159
EL TRANSFORMADOR: _______________________________________ 164
EL ORIENTADOR: ____________________________________________ 169
EL SINTETIZADOR: ___________________________________________ 173
IV.
LA SECUENCIA EMOCIONAL FETAL: ________________________ 178
LA SECUENCIA FETAL O PILA NATURAL: _____________________ 180
V.
LA TEORÍA OMEGA, ESCALA MOTIVACIONAL DE LO HUMANO: 187
Necesidad de seguridad: _________________________________________ 187
Necesidad de desarrollo: _________________________________________ 188
Necesidad de justicia: ___________________________________________ 188
Necesidad de estatus: ____________________________________________ 190
Necesidad de Pertenencia:________________________________________ 192
Necesidad de Plenitud: __________________________________________ 194
VI.
VII.
DESCUBRIMIENTO DE LOS EJES: ___________________________ 197
LA SEPTIMA ESTRUCTURA: EL CENTRO.___________________ 219
CAPÍTULO 3 ____________________________________________________ 224
NUESTRA CONEXIÓN CON EL MUNDO ____________________________ 224
I.
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EL TACTO:_________________________________________________ 225
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II.
EL OÍDO: __________________________________________________ 230
III.
EL OLFATO:________________________________________________ 232
IV.
EL GUSTO: _________________________________________________ 234
V.
LA VISTA: __________________________________________________ 237
VI.
EL SEXO: __________________________________________________ 239
CAPITULO 4: ____________________________________________________ 246
DEL ESPLENDOR A LA MISERIA: CÓMO SE FORMAN LAS TIPOLOGÍAS
DE PERSONALIDAD. ___________________________________________________ 246
I.
EL ACCESO A LA GLORIA: LA TEORÍA OMEGA EN ACCIÓN: ____ 247
II.
EL ACCESO AL ESPLENDOR: VIVENCIA DE LOS EJES AL SERVICIO
DEL CENTRO. _________________________________________________________ 263
III.
GLORIA Y ESPLENDOR AL SERVICIO DEL CENTRO: ___________ 273
IV.
HISTORIA DE NUESTRA GESTACIÓN: ________________________ 274
El análisis MAT de la gestación ____________________________________ 277
V.
HISTORIA EMOCIONAL DEL NIÑO: __________________________ 288
CAPÍTULO 5 _____________________________________________________ 304
LAS TIPOLOGÍAS DE PERSONALIDAD _____________________________ 304
I.
TIPOLOGÍA LEGISLADORA: _________________________________ 311
II.
TIPOLOGÍA CONSTRUCTORA: _______________________________ 325
III.
TIPOLOGÍA PROMOTORA:___________________________________ 338
IV.
TIPOLOGÍA REACTIVADORA:________________________________ 351
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V.
TIPOGÍA REVELADORA: ____________________________________ 365
VI.
TIPOLOGÍA FORTIFICADORA: ______________________________ 381
CAPÍTULO 6 ____________________________________________________ 402
LA INCIDENCIA DE LAS TIPOLOGÍAS SOBRE EL MUNDO. __________ 402
I.
LAS TIPOLOGÍAS DE LAS ORGANIZACIONES: ________________ 404
La organización, creación humana: ________________________________ 404
La organización, instrumento de finalidades: ________________________ 406
La función trascendente de las organizaciones: ______________________ 406
La tipología de las organizaciones:_________________________________ 408
Análisis de la estructura de las organizaciones: ______________________ 409
II.
Tipología de los países, de los continentes y del mundo: _____________ 421
III.
TIPOLOGÍA DE LAS IDEOLOGÍAS QUE DOMINAN EL MUNDO: _ 422
IDEOLOGÍA DEL MUNDO: _____________________________________ 423
IDEOLOGÍAS GENERACIONALES______________________________ 427
La tipología ideológica de los siglos o ideologías seculares.: ____________ 449
Ideología de los milenios: _______________________________________ 452
CONCLUSIÓN ___________________________________________________ 459
ANEXO I ________________________________________________________ 465
EL MAT Y LA SALUD_____________________________________________ 465
INTRODUCCIÓN ______________________________________________ 465
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EL ESPLENDOR DE LO HUMANO
LAS CARDIOPATÍAS ___________________________________________ 466
LAS NEUMOPATÍAS ___________________________________________ 468
EL CANCER ___________________________________________________ 470
EL S.I.D.A._____________________________________________________ 472
LAS ENFERMEDADES NEUROLOGICAS ________________________ 474
LAS ENFERMEDADES ENDOCRINAS ___________________________ 476
LA OBESIDAD _________________________________________________ 477
LA ANOREXIA ________________________________________________ 478
LOS PEQUEÑOS MALES _______________________________________ 480
CONCLUSIONES A EL MAT Y LA SALUD: _______________________ 480
BIOALIMENTACIÓN MAT_________________________________________ 481
DESAYUNO: _________________________________________________ 481
ALMUERZO: _________________________________________________ 481
CENA: _______________________________________________________ 481
BENEFICIOS ESPERABLES: ____________________________________ 483
LA MÁS ALTA DE LAS MOTIVACIONES: ________________________ 484
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INTRODUCCIÓN
Esta obra trata de un descubrimiento que cambiará el CONOCIMIENTO DEL SER HUMANO Y DE SUS
CREACIONES, trata del descubrimiento de la ingeniería emocional y sensorial de la estructura humana innata,
en todos sus posibles patrones de funcionamiento. Este descubrimiento, que hicimos hace ya veintiún años,
que experimentamos sobre 60.000 casos antes de presentarlo oficialmente el 11 de Noviembre de 1.888,
que venimos enseñando y aplicando desde entonces y que ya está experimentado sobre 120.000 casos sin
haber encontrado uno solo en que dichas leyes no se aplicaran en su totalidad, fundamenta la creación de un
sistema que diseñamos para convertir todos esos descubrimientos en un instrumental que pueda ser
enseñado y aplicado. Esta creación la hemos llamado MAT (METAMODELO DE ANÁLISIS TRANSFORMACIONAL)
TRANSFORMACIONAL).
Este libro es el octavo que hemos escrito sobre el MAT y pretende ser el primero que divulgará a escala
masiva una creación que reservamos hasta ahora a la enseñanza de unos pocos (3.000 alumnos) y a su
aplicación en consultoría estratégica de la Dirección de Organizaciones, nuestra profesión. El MAT es la
palanca que hará girar la rueda de la historia en el sentido de las leyes de lo humano. El MAT nació cuando
había de nacer: como respuesta de esperanza a una generación que había desconectado el amor y había
transformado el mundo en una jungla. Lo mantuvimos vivo en esa jungla y, aún en ella, siguió demostrando la
eficacia de nuestra apuesta por el esplendor de lo humano, cuando lo humano se ajusta a las leyes que lo
rigen, lo quiera y lo sepa o no.
Este libro pretende cubrir el punto de partida de lo humano: ¿donde empieza lo humano? ¿qué es lo
humano? ¿cómo funciona lo humano? ¿porqué existe lo humano? ¿cuando somos humanos? Y ¿para qué
existimos los humanos? No del punto de vista filosófico ni metafísico, sino científico. Pues el MAT es la primera
ciencia precisa del ser humano en todas sus manifestaciones y creaciones. Nos limitamos aquí en presentar
las bases del MAT, bases universales e intemporales, y su aplicación al conocimiento del ser humano y a dos
de sus creaciones: las organizaciones y las ideologías.
Como el MAT es una ciencia que posee todo un instrumental, empezaremos por aplicar uno de
nuestros instrumentos, el diagnóstico MAT generacional, en la introducción de esta obra, para luego
desplegar los fundamentos del MAT y cerrar sobre un enfoque estratégico de previsión del futuro del mundo.
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EL ESPLENDOR DE LO HUMANO
Como el MAT es universal e intemporal, podemos sumergir uno de sus instrumentos para diagnosticar
y transformar cualquier objeto o lugar. ¿Porqué no partir entonces del aquí y ahora de nuestra historia
humana? Estamos ahora en el año 2004. Pero podríamos estar en el año 3.007. Da igual.
Si bien este siglo tiene cuatro años, estamos inmersos desde hace catorce años (1990) en una
nueva ideología generacional. Muchos, los más, creen que la era –que es la forma en que solemos llamar un
lapso de tiempo dominado por una ideología- acaba de iniciarse. Y es que, como siempre, los artistas y demás
creadores empiezan por intuirla con cinco o diez años de anticipación, luego es el turno de darse cuenta de lo
que ocurre a los individuos del pueblo llano, y, por fin, cuando la evidencia está encima, los dirigentes
sociales, políticos, y académicos parecen descubrir, con pasmo y gran agitación, que el mundo está
cambiando. No que ya ha cambiado. Irreversiblemente. Y ahora, que sólo quedan siete años de auge y diez de
decadencia para esta era, los ojos y oídos de los poderes de decisión parecen abrirse para escuchar con
interés datos y propuestas sobre nuevas corrientes de pensamiento y nuevos instrumentos aptos para
gestionar la nueva realidad.
En efecto, quince años atrás, los valores que nos regían eran los de la alegría a ultranza: velocidad,
acción fulgurante, culto a la imagen, fabricación y veneración de ídolos surgidos del márketing, líderes
carismáticos personalistas y no siempre escrupulosos, auge de la bolsa y de las OPAs, moda unisex con ideal
efebo, padres yupies con hijos incrustados en casa -y, a la vez, insolidarios-, cinismo en la vida y en los
negocios, jet set que rige la vida social y termina en el famoseo más degradante, cultura light idolatrizando a
escritores de best sellers y teólogos del management facilista y depredador, paro masivo y endémico
coexistiendo con la cultura del nuevo riquismo, obsesión por ser un triunfador en una jungla insolidaria, y,
todo ello, en un clima de movidas, de fiesta bulliciosa y multitudinaria, de drogas para resistir la marcha y el
terror de estar solo o bailando al borde del abismo, filósofos que se creen superiores porque niegan la
existencia de un Creador y prefieren la tesis evolucionista de la descendencia del mono, velocidad
generalizada y como finalidad en sí misma, utilización de Internet para crear espejismos y empresas fantasmas
que nacen y mueren en cuestión de semanas, vacío de ética y de trascendencia que dejan todo el lugar de lo
sagrado a fundamentalismos y a terrorismos. Resumiendo: un mundo como una jungla donde el más listo se
traga al débil. Y se reveló que todos éramos débiles, pues comenzaron a derrumbarse ídolos de pies de arcilla
e imperios familiares y empresariales. El mundo entero asistió, sobrecogido, al derrumbe de las dos torres
más airosas de Manhattan, símbolo del poder temporal mundial actual, y nadie pudo negar que asistíamos al
acta de defunción de un sistema que ya hacía aguas desde su mismo inicio. La Era Promotora (o generación
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ideológica Promotora) expiró oficialmente el 11S y dejó paso, oficialmente, a un nuevo enfoque que ya tenía
once años de edad real: la Era Reactivadora.
La era Reactivadora se cimienta sobre un nuevo valor: el amor y la solidaridad a ultranza, siendo la
solidaridad una de las expresiones y funciones del amor. Hay otras, como son la interdependencia, las
alianzas de y para los más débiles, la valoración absoluta del ser humano como origen y finalidad de todo, el
culto por las emociones humanas, la valentía temeraria, el resurgimiento y reino de la noción de alma, la
inteligencia conceptual, la prioridad en las organizaciones de la función de recursos humanos, la paz como
meta absoluta, la protección de todo el entorno, y, en general, todo lo que surja del corazón y suba a la
cabeza. El culto del héroe anónimo, el que se confunde con la masa y da testimonio de la grandeza del
corazón puesto al servicio del alma, forma y formará parte protagonista del nuevo panorama.
La era no esperó el derrumbe de las torres gemelas, que evidenció el clima de solidaridad y de
colaboración sin precedentes en uno de los países más individualistas e insolidarios del planeta, para existir.
Hagamos memoria fácil: ya, desde viejo, y en un universo de jungla, el ciudadano se lanzó a tomar, siempre
pacíficamente, la calle. A la inseguridad endémica, respondieron asociaciones de vecinos patrullando sus
calles y dando ejemplo a la policía sobre cómo pacificar los barrios, todos, desde los más peligrosos hasta los
más residenciales. A la insolidaridad social, dijeron “¡Presentes!” millones de ONGs en el mundo que se
dedican, sin apoyo de las autoridades responsables, a, desde buscar padres adoptivos para niños
desamparados, hasta crear hogares de acogida para mujeres maltratadas, pasando por la protección y ayuda
a los ancianos, por el “basta ya” al terrorismo de ETA, por la recogida inmediata y organizada del chapapote
vertido por el Prestige, por miles de voluntarios de todo origen y edades, por el surgimiento de todo un
universo ecológico de protección, reciclaje, cultivo y producción, por el misionerismo laico al tercer mundo, por
el voluntariado masivo en todas las tareas de protección, ayuda y socorro. En los medios de comunicación, los
programas que dan protagonismo a grupos de personas que se encierran y se aíslan en una casa, en un hotel
o en una isla para conocerse mejor (y para que los recibamos en nuestros hogares), dejar surgir lo mejor de
sí, interrelacionarse, prepararse para despejar el talento oculto que llevan adentro, están a la orden del día.
En el campo espiritual, sólo los trasnochados no hablan de alma, de espíritu, de trascendencia, de Dios en
suma. Pero ya no se trata de un dios de religiones, sino de un Dios vivo y personal, que se manifiesta
individualmente a quien lo busca, y que se da a conocer a través del crecimiento, de la experiencia y del
testimonio personal. En lo social, y sin denunciar aún formalmente el fracaso de las instituciones tradicionales,
el ciudadano raso se lanza a la calle para evitar la guerra. Y ya no se trata de los cuatro pacifistas de toda la
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vida. No, se trata de todos. Jóvenes, niños, ancianos, pobres y ricos, cultos e ignorantes, todos, y unidos. Y ya
no se trata de pacifismo, se trata de dignidad. Se trata de asumir la potencia frente al poder de gobernantes
instituidos por cada uno de los seres humanos que se manifiestan para dar o retirar la legitimidad de los que
nos gobiernan. La era Reactivadora desprecia lo instituido y formalizado, que cree resituar y redimensionar a
través de la democracia directa y de la búsqueda de maestros, estén donde estén y tengan la edad que
tengan. Al culto a la juventud se sustituye el culto al niño y al anciano con sabiduría y maestría. Dos
generaciones, los abuelos y nietos, que se dan la mano y alumbran el camino a jóvenes y adultos.
El amor y el valor al servicio de la potencia del espíritu son y serán la tónica. Se trata, hoy, de no
desperdiciar la era como ya lo hicimos, siempre, en el pasado. Obviamente, cada era deja cosas positivas,
pero el precio, el desgaste, la perdida de ilusiones, son excesivos. Es lo previsible cuando se nada contra la
corriente. Veamos: Si estamos hoy en la era del amor, se trata de decidir lo que es verdaderamente el amor y
no confundirlo, para empezar, con su contrario: la tristeza. La tradición cristiana de considerar sinónimos
estos antónimos, pesa demasiado sobre todos nosotros para no confundirnos. El amor no es compasión. La
compasión es tristeza por el daño y el dolor que sufre el otro. Es tristeza. Y la tristeza es una emoción
preciosa y valiosa cuya finalidad es la de poner en marcha la inteligencia para buscar soluciones a las
pérdidas, para descubrir opciones disponibles, para desarrollar lo que ya existe y prevenir pérdidas
potenciales de lo que está aún vivo. Como lo es por ejemplo, la era actual. El amor es dar lo que aún no se
dio, es crear un espacio seguro donde cada cual pueda conservar primero, y recuperar después, todo lo que
nació para ser. El amor es un espacio. La tristeza es un tiempo. Son el binomio indispensable para el
funcionamiento de lo que es plenamente humano. Y para empezar, no hay que confundir los opuestos. Sobre
este tema discurriremos profusamente en esta obra.
En segundo lugar, es necesario recordar que sólo se puede dar lo que se tiene, lo que se sabe que
se tiene. A la hora del amor, es tarea inaplazable, y preliminar, inventariar lo que se tiene a nivel físico,
intelectual, emocional, mental, creador, anímico y espiritual para poder compartirlo y saber valorar y despertar
esas riquezas en los beneficiarios de ese amor . En esta obra haremos este inventario y veremos que no
todos sabemos lo que tenemos. Y que somos muy ricos. Inmensamente ricos. Tanto los que dan como los que
reciben.
En tercer lugar, se trata de respetar la dignidad del que recibe el amor, pues no es igual decir con
nuestra entrega “Tú no puedes nada sin mí”, que decir “tú y yo podemos”. Y, obviamente, es tan importante
la dignidad del que da como la de quien recibe.
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PRECIADA AZANCOT
En cuarto lugar, se trata, para ser eficaces, de centrarse en el análisis de lo que es el amor en vez de
dedicarse a comprender cómo y por qué no supimos dejar surgir e imponerse la alegría, dejándola degenerar
en bullicio, agitación, sectas y junglas. En el mundo actual, que va a una velocidad increíble, no hay tiempo
para ser torpe y nostálgico.
Y en quinto lugar, como lo bueno es armonía, ya sería un buen comienzo erradicar el término “a
ultranza” como coletilla de cualquier era, y remplazarlo por el termino “auténtico”. Después de la alegría a
ultranza, como desequilibrio de nuestra estructura, y que sólo pudo conducir a una moda fugaz que dejó un
mal sabor de boca, dejar de correr tras el amor a ultranza, que salva, invade y niega la dignidad del otro, y
remplazarlo por un amor veraz y auténtico. Un amor que nace de la valoración y admiración por nuestros
tesoros interiores, que comparte solidariamente riquezas, hallazgos y recursos, que culmina en una finalidad
bien precisa: la plenitud siempre creciente; es decir, en la auténtica alegría. Culminar esta era está en manos
de todos si cada cual, después de conocerse a fondo, aporta su granito de arena.
Nuestra aportación es el M.A.T., un instrumental científico, comprobado sobre más de 60.000
personas y organizaciones antes de ser divulgado, aplicado con éxito durante más de quince años y que
empieza a ser conocido por una pequeña élite que tuvo y tiene mucha anticipación en el ámbito del
conocimiento personal, organizacional y del entorno.
M.A.T. significa Metamodelo de Análisis Transformacional. Parte de un nuevo descubrimiento del ser
humano a través de la revelación de sus estructuras, descubre los patrones de ingeniería de funcionamiento
emocional universal que rigen esas estructuras, indica, en una secuencia acumuladora de energía, cómo ser
líder de la propia vida y modelo conductual para los demás, y ayuda a alcanzar la plenitud en un proceso
sereno y rápido, de gran impacto social.
Los que conocen el M.A.T. aseguran que es la Ciencia Humana más científica de cuanto conocen. El
M.A.T. es un instrumental que se aplica tanto al conocimiento y mejora del ser humano como a cualquier
organización ( ya sea ésta una pareja, una familia, una empresa, un gobierno, un país, un conjunto de países
o el planeta), y, también, abre campos de investigación, aplicación y mejora en cualquiera de las ciencias
humanas que hoy se conocen. También abre ventanas insospechadas en el campo del arte, de la innovación,
de los descubrimientos y, de manera general, de la creación. Por eso es un Metamodelo. Como todos los
Metamodelos, parece sencillo y no lo es.
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EL ESPLENDOR DE LO HUMANO
El M.A.T. es un instrumental científico, no especulativo. Es objetivo porque, si bien reposa sobre su
aplicación y comprobación a más de 60.000 casos, sus resultados permanecen invariables hoy, que ya vamos
por los 120.000 casos. No hemos encontrado, los que conocemos el M.A.T., caso alguno en que no se
apliquen. Además, es transmisible, es decir que se puede enseñar a manejar con maestría y autonomía. Por
ello, es una disciplina de análisis. Como todo instrumento de análisis, requiere una formación.
El M.A.T. es universal. Es decir, los mismos resultados se encuentran inmutablemente en cualquier
país o lugar, y desde que el ser humano existe y se manifiesta como tal. El M.A.T. logra, en su aplicación, y
desde el primer día de enseñanza, expandir el campo de conciencia y de acción de cada sujeto analizado y
llevarlo a un nivel de creación y de transformación siempre superables. Por eso es un instrumento de
transformación. Y como todo instrumento de transformación, requiere de una guía por un facilitador que ya
franqueó, con éxito, la fase de crecimiento alcanzable por el alumno.
La creación del M.A.T. fue una conjunción entre una historia de vocación temprana, de preparación
académica y profesional seria y orientada, y de mucha suerte.
Los resultados obtenidos con el estudio y la aplicación del M.A.T. han sido y siguen siendo
esperanzadores en el campo de las ciencias humanas y abren nuevas perspectivas para lograr el florecimiento
humano, organizacional, social y político a partir del siglo XXI. Este libro sólo tratará del enfoque humano
básico del M.A.T., porque la revolución que aporta este instrumental es la base de posteriores aplicaciones,
desarrollos y creaciones que venimos registrando desde 1988. Este es un intento de divulgación de un
instrumental complejo, para hacerlo comprensible y de fácil y, si posible, grata asimilación por cualquier
persona de nivel medio-alto. Uno de nuestros más brillantes estudiantes está actualmente escribiendo un libro
de divulgación del M.A.T. al alcance del gran público.
En esta obra, tan sólo iniciaremos nuestra divulgación por cuatro de los instrumentos básicos del
M.A.T.
En el primer capítulo mostraremos la estructura innata del ser humano, es decir la instalación real
que compartimos, todos los seres humanos, y su funcionamiento. Estudiaremos, de manera objetiva, el
inventario de tesoros que tenemos todos y cada uno de nosotros, examinando el donde, el qué, el cómo, el
porqué, el cuando y el para qué de cada uno de ellos. Y aprenderemos a valorarlos y a amarlos antes de
decidir compartirlos, pues, como es obvio, sólo se puede decidir entregar lo que se sabe que se tiene.
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PRECIADA AZANCOT
En el segundo capítulo mostraremos la energía que permite funcionar a la estructura y
descubriremos, con intensa alegría, nuestra potencia. Estudiaremos, para ello, las emociones auténticas
humanas, su racionalidad y su funcionamiento.
En el tercer capítulo nos ocuparemos de descubrir las antenas que nos permiten percibir el mundo:
nuestros sentidos. Con esos tres conocimientos ya tendremos las bases para comprender la revolución que
representa el M.A.T. en la historia del autoconocimiento. Luego podremos conocer la historia universal de
nuestra gestación, de nuestro nacimiento, de nuestra primera infancia y de nuestra evolución posterior hasta
el momento actual. Accederemos así a hacer retroceder el miedo, al adquirir la seguridad que da el conocerse
e sí mismo y conocer a los demás, apreciando nuestras diferencias de personalidad y detectando cuales son
nuestras competencias, cuales son nuestros talentos y cuales son nuestras vocaciones.
En el cuarto capitulo descubriremos los seis patrones universales de funcionamiento en sus 36
versiones comunes. Para ello, estudiaremos las tipologías matriciales de personalidad y sus fases de evolución
que permiten diagnosticar el estado de deterioro real de los seres humanos y las vías M.A.T. para recuperar
su integridad perdida.
En el quinto y último capítulo examinaremos la incidencia de las tipologías M.A.T. sobre las creaciones
más inmediatas del ser humano: las organizaciones que crea (pareja, familia, empresas, asociaciones,
estados, grupos de estados, y organización del mundo). Terminaremos examinando otra manifestación del
funcionamiento humano: las ideologías. Empezaremos por diagnosticar las ideologías generacionales, como lo
ilustramos en esta introducción pero ya dando las claves M.A.T. para su estudio en profundidad. Veremos
cuales serán las ideologías generacionales futuras que dominarán el mundo hasta mediados del siglo XXI.
A continuación examinaremos las ideologías seculares y sus leyes M.A.T. que las hacen más
inteligibles y controlables. Partiremos del siglo XX y remontaremos hasta el siglo XV asombrando al lector con
la potencia y cientificidad de este nuevo instrumental: A continuación mostraremos las tendencias que
dominarán las ideologías de los siglos XXI, XXII y XXIII, momento en que prevemos que la historia del mundo
entero podrá girar en la dirección válida para crear una civilización que instaure y garantice el florecimiento
del esplendor de lo humano.
Terminaremos este capítulo con un breve examen de las ideologías milenarias remontándonos a dos
milenos antes de nuestra era y proyectando sobre el estudio del tercer milenio. Pues ahora, con esta nueva
ciencia, podemos ser constructores de la historia y ya no sujetos pasivos de ella.
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EL ESPLENDOR DE LO HUMANO
Concluiremos este libro volviendo de lo absolutamente grande, los milenios, a lo absolutamente
pequeño, la célula, para mostrar que las mismas leyes se aplican ineluctablemente y afortunadamente.
Introduciremos en anexo nuestras breves conclusiones en investigaciones hospitalarias sobre la incidencia de
las disfunciones del patrón de ingeniería emocional M.A.T. de la estructura humana sobre enfermedades de
alto riesgo.
Y, para el lector curioso e interesado en conocer las aplicaciones del M.A.T. en materia de
comunicación, liderazgo, identidad y potencialidades nacionales, cultura organizacional, conocimiento del
inconsciente personal y planificación estratégica del cambio en organizaciones remitiremos a los que así lo
deseen a la consulta de nuestra página Web: http://www.mat21.net/.
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CAPITULO 1
DE LA ESTRUCTURA HUMANA DE PERSONALIDAD.
En este capítulo iniciamos el conocimiento de este primer instrumento del M.A.T., el de la estructura
universal innata de personalidad humana, para conocer el potencial de diseño y de instalación que todos los
seres humanos, en este planeta, tenemos desde el preciso momento de nuestra concepción. Este potencial se
desarrolla y se transforma durante nuestra gestación y produce un bebé humano a quien le va a tocar crecer.
En este primer capítulo analizaremos tan sólo el diseño -o más bien, una representación geométrica y
simbólica aproximativa del diseño- y la instalación, como si se tratara de un plano para la fabricación de un
televisor o para la edificación de una casa. Es decir, propondremos un esquema para responder a la pregunta
de qué contiene la instalación de un ser humano para desempeñar todas sus funciones posibles. En el
capítulo siguiente propondremos un nuevo instrumento que estudia la ingeniería de funcionamiento de ese ser
humano y responderemos a la pregunta de cómo funciona, con qué tipo de energía funciona correctamente.
La estructura universal de personalidad M.A.T. se divide en seis estructuras comunes a todos
nosotros desde que el ser humano aparece sobre este planeta. Estas seis estructuras se agrupan en tres
conjuntos funcionales.
El primer conjunto reúne dos estructuras cuya función es la de permitirnos ser entes sociales y
socializables. Y, como cualquier mamífero, somos entes sociales y socializables a partir del momento de
nuestra gestación donde empieza a establecerse y a desarrollarse la relación tú-yo con nuestra madre
biológica. Por ello, denominamos EL SOCIALIZADOR a este conjunto. El Socializador se divide en dos
estructuras a la vez complementarias y opuestas que nos permiten, alejarnos de, o acercarnos a, nuestros
semejantes. Las llamamos El RECTOR y El PROTECTOR. El Rector discrimina los peligros y amenazas a la
totalidad de nuestra estructura y establece los límites que nos preservan de la invasión o del desbordamiento
de nuestro territorio, cerrándonos al enemigo interno o externo. El Protector, al contrario, abre puertas y
determina qué, y quién, y si algo o alguien, es benéfico para nuestra vida, y establece uniones y confluencias.
El Rector establece fronteras, impone límites y niega el acceso. El Protector acerca, autoriza el acceso, y
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EL ESPLENDOR DE LO HUMANO
afirma la unión entre dos o más personas. Si bien El Rector dice no, el Protector dice sí. El Rector es
responsable de la función de seguridad y el Protector es responsable de la función de pertenencia. El
Protector analiza el espacio y muestra el cuándo de las cosas. El Rector diagnostica el estado de las cosas y
muestra el dónde de las cosas.
El segundo conjunto funcional se compone de una sola estructura y lo llamamos EL SINTETIZADOR.
Esta estructura es la responsable de nuestra inteligencia. Es como un increíble computador que nos permite
archivar y memorizar, programar y procesar, combinar y mezclar, detectar opciones y elegir las mejores. El
Sintetizador es responsable de la función de desarrollo. El Sintetizador analiza el qué de las cosas.
El tercer conjunto reúne tres estructuras y lo llamamos EL CONECTADOR. Nos permite conectar con la
realidad total. Abarca EL VITALIZADOR, EL TRANSFORMADOR y EL ORIENTADOR. El Vitalizador nos permite
conectar con la realidad palpable del aquí y del ahora y reaccionar ante ella. Muestra el cómo de las cosas y
las acepta o las descarta según sean verdaderas o no. No acepta mentiras y, por ello, es responsable de la
función de justicia. El Transformador nos conecta con nuestra capacidad de transformación, de creación y de
crecimiento por cambio (salto cuántico). Muestra el por qué de las cosas y es responsable de la función de
estatus, es decir de la talla verdadera que tenemos en cada instante. El Orientador nos permite conectar con
la realidad inconsciente y trascendente para enriquecer nuestra conciencia elevándola y ampliándola. Dice el
para qué de las cosas, y así, su finalidad y es responsable de la función de plenitud.
Ahora toca analizar a fondo cada estructura para conocerla y percibir si capacita o no para la
totalidad de la función para la que es diseñada. Al término del análisis veremos si sí o no, con esta instalación
sextidimensional, podemos abarcar todas las acciones humanas.
(Ver diagrama página 131)
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PRECIADA AZANCOT
I. EL RECTOR:
El Rector nos permite diagnosticar, como un médico, el estado de las realidades con las cuales
entramos en contacto, tanto internas como externas. Permite saber si algo, en nosotros o afuera, es peligroso
y representa una amenaza, cualquier amenaza a cualquiera de nuestras estructuras. Permite desempeñar la
función de seguridad. Detecta lo que no es normal, bueno, conveniente, ético, vivo, actual, grande, amable,
etc. Detecta todos los no que se deben y conviene erigir para que la vida fluya y siga fluyendo. Detecta los
límites de nuestras realidades, acciones, pensamientos, imaginaciones, posibilidades etc, y permite hacer
retroceder los límites de lo posible sobre la base de la seguridad, determinando y ensanchado nuestro campo
de acción. Muestra el dónde de las cosas.
¿Qué es lo que hace el Rector?
- El Rector diagnostica: Nosotros, como consultores M.A.T. en Dirección de Empresas, comenzamos
siempre nuestra acción con un diagnóstico de la organización. Verificamos la existencia de las seis estructuras
de personalidad de la empresa, pues nosotros innovamos una biogerencia y detectamos los fallos y patologías
en el funcionamiento del ente colectivo. Detectamos lo que no funciona correctamente y compromete el
equilibrio y la armonía de una empresa sana. Diagnosticamos el estado de enfermedad de la organización y
proponemos un plan de acción (es decir un tratamiento) capaz de restablecer la salud integral de la
organización. Ponemos a funcionar adecuadamente cada estructura, rediseñamos la interrelación entre ellas,
y planificamos a futuro objetivos y metas que le devuelvan la trascendencia.
Otro ejemplo: Cuando estamos enfermos, vamos al médico que examina el funcionamiento general de
nuestro cuerpo. Cuando localiza el o los puntos de disfuncionamiento, es decir de desequilibrio y de fallos en
la interrelación, establece un tratamiento que nos devolverá la salud, la armonía.
El Rector tiene como función la de establecer, internamente y externamente, evaluaciones del estado
de funcionamiento de nuestra estructura, detectando los desequilibrios intraestructurales e interestructurales.
Es decir, detectando lo que no funciona en nuestra personalidad o en la relación con los demás. Cuando
analiza las causas (pasándole la información a otra estructura, el Sintetizador) determina lo que no hay que
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EL ESPLENDOR DE LO HUMANO
seguir haciendo para poder restablecer la armonía. Para ello, erige prohibiciones, como la de no comer azúcar
si existe diabetes.
-El Rector establece límites: Nosotros, en nuestro desempeño profesional, cuando detectamos por
ejemplo que el Rector empresarial está invadiendo el terreno o el campo de acción de otra estructura,
trabándola en este caso - pues el Rector es el de los “no”- delimitamos el campo de acción de cada una de
las estructuras para que el Rector retroceda y se libere la estructura frenada, pudiendo actuar. Por ejemplo, si
detectamos que el control sobre la iniciativa y la creatividad (tarea del Transformador) es exagerado,
resituamos al Rector y ensanchamos el campo de acción de la división de innovación, por ejemplo, para
restablecer la salud de la organización.
En un conflicto territorial de zonas de pesca, el legislador delimita las fronteras que separan las
aguas territoriales de la zona internacional, común a otros vecinos. Cada una de estas zonas se regirá por
regímenes diferentes. Y el desarrollo de la actividad de pesca, podrá desempeñarse, entre nacionales y
foráneos, en paz y armonía.
En nuestro corazón, por ejemplo, están delimitadas las zonas que reciben y bombean la sangre sin
oxígeno, y las que hacen circular la sangre oxigenada. La mezcla de las dos sangres produce una enfermedad
bien conocida que necesita intervención quirúrgica para separar los territorios y devolver la armonía y la
salud.
Cada nación delimita su territorio y así puede nacer un estado, con fronteras bien definidas. Las áreas
de acción entre poder legislativo, ejecutivo y judicial serán delimitadas muy meticulosamente para que reine la
armonía y la paz en una democracia. En una dictadura, todos los poderes, sin límites, estarán concentrados
en el dictador, y dependerá del funcionamiento de su estructura de personalidad la armonía practica a la cual
podrá acceder el estado.
Cuando compramos o alquilamos una casa, estamos comprando límites contra la intromisión de
vecinos y extraños.
Y cada ser humano, aunque viva sin techo o en una cárcel, tiene límites de todo tipo: territoriales, el
que ocupa su propio cuerpo, y el Rector le impondrá el respeto del territorio de los cuerpos ajenos, no
debiendo matar, ni pegar, ni violar, por ejemplo. Emocionales, el de su alegría por ejemplo, no debiendo
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avasallar e invadir el turno de palabra de los demás. De pertenencias, no debiendo robar pertenencias ajenas.
De movimiento, no debiendo atropellar a paseantes por ejemplo. Espirituales, no debiendo invadir la
conciencia de otro con sus propias representaciones de lo sagrado, por ejemplo. Tenemos y necesitamos
límites de todo tipo si queremos vivir en sociedad, y también solos, si no, no se aislaría a los dementes que se
pueden auto lesionar. De alguna manera o en algún aspecto, como veremos, todos estamos locos .
-El Rector legisla: Impone y se impone normas para vivir en armonía con los demás. El derecho
natural impone normas universales que garanticen la armoniosa convivencia y el respeto a escala universal. El
derecho internacional rige la vida entre las naciones. El derecho comercial rige el orden y la pulcritud en los
intercambios entre sociedades y entre personas. Y las normas familiares rigen la convivencia dentro de la
responsabilidad entre los miembros del clan. Nuestro código de ética individual rige los límites de lo que
creemos que debemos, o no, hacer.
En nuestro quehacer empresarial atendemos y normatizamos la función de personal, la función de
control, la función de seguridad y la función de sanidad como campos de acción del Rector organizacional
colectivo.
-El Rector defiende: Es importante diferenciar la función de defensa de la función de ataque. El Rector
defiende, es decir, impone límites de no invasión. El Vitalizador ataca, es decir, reacciona contra la invasión,
eliminando el agente patógeno. La piel, en nuestro cuerpo, delimita la zona del territorio geográfico que hay
que defender. De contactos indeseables y de microbios, por ejemplo. Sin piel no podríamos sobrevivir.
En España, el Rey es el mando supremo de las fuerzas armadas, y el jefe de gobierno dirige, a través
de un ministro, la función de defensa, de policía, de guardias civiles, de sanidad. La función de defensa y de
sanidad consiste en las maneras de detener la invasión de lo peligroso e indeseable en el cuerpo social.
Un ejemplo del Rector en el campo de la conducta social: si alguien se comporta con nosotros de
manera abusiva, nos cerramos, cruzando los brazos. Procesamos la información con otra estructura, el
Sintetizador, que nos permite detectar opciones. Reaccionamos con el Vitalizador.
Si nos sentimos incómodos con una persona, nos estamos defendiendo de ella con nuestro Rector.
Es en ese momento cuando tenemos la elección de recurrir a nuestra creencia (Rector) sobre gente como esa
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EL ESPLENDOR DE LO HUMANO
persona o recurrir a nuestro Sintetizador para analizar qué pasa con esa persona y actualizar la creencia
anterior en función de esta nueva experiencia. Ese dilema es el que separa un Rector lozano y fresco, siempre
actualizado y que no establece generalizaciones abusivas, fabricando una nueva creencia, más acorde con el
aquí, y otro Rector que se contenta con recurrir a la generalización a partir de experiencias del allá, y
reproduce un patrón de conducta prejuiciado y repetitivo.
-El Rector Localiza: La función de defensa es imposible sin la localización. El establecer el dónde está
la molestia nos permite ir al médico y orientarlo. Si un niño se cae, lo levantamos y le preguntamos dónde se
hizo daño para poder intervenir y saber lo que no se debe hacer.
Si tenemos un problema, cualquiera que sea, nuestro Rector intervendrá inmediatamente porque se
rompió la armonía y localizará dónde está el problema, si en nosotros, o en relación con alguien, antes de
proceder a cualquiera de sus acciones.
Por ejemplo: nos perdemos en una calle. Preguntamos dónde estamos antes de analizar cualquier
otra acción. Primero atendemos a la función de seguridad. Luego veremos qué hicimos (Sintetizador) para
perdernos y luego veremos cómo salir de allí (Vitalizador).
Otro ejemplo: nos sentimos incómodos de repente en una fiesta. Lo primero es ver dónde está el
problema y de dónde surgió. Localizaremos si el problema está en nosotros o si viene de afuera. Si no ocurrió
nada particular y simplemente surgió nuestra timidez, ya sabemos cómo proceder. Si es porque otra persona
nos miró con hostilidad, ya examinaremos si nosotros procedimos como nuestro Rector cree que debemos
proceder o si es el Rector del otro el que no respeta normas y límites y permite al agresor atacarnos.
-El Rector separa: y por ello garantiza el orden. El Rector discrimina por ejemplo que una bicicleta no
debe estar en un salón y debe ir a su lugar. Sin separación, no se puede establecer un diagnóstico y
mezclamos peras con manzanas, sin discriminación ni orden.
Por ello, el Rector dice “no” y dice “o”. Por ejemplo, si la discordia reina en una pareja interviene la
separación de cuerpos y de bienes. “No” se puede permanecer bajo el mismo techo. “O” estamos mal juntos
“o” estamos mejor separados. En sociología se analiza perfectamente este fenómeno cuando se estudia las
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sociedades primitivas, donde los bienes y recursos son en gran parte compartidos, y las sociedades más
evolucionadas donde la posesión está más individualizada.
Nuestro cuerpo está perfectamente diseñado para separar lo que no se debe mezclar, por ejemplo
en el proceso de la digestión que asimila lo que es útil y lo separa de las materias fecales que son tóxicas.
Otro ejemplo evidente: los gemelos comparten una misma bolsa durante su gestación, pero el Rector de cada
uno de ellos produce la separación entre los cuerpos. En el lugar en que no lo hacen, los bebés nacen
siameses y es preciso separarlos quirúrgicamente. Esto es válido para cualquiera de nuestros órganos y para
la morfología de cualquier órgano. El dicho popular “juntos pero no revueltos” resume esa función de nuestro
Rector.
El Rector se manifiesta mediante veredictos, creencias, convicciones, opiniones y juicios de valor
sobre lo que está mal o es peligroso. Como todo el resto de nuestra estructura, está capacitado para estar en
permanente evolución y actualización si cumple su propósito.
El nombre que le pusimos, el Rector, se debe a su función en nuestra estructura: la de regir el orden
que se debe seguir en todos los órdenes para que la vida fluya. Su importancia es vital, como ya veremos,
porque sin Rector, no hay supervivencia posible. Y, menos aún, vivencia. El Rector tiene como primerísima
función la de regir el equilibrio y la armonía de la totalidad de la estructura. Para ello, impone límites que
todos debemos respetar para posibilitar la vida en sociedad. Algunos de los diez mandamientos son ejemplos
de límites impuestos a la sociedad de nuestros antepasados.
En nuestro diagrama, página 131, el Rector está representado por un triángulo arriba a la derecha
en el diagrama de la estructura desplegada, y en el círculo, arriba a la derecha en el diagrama de la
personalidad integrada. Pues es evidente que si introducimos el Socializador en el círculo del Sintetizador y, a
continuación, introducimos el Conectador, obtenemos el diagrama de la derecha que simboliza la estructura
perfecta, es decir, de dimensiones justas, exactas, todas integradas, interrelacionadas y en equilibrio. Es a esa
estructura a la que debemos llegar, como indicaremos en el desarrollo de esta obra. Esta meta es factible y la
hemos alcanzado todos los que hemos crecido con el M.A.T. Este crecimiento se logra en una media de dos
años de formación. Poco importa cuál sea el punto de partida.
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EL ESPLENDOR DE LO HUMANO
Cuando funciona bien, es decir, tal y como fue diseñado para ello, el Rector se manifiesta como un
guardián ético, digno, prudente, realista, tranquilo, armonioso y equilibrado. Toma en cuenta la fuerza real, el
momento y el lugar en cada situación. Veamos algunos ejemplos:
Si queremos hacer caminar a un bebé de seis meses, nuestro Rector diagnosticará peligros para el
cuerpo y la mente del bebé, y determinará que hay que sujetarlo en brazos y sin contacto excesivo con el
suelo para despertarle las ganas de caminar cuando esté preparado para ello. Si el bebé tiene diez meses, ya
se le puede instalar en un andador. Si tiene catorce meses, desaparecerá el peligro y el Rector ya no se
opondrá. Le tocará intervenir a otra estructura, al Protector.
Si queremos introducirnos en zonas peligrosas de una central nuclear, nuestro Rector nos alertará
sobre la necesidad de ponerse un equipo de protección adecuado para evitar el peligro de radioactividad.
Si queremos tirarnos al vacío desde 2.000 metros de altura, nuestro Rector nos impondrá el uso de
un paracaídas en buen estado.
Si queremos colocarnos frente a un toro bravo, el Rector impondrá límites imposibles de cumplir si no
se es un torero profesional.
Como queda claro, la creencia, nacida de experiencias repetidas, es la que va a condicionar que el
Rector se oponga a, o acepte, una acción. Si la creencia es errónea, trasnochada, frenadora del desarrollo,
fanática, tópica, o demasiado conservadora, el diagnóstico emitido por el Rector estará equivocado y el
veredicto frenará o imposibilitará no sólo la acción final, sino hasta siquiera el análisis de la situación. El Rector
verá fantasmas donde no los hay.
En caso de violación, o de otra experiencia muy traumática, el Rector puede quedar fijado en peligros
del pasado y proyectarlos sobre el presente, anulando el impulso vital y poniendo en entredicho la armonía del
fluir de toda la estructura.
En los dos últimos ejemplos, el Rector, en vez de cumplir con su función real - la de garantizar y
posibilitar el fluir de la vida en seguridad y armonía- la traba. En vez de garantizar el poder pensar,
reaccionar, imaginar, acercarse y disfrutar de algo bueno, se convertirá en su opuesto: el de ser un frenador
de lo posible.
Afirmábamos antes que el Rector determina dónde están las cosas. Si la respuesta es: “aquí y
ahora”, es conveniente fiarse del veredicto. Si es “en el allá y el entonces” sería recomendable revisar la
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PRECIADA AZANCOT
bondad del diagnóstico que originó la sentencia. Si un hombre insultado decide sacar su espada y batirse en
duelo, o dispararle un tiro al agresor, su Rector le está autorizando acciones peligrosas. El dónde no está en
el aquí y el ahora sino en el siglo XIX o en el Far West.
Si nuestro Rector nos advierte de un peligro cuando deseamos acercarnos a otro ser humano, y
preguntamos dónde está el peligro, para voltearnos hacia él y estar vigilante, y nuestro Rector responde que
el peligro está en que la persona en cuestión le recuerda a su propio padre que le pegaba cuando se
acercaba a él a los tres años de edad, detectaremos que el peligro era real en el allá y el entonces y que ni
nuestras defensas son las mismas hoy, ni hay razón alguna para desconfiar por principio de la persona actual.
Como recomendación, si alguien o nosotros mismos, a partir del Rector, erige una barrera o instaura
un límite, es útil preguntar, no el por qué sino el dónde está el peligro. Y muchas veces veremos que
proyectamos en los demás o en lugares actuales, peligros que nos impresionaron en el allá y el entonces. Así
dejamos de actualizar el Rector, que se convierte en su antítesis. Millones de ejemplos nos podrían avalar.
Por ejemplo, los grupos de exilados, las sectas, las familias defensivamente unidas, tienen problemas
de funcionamiento del Rector: con toda seguridad, en el allá y el entonces, había peligros reales que
amenazaban al grupo. Mas el proyectar, en el aquí y el ahora, riesgos que eran auténticamente válidos antes,
limita al grupo en sus mismas oportunidades actuales de convertirse en un ente feliz, libre e integrado
armónicamente.
Cuando la situación anterior se produce, el Rector falla a su función por exceso o por defecto. Por
exceso, se torna rígido, inclemente, fanático, castrador, enemigo del cambio, controlador, maniático. Impondrá
prohibiciones y límites inadecuados que, en vez de defender la vida, la coartará. Por defecto, se vuelve cínico,
avasallador, oportunista, negador de la dignidad propia y ajena, tramposo, aprovechado. Derrumbará límites
necesarios a la vida en sociedad. En el primer caso, por exceso, la estructura se infla y desequilibra la armonía
de la totalidad de la personalidad, por inflación. En el segundo caso, por defecto, la estructura rectora se
atrofia y se llega a una falta de armonía gráficamente contraria, por deflación.
Como ejemplo del primer caso, podríamos tomar el Rector de cualquier dictador, en cualquier tiempo
y lugar, ya sea un dictador en la familia, en el clan, en una región, y, también, de manera interiorizada.
Empecemos con el ejemplo del funcionamiento interno, individual: muchos de nosotros sufrimos de diálogos
internos, es decir de problemas de mala conciencia ante algo bueno e inocente. En este caso, cuando
decidimos realizar algo agradable e inocente, sentimos cómo especies de mandatos, muchas veces
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EL ESPLENDOR DE LO HUMANO
parentales, nos critican interiormente, persiguiéndonos. Cuando decimos “cuando como me siento culpable” o
“ cuando digo “no” me siento mal” o “cuando hago el amor con mi pareja me siento sucia”, estamos
revelando la existencia de un Rector invasor que traba el fluir de nuestro ser. Es como si nos hubiéramos
“tragado” a un dictador interior que no nos deja respirar y que debemos vomitar. La Gestalt es una escuela
psicológica que estudia y cura este fenómeno.
Decíamos anteriormente que el ejemplo del dictador evidenciaba un Rector inflacionado. En efecto,
hay personas que no pueden concebir la vida sin control sobre los demás. Lo controlan maníacamente todo, y
no sólo lo que los demás hacen sino lo que piensan, sienten o anhelan. Y se creen investidos de la misión de
encauzarlos hacia “el recto camino”, el de la amputación de partes vivas de sí mismos. Tener a los demás
controlados, castrados, sometidos, manipulables, éste es el sueño imposible del dictador. Con lo cual, en
algún momento o lugar sus víctimas se despiertan y el que queda amputado de parte de su propia estructura
es el propio dictador, que va a necesitar un tratamiento de rehabilitación para poder recuperar la salud
integral de toda la estructura. Es la estructura del propio dictador la que queda peor parada.
Como ejemplo de Rector deflacionado, el que falla por defecto, podríamos contemplar el sencillo caso
de alguien, invitado a una fiesta y que se come toda la comida preparada para todos o que se pone en el
centro de la reunión y pugna por hablar más que los demás, llamar la atención, interrumpir el turno de palabra
de sus interlocutores. En este caso, se necesitará recurrir al Rector bien equilibrado de otros para frenar al
invasor y abusador, restableciendo la armonía. En terapia, habrá que nutrir y hacer crecer el Rector del
paciente para que sepa imponerse y respetar límites necesarios para la vida en sociedad.
Decíamos también que el Rector se manifiesta a través de creencias, opiniones y juicios de valor. Un
Rector limpio, que funciona bien, tiene un mínimo de creencias, todas actualizadas y todas provisionales, que
se recuestionan a sí mismas como higiene básica. Un Rector que funciona mal, está trufado de creencias y de
convicciones y emite opiniones como veredictos. Así se convierte en frenador de la conducta ética y adecuada.
Ocupémonos del Rector que funciona bien. ¿En qué campos o materias se puede manifestar?
- En su propio campo, el del Rector mismo, se manifiesta a través de legislaciones, normas y
decretos. Todo el campo del derecho, de la seguridad, de la salud, del control es su terreno natural. Ya sea en
el ámbito interior (recta conciencia), nacional, organizacional o familiar, el Rector cumple así con su cometido.
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PRECIADA AZANCOT
- En el campo intelectual, es decir como seguridad de nuestro Sintetizador, tomaremos como ejemplo
el principio de realidad en lógica, definido como la capacidad del individuo de comparar un deseo o un impulso
con la realidad con el fin de comprobar si es o no factible, que es una manifestación de la existencia del
Rector. Por ejemplo: quiero volar tirándome de un décimo piso. Diagnostico que no es factible porque sólo
lograría estrellarme o matarme.
- En el plano vital, es decir en el campo del Vitalizador, el instinto de conservación, que nos
acompaña en todo momento y nos permite movernos por la vida, atestigua la existencia de un Rector. Otro
ejemplo entre cientos podría ser el ejercicio de la justicia en magistratura.
- En el campo filosófico, es decir en materia del Transformador, se puede citar la ética como materia
de desarrollo.
- En el campo social, es decir en materia del Protector, la cortesía y la caballerosidad muestran la
existencia del Rector en las relaciones entre la gente.
- En materia espiritual, es decir en el campo del Orientador, el Rector rige la armonía en todos los
campos y materias, lo que tiene una relevancia trascendente y esencial. Por ejemplo, en estética, la armonía
es cuestión de justo balance de proporciones y tonalidades. Ese justo balance es tarea del Rector.
Podríamos multiplicar los ejemplos, pero éstos sólo están aquí para ilustrar la estrecha relación y la
interdependencia que existe entre todas las estructuras de nuestra personalidad.
Terminemos este apartado dedicado al Rector con unas pocas ilustraciones de su manifestación en el
arte y en la religión.
- En arquitectura, el estilo gótico manifiesta la irrupción del Rector. Cualquier catedral gótica nos
remite a la aspiración a hacer retroceder los límites, deslumbrándonos con la armonía lograda por los
maestros que la edificaron.
- En literatura pondremos dos ejemplos: Tolstoy y Cervantes. “Ana Karenina” muestra en todo su
desarrollo un Rector invasor, con el peso de reglas sociales que terminan por conducir a la muerte a la
protagonista. En “el Quijote”, el personaje nos muestra el despliegue de un Rector adecuado y trascendente
al servicio de la armonía.
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EL ESPLENDOR DE LO HUMANO
- En música, daremos como ejemplo la obra de Benjamín Britten y de Anton Bruckner como claros y
nítidos ejemplos de la manifestación del Rector.
- En pintura, Bruegel, y antes la pintura gótica, presentan la primacía del Rector en las inquietudes
del artista.
- En materia de religión el primer capítulo del Génesis, que cuenta la creación del mundo y de las
criaturas que lo pueblan, revela las leyes y normas que el creador impone para conservar y garantizar la
armonía. Muestra también, mas eso es tarea del Vitalizador, cómo imparte justicia en caso de violación de la
ley.
Nuestras investigaciones hospitalarias nos permiten señalar que, en el cuerpo humano, dependen del
Rector o lo conforman, al menos los riñones, el cerebelo, el sistema inmunitario y la piel. Esto, a título de
ejemplo.
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PRECIADA AZANCOT
II. EL PROTECTOR:
El Protector desempeña una función a la vez antagónica y complementaria a la del Rector. Permite
evaluar las oportunidades y da así la medida de lo deseable. Permite detectar los “sí” que surgen en cada
momento para posibilitar alianzas, uniones, encuentros, pactos, enlaces. El Protector tiene así como función la
pertenencia.
Cuando nos sentimos unidos, solidarios, comprometidos, estamos en contacto con nuestro Protector.
El Protector abre puertas de penetración, posibilita accesos, derrumba límites y hace de contrapunto dialéctico
al Rector. Detecta las afirmaciones de lo oportuno, sano, deseable, y hace elecciones sobre la base de lo
bueno. Establece puentes y vías de comunicación así como enlaces. Por evaluar oportunidades, el Protector
muestra el cuándo decir sí a las cosas. Desde el punto de vista trascendente, el Protector rige el alma.
¿Qué hace el Protector?
- El Protector evalúa: Evaluar es distinto de diagnosticar. Mientras diagnosticar implica saber el
estado de enfermedad de algo, evaluar implica sopesar las oportunidades que ofrece algo. Por ejemplo,
cuando conocemos a una persona, evaluamos qué factores nos resultan atractivos en esa persona y merecen
que le demos una oportunidad de contacto con nosotros. Entonces decidimos acercarnos a esa persona y
darle señales gestuales o verbales que constituyan una invitación. Esperamos la misma respuesta abierta de
nuestro interlocutor. Si nos responde con su Rector, cerrándose, nos sentiremos desengañados.
Nosotros, cuando terminamos nuestro diagnóstico organizacional o nuestro diagnóstico de una
persona, evaluamos qué aspectos positivos tiene el objeto de nuestro análisis y detectamos oportunidades
desaprovechadas para trazar el encuentro, diálogo y lazos con ese objeto. En el ejemplo que pusimos en el
capítulo del Rector, no nos contentamos con hacer retroceder los límites del Rector organizacional que
coartaba la función de innovación de la empresa, sino que diseñamos una política de estímulos e incentivos
para abrir el campo a la investigación.
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EL ESPLENDOR DE LO HUMANO
Y en el ejemplo del médico que nos prohíbe determinados alimentos que ponen en peligro nuestra
salud, todos sabemos que un buen profesional nos dirá cuáles de los alimentos están autorizados para
aumentar nuestra sensación de bienestar y contar con nutrientes “aliados”.
- El Protector establece confluencias a todos los niveles:
En el caso de la creación de las naciones que establecen fronteras para crear estados regidos por el
derecho, el surgimiento de una nación se basa en las afinidades, en las relaciones, en la solidaridad y en el
compromiso de personas que comparten un territorio y que deciden aliarse y organizarse para trazarse un
destino en común. Una vez delimitadas las fronteras, establecerán pactos y alianzas con vecinos y también
con foráneos para intercambiar productos y servicios. Establecerán lazos que fortalezcan el sentido de
pertenencia a esa nación entre los habitantes del país.
En caso de conflicto de cualquier índole entre países, se buscará evaluar, en cada momento, terrenos
de entendimiento que posibiliten acuerdos nuevos basados no sólo sobre la eliminación de las barreras que
impedían las buenas relaciones, sino sobre acuerdos y pactos que fortalezcan las relaciones entre sus
vecinos.
En nuestro cuerpo las células se unen para formar órganos y los órganos se asocian para formar
sistemas (circulatorio, linfático, inmunológico, etc.) los cuales se unen y colaboran para formar un cuerpo
sano. Nacemos de la unión de un óvulo y de un espermatozoide.
Y las personas se unen y se asocian para formar organismos sociales: parejas, amigos, familias,
empresas, asociaciones, naciones, agrupaciones de estados.
En el terreno constitucional, por ejemplo, tras la separación de poderes viene la coordinación entre
ellos para que todos trabajen juntos y solidariamente.
Cuando compramos una casa, estamos adquiriendo un área de la cual disponer nosotros mismos y
para compartir con miembros de nuestra familia y recibir a los amigos.
En nuestro cuerpo, la vida no sería posible sin uniones y relaciones entre cada micro componente de
nuestro organismo. Basta que una célula decida ir sola por su cuenta, sin tener en cuenta la necesaria
orquestación entre todas, para que surja un cáncer que nos pone en riesgo de muerte.
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PRECIADA AZANCOT
En el ámbito emocional, como veremos en la segunda parte de esta obra, se establece una secuencia
solidaria entre todas las emociones para energetizar la totalidad de nuestra estructura y sin la cual nuestra
formación en el útero materno no podría producirse. En lo emocional tomaremos como mero ejemplo la rabia
que podemos sentir en un momento dado contra otra persona y que produce una ruptura de relaciones. Si
somos incapaces de evaluar las cosas buenas que mantiene esa persona y con la cual establecer confluencias
en un momento dado, perderemos toda posibilidad de una reconciliación.
Al nivel de movimientos, ¿cómo seríamos capaces de servir para algo si no pudiéramos unir las
manos, juntar los pies, poner en relación nuestro cerebro derecho con el hemisferio izquierdo, poner en
marcha nuestro sistema nervioso voluntario para levantarnos de una silla, y eso, limitándonos a ejemplos
primarios y básicos para ilustrar que sin confluencias es imposible, no sólo la vida en sociedad, sino la simple
supervivencia individual? El Protector, para lo visto hasta ahora, es exactamente igual de importante que el
Rector para que la vida sea posible.
- El Protector une: Una vez establecida la confluencia, se produce la posibilidad de unión. Cuando nos
enamoramos, estamos, después de evaluar al otro, estableciendo confluencias, afinidades especiales y
privilegiadas. Es entonces cuando podemos plantearnos la unión con esa persona y ser novios, y después
esposos, y después padres y luego abuelos, y luego bisabuelos.
Si nuestros padres nos dan su apellido, es con el propósito de crear una unión entre los miembros de
nuestra familia.
Cuando elegimos nuestros socios para fundar una empresa, estamos estableciendo una unión y un
compromiso con ellos para lograr resultados comunes.
Cuando nos sentimos solidarios con cualquier persona, causa, grupo o movimiento, nos estamos
sintiendo unidos como parte de ese todo y con un momento en común. La amistad, la solidaridad, la unión, si
las analizamos bien, son elecciones de momentos en común que, juntados, pueden establecer una duración.
Nosotros, en nuestra labor de consultores, ponemos el énfasis tanto sobre el sentido de pertenencia,
que une a los miembros de una organización y sin el cual ningún proyecto o programa de acción es posible,
como sobre la lealtad a los clientes y la vocación de servicio, sin los cuales la conservación de los integrantes
de la actividad organizacional es ilusoria.
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EL ESPLENDOR DE LO HUMANO
- El Protector alienta y motiva: Si, como ya vimos, el Rector tiene como función pisar el freno, el
Protector tiene la de poner en marcha nuestro carruaje. Él da los permisos ( “permiso” es un término
prestado del Análisis Transaccional) para arrancar. Si, por ejemplo, nuestro hijo tiene que presentarse a un
examen y se siente inseguro, nosotros le diremos: “Tú puedes, eres inteligente, has estudiado bien, vas a
sacar buenas notas.” Esos son permisos y alientos para animar, restablecer la confianza, afincar la buena
autoimagen.
Para cumplir esta función con veracidad y realismo el Protector ha debido evaluar los factores
positivos disponibles en la persona o en el caso analizado. Entonces los va a alentar, motivar, incentivar,
acariciar. Cuando damos un apretón de manos, un abrazo, un beso, una caricia, el propósito es el de unir.
Hay que diferenciar nítidamente la función de arrancar, tarea del Protector, de la de acelerar, función
del Orientador. Y, para empezar, debemos insistir en la fundamental importancia de los mensajes internos que
debe contener el Protector. Estos son la base de lo que comúnmente se llama la buena autoimagen, que
nace, ya lo veremos, de la autovaloración, tarea del Transformador. El Análisis Transaccional trabaja mucho
sobre lo que llaman “permisos parentales” y evidencia la enorme importancia que tienen esos tipos de
mensajes recibidos en la niñez para convertirse en un triunfador. Si nuestros padres nos nutrieron desde sus
Protectores hacia nuestros Protectores y nos permitieron grabar mensajes como “sé, vive, tú puedes, tú
vales, eres bueno, eres valioso, eres autónomo, eres íntegro, eres auténtico”, la vida va a sonreírnos con toda
seguridad y nuestro camino hacia el éxito será fácil y seguro. Si, por lo contrario, con un Rector castrador nos
repitieron mensajes exterminadores y frenadores, vamos a tener que hacer un trabajo titanesco para borrarlos
y regrabar potentes permisos en su lugar. Vamos a tener que recurrir, con toda seguridad, a la terapia
psicológica nutritiva para poder arrancar de nuevo, con confianza en la vida.
Los mensajes del Protector se deben implantar tanto hacia adentro (autoimagen) como hacia afuera,
es decir, desde nuestro Protector hacia el Protector de nuestros hijos, amigos, familiares, miembros de
nuestro equipo de trabajo, compañeros o seres vivos en general. Sin ellos no hay motivación posible.
- El Protector ayuda: En todas las tareas de colaboración damos y necesitamos ayuda. Y no
podríamos sobrevivir sin ayuda. La ayuda plantea, como toda función de cualquier estructura, un problema de
oportunidad, que es la esencia del Protector. Una ayuda real y valiosa es la que llega justo a tiempo,
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adelantándose a la pérdida. Este proceso parte del diagnóstico efectuado por el Rector y llega a la evaluación
del Protector quien detecta lo posible. De otra manera, la ayuda llega demasiado pronto, produciendo un
sobresalto en el beneficiario, que no detectó la amenaza de pérdida, o demasiado tarde, cuando, por falta de
solidaridad, se permitió que el estropicio se produjese y se busca ser reconocido por la victima, devaluando,
además, su autoaprecio.
Un Protector sano sabe dar y pedir ayuda en la misma medida. Se nos educa para dar, no para pedir.
Con lo cual somos soberbios.
- El Protector acepta: Cuando nos proponen una cita y la aceptamos, ponemos en marcha nuestro
Protector para ello. No hay aceptación posible sin Protector. Ahora bien, lo importante aquí es el buen
funcionamiento del Protector: si está inflacionado vamos a ser mártires y aceptar lo inaceptable, dejando que
los demás abusen de nosotros. Si está deflacionado vamos a ser suspicaces y negarnos a aceptar
compromisos éticos y aceptables. La falta de colaboración será entonces nuestro sino.
Para que la sociedad funcione necesitamos aceptar lo aceptable, si no el mundo se paraliza.
Por ejemplo, nosotros, en nuestra tarea consultora, tras el diagnóstico (Rector) que detecta lo que
no funciona, hacemos una evaluación de puntos fuertes sobre los cuales apoyar el programa de acción.
Presentamos el Plan de Acción al Comité Directivo. Tras el análisis pertinente por parte de los directores
(tarea del Sintetizador), viene la fase de descarte de otras opciones menos acertadas (tarea del Vitalizador) y
que da lugar a la fase de mejora de las propuestas, si ha lugar (tarea del Transformador). Entonces llega la
fase de aceptación. Si no se acepta lo necesario y lo aceptable, si no se califica de “bueno” para que la
aceptación se produzca, se paralizará todo el proceso y nuestro trabajo se detendrá. Si la no aceptación tiene
su razón en que el plan no es bueno, el Protector colectivo funcionará bien. Si la aceptación viene de la
conclusión de que “es el mejor”, tarea del Transformador, y si el Protector colectivo tiene los permisos para
triunfar, entonces arrancará el Programa de actualización de buena parte del potencial de la empresa o de la
organización. Y este ejemplo es válido para cualquier proceso de aceptación, ya sea de una negociación, de
una invitación o de cualquier propuesta que requiera un “sí” como respuesta.
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EL ESPLENDOR DE LO HUMANO
- El Protector cumple: Contrariamente a lo que se podría pensar en un primer momento, el
cumplimiento no es tarea del Rector, que se debe contentar con rechazar lo amenazante y legislar sobre lo
descartable. El cumplimiento implica voluntad de hacer. No de no hacer. Se nutre de la ética y rectitud del
Rector, pero requiere motivación y entrega para ser cumplido cabalmente. Si no todo queda en buenos
propósitos.
En nuestro ejemplo anterior, tras la aceptación del Plan de Acción se toma la decisión de cumplirlo,
asignando responsables y fechas para cada paso requerido. Tras esa decisión, llega el cumplimiento. La
organización arranca entonces en una nueva vía. El tránsito entre el Protector que cumple hacia el Orientador
que anima va a ser decisivo para ser pioneros y exitosos. Porque así funcionamos, tenemos resultados que
asombran al entorno.
Y cuando analizamos la cadena al revés y partimos de los resultados que rompen techos y dejan
pasmado al entorno, llegamos siempre, ya se analice un hecho histórico, un éxito de márketing o las victorias
de Napoleón, al momento decisivo del cumplimiento, decidido e indesmallable, para justificar el resultado.
Este análisis es válido para cualquier ejemplo, desde la decisión de ponerse a dieta o de ir a un
gimnasio, hasta el cumplimiento de las decisiones de la Declaración de independencia de USA. Elegir y decidir
son tareas del Transformador, como ya veremos. Cumplir es tarea del Protector.
Las personas que tienen un Protector deflacionado prometen o deciden y luego no cumplen,
engañando y estafando a los demás. Y eso no se debe, como tópicamente podríamos creer, a una falta de
voluntad (función del Transformador) sino a un incumplimiento, función del Protector.
- El Protector protege: El Protector tiene también como tarea, y esa función le dio el nombre a la
estructura, la de proteger todo lo valioso, tanto interna como externamente.
Cuando el Protector funciona correctamente, nos sabemos cuidar, proteger y sabemos hacerlo con
otras personas.
Siguiendo con el mismo ejemplo anterior, y ese ejemplo es válido para todos los procesos, cuando se
empieza a cumplir el Plan de Acción, se debe explicar (tarea del Sintetizador) y motivar (tarea, ya vista, del
Protector) al personal que va a participar en, o que va a ser destinatario del programa. Así y todo, es
inevitable que surjan rechazos, envidias, intereses creados que intenten detener la marcha de lo novedoso. Y
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cuanto más novedosa y creadora sea una acción, más recelos y rechazos va a suscitar. Es aquí donde
interviene la obligación de protección por parte de los que detentan el poder. La protección a los que están en
estado de necesidad es una obligación inaplazable para que la justicia (tarea del Vitalizador) se cumpla. Que
nos refiramos a la protección de niños, de enfermos, de pobres, de necesitados, de ancianos etc., el Protector
va a intervenir para facilitar el fluir de la vida. Desde la adopción o el apadrinamiento de un niño, pasando por
la ayuda humanitaria, y hasta la protección de cualquier persona que desempeña una causa pionera, la
protección surge de la solidaridad, función del Protector.
- El Protector se entrega: La función última y trascendente del Protector culmina, más allá del
cumplimiento y de la protección, en la entrega. La entrega depende en gran medida de la motivación, también
función del Protector, y trasciende a ésta. La entrega marca el máximo escalafón en el funcionamiento del
Protector. Hoy estamos inmersos en una era histórica que promueve, más allá del compromiso y de la
solidaridad, la entrega no sólo a las causas justas que nos rodean, sino a toda la humanidad. Y no sólo a la
humanidad sino a todo lo valioso, ya sea esto el planeta, las plantas, los animales o los proyectos de las
ONGs. Y también, naturalmente, a nuestro entorno más cercano, como hijos, familia, amigos y compañeros. En
lo que no hace hincapié nuestro momento histórico actual, es en la base y fundamento de la entrega, a
nosotros mismos en todo lo que tengamos de valioso, a nuestros ideales, a nuestra salud integral, a nuestras
emociones auténticas y a todo lo válido que surge del Transformador. El mandato colectivo hoy es “ama a tu
prójimo más que a ti mismo”, en vez de ser “ama a tu prójimo como a ti mismo”. Se obvia lo más difícil,
imposibilitando lo más fácil. Y lo más difícil es apreciarse, estimarse, entregarse a todo lo valioso que cada uno
de nosotros encierra, a nuestra estructura de personalidad, por ejemplo.
Si no aprendemos, y el proceso es largo, a evaluar, alentar, proteger lo valioso en nosotros, ¿cómo
hacerlo hacia afuera? En esa vía que nos marcan hoy, como inútil compensación de la anterior, que promovía
la jungla despiadada e insolidaria, nos podemos convertir en salvadores de causas injustas y perdidas, pero
jamás en constructores de un mundo más humano. Y lo que nos hace humanos es el Protector. Si no sabemos
valorarlo y desarrollarlo adentro, mal lo podemos usar hacia afuera. Esto parece obvio, pero pocos lo ven hoy.
Más adelante veremos por qué esta situación está tan extendida.
En todo caso, es la capacidad de entrega sostenida la que evidencia que tenemos un tesoro
valiosísimo: nuestra alma. El Protector rige el alma, como quedará claro más adelante, en este mismo capítulo.
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EL ESPLENDOR DE LO HUMANO
Tras mostrar las funciones del Protector, nos vamos a adentrar en una dimensión más importante
aún, que nos va a permitir entender el por qué de su existencia en todos nosotros. El Protector, ya lo hemos
señalado, rige el cuándo de las cosas. No por ello rige el tiempo, tarea del Sintetizador, sino el espacio. El
Protector rige el momento. El tiempo se podría representar como una línea continua circular y el espacio como
líneas verticales que cortan ese tiempo; y esto es difícil de explicar por lo novedoso del descubrimiento MAT.
Pongamos ejemplos de nuestras uniones y compromisos ( funciones del Protector) en el tiempo:
Cuando nos referimos a un ex cónyuge al que hemos amado entrañablemente en el allá y el entonces,
podemos decir que en aquel momento, que ha podido durar veinte años, hemos estado unidos y
comprometidos con él y que hoy tenemos una nueva pareja con quien hemos trazado otros lazos. Podríamos
afirmar que cuando decidimos casarnos estábamos convencidos de que esa unión duraría toda la vida y
resolvimos compartir un espacio común formando un hogar. Hoy en día ya no nos sentimos comprometidos ni
unidos, salvo, tal vez, en aspectos que todavía nos asocian, como podría ser la protección de los hijos. Eso
fue un momento.
Cuando pensamos en el colegio, en el tiempo en que éramos niños, teníamos maestros y compañeros
que eran sumamente importantes para nosotros en aquel tiempo. Hoy los hemos casi olvidado. Lo mismo
podríamos decir de socios, compañeros de trabajo o amigos y, a veces, de familiares muertos o distanciados.
Ya no nos sentimos unidos ni comprometidos con ellos. Ya no nos podemos entregar a ellos porque la
entrega requiere algo vivo y real que recibe y responde a esa entrega.
Lo mismo pasa con nuestro cuerpo: cuando nos bañamos y sacamos, frotándonos con espuma, piel
muerta, nos sentimos unidos a nuestra piel actual, no a la muerta que dejamos, gustosos, en el desagüe. Otro
ejemplo entre millones: cuando nuestra médula espinal fabrica glóbulos rojos, las funciones están unidas
mientras dura el proceso de fabricación y el de entrega de esos glóbulos al sistema circulatorio sanguíneo.
Cuando los glóbulos pasan al sistema sanguíneo, ya no hay relación entre los glóbulos y su creadora; cada
cual vive su vida.
Estos simples ejemplos nos ayudarán a plantear problemas filosóficos e incluso metafísicos y
resolverlos con asertividad:
Por ejemplo, el problema del apego y de las relaciones con nuestra familia de origen: cuando un
Protector funciona bien, evalúa el momento, su intensidad y su duración y adapta las uniones, compromisos y
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PRECIADA AZANCOT
entregas al aquí y el ahora, sin hacer irrumpir apegos del pasado en el momento presente, confundiéndolos y
extraviándolos. Un hijo que crece, y no digamos que se independiza o que se casa y forma otra familia, es
soltado por un Protector que funciona bien. Si, por el contrario, se queda anclado en el tiempo pasado y exige
apegos, dependencias y entregas que ya no son oportunas, nos convertiremos en padres invasores, abusivos,
que no saben soltar. Someteremos a nuestros hijos a culpas y a compromisos que les van a impedir disfrutar
de un Protector sano que escoge el momento de su unión y entrega a su nueva familia. Este simple ejemplo
podría multiplicarse infinitamente en casos de emigración a nuevos países ( que exige apego y unión al país
de acogida), en caso de amigos que van haciendo su nueva vida y se van distanciando de nosotros, en caso
de valores patrióticos o políticos que ya no están sustentados en la nueva realidad, en caso de apegos y
creencias religiosas divorciadas de las oportunidades presentes.
Si ese mal funcionamiento se produce, su consecuencia será la de incidir en el buen funcionamiento
del Protector, que ya no va a poder realizar su propósito: el de evaluar oportunidades y realidades que
ameritan nuevas uniones y compromisos. Ese Protector se convertirá en reaccionario y negador de lo que
realmente, en cada momento, merece ser apreciado, protegido, cuidado. Diremos que el Protector está
hipotecado.
Hemos hablado ya de los mensajes parentales que son fundamentales para el buen funcionamiento
del Protector. Si el mensaje es “amarás a tu mamá más que a ninguna mujer en este mundo”, para no
mencionar otro mensaje peor ( “amarás a tu mamá más que a ningún ser “, que ya interfiere en el apego en
esta tierra y en el mismo cielo), si es dado a una hija, interferirá en su propio autoaprecio como mujer y como
madre y ésta se sentirá dividida e inadecuada siempre, haga lo que haga, aunque elija ponerse al revés y
seguir, como mujer, como madre, y en definitiva en todos sus roles, el modelo materno. Estará dividida por
sentimientos de inadecuación, de culpa, de traición a un ídolo cada vez que elija ser ella misma. Y si es el hijo
varón quien lo recibe, ya estará preparado para el divorcio y la separación con cada pareja a la que elija,
aunque escoja a alguien parecido a la madre, cada vez que la esposa o novia sea diferente y sea ella misma.
Es aterrador el observar la cantidad de desgracias y de sufrimientos que tienen su origen en el
disfuncionamiento del Protector.
Nosotros, en nuestra labor de consultores organizacionales, observamos la cantidad de
oportunidades, nuevas alianzas, actualización de la política de personal, del sentido de pertenencia a la
organización, que se ven imposibilitados por esa disfunción del Protector. Pondremos tan sólo un ejemplo:
algo tan vital y permanente como la elección de un nuevo mercado o de un nuevo producto. Si en el Protector
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colectivo existe un conflicto de lealtades y un sentimiento de traición a un mercado o producto actual o
pasado, este nuevo proyecto saldrá, si es que sale, con el estigma de Caín, y, en vez de fe y optimismo, habrá
culpa y torpeza en su promoción. Y, para actualizar el Protector y liberarlo de falsas hipotecas, deberemos
hacer un trabajo de analistas psicológicos a fin de borrar antiguos mandatos y reemplazarlos por potentes
Permisos. Y, más que eso, nosotros, como se verá en el siguiente capítulo, trabajamos sobre emociones falsas
que alimentan y traban el funcionamiento de la estructura, en el presente caso, falso miedo (a ser sí mismo, a
ser libre, a tener un Protector) en vez de amor auténtico. Nosotros hacemos saltar las falsas hipotecas en
cualquiera de las estructuras. De este modo el ser humano y social puede cumplir con lo que su estructura lo
prepara para ser.
- El Protector se manifiesta mediante anhelos. Y esos anhelos evidencian la clase de mandatos y de
mensajes que están grabados en el Protector. Al igual que el Rector, un Protector sano tendrá un mínimo de
mensajes grabados. Cuando esos mensajes son negativos, los anhelos se convierten en pulsiones adictivas y
autodestructivas. El psicoanálisis descubrió para el mundo, en el siglo pasado, el poder destructivo de las
pulsiones como la pulsión de muerte, la pulsión de la libido, sin mencionar la pulsión de poder que destroza el
mundo y que no ha sido suficientemente analizada.
El anhelo de armonía, de claridad, de justicia, de ser y de expresarse, de entregarse, de elevarse
trascendiendo, de centrarse, son, en un Protector sano, los únicos anhelos que favorecen la vida. Todos los
demás anhelos son supletivos, falsos, monstruosos, y traban la libre expresión de lo humano. Estos últimos
anhelos son sólo pulsiones y obedecen, todos, como veremos en el próximo capítulo, a emociones falsas
desviadas y aprendidas, que se pueden desaprender.
El nombre Protector, que le pusimos a esta estructura, nos indica su primigenia función: la de
proteger todo lo que favorezca la vida y la ayude a expandirse. Todo lo que trabe la vida, la reifique, la anule,
la comprometa, indicará un Protector enfermo y que funciona mal. La tarea del Protector es la de proteger la
vida en toda la estructura humana y animal, y vegetal y de todos los elementos que favorezcan la vida.
Por ejemplo, cuando parimos un bebé y nos lo entregan, lo abrazamos, lo vestimos, lo amamantamos
y nos extasiamos sobre lo que el bebé tiene de diferente primero, y de similar, después, con respecto a
nosotros. Cuidamos de que se exprese como es, único y diferente, y por esas diferencias lo amamos.
Aprendemos de él y así podemos comunicar con él y trazar lazos únicos con la criatura nuevecita. Bruno
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Betheleim, en “La fortaleza vacía” explica muy bien lo que hace una madre buena, la que favorece la vida, y lo
que hace una madre mala, la narcisista, que convierte a su bebé en un niño autista, en los primeros dos o tres
meses de vida. Otros estudiosos han descrito cómo la esquizofrenia se origina cuando aún somos un bebé en
los primeros meses de vida, dando el ejemplo de la simple manera de sostenerlo en brazos de modo que el
bebé no tema ser soltado y estrellado.
En el diagrama de la página 131, dibujamos la estructura del Protector, arriba a la izquierda en los
dos dibujos de la estructura desplegada y de la estructura integrada.
Cuando el Protector funciona bien, la persona es cálida, amorosa, solidaria, fraternal, bondadosa,
accesible, cordial, alentadora, buena anfitriona y generosa. Y su inteligencia es conceptual porque es capaz de
abarcar toda la categoría de lo analizado, condensarla y transformarla en concepto que entrega al mundo.
Desde el simple hecho de ponerse un abrigo cuando hace frío, hasta el complejo ritual del
acercamiento a la pareja para el cortejo entre enamorados, todo ello evidencia el funcionamiento de un
Protector sano.
Un Protector enfermo se plasmará en desconfianza, narcisismo, timidez, necrofilia, rechazo del
prójimo y el hábito de usar a las personas en vez de apreciarlas.
Como ya vimos, las pulsiones evidenciarán la existencia de un Protector enfermo, la de violar, la de
matar, la de drogarse, la de correr en los coches y otros vehículos, la de regir la vida de los demás, la de
abocarse al juego, la de descuidar la salud propia o ajena, la de competir, la falta de higiene y el desaliño y,
de manera general, todo lo que desproteja la vida.
El evaluar el cuándo de las cosas agradables y amables en el aquí y el ahora, sin quedarse anclado
en apegos y compromisos del allá y el entonces, diferenciará un Protector que funciona bien de un Protector
que funciona mal y que trabará las uniones, compromisos y entregas deseables.
Tomemos el ejemplo, para ilustrarlo, de la muerte de un ser muy querido, a quien, hasta ahora, nos
habíamos entregado. Un Protector que funciona bien necesitará seguir evaluando el momento de la unión, del
cuidado, de la entrega. Y la persona amada ya no está. La sensación de vacío, de perdida, remplazará la
presencia que posibilitaba el funcionamiento del Protector. Y hay otras personas con quien estamos
comprometidos que están vivas y necesitarán de nuestra dedicación a ellos. Un Protector en buen estado se
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irá despegando en un tiempo directamente proporcional al del afecto real que sentía por la persona añorada y
preparará su corazón para compartirlo con los que están vivos y presentes, ya sean éstos seres que ya
conoce o por conocer.
Si el Protector funciona mal, quedará hipotecado y dejará de dar a los vivos lo que antes, en otro
momento, daba al muerto. Vivirá en un momento pasado imposible de reproducir. ¿Cuántos hijos se terminan
sintiendo culpables de la muerte de un hermano porque el corazón de un padre o de una madre quedó
hipotecado y no redistribuyó el compromiso y la entrega con ellos, que aún siguen vivos? ¿Y cuántos viudos y
viudas inconsolables siguen viviendo como si los difuntos estuvieran vivos y les exigieran exclusividad?
En todo caso, como cualquier otra estructura, el Protector puede fallar por exceso o por defecto.
Por exceso se tornará paternalista y salvador. Esto es, por ejemplo, el caso de los tiempos actuales:
amar al prójimo más que a sí mismo es el mandato actual. Y esto se manifiesta en la tendencia que todos
podemos observar, y que se agravará en los próximos 17 años, de jugársela por el débil aunque él mismo sea
la causa de su debilidad, y oponerse, denunciar y culpabilizar al fuerte aunque haya ganado su fortaleza por
méritos propios. Se trata aquí de propiciar, no una redistribución más justa de la bonanza, sino de repartir lo
que hay entre todos, para que cada rico sea más pobre y no sufra de complejos de culpa. No se asesora, ni
se guía, ni se protege al desamparado, se le da una limosna sin percatarse de que esa limosna atenta contra
su dignidad y rebaja su autoaprecio porque no se están instrumentando el desarrollo y la transformación del
más desamparado. Y mientras unos muchos hacen esto, los mismos pocos de siempre siguen expoliando al
débil que, así, se siente arrinconado y fracasado. La otra cara de la medalla de la inflación del Protector es
que, además de paternalista, se torna salvador. Y un salvador es aquél que fantasea que nació con más
Protector que los demás seres humanos y que va a alzarse por encima de la naturaleza humana para
redistribuir entre lo que fue mal creado, dando de su Protector a todos, que, sin él, correrían a su perdición.
Así, partiendo de esa hipótesis inflada, aplasta el orgullo del objeto de su atención.
Por defecto, el Protector deflacionado se vuelve cínico, avasallador y expoliador. Para ilustrar este
estado con un ejemplo sólo tenemos que recordar la genración histórica anterior a esta. El mundo era una
jungla despiadada donde siempre ganaba el más astuto y que menos escrúpulos tenía.
El Protector que funciona bien no cae en esos dos extremos patológicos y se ocupa primero de
introducir un Rector ético y justo que legisle adecuadamente y un Protector entregado a remplazar las causas
del mal del subdesarrollo, de la miseria y del desamparo por empatía. Y lo hace sobre la base del respeto de
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la dignidad de las dos partes, no hinchando el orgullo del que da sobre el de quien recibe, como es el caso
actualmente.
La maravilla del Protector es que evalúa el cuándo de las cosas. Un mismo apego, con una persona
viva y presente, cuando el Protector está sano, varía de un momento a otro, en función de lo que hay de
bueno y de amable en la persona amada. Una entrega, para ser veraz, no es incondicional ni eterna, es
evaluada y actualizada momento a momento. Por eso, cuando cambiamos nosotros y cuando cambian las
demás personas (y no es posible estar vivo sin cambiar) nuestras alianzas cambian, aunque sea para
fortalecerse si el objeto amado lo amerita. Por todo ello, en definitiva, un Protector sano es biófilo, es decir
amante de lo vivo, y un Protector defectuoso es necrófilo, es decir amante de lo muerto. Les remitimos sobre
este tema a la maravillosa obra de Eric Fromm, “El corazón del hombre”. Y también les informaremos de que,
según nuestras investigaciones hospitalarias, esta enfermedad del alma produce cardiopatías de todo tipo.
Según esas mismas investigaciones nuestras, el Protector rige, en el cuerpo humano, al menos los ojos, el
corazón, el sistema circulatorio y la hipófisis, condicionando el estado de salud de dichos órganos y sistema.
En el plano trascendente, el Protector rige el alma. El alma no es algo etéreo e inmaterial,
descubierto por especulación religiosa y que nos vuelve inmortales. Nuestras seis estructuras son inmortales
si a eso vamos. El alma es una materia que constituye la esencia misma del Protector y que cada cual puede
reconocer en sí mismo al verla actuar dentro de sí o desde el otro. El alma es, en la definición MAT, el anhelo
de la entrega que se puede observar en un recién nacido que se abandona extasiado en los brazos de
cualquiera que lo sujete con un Protector sano. Ese anhelo de la entrega, cuando evalúa una causa digna a la
cual entregarse, se convierte en una maravillosa fuerza oceánica que sale del corazón y recubre al objeto de
la entrega, fusionándose con él. Por ello, el alma lleva a la fusión en un momento que anhela eterno. Es
porque todos los seres que tienen un Protector, y todos lo tienen, que tienen alma, y es por lo que se pudo
descubrir el aspecto trascendente y religioso del alma, y no al revés.
¿En qué campos se manifiesta el Protector?
El Protector, como cualquiera de las estructuras humanas, se manifiesta en el campo de las seis
estructuras de nuestra personalidad:
En su propio campo a través, por ejemplo, de pactos y alianzas. Cualquier pacto o alianza establecido
con un Protector sano vela por que cada parte de los mismos salga ganando, y, si es posible, triunfando. Aquí
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habría que meditar sobre la mayoría de los pactos y alianzas que hacen ganar al fuerte o poderoso sobre el
más débil. Pero este tema no es materia del Protector sino del Vitalizador, como ya veremos.
En el campo intelectual, en materia, por ejemplo de ayuda, solidaridad y repartición. En efecto,
cuando existe un problema, y el Sintetizador que rige el intelecto es la única estructura que tiene como función
el poner la inteligencia en obra, se trata, no sólo de resolver el problema de manera puntual, sino de ayudar a
los demás ofreciendo soluciones propias que se puedan extender a otro. En eso consiste la ayuda. Por
ejemplo, la ayuda humanitaria, parte del Sintetizador que detecta un problema y su posible solución, y recurre
al Protector que evalúa la oportunidad de colaborar.
Nosotros, en nuestro trabajo de consultores, hacemos por ejemplo, como tarea del Sintetizador
colectivo, la gestión del conocimiento. Se recolecta todo el conocimiento útil de cada integrante de la
organización y se diseña un sistema para que todos compartan los conocimientos aportados por cada cual.
Y, también, como parte del trabajo del Sintetizador colectivo, organizamos la comunicación, la
negociación y la venta, cuyas materias tratan de la irrupción del Protector en el Sintetizador. Daremos como
simple ejemplo el de la comunicación: ésta trata de la detección o de la anticipación de un problema, de
encontrar cómo solucionarlo, y de saber qué decir, todo ello tarea del Sintetizador. El querer decirlo a otra
persona es ya tarea del Protector, así como regalarle sus palabras para causar el mayor bien posible.
En el campo vital, todo lo que se refiere al cuidado del cuerpo propio o de los demás es tarea del
Protector en materia del Vitalizador. Asimismo, en materia de administración de justicia, la gracia, otorgada
por quien legalmente está habilitado para ello, a un condenado, es tarea del Protector en el campo del
Vitalizador.
Nosotros, como consultores, diseñamos la cultura así como el liderazgo personalizado. Cuando
instrumentamos el documento de cultura, siempre escrita, en la división de recursos humanos (RRHH) y
diseñamos la política de ayuda al personal, estamos haciendo intervenir al Protector colectivo en materia del
Vitalizador. Y en materia de liderazgo, cuando diseñamos el cómo se debe regir cada directivo para garantizar
el orden, la conservación y la justicia del ente colectivo, hacemos coaching (es decir, entrenamiento y ayuda) a
los directivos para que puedan convertirse en buenos dirigentes y crear sentido de pertenencia en los demás.
En el campo de la creación, del crecimiento y de la innovación, todo ello tarea del Transformador,
tomemos por ejemplo la metafísica, que trata de la relación interna y externa del ser humano con lo sagrado
estableciendo pactos con la divinidad.
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Nosotros, en consultoría, somos especialistas en saber cómo evaluar y alentar las posibilidades de
creación de lo totalmente innovador en los integrantes de la organización.
En el campo Espiritual, tarea del Orientador, el Protector es la base y fundamento del funcionamiento
de esa estructura. Tomemos como ejemplo, en materia religiosa, la justa creencia en que el alma es el
fundamento del espíritu (campo del Orientador) y que, al rezar o morir es el espíritu el que arrastra al alma.
Nosotros, en nuestra labor consultora, somos expertos en planificación estratégica (tarea del
Orientador) y en elaboración de escenarios a largo plazo. Cuando nos pronunciamos sobre el futuro, lo
describimos de manera que todos puedan visualizarlo y evaluar las oportunidades abiertas para la
organización, siendo estas dos últimas acciones tarea del Protector.
Y, como ya vimos, nos queda sólo recordar que en el campo espiritual, es decir trascendente, el
Protector rige el alma.
Sus manifestaciones en el campo del arte y de la religión:
En arquitectura: El estilo románico es el mejor ejemplo de la presencia privilegiada del Protector en el
campo de la arquitectura. Esas formas suaves y redondeadas, a la vez estilizadas, regias y rotundas, en las
cuales el hombre encuentra un eco de su espacio interior íntimo que le presenta a la divinidad cercana,
humana, dialogante, donde puede coexistir con ella sin miedo, ni juicios, ni pruebas, ni amenazas, ofrecen una
visión del universo donde la semejanza, la cercanía, la intimidad en suma, se hacen accesibles.
En literatura: Tomaremos dos ejemplos para ilustrar la presencia dominante del Protector en el
campo de las letras: las obras de Dostoievski y de Dante. El primero ilustra un Protector inflacionado, salvador
y culpabilizado; allí el hombre se encuentra desarmado frente a su incomprensión del mal que hipoteca toda
su estructura de personalidad, haciéndole cargar como una cruz con todo el peso del pecado original. Así se
transforma en un falso redentor, siempre en deuda con los más cínicos, confundido y reiterativo en la
compulsión del bien que confunde piedad con amor, en un universo donde no hay salida y sí arrinconamiento
para el que se empeña, una y otra vez, en hacerse pisotear el corazón por verdugos causantes de los males y
que no tienen interés alguno en liberar a sus víctimas asumiendo, sencillamente, la verdad.
El segundo, Dante, evidencia la existencia de un Protector en buen estado que recibe su energía de
un Transformador deslumbrado por la potencia de lo creador, de lo crecedor, y que se entrega sin
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EL ESPLENDOR DE LO HUMANO
restricciones y con indesmayable valor a lo que en verdad merece ser amado: a Dios, a la pareja cuando ésta
es el alma gemela, a la poesía eterna y universal, a todo lo autentico y lo alto en suma. De eso trata “La divina
comedia”.
En música: La expresión musical del Protector se encuentra, en su mayor pureza, en Chopin y en
Wagner. Basta escuchar la “Serenata”, por quedarse en un mero ejemplo de la obra de un compositor que
dedicó su genio a la plasmación en sonidos de lo que es la unión real. En cuanto a Wagner, se puede
asegurar que fue, entre todos los compositores clásicos, el que mejor supo expresar la cúspide del
funcionamiento del Protector: la entrega absoluta al alma gemela, aquí y para toda la eternidad. Pensemos
sobre todo en “Tristán e Isolda” y en “El holandés errante”.
En música popular, el bolero es la mayor modalidad de expresión del Protector en sonidos.
En pintura: El Protector se expresa máximamente en formas y colores en las obras de dos grandes
pintores: El Greco y Chagall. El primero insiste más sobre la entrega a Dios a través de la iluminación mística,
aun cuando pinta retratos de personajes que no tienen nada de divino. En cuanto a Chagall, el Protector
encuentra su máximo colorido para pintar las raíces del ser y su entrega, en cada momento, al ser amado.
En religión: La expresión más pura del Protector, en lo referente a la religión, la encontramos en las
palabras de Jesús en su “Sermón de la montaña”. El Protector, como ya vimos, se expresa en lo verbal en
lenguaje conceptual y, también, por parábolas.
La unión del Rector y del Protector conforma el gran triángulo del SOCIALIZADOR que tiene como
función la de socializarnos, pues, sin él estaríamos inermes ante la presencia de otro ser humano.
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III. EL VITALIZADOR:
El Vitalizador, representado en el diagrama de la estructura de personalidad como un trapecio, abajo
y a la derecha, página 131, incluido en el gran triangulo del CONECTADOR, tiene como principal cometido el de
percibir con justeza la realidad en el aquí y el ahora. Con ello, detecta el cómo de las cosas. Su función es la
justicia y su vocación trascendente es la corporalidad.
Lo primero que hay que saber sobre el Vitalizador es que nos permite estar y parecer vivos. Es, como
su nombre indica, la estructura que permite vitalizarnos, es decir, tener energía para reaccionar a los
estímulos externos –los que nos llegan del universo y de todo lo vivo y existente- e internos –los que nos
surgen de adentro- como son las sensaciones y las emociones. Es la estructura que nos hace sensibles a la
modalidad o manera de nuestra percepción del entorno y de nosotros mismos. Somos lo que somos en
función de cómo reaccionamos a lo ajeno y a lo propio, gracias a nuestro Vitalizador.
El Vitalizador percibe, siente y reacciona como algo vivo y en absoluta conexión con la vida. Es lo que
nos hace estar vivos y estar en la vida.
¿Qué hace el Vitalizador?
El Vitalizador percibe: y lo hace a través de sensaciones y de emociones. Con ello permite que la
manera de percibirse y de percibir sea la misma para todos. En un Vitalizador sano los sentidos están intactos
y se percibe lo mismo que cualquier Vitalizador con sentidos sanos. Y aquí surge el primer problema: el de
que los sentidos y las emociones estén sanos, y aunque no lo estén, el Vitalizador tiene, como ya veremos, la
facultad de sanearlos.
En efecto, los sentidos del ser humano están hechos con intensidades similares si el Vitalizador está
en buen estado. Con lo cual podemos percibir y percibirnos de manera similar cualquiera sea nuestra raza,
credo o color. La calidad e intensidad de percepción de los estímulos que pueden captar nuestros sentidos
varía según la especie a la que pertenecemos. Por ejemplo, un perro percibe perfectamente los ultrasonidos
mientras que un oído humano no lo hace. Un ojo humano percibe millones de distinciones cromáticas mientras
que la mayoría de los animales no poseen el mismo grado de refinamiento. También es verdad que el águila
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EL ESPLENDOR DE LO HUMANO
ve a gran distancia, lo cual es imposible a un humano. Nuestros sentidos nos permiten entonces captar tan
sólo parte de la realidad total del universo en el cual estamos. Pero todos los seres humanos sanos perciben
la realidad sensible de un modo similar. Esta percepción, contrariamente al tópico tan extendido, no es
subjetiva y relativa a cada individuo. Es objetiva y común. Lo único que varía es el estado de salud de los
relativos sentidos.
Si entramos en una sala de reuniones vamos a percibir la realidad de una manera similar: veremos
que la forma es rectangular, que las paredes están pintadas de color naranja oscuro, que hay tres cuadros en
las paredes, que éstos son, uno dominantemente verde, otro marrón y otro gris, que hay una mesa de
madera en el centro y que ésta es estrecha y larga, que están colocados diez sillones blancos a su alrededor,
que están presentes y sentadas dos personas, un hombre y una mujer, el primero alto y rubio, con gafas de
concha y la segunda morena y redondita. Oleremos el perfume de la mujer y también el del cuero de los
sillones etc.
En realidad, si hacemos un ejercicio cerrando los ojos y describiendo la habitación, constataremos
que cada uno de nosotros percibió la sala de diferente manera. Uno se habrá fijado en muchos detalles,
mientras que otro tendrá tan sólo una impresión general. Esto se debe, no a que el Vitalizador de cada cual
perciba cosas diferentes, sino a que la estructura de nuestra personalidad nos entrena para percibir y
privilegiar sólo parte de la realidad. Así, habrá personas más olfativas, otras más auditivas, otras visuales.
Pero si volvemos a hacer el ejercicio con un monitor que nos conduzca para percibir la totalidad de la
realidad, terminaremos, si nuestros sentidos funcionan, percibiendo lo mismo. Por eso, con entrenamiento, o
sencillamente porque hemos evolucionado o involucionado, nuestra percepción de la realidad va a
enriquecerse o empobrecerse. Cuando se enriquece, no quiere decir que incorporamos un nuevo sentido que
antes no teníamos. Quiere decir que estamos utilizando lo que innatamente ya teníamos. Y, cuando se
empobrece, significa que dejamos en parte de usar una antena hacia el mundo que nos es propia.
La sensibilidad de nuestros sentidos, cuando nos referimos a su más alto grado de captación,
depende del entrenamiento especial al cual los sometamos, también tarea del Vitalizador.
En cuanto a las emociones, ya sean ajenas o propias, existe también el tópico de que nadie siente
como otro. Y eso, también es falso. De manera prenatal, en estado fetal, nuestras emociones, al igual que
nuestros sentidos, están hechos para percibir y percibirse de igual manera y grado. Es el entrenamiento al
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cual sometemos éstos después de nacer lo que va a introducir diferencias en nuestras percepciones.
Dedicaremos todo un capítulo, el segundo, a las emociones, y otro a las sensaciones.
- El Vitalizador siente: Por ser esta estructura la que nos permite sentir y manifestar que estamos vivos,
el sentir es función de esta estructura. Sensaciones, sentimientos, que se traducen en dolores o en bienestar
son la manifestación de la vida y de lo vivo en nosotros.
Una vez más, es el estado de funcionamiento del Vitalizador lo que va a determinar la sensibilidad e
intensidad de la captación de la realidad. Cuando el Vitalizador está sano, todos sentimos y padecemos por
igual ante cualquier estímulo.
Por ejemplo, al contacto con un olor, pongamos con un buen perfume, la diferencia entre una
persona que no tolere una cercanía excesiva y otra que, aun pegando la nariz al cuerpo perfumado, apenas
reaccione, está en lo sano o no y entrenado o no del Vitalizador. La diferencia de la intensidad de la
percepción estará en el grado de energetización de la estructura, la cual condicionará la sensibilidad de
percepción del sentido o de la emoción.
Otro ejemplo: ante un examinador que nos grita, alza las cejas y desaprueba lo que decimos
meneando la cabeza, un Vitalizador sano captará la realidad y simplemente constatará que el examinador
parece enfadado y sentirá rabia igualmente por la injusticia de ese comportamiento. Otro Vitalizador, que se
haya quedado congelado en una experiencia infantil con un padre abusador, narcisista, perfeccionista y
desvalorizador, sentirá emociones negativas de inadecuación, culpa y miedo. Si este segundo examinado
aprende, en una terapia, a sentir sus emociones auténticas y percibir la realidad tal y como es, sin traer al
aquí y al ahora experiencias y sentimientos del pasado, reaccionará como el primer examinado. Sanamente.
- El Vitalizador reparte: Y, ante todo, reparte las sensaciones y las emociones entre las seis
estructuras de nuestra personalidad, con el objetivo de mantenerlas sanas y sensibles. Los 120.000 casos
que hemos estudiado nos permiten afirmar que el reparto equitativo y sumamente funcional de las emociones
y de los sentidos es el mismo sea cual sea el sujeto analizado. Aunque dedicaremos un extenso capítulo a las
emociones, y parte de otro a los sentidos, podemos indicar que, para mantenerlos en vida, el Vitalizador los
asigna de la manera siguiente:
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Al Rector le asigna el miedo y el tacto.
Al Protector le asigna el amor y la vista.
Al Vitalizador se asigna la rabia y el olfato.
Al Transformador le asigna el orgullo y el gusto.
Al Orientador le asigna la alegría y el sexo (pues en el MAT demostraremos que el sexo es un
sentido).
Al Sintetizador le asigna la tristeza y el oído.
Esto a título de información, no de demostración, lo que será objeto del próximo capítulo.
Al igual que reparte las emociones, que, como veremos, son las diferentes energías especializadas
para permitir el correcto funcionamiento de cada estructura, y los sentidos, que son las antenas que nos
permiten estar en contacto con el entorno, el Vitalizador reparte todo lo que necesita ser repartido, con
ecuanimidad milagrosa.
Cuando hacemos nuestro testamento, estamos usando nuestro Vitalizador para repartir nuestros
bienes entre nuestros herederos. A través de los siglos la función del Vitalizador colectivo mejoró y la ley
obliga a un reparto más justo y equitativo entre los herederos.
El milagro de la vida sólo puede ser percibido si se estudia y se conoce al Vitalizador. Desde la
repartición de órganos en nuestro cuerpo, hasta la repartición de tareas en la propia agenda o entre un
equipo, la repartición es tarea del Vitalizador. Y esa repartición es lo que mejor garantizará el cumplimiento de
su función última: la justicia. Nadie ni nada va a tener más o menos de lo que necesita para vivir; esa es la ley
del Vitalizador.
De más está señalar que, a pesar de tener una estructura tan extraordinaria, los seres humanos
convertimos este mundo en un lugar donde la injusticia es más la regla que la excepción. La causa de ello es
el desconocimiento de la función del Vitalizador, y el resultado es el funcionamiento inadecuado del
Vitalizador, y su consecuencia: la institucionalización de la injusticia.
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Pensemos en el reparto de nuestros órganos en nuestro cuerpo en el caso de dos gemelos. Si uno
tuviera dos hígados y el otro cuatro brazos y dos cabezas ninguno podría desarrollarse ni nacer.
Nosotros, en nuestra labor docente, y este es también el objeto de los dos primeros capítulos de esta
obra, enseñamos que los seres humanos, todos, poseemos una estructura similar, con seis subestructuras,
seis emociones y seis sentidos y que nuestra manera de utilizarlos bien o mal depende de otras razones, que
explicamos, y no de que haya humanos que innatamente posean estructuras, emociones y sentidos, y otros
no. Las transformaciones y curaciones que producimos, son el resultado de esa única causa: todos tenemos lo
mismo al nacer y todos podemos sanear y recuperar y desarrollar y transformar lo innato de la misma manera
si estamos igualmente informados y formados.
- El Vitalizador asigna: Como consecuencia de la función de repartir, el Vitalizador asigna, en cada
tiempo y lugar, lo que toca a cada cual.
Por ejemplo, nosotros, en nuestra tarea de consultoría, asignamos tareas a cada miembro del equipo
para que el Plan de acción se convierta en realidad. Luego, cada uno, con su Protector, acepta y cumple. La
función de justicia del Vitalizador sólo se puede cumplir si la asignación es realista y equitativa.
Por ejemplo, en el siglo pasado, había roles en las parejas y en las familias que exigían que las tareas
relacionadas con ganar dinero y traerlo a casa se asignaban a los varones, y que las de cuidar y limpiar la
casa se asignaban a las mujeres. Esto originaba cantidad de injusticias. Hoy el reparto y la asignación son más
equitativos y tanto hombres como mujeres, en principio, son responsables de ambas cosas. En una familia
sana todos participan de todo y se asignan tareas y funciones de manera rotativa y equitativa. Hay más
justicia.
-El Vitalizador reacciona: Al contacto con un estímulo, el Vitalizador reacciona. Por ejemplo, a nivel
neurológico, el médico verificará la sensibilidad y la salud de nuestro sistema nervioso provocando reacciones
reflejas con cosquilleos y pequeños martillazos de las articulaciones. Si el miembro estimulado reacciona, el
médico deducirá que estamos sanos neurológicamente. Lo mismo pasa con las pupilas al contacto de la luz.
Otro ejemplo: Si recibimos un insulto, y si funcionamos bien, sentiremos rabia y la sangre afluirá a
nuestro rostro. Responderemos a la agresión diciendo: “¡No tolero que me trates así. Te pido que retires esa
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EL ESPLENDOR DE LO HUMANO
ofensa!”. Si, por lo contrario, palidecemos, el corazón nos late frenéticamente y nos callamos, estamos
reaccionando con miedo en vez de rabia, de manera inadecuada y desviada. En este caso, el Vitalizador
estará apagado.
- El Vitalizador denuncia: Nuestro Vitalizador nos permite denunciar toda injusticia, toda mentira, toda
agresión o manipulación. Por ejemplo, cuando el Rector colectivo legisla y crea el código penal, interviene el
Vitalizador colectivo creando la administración de justicia con sus tribunales, jueces y fiscales. Esto permitirá
que si alguien nos estafa podamos recurrir a la justicia denunciando al estafador y esperando que éste sea
castigado.
En el cuarto capítulo de este libro, mostraremos las tipologías de personalidad como prisiones que
encierran nuestro ser real y que nos impiden reaccionar sanamente ante los estímulos del mundo, paralizando
y desviando nuestras emociones, estructuras y sentidos. Veremos también, al final de ese capítulo, cómo
hacer para recuperar la plenitud y desarrollarla, transformándonos en todo lo que tenemos para ser.
- El Vitalizador ataca: Un Vitalizador sano sólo atacará cuando la situación sea de legítima defensa y
cuando las denuncias hayan quedado sin efecto. Por ejemplo, en nuestro cuerpo, la función del Rector es,
como ya vimos, la de defensa del organismo. Frente a la introducción de un microbio, nuestro sistema de
defensa rodeará al intruso y, si esto no basta, lo atacará y devorará con el Vitalizador.
Lo mismo ocurre en nuestro exterior: si un ladrón nos ataca, amenazándonos con un cuchillo para
que le entreguemos la cartera, tocará a nuestro Vitalizador reaccionar, huyendo a toda carrera por ejemplo
(en esta opción, el Rector detecta la amenaza y decide huir y la energía del Vitalizador nos permite correr más
rápido que el ladrón). Si eso no basta, porque el ladrón nos persigue y es tan veloz o más que nosotros,
podremos optar por enfrentarlo, pelear con él y desarmarlo, o más aún, sacar otra arma (un gas paralizante
por ejemplo, para neutralizarlo y entregarlo a la policía). Si decidimos sacar una pistola y atacarlo
disparándole en el corazón, podremos decir que la respuesta no fue proporcional al estímulo, por exceso, y
que nuestro Vitalizador no funciona bien, con ecuanimidad y justicia.
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Otro ejemplo: el Consejo de Seguridad de la ONU, ante reiteradas amenazas en el comportamiento de
un Estado miembro, y tras insistentes amonestaciones (tarea del Rector) o denuncias (tarea del Vitalizador),
puede atacar militarmente al país revoltoso, a través de estados miembros, para restablecer la justicia.
Y también, toda revolución o revuelta en armas es un ataque del Vitalizador que decide que es la
única opción para restablecer la justicia.
Un Vitalizador sano, antes de atacar, consulta previamente al Rector, para diagnosticar la magnitud
de la amenaza, luego recurre al Sintetizador para analizar el problema y detectar opciones, luego denuncia y
amenaza, y por fin ataca si no hay más remedio. Si el ataque viene por delante, sin razón ni aviso,
diagnosticaremos un Vitalizador agresivo, es decir, enfermo.
- El Vitalizador diluye, disuelve: En el proceso de la digestión, nuestro Vitalizador se manifiesta en la
activación de jugos gástricos y de hormonas biliares que disuelven los alimentos y preparan el paso al
Transformador, que los procesará y transformará en sustancias vitales para nuestra salud.
Cuando estamos cansados, por ejemplo, nuestro Vitalizador nos pide un sueño reparador para diluir
la fatiga.
Y cuando estamos tristes, un buen paseo a marcha enérgica puede tener el efecto de volver a
colocarnos en el aquí y el ahora y renovar nuestra energía, diluyendo la tristeza.
Nosotros, en nuestra labor formadora y consultora reconducimos la energía desviada de las falsas
emociones y fortalecemos, entrenándolas, las estructuras, con objeto de diluir, con nuestro Vitalizador y con el
Vitalizador de nuestros clientes, los efectos negativos que producían en el funcionamiento de la personalidad
individual y grupal.
- El Vitalizador erradica: Toda función de borrar, suprimir, extirpar, erradicar depende del Vitalizador.
Si, por ejemplo, tras un análisis ( tarea del Sintetizador) detectamos mentiras y manipulaciones que sustentan
nuestra visión del mundo o nuestra cultura, decidiremos borrarlas, extirparlas y reemplazarlas por verdades
para estar, en primer lugar, más conectados al aquí y el ahora, y, en segundo lugar, más sanos de mente para
afrontar la vida.
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Es imposible crecer ni cambiar sin antes erradicar toda una sarta de mentiras que sustentaban
nuestra manera de vernos a nosotros mismos y de ver el mundo. Por ejemplo, en un Rector enfermo trufado
de creencias rancias y paralizadoras, tras el análisis del Sintetizador que va a examinar la coherencia y validez
de los argumentos almacenados y congelados, intervendrá el Vitalizador para borrar ideas falsas sobre
nosotros mismos y sobre el mundo y extirpar creencias que nos tornaban rígidos y trasnochados. Entonces, y
sólo entonces, podrá intervenir el Transformador para producir un crecimiento.
Cuando tenemos una muela enferma que amenaza propagar la infección a todo el organismo, el
odontólogo procederá a la extracción de la muela. Lo mismo pasa con toda extirpación quirúrgica de tumores
que traban el estado de bienestar.
En el ejemplo que dábamos de mensajes parentales tóxicos que traban nuestro desarrollo, el
terapeuta nos ayudará a borrarlos y a extirparlos antes de reemplazarlos por mensajes nutritivos y
facilitadores de nuestro desarrollo. De no ser así, y si coexistieran ambos mensajes, se producirían “diálogos
internos” enloquecedores que afirmarían como válidos, una cosa y su contrario.
Y nuestro organismo, cada día, elimina materias tóxicas para sanear nuestro organismo; sirva de
mero ejemplo la orina o las materias fecales, sin la eliminación de las cuales moriríamos envenenados,
ineluctablemente.
- El Vitalizador moviliza: Por ser la estructura que nos permite estar vivos, alertas, sanos, el
Vitalizador tiene como tarea la de movilizar todo lo bueno y útil que tenemos, la totalidad de nuestros
recursos.
Existen múltiples casos analizados o simplemente constatados que comprueban que, en una situación
límite, sacamos fuerzas insospechadas de donde ignorábamos poseerlas. Por ejemplo, ser capaz de levantar,
solo y sin ayuda, un coche cuyas ruedas están aplastando a un niño. Esto, para nuestra fuerza física.
En este aspecto, muchos de los que se consideran milagros –por ejemplo un paralítico que, frente a
la invitación de un sanador, se levanta y camina- son en realidad la ilustración de la monumental capacidad del
Vitalizador para movilizar nuestros recursos.
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En lo que atañe a nuestros recursos emocionales, anímicos, intelectuales, creativos y espirituales,
tenemos exactamente el mismo fenómeno que se reproduce y que nos convierte en genios, héroes, santos y
modelos. Todo fenómeno de movilización es función del Vitalizador.
Para hacer un simple movimiento y levantar una ceja, por ejemplo, necesitamos movilizar cientos de
funciones. Nuestros órganos dejarían de funcionar y se produciría la muerte física si se colapsara nuestro
Vitalizador.
- El Vitalizador vitaliza: Para energetizar una función, cualquiera que sea, sólo contamos con nuestro
Vitalizador para lograrlo. Cuando queremos animarnos, sacudirnos la pereza, reaccionar a cualquier estímulo,
deberemos recurrir al Vitalizador para lograr los efectos deseados.
Cuando dejamos de revitalizarnos y de reaccionar, se producen somatizaciones en el cuerpo. Estas
corresponden a emociones no canalizadas, ni vividas, ni expresadas, que se congelan en nuestro Vitalizador y
que producen desajustes en nuestra respuesta vital. Esos desajustes se van a sentir como dolores físicos o
desequilibrios psíquicos. Por ejemplo, una rabia contra una injusticia que transformamos en derrotismo y
fatalismo, es decir en falsa tristeza, nos va a producir un intenso cansancio y dolor de cabeza o de estómago.
Cuando analizamos la situación y tomamos contacto con la rabia, la energía vuelve a fluir, el dolor desaparece
y nos sentimos con más energía para responder a los estímulos del mundo.
Todas las somatizaciones corresponden, según nuestras investigaciones clínicas, a una
desenergetización del Vitalizador al reemplazar la rabia, emoción que da vida a esta estructura, por otra
emoción falsa.
- El Vitalizador sanea: Si bien, como ya vimos, no puede existir vida sin Vitalizador, tampoco puede
existir salud sin esta estructura. En efecto, cuando estamos enfermos, cualquiera que sea nuestra
enfermedad, siempre y cuando no se trate de algo irremediable para el Vitalizador, como por ejemplo un
seccionamiento de nervios o una amputación de algún miembro o cualquier amputación o extracción – lo que
implica una previa intervención del Vitalizador quien también es responsable de los actos de extirpar, cortar,
seccionar, eliminar- , necesitaremos la intervención del Vitalizador para recuperar la salud. Tomemos el
ejemplo de una simple gripe: cuando estamos enfermos y el medico nos receta medicamentos y descanso, va
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a ser el Vitalizador quien atacará el virus y lo eliminará. Y también va a ser el Vitalizador el que nos pedirá
hacer el simple movimiento para tomar una aspirina, meternos en cama, tener fiebre para luchar contra el
agente tóxico, aceptar comida, respirar, dormir, e ir reaccionando a medida que nuestra salud se recupera.
Pero hay algo más importante que todo eso: es nuestro Vitalizador, y nada más que él, el que nos
permitirá, consciente o inconscientemente, descartar toda mentira, eliminarla y erradicarla, como fue el caso
del ejemplo que mostramos del dolor de cabeza que se debía a una falsa tristeza en vez de una sana rabia. Al
detectar la mentira –la falsa tristeza- y extirparla, se pudo remplazar esa mentira por una verdad –la rabia- y
llegar a la sanación.
En el caso de una enfermedad psíquica pasa exactamente lo mismo. Cuando vamos al terapeuta y
nos sometemos a análisis, no hacemos otra cosa que reemplazar mentiras por verdades sobre nosotros
mismos y sobre los demás. Y no es posible reemplazar mentiras por verdades sin antes detectar y eliminar,
descartándola, la mentira. Pongamos el caso de una depresión: según nuestras investigaciones clínicas, la
depresión se produce por un reemplazo de la rabia por falsa tristeza. Por ejemplo, la rabia por una infidelidad,
que es deslealtad, que se transforma en falsa tristeza, es decir depresión y culpa. Al analizar la realidad y la
autenticidad de la respuesta al estímulo, es decir falsa tristeza por culpa o derrotismo en lugar de sana rabia
contra el engaño, se reconectará la verdadera emoción, no sin antes eliminar y descartar la falsa. Tanto el
descarte de la falsa emoción como la reconducción de la emoción sana son tareas del Vitalizador. Así pues, en
toda detección de mentiras y en la energía necesaria para eliminarlas y reemplazarlas por verdades,
intervendrá, en primerísimo lugar, el Vitalizador.
El Vitalizador se manifiesta mediante reacciones, movimientos y acciones de eliminación: Desde el
ejemplo más simple –como el de cerrar los ojos ante una luz violenta- hasta el más complejo –como el
denunciar un atropello por parte de una institución reconocida y consagrada-, toda reacción es manifestación
del Vitalizador. Y cuando el Vitalizador reacciona, siempre está esperando una rectificación que reestablezca
la verdad y la justicia.
Tomemos como ejemplo una manifestación popular contra el maltrato a las mujeres. Se trata, en
primer lugar, de una denuncia, tarea del Vitalizador, contra lo que vive como una injusticia, un abuso, un
atropello. Y se trata también de una reacción que espera en respuesta medidas concretas para castigar y
eliminar el abuso denunciado. Se trata, por lo tanto, de un festival completo de la expresión del Vitalizador.
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Como ejemplo de acciones de eliminación, pensemos en la simple tarea de limpiar la casa: primero se
produce el diagnóstico del Rector, que detecta amenazas para el orden y la higiene y diagnostica suciedad.
Luego interviene el Sintetizador que analiza la situación y detecta opciones como pasar la aspiradora, limpiar
el polvo o pasar la fregona. Entonces se pasa al Vitalizador, que ejecuta todos los movimientos y acciones
necesarias a la eliminación de la suciedad.
En cuanto a la adecuación del funcionamiento del Vitalizador, su estado de salud se manifiesta con
indicadores fácilmente detectables: un Vitalizador sano es enérgico, rápido, desenfadado, informal,
actualizado, vitalista y ágil.
Es enérgico porque no retrocede con dudas y culpas sobre cómo tiene que reaccionar. Sabe
instantáneamente si algo es auténtico o falso, si es verdad o mentira, si es mentiroso o veraz. Y dispone de
toda su energía para dar respuesta a cada situación en el aquí y el ahora. Frente a una manipulación, por
ejemplo ante un soborno, reacciona denunciando sin temores ni dudas, el abuso. Si un padre dice a su hijo
que si come lo que no le gusta lo va a querer más, el niño sano rechazará el plato del alimento odiado y se
negará a ingerirlo. Puede además decir: “yo no quiero ser querido a ese precio”. Su posición quedará clara
sin por ello recurrir en respuesta a otra manipulación, como por ejemplo vomitar después de tragar los
alimentos impuestos.
Es rápido, y más que eso, instantáneo. La respuesta al estímulo se hace en tiempo real y de
inmediato. Ante una caricia se ofrecerá, sensual y gozoso y ante una agresión se defenderá asertivamente y
sin agresividad. Como ilustración, pensemos en un conductor de automóvil que, súbitamente, percibe otro
vehículo acercarse a toda velocidad en sentido contrario, en su propio carril de autopista. La velocidad de su
respuesta certera ante el vehículo que nunca hubiera debido estar en su camino, le salvará la vida.
Es informal. Conserva la espontaneidad y autenticidad del niño, aun en edad avanzada. Sabe cómo se
debe responder a un estímulo: con la frescura de un niño. Y esa frescura le conserva la autenticidad de la
verdad. Emplea palabras como “¡guay!”, “¡chévere!”, o, como el rey de España, “¡cojonudo!”.
Es desenfadado. Sabe lo mucho que hay de hipocresía en las formas socialmente exigidas. Y el
Vitalizador expulsa todo lo rancio del ayer para responder con certera precisión a las necesidades del aquí y
del ahora. Por ejemplo, el tratamiento de Usted, que antaño debíamos a nuestros padres, fue apeado por el
Vitalizador y reemplazado por el más cercano tuteo.
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El Vitalizador posee la energía que permite estar siempre actualizado. En efecto, si existe una
estructura capaz de colocarnos siempre en el aquí y el ahora, esta es el Vitalizador. Con él, se erradica el
“como si”, es decir, se elimina el funcionar como si la realidad no hubiera cambiado. Es la estructura que, por
definición, nos permite percibir, a través de los sentidos primero, de las emociones después, la realidad viva y
sensible. Por ello, permite actualizar los pensamientos, descartando lo que ya no es verdadero.
Es vitalista. Es la estructura que posibilita el culto a la vida, función del Orientador. Al descartar todo
lo que es incierto, confundidor, mentiroso, el Vitalizador favorece y propicia la lozanía y la autenticidad.
Disfruta sintiendo la realidad tal y como es. No como fue o debería ser. Por ello, no existe verdad sin,
previamente, haber desechado la mentira. Por eso también, la verdad absoluta nunca se alcanza, pues la vida
jamás acaba de cambiar.
Es ágil. Al estar conectado a la realidad, eliminando las trabas que nos podrían paralizar, el
Vitalizador sano se caracteriza por su versatilidad, su agilidad y por su pureza. Es, otra vez, la presencia en
nosotros del eterno infante que se podía chupar los deditos del pie sin esfuerzo ni contorneos.
Es ecuánime. Es la estructura que dice en nosotros: “¡Así no!” cuando se produce un atropello, una
agresión, una manipulación o una mentira. Porque ve el cómo de las cosas, su modo. Entonces, dice “¡así sí!”.
Exige que se cambie el modo de esa cosa, y nada más. Por ejemplo, exige que si se quiere algo se le pida de
manera directa y llana, sin rodeos ni manipulaciones. Por ello, no está dispuesto a renunciar a nada suyo ni,
tampoco, a mentir o engañar para lograr arrancar a otro lo que, en justicia, le pertenece. Es firme, elástico y
flexible. Por ello, no necesita agresividad.
Cuando funciona mal el Vitalizador puede hacerlo por exceso o por defecto. Por exceso, se torna
agresivo y resentido. Por defecto, se vuelve inoperante y tortuoso, porque está culpabilizado. En efecto, el
sentimiento de culpa, tan extendido y estéril, no es otra cosa que la manifestación de un Vitalizador
desenergetizado que se traga mentiras y manipulaciones y se torna incapaz de percibir la realidad en cada
momento. Por ello, no contacta con la rabia que siente legítimamente contra aquellos que lo manipulan, y la
voltea contra sí mismo, pasando a convertirse, de victima, a falso responsable de los males reales o
imaginarios de los cuales se acusa. Y la culpa lo lleva a la depresión que, aquí, opera como un círculo vicioso
que genera más culpa y mayor depresión.
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Por exceso, el Vitalizador es rencoroso, agresivo y resentido. Es decir: siente falsa rabia en vez de
miedo, de tristeza, de amor, de orgullo o de alegría. Es el típico ejemplo de alguien que, porque lo pasó mal
siendo pequeño –tristeza de no haber tenido bienestar económico, por dar un caso-, se va a vengar del
mundo siendo avaro, agresivo y envidioso de los que sí tienen lo que necesitan, aunque éstos sean sus
propios hijos. O, para poner el caso de Hitler quien, por haber sido abandonado por su -presunto- padre
judío, mata a seis millones de judíos inocentes.
Lo que diferencia un Vitalizador sano de uno enfermo es, en definitiva, que el primero percibe la
realidad tal y como se manifiesta, y responde a ella en tiempo real. El Vitalizador enfermo interpone una
mentira que opaca su percepción del mundo minimizando o maximizando su respuesta a la realidad. Si, por
ejemplo, se cree en la lealtad de un amigo que ya dio muestras de su engaño y si se prefiere desconectarse
uno de sus sentidos para no ver, no oír, no oler ese engaño, se minimizará la respuesta haciendo “como si” el
amigo lo fuera de verdad. Si, por lo contrario, se es resentido y suspicaz, se cortará con el amigo que nos
mintió una sola vez.
El Vitalizador tiene como función percibir cómo están las cosas en el aquí y el ahora. Por ello, permite
actualizar de manera certera y veraz los pensamientos, las creencias, los conocimientos y los sentimientos.
Por ejemplo, una mujer antaño bellísima y cortejadísima puede perder el sentido de la realidad y ser patética
si deja de percibirse en el aquí y el ahora, con el deterioro que produce la edad, y seguir vistiéndose,
maquillándose y comportándose como cuando tenía veinte años.
Al percibir cómo está la realidad en cada momento, el Vitalizador expulsa la mentira del ayer y
actualiza su respuesta encontrando siempre la adecuación a cada circunstancia. Esta es la condición
necesaria para permitir la transformación y el crecimiento, tarea del Transformador. Si, por ejemplo, los judíos
alemanes hubieran percibido la realidad del nazismo en toda su crudeza y crueldad, hubieran huido del país
por todo el tiempo que hubiera durado esa monstruosidad. Millones de humanos se hubieran salvado. Percibir
la realidad, aunque ésta sea monstruosa, permite reaccionar sanamente y salvar la vida.
¿En qué campos se manifiesta el Vitalizador?
Como cada una de las estructuras, el Vitalizador se manifiesta en todos los campos. Para comenzar, se
manifiesta en su propio campo, que es el terreno de las percepciones y de las reacciones. Todo el inmenso
campo de las denuncias, de las protestas, de las manifestaciones, de las revoluciones están en el terreno del
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Vitalizador. Para poner otro ejemplo, mencionaremos la administración de la justicia, que abarca todo el
proceso que va desde la constatación del delito y la reunión de pruebas hasta la ejecución del castigo acorde
con la magnitud de la infracción a la ley. En otro campo, y en democracia, la función misma del partido de
oposición es la de confrontar la actuación del partido en el poder con la realidad y denunciar todo alejamiento
de la ecuanimidad.
En el campo del Transformador, el Vitalizador es el que permite ajustar la imaginación a lo realmente
posible, descartando lo que no es factible e impidiéndonos ser utópicos. Nos permite, al desechar toda
mentira, alcanzar, en cada momento, la medida de lo posible. Sin él, confundiríamos el sueño con la realidad y
nos estrellaríamos en cada intento de crecer o de transformarnos. Lo que diferencia a un genio de un loco es
que el primero imagina lo posible que aún no fue percibido por nadie y que el segundo, por no hacer
intervenir su Vitalizador, se lanza en un delirio que cualquiera, con su propio Vitalizador, puede percibir como
fuera de la realidad.
En el campo del Protector, todas las instituciones legalmente aprobadas para denunciar, oponerse,
disentir son asentimientos a la legitimidad del Vitalizador social. Y, también, el perdón cuando la conducta
condenable se corrigió, muestra la presencia del Vitalizador que percibe el cómo de las cosas y decide optar
por la vida cuando la conducta varía de manera perceptible.
En el campo del Orientador, la presencia del Vitalizador es absolutamente indispensable y permanente.
Como ya lo hemos mencionado, el Orientador busca la verdad y la certeza. Y no hay certeza sin antes
desechar toda falsedad. En realidad, el movimiento de ida y vuelta entre el Orientador y el Vitalizador es, en
un ser sano, permanente. Toda extirpación de la mentira deja el lugar despejado para que se instale una
nueva verdad, y toda verdad, si se hace idolátrica y excluyente, se transforma en mentira y debe ser
desechada. Como mera muestra recordaremos la historia de las religiones que llegan como revelaciones
maravillosas y numinosas de la mano de sus creadores, que son institucionalizadas por iglesias que las
dogmatizan y que son barridas de la escena oficial por revoluciones que laicizan el entorno antes de dar paso
a una nueva certeza que será barrida y así indefinidamente.
En el campo del Rector, la presencia del Vitalizador es, igualmente indisociable del buen
funcionamiento de la estructura que impone el orden y busca la armonía. No hay orden en la mentira, hay
orden en la adecuación a la realidad en el aquí y el ahora. La erección de fronteras y su flexibilidad son
inmediatamente consecuencia de la veracidad de la realidad en cada momento. Lo que constituía una
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amenaza ayer, hoy puede ya no serlo y lo que es una oportunidad hoy, mañana se puede transformar en una
amenaza. Por lo demás, las tareas del Rector y del Vitalizador son complementarias y trabajan en equipo: el
Rector legisla y el Vitalizador ejecuta la justicia. El Vitalizador denuncia, y el Rector impone una nueva ley que
prohíbe y castiga la injusticia denunciada.
En el campo del Sintetizador, el del pensamiento, es imposible detectar soluciones a problemas sin
descartar la infinita información almacenada que, o bien quedó obsoleta e inoperante, o bien no corresponde
con las realidades del momento. Sin Vitalizador, para empezar no se podrían establecer las conexiones que
ponen en movimiento un cerebro vivo, y para terminar pensaríamos en el vacío, sin ninguna utilidad.
En lo espiritual, el dominio del Vitalizador es la corporalidad, es decir el terreno del culto al cuerpo
como elemento sagrado que nos pone en conexión con lo sagrado. La relajación por ejemplo, con todas sus
técnicas y utilidades, es una ciencia que nos permite llegar al éxtasis a través del dominio del cuerpo. Existen
infinitud de escuelas que cultivan la corporalidad, muy en especial la tradición espiritual oriental, con el yoga,
el tantra, etc. En la tradición religiosa o mística, todo lo que tenga que ver con la resurrección, con la
materialización del cuerpo en la otra vida, da testimonio de la potencia del Vitalizador que, de ser nosotros
inmortales, también lo sería.
Pero existe un aspecto trascendental aplicable a la vida diaria en la función de encarnarse, de anclarse
en el cuerpo, que es propio del Vitalizador. En efecto, de todo lo que hemos visto y dicho a propósito de esta
estructura, es fácil darse cuenta de que el Vitalizador permite, a través de la vivencia directa de la realidad a
través de las sensaciones y de las emociones, convertir la experiencia en carne propia. De aquí, su función de
sanación cuando se erradica la mentira y se remplaza por una verdad libertadora. Cuando decimos “esto lo
conozco bien porque lo he padecido o vivido en carne propia”, nos estamos refiriendo a esa percepción tan
fuerte y categórica que nos permite el Vitalizador al contacto con la realidad.
Existen personas, las más tóxicas, que no sólo pretenden manipular nuestras emociones auténticas –
diciéndonos por ejemplo: “eso que sientes por tu padre no es rabia porque te está engañando sino amor,
porque a un padre siempre se le debe amar”- sino que pretenden, a través de la manipulación con miedo, con
mentira, con culpa o con soborno, ocupar nuestro cuerpo y hacernos reaccionar como les conviene para
mantener su poder sobre nosotros, y no sólo nuestro cuerpo, donde se producen entonces somatizaciones,
sino nuestra mente –produciéndonos confusión sobre nuestra identidad-, sobre nuestra alma –
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sometiéndonos a la maldición de un supuesto demonio que nos tortura con culpas- y sobre nuestro espíritu –
magnetizando nuestra brújula interior e invirtiendo la natural orientación del ser hacia la felicidad y la plenitud,
que se remplaza por el infierno de errar entre seres malignos, eternamente, lo que en realidad es una
proyección del Rector del verdugo, cuya recta conciencia le advierte de que será castigado por pretender
posesionar a un ser libre. Este proceso, complejo y retorcido pero sumamente eficaz, es el fenómeno de la
posesión, tan conocido en la psicosis, y que la victima vive como la presencia de otro ser dentro de sí que le
dicta lo que debe pensar y sentir, que lo tortura físicamente y que produce alucinaciones que lo convencen de
la realidad absoluta de los fantasmas que lo habitan. Pero lo que hay que saber, además de la extrema
gravedad de las consecuencias de esas usurpaciones de la personalidad, es que no se necesita llegar hasta la
psicosis para ver los efectos devastadores de esos abusos y crímenes. Un simple diálogo interno, cuando
tenemos la vivencia de una voz que remplaza nuestra recta conciencia y nos dice lo que debemos hacer, o un
simple sentimiento de culpa, manifiestan la existencia de una posesión. Y es más, cuando introyectamos
modelos de referencia para regir nuestras vidas, estamos en realidad posesionados. Cuando hacemos las
cosas como nuestros padres, como nuestros maestros, como nuestros héroes de referencia, estamos
posesionados y un fantasma está encarnado en nosotros y nos roba nuestro ser. La tarea de desembrujarse
pasa primero por el Rector, que niega el acceso a todo ser dentro de nosotros: en un ser vivo no debe estar
sino él mismo. Y nadie más. Luego interviene el Sintetizador, que analiza y discrimina lo que es propio y lo que
es ajeno. Y por fin interviene el Vitalizador, que limpia, expulsa y extirpa toda presencia ajena en nosotros,
sobre todo la que se apoyó sobre engaños para penetrar.
Sus manifestaciones en arte y en religión:
- En arquitectura: el Vitalizador, en arquitectura se manifiesta por ejemplo en el urbanismo de estilo
mediterráneo y en sus casas encaladas, de materiales naturales y de texturas rotundas, en la luminosidad de
las amplias habitaciones, en los geranios que explotan en las macetas colgantes de ventanas y balcones, en
las rejas de hierro negro forjadas con arabescos, en las calles concéntricas de cuestas empinadas que
desembocan en plazuelas bañadas de luz. Otro ejemplo, más grandioso, sería la Plaza Mayor de Madrid, de
milagroso equilibrio de luces y volúmenes.
- En literatura: Stevenson, en “El extraño caso del Doctor Jeckill y Mister Hide”, muestra la expresión de
un Vitalizador contaminado por un Rector rígido donde la manifestación de sí mismo se traduce por el
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PRECIADA AZANCOT
surgimiento de la bestia insocializable que supuestamente encerramos y que, de no ponerle el freno de un
Rector férreo, nos llevaría a la injusticia y al máximo desorden. Sin embargo, Kafka en “El proceso”, denuncia
un orden contrario a la vida y la búsqueda de la justicia al servicio de la libertad y autenticidad del ser
humano.
- En música: pondremos el caso de Tchaikovski, que expresa la gracia rotunda del Vitalizador, así como
Verdi que también lo hace. Como expresión de un Vitalizador algo inflado mostraremos a Beethoven.
- En pintura: mencionaremos a Gauguin en su obra pintada en Taití con sus contornos rotundos y su
sensual colorido. Señalaremos igualmente a Caravaggio, ese genio de las luces y de las sombras (lucha entre
el bien y el mal en nosotros) .
- En religión: la máxima expresión del Vitalizador en religión la encontramos en los textos de Mani,
fundador del maniqueísmo, en su Shahbuhragan, compendio de sus enseñanzas.
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IV. EL TRANSFORMADOR:
El Transformador accede a categorías nuevas y desconocidas, permitiéndonos crecer y convirtiéndonos
en creadores. Su función básica es el estatus y su función trascendente es la metamorfosis. El Transformador
detecta lo que es acabado, perfecto y genial. Es la única estructura propia del ser humano y que lo diferencia
del resto de la creación.
Esta estructura es complementaria de la del Rector, que detecta lo que no es (aceptable, bueno,
válido) al acceder a la aprehensión de lo que sí es (válido, bueno, definitivo) o podría ser. Por ello, accede a
lo virtual, a lo posible, y detecta la medida de lo posible, siempre en crecimiento y en transformación.
En el gráfico de la página 131, el Transformador está representado por el trapecio abajo a la izquierda
y forma parte del CONECTADOR. El Transformador nos permite acceder a la percepción de la virtualidad y
complementa al Vitalizador al aportarnos el acceso a la realidad imaginable que se puede plasmar y hacerse
objetiva a través de nuestras obras de arte y de nuestras creaciones, así como de nuestro crecimiento.
Esta estructura es la menos conocida de cuantas componen la estructura humana, aunque ha sido la
más investigada. Por lo aparentemente misterioso de su funcionamiento, siempre ha sido mitificada y
relacionada con la intervención de los dioses que aportaban, caprichosamente, la inspiración y la
determinación, que permiten la creación del genio y la superación del héroe. En el MAT esta estructura es tan
objetiva y de conocimiento tan científico como cualquier otra. Y tan maravillosamente milagrosa también. Lo
único que la diferencia de las demás es que es propia del ser humano, y nada más, en esta tierra. Los
animales poseen las cinco restantes estructuras, casi exactamente como nosotros, que se relacionan entre sí,
salvo la relación de éstas con el Transformador.
Aunque parezca opuesta a la estructura del Vitalizador, ésta es la base y fundamento de la estructura
transformadora, porque tan sólo percibiendo la realidad palpable y sensible, podemos imaginar algo más
teórico, como lo es la creación. Además, la percepción de la realidad y de la naturaleza tal y como es, siempre
es la fuente de partida para la imaginación de lo que podría ser si ponemos en juego nuestra propia
capacidad de crear y de crecer. Es a través de nuestro Transformador como podemos acceder a una nueva
percepción de la naturaleza en cuanto algo creado también. Cuando el Transformador está fuera de uso,
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PRECIADA AZANCOT
percibimos lo que nos rodea como algo que, sencillamente está allí desde siempre y sin ningún fundamento.
Funcionamos como un animal, y, lo peor del caso, es que nos creemos superiores y científicos. La era
generacional pasada insistía mucho sobre ese aspecto, aunque la época actual parece insistir sobre todo lo
contrario y así será durante cuarenta y siete años más, tras los cuales nos adentraremos en un periodo de
veinte años enteramente materialista y que negará toda realidad científica del Transformador. Pero eso, ya lo
sugerimos y al final de esta obra lo demostraremos, es sólo cuestión de moda y de visión amputada de turno.
El Transformador accede a lo potencial, a lo que podría ser, y descubre, en este camino, un crecimiento
infinito y siempre potencial de lo posible y de lo realizable.
El Transformador accede a la máxima comprensión de las cosas y muestra el por qué. Es lo contrario
de lo misterioso, función del Orientador, es el acceso a lo más definitivo, rotundo, factible y objetivo porque se
fundamenta en el contacto con el sí mismo, con el ser real y profundo de cada persona. Lo único que pasa, es
que es la más desconocida y, además, la que más prejuicios ha despertado en la historia de la humanidad. En
efecto, en el estudio y comprensión del Transformador se lo ha disparado siempre, por exceso, hacia lugares
de un Olimpo inaccesible, inasible, al que sólo se podía tener acceso siendo un elegido de divinidades
caprichosas que conferían la “inspiración”, o por abajo, como un signo muy peligroso, de locura y de utopía,
que no debíamos explorar los humanos a menos de tomar el riesgo de enloquecer y que debíamos mirar con
todo el miedo del mundo.
Para nosotros, el Transformador es una estructura más, tan válida y esencial como cualquiera de las
cinco restantes, que obedece a leyes científicas, objetivables y conocibles a través de la observación y del
sentido común. Lo único que la diferencia es que, siendo propia del humano, debemos tener más
responsabilidad y conciencia en su custodia y utilización.
El nombre que le pusimos evidencia su principal función: la de transformar y de transformarnos. La
función involuntaria de la transformación y del Transformador la compartimos todos los seres y las cosas de la
naturaleza. La voluntaria y consciente es sólo patrimonio de los seres humanos. En efecto, cuando un huevo
se transforma en pollo estamos en presencia del Transformador embrionario que toda la creación comparte,
por ejemplo cuando dos moléculas de hidrógeno y una de oxígeno se transforman en agua. Cuando un cubo
de mármol se convierte en el Moisés de Miguel Ángel estamos en presencia de la manifestación del
Transformador voluntario de ese genio.
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¿Qué hace el Transformador?
- El Transformador transforma: Cuando hablamos, transformamos sonidos en palabras. Cuando
escribimos, transformamos letras también en palabras. Cuando hacemos una simple tortilla, transformamos
huevos, aceite, queso en otra cosa comestible que decidimos llamar tortilla. Cuando nuestros antepasados
usaron el fuego para iluminarse y cocer, alimentos transformaron la realidad perceptible por el Vitalizador en
algo nuevo que antes no existía. Y cuando seguimos usando el fuego para lo mismo o para otra cosa,
seguimos transformando el mundo de lo posible.
En nuestro cuerpo se producen miles de transformaciones que nos permiten vivir: los alimentos se
transforman en enzimas, en vitaminas, en músculos. La médula transforma elementos para crear glóbulos
sanguíneos. Y en la naturaleza se producen millones de transformaciones para que esté viva y se vaya
creando en cada instante. Como por ejemplo la transformación de una semilla en un fruto o la transformación
de humedad en una nube.
El MAT, como lo indica su propio nombre, posibilita la transformación de cualquier ser humano que se
lo proponga, es decir que use su Transformador, en un ser real, liberado de su prisión tipológica; es decir que
pase de usar, como máximo, el 80% de la energía transformadora innata, que tenía el día de su nacimiento, a
millones % de energía al recuperar el esplendor de su estructura innata, actualizarla y ponerla a funcionar al
servicio de su crecimiento. En nuestro proceso de enseñanza hemos logrado resultados asombrosos que han
roto techos de todo lo registrado en crecimiento y creación de uno mismo en toda la historia (conocida) del
ser humano. Y ello, a través de una ciencia precisa.
- El Transformador crea: Y no hay creación sin transformación. Cuando cocinamos estamos
reproduciendo una creación ajena, la del inventor del plato, que nunca va a ser exactamente igual al original, o
estamos creando algún manjar nuevo. Todo lo que no existía antes y nace a la existencia perceptible es una
creación y surge del Transformador. Tanto lo bueno como lo malo, por ejemplo una enfermedad, sí, aunque
parezca extraño, pues nosotros demostramos, en lo que conocemos a través de nuestras investigaciones
clínicas, que todas las enfermedades investigadas ( cardiopatías, neuropatías, cáncer, neuropatías,
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PRECIADA AZANCOT
enfermedades endocrinas, SIDA, obesidad, anorexia) son producidas por una o dos disfunciones emocionales
cuando se cambia y se remplaza una emoción auténtica por otra, bien precisa y no acorde con su función. Así,
al transformar el funcionamiento de nuestra estructura se crea una enfermedad.
Que creemos una albóndiga de ternera o “la divina comedia”, estamos usando la misma estructura de
personalidad, el Transformador.
En cualquiera de los ejemplos dados a propósito de otras estructuras, cuando describimos el proceso
de la estructura que funciona bien o mal, siempre llegamos a una creación. Ya sea la de un Rector que erige
fronteras entre territorios y desemboca en la intervención de un Transformador que crea un estado, ya sea la
de un Protector en mal estado que pretende encubrir al verdugo con una posición salvadora y redentora y
que crea una prisión confundidora y asfixiante para el espíritu que se extravía pretendiendo rescatar al
malvado que es totalmente consciente de su elección de imponer e instituir el mal. En este ejemplo tendremos
un Transformador inflado hacia afuera por la soberbia de pretender poder hacer lo imposible: cambiar a otra
persona. Al tiempo, ese mismo Transformador estará desinflado y anémico hacia adentro, porque estará
convencido de que él no merece disfrutar del crecimiento normal y sano sin antes sacrificarlo a la voluntad de
no crecer y al deseo de no dejar crecer de su verdugo.
- El Transformador imagina: Cuando retrocedemos ante algo que sabemos peligroso, estamos
imaginando el castigo. Cuando nos encargan un discurso nos imaginamos diciendo nuestra verdad al
auditorio, y así logramos crear la oración que nos proponemos hacer. Cuando las soluciones que conocemos
ya no funcionan o lo hacen insatisfactoriamente, imaginamos hacerlo de forma completamente diferente y
creamos otra opción. Y cuando decidimos hacer algo nuevo y retrocedemos ante el desafío, es bueno
imaginarnos haciendo lo deseable porque, así, parte de la creación o del crecimiento estará hecho y sólo
faltará pasar a la acción. No hay creación ni crecimiento sin imaginación.
El primer ser que fabricó una silla partió de cualquiera de sus estructuras; por ejemplo, del Rector, que
diagnosticó las causas de un lumbago por mala posición, o del Sintetizador, que detectó una necesidad, o del
Vitalizador, que protestó por no poder ver, -cuando estaba sentado, como siempre, en el suelo- lo que estaba
sobre una piedra y que se colocó para ser comido, o por el propio Transformador, que buscaba una manera
de colocarse al menos tan cómodamente como un mono sentado que comía de una rama situada más alta
que su trasero, o de un Protector, que anhelaba compartir mejor sus alimentos, protegiéndolos de los
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animales, o de un Orientador que previó el uso de un utensilio cómodo y versátil. Y, de cualquier modo, tuvo
que llegar al momento de imaginar varias posibilidades y formas antes de descubrir y crear lo que quería.
Para ello tuvo que descartar lo que ya estaba inventado en su medio conocido (como camas o taburetes) y
emitir su voluntad, pronunciándose, como por ejemplo decirse o decir: “no, yo quiero un asiento individual
donde pueda reposar el trasero y la espalda cuando vaya a reunirme con mi gente”. Entonces visualizó,
pasando al Protector, imágenes posibles, luego aceptó, con el mismo Protector, algunas. Y volvió al
Transformador para anticiparse en probar las alternativas en el campo de lo virtual. Allí imaginó y luego se
decidió, también tarea del Transformador, y luego creó.
- El Transformador representa y se representa: Cuando un actor hace una interpretación, representa
un papel y logra que nos representemos a un personaje totalmente diferente de la personalidad del actor y de
sus circunstancias. Cuando algún amigo nos recomienda un restaurante y nos da la dirección, nos
representamos un mapa para ubicar el local y luego nos representamos el interior y hasta la comida que
queremos encargar.
Cuando nos hacemos representar por un apoderado estamos usando nuestro Transformador y
pidiendo a nuestro representante que use el suyo para actuar y hablar en nuestro nombre.
Y nuestro Transformador representa, como ultimísima función, nuestro ser profundo y verdadero que
diferenciamos del “parecer”, cuando llevamos una máscara. Cuando decimos “yo”, “tú”, “ellos”, “nosotros”,
estamos haciendo una representación de lo que imaginamos que somos cuando en realidad las más veces es
lo que tan sólo parecemos. Cuando le quitamos la máscara a ese parecer, descubrimos el ser, o parte del ser.
Entonces, en rigor, podríamos decir “yo” o “tú” (si somos capaces de intuir con nuestro Orientador el ser del
otro y representárnoslo con nuestro Transformador). Pero, obviando esa importantísima disquisición, cuando
nos ponemos, imaginativamente, la máscara propia o la de otro para representarlo, estamos creando un
personaje que es inventado y que vamos a hacer actuar con nuestra imaginación.
En el proceso de creación de una novela, tras la imaginación de los personajes, interviene la
representación de éstos, a los que hacemos pensar, actuar, crear, sentir. Entonces se cuaja el proyecto de
novela. Sólo queda escribir el esquema general y, luego, la novela.
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PRECIADA AZANCOT
Asimismo, un pintor se representa el cuadro que se propone pintar antes de hacerlo. Si no aprueba
(también tarea del Transformador) esa representación, desiste de ese proyecto y crea otro que se
representará antes de pasar a la ejecución.
- El Transformador permite crecer: Cuando pasamos de embrión a feto, de feto a bebé, de bebé a niño,
de niño a adolescente, de adolescente a joven, de joven a maduro, de maduro a viejo y de viejo a anciano, no
estamos hablando de desarrollo, -es decir, de más de lo mismo, función del Sintetizador-, sino de
transformación en otra cosa que antes no existía. Eso es crecer. Es ser otra cosa.
Y cuando pasamos de ser persona común, del montón, a convertirnos en genio, en ser trascendido o
culminado, estamos creciendo, y no, simplemente, desarrollándonos.
Actualmente, en las ciencias gerenciales, existe una total confusión y hasta una inversión, entre la
noción de crecimiento y la de desarrollo. Se llama desarrollo al crecimiento y crecimiento al desarrollo.
Nosotros alertamos sobre ese contrasentido y lo explicamos en el capítulo de las tipologías como una
manifestación de la desconexión del orgullo y de su correspondiente debilitación del Transformador, propia del
mapa Constructor, que corresponde a las ciencias gerenciales actuales. Para el MAT, que se basa sobre
estructuras energetizadas por sus correspondientes emociones auténticas, el desarrollo es función del
Sintetizador, alimentado por su correspondiente emoción, la tristeza, y significa más de lo mismo. El
crecimiento es función del Transformador alimentado por su correspondiente emoción, el orgullo, y significa la
conversión en otra cosa, que realiza lo virtual.
Nosotros, en nuestro trabajo de consultores, transformamos el I+D, -es decir la función de
investigación y desarrollo- en división de creación, haciendo crecer a los integrantes, enseñándoles a utilizar
su Transformador hacia adentro primero, para ser, y ser más creadores, y hacia fuera, creando lo que antes
no existía.
El crecimiento implica obligatoriamente una transformación. Por ejemplo si estamos acostumbrados a
sentirnos culpables en vez de cortar con la mentira, es decir, si no usamos bien nuestro Vitalizador, no
bastará entender lo que nos pasa, paso indispensable por lo demás (tarea del Sintetizador), ni saber cómo
debemos actuar para estar sanos (Vitalizador), sino hacerlo nuestro hasta integrarlo completamente en
nuestro yo. Cuando esta integración se produce, se puede actuar y representar nuestra nueva forma de ser.
Entonces se puede hablar de crecimiento, ya que no somos los mismos de antes.
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EL ESPLENDOR DE LO HUMANO
Cuando veamos, dentro de tres capítulos, las fases de evolución tipológicas, nos representaremos
plenamente lo que significa crecer, al observar el abismo que separa a una persona conectada, es decir que
recuperó sus seis estructuras y sus seis emociones auténticas, de otra persona de la misma configuración
inicial pero disociada, es decir que perdió toda la potencia de su funcionamiento innato y cayó en el abismo de
la fórmula letal. El proceso de reconexión es posible y viable con el MAT, que muestra el camino de la
transformación del estar en ser. Eso es crecer.
- El Transformador accede: Al establecer el salto que permite pasar de lo conocido a otra categoría o
tipo nuevo de posibilidad, el Transformador nos permite auparnos a un nivel antes ignorado que nos permite
acceder a lo profundo, a lo nuevo.
El movimiento real que efectúa el Transformador no es lineal, aunque la línea sea vertical, sino en
espiral que se abre como un cono hacia arriba, haciendo que cuando estamos en el círculo de arriba estemos
despegando del nivel en el cual estábamos antes. Y cuando accedemos al conocimiento, a la experiencia o al
descubrimiento de algo nuevo y grande, no es que lo que descubrimos no existía antes de nosotros acceder a
él, sino que estábamos en un nivel inferior en el cual no podíamos percibir lo que aprendemos cuando nos
elevamos. Por ello, muy frecuentemente, dos o más personas descubren lo mismo en lugares muy alejados en
una misma época.
Y si el Transformador accede es porque se busca, pues también buscarse es función de esta
estructura cuya función esencial es el acceso al SER.
- El Transformador descubre: Todos los descubrimientos son producto y manifestación del
Transformador. Que sea el descubrimiento de América o de la penicilina estamos hablando de un mismo
proceso, el del descubrimiento. El movimiento más frecuente es el de buscar primero (tarea del Sintetizador),
acceder después, descubrir en tercer término. Pero no siempre es así, al menos de manera consciente. A
veces se descubre como primer paso y eso significa que la búsqueda ha sido inconsciente. Por lo sorpresivo
del efecto del funcionamiento del Transformador cuando ya vuelve de sus andanzas con un descubrimiento es
por lo que se habló tanto en la historia de intervención de los dioses. Pero no es así. El Transformador busca
nuevas opciones, opciones que no están en nuestro repertorio archivado en nuestro Sintetizador. Por
ejemplo, cuando una persona busca afanosamente una nueva opción y no la encuentra y decide dejar reposar
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el problema, durmiendo por ejemplo, y despierta a la mañana siguiente con la solución, es que el
Transformador prosiguió su función hasta dar con la idea nueva que transformará la situación anterior.
Otro tópico que está tan extendido como el de la intervención de los dioses en la “inspiración”, -que es
sólo una patología del Transformador que se nutre con alegría en vez de su emoción natural, el orgullo, como
veremos en el capítulo siguiente-, es la creencia tan extendida en que debemos sentirnos acorralados y
desesperados y llegar a extremos de desgaste límites para poder descubrir. La realidad del funcionamiento
del Transformador es totalmente opuesta: cuando nos encontramos con un problema y nuestro Sintetizador
no puede resolverlo porque la opción no está repertoriada en nuestra experiencia pasada ni depende de una
nueva combinación de elementos conocidos, también tarea del Sintetizador, el Vitalizador interviene para
borrar elementos que traban la búsqueda de la solución, si es que los hay, y entonces interviene el
Transformador para descubrir nuevos caminos y crear una opción nueva, y diferente de lo ya conocido. No
hay sufrimiento ni arrinconamiento en un proceso natural y sano. Lo cual significa que por lo común no se
funciona sanamente y, de allí, el sufrimiento. El Transformador simplemente descubre, porque esa es su
función. El único secreto para que lo haga, secreto por lo demás general en lo que se refiere a cada una de
nuestras estructuras, es que esté alimentado por su energía natural –en este caso, el orgullo-, tema del
próximo capítulo.
Otro tópico que plaga el conocimiento del Transformador es que lo nuevo reposa sobre lo viejo y es
más de lo mismo combinado de otra forma. Y eso, también es falso. Lo nuevo utiliza elementos conocidos
descubiertos por otros Transformadores, por ejemplo, la línea para hacer un dibujo. Pero el dibujo en sí, si
proviene de un Transformador sano, será totalmente novedoso. Si no lo es, es porque el Transformador
funciona mal –en este caso remplazando auténtico orgullo por falsa tristeza-.
¿Cómo se descubre entonces? Sencillamente dejando funcionar el Transformador cuya función
primigenia y única es ponernos en contacto con nuestro ser, con nuestro yo profundo. Y nuestro
Transformador, por ello, es la única estructura capaz de descubrir, crear, crecer en una vía original y
exclusiva. Porque somos únicos e irrepetibles. Si estamos ocupados en ser nosotros mismos, y en serlo cada
día más, creceremos y descubriremos todas las respuestas a cualquier pregunta, por más extraña que sea. Si,
en vez de ello, estamos obsesionados en fabricarnos máscaras que nos alejen de nuestra autenticidad y de
nuestro crecimiento, estaremos abocados en acallar nuestro Transformador, primero, para, a continuación,
manipular y tratar de tener poder sobre los Transformadores ajenos. Entonces la potencia, inherente al
Transformador, se transforma en su contrario y en su aberración: el poder. Y ya no hay crecimiento ni
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EL ESPLENDOR DE LO HUMANO
transformación posible a menos de rectificar el camino, decisión también del Transformador alertado por el
Rector.
- El Transformador reconoce lo válido en la creación ajena y, antes, en la propia. En efecto, el
reconocimiento de lo válido, de lo nuevo que se transforma en innovador, de lo grande que supera en talla y
en calidad lo ya conocido y consagrado, es la primerísima tarea del Transformador, pues sin esta cualidad no
sería posible ni la auténtica creación ni el reconocimiento y la admiración por lo grande ajeno. Cuando uno
está descubriendo o creando, si no es capaz de reconocer lo nuevo, lo transformador, mal puede aceptar o
descartar los conceptos o las formas que surgen del Transformador. Con lo cual se bloquearía y se sumergiría
en un mar de dudas, confundiendo así su propio Sintetizador y estas dos estructuras de los demás. El mundo
no hubiera podido evolucionar en absoluto. Ni se hubiera podido consagrar ningún creador ni descubridor.
El Transformador sano está en permanente indagación para superarse a sí mismo, y, para ello, sabe
reconocer todo crecimiento, toda novedad, todo descubrimiento válido. Y eso, sólo es posible si la función
inherente al Transformador es descubrir el por qué de las cosas y decidir: “¡Ah!, si es por eso, es válido”. Es
lo que enciende la famosa bombilla con la que se representa en los tebeos al Transformador en
funcionamiento. Cuando no se detecta el por qué, la causa real y definitiva de las cosas, se sigue dudando y
es imposible el reconocimiento real. Puede remplazarlo un acto de fe o un argumento de autoridad, ambas
opciones que niegan al Transformador y lo sustituyen por un Orientador idolátrico o por un Rector castrador.
Y, también, la incapacidad de reconocer lo válido en algo creado por otro, se debe a la incapacidad de
reconocer lo válido en uno mismo. Esa falta de seguridad en lo bueno propio lleva a la desvalorización de lo
ajeno. La sobrevaloración propia (endiosamiento y soberbia) lleva igualmente a la misma consecuencia.
- El Transformador prueba: en la tarea de investigación, propia del Transformador, y que hay que
diferencia de la tarea de información –propia del Sintetizador- ,está como función inaplazable el probar
opciones, formas, conceptos e imágenes nuevas y diversas antes de decidirse por la mejor, por la más
innovadora y adecuada a la intención del creador.
El probar nos permite, al menos, dos cosas: el descubrir el sabor de lo nuevo, función del
Transformador, para aprobarlo y hacerlo carne -pasándolo al Vitalizador, que dará una nueva energía como
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base del Transformador, el cual incorporará ese nuevo hallazgo para otras creaciones- e incorporar algo
nuevo para dejar que nuestro yo juegue e invente con él. Basta observar a un bebé que está en su proceso
de exploración y descubrimiento del mundo y de sí mismo para darse cuenta de ello. El bebé juega con su
pie, el no sabe que es un pie, lo prueba como chupete y descubre otro sabor, lo prueba como juguete y
descubre decenas de usos nuevos que va incorporando, lo manipula dándole mil vueltas hasta que descubre,
en una mala posición, un dolor, lo repite y vuelve el dolor, entonces el bebé descubrirá ese juguete como algo
suyo, como parte de su yo. Más tarde aprenderá, también con su Transformador, a nombrarlo, y será su pie.
En su incorporación de parte de su yo, el bebé incorporará, gracias a su capacidad de probar, experiencias y
convicciones de placer con su pie.
Existe otro tópico en este apartado: el de creer que todo descubrimiento o creación se hace a base de
prueba y error. Esto es confundir y mezclar la función de varias estructuras para descalificar al Transformador.
El Transformador prueba y elige, el Vitalizador descarta y el Sintetizador corrige los errores. Esa visión
desconoce, a la vez, la función de las tres estructuras. Ocupándonos del Transformador, probar y elegir no
significa que haya error. Lo que no se elige para una creación se reservará para otra. Lo esencial es probar. Y
la creación surge cuando el acto de probar nos sugiere otro sabor nuevo que se persigue conseguir. Cuando
el Transformador está sano no necesita realizar una obra mala, pues el probar, realmente o con la
imaginación, basta para disuadir y buscar a probar algo más acorde. Un auténtico creador no crea para
destruir. Sabe lo que va a surgir en cuanto se imagina probándolo. Y lo que crea entonces es bueno.
- El Transformador elige: Cuando estamos creando, si el Transformador no está limpio, puede
confundirse con formas viejas que solicitan mezclarse con lo nuevo para crear. Es así como ocurre en la
creatividad, forma inferior de renovar las cosas, por lo demás tan expandida, y totalmente diferente de la
creación, que se basa en lo absolutamente nuevo, elevado, y grande. La creación es lo único que puede
transformar el mundo, aportando la irrupción del descubrimiento de algo que las más veces siempre estuvo
allí pero que nadie había descubierto antes. Como por ejemplo que la tierra es esférica y que gira alrededor
del sol. O por ejemplo, la estructura de personalidad MAT y su ingeniería emocional en sus 58 patrones
posibles. O la mecánica cuántica. O los efectos de la luz sobre la materia que dieron origen al impresionismo.
Cuando el Transformador está sano, pueden y deben surgir formas múltiples, todas válidas, entre las cuales
poder elegir la mejor. Para ello existe un diálogo, dialéctico y perfecto, entre un Rector libre de prejuicios que
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EL ESPLENDOR DE LO HUMANO
detecta lo que no es y el Transformador limpio y puro que descubre lo que sí es. Con lo cual, cuando esto
funciona bien, la elección es siempre fácil.
Al ponernos en contacto con nuestro ser, la elección se hará, a la vez, más fácil, ahorrándonos dudas,
y más variada, amplia y rica: cubrirá un inmenso repertorio de todo lo válido, rico, variado. Cuando nos
ocultamos bajo una máscara que reduce y niega la grandeza de nuestro yo, la elección se hará en un registro
muy reducido y repetitivo.
- El Transformador determina: El Transformador que funciona bien no duda, no vacila: encuentra, crece
y determina, en cada estado de su propia evolución, lo que es y será siempre. No tantea, reconoce y crece en
ese reconocimiento. Estas afirmaciones recuestionan una serie de tópicos sobre el dolor del creador. Un
creador accede a categorías siempre más puras y altas sin ningún dolor, sino con solidez y convencimiento y
también deslumbramiento. El sufrimiento, las dudas, las vacilaciones son efectos de interferencias en el
Transformador o de hipotecas sobre él, como analizaremos más tarde.
En el acto de determinar se necesita más firmeza que en otros actos del Transformador. Y más diálogo
entre el Rector y el Transformador. Pongamos el caso de un diálogo interno. La víctima de ello escucha y
siente una voz de autoridad que le discute su natural derecho a ser sí mismo, a elegir lo que decide hacer. Y
se pone a discutir con esa voz y a rebatirle sus argumentos y a justificar los propios. Imaginemos que decide,
para librarse de esa tortura, ir a una terapia Gestalt. El adepto de Fritz Perls lo hará sentar en una “silla
caliente” donde dará voz a su verdugo psíquico y lo dejará hablar hasta reconocer su identidad real.
Imaginemos que reconoce a su propio padre que le prohíbe, por ejemplo, casarse con la mujer que ama. La
Gestalt considerará concluido el caso en cuanto el paciente sea capaz de sacar rabia y mandar a paseo al
padre abusivo. Los diálogos internos se repetirán y la solución será multiplicar las sesiones y volverse cada
día más rabioso. En el MAT se analizará el caso partiendo del conocimiento de la estructura total y de las
emociones auténticas que deben nutrirla, y se determinará que el Padre tenía un Rector en mal estado,
invasor y castrador que pretendía ocupar el Rector y el Transformador de su hijo, y que éste, al aceptar dimitir
de su Transformador y reducir su Rector, tenía esa falsa impresión de posesión. Lo que determinaremos es
que no hay nadie dentro de nadie y que nadie se puede meter dentro de otro. Es imposible. Lo que hay que
hacer es reconducir la energía que se desvió del Rector propio hacia el Transformador, volviéndolo defensivo y
alucinado, recuperando así su capacidad de poner límites infranqueables tanto al yo propio como al de los
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demás, y reconducir la energía que se desvió del Transformador hacia el Rector, perdiendo así la conciencia
de sí y la firmeza en diferenciarse de todos lo demás. Así se verá que, si el padre existió o existe, está fuera y
tiene una patología severa. El hijo sólo tendrá que trabajar sobre su propia estructura para recuperar su
plenitud y su libertad, a más de inteligencia. El Vitalizador intervendrá sólo para cortar una falsa creencia: la
de que otro se puede meter dentro de nosotros.
- El Transformador afirma y declara. Una vez que determina basándose en el descubrimiento de los por
qué, afirma lo válido, lo que sí es, y lo declara con valor. Estas afirmaciones y declaraciones son las que han
cambiado el mundo, ya se trate de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos o de las
declaraciones, en un congreso, de un sabio que descubrió algo trascendente que revolucionará las ciencias, o
más modestamente, de las declaraciones de un diputado que accede a la visión de un nuevo orden y lo
fundamenta. Primero hay que afirmar. Luego declarar. Son dos procesos consecutivos. La historia de
Copérnico nos lo recuerda.
En el proceso de educación de un niño, los padres y educadores que se precien de ser válidos,
evitarán poner modelos a sus hijos. La única referencia es el sí mismo del niño, en permanente transformación
y crecimiento. Y la referencia será la potencia que da el Transformador. Todo intento de remplazar la potencia
por deseo de poder, ya sea poniéndose como modelo o referencia para el niño autónomo y libre al que en
realidad se envidia, ya sea poniendo modelos ajenos, aunque éstos sean dioses o héroes, es en realidad un
asesinato del yo. Esto es una afirmación fundamentada en el estudio de 120.000 casos. Y la declaración
acorde es la de proclamar que, tarde o temprano, ese crimen se ve desvelado y que se pierde el respeto, la
admiración y el amor del niño.
- El Transformador se pronuncia: El pronunciamiento significa asumir lo que se es y lo que se descubre
que se es en cada momento. El Transformador emite el yo y lo contiene. El Transformador desnuda el ser de
sus máscaras y lo presenta al mundo tal y como está en cada momento. Y en cada momento, es más
auténtico y más sí mismo, porque está en perpetua evolución. Cuando el Transformador se pronuncia, no
emite una opinión (expresión de un Rector enrarecido que no sabe establecer un diagnóstico objetivo), ni
menos aún un juicio (Rector esclerotizado), sino el pronunciamiento de un descubrimiento de lo que sí es. Por
ello, el Transformador es la base y la raíz del Protector, que, sobre la base de lo que sí es, y de lo que sí es lo
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más eterno y universal posible, elige amar lo mejor disponible. Así, y sólo así, se puede llegar al conocimiento
del bien (Protector) y del mal (Rector) sin caer en el maniqueísmo, con toda la riqueza de colores y de
matices, siempre en evolución y en transformación hacia la elevación. La facultad de pronunciarse, y de
hacerlo siempre a favor de la transformación, de la renovación y del progreso ha originado la noción de valor,
de valentía, de coraje, de potencia.
Pronunciarse implica tener conciencia de sí. Y tener el valor de asumirse y de dar cara. Cuando el
Transformador está limpio, se pronuncia, descubriéndose en evolución y mejora en cada momento. Por
ejemplo, cuando estamos en presencia de una mentira tenemos la opción de denunciarla diciendo “así no” o
de esperar, capitalizando la justa rabia, a pasar al Transformador para detectar lo que es (verdadero, válido,
veraz, crecedor, ético, amoroso, etc.) descubriendo el por qué. Entonces el pronunciamiento tiene su máxima
potencia. Y es lo que recomendamos para ejercitar el Transformador y usar cada situación como estímulo de
crecimiento. Así el crecimiento se hará imparable a la vez que la conciencia de sí se tornará cada día más
firme.
- El Transformador evoluciona: esta noción está en germen en lo que hemos analizado anteriormente y
aporta la imagen de crecimiento permanente en constante transformación. Nosotros, los humanos, tenemos
seis estructuras. Pero ningún humano dio ni dará su plena talla, la de sus seis dimensiones sanas y a pleno
rendimiento, en el sentido de algo que ya se logró, de una vez y para siempre, y que no es susceptible de
crecimiento y de transformación. Por definición misma de la definición de cada estructura, claro está, y sobre
todo de la del Transformador.
Actualmente está de moda el debate sobre el origen del hombre como producto de la creación de un
creador o de la evolución a partir del pez o del mono. En esta segunda teoría se añade el bing bang como
punto de origen y hasta causa de la creación del universo. A nuestro parecer las dos versiones desconocen el
funcionamiento de la estructura de personalidad del ser humano. La primera presenta a un creador que
estableció su creación sin otorgar al humano un Transformador y reservándolo para sí como siendo su
diferencia con el hombre, con lo cual se llega, una vez más, a la imagen de dios hecho a imagen del hombre y
no al revés. Y de un hombre sin Transformador, incapaz de evolucionar.
La segunda versión infla, por lo contrario el Transformador del ser humano quién, con un
Transformador hecho para hacer cosas muertas e inermes pero jamás algo vivo, ni siquiera una hoja de árbol,
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PRECIADA AZANCOT
concibe la creación como su propia obra y a sí mismo como un autorretrato. El situar el origen en el Big Bang
Confunde al Transformador con el Vitalizador, única estructura capaz de realizar una explosión. Todo ese
absurdo se presenta con aires de cientificidad.
Sin entrar en ese falso debate, detectaremos solamente que el ser humano posee intrínsecamente la
facultad de evolucionar y que eso ha hecho y seguirá haciendo.
- El Transformador consagra: Y porque el Transformador accede al descubrimiento de la evolución,
precisamente consagra lo válido que se descubre y se crea en cada etapa de nuestro caminar en este mundo.
Cuando analizamos la historia del hombre, estamos recorriendo un tiempo histórico marcado por piedras
situadas en el tiempo que representan progresos, transformaciones, descubrimientos, creaciones reconocidas
y consagradas. Son las que han permanecido en nuestro registro de datos y no desaparecieron con sus
creadores, anónimos. Todo el campo universitario se dedica a descubrir, inventariar y transmitir lo consagrado
para que sigamos evolucionando sin tener que desandar caminos ya despejados. Si nuestra estructura
Transformadora funciona bien, el reconocimiento y la consagración de lo válido, de lo valioso y de lo grande
se hace en un plazo fulgurante, casi en tiempo real. Si no, los genios se siguen muriendo en la mayor penuria
y desamor.
La consagración representa la culminación del funcionamiento del Transformador, que, primero
reconoce, luego admira y valora, luego consagra. Tanto hacia adentro –autovaloración- como hacia fuera –
valoración de lo realmente crecido y grande-, el Transformador sano sabe, sin dudar ni hacer pasar ridículos
exámenes a lo que lo supera, reconocer y crecer en ese reconocimiento antes de consagrar, lo que convierte
en punto de referencia la estatura o la obra de un creador.
- El Transformador decide: y eso es consecuencia coherente del poder elegir y pronunciarse sobre la
valía de la opción. El Transformador, ya lo vimos, puede actuar en su inmenso campo porque pone en
contacto con el yo profundo, con nosotros mismos. Y es por ello que es la estructura que nos permite tomar
decisiones fundamentadas y, al tiempo, completamente originales y auténticas.
La decisión tomada por el Transformador puede ser completamente aislada, sin encontrar ningún
consenso ni mayoría y, sin embargo, ser la más acertada. Porque se fundamenta sobre el contacto con el yo
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profundo, la decisión será la más definitiva y rotunda que se pueda uno imaginar, y su solidez se mantendrá y
se demostrará a sí misma con el tiempo.
Un tópico muy extendido consiste en la creencia en que la decisión la toma el Rector sobre la base de
lo seguro y que una decisión tomada desde el Transformador es caprichosa, veleidosa, no fundamentada en
nada sólido. La realidad demuestra que es al revés. Cuando se toma una decisión desde el Rector, ésta
reposa sobre la evaluación de riesgos y retrocede y se repliega ante ellos. Una decisión tomada desde el
Transformador se pronuncia desde la valoración de la medida de lo posible y cubre el abanico de lo máximo
esperable y alcanzable. Además, y nunca se insistirá bastante sobre este punto, se fundamenta sobre lo
máximamente auténtico: sobre el contacto y la expresión del ser profundo.
- El Transformador se manifiesta a través de creaciones, decisiones, pruebas, declaraciones,
elecciones, superaciones y crecimientos. El Transformador no es la estructura que abre, como se podría creer,
porque la que abre es el Orientador. El Transformador accede a la superación de lo que ya existía, accede a lo
nuevo encontrándolo dentro de sí o fuera de sí, en otra obra creada. Y el acceder sólo es posible en el
contacto con el ser, con el yo real y profundo que prueba y se reconoce y así crece haciéndolo suyo.
Aquí es necesario hacer una disquisición para separar lo válido cuando se accede realmente, de lo
delirante y sin embargo muy común. Pongamos un ejemplo: estamos en contacto, por primera vez, con la obra
de un gran pintor. Hay dos maneras, diametralmente opuestas, de acceder y de incorporarse lo nuevo. La
primera manera, la mala, sería colocarnos en la actitud siguiente: esto me gusta y me lo voy a incorporar.
Entonces nos colocamos ante la obra de arte y decimos: “Yo le cambiaría esta sombra y la colocaría en este
otro lugar y pondría más verde aquí y le quitaría ese morado de allá.” Con lo cual, el incauto cree que él ha
sido capaz de hacer esa obra de arte, y mejor que el artista, puesto que la ha corregido. Así, además de
mantener y de reducir su talla de enano, añade otra patología, la de convertirse en megalómano que cree, por
arte de magia, acceder a la talla de genio simplemente acaparándoselo. La otra posición, la buena, sería
colocarse ante el cuadro y dejar que el Transformador propio perciba lo novedoso, lo grande, lo creador,
admirándolo efusivamente y penetrando, con respeto y sobrecogimiento, en el cuadro, imaginativamente.
Entonces nace una experiencia vivida de otro mundo, que antes no existía, y que nos hace sentir sensaciones
y emociones nuevas, las cuales nos hacen sentirnos diferentes, más nuevos, más crecidos. El hacer nuestras
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estas experiencias, ya significa crecer. Y si ese crecimiento es de verdad, se transformará en amor por el
artista que lo ha posibilitado y en gratitud hacia él.
Cuando el Transformador funciona mal, es básicamente envidioso. Reconoce afuera lo nuevo, lo
grande, lo genial y, en vez de admirar, reconocer, consagrar, degrada, critica, se escuda en lo no consagrado
aún por las mayorías. Entonces, como nuestro ser funciona, lo queramos o no, en vez de elevarse y crecer,
retrocede y se achica. Nos convertimos en enanos en vez de ser los gigantes que todos nacimos para ser.
Desde luego, como veremos en el próximo capítulo, hay muchas formas en que el Transformador
funcione mal, hay cinco formas diferentes y las veremos todas. Aquí sólo pondremos énfasis en dos, las
peores: la envidia y la cobardía rastrera.
La envidia es el veneno más poderoso contra nosotros mismos, primero y ante nada, y contra los que
superan nuestra talla. Es lo que hace que la potencia se transforme en poder monstruoso. Se envidia al bebé
porque es libre y está entero, se envidia al niño, porque es más auténtico que nosotros. Se envidia a la
persona crecida porque está en el camino al que dimos la espalda. Se envidia a los creadores y descubridores
porque nos están mostrando una talla nuestra que decidimos cercenar. Pero lo peor que hacemos es el
crimen contra nosotros mismos, porque hay un automatismo inevitable: todo lo que reduzcamos y
descalifiquemos hacia fuera, se traduce siempre en una amputación de lo de adentro. Y se cae en un círculo
vicioso, o mejor dicho, en la espiral, movimiento propio del Transformador, pero hacia abajo, hasta la
degradación completa.
En cuanto a la cobardía rastrera que se vive cómo vértigo ante la talla de todo lo que merece ser
admirado, nos hace caer en la necrofilia, en la fobia ante lo que merece la pena vivir. Para compensar esa
pérdida, es inevitable inflar artificialmente el falso orgullo con locos y obsesivos deseos de control y de poder
sobre los que admiramos. Esa actitud, tan común por lo demás, llevada a su paroxismo, lleva a la psicopatía
de los asesinos en serie.
Cuando funciona bien, el Transformador es ocurrente, puro, limpio, versátil, innovador, inquieto,
valiente, rompedor, grandioso, va a la esencia de las cosas, alentador y genial.
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EL ESPLENDOR DE LO HUMANO
Algo muy importante que hay que señalar en el funcionamiento del Transformador adecuado es que
tiene horror a los mitos y a lo heroico. Esto puede sorprender a primera vista, pero es muy fácil darse cuenta
de que todo lo mítico y heroico implica esa famosa intervención de los dioses de la cual disertamos
anteriormente y que es una aberración para el funcionamiento del Transformador sano. Creer en mitos es
consecuencia de otra aberración, esta vez del Orientador, que cree en magia y forma arquetipos que son tan
sólo amputaciones del ser integral, proyectados afuera y magnificados para compensar su gran miseria.
El Transformador responde a todos los por qué que nos podamos formular. Y esto es sólo
consecuencia de la función principal de esta estructura, que es la de ponernos en contacto con el ser, con el
yo profundo que aflora cuando se hacen caer las máscaras. El ser siempre está fundamentado, es coherente y
tiene razones implacablemente matemáticas. Y es al contacto con el ser que todo cobra sentido y tiene su
explicación. Einstein decía que “Dios no juega a los dados con el universo”, expresando así, genialmente, lo
que queremos decir. El crecimiento, la creación, no son juegos de dados. Obedecen a fundamentos de lógica
implacable. Descubren todos los por qué.
Cualquier ejemplo de crecimiento y de creación nos puede servir. Pongamos el ejemplo de un escritor
escribiendo su novela: está, por ejemplo, empezando a escribir el segundo capítulo. Si es un gran escritor,
este capítulo tendrá varios por qué, y ninguno fruto del capricho; será por ejemplo un movimiento ascensional
en espiral que prosiga la misma sinfonía que en el primer capítulo en una nueva dimensión y registro. Será un
retrato, tomando pie en sus personajes, de alcance universal, aleccionador y crecedor para el lector. Será la
irrupción de circunstancias y pretextos para desvelar, desnudar la esencia del yo real del protagonista. Serán
mil cosas, pero todas fundamentadas e imprescindibles para que la creación del artista encuentre resonancia
universal en los lectores. Si algo en la novela aparece sin ningún por qué aparente ni oculto, será un defecto,
un fallo del artista. Allí no se expresará el Transformador.
Cuando un niño empieza a preguntar los por qué de cualquier cosa es cuando está en el proceso de
descubrirse a sí mismo, de ahondar en su identidad. Por ello, es tan importante para su contacto con su yo,
decirle la verdad y hablarle como a un adulto. Su Transformador no admite contradicciones en los por qué. Si
las encuentra, procederá a distorsionar todo lo real y fundamentado para recrear una realidad consecuente y
redonda. Caerá en el pensamiento mítico.
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PRECIADA AZANCOT
El Transformador puede fallar por exceso o por defecto: Por exceso, el Transformador se torna
mitómano, al identificar el ser con uno de los múltiples mitos que nos han legado las mitologías o que han sido
encarnados por seres humanos que se identificaron con esos mitos. El mito de Edipo, por ejemplo, contaminó
el psicoanálisis. Napoleón también es un claro ejemplo de Transformador invadido por un mito con el cual se
identifica y que termina, como todos los mitos, muy mal. Hitler, igualmente, con el mito de la raza aria,
muestra las tragedias a las que se puede llegar en ese proceso.
Por defecto, el Transformador se manifiesta por el apocamiento. Sentirse inferior, reducido,
acobardado ante lo nuevo. El apocamiento termina en impotencia, ya sea ésta sexual, o mental, o creadora o,
simplemente, humana.
¿En qué campos se manifiesta el Transformador?
-En su propio campo: en las creaciones, transformaciones y crecimientos. Pintando un cuadro, por
ejemplo, en el campo de la creación. Cocinando, en el de la transformación. Convirtiéndose en adulto, en el
campo del crecimiento.
-En el campo intelectual, dominio del Sintetizador, el Transformador se manifiesta en el campo de la
ideología y de la filosofía, así como en el de las matemáticas elevadas.
-En el dominio vital, campo del Vitalizador, el Transformador se manifiesta enormemente cuando se
transforma una sensación en emoción. Esto ocurre en cada momento. En el terreno de la patología, cuando se
aprende a cambiar una emoción auténtica por otra falsa e inadecuada, también interviene el Transformador.
-En el campo afectivo: cuando se pasa de la amistad al enamoramiento, interviene una transformación.
Cuando se funda una empresa o una familia, estamos transformando una suma de personas en una
organización que tendrá su propia personalidad y su propia alma.
-En el campo del Rector, hay, como ya vimos, una dialéctica permanente entre éste y el Transformador.
Aquél percibe lo que no es (cierto, conveniente, sano...) e inmediatamente pasa la vez al Transformador, que
se busca y encuentra lo que sí es.
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EL ESPLENDOR DE LO HUMANO
-En lo espiritual, campo del Orientador, el Transformador se manifiesta en todas y cada una de las
experiencias de lo sagrado, de lo trascendente, de lo elevado, porque cada una de esas experiencias nos
transforma.
En el plano trascendente, el Transformador rige la metamorfosis. Toda la naturaleza está impregnada
de Transformador. La metamorfosis es la esencia misma de todo lo que nos rodea y de lo que llevamos y
somos dentro. Constantemente. Una semilla nace y se transforma en un árbol, un huevo en un águila, un óvulo
y un espermatozoide en una preciosa criatura humana o en un cachorro de chow chow, una piedra en hierro,
el hierro en escultura. Gracias al Transformador la existencia es y nosotros somos.
Las manifestaciones del Transformador en arte y en religión:
El campo del arte es, por esencia, materia del Transformador. Pero es difícil captar el arte del
Transformador que se expresa a sí mismo. Por lo general traduce en arte la expresión de las demás
estructuras. Aún así es posible captarlo:
-En arquitectura, las plazas, por lo general, son expresiones del Transformador y lugares de
transformación. Los cementerios también. El estilo renacentista es, entre todos, el que más se acerca a la
manifestación del Transformador puro.
-En literatura, tenemos a Goethe en su obra “Fausto” y a Shakespeare en toda su obra, que evidencian
la grandiosidad del Transformador creando sobre sí mismo.
-En música, elegimos a Brahms como máximo representante del Transformador expresándose a sí
mismo.
-En pintura, tenemos a Poussin, a Tiziano y a Velázquez como insignes exponentes del Transformador.
-En religión, el Transformador se erige en ley sagrada para los hombres con su máximo esplendor en el
Judaísmo en todas sus vertientes, ya bien en la expresión de Dios que se nombra ser “el que Es”, en el
Talmud o en la Kabalá. Como mera ilustración, daremos el comienzo del génesis, que describe el proceso de
la creación hasta el momento de las reglas dadas a Adán y a Eva (tarea del Rector). En la Kabalá,
mencionaremos el árbol de los Sefirot con las diez emanaciones del Ser divino.
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En el cuerpo, el Transformador rige los huesos y el esqueleto, la médula espinal, los dientes, la
glándula paratiroides y las salivares.
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V. El ORIENTADOR:
El Orientador es la estructura que nos permite conectar con la realidad oculta, con la realidad psíquica
y con la espiritual. Todo aquél que haya tenido un sueño y/o una experiencia espiritual de elevación, es decir,
todos nosotros, sabrá que esta parte de nosotros está viva y actuante en todo momento. Si bien es aún hoy
en día la zona aparentemente más misteriosa de nuestra personalidad, nosotros creemos que ese misterio se
debe aún a nuestra ignorancia sobre la estructura y su funcionamiento, por un lado, y por otro a la noción
misma de personalidad, que erige máscaras y falsos misterios bajo la forma de arquetipos y de magias que
traban el fluir de esa estructura, sus manifestaciones y su funcionamiento, originando así pensamientos
mágicos que interfieren. A esas taras, hay que añadirle la visión de nosotros, del mundo y de Dios que han
introducido las diferentes religiones y que vienen a opacar la mirada de nuestro “tercer ojo” cuando se dirige
al cielo o hacia adentro de nosotros. Eso en cuanto a nuestra visión espiritual.
En cuanto a nuestro conocimiento de nuestra psique a través de nuestras fantasías y de nuestros
sueños, debemos diagnosticar que aún estamos en pañales y que ninguna de las ciencias psicológicas ha
dado cuenta de la realidad. Tampoco pretendemos darla. Sólo abriremos una ventanita sana de sensatez,
experiencia y sentido común. Por otro lado, esta obra no trata del tema del Orientador salvo como inventario
de nuestras estructuras innatas. Existen dos libros nuestros que sí tratan de este tema: “El espejo de la
divinidad” Tomos 1 y 2.
El Orientador permite intuir, captar y experienciar la dimensión profunda de lo que está en nosotros y
fuera de nosotros, ya sea esto un árbol, un animal, una persona, el universo o Dios. Captar, asumir y soltar
para así cambiar. Esta es la síntesis del proceso. Su finalidad básica es la plenitud y su función trascendente
es la de regir el espíritu.
Esta estructura, contrariamente al Transformador, no es propia del ser humano. La compartimos con
todo el universo y con lo que está más allá, ya sea creado o por crear. Esto suena a palabra dogmática y
religiosa. Pero no es así. Todos nosotros tenemos esta estructura, la usemos o no. Para no ir más lejos, y ya
que esta estructura es la que permite dar testimonio, nosotros fuimos criados en tres religiones, la
musulmana, la cristiana y sobre todo la judía. Luego fuimos ateos militantes. Luego experienciamos con
nuestro Orientador lo que creímos ser el dios vivo. Luego despertamos de nuestro ensueño percibiendo lo
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que no está. Luego accedimos a la certeza de Su realidad y de Su naturaleza. Y estamos en el camino. Nadie,
y mucho menos nosotros, trajo nunca una verdad demostrable sobre el más allá, sobre el cielo ni sobre Dios.
Muchos, y muy insignes, trajeron experiencias reales de su Orientador desde la fase de crecimiento en la cual
estaban. Y desde el funcionamiento y las leyes que regían su personalidad.
El Orientador muestra lo que está, en todos los lugares. Y la función mínima del Orientador es la
percibir nuestra estructura profunda y esencial y las leyes de su funcionamiento. Cuando lo hace, ve lo mismo
en los demás seres humanos y ve el Orientador en todos los elementos, descubiertos o por descubrir, en el
universo vivo. Y decimos universo porque no conocemos nada más allá. Pero nuestra conclusión es rotunda:
todo lo que existe, al tener una sola estructura, tendría el Orientador solamente. El Orientador es el mínimo
básico y, a la vez, lo más profundo y trascendente. Por ejemplo, el aire, que tiene tres estructuras: el
Orientador, el Vitalizador y el Rector. Las plantas tienen cuatro estructuras. Los animales cinco. Los humanos
seis. Y Dios, para quien lo perciba, más de seis. Jamás sabremos cuántas. ¿Es eso parte de lo que siempre se
llamó misterio?
Decimos detecta lo que está, y no sólo lo que está vivo, porque lo vivo lo percibe el Vitalizador si no lo
que va a estarlo. Ambos trabajan en equipo. Aunque bastaría, para darse cuenta de lo que está vivo, percibir
lo que está. Porque lo que no está vivo, no puede estar, para el Orientador.
- El Orientador atisba, en toda cosa, su finalidad. Atisba el sentido último de lo que está, permite captar
ese sentido último, con todas sus consecuencias, experienciarlo por anticipado en el reino de la fantasía y
actuar para hacerlo realidad. Ese sentido último se llama finalidad, es decir, que el Orientador responde a
todos los para qué de la existencia. Y el sentido de la existencia de esta obra de iniciación al MAT es mostrar,
parte de, lo que tenemos y de cómo funciona, respondiendo así a muchos “¿Dónde?”, “¿Cuando?”, “¿Qué?”,
“¿Cómo?”, “¿Por qué?”, “¿Para qué?” que nos planteamos los humanos.
Decíamos que el Protector detectaba y regía el alma. El Orientador ve más allá del alma, el espíritu.
Mientras definíamos el alma como la fuerza horizontal y oceánica que actúa el anhelo de la entrega a través
de la fusión con el objeto amado, el espíritu es una fuerza ascensional y vertical, extremadamente veloz, que
tiende a convertirse en uno sólo con el objeto del éxtasis, a través de la fisión para confundirse y fisionarse
con algo más elevado y de naturaleza superior, que lo arrastra hacia arriba.
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EL ESPLENDOR DE LO HUMANO
Por ejemplo, cuando estamos enamorados y nos entregamos en cuerpo y alma al objeto de nuestro
amor, hay una fuerza en nosotros que aspira a confundirse con el otro y a convertirse, ambos, en una tercera
cosa que los trascienda. Eso lo hace nuestro Orientador.
Y lo que rige esa fuerza no son pulsiones oscuras, inconscientes, donde se mezclan el bien (entregarse
infinitamente) y el mal (deseo de poder y de dominación sobre el otro) como dice el psicoanálisis. No en un
Orientador sano. En un Orientador sano esa fisión es totalmente positiva y pura y definitiva. Es el modo de
hacer una sola cosa con una finalidad trascendente: acceder a un estadio superior que pueda conectar con lo
máximamente alto, que no es un punto fijo, sino en perpetuo alejamiento porque elevación. Lo contrario de
ello son las famosas “pulsiones” del psicoanálisis, que son fruto de una simple inversión del orden en que
funcionan el Orientador y el Vitalizador. Es decir, que en vez de alegría pura – la de la certeza, la de la
trascendencia, la de la elevación- se manifiesta la falsa rabia de querer estar, en fantasías de dominación, en
vez de soltarse y fluir.
El impulso de elevación, que parece tan místico, se puede ejemplificar con ejemplos cotidianos y
cercanos. Cuando vamos al entierro de un amigo muy querido y bajan el ataúd a la fosa, y lo recubren de
tierra y ya le vamos a dar la espalda para volver a casa, hay un instante de conexión con lo que queda del
muerto y que nos eleva hasta él para decirle adiós. Esta es una experiencia del Orientador.
Pero para quedarse más a ras de tierra, cuando estamos sobrecogidos ante un paisaje maravilloso y
sentimos una sensación de elevación, eso es nuestro Orientador.
Cuando escuchamos una sinfonía, o un gran poema, y nos elevamos y ensanchamos, eso es nuestro
Orientador. El mismo que sirve para la más mística e intransmisible de las experiencias. Lo único que varía
entre una u otra experiencia es el nivel de limpiamiento del Orientador y su velocidad de elevación. Los
budistas han demostrado que se puede alcanzar ese máximo nivel de éxtasis en la contemplación de una flor.
O de un punto fijo ideado.
¿Qué hace el Orientador?
Orientador?
- El Orientador abre: abre caminos ni siquiera percibidos por la imaginación (parte del Transformador).
Así ilumina lo que está en nosotros y fuera de nosotros, trayéndolo a la conciencia cuando funcionamos lento
y mal, dejándolo en el Orientador como algo tan real como la realidad perceptible con el Vitalizador, para ser
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propuesto al Rector que detectará lo que no es y es producto del funcionamiento patológico de la
personalidad y al Transformador que detectará lo que sí es y sobrepasa la imaginación. Tenemos instalado un
mecanismo de cinco censuras, como para cualquier otra de nuestras estructuras, para aceptar lo que capta el
Orientador.
Cuando tenemos una intuición, o sentimos un instinto despertarse, estamos abriéndonos a una nueva
experiencia que surge en nosotros gracias a la existencia del Orientador. Porque la intuición y los instintos
están en nosotros y en todo el mundo.
Cuando, más sencillamente, nos abrimos a la posibilidad de una experiencia nueva, por ejemplo ante un
paisaje conocido o desconocido, o, por ejemplo cuando vamos a un curso o a una conferencia y escuchamos
con atención, deseando experienciar algo nuevo, estamos abriéndonos con nuestro Orientador. Y eso ocurre
cuando no nos cerramos a una finalidad hasta ahora desconocida por aún no experimentada.
Nuestra experiencia, así como el estudio de cientos de casos de personas elevadas, nos demuestran
que cuanto más nos abrimos a los cambios que puedan recuestionar nuestra vida, más sabiduría tenemos.
Las palabras apertura y sabiduría son sinónimos en lo que a funcionamiento del Orientador se refiere. Por
ejemplo, si caminamos por la calle y nos encontramos con alguien desconocido que nos dice que descubrió un
secreto que nos puede cambiar la vida, nuestro Orientador sentirá alegría y curiosidad y nuestro Rector
diagnosticará si nos encontramos ante un posible estafador o timador o si el espíritu de la persona, que
percibe claramente nuestro Orientador, es lo bastante elevado como para escuchar y seguir a ese extraño que
irrumpió en nuestras vidas. Los cuentos de las mil y una noches están todos montados alrededor de esa
apertura que es propia del Orientador que busca el cambio.
- El Orientador ilumina: Hay muchas formas de iluminación, pero ninguna sería posible sin la presencia
en nuestra estructura del Orientador, que tiene como función la de iluminar irradiando la percepción de esa
luz hacia las demás estructuras. Por ejemplo, a menudo vemos que las personas que han tenido una
experiencia trascendente cambian de rostro y parecen iluminadas. Irradian la sabiduría de algo que siempre
estuvo y que al fin experimentaron. A esa experimentación especial a través del Orientador, la llamamos
experienciar o experienciación porque la plenitud de esa vivencia es total y conmocionante y no se parece a
ninguna otra.
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EL ESPLENDOR DE LO HUMANO
Cuando tenemos la revelación de algo muy importante y trascendente para nosotros, lo sentimos
exactamente como nuestro Orientador está hecho para funcionar: como una iluminación que nos va a cambiar
la vida haciendo aparecer un antes y un después.
Cuando vemos el rostro de un niño a quien se le regala el juguete con el cual tanto soñó, vemos una
iluminación, no sólo en su mirada, sino en todo su rostro. Eso es el Orientador del niño el que se expresa.
Una abuela a quien le presentan a su nieto, o que simplemente va a buscarlo al colegio y lo reconoce
entre sus compañeritos, verá su rostro iluminarse.
O simplemente, cuando vemos a un amigo al que no veíamos desde hace tiempo, nuestro rostro se
iluminará.
Y, para ir a lo más escaso: una persona muy en contacto con su Orientador, cuando ha adquirido la
sabiduría suficiente como para saber que es un milagro y un regalo del cielo el, sencillamente, estar en el
mundo y estar rodeado de tanta maravilla como son las plantas, los animales, las personas, tendrá un rostro
que irradie la felicidad que lo embarga, en casi todos los momentos.
Y para terminar con un ejemplo sencillo, un perro, que espera a su amo, irradiará alegría en todo su
cuerpo cuando éste se presente: moverá frenéticamente la cola, jadeará, danzará de gusto. Y transmitirá su
iluminación a su amo, que lo festejará.
- El Orientador revela, justamente porque está hecho para hacernos captar la finalidad, el sentido
último, las experienciaciones del Orientador nos aparecen como revelaciones. Pensemos, por ejemplo, en
nuestro primer orgasmo. Esa sensación es perfecta para describir la potencia de la experienciación. ¿Eso soy
yo? ¿Está en mí? ¡Quiero más! Es, seguramente, lo que nos dijimos en su día. Nos reveló una potencialidad,
una realidad nuestra que ignorábamos hasta entonces.
Todo ocurre como en fotografía: captamos algo relevante, lo procesamos y lo revelamos. Así funciona
nuestro Orientador. Es bueno precisar que nuestro Orientador funciona de la manera más veloz entre todas
las estructuras. Mucho más veloz que el Transformador. Probablemente, y esto es tan sólo una hipótesis,
funcione a la velocidad de la luz, ya que su función es la de iluminar.
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Nosotros, en toda nuestra experiencia docente, conseguimos, desde el primer seminario MAT, que
nuestros estudiantes nos digan, casi todos, que sintieron, con el nuevo instrumental que les pusimos a
disposición, una revelación de sí mismos que jamás habrían podido sospechar. Por eso, nuestros cursos
cambian la vida de todo aquel que tenga la paciencia de atender a nuestro programa de formación avanzada
de 154 horas. Y no es un cambio fugaz ni, mucho menos, una inflación del Orientador, como pasa en tantos
cursillos esotéricos, no, aquí se trata de una ciencia, y todos se vuelven más sensatos, completos y sanos. Por
eso el cambio es definitivo.
Todos hemos sentido, en algunos momentos de nuestra vida, la revelación de algo nuestro, muy
hondo, que siempre estuvo allí y que se hacía consciente. El que jamás la tuvo es que no puso nunca a
trabajar su Orientador y tiene una espléndida perspectiva por delante.
- El Orientador irradia: Tanto para bien, en un Orientador que funciona bien, como para mal, en caso de
disfuncionamiento, cuando experienciamos el funcionamiento del Orientador irradiamos energía positiva o
contaminamos el ambiente con fanatismos, idolatrías, toxicidades de cualquier tipo. Por ejemplo, si nos
ponemos en sintonía con el vuelo de un pájaro, sentiremos ese vuelo como propio. Sentiremos el entusiasmo
de volar. Por lo contrario, si nos sentimos elegidos de dioses arquetípicos, y volvemos de nuestra ensoñación
con mensajes que creemos revelados, vamos a contaminar Orientadores ajenos introduciendo ruidos donde
debe reinar un silencio denso, vibrante y elevador. Irradiaremos fanatismo y los Orientadores de los demás lo
captarán de igual manera: inflacionándose si funcionan mal por exceso o burlándose de nosotros si funcionan
bien.
En la función de irradiar, el Orientador irradia sus vivencias a todas las demás estructuras. Esto se vive
como un burbujéo muy agradable que empapa todo nuestro ser.
Cuando sentimos un buen orgasmo, es decir un orgasmo sano y completo, la sensación de plenitud no
es local, genital, sino que se irradia a todo el cuerpo, el cual sigue vibrando, a veces, durante veinte minutos
seguidos. Es lo que Leopoldo Azancot llama el orgasmo cósmico en los talleres de sexualidad que imparte.
A veces, ante un arco iris, tendremos esa sensación de irradiación en todo nuestro ser de la alegría
que nos embarga. Todos tenemos experiencias de irradiación que contar.
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En lo referente a la salud, a veces un dolor se irradia a toda una zona, muy en especial cuando afectan
órganos relacionados directamente con nuestro Vitalizador y nuestro Orientador, que están relacionados.
- El Orientador atisba: El Orientador funciona como si fuera un tercer ojo que ve mucho más lejos y más
allá de lo que podemos ver o imaginar. Y tiene una visión muy nítida, superior a la del águila. Por eso lo
llamaron el “tercer ojo” y lo colocaron en su lugar, entre los ojos, encima de las cejas. Todos los místicos han
tenido experiencias de visión de lo aparentemente oculto, con el Orientador.
Pero quedándonos en la experiencia cotidiana, cuando prevemos algo, estamos usando la capacidad
de atisbar del Orientador. Cuando un estratega prevé, sin equivocarse, lo que va a ocurrir dentro de años y
cuenta, cuando lo que vio ocurre, que tuvo la visión nítida de ello años antes, es tan sólo la capacidad de
atisbar del Orientador la que ha puesto en juego.
Lo que llamamos intuición es tan sólo la capacidad de atisbar del Orientador. Juan José Tapia, un
excelente terapeuta de análisis transaccional, nos contó un día cómo presintió un terremoto en Perú, horas
antes de producirse, abandonando el hotel que, en la tragedia, se derrumbó. Muchos cuentan que
presintieron un accidente de avión antes de embarcarse y que pudieron evitar, así, la muerte segura. Eso es
nuestro Orientador que lo sabe todo. Es cuestión de sintonía.
- El Orientador eleva: todos conocemos por experiencia directa la capacidad de elevación de nuestro
Orientador. Cada vez que tenemos una percepción de finalidad, de algo que trasciende el significado banal de
lo que estamos haciendo o deseando, tenemos una experiencia de elevación. Por ejemplo, para tomar una
experiencia muy conmocionante: el momento del parto de nuestro bebé. Es algo que nos eleva por encima de
la percepción del momento que vivimos haciéndonos penetrar en la espiritualidad. No somos Elvira que está
pariendo un hijo. Somos madre. Y no hace falta ser la protagonista para sentir esa elevación. Basta asistir en
directo a cualquier parto humano, animal o vegetal.
Para tomar otro ejemplo cotidiano, el hacer un ritual, por ejemplo, como encender velas antes del
anochecer la víspera de Shabat para decir la bendición a la luz, o el traer el café a nuestra pareja si ese acto
tiene un significado espiritual para nosotros, sentimos cómo nos elevamos y tomamos contacto con una
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PRECIADA AZANCOT
finalidad casi religiosa. Y, por supuesto, cualquier ritual u oración ejecutado por una persona creyente le dará
ese sentimiento de elevación.
- El Orientador cambia y nos cambia: Cualquier cambio en nosotros o fuera de nosotros, tanto en el
ámbito de su realización como de su percepción, es debido al funcionamiento de nuestro Orientador o del
objeto examinado. Hay cambios súbitos y otros lentos. Como el instante de la muerte para hablar de uno
rápido, o como el envejecimiento de nuestro cuerpo, para hablar de un cambio lento, que en realidad es un
proceso con varios cambios.
El cambio es diferente de la transformación, tarea del Transformador; esta última es un proceso
complejo y largo mientras que el cambio es un estado. Un huevo se transforma en un ave mientras que hace
sol y, de repente, llueve. Una persona viva no se transforma en una muerta. La muerte es un cambio. El
nacimiento también, mientras que el embrión se transforma en feto. Una transformación es la misma cosa que
pasa a otro estado, esencia o dimensión. Un cambio es la concatenación o la secuencia de dos cosas
distintas. A veces el cambio se produce dentro de un proceso de transformación. Pocas veces la
transformación se produce en el interior de un cambio. Si un objeto de cristal cae y se rompe, hay un cambio.
La creación de una empresa, por ejemplo, es un proceso, mientras que el momento de su registro
oficial, que le confiere existencia jurídica, es un cambio.
En materia de desarrollo espiritual existe una idea errónea que circula actualmente demasiado y denota
una confusión máxima entre el Transformador y el Orientador. Se trata de un error extremadamente extendido
entre el ser y la plenitud. Infinidad de talleres de crecimiento personal prometen llegar a la plenitud cuando se
toma contacto con el ser profundo. En el MAT el ser y su toma de contacto dependen del Transformador, y,
por ello, nunca se llega a la idea o afirmación aberrante de que Dios está dentro de nosotros sino que la
experiencia del ser es del Transformador y es un contacto con el yo profundo. No hay nadie ni nada más allí.
En el Orientador tampoco, por cierto. El Orientador nos permite saber, intuir, experienciar a Dios y aspirar a
un contacto más pleno. Dios es infinitamente multidimensional e inaccesible salvo por el conocimiento de cada
una de nuestras estructuras que nos hace tomar contacto con la finalidad trascendente de cada una de ellas.
De allí a deducir que porque tenemos seis estructuras existe una transformación, no sé bien en que
dimensiones, para convertirnos en Dios a medida que se van sumando dimensiones y estructuras, existe un
abismo que creemos aberrante. Tenemos seis estructuras: el Transformador conecta con el ser, el nuestro, y
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con el Ser de Dios. El Orientador conecta con la presencia de Dios, o, al menos, con lo que de ella nos
permiten conectar nuestras seis estructuras. Ninguna de nuestras estructuras nos permiten ser dios, ni,
mucho menos meternos a Dios dentro y ser Él. En cuanto al Orientador, como cada una de las estructuras,
nos permite acceder al atisbo de la experiencia de lo que podrían ser esas mismas cosas pero plenas. A
través del Orientador se tiene, por la naturaleza y función de éste, experiencias más conmocionantes que con
las demás, más espirituales y elevadas. Por ello creemos que el Orientador es la única estructura que nos
permite captar, a través de la elevación espiritual, del éxtasis de la plenitud, mejor que ninguna otra, la parte
mística de lo divino. Nada más.
- El Orientador renueva y se renueva: la renovación es un cambio que está más allá de la
transformación y más acá del mero cambio. Es estar igual que mucho antes, pero mejor. Las hojas de los
árboles se renuevan en primavera, nuestro cabello también, y en todas las estaciones. Nuestra piel también.
Nuestras células se renuevan. Todo en la naturaleza se renueva. Y a veces, cambia. Todo se renueva mientras
está vivo. Pero las percepciones de renovación y renacimiento después de la muerte también son percibidas
por nuestro Orientador. Son atisbadas también por él.
- El Orientador fluye: es como un río caudaloso con cataratas, que discurre, se acelera, cambia de
cauce, se precipita, vuelve a cauces, discurre lento. Es toda una sinfonía. Como un buen coito.
Cuando nos sentimos fluir, accedemos a lo que se llama felicidad. Es un estado de plenitud continuada
y ascensional, que nada interrumpe y que abarca toda la gama de percepciones del Orientador: desde el
bienestar de estar, de respirar, hasta la elevación del espíritu. El fluir es un estado, y un estado que se
mantiene en el tiempo. Por eso, la auténtica felicidad es un estado que puede y debería durar. No es un
momento, como lo es la experiencia del Protector. Es un discurrir.
Cuando el Orientador funciona bien, el estado de felicidad es un continuo. Cuando funciona mal, es un
conato, un chispazo que estalla y recae y termina en dolor.
- El Orientador disfruta: cualquier experiencia de placer viene del Orientador y por ello su función
básica es la plenitud.
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Cuando observamos a un recién nacido, y lo vemos sonreír, estamos en presencia de su Orientador. Su
sonrisa no es reflejo ni respuesta a nuestra sonrisa, pues el bebé no entiende aún ni tiene conciencia de sí en
relación con otro. Es su conciencia incipiente de sí mismo en relación con su Orientador que percibe el disfrute
del bienestar. Como lo percibía, también, en el útero.
El auténtico placer surge del Protector y lleva al Orientador, que lleva al Rector y nos da seguridad en
la continuidad natural del disfrute, frente a todos los cambios. Por ejemplo, cuando vamos a una cita con una
persona que aún no conocemos, el estado natural no es el miedo, sino la alegría frente al cambio que
representa conocer a alguien nuevo de quien esperaremos sorpresas agradables. Es una vez frente a esa
persona, si captamos signos peligrosos para nuestra integridad, que podemos pasar al miedo. Si no,
mantendremos el disfrute. Lo mismo ocurre con una llamada telefónica a un posible cliente desconocido. El
estado natural, ante un cambio, es la alegría, que nos hace estar abiertos y disponibles para celebrar
cualquier cosa buena que surja. Esto es lo que explicamos y logramos establecer en nuestro trabajo de
consultores en las divisiones de venta en materia de prospección. El falso miedo desaparece y abre paso a la
alegría que acecha el cambio y las nuevas oportunidades, sin rigideces. Así se pueden improvisar las palabras
y respuestas que mantendrán la felicidad.
- El Orientador experimenta integralmente: al igual que el sexo, sentido ligado al Orientador, esta
estructura produce, por su resonancia máxima, que es consustancial de su funcionamiento, una experiencia
intensa e integral que repercute y resuena en todas las demás estructuras.
Este mecanismo se desencadena ante toda certeza a la que se accede, porque la certeza es
libertadora y es la verdad, al menos parte indiscutible de esa verdad que todos buscamos. Ante la certeza de
la verdad que irrumpe y penetra en nosotros se crea una resonancia que alcanza la totalidad de la estructura,
la cual, ante ese impacto, se ilumina.
Nosotros, en nuestra labor formadora, hacemos experienciar esa resonancia de alegría de la certeza
desde el primer seminario, que abarca casi toda la extensión de esta obra (exceptuando las eras históricas,
materia de la última parte de este libro). Descubrirse a sí mismo, en toda su plenitud potencial, saber qué
partes funcionan y cuales no y por qué, saber cómo ponerlas a funcionar, constituye una experiencia
totalizadora que impacta y cambia la vida del que la disfruta.
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EL ESPLENDOR DE LO HUMANO
Por esta característica del funcionamiento del Orientador, éste es la única estructura que nos permite
experienciar lo divino de manera certera, implicando un cambio total en la vida propia. Y si hay, como de
hecho hay, más personas que jamás han experimentado esa realidad que las que sí lo han hecho, es por
insuficiente funcionamiento del Orientador, pues, cuando el Orientador funciona bien, esas experiencias son
cotidianas. Y tranquilas, así como tranquilizadoras.
Lo que sí hemos tenido todos son experiencias que nos han cambiado la vida. No forzosamente esas
experiencias han estado orientadas hacia lo divino, pero sí hacia lo trascendente. Puede ser, por ejemplo, la
visión de un águila volando que percibe un niño y que retumba en una certeza: “Quiero ser aviador”. O la
visión de un caballo herido o enfermo que despierta una vocación de veterinario. O la lectura de una novela, la
de escritor. Esas experiencias de vocación, todas, surgen del Orientador.
- El Orientador da testimonio: y cuando da testimonio no es el “yo”, propio del Transformador el que se
asoma y declara, es el “mí en nosotros” el que se manifiesta, exponiéndose en toda su desnudez y
vulnerabilidad, como la máxima muestra de intimidad de la que somos capaces. “Eso maravilloso o terrible me
pasó a mí y así lo experiencié. Te puede pasar a ti”, eso es dar testimonio.
Dar testimonio es decir la verdad profunda e íntima que puede ayudar a otro a tener la misma
experiencia que cambie su vida como la cambió en el que da su testimonio. Dar testimonio no es ser testigo.
Es más: es comprometerse y exponerse al máximo para que otro pueda tener una experienciación
equivalente.
Las experiencias de vida después de la muerte son testimonios. La de haber sido alcohólico y haberse
desenganchado es un testimonio. La de haberse curado de una grave enfermedad, estando desahuciado por
los médicos, gracias a la revelación de una fuerza en nosotros, es un testimonio.
- El Orientador planifica y traza objetivos con ilusión y de manera certera. Con visión de futuro. Y eso es
posible porque, como ya vimos, el Orientador ve a largo plazo y con largo alcance lo que todas las demás
estructuras no están capacitada para vislumbrar.
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Cuando se sabe utilizar el Orientador, el mañana surge a nuestra visión sin esfuerzo y con nitidez. Ser
visionario es saber usar el Orientador. El fallo en la visión surge cuando se pretende ver el futuro desde otra
estructura.
Nosotros, como planificadores estratégicos, causamos conmoción en nuestras predicciones porque
sabemos que la visión no depende del Sintetizador, que sólo es capaz de ver más de lo mismo, estructura en
la que pierden el tiempo las ciencias gerenciales clásicas, estableciendo interminables análisis del hoy y
proyectando una mera continuación hacia el mañana. Tampoco vale el Transformador para ver el mañana, al
menos en su parte principal, que son los cambios. El Orientador nos da una visión global y de largo alcance,
algo así como la visión de un águila si se compara con la de un murciélago.
- El Orientador encuentra la verdad y todas las verdades, y las reconoce: encontrar la verdad es tarea
inacabable pero no imposible. Es una cuestión de orientación conveniente y acertada y un proceso de
revelación progresiva. Todas las estructuras colaboran para ello: el Rector detecta lo que no es. El
Transformador reconoce lo que sí es. El Sintetizador concluye sobre lo que no hay. El Protector admite lo que
sí hay. El Vitalizador revela lo que no está y el Orientador vislumbra lo que sí está. El Rector determina el
dónde, el Transformador el por qué, el Sintetizador el qué, el Protector el cuándo, el Vitalizador el cómo y el
Orientador el para qué.
Si todo este proceso se hace correctamente con las seis estructuras funcionando a la perfección,
seremos capaces, en cada momento, de detectar la verdad de las cosas. El problema está en que las
estructuras funcionen a plenitud y que funcionen todas. Pero el que haya fallos en nosotros no significa que la
verdad no exista o que sea inalcanzable. Como veremos en capítulos posteriores de esta obra, a causa de
nuestra tipología de personalidad, sólo somos capaces de percibir la sexta parte de la verdad cuando hemos
recuperado la totalidad de nuestra estructura. Sumando la percepción de las seis tipologías, seremos capaces
de reconocer la verdad completa, siempre y cuando sepamos que en ese aspecto, estamos en un proceso
infinito e interminable. El Orientador, en ese proceso, tiene como misión detectar la alegría de la certeza de
estar bien orientado con respecto a la consecución de la verdad. Nada más, pero nada menos.
El Orientador detecta la verdad por la resonancia de certeza y de luz total, que ilumina toda la
estructura e irradia en todo nuestro cuerpo, nuestra mente, nuestra alma y nuestro espíritu, con la sensación
de revelación armónica y determinante que ello le confiere. Pero es muy importante señalar que, cuando ello
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ocurre, la sensación no es de inflación, de desbocamiento, de fanatismo, sino de paz, de elevación sencilla y
plena.
- El Orientador se manifiesta mediante intuiciones e iluminaciones y estas intuiciones, cuando son
ciertas, es decir cuando provienen de un Orientador que funciona bien, tienen más fuerza que todo lo demás.
Cuando la estructura funciona como debe funcionar, esas iluminaciones e intuiciones nos hacen más serenos,
tolerantes y pacíficos. Cuando el Orientador funciona mal, nos convierte en iluminados y fanáticos. Entonces lo
propio es inspirar un auténtico miedo a los demás, en vez de la serena alegría de la certeza de aproximarnos
todos un poco más a la verdad.
El nombre de la estructura: el Orientador que elegimos para ella, está adaptado a sus funciones, que
son básicamente las de orientarnos hacia lo que, en cada momento, está a nuestro alcance. Es la más potente
de las brújulas que nos impide perder el sentido de la orientación en el mundo visible y en el que lo es menos.
Como por ejemplo, nuestro inconsciente o nuestra espiritualidad.
El Orientador echa luz sobre lo oculto, lo ignorado, lo irracional, que con esa luz, dejan de serlo un
poco más. Es un tercer ojo que es faro e ilumina la finalidad misma de nuestra existencia.
En este proceso, donde interviene toda la estructura de personalidad, el Orientador nos revela que
nuestra finalidad última es la plenitud y la paz espiritual.
Cuando funciona bien el Orientador es pacífico, sereno, radiante, hiper tolerante, certero, intuitivo,
positivo, optimista, tranquilo, trascendente, espiritual, pleno, curativo.
Tomemos un ejemplo extremo: tener una experiencia de Dios. El Orientador que funciona bien sentirá
alegría y la persona se sentirá afortunada, agradecida, humilde y muy temerosa de comunicar de manera
distorsionada su experiencia individual a los demás. Dará simplemente su testimonio a una pocas personas a
quien considere lo bastantes espirituales como para merecer su confianza. Y cuando comunique ese portento,
lo hará diciendo: “Tuve una experiencia espiritual maravillosa y enteramente personal. Os la cuento con alegría
y con la esperanza en que a vosotros os pase también, de manera personal e íntima e intransferible como me
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PRECIADA AZANCOT
pasó a mí.” Hablará de esa experiencia, si es que decide hacerlo, como se habla de un orgasmo
particularmente brillante, localizado en el espíritu. Y lo más probable es que decida guardar ese tesoro para
sí.
Para tomar otro ejemplo, el simple hecho de conocer a una persona con algo más de desarrollo
espiritual que la mayoría. El Orientador que funciona bien mostrará alegría y gratitud, y disfrutará de ese
encuentro como de un regalo de la vida. Lo comentará a sus más respetados amigos como siendo una suerte
que le tocó y que ojalá toque a sus amados.
La simple vista de un animal particularmente bello y gracioso constituye una experiencia del Orientador.
Si éste funciona bien, sentirá la comunión extrema con el animal, recibiendo lo mejor de este y dando lo mejor
de sí. Tras ese contacto de alma a alma vendrá normalmente una elevación y una fusión espiritual sintiéndose
parte de un todo esplendoroso y benéfico que siente gratitud ante el Creador de todo.
De manera general, un Orientador que funciona bien se manifestará por su pureza, por su alegría, por
una tremenda certeza de su talla infinitamente pequeña en relación con la inmensidad y con el misterio de la
creación, cuando ésta se manifiesta.
Cuando funciona mal el Orientador es fanático, extremista, iluminado, loco, sectario, manipulador,
mentiroso, extraviado.
Pongamos el ya mencionado ejemplo extremo: el tener una experiencia de Dios. Esta experiencia puede
ser abstracta o ir acompañada de imágenes, sonidos, olores, etc. Si el Orientador funciona mal esa humilde
experiencia será vivida con un orgullo inflado y disparado y la persona se creerá un mesías o un profeta,
pasando a imponer fanáticamente su distorsionada experiencia personal a los demás. Otros Orientadores en
mal estado engancharán con el suyo y se creará una secta fanática.
En el ejemplo anterior, el de conocer a una persona elevada espiritualmente, el Orientador que
funciona mal sentirá fanatismo, ya sea a favor, intentando convertirse en un seguidor iluminado del que tratará
como a un gurú, ya sea en contra, insultándolo y denunciándolo hasta poder matarlo con sus propias manos.
En el ejemplo del animal, el Orientador que funciona mal sentirá, por deflación, fobia y rechazo y tendrá
el impulso de dañarlo y doblegarlo a su poder. Si es por inflación, se sentirá poseído por el espíritu del animal,
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somatizando experiencias de vuelo, de ladrido, de avidez de carne cruda, entrará en trance y se comportará
como un mal chamán.
De manera general, un Orientador que funciona mal, por deflación, se manifestará como un pobre de
espíritu, como un escéptico desértico y reificador de su entorno. Será un amputado de toda dimensión
espiritual. Y será enemigo de conocer su propio inconsciente, al que tratará como a su parte loca y delirante.
Aunque sea para tomar en serio una pesadilla o un sueño maravilloso. Se pondrá furioso contra sus propias
intuiciones y contra las de los demás.
Si funciona mal por exceso, el Orientador será mágico. Encontrará finalidades y causalidades ocultas y
misteriosas a los más inocentes disfrutes. Será supersticioso y estará en pugna contra fuerzas maléficas y
fantaseadas que llamará destino. Y, también inflará su propia importancia sintiéndose un elegido de algún
caprichoso y fanático dios creado por sus fantasías y traumas infantiles. Estará loco.
Aunque este fenómeno sea muy extendido, todo pensamiento mágico evidencia un Orientador que
funciona mal por exceso. Y toda posición atea o agnóstica delata un Orientador que funciona mal por defecto.
La finalidad del Orientador es, primero y ante todo, hacer que cada una de nuestras estructuras tenga
una finalidad, básica primero, trascendente después y elige para sí la finalidad del espíritu en plenitud.
El Orientador da así al Rector su finalidad básica de seguridad y trascendente de armonía.
Da al Sintetizador la finalidad básica de desarrollo y la trascendente de claridad mental.
Da al Vitalizador su finalidad básica de justicia y trascendente de corporalidad.
Da al Transformador su finalidad básica de estatus y trascendente de metamorfosis.
Da al Protector su finalidad básica de pertenencia y trascendente de rectora del alma.
Se da a sí mismo la finalidad básica de plenitud y la trascendente de rectora del espíritu.
El Orientador dice el para qué de las cosas en su función de determinar la finalidad. Desde para qué
estamos en este mundo (“Para vivir en plenitud” dice el Orientador) hasta para qué sirve un lápiz, cualquier
pregunta relacionada con la finalidad de todo cuanto hagamos, la respuesta la tenemos en nuestro
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Orientador. Basta con ponernos en contacto con él. Hay una estrecha relación entre la finalidad y la verdad,
pues encontrar la verdad es función del Orientador, como ya dijimos. Saber el para qué de las cosas, es decir,
su finalidad, ayuda a encontrar su verdad. Por ejemplo, saber para qué estamos en el mundo, nos ayuda a
encontrar la finalidad de la creación y nuestra verdad en esta tierra. Y dependiendo de la respuesta que nos
surja con relación a esta pregunta será nuestro nivel de felicidad también. En el ámbito de los ejemplos
cotidianos, saber para qué nos quiere ver un amigo que nos lo pidió sin más explicación condicionará nuestra
sensación de bienestar o de desagrado. Saber para qué contraemos matrimonio condicionará también nuestro
nivel de felicidad.
Además de la cierta relación entre finalidad y verdad, hemos de insistir sobre otro punto
complementario: la relación constante entre Vitalizador y Orientador. El primero detecta la mentira, mientras
que el segundo detecta la verdad.
En efecto, como recordaremos, el Vitalizador detecta todas las manipulaciones, las agresiones y las
mentiras. Por ello, trabaja en relación constante con el Orientador, cuya finalidad es la de detectar la verdad.
Esta relación, si bien es constante, funciona, como los demás ejes ( eje Rector- Transformador y eje ProtectorSintetizador), muy mal por lo general en nosotros. No por funcionar mal, porque cada una de nuestras
estructuras también suele hacerlo, esas funciones de pares estructuralmente aliados deja de ser esencial. Y
no por ser ese funcionamiento de ejes lo más difícil de lograr, deja de ser la materia sobre la que más
debemos trabajar si queremos que nuestra estructura cumpla con su mayor función. Tomemos algunos
ejemplos:
Una persona es acusada de robar dinero a su socio y conducida ante el juez para que dicte sentencia.
Si éste quiere trabajar bien, deberá preguntarse no el dónde (Rector) ni el por qué (Transformador), ni el qué
(Sintetizador) ni el cuándo (Protector), sino el cómo (Vitalizador) y el para qué (Orientador) lo pudo hacer el
acusado. En efecto, el juez indagará si el acusado pudo o no hacerlo y cómo presuntamente hizo lo que su
socio le reclama. La defensa del acusado girará sobre el cómo no pudo haber hecho lo que se le acusa si, por
ejemplo, no estaba en el lugar o momento del desfalco o si no tenía los medios para hacerlo. Si el abogado
demuestra que es falso que su cliente hubiera podido cometer el delito del cual se le acusa, y si, además,
demuestra que la finalidad del robo era incompatible con las intenciones y con la naturaleza de su cliente, será
muy difícil, por no decir imposible, no declarar inocente al acusado. Cuando hablamos del móvil es más
encontrar los para qué que los por qué.
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Otro ejemplo: cuando un niño pregunta por qué tiene que ir al colegio en una bella mañana soleada en
la que tendría más ganas de jugar y de divertirse que de estudiar. La respuesta al por qué, sería porque es allí
donde más saben de lo que necesita aprender. Si se le da al niño una respuesta de finalidad, del para qué,
“para ser un hombre inteligente y un buen profesional” es más probable que se logre que el niño acepte ir
con más alegría y no por obligación porque “es” así como lo exige su situación. Y si se le muestra además que
es mentira que esté enfermo o cansado, el niño irá con más energía.
Un orientador sano se manifiesta a través de intuiciones y de iluminaciones, mientras que un
Orientador enfermo se manifestará mediante alucinaciones. Cuando Buda, por ejemplo, sintió la Iluminación,
es su Orientador sano, trascendente, el que funcionó. Lo mismo se puede decir de Moisés frente a la zarza
ardiente oyendo la voz de su Dios. O de Mahoma recibiendo los versículos del Creador. Mientras que cuando
un enfermo va al médico psiquiatra para decirle que cada mañana oye una voz que le dice que es su padre
muerto que lo insulta y lo persigue, o si le cuenta que ve salir del armario un espíritu todas las tardes, lo más
probable es que se trate de un Orientador enfermo que tiene alucinaciones.
¿En qué campos se manifiesta el Orientador?
En su propio campo: el Orientador se manifiesta por ejemplo en un sueño, con imágenes, colores y
sonidos, historias, situaciones que tienen un sentido de finalidad. Hay un para qué de ese sueño, y si se
detecta, habrá más alegría de la certeza de haber encontrado alguna verdad, oculta hasta entonces.
En el terreno del Rector: todas las intuiciones de peligros, amenazas, riesgos, toxicidad del otro, es
decir, lo que nos permite establecer diagnósticos del estado de toxicidad de algo o de alguien, proviene de
nuestro Orientador que trabaja sobre el terreno del Rector. Los ejemplos son infinitos. Desde el recelo de ir a
nuestro trabajo, por ejemplo, un día en que nada parece anunciar ningún riesgo, y luego resulta que se
produce un incendio. Hasta el mal sabor de boca que nos produce una persona recién conocida, sin que
encontremos aparentemente nada que reprocharle, y luego se revela como una persona peligrosa.
Terminando por el ejemplo de una corazonada en plena noche sobre el bienestar de nuestro hijo, que
encontramos en su cama con fiebre alta cuando acudimos a verlo. ¿Quién no tiene al menos un ejemplo que
contar en ese terreno?
En el terreno del Protector: Se presenta el ejemplo contrario al caso anterior. Todas las intuiciones
benéficas que nos impulsan a acercarnos, amar, enamorarnos de personas benéficas y acertadas evidencian
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la intervención del Orientador en el campo del Protector. En el terreno de lo social, la religiosidad que une a
las personas alrededor del culto a imágenes ( ya sean éstas estatuas de vírgenes y de santos, ya sean éstas
mándalas) evidencia también la intervención del Protector en el campo de actividad del Orientador. Cualquier
ritual de unión entre personas, también.
En el campo del Vitalizador: todo el campo de los instintos traduce la manifestación del Orientador en
el dominio corporal. El instinto maternal, por ejemplo, que hace inundarse de leche la mama de un mamífero
ante el llanto de su cría, traduce esa realidad. Las caricias de un amante que conducen gradualmente al placer
y al orgasmo son también ejemplos de este mismo caso.
En el terreno del Transformador: la intervención del Orientador es muy frecuente. Pensemos, por
ejemplo, en la cercanía que existe entre el dominio de la imaginación y del de la intuición: tras una intuición, lo
más probable es que la persona proceda a imaginar diferentes escenarios y situaciones antes de decidir
obedecer o no a la intuición, dándole credibilidad. En el proceso creador, la intervención del Orientador, en
una obra de arte de gran calidad es igualmente muy alto.
En el campo del Sintetizador: daremos el ejemplo de la velocidad de procesamientos de datos, de la
velocidad del pensamiento. Cuando éste es particularmente rápido y certero, delata la intervención del
Orientador. Asimismo, la claridad y diafanidad del razonamiento evidencian la misma intervención. La certeza
con que elegimos ciertos datos para formar un análisis o un razonamiento o para resolver un problema delata
igualmente la intervención del Orientador.
Manifestaciones del Orientador en arte y en religión:
El Orientador se manifiesta en arte y en religión de manera constante y casi indisociable. En religión se
manifiesta de modo casi excluyente, ya que este es su propio terreno.
-En arquitectura: en el arte musulmán, con sus florituras, desde la misma escritura árabe, existe la
manifestación más evidente del Orientador. Las mezquitas, los palacios, los patios ajardinados, los jardines en
el arte musulmán expresan, mejor que ninguna otra, la presencia del Orientador en los artistas.
-En literatura: la mayor manifestación del Orientador se da en poesía. Toda la poesía, y por supuesto,
la más alta. Rilke, por ejemplo, es un ejemplo rotundo. Dante y Goethe igualmente.
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-En música: toda melodía necesita para crearse y expresarse un Orientador. Compositores como
Mozart y Rossini llevaron la manifestación del Orientador a su más alta cima. En música popular tendremos el
vals.
-En pintura: Renoir y Chagall constituyen, entre muchos y muy buenos, la máxima expresión del
Orientador en pintura. Paul Klee también, con Rubens, Tiziano, Gauguin y Matisse, son ejemplos insignes.
-En Religión: todas las religiones surgen del Rector después de las revelaciones del Orientador.
Daremos como máximo escalafón en la materia el Islam, que se revela en el Corán como la más alta poesía.
En el cuerpo, el Orientador rige los pulmones, los órganos sexuales, las glándulas sexuales, el útero y
el páncreas entre otras cosas que aún no estudiamos.
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VI. EL SINTETIZADOR:
El Sintetizador responde, en nuestra estructura, a todos los qué de las cosas. Dejamos esta estructura
de última porque, entre todas, es la que más se relaciona con las demás. Es la responsable del pensamiento y
de todo lo relativo a ese proceso. Su finalidad básica es el desarrollo y su función trascendente es la claridad.
Su funcionamiento acertado o su disfuncionamiento es lo que más se percibe en todos nosotros: cuando
funciona como está concebida para hacerlo, transmite una sensación personal y también perceptible por los
demás de inteligencia, de claridad y de diafanidad. Si no funciona transmite una sensación de confusión, de
espesura, de oscuridad.
El desarrollo, en el MAT, significa más y mejor de cualquier cosa. No significa otra cosa ( por
transformación –Transformador- o cambio –Orientador ) sino la misma cosa mejorada, agrandada,
multiplicada o restada y dividida. Es un movimiento de penetración, de ahondamiento, tanto horizontal como
vertical. Es lineal y recto tanto en abcisa como en ordenada. No tiene saltos de dimensiones como el
Transformador o el Orientador.
¿Qué hace el Sintetizador?
- El Sintetizador selecciona: todos los datos provenientes de las cinco restantes estructuras son
recogidos por el Sintetizador, que va a seleccionar los que parecen más relevantes para su conservación.
Nosotros, en nuestra labor formativa, entregamos información relevante sobre la estructura de
personalidad y sobre su ingeniería emocional para que sea seleccionada y así ampliar el conocimiento de
nuestro potencial innato instalado. Y ocurre que la visión que cada uno tiene sobre sí mismo y sobre los
demás se expande, permitiendo así que surja el amor por sí mismo y por el otro al valorar y cuidar nuestro
patrimonio inalienable.
En nuestra labor consultora enseñamos a seleccionar los datos provenientes de cada una de nuestras
estructuras, ya sea personal u organizacional. Y esto representa un gran ensanchamiento del campo de
conocimiento de todos, pues antes sólo se seleccionaban estímulos del Rector y del Sintetizador y el ser
humano, en la empresa, era bidimensional. Al seleccionar datos de las seis estructuras, se hace retroceder la
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noción de iceberg que presentaba la punta “racional” ( es decir datos racionales del Sintetizador y normas del
Rector) y ocultaba la masa de las cuatro sextas partes (lazos del Protector, sensaciones y emociones del
Vitalizador, ideas innovadoras del Transformador y experiencias visionarias y trascendentes del Orientador)
que eran descalificadas por “subjetivas, irracionales e inmanejables”. La visión cambia y se consideran como
tesoros de la misma importancia los datos provenientes de las seis estructuras. El sentimiento de potencia y
de control sobre la realidad se desarrolla así. Es nuestra manera de innovar en gestión del conocimiento.
No es necesario insistir sobre la estrecha relación que hay entre conciencia y valoración de cada
estructura; y entre facilidad para seleccionar y guardar datos provenientes de las estructuras valoradas y el
hábito de desechar datos de las estructuras desvalorizadas. No existe ninguna estructura inútil ni que sobre,
ya lo vimos. Tomaremos dos ejemplos de desvalorización muy comunes en las empresas: la descalificación del
Transformador y la del Orientador. La experiencia clínica con los enfermos de Alzheimer nos muestra la
extrema gravedad de ésta desvalorización. En efecto, el enfermo olvida datos del Sintetizador y no recuerda
cuántos tomates hay en la nevera. Luego olvida datos del Rector y se vuelve confuso en cuanto a normas y a
límites, pareciendo más indulgente. Pero ya cuando el proceso es crítico es cuando olvida quién es él, dato del
Transformador (identidad) y quienes son los que lo rodean. Al último estadio de deterioro, mortal de
necesidad, es cuando olvida que es un ser humano, y es cuando ya no sabe ni ser un ser vivo ni respirar,
ambos manifestaciones del Orientador.
El estudio de las seis dimensiones del ser humano, tal y como las vimos, introduce la valoración
absoluta de todas y cada una de ellas; y al mismo nivel. Esto termina con el mito, tan extendido en las ciencias
gerenciales actuales, de la sobrecalificación del Sintetizador y del Rector como siendo lo único adulto y
racional a tomar en cuenta a la hora de las sesudas reuniones de gerencia. Por eso suelen ser éstas tan
estériles.
- El Sintetizador archiva: los datos seleccionados son inmediatamente archivados y, para ello, el
Sintetizador abre primero tantos archivos como cree necesario. Este paso presupone una clasificación de
datos, también tarea del Sintetizador. Es muy importante constatar que, más aún que las demás estructuras,
el Sintetizador selecciona, clasifica y archiva datos provenientes de las seis estructuras, sin privilegiar ninguna.
Este es el mecanismo que permite el desarrollo de toda la estructura: no se podría hacer una sola ley ni un
solo diagnóstico (tarea del Rector) sin disponer de datos, no se puede establecer una sola alianza sin tener
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memoria de quiénes son queribles o no (Protector), no se puede repartir nada de lo que no se tiene
constancia (Vitalizador), no se puede crear nada ex nihilo sin utilizar datos y materiales existentes, conocidos
y disponibles, no se puede ver el mañana si olvidamos y no percibimos el hoy. Todo moriría por falta de uso y
de memoria sin nuestro Sintetizador.
Los que conocieron a Napoleón cuentan que su genialidad como estadista reposaba justamente en su
facultad de archivar, y que su mente era como un gran armario con gavetas donde los temas estaban
ordenados, clasificados y archivados. Por eso podía, con gran claridad, dirigir decenas de temas al mismo
tiempo y lograr el desarrollo de su programa dirigente.
- El Sintetizador clasifica: y esta labor de clasificación es prodigiosa porque abarca cualquier dato,
estímulo, deducción, sensación y emoción provenientes de cualquiera de nuestras estructuras. La clasificación
no es forzosamente anterior al archivo de datos. Más bien ocurre al revés: cuando estamos ante estímulos y
situaciones nuevas solemos, cuando funcionamos bien, abrir un archivo con un tema común, por ejemplo
“experiencia del domingo en el nuevo restaurante chino”, para luego clasificar sabores y olores, por ejemplo,
y guardarlos después en el archivo “olores” y “sabores” que nos servirán, en otra experiencia similar, para
enriquecer nuestro conocimiento y nuestra sensibilidad culinaria.
Clasificar implica reconocer categorías. Y ese conocimiento, como ya vimos, proviene del Transformador
y es recogido por el Sintetizador, cuya principal función es el desarrollo de un trabajo útil. Aquí, cada palabra
es relevante: la noción de desarrollo, principal y básica función del Sintetizador, que existe con esa finalidad.
La noción de trabajo, porque el desarrollo implica cosas que hacer, trabajar. Sin eso moriríamos en cuanto se
detuviera esa función. Ningún órgano, ninguna célula haría nada. No haríamos un solo movimiento, no
tendríamos un solo pensamiento. Sería la muerte por inactividad generalizada. Así, para permitirnos vivir e ir a
mejor, a más, y así desarrollarnos, el Sintetizador trabaja sin descanso: reconoce datos, es decir, los identifica,
los recoge, los analiza, los clasifica, los archiva, y hace mil cosas más como ya veremos, y, todo ello, para que
seamos seres pensantes e inteligentes.
Reconocer categorías permite clasificar de manera coherente y práctica, es decir, que facilita la
utilización frecuente y versátil del material clasificado. En nuestro cerebro hay millones de clasificaciones y de
categorías, todas vivas, que nos permiten recurrir a nuestra memoria y utilizar el material clasificado para
nuevos análisis y nuevos desarrollos. Cada ser humano tiene su manera peculiar de clasificar los datos que
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recoge, porque la clasificación depende de las categorías que, a su vez, dependen del Transformador cuya
esencia es el ser real y profundo de cada persona. Y eso nos hace diferentes e incomparables.
- El Sintetizador memoriza: es decir, retiene la información almacenada y la mantiene consciente. El
Sintetizador sano tiene una memoria impresionante. Y el gran secreto que descubrimos con el MAT es que,
para que eso se produzca, el Sintetizador debe estar alimentado por su energía innata y correspondiente. En
efecto, como veremos en el próximo capítulo, la emoción adecuada para que el Sintetizador funcione en todas
sus competencias es que esté alimentado por la tristeza auténtica, definida en el MAT como sensibilidad a la
pérdida. Dejaremos para el capítulo siguiente el discurso sobre ello, contentándonos con una mera ilustración.
Si tenemos la facultad de sentir las pérdidas y entristecernos por ellas, tendremos automáticamente la facultad
de recordar un máximo de datos vividos, recogidos y almacenados: para no perder oportunidades, recuerdos,
combinaciones posibles y, más elementalmente, datos.
Existen muchas técnicas para memorizar, todas relacionadas con la facultad de hacernos sensibles a la
pérdida. Y eso no es casual, es causal.
Por otro lado, sobrecargar la memoria, ya se ha demostrado, es nocivo porque limita la disponibilidad
para captar y elaborar datos nuevos, que pueden ser más importantes que la mera acumulación de material
excesivo. Cuando funcionamos bien, tenemos sobre todo un buen archivo con facilidad de acceso, más que la
facultad de recordar todos los números de teléfono de la guía o anuario. Podríamos hacerlo, en detrimento
del ejercitamiento de nuestras demás estructuras de manera armónica, llegando así a un desequilibrio.
Nuestro Rector, si funciona bien, nos alertaría enseguida sobre el riesgo de falta de armonía. Además, la
función trascendente del Sintetizador quedaría hipotecada pues acumulación no significa claridad, y sí riesgo
de confusión.
- El Sintetizador piensa: es decir, formula ideas nuevas que nos pueden ser útiles para solucionar
cualquier problema que se nos presente.
Todas las escuelas racionalistas, desde Sócrates hasta Descartes, han identificado la enorme
importancia del pensamiento en el ser humano, llegando hasta confundir el pensar (tarea de Sintetizador) con
el ser (Transformador) como lo hacía Descartes. En nuestra sociedad occidental se ha desequilibrado la
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estructura de personalidad a favor del Sintetizador obeso, mientras que en el universo oriental se ha
deflacionado el Sintetizador en provecho del Orientador. Ambas posiciones son erróneas, a más de peligrosas,
pues llevan al desequilibrio y a la falta de armonía.
Pensar, en un ser equilibrado, debería ser una sexta parte de su actividad. Pensar es adecuado cuando
se tiene un problema para resolver, cuando se tiene una oportunidad de desarrollar algo vivo y bueno, cuando
se ha perdido algo y se busca una opción nueva para remplazarlo y cuando estamos bien y decidimos estar
mejor. Nada más. Pensar por pensar y así torturarse cerebralmente, agotando nuestra mente, es malo.
Pensar a la hora de crear también lo es, pensar en vez de sentir sensaciones y emociones es malísimo,
pensar en vez de poner límites y así dar más opción a que nos invadan y destruyan también lo es, y pensar en
vez de amar y entregarse es desolador.
Por estar viviendo y trabajando en una sociedad racionalista donde el pensamiento ya es manía casi
excluyente, introducimos una verdadera revolución en nuestro trabajo como consultores y como formadores,
no sólo en materia de impedir que las demás estructuras, todas, no estén presentes en cada ocasión en
nuestros estudiantes y clientes, sino sobre todo en materia de adecuada utilización del Sintetizador para
pensar bien. Pues, como ya veremos, el Sintetizador se suele utilizar en el medio laboral con demasiada
frecuencia, es decir remplazando las estructuras a las que corresponde trabajar, y, cuando se debe utilizar el
Sintetizador, no se utiliza o se utiliza mal, pues no se erradican las causas del problema, que es, para
nosotros, el criterio de una persona inteligente.
Tomaremos dos ejemplos, uno para ilustrar cada caso mencionado: un ejecutivo acaba de ser
expulsado de la organización porque no le cae bien a su jefe. Entonces se deprime y piensa en cómo
congraciarse con él o en cómo no volver a mostrar que es más creativo que su jefe para no volver a ser
envidiado y expulsado en su próximo trabajo. Es un mal procedimiento. Debería sentir rabia por la injusticia y
alegría de no estar más en un medio hostil para con su creatividad. Y ponerse a buscar otras opciones de
trabajo con gente que no sea envidiosa o, mejor, con gente que sepa valorar lo grande, es decir que utilice
bien su Transformador. Así, nuestro ejecutivo ganaría y se desarrollaría en vez de condenarse a perder.
El otro caso lo tenemos en otro ejecutivo que llega tarde al aeropuerto y se encuentra con que perdió
el avión. Este se pondrá rabioso y culpará una serie de elementos (como el despertador o el tráfico) y de
personas (el empleado que le comunica que el avión ya salió) o a sí mismo (por lo idiota que fue al llegar
tarde, aunque haya sido porque se le pinchó una rueda). Mala opción, pues no trae soluciones ni desarrollo a
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su problema. Esta es la ocasión de usar el Sintetizador para buscar otras opciones con que compensar la
pérdida. Esos ejemplos traducen situaciones muy frecuentes en las personas.
- El Sintetizador relaciona: de manera prodigiosa, como ningún computador será nunca capaz de
hacer. Relaciona sensaciones e ideas, sentimientos e intuiciones, conclusiones e imaginaciones, es decir,
todos los datos aportados por cualquiera de nuestras seis estructuras. El Sintetizador relaciona elementos
compatibles y, al contacto con el Transformador, relaciona elementos incompatibles hasta ahora, para ser
creador. Cuando se va desensibilizando al miedo de relacionar cosas aparentemente alejadas, se vuelve más
audaz, más ocurrente, más inteligente y claro.
El prodigio de nuestro Sintetizador es que es capaz de relacionar peras con manzanas, una sensación
táctil con un olor, una emoción con un dato cifrado, un diagnóstico con una intuición, todo ello y cien cosas
más, y dar un resultado inteligente, es decir congruente y coherente.
Por ejemplo, relacionamos el paro con el miedo y el subdesarrollo. Es una relación inteligente. Pero hay
mil relaciones más. Todas inteligentes. Se puede relacionar con tiempo libre, con creación de un nuevo modelo
de sociedad, con dedicación a los hijos, con cambio de empleo más acorde a nuestra real situación o nivel de
crecimiento, con hambre, con vergüenza ajena, con mil cosas.
La facultad de relacionar posibilita el aprendizaje tanto de nuestras conductas positivas como de
nuestras conductas negativas. En efecto, si cuando damos un abrazo a un amigo recibimos un airado rechazo,
y esa respuesta se produce una y otra vez, dejaremos de abrazar a nuestro amigo. Lo malo será extender esa
respuesta y no abrazar a nadie.
La facultad de relacionar ha permitido a la lógica formular el principio de causalidad, según el cual una
causa produce un efecto. En el ejemplo anterior, si en vez de un amigo adulto cuando ya lo somos también se
trata de papá y de mamá cuando somos muy pequeños, podremos decidir que abrazar trae efectos
perniciosos y dejar de ser espontáneos y afectuosos para siempre.
- El Sintetizador percibe las pérdidas y los incrementos, así como las variaciones por más pequeñas
que sean. Y esta facultad es la que le da su real utilidad en nuestra estructura. El Sintetizador es nuestro gran
matemático personal. Es nuestra calculadora personal. Lo mide todo. Por ello, capta de manera muy intensa y
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aguda cualquier variación. Al decir variación no hablamos de cambio, materia del Orientador. Variación
significa la misma cosa en medidas diferentes.
Por ejemplo, tenemos menos dinero que el mes pasado a la misma altura del mes. Eso es un
desbalance, una pérdida. Nuestro Sintetizador se pondrá en marcha y analizará la situación hasta detectar las
causas objetivas de tal pérdida. A partir de allí encontrará opciones y soluciones, erradicando las causas.
Todos los aparatos de medición que posee el ser humano han sido inventados por nuestro
Transformador para imitar la capacidad de nuestro Sintetizador; así como el computador es el ejemplo más
moderno y avanzado para imitar la facultad de nuestro Sintetizador de trabajar, almacenar, relacionar,
archivar y medir. En la labor de medir daremos, como ejemplo, el tamaño de las letras y los espaciados que
elegimos para escribir un texto.
En lo que se refiere a lo bueno, el Sintetizador mide las pérdidas y busca soluciones de reemplazo, y
mide las ganancias o incrementos y tiene la satisfacción del desarrollo. En lo malo, el Sintetizador procede al
revés: por ejemplo si nos medimos la temperatura y nos encontramos 40º de fiebre tendremos un problema
que se trata de resolver y si, al día siguiente tenemos sólo 38º, ya habrá más desarrollo de nuestra salud.
- El Sintetizador procesa: para llegar a una idea, el Sintetizador relaciona y procesa todos los datos
disponibles relacionados con cualquier problema. Procesar significa tener un programa y programarse para
llegar a una solución o a un resultado deseable. Por ejemplo: queremos ir al cine: recogemos datos leyendo la
cartelera y procesamos datos, los recogidos y los archivados sobre las películas que ya vimos, sobre nuestros
gustos e intereses, mezclamos todos esos datos de manera dirigida a la elección de la película y llegamos a
una elección. Por ejemplo, podemos ver nuestro propósito destruido si dejamos de procesar los horarios de la
película y nos presentamos frente a la taquilla cuando ya está cerrada.
Cuando no encontramos soluciones satisfactorias, las más veces es porque dejamos de procesar datos
que tenemos archivados. En el ejemplo anterior del niño que decide dejar de abrazar, si abriéramos su archivo
de datos encontraríamos muchas ocasiones, anteriores y posteriores a la decisión, donde el niño pudo
abrazar o ver a otros niños hacerlo, con entera satisfacción. Si ese niño va más tarde en su vida al psicólogo,
éste le hará recordar esas experiencias y provocar otras, satisfactorias, para que las procese y llegue a tomar
una decisión más saludable.
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EL ESPLENDOR DE LO HUMANO
En el tercer capítulo, cuando veamos las tipologías de personalidad, nos encontraremos con que,
según el perfil que tengamos, dejamos de procesar una infinidad de datos que, de ser procesados, nos harían
recobrar nuestra plenitud. Y, así, todos nos acostumbramos, para mantener nuestra prisión tipológica, a
sobrevalorar ciertos datos y sus estructuras correspondientes, procesándolos todos, y a desvalorizar otros,
con sus correspondientes estructuras, dejando de procesarlos. Por ello, el resultado es falso, tramposo y
empobrecido.
- El Sintetizador conecta, es decir, establece conexiones de todo tipo entre todos los datos disponibles.
Por ejemplo, en el tercer capítulo, veremos que se adquiere una tipología de personalidad al desconectar la
emoción adecuada de nuestra estructura más fuerte y talentosa, remplazándola por falsa rabia. Así, un niño
que tiene un Rector muy potente, decide, por razones muy poderosas que analizaremos más tarde,
desconectar el miedo de su Rector. Con ello, deja de funcionar, y, cada vez que ese niño se encuentre en una
situación donde necesite diagnosticar amenazas o poner límites dejará su sistema abierto a la invasión. Con
ello se volverá incauto y confiará en los peores y más tóxicos. Para volver a conquistar su talento de infancia
ese niño, por lo general ya adulto, volverá a conectar el miedo a su Rector y será un talento en detectar
amenazas y en defenderse.
El Sintetizador conecta todos los elementos conectables de nuestra estructura. Por ejemplo, para que
un trabajo de equipo se pueda dar en nosotros, el Sintetizador conecta cada estructura con todas las demás,
para que se relacionen, comuniquen y trabajen juntas. Este trabajo que hace hacia fuera, entre las estructuras
y entre cualquier elemento importante o necesario, lo hace también hacia adentro, al conectar con un dato
aparentemente olvidado, necesario para ser procesado, y fundamental para detectar una opción más
conveniente para nosotros.
- El Sintetizador desarrolla y ésta es su principal función. En efecto, buscar cómo producir más y mejor
de lo mismo significa desarrollar. Por ejemplo, producir más objetos para desarrollar la producción de
bicicletas en una fábrica, es tarea fundamental del Sintetizador.
En el ámbito corporal, cuando nos crece el pelo o las uñas, es que el Sintetizador está trabajando.
Cuando desarrollamos un programa de acción, con asignación de tiempos y de responsables, es el
Sintetizador al que ponemos en marcha para lograrlo.
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En nuestra evolución, es necesario el trabajo en equipo entre el Sintetizador que desarrolla, el
Transformador que crea otra cosa que antes no existía y el Orientador que produce cambios entre un estado y
otro, diferente y sin relación. Por ejemplo, en la creación de una empresa el cambio interviene cuando los
futuros socios, que antes no se conocían, se encuentran y se relacionan. El desarrollo se produce cuando la
comunicación entre ellos va creciendo y abordan sus sueños y sus proyectos. La transformación se produce
cuando logran crear un proyecto nuevo de empresa que logre dar cuenta de una realidad que desean crear.
El acuerdo para hacerlo dependerá del Protector. Y el desarrollar cada uno de los socios su programa de
trabajo para convertir un mero proyecto en realidad será tarea del Sintetizador. El formar equipo y trabajar
todos juntos para lograr desarrollar los medios, los productos, las acciones y los resultados será igualmente
función del Sintetizador.
- El Sintetizador detecta aciertos y errores: aprueba los primeros y corrige los segundos. Así, el
Sintetizador tiene como función la verificación de la fiabilidad de los datos con los cuales vamos a trabajar. Si
pensamos que dos y dos son cinco, el Sintetizador detectará un error en el resultado y buscará la solución
justa en la memoria o usando algún instrumento de cálculo como contar con los dedos por ejemplo, o usar
una calculadora.
Es importante diferenciar un error de una mentira. El Sintetizador no detecta ni diferencia las mentiras
sino los errores. Por ejemplo, si debemos agrupar ovejas blancas y negras en dos tropeles distintos, si se nos
cuela una oveja negra en un tropel de blancas, será un error y el Sintetizador lo detectará y lo corregirá,
apartando y reconduciendo a la oveja negra a su grupo. Si lo que ocurre es que alguien pintó una oveja
blanca de negro, la detección de esa trampa o mentira será función del Vitalizador. El Sintetizador podrá
detectar la impostura de manera más detallista y lenta, observando que cuando llueve la oveja negra pierde
su color, o analizando que las pesuñas tienen pelo blanco, es decir de manera más experimental y deductiva.
- El Sintetizador calcula sumando, restando, multiplicando y dividiendo. Estas habilidades están, en
efecto, incluidas en la función de desarrollo, es decir obtención de más o menos de lo mismo. Y la función de
sumar, multiplicar, restar y dividir se hace entre objetos o sujetos de categorías similares. No se puede dividir
tres manzanas por una pera, ni multiplicar cuatro barcos por seis submarinos. Ese tipo de procesos los hace
el Transformador, no el Sintetizador.
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- El Sintetizador percibe lo muerto y lo inútil, y lo no actualizado. Esta es una función esencial del
Sintetizador para mantenerse actualizado y eficaz. La percepción de lo dañado, para buscar qué hacer para
repararlo, es una función muy fundamental. Igualmente la percepción de lo muerto, de lo que ya no sirve, para
que el Vitalizador lo saque del sistema y conservar a éste vivo y sano, para que no sea contaminado y por
ende dañado por el objeto o sujeto muerto que se podría descomponer y pudrir el todo.
Si tenemos por ejemplo un instrumental de carpintería que nuestro Sintetizador necesitará para
reparar muebles y en ese conjunto hay dos martillos de los cuales uno roto y dos docenas de clavos de los
cuales tres torcidos y sin punta así como una lima dañada, el Sintetizador deducirá que el martillo roto y los
tres clavos no se deben tomar en cuenta para calcular nuestra capacidad de trabajo. El Vitalizador las
eliminará del set de carpintería, que estará así más útil y eficaz. El Sintetizador decidirá repara la lima dañada.
- El Sintetizador encuentra opciones: Como resultado de su capacidad de programar y de procesar, el
Sintetizador encontrará resultados que analizará a su vez y comparará para seleccionar la mejor opción para
cada momento. Muchas veces se ha definido la inteligencia, función de nuestro Sintetizador, como la
capacidad de encontrar soluciones a los problemas. Y esas soluciones están entre las opciones válidas y
fundamentadas de las cuales tratamos ahora.
Por ejemplo, tenemos dos horas libres: nuestro Sintetizador procesará todos los datos de toda nuestra
estructura de personalidad y propondrá opciones varias y complejas a nuestra consideración. Como dormir un
rato, tomar un baño, ir a cortarnos el cabello, ir al cine, leer un libro. Entre todas esas opciones, y las más
veces combinándolas, nos decidiremos por la mejor opción, la que nos desarrolle mejor eliminando al máximo
las pérdidas.
- El Sintetizador encuentra soluciones: la solución difiere de la opción porque la primera, si es
verdaderamente una solución y no una opción, elimina la causa del problema que originó el recurrir al
Sintetizador. Por ejemplo, si tenemos fiebre, una opción sería tomar un baño fresco o una aspirina para bajar
la temperatura. Una solución aceptable sería ir al médico y hacernos análisis y tomar el tratamiento para
eliminar la causa de la fiebre. Una solución MAT sería tomar contacto con la rabia que hemos transformado en
falso miedo y enfrentar las causas de rabia, erradicándolas. Esta solución elimina un problema estructural que,
en este caso, paraliza el Vitalizador y, con él, sus funciones, recuperando así la vitalidad, la justicia y la salud.
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Asimismo, si un empleado no tiene un buen desempeño, una opción sería hablar con él y obtener el
compromiso suyo de mejorar. Una solución sería analizar su desempeño y detectar la causa de los fallos y
erradicarla. Como lo podría ser inscribirlo en un curso de manejo del ordenador, si la causa que se detectó fue
la ignorancia del manejo de ese instrumento.
- El Sintetizador compara opciones y soluciones: La tarea de comparar es esencial en la función de
conocer, finalidad principal del Sintetizador. Tener un máximo de puntos de comparación y compararlos es
fundamental para que esta estructura desarrolle su conocimiento y lo ensanche. Esta tarea forma parte del
proceso de conocimiento y pasa a conformar nuestra experiencia del mundo, también tarea del Sintetizador.
El ideal del Sintetizador, cuando procede a esa tarea, es la de lograr determinar y seleccionar aquellas
opciones y soluciones que producen el máximo de efecto positivo con el mínimo de recursos posibles. Esto
nos permite ser eficaces. Obtenemos así un máximo de ganancias con un mínimo de esfuerzo y de dolor.
- El Sintetizador encuentra, para cada problema, la mejor solución: y, además ese proceso de
actualización y de mejora no acaba nunca, porque nuestro Sintetizador sabe que jamás se llega a la
perfección sino a lo perfectible. Y en ese proceso de buscar la excelencia, el mayor conocimiento y el mayor
desarrollo, el Sintetizador persigue mejorar desde el preciso momento en que selecciona la mejor solución u
opción. Para el Sintetizador inteligente nada es definitivo mientras esté vivo. La mejora es desarrollo; y es
continua.
- El Sintetizador compara y actualiza datos y soluciones: al completarlos y corregirlos se llega a
actualizar de manera continua tanto los datos como las opciones y soluciones. Una vez actualizados, se
procede una vez más a compararlos para realizar, cuanto menos, dos cosas: optar por lo más eficaz y
conveniente en cada caso o encontrar otra opción o solución que sea consecuencia de la comparación. Por
ejemplo, si en una familia siempre se hizo algo de una misma manera y eso por tradición y por ser eficaz, el
Sintetizador ha estado comparando durante ese largo tiempo y no encontró necesario ni útil cambiar. Pero en
algún momento, en su tarea de comparar, encontrará otra forma de hacer lo mismo más eficaz y rica.
Entonces actualizará sus datos y seleccionará como opción o solución, una forma de hacer distinta y más
rentable, útil y moderna.
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- El Sintetizador ofrece opciones nuevas, acordes con cada situación precisamente porque es capaz de
percibir las pérdidas. En efecto, una opción puede ser la mejor mientras permita el mantenimiento y
preservación de algo valioso y no signifique ni acarree pérdidas. Si se detecta otra opción que permita
desarrollar más y perder menos, esa nueva opción será la que el Sintetizador seleccionará. Por ejemplo,
cuando se escribía en máquina de escribir manual no se podían introducir correcciones importantes ni
desplazamientos de textos, ni copias salvo una o dos con papel carbón. Usar esa máquina era la mejor opción
para el trabajo diario y requería una gran maestría en ortografía y en manejo del teclado. Cuando surgieron
los ordenadores personales, nuestro Sintetizador empezó a comparar y detectar todo lo que se podía perder
al continuar con la vieja máquina. Hoy no queda casi nadie en nuestro entorno que las siga usando. Se
convirtieron en un anacronismo.
- El Sintetizador comunica: Esta es la segunda función más importante del Sintetizador: después de
pensar de manera inteligente para encontrar soluciones a todos los problemas –pues para un Sintetizador
que funciona bien no hay problema sin solución-, el Sintetizador es, en toda nuestra estructura, el auténtico y
definitivo responsable de la comunicación.
En efecto, cuando ya se hizo el trabajo de pensar, de encontrar el qué hacer, decir, deducir, proponer,
llega el tiempo de comunicar a los demás ese qué para tener acuerdos mínimos sobre el qué hacer. Juntos. La
noción de trabajo es un concepto del Sintetizador. La noción de equipo también. Y la única manera de poder
trabajar juntos es comunicar al otro o a los otros lo que hay que hacer, pensar, tener, etc.
La comunicación gestual, escrita y hablada es una competencia del Sintetizador. Nosotros, en nuestra
labor docente y consultora enseñamos cómo y para qué se puede comunicar, a través de toda la estructura
propia, hacia toda la estructura de los demás a través del Sintetizador que concluye sobre el qué decir y
desde qué estructura o canal desarrollar su comunicación. Por ejemplo, si queremos comunicar que el plan
estratégico que tenemos en una empresa no está bien orientado y se debería cambiar por este otro, mejor
orientado a las oportunidades y necesidades del mercado, nuestro Sintetizador elegirá comenzar usando el
canal Sintetizador –Sintetizador y dará datos e información objetiva que desvelará los errores del viejo plan.
Luego elegirá el canal Transformador –Transformador para presentar una nueva creación que cubra las
necesidades y oportunidades vislumbradas con el Orientador. Luego irá al canal Vitalizador- Vitalizador para
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que se rechace lo que ya no sirve y terminará eligiendo el canal Protector- Protector para crear consenso y
compromiso sobre el nuevo plan. Esas elecciones de las mejores y más válidas opciones para hacer pasar
ideas de una estructura a otra (ya sea propia o ajena) son habilidades del Sintetizador que hace el balance de
lo disponible, conecta las diferentes opciones, las procesa y las compara sobre la base de la eficacia y utilidad,
y elige la mejor y más desarrolladora opción.
No existe en nuestra estructura nada mejor y más autorizado para comunicar que el Sintetizador que
posee todos los datos de todas las estructuras y es capaz de mezclarlos, procesarlos, mejorarlos, disponerlos
en múltiples formas, analizarlos, buscar nuevas formas de combinarlos, mezclarlos, seleccionarlos, y tener
acceso a toda la estructura para recoger más datos y proponer mejores opciones. Porque nuestro
Sintetizador es nuestra capacidad de inteligencia, de economía y de desarrollo.
- El Sintetizador negocia (ganar- ganar): la negociación es una forma superior de comunicación puesto
que se ocupa de lograr acuerdos y consenso de posiciones contrarias y las más veces enfrentadas. Y, un
Sintetizador que funciona bien persigue el desarrollo sostenible y sostenido. No trata de trampear ni de
manipular, ni de imponer relaciones de poder. Parte, como en todo su enfoque, de la creencia en que todo
problema tiene una solución desarrolladora e inteligente y busca puntos de acuerdo entre las partes que
permitan a ambas ganar y desarrollarse y tener más que antes de todo lo analizado y planteado. Esto es una
negociación eficaz y no un juego de gato y de ratón donde el más tramposo, el más intimidante o el más
provisionalmente poderoso impone su punto de vista sobre los demás. Ese tipo de negociación no está
coordinada ni dirigida por el Sintetizador, sino por un Transformador manipulador, un Orientador invasor y un
Rector castrador.
- El Sintetizador se manifiesta mediante conclusiones, análisis, síntesis, y comunicaciones.
Es la estructura que más tiende a la objetividad y a lo racional e inteligente. Se manifiesta básicamente
mediante datos objetivos y contrastables. No por ello debemos concluir que las demás estructuras son
subjetivas porque contemplan y trabajan con emociones, mientras que el Sintetizador es objetivo porque no
trabaja con emociones. Esa conclusión sería errónea. El Sintetizador, como ya veremos, trabaja con una
emoción especializada en la racionalidad y en el desarrollo. Esa emoción es la tristeza, ya lo veremos
ampliamente en el próximo capítulo. Por el momento, recordemos solamente que la tristeza es la única
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emoción que nos permite percibir y sentir las pérdidas y aspirar a encontrar opciones y soluciones para
remplazar esas pérdidas por un nuevo desarrollo y bienestar. Y que la inteligencia está en obtener más de lo
que, en cada momento, se pierde.
El nombre que le pusimos en el MAT, el Sintetizador, corresponde a su función de conservar y procesar
todos los datos disponibles para obtener resultados inteligentes. Y de todos los procesos mentales, el ser
capaz, tras un buen análisis, de establecer una síntesis, es el proceso racional más difícil y complicado. En
efecto, de poco nos sirve hacer doctos y sólidos análisis si después no somos capaces de establecer una
síntesis. La síntesis, luego, será recogida por el Protector para crear conceptos. Será igualmente recogida por
el Transformador para crear categorías. Será procesada por el Orientador para desvelar verdades nuevas y
caminos inexplorados. Sin la síntesis, nada de eso sería posible. Si lo ilustramos, el análisis nos daría los qués
y la síntesis nos daría el qué definitivo y total. Esa es la diferencia entre la laboriosidad o el trabajo meritorio y
la inteligencia clara y brillante, función real del Sintetizador. Por ejemplo, en este capitulo estamos haciendo
una presentación, un análisis y una síntesis de nuestra estructura universal de personalidad en sus seis
dimensiones. Presentamos el qué tenemos, todos, para poder vivir como un humano.
En el diagrama, página 131, el Sintetizador es representado por un círculo entre los dos triángulos del
Socializador y del Conectador. En el dibujo de la estructura integrada, el Sintetizador es representado por el
mismo círculo, pero que encierra los dos triángulos que, simplemente, se introducen en el círculo del
Sintetizador. La idea de representarlo por un círculo corresponde y se ajusta a su función de archivar,
ordenar, procesar todos los datos disponibles provenientes de las seis estructuras. Mientras que el
Socializador se representa como un triángulo en equilibrio sobre su punta como ilustrando el anhelo de
conciliar y equilibrar orden y colaboración solidaria. En cuanto al triángulo del Conectador, el triángulo que
reposa sobre su base sugiere la conexión con la realidad tripartita: dos de ellas que se pueden percibir en
contacto con el mundo visible (el Vitalizador y el Transformador apoyados sobre su base en la realidad
aparente) y uno elevado y sin contacto con la materia visible (el Orientador colocado de manera suspendida
con respecto a la base). Esto en cuanto a intención de representación de una realidad que no se puede
transmitir en una simple figura geométrica, sino como aproximación de intención didáctica.
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Cuando funciona bien, el Sintetizador es completo, sextidimensional en cuanto a datos, conclusiones,
interrogantes. Es ágil, versátil, hábil, claro, reflexivo, informado, actualizado, ecuánime, objetivo y sintético.
Es ágil porque tiene toda la información imaginable, archivada y ordenada, con todas las posibilidades
de conexiones y combinaciones posibles.
Es versátil justamente porque la información se puede procesar sin censuras en todas las formas y
combinaciones posibles, con lo cual las posibilidades de opciones y soluciones son ilimitadas.
Es hábil porque está súper informado y posee la destreza de aprovechar todas las oportunidades
aparentes y también inéditas.
Es claro porque sabe seleccionar la información relevante y procesarla de manera metódica, sincera y
honesta, lo que impide cualquier confusión u opacidad.
Es reflexivo porque no se contenta con un solo enfoque o análisis de los problemas, y, además, huye
de los tópicos porque sabe que corresponden a cosas muertas que él detecta, buscando siempre el enfoque
más actual y desarrollador. Además está permanentemente actualizando cualquiera de sus resultados.
Es ecuánime porque trabaja objetivamente, valorando cualquier potencial de desarrollo, sin pasión. Con
ello encuentra siempre algo aprovechable, veraz, útil y auténtico, allí donde otras estructuras tiran la toalla y
renuncian o desechan.
Es sintético porque inteligente y por ende esencial y escueto. Va al grano, sin rodeos, concentrándose
en lo esencial. Además, una de sus fortalezas es detectar cualquier posible pérdida, y la gestión del tiempo
entra precisamente en la materia de su especialidad, con lo cual, evita e impide perder tiempo en cosas y
datos accesorios, estériles o contaminantes. Solo valora lo que fomenta lo vivo.
Cuando el Sintetizador funciona bien tiene, fundamentalmente, tres funciones:
- El desarrollo de la inteligencia que se manifiesta de manera analítica, sintética y clara y que resuelve
cualquier problema que se le presenta.
- El control y gestión del tiempo. Esta materia cubre un enorme repertorio cuyo desarrollo merecería
todo un libro. Lo sintetizaremos refiriéndonos a la habilidad de invertir el tiempo en actividades que
desarrollen oportunidades para cada una de nuestras seis estructuras y que eviten pérdidas y deterioros en el
campo de dichas estructuras. Es una enorme materia que enseñamos en nuestros seminarios.
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La comunicación total, garante del desarrollo, que incluye los signos gestuales, verbales y físicos de
reconocimiento e incentivación de cada estructura, hacia sí mismo y hacia los demás. Además de esta materia,
incluye, en la metodología MAT, el manejo de los canales tipológicos de comunicación, venta y negociación.
Esta última enseñanza garantiza triplicar la eficacia de la comunicación.
El campo de actuación del Sintetizador será objeto de un próximo libro. Por ahora existe uno: “El MAT,
ciencia del Dirigente del siglo XXI”, escrito por nosotros en 1989 y disponible enviando un mail a:
mailto:contacta@mat21.net.
Cuando funciona mal, el Sintetizador es confuso, necrófilo, espeso, sombrío y pesimista.
- Es confuso: la memoria no funciona bien y olvida, o mezcla datos irrelevantes que introduce en el
Procesador como teniendo una jerarquía e importancia relevantes. Con lo cual el resultado es tópico y
lamentable, caracterizándose por lo banal de su resultado.
- Es necrófilo: se niega a deshacerse de datos falsos, muertos y trasnochados y los procesa con
carácter prioritario con respecto a los nuevos y vivos. Presenta en sus resultados un mundo de muerte que
privilegia y ama lo muerto.
- Es espeso: su cadencia es lenta a más de confusa. Mezcla churras con merinas y parece el
pensamiento de un deficiente mental.
- Es sombrío: confunde la seriedad y la fiabilidad con ser siniestro y pesimista. En vez de encontrar
soluciones, trae problemas.
El Sintetizador puede, como cualquier estructura, fallar por exceso o por defecto. Por exceso, hay una
recarga excesiva de datos mal jerarquizados y archivados que invaden el procesador a la hora de encontrar
soluciones y opciones. Con lo cual, el discurso de una persona en estas condiciones es penoso por su
pesadez, por lo interminable de sus exposiciones, por los paréntesis que abre en cada desarrollo de su
intervención, paréntesis repletos de muletillas como “obviamente” ( seguido de confusos desarrollos y datos),
“perfectamente” (seguido de imperfectas y excesivas puntualizaciones que hacen perder el hilo de lo
esencial), “naturalmente” ( seguido de datos falsos o trasnochados que han perdido vigencia y actualidad).
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En cuanto a la gestión del tiempo de un Sintetizador así, se caracteriza por la acumulación de cosas
irrelevantes y rutinarias que comen todo el tiempo e impiden la creación y la apertura natural hacia el
Vitalizador, que rechaza y borra todo lo falso, muerto e inútil, y hacia el Transformador, que permite crear y
crecer. Queda un ser abrumado, derrotado y estéril que teme ser, mostrarse, crear y crecer. Un ser triste y
deprimente.
Cuando el Sintetizador falla por defecto, el pensamiento es pobre y débil y la persona se caracteriza
por mariposear sin fijarse ni consolidarse, de flor en flor, como un infante irresponsable sobre el cual no se
puede contar como adulto. Es superficial y picaflor. Prefiere la seducción a la venta y la manipulación a la
negociación.
¿En qué campos se manifiesta el Sintetizador?
El Sintetizador se manifiesta en todos los campos de la estructura humana, tal y como lo hacen las
demás estructuras:
En su propio campo: a través de recuerdos, pensamientos, soluciones, opciones, comunicación,
negociación y venta, y, sobre todo, solución de problemas.
En el campo del Rector: los ejemplos son innumerables. El ordenamiento de los artículos de una ley,
por ejemplo, evidencia la intervención del Sintetizador en materia rectora. La realización de una valla de
separación entre parcelas colindantes, y toda realización de trabajo que posibilite ejecutar las intenciones de
separar, regir, regentar, normatizar, son intervenciones del Sintetizador. En un ejército, por ejemplo, el orden
de las filas y la coordinación de los soldados desfilando en orden a paso militar impecable es presencia e
intervención del Sintetizador. En general, todo trabajo, proyecto y ejecución necesitan prioritariamente al
Sintetizador.
En el campo del Protector: también abundan los ejemplos. Nos limitaremos a la comunicación, que
implica preocupación y atención para con el otro, sin lo cual nunca nadie se comunicaría. O cuando se decide
hacer un regalo: hay que trabajar encargándolo, comprándolo, envolviéndolo, trasportándolo, entregándolo.
En el campo del Vitalizador: todo el material de desecho que el Vitalizador tiene que descartar
proviene, por lo general, del Sintetizador. Además mencionaremos todo lo que represente un trabajo en el
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dominio de los movimientos, de la gimnasia, de la marcha. Millones de ejemplos. Pues el Sintetizador, de entre
todas las estructuras, es la que trabaja.
En el campo del Transformador: No habría ningún funcionamiento posible del Transformador si el
material que va a usar para realizar sus combinaciones y creaciones no estuviera ordenado y clasificado en el
Sintetizador. Además tras cualquier creación, o más bien idea de creación, viene el momento del análisis de
factibilidad, validez, sensatez del proyecto. Luego llega el trabajo de realizar la obra.
En el campo del Orientador: en el campo donde menos se sospecharía la intervención del Sintetizador
es casi donde más constante se presenta. Pensemos en manera conocidas de contactar con la trascendencia:
técnicas de meditación, técnicas de viajes astrales, técnicas de interpretación de sueños, todas necesitan un
trabajo, un proceso, unas técnicas. Eso como punto de partida para lograr acceder a ese mundo irracional e
inconsciente. Una vez en contacto, hay una constante intervención del Sintetizador en la selección de canales
traducibles e interpretables por la razón. Por ejemplo, si el mismísimo Dios nos habla, lo oiremos por el canal
de nuestro idioma o de algún idioma que entendamos. Eso es intervención del Sintetizador. Y después de la
revelación de algún portento o verdad desconocida hasta ahora, intervendrá el Sintetizador para discriminar,
con su análisis, si lo que descubrimos es factible y posible o debe ser archivado (por el Sintetizador,
naturalmente) o si se trata de un delirio o una alucinación.
Manifestaciones del Sintetizador en arte y en religión:
- En arquitectura: todo el estilo barroco es una manifestación del Sintetizador en arte en general. El
estilo modernista también lo es.
- En literatura: además de la mayoría de ensayos y de muchos filósofos como Nietzsche, citemos a
Thomas Mann y a Proust como insignes exponentes del Sintetizador.
- En música: Bach, Vivaldi, Monteverdi, Handel son máximos exponentes del Sintetizador en música.
También lo son Mussorgski y Shostakovich. En música popular, citemos la raspa y el cha-cha-cha.
- En pintura: Poussin, Rubens, Cezanne, son sólo algunos de los excelsos maestros del Sintetizador en
arte plástico.
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- En religión: Zoroastro es el maestro más alto en la expresión del Sintetizador en religión. También
podemos mencionar la Masonería, aunque no es exactamente una religión.
En el cuerpo, los órganos regidos directamente por el Sintetizador son el sistema linfático, los oídos, el
cerebro (muy particularmente el izquierdo) y la glándula tiroides.
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EL ESPLENDOR DE LO HUMANO
PROTECTOR
RECTOR
ORIENTADOR
PROTECTOR
RECTOR
SINTETIZADOR
SINTETIZADOR
ORIENTADOR
TRANSFORMADOR
TRANSFORMADOR
VITALIZADOR
VITALIZADOR
ESTRUCTURA MAT DESPLEGADA
ESTRUCTURA MAT INTEGRADA
¡Y bien! Esta es, según nuestras investigaciones sobre 120.000 casos, la instalación de la cual
disponemos. Llevamos 23 años buscando afanosamente un solo caso de ser humano que posea siete
dimensiones o que posea cinco. Jamás lo hemos encontrado. Existe una abrumadora mayoría de personas, el
98% de los casos para ser más exactos, que funcionan con una estructura mucho más desarrollada que las
demás y que creen que tienen alguna otra tan debilitada que parecería casi inexistente. Eso es cierto y
veremos las razones de esta situación dentro de dos capítulos. La pregunta aquí no es si todos los lectores de
esta obra poseen todas las estructuras maravillosamente actuantes y plenas de energía. El cómo llegar a esa
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PRECIADA AZANCOT
situación ideal lo vislumbraremos en este libro y lo alcanzaremos mucho más tarde, durante el proceso MAT
de autorrealización. La pregunta es si alguien cree no poseer una de estas estructuras o si cree poseer
alguna más. Si esto existiera les rogamos ponerse en contacto con nosotros para profundizar en su estudio y
así progresar. Nuestro mail es mailto:contacta@mat21.net, y recibiremos esta noticia portentosa con toda la
atención científica necesaria.
Por ahora, tenemos todos esas seis estructuras si somos humanos. Todos los humanos, con la única
condición de ser humanos.
Este es nuestro patrimonio de bienes. Hablamos, claro está, y por ahora, tan sólo de la estructura
instalada. No de la energía o energías para hacerla funcionar, tema que será objeto del siguiente capítulo. Ni
de las antenas para captar la realidad, tema de parte del tercer capítulo. Poseemos, como ser humano todas y
cada una de las seis estructuras. Eso significa que, mal que bien, hemos tenido conciencia y experiencia de su
funcionamiento y por lo tanto, de su realidad. Por ejemplo, hay miles de personas ateas, pero esto no significa
que no tengan un Orientador: si alguna vez han disfrutado de algo, si alguna vez han soñado, si alguna vez
han tenido la sensación de finalidad, es decir del para qué de su estar en el mundo, si alguna vez se lo han
preguntado tan siquiera, eso significa que tienen una instalación desde donde surge la experiencia, o la
inquietud, o la pregunta. Y eso para referirnos a la estructura menos conocida.
En cuanto a las demás, daremos ejemplos fáciles y prácticos:
- El Rector: si alguna vez decimos “no” a cualquier cosa, aunque esa cosa sea no tirarse por el balcón
de un piso alto, tenemos un Rector.
- El Protector: si alguna vez nos hemos acercado a alguien o a algo sin dañarlo, aunque sea para
comprar un diario, aunque sea a nosotros mismos, tenemos un Protector.
- El Vitalizador: si alguna vez estuvimos vivos, es decir, nos hemos movido, hemos sentido algún dolor
físico, hemos rechazado algo, tenemos un Vitalizador.
- El Transformador: si alguna vez hemos aprobado cualquier objeto creado por otro, aunque sea la
elección de un vaso, si alguna vez hemos tenido una idea nueva, aunque sea la de comprar una cama o un
colchón para dormir, tenemos un Transformador.
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EL ESPLENDOR DE LO HUMANO
- El Sintetizador: si alguna vez hemos tenido un solo recuerdo, aunque sea el de saber cómo nos
llamamos, si alguna vez hemos tenido un solo pensamiento, si alguna vez hemos encontrado la solución a un
problema, aunque sea el de llorar para pedir comida y reconocer el seno o el biberón, tenemos un
Sintetizador.
¿Y qué deberíamos sentir ante esa maravilla de instalación que poseemos y que podemos desarrollar,
y disfrutar, y compartir con la gente que amamos, y usar hasta nuestra muerte? Pues lo menos sería sentir
alegría, como del regalo más maravilloso que nos da la vida. Y tras la alegría vendría la seguridad, la de
detectar que eso, toda esa maravilla, es nuestra y está a nuestro servicio, a nuestra disposición, ahora y para
siempre. Y tras la seguridad vendría el desarrollo de ejercitarla, de desarrollarla, de tomar realmente posesión
de ese superpalacio que poseemos todos. Y tras el desarrollo vendría la sensación de justicia, la de saber que
todos, absolutamente todos los humanos vivos tienen lo mismo, tienen el mismo patrimonio y las mismas
oportunidades de gozar de él. Y tras la justicia vendría el orgullo de ser, de ser humano, con toda la
admiración y el pasmo que produce asumir que se tiene tanto y tan bueno, y con ese orgullo vendría la
valoración, el detectar que algunos tenemos más de esto o de aquello y que todos somos importantes. Y del
orgullo vendría la valoración de sí mismo y de los demás, y el deseo de acercarse a gente tan maravillosa y
dejarse reconocer por ella, y esto nos llevaría al amor, al amor de sí mismo y al cuidado de esa estructura
maravillosa, y al amor por los demás con quien compartir y de quien recibir tanto nuevo y bueno, porque cada
ser es único en la vivencia y en la expresión de su instalación humana. Y accederíamos de nuevo a la alegría,
en el disfrute de haber compartido y de haber recibido, en la certeza de que, más usamos nuestra estructura
y más ricos somos, y más sabios.
Casi todos los seres humanos solemos valorar alguna estructura más que otras. La pregunta es:
¿Podríamos vivir sin alguna de ellas? ¿Hay alguna que sobre? ¿Hay alguna que falte para nuestro desempeño
como seres humanos de este mundo? Por supuesto podríamos imaginar muchas estructuras más que no
poseemos, como por ejemplo alguna estructura que nos permitiera estar en dos o más lugares al mismo
tiempo, o alguna estructura que nos permitiera ser inmortales, o alguna estructura que nos permitiera
escuchar los pensamientos de todos los seres humanos a la vez, que estén en cualquier lugar. Podríamos
imaginar muchas estructuras más. Pero el hecho es que ningún ser humano la ha tenido jamás en esta tierra.
Y el hecho es que tampoco necesitamos más para ser humanos. El único problema que podemos resolver es
ser, cada día, mejores seres humanos, es decir, hacer que nuestro patrimonio innato funcione cada día mejor
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PRECIADA AZANCOT
y compartir nuestras experiencias con los demás. Eso es amor. Poner nuestra vida al servicio de la protección
y del desarrollo de nuestro patrimonio y del de los demás es el mayor grito de amor que se podría esperar de
cada uno de nosotros.
Y volvamos al amor que está actualmente al orden del día ¡por fin! Y nos preguntamos: si el amor
existe, ¿a qué debemos tener más amor en este planeta? Sólo a una cosa: si existe un Creador que nos
regaló esa maravilla, con esa sencillez y naturalidad, a Él. Si no existe, porque no lo percibimos con nuestro
Orientador ¿a qué más que a nada? ¿A la solidaridad? ¿A la libertad? ¿A la familia? ¿A la patria? ¿Al honor?
Sí, esas son cosas que amamos pero son sólo conceptos y creaciones nacidas de una o de varias de nuestras
estructuras. Y es a esas estructuras, a toda nuestra estructura a la que debemos todos nuestros
pensamientos, nuestras posesiones, nuestros valores, nuestros órganos, nuestras emociones, nuestras
creaciones, nuestros sueños e ideales. Tan sólo a nuestra estructura, es decir a nuestra instalación universal y
humana. Si no sabemos valorar y cuidar y desarrollar nuestra estructura y la de los demás, no sabremos amar
nada más.
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EL ESPLENDOR DE LO HUMANO
CAPITULO 2:
INGENIERIA EMOCIONAL DE LA ESTRUCTURA HUMANA.
Nuestro inventario no está terminado. En el capítulo anterior hemos inventariado nuestra estructura, es
decir la instalación, el aparato, la arquitectura, como si de una casa se tratara. Hemos visto los cimientos, las
fundaciones, vigas y paredes maestras –nuestro Rector-, hemos visto la disposición y comunicaciones de las
diferentes habitaciones –nuestro Sintetizador-, vimos los muros, entorno, jardín, tierra, plantas donde se
encuentra físicamente la casa –nuestro Vitalizador-, vimos las puertas y ventanas que posibilitaban el acceso
a la casa –nuestro Protector-, vimos la creación del arquitecto con todas sus características especiales –
nuestro Transformador-, y vimos la casa allí, iluminada y soleada, en su totalidad, integrada en su entorno –
nuestro Orientador.
Ahora bien, para que esta casa funcione necesitará iluminación y electricidad, necesitará su red de
agua, necesitará su instalación de aguas negras, necesitará iluminación natural, necesitará su conexión al
teléfono, a la televisión, y todo ello tomando el ejemplo de una casa, que es un mal ejemplo, pues se trata de
una creación humana. Y ningún ser humano ha sido, hasta hoy, capaz de crear un organismo vivo: ni una
planta, ni un animal, ni, menos aún, un ser humano. El ser humano no es capaz de crear ni una hoja de árbol,
ni un mosquito. Se necesitaría una estructura de la cual no disponemos para poder hacerlo. Por lo menos
hasta ahora y en nuestro conocimiento.
Lo que queremos señalar es que para que un aparato funcione debe tener la energía instalada capaz
de hacerlo funcionar. Por ejemplo, tener un ordenador es poseer un aparato maravilloso que imita parte de
nuestro Sintetizador. Pero sin electricidad no hay manera de hacerlo funcionar.
Y nuestra estructura es igual: es un aparato asombroso, maravilloso, formidable, que no puede
funcionar sin su energía adecuada. El MAT revela que tenemos seis tipos de energías especializadas cada una
en el funcionamiento de una estructura y que esas energías son las seis emociones auténticas innatas del ser
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PRECIADA AZANCOT
humano. Esto es el segundo gran descubrimiento del MAT, después del descubrimiento de la estructura
humana. El tercer descubrimiento en cuanto a instalación e ingeniería de funcionamiento de nuestra estructura
es que tenemos seis sentidos, cada uno especializado en estimular una emoción, la cual pone en marcha su
correspondiente estructura. A partir de esas tres realidades, arranca el MAT. Decimos bien, arranca, y, en
ningún caso, termina.
Pero no nos apresuremos: la mayoría de la gente cree que no sólo las emociones son las energías que
mueven y hacen funcionar las estructuras. Nos dirían que la pasión, la ambición, la determinación, el anhelo, el
rencor, los deseos de poder, etc. son las fuerzas que nos mueven a la acción y que son más determinantes
que las emociones, porque son más fuertes y duraderas en el tiempo. Nosotros contestamos que eso es
totalmente cierto y que vamos a demostrar que todas esas fuerzas que nos mueven son, en realidad,
emociones, tal como las entendemos y definimos en el MAT, y sólo emociones.
Nos referimos, naturalmente, a la energía que hace funcionar el aparato, no al aparato en sí, donde,
como consecuencia del funcionamiento anterior de la energía, cada estructura ha funcionado y ha acumulado
lo propio de cada función de cada estructura. Por ejemplo, en el Rector, y debido a su funcionamiento
anterior, hay creencias y valores. En el Protector hay alianzas establecidas. En el Vitalizador hay salud o
enfermedad. En el Transformador hay ya toda la obra creada y un crecimiento personal consolidado. En el
Orientador hay certezas y experienciaciones. En el Sintetizador hay datos archivados, hay conocimientos
adquiridos. Y todo ese capital que hemos conseguido gracias a tres cosas –al aparato, o sea, a la estructura,
a la energía capaz de hacerlo funcionar, o sea, a la emoción, y a los sentidos, es decir a las antenas de
conexión con el mundo- lo podemos mantener, hacer crecer o cambiar, exclusivamente si ponemos una o
varias estructuras a funcionar enchufando o conectando su emoción natural. Dejaremos el estudio de los
sentidos para el próximo capítulo. Por ejemplo, pongamos que tenemos una creencia negativa que nos
molesta en el desarrollo de nuestra vida, como “es malo mostrar emociones” y queremos cambiarla a otra: si
no conectamos, en este caso y como ya veremos, el miedo, a su estructura innata, el Rector, no podemos
tomar contacto con el peligro que es para nosotros el conservar una creencia así. Es el miedo el que nos hará
decidir cambiarla por otra más saludable y que ofrezca menos riesgos de pérdida. Cuando expliquemos las
emociones, tomaremos más ejemplos. Por ahora sabremos que, por supuesto, todo lo adquirido en cada una
de nuestras estructuras es determinante para motivarnos a querer actuar pero que sólo la emoción es la
energía que permite que cada estructura funcione y haya podido constituir un patrimonio al que recurriremos
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EL ESPLENDOR DE LO HUMANO
a la hora de adquirir más potencia. Y ahora, examinemos los argumentos que se nos daban dos párrafos más
arriba.
La pasión forma parte de la categoría amor en una gradación altísima. La ambición forma parte de la
categoría alegría en una expresión falsa y supletiva. La determinación pertenece a la categoría orgullo en una
escala muy fuerte. El anhelo, como ya vimos, es la máxima expresión del amor. El rencor forma parte de la
categoría rabia pero mal focalizada. El deseo de poder forma parte de la categoría orgullo mal focalizado. Y
podríamos multiplicar los ejemplos para demostrar que todo lo que mueve a la decisión, acción, reflexión,
creación, reacción, o a cualquier cosa, siempre, siempre, es una emoción. De nuestras investigaciones sobre
120.000 casos jamás encontramos uno sólo que nos induzca a pensar lo contrario. Seguimos alertas por si
surgiera.
De las escuelas que surgieron antes o después de nosotros, es decir hasta la fecha, en lo relacionado
con las emociones, sólo nos satisface la del Análisis Transaccional que hizo, a través de Schifft, aportaciones
decisivas en la materia. De nuestra formación completa en Análisis Transaccional, Ciencia Humana creada por
Eric Berne en 1910, conservamos, con mucho orgullo, la noción introducida por sus seguidores (Schifft), de
emociones auténticas y su diferenciación de emociones supletivas, es decir que remplazan las emociones
auténticas, que esa escuela llama Rebusques y que nosotros llamamos, sencillamente, falsas emociones.
Estamos de acuerdo con la definición de emociones auténticas que se definen como aquellas que son
proporcionales al estímulo en calidad, intensidad, duración y empatía. Sólo disentimos de la empatía porque,
como demostraremos más adelante, una emoción sólo produce empatía a aquella persona que está
capacitada para sentirla y produce incomprensión y rechazo en aquellas que no son capaces de sentirla, ya
sea para bien si la emoción es falsa y el receptor auténtico, ya sea para mal si ambos sienten la misma
emoción falsa.
Que la emoción sea proporcional al estímulo que la produce nos parece tan fundamental como a
nuestros colegas transaccionalistas:
- Proporcional en calidad significa que un estímulo apto para producir una emoción no produzca otra
diferente. Por ejemplo, si alguien muere, la emoción auténtica adecuada es tristeza. Si alguien reacciona con
alegría, o con rabia, diremos que esas dos emociones son falsas. Por supuesto existe un gentío que reacciona
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PRECIADA AZANCOT
con falsas emociones. Cada uno de nosotros tiene las suyas, y más adelante mostraremos por qué y cómo se
gestan y se instalan en nuestra estructura. El que todos tengamos emociones falsas, muchas y numerosas, no
significa que sean por ello auténticas.
- Proporcional en intensidad: significa que la emoción, para ser auténtica, no sea desmesurada con
relación al estímulo que la produjo ni sea irrisoria con respecto a aquél. Por ejemplo, si alguien nos empuja y
luego nos insulta por la calle, la respuesta auténtica es sentir rabia y expresarla al agresor de manera
controlada y eficaz. Si en vez de ello el agredido reacciona con culpa y se disculpa sonriendo o si reacciona
con odio y saca una pistola y mata al agresor consideraremos con nuestros colegas de Análisis Transaccional
que la emoción es falsa por defecto o por exceso.
- Proporcional en duración: significa que la emoción se agote cuando cumpla su función y no se
prolongue más allá de ello. Por ejemplo debemos, sentir rabia ante un vecino que derriba una valla fronteriza
entre su terreno y el nuestro y la planta dos metros más acá, confrontar al agresor y si no rectifica, y pasar a
la justicia la resolución del problema. Así es actuar con la emoción auténtica. Si, por lo contrario, aceptamos el
hecho al cabo de cinco minutos y continuamos nuestra vida como si nada hubiera ocurrido, o si, por ejemplo,
ponemos –reconcomidos por el odio- veneno para matar a los animales y plantas de la finca un año después
del hecho, nuestra respuesta será falsa. Si, por ejemplo, se muere la abuelita y la lloramos y guardamos luto
durante tres meses por ella, la emoción puede ser auténtica. Pero si, tres años después aún lloramos y
vestimos de negro porque no nos consolamos, la emoción se considera falsa.
Hasta aquí, en lo referente a emociones, llega nuestra similitud con el Análisis Transaccional. Nuestras
diferencias son importantes y se podrían resumir de la siguiente manera:
- El Análisis Transaccional aunque, tal vez –no lo hemos leído ni aprendido nunca-, se pronuncie sobre
el hecho de considerar las emociones auténticas como innatas, no dice, contrariamente a lo que nosotros sí
afirmamos, que las emociones auténticas son la única razón y fuerza, además de poseer una estructura
potencial sextidimensional como ya vimos, de que el feto se haya podido formar, desarrollar, crecer hasta
convertirse en un bebé humano. Sin la existencia en el feto de las seis energías capaces de unir el esperma
con el óvulo y, a partir de ese instante actuar todas y en permanencia, no habría vida posible. Para nosotros,
la emoción funciona desde el momento de la concepción y explica, no sólo la existencia prenatal sino toda
nuestra personalidad. Esto quedará claro en el tercer capítulo.
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EL ESPLENDOR DE LO HUMANO
- Además afirmamos que, como veremos en el próximo capítulo, la emoción dominante de la madre
durante la gestación va a condicionar decisivamente la formación, la apariencia física, mental, emocional,
espiritual, social, filosófica etc., hasta abarcar toda la gama del comportamiento del feto y del bebé recién
nacido que luego se convertirá en un niño y en un adulto, conformando, para siempre, su personalidad. Esto
suena fuerte y atrevido pero pedimos un poco de paciencia a nuestro lector hasta conocer todas las pruebas y
razonamientos que nos permiten hacer afirmaciones que, por diferentes y novedosas, podrían parecer
caprichosas y especulativas.
- En tercer lugar diferimos del Análisis Transaccional en que considera que las emociones auténticas
son cinco. Nosotros afirmamos y demostramos que son seis y añadimos, además del miedo, de la alegría, de
la tristeza, de la rabia y del amor que ya están inventariadas por el A.T. –como los iniciados llamamos al
Análisis Transaccional- , el orgullo como emoción innata sin la cual todas las funciones del Transformador
jamás se podría instrumentar, cumplir y producir. Ninguna función de transformación orgánica, de formación
de la personalidad, de crecimiento fetal y orgánico, para dar tan sólo ejemplos sencillos, se hubieran podido
realizar.
- En cuarto lugar, y como ya dijimos, no compartimos la noción de empatía para clasificar una emoción
como falsa o auténtica. Nosotros damos una definición MAT bien precisa de cada emoción que, junto a la
necesidad de los factores mencionados que sí compartimos, consideramos determinante para clasificar y
evaluar una emoción como auténtica o falsa. Es más, de todos los requisitos necesarios para que una emoción
pueda ser considerada auténtica o falsa, el que corresponda a la definición nos parece el más importante.
- En quinto lugar, nosotros afirmamos que las emociones, las seis, vienen dadas en un orden o
secuencia bien precisa y que es la siguiente: el miedo es base de la tristeza, que es base de la rabia, que es
base del orgullo, que es base del amor, que es base de la alegría, que es la base del miedo. Además
afirmamos que estas seis emociones funcionan también, cuando lo hacen a la perfección en tres pares
asociados o ejes que son: el eje tristeza- amor, el cual sostiene el eje miedo-orgullo, el cual sostiene el eje
rabia-alegría. El A.T. además de reconocer cinco emociones, no indica ni reconoce orden alguno entre ellas, ni
tampoco relación alguna con la estructura de personalidad Padre-Adulto-Niño que es la estructura del A.T. El
orden en que suelen ser recordadas las emociones del A.T. es M.A.R.T.A (miedo, amor, rabia, tristeza,
alegría). Pero es un orden didáctico, no funcional.
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PRECIADA AZANCOT
- En penúltimo lugar, nosotros diferenciamos no sólo la emoción auténtica de la falsa sino que, entre
estas últimas, las falsas, distinguimos también las emociones tipológicas o infladas, las emociones
desconectadas y las emociones prohibidas conectadoras. Daremos explicaciones acerca de ellas en el próximo
capítulo.
- En último lugar, distinguimos las emociones auténticas en emociones originarias intactas, emociones
tipológicas redimensionadas, emociones fuertes reconectadas o nunca desconectadas, y en emociones
vocacionales o conectadoras reconquistadas.
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EL ESPLENDOR DE LO HUMANO
I. DEFINICIONES MAT DE LAS EMOCIONES AUTÉNTICAS:
El MAT, ya lo hemos dicho, considera que son seis las emociones auténticas: el miedo, la tristeza, la
rabia, el orgullo, el amor y la alegría. Seis nada más y en ese orden muy preciso, como ya veremos más
adelante en este capítulo.
- EL MIEDO: El “diccionario ideológico de la lengua española” de Julio Casares, que, de ahora en
adelante, llamaremos sencillamente el diccionario, ofrece la siguiente definición:
“ Sentimiento de angustia ante la proximidad de algún daño real o imaginario. / Recelo o aprensión”.
Nosotros reprochamos a esa definición de definir el miedo por sinónimos como angustia, recelo y
aprensión. Proponemos la siguiente definición:
“El
El miedo es la facultad innata de percibir la amenaza de una posible invasión, amputación o
manipulación de algo vivo en ti o en tu entorno. Es la percepción de la fragilidad del perfecto equilibrio natural
(armonía) que podría ser alterado
alterado por ti o por otros, arriesgando la integridad”.
integridad
En el MAT consideramos que toda emoción cuyas características o causas no correspondan a esa
definición puede ser considerada falsa. Veremos ejemplos cuando nos refiramos a la estructura innata que
esta emoción alimenta de manera natural e innata. Pero ya se pueden examinar algunos ejemplos a título de
mera ilustración:
Por ejemplo, sentir miedo ante lo que no es una amenaza o un riesgo a la integridad constituye un
miedo falso. En esa categoría podemos poner el miedo a la libertad, a la felicidad, a hablar en público, o
cualquier fobia.
El miedo pasa por toda la gama y escala que va desde el ligero recelo o desconfianza, pasando por la
detección de una amenaza o riesgo, yendo por un retroceso o cierre, y escalando hasta el pánico.
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PRECIADA AZANCOT
- LA TRISTEZA: El diccionario nos da la siguiente definición: “Sentimiento de aflicción, pesadumbre o
melancolía”
Una vez más consideramos redundante el definir una cosa por sus sinónimos que, además, como en el
caso de la anterior, sólo menciona tres matices en la inmensa escala de cada emoción. Proponemos la
siguiente.
“La
La tristeza es la facultad innata de percibir la pérdida, temporal o definitiva, del equilibrio perfecto
natural, propio o ajeno o de algo valioso. Es la antic
anticipación
ipación del sufrimiento adicional que tendrás que soportar
para encontrar opciones y soluciones para compensar esa pérdida, erradicar sus causas y recuperar el
equilibrio”.
equilibrio
Al igual que en el caso anterior, en el MAT, toda emoción que no se adapte a los requisitos
mencionados será considerada falsa.
Por ejemplo vale cualquier sentimiento de pérdida que corresponda a alguna amenaza (situación que
arranca el miedo auténtico como respuesta) como una invasión de agresores en nuestra casa. Sentir tristeza
en vez de miedo significa que se ve la agresión como inevitable y la persona se vuelve resignada y
conformista. Otro ejemplo: sentir depresión ante un engaño o una traición, o una manipulación. Es corriente
encontrar personas que funcionan así lo que no signifique que la emoción sea menos falsa. La emoción
auténtica en ese caso sería rabia porque se trata de una agresión, no de una pérdida. La perdida puede venir
como consecuencia, no como causa. Así no quedamos inermes y abiertos ante lo injusto.
- LA RABIA: la rabia está definida en el diccionario como sigue: “Ira, cólera violenta”.
Mismo reproche. Proponemos la siguiente definición:
“La
La rabia es la facultad innata de reaccionar contra injusticias, manipulaciones, mentiras, agresiones e
inversiones que puedan alterar
alterar el equilibrio perfecto de tu estructura o de la de los demás y que requiere
denunciarlas y confrontarlas. Es la energía necesaria para la afirmación y la protección de dicho equilibrio
equilibrio”.
Para empezar, una puntualización, por lo demás aplicable a cualquier definición de las emociones del
diccionario: la rabia auténtica no es ira, ni cólera violenta nada más. La ira es la máxima expresión de la rabia.
Nos olvidamos de la escala, de las variaciones, de las gradaciones, de toda la gama que va del rojo burdeos al
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EL ESPLENDOR DE LO HUMANO
rosa pastel. Así como el miedo no es angustia, que sería un extremo válido si estamos en un avión que se está
cayendo sin remedio y que se va a estrellar contra una montaña. La rabia va desde la posibilidad de mover
una mano, porque somos libres y reaccionamos sanamente, pasando por la experiencia sensorial de rechazo
de una voz chillona o de un mal olor, yendo por el ligero desacuerdo, caminando por la indignación frente a
una mentira o hacia una injusticia, y escalando hasta la ira que sólo sería justificada, controlándola, en caso de
una acusación de asesinato por nuestro mejor amigo, siendo, además de inocente, su mayor protector. Eso,
para que la emoción sea proporcional en intensidad al estímulo que la solicita. Para que sea, además,
proporcional en calidad, proponemos la nuestra.
Por lo demás, misma precisión que para las anteriores: No se puede considerar rabia auténtica una
denuncia de algo que no representa una injusticia, una agresión, una mentira o una manipulación. Por
ejemplo, sentir rabia porque perdemos el avión. Lo propio es sentir tristeza porque es una pérdida, a menos
que nos hayan vendido un billete diciéndonos y anotándonos una hora falsa y ya pasada de partida del avión,
porque sí estaríamos ante una mentira. Otro ejemplo: si estamos compitiendo y otro gana, el sentir rabia es
una falsa emoción. Lo propio es sentir admiración (o sea, orgullo) por el ganador y tristeza por nosotros
(porque perdimos). Vemos así que los rencores, los odios, el racismo son, todos, falsas rabias que remplazan,
en el presente ejemplo, auténtico orgullo, auténtica tristeza, auténtica alegría. Pero ya nos enteraremos mejor
de esas realidades durante el desarrollo de este capítulo.
- EL ORGULLO: El diccionario lo define así: “ Exceso de estimación propia, que a veces es disimulable
por nacer de causas nobles.”
Aquí, más que en ninguna otra definición del diccionario, el MAT se sitúa al extremo opuesto de esa
caracterización. Aquí ya no se trata, como en los casos anteriores de que la definición contemple sinónimos en
una escala exagerada y extrema, olvidándose de todo el abanico. Aquí se trata además de que se da como
definición la falsa emoción. Ni siquiera la auténtica caricaturizada, no, directamente la falsa. Veamos nuestra
definición:
“El
El orgullo es llaa facultad innata, específicamente humana, de percibir y transmitir tu dimensión
creadora al servicio del amor y de la vida. Es crecer, hacer crecer, descubrir y crear.”
crear.
Con lo cual si el orgullo no empieza por admiración, que es un sinónimo, no es orgullo auténtico. El
orgullo MAT es lo contrario de la soberbia y de la prepotencia, y del deseo de poder, que son, para nosotros,
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PRECIADA AZANCOT
falso orgullo que oculta y remplaza verdadera alegría, verdadera tristeza, y verdadero amor. El orgullo MAT es
el auténtico innato con que nacimos todos para ser capaces de crecer, de transformar, de inventar, de
descubrir, de crear. Es la única emoción auténtica que nos diferencia de los animales, quienes, por lo demás,
deberían ser nuestros maestros en las cinco restantes, porque no han sido contaminados y desviados por
valores sociales que entronizan falsas emociones.
El orgullo abarca toda la escala y la gama que va desde la contemplación de algo bello, pasando por la
admiración de algo grande, caminando por la confianza de ser, de crear y de manifestarse, e irguiéndose
hasta el reconocimiento instantáneo de un genio que nadie había detectado antes.
Todo orgullo que no corresponda a la admiración de algo grande, de algo crecido, de algo
transformador, o a la realización de cualquier transformación, descubrimiento, innovación, crecimiento y
creación al servicio de la vida no puede ser considerado auténtico sino falso. Por lo tanto, toda exageración,
todo narcisismo, todo deseo de poder y de control sobre otro, toda posición de superioridad sobre alguien
son, para dar sólo algunos ejemplos, falso orgullo.
- EL AMOR: El diccionario lo define así:
“ Sentimiento afectivo que nos mueve a buscar lo que consideramos bueno para poseerlo y gozarlo.
Sentimiento altruista que nos impulsa a procurar la felicidad de otra persona.”
Esta definición la consideramos más aceptable porque no apela a sinónimos extremos para definir el
amor aunque introduce un elemento que, para nosotros, es lo contrario del amor: la posesión. Así y todo,
proponemos la nuestra:
“El
El amor es la facultad innata de crear y crearse un espacio seguro en el que cada cual pueda ser sí
mismo: lo que nació para ser. Un espacio donde recuperar y conservar facultades perdidas.”
perdidas.
Nuestra definición diferencia bien el amor de la alegría, contrariamente a la definición del diccionario, al
no unir el buscar ( por lo demás facultad de la tristeza) y el gozar (estado de alegría). Además, aporta una
visión espacial del amor. En efecto, así como la tristeza domina la gestión y la noción de tiempo, el amor es
espacio ante todo. Dar amor, para nosotros es abrir un espacio para el otro y para sí. Además ese espacio
debe ser seguro y hacer retroceder las causas de miedo y de tristeza. Además debe tener una finalidad que
es la de crear y recrear tanto a sí mismo como al otro, permitiéndole, no sólo conservar lo que ya tiene sino
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EL ESPLENDOR DE LO HUMANO
recuperar lo que le han quitado o lo que perdió. Es una definición mucho más comprometida y activa que
además no mezcla sentimientos y estructuras que no deben ser confundidas y mezcladas.
El amor, en nuestro enfoque, cubre toda la gama y la escala que parte de la ligera simpatía, pasando
por el afecto, yendo hacia el apego, y escalando hasta la pasión más absoluta.
Para ser auténtico, el amor debe contestar a un estímulo que lo solicite, como por ejemplo alguien
amistoso que se nos acerca para compartir u ofrecernos su colaboración. El caso opuesto sería un amor que
nace de una maniobra para inspirarnos celos. La respuesta auténtica sería rabia contra esa manipulación, y,
en ningún caso, amor.
Otro ejemplo muy extendido en nuestra sociedad, desde siempre por lo demás: la obligación de sentir
amor por alguien porque es de nuestra familia, de nuestro clan, de nuestro edificio o de nuestro país. En el
MAT el amor, si es auténtico, debe responder a nuestra definición es decir al recibir un espacio seguro donde
ser y recuperar lo que, en otros espacios, o no podemos o nos lo quitan. Si un hermano o una madre nos
manipula, nos atemoriza, nos quita sosiego y paz, el sentimiento auténtico debería ser, en esos casos, rabia,
miedo, tristeza, pero en ningún caso amor en esos momentos. Si en otro momento esas mismas personas nos
dan ese espacio protegido donde ser y estar, entonces sí sentiremos amor. Eso no significa que los lazos de
afinidad, de unión, de cercanía y de colaboración no sean causas de amor. Lo son. Es el cuándo de la emoción
lo que está en juego aquí. Cuando el estímulo lo amerita, entonces sí hay amor auténtico. Cuando no, si existe
amor es falso.
- LA ALEGRIA: El diccionario lo define así:
“ Animación y sentimiento grato que produce la posesión o esperanza de algún bien.”
Esta definición vuelve a usar sinónimos selectivos y limitados a dos estados de alegría cogidos en una
escala mucho más amplia: animación y esperanza. En cuanto a “sentimiento grato”, lo consideramos no
identificable, porque todas las emociones auténticas son gratas. Además es una definición materialista que
está ligada a la posesión. Proponemos nuestra definición:
“La
La alegría es la facultad innata
innata de percibir y transmitir el fluir de la vida en ti y en tu entorno, con la
sensación de placer pleno que ello produce. Es la satisfacción de ver incrementada (por acceso a verdades y
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PRECIADA AZANCOT
por logro de afectos y de cosas, sin manipulación) la seguridad de garantizar
garantizar ese fluir. Es también el alivio de
quitarte pesos muertos de encima y de recuperar tu estructura perfecta y tu paz natural.”
natural.
La alegría cubre una inmensa gama que va desde poder respirar con liviandad, pasando por la
celebración de cualquier cosa divertida, de la sonrisa a la risa, yendo hacia la sensación de paz y escalando
hasta la experiencia del acceso a la verdad y a la certeza que, antes, nos estaban vedadas o estaban ocultas.
La alegría, si es auténtica, nace al contacto con lo que percibimos como un regalo que no hicimos nada
para recibir. El contacto con la naturaleza, por ejemplo, con un animal gracioso, con la sonrisa luminosa y
serena de un humano. En la alegría, como en las demás emociones, las confusiones y las desviaciones
abundan. Por ejemplo, sentir alegría porque alguien es amistoso o amable con nosotros. Ese estímulo es el
adecuado para producir amor y responder también con cuidados y atenciones. Sentir alegría es una emoción
falsa y muy corriente. En efecto, sentir alegría frente al amor de otro es considerar, en primer lugar, que no
debemos nada a cambio, ningún cuidado ni esfuerzo para crearle a la persona o al animal que nos da amor
un espacio seguro en el cual el otro será cuidado. Es una actitud cínica. Por otro lado, sentir falsa alegría sería
también considerar que ese amor es un milagro que nos cayó del cielo porque sí, y no porque merecemos
dicho amor por nuestros actos y sentimientos para con la persona que nos lo da. Es una posición apocada e
insegura.
Hay mil ejemplos más, pero tomaremos el de la alegría en una montaña rusa, propia de cientos de
negocios actuales, o de hacer puenting tirándose al vacío desde un puente con los pies sujetados por una
cuerda que se puede romper y que de hecho se rompe con cierta frecuencia. Esos dos estímulos son
adecuados para sentir miedo auténtico y no, en su lugar, falsa alegría.
El alivio de quitarse pesos muertos de encima como el de algún parásito animal o humano que nos
chupaba la sangre o el alma, quitarse un sentimiento de culpa, de depresión o, de manera general, cualquier
emoción falsa, es causa de auténtica alegría.
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EL ESPLENDOR DE LO HUMANO
II. ¿PARA QUÉ SIRVEN LAS EMOCIONES?
En el MAT, las emociones son toda la energía de la cual disponemos para hacer funcionar nuestra
instalación, es decir, nuestra estructura. Ya hablamos de ello; no tenemos ninguna energía más.
Nosotros asimilamos, como un símil tan sólo aproximativo, las emociones con energías disponibles en
la naturaleza. Este símil no es ciento por ciento válido. Es como una metáfora. Veamos:
-EL MIEDO lo asimilamos a LA ENERGÍA EÓLICA, es decir, a la fuerza y a la naturaleza del viento.
El viento tiene características básicas y una naturaleza particular. Tiene personalidad. El viento limpia,
barre, empuja, renueva. Tiene una fuerza tranquila que puede sin embargo erosionar montañas, levantar
mares, arrasar en un tornado. Para nosotros el viento es el miedo de la naturaleza.
En efecto, el miedo sirve para hacer retroceder la amenaza, el riesgo, y situarlos fuera de nuestra
zona de seguridad. Empuja, barre y limpia como lo hace el viento. Y, también, cuando hay una causa de
pánico, la descarga de adrenalina nos hace poder levantar pesos superiores al nuestro propio y arrasa, como
un tornado, con todas las demás emociones, dominándolas, hasta que pasa el peligro y todo retorna a la
calma.
Como energía de utilización humana, es limpia, evita todo riesgo porque no es contaminante, es
tranquila y es bonita –como un molino de viento-, completa y armoniza el paisaje. Además, es la más antigua
y viene bien como imagen de nuestra emoción primigenia, aunque en rigor, es nuestra segunda emoción y
viene después de la alegría, que se sitúa en el substrato, en las fundaciones, en el origen y causa de nuestro
miedo, como quedará claro más adelante.
- LA TRISTEZA la asimilamos a la energía térmica, la producida por el carbón y por la turba. Esa energía
tiene igualmente sus características y su naturaleza, así como su personalidad. Es pesada, densa, su manejo
requiere de un aparataje elaborado y mecanizado –como el cerebro-, es segura y permanente y tiene una
personalidad seria y objetiva.
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Esa energía implica trabajo para extraer el material, al igual que la tristeza implica siempre esfuerzo y
trabajo para reparar o suplir la pérdida de algo importante; trabajo para encontrar soluciones y opciones. La
energía térmica es poderosa como lo es nuestro cerebro izquierdo para memorizar y conservar (como los
yacimientos están guardados y ordenados en el fondo de la tierra), produce mucha energía, la que permitió
pasar de un mundo rural a otro urbano e industrializado. Es una energía pesada y lenta, como lo es el
inaudito proceso de producir ideas a partir de tantos y tan desordenados estímulos. Y, también, hay que
reordenar y limpiar la instalación después de su utilización, al igual que con las ideas que siempre deben estar
actualizadas para no ser contaminantes y regresivas. Es una energía antigua, aunque más reciente que la
eólica y puede representar la tercera de nuestras emociones: la tristeza. Además, el contacto con el carbón
ensucia mucho, causa de pérdida del bienestar que requiere de un trabajo de limpieza, para volver a
recuperarlo.
Estos símiles, como ya dijimos, nos parecen tan sólo aproximativos e intuitivos, dada nuestra gran
ignorancia de las ciencias de la naturaleza. Los ponemos aquí como un guiño de unión con el entorno natural
en el que, como humanos, vivimos y existimos. Es tan sólo divertido y no aspiramos a mayor gravedad ni
trascendencia.
- LA RABIA: La asimilamos a la energía orgánica, cuyo producto rey es el petróleo.
El petróleo tiene sus características y su naturaleza, así como su personalidad.
El petróleo es una materia viva, que se elaboró a partir de la descomposición de organismos vivos. Es
eruptivo e indomable. Es explosivo y versátil.
La rabia también es todo eso: es la emoción indispensable a la vida, a cualquier movimiento. Es
eruptiva y difícil de calmar y de canalizar, y es versátil porque tiene usos infinitos.
Es una energía más reciente, la cuarta para nosotros, como la rabia. Y es insustituible al día de hoy
para el mantenimiento de nuestra civilización. Y sus reservas se agotan, como nuestra vida que tiene un
tiempo y un espacio (nuestro cuerpo) finitos.
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EL ESPLENDOR DE LO HUMANO
- EL ORGULLO lo asemejamos a la energía eléctrica que también tiene sus características, su naturaleza
y su personalidad. Es veloz, limpia, rotunda y certera, ocupa poco espacio y produce resultados potentísimos
que transforman la realidad de manera definitiva. La energía eléctrica ha permitido el surgimiento de la era
postindustrial y de la sociedad de servicios. La transformación y el pasar de una escala a otra se ha producido
de manera definitiva con la electricidad. El orgullo tiene las mismas características. Es la energía de la
transformación, del salto de escala, del crecimiento y de la creación.
Su descubrimiento es aún más reciente y se puede hacer con ella el símil de nuestra quinta emoción, el
orgullo.
- EL AMOR se asemeja a la energía hidráulica. Ésta tiene, como las anteriores, sus características, su
naturaleza y su personalidad. Es reconfortante, es fresca, es poderosa, es inagotable y está arraigada en la
noche de los tiempos. Proviene del agua, que es el mayor símbolo y producto de amor. Sin agua no hay vida,
no hay consuelo, como sin amor no hay salida de la noche. Que el agua caiga del cielo y permita a la tierra dar
sus frutos y estar viva, o que se recoja de un río para el riego o para hacer una presa que la transformará en
electricidad, o que se utilice la fuerza del mar, es un símbolo de purificación que siempre estuvo presente en
las ceremonias de unión con lo sagrado y de pertenencia a un grupo de iniciados en contacto con la divinidad.
Nuestro cuerpo está hecho de más del 70% de agua.
La energía hidráulica es un puente entre las civilizaciones más antiguas y las más recientes. Para
nosotros está en la base de la alegría, nuestra primera emoción, siendo el punto de partida de todo y, a la
vez, consecutiva al orgullo, como ya veremos más adelante. Es nuestra sexta emoción.
- LA ALEGRÍA la asemejamos a la energía atómica. Aunque es la más reciente, usa el material más
arcaico, y el más inagotable: el átomo.
Tiene su personalidad y su naturaleza: es la más potente y, también, la más peligrosa en el estado de
desarrollo tecnológico actual. Produce materiales radiactivos de alta peligrosidad que se pueden asemejar a
los arquetipos en la psique humana. Funciona por fisión, como la alegría, o como resultado de la fusión, es
decir, del amor. Se basa en el milagroso equilibrio de la potentísima energía de enlace y atracción y de
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separación que se asemejan a la fusión de cuerpos que producen la fisión del orgasmo antes de la separación
y autonomía.
Es la más moderna de las energías y aún no sabemos manejarla sin peligro, algo así como el
funcionamiento de la psique y la percepción certera de lo divino. Estamos, en esa materia, en una fase arcaica
y subdesarrollada.
La energía solar puede ser asimilada, igualmente, a la alegría.
Estos símiles entre emociones y energías deben ser considerados como aproximaciones divertidas,
como casi elucubraciones en el estadio de ignorancia tanto en el ámbito de la física como de la química en que
nos encontramos todos aún en lo que respecta al conocimiento de las mediciones físicas objetivas de las
energías emocionales.
¿Para qué sirven las eemociones?
mociones?
Básicamente para tres cosas:
Para mantenernos vivos.
Para hacer funcionar nuestras estructuras.
Para hacer cosas útiles.
Para mantenernos vivos: Siendo las únicas energías que logran hacer funcionar nuestras estructuras,
se puede afirmar que no hay vida biológica ni mental, ni espiritual sin emociones, puesto que, ya lo vimos, no
hay vida sin funcionamiento estructural.
Cuando cada estructura es alimentada por su emoción especializada, hay vida, valores, pensamientos,
reacciones, creaciones, uniones y fluir de la vida en nosotros y en los demás. Y todo es auténtico y útil.
Nuestras investigaciones, sobre 120.000 casos, nos han descubierto que:
- El Rector funciona con el miedo auténtico, puesto que su función es defender, separar, alejar, cerrar.
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EL ESPLENDOR DE LO HUMANO
- El Protector funciona con el amor auténtico, pues su función es la de enlazar, unir, acercar,
solidarizarse.
- El Vitalizador funciona con la rabia auténtica, puesto que su función es la de reaccionar, repartir,
denunciar, afirmar el derecho a la igualdad y al equilibrio de la estructura, avanzar y moverse.
- El Transformador funciona con el orgullo auténtico, puesto que su función es la de descubrir, afirmar,
crear, consagrar, crecer, derribar límites para acceder a cimas más altas y encontrarlas.
- El Orientador es alimentado por la alegría auténtica, pues su función es la de fluir, la de disfrutar, la
de encontrar un para qué de las cosas y, con ello la certeza.
- El Sintetizador funciona con la tristeza auténtica, puesto que su función es la percibir las pérdidas, y
con ello los problemas así como encontrar las soluciones que van a hacernos recuperar el nivel de comodidad
anterior a la pérdida e incrementarlo.
-Hacer cosas útiles y acertadas al estímulo que provocó la acción. Tan sólo las emociones auténticas
son válidas para hacernos comportarnos con objeto de dar respuesta acertada y útil a los estímulos, cerrando
así el ciclo de estímulo-respuesta que hace desaparecer los problemas y deja el campo energético abierto
para percibir y responder a nuevos estímulos, ya sean estos internos o externos.
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III. LAS ESTRUCTURAS EN ACCIÓN:
Empezaremos en el mismo orden en que revelamos la estructura:
EL RECTOR:
El Rector, básicamente, detecta los límites sin los cuales la vida no puede ser. Detecta lo que no es y lo
que no debe ser. Determina el dónde de las cosas. Y persigue lograr la seguridad y la armonía. Todo lo que
sabemos del Rector se puede resumir en esas tres simples frases. Sirve para diagnosticar, establecer límites,
legislar, defender, localizar y separar.
Ahora bien, para que esa estructura funcione es necesario ponerla en marcha. Hay, entre todas las
energías, una que es la suya propia, que sirve para ella y para ninguna otra. Y esa energía es el miedo
auténtico. Ese miedo es innato, puesto que sin él no hubiéramos tenido ni siquiera una estructura
diferenciada de la de nuestra madre, ni siquiera órganos separados. Y ni siquiera hubiéramos podido nacer
justo a tiempo, es decir, cuando nuestra cabeza y nuestro cuerpo llegaron al tamaño límite en que podían salir
de la estructura ósea de las caderas de nuestra madre. Un mes más de desarrollo y no hubiéramos podido
pasar, hubiéramos quedado apresados dentro del cuerpo de nuestra madre, pues la cesárea no resuelve
siempre el problema y además no existió durante millones de años y sigue sin existir en los mamíferos a cuyo
género pertenecemos. Nuestro miedo nos permitió existir y nos permitió nacer justo a tiempo. Pues los
científicos han demostrado que es el feto, y no la madre, el que segrega las hormonas y sustancias que
desencadenan el parto. El feto decide cuando debe salir y poner su primer límite de ser humano entre el
cuerpo de la madre y el suyo propio. A la vez, ese feto detecta y diagnostica cuándo su seguridad está
amenazada si no sale: lo que perdería al quedarse calentito, nutrido y transportado dentro del útero sería
superior a las molestias de estar fuera, desarmado y sólo.
Así, el miedo nos permitió, desde la unión del óvulo y del esperma, existir, salir, ser y nacer. Por lo
tanto, el miedo es una emoción natural, innata, no aprendida. Demostraremos más bien que es una emoción
desaprendida, así como todas las demás emociones básicas e innatas del humano.
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EL ESPLENDOR DE LO HUMANO
El miedo existe en la vida real en todas sus gradaciones: el miedo abarca la gama y la escala que va
desde el ligero respeto o aprensión hasta el pánico cerval y paralizante. En toda la escala se trata de la misma
emoción innata.
El problema no está en reconocer que toda la gama abarca la escala de una misma emoción, el miedo,
pues el que siente la emoción es perfectamente capaz de identificarla y el que la observa manifestarse
también es capaz de ponerle nombre. El problema está en que esa emoción pueda ser entendida por otros y
por el que la siente como siendo la energía adecuada para hacer funcionar el Rector de quien la manifiesta. Es
decir, de que la emoción sea de alguna utilidad y sirva tanto para incrementar la seguridad como para llegar a
mejorar la armonía.
Para aumentar la seguridad, el miedo existe para detectar lo que se debe hacer frente a un riesgo real.
Es decir, sirve primero para detectar un riesgo o una amenaza. Sirve, en segundo lugar, para hacer algo que
haga desaparecer o retroceder la amenaza. Por ejemplo: estamos con otras personas, compartiendo la
enseñanza de un curso, y hay uno de los asistentes que interrumpe al profesor, pretende dar lecciones a los
demás de lo que no conoce, se quita los zapatos y pone los pies sobre la mesa, ocupa el turno de palabra de
los compañeros, etc. Cualquier persona que funcione bien detectará una invasión de los límites que todos
debemos conservar y mantener para que la vida social funcione. Y esa persona será vista, con toda razón y
fundamento, como alguien que amenaza la seguridad y la armonía del grupo. Los Rectores de todos estarán
energetizados como para cumplir la función para la cual están diseñados: poner orden y límites al invasor.
En lo referente a la armonía, ese mismo ejemplo nos sirve, pues al invadir el turno de palabra de los
demás, no les deja espacio para ser; al inflar el protagonismo de lo que debe ser un oyente o un participante,
rompe el fluir del grupo y se convierte en lo que solemos llamar “un pesado”, que traba la paz y el equilibrio
de la célula que se formó; al impedir que se desarrolle el curso con normalidad introduce el riesgo de que los
demás no logren obtener lo que pagaron por encontrar: la información y la formación que necesitan.
En ese mismo ejemplo, cuando el profesor u otro de los presentes exprese su Rector y llame al orden
al invasor, el aludido, si funciona normalmente, sentirá igualmente miedo a invadir, a dañar, a no permitir fluir.
Y retrocederá hasta ocupar sus fronteras de lo humano y de lo social. En definitiva, el miedo habrá cumplido
su función: la de permitir la puesta en marcha del Rector para detectar la amenaza y ponerle coto, límites, y
restablecer la armonía y, además, mejorarla. Mejorarla porque en ese mismo grupo existía una amenaza, que,
antes de manifestarse no era percibida y que podía poner en riesgo al grupo en cualquier momento. Una vez
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percibida la amenaza, con el miedo, y puestos los límites convenientes, con el Rector, la armonía que se
consigue es superior a la que reinaba en el punto de partida ya que se logró detectar un riesgo y ponerle coto
con objeto de que ya no se repita y, también, disuadir a otros miembros del grupo que pudieran tener
veleidades de invadir espacios ajenos. Todos los Rectores de los presentes se sentirán en seguridad y en
armonía así.
La intervención de la emoción auténtica adecuada al funcionamiento de la estructura cierra el ciclo,
elimina el problema o la necesidad y prepara un terreno más limpio y desarrollado para un nuevo ciclo. En el
caso anterior, al funcionar el Rector con miedo auténtico y al poner límites válidos para todos los casos
similares, se consigue agotar un ciclo de necesidades –restablecer la armonía, incrementándola- y limpiar el
terreno para nuevas intervenciones de la estructura. Por ejemplo, pasar de la exigencia de comportamientos
adecuados a la formulación de normas o de leyes que garanticen una mayor seguridad y armonía.
Toda esa perfección es posible porque la emoción auténtica, el miedo, energetiza al Rector. Si
estuviera cualquier otra emoción en el lugar del miedo alimentando al Rector llegaríamos a dos resultados
problemáticos: en primer lugar, la emoción no sería auténtica en calidad y, en segundo lugar con dicha
emoción no lograríamos resultados deseables sino otros no deseables ni útiles y que, en vez de solucionar y
agotar un ciclo, crearían nuevos problemas que se dejarían sin resolver. Sigamos con el mismo ejemplo del
participante inarmónico que invade límites y crea amenazas y riesgos.
Si, en vez del miedo, tuviéramos la tristeza alimentando al Rector, en vez de reaccionar poniendo
límites nos deprimiríamos dando el problema por inevitable y creyendo que sólo se podría encontrar
soluciones caso por caso, deteniendo en cada caso la marcha del proceso en cada nueva amenaza y
volviendo a paralizar todo cada vez que surgiera una amenaza. A ese sentimiento se le llama comúnmente
fatalismo, derrotismo. Diremos en el MAT que es falsa tristeza en vez de miedo auténtico.
Si en vez de miedo tuviéramos rabia alimentado nuestro Rector, reaccionaríamos expulsando e
increpando al invasor. Esa conducta sería excesiva e impediría dar una oportunidad de rectificar al infractor. A
esa reacción se la llama vulgarmente histeria, valentonería. Diremos que tenemos falsa rabia en vez de miedo,
y que, con ella, sólo agravamos el problema sin solucionarlo.
Si en vez de miedo tuviéramos orgullo alimentando el Rector, reaccionaríamos cargando a solas con el
problema y, además, sintiéndonos crecer y ser más nosotros mismos con la invasión, dejando a los demás
cargar igualmente con el incordio y calificándolos de débiles y de sensibleros si se quejaran de no tolerar la
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EL ESPLENDOR DE LO HUMANO
invasión. Aquí, en ese caso, tendríamos una verdadera inversión del orden, atribuyendo al desorden la causa
del crecimiento y de la autorrealización. A ese sentimiento se le llama vulgarmente masoquismo y prepotencia.
Si, siguiendo con el mismo ejemplo, tuviéramos amor alimentando al Rector, reaccionaríamos dando
espacio, atención y cariño preferentemente al invasor, al infractor, por encima de los demás participantes. A
ese sentimiento se le llama vulgarmente paternalismo y debilidad.
Y si en vez de miedo contra la amenaza tuviéramos alegría alimentando nuestro Rector,
reaccionaríamos sintiéndonos realizados, fluyentes y en paz justamente cuando el riesgo de que el grupo
perdiese su integridad y su armonía alcanzara su punto de mayor amenaza. A ese sentimiento se le llama
vulgarmente inconsciencia y temeridad.
Como ya vimos, únicamente el miedo auténtico es capaz de hacer frente a la amenaza y al riesgo
erigiendo límites, fronteras y barreras que garanticen la vida. Y hemos elegido un ejemplo común y corriente.
Imaginemos las mismas falsas emociones con un ejemplo más fuerte, como sería el detectar que uno de los
asistentes al curso es un terrorista que lleva encima una bomba de relojería dispuesta a estallar y a matar a
todos los asistentes. Repasemos las cinco emociones falsas y sus efectos: con la tristeza consideraríamos la
causa perdida y pensaríamos en remedios y soluciones después de que estallara la bomba. Con la rabia nos
pondríamos a increpar al terrorista y a amenazarlo, haciendo que activara la bomba de inmediato. Con el
orgullo felicitaríamos al asesino y le diríamos que, gracias a sus méritos que admiramos, accederemos todos a
un estatus superior, como, por ejemplo, un lugar de elegidos en el cielo. Con el amor nos preocuparíamos por
las razones que levan al terrorista a matarnos y le daríamos nuestra solidaridad y nuestro amor por ello. Con
la alegría esperaríamos impacientes que la explosión se produjera para acceder a una vida mejor después de
muertos y santificaríamos el acto asesino.
Mas con el miedo auténtico, definido como lo hacemos en el MAT, se evitan riesgos y, cuando los hay,
se instala el sistema de defensa. A ese sentimiento lo podemos llamar, conceptualmente, seguridad, rectitud,
ética, armonía, respeto. Esperamos que quede claro que, en cualquier situación de amenaza, riesgo, peligro,
tan sólo el miedo es capaz de hacérnoslo detectar primero, solucionarlo después. Al hacerlo, agota el
proceso, incrementa la seguridad, el respeto, la armonía y la ética y abre un nuevo campo para incrementar
todos esos estados y cualidades. Y esperamos que quede claro, también, que sólo los que tienen auténtico
miedo en el Rector son los valientes porque detectan las amenazas y saben reaccionar con objeto de
eliminarlas en vez de ser inconscientes y dejar que se agrave la situación.
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Y, si en vez de otra emoción falsa, frente a la situación de amenaza o de riesgo, la respuesta fuera el
vacío, la nada, no se produciría ni la percepción ni la reacción. Con ello, la amenaza aumentaría sin límites ni
respuesta llegando a producirse una pérdida que ya no necesitaría miedo sino tristeza para encontrar
soluciones de reemplazo. Cuando existe riesgo, la pérdida no se ha producido aún y requiere que se evite.
Cuando no se puede evitar porque la energía no está en su sitio, lo que no se evita es la pérdida. Les
invitamos a intentar encontrar buenas opciones con alguna de las cinco falsas emociones en vez de miedo
alimentando al Rector con el siguiente ejemplo: estamos caminando y, de repente, tenemos, por primera vez,
una hemorragia.
EL PROTECTOR:
El Protector sirve, como ya lo analizamos, para evaluar, establecer confluencias, unir, alentar y motivar,
ayudar, aceptar, cumplir, proteger, entregar y entregarse. El Protector evalúa las uniones y estima lo que hay
disponible en cada momento. Por ello detecta el cuándo de las cosas. Su función básica es la pertenencia y
su función trascendente es la de regir el alma.
La emoción que le permite funcionar adecuadamente es el amor auténtico tal y como lo definimos,
siendo además proporcional en duración e intensidad al estímulo que lo despertó.
El amor es innato y nos permitió ser y existir. Recordaremos que no pudo haber formación de órganos
sin unión de células compatibles, ni vida sin alianzas y uniones armónicas entre las diferentes funciones
coordinadas, ni posibilidad de vivir sin estar en nuestra madre, ni sin amor hacia nosotros mismos una vez
separados, ni alimentación sin el amor de nuestros cuidadores y sin nuestra aceptación de los cuidados. El
amor, como cualquiera de nuestras seis emociones básicas, nos permitió ser, nacer, existir y desarrollarnos.
En la vida real, el amor existe en toda su escala que va desde la ligera simpatía, pasando por la
atracción, caminando por la unión y alcanzando la pasión en su máxima expresión.
El amor sirve para evaluar cuándo se pueden establecer afinidades, acercamientos, pactos y alianzas,
compromisos. Y sirve para evaluar por cuanto tiempo y en qué lugares o espacios se pueden trabar lazos y
uniones. Y eso sólo se puede hacer con el amor. Tomemos un ejemplo común: conocemos a alguien nuevo
que nos atrae y decidimos acercarnos a él para trabar algún vínculo incipiente que pueda servir de base para
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EL ESPLENDOR DE LO HUMANO
mayores compromisos en el futuro. Para ello, nuestro Protector evaluó lo que puede haber en el otro. Y esa
evaluación fue la base de la decisión de acercarnos con simpatía hacia el recién conocido. El sentimiento
surgió de la evaluación de afinidades o de complementariedades. Eso es amor. El amor nos permitió evitar la
tristeza de la pérdida si hubiéramos dejado pasar una oportunidad sin aprovecharla. Nos evitó también
quedarnos en el orgullo de la admiración de ese ser nuevo sin pasar a intentar establecer un trato más íntimo.
Nos permitió la posibilidad de lograr, si nuestra evaluación de cosas queribles fue correcta, un amigo para el
futuro. Nos sirvió para incrementar el logro de afectos nuevos.
Este acto inicia un nuevo ciclo y cierra otro. En efecto, al decidir acercarnos y exponernos al otro, se
inicia un nuevo ciclo que puede culminar o no en la consecución de una nueva amistad. Y también, cierra el
ciclo del contacto anterior para el cual el amor, en su escala más ligera, nos permitió aceptar saludar o
estrechar la mano del desconocido. En todo caso sirvió para afincar nuestro sentido de pertenencia a la raza
humana –al saludar o sonreír al desconocido- y para incrementarlo al optar por trabar un contacto más
estrecho. Al límite podremos, si la ocasión lo amerita, nutrir nuestra alma con la entrega de la de un amigo
entrañable y entregarle parte de la nuestra. Así empezaron grandes amores y amistades.
La ventaja de tener la emoción adecuada nutriendo nuestra estructura es de haber podido actuar
correctamente y ser más nosotros mismos y crecer. Si otra emoción hubiera estado nutriendo nuestra
estructura, no hubiéramos podido lograr que la estructura cumpliera su finalidad. Veamos:
Si en vez de amor el Protector está alimentado por miedo sentiremos temor ante la gente que nos
gusta y retrocederemos, escapando o cerrándonos a esa oportunidad. En idioma común esa emoción se llama
timidez o falta de compromiso y desconfianza.
Si el Protector estuviera nutrido por tristeza, sentiríamos una sensación de pérdida en vez de atracción.
Sentiríamos que en vez de aportarnos algo valioso, la existencia del otro nos arrebata algo nuestro. Ese
sentimiento se suele llamar necrofilia, porque hace sentir muerte ante lo vivo y lo querible y produce, como
respuesta, amor por lo muerto.
Si en vez de amor el Protector está nutrido por rabia, sentiremos antipatía y rechazo por el
desconocido y proyectaremos sobre él responsabilidades de otros que fueron injustos y malos con nosotros y
a los cuales no queremos recuestionar al compararlos con el recién llegado. Ese sentimiento es el causante de
la técnica del chivo expiatorio y se llama infundio y calumnia.
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Si en vez de amor sentimos orgullo, porque esa emoción está nutriendo nuestro Protector, nos
sentiremos superiores a los que ni siquiera conocemos y esperaremos que sea el otro que se acerque a
rendirnos pleitesía. A ese sentimiento se le llama comúnmente sentimiento de superioridad o narcisismo.
Si en vez de amor hay alegría nutriendo nuestro Protector, podríamos ser demasiado avasalladores e
interesados pensando en cómo sacar provecho del otro. Se le llama comúnmente avasallamiento y ser un
aprovechado. También podríamos tener un sentimiento de magia o de predeterminación al “reconocer” al otro
como habiendo tenido una reencarnación en común, por ejemplo.
En esos cinco casos de emociones falsas que nutren, en vez de amor, nuestro Protector, se llega a una
inoperatividad total, cayendo en vicios y defectos, muy comunes por lo demás, pero no por ello menos
peligrosos para el buen funcionamiento de nuestra personalidad.
Es cierto que todos tenemos varios defectos de ese tipo, pero eso no nos impide detectar las razones
de los disfuncionamientos e intentar, una vez diagnosticados, corregirlos. Con el MAT no es el “todo vale”, y
no da igual que emociones o sentimientos tengamos, porque lo importante es tenerlos, como es el caso del
tratamiento de las emociones en la inteligencia emocional de Daniel Goleman. No. Lo importante, en el MAT, es
que nuestra estructura funcione como está hecha para funcionar: adecuadamente, con el objetivo de hacer
frente a nuestra vida exitosamente. Lo importante es tener emociones auténticas, es decir, energías
especializadas y acordes para que funcionemos en la vida.
Cuando el amor alimenta y nutre al Protector, nos tornamos humanos, solidarios, amistosos, cercanos,
empáticos, y evidenciamos tener alma. Nos entregamos a lo mejor de nuestro entorno y nos comprometemos
con las más nobles causas de la humanidad. Nunca somos indiferentes a lo bueno, tanto en nosotros como en
los demás.
Y, si en vez de amor nuestra estructura estuviera vacía o con la energía congelada, ¿cómo
responderíamos en el caso del ejemplo que hemos elegido? Pues pasando directamente a la alegría, que nos
llevaría al ejemplo que así lo contempla, es decir, volviéndonos, cuanto menos, mágicos, al creer que se trata
de un regalo especial de los dioses y que ese encuentro estaba predeterminado. Lo que convertiría el
encuentro en algo trucado, falseado, con valor añadido impuesto por nuestra fantasía. En ese caso, en vez de
seguir evaluando las oportunidades que se presentarían en cada paso, en cada momento que siguiera al
acercamiento, pasaríamos a prever, de manera fantasiosa, con exceso de optimismo, consecuencias mágicas
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EL ESPLENDOR DE LO HUMANO
que nos terminarían por convertir en personas peligrosas que avasallarían las normales perspectivas del otro.
Si éste funcionara bien, erigiría su Rector y se alejaría de nosotros.
Y, para terminar con el párrafo del amor nutriendo el Protector, dos ejemplos más:
A un padre le presentan a su bebé recién nacido. El niño es normal y sano. ¿Cómo sería la conducta
del padre si éste tuviera un Protector nutrido por amor auténtico y cual sería su comportamiento y sus
sentimientos si el Protector estuviera alimentado por cualquiera de las cinco emociones restantes?
Un novio tiene una cita con su novia y piensa en comprarle flores. ¿Cómo sería la conducta de dicho
novio en cada una de las emociones nutriendo su Protector?
EL VITALIZADOR:
Nuestro Vitalizador es la estructura que nos permite estar vivos y en contacto y relación con el aquí y
ahora. El Vitalizador percibe, siente, reparte, asigna, reacciona, denuncia, ataca, diluye, disuelve, vitaliza,
sanea, erradica, moviliza. Es la instalación que responde y detecta todos los cómo de la vida. Detecta lo que
no está sano, bien, íntegro, auténtico, y está especializado en rastrear y extirpar la mentira, el engaño, la
manipulación, la injusticia. Su función básica es la justicia y la trascendente la corporalidad. El MAT demuestra,
en efecto, que todas las mentiras y engaños que nos “queremos tragar” inciden directamente sobre la salud,
vitalidad y lozanía de nuestro cuerpo y producen enfermedades –muchas de ellas descubiertas y clasificadas
por nosotros- ; el MAT demuestra también que cuando se rectifican dichas mentiras se restablece la salud y la
energía vital vuelve afluir en nosotros. En anexo presentamos un breve resumen de nuestras investigaciones
clínicas hospitalarias.
El Vitalizador convierte nuestro cuerpo en un templo sagrado, compendio de maravillas y alertador de
todo lo que no está bien. Es la parte nuestra que más está en contacto con el entorno así como con las
respuestas orgánicas que damos a la vida. Y eso, a través de nuestros seis sentidos y de nuestras seis
emociones. Es la parte más animal y pura que tenemos. La parte que menos se engaña ni nos engaña,
porque las reacciones son físicas.
Para poner en marcha nuestro Vitalizador, sólo sirve la rabia auténtica, ya que ésta es la única energía
válida para discriminar la verdad de la mentira y hacernos reaccionar contra falsedades que, de admitirlas
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como ciertas, nos paralizarían. La rabia auténtica, definida como lo hacemos, nos permite enfrentarnos y
desobedecer a todo mandato basado en la mentira, en el engaño, en las relaciones de poder. Es la estructura
que más nos garantiza nuestra autenticidad y espontaneidad. Y, también, nuestra fuerza.
La rabia auténtica es innata y nos ha permitido, más que ninguna otra, estar vivos y seguir vivos. Nos
ha posibilitado una repartición ecuánime de sentidos, de emociones, de órganos y de funciones, y lucha en
permanencia por el mantenimiento de esa justicia mínima que significa seguir vivos. Erradica todo engaño de
nosotros. Extirpa todo mal que esté en nosotros y que esté fuera de nosotros si eso está al alcance de
nuestro cuerpo, de nuestra mente, de nuestra alma y de nuestro espíritu. Es nuestro sanador universal.
La rabia, si es auténtica, no es el pequeño salvaje que hay en nosotros, ni el ser silvestre e incivilizado.
Es la energía que dice “así no” a todas las mentiras, a todas las creencias falsas, a las ideas rancias, a la
culpa, a la simbiosis, a las inflaciones del orgullo, a los amores paternalistas y salvadores, a las alegrías
invasoras y, de manera general, a todos los ídolos. Es la energía sana y sanadora por antonomasia.
Por ejemplo, si las figuras parentales, llámense éstas padres, cultura, sociedad, maestros, etc. nos
hacen creer que hemos nacidos para estar sometidos, atados, quietos, sumisos, engañados, nuestro
Vitalizador contacta con nuestro cuerpo que contiene toda la instalación estructural, todas nuestras
emociones y todos nuestros sentidos, y reacciona de inmediato diciendo:”así no” es verdad, y, de no hacerlo,
capta enseguida malestares en nuestro cuerpo que somatiza la rabia a través de dolores y molestias para que
aprendamos a detectar lo que no es válido y a reaccionar saludablemente. Así, nuestro cuerpo, si está regido
por el Vitalizador, se transforma en caja de resonancia de todas las verdades que transforma en bienestar y
de todas las mentiras que vive como malestar y que sabe extirpar, erradicar, gracias a su energía natural: la
rabia.
Pongamos, como siempre, un ejemplo común: un amigo nos lleva engañados a una fiesta diciendo que
es su cumpleaños. Cuando llegamos, nos damos cuenta de que se trata de una reunión de adeptos de una
causa que no compartimos y donde se trata de conseguir dinero y compromiso para esa causa que nos
horripila, porque nuestro Vitalizador nos dice que se trata de una secta totalmente sometida a un gurú loco y
endiosado. Aquí tenemos una doble razón de rabia: el engaño del conocido y la organización a la cual
aborrecemos.
Nuestro Vitalizador, si funciona bien, captará de inmediato los signos de falsedad y de alerta,
denunciará el engaño al conocido, denunciará públicamente la organización, ya que está presente, por si
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EL ESPLENDOR DE LO HUMANO
puede despertar a los incautos de buena fe, y optará por retirarse enérgica y suavemente, tranquilamente.
Habrá logrado cumplir su función de justicia y habrá escuchado su cuerpo que le habrá dado decenas de
señales que habrá tomado en serio. Evitando así somatizaciones como dolor de cabeza, náuseas, etc. Así
saldremos más sanos de lo que entramos a la reunión.
La rabia existe, en la vida real, y como respuesta a estímulos de falsedad, en toda su escala. Desde la
más ligera disconformidad, pasando por el rechazo cortés, accediendo a la denuncia, y montando hasta la ira,
todas son manifestaciones de la misma emoción innata y natural: la rabia. Esto es fácil de comprender. Lo que
resulta más difícil es entender que cualquier movimiento corporal es controlado y motivado por la rabia. Sin
embargo salta a la vista la relación estrecha e indisoluble entre alegría y rabia. Nos movemos, nos estiramos,
caminamos, extendemos un brazo y eso nos produce placer, libertad, sensación de estar vivos. Eso es alegría.
Pero lo que nos permite hacer todo ello no es la alegría que es la búsqueda de placer, sino la rabia que es
eliminar y extraer toda barrera falsa que nos pueda limitar o encadenar. Primero viene la rabia y luego se
accede a la alegría. Si fuera al revés significaría que, primero nos tragamos todas las barreras impuestas y
falsas, luego, como están allí, en nuestras creencias, no podríamos movernos, y luego iríamos a la rabia, para
eliminarlas y constatar, haciendo lo que creíamos malo, que sí podemos, volviendo al fin a la alegría de
disfrutar nuestra libertad. Haríamos una ida y vuelta engorrosa e innecesaria.
En el ejemplo que elegimos, o en cualquier otro relacionado con la reacción sana a la mentira, hemos
conseguido establecer la justicia, alcanzando así la finalidad básica de la rabia y del Vitalizador, y hemos
alcanzado, por nuestra asertividad, la finalidad trascendente, la corporalidad, al confiar más y más en nuestro
cuerpo. Esa rabia sana será, así, la base de nuestro orgullo: “¡Que maravilla de instalación tengo!”, se diría
cualquiera.
Así, se cierra un ciclo y se comienza otro de manera más armada y, a la vez intacta. En efecto, se cierra
un ciclo cuando reaccionamos, denunciamos y nos marchamos. Y se inicia otro, porque ya estaremos más
alertas con ese conocido que ya nos engañó una vez –es decir, que tendremos un Rector más armado-, ya
estaremos más informados en cuanto a conocimiento de ese tipo de organización que aborrecemos y de sus
técnicas de captación –con lo cual nuestro Sintetizador será más rico y útil-, y seremos más vitales y sanos al
confiar en las reacciones de nuestro cuerpo a los estímulos captados por nuestros sentidos –un clima de
idolatría, tonos de voces hipnotizadores, olores de falsa sacralidad, música incantatoria, miradas cómplices,
etc-, y a los estímulos que desencadenan nuestras emociones auténticas con la maravillosa sensación de
eficacia, vitalidad, felicidad que ellas producen. Así sentimos toda nuestra instalación estructural en
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movimiento y en interrelación, con la sensación de prodigio que nos transmite. El aquí y el ahora es vivido así,
en toda su intensidad, en cada instante, abriéndonos un campo vertiginoso de experiencias que enriquecerán
nuestras vivencias. De esta manera se abren ciclos a medida que se cierran otros y ningún momento ni
vivencia se parece a otros. Somos eternamente vírgenes y nuevos, a la vez que sabios.
Pero si la emoción auténtica es reemplazada por otras falsas y supletivas tendremos respuestas
inadecuadas y muy tóxicas, que nos enfermarán. Veamos:
Si en vez de rabia el miedo nutre nuestro Vitalizador, nos quedaremos paralizados ante los engaños y
agravaremos ese estado catatónico al reafirmar con nuestro Rector que las cosas son así y deben serlo. Nos
dejaremos integrar a un grupo que rechazamos por pura intimidación. Ese sentimiento es también conocido
vulgarmente como apocamiento. Además el MAT demuestra que esa disfunción es la primera puerta abierta a
la enfermedades neurológicas.
Si en vez de rabia nuestro Vitalizador está nutrido por tristeza, falsa desde luego porque no responde
al estímulo de pérdida sino de engaño, reaccionaremos poniendo a funcionar nuestro Sintetizador para ver en
qué momento nos equivocamos y nos responsabilizaremos de lo que no somos responsables. Ese
sentimiento, muy común por lo demás, como todos los falsos, se llama sentimiento de culpa. Nos torturaremos
en vez de denunciar, y como no hay responsabilidad real que asumir y corregir, crearemos un monstruo que
se engorda de sí mismo, buscando más y más culpa donde no la hay. Por lo demás abrimos la puerta, como
demostramos en el anexo, a las enfermedades cardiovasculares.
Si en vez de rabia alimentamos nuestro Vitalizador con orgullo, sentiremos que se nos ha hecho un
honor al introducirnos en una secta reservada a unos pocos elegidos. Creeremos que si no compartimos las
mismas creencias y entusiasmos es porque no estamos a la altura aún de comprenderlos y compartirlos.
Daremos las gracias al conocido, entregaremos nuestro pecunio y nos sacaremos un carné de miembro con el
que presumiremos ante los amigos. Si alguno no comparte nuestro sentimiento ufanado ante el nuevo estatus
al cual accedimos, sentiremos un sentimiento de superioridad ante el ignorante, en vez de recuestionarnos
nuestro desnortamiento. Ese sentimiento se conoce vulgarmente como servilidad. Además, abre la puerta a
las enfermedades óseas.
Si en vez de rabia nuestro Vitalizador está alimentado por amor, además de sentirnos cómodos nos
enamoraremos de lo que más nos extravía. Eso se llama ingenuidad y síndrome de Estocolmo. Como lo
demostramos en anexo, esa es la primera puerta que conduce al cáncer.
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EL ESPLENDOR DE LO HUMANO
Y si en vez de rabia nuestro Vitalizador contiene alegría, nos sentiremos elegidos por una fuerza
sagrada y sobrenatural que debemos seguir ciegamente. Eso se llama idolatría y fanatismo. Y no sólo
aceptaremos integrar la secta, sino ser prosélitos, como el conocido que allí nos llevó engañados. El S.I.D.A.,
según nuestras investigaciones, “agarra” y se ceba sobre ese tipo de personas.
Al igual que si intentamos hacer funcionar nuestro ordenador remojando el enchufe en un cubo de
gasolina, energía muy válida y útil pero inadecuada y peligrosa para un aparato eléctrico, el ordenador no va a
funcionar, y, si encendemos una cerilla para dar vida al enchufe, el aparato se incendiará, verificamos una y
otra vez que cada estructura, para funcionar y cumplir su finalidad, debe estar alimentada por su emoción
innata y especializada porque si no, no sólo no se produce lo deseable sino que ocurren verdaderos
desastres.
Sin embargo, cuando nuestro Vitalizador está nutrido por la rabia de descartar y erradicar lo que no
debe estar, su primera función será la de eliminar toda emoción falsa que venga a trabar el funcionamiento de
nuestra estructura. Es decir, que para ser radicales, pues la radicalidad es atributo de la rabia y de su
Vitalizador o del Vitalizador y de su rabia, si tuviéramos rabia auténtica al 100% en nuestro Vitalizador no
tendríamos ni una sola emoción desviada ni falsa, lo cual es sinónimo: toda emoción desviada es falsa y toda
falsa es porque está desviada. En efecto, en nuestra estructura así como en la naturaleza en general, existe el
horror al vacío y, si una emoción reemplaza a otra, habrá una tendencia natural a que esa otra ocupe el lugar
de la emoción auténtica e innata. Así, según todas nuestras investigaciones hospitalarias y clínicas, se
producen todas las enfermedades de alto riesgo y mortales conocidas. Desarrollamos esta dimensión del
funcionamiento del Vitalizador en otra obra anterior (“Cómo recobrar la sensatez y salir de las
enfermedades”).
Un Vitalizador que funciona bien, es decir que está alimentado por rabia auténtica, nos hace sanos,
vitales, ágiles, justos, ecuánimes, enérgicos. Si nos falta algo de ello es que la rabia está algo ausente de
nuestro Vitalizador. Sencillamente.
Y, si en vez de rabia no se produce nada, si la rabia está sencillamente ausente, nuestras reacciones
no llegan. Seremos tardos en las respuestas de manera general. Seremos amorfos y linfáticos, lentos y
bloqueados, indiferentes y ausentes como niños autistas que sufren, precisamente, de una desconexión grave
de la rabia. Si la rabia no llega, o tarda en demasía, se recae en la tristeza, en la melancolía y en la depresión.
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Hemos verificado así que toda depresión es rabia transformada en tristeza. Y que se cura reconectando la
rabia a las causas que nos indignan, y que, al no reaccionar en contra, nos deprimen.
Y, para concluir este párrafo dedicado a la rabia, dos otros ejemplos para meditar:
Un niño es manipulado por su padre para hacerle creer que tiene la vocación médica cuando el niño es
en realidad un artista nato. ¿Cómo reaccionaría con cualquiera de las seis emociones? ¿Cómo reaccionaría sin
la rabia, aún conservando las otras cinco emociones?
Un estudiante acaba de aprobar su examen de graduación con buenas notas. Cuando llega el día de la
entrega de premios no lo mencionan ni le entregan el suyo. Si aplicamos las seis emociones, ¿qué conductas y
reacciones tendrá el joven?
EL TRANSFORMADOR:
El Transformador sirve, como ya lo estudiamos, para descubrir, crear y crecer. Su finalidad básica es el
estatus y su finalidad trascendente es la metamorfosis. Determina el por qué de las cosas. Accede a lo que es
y complementa al Rector, que detecta lo que no es.
Para ello, el Transformador transforma, crea, se pronuncia, consagra, imagina, evoluciona, representa,
decide, permite crecer, accede, declara, prueba, descubre, afirma, reconoce lo válido, elige, determina.
Para que el Transformador funcione bien, debe estar alimentado por su energía innata natural: el
orgullo auténtico, definido como lo hacemos en el MAT.
Como ya vimos en este capítulo, esa energía, el orgullo, es innata y nos ha permitido ser y existir
haciendo funcionar nuestra estructura. En efecto, sin Transformador no habría podido haber en nuestro
cuerpo ni una sola transformación después de la unión del espermatozoide con el óvulo, si es que antes de
dicha unión no se necesitaran transformaciones químicas, al menos, para preparar el terreno y las condiciones
de la unión.
En el útero de nuestra madre biológica nos hemos desarrollado (lo que debemos a nuestro
Sintetizador) y nos hemos transformado, si no seríamos dos células gigantes –la unión del espermatozoide y
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EL ESPLENDOR DE LO HUMANO
del óvulo- nada más. Gracias a la transformación, tenemos órganos diferenciados, proceso químicos en
nuestro organismo, producción de sustancias a partir de otros elementos, etc.
El acto de respirar por primera vez actúa una transformación hacia otro proceso que parte de órganos
y funciones creadas y aún no utilizadas. Al faltar el oxígeno al recién nacido, éste efectúa un salto hacia lo
desconocido y respira por vez primera. Ese acto pertenece al Transformador del bebé, como lo será el acto de
beber o de orinar por vez primera.
El orgullo nos permite ser. Y ese ser es único y diferente de todo lo demás que existe en el universo y
es diferente de todo lo que existirá. La clonación es un espejismo de identificación y de similitud si nos
referimos a cualquiera de nuestras estructuras, porque la manera de usar las energías que las alimentan es
personal y exclusiva, pues esa manera está regida por nuestro Transformador. Cada ser es único y su estilo
es reflejo de esa unicidad: también es único y diferente. Nuestro Transformador es lo que nos hace diferentes
los unos de los otros. El orgullo es la conciencia de ser diferentes y de asumir esa diferencia, no midiéndonos
ni compitiendo con nadie ni con nada. El orgullo es crecer y medirnos con lo que nosotros mismos éramos
antes del crecimiento. Es una energía firme e indomable y, a la vez, tranquila y suave. Orgullo auténtico no es
crispación, es afirmación hecha con naturalidad, como sería natural decir que un clavel es diferente de una
rosa.
El orgullo existe, como cada una de las emociones auténticas e innatas, en toda la escala y la gama,
que va desde el pensamiento o pronunciación del “yo”, pasando por la captación de una idea nueva y
novedosa, discurriendo por la satisfacción de crear o de crecer y de hacer crecer, hasta la consagración y el
reconocimiento personal y ajeno de alguna genialidad que se haya materializado en alguna obra.
El orgullo sirve para realizar su función: descubrir, crear y crecer. Ninguna otra emoción lo permite. La
base del orgullo es la rabia, que nos permite desechar y erradicar lo tópico y lo falso, y su finalidad es el amor
que nos permite apreciar y unirnos a lo que es mejor. La antítesis del orgullo es el miedo que nos hace
retroceder, mientras que el orgullo nos hace afirmar, asumir, plantarnos y auparnos para ser, cada vez más,
nosotros mismos.
Como ejemplo de energía y proceso para la creación: un hombre, de 40 años, que siempre estuvo
atraído por la literatura y por el arte en general, decide convertirse en novelista. Para escribir su primera
novela dispone de una amplísima experiencia de trato estrecho y amoroso con todo tipo de arte –danza,
literatura, filosofía, artes plásticas-, dispone de su experiencia vital, que quiere utilizar, y dispone de su anhelo
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de escribir una novela que aporte algo diferente al mundo. Todo ese cúmulo de datos y de emociones, por lo
demás indispensables para hacer trabajar e implicar toda su estructura de personalidad, lo abruman en un
primer momento y, también, lo acomplejan: “Si ya existen tantas maravillas en el mundo, ¿qué más puedo
aportar yo que sea único y diferente?“. Existe la necesidad interior de encontrar una voz propia y existe toda
esa montaña de datos y de experiencias que pugnan por expresarse en él. Entonces el hombre, tras valorar y
seleccionar algunas de las experiencias que considera relevantes para su obra, descarta toda expresión o
historia ya realizada por los demás. Entonces se pone a la escucha de su ser profundo, de ese yo
desconocido que pugna por expresarse. Pasa el tiempo. No mucho. Y un buen día se manifiesta en él una
música con colores y palabras que él anota raudamente. Y de esas palabras surge la primera frase como el
tema de una sinfonía, y alrededor de esa primera frase se reordena toda la historia. Entonces se sienta a
escribir y la novela fluye, única y magnífica. Y el nuevo novelista asiste a ese nacimiento con extrañeza, a la
vez que controla y dirige férreamente cada trozo de la obra, y a la vez que se borra para dejarla ser y surgir.
Eso es creación. Eso es orgullo auténtico que se alza sobre la base de la rabia y apunta hacia el amor. El que
antes no era escritor y ahora sí lo es, accede a un nuevo estatus: es artista y tiene una obra que da
testimonio de que su orgullo creador se manifestó.
Tomando el mismo caso y analizándolo desde la perspectiva de la segunda función del orgullo, la de
crecer, podemos decir que ese mismo hombre, antes de ver surgir esa voz propia de sí mismo, estuvo en
pugna por conquistar su propio orgullo, que, en el ejemplo relatado, estaba remplazado por miedo primero,
por tristeza después (“yo no voy a ser capaz, yo no voy a saber, el terreno ya está ocupado, ya todo está
inventado”). Y porque el hombre luchó por limpiar falsas emociones pudo acceder a la buena y crecer,
convirtiéndose en artista. Pero no sólo sumó algo que no estaba a su yo. Además de ser artista, conquistó su
propio orgullo y creció. Y nunca más volverá a ser lo que era antes. Accedió a otro estado. Dio el famoso salto
cuántico que es el orgullo cuando funciona. Pues recordemos la diferencia entre desarrollo, función de la
tristeza, que es más de lo mismo, y el estatus, que es el salto hacia otra cosa que jamás existió antes y que
pone al descubierto el ser real que está en cada uno de nosotros. Y ese estatus, llevado a su máxima escala,
se convierte en metamorfosis, que es la función trascendente del orgullo.
La metamorfosis, máxima expresión del orgullo, se manifiesta en la obra creadora y en el propio
creador durante el acto de creación cuando ésta alcanza una talla universal que servirá de guía y paradigma
para las obras futuras. Es lo que llamamos genialidad. Tomemos como ejemplo nacional a “Don Quijote”. Esa
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obra es la expresión de lo que siempre fue y permanecía oculto, y, a la vez, de lo que siempre será e iluminará
el camino hacia el sí mismo de todos lo que tendrán la dicha de entrar en contacto con ella.
En el crecimiento personal, la metamorfosis se cumple cuando un ser humano logra recuperar cada
emoción auténtica que nació para tener, cuando esas seis emociones alimentan cada una de sus estructuras y
cuando cada emoción y cada estructura alcanza y mantiene su función trascendente. Ese estado es el ideal
realizable que todos y cada uno de nosotros debería perseguir. El alcanzarlo es un trabajo creador de toda
una vida.
Pero teniendo en cuenta la meta final, pues tener metas es función del orgullo, sabemos que el
crecimiento así como la creación, función del orgullo, se da por saltos cuánticos y continuados que tienen la
virtud de auparnos más y más hacia el encuentro y la manifestación del ser profundo que todos llevamos
adentro. Así, cerrando una infinitud de círculos ascendentes que se transforman en espiral, llegamos a ser
nosotros mismos. Cuando estamos en lo alto de la espiral y miramos hacia abajo, observamos dos cosas: que
lo que somos, siempre ha estado y siempre fue, y que lo que somos, ya no tiene nada que ver con lo que
fuimos antes. Y eso no es una contradicción, sino la propia naturaleza del orgullo.
Ahora bien, cuando la emoción auténtica, el orgullo, es remplazada por otra falsa en nuestro
Transformador, se producen desastres como ya pudimos observar para las demás estructuras. Veamos:
Si en vez de orgullo, quedándonos en el caso del novelista en trance de crear, el Transformador
estuviera alimentado por miedo, se producirían dos cosas esenciales, entre otros muchos desastres: que el
creador sentiría la afirmación de lo que no es y se pondría a su servicio, y eso, en idioma común se llama
profanación, dedicándose así a exaltar lo tóxico, lo dañino, y a entrar a saco en lo grande, lo valioso, lo
sagrado en suma. Y también, que se produciría un alejamiento de sí mismo, del ser profundo, a favor de la
exaltación de lo tóxico. Y eso se llama ser rastrero.
Si en vez de orgullo el Transformador sintiera tristeza, se dedicaría a degradar y deteriorar todo lo
grande, con la sensación añadida de tener en ello un empeño profesional y constante. Eso, en idioma común,
se llama ser un carcelero, alguien que corta y reduce y encierra todo lo único y grande que hay en sí mismo y
en los demás. Es ser un amputador.
Si en vez de orgullo el Transformador estuviera alimentado por rabia, nuestro hombre sentiría furia
ante lo grande y lo admirable. Este sentimiento, muy común, se llama envidia.
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Si en vez de orgullo el Transformador es alimentado por amor, la persona confundirá la admiración de
la expresión del ser con un egocentrismo que se llama vulgarmente narcisismo cuando es hacia adentro y
proselitismo cuando es hacia afuera.
Si, en vez de orgullo, el Transformador es alimentado por alegría, la persona será mágica y atribuirá lo
que es propio del ser a intervenciones divinas fuera de control. Será además un ególatra.
Con cada una de esas cinco falsas emociones el Transformador será, ante todo, y como en los casos
anteriores, inoperante, es decir, que de ningún modo estará capacitado para realizar su función. Además, y
como también se verifica en las falsas emociones anteriores, la persona será tóxica, lo quiera y lo sepa o no.
No será Persona en todo su esplendor, lo que es tarea del Transformador.
Ser persona, en todo su esplendor, tarea del Transformador, es diferenciarse del resto de la creación
atmosférica, mineral, vegetal y animal no sólo teniendo conciencia de ser, lo que es común a todo lo creado,
sino aupando a ese ser cada día más alto creando cosas que jamás habían existido antes afuera, sino, en
estado latente, adentro. Por eso cada ser es diferente de todos los demás.
Tener el Transformador exclusivamente alimentado por el orgullo, es ser ante todo, humilde. No cabe
soberbia en un orgullo verdadero porque cuanto más se es, cuanto más se crece, cuanto mejor se crea, más
conciencia se toma del abismo que existe entre la Creación viva y tan variada y nuestra limitada capacidad de
crear cosas, grandes y que remiten a lo vivo, cierto, pero de ningún modo animado por un ser que se
transforma constantemente, ni con un cuerpo vivo y autónomo, ni con un alma que se funde con el todo, ni
con un espíritu que capta la inmensidad y se expande con ella. Nosotros, los mortales terrícolas, no estamos
creados para ello.
Un Transformador alimentado por orgullo tiene grandeza, es íntegro y auténtico, se pone metas cada
vez más elevadas y las alcanza con un sentimiento de naturalidad. La palabra imposible no existe para él. La
remplaza por la palabra “mañana”.
Y, como ya es habitual, imaginemos un Transformador vacío, desenchufado, sin ninguna energía. La
persona será tópica ante todo, porque jamás se le ocurrirá nada nuevo. Y cuando llegue la hora de encontrar
una idea nueva o una opción que no esté repertoriada en el Sintetizador, tras una larga espera, recaerá en la
rabia impotente. Para tomar un nuevo e inútil impulso para saltar hacia lo desconocido. Y, como nada llega,
volverá a recaer en la rabia, volteándola contra sí mismo, destructivamente, para luego agredir al mundo con
su paranoia.
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EL ESPLENDOR DE LO HUMANO
Y, para concluir, tomemos otros dos ejemplos para meditar sobre qué pasaría si el Transformador
estuviera alimentado por cada una de las seis emociones:
Un niño desea comer mermelada. El tarro está fuera de su alcance, en un estante elevado de un
mueble de cocina.
Un estudiante de bellas artes se presenta a un examen donde tiene que realizar un retrato de un
modelo desnudo que está frente a él.
EL ORIENTADOR:
El Orientador, como ya vimos, es la estructura que nos permite encontrar la trascendencia. Su finalidad
básica es la plenitud y su finalidad trascendente es la de regir el espíritu. La estructura encuentra todos los
para qué de la existencia y responde a ellos. El Orientador sirve para encontrar la verdad última de todas las
cosas que reconoce básicamente a través de la intuición certera.
Por ello, el Orientador abre caminos, encuentra la verdad, revela, atisba, irradia, eleva, experimenta
integralmente (experienciar), da testimonio, ilumina, cambia y nos cambia, renueva y se renueva, planifica,
fluye, disfruta.
La emoción que pone en marcha al Orientador es la alegría auténtica. En efecto, la alegría, tal y como
la definimos en el MAT, es la energía sostenida de serenidad y de paz que nos hace optimistas y entusiastas,
sin dispararnos hacia lo irracional y predeterminado en el sentido mágico. Es la energía natural con la cual
cualquier persona sana comienza su proceso de contacto con el mundo y consigo mismo. Con la alegría de
vivir. Los Franceses, muy dados a la alegría auténtica, han acuñado la expresión “La joie de vivre” que
traduce perfectamente el estado natural del cual hablamos. Así, a nuestro entender, la alegría, que pone en
funcionamiento nuestro fabuloso Orientador, es la energía de comienzo de proceso y de culminación de
proceso, sea cual sea la verdad que hay que captar y encontrar, porque la verdad como comienzo, es decir la
percepción de lo que sí está, aunque bien sea que estamos vivos, vivida con gratitud y optimismo, pone en
marcha una secuencia acumuladora de energía de la cual hablaremos más adelante en este mismo capítulo,
que hace funcionar la totalidad de las estructuras con las seis emociones y que culmina en la alegría de saber
más.
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PRECIADA AZANCOT
Por ello, en último estadio, la alegría es la energía de la sabiduría.
La alegría es innata. Permitió desde el proceso de ir el espermatozoide a la conquista del óvulo,
pasando por la fisión de esos dos elementos, caminando por el milagro de cada órgano cuando ya estaba en
perfectas condiciones y listo para su separación del resto de los demás órganos, y culminando en el
deslizamiento del feto fuera del útero y la alegría de la primera respiración, la de la libertad de un ser que
existía en el mundo, autónomamente.
La alegría nos permite seguir siendo. Nos permite abrir ciclos y cerrar ciclos, haciéndonos cada vez
más sabios y más ricos, con más cosas que aportar al mundo. Durante todos los instantes de nuestra vida, es
la energía que nos permite disfrutar y estar cada día más en la verdad y en la vida que, para ella, son
sinónimos. Es la energía que nos permite cambiar.
La alegría existe en la vida real en toda la escala de sus vivencias y de sus manifestaciones, desde la
simple respiración que nos permite existir, pasando por la ligera satisfacción de cualquier cosa que nos hace
ser más reales y existentes, discurriendo por el optimismo sano con el cual situarse ante la vida,
transcurriendo por el disfrute de todo lo placentero y culminando en el éxtasis, que puede ser sexual o
místico, que es consecuencia de haber captado el todo durante un momento. Todo lo que se ve y lo que no se
percibe por ninguno de los demás cinco sentidos, ni por ninguna deducción lógica, ni por ningún acceso a la
esencia de las cosas que nos hacen alcanzar el Transformador y el orgullo, ni por ninguna entrega que nos
posibilita el amor, se percibe y se sabe desde nuestro Orientador.
La alegría sirve para su función: para hacernos fluir y gozar y disfrutar de todo lo múltiple que está a
nuestro alcance en cada momento. Como siempre, tomemos un ejemplo: nuestra mejor amiga, a la que no
vemos desde hace tiempo, nos llama para decirnos que está a punto de llegar a nuestra ciudad y a nuestra
casa para hacernos una visita. La reacción sana, acertada y auténtica es sentir alegría. Con ella vamos a
regocijarnos, vamos a anticipar el momento de la visión de nuestra amiga, del abrazo, del sonido de su voz,
del té y de las pastas que degustaremos juntos, de lo que tenemos ganas de decirle, de contarle, de
preguntarle, de los lugares que visitaremos juntos, de las compras que haremos, de los espectáculos a los
cuales acudiremos, y del momento del adiós que nos dejará a ambos más realizados y ricos. Y, también, si
nuestro Orientador está bien energetizado por la alegría, seremos capaces de intuir muchas cosas: el para
qué de este nuevo encuentro que le dará mejor y mayor sentido a nuestras vidas.
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Con una disposición así, se cumplen las funciones básicas y trascendentes de nuestro Orientador. La
básica, al tener mayor plenitud, durante la espera y más aún, durante la estancia de nuestra amiga. La
trascendente al experienciar, desde nuestra plenitud, que tenemos algo más que alma, que tenemos algo que
nos eleva y le da sentido a todo y que se llama espíritu. En efecto, al contacto con nuestra amiga sentiremos
ahondarse nuestras afinidades, sentiremos que las dos formamos parte de algo muy valioso y precioso, eso
será amor. Y, de ese amor nacerá una nueva y más rica amplitud en nuestro pecho que nos hará ser más
felices y realizados, que elevará nuestro espíritu, el cual se unirá con el de nuestra amiga, y que, en
momentos culminantes, nos llevará a alcanzar dimensiones de exaltación ignoradas hasta entonces o que nos
remitirán a otras experiencias, ya ocurridas en el pasado o por ocurrir en el futuro, de elevación y de
autorrealización.
Con esa emoción auténtica se mejora el estado anterior, porque al pasado de nuestra realización con
la relación con nuestra amiga se añade la irrupción del presente y del futuro que vamos a disfrutar juntos. Se
cierra un ciclo, el de la antigua relación, y se abre otro, el de la futura relación, que arranca ya sobre seguro,
sobre el amor. Y el ciclo se cerrará en el momento de la separación, cuando nuestra amiga se vuelva a
marchar. Es algo como nuestra vivencia de las cuatro estaciones del año. Si amamos la vida, la llegada de
cada estación nos llenará de ilusiones, de renovación, y la despedida será también alegre, porque volverán al
año siguiente, y, si nosotros somos y crecemos y nos amamos un poco más, las disfrutaremos más y más,
mientras abrimos paso a la bienvenida de la estación que llega.
Si funcionamos normalmente, es decir de manera similar a la descrita, tendremos ante la vida un
talante optimista y positivo que nos permitirá estar abiertos a cada sorpresa y novedad que se nos presente.
Y cuando estamos así, abiertos y positivos, nos damos cuenta de que la vida cambia sin cesar, y de que
ningún momento se parece al anterior, y de que lo bueno siempre puede ser superado y de que lo malo
siempre es pasajero. Y ello, sin exaltaciones maníacas ni concepciones mágicas: por ejemplo, en el caso
anterior de nuestra amiga, al sentir que nuestros espíritus se elevan y cantan, no necesitaremos de ningún
modo pasar a interpretaciones espurias y mágicas del tipo “claro, es que con ella ya viví una vida anterior y
fue mi esposa en otra vida”. Ella será simplemente María, aquí y ahora, nuestra amiga del alma con quien
celebramos otro encuentro y de la cual percibimos más verdades.
Las ventajas de la emoción auténtica se percibirán, en este mismo ejemplo, tanto por presencia, como
ya vimos, como por ausencia, al examinar qué pasaría con nuestro Orientador si en vez de la emoción innata
sintiéramos otra supletiva y falsa.
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Si en vez de alegría sintiéramos miedo, nuestro Orientador fantasearía amenazas de cataclismos que
podrían ocurrir por nuestra culpa, por la de ella o por la del “destino”. Caeríamos en la superstición.
Si en vez de alegría nuestro Orientador estuviera alimentado por tristeza, nos sentiríamos responsables
de todo lo que no encontrará nuestra amiga durante este encuentro con nosotros, y, además de estar
lúgubre, caeríamos en la negatividad, ya sea de ella con respecto a nosotros, ya sea de nosotros con respecto
a ella, si fantaseáramos todo lo que vamos a perder porque ella no va hacer lo necesario.
Si en vez de alegría nuestro Orientador estuviera alimentado por rabia sentiríamos irritación contra
nuestra amiga o contra nosotros mismos, a quien reprocharíamos cualquier fallo que, lo anticipamos, podría
tener en el futuro, eso, además de injustos y amargados, nos situaría en lo sacrílego, porque estaríamos
convirtiendo una cosa –una ocasión de disfrute y de paz- en la certeza de injusticias y agresiones que no se
han producido ni nada indica en nuestra intuición que se producirán.
Si en vez de alegría nuestro Orientador estuviera alimentado por orgullo caeríamos en admiración ante
nosotros mismos, tan grande que justifica y explica cualquier desplazamiento, o por ella a quien nos
dispondríamos a rendir culto. Eso, además de volvernos narcisistas o idólatras, nos haría caer en el
dogmatismo. Pues siempre necesitaríamos del ego inflado que se interpusiera entre la experiencia de nuevas
verdades y nosotros.
Y si en vez de alegría sintiéramos amor, nos situaríamos en la dependencia mutua, porque en vez de
disfrutar de ese regalo inesperado nos sentiríamos impulsados a sobreproteger o a pedir que nos
sobreprotejan, creyéndonos obligados a ofrecer y a reclamar lo que nadie nos pide ni necesita.
Evidenciaríamos un gran complejo de culpa o de culpabilización al creer que nadie merece distenderse y
disfrutar. Terminaríamos agotados y seríamos agotadores, en vez de positivos y en paz.
Vemos así, una vez más, que, por quinta vez, la emoción auténtica es, primero una necesidad vital y no
un lujo, y que si es remplazada por otra, aunque esa otra suene bien como amor, orgullo, alegría, llegaremos
a vivencias y a comportamientos catastróficos además, claro está, de inoperantes.
En el ejemplo anterior la alegría nos hace, ante todo, veraces y auténticos, como cualquier emoción
auténtica. Nos hace abiertos y optimistas. Nos hace positivos y espirituales. Nos da plenitud y capacidad de
hacer vivir la plenitud a los demás.
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¿Y si en vez de alegría no hubiera ninguna emoción, es decir, un vacío de energía en nuestro
Orientador? Esperaríamos en vano disfrutar de algún placer y recaeríamos en la emoción base de la ausente,
el amor. En vez de ponernos contentos nos diríamos “¡Bueno, yo la quiero y ella a mí, se lo demostraré una
vez más y ella a mí”, y, eso, en el mejor de los casos, porque, lógicamente, con una emoción así recaeríamos
en la dependencia anterior.
Y para meditar sobre todas las posibilidades, tomemos dos ejemplos más:
-Un amigo nos invita a un estupendo restaurante especializado en nuestra comida preferida.
-Abrimos el balcón al despertarnos una mañana de Diciembre: está nevando mientras en el interior del
cuarto está todo cálido y abrigado.
¿Qué pasaría si sintiéramos alegría? ¿Qué pasaría en cada caso con cualquiera de las cinco restantes
energías en nuestro Orientador?
EL SINTETIZADOR:
El Sintetizador es nuestra sexta estructura en el orden en que las presentamos. Conserva, archiva y
procesa los datos procedentes de todas las demás estructuras para producir pensamientos y soluciones
racionales e inteligentes que permitan nuestro desarrollo integral. Para ello, el Sintetizador selecciona,
desarrolla, archiva, clasifica, actualiza, percibe lo muerto, memoriza, piensa, negocia, detecta aciertos y
errores, relaciona, calcula, percibe pérdidas e incrementos, procesa, conecta, comunica, encuentra opciones y
soluciones. Todas estas funciones las explicamos detalladamente en el capítulo anterior. Todas ellas tienen
como finalidad el convertirnos en seres inteligentes.
La función básica del Sintetizador es el desarrollo, al hacer que por medio de la inteligencia
encontremos soluciones que nos aporten más de lo que podríamos perder, y su función trascendente es la
claridad que aporta la comprensión integral de los problemas sobre la base de diagnósticos completos y
éticos elaborados por el Rector.
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PRECIADA AZANCOT
La emoción única que la pone en marcha y permite su funcionamiento es la tristeza auténtica, porque
es la única que permite percibir las pérdidas y buscar opciones de reemplazo que nos lleven a estar igual o
mejor que antes de la pérdida.
Al igual que las demás cinco emociones que permitieron el funcionamiento de sus correspondientes
estructuras, la tristeza, alimentando el Sintetizador, es la única energía capaz, por naturaleza, de hacer que el
Sintetizador cumpla a plenitud todas sus funciones. Esto es sólo posible, como para las demás emociones, si
su definición es la que damos en el MAT, la de percibir pérdidas de todo tipo y de encontrar opciones de
desarrollo. Así, la tristeza alimentando su Sintetizador, nos permitió ser, nacer y crecer. Pues, ¿Qué posibilidad
de ser, de formarse hubiera podido haber si la función de reconocer órganos y funciones que deberían
trabajar juntas no hubiese existido? ¿Que posibilidad de formación hubiera existido sin desarrollo del
microscópico espermatozoide y del óvulo? ¿Cómo se hubieran identificado los equipos que trabajan juntos
para que se formen órganos y funciones y para que éstos trabajen? ¿Cómo hubiéramos podido existir sin
cerebro izquierdo, sistema linfático, sin tiroides, sin oído, para dar ejemplos de lo que rige directamente el
Sintetizador? Y el parto en sí, que es esencialmente un trabajo, ¿cómo se hubiera podido realizar y desarrollar
hasta culminar en un nacimiento? ¿Y cómo hubiera podido haber la primera respiración del bebé, su primera
comida, cualquier rutina que permite la vida, si no tuviéramos un sistema maravilloso que posibilita la relación
y el trabajo de todo el organismo con vistas a su desarrollo?
Por todo ello, y como para las demás emociones, podemos afirmar, yendo más allá de la simple
hipótesis, que la tristeza, energía que permite detectar pérdidas, prevenirlas y suplirlas, es una emoción
innata que funcionó, en lo que atañe a la historia de nuestro ser, desde la creación del óvulo y del
espermatozoide originales.
La tristeza existe, en la vida real, en todo su abanico y gradaciones que van desde el simple trabajo de
reconocer e identificar, pasando por la ligera nostalgia de lo que hubo y ya no es, discurriendo por el pesar de
la pérdida, y culminando en la desesperación por la muerte de un ser querido e insustituible.
La tristeza sirve para realizar su función, la de percibir las pérdidas posibles y prevenirlas, encontrando
soluciones y opciones que, en lo deseable, no sólo las eviten, sino que proporcionen mayor cantidad y calidad
de lo que se tenía. La posibilidad de lograrlo determina nuestro nivel de inteligencia. Tomemos por ejemplo a
dos hermanos que están caminando bajo un sol abrasador a campo abierto, dirigiéndose hacia su casa que
está a cinco kilómetros. Entonces uno de ellos tropieza, cae y se lastima un pié, no pudiendo caminar.
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EL ESPLENDOR DE LO HUMANO
Con un Sintetizador alimentado por tristeza, el hermano válido decidirá, por ejemplo, proteger del sol a
su hermano herido, dejarlo a buen resguardo e ir a alquilar un vehículo para llegar a la casa, con lo cual, no
solamente se solucionan los problemas, sino que además las molestias de cinco kilómetros en el calor quedan
diluidas. Aun con las molestias añadidas de un accidente, los hermanos habrán obtenido mayor desarrollo que
en el punto de partida. Así se cierra un ciclo y se abre otro, el de solucionar el problema de la herida en el pie,
por ejemplo, sobre una base sólida.
Si el Sintetizador hubiera estado, en el mismo ejemplo, alimentado por otra emoción, los resultados
hubieran sido pésimos, a más de dejar sin solución el problema y de no llevar al desarrollo. Veamos:
Un Sintetizador alimentado por miedo se paralizaría y se cerraría ante el problema decidiendo, por
ejemplo, esperar a que el pie se cure sólo y que el cuerpo resistiera al intenso calor de modo desarmado. Eso
se llama vulgarmente impotencia.
Alimentado por rabia, encontraría legítimo culpar y buscar responsables. Por ejemplo reprochando al
herido ser tonto y haber tropezado por torpe. O dando patadas a la piedra con que el hermano tropezó. O
culpándose cada uno de lo ocurrido. Con lo cual, además del mal rato, todo quedaría sin resolver y se
perdería más tiempo con el pataleo estéril. Eso se llama comúnmente resentimiento, revanchismo o estar
amargado.
Alimentado por orgullo, el Sintetizador negaría tener un problema, sino una inspiración. Se creería el
dueño del destino a quien ordenó ponerlo en una ocasión de tener protagonismo. Eso se llama en idioma
común bravuconería, pedantería y usurpación.
Alimentado por amor, se llegaría a una verdadera inversión y hasta a un delirio, pues lloraría el
maravilloso calor que echaría de menos, se dolería por la piedra que recibió un golpe inmerecido, y se
entregaría con delicia al dolor. Esto es martiriología y masoquismo.
Y alimentado por alegría, negaría el problema y se sentiría realizado en la pérdida propia y ajena. Eso
se llama usualmente inconsciencia y nihilismo.
Como ya vimos, en cada una de las treinta ocasiones en que la falsa emoción reemplazaba la emoción
auténtica, no sólo el problema se agravaba sino que las virtudes innatas se transformaban en vicios y
defectos. Así pues, cuando nosotros vemos esos vicios manifestarse en la gente, en vez de enjuiciarlos y
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PRECIADA AZANCOT
condenarlos sin poder cambiarlos, nos basta diagnosticar el disfuncionamiento energético y recomendar
reencauzarlo para corregir gravísimos fallos de carácter y de temperamento.
Un Sintetizador alimentado por tristeza es sensible, hondo, inteligente, fiable, ordenado, serio,
analítico, sintético y versátil. Es el tipo de carácter para el cual no existe problema sin solución y que logra
prevenir la irrupción de éstos. Cuando surge un problema o una pérdida que nada podía evitar, se ve como un
aprendizaje que la vida propone para aprender mejores opciones, conocer más oportunidades y ser más
fuerte al final del proceso.
Y si en vez de otra emoción hubiera un vacío energético y ninguna respuesta se recaería en el miedo,
siendo la respuesta, a más de tardía, similar al caso arriba mencionado de miedo en vez de tristeza, con el
consecuente sentimiento de impotencia que ya estudiamos.
Y, como siempre hemos hecho aquí, tomemos dos ejemplos más de invitación al Sintetizador y
reflexionemos en la eficacia posible de seis diferentes respuestas como manifestación del Sintetizador
alimentado por las seis emociones. ¿Qué pasaría si la respuesta viniera del Sintetizador alimentado por
tristeza? ¿Y qué pasaría si, en vez de tristeza reaccionáramos con miedo, rabia, orgullo, amor o alegría?
-Nuestro mejor amigo, un buen día nos deja de tratar amistosamente y se pone agresivo.
-Somos instructores de un grupo de estudio a quien impartimos seminarios cada Lunes. En el último
seminario se ausentaron dos personas sin avisar.
Como vimos en esta parte sobre ingeniería de la estructura humana, adquirimos, cuando cada
estructura está alimentada por su emoción natural e innata, todo lo que se suele conocer por virtudes
humanas: dignidad, fiabilidad, solidez, ética, armonía, todo ello gracias al Rector en buen estado, es decir,
sencillamente alimentado por miedo auténtico. Adquirimos nitidez, inteligencia, pulcritud, honestidad, seriedad,
sensibilidad, meticulosidad, versatilidad y claridad gracias a un Sintetizador alimentado por verdadera tristeza.
Somos justos, ágiles, alertas, vivaces, sanos, presentes, despiertos, ecuánimes gracias a un Vitalizador
alimentado por rabia auténtica. Somos creadores, ocurrentes, dignos, admirativos de lo grande, imaginativos,
innovadores gracias a nuestro Transformador cuando éste está alimentado por orgullo real. Somos cariñosos,
intensos, apasionados, leales, entrañables, solidarios, rebosantes de alma gracias al Protector nutrido por
auténtico amor. Y somos alegres, optimistas, veloces, visionarios, certeros, eficaces, espirituales y sabios
gracias a nuestro Orientador nutrido por verdadera alegría. ¿Quién no quisiera ser todo eso a la vez? Pues
con el MAT y sus nuevos instrumentos podemos, todos, en un camino de crecimiento apasionante, adquirir
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EL ESPLENDOR DE LO HUMANO
gradualmente todas esas virtudes y, sobre todo, eliminar esos siniestros vicios y defectos que fuimos
señalando en cada ejemplo de estructura alimentada por una de las cinco emociones no naturales, no
adecuadas, y que se transforman en energías explosivas y destructivas que niegan nuestra dignidad de
humanos.
¿Quiere decir esto que si funcionamos bien, es decir si cada emoción es auténtica porque nutre su
correspondiente estructura, vamos a ser todos iguales, aburridamente uniformados, clónicos? No, de ninguna
de las maneras, y esto por tres razones:
En primer lugar el ser de cada persona es único y diferente. Nuestro Transformador así lo garantiza
cuando está alimentado por orgullo auténtico.
En segundo lugar, y como veremos en el tercer capítulo de esta obra, cada uno tiene una tipología de
personalidad que nos garantiza tener competencias, talentos y vocaciones diferentes de los demás, con lo
cual, una misma virtud no va a ser cuantitativamente ni cualitativamente similar de un individuo a otro.
En tercer lugar y como consecuencia de nuestra tipología, vamos a tener debilidades “naturales” que
van a convertir la adquisición de ciertas virtudes en más frágil y problemática para cada perfil según su
funcionamiento emocional.
Pero con estas nuevas ayudas y descodificaciones es más fácil y rápido perder taras y remplazarlas
por virtudes. Examinaremos este proceso detenidamente cuando hablemos del proceso de evolución
tipológico posible.
A continuación se presenta un cuadro resumen sobre qué pasa cuando actuamos cada una de las
emociones en función de cual toca:
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PRECIADA AZANCOT
CUANDO LA EMOCIÓN
"QUE TOCA" ES:
/___________________
___Y SENTIMOS:
MIEDO
TRISTEZA
RABIA
ORGULLO
AMOR
ALEGRÍA
SEGURIDAD,
RESPETO, ARMONÍA,
RECTITUD, ÉTICA
FATALISMO,
DERROTISMO
HISTERIA,
VALENTONERÍA
MASOQUISMO,
PREPOTENCIA
PATERNALISMO,
DEBILIDAD
INCONSCIENCIA,
TEMERIDAD
IMPOTENCIA
PERCEPCIÓN DE
PÉRDIDAS,
ENCUENTRO DE
SOLUCIONES
RESENTIMIENTO,
REVANCHISMO,
AMARGURA
BRAVUCONERÍA,
PEDANTERÍA,
USURPACIÓN
MASOQUISMO,
MARTIRIO
INCONSCIENCIA,
NIHILISMO
APOCAMIENTO,
INTIMIDACIÓN
SENTIMIENTO DE
CULPA
AUTENTICIDAD,
ESPONTANEIDAD
SERVILIDAD
INGENUIDAD,
SÍNDROME DE
ESTOCOLMO
IDOLATRÍA,
FANATISMO
ORGULLO
PROFANACIÓN, SER
RASTRERO
AMPUTADOR,
CARCELERO
ENVIDIA
CRECIMIENTO,
CREACIÓN
PROSELITISMO,
NARCISIMO
MAGIA, EGOLATRÍA
AMOR
TIMIDEZ, FALTA DE
COMPROMISO,
DESCONFIANZA
NECROFILIA
INFUNDIO, CALUMNIA
SENTIMIENTO DE
SUPERIORIDAD,
NARCISISMO
SOLIDARIDAD,
AMISTAD, CERCANÍA,
EMPATÍA
AVASALLAMIENTO,
SER APROVECHADO
SUPERSTICIÓN
NEGATIVIDAD
SACRILEGIO
DOGMATISMO,
IDOLATRÍA
DEPENDENCIA
GOZO, DISFRUTE
MIEDO
TRISTEZA
RABIA
ALEGRÍA
IV. LA SECUENCIA EMOCIONAL FETAL:
Funcionar acertadamente, como lo hemos mostrado en la parte anterior, no basta. En efecto, funcionar
así, con cada emoción auténtica alimentando su correspondiente estructura, nos da un funcionamiento plano,
sano y adecuado, pero plano. Tomemos de nuevo el ejemplo de la casa. Una casa con todas sus instalaciones
funcionará adecuadamente: la luz se encenderá, se podrá ver televisión, el agua corriente acudirá al grifo,
habrá agua fría y caliente, habrá calefacción y hasta aire acondicionado, habrá sistemas de ventilación y de
entradas de luz, habrá sistemas de desagüe y de desecho de aguas negras, y tal vez vistas relajadoras. Todo
funcionará como es debido y como es necesario para el bienestar de los habitantes y para la seguridad de la
casa. Pero en ningún caso esa instalación producirá el desarrollo de espacios de las habitaciones y de la casa
en general, no habrá transformación de un apartamento en un chalet, ni mucho menos, en un palacio, la
televisión no se transformará en equipo de video conferencia, y, a lo sumo, todo funcionará sin cambios.
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En un ser humano, el funcionamiento adecuado pero plano será como el de la casa. Habrá respuestas
correctas a cada estímulo y no se producirán vicios debidos a respuestas emocionales inadecuadas, las cuales
son, a su vez, respuestas a alimentación indebida de alguna emoción nutriendo estructuras para las cuales no
fueron concebidas. Debido a energías (emociones) desviadas.
Ese estado, que hay que buscar y alcanzar trabajando mucho, no es el estado máximo alcanzable.
Tampoco es el estado que permite ni propicia una transformación. Ni un real crecimiento natural, intelectual,
anímico y espiritual. Es el estado que sólo permite la conservación. Este estado, lo veremos en el próximo
capítulo, no es el que ha permitido el desarrollo y la transformación del feto en bebé autónomo y vivo. Es el
estado de recuperación mínima necesaria para recuperar el estado de bienestar mínimo necesario para la
conservación de nuestro patrimonio, el necesario para morir igual de crecidos que al nacer. Ese nivel lo
llamamos estado de conexión. Pero el ser humano no fue concebido para vivir y morir con una energía igual a
la que tenía con un día de nacido y de existencia autónoma, sino para crecer y transformarse y cambiar el
mundo. Para ello debe recuperar el funcionamiento que tenía en estado fetal y que permitió que toda la
maravilla de la formación de la vida se realizara. Este funcionamiento lo descubrimos tres años después de
revelar el MAT, con la estructura innata, la ingeniería emocional innata y las tipologías de personalidad: siete
tipologías de personalidad. Fue tres años después, cuando investigábamos a tiempo completo las causas MAT
de las enfermedades y sus curaciones, cuando descubrimos la secuencia fetal. Ese descubrimiento nos
permitió alcanzar con éxito nuestro propio proceso de hiperconexión. Y fue años más tarde cuando supimos
de la existencia de un tercer proceso: el del funcionamiento de los tres ejes. Inmediatamente después,
descubrimos y vivimos el último proceso de origen fetal: la realidad y funcionamiento de una séptima
estructura: el centro. Expondremos todos estos descubrimientos a continuación, porque son esenciales para
la comprensión de dos aspectos fundamentales: Cómo se gesta una tipología de personalidad, y cómo
estamos creados, desde la misma fusión del espermatozoide con el óvulo, para ser y nacer. Estos
descubrimientos han sido comprobados sobre los 120.000 casos mencionados. Y dan origen a verdaderas
leyes de las cuales no hablaremos en esta obra y que se cumplen siempre e inexorablemente. Por ello, el MAT
es un descubrimiento trascendente y que puede cambiar muchas cosas esenciales en el mundo. Empezando
por la simple comprensión de nosotros y de los que nos rodean, único propósito de esta obra básica que
pretende describir cómo somos y no cómo comprender el mundo y cambiarlo, tema de obras posteriores.
En todo caso, lo segundo que hay que conocer ahora, tras saber cómo es la ingeniería básica de
mantenimiento de lo vivo y real en nosotros, es la ingeniería de funcionamiento fetal que permitió la formación
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PRECIADA AZANCOT
de nuestro sistema y su transformación. Es lo que llamamos en el MAT la secuencia fetal o, más
coloquialmente, la pila.
LA SECUENCIA FETAL O PILA NATURAL:
Nuestros descubrimientos han arrojado que, para poder formarnos, ser y nacer, teníamos y tenemos
una secuencia emocional natural instalada que se trata de conocer primero y de reconquistar después para
realizar nuestra función natural humana. Esa secuencia nos permite acceder a la potencia.
Toda persona que no ha reconquistado su potencia instalada, a través de la reconquista de su pila
fetal, tendrá como síntoma, relaciones y deseos de poder y no relaciones y aspiraciones de potencia. Y,
también, estará atrapada en creencias infantiles que bloquearán su autonomía. Diremos de ella que tiene, a lo
más, un funcionamiento plano que saltará, a lo sumo ( y es lo que veremos como proceso de conexión), de
una emoción autentica a otra al azar de los estímulos, sin nunca acumular energía para crecer y ser, cada día
más, autónomo. Seguiremos siendo un recién nacido dependiente de nuestro entorno, aunque tengamos
sesenta años.
Para explicitar el funcionamiento secuencial, desarrollaremos un ejemplo y luego enunciaremos las
leyes correspondientes.
El ejemplo: un consultor que trabaja en una importante y conocida consultoría empresarial ocupando el
cargo de Director de estrategia se entera, la víspera de Navidad, que lo han echado de su empresa. Para más
datos, si bien el sueldo que tenía era muy bueno, acaba de comprarse un piso y de comprometerse con el
pago de una importante hipoteca. Con lo cual no tiene liquidez disponible. Además, acaba de pasar un examen
médico y le han diagnosticado un poco de diabetes y de tensión alta. Su estado de evolución tipológica es
excelente y está en la fase de hiperconexión, es decir que posee, no sólo las seis estructuras alimentadas por
las seis emociones auténticas innatas sino que además están funcionando en la pila, es decir en la secuencia
fetal recuperada. Así pues, frente a los tres estímulos que se le presentan nuestro protagonista, al que
llamaremos Raúl, siente miedo.
En efecto, los tres estímulos son respectivas amenazas a su seguridad: se queda sin trabajo y por lo
tanto sin ingresos, y a final de mes (plazo legal al que tiene derecho) estará en la calle. Tiene deudas que
cubrir. Tiene dos enfermedades que amenazan su salud. Lo primero que hace Raúl es tomar contacto con las
amenazas: dentro de cinco días estará sin protección, es un hecho. Su malestar podrá agravar sus
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enfermedades. No se esperaba todo esto y no buscó otro trabajo. Es más, rechazó una oferta tentadora un
mes antes y ésta ya fue cubierta. Aún no conoce las causas ni de su despido, ni de su alta tensión arterial, ni
de su alta tasa de azúcar en sangre. Siente en su cuerpo los síntomas del miedo: su corazón late deprisa,
palidece, tiene frío y sus manos y pies tiemblan un poco. Él se sentía segurísimo en su puesto y había previsto
hacer un costoso viaje de segunda luna de miel con su esposa entre Navidad y año nuevo. Su Rector tiene
datos suficientes para diagnosticar un estado de peligro y de emergencia. Hay que encontrar recursos dentro
de dos meses y renunciar al viaje, para disponer de fondos durante ese lapso. Hay que encontrar otro trabajo
y hay crisis económica y crisis de su sector laboral. No cultivó mucho las relaciones sociales porque se sentía
seguro en su puesto y estaba dedicado (demasiado) a su trabajo. Había comido y bebido sin control durante
el mes de Diciembre, festejando y celebrando comidas de navidad de empresas clientes y de su sector, y se
había mentalizado para seguir cometiendo excesos hasta comienzos de año. Había que frenar drásticamente
todo relajo en la dieta y controlar al máximo sus emociones negativas para no sufrir un empeoramiento de la
tensión y del azúcar. A la vez, había que controlar el estado de angustia a fin de poder enterarse de las
causas de las inesperadas sanciones que estaba sufriendo.
Así pues, tras el miedo, Raúl necesitaba orgánicamente acudir a su Sintetizador para enterarse,
conocer, meditar y encontrar opciones disponibles, es decir, después del miedo surgía la necesidad de
tristeza.
En este ejemplo podemos comprobar que el miedo auténtico surge ante las amenazas y una vez
asumido y vivido abre paso a la tristeza, siendo entonces el miedo la base y fundamento de la tristeza. Esta es
la ley primera del funcionamiento emocional secuencial acumulador de energía.
Al asumir su cargo como una pérdida, al desear obtener más información sobre las razones de su
despido y al querer hallar soluciones y opciones para encontrar un nuevo empleo y cuidar mejor su salud,
nuestro amigo Raúl se instala en su Sintetizador y conecta la tristeza, su energía de alimentación natural. Para
empezar, acepta que su despido, así como sus desajustes de salud, si bien representan una amenaza de
ahora en adelante son, en realidad, una pérdida consumada. Y frente a la pérdida, lo razonable es buscar
opciones inteligentes de reemplazo.
Raúl siente su tristeza: su corazón llora, siente un nudo en la garganta y su voz se hace más apagada.
Una sensación de irremediable vacío inunda su pecho. Los ojos le cosquillean y debe retener sus lágrimas
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para disimular. Tras el insólito silencio que sintió dentro de su cráneo con el miedo, llega una sensación
cerebral de lleno en suspenso y lo invade la toma de conciencia de su triple pérdida.
Para empezar, Raúl decide enterarse de las razones, para él incomprensibles hasta ahora, de su
despido. Toma cita con el Socio Director que lo supervisa y se entera de que el cliente rescindió el contrato de
consultoría que Raúl dirigía porque se había divulgado información confidencial a su competencia. Ese dato le
extrañó y le dolió mucho por dos razones, porque él no había divulgado ninguna información y desconocía
quién lo había hecho y porque su jefe no lo había conversado con él antes de tomar la decisión de echarlo.
Investigando más, Raúl averiguó que su colaborador más cercano lo había traicionado, para perjudicarlo y
ocupar su puesto. Todas esas injusticias despertaron la rabia de Raúl, que se preguntó cuál debía ser su
reacción ante los hechos.
Las averiguaciones que hicimos en el Hospital de la Princesa así como nuestros análisis, arrojaron que
la tristeza, si bien tiene como raíz el miedo, es a su vez la base de la auténtica rabia, pues, ante la pérdida
uno no se podía hundir sino reaccionar y porque la pérdida repetida solía tener como causa una mentira que
uno se había tragado hasta ahora, y que se trataba de erradicar. Así, es ley secuencial de buen
funcionamiento que la tristeza es base de la rabia.
Raúl sintió los efectos físicos de la rabia: su cuerpo se tensó como el de un gato dispuesto a saltar, su
rostro enrojeció de indignación como efecto de la circulación más intensa que lo preparaba con más recursos
de energía y de oxígeno hacia la reacción, su cerebro funcionó a todo ritmo y le ofreció una ristra de
argumentos para resituar al malhechor.
Armado de una sana cólera, Raúl confrontó a su colaborador y logró hacerle confesar ante el Socio
Director que lo despidiera. Éste despidió igualmente al colaborador desleal, pero no rectificó todo lo
velozmente que hubiera sido de esperar con Raúl, a quién tampoco le pidió disculpas. Raúl sintió rabia contra
su supervisor. Rechazó la idea de permanecer en un ambiente tan ingrato e injusto. Por otro lado, Raúl tomó
un curso MAT sobre causas emocionales de las enfermedades y comprendió que la tensión alta era debida a
falso orgullo en vez de tristeza y que él había estado negando orgullosamente la sinrazón y la pérdida que
conllevaba trabajar con gente poco escrupulosa como su jefe y su colaborador y que había estado negando
las señales de abatimiento y de cansancio que le había dado su propio Sintetizador, el cual lo había puesto
tres veces en guardia antes del fatídico suceso; y que el azúcar en sangre se debía a falsa alegría en vez de
amor, con lo cual entendió que no se había cuidado como era debido y que había remplazado el amor por sí
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EL ESPLENDOR DE LO HUMANO
mismo por una falsa euforia estresada que negaba toda causa de alarma o de pérdida. Entendió que
quedarse en un tal ambiente no era lo correcto ni lo conveniente y que ésta era la ocasión adecuada para
cortar con mentiras e injusticias generadoras de rabia auténtica y de encontrar una salida que jamás antes
hubiera contemplando. Así, Raúl se colocó en su Transformador y apeló a su orgullo transformador y creador
para dar el salto hacia una novedosa resolución.
Nuestras investigaciones confirman que si bien la rabia tiene como base la tristeza es, a su vez, la raíz
del orgullo auténtico. En efecto, es una vez analizado un problema y descartadas las mentiras e ilusiones que
lo causaban a través de pérdidas repetidas, cuando se puede acceder al auténtico descubrimiento de
dimensiones hasta entonces ignoradas, sin correr riesgos de contaminación que las haría ilusorias y
provisionales.
Raúl sintió entonces orgullo: para empezar, se le presentó el sentido de la dignidad, que se negaba a
permanecer en un lugar donde no reconocieran sus diferencias y sus méritos. Sintió su columna vertebral
erguirse y la sensación de un eje sólido y firme situarse en su centro de gravedad. Se sintió, a la vez, potente
y tranquilo y pudo auparse así hasta la percepción nítida de lo que deseaba: ser independiente y empezar a
utilizar la enorme experiencia y el conocimiento acumulado en tantos años de profesión, a la vez que poner en
práctica las múltiples ideas que había tenido y que jamás le habían dejado ensayar. En su firme propósito,
Raúl contó con los tres años de penurias inevitables que entrañaban una independización en su medio laboral.
Decidió encontrar soluciones preparatorias y provisionales que le permitieran contar con los medios
económicos que requería para no renunciar a su nuevo piso ni hacer sufrir a su familia, a la vez que pudiera
seguir avanzando hacia su completa autonomía laboral. Tenía claro lo que deseaba.
Así, Raúl, situado en su orgullo, se vio proponer la consultoría al cliente que mucho lo admiraba y que
ya había tenido piques con el Socio Director que supervisaba el proyecto, que sólo mantenía por
consideración a Raúl y que estaba decidido a rescindir el contrato con la consultoría si otro consultor
reemplazaba a su proveedor preferido. Esa nueva oportunidad garantizaba a Raúl dos años de seguridad
económica y le dejaba tiempo para dedicarse a buscar nuevos clientes. Al tiempo, un pujante y pequeño
consultorio de profesionales de su sector le ofreció que se asociara con ellos. Raúl sintió gratitud por ambos
conocidos que le ofrecieran nuevas oportunidades. Así se situó en el amor.
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Y es que, en efecto, el orgullo auténtico tiene su raíz en la rabia y es la base del amor, pues el salto
hacia un crecimiento o hacia descubrimientos importantes da paso de manera natural al reconocimiento y a la
solidaridad de los mejores.
Raúl sintió amor: su corazón destilaba mieles cálidas, sus ojos miraban más nítidamente que minutos
antes, sentía ganas de aproximarse y de abrazar a sus nuevos amigos, sentía su propia alma vibrar y
expandirse fuera de su pecho porque no estaba solo y recibía apoyo y hermandad de personas inesperadas.
Sintió que también recibiría admiración y apoyo de su familia y de sus amigos.
Así, Raúl sintió cariño y compromiso hacia su cliente que le ofreciera algo que deseaba y por la
pequeña empresa consultora que le ofrecía incorporarlo como socio. Raúl aceptó sin vacilar la primera oferta y
dio signos de gratitud y de reconocimiento a su cliente, ahora personal. En cuanto a la segunda propuesta, la
de asociarse, tras agradecer efusivamente la oferta, la renegoció transformándola en un acuerdo contractual
de colaboración que le permitía, a la vez, obtener nuevos contratos que la consultora no podía atender
personalmente y que subcontratarían a Raúl, y conservar su entera libertad e independencia como lo deseara.
Entonces Raúl sintió alegría.
Y es que cuando la secuencia emocional funciona, el amor nace del orgullo y es la base de la alegría
auténtica. Pues cuando se recibe afecto y solidaridad sobre la base de nuestras diferencias y grandezas, se
sabe que ese amor no es un formalismo tópico. Que es nuestro ser profundo el que es valorado y aceptado.
Entonces se siente paz y regocijo.
Raúl sintió la alegría: sintió su sangre cantar en sus venas a la vez que una dulce y serena sensación
de exaltación subía desde su bajo vientre hasta la cima de su cráneo. Se sintió ligero e ingrávido, con deseos
de bailar, de festejar. Y se sintió elevarse hasta un dulce contacto con su propio espíritu, que fluía, libre, hacia
los cielos.
¡ Lo había conseguido! Porque era bueno, valioso e inocente resultó que una pérdida se transformaba
en un cambio maravilloso para él. Entonces se visualizó feliz y triunfante y, también, sano y rebosante de
bienestar y de salud ya que había suprimido las causas emocionales de su enfermedad. Tras unas horas de
paz y de auténtica alegría Raúl se midió el azúcar en sangre y lo encontró más bajo. Pudo intuir que todo le
iría muy bien y que conseguiría cada año superar sus metas y alcanzar la abundancia, a la vez que abrir
caminos nuevos para su sector, siendo pionero en todas aquellas cosas que había imaginado y que no le
habían dejado aplicar. Se sentía libre y confiado. Así, Raúl accedió a la seguridad y a la confianza en su Rector.
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EL ESPLENDOR DE LO HUMANO
La alegría auténtica, con fundamento en el amor, es la base de la seguridad en un Rector que erradicó
las causas de miedo y cuya energía, el miedo, le sirve para ser más ético, previsor, alerta y fiable. Así se cierra
el ciclo donde éste empezó: en el Rector crecido y más alerta para detectar los riesgos y amenazas antes de
que pasen a convertirse en dolor y en pérdidas. Así pues, en la secuencia auténtica el círculo no se cierra, sino
que se transforma en espiral, dando paso a un salto de nivel que reemplaza el miedo por confianza y
seguridad. En realidad, esa espiral, como profundiza y amplía cada estructura y su emoción, se va abriendo
cada vez más, y la espiral se transforma en cono abierto hacia arriba. Así, a medida que nos vamos elevando,
nos vamos ampliando, abarcando un círculo cada vez mayor a medida que éste sube. Lo dibujamos para
mayor comprensión:
AMOR
ORGULLO
ALEGRÍA
RABIA
MIEDO
TRISTEZA
LA PILA BIDIMENSIONAL
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LA PILA TRIDIMENSIONAL
Así, la secuencia generará una nueva secuencia en un nivel superior, donde la seguridad del Rector
abrirá paso a nuevos desarrollos del Sintetizador, quien dará paso a más justicia del Vitalizador, quien
accederá a más estatus del Transformador, que brindará nuevos apoyos y lazos del Protector, quien se
elevará hacia una nueva plenitud del Orientador. Esta es le secuencia innata y fetal que funciona cuando se
reconquista en un proceso de crecimiento que arranca después de la fase de conexión y culmina, en los seis
pasos secuenciales de las emociones, en la fase de hiperconexión.
Esta secuencia nos ha hecho crear la TEORÍA OMEGA que es la pirámide motivacional universal del ser
humano, en todo tiempo y lugar. En las organizaciones que la conocen, la Teoría Omega reemplaza la
Pirámide de Maslow, que fue la más célebre del mundo en cuanto a escala de motivaciones del ser humano.
Vamos a presentar la Teoría Omega, diferenciándola de la Pirámide de Mashlow.
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EL ESPLENDOR DE LO HUMANO
V. LA TEORÍA OMEGA, ESCALA MOTIVACIONAL DE LO HUMANO:
La hemos llamado Teoría Omega porque favorece un crecimiento en espiral, que en realidad es un
cono, porque a medida que asciende abre el campo de acción, de conocimiento, de potencia y de sabiduría.
Teoría porque sigue un método con pasos secuenciales muy precisos. Omega porque ese crecimiento no tiene
final y va hacia el infinito. Veamos:
La base de la pirámide se asienta sobre la búsqueda de la seguridad, que es la primera necesidad y
motivación del ser humano. En la denominación estamos de acuerdo con Maslow. Lo que cambia
drásticamente es el contenido que el MAT da al concepto de seguridad.
Necesidad de seguridad:
Para Maslow, seguridad significa que las necesidades básicas materiales de supervivencia estén
cubiertas. En el MAT seguridad significa que el Rector funcione alimentado por el miedo auténtico. Con ello, no
sólo se cubren las necesidades de supervivencia material, como en el caso anterior, sino que se consigue que
las funciones del Rector se puedan instrumentar, siendo la condición necesaria ineludible que éste esté
alimentado por miedo auténtico.
Esto significa que la persona sea capaz de percibir todas las amenazas interiores y exteriores que
ponen en peligro su vivencia. En segundo lugar, significa que la principal función del Rector se establezca: la
de hacer diagnósticos de las personas y de sí mismo, así como de las situaciones que pueden atañer riesgos.
Significa en fin que el Rector busque y encuentre la armonía del equilibrio interno y la favorezca en los demás.
¿Quién soy? ¿Cómo estoy? ¿Cómo están los demás? ¿Qué hay que hacer para instaurar una seguridad
duradera para todos? Estas son las preguntas a las cuales hay que contestar en esta fase. Y, sobre todo, en
cada pregunta, responder al dónde está el riesgo y la amenaza, función principal de Rector. ¿Dónde está el
riesgo, en mí, en el otro, en la situación, en los tres factores? Esa, y sólo esa, podría ser la síntesis del
diagnóstico perfecto, función del Rector, quien así, cumple su finalidad de armonía.
Para ello es necesario conocer la estructura universal humana, su ingeniería emocional, el patrón de
funcionamiento personal, diagnosticando adecuadamente qué estructuras y emociones tiene cada persona en
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mal estado y en buen estado, qué riesgos para el funcionamiento de la personalidad, para la seguridad
pública y para la salud tiene cada patrón de funcionamiento, y conocer el tratamiento necesario para
recuperar la solidez y adecuación de toda la estructura. Esto es lo que, en el MAT, llamamos seguridad. Y
como el miedo, en la secuencia emocional adecuada, es la base de la tristeza y ésta alimenta al Sintetizador
cuya función es el desarrollo, afirmamos que la segunda motivación universal del ser humano es el desarrollo.
Necesidad de desarrollo:
Esto significa que, sobre la base de la seguridad, la segunda necesidad del ser humano, una vez que
consigue la aceptación de lo que él es y diagnostica a los demás cómo están, ocupando cada cual su lugar,
cada cual puede mejorar su estado anterior y desarrollar todas las posibilidades instaladas de las cuales
dispone. Esto significa, para nosotros, que el Sintetizador de cada cual funcione lo mejor posible, es decir que
esté alimentado por tristeza auténtica.
Cuando esto ocurre, se puede maximizar lo existente y desarrollar todas los recursos disponibles, tanto
internos como externos, en un clima de ayuda y colaboración. Para ello, en nuestro programa de formación,
enseñamos el control del tiempo (es decir, de qué formas invertir nuestro tiempo en tareas que incrementen
el bienestar integral y cómo evitar usar el tiempo en destrucción personal –el de nuestra estructura- y del
entorno), el sistema de comunicación MAT (o sea, cómo aprender a hablar desde nuestra estructura a la
estructura de los demás – aprendiendo para ello seis idiomas tipológicos completos que favorecen el
desarrollo- y también cómo estimular con signos de reconocimiento las estructuras débiles y dar
reconocimiento a las fuertes) y el desarrollo de la inteligencia con objeto de erradicar los problemas que
causan pérdidas del bienestar (sea éste personal o económico) para garantizar el desarrollo. La necesidad de
desarrollo no figura en la pirámide de Maslow.
Una vez conseguida esa fase, surge otra necesidad, orgánicamente, la de justicia, función que erradica
las causas de rabia. Porque la tristeza es la base de la rabia.
Necesidad de justicia:
Cuando se han suprimido las causas de rabia, es decir las mentiras, la manipulación, la agresión, la
injusticia y los agravios comparativos, el ser humano puede vivir en sociedad y seguir desarrollando todas sus
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EL ESPLENDOR DE LO HUMANO
posibilidades. Para ello ha debido poner a funcionar su Vitalizador nutrido por su emoción natural, la rabia
auténtica.
Cuando funcionamos con el Vitalizador nutrido por la rabia, nos damos cuenta, en primer lugar, de que
la justicia tiene una dimensión transpersonal que va más allá de la interacción de las personas, como era el
caso en la fase de desarrollo. En efecto, la primera fase, la de seguridad, es esencialmente individual: cuando
nos conocemos a nosotros mismos y somos capaces de diagnosticar a los demás, somos capaces de
acercarnos a lo más positivo y cerrarnos a lo más tóxico. En lo más positivo encontraremos nuestro lugar y la
oportunidad de demostrar nuestra valía. Entonces llega la segunda fase, la de la interacción, indispensable
para el desarrollo, ya sea ésta mínima, como recoger datos del entorno que nos los tiene que administrar
para que podamos poner en juego nuestra inteligencia y saber qué hacer, ya sea, de plano, a través de la
comunicación. Es sólo a través de la interacción inteligente, orquestada y ordenada como se puede acceder al
desarrollo.
En la fase siguiente nos damos cuenta de que si bien la justicia empieza en su nivel mínimo por que se
apliquen las mismas leyes a todos en el trato que recibimos de los demás, nivel en que aún estamos
interrelacionados, eso no basta para edificar un mundo justo. Nos damos cuenta inmediatamente, y es lo que
enseñamos en nuestro programa de formación, de que la justicia depende de dos factores que van más allá
de la mera interrelación y de la buena voluntad: la cultura y el liderazgo. Por cultura entendemos el sistema de
valores que rige una organización, bien sea ésta una familia, una empresa, el país o el planeta. Con valores
falsos, trasnochados, manipuladores y regresivos no hay justicia posible, porque del desarrollo se vuelve al
temor de la primera fase, lo cual hipoteca el desarrollo. Estaríamos en el mito de Sísifo. La cultura adecuada,
en perpetua mejora y adaptación, sirve para impedir que nada trabe, más allá del simple desarrollo, la
expresión individual y colectiva de lo máximo realizable, en el aquí y el ahora de cada ser humano, por más
diferente y potente que sea. Por lo contrario, se establecen los valores básicos para propiciar la máxima
expresión del ser de todos y cada uno. Es la única manera de acceder desde este lugar al orgullo auténtico, el
próximo escalón.
El estilo de liderazgo y el modelo de liderazgo garantizarán que el desarrollo siga creciendo y
desemboque en el estatus, su fase siguiente natural. ¿Cómo? Abriendo campos nuevos y protegiendo lo válido
de los existentes. Para ello mostramos, en nuestro programa de formación, que el estilo de liderazgo de cada
uno -pues cada persona debe convertirse así en dirigente de su propia vida y en modelo de referencia para
los demás- debe sustentarse, en abcisas, sobre el talento diferencial de la persona y en ordenadas, sobre su
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vocación más elevada. De esta manera, no sólo se propicia el máximo crecimiento sobre la base de la gestión
del talento y de la vocación personal, sino que se establece un clima de justicia auténtica que imposibilita que
nadie venga a coartar la medida de lo posible. Así se puede acceder al estatus verdadero, tanto para cada
integrante, como para la organización que trasciende la suma de sus componentes humanos y materiales.
En efecto, con una cultura que propugne valores vivos, eternos, biológicos y adaptados al florecimiento
particular de cada tipo de organización, se garantiza la lozanía, la vitalidad, la energía necesarias para que se
produzcan florecimientos deslumbrantes.
Y con un estilo de liderazgo que repose, no sobre el “deber ser”, sino sobre la búsqueda y la
expresión del ser real de cada uno, se accede a la medida de lo posible, que es, en definitiva, nuestro
sinónimo preferido de justicia.
Estas dos necesidades, una vez cubiertas, abrirán paso a la cuarta fase y necesidad: la de estatus. La
motivación de justicia tampoco está contemplada como una necesidad de las personas en la pirámide de
Maslow. Al igual que el desarrollo, no existe, para él y para sus seguidores, como motivación sana, natural y
normal universal.
Necesidad de estatus:
Esta motivación sigue la de la fase anterior de justicia que constituye su base. Pues cuando el entorno
favorece la expresión de la medida de lo posible en cada momento, se accede a la posibilidad de dar ese salto
hacia lo no establecido, hacia lo que no se había podido lograr, hacia la dimensión, no de justicia, que sólo
pide dejar que surja y se exprese lo posible, sino hacia la creación, la imaginación y el crecimiento de lo que
jamás había sido contemplado como posible. Para nosotros, funcionar en el estatus significa que el
Transformador esté alimentado por orgullo auténtico.
En nuestro proceso de formación señalamos, a los que acceden a esta fase, que aquí se establece un
salto quántico entre el dirigente que tiene y aplica los instrumentos de las tres fase anteriores y que se
convierte en un líder táctico, es decir en aquel que sabe mantener en vida, desarrollar y hacer expresar lo que
existe, y un líder estratégico, que empieza su andadura en esta fase y la culmina dos fases después, en la
sexta fase.
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La posibilidad de imaginar y de crear lo que no se había podido hacer antes es un motivo de orgullo
auténtico. Y es sólo sobre la base de la realización de la obra y del crecimiento como se puede pretender
acceder al estatus, es decir al reconocimiento de la talla real de la persona. Este reconocimiento no se hace
sobre tópicos y mentiras, que han sido erradicados en la fase anterior, sino sobre la calidad y legitimidad de la
creación real y sobre el crecimiento constatado de cada uno. No se inclina nadie ante la figura de autoridad
“porque es mi jefe, o porque es mi padre, o porque tiene más años en esto”, sino porque es el mejor.
En esta fase se accede al conocimiento de tres materias indispensables para afincar el orgullo y para
acceder a un estatus verdadero, es decir no sometido al miedo de la provisionalidad. En primer lugar se
enseña a expandir el campo de conciencia y de actividad al pasar de la comprensión de lo que es una
organización pequeña, como una familia o una empresa, a lo que es una organización grande, como lo es el
país en el que vivimos. Una vez estudiado la génesis de su formación como estado se elabora el plan de
crecimiento necesario para que el país sea todo lo que puede llegar a ser. Con lo cual se tiene, siendo un
simple ciudadano, un entendimiento y un programa de acción que ningún político actual o pasado ha poseído.
Motivo de orgullo de ser del país y de saber lo que vale y lo que necesita.
En segundo lugar, se aprende a diferenciar el proceso de andadura del simple creativo, del creador y
del genio. Pues son tres estadios y procesos diferentes. Y se descubre, con orgullo, que si sabemos ponernos
en el camino y mantenernos en él, todos nacimos para ser genios. La segunda parte del programa se dedica a
aprender lo que diferencia el desarrollo del crecimiento, accediendo a éste último y manteniéndose en él. Se
descubre igualmente el sistema MAT de gestión de la Calidad Total.
En tercer lugar, se enseña a manifestarse como un dirigente en el lenguaje, expresión privilegiada del
Transformador, tanto en su forma hablada como escrita.
Con todo ello se demuestra que sólo se accede al estatus real y duradero y hasta inmortal, cuando el
Transformador está alimentado con orgullo auténtico.
Entonces se abre el acceso a la fase siguiente que es la pertenencia. Porque el orgullo, como ya vimos,
es la base del amor auténtico.
La Pirámide de Maslow contempla el estatus como motivación humana y le da un enfoque opuesto al
nuestro. En efecto, para Maslow el hambre de estatus viene tras el hambre de pertenencia y se sustenta
cronológicamente sobre aquella. Así pues, en la visión dominante actual, la seguridad, siendo la necesidad de
adquirir los medios de supervivencia, abre paso, cuando se logra, a la gratitud por la mano que nos dio el
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sustento, aunque ésta imponga el no conocerse ni diferenciarse individualmente, aunque no ofrezca desarrollo
o sea inteligencia y medios para tener más de lo que se tenía, aunque no haya justicia y se pida amputarse y
renunciar a lo vivo y valioso, aunque no repose sobre el estatus, es decir sobre la verdadera talla posible que
se puede adquirir. Al revés. Es gratitud perruna del que besa la mano de su señor, siendo éste, no el más
grande y el mejor, ni el que puede enseñar a ser un maestro, sino simplemente el que nos da de comer. Y lo
que es más, esta fase de pertenencia sustenta la tercera, la de estatus. Es decir, que para Maslow, una vez
que nos solidarizamos con un grupo que agradece el poder sobrevivir, hay que ponerse a competir con quien
se ama para sobresalir a costa de los demás. Entonces se accede al estatus de dominar al resto del grupo y
ocupar el puesto del señor. A eso se le llama trascender la pertenencia. Y el mundo entero está, hoy, dividido
en una inmensa pirámide de Maslow donde a los países subdesarrollados los colocan en el nivel de seguridad
como si esta debiera ser su única motivación, a los países industrializados los colocan en el nivel de
pertenencia para que su máxima aspiración sea unirse sobre la base de religiones o en contra de un enemigo
o sobre la base de la necesidad de establecer comercio. Los países post industriales, las sociedades de
servicio, acceden así al estatus si se agrupan y empiezan a competir entre sí, sobresaliendo en nivel
económico, que es el único medidor definitivo. Y al nivel superior, el de autorrealización, que ya veremos, sólo
está Estados Unidos, que es el único capacitado para aspirar a actualizar su potencial sobre sus hobbys.
Necesidad de Pertenencia:
Sobre la base de la creación y del crecimiento, se produce la necesidad de compartir, de mostrar
nuestra creación especial, de actuar nuestro crecimiento para seleccionar a los mejores y ahondar en nuestras
posibilidades de unión. Es en efecto sobre la valía, es decir sobre la conciencia asumida de tener algo bueno
que ofrecer y del cual recibir, como se puede edificar una verdadera unión. Sólo si tenemos algo valioso que
ofrecer lo podemos dar con la certeza de entregar lo que va a añadir algo al receptor. Sólo si valoramos algo
lo queremos incorporar a nuestro inventario.
Y, también, es sólo cuando estamos orgullosos de nosotros o de algo nuestro que deseamos
compartirlo con quién lo puede valorar y va desear recibirlo. Es decir, con quien lo puede admirar.
Aquí, lo más importante es diferenciar la tristeza del amor: Cuando perdemos algo, o alguien lo pierde,
la emoción auténtica es tristeza, lo que nos permite encontrar opciones y vías de reemplazo y de desarrollo.
Entonces nos prestamos ayuda o la prestamos al otro. Eso es tristeza. Y es compasión. No amamos la pérdida
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o la enfermedad propia o ajena: la queremos suprimir para recuperar el bienestar. Cuando, después de la
tristeza, de la rabia y del orgullo ya tenemos algo valioso y diferente o lo valoramos afuera, amamos eso
grande que queremos dar y recibir. Eso es amor. La cultura cristiana nos ha desorientado en ese aspecto
cuando confunde compasión, que es sufrimiento por el dolor ajeno o propio, y por lo tanto tristeza, con amor,
que es unión con lo valioso y compromiso con éste.
Precisado lo anterior, la pertenencia consiste en que el Protector esté nutrido por amor auténtico.
En nuestra enseñanza nos ocupamos en primer lugar de descontaminar el Protector de apegos, filias y
fobias no auténticos, heredados de la niñez con objeto de hacer surgir el amor del orgullo auténtico de ser
adulto y autónomo. No de estar pegado a figuras que nos han podido hipotecar en la niñez, cuando aún no
teníamos conciencia de ser. El ser es tarea del orgullo. Para actualizar nuestro Protector y libertar nuestro
amor, mostramos los patrones tipológicos inconscientes que rigieron nuestra niñez. En efecto, como ya hemos
señalado muchas veces, el MAT es una ciencia exacta. Y hemos descubierto patrones fijos de circunstancias
de nuestra infancia que venían a hipotecar nuestro amor, fijándonos en el deber ser – es decir en el miedoen vez del ser. Así aprendimos que “se debía amar por encima de todas las cosas a papá y a mamá” y luego
a nuestros profesores, y luego a nuestra patria, y luego a nuestra familia creada, y luego a nuestros amigos
más antiguos, etc. Con lo cual nuestro Protector funciona en efecto sobre la teoría de Maslow, sobre la base
de la falsa seguridad y en un batiburrillo que mezcla a todos poniéndolos en el mismo saco.
Cuando se examinan las circunstancias de nuestra niñez, es decir, cuando se trae a la conciencia lo que
antes se reprimía en el inconsciente, se puede elegir libremente, sobre la base del orgullo y de la valía, a
quién amar y cuándo amarlo. Así ganamos, al menos, tres cosas: funcionar mejor, amar auténticamente, y
prepararnos a fluir, accediendo así a la fase de plenitud que sigue orgánicamente al amor.
Tras la revelación de nuestro inconsciente infantil y su depuración y limpiamiento se accede al amor
auténtico. Entonces enseñamos el sistema de pertenencia MAT, basado en la Teoría Omega, que nos hace
acceder a esa fuerza oceánica de anhelo de entrega a lo más elevado y trascendente, que llamamos todos
alma. Experimentamos que el alma rige el corazón y lo eleva, de lo más alto y valioso en nosotros y en los
demás, es decir del orgullo auténtico, hacia la verdad, es decir hacia la alegría de ser en plenitud en un
camino infinito y esplendoroso de pertenencia a todo lo que es de verdad, es decir, auténtico. Mueren en ese
mismo instante las hipocresías y nace un sistema, todo un sistema función del Protector, de pertenencia
actualizada en el tiempo y que se dirige a la eternidad. Entonces, la metamorfosis, función del Transformador,
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se actualiza en un permanente devenir que se llama eternidad, función del alma y del Protector. A eso lo
llamamos Pertenencia. Y así se accede al amor universal y auténtico por todo lo verdadero, lo vivo, lo
gestante. No es difícil comprender entonces que el amor es la única base posible de la alegría y que de la fase
de Pertenencia se accede orgánicamente, naturalmente, a la fase de Plenitud.
Necesidad de Plenitud:
En nuestro idioma, plenitud significa que el Orientador se sustente sobre la base del Protector y esté
alimentado por alegría auténtica. La necesidad de plenitud es propia de todo lo vivo en la naturaleza y en
nosotros. Estamos vivos y lo celebramos con la alegría. Esto es válido para el aire y el mar, para las plantas y
los animales. Todo fluye y danza y canta y se eleva porque da testimonio de la alegría de vivir.
El acceso a la plenitud significa acceso al Orientador y significa acceso a la alegría. Significa contacto y
funcionamiento del espíritu en todo lo creado. Significa paz consigo mismo y con el entorno. Desde tiempos
inmemoriales, los investigadores descubrieron que todo lo vivo y auténtico tiene espíritu. Los arcaicos lo
descubrieron en la naturaleza, en los árboles, en las plantas, en los cuatro elementos, en el mar, en los
animales. Y vieron en ese espíritu la presencia de lo divino. El espíritu no es ningún descubrimiento del MAT.
Lo que sí lo es, es su naturalidad, su estructura – el Orientador- y su energía natural – la alegría-. Lo que sí lo
es, es su secuencia en el ser humano – es decir, teniendo como base la pertenencia y el amor auténticos. En
los elementos y en la naturaleza, y en las moléculas, ya lo dijimos, la alegría es la primera y primigenia
energía. Y todo proviene de lo trascendente y regresa a él. Es el Norte de nuestra brújula y el Orientador es
nuestra brújula.
La plenitud va desde lo más simple, como disfrutar de estar sano, pasando por celebrar algo bueno,
yendo por actualizar todas nuestras potencialidades y culminando en la percepción de lo divino en algo vivo a
través de la paz o en comunicar directamente con realidades divinas. Todo ello son funciones naturales e
innatas de nuestro Orientador, que sólo se pueden realizar, como para el resto de nuestras estructuras, si
éste está alimentado por alegría auténtica. Por lo demás, nunca insistiremos lo suficientemente en ello, la
alegría es lo que mueve todo lo creado, desde el átomo hasta el ser humano, y lo mantiene en vida y con
ilusión. Alegría es cambio para bien.
En cuanto al espíritu, ya lo vimos, está en todo lo vivo cuando está energetizado por la alegría, que es
su energía natural. En el ser humano, el espíritu, como el resto de nuestros componentes es más sofisticado,
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porque tenemos una sola estructura más que los animales – el Transformador-, los cuales tienen una
estructura más que los vegetales – el Vitalizador- , los cuales tienen una estructura más que los vegetales –
el Rector-, los cuales tienen una estructura más que los minerales –el Sintetizador-, los cuales tienen una
estructura más que los elementos. Lo demencial ha sido, hasta Freud, y, más tarde, Berne, que se haya
estado analizando al ser humano en función de los cuatro elementos – aire, agua, tierra y fuego- que sólo
tienen dos estructuras –el Protector y el Orientador-, los cuales tienen un elemento más que los micro
organismos –el Protector-. Esa manía comenzó con los griegos antiguos y permaneció incambiada hasta hoy.
Aquí sí que el MAT aporta su primera gran revolución, lo que le permite ser la primera ciencia exacta en la
historia de las ciencias humanas. Esa visión empobrecedora, idolátrica y amputada del ser humano está tan
desconectada del orgullo como lo es la dominante actual que estudia al ser humano como descendiente del
mono, es decir, sin Transformador.
Hechas esas pequeñas pero necesarias disquisiciones, volvamos con humildad y naturalidad al espíritu
humano. Es más evolucionado y sofisticado porque reposa y se erige sobre cinco dimensiones. Nada más. Ni
nada menos. Como reposa sobre nuestra diferencia humana, la realidad del Transformador que nos permite
crear, imaginar, formular con palabras y conceptos nuestras vivencias ha podido elaborarse más y mejor. Y
relacionarse más plenamente con lo absoluto, es decir, con Dios. Con Dios y no con lo divino, porque lo divino
se percibe por la alegría en cualquier elemento vivo que exista. Pero nuestra percepción no deja de ser
limitada y mentirosa, porque Dios no tiene, como los humanos, tan sólo seis estructuras. Más adelante
veremos que en realidad, como todo lo creado, tenemos una séptima estructura que nos permite percibir a
Dios. Pero como al contacto con esa estructura se accede después del conocimiento de los ejes y como, sobre
todo y además, esa estructura es y está vacía y sin ninguna emoción, sólo aportaría confusión hablar ahora de
ella. El Orientador y la alegría nos sirven para acceder individualmente y colectivamente a la plenitud, es decir
al estado de funcionamiento completo y perfecto en expansión horizontal, a causa del amor, y ascensional, a
causa de la alegría y de su finalidad, el espíritu.
En descripción más elemental, accedemos a la plenitud cuando la sensación de estar completamente
vivo alcanza su sentido de finalidad, es decir la percepción del para qué estamos vivos y somos criaturas en
vida: para elevarnos hasta la percepción cercana o remota de la alegría de nuestro Creador por ser fuente de
vida y darnos vida. Es sólo eso el espíritu en plenitud. Y, si lo pensamos bien, todos hemos tenido alguna
percepción así en nuestra vida. La diferencia con la plenitud de nuestra Teoría Omega es que se transforma
en un estado permanente y en fluir natural, en vez de ser un orgasmo del alma excepcional. No es poco.
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La plenitud, a su vez, culminará en una nueva seguridad con exigencias y fronteras más remotas y
seguras, la cual nos hará posible un nuevo desarrollo, y así hasta acceder a una plenitud más asumida y
elevada, que abrirá paso a otra nueva secuencia de seis pasos. Así es como resumiremos nuestra Teoría
Omega de las motivaciones universales humanas. Como un cono cuya punta reposa sobre la tierra y nos
eleva, cada día más hacia las alturas, convirtiendo nuestra talla y valía real en las exactas dimensiones de ese
cono, cuyo potencial de crecimiento es infinito.
Y llegó el momento, ahora, de presentar otro instrumento del MAT, más importante que la Teoría
Omega : LOS EJES.
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VI. DESCUBRIMIENTO DE LOS EJES:
Mucho tiempo después de que finaliza el proceso de hiperconexión y que se accede al paso siguiente,
al proceso de trascendencia, sobre el cual volveremos, se accede a un descubrimiento decisivo en cuanto a
ingeniería estructural: se accede al conocimiento de los ejes. Presentamos a continuación la figura gráfica que
los representa.
El funcionamiento de los ejes es aún más importante que el de la secuencia fetal e innata emocional.
Sólo que es imposible acceder a ella sin antes culminar el proceso de Hiperconexión y el proceso de
Trascendencia. El funcionamiento de los ejes nos permitió existir, ser, estar sólidamente construidos y, luego,
decidir nacer. Los ejes son las vigas maestras que sustentan la construcción de nuestra existencia y de
nuestra personalidad. Esas vigas, en nuestro gráfico, se representan por diagonales, tres diagonales que
atraviesan el círculo de nuestra estructura de personalidad y que dividen el círculo en seis partes iguales. Esas
vigas funcionan apoyándose y creando tres pares de estructuras con sus respectivas emociones y sus
respectivos sentidos, que trabajan en equipo, en tres equipos unidos e indisociables que se comportan cada
uno entre sí como vasos comunicantes. En la creación, en el descubrimiento y en el funcionamiento de esos
tres pares o equipos existe una jerarquía. El primer equipo es menos importante que el segundo y está
supeditado a éste, y el tercer equipo es más importante que el segundo, que está supeditado al tercero.
Ahora bien, es imposible que el segundo surja si no existe el primero y es imposible que surja el tercero si no
se asienta sobre el segundo. Con lo cual, los tres son absolutamente necesarios para que seamos y
nazcamos. Al final, aunque jerarquizados en cuanto a orden de su creación, son iguales entres sí.
En cuanto al movimiento ascensional en el cono de la hiperconexión, no asciende dando vueltas
ascendentes como pasa con la pila emocional de la secuencia, sino que se sustenta sobre los pares de
estructuras, de emociones y de sentidos, como vigas que se van ensanchando a medida que el cono se
ensancha. Lo representamos en esta figura que sigue.
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AMOR
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Estos ejes, estos tres ejes o vigas, no sólo alimentan las estructuras como lo hacen las emociones en
secuencia, sino que limpian y agrandan las estructuras al tiempo que hacen crecer y afianzarse las emociones
auténticas. Con lo cual toda nuestra personalidad es mayor, más sólida y más potente. Esas vigas van
consolidándose y creciendo a medida que nuestra talla lo requiere. Si bien la secuencia emocional nos
garantizaba la infinitud, los ejes nos garantizan la eternidad, porque son fijos y se desarrollan, a medida de
nuestras necesidades de crecimiento, permaneciendo idénticos a sí mismos.
El primer eje, viga o par que surge en cuanto se une el espermatozoide con el óvulo es el eje
Protector-Amor / Sintetizador-Tristeza, que llamamos el eje de lo disponible. En efecto, como ya vimos, el
Protector y el amor indican lo que sí hay (amor), y lo que no hay (tristeza) lo indica el Sintetizador, que busca
opciones para conseguirlo. Si hay lo suficiente para empezar a formarnos y no faltan elementos esenciales,
empieza la gestación. En efecto, lo primero es disponer de lo indispensable para comenzar cualquier cosa. Y
lo primero, cuando se trata de ser, es que haya un espermatozoide disponible y un óvulo que lo acoja (amor).
Si el espermatozoide no llega o si el óvulo no lo recibe ( tristeza) no puede iniciarse nada.
Cuando nacemos, pasa lo mismo: si hay un espacio para nosotros y un tiempo que dedicarnos,
podemos sobrevivir. Por más reducido que sean ese tiempo y ese espacio.
Como no somos médicos ni biólogos, dejaremos esas investigaciones para que las ilustren los más
doctos e iremos a ejemplos e ilustraciones de nuestra vida cotidiana de criaturas nacidas y en funcionamiento:
ese eje de lo disponible impone su existencia como una evidencia maestra, como una primera LEY. La primera
ley es: donde hay amor no hay tristeza y donde hay tristeza no hay amor. Y las funciones de las estructuras
operan de la misma manera: cuando se agranda el Protector, se achica el Sintetizador proporcionalmente.
Como esa ley puede parecer sorprendente, la ilustraremos a conciencia:
Pongamos cualquier ejemplo sobre disponibilidad: el tiempo que podemos dedicar a una visita, por
ejemplo, a un vendedor. Lo primero es que ese vendedor llegue en un momento en que estamos disponibles.
Si ni siquiera estamos en la oficina o en casa, habrá perdido su esfuerzo y su tiempo (tristeza) y deberá
buscar otra opción para vernos (más tristeza). Si estamos, podemos decirle que espere o que vuelva o bien
recibirlo y escucharlo. En el primer caso habrá un poco más de tristeza, es decir la espera, pero también algo
de amor puesto que estamos dispuestos, si paga ese precio, a recibirlo. En el segundo caso, hay más amor
porque lo recibimos enseguida y desaparece la tristeza, al menos hasta que deba empezar a explicarnos lo
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que ofrece y lo que desea, actividad que pone en marcha el Sintetizador del vendedor. Si el vendedor nos
regala el producto, manifiesta amor, y si lo aceptamos respondemos con amor. Desaparece la tristeza. Si el
vendedor desea cobrar por su producto, está solicitando nuestro amor, es decir una retribución. Si le decimos
que no, volverá a la tristeza.
Pongamos otro caso: nos enamoramos de una mujer, hay amor. Si nos responde y nos permite
cortejarla estaremos agradecidos y habrá más amor. Si nos rechaza y no nos da ni tiempo ni espacio,
caeremos en la tristeza. Pongamos que nos acepta y que la relación avanza en el eje amor –tristeza: Nos
explicamos y conocemos los dos, y al final habrá un balance a favor de la tristeza, si no somos o no es lo que
creíamos al comienzo y surge el desencanto (tristeza) o a favor del amor en mayor o menor medida. En
mayor medida si es justamente nuestra alma gemela insustituible y vence el amor, y en menor medida si la
persona está más que regular y podemos tener, si no una pareja definitiva, una profunda amistad.
Un tercer ejemplo: la relación con uno de nuestros progenitores: pongamos que es el padre. Es un
hombre encantador y amoroso, y eso despierta y merece nuestro amor. Pero no está casi nunca en casa, y
cuando lo está, está muy ocupado. Aquí, en el balance dominará la tristeza. Sí, el padre es estupendo como
persona pero un desastre como padre. Y habrá que esperar (tristeza) a que seamos mayores y trabajemos
con él o tengamos afinidades que nos permitan pasar tiempo juntos, para que, en el balance, gane el amor.
Como vemos, los ejes, en su primera ley, se comportan como vasos comunicantes.
En su segunda ley, el eje amor-tristeza se refiere a su consolidación y se enuncia así: para que haya
más y mejor amor es necesaria una inversión de tristeza proporcional. Y para que haya más desarrollo, es
necesaria una inversión proporcional de amor. Recojamos los mismos ejemplos que anteriormente:
El vendedor, si quiere convertirse en nuestro amigo y proveedor preferido, va a tener que invertir más
tiempo en explicaciones, a la vez que estudiar nuestras necesidades profundas y buscar soluciones y
productos a la medida de nuestras expectativas, para lograrlo. Necesitará dedicar su Sintetizador y su tristeza
( recursos) para lograr nuestra fidelidad. Esa realidad implica que hemos interesado lo suficiente al vendedor
(amor) como para que decida dedicarnos tanto tiempo.
El enamorado, para lograr el amor real de su amada, tendrá que dedicarle tiempo, interés, conocerla a
fondo y hacerse conocer. Con ello, podrá tal vez lograr su amor. Y si quiere más desarrollo de la relación, por
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ejemplo que comparta su pasión por el golf para tener más cosas en común, deberá dedicarle atención y
mimo y cariño a fin de lograr convertirla en una jugadora tan buena como él.
El hijo de un padre ausente deberá buscar opciones y soluciones para, por un lado, llamar su atención
y conseguir que le haga más caso, y, por otro, deberá buscar opciones para rentabilizar al máximo el tiempo
logrado para profundizar en la relación. Y, también, cuando esté con él, deberá incrementar la calidad y
cantidad de su amor para que el momento sea lo más grato posible y los encuentros se multipliquen.
Con lo cual, y no es paradójico, surge la tercera ley: donde hay amor auténtico hay auténtico
desarrollo, auténtica tristeza y viceversa: cuando los ejes funcionan bien, la primera ley da lugar a la segunda
y la segunda a la tercera: retomemos nuestros tres ejemplos:
Nuestro vendedor invirtió interés en la persona, no en el negocio, y por eso se ganó a un amigo fiel y a
un buen cliente, vitalicio porque siempre buscará su bien. Y como puso su tiempo, sus recursos y su
inteligencia a favor de la relación, se ganó la confianza de su cliente.
Nuestro enamorado se interesó por la persona y le dio su amor. Eso estimuló su paciencia (tristeza)
para lograr cosechar los frutos de su inversión. En el libro del Principito, en su relación con el zorro, se explica
magistralmente nuestra tercera ley.
Nuestro hijo paciente logró un amor precioso y esencialmente condensado con su padre. La calidad de
la relación surgió de la tristeza auténtica y dio su fruto: el amor.
En este eje, como en los dos siguientes, hay una palabra clave: auténtico. En efecto, y por ello surgen a
nuestra conciencia los ejes después del proceso de hiperconexión y de trascendencia, esos ejes no soportan,
sin catástrofe, ninguna emoción falsa ni sustitutita. Ninguna de las dos. Y, entonces, si hay amor auténtico, no
hay tristeza auténtica, y si se invierte más recursos (tristeza), se conseguirá más amor, y si hay pertenencia
hay desarrollo y si hay desarrollo terminará por haber pertenencia. Siempre y cuando esas emociones sean
auténticas por ambos lados. Si no, se revierten las tres leyes y llegamos a la muerte, a la destrucción.
Veamos:
Nuestro vendedor, pongamos por caso, pero cualquier combinación mala es de resultados pésimos,
tiene auténtico amor y auténtica tristeza y su comprador tiene las dos falsas, imaginemos que tiene tristeza en
vez de rabia y amor en vez de tristeza. Llega en un momento inoportuno, en el cual su cliente está airado
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pero, como se culpabiliza, se deprime. Entonces le pedirá esperar un cuarto de hora y lo dejará esperando
dos horas. Cuando lo reciba al fin, le comprará tan sólo lo que no le sirve (amor en vez de tristeza) y, por
supuesto, ya no querrá ver a ese vendedor y huirá de él, culpabilizándolo.
Pongamos que cada uno tiene una emoción auténtica y otra falsa: nuestro vendedor tiene amor
auténtico y falsa tristeza que remplaza al orgullo. Y el cliente tiene tristeza auténtica pero amor en vez de
alegría. El vendedor será recibido en el acto por el cliente que dormía la siesta o celebraba un cumpleaños
como si se tratara de un caso de emergencia y de vida o muerte. Escuchará con atención el comienzo del
discurso del vendedor y verificará que no necesita para nada el producto. En vez de decírselo e indicarle qué
otro producto necesita por si el vendedor lo puede conseguir, buscará entrar en intimidad con el vendedor y
le contará que está triste porque su mujer lo va a abandonar. El vendedor se solidarizará con él, pero
discurrirá interminablemente sobre que todas las mujeres hacen y le harán lo mismo. Con lo cual molestará al
comprador, que protestará airado e indignado. En vez de conectar por fin el orgullo después de pisotear el de
todas las mujeres y retirarse, el vendedor se deprimirá y le contará durante horas todas las miserias y
agravios que recibió durante toda la vida. Será cortado y despedido como un indeseable por el cliente, que ya
nunca más lo volverá a recibir, ni tan siquiera cuando ofrezca un producto de vital importancia para él. Se
producirán abortos en cadena.
Si el vendedor, enterado de nuestra segunda ley, la quiere poner en práctica con el cliente, se pasará
la vida haciendo antesala para ser recibido de nuevo y el cliente se lo tendrá que sacar de encima llamando a
la policía. Lo cual le obsesionará más por ver al que nunca hubiera podido ser su cliente.
Si, enterado de nuestra tercera ley, apostara por ella, se enamoraría de su cliente y abandonaría a su
familia por cortejar a quien ni por asomo le quiere recibir.
Así, cuando una o las dos emociones son falsas, la ley férrea e ineluctable de los ejes se cumple y
nacen las simbiosis patológicas, las fijaciones, las dependencias, los malos tratos psicológicos y las
obsesiones. Se consuma la destrucción.
Dejemos clara esta afirmación con el ejemplo, tan frecuente y doloroso, del hijo de padre casi ausente.
Pongamos que el hijo funciona bien y tiene sus dos emociones auténticas y que el padre tiene amor auténtico
y falsa tristeza que remplaza alegría. Para atraer la atención de su padre, el hijo terminará entendiendo que
no debe estar sano y feliz sino enfermo y problemático. Entonces, o se alejará de su padre buscando otras
fuentes de afecto sano o decidirá someterse, con lo cual perderá su tristeza auténtica, volviéndose
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dependiente, fracasado y problemático para atraer el interés de su padre. Así perderá también su alegría, su
fe.
Así, en síntesis, se podría formular las tres leyes del eje amor- tristeza: lo que hay, hay. Y lo que no
hay, no hay, Si hay, vale la pena invertir y sembrar, si no, hay que buscarlo en otro lado. Así de simple,
rotundo y tremendo.
Por otro lado, es esencial saber que esas tres leyes se cumplen en cadena, es decir que si la primera
es 100% real, puede surgir la segunda sobre la base de la primera. Y puede surgir la tercera en base a la
autenticidad al 100% de la segunda. En ningún modo se puede ir a la segunda si no hay base para la primera
ni, mucho menos, saltar a la tercera. Esa conducta, a más de tóxica y salvadora, es suicida. En definitiva se ve
que lo bueno se potencia y lo malo también. Y que, por lo tanto, solo cabe apostar por lo primero.
¿Cuántos de nuestros amores resistirían y crecerían con esas tres leyes? Únicamente los que merecen
la pena. Con lo cual estaríamos siempre abocados a conseguir lo disponible ¿Y cuántos de nuestros dolores
se mantendrían? Únicamente los que justifiquen la inversión magnífica en nuestro desarrollo y crecimiento. Con
lo cual estaríamos siempre disponibles para lo auténtico que podría surgir.
Este eje, de vital importancia para evitar pérdidas innecesarias y obtener un máximo de amor duradero,
lleva, cuando de veras surge, a alcanzar y conservar todo lo disponible, tanto lo actual como lo virtual. En
efecto, cuando tenemos la tristeza auténtica energetizando al Sintetizador y sólo a éste, y que, además, está
surgiendo en la secuencia fetal, y que, además, se evidencia como una de las dos puntas del eje amortristeza, se llega no sólo a evitar pérdidas y dolores innecesarios, sino a prevenirlos por dos motivos: uno,
porque surge del temor a dañar y a ser dañado, y dos, porque entiende que todo sufrimiento innecesario nos
aleja y aparta de un amor real o virtual mayor del que estamos disfrutando y actuando.
Con el amor pasa lo mismo: si éste energetiza al Protector y sólo a él, no sólo cuida y conserva todo
amor real, sino que accede y se prepara, a fin de estar listo si éste llega, para el amor virtual, para el GRAN
amor que dura para toda la eternidad.
Este eje, cuando se alcanza en verdad la estatura requerida tras el proceso de trascendencia, se
evidencia como el del maestro integral, el que forma llevando al alumno hacia sí mismo sin jamás inmiscuirse
dentro de él. El maestro inolvidable al cual se le está agradecido para siempre y que uno ama más cada día,
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pero con el cual nadie se siente sometido por obligación. En efecto, lo primero que un maestro debe enseñar
es a ser persona y a poner el conocimiento al servicio del desarrollo del ser del otro para que éste llegue a
crecer. El maestro, experto en el manejo de este eje, no deja que se confunda lo que sí hay y lo que no hay.
No confunde tristeza y amor, como ya lo hemos enseñado, y sabe llevar el consuelo a su alumno como lo
hacemos con un niño que llora porque ha perdido un diente de leche, y no sabe que es porque está ya listo
para salir el diente sano y fuerte que perdurará hasta después de su muerte. El maestro auténtico ensancha
la mente del alumno porque expande su alma, y eleva su alma porque puebla su mente con lo que está vivo y
es de verdad esencial. Y, si pensamos en los grandes maestros de la humanidad como Jesús, como Buda,
veremos que trabajaban básicamente sobre este eje. Si recordamos a algún maestro inolvidable que tuvimos a
lo largo de nuestra vida, también comprobaremos que la enseñanza inolvidable que nos despertó tuvo lugar
en ese eje. Y si debemos ser maestros, de hijos, de alumnos, sabremos que si no tenemos ese eje limpio y
preferentemente presente, sólo vamos a atar y cegar a nuestros educandos, y que es mejor rectificar o
confesar nuestra incapacidad y retirarnos, aunque sepamos de memoria todos los libros escritos a lo largo de
la historia y aunque creamos adorar a nuestro alumno.
Vemos entonces por qué ese eje es el primero: porque garantiza ser, cada día más, persona. Si hay
mucho conocimiento sin corazón, seremos desalmados y pondremos nuestro conocimiento al servicio de la
subordinación del alma ajena. Si hay mucho amor sin criterio de lo que implica dolor y sufrimiento evitables,
seremos responsables de perpetuar dependencias. Y si no hay ni amor ni tristeza dejamos, sencillamente, de
pertenecer a la raza humana y nos situamos por debajo de cualquier elemento en el cual existen el amor y la
alegría, y, de allí, por debajo de una simple rata en quien hay cinco emociones y estructuras. No sólo no
sabremos ni el qué ni el cuándo, con lo cual es imposible saber nada de lo disponible, sino que lo
extraviaremos en los demás. De hecho, veremos más adelante que todo aquel que desconecta esas dos
dimensiones se convierte en un psicópata que mata su propia alma y destroza psíquicamente a las criaturas.
En vez de claridad en expansión, tendremos tinieblas en caída en el abismo. En la polaridad opuesta al
Maestro tendremos el agujero negro.
El segundo eje o viga maestra que fundamenta y consolida nuestra personalidad es el eje Rector-Miedo
/Transformador-Orgullo, que llamamos el eje de lo existente. Es el eje que diferencia lo que lo que no es de lo
que sí es. Es lo que designa con rotundidad el dónde y el por qué y los relaciona.
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El polo Rector-Miedo que funciona a la perfección es capaz de hacer diagnósticos del estado de las
cosas. Detecta lo que no es (real, bueno, sano, veraz, etc.) y por ende el grado de armonía que existe, sin
temor a equivocarse. Así determina dónde están las desarmonías y amenazas.
En la polarizad opuesta, el Transformador-Orgullo imagina y crea lo que sí es (válido, sano, real,
valioso etc.) y es capaz de crecer transformándose. Por ello, su principio rector es la metamorfosis. Determina
lo que es y mide su escala de valía y de perfección.
Ese eje es el que nos permitió ser o no ser después de la unión del espermatozoide con el óvulo. Si en
cada uno existía lo necesario y requerido para que pudiera formarse y crecer una vida humana, se formaba la
primera célula embrionaria, si no, la mujer tenía su periodo normal sin tan siquiera darse cuenta de que se
habían unido su óvulo con un espermatozoide.
Este eje, al igual que el anterior, tiene su primera ley, que es idéntica a la del eje de lo disponible:
donde hay miedo no hay orgullo, y donde hay orgullo no hay miedo. Como en el caso anterior, comprobemos
esta realidad con tres ejemplos:
Tomemos el caso de la inspección de nuestra estructura de personalidad en un momento dado:
comprobamos, por ejemplo, que tenemos el Sintetizador en mal estado porque en vez de estar alimentado
con tristeza lo está con rabia. Y que tenemos el Protector en buen estado porque funciona con amor y cumple
bien su propósito. Nuestro Rector diagnosticará esta situación y sentiremos miedo por nuestro Sintetizador,
que está amenazado, y orgullo por nuestro Protector que está en armonía. En referencia a nuestro
Sintetizador no podremos, a riesgo de perdernos, sentir orgullo. El Sintetizador está mal, debemos estar
alertas y detectar dónde está la causa del mal: en la alimentación energética equivocada. No podemos estar
orgullosos de estar funcionando mal. Hay temor, alerta, no puede haber orgullo. Con relación al Protector, el
Rector diagnosticará un estado perfecto. No hay entonces que temer nada sino enorgullecernos de estar bien.
Un segundo ejemplo: un buen galerista, con un don de diagnóstico (Rector-miedo) excelente y un
extraordinario Transformador que tiene el don de captar lo auténtico y valioso aunque no esté aún reconocido
y consagrado. Con ello se ganó una reputación de calidad y de buena inversión entre su clientela. Un día le
traen un cuadro de un pintor famoso y él detecta que la valía real de esta obra es nula por mimética, tópica y
plasmante tan sólo de manierismos de moda. Su Rector detectará inmediatamente el peligro de mezclar esta
obra con las obras de calidad que ofrece a sus clientes que confían en él y la descartará, negándose a
exponerla. Aquí, donde hay miedo ante lo que no es, pone una barrera férrea y reconduce al pintor,
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negándole el acceso a su galería. Donde hay miedo no puede haber orgullo. A este mismo galerista le traen
otro cuadro, esta vez de un desconocido, y nuestro amigo detecta, con su orgullo, la obra de un gran talento.
Decide sin dudarlo aceptar y exponer esta obra, recomendándola a sus clientes. Aunque el artista sea
desconocido, no tendrá miedo de apostar por él porque detectará un valor seguro. Donde hay orgullo
retrocede el miedo.
Tercer ejemplo: un niño de padres divorciados vive con el padre que obtuvo su custodia y ve sólo una
vez al mes a su madre, que viaja desde lejos para verlo. El niño funciona bien en el eje que nos ocupa. El
padre es autoritario, rígido e invasor, y el niño sano sentirá miedo de él y miedo por él ( miedo de aceptar
esas taras paternas como virtudes). La madre es respetuosa, valiente y muy creadora. El niño sano sentirá
admiración por ella y orgullo de estar a su lado. Para él, estar con su padre significará estar casi todos el mes
con lo que no es (bueno, válido, esencial) para él, y estar con la madre significará crecer y ser al estar unos
pocos días al mes con lo que sí merece la pena. Esos pocos días lo llenarán mucho más que los demás
muchos días. Porque lo que es es, y lo que no, no es. Eso si el niño es sano. Y el niño y su madre se aliarán
para luchar por vivir juntos lo antes posible. Donde hay orgullo retrocede el miedo. Y frente al padre, donde
hay miedo retrocede el orgullo, en este caso la valoración y la admiración. El niño decidirá cerrarse y no abrir
su ser íntimo al invasor, que entraría a saco en él.
La segunda ley se formulará igual que la del primer eje: para conseguir más seguridad hay que invertir
en el orgullo, y para conseguir más orgullo hay que consolidar la seguridad. Veamos nuestros tres mismos
ejemplos:
Con relación a nuestra estructura, al sentir miedo ante la enfermedad de nuestro Sintetizador la
respuesta adecuada es decirse “Yo sí puedo reconducir la rabia al Vitalizador y traer la tristeza a mi
Sintetizador”, afirmando así el orgullo. Y ponerse a ello con confianza en nosotros mismos. Cuando logremos
nuestro objetivo, habremos eliminado la causa de temor y nos sentiremos orgullosos.
Nuestro galerista, si sabe valorar la genialidad de su artista, lo querrá convertir en su protegido y
confiar en que “sí puede” garantizarle una beca, por ejemplo, para que éste se dedique a pintar, con lo cual el
artista verá desaparecer su miedo a no disponer de lo elemental para sobrevivir y el galerista verá alejarse su
temor a perder a tan valioso fichaje. Donde hay orgullo se garantiza incrementar la seguridad.
Nuestro niño apostará por su madre y se protegerá mejor de las intrusiones del padre, haciendo suyas
las enseñanzas y los valores de la madre. Así no se sentirá solo e irá perdiendo gradualmente el miedo. Al ver
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incrementarse su orgullo, se afirmará frente a las amenazas paternas y constatará que éste retrocede en su
toxicidad y lo deja en paz, respetándolo más. Cuando se invierte sobre la seguridad crece el orgullo. Y cuando
se invierte sobre la valía auténtica se incrementa la seguridad.
Así, de manera tan natural como en el caso anterior, surge la tercera ley: donde hay miedo hay orgullo
y donde hay orgullo hay miedo. Comprobémoslo con nuestros tres ejemplos.
Nuestra estructura de personalidad con un Sintetizador en mal estado nos producirá miedo. El
diagnosticar al Protector adecuado nos producirá orgullo. El miedo nos ayudará a alertarnos y a encontrar
fuerzas para la afirmación del orgullo de arreglar las cosas.
Nuestro galerista afirmó el miedo de mezclar un mal pintor con los buenos. El conocer la diferencia
entre uno bueno y uno malo implica tener las dos emociones bien y trabajando en equipo.
En cuanto a nuestro niño, pudo sobrevivir y resguardarse gracias a su claridad en el segundo eje. Se
alejó interiormente del padre y se identificó con la madre.
Por supuesto, estas leyes del segundo eje funcionan perfectamente si las dos emociones, miedo y
orgullo, son auténticas y si las dos estructuras, el Rector y el Transformador, están alimentadas
respectivamente por miedo y orgullo auténticos. Basta que una de las dos emociones esté mal y sea falsa
para que pasen catástrofes y se realice la destrucción. Si las dos lo están, ya no tendremos manera de
distinguir lo que no es de lo que sí es. Veamos qué pasaría con nuestros mismos tres ejemplos:
Si nuestra estructura tiene un Sintetizador en mal estado quiere decir que el primer eje falla. Si, en vez
de miedo en el Rector, lo tenemos alimentado con amor, en vez de alertarnos y reaccionar amaremos todo lo
que nos pueda amenazar y valoraremos ese amor suicida en nuestro Rector, enamorándonos de lo tóxico
como un salvador. Nuestra secuencia será esta: amor por lo malo, que dará lugar a rabia contra lo que no hay
(rabia en vez de tristeza en nuestro Sintetizador), que llevará a la culpa en vez de rabia. Esto es tener una
personalidad salvadora y mesiánica que no quiere jamás usar su orgullo ni su amor real hipotecándolos a los
peores. Se entregará en cuerpo y alma a lo que no hay ni habrá nunca y a lo que no será jamás,
desgastándose.
Nuestro galerista: pongamos que, en vez de orgullo, su Transformador esté alimentado por alegría.
Rechazará al mal pintor. Pero cuando el buen pintor se presente, tendrá dos reacciones previsibles: por un
lado sentirá que le cayó del cielo un ángel al que deberá supeditar su vida, sus bienes, sus clientes, su destino
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en suma, y lo seguirá como los apóstoles a Jesús, renunciando a todo su ser y a su identidad. Por otro lado,
en vez de respetar y admirar el ser del pintor cuya grandeza se manifiesta en su obra, pretenderá hacer
marketing de segunda categoría, exigiéndole que deje de pintar como lo hace y se someta a las tendencias
más rastreras y oportunistas de la moda. Con lo cual destruirá su vida y, si el pintor se deja, la del pintor.
Nuestro niño: imaginemos que en vez de orgullo tenga rabia en su Transformador, es decir
revanchismo y envidia. Aceptará someterse al padre como estrategia para luchar de poder a poder con éste. Y
será un enemigo vengador y perseguidor de la madre, a quien acusará de todas las culpas del padre y de las
suyas, extendiendo esa saña a todos los hombres, con quien tendrá relaciones de poder sadomasoquistas, y
a todas las mujeres, que considerará desde el machismo y a quienes soñará con maltratar física y
psíquicamente.
Al igual que en el caso del primer eje podríamos sintetizar las tres leyes del segundo eje por: lo que es,
es, y lo que no es, no es. Lo que no es, jamás lo será. Por más orgullo que le pongas. Y lo que es siempre
será, aunque el mundo entero se empeñe en negarlo. Por eso los genios siempre terminan siendo
reconocidos y perduran eternamente. Si algo es, vale la pena invertir en ello, por que cada vez será más. Si
algo no es, hay que buscarlo donde sí lo sea.
Si lleváramos esas leyes a sus últimas consecuencias ¿cuántos de nuestros temores se mantendrían?
Tan sólo los que se pudieran hacer desaparecer y ser remplazados por orgullo. ¿Y cuantos de nuestras
veneraciones se mantendrían? Tan sólo las que por su valía real fueran el verdadero pilar de nuestros amores
y merecieran formar parte de nuestro ser. Se terminaría la esclavitud, el sometimiento, las idolatrías, las
cobardías, los nacionalismos, y, sobre todo, el narcisismo.
Como en el caso del segundo eje, si se desconectan las dos emociones miedo y orgullo surge la
psicopatía. En este caso nacerá el asesino en serie, que no tiene miedo a matar y siente alegría de lograrlo
asesinando, en el caso de nuestro niño, no al padre al que no se atrevió a tocar, sino a la madre en todas
aquellas que su intuición capte como semejantes o parecidas a ella.
La maestría en el manejo del eje miedo orgullo auténticos perfila la función del sacerdote. En efecto,
desde los tiempos más remotos, en las civilizaciones más embrionarias surge, como necesidad inaplazable, la
figura del sacerdote. El brujo, el chamán, el sacerdote de la Grecia antigua, el de los romanos, el Papa, el
sanedrín, el monje budista y cientos de ejemplos más testimonian de la conciencia en la sociedad, desde toda
la eternidad, de la figura del sacerdote. Es aquél que sabe lo que no se debe hacer y lo que sí se debe hacer
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para obtener la aprobación de los dioses. Es aquél que puede oficiar las ceremonias sagradas de manera a
conducir a los creyentes hacia una comunión con los dioses que haga obtener los favores de éstos, porque
sus fieles no hacen lo que no se debe hacer, que se llaman pecados, y sí hacen lo que se debe hacer, que se
llaman buenas acciones. Esa superioridad del sacerdote y su influencia sobre las conciencias de los fieles se
obtiene, desde el MAT, con el manejo del eje miedo orgullo. Lo que sí proponemos es, al igual que el maestro,
en vez de esperarlo desde afuera, despertarlo y escucharlo desde adentro. Tanto el Maestro como el
Sacerdote están en nosotros. Uno se llama el eje del amor- tristeza. El otro, el del orgullo-miedo.
El tercer eje o viga maestra es el eje Vitalizador-Rabia/ Orientador-alegría. Surge del segundo eje. Lo
llamamos el eje de lo presente. Es el que diferencia lo que no está (bien, vivo, justo, presente, real, bueno,
etc.) de lo que sí está. Es lo que nos permite distinguir el sueño de la realidad, la locura de la cordura, la
fantasía de lo posible. Si hay algo porque existe en algún lugar, si además es todo lo que puede llegar a ser,
hay que hacer lo imposible porque además esté presente para empezar a ser y a hacer. Es lo que define con
total certeza el cómo y el para qué de nuestra vida. Sin él perdemos la brújula y la razón de ser de todo.
Nuestra vida, sin ese eje, es un sinsentido.
En el momento en que se fusionan el óvulo y el espermatozoide y que de ellos nace la primera célula
fecundada, lo cual implica que lo que es, es, y origina la primera metamorfosis, para que ésta se convierta en
un embrión, interviene el tercer eje que actuará que esté lo que nos permite rechazar y cortar la rigidez de lo
fijo y cortar dependencias falsas, es decir nuestro Vitalizador alimentado por rabia que permita la separación e
independización de las células una vez formadas, y que esté nuestra capacidad de multiplicación, mutación y
cambio, es decir nuestro Orientador alimentado por alegría. Ese eje es el que originará nuestro cuerpo y
nuestro espíritu, trabajando en equipo perfecto. El primer eje nos garantizó la mente y el alma. El segundo eje
la armonía y la recta conciencia trabajando en equipo con la metamorfosis. Entonces y sólo entonces
empezará la gestación de un ser humano. El trabajo en equipo de esos tres pares será el origen del milagro
de la vida. Y será su garantía de solidez estructural para juntar y permitir la existencia de lo disponible, lo
existente y lo presente.
En nuestra vida como personas, estos tres ejes o equipos trabajan en permanencia para que se pueda
detectar y elegir entre lo disponible, para que se pueda discriminar y afincar lo existente y para que se pueda
aterrizar y despegar hacia lo presente.
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El tercer eje nos permite comprender que no basta con que lo que queremos conseguir esté disponible
tras el trabajo de equipo mente-alma. Además de disponible, debe ser verdadero y auténtico tras el trabajo de
equipo ética-metamorfosis. Pero eso no basta para llegar a la felicidad y a la plenitud. Si lo que queremos ya
tiene esos dos dones, para disfrutar de ello debe estar, además, presente en nosotros y cuajar en una fusión
entre cuerpo y espíritu. Todo esto parece y es complejo y podría parecer rebuscado. Lo que pasa es que
derriba tópicos muy anclados. En efecto, nos enseñaron a creer que los pares perfectos se dan entre cuerpo y
alma y no entre cuerpo y espíritu. En realidad, llevándolo a los descubrimientos del MAT, constatamos que el
primer par teórico se daría entre rabia y amor, es decir entre lo que no está y lo que sí hay. Este equipo
trabajaría bajo el signo de la resignación y del conflicto. Esta situación se puede dar, pero aleja del rigor, de la
eficacia, y mezcla peras con manzanas. Ese tópico, muy extendido entre metafísicos, originó una visión del ser
desgarrada y pulsional, siempre en lucha por la consecución del imposible. Y plantea falsos problemas como
siendo los que realmente nos disocian entre el sueño imposible y la realidad.
El segundo tópico es asociar alma y espíritu. Es propio de las visiones religiosas. Se basan en la
intuición de la existencia de la secuencia amor- alegría. Que es real pero subordinada a los ejes. La visión
antedicha nos transforma en puros entes etéreos en su rol religioso y en rastreros vergonzosos en su rol de
seres reales con necesidades mundanas. Por eso, en la mayoría de las religiones, cuando el religioso se
quiere dedicar a su elevación, se debe retirar del mundo mundano y privarse del cuerpo.
El cuanto al segundo eje, siempre fue presentado como lo imposible por antonomasia. En efecto, quien
dice armonía dice congelación, y no, por lo contrario, equipo indisociable con la metamorfosis. Y, si lo
meditamos, este par es el único que permite ser en permanente y tranquila y segura expansión.
Volvamos a nuestro tercer eje Vitalizador-rabia / Orientador–alegría. Tomemos, como siempre, tres
ejemplos para ilustrarlo:
Una mujer es acusada de haber matado por envenenamiento a una anciana a la que cuidaba. La
detienen y la llevan a juicio ante un jurado. Esa mujer es enfermera y hacía su trabajo con esmero. Es
totalmente inocente, pero no tiene cómo probarlo. Siente, naturalmente, ya que en nuestro ejemplo funciona
bien, indignación contra la acusación, o sea, rabia. El jurado la declara culpable y la encarcelan. Nuestra
enfermera pierde así su libertad y, con ella, la alegría.
Un joven es invitado, a través de una serie de meses haciendo chat por internet con una joven, a pasar
vacaciones de ensueño en una isla con un grupo de amigos de la joven. Nuestro joven anda corto de dinero y
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se disponía a renunciar a sus vacaciones. Siente una gran alegría y llega a la isla dispuesto a disfrutar de su
amiga y de maravillosas vacaciones. Está feliz. Al cabo de un día se da cuenta de que está en una secta que lo
quiere captar. Se siente indignado por el engaño. Cuando se lo comunica a su amiga se da cuenta de que ella
no percibe que se trata de una secta.
Un niño es manipulado por su madre para que se convierta en su protector cuando sea mayor, para
que estudie lo que ella hubiera valorado estudiar y no pudo, y para que no funda su propia familia para vivir
con ella. El niño siente auténtica rabia, pierde su alegría y se siente utilizado.
De esta serie de ejemplos nace la comprensión de la primera ley del tercer eje: donde hay rabia no hay
alegría, y donde hay alegría no hay rabia. En efecto, nuestra enfermera se sentía feliz en su puesto y no había
ningún rechazo por su anciana. Cuando la acusan indebidamente, siente rabia y pierde su alegría. Nuestro
joven se sentía feliz por la maravillosa invitación y no tenía reparos contra la joven. Cuando percibe el engaño,
siente rabia y desaparece su alegría. Nuestro niño era feliz y alegre. Cuando es manipulado por su madre,
siente rabia y lo que intuye como siendo la vida que le espera le roba su alegría.
Pero dijimos que nuestros tres protagonistas funcionan bien:
Nuestra acusada encarcelada se encuentra en la cárcel y se sabe inocente. Eso le da paz consigo
mismo, y el contacto con sus compañeras de celda que sí son culpables, le trae una alegría de su diferencia y
la esperanza en que su abogado logrará apelar y demostrar su inocencia. Por otro lado, su indignación contra
sus compañeras de prisión que le presentan el crimen como algo normal y propio de gente lista la lleva a una
mayor satisfacción consigo misma y descubre la calidad de su espíritu que ninguna cárcel pudo encerrar, y
con el cual toma contacto por primera vez.
Nuestro joven indignado se alegra de la buena fe de su amiga, que también fue engañada, y descubre
una oportunidad para liberarla, accediendo así a una alegría mayor de la que tenía. Decide buscar y encontrar
a otros incautos como ella, hacerlos reaccionar con rabia, y liberarlos también.
Nuestro niño se da cuenta de que su madre también fue víctima de su propia madre, a quién dedicó
toda su vida. Siente rabia por ella y decide apostar por la suya propia, preservando su alegría y luchando por
hacer comprender a su madre la monstruosidad de sus actos. Como sabe despertar la indignación de su
progenitora contra su propia madre y el horror de estar dañando a su hijo, logra liberarse y, además, liberarla
de un prejuicio y de un fatalismo que no la dejaba fluir en paz y dejar al hijo ser en paz.
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Con ello accedemos a la segunda ley: cuando hay rabia auténtica hay que apostar por la alegría para
incrementarla, y donde hay alegría auténtica hay que apostar por la rabia para aumentarla. En efecto, nuestra
enfermera desconocía el disfrute que da el convencimiento de la inocencia propia. Esa es la verdadera fuente
de la alegría duradera. Y con ella, disfrutó del contacto con su espíritu inalienable. Nuestro joven estaba triste
sin vacaciones y sin finalidad espiritual. Descubrió, apostando por la justicia, es decir por la rabia, que podía
aportar alegría a otras personas e incrementar la cantidad de ella en sí mismo. Nuestro niño apostó por su
rabia y desenmascaró injusticias y prejuicios, con lo cual, además de liberarse, liberó la conciencia de su
madre, haciéndola acceder al miedo de dañar y a la alegría de dejarlo regir su vida en paz.
Este proceso abre paso a la tercera ley: donde hay rabia hay alegría y donde hay alegría hay rabia, si
ambas son auténticas, por supuesto.
En efecto, cuando ambas emociones son auténticas, cada una empuja a la otra para cimentar y
ensanchar el campo de acción de sendas estructuras y desarrollar sus habilidades. Ilustremos esta ley con
nuestros tres ejemplos:
Nuestra enfermera siente rabia legítima de ser acusada y de ser mezclada con presas que sí son
culpables de no haber querido respetar la integridad de la vida humana. Esa rabia le da energía para
defenderse y recurrir, a fin de probar su inocencia. Si persiste, lo logrará, y su Vitalizador estará más fuerte y
sano que antes. Pero ocurre que esa rabia tiene como virtud adicional hacerle tomar conciencia de la
diferencia entre su espiritualidad y la de las otras presas y, también, de la paz que da el saberse inocente. Con
lo cual conecta su alegría y la aplica a su máximo campo de acción, el del espíritu. Eso la hace acceder a
dimensiones que antes no usaba ni sospechaba poseer. Como resultado, su alegría crece y su espíritu se
expande. Cuando salga de la cárcel y sea declarada inocente, saldrá más crecida que antes de la acusación.
Esto ocurre, como en las demás leyes de los ejes porque ambas emociones asociadas son auténticas. Si no, la
enfermera saldría de la cárcel fragilizada o tal vez, destrozada.
Nuestro joven siente rabia de haber sido engañado. Su indignación despierta la de su joven amiga
engañada. Con lo cual nuestro joven accede a una mayor alegría de liberar a su amiga y a todos los incautos
que cayeron en la trampa sectaria. Con lo cual su rabia crece y su Vitalizador capitaliza una experiencia más
para defenderse y denunciar las sectas en cualquier tiempo y lugar.
Nuestro niño siente rabia por la manipulación de su madre. Al confrontarla y mostrarle que ella también
siente rabia contra su propia madre, accede a la alegría de librarse y de liberarla. Al final del proceso tendrá
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un Vitalizador más enérgico y lozano, a más de desarrollado, y un Orientador mayor y más sano. Todo termina
mejor de lo que empezó.
Toda esa maravilla es sólo posible si ambas emociones son auténticas. Si una de las dos no lo es,
ninguna de las tres leyes se aplica y sólo se llega a desastrosas destrucciones. Veamos nuestros tres
ejemplos partiendo de la hipótesis de partida: nuestros tres protagonistas tienen esas dos emociones sanas,
pero sus interlocutores no.
La enfermera tiene a un abogado que en vez de rabia tiene miedo. Si decidiera conservar a ese
abogado, él le recomendaría que se declarara culpable y aduzca locura transitoria como circunstancia
atenuante. Nuestra enfermera funciona bien y aplica su rabia al cambio de abogado defensor.
El joven descubre que su amiga, en vez de rabia, siente tristeza. Ésta caerá entonces en el fatalismo y
conformismo y le responderá que el mundo entero es una secta y que allí, por lo menos, les pagan vacaciones
que ella tiene la intención de disfrutar sin crear conflictos. Nuestro joven buscará a otros engañados que
tengan una buena reserva de rabia para liberarlos con él y se olvidará de esa amiga con quien sólo perdería
su tiempo.
Nuestro niño tiene la suerte de tener una madre que tiene una buena reserva de rabia y de alegría
sanas. Si, en vez de ello, la madre tuviera miedo en vez de rabia, temblaría ante la idea de reaccionar contra
su propia madre e induciría a su hijo a someterse “porque la vida es así”. Y si tuviera orgullo en vez de alegría
aceptaría su propia indignación contra su madre pero se arroparía bajo un manto de dignidad y de orgullo por
haber “cumplido” con su voluntad. Induciría a su hijo a hacer lo mismo, desarrollaría con él relaciones
narcisistas de poder y trataría de convencerlo de que ser heroico es un destino más alto que ser feliz y libre.
Nuestro niño se vería tachado de mediocre y de egoísta al mantenerse fiel a la verdad, y su vida cerca de su
madre sería un suplicio. Le rogaría, por ejemplo, que lo enviara a un internado para poder conservar su
integridad y lucharía por librarse de su madre cuanto antes.
Como en los dos otros ejes, las leyes se aplican sólo en caso de que las dos emociones que trabajan
en equipo sean auténticas. Si una de las dos falla, no habrá eje ni viga para sostener y fortalecer la estructura,
que se derrumbará.
Si se desconectan las dos emociones surgirá el tercer tipo de psicopatía: la satánica. Esa doble
desconexión de la rabia y de la alegría auténticas da el perfil de los psicópatas que adoran a Satán, celebran
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PRECIADA AZANCOT
misas negras o ritos satánicos con sacrificios humanos, eligiendo como víctimas preferenciales niños y
adolescentes vírgenes que sacrifican en el altar de una figura arquetípica y mítica que no existe.
El perfecto funcionamiento del eje rabia-alegría da lugar a la figura del ángel que llega o está en la
tierra como emisario de Dios ante los hombres. Una persona que, tras culminar su proceso de trascendencia,
alcanza el tercer grado en el descubrimiento y manejo de los ejes, será el equivalente de un ángel en la tierra.
Se dirá de él que es auténticamente angelical, es decir que tendrá la virtud de cortar con vitalismo y certera
puntería con la mentira en todas sus expresiones y aportar la verdad más oculta con alegre naturalidad. Hay
tan pocos seres que alcanzan esa estatura, que son considerados seres iluminados y guiados por divinidades.
Pero ese enfoque es falso. Ese desarrollo forma parte de las virtualidades de lo humano. Está en la estructura
del ser humano desde su misma concepción, y sólo es cuestión de avanzar en el conocimiento de sí mismo
para alcanzar la memoria y el contacto y el manejo de nuestro tercer eje para convertirse en ese ángel
terrenal. Es el exilio de nosotros mismos el que proyectó esa virtualidad humana hacia el cielo. Tanto los
Maestros, como los Sacerdotes como los Ángeles forman parte del crecimiento terrenal, natural y alcanzable
de lo humano. No existe ningún Dios que baje a darnos un don celestial. Ese don lo llevamos todos dentro. Y
no sólo los humanos. Los animales también; tienen dos ejes: amor-tristeza y rabia-alegría. Como les falta el
segundo eje, no han podido crear una civilización y formular conceptos en un lenguaje elaborado.
Un ángel hace que lo virtual se convierta en lo presente y que lo presente se aúpe y alcance lo virtual.
Él da testimonio de que al no retroceder ante la mentira y desenmascararla, se accede a la verdad. Y ello con
la mayor naturalidad. Por eso ha sido llamado ángel.
Porque muestra que siendo así se es emisario de Dios en esta tierra.
A nosotros no nos gusta ni la denominación de Maestro, ni la de Sacerdote, ni la de Ángel. Esas tres
pomposa denominaciones confunden y estafan en el conocimiento de la realidad del ser humano. Preferimos
llamarlos expertos en el manejo del eje de lo disponible, de lo existente y de lo presente. Gente crecida, nada
más.
No nos gustaría cerrar este capítulo introductorio sobre las emociones sin hablar de una patología muy
común en nuestro entorno. Se trata de la inversión de los ejes. Cada inversión produce su peculiar patología y
esas patologías son gravísimas. No tanto como las desconexiones de los ejes, que, ya lo vimos, producen tres
tipos de psicópatas asesinos, físicos los dos últimos y psíquicos los primeros. Los ejes invertidos producen
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EL ESPLENDOR DE LO HUMANO
psicotizaciones proyectivas que son muy dañinas para el que las sufre y aún más dañinas para los demás.
Veamos:
La inversión del primer eje, es decir tener un Sintetizador alimentado por amor y un Protector
alimentado por tristeza, produce el amor por lo que no hay y la depresión y el derrotismo ante lo que sí hay.
Eso convierte a la persona en el antimaestro. En efecto, ante una pérdida, un vacío, una enfermedad, el sujeto
se enamora, no de la persona afectada a quién puede ayudar con sus conocimientos, sino de la enfermedad,
que trata de mantener. Es como si detectáramos que una persona tiene cáncer y nos enamoráramos del
cáncer. Así el sujeto se siente importante a costa del padeciente. Se siente necesario y solidario con el cáncer
y está y permanece junto a la persona a causa de su cáncer. No para erradicarlo, sino para cuidar y mantener
en vida a ese cáncer. Es la manera más cobarde y rastrera de sentirse necesario. Para que esto ocurra, debe
haber una creencia mágica: alguien debía tener el cáncer y no es posible librarse de esa maldición. Por lo
tanto, cuando es el otro quien lo tiene, uno se siente agradecido y en deuda con él porque recayó sobre él y
por lo tanto lo ha librado. Esta conducta, que parece descabellada, es muy frecuente. Tomemos el caso más
corriente y dramático: las familias. Hay familias que tienen argumentos dramáticos de locura o de suicidio. Una
madre hereda esa patata caliente de su propia madre y, en vez de entristecerse y de buscar solución para no
caer en ese terrible destino, siente miedo y pasa el muerto a su hija. Cuando observa que empieza el mal a
actuar en su hija, le dedica su vida y toda su atención.
En la otra punta del eje, sigamos con el mismo ejemplo de la madre. Otra de sus hijas es admirable y
amorosa. En vez de sentir amor por esa hija y tristeza por sí misma y por la hija enferma, la madre sentirá
tristeza por su hija admirable y amorosa. La verá como un problema que tratará de resolver invirtiéndole su
eje. Por un lado sentirá tristeza de no ser indispensable y necesaria para esa hija. Sentirá tristeza de no poder
ser su maestra sino su alumna. Sentirá tristeza porque sabe que, manteniendo su posición viciada la perderá
tarde o temprano. ¿No es un caso corriente?
La inversión del segundo eje implica un Rector alimentado por orgullo y un Transformador alimentado
por miedo. Esta psicotización lleva a sentir miedo de lo admirable, de lo innovador y de lo crecido y a sentir
orgullo ante lo peligroso, lo inarmónico, lo conservador y lo rígido. Al igual que el caso anterior, esta inversión
es muy corriente. Ello convierte a quien la sufre en el antisacerdote, es decir en el antiguardián de la dignidad
y de la grandeza sagrada de lo humano. Pongamos un ejemplo para ilustrarlo: Un padre tiene un niño muy
creador y muy fiable y seguro. Un hijo que funciona bien en el segundo eje. Cuando el niño manifieste su
ingenio y su don creador, el padre lo alejará y lo alertará sobre lo peligroso que es inventar, le dirá que todos
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los genios son locos y que son perseguidos y acorralados por el mundo. Y cuando el niño sienta miedo, por
ejemplo ante una tormenta o ante la oscuridad, lo obligará a salir sólo en la tempestad y lo encerrará en un
armario oscuro durante toda la noche, “para que se convierta en un hombre”. Ese padre, con relación a sí
mismo, sentirá orgullo de invadir, castrar y rebajar la talla de los demás y miedo ante lo innovador, lo
admirable, lo grande. Será el capo de la mafia casera. Sentirá miedo ante lo que es y orgullo ante lo que no
es. Será el castrador orgulloso de todo lo que vale la pena en el mundo. Será un dictador rígido, conservador
y reductor. Y exigirá que lo llamen El Patriarca. ¿No es frecuente ese caso?
La inversión del tercer eje implica un Vitalizador alimentado por alegría y un Orientador alimentado por
rabia. Eso lleva e ser el antiángel, es decir aquél que denuncia, corta y combate todo lo que sí está en el fluir y
la alegría de la percepción de lo divino, de la paz y de la visión certera de la verdad. Y es aquél que promueve,
se la juega, vibra y se entusiasma con toda la mentira, la manipulación y la injusticia. Es el depredador total.
Tomemos un ejemplo casero, porque esos ejemplos caseros producen los mayores estragos, en ese caso en
el espíritu y en el cuerpo de los familiares. Aquí tenemos a la figura del maltratador doméstico. El hijo mayor,
pongamos por ejemplo, tiene su tercer eje invertido. Tiene una madre plácida y encantadora y una esposa
sumisa. Cada vez que hay una celebración religiosa (Navidad por ejemplo) o casera (un cumpleaños) o
sencillamente, cada vez que su gente esté plácida y alegre, él sentirá que lo invade el furor y golpeará,
maltratará, romperá los regalos, incendiará la casa. Cada vez que vaya a la iglesia y la ceremonia llegue al
final y canten el aleluya, él sentirá odio por Dios y jurará destrozar a sus criaturas. Y, cuando haya una
ocasión de denunciar una injusticia, cuando se trate de no estafar ni de engañar se sentirá eufórico y
entusiasmado, investido de la misión sagrada de ser el depredador. Así se sentirá el más listo, el rey de la
jungla, y hará revelaciones inspiradas sobre la legitimidad de destruir para demostrar quién reina allí. Será un
fan de todos los ídolos más repugnantes de la sociedad y de las modas. ¿No se dan casos así?
Esperamos, en estos capítulos introductorios sobre las emociones, haber despertado la curiosidad por
ese aspecto tan vital de nuestra personalidad. Y quisiéramos también alertar sobre un aspecto, que, por larga
experiencia docente en MAT, no queda siempre claro a nuestros estudiantes y les hace perder tiempo y
energía. Si bien las emociones son nuestra única energía disponible para hacer funcionar nuestra estructura,
no es menos importante conocer primero la estructura. En efecto, la estructura de personalidad que
compartimos todos los seres humanos es nuestra instalación, nuestra morada, nuestra arquitectura.
Conocerla a la perfección es esencial para orientarnos en nosotros mismos y evaluar a los demás. Esa
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EL ESPLENDOR DE LO HUMANO
instalación, si la estudiamos de manera aislada, nos permitirá saber para qué estamos dotados todos los
seres humanos, para qué servimos, cuáles son las habilidades con las cuales todos nacemos. Es esencial
saberlo. Pero si nos limitamos al conocimiento de las estructuras, nos vamos a pasar la vida angustiados por
saber por qué hay habilidades y funciones que desarrollamos bien y otras poco o mal. Vamos a llorar frente a
habitaciones cerradas y abandonadas de nuestra propia morada, en vez de abrirlas, penetrar en ellas,
limpiarlas y usarlas.
Comprender el funcionamiento de nuestra estructura equivale a conocer, manejar y dominar las
emociones. Convertirlas en auténticas, reconquistar el funcionamiento secuencial y fijarlas, consolidándolas en
los ejes, es la condición necesaria y suficiente para que nuestra instalación funcione.
Ahora bien, las estructuras nunca se habían descubierto antes del MAT, mientras que las emociones,
por vez primera en la historia de la humanidad, están de moda. La inteligencia emocional las puso de moda.
Pero esa moda es, como vemos cuando estudiamos las emociones MAT, engañosa, porque en ella, con tal de
que sea una emoción y sea sentida, todas valen. Y nosotros señalamos que sólo valen las auténticas, en
secuencia y en los ejes, si aspiramos a ser lo que nacimos para ser.
Nuestra experiencia actual nos permite alertar a los lectores de esta obra sobre lo peligroso y
frustrante de considerar el MAT como sólo estructuras o sólo emociones. El MAT ES INGENIERÍA EMOCIONAL Y
SENSORIAL DE LA ESTRUCTURA HUMANA. Es todo eso. No sólo un trozo. Si nos fijamos en las emociones nada
más, como ocurre demasiadas veces con nuestros estudiantes, corremos dos graves peligros: el primero es
dispararnos fuera de nuestra morada con emociones disparatadas que no tienen función alguna y que sólo
nos aportarán sobresaltos y cortacircuitos. Sería como jugar con un cable de alta tensión y electrocutarnos, en
vez de conducir esa energía para hacer funcionar nuestra morada, al menos la sexta parte de ella. Por otro
lado, fijarse sólo en las emociones es entrar en un mundo de locos donde se pugna por sentir emociones
exaltadas, es decir, todas falsas y, para más INRI, dar a todas esas emociones la misma legitimidad. Es decir,
el mismo derecho de ciudadanía. En otras palabras, sería querer invertir y acabar con el eje alegría-rabia. En
efecto, como ya vimos, la emoción auténtica no produce ninguna exaltación mesiánica. Produce PAZ,
centramiento y felicidad tranquila porque es auténtica. Es de verdad y la verdad es alegría, y la alegría es paz
y sosiego. La exaltación es falsa alegría inflada que remplaza miedo auténtico. Y dar toda la legitimidad a una
emoción falsa por el hecho de ser emoción es instituir, con alegría, la mentira y la injusticia, porque eso es
causa de rabia. Alertamos a nuestros lectores sobre este hecho porque, como veremos en la última parte de
este libro, esa tendencia maníaca, histérica y disparatada de sentir y valorar las emociones cualesquieran que
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sean y cuanto más falsas mejor, será la tendencia de moda durante los próximos 17 años. Y eso es causa de
miedo, así que ya están ustedes alertados. Es tan peligroso, falso y mentiroso no tomar en cuenta las
emociones, como se hizo hasta ahora durante toda la historia, como exaltar las falsas emociones, es decir la
basura de la cual tenemos que librarnos. ¿Estamos de acuerdo?
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EL ESPLENDOR DE LO HUMANO
VII. LA SEPTIMA ESTRUCTURA: EL CENTRO.
En el diagrama de los ejes, pág. 185, podemos observar que éstos se cruzan todos en el centro del
círculo que representa nuestra personalidad integrada. Este centro es nuestra séptima estructura. En el
cuerpo esta estructura está localizada en nuestro ombligo. En la formación del feto, esta estructura, que
llamamos en el MAT, sencillamente, EL CENTRO, permitió la formación del cordón umbilical que nos unió a
nuestra madre y nos garantizó recibir de ella todos los elementos y nutrientes que nos posibilitaron
desarrollarnos y nacer. En cuanto nacimos, se nos cortó ese cordón para permitirnos ser autónomos y existir
por nosotros mismos. Todo apuntaría a creer que este centro nuestro había dejado de cumplir su función,
pero, al revés, es la más importante de nuestras estructuras. Tiene una importancia y una jerarquía mayor que
todas las demás.
La función del Centro es doble: la de permitir centrarnos y la de recibir la totalidad del universo y las
dimensiones que, como humanos, no poseemos. En cada inspiración recibimos toda esa gloria y todo ese
esplendor. En cada expiración las hacemos penetrar en nosotros, a la vez que expulsamos todo lo malo que
no nos puede servir.
Para que esta estructura funcione, ha de conservarse totalmente vacía y sin ninguna emoción así como
sin ningún sentido. Tampoco tiene color, pues es transparente.
Para estar perfectamente centrados, el Centro debe permanecer fijo e inmóvil. De esta manera impide
que los ejes se muevan y que sus puntas dejen de estar perfectamente ubicadas sobre sus seis respectivas
emociones, sin correr el riesgo de desplazarse a otras emociones. A la vez, la fijeza del centro permite que la
punta de los ejes crezca a medida que el cono de la secuencia se ensancha, garantizándonos de este modo el
ajuste inmediato de las vigas que sostienen nuestra estructura, garantizándonos así la solidez y talla real de
nuestra estructura. Esta es la razón de que los ejes se descubren después de la secuencia aunque, en el
tiempo sean los primeros. En efecto, si los ejes crecieran y arrastraran el ensanchamiento del cono producto
de la secuencia propia de la hiperconexión, sentiríamos una imposición a crecer que mermaría nuestra libertad
de elegir, en cada momento, si queremos ser más grandes y mejores o si elegimos detenernos. Los ejes
serían más anchos que nuestra elevación real y el cono podría, o bien derrumbarse, o bien deber crecer por
obligación. Eso nos haría siervos del crecimiento y no orgullosos conquistadores de nuestra talla libremente
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PRECIADA AZANCOT
decidida. Si, por lo contrario, los ejes estuvieran fijados a sus respectivas emociones, nuestro crecimiento se
haría con sufrimientos y sacudidas innecesarias, como un pie de niño metido en un zapato que le quedó
estrecho y que le duele hasta que se le compre otro de una talla superior. Además, si los ejes crecieran
primero, sentiríamos la obligatoriedad de crecer en la misma proporción, al mismo ritmo, y en el mismo tiempo
en cada una de las emociones binarias de cada eje. Todo ello se evita cuando cada emoción está liberada y
podemos elegir, según las necesidades y las vocaciones que tengamos, hacer crecer el eje que queramos y,
dentro de ese eje, privilegiar la emoción que más necesitemos. Con lo cual existen tantas formas y
configuraciones de personas culminadas como se desee y cada cual conserva su diferencia y unicidad. Todas
diferentes, todas maravillosas, todas únicas. Y todo ello porque el centro es fijo y cada cual crece a su ritmo y
a su aire.
La relación de una persona con su Centro se vuelve consciente en la fase que sigue al final de proceso
de hiperconexión. Así el Centro, además de consciente, se vuelve operativo. Se manifiesta como una gran luz
blanca a la cual accede la persona que descubre la vivencia de la trascendencia. Esa vivencia es diferente del
funcionamiento del Orientador, que capta la verdad de la existencia de lo trascendente en cualquier momento
de nuestro crecimiento y puede tener revelaciones sagradas de tipo fugaz e instantáneo. El Orientador opera
como un gran telescopio orientado hacia lo infinito, que puede captar, con total certeza, la verdad de la
realidad trascendente y espiritual. Esto, en una persona sana, debería ser una experiencia múltiple y cotidiana,
como la de cualquiera de nuestras seis estructuras de personalidad. Es nuestra dimensión espiritual y la
compartimos con todo lo existente en el universo.
La vivencia de la trascendencia, el descubrimiento de nuestro Centro, sólo llega después del proceso
de un proceso de seis fases que sigue al de la la hiperconexión y se llama proceso de trascendencia. Se
manifiesta por esa luz blanca que podemos presentir antes, convocar y hacer nuestra a través de la
meditación, porque tenemos un Centro desde nuestra gestación, pero que ni es nuestra ni está,
conscientemente, dentro de nosotros antes de la fase de trascendencia. Esta fase no es la culminación de
nuestro crecimiento como ser humano sino, por lo contrario, su comienzo. No es materia de este libro el tratar
del camino de crecimiento que se inicia entonces. Nuestro libro, este, termina en la hiperconexión. En la fase
de Trascendencia tenemos, por primera vez, un contacto auténtico y objetivo con Dios a través de la primera
de sus manifestaciones reales: la luz blanca de nuestra inocencia de niño que se relaciona de manera natural,
objetiva, material, serena, vivencial y tranquila con su Creador.
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Sólo queremos dejar claro algunas cosas, sobre todo en un siglo donde los gurús y los iluminados van
a proliferar: el MAT no es una religión, sino una ciencia exacta. El MAT analiza y diagnostica las religiones
como parte del Orientador del ser humano, pero jamás de los jamases lleva a una religión. Es ciencia e
instrumento de análisis y mejora de todas las ciencias humanas. Nada más. Por lo demás, el MAT analiza y
respeta a todas las religiones y a todos los religiosos. Pararse en el camino que sigue a la fase de Culminación
(materia que no es de éste libro) es caer en la tentación de fundar nuevas religiones. Eso será problema de
los que deseen colocar su narcisismo o su ingenuidad por encima de su Centro y por encima del de los
incautos que elijan seguirlo. No es ni será jamás nuestro problema.
Clarificado este aspecto, la fase de trascendencia nos revela la existencia de este Centro como la mayor
y más importante de nuestras estructuras humanas. Es la estructura que introduce la relación y la
comunicación con lo divino. Es una relación Yo-Tú con la divinidad. Y Dios no es un Ser que se capte por
ninguna de nuestras estructuras. Se accede a su conocimiento parcial a través de la función trascendente de
cada una de nuestras estructuras: a su armonía por nuestro Rector, a su claridad por nuestro Sintetizador, a
su corporalidad por nuestro Vitalizador, a su metamorfosis incesante por nuestro Transformador, a su alma
por nuestro Protector, a su espíritu por nuestro Orientador, y a su relación con su obra por nuestro Centro.
Nosotros tenemos siete dimensiones. Las dimensiones de Dios nadie las puede conocer, al menos, no todas.
Pero, desde luego, el que accede al dominio de sus siete dimensiones y se adentra en su propio conocimiento
sabe de lo finito y de lo relativo de su estatura.
Para que el Centro funcione y cumpla con su función principal, la de ser nuestro cordón umbilical con
Dios o con lo trascendente (poco importa cómo lo podamos y queramos llamar: evolución por ejemplo, puesto
que si fuera cierto que bajamos del mono hemos conseguido, los humanos, pasar de una estructura de cinco
dimensiones a una de seis con seis emociones, y de algún lugar la hemos sacado y ese lugar es el Centro),
hay un solo requisito: que la estructura esté total y completamente vacía. Si pretendemos poner cualquiera de
nuestras estructuras, cualquiera de nuestras emociones o cualquiera de nuestros sentidos en el Centro, sólo
tendremos locura y confusión. Nuestro narcisismo, origen y causa de todos los males, nos hará, a más de
locos, tóxicos para los demás. Y la razón es muy sencilla: si ponemos, en la estructura que nos sirve para
recibir las infinitas dimensiones que no poseemos los humanos, una de nuestras seis, nos consideraremos
Dios y creadores del universo y de su finalidad. Con lo cual, primero deliramos, y, segundo, dejamos de recibir
esa maravilla de conocimiento, energía y sabiduría que estamos diseñados para recibir. Volviendo a la
concepción evolucionista con la cual no estamos en pelea sino en debate científico, si la damos por válida, la
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PRECIADA AZANCOT
evolución requiere que, en algún momento de la historia, pasemos de seis dimensiones a siete dimensiones, y
luego a ocho, y luego a nueve, etc. ¡Fantástico! Pero la única manera de lograrlo es no poniendo ninguna de
las que ya tenemos en el lugar de la estructura que recibe las que no tenemos.
Durante el siglo XX estuvo de moda, por razones científicas MAT, poner en ese Centro el orgullo,
porque estuvimos en un siglo Promotor, para quien la cúspide de su pirámide de hiperconexión es el orgullo.
El siglo XXI será, inevitablemente, un siglo Reactivador, que pondrá la cima de su pirámide en el Centro. Eso
es el espíritu, la alegría, la percepción directa y personal de lo sagrado. Mismo error. De ese tema trataremos
con profundidad en la última parte de esta obra. El siglo XXI será, a la vez, un siglo de proliferación de
religiones (por la cantidad de experienciaciones directas que van a inflacionar el espíritu humano, colocado en
el Centro) y una propuesta de progreso a través, entre otras cosas, el MAT por ejemplo, del final de las
religiones.
Después de esta introducción al conocimiento de las emociones que garantizan la energetización de la
estructura que tanto amor nos ocasionó, accedemos a la alegría auténtica: la de recibir un regalo milagroso e
inesperado, inaudito: tenemos todo lo que necesitamos tener para ser humanos verdaderos, y esa instalación
prodigiosa, nuestra estructura, está diseñada de manera admirable para funcionar a plenitud y crecer hasta el
infinito.
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PRECIADA AZANCOT
CAPÍTULO 3
NUESTRA CONEXIÓN CON EL MUNDO
Ya conocemos, al menos desde un aspecto de iniciación resumida, nuestra estructura humana universal
y también nuestra energía disponible para poner en marcha esta estructura, es decir nuestras seis emociones
auténticas innatas. Pero aún no podemos hablar de ingeniería estructural. Falta el conocimiento de una
tercera dimensión: el conocimiento de nuestros seis sentidos.
Nuestros sentidos son nuestras antenas al mundo. Las que nos permiten captar la realidad de nuestro
entorno y responder ante ese entorno. Nuestro cuerpo es el receptáculo del universo.
El MAT considera seis sentidos: tacto, oído, olfato, gusto, vista y sexo. Cada sentido es una antena
especializada en el funcionamiento de una de nuestras seis estructuras y en una de nuestras seis emociones.
Estos descubrimientos nuestros han sido comprobados científicamente en nuestras investigaciones
hospitalarias durante tres años a tiempo completo en el Hospital de la Princesa de Madrid.
En esta obra no mencionaremos la parte técnica ni mecánica de los sentidos, sino sus funciones
exactas en el funcionamiento de nuestra estructura de personalidad. Dejaremos el aspecto técnico a
investigadores más calificados que nosotros.
El MAT muestra que cada uno de nuestros seis sentidos es una antena especializada que capta toda la
información y los estímulos necesarios para poner en marcha una de nuestras estructuras. Una sola. Cuando
falla un sentido, afecta a la estructura y a la emoción correspondiente. Y cuando falla la emoción y afecta a la
estructura, falla el sentido correspondiente.
El ser humano es un ente sensible porque tiene seis sentidos. No porque tiene emociones. La emoción
es la energía interna que hace funcionar la estructura. El sentido es la instalación externa que nos permite
captar la totalidad de la realidad accesible al ser humano. Los sentidos captan estímulos y nos dan cuenta de
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EL ESPLENDOR DE LO HUMANO
parte de la realidad total en la cual estamos inmersos. Nuestros sentidos son instalaciones maravillosas y,
también, muy limitadas. Sin embargo, si los ponemos a funcionar plenamente, descubriremos un mundo
extraordinario.
Al igual que, como ya vimos, no hemos descubierto ni educado nuestras estructuras y nuestras
emociones, tampoco hacemos nada por afinar y usar nuestros sentidos. Si lo hacemos, descubriremos un
universo de sensibilidad maravillosa. Al igual que usamos una capacidad mínima de nuestra estructura y de
nuestras emociones, somos también subdesarrollados en el uso y manejo de nuestros sentidos.
Nuestros sentidos provienen todos de nuestro Vitalizador. Recordemos que una de las funciones de
nuestro Vitalizador es la de repartir, para que la justicia reine y que cada estructura dé lo mejor de sí y crezca
hasta límites infinitos. Cuando somos un embrión de un día, ya nuestro Vitalizador hace la repartición
especializada. Por lo tanto, si nacemos con un sentido que falla esto se debe un poco a un fallo del Vitalizador
y mucho a un fallo de la estructura correspondiente.
Nuestros sentidos son incompletos y limitados. Todos sabemos que, sobre la tierra, hay animales que
tienen, alguno de sus sentidos, infinitamente más desarrollados y potentes que los nuestros. Para dar un
ejemplo sencillo sabemos que un perro tiene un oído capaz de oír perfectamente los ultrasonidos, mientras
que el nuestro es enteramente sordo en ese aspecto. Un perro tiene un olfato capaz de recordar un olor
durante años y capaz de seguir la pista y el rastro de un animal o de un humano durante kilómetros y
después de días. Hay animales capaces de ver lo absolutamente invisible por nosotros. Sin embargo, para las
funciones que un ser humano ha de desempeñar, nuestros sentidos tienen una potencia y un alcance más que
suficiente. Ojalá, como para el resto de nuestros tesoros estructurales y emocionales, seamos capaces algún
día de usarlos y de disfrutar de ellos a plenitud.
Examinemos ahora cada uno de nuestros sentidos y su función en nuestra ingeniería estructural.
I. EL TACTO:
El tacto es el sentido más extenso y grande del cual disponemos. Cubre toda nuestra piel. La piel cubre
todo nuestro cuerpo. El tacto cubre también nuestras mucosas exteriores. No entraremos, como ya dijimos, en
ninguna consideración anatómica, materia en que somos totalmente ignorantes y que, además, sería tema de
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PRECIADA AZANCOT
futuros desarrollos e investigaciones de especialistas. Nos vamos a limitar a la mera ingeniería estructural, que
es el MAT.
El tacto está relacionado con nuestro Rector y con el miedo auténtico y es la antena responsable de
favorecer y garantizar nuestra seguridad y nuestra armonía.
En efecto, si hacemos unos simples ejercicios de imaginación, captaremos plenamente la certeza de
nuestro descubrimiento:
Imaginemos que estamos totalmente desollados, despellejados. Si cerramos los ojos y nos imaginamos
sin piel, caeremos inmediatamente en el terror. Nada nos podría, ni tan siquiera, rozar. El tacto es el sentido
garante y guardián de nuestra seguridad.
Gracias a nuestro tacto podemos evitar todos los peligros del entorno antes de que sea demasiado
tarde: sabemos lo que está cálido es agradable y lo que está ardiendo y puede destrozar nuestro sentido.
Sabemos lo que está helado para soltarlo a tiempo y no gangrenarnos. Sabemos lo que está hecho para
confortarnos y no picar o arder. Sabemos distinguir lo que es suave y acariciable de lo que es rugoso, áspero
y rechazable. Sabemos lo que es duro y lo que es blando. Lo que es seco y lo que es húmedo. Lo que nos
puede dañar y lo que nos puede gustar. Lo que está sano y lo que está descompuesto. Lo que está duro y lo
que está maduro. Y, sobre todo, para el correcto funcionamiento de los ejes, lo que es existente y lo que no lo
es.
Si ustedes nos lo permiten, vamos a redactar algunos ejercicios que les harán experimentar los
descubrimientos del MAT, dirigiéndonos, en primera persona a cada uno de ustedes para que puedan seguir
paso a paso los ejercicios en un diálogo personalizado: tú-yo.
1) Imagina que has contraído una extraña enfermedad que te deja sin ninguno de tus sentidos: sin
tacto, sin oído, sin olfato, sin gusto, sin vista y sin sexo. ¿Cómo te sientes? ¿Cómo eres hoy? ¿Qué sabes?
¿Cuál es tu universo? ¿Qué piensas hacer acerca de tu futuro?
Haz ese ejercicio con un amigo y compara vuestras reacciones, creencias y decisiones.
2) Ahora tienes sólo tacto: explórate, explora tu mundo. ¿Qué sabes? ¿Qué sientes? ¿Qué posees?
¿Qué piensas hacer?
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EL ESPLENDOR DE LO HUMANO
3) Ahora tienes tus seis sentidos: toma contacto con tu piel. Tu piel es tu coraza sensible ¿Lo
percibes? ¿Percibes que, además de sensible es reactiva? ¿Qué emoción es la que domina en ti?
4) Ahora cierra los ojos y toma contacto con cada parte de tu cuerpo, con la piel que recubre cada
parte de tu cuerpo. Comienza por la cabeza y ves bajando hasta los dedos de los pies. ¿Qué has sentido?
¿Has sentido hormigueos, frío, calor en algunas partes más que en otras? Anota tus descubrimientos.
5) Con unos amigos que acepten hacer este ejercicio contigo y se sitúen detrás de ti, a tu espalda:
cierra los ojos y pide a cada uno que haga, por turno, el mismo ejercicio contigo sin decirte su nombre ni
identificarse de ningún modo. Cada uno se deberá acercar por detrás y situar su mano a unos diez
centímetros de tu nuca. Cuando todos pasen, identifica con qué número o números has percibido más o
menos sensaciones y si esas sensaciones fueron agradables o amenazantes.
6) De la misma forma que en el ejercicio anterior pide a cada uno, sin que se identifique, que te toque
la nuca, la espalda y los riñones. Compara tus sensaciones con cada uno de tus amigos y verifica si las
sensaciones agradables o desagradables se dan con las mismas personas que en el ejercicio anterior.
7) Ahora imagina que tienes tus sentidos pero que te falta el tacto. De entre las funciones de tus seis
estructuras (Seguridad, Desarrollo, Justicia, Estatus, Pertenencia, Plenitud) ¿cuál es la que más te falta? Si has
elegido la plenitud, ¿cuál es la que viene a continuación?
8) Ahora imagina que estás desnudo e inmovilizado en posición horizontal, tendido (a) en el suelo.
Imagina que te vendan los ojos y que hacen recorrer tu cuerpo por ratas, serpientes, sapos y gusanos. ¿Qué
descubres? ¿Cuál es tu emoción dominante? ¿Qué estructura desearías poner en juego para detener ese
suplicio?
9) Ahora rodéate de varios objetos de texturas diferentes, cierra los ojos y pide a tu compañero de
ejercicios que te acerque cada objeto sin decirte cual. ¿Qué descubres? ¿Qué tipo de objetos identificas
mejor?
10) Ahora imagina que sientes miedo, mucho miedo. ¿Qué es lo que más necesitas para acceder a una
mayor seguridad? ¿Que te toque alguien en quien confías? ¿O prefieres que te miren, te huelan, te chupen, te
oigan o te penetren sexualmente?
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PRECIADA AZANCOT
Si hemos hecho bien los ejercicios, descubriremos la absoluta relación entre la piel y el tacto con el
miedo auténtico. Y, también con una estructura muy en particular: con el Rector. En efecto, nuestra piel es
nuestra única coraza de seguridad, la que nos permite alejarnos de lo peligroso y dañino y acercarnos a lo
seguro.
Cuando nuestro Rector funciona alimentado por miedo auténtico, sabemos, a distancia, percibir que
una persona o animal peligroso se acerca, porque nuestra nuca, nuestra espalda y nuestros riñones están
más especializados que el resto de nuestra piel para garantizarnos la seguridad.
Sabemos, con sólo mirar la piel de otra persona, si esa persona es tóxica o atractiva y segura.
Sabemos, con sólo estrechar la mano de una persona, si esa persona es segura o no.
Sabemos que cuando tenemos miedo sudamos, y reconocemos ese miedo, las más veces inflado, en la
tersura o humedad de la mano que estrechamos.
Sabemos, en el eje miedo- orgullo, que cuando tenemos las manos sudadas tenemos miedo y que
cuando sentimos orgullo la piel es cálida y seca. Y sabemos detectar esas dos emociones en la piel de los
demás.
Ahora bien, hay un abismo entre tocar y palpar. Cuando tocamos estamos utilizando nuestro tacto,
nuestro miedo y nuestro Rector de manera mecánica, devaluada y superficial. Cuando palpamos y nos
concentramos en esa tarea preciosa, milagrosa, sabemos detectar todos lo matices de la auténtica seguridad.
Percibimos nuestro contacto con el dónde de las cosas. Entramos más y mejor en nosotros mismos y
diagnosticamos mejor lo ajeno. Por eso los bebés acarician su osito preferido o un trozo de cobija o de
almohada para sentirse más seguros.
Es increíble darse cuenta de cómo nuestra capacidad más alta rectora, la de diagnosticar y la de
detectar la armonía, crece y se afinca si nos ejercitamos a palpar cosas, personas y a nosotros mismos. Vale
la pena ensayarlo.
Al igual que cada una de las seis emociones, el miedo tiene su color relacionado que lo expresa mejor y
que esa emoción se introduce en nuestro cuerpo por su sentido correspondiente cuando llega cómo estímulo
del entorno. EL COLOR DEL MIEDO ES EL MORADO.
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Hagamos un último ejercicio: Cierra los ojos y visualiza que una gran energía morada o violeta se
introduce por todos los poros de tu piel y llena tu cuerpo. Deja penetrar y actuar esa gran energía dentro de ti
durante tres minutos. Antes de abrir los ojos, haz que el color se vuelva más denso y fuerte, más oscuro
también, en tu nuca, tu espalda y tus riñones. Abre los ojos y verifica cómo te sientes.
Si ese ejercicio se realizó bien, estarás sintiendo mayor seguridad, mayor armonía y confianza en ti.
Haz ese ejercicio cada vez que necesites fortalecer tu Rector y conectar a éste tu miedo auténtico para lograr
mayor seguridad.
Podemos verificar la gran y estrecha relación que existe entre el color violeta, en toda la gama que va
desde el morado hasta el lila, con el miedo y su función, la seguridad. El violeta es la expresión del miedo y de
la seguridad en la gama cromática. Para verificar eso, podemos hacer varios ejercicios, como son el de tapizar
o pintar una habitación de color violeta cuando lo que se quiere reforzar es la sensación de seguridad,
ponernos una prenda de vestir morada cuando tenemos miedo y ver si accedemos a una mayor seguridad,
rodearnos de objetos de uso diario de color violeta si notamos que nuestro fallo estructural está en el Rector
o si necesitamos conectar mejor el miedo. Funciona. Nosotros, en nuestros seminarios, hemos podido
comprobar el gran efecto benéfico del color violeta sobre el funcionamiento del Rector, sobre la conexión con
el miedo auténtico y sobre la mejora de enfermedades de la piel, del pulmón y de los nervios.
Además hemos hecho una profunda investigación sobre el uso de los colores preferentes de los
grandes pintores en función de su estructura de personalidad y de su funcionamiento tipológico emocional. Sin
saber todo esto que estamos desvelando, buscamos colores específicos según nuestro estado de ánimo para
vitalizarnos.
Y, por fin, hemos podido comprobar que las personas que carecen de miedo auténtico soportaban sin
reaccionar contactos avasalladores e invasores y los actuaban avasallando a los demás, mientras que las que
tienen esa emoción exaltada son recelosas y rechazan los toqueteos. Hemos podido comprobar que cuando
se conectaba bien el miedo los problemas de piel desaparecían.
Un buen ejercicio de meditación sería hacer penetrar por todos los poros de tu piel una gran ENERGÍA
VIOLETA DE SEGURIDAD y conservarla dentro de ti dos minutos. Al tercer minuto, densificar e intensificar el
color en tu nuca, espalda, riñones. (Esto está ya contado en la página anterior)
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II. EL OÍDO:
El MAT descubre que, en un funcionamiento estructural y emocional perfecto, el oído es la antena que
relaciona nuestro Sintetizador y su emoción innata, la tristeza, con el universo. El oído se relaciona e incide de
manera decisiva sobre la función de Desarrollo.
Como lo hicimos con el tacto, vamos a realizar unos cuantos ejercicios para verificar esa realidad y
hacer descubrimientos importantes.
1) Imagina, como en el ejercicio anterior, que contraes esa enfermedad que te deja sin ninguno de tus
sentidos. Imagina que recuperas sólo el oído. ¿Qué sientes? ¿Qué haces? ¿Cómo te relacionas con el mundo?
¿Cómo planificas tu vida futura?
2) Imagina la misma situación que en el ejercicio anterior, pero que además de oído, ya has
recuperado el tacto. Hazte las mismas preguntas que en el ejercicio 1.
3) Imagina ahora que tienes todos tus sentidos salvo el oído: ¿Qué sientes? ¿Cuál emoción domina?
¿Cómo será tu vida?
4) Haz este ejercicio en pareja. Cierra los ojos mientras tu compañero (a) te relata cómo vivió el
ejercicio anterior. ¿Qué descubres en el sonido de esa voz? Se supone que ya conoces bien la voz de tu
pareja, ¿qué descubres que no habías concientizado antes? Si estás atento al nivel de tristeza de la voz en su
tono y su ritmo, ¿qué descubrimientos haces?
5) Selecciona entre tus C.D. música que se relacione con las seis emociones y escúchala. ¿Sientes que
crece tu nivel de desarrollo? ¿Sientes que se reduce tu tristeza? Si te gusta la música clásica selecciona algún
disco de Mussorgski y de Shostakovich, y verifica si sientes mejor la tristeza y si accediste mejor a la
capacidad de Desarrollo (análisis y comunicación).
6) Imagina que tu mejor amigo está contigo y cae al suelo, sin sentido. ¿Cómo vas a saber si está
muerto o sólo desmayado?
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7) Ahora imagina que estás en una celda y que estás obligado a soportar ruidos discordantes y a
altísimo volumen, ensordecedores. ¿Qué sientes? ¿Qué puedes hacer? ¿Cómo terminarás si esto continúa 24
horas al día?
8) Imagina que llegas a tu casa, ¿cómo vas a saber si hay alguien en casa?
9) Imagina que vas a una conferencia y que el ponente habla tan bajo que no oyes casi nada. ¿Qué
sientes? ¿Qué haces?
Si has hecho los ejercicios, habrás podido comprobar la absoluta relación que existe entre el oído y la
tristeza. Cuando no oigas nada surgirá el aislamiento y la tristeza, cuando oigas surgirá la posibilidad de que
tu Sintetizador cumpla su función de conocer, de consolarte, de consolar, de desarrollarte.
Es vital conocer la diferencia entre oír y escuchar. Por lo general somos narcisistas: oímos a la gente y
nos escuchamos hablar a nosotros mismos. O si no, somos apocados e inseguros: escuchamos hablar al otro
y nos oímos como un ruido innecesario y fútil. Para entrenarnos, sugerimos empezar a escuchar música
clásica. Luego atender a las palabras, al tono, al ritmo de las palabras ajenas y propias. En ese orden.
El oído nos muestra la relación con la función de desarrollo. La mayoría de los datos que vamos a
conservar en la memoria provienen del oído. Y comunicar sin sonidos produce una sensación de soledad y de
esterilidad que los adeptos de la comunicación escrita conocen y provocan en los demás. El ser humano, así
como los animales, necesita sonidos para sobrevivir.
El oído-tristeza- Sintetizador tiene también su color en el arco iris: el AZUL en toda su gama cromática.
Las personas que usan de manera predilecta el Sintetizador y la tristeza auténtica bien lo saben.
Un buen ejercicio sería sentarte en posición de meditación y hacer penetrar por los oídos y por la
coronilla de la cabeza UNA GRAN ENERGÍA DE DESARROLLO AZUL y conservar ese color y esa energía en todo
tu cuerpo. Al tercer minuto, intensificarlo y densificarlo en tu cerebro izquierdo y en todo tu sistema linfático.
El efecto tranquilizante y apaciguador del azul es bien conocido. Las personas que se dispersan, que
son hipermotrices, que son excitables e irritables, se tranquilizan en lugares pintados o tapizados de azul.
Evidentemente, no es un color indicado para las personas propensas a la depresión, porque las pone más
tristes.
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En nuestras investigaciones hospitalarias en cardiopatías hemos detectado que, mucho tiempo antes
de que se declare la enfermedad coronaria, el paciente sintió problemas de oído: disminución auditiva o
zumbidos. Y es que la cardiopatía tiene como causa emocional la inversión tristeza que se siente como rabia y
rabia que se siente como tristeza.
Cuando nos vestimos de azul o nos rodeamos de objetos de ese color, prestamos más atención al
oído, que funciona mejor, y somos más inteligentes también. Estamos más claros y no nos perdemos en
detalles y en parloteo que hacen perder el tiempo de nuestro interlocutor y lo sitúan en la tristeza.
Cuando estamos tristes o necesitados de ayuda, buscamos todos un consuelo y una guía mirando al
cielo. Azul.
Como hay una relación innegable entre la tristeza y la glándula tiroides, recomendamos el uso del azul
para acelerar el metabolismo y adelgazar mejor.
III. EL OLFATO:
El olfato es el sentido que pone en relación a la rabia y al Vitalizador. Nos podemos preguntar
ingenuamente cómo el Vitalizador atribuye en justicia los demás cinco sentidos a las otras estructuras y
emociones, y conserva para sí, que tiene la función de vitalizarnos, darnos energía, ponernos en movimiento y
en acción e impartir justicia, un sentido aparentemente tan modesto como el olfato. ¿Cómo recibir el impulso
de percibir, sentir, repartir, asignar, reaccionar, denunciar, atacar, diluir, disolver, vitalizar, sanear, erradicar,
movilizar por el mero olfato? Lo mejor es experimentarlo primero para, a continuación comentarlo. Vamos con
los ejercicios:
1) Imagina, como en los ejercicios anteriores, que no tienes ninguno de tus sentidos y que recuperas
sólo el olfato. ¿Qué sientes? ¿Cómo percibes el mundo? ¿Qué descubres?
2) Imagina que tienes tus cinco otros sentidos salvo el del olfato. ¿Qué sientes? ¿Cómo percibes el
entorno? ¿Cómo te percibes? ¿Qué piensas hacer?
3) Haz este ejercicio en pareja: olfatea las muñecas, el cuello, el rostro y el cabello de tu pareja. ¿Qué
descubres?
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4) A continuación, y con la misma pareja, pídele que te diga verdades y olfatea los mismos lugares que
en el ejercicio anterior. ¿Qué variaciones encontraste?
5) A continuación, y con la misma pareja, pídele que te cuente una sarta de mentiras, ¿Qué descubres?
6) En grupo: coloca una venda sobre tus ojos y pide a tus compañeros que se acerquen por turno a ti
y que coloquen su muñeca bajo tu nariz. Cuando lo hagan, que te digan su nombre. Retén el olor. A
continuación, y alterando el orden en que se presentaron, pide a tus compañeros que se acerquen por turno
y, sin decir nada, coloquen su muñeca bajo tu nariz. Deberás, después de olfatear, intentar identificar a cada
uno de ellos por su olor. ¿Cuántos acertaste? ¿Observas que las personas que suelen utilizar mucho la rabia
tienen un olfato mejor?
7) Imagina que estás en una celda encerrado con un compañero. Este muere y estás con su cadáver.
Pasan los días y se va descomponiendo. ¿Qué sientes? ¿Qué piensas hacer?
8) Imagina que asistes a un curso y que una persona de apariencia agradable se sienta a tu lado.
Descubres que le huelen terriblemente los pies. ¿Qué sientes? ¿Qué haces?
9)Imagina que vas a un restaurante y pides tu pescado preferido. Descubres, cuando vas a probar el
primer bocado, un olor a pasado, a podrido. ¿Qué haces?
Si se hicieron bien los ejercicios, habrán podido percibir en cada ejemplo que surgía la rabia y la
consiguiente reacción. Cuando tenemos un olfato afinado, sentimos rabia ante los olores desagradables y
vitalidad y lozanía ante los agradables. Un mal olor nos va a “echar para atrás” en un movimiento de repulsión
y de rechazo (asco), todo ello expresión de matices de la rabia.
Si los ejercicios se hicieron bien, y cuando se tiene un olfato entrenado, se puede percibir una variación
del olor propio y ajeno cuando mentimos o nos mienten. Por eso, cuando se está entrenado, se percibe a los
mentirosos y a los manipuladores por el olor.
De igual modo, las enfermedades características de la mala administración de la rabia producen un mal
olor característico. Tal es el caso del cáncer ( rabia en vez de amor y amor en vez de rabia) y del S.I.D.A. (
rabia en vez de alegría y alegría en vez de rabia). No es el caso, por ejemplo, de los enfermos pulmonares
(miedo en vez de amor y amor en vez de miedo).
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El olfato- rabia- Vitalizador tiene su color: El ROJO. De todos es conocido el poder vitalizador y
caldeador del rojo. Es un color vital que renueva y anima. Impulsa a la acción. La ira, que es la rabia inflada,
es una pasión que nos lleva a querer que corra la sangre. Cuando nos enfadamos, nuestra piel enrojece y se
inyecta de sangre la mirada.
Cuando tenemos problemas con la expresión de la rabia, es benéfico y conveniente vestirse de rojo o
rodearse de rojo.
Hemos observado también que las personas que conviven con gente detestable, mentirosa y
manipuladora desconectan su olfato para no sentir rabia y separarse de ella. A veces, una persona muy
olfativa deja de poder oler. Una buena pregunta sería: ¿Contra qué o quién siente rabia que no quiere
concienciar?
En las normas de cortesía intervienen reglas de higiene, como bañarse cada día y usar desodorante,
para no molestar e irritar a los demás. El oler bien es una cuestión, no de educación, sino de justicia, función
del Vitalizador. Si no, nos exponemos a la expulsión vergonzosa. Y merecida.
Cuando nos sentimos abatidos o indecisos, lo más sano es ponerse de rojo. Cuando queremos
reanimar y revitalizar a alguien deprimido, lo adecuado es regalarle alguna prenda roja. Cuando, por lo
contrario, estamos irritables e irascibles, conviene ante todo evitar el rojo y optar por el azul.
Un buen ejercicio de meditación, que trae muy buenos resultados para la sanación del Vitalizador y de
la rabia, es el siguiente:
Siéntate en posición de meditación y haz penetrar por tu nariz, intentando olerla, UNA ENERGÍA DE
SANACIÓN Y VITALIDAD DE COLOR ROJO. Cuando la tengas en todo tu cuerpo, retenla dos minutos.
Condénsala y densifícala durante un minuto más en tu estómago, en tu hígado, en tus intestinos y en tu ano.
No la coloques jamás de manera intensa en tu sexo, contrariamente a lo que señalan los libros de los chakras,
porque invertirías el eje alegría-rabia.
IV. EL GUSTO:
El gusto es el sentido que relaciona al Transformador y al orgullo, y nos permite acceder a la creación,
al crecimiento, y a la metamorfosis. Para comprobarlo haremos también algunos ejercicios:
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EL ESPLENDOR DE LO HUMANO
1) imagina que estás en un trance de creación de alguna obra. Pongamos el ejemplo de un cuadro,
pero cualquier creación sirve. Imaginas qué cuadro quieres pintar y cómo va a quedar. ¿Puedes hacer eso sin
“probar” diversas alternativas?
2) Mismo ejercicio. Prueba las diferentes alternativas que acuden a tu imaginación. Vigila el sabor de tu
boca en cada alternativa. ¿Sientes algún sabor especial en cada una de ellas? ¿Sientes alguna relación entre
la alternativa que finalmente eliges y el sabor de tu boca?
3) Mismo ejercicio, pero con una pareja: haced ese ejercicio en solitario sin comunicaros el proceso. Al
final del proceso, cuando cada cual se haya decidido por su opción, comunicaos los diferentes sabores de
vuestra saliva en cada paso. ¿Los comentarios y ocurrencias de tu pareja te han servido? ¿Para qué?
¿Alguno de vosotros cambió su decisión? ¿Por qué?
4) Imagina, como en los casos anteriores, que no tienes ninguno de tus sentidos. Imagina que
recuperas sólo el gusto. ¿Qué descubres? ¿Cómo será tu vida? ¿Qué decides hacer? ¿Por qué?
5) Imagina ahora que tienes todos tus sentidos, salvo el gusto. ¿Qué pasa? ¿Qué decides hacer? ¿Por
qué?
6) Elige comer algo sofisticado que tú no hayas cocinado: intenta identificar los diferentes ingredientes
y la proporción de cada uno de ellos. Consulta con el cocinero para medir tu grado de acierto. ¿Cómo lo has
hecho? ¿Por qué crees que lo hiciste así? ¿Qué enseñanza sacas de ello?
7) Ojea un libro de cocina y lee algunas recetas sin atender a las ilustraciones. ¿Cómo varía el sabor y
cantidad de tu saliva? ¿Cuál de las recetas has seleccionado? ¿Por qué?
8) Mismo ejercicio, pero, una vez seleccionada la receta ponte a ejecutarla cocinando. Cuando la
pruebes, verifica si: ¿El sabor se parece al que habías imaginado? ¿Te gusta el plato? ¿Si decides volver a
cocinarlo, hay ingredientes que querrás cambiar o variar? ¿Por qué?
9) Imagina que estás prisionero y que te traen de comer comida sin ningún condimento. ¿Qué sientes?
¿Por qué?
10) Misma situación, pero te obligan a comer platos insoportablemente condimentados por exceso:
salado, dulce, amargo, picante, ácido. ¿Qué sientes? ¿Cuál te gustó más? ¿Cuál te disgustó más? ¿Por qué?
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11) Piensa en tus comidas preferidas situándote en el tiempo. Cuando eras niño. Hoy. ¿Te siguen
gustando las mismas cosas? ¿Ha habido evolución? ¿A qué crees que se debe, si la ha habido?
12) Imagina que algún día vas a crecer hasta ser todo lo que crees que puedes ser. Imagina la obra
que harás. Imagina la comida que preferirás. ¿Cómo eres? ¿Hay cambios? ¿Cuáles? ¿Por qué?
Si estos ejercicios se hicieron bien, habrán descubierto el grito de dolor del Transformador que no
funciona y también el gozo cuando sí funciona. Habrán tomado contacto con el orgullo y con la función de
antena hacia esas potencialidades humanas que tiene el sentido del gusto.
En efecto, se habrán podido dar cuenta de la amputación y de la desorientación que siente nuestra
estructura cuando la antena que la comunica con el entorno y con nuestra imaginación desaparece. Habrán
también, por lo contrario, apreciado cómo el gusto está atado a la imaginación cuando de probar y de
imaginar se trata. Todo nuestro “buen gusto” o “mal gusto” en nuestras elecciones y creaciones está
condicionado por ese sentido tan aparentemente modesto.
Meditemos sobre las funciones del Transformador y examinemos cómo el tener gusto o no condiciona
drásticamente la calidad de nuestra vida. El Transformador, ya lo vimos en detalle, tiene como funciones
Transformar, consagrar, crear, pronunciarse, imaginar, evolucionar, representar, elegir, decidir, permitir
crecer, acceder, declarar, buscar, probar, descubrir, afirmar, reconocer lo válido y determinar. ¿Cómo hacer
todo ello sin gusto, en el sentido físico cuando de alimentos se trata, y en sentido abstracto, sublimado y
esencial, función principal del Transformador? Cuando una expresión penetra en el lenguaje popular es que la
sabiduría del sentido común ha descubierto una imagen que necesita una expresión para expresarla con
palabras. ¿Cómo hacer todo lo que debe hacer el Transformador si tenemos mal gusto y elegimos lo vulgar, lo
que no es refinado y esencial ?
Como ya vimos también en esta parte del libro, la emoción orgullo, que es la energía innata y natural
del Transformador, se despierta con el gusto. Sabremos reconocer lo que nos gusta y lo que no, lo sublime y
lo común y tópico, lo elaborado y lo sencillo.
El orgullo es una energía que tiene su color particular: EL VERDE EN TODA SU GAMA CROMÁTICA. Por
eso, el árbol se convirtió en símbolo de nuestro orgullo, de nuestro ser. Un buen ejercicio para comprobarlo:
Cierra los ojos e imagina que por la boca y el paladar penetra una energía de transformación y de
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metamorfosis del verde que prefieras. Retén esa energía en todo tu cuerpo durante dos minutos. Al tercer
minuto, densifica y concentra el color verde en tu columna vertebral, en los huesos de tus piernas y pies y en
los de tus brazos y manos. ¿Qué has sentido?
Es bien sabido que el color verde es el preferido de los que manejan con predilección el orgullo. Es el
color de los que privilegian la civilización, la dignidad, la cultura y la creación. El color verde, como los demás
que ya vimos, tiene efectos sanadores: cuando nos sentimos perdidos y confusos, cuando creemos haber
perdido nuestro centramiento y nuestro ser, cuando queremos incentivar nuestra imaginación y nuestra
potencia creadora, cuando nos quedamos en blanco ante una página de papel, EL VERDE ES EL ÚNICO COLOR
que nos va a devolver lo perdido. El verde permite la transformación y la metamorfosis sin excitación. Calma,
relaja. ES EL COLOR DE LA RELAJACIÓN ACTIVA que permite la creación, la civilización y el progreso. Por eso
ante cualquier palacio ,y veces rodeándolo, hay un parque o un jardín. Por eso en cualquier ciudad, al lado de
la obra creadora del hombre (edificios, palacios, casas) hay espacios verdes, árboles y plantas verdes.
Como los colores anteriores, tiene también su contraindicación: cuando nuestro orgullo está
inflacionado y nos tornamos prepotentes, hay que suprimir el verde de nuestra vestimenta o decorado. Por lo
contrario, cuando nuestra confianza en nosotros mismos falle, hay que echar mano del verde y pasear por
espacios verdes. En la sanación, el verde actúa más sobre las enfermedades de los huesos y la falta de
calcificación.
Como para el resto de los sentidos, existe un abismo entre probar y degustar deleitándose.
Entrenémonos para lo segundo.
V. LA VISTA:
La vista es el sentido que relaciona el mundo interior y exterior con el Protector y con el Amor. Para
comprobarlo, haremos, como siempre, algunos ejercicios.
1) Imagina que tienes esa extraña enfermedad que anula todos tus sentidos. Después de un tiempo,
imagina que recuperas sólo la vista. ¿Qué sientes? ¿Cuándo has sentido algo parecido? ¿Con qué lo
relacionas? ¿Cómo será tu vida?
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2) Imagina ahora que tienes todos tus sentidos, salvo la vista, y que estás ciego. ¿Qué sientes? ¿Cómo
será tu vida? ¿Cuándo has sentido algo parecido?
3) Imagina ahora que naciste ciego y que un médico te devuelve la vista. ¿Qué sientes? ¿Cuál emoción
domina?
4) Abre bien los ojos y examina la habitación o el lugar donde estás, intentando recordar todos los
detalles. Cierra los ojos y represéntate el lugar y descríbelo. Abre los ojos y compara tu imagen con la
realidad. ¿Sabes ver o mirar? ¿Qué descubres?
5) Haz este ejercicio en pareja. Sitúate de pie, frente a tu pareja y mira bien todo su rostro.
¿Descubres cosas en las cuales antes no te habías fijado? ¿Por qué?
6) Con la misma pareja fija tu mirada, y concéntrala en profundizar en los ojos y en la mirada de tu
pareja. Haz que este ejercicio dure al menos dos minutos. ¿Qué sientes? ¿Por qué? ¿Cuándo sentiste algo
parecido?
7) Sitúate frente a un espejo y mírate atentamente. Busca la energía de tu alma en tu corazón y tráela
hacia los ojos ¿Qué sientes? ¿Cuándo has sentido algo parecido?
8) En pareja, con alguien que conoces bien: miraos a los ojos durante tres minutos, intentando percibir
el alma del otro y asomar vuestra propia alma. ¿Qué sientes? ¿En qué este ejercicio varía del ejercicio 6?
¿Cuándo has sentido algo parecido?
9) En pareja, con alguien que conoces apenas, repite el ejercicio anterior ( Nª 8). ¿Qué sientes?
¿Cuándo has sentido algo parecido?
10) Cierra los ojos y visualízate en el pasado, empezando por cuando eras niño (a) y avanza en el
tiempo, periodo a periodo, hasta llegar a hoy. ¿Qué sientes? ¿Cuáles de esas personas que has sido
prefieres? ¿Por qué?
Si estos ejercicios han sido hechos a conciencia, habrán percibido la estrecha relación que existe entre
la vista y el amor. Las expresiones populares como “amor a primera vista”, “los ojos son el espejo del alma”,
abundan sobre este hecho. Lo que no ha sido ahondado es el cómo desempeñar las funciones del Protector
sin vista y cómo la vista es el sentido que nos permite mejor ejercerlas.
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En efecto, las funciones del Protector, lo recordamos, son las de evaluar, establecer confluencias, unir,
alentar, motivar, ayudar, aceptar, cumplir, proteger y entregarse. ¿Cómo harías tú todo ello estando ciego y
cómo lo harías siendo vidente? Imagina ahora que te falten cada uno de los sentidos anteriores y evalúa si el
que mejor funciona para desempeñarlas es la vista.
El amor tiene su color: el NARANJA en toda su gama cromática. Las personas que tienen, en su
funcionamiento emocional, el amor dominante tienden a este color, sobre todo en las alfombras y paredes que
cubren sus casas y oficinas. Una alfombra color fuego dice mucho sobre la calidez y cordialidad de su dueño.
Como siempre, haremos un ejercicio para convencernos: Imagina que por tus OJOS ENTRA LA GRAN
ENERGÍA NARANJA DEL AMOR UNIVERSAL. Retén esa energía en todo tu cuerpo durante dos minutos, y, a
partir del tercer minuto densifica el color naranja en tu corazón, en todo tu sistema circulatorio y en tu
hipófisis. ¿Cómo te sientes? ¿Qué descubriste?
En el plano de la curación, cuando tenemos atascadas una o varias funciones del Protector, es
conveniente rodearnos de naranja, llevar prendas de ese color o pintar las paredes de naranja. Sobre todo el
tapizar el suelo de naranja encendido, color fuego, produce una verdadera sanación. Si nos falta amor,
nuestro color será el naranja. Si el amor es nuestro sentimiento preferido, lo será también.
Los problemas de corazón se mejoran con el naranja. Cuando desayunamos, en muchos países,
empezamos a cuidarnos tomando jugo de naranja. No es por la vitamina C, que tienen incontables frutas. Es
porque nos damos y damos amor para comenzar el día.
Por lo contrario, cuando queremos olvidar un amor que decidimos alejar, cuando somos demasiado
salvadores y pensamos siempre en los demás sin recordarnos el amor que nos debemos a nosotros mismos,
es mejor evitar el naranja sobre nosotros y en nuestro entorno.
VI. EL SEXO:
Así como en las estructuras MAT la que más sorprende es el Orientador, a nivel del conocimiento de
nuestros sentidos el que más asombra es el sexo, que, nadie antes del MAT había reconocido como sentido.
El sexo, hasta ahora, fue considerado un órgano del cuerpo que funcionaba según leyes misteriosas e
inverificables, y no como un sentido coherente y de fácil y certero conocimiento que nos permitía acceder a la
alegría y al conociendo del inconsciente y de lo trascendente.
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En el MAT, el sexo es el sentido que relaciona el mundo psíquico interno y externo con el Orientador y
con la alegría.
Es más fácil entender la relación entre estado de abatimiento o de confusión psíquica y sexualidad vital
o deprimida que entender que el sexo es el sentido de la alegría y lo que nos permite cumplir las funciones de
nuestro Orientador. Haremos, como siempre, algunos ejercicios para experimentar:
1) Imagina que tienes esa extraña enfermedad que anula todos tus sentidos y que te deja también el
sexo completamente muerto e insensible. ¿Qué sientes? ¿Cómo será tu vida? ¿Qué sentido darás a tu vida?
2) Imagina ahora que tienes tus cinco sentidos anteriores, pero que tu sexo está muerto e insensible.
¿Qué sientes? ¿Qué emoción domina? ¿Cómo será tu vida? ¿Qué emoción es la que más echas de menos?
3) Imagina ahora que además de tus cinco sentidos tradicionales adquieres una especial sensibilidad y
potencia sexual. ¿Qué sientes? ¿Qué emoción domina? ¿Cómo será tu vida?
4) Imagina ahora que te faltan todos tus sentidos, pero que tienes una especial sensibilidad y potencia
sexual. ¿Qué sientes? ¿Cómo será tu vida?
5) Imagina que estás sólo en una playa, tendido sobre la arena y que surge a tu lado un ser humano
desnudo y que encuentras bellísimo (a) y que se acerca a ti, sonriéndote. ¿Qué sientes? ¿Qué pasa en tu
sexo? ¿Qué fantaseas?
6) Imagina que estás solo en una playa tropical, desnudo sobre la cálida arena, y que sale de un mar
turquesa y calmo tu pareja ideal, desnuda. ¿Qué sientes? ¿Qué emoción domina? ¿Qué fantaseas?
7) Imagina que estás en una fiesta, que tomaste un trago o dos, y que asistes a un desfile de mujeres
o de hombres bellísimos. ¿Qué sientes? ¿Qué emoción domina? ¿Qué fantaseas?
8) Imagina que estás sólo con tu gran amor, sobre una cama, que la (o) acaricias y que te acaricia
todo el cuerpo. ¿Qué sientes? ¿Qué emoción domina? ¿Qué deseas hacer?
9) Imagina que estás sólo en un paisaje maravilloso y que tienes una experiencia trascendente de lo
sagrado. Toma contacto con tu sexo. ¿Cómo está? ¿Has notado si se siente más vivo o más muerto?
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EL ESPLENDOR DE LO HUMANO
10) Imagina que estás contento, vestido, paseando, que sientes tu sexo vivo, desplegado y húmedo.
Llega alguien colérico y desagradable, que te mira de manera poco amistosa. Además es repugnante
físicamente. ¿Qué sientes? ¿Qué emoción se ha cortado? ¿Por cual se ha reemplazado?
11) Imagina que te presentan a alguien que encuentras sexualmente muy atractivo(a). Imagina que
habláis y que descubres que esa persona es espiritualmente repulsiva. ¿Qué sientes? ¿Qué variación ha
habido en tu sexo? ¿Qué deseas hacer con esa persona?
Como en la tanda de ejercicios anteriores, estos ejercicios, si se hicieron a conciencia y sin prejuicios,
han debido hacerte descubrir la innegable relación que existe entre el sexo y la alegría. Lo que tal vez aún no
quede claro es la relación del sexo con las funciones del Orientador.
Recordemos, ante todo, las funciones del Orientador: abrir caminos, encontrar la certeza de la verdad,
revelar, atisbar, irradiar, elevar, experimentar integralmente, dar testimonio, iluminar, cambiar, renovar,
planificar, fluir, disfrutar. Ya hemos visto en la parte anterior de esta obra que era imposible hacer bien todo
ello sin alegría, y que la alegría era la energía natural del Orientador. Ahora te toca imaginar y fantasear sobre
cómo harías todo ello con un sexo sensible y potente y cómo lo harías si estuvieras castrado(a). ¿Qué
descubres? ¿Qué funciones te parecen más relacionadas con el sexo? ¿Qué funciones aún no descubriste que
sí lo están? ¿Prometes meditar sin prejuicios, sobre ellas?
Al igual que en los casos anteriores, la alegría tiene su color y da energía y potencia al Orientador. Aquí
se trata de la ENERGÍA AMARILLA Y SOLAR DE LA ALEGRÍA. El amarillo es el color de la alegría y el que más y
mejor despierta el sexo auténtico, y no el rojo como siempre se había creído hasta entonces. El rojo despierta
la rabia y la vitalidad y aleja del sexo que no surge del amor naranja. Por eso en los burdeles se emplea el
rojo y no el amarillo. Allí no se va a hacer el amor sino a fornicar, y para ello, nada mejor que la rabia. Luego
se extrañan de quedar tristes y sin alegría.
Hay un relación estrecha entre la alegría y el color amarillo, en toda su gama cromática. Las personas
muy positivas, emprendedoras y alegres se inclinan por el amarillo, tanto en su vestimenta como en la
decoración y adornos de su espacio.
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PRECIADA AZANCOT
Cuando queremos alegrarnos, un fondo amarillo o una prenda de este color nos devuelve la alegría y la
estimula. ¿Y que decir del oro, que es el metal más emparentado a la alegría del fasto, de la abundancia, de la
riqueza, todo ello sinónimo de alegría?
En la sanación, el amarillo ejerce un gran poder para ponernos positivos. Influye particularmente sobre
la sanación de la sexualidad, ya sea por exceso o por defecto, sobre el páncreas y sobre los pulmones.
Por lo contrario, es un color que conviene evitar en personas hiperactivas y fantasiosas, así como en
las mágicas.
Imagina ahora, meditando, que por tu sexo entra una gran energía amarilla que penetra en todo tu
cuerpo. Al cabo de dos minutos, intensifica el amarillo en tu sexo, en tu sistema reproductivo, en el páncreas,
en los pulmones y en el espacio de la frente, y entre tus cejas, que está entre tus dos ojos. Visualízate, con los
ojos cerrados, dentro de cinco años, de tres años, de un año. ¿Qué descubres?
A continuación presentamos a modo de recordatorio las relaciones entre estructuras, emociones y
sentidos:
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EL ESPLENDOR DE LO HUMANO
Ahora sí que tenemos todo el inventario de tesoros con los que nacimos, todos, por el simple hecho de
ser humanos. Ahora SÍ PODEMOS CONOCER EL FUNDAMENTO BÁSICO DEL MAT: LA INGENIERÍA SENSORIAL Y
EMOCIONAL DE LA ESTRUCTURA UNIVERSAL HUMANA.
¿Qué emociones tener frente a esa maravilla? Todas, por supuesto, con una muy dominante: la alegría.
La alegría estalla, auténtica y pura, frente a un regalo, y, más aún, frente a un milagro. Sin extendernos, nos
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limitaremos a formular dos preguntas: ¿Hay regalo mayor que poseer toda esa estructura, todas esas
emociones y todos esos sentidos? ¿Hay milagro mayor que experimentar que todo ello está vivo, al mismo
tiempo, y que funciona?
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CAPITULO 4:
DEL EESPLENDOR
SPLENDOR A LA MISERIA: CÓMO SE FORMAN LAS
TIPOLOGÍAS DE PERSONALIDAD.
Estamos constituidos, ya lo vimos, para funcionar plenamente y alcanzar la gloria y el esplendor.
Alcanzar la gloria, porque todo ese milagro de perfección y de complementariedades que significa el
despliegue de todas nuestras estructuras, de todas nuestras emociones auténticas y de todos nuestros
sentidos, nos llevaría a ser Reyes de cuentos de hadas si estuvieran instrumentadas y presentes en todos los
seres humanos. Alcanzar el esplendor, cuando esa secuencia emocional innata, sostenida por los tres ejes o
vigas maestras y al servicio de nuestro Centro, nos garantizaría un crecimiento y un florecimiento permanente
dentro de una individualidad única en cada uno de nosotros.
Sin embargo, y estamos seguros de ello, casi ningún lector se ha podido encontrar funcionando a plena
potencia, y en cada estructura por igual, en perfecta armonía, en claridad, en corporalidad, en metamorfosis,
en alma y en espíritu, en un cono ascensional con tres vigas robustas y en permanente expansión. Cada cual
se habrá reconocido fuerte en ciertas funciones, mediano en otras, y malo en algunas. Entonces habrá visto la
instalación MAT y su funcionamiento más bien como un ideal que como una posibilidad real o un potencial
alcanzable de manera realista. Nada más erróneo.
Si algunos tenemos puntos fuertes, puntos medios y puntos débiles es porque tenemos lo que
podríamos llamar “personalidades distintas”. Algunos estamos más dotados para algunas cosas, otros para
otras. O, al menos, así parece. Y eso parece normal puesto que los seres humanos poseemos una estructura
que nos hace ser únicos y diferentes: nuestro Transformador. Además, todos tenemos cargas genéticas
distintas que condicionarán nuestra apariencia física, el color de la piel, la forma de nuestras facciones, el tipo
de cuerpo, el carácter, rasgos de personalidad únicos, propensión a enfermedades, y un largo etcétera. Eso
nos parece maravilloso porque nuestra instalación como seres humanos, cuando funciona bien, nos permite
ser completos, gloriosos y esplendorosos, todos, y, a la vez, únicos. Eso es el milagro de la vida. Cuando
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somos nosotros mismos, funcionamos a plenitud y nadie se parece a nadie, aunque todos compartimos la
misma potencialidad virtual, y sólo es cuestión de decisión personal e individual elegir desarrollar o enfatizar
alguna estructura en algún momento dado de nuestras vidas, y otras en otros momentos. Somos todos reyes
y tenemos todos un imperio potencial innato a nuestro alcance. Existimos para obtener seguridad y armonía,
desarrollo y claridad, justicia y corporalidad, estatus y crecimiento creador, pertenencia y alma, plenitud y
espíritu. Existimos para la felicidad y para construir un mundo maravilloso donde no existan razones
endémicas de miedo e inseguridad, donde no exista el subdesarrollo y la pérdida de nuestras virtualidades, o
sea, razones endémicas de tristeza, donde no exista la injusticia, la calumnia, la mentira y la manipulación, es
decir razones instituidas de rabia, donde no exista esterilidad creadora y transformadora, es decir razones
endémicas de humillación y de falta de orgullo y de dignidad, donde no exista la falta de solidaridad y de
sentido de pertenencia y por lo tanto causas de desamor, donde no exista la infelicidad y la falta de plenitud y
de espiritualidad, o sea, falta de alegría. Sin embargo, nadie lo diría en un mundo como el nuestro.
Funcionamos, mayoritariamente, en la inseguridad, el subdesarrollo, la injusticia, la esterilidad creadora, la
insolidaridad, la resignación a tópicos que nos alejan de la plenitud en esta vida y la posponen al más allá.
Comencemos a describir primero qué es la gloria y el esplendor para los cuales estamos todos
creados, antes de descubrir las razones por las cuales no somos lo que somos y vivimos tantas veces en la
miseria interior.
Comencemos, como siempre que queramos descubrir y consolidar nuestra potencia instalada, es decir
la secuencia MAT de las emociones innatas y sus resultados, por la gloria para la cual nacemos todos: La
Teoría Omega en acción. Descubriremos así, paso a paso, los tesoros que todos tenemos, no a modo de
inventario, como lo presentamos hasta ahora, sino actuantes y vigentes en nosotros, en cada uno de
nosotros.
Después veremos cómo se accede al esplendor a través de la realidad de los tres ejes o vigas
maestras de nuestra construcción, puestas al servicio de nuestro Centro.
I. EL ACCESO A LA GLORIA: LA TEORÍA OMEGA EN ACCIÓN:
Partimos del primer nivel de las motivaciones humanas, la necesidad de SEGURIDAD, es decir el Rector,
el miedo y el tacto funcionando plenamente. Accederemos así, en primerísimo lugar, al autoconocimiento
profundo y al conocimiento instantáneo de los demás. La potencia en hacer diagnósticos permanentes y
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PRECIADA AZANCOT
siempre actualizados sobre nosotros mismos y sobre las demás reposará sobre la alegría de la certeza de la
plenitud para la cual todos nacemos y que constituye los cimientos de la pirámide que sostiene y posibilita el
despliegue y el logro de dicha seguridad.
Vamos así, de manera perpetua, profundizando y expandiendo nuestro conocimiento de nosotros
mismos, en cada momento y lugar, y diagnosticando el estado de seguridad o de riesgo que nos ofrecen los
que nos rodean. Así nos protegeremos a nosotros mismos y sabremos rodearnos de los más seguros y
defendernos de los más tóxicos. Cuando detectemos una falta de armonía interior, armonía basada en la
plenitud natural del orden de lo humano, sabremos inmediatamente dónde está el peligro, si en nosotros,
porque alguna estructura se infló o dejó de estar alimentada adecuadamente, o si en el otro, porque
sabremos medir lo que ocurre con los mismos parámetros.
Como tendremos el miedo conectado al Rector, y enchufado al tacto y a la piel, seremos geniales en
diagnosticar qué niveles de riesgos internos o externos corremos en cada momento, siendo imposible caer en
la excesiva defensa recelosa contra lo que nos favorece o en la inconsciencia temeraria que nos pone en
peligro. Seremos, así, seguros, respetuosos, rectos, armoniosos y éticos. Percibiremos epidérmicamente qué y
quién es seguro y benéfico y qué y quién es peligroso y tóxico.
Además iremos reforzando día a día esa sensibilidad especial y ese conocimiento del ser humano, tanto
hacia adentro como hacia afuera. Como tendremos el miedo auténtico alimentando al Rector, éste cumplirá
cabalmente sus funciones de diagnosticar, establecer límites necesarios, legislar, defender, localizar y separar
lo que viene a incrementar el estado de plenitud de partida y evitar el peligro de perder la armonía y el
bienestar. Seremos fuertes y a la vez sensibles y porosos y sabremos que el cambio es vida y que estamos a
salvo si nuestro Rector, nuestro miedo y nuestra piel trabajan en equipo. Cuando esto no ocurra, y detectemos
o caigamos en el fatalismo, en el derrotismo, en la histeria, en la valentonería, en el masoquismo, en la
prepotencia, en el paternalismo, en la debilidad, en la temeridad, sabremos sentir miedo para inmediatamente
diagnosticar dónde y en quién se soltó el circuito correcto, sin alarmarnos demasiado, rectificándolo con
certera seguridad y aconsejando a los demás sobre su problema de cortacircuito. Todo ello lo haremos en
perfecta tranquilidad. Estaremos así seguros de nosotros mismos y de los demás.
Eso, como función normal, básica y accesible a cualquier ser humano. Así accederemos al acceso de la
función trascendente de la trinidad Rector, miedo, tacto: la armonía. Definimos la armonía como la belleza del
equilibrio, es decir, la rectitud de estar en nuestro lugar y de respetar lugares ajenos sin permitir que se
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produzcan desequilibrios por inflación o deflación de cualquiera de nuestras estructuras y de cualquiera de
nuestros sentidos. Como máxima jerarquía de nuestro Rector, y para instaurar la armonía en nosotros mismos
y hacia los demás, seremos sutiles y respetuosos, no invadiendo jamás ni el tiempo ni el espacio ajeno, así
como no permitiendo que nos lo hagan a nosotros. Como estaremos cada día más seguros de nosotros
mismos y respetuosos de los demás, seremos disuasorios para aquéllos que nos quieran invadir. Suaves y
férreos, así seremos de armoniosos y de fiables y de sólidos.
Como ofreceremos ese espacio seguro, sólido y fiable a los demás, podremos acceder con los mejores
al segundo nivel de aspiración humana: el desarrollo que permite la tríada Sintetizador, tristeza, oído. Lograr,
sobre la base de lo sólido y seguro, desarrollar todas las posibilidades reales disponibles nos hará acceder al
conocimiento dinámico de nosotros y de los demás. Dinámico porque en cambio y en desarrollo.
Lo que obtendremos, en cada campo de acción de un Sintetizador alimentado por tristeza auténtica y
conectado al oído, es cuantioso, valioso e inaplazable:
Lo primero será saber con certeza gestionar nuestro tiempo, para así desarrollar nuestro espacio
interior y exterior. Sabremos evitar dedicar el tiempo a tareas estériles y a dramáticas que nos sitúan en roles
de Salvador, Perseguidor o Víctima, en los cuales violamos, castramos o chupamos a los demás, perdiendo así
la dignidad y convirtiéndonos, en vez de desarrolladores de lo vivo, en depredadores de alta toxicidad. Así, el
Sintetizador que sirve básicamente para evitar pérdidas y buscar soluciones, se convierte en su contrario: algo
que va a, no sólo producir, sino a institucionalizar la amputación.
Al elegir entregar nuestro tiempo a lo esencial, sabiendo discriminar, a lo vivo, a lo lozano, a lo que nos
puede llevar a la luminosa certeza de ser un constructor de lo más inteligente, accederemos al primer peldaño
del desarrollo pleno.
A continuación, sabremos qué partes dañadas existen en nosotros y en los demás, y sabremos dar las
caricias correspondientes a cada uno, según sus necesidades reales, para mantenerlos motivados y enteros,
evitando así que se siga resquebrajando la autoestima del otro. Sabremos ser los reconstructores de la
estructura y de las emociones dañadas de los demás y, también, de las propias. En efecto, si tras el
diagnóstico de la fase de seguridad detectamos, por ejemplo, que nuestro interlocutor tiene un grave
problema de inseguridad y de falta de orgullo, le diremos: “Yo admiro mucho tu talento, ¡Tú puedes hacerlo!
¡Confío en ti!”. Y lo mantendremos así motivado e ilusionado, dispuesto a desarrollarse y mostrarnos cuánta
razón teníamos en haber sabido ver y en utilizar lo que otros, menos sutiles y sensibles, ni ven ni acarician. Y
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PRECIADA AZANCOT
si detectamos alguna inseguridad en nosotros mismos, sabremos darnos y pedir los incentivos que
necesitamos para perder la tristeza.
Puestos a comunicar, sabremos, con nuestro análisis del otro y nuestra sensibilidad, utilizar los canales
de comunicación del otro, olvidándonos de los mecanicismos egocéntricos que nos hacen creer que si
hablamos al otro como querríamos que nos hablaran a nosotros, le estaremos dando lo mejor. Y no, el
Sintetizador que funciona bien detecta qué formas recibe el otro de manera más eficaz, poniéndose en sus
zapatos, con sensibilidad, poniéndose en la piel del otro.
Y, en fin, un Sintetizador en buen estado encontrará siempre qué nuevas formas y qué nuevos datos
utilizar para desarrollar su inteligencia hasta llegar a su función trascendente, la claridad, la omnisciencia.
Seremos conocedores de todos los qué de lo disponible en todo tiempo y lugar. En el campo de la gestión del
tiempo, sabremos qué hacer y qué evitar para sembrar vida en nosotros y en los demás. En el dominio de la
motivación, seremos sabios distribuidores de caricias y permisos potentes y sinceros. En el de la
comunicación, seremos casi extraterrestres, porque por lo general nadie se molesta en hablarnos como
nosotros nos hablaríamos a nosotros mismos en los mayores momentos de intimidad y en base a un análisis
MAT de nuestra personalidad. Y en el campo del desarrollo de nuestra inteligencia, aprenderíamos a erradicar
las causas de las pérdidas en vez de limitarnos a reparar una y otra vez lo dañado, con lo cual, cada pérdida
se convertiría en aprendizaje para terminar con su causa en vez de los efectos.
Así accederemos a la claridad, que definimos como sabiduría universal hecha de organización perfecta
y de ingeniosa combinación y relación entre esos datos que, en vez de sobrecargar nuestra mente, la
despejan por completo convirtiéndola en un receptáculo del universo. Es lo que tanto buscan los Budistas con
la meditación que permite acceder a la iluminación, y que no es más que la función trascendente del
Sintetizador, el cual sabe entrar en estado de relajación profunda que despeja autovías de luz y de conexiones
entre todo lo existente. No olvidemos que el Sintetizador archiva, organiza, relaciona y procesa la totalidad de
los datos que provienen de nuestras seis estructuras, de nuestros seis sentidos y de nuestras seis emociones,
y no sólo los datos lógicos y racionales que provienen de sí mismo.
En esa claridad como hábito y ámbito natural seremos agudos, conocedores de todo el universo propio
y ajeno, honestos y eficaces, auténticamente compasivos.
Cuando, en vez de por la tristeza, nuestro Sintetizador esté alimentado por otra de las cinco emociones
y seamos o veamos ser impotentes, resentidos y revanchistas, pedantes y usurpadores, masoquistas o
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EL ESPLENDOR DE LO HUMANO
nihilistas, tendremos la sabiduría de entender por qué otra emoción estamos alimentando nuestro Sintetizador
y remediar de inmediato la causa, eliminando así los efectos.
De este modo, construiremos el permanente desarrollo que ofrece el saber qué hacer en cada
momento y estaremos listos para edificar la tercera fase: LA JUSTICIA. Accederemos a la administración de la
triada: Vitalizador- rabia- olfato. Seremos capaces de “olernos” cada mentira, cada manipulación, cada
injusticia y decir “¡Así no!”. Seremos capaces de ofrecer una cultura y un liderazgo personalizado que
posibiliten la expansión completa de la talla humana de todos y cada uno de los integrantes y decir “¡Así sí!”.
Para ello, instrumentaremos como sistema de valores en la organización familiar, empresarial, administrativa,
nacional y mundial la Teoría Omega como sistema de valores vigentes que posibiliten que cada cual tenga
acceso a la secuencia innata emocional y estructural que nació para tener, y acceda, cuanto menos, a la
hiperconexión y a la trascendencia. En cuanto al modelo MAT de liderazgo, lo instrumentaremos de tal modo
que, cada persona, de cualquier nivel jerárquico en la pirámide organizacional, lo construya de la manera
siguiente: en abcisa pondrá la gestión de su propio talento; en ordenada pondrá la gestión de su propia
vocación; como resultante podrá medir en cada momento qué tanto de su competencia está logrando. Estos
términos y conceptos, que podrían parecer algo oscuros y empíricos ahora, serán explicitados largamente y
con profundidad más adelante en este mismo capítulo.
Este sistema cultural y de liderazgo permite obtener un florecimiento sin parejo que instaura el acceso
a la gloria como hábitat natural de todos y cada uno de los integrantes de la organización.
Así sabremos formular y responder a todos los cómo de las cosas: cómo tratar a las personas y cómo
tratarnos a nosotros mismos, cómo hacer que florezca todo el potencial de cada cual, cómo reconocer la
unicidad y excelencia con alegría y sorpresa encantadas, cómo hacer que seamos cada día mejores, más
justos y vitales. Así descubrimos, como algo natural e innato, que la rabia es la otra punta de la viga maestra
que se corresponde al otro extremo con la alegría, como ya lo hemos analizado con anterioridad. Si está la
justicia plena, florecerá con la mayor brevedad la alegría auténtica para todos, no como un favor sino como un
derecho natural de cada ser vivo en el planeta.
Así accederemos a la corporalidad como función trascendente del Vitalizador. Definimos en el MAT la
corporalidad como materialización de lo sagrado. En efecto, es interesante recalcar que las demás
definiciones de armonía, claridad, metamorfosis, alma y espíritu, funciones trascendentes de nuestras cinco
estructuras, no incluyen palabras que podrían remitir o sonar a sacralidades entendidas como religiosidades.
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PRECIADA AZANCOT
Y es precisamente el cuerpo, que en todas las religiones es visto como el peso, lo que nos impide acceder y
ser alma y espíritu, la cáscara de la cual nos liberamos al morir, el enemigo que debemos privar y castigar y
flagelar, es precisamente el cuerpo a lo que nosotros venimos a conferir sacralidad. Y lo vamos a explicar
inmediatamente: Las cinco funciones trascendentes nos elevan y permiten acceder a lo sagrado. Las cinco, y
por igual, si es que existen otras vidas más allá de la muerte, se van con nosotros al mundo por venir. Las
seis nos hacen acceder a la trascendencia, es decir a la elevación espiritual en este mundo, en el aquí y ahora.
Lo que pasa es que, para las cinco restantes, se puede entender fácilmente que tengan dimensiones
sagradas. Para el cuerpo no. A menos de caer en cultos de desenfreno dionisíacos y mitológicos, en orgías y
profanaciones. Nada más lejos de nuestro enfoque de la corporalidad. Nosotros simplemente constatamos la
función trascendente de cada una de nuestras estructuras y explicamos la sacralidad de la corporalidad de la
manera, muy sencilla, como todas nuestras demostraciones, siguiente: Einstein, y muchos de sus seguidores y
continuadores, han demostrado que la materia no existe como tal, que es un sistema de condensación y de
ensamblaje de energía y sólo eso. Y el hecho es que esa condensación y ensamblaje no se hace al azar, sino
por razones operativas y científicas que terminan por tomar una forma, un cuerpo, una densidad, una
apariencia que sufre, padece, disfruta y goza. Así pasa con toda la naturaleza: con las flores y con las nubes,
con la lluvia y con los árboles, con las piedras y con las animales, con los seres humanos, por supuesto,
también. Entonces, ¿quién es el miope que podría creer que ese espacio que somos y ocupamos durante un
tiempo de vida no lleva en sí, en caso de resurrección en otras vidas, la sustancia y el principio innato para
convertirse en otro tipo de cuerpo o en su mismo cuerpo? ¿Acaso el reino del más allá, si es que existe, va
ser un mundo de dilución y de fantasmas sin sustancia, o, por lo contrario, un mundo de maestros, de
ángeles, de reyes, de seres con identidad y corporalidad? Pero aquí no nos ocuparemos de respuestas tontas
que sólo traducen y evidencian un nivel de crecimiento determinado en la infinita sucesión de procesos y de
fases de crecimiento integral, luego, también, espiritual. Discutir por esas cosas demuestra sólo una: que la
persona que pelea no está en el camino de su propio crecimiento y que, si lo está, está a un nivel muy bajo.
Se parta de la convicción de que existe o no otra u otras vidas, no podemos por menos que constatar que, en
esta, que nos ocupa, venimos con un cuerpo y toda la creación viene de la misma manera corporalizada en
seres que son individuos y elementos, diferentes y únicos, y que ese cuerpo nos va a proporcionar, si
sabemos manejarlo como se debe, placer y vitalidad y, también experiencias trascendentes sobre el misterio y
finalidad de nuestra vida a través de nuestras sensaciones y emociones.
Y ¿qué experiencia de lo trascendente puede darse sin sensaciones y sin emociones, sin ninguna
intervención de esos doce prodigios de los cuales estamos dotados?
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EL ESPLENDOR DE LO HUMANO
Si accedemos a la gestión vitalista de nuestra triada Vitalizador- rabia- olfato seremos justos y
ecuánimes, seremos vitales y sanos, seremos prodigiosamente iconoclastas -es decir derrumbadores de
ídolos, porque todo ídolo es un engaño y una mentira-; seremos auténticos, seremos espontáneos. Y así
podremos cumplir a la perfección todas las funciones del Vitalizador, es decir: percibir y sentir, repartir y
asignar, reaccionar y diluir, denunciar y atacar, disolver y vitalizar, sanear, erradicar y movilizar. Para ello,
reaccionaremos con rabia cuando toque hacerlo de manera auténtica y operativa.
Cuando caigamos o veamos caer en la rabia falsa o en emociones falsas sustitutivas de la rabia, es
decir en el apocamiento, en la intimidación, en el sentimiento de culpa, en el servilismo, en la ingenuidad, en el
síndrome de Estocolmo, en la idolatría y en el fanatismo, sabremos, con certera y veloz eficacia, descodificar la
emoción sustitutiva y volverla a reconducir con energía, recuperando al Vitalizador sano e innato.
Así alcanzaremos no sólo el control y disfrute del cuerpo sino la corporalidad, máxima expresión y
dimensión del Vitalizador que llega hasta su trascendencia.
Como habremos construido este tercer nivel de gloria, podremos tener las bases para pasar a la cuarta
fase: la gestión de la triada Transformador-orgullo-gusto.
Porque el ESTATUS reposa sobre la justicia, la cual reposa sobre el desarrollo, el cual reposa sobre la
seguridad, la cual reposa sobre los cimientos de la plenitud (alegría), podremos acceder, de manera orgánica,
orquestada y natural, a ocuparnos de que cada cual sea sí mismo, de que crezca, y de que se convierta, no
sólo en un creador, sino en un genio, y, todo ello sin suscitar envidia, sino admiración, valoración y
consagración. Porque todos nacimos para ser genios. Porque todos tenemos, al menos los seres humanos,
un Transformador, el orgullo como energía natural y el sentido del gusto.
Lo que obtendremos en cada campo de acción de nuestra tríada es integridad, crecimiento, obras
creadoras geniales y estatus auténtico de cada ser autónomo.
Integridad: cada ser reposará sobre un único objetivo, ser sí mismo, lo que nació para ser. Cada uno
semejante a todos en la instalación e ingeniería de base, y cada ser, único, insustituible y en permanente
transformación.
Crecimiento: en un disparadero así, no sólo el crecimiento es infinito, sino que sobre todo y además,
alcanza categorías y esencias de eternidad ya que cada ser humano tiene en sí, desde que el primer humano
pisó o surgió sobre esta tierra, los mismos medios para llegar a los mismos fines, alcanzar la perfección en
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PRECIADA AZANCOT
una perpetua transformación y metamorfosis. Es más, en esa estructura, llevada a su máxima expresión, es
donde se fusionan infinitud y eternidad. Y esa fusión es la esencia de la metamorfosis.
Creación genial: la triada en cuestión es la que posibilita el realizarse como genio. Para ello, la
condición necesaria y a veces suficiente es la de funcionar en la secuencia. La condición suficiente es que el
orgullo sea ahora la base del amor y éste lo sea de la alegría. Si, además, todas nuestras emociones
funcionan en los tres ejes al servicio del Centro, nuestra talla trascenderá la del genio, pues, además de serlo,
como condición básica, seremos transformadores y abridores de caminos para toda la humanidad en la
infinitud y en la eternidad: es decir, universales.
Porque todo lo anterior se actualiza, sabremos formular todos los por qué y porque de la creación, y
responder a ellos. Sabremos que todo es causal y nada casual.
Y porque ello ocurre, alcanzaremos la función trascendente de nuestra triada, la metamorfosis. La
definición MAT de la metamorfosis es la potencia libertadora. Así, la mariposa que está contenida en el gusano
se liberta de su cáscara anterior y pasa a actualizarse, convirtiéndose más en sí misma. Y nosotros, los
humanos, nos liberamos de nuestra condición de mamíferos para convertirnos, primero en gente buena, luego
en personas, luego en seres humanos, luego en seres humanos que trascienden su condición de mamíferos.
Eso es todo. No hay más recorrido posible. Un ser humano, a nuestro conocimiento, ha logrado la última fase
y etapa de nuestro recorrido existencial: trascender, como ser humano, su condición de mamífero. Este es el
objetivo último del MAT. Con que otro de nosotros lo logre algún día y nos cuente cómo lo hizo, todos
podremos lograrlo, si la versión de los dos coincide. Y eso es, además de posible, inevitable. Entonces, y
entonces nada más, seremos seres humanos y podremos estar orgullosos de ello, y podremos dar cuenta de
la utilidad y finalidad de la única estructura que nos diferencia de los animales, nuestros maestros, por ahora,
al menos los que viven en estado salvaje.
Por lo demás, la única estructura que nos posibilita trascender es nuestro Transformador. Es la única
que nos permite alcanzar la armonía, la claridad, la corporalidad, la metamorfosis, el alma y el espíritu de
manera consciente y testimonial al dejar huella creadora de nuestros descubrimientos y plasmarlos en
invenciones, como lo son los conceptos, el idioma, la obra de arte y tantísimas formas más de manifestarse el
Transformador y el orgullo conectado al gusto. La meta última sería lograr captar y plasmar LA ESENCIA DEL
SER DE LAS COSAS Y DE LOS FENÓMENOS.
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EL ESPLENDOR DE LO HUMANO
Porque estaremos en permanente y perpetua creación de nosotros mismos, que se plasmará en
nuestras obras, podremos cumplir y trascender las funciones de nuestro Transformador: elegir, determinar,
reconocer lo válido, descubrir, afirmar, probar, buscar lo que aún no existe, acceder, declarar, crecer,
representar, decidir, imaginar, evolucionar, crear, pronunciar y pronunciarse, transformar, consagrar.
Además, nuestro gusto será cada vez más refinado, lo que nos permitirá seleccionar lo mejor para
darle esa joya que es nuestro amor y abrirle nuestra alma.
Sobre la base de lo certero de nuestra potencia en detectar lo más válido y valioso, accederemos sin
perdernos a la PERTENENCIA, es decir a la tríada Protector-amor- vista. Esta tríada es la única que nos puede
aupar hasta la PERTENENCIA, porque el amor surge de la admiración, que es su única base posible. Y si
admiramos lo que nos puede destrozar en vez de ayudar a ser cada día más nosotros mismos, caeremos en
“los amores que matan”, entregándonos a los peores y rehuyendo a los mejores para no tener que comparar
(orgullo) y que sufrir (tristeza), con lo cual dejamos de analizar y de pensar y también de crecer y de libertar
a los demás. Viviremos en la nostalgia de lo que pudo haber sido y no fue, por ejemplo mi mamá o mi primera
novia no me amó, entonces voy a seleccionar a alguien parecido para casarme, con la esperanza de que
ahora sí tendré respuesta a mi necesidad de ser amado. Entonces hipotecamos nuestro Protector y se lo
dejamos de manera vitalicia a alguien del mismo perfil que no nos amó porque, sencillamente, no hay amor en
ese tipo de personas. Y cuando veamos a alguien en la que sí lo hay, saldremos corriendo como alma que
lleva el diablo con tal de no recuestionar a esa persona “sacralizada” que no tenía la talla mínima para ser
gente. Ni, mucho menos, persona. Y a quien seguimos entregándole nuestra alma, pudriéndonos en ese
proceso.
Por el contrario, en el sendero de la gloria, y basando nuestro amor y nuestro sentido de pertenencia
en lo que se lo merece por derecho propio, porque es mejor, más valioso, más auténtico, más admirable, es
decir en el orgullo, vamos a elegir entregarnos y formar parte del sentido de pertenencia de los mejores, los
que más tienen derecho a acceder a esa emoción privilegiada que es nuestro amor. Por los demás podremos
sentir miedo, si son tóxicos, tristeza y compasión si no hay amor en ellos, rabia si pretenden encadenarnos a
ellos para ponernos a su servicio o al servicio de valores e intereses degradantes. Sólo a partir del orgullo, es
decir de la valoración y de la admiración, podemos seleccionar a quién amar y a quién no. Entonces abriremos
nuestro amor, es decir un espacio seguro donde cada cual pueda ser sí mismo, es decir, lo que nació para
ser. Un espacio donde conservar y hacer crecer facultades propias y donde recuperar facultades perdidas.
Eso es amor. Y eso es lo que debemos dar y pedir cuando decimos o nos dicen “te quiero”. Y entonces
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PRECIADA AZANCOT
debemos guardar el alma cerrada y protegida por nuestro Protector, hasta comprobar, con las cinco otras
estructuras y emociones, si ese espacio que nos abren es condicional o incondicional en lo que a nuestras
más altas virtudes y méritos se refiere. Obviamente, no podemos exigir, ni siquiera pedir, ese espacio
incondicional para nuestros vicios y defectos, es decir para las emociones falsas que vimos en el cuadro
correspondiente anterior, sino, por lo contrario, tener miedo auténtico a contaminar el alma ajena con lo
podrido en nosotros. Entonces sí que podemos esperar del otro ese espacio sagrado para lo que merece
orgullo objetivo en cualquier persona que funcione bien. “Te amo porque te valoro y ámame en lo que puedas
y debas valorar” sería lo mínimo exigible. Podría chocar el termino exigencia y el término amor en sociedades
contaminadas por una visión distorsionada de Jesús, quien se atrevió a decir a su propia madre “mujer, ¿qué
tengo que ver contigo?” cuando ésta le vino a exigir que abandonara su grandeza y a sus discípulos para
volver con su “verdadera familia”, es decir, con ella y con sus hermanos. Parece que ninguna iglesia que se
atreve a hablar en su nombre recuerde la enseñanza más básica que ese gran Maestro de la humanidad dio
frente a todos los testigos. Todos recordamos el Sermón de la montaña. Pero si no entendemos la base,
¿cómo entender la función trascendente del amor: el alma que se despliega en amor universal que se
manifiesta en el sermón de la montaña? ¿O es acaso el despliegue de un alma contaminada que mezcla
indiscriminadamente lo podrido y lo sano, y por ende contaminante, lo que se puede llamar alma y lo que
puede ser la fuente de nuestra facultad de hacer milagros? ¿El milagro alcanzable de sanar y el milagro
milagroso de acceder al ESPLENDOR que está en nosotros y para nosotros, todos nosotros?
Nos referimos a nuestro derecho a exigirnos, cuando decimos “te quiero”, dar realmente ese espacio
y a exigir a quien nos lo dice que lo entregue. La admiración del orgullo no lleva al compromiso con la persona
crecida, con el creador. Al amor, sí.
Eso no significa poder exigir, ni nos da derecho alguno a exigir amor por la simple razón de ser más
grandes, es decir, más crecidos que los demás. Podemos exigir valoración y respeto cuando el otro entiende,
y declara valorar esa diferencia, Cuando lo dice desde su tristeza (entender), desde su rabia (sentido de la
justicia) y desde su orgullo (admirar y declararlo). Entonces, cuando esa persona nos exija renunciar a
nuestra potencia adquirida por mérito propio y cortarnos la cabeza que sobresale de su medianía para él no
caer en la tristeza de entenderse y en el orgullo de decirse “esto es admirable y si lo admiro y amo a esa
persona me dará el espacio que me permita ser lo que soy”, allí sí que podemos exigir respeto primero
(miedo) y valoración después (orgullo). Jamás debemos exigir amor en esas circunstancias. Podemos esperar
amor si decidimos compartir ese talento con los demás. No podemos amar a Mozart si nunca hemos leído ni
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EL ESPLENDOR DE LO HUMANO
escuchado una partitura suya, amarlo por su genialidad, se entiende. Pero no basta admirar a Mozart como a
un genio y, tal vez, nosotros sí lo valoramos así, el mayor de los genios de la música y, muy especialmente de
la alegría trascendente. Si lo reconocemos como tal deberemos hacer dos cosas más para prepararnos para
amarlo y conceptualizar ese amor en nosotros:
Debemos, ante todo, llegar a la máxima expresión de la función básica del orgullo: CONSAGRARLO EN
NOSOTROS MISMOS. Así le conferimos el lugar que se merece en nuestra escala de valoraciones, la cual
reposa sobre nuestra escala de valores (rabia-justicia).
Debemos, en segundo lugar, permitir, y eso ya es abrir la puerta de prueba para el amor, que su
principio de metamorfosis se marque un garrotín con el nuestro, es decir baile con el nuestro para
experimentar si eso nos eleva y nos hace trascender o nos degrada y rebaja. Si nos eleva, entonces, y sólo
entonces, se abrirá la puerta del amor.
Pero ante todo, hay que aclarar un punto relacionado con el amor. ¿Por qué afirmamos que un bebé
recién nacido merece nuestro amor absoluto, universal e incondicional más que cualquier genio? ¿Porque está
indefenso (miedo) y nos necesita (tristeza) para vivir? No, porque eso no sería amor: lo debemos amar más
que a nosotros mismos y más que a nadie porque ES PERFECTO. Y lo perfecto es orgullo máximo. Mientras
que un genio, por más grande que sea, es una persona que se supo mantener perfecto en su Transformador
y en su orgullo y nos da testimonio de lo posible. Lo cual no es poco. Y se merece nuestro amor. A nosotros
nos tocará elegir dárselo o no. Y que sea por buenas razones y no por mezquindad o envidia.
Cuando decidimos valorar algo en alguien y, basándose en ello decidimos amarlo, es recomendable
primero abrir nuestro Transformador trascendente, nuestra metamorfosis y danzar con eso que decimos
valorar para ver si nos eleva o nos degrada. Porque así abrimos, de manera segura para nosotros, ese
espacio seguro para el otro. Y en ese espacio surgirá nuestro amor trascendente, el alma que se purificará en
vez de profanarse y contaminarse con la fusión con el alma del otro. Eso es amor pleno.
Pero antes del amor pleno, hablemos un poco de la función básica de la tríada Protector-amor-vista: la
PERTENENCIA. ¿Qué significa pertenecer? Significa gestionar el momento, el cuándo, ser parte de algo o de
alguien. Sólo eso. Por ejemplo, podemos decir que somos miembros de nuestra pareja, de nuestra familia, de
nuestro país, del mundo, de nuestro círculo de amigos, del club de amigos del Museo del Prado, etc. ¿Cuándo
y por cuándo? Esa es la palabra clave. Hay países que, cuando optamos por pedirles la nacionalidad, nos
obligan a elegir entre nuestro país de origen y él. Hay otros países que nos reconocen su nacionalidad hasta
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PRECIADA AZANCOT
el momento en que adquirimos otra. Lo ven como una traición y nos obligan a elegir. Si estamos casados y
nos enamoramos de otra persona con quien queremos establecer un lazo oficial de pertenencia, el
matrimonio, estamos, por lo general, obligados a elegir divorciarnos primero y casarnos después. Eso es el
cuándo. Y entonces declararemos que estuvimos en el mismo sistema de pertenencia con nuestra primera
pareja de tal fecha a tal otra y con la segunda después. Eso es el cuándo de la pertenencia. Si funcionamos
bien perteneceremos a nuestra familia de origen hasta fundar la nuestra propia, que pasará, en nuestro
sistema de pertenencia, a ocupar un puesto dominante. Cuando nuestros hijos se casen, los ayudaremos, sin
culpas ni conflictos y sí con justicia, orgullo y amor, a crear su familia, que pasará a ser más importante que la
nuestra. Eso si hay amor auténtico, si hay Protector de verdad y si tenemos vista.
Cuando funcionamos mal en nuestro sistema de pertenencia, somos rígidos e idolátricos en vez de
libres, crecidos y amorosos. El “deber ser” remplazará el “ser”. Es lo que llamamos el “como si”. Nuestro
sistema será como una pirámide rígida e inmóvil donde los padres ocuparán el primer lugar para siempre, la
pareja y los hijos el segundo, la patria el tercero, los amigos de siempre el cuarto, los valores que elegimos el
quinto, y así hasta que, cuando llega algo o alguien que merece todo nuestro amor se encuentra con un cartel
que reza “no hay cupo disponible”. Y, poco importa si nuestro padre es un cielo y nuestra madre una víbora,
poco importa si uno de nuestros hijos es un asesino en serie y si un amigo de infancia nos traicionó, poco
importa si nuestra patria nos obliga a ser nazi, y si el colegio de abogados se decanta por la intriga y el
corporativismo más ramplón. Estamos obligados a amarlos por igual e incondicionalmente. Es así como es
porque debe ser así, y punto.
Un sistema de pertenencia que funciona adecuadamente, está siempre disponible para lo mejor. Eso,
como primera característica. Y, en segundo lugar, elige el cuándo en cada minuto. Así, a nuestro hijo que
adoramos, lo estaremos amando siempre pero no sentiremos ese amor cuando no esté siendo auténtico,
justo, veraz, sincero, etc. Sentiremos otra cosa en ese cuando, en ese momento: miedo, tristeza, rabia o lo
que venga a cuento. Ni vamos a dejar de amarlo para siempre cuando esté fuera de sí, ni lo vamos a estar
amando cuando no venga al caso, porque si no, no lo podríamos ayudar ni hacer crecer. Seríamos su pasto,
no su madre ni su padre. Y, cuando estemos en el mundo nuevo, estaremos siempre disponibles para amar lo
que se lo merezca. Con orgullo y alegría en vez de culpa y vergüenza. Eso no nos convierte en inestables y
promiscuos. Al revés. Lo que nos convierte en inmaduros, inestables y promiscuos es la culpa que la rigidez
de una pirámide osificada nos obliga a hacer cada vez que queremos ser y estar siendo.
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EL ESPLENDOR DE LO HUMANO
Cuando nuestro sistema de pertenencia está vivo y es auténtico, es como el mar, como un océano que
tiene mareas y olas que sitúan en cada momento a cada cual donde le corresponde: sentiremos tristeza por
nuestro gran amor que se está perdiendo la gloria de vivir en sí en un momento y amor por nuestro mayor
enemigo que dejó aflorar algo maravilloso que le vemos compartir con alguien. El sistema de pertenencia es,
en definitiva, el gestionador del cuando amar qué o a quien y por cuanto tiempo. Por eso hay amores
inmortales cuando son auténticos: porque el cuándo se sitúa en toda la eternidad más un día. El amor
auténtico es un cuando que se elige siempre y para siempre mientras el objeto de nuestro amor sea cada vez
más él mismo. El resto es cárcel, con muros y rejas pintados de naranja.
Y ahora que vimos la función básica de la triada del amor, la pertenencia, veamos su función
trascendente: la de regir el alma, definida como el anhelo de la entrega. Pongamos un caso extremo que nos
puede ayudar a entender mejor el Sermón de la montaña: Pongamos por caso que estamos observando y
mirando con total atención al ser humano que, en nuestro criterio, es el más despreciable, el que menos
merece nuestro amor auténtico explicado como ya lo acabamos de hacer. Imaginemos a un asesino en serie
que mató a nuestro hijo. Imaginemos que nos ponemos a observarlo tras un cristal de esos que tiene la
policía, uno que a él le parecerá un espejo. Imaginemos que tenemos un aparato que nos permite escuchar lo
que dice. Estamos escuchando cómo cuenta con deleite cómo asesinó y descuartizó a nuestro hijo. Y sentimos
horror, congoja y furia. Imaginemos que el policía sale y que entra el perro o el hijo preferido de esa persona.
Imaginemos que desde nuestro Transformador que funciona a la perfección captamos grandeza y entrega
(amor real) durante cinco minutos, en lo que ese asesino está haciendo con su perro o con su hijo.
Imaginemos que nosotros somos genios realizados en eso grande que EXISTE y está siendo ante nuestros
ojos y oídos. En ese preciso momento, vamos a sentir orgullo de esa execrable criatura y amor por ella. Así, el
cuándo trascenderá nuestra pequeña historia personal. Imaginemos ahora un ejemplo más común y familiar.
Imaginemos que nuestro gran amor y esposa se enamora de otro hombre. Para nosotros esa mujer sigue
siendo nuestro gran amor. Para ella ya no lo somos. Imaginemos la escena de su encuentro con su nuevo
amor y nosotros como observador detrás del cristal sonoro. Con el corazón destrozado vamos a poder
evaluar la situación. Pongamos que descubrimos que nuestra esposa eligió a alguien que la ama de verdad y
que además se merece más su amor que nosotros, por sus grandezas. Entonces vamos a sentir amor por ese
rival y felicidad por nuestra esposa. y paz. Vamos a estar menos tristes, porque lo que nosotros hemos
perdido, ella, a la que amamos, lo ganó. Y la empujaremos con nuestra bendición en brazos del que ya dejó
de ser un rival y se convierte en nuestro maestro. Y seremos amigos entrañables de los dos. Eso es acceder
al alma y. Con ella, AL AMOR UNIVERSAL. Cuando eso ocurre crecemos y pasamos a ser humanos de verdad.
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PRECIADA AZANCOT
Cuando eso ocurre, siempre vamos a encontrar algo que admirar y amar en cualquier ser, por más
deteriorado que parezca. Cuando eso ocurre vamos a saber, y eso es alegría, que ese ser, en algún momento
(el cuándo de la eternidad) y en algún lugar (el dónde de la infinitud) va a ser lo que nació para ser. Es decir
amable, y lo vamos a amar por lo ¡BUENO! que tiene y tendrá. Desearemos que ese momento llegue cuanto
antes para él. A eso se le llama rezar. Y quedaremos en paz. Es decir, accederemos a la tríada Orientadoralegría- sexo.
Al acceder a esta última tríada, vamos a lograr la gloria de la PLENITUD COMO FUNCIÓN BÁSICA, Y EL
ESPÍRITU COMO FUNCIÓN TRASCENDENTE. El acceso a la alegría por el camino que la precedió y posibilitó en
este proceso secuencial podrá afincarse y consolidarse en una explosión de alegría certera y serena. Nos
vamos a sentir vivos y en comunión con todo lo vivo. La gratitud por estarlo (amor) nos llevará a la libertad
(alegría) y, con ella, a la elevación que surgirá como un canto de aleluya hacia todo el universo y hacia lo que
damos en llamar Dios, o inteligencia universal, u orden natural. Poco importa el nombre que le demos. Lo
esencial es sentir que toda esa maravilla tiene un propósito y es un regalo. Un regalo para cada ser vivo, para
cada mineral, para cada planta, para cada estrella. Entonces surge la exaltación de la fisión con el universo y
la certeza de encontrar una primera verdad: estamos en este mundo para sentirnos felices y plenos. A esa
certeza de encontrar respuestas y verdades, la llamamos en el MAT, espíritu.
Entonces nos sentiremos cercanos a los grandes reveladores y profetas que accedieron a encontrar
respuestas para saciar la paz espiritual y la plenitud de los seres humanos:
Pensaremos en Jesús que presentó un Dios de amor que nos lleva a la alegría de la resurrección y nos
transforma en ave fénix.
Pensaremos en Mahoma que nos trajo un Dios de alegría que nos lleva a la seguridad y a la armonía.
Pensaremos en Buda que nos trajo un Dios de armonía y nos lleva a la claridad mental y a la
omnisciencia.
Pensaremos en Zoroastro que nos trajo un Dios de inteligencia y de organización que nos lleva a la
justicia.
Pensaremos en Mani que nos trajo un Dios de justicia que nos lleva a la creación y a la metamorfosis.
Pensaremos en Moisés que nos trajo un Dios de dignidad y de creación que nos lleva al amor universal.
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EL ESPLENDOR DE LO HUMANO
Entonces tal vez entendamos dos cosas: que esa liberación del espíritu puede y debe venir de todas y
cada una de nuestras estructuras, de nuestras emociones y de nuestros sentidos; y que Dios, si existe, puede
ser percibido por todas esas seis dimensiones nuestras, pero que el error fue crearlo a nuestra imagen y
semejanza y no situarnos como creaciones de él, hechas a imagen y semejanza de seis de sus infinitas
dimensiones. Y, que, por lo tanto, nuestra vida no termina aquí, sino que empieza aquí, porque luego,
después de nuestra muerte, no solamente nos llevaremos esas seis funciones y energías inmortales, sino que
adquiriremos otras más para ser, esta vez, no sólo humanos y mamíferos, sino seres más evolucionados y
completos. Entonces nos daremos cuenta de que este mismo discurso es válido para cualquiera de nosotros.
Un agnóstico lo llamará la evolución, que, al igual que nos permitió pasar de mono de cinco dimensiones a
persona de seis, llegará a siete y a ocho y así hasta el final. Un ateo sentirá paz y simpatía y admiración por la
grandeza del ser humano, que no necesita ninguna intervención mágica y misteriosa, inexplicable para su
inteligencia, para ser en plenitud. Un religioso de cualquiera de las religiones de los fundadores mencionados
sentirá afinidad y amor y alegría, con la certeza de que, en cada lugar, hay personas a la vez como él y
diferentes que siguen las enseñanzas de esos grandes maestros de la humanidad. Y que todo va bien en el
mejor de los mundos cuando nos orientamos hacia la finalidad y la espiritualidad de los seres vivos, todos.
Así surgirá el talante visionario que nos convertirá en estrategas capaces de captar la totalidad del
entorno en cambio permanente pero no imprevisible. Y sólo con el Orientador y la alegría lo podemos captar.
Así veremos con total claridad las tendencias del futuro y, a medida que vayamos comprobando nuestros
aciertos, nos daremos cuenta de la mina de oro que todos tenemos sin explotar y que es la tríada Orientadoralegría-sexo. Como ejemplo de esta potencia instalada, remitiremos al lector al último capítulo de este libro.
Encontraremos respuestas a todos los para qué de la existencia, comenzando por las más sencillas y
accediendo a las más ocultas. ¿Para qué estamos en esta vida? Nuestra respuesta, la del MAT, es para
cambiar de gente a persona y de persona a ser humano mamífero, y de ser humano mamífero a ser humano
no mamífero, es decir, plenamente libre, feliz y realizado en la gloria y en el esplendor. Eso es lo que podemos
responder. Por ahora.
¿Para qué existe el inconsciente? Para, al menos, dos cosas: para conservar verdades y respuestas
que no hemos sido capaces de admitir sin volvernos locos en su día y que permanecen allí, a nuestra
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PRECIADA AZANCOT
disposición, para que las encontremos a medida que crecemos. Y para servirnos de brújula infalible con que
orientarnos en el conocimiento de nosotros mismos y del universo.
Pero esa es una ilustración de respuestas de finalidad. Cada uno aportará las suyas. Todos tenemos, al
menos, una pregunta existencial a la cual queremos responder. La nuestra fue, a los tres años de edad, ¿Para
qué el mundo y la gente están al revés? Y la respuesta fue el MAT, que surgió de nuestro Orientador 33 años
después. Cada persona tiene su pregunta y su Orientador la conserva y se la envía cada día, cada día. A eso
lo llamamos vocación.
Así accederemos a la luz dorada del espíritu sereno e infatigable, veloz y certero, que alza su vuelo
vertical hacia los cielos y trae respuestas a nuestra mente consciente. Con ello, no sólo nos elevamos y
trascendemos, sino que cambiamos. Los valores a los que accedemos entonces son la fe, el optimismo, la
certeza y el tesón, mucho tesón, indesmayable, sin ninguna presión sobre nosotros ni sobre los demás.
Cumpliremos entonces las funciones del Orientador, que son las de abrir caminos, encontrar la verdad,
revelar, atisbar, irradiar, elevar, experimentar integralmente, dar testimonio, iluminar, cambiar al mundo y
cambiarnos, renovar y renovarse, planificar estratégicamente, fluir, disfrutar.
Y, cuando en periodos de cambio, caigamos en las emociones falsas que remplazan la alegría
auténtica, es decir en la superstición, en la negatividad nihilista, en el sacrilegio, en el dogmatismo, en la
idolatría o en la dependencia, sabremos rectificar y volver al gozo y al disfrute.
Así accederemos al dominio y perfeccionamiento del espíritu, que definimos sencillamente como LA
CERTEZA DE ENCONTRAR (VERDADES), y conoceremos de primera mano la máxima jerarquía en las funciones
del Orientador y de la alegría.
Como esta base estará ya consolidada, podremos acceder al escalafón siguiente, el de la tríada Rectormiedo-tacto, que nos ofrecerá una seguridad y una armonía mayores que las que teníamos en el punto de
partida, abriendo, así, un proceso secuencial más, en el camino del infinito.
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EL ESPLENDOR DE LO HUMANO
II. EL ACCESO AL ESPLENDOR: VIVENCIA DE LOS EJES AL SERVICIO DEL CENTRO.
El esplendor se alcanza por la vivencia de los tres ejes al servicio del Centro. Entonces la conexión de
cada sentido con su emoción correspondiente adquiere una dimensión trascendente que nos lleva a
experienciar accesos a visiones, sonidos, olores, sabores, contactos y orgasmos que parecen fuera de este
mundo porque jamás han podido ser recreados por ningún genio conocido. Son experiencias que proceden de
lo más profundo de nuestro Orientador porque están ancladas en nuestra memoria prenatal cuando aún no
éramos ni siquiera un feto sino un embrión. Cuando éramos absolutamente perfectos porque intactos.
Hablamos de un embrión de un mes de vida, como final del esplendor.
Ya explicamos, en el capítulo anterior, el orden, el mecanismo y las leyes de nuestros tres ejes. Aquí
solo evocaremos, brevemente, la vivencia de esos ejes al absoluto y total servicio del Centro, que es lo que
llamamos ESPLENDOR.
Comienza por el primer eje, el de lo disponible: amor-Protector-vista / tristeza-Sintetizador-oído. En
aquél momento todo está disponible porque no ha habido aún ninguna pérdida que sufrir ni que superar. Es el
eje de la inmortalidad. Es el éxtasis de la abundancia indefinida. Somos amor y todo amor. Somos unión con la
totalidad perfecta que nos ama sin reservas y de manera definitiva. Somos visión en blanco y negro de la
trascendencia blanca inmemorial e inmortal y de la dilución negra, suave y definitiva de todo mal, esté donde
esté. Esa sensación queda grabada para siempre en nosotros y prefigura la certeza de algo infinitamente
superior a cualquier descripción del Edén que hayan podido describir profeta o místico alguno. ¡Si tan sólo
pudiéramos pintar un trocito, un pequeño fragmento de la visión de un sólo pliegue de un tejido, todo en
blanco y negro, que contienen y diluyen a la vez todos los colores imaginables y no imaginables! Pero los
medios que tenemos no nos permiten ni siquiera aproximar, burdamente, el esbozo de un esbozo. Esta visión
la tenemos grabada en nuestra retina con la nitidez de un microscopio y, sin embargo, nos es imposible
describirla. Aunque nada tiene que ver con ella, lo más lejano que nos podría remitir a ella sería el blanco y el
negro de ciertos cuadros del final de la vida del genial Manet. Pero comparar esa visión con esos cuadros
maravillosos sería una total profanación.
En cuanto a la omnisciencia y la claridad, además de total y definitiva, además de abarcadora de todo
lo que somos y seremos para siempre como absoluto y morando en el absoluto, tiene sonido y canto. Un
sonido de línea continua en el cual la tristeza es un imposible metafísico, y un canto de voces femeninas y
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PRECIADA AZANCOT
masculinas de soplo infinito, dulce, potente, y sobrecogedor. En la vida real, lo más alejadamente profanador
que sin embargo lo sugiere es la obertura de “Tristán e Isolda” de Wagner.
El segundo eje, el de lo existente: orgullo-Transformador-gusto / miedo-Rector–tacto es el eje de la
Eternidad. Lo que se vivencia allí es aún mucho más difícil de sugerir. ¿Cómo se puede describir el estar
absolutamente quieto y, a la vez, absolutamente en metamorfosis, tanto hacia adentro como hacia afuera? ¿Y
cómo describir lo que se toca y cómo eso nos toca, nos arropa, en un manto de algo que es la esencia,
imposible de contar, del amor? Sólo decir que, por un sólo contacto así, nadie dudaría ni por un momento en
entregar toda su vida y caer en la nada. Pero es que ese contacto es desde siempre y para siempre, y nos lo
transmite así. Beatitud despierta podría ser la manera más estúpida de sugerirlo.
Y ¿cómo explicar que lo primero que se prueba es un néctar que contiene todos los sabores más
imposibles de lograr? No hay, ni remotamente, ningún sabor en nuestro conocimiento que, aún en lo
diametralmente opuesto o profanador, lo sugiera. Lo más cercano sería la primera vez que probamos la leche
materna.
Y ¿qué decir del tercer eje, el de la alegría-Orientador-sexo rabia-Vitalizador-olfato? Que es el eje de la
infinitud. Tras ser inmortal y tras existir esencialmente, accedemos a la plenitud. ¿Cómo se vive? Pues es cada
vez más difícil de transmitir: para empezar, tomamos conciencia plena de ser inmortales y existentes en la
eternidad. Cuando la conciencia es plena, se accede naturalmente a la finalidad de esa inmortalidad y de esa
plenitud, y lo primero que se capta son las infinitas dimensiones que existen en el infinito y, a la vez, lo
maravilloso que es tener una sola de esas dimensiones, y del esplendor de tener, hoy, aquí y ahora, seis. Y
esas seis SON la promesa de todas las posibles, porque todas están relacionadas con todas, y cada una es la
base de otra nueva, y la primera está en ese vacío que es la anti-nada que encierra el TODO germinándose.
La palabra clave aquí es el Y. La absoluta CERTEZA de que todas esas dimensiones están guardadas para ti, y
en germen en ti, hace acceder a un placer de fisión de paz y orgasmo absolutamente imposible de describir.
Es lo contrario del arrebato místico. Lo más próximo y, al tiempo diferente y alejado que podríamos sugerir en
lo conocible por algunos humanos es el orgasmo cósmico, cuya teoría y práctica descubrió Leopoldo Azancot,
el gran novelista, que nos impartió un seminario gracias al cual pudimos conocer el orgasmo cósmico: un
orgasmo de paz y, a la vez, que nos rompe y fracciona en infinitas dimensiones todas entrelazadas que
comienza suavemente en el sexo y se prolonga como olas en cada parte del cuerpo durante veinte minutos,
después del coito. Pero lo que se experimenta allí no tiene nada que ver por alejado y diferente. Esa fisión,
que no fusión, de cuerpo y espíritu como UNO es lo que más aproximadamente podríamos sugerir en cuanto a
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EL ESPLENDOR DE LO HUMANO
experiencia sensorial se refiere. En cuanto al olfato la experiencia es increíble pues a la vez que se percibe el
propio olor como un maravilloso perfume de nuestra propia esencia, por ejemplo, en nuestro caso un tipo de
sándalo que no existe, algo como el espíritu del sándalo, se percibe el aroma de la esencia de la vida y de la
verdad. ¡Eso maravilloso huele, sí, tiene olor! ¿Con qué podríamos compararlo aunque sea para sugerirlo, aún
con plena conciencia de blasfemar? Pues debería ser una mezcla de tierra después de una fuerte lluvia, con el
mar en alta mar, y una nota de los bosques maravillosos de Olimpia, en Grecia.
En el ámbito emocional, la experiencia del Esplendor es más accesible aunque también prácticamente
imposible de transmitir. En el primer eje, el de la inmortalidad, estar en la tristeza pura y en el amor puro
como una pareja indisociable se presenta como una hiper lucidez de inteligencia clara y azul celeste que
entiende todo y dispone de todo para entender cualquier cosa que se presente. Es, a la vez, compasión
profundísima por todo lo vivo que se pierde, en todo tiempo y lugar, y dominio absoluto para evitar que se
pierda nada, y, a la vez, la certeza de que nada se pierde y todo regresa y ocupa su tiempo y su lugar. Es lo
que la meditación budista persigue, pero no obtiene, porque persigue la dilución en el Nirvana y la no
reencarnación. Allí se descubre que cada vida se hace en espacios diferentes y que sobran espacios para
cada uno de nosotros, y que tenemos todo y siempre más de lo que podemos poseer. Y que no poseemos
nada, porque somos todo y para siempre. Eso en lo que se refiere a la tristeza, la que trae el consuelo y se
anticipa a él.
Con ese para siempre accedemos al amor puro, desde siempre y para siempre, el que es más que alma
y supera el alma. Accedemos al amor que es causa y no consecuencia de la inmortalidad. De ese amor que
está fuera de nosotros para que lo amemos a él, y dentro de nosotros, para entregarnos a él. A ese segundo
amor se le llama alma. Lo que descubrimos y sentimos en el amor puro es otra dimensión, que no tenemos los
humanos, y que es la fuente del alma y de la permanencia, es decir, de la inmortalidad. Claro, escribir sobre
emociones, por más que se quiera, no nos las hacen sentirlas ni vivirlas. Deberemos recurrir a un símil, a una
imagen: sería la de un águila que se une con su gran amor, una ballena, así bajo los mares como en los cielos.
Y ese amor les hace acceder a la inmortalidad.
En el eje de la Eternidad, miedo- orgullo, vivimos simultáneamente en el miedo puro y en el orgullo
puro con la naturalidad de tener dos brazos y dos piernas que forman equipos. El equipo miedo –orgullo nos
hace eternos porque “lo que no es” nunca lo será y “lo que sí es” siempre lo será. Sentimos, en el miedo
auténtico, nuestra morada, de ese mismo color morado, que nos ampara contra el mal, tanto hacia adentro
como desde afuera, y sentimos la valentía pura que ni siquiera se digna a medirse contra el mal porque al
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diagnosticarlo y reconocerlo lo diluye. Entonces caen las corazas de defensa y de protección porque no son
necesarias y son sólo lastres. Accedemos al NO SER malo, peligroso, tóxico porque estamos colocados en
nuestro verdadero lugar, nosotros mismos y jamás de los jamases permitiremos que nadie nos invite a
penetrar dentro de otro ser, ni le dejaremos penetrar en el nuestro. Entonces reconocemos el peligro y la
vacuidad de todas esas teorías que presentan la otra vida como el recibir a Dios en sí o, aún peor, cometer el
sacrilegio de diluirnos en él. Eso que tanto excita a algunos locos temerarios e invasores nos produce risa y
luego repeluzno. Lo horrible y espantoso es tener a alguien o algo ajeno adentro y lo criminal es pretender
meternos o meter a algo en otro. Esto es la causa y raíz de toda idolatría y de todo terror, lo cual es un
sinónimo. Pero todo eso es lo que no se siente en el miedo puro del esplendor, porque no se puede tener
miedo a lo que no existe. Y nada peligroso existe cuando se está en el miedo puro. Nada, porque lo que no
es, nunca será, y no puede producir miedo. Esa sensación es armonía que prefigura el acceso a la eternidad.
Es nuestra dimensión femenina. La que es útero permanente y protector contra el mal. Entonces accedemos a
SENTIR la mitad de la eternidad, la del no ser lo que jamás seremos, simples mortales que pasan y se pasan la
vida temiendo a la muerte, porque la muerte no es, ni será posible jamás. Por el simple hecho de haber sido la
unión de un esperma con su óvulo nunca seremos el NO SER, y seremos inmortales cada vez que estemos en
el miedo puro.
Y gracias a ese miedo puro podremos, no sólo SENTIR, y -entonces queda claro que todo sentir se la
debemos al miedo-, sino VIVIR la eternidad del orgullo puro. Por supuesto, pero eso ya entra en la anécdota,
sentimos y vivimos la metamorfosis perpetua y permanente que nos hace SER creciendo y transformándonos.
Pero eso es lo que un beso a un orgasmo. Lo que vivimos entonces es que somos todo el ser y todos los
seres por el simple hecho de permanecer en nuestro lugar fijo, que nos abre toda la gama y todas las
dimensiones del universo siéndolas y contemplándolas ser. Es la esencia del movimiento perpetuo, que no
necesita crispaciones ni “relojeros universales” para surgir de sí mismo para los tiempos de los tiempos y los
lugares de lugares.
Y, como en el caso anterior, tendremos que recurrir a una imagen para hacernos entender en lo que al
sentir se refiere: un árbol que siempre estuvo y siempre estará con sus propias raíces que atraviesan la tierra
y escalan los cielos por las dos puntas sin dejar de ser eso y sólo eso, un árbol. Es el baobab que tanto
asustaba al Principito. Y ese árbol, era él.
En el eje de la Infinitud rabia- alegría, vivimos el binomio rabia pura- alegría pura. En la rabia pura, y
como primera y más pobre imagen, somos sangre escarlata, fluyente y oxigenada, que se renueva y circula
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llevando vida y fuerza a todo nuestro cuerpo. Somos sangre que se despierta ante sí misma y se lanza en una
fraternidad universal con todos los que la lleven y bajo la forma en que la lleven, ya sea como savia o como
principio de materialización de una roca o como gotas de lluvia que caen del cielo. Y porque fluye y se
renueva, nos permite plantarnos y materializarnos. Y desmaterializarnos para vivir y estar en toda la creación
a la vez. Eso nos permite no sólo estar en todos los lugares a la vez, a través de tener todos los cómos
posibles dentro de nosotros mismos, sino además y sobre todo, dar paso y cabida sin inmutarnos a todas las
materializaciones y desmaterializaciones que se nos presenten afuera. Todo tiene forma y nada la tiene.
Porque crecemos y cambiamos tanto que ninguna forma podrá ser la última. Y, por ello, la rabia pura nunca
puede ser atacada ni, por supuesto, tener razón alguna de oponerse a nada. Surge, como segunda imagen, la
esencia del baile. Todo baila y se materializa y se desmaterializa para materializarse más y mejor.
En la alegría pura, entendemos simultáneamente dos cosas: la potencia de la inocencia y la
imposibilidad de perderse. Y las sentimos con una potencia sobrecogedora. Como una revelación. Somos
inocentes cuando estamos en la alegría pura y siempre lo seremos. Todas las falsas acusaciones resbalan y
se desprenden de nosotros, nos las hayamos tragado o no. Somos inocentes y jamás haremos nada
censurable ni que nos avergüence de nosotros. Toda mentira cae, y nace la risa. Y la imposibilidad de
perderse cuando se está en la certeza de encontrar y se sigue al gran guía interior que es nuestro espíritu. Y
entonces se osa precederlo y guiarlo a la vez. De aquí nace la dialéctica. No al modo mecanicista y tonto y
extraviado en que la conocemos hasta ahora y que lleva al nihilismo. Ni siquiera al modo del Yin y del Yang.
No, la dialéctica de la verdad nace de la inocencia y culmina en la certeza. Uno es un encontrador de
verdades. Y la verdad nace siempre de otra verdad, jamás de una mentira. Y de verdad en verdad, se llega
hasta el infinito, quitando velos a los secretos mejor guardados y a los misterios más recónditos, porque el
secreto y el misterio no existen en la inocencia ni en la certeza que encuentra verdades. El misterio es sólo
una verdad que aún no se encontró porque no nos colocamos ni en la rabia pura ni en la alegría pura.
Entonces sentimos, con intenso gozo, que llevamos el infinito adentro y que podemos acceder a curiosear con
inocencia todo el camino que nos queda por recorrer, y aprender cómo seremos mañana, y dentro de cien mil
años, porque eso, está en nuestra alegría conseguirlo.
Y entonces descubrimos que, por tener esos tres ejes que crecen y seguirán creciendo, ya somos
inmortales, eternos e infinitos y que eso lo tenemos ya en esta vida y es cuestión de acceder espiritualmente
a ello, conquistar lo que es nuestro aquí y ahora. CON LO CUAL YA TENEMOS EN POTENCIA, COMO EL
EMBRIÓN TIENE YA AL BEBÉ ADENTRO, TRECE DIMENSIONES. Sí, en nuestra vida como seres humanos, seres
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de seis dimensiones al servicio del Centro, ya tenemos en germen las trece dimensiones que nos permitirán,
en algún momento y lugar, ser inmortales, eternos e infinitos. Eso, un embrión de menos de un mes ya lo sabe
y lo siente. Veremos más adelante las razones por las cuales lo olvidamos.
Como en los casos anteriores, recurriremos a una imagen para ilustrar el eje rabia-alegría: esta vez es
un chiste. Un niño tenía muy inquietos y angustiados a sus padres porque a los tres años aún no pronunciaba
una sola palabra. Los padres lo llevaron a todos los especialistas que no encontraron fallo orgánico ni
psicológico alguno. Así pasaron dos años más y el niño alcanzó los cinco años sin decir una sola palabra. Una
noche estaba cenando con sus padres y la madre le sirvió sopa. El niño se llevó la primera cuchara a la boca y
pronunció: “¡ a esta sopa le falta sal!”. Los padres, conmocionados, festejaron su discurso y le preguntaron
por qué no había dicho nada hasta entonces. El niño respondió:”Es que nunca había tenido queja hasta hoy”.
Fin de la historia. El niño vivía en el eje de la infinitud.
El esplendor, tras las sensaciones y emociones, se vive en los tres binomios estructurales al servicio
del Centro.
En el Sintetizador- Protector es el encuentro de dos estructuras HUMANAS es decir, con
TRANSFORMADOR, y el Transformador nos permite crear sonidos y palabras: un lenguaje y, también, la
estructura y la música que convierte la palabra en discurso. Cuando pronunciamos una palabra, por ejemplo,
“aire”, la creamos desde nuestro Transformador, pero la decimos desde SU estructura de destino, el Rector.
Si decimos “te quiero”, lo decimos desde nuestro Protector. Eso es la elección de la palabra. Cada palabra
que elegimos proviene de una de nuestras seis estructuras y dice mucho de nosotros. Dice qué tan bien
funcionamos estructuralmente y qué estructuras tenemos más energetizadas y cuales menos. Hay una ciencia,
la PNL (programación neurolinguística), que se ocupa exclusivamente del lenguaje para hacernos crecer. No
viene a cuento aquí hacer un glosario MAT de las palabras claves de cada estructura, es decir un glosario
lingüístico, ni decir cómo es la terapia MAT en lo que a lenguaje se refiere. Pero la tenemos. Eso en cuanto a
elección de la palabra se refiere. Pero queda aún lo más importante: LA ESTRUCTURA DEL DISCURSO, que no
solamente incluye palabras sino organización del discurso por fases y por frases que deben tener, como en
urbanismo y en arquitectura, su estructura ideal o conveniente. Para ello, disponemos de techos, líneas,
pilares, suelos, vigas, etc., es decir, de los signos de puntuación ortográficos. Ellos introducen y simbolizan LA
ESTRUCTURA.
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El símbolo del Sintetizador es el paréntesis (()) y el símbolo del Protector es el punto y coma (;). Es el
encuentro y complementariedad indisociable, en el primer eje, del paréntesis y del punto y coma. El paréntesis
se abre para dar más información sin tener que detener el ritmo del discurso. Es decir, como aporte de la
inteligencia pura que analiza constantemente sin tener que detener pesadamente el discurso, aportando más
datos y más matices, es decir, mayor sensibilidad. Ese simple signo cumple todas las funciones del
Sintetizador. En efecto, cuando un Sintetizador trabaja a plenitud selecciona, desarrolla, archiva, clasifica,
actualiza, percibe lo muerto y lo evidencia, memoriza, piensa, negocia, detecta aciertos y errores y los
muestra, relaciona, calcula, percibe pérdidas e incrementos, procesa, conecta, comunica, para encontrar
opciones y soluciones. El Sintetizador selecciona los datos más relevantes para su discurso e introduce entre
paréntesis precisiones que enriquecen la información. Por ello, las personas que tienen un Sintetizador
invasor y monstruoso introducen repetidos e interminables paréntesis que hacen perder el hilo de lo esencial y
machacan el discurso. Esa patología evidencia falsa tristeza en vez de orgullo auténtico, y configura la
personalidad del “pesado”, del cual todos huyen.
El paréntesis evidencia dos cosas más: conocimiento completo y claridad entre lo que se debe incluir
para informar matizando con sensibilidad, eso es conocimiento completo, y lo que no se debe mezclar en el
discurso aunque sea muy relevante para no hacerlo confuso, y requiere absolutamente del paréntesis, eso es
claridad.
Un ejemplo de genio literario que usa mucho el paréntesis y cuya obra completa es como un paréntesis
inmenso es Proust.
El Protector tiene su símbolo: el punto y coma (;). Es el símbolo estructural y musical que mejor
representa el cuándo de las cosas: cuando irrumpe algo muy valioso y esperado que se debe recibir
marcando un hito y unir sin separar dos mitades de un mismo todo. Allí llega la necesidad del punto y coma.
Marca un momento importante que hay que destacar y que une dos mitades de una oración. Todas las
funciones del Protector están así simbolizadas por el punto y coma: evaluar, establecer confluencias entre
entidades asociables, unir sin mezclar, alentar y motivar dejando un tiempo de respuesta para el otro, es
decir, sin invadir, ayudar a asociar, aceptar ser parte de algo conservando su ser propio, cumplir separando
responsabilidades pero uniéndolas en un solo todo, proteger de la distancia a dos cosas complementarias,
entregarse sin perderse. Para todo ello, ¿ qué haríamos si el punto y coma? Las personas que viven mal el
punto y coma separan lo que no hay que separar al ponerlo en vez de la coma y unen lo que no se puede unir
y lo introducen en vez del punto. Eso configura una personalidad invasora y manipuladora, narcisista, que
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confunde al otro para llevarlo, manipulado e hipnotizado, a su terreno. Es el depredador que nos quiere
vender neveras si somos esquimales, y del cual todos desconfían.
Como genio de la literatura que usa muchísimos puntos y comas tenemos a Chateaubriand. Además, el
idioma francés es el que más usa el punto y coma entre los que conocemos porque su camino de
trascendencia se hace a través del Protector.
La complementariedad indisociable entre el paréntesis y el punto y coma es evidente: son extremos
opuestos y que se potencian mutuamente. El primero destaca uniendo y el segundo une, respetando,
separando las dos individualidades sin mezclarlas. Es la Divina Comedia de Dante.
El segundo eje Rector-Transformador es el encuentro y complementariedad entre el punto (.) y los dos
puntos (:). El Rector introduce el punto y el Transformador introduce los dos puntos. Cada cual es la
estructura y la música del suyo.
Las funciones del Rector serían imposibles sin el punto. En efecto, el Rector tiene como habilidades
funcionales las de diagnosticar rotundamente y sin rebabas, establecer límites entre dos cosas que no deben
mezclarse, legislar sin dudar ni dejar interrogantes sueltos e indefinidos, defender disuadiendo al adversario,
localizar lo que “no es” y apartarlo y lo que “sí es” para pasárselo al Transformador a fin de que haga su
trabajo de creación y de crecimiento, separar lo que debe existir armónicamente y por sí mismo. Eso todo ES
SEGURIDAD y garantiza la ARMONÍA del equilibrio perfecto de la diferenciación y coexistencia de cada
estructura ocupando su superficie exacta sin invadir a ninguna ni dejarse invadir por ninguna. Es el ser
integrado que dibujamos en la página 131. El punto muestra y edifica el final de algo, sus límites exactos. Final
de una frase. Comienzo de otra por el Transformador. Final de aquélla y punto. Y, cuando hay que separar aún
más nítidamente, es el punto y aparte. Final de una idea: punto y aparte. Las personas que abusan del punto
y rompen el discurso, fragmentándolo de manera excesiva, tienen un problema de rigidez, son tajantes y
prepotentes, son autoritarios, evidencian una patología de orgullo falso introducida en el Rector: “ esto es así
porque lo digo yo y punto”. Los que no usan el punto cuando convendría dejar respirar la obra o al lector, lo
obligan a releer dos o tres veces el texto para enterarse de lo que el confuso quiso expresar. Son
personalidades que introducen, al contrario de las anteriores, miedo falso en el Transformador y como están
confusos e inseguros, pasan su confusión al sufrido lector u oyente.
Un genio literario que hace un uso muy afortunado del punto es Ernest Hemingway.
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El Transformador tiene su estructura ortográfica y su música peculiar: los dos puntos (:). En efecto,
cuando necesitamos hacer irrumpir una afirmación, un descubrimiento, una revelación, no existe ningún otro
signo mejor que los dos puntos. Cuando releemos este libro, cuya función es la de revelar una nueva ciencia,
el MAT, encontramos una impresionante cantidad de dos puntos. Las funciones del Transformador son
imposibles de comunicar y de plasmar en un discurso sin los dos puntos. Como el Transformador es la única
estructura exclusivamente humana y la más difícil de manejar, existen muchos fallos en el manejo de los dos
puntos. O se colocan cuando no viene al caso y no se desvela ni se revela nada nuevo, y se abren puertas
abiertas, haciendo el ridículo y conformando una personalidad de perogrullo, o los dejan de colocar cuando es
necesario “soltar” la revelación sin torturantes esperas y circunvoluciones e imponen un pesado tiempo de
espera para, por lo general, soltar al agotado lector u oyente, una banalidad. En el primer caso, tendremos
una patología de falsa alegría en vez de orgullo alimentando el Transformador. En el segundo, tendremos una
patología de miedo en vez de orgullo en el Transformador.
Las funciones del Transformador son, recordémoslo, las de transformar, consagrar, crear, pronunciar y
pronunciarse, imaginar, evolucionar, representar, decidir, crecer, acceder, declarar, probar, descubrir, afirmar,
reconocer lo válido, elegir, determinar. No es posible descubrir, ni plasmar un descubrimiento, ni, menos aún,
revelarlo con HUMILDAD ROTUNDA, sin recurrir a los dos puntos, a menos de caer en las patologías antes
señaladas, evidenciando un Transformador enfermo. Los dos puntos abren y cierran sin demora ni dilación
expectativas propias y ajenas: abren un mundo nuevo y lo afincan con solidez y firmeza sin dudar ni hacer
dudar. Con ello, cada cual ASUME lo propio y revela, sin acapararlo ni plagiarlo, lo ajeno.
Un genio que emplea mucho y bien los dos puntos es Erich Fromm.
La unión y complementariedad del punto y de los dos puntos es evidente: el primero dice lo que
terminó. El segundo muestra lo que está surgiendo. Es así de rotundo. Entonces se instala la
complementariedad. El punto abre una nueva interrogante. Los dos puntos arrojan un nuevo crecimiento en el
camino del descubrimiento. La raza humana somos una larga cadena de puntos seguidos de dos puntos. Esto
es la auténtica evolución: . : . : . : Es la música de nuestro crecimiento.
El tercer eje estructural se simboliza por el guión (-) y la coma (,). El guión simboliza al Vitalizador y la
coma al Orientador. El Vitalizador rige la justicia y la corporalidad como función trascendente. El guión abre un
espacio rotundo para introducir algo de pleno derecho, con “corporalidad”, dentro de una frase. El guión es
muy diferente del paréntesis: el segundo aporta una precisión, un dato sobre el tema. El guión introduce otro
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tema dentro de un tema. Introduce un tema sin el cual la justicia que se le haría al tema central de desarrollo
no sería tal, quedaría amputado, le faltaría parte esencial, aunque no evidente, de su ser. El guión se
introduce dentro de una frase para introducir un cuerpo entero de presencia dentro de un todo. Y, también, se
abre un guión en un diálogo para abrir paso a la expresión entera de un personaje, en un diálogo. Ese guión
presenta la manifestación verbal de ese personaje con todas sus consecuencias: palabras, manera de hablar,
signos de puntuación arquitectónicos, y, dentro de esa oración, se abren guiones para aportar detalles que lo
presentan en movimiento, haciendo cosas. Por ejemplo:
-Hola – dijo Juan, sentándose desenfadadamente - ¿Cómo estáis?- y a continuación se descalzó.
-Bien,- contestó Alicia, y se sonrojó porque le chocó la desenvoltura de Juan, sintiendo vergüenza
ajena-.
Las funciones del Vitalizador serían imposibles de manifestar sin el guión: en efecto, el Vitalizador
percibe, siente, reparte, asigna, reacciona, denuncia, ataca, diluye, disuelve, vitaliza, sanea, erradica y
moviliza. En un discurso escrito se podría, haciéndolo mal, evitar algunos guiones. Pero se le quitaría toda
irrupción de corporalidad, se haría el discurso pesado y, a la vez, desmaterializado. No tendría carne. Eso,
para un discurso. Si pensamos en un diálogo entre personajes o presencias, evitar los guiones sería del todo
imposible.
Las personas que usan demasiados guiones son gente violenta. Agresiva. Los que usan demasiados
pocos o casi no los usan son personas etéreas, sin corporalidad, y con imposibilidad de distinguir y separar su
cuerpo del de los demás. Son esos salvadores compulsivos que dejan penetrar en sí lo peor de lo ajeno y
luego se culpabilizan y engordan.
El guión aporta encarnadura y corporalidad e individualidad al relato. Sin el guión habría géneros
enteros como la novela o el teatro que serían imposibles. No habría paso para los lectores, que se
confundirían con el escritor, mezclando lo inmezclable. Sería un mundo de promiscuidad. Tanto el escritor
como el lector sentirían constantemente rabia.
Un genio del guión es el novelista Leopoldo Azancot.
La coma, aporta ritmo y música del fluir, de la respiración del texto o del discurso. Es la plenitud en
libertad en la cual cada uno tiene su sello y su estilo y respira haciendo una pequeña pausa que ayuda a
entender un todo vivo, fluyente, bien construido y libre, sin desbordamientos. La coma evita, además,
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repeticiones y pesadeces. Deja fluir de manera biológica, orgánica. Sería imposible escribir sin comas. La coma
es el mínimo básico en arquitectura del discurso. Y es, también, el mayor y más sutil de los lujos.
Las personas que no ponen comas son confusas e invasoras, son aprovechadas y manipuladoras, y, a
la vez, no tienen identidad ni dignidad. Son trepadores. Las que usan excesivas comas son ampulosas y, a la
vez inseguras y cobardes. Quieren ponerse por encima del lector o del oyente sin tener nada notable para
destacar. Además son pesadas y caóticas.
Un genio de la coma es André Gide.
El encuentro del guión y de la coma encarna lo presente por antonomasia. Es un lujo exótico inaudito y
la mayor de las sencilleces. El guión introduce presencias encarnadas y rotundas, la coma las hace respirar y
fluir, existir y seguir existiendo. La coma es baile, danza, alegría y libertad. Vivos y fluyentes como un río.
III. GLORIA Y ESPLENDOR AL SERVICIO DEL CENTRO:
Toda esa gloria, todo ese esplendor que mostramos, tiene un origen y una finalidad. El mismo origen y
la misma finalidad. Origen y retorno del Centro y al Centro. Como ya mostramos, el Centro es nuestra séptima
estructura, estructura de la cual provienen todas las demás y por la cual accederemos a más y mejores
estructuras. Esto podría parecer un acto de fe, una declaración sin fundamento. ¿Cómo demostrarlo más
científicamente? Muy fácil: por lo absurdo. No encontramos ninguna forma de demostrar científicamente que
todo tiene como origen el VACÍO REPLETO del Centro. Y las actuales doctrinas del Bing bang y la teoría del
caos nos parecen, a más de absurdas, una estafa y un insulto a la inteligencia. En el MAT, la séptima
estructura humana existe en todo lo existente y es el origen de todo lo existente. Es la sexta estructura para
los animales, la quinta en las plantas, la cuarta en los elementos, etc. ¿Implica la existencia de un Creador? No
necesariamente: implica la existencia de un principio de organización inteligente en el mundo físico que nos
rodea. Sólo eso. Las personas que no tienen muy energetizado su Orientador y no perciben lo sagrado no
necesitan mayores actos de fe.
Nosotros, como la Séptima estructura, el Centro, es por esencia VACÍA y no posee ninguna emoción ni
ningún sentido, no podemos demostrar su existencia como lo hicimos con las seis otras. Pero sí podemos
demostrar qué cosas terribles y patológicas pasan cuando metemos cualquiera de nuestras seis otras
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estructuras, emociones o sentidos dentro del Centro. Si no existiera nada en el Centro, si no tuviéramos un
Centro, no pasaría nada. Si ocurre algo, y un algo tremendo además, es que allí hay algo muy importante que
debe estar vacío para poder funcionar y para que la evolución prosiga.
Es fácil entender qué pasaría si pusiéramos, como muchos lo hacen, nuestro Rector en el Centro. En el
mejor de los casos, perderíamos la armonía de la estructura centrada e integrada, dando prioridad y prelacía
al Orden sobre todas las demás cosas y valores, tanto para nosotros como para los demás. Seríamos así,
rígidos y autoritarios, fanáticos de la forma, que tendría prioridad sobre el contenido. Si pusiéramos el
Sintetizador seríamos aburridamente racionalistas y limitados. Si el Vitalizador, seríamos justicieros e
iracundos. Si el Transformador, seríamos soñadores sin aterrizar. Si el Protector seríamos mesiánicos y
salvadores. Si el Orientador, seríamos mágicos y supersticiosos. Y si nos pusiéramos a nosotros mismos en el
centro, seríamos psicópatas narcisistas.
Para que seamos lo que estamos diseñados para ser, es decir, seres humanos centrados y viviendo en
la gloria y en el esplendor, con toda naturalidad, sencillez y cotidianidad, el Centro debe estar
escrupulosamente vacío. El Centro es nuestro cordón umbilical con la creación y con los seres de más
dimensiones que las nuestras. Y todas nuestras estructuras, emociones y sentidos han de estar al servicio
absoluto, total e incondicional de ese Centro. Esta es la condición necesaria y suficiente para que seamos. Y
para que seamos cada día más. Lo que entonces ocurre, además de armonía y de centramiento, lo dejamos a
la experiencia de cada uno de nuestros lectores, pues se trata de experiencias que, por demasiado íntimas,
entran en el dominio de la más respetuosa intimidad e individualidad, a más de sacralidad. Por lo tanto, al
menos en esta obra que es ciencia y no testimonio, no haremos un sólo comentario más al respecto.
IV. HISTORIA DE NUESTRA GESTACIÓN:
Resumamos, con palabras cotidianas, el proceso de la GESTACIÓN: Poco antes de ser liberado el
ovocito primario (estado original del óvulo en el ovario) del folículo, su núcleo se divide por meiosis y se
elimina el primer corpúsculo polar. Éste queda inmediatamente fuera de la membrana celular del huevo y
formará la placenta y todos los cuerpos maternos que alimentarán y protegerán al feto. Hay un primer
“desprendimiento” del sí mismo de la madre para ofrecer un espacio seguro al hijo. Parte del amor y, más
especialmente, del eje amor-tristeza, que diferencia “lo que hay” para el hijo de lo que hay del hijo, sin
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EL ESPLENDOR DE LO HUMANO
mezclarlo. El huevo liberado se transforma en el ovocito secundario. En este proceso, cada uno de los 23
pares de cromosomas pierde uno de sus compañeros del cuerpo polar y tenemos 23 cromosomas no
pareados. En este segundo proceso interviene el segundo eje orgullo-miedo. Hay una serie de
transformaciones donde se desecha la identidad de la madre como proceso clónico y se desprende de cada
pareja de cada uno de sus cromosomas para preparar la mitad de la individualidad del niño. Ninguna vida es
posible sin que estos cromosomas encuentren a su pareja. Es la mitad de un ser potencial, del cual se ha
separado “la imagen y semejanza con la madre”, puesto que se quitan cada pareja de cada cromosoma.
Unas cuantas horas después de que el espermatozoide entra en el ovocito, el núcleo se divide de
nuevo y expulsa un segundo cuerpo polar, con lo que se forma el óvulo maduro. Este tercer proceso evidencia
la intervención del eje Alegría –rabia de los tres seres en presencia: el del padre que entra y se fusiona y
exige formar otra cosa que no sea suma de dos, el del hijo que tiene aspiración a ser realmente sí mismo y
diferente de ambos progenitores, y el de la madre que deja de ser protectora y creadora y deja que cada cual
haga lo suyo, cortando con todo apoyo innecesario que podría convertirse en una invasión que imposibilitaría
el surgimiento de un ser completo. Para ello, la segunda expulsión del cuerpo polar. Así quedan 23
cromosomas impares, los del hijo. Uno de los cromosomas, el cromosoma X, es femenino. Necesitará de un
cromosoma Y del espermatozoide para ser varón y de un X para ser hembra.
De 300 millones de espermatozoides que contiene una eyaculación común, 1.000 a 3.000 logran
llegar cerca del óvulo. Los más fuertes y sanos. Esos espermatozoides finalistas atacan la corona radiada del
óvulo para abrirse paso. Cuando uno de ellos entra, su cabeza se hincha desmesuradamente para formar el
pronúcleo masculino. Los 23 cromosomas del pronúcleo masculino y los 23 cromosomas del pronúcleo
femenino se alinean entre sí para constituir un elemento completo de 46 cromosomas en el óvulo fecundado.
Así se establece la fusión –diferenciación del tercer eje: alegría-rabia. Entonces surge el ser potencial
completo y autónomo: los tres ejes al servicio del Centro creciendo en la secuencia emocional humana. Así
puede intervenir el proceso de división y diferenciación celular, para que la promesa se convierta en realidad
disponible, existente y presente: un bebé. Este proceso es lo que se denomina fecundación.
Entonces comienza un dificultoso proceso de transporte del óvulo por la trompa de Falopio hasta el
útero. Durante esta fase ocurren varios procesos de división celular y se crea el cigoto. Éste se queda entre 2
a 4 días en la cavidad uterina donde es nutrido hasta convertirse en una masa de 100 o más células que
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convierten al cigoto en mórula. La mórula segrega células que digieren células uterinas y las licuan para
prepararse un colchón de implantación en el útero.
Poco después de la implantación, se desarrolla una cavidad (Centro vacío) en la masa de células y
empieza a desarrollarse el embrión a lo largo de una de las paredes de la cavidad. Es la etapa donde el
embrión es blastocisto.
El embrión de un mes tiene ya todos sus órganos delineados. El primer proceso es el de la circulación
entre sangre materna y embrionaria diferenciadas. Y el primer órgano completo que se forma es el cordón
umbilical para, no sólo recibir nutrientes de la madre, sino poder expulsar materiales de desecho del embrión.
La primera estructura es así, El Centro. Entonces comienza la difusión del oxígeno y enormes cantidades de
producción de estrógenos y de progesterona por la madre. Tanto la absorción del oxígeno como la
producción de hormonas sexuales dependen de una emoción: la alegría, y nutren, conformándolo, el
Orientador del niño. Así se posibilita la reproducción celular del embrión y del feto. El niño es embrión hasta el
final del segundo mes. En el tercer mes ya es un feto, hasta los nueve meses. Después del parto será un
bebé.
A los tres meses el feto mide 15 cm y pesa 125 gramos (miedo y tristeza). Su rostro ya está diseñado
(amor), sus órganos genitales ya son definidos (alegría), su esqueleto está formado (orgullo), su médula ósea
ya funciona (orgullo), su corazón late desde hace dos meses (amor), su hígado funciona desde hace un mes y
medio (rabia), y ¡respira! – alegría- ( luego, a medida que crezca, se irá inhibiendo la respiración para que no
se trague materias fecales y así evitar la fórmula letal alegría- rabia) . Tal es el prodigio.
A los cuatro meses, mide 21 cm y pesa 250 gr : su sexo está más claro ( alegría). Se mueve (rabia).
Tiene todos sus órganos (seis estructuras con sus seis emociones y sentidos). Tiene la mayor parte de sus
reflejos periféricos (eje miedo-orgullo).
A los cinco meses, mide 27 cm y pesa 500 gr. Está cubierto de vello ( tristeza). Se mueve pero no es
capaz de vivir por sí mismo porque no tiene vitalidad autónoma ( falta Vitalizador completo y algo de rabia).
Ingiere y digiere y expulsa mecomio (materia fecal del feto) –rabia-.
A los seis meses, mide 33 cm y pesa un kilo. Tiene un aspecto senil por falta de grasa, da vagidos (eje
completo alegría –rabia), deglute si lo alimentan, mama, orina. Necesita de la incubadora para sobrevivir
(amor y miedo). Si no, muere.
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EL ESPLENDOR DE LO HUMANO
A los siete meses, mide 39 cm y pesa 1.750 gr. Ya parece menos senil. Puede dar vagidos, deglutir y
mamar. Es bastante vital y si se le puede meter un tiempo en la incubadora, mejor.
A los ocho meses, mide 45 cm y pesa 2.500 gr. Ya es un bebé graso y liso. Sobrevive por sí mismo.
A los nueve meses, mide 50 cm y pesa 3.250 gr. Es un bebé perfecto y normal. Su cerebro necesitará
de un año más de vida para alcanzar su total maduración.
El análisis MAT de la gestación
Todo empieza por el Centro, es lo primero que se manifiesta en el óvulo de la madre, quien desde el
núcleo se desprende dos veces de sí misma para abrir paso al ser del infante que tendrá como privilegio
cobijar y alimentar. En el espermatozoide pasa lo mismo, y se borra hasta no ser sino carga genética y
cromosómica del hijo. En el niño, lo primero que surge es el Centro también. Y, tras manifestarse y afincarse,
por dos veces, abre paso al surgimiento y a la multiplicación de células que llevan en sí todo el potencial de un
ser humano autónomo y auténtico. Perfecto. Tal y como estamos todos creados para ser.
La primera conciencia del niño, conciencia integral, es la de surgir de un Centro inconcebiblemente
superior a sí mismo, que potencia todas sus facultades para ser. Eso, antes de la formación del cordón
umbilical, es decir, antes de un mes de gestación, cuando se es pura potencia autónoma. La formación del
cordón umbilical, indispensable para recibir todos los nutrientes y desechar los sobrantes, introduce, a la vez
que un Centro orgánico, una relación con el otro, con un ser vivo que no es Centro sino que tiene un Centro. Y
eso, el embrión lo recibe como una conmoción y una absoluta pérdida del origen mismo de la gloria y del
esplendor en los cuales bañaba beatíficamente. Este primer duelo nace de la sabiduría de no SER del Centro
sino de tener un Centro. El segundo duelo viene de la obligada relación entre el Centro propio y el de la
madre, relación inevitable que se vive como una sujeción intolerable y como una estafa. La segunda emoción
del niño, después de la alegría beatífica, es la de rabia absoluta hacia ese Centro que tanto promete y tan
poco cumple. Allí empieza a funcionar activamente la secuencia y, de la rabia, se pasa al orgullo, “Ya que
estoy, voy a ser todo lo que pueda”. Y del orgullo se pasa a la otra punta del eje, al miedo a ser pulverizado
por esa primera rebeldía y, también a la seguridad al ver que no ocurre la desaparición. Del miedo se pasa a
la tristeza auténtica por dos razones: una positiva, al constatar el desarrollo inaudito que se opera en sí, y
otra negativa por ser así la vida, supeditada a otra vida. Entonces se pasa a la otra punta del eje, al amor,
porque se toma conciencia de toda la maravilla que se está recibiendo del Centro primero, de la madre
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después. Entonces se dispara el funcionamiento, en orden, de los tres ejes: el eje amor-tristeza que abre el
segundo eje: orgullo-miedo, que abre el tercer eje: alegría-rabia. Allí el ser humano mamífero comienza a
existir, a aceptarlo y a cooperar. Y empieza el trabajo en equipo con la madre, para que ambos estén lo mejor
posible durante todo lo que dure la vida intrauterina.
El embrión se hace feto. Se borra de la memoria esa primera rebelión y sus causas. Esa experiencia,
como todas las demás cuando se borran, queda conservada en el cuerpo. Se borra de la memoria la segunda
rebelión contra la madre, y sus causas. Y se empieza a vivir y a existir con plena conciencia de sí y del otro. Y
esa conciencia se torna, como consecuencia de esos dos procesos de borramiento, más importante que la
conciencia del Centro. Sin embargo, durante los cuatro primeros meses de gestación, el Centro sigue
funcionando y sostiene los tres ejes que sostienen y posibilitan la secuencia emocional que permite a su vez el
desarrollo de la vida. Pero la percepción del Centro se hace cada vez más lejana e intermitente. ¿Por qué?
Desarrollo de la personalidad como prisión:
Ninguna gestante vive las 24 horas del día en la gloria y en el esplendor al servicio del Centro.
Nosotros, los seres humanos, vivimos en nuestra vida diaria y desequilibramos nuestras emociones en
permanencia. En el origen de este desequilibrio constante está nuestra condición de mamíferos. En efecto, si
reflexionamos mínimamente sobre el feto, que está viviendo ya mal su Centro, sus ejes y su secuencia, mal por
las dos razones ya mostradas, veremos que, inevitablemente, por su condición de mamíferos, está recibiendo
de la madre, además de los sublimes alimentos y del maravilloso cobijo y protección, constantes interferencias
que limitan y coartan su bienestar, su individualidad y su autonomía. Por ejemplo, el feto está en su eje amortristeza y está gestionando, apasionadamente, lo disponible, estando pues muy ocupado en la energía
tristeza. Entonces viene de la madre una enorme descarga de amor. ¿Quién se lo podría reprochar? Ella no
puede adivinar en qué estaba el feto, quien, al recibir una enorme descarga de la emoción contraria, corre el
riesgo de caer en la fórmula letal y debe, para no morir, salirse rápidamente de esa emoción y pasar a la
secuencial, la rabia, para sobrevivir. Así, de sobresalto en sobresalto, el feto va temiéndole a los ejes que
representan, a la vez que la potencia mayor, el peligro mayor. Es como si tuviéramos el don de volar pero
que, cuando lo haciéramos, nos bombardearan con un misil una de cada cinco veces. ¡Sería como para
pensárselo! Pues no olvidemos que las emociones no son sólo sentimientos que el feto capta perfectamente,
sino que son, también y sobre todo, energía que hace funcionar las estructuras. El miedo de la madre va a
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significar una enorme descarga de cortisona que el torrente sanguíneo le va a aportar a través desde el
cordón umbilical y que él se va a tragar, la necesite o lo infle. Una gran descarga de tristeza significará una
descarga de hormonas tiroidales y agitación, nerviosismo y metabolismo disparado que consume las pocas
grasas que consigue almacenar. Una descarga de alegría le inyectará una sobredosis de insulina que lo podría
matar si el organismo humano, como cualquier otro organismo vivo, no fuera milagrosamente perfecto y
sólido. Y estamos hablando tan sólo de la relación de las emociones en el funcionamiento endocrino, que es,
tan sólo, uno de los múltiples sistemas del cuerpo humano. La aparición de vello que cubre todo el cuerpo del
feto a los cinco meses evidencia, no que somos originarios del mono y lo superamos, sino que estamos
dominantemente supertristes, ya que comprobamos, en nuestras investigaciones hospitalarias, que el vello y
el pelo están relacionados directamente con la tristeza auténtica. Y estamos supertristes porque hemos
sufrido una pérdida que nos deja desconsolados: hemos perdido nuestra conexión constante con los ejes,
nuestro funcionamiento natural en los tres ejes, en el cuarto mes de gestación.
Pero eso no es todo, ni es lo más dramático: por ser mamíferos, vamos a adquirir, en el útero de
nuestra madre, una personalidad que es resultante del desequilibrio de nuestra estructura según parámetros
de leyes inevitables que rigen nuestra naturaleza –las que descubre el MAT- y que, en situación de crisis, al
no recibir ese espacio seguro pleno que necesitamos, nos va a movernos a funcionar de manera a recibir lo
máximo posible en situaciones adversas.
Volvamos atrás en nuestra historia, al momento en que tenemos un cordón umbilical que nos comunica
con nuestra madre biológica. Cada emoción de la madre va a poner a funcionar la estructura correspondiente
de la gestante y producir hormonas, sangre, calcio, vitaminas, minerales, anticuerpos y todo lo previsible
porque para eso están las emociones: para hacer funcionar las estructuras y permitirnos ser y vivir. Ahora
bien, la gestante va a tener, durante la mayor parte de su embarazo, una emoción dominante, la que
corresponda a sus circunstancias y a su situación: puede sentirse feliz de tener un bebé y esa alegría será su
emoción dominante; puede estar triste porque su marido la abandonó, ella quedó en paro y su padre está
muy enfermo y morirá durante su embarazo; puede sentir mayormente amor si ya tiene a un bebé al que ama,
está enamorada de su esposo y espera con ternura a su segundo retoño; puede estar asustada si tiene un
embarazo de alto riesgo y además estalló la guerra en Irak y enviaron a su esposo al frente. Vamos a tomar
este último ejemplo para ejemplificar la gestación del bebé como historia vivida por él. Lo llamaremos nuestro
bebé.
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PRECIADA AZANCOT
Nuestro bebé tiene un día de gestación. Ya tiene 46 cromosomas combinados, 23 de origen materno y
23 de origen paterno. Experimenta la metamorfosis, el surgimiento de su ser dentro del óvulo materno. Por
supuesto él no siente ni lo de paterno ni lo de materno, pero sí siente. Siente más que si tuviera un cerebro
completo, porque no hay razonamientos, ni deducciones, ni inducciones, sino pura sensación que lo impregna
todo y que se fijará para siempre en su Vitalizador.
Es sacudido y transportado a trompicones por la trompa de Falopio y sufre varias divisiones celulares:
del orgullo pasa al miedo de desaparecer y se aferra al sí mismo. Ya de óvulo fecundado pasa a convertirse en
un cigoto. Se queda 2 a 4 días en la cavidad uterina y es nutrido. Siente amor. Es amor. Así se queda hasta
convertirse en una masa de 100 células o más. Es una mórula. Pasa a ser tristeza porque pierde su identidad.
Entonces reacciona y, rabiosamente, se hace su propio hueco segregando células propias, con gran vitalidad,
que digieren y licuan células uterinas de la madre hasta hacerse su propio colchón mullido y ahuecado. Así se
implanta él mismo en el útero materno. Entonces pasa al éxtasis de la alegría de la gloria y del esplendor y es
“del” Centro. Poco después comienza a asumir su ser del Centro como única pertenencia y hace una cavidad,
vacía como el Centro, mientras que él, al servicio del mismo, se retira a una de las paredes de la cavidad.
Nuestro bebé ya es embrión y es pura felicidad, orden, armonía, metamorfosis, claridad, sí, pero además es
inmortalidad, eternidad e infinitud. Lo es todo al servicio del Centro que lo está creando a él. Se hace en él
una circulación entre sangre materna y sangre propia que no es diferenciada como sensación y que le aporta
plenitud. Y sigue siendo, cada día más, en permanente metamorfosis extasiada. Vive y graba en su cuerpo
(Vitalizador) el conocimiento de la Gloria y del Esplendor.
Desde su Centro se hace un cordón umbilical que lo une a la parte del óvulo maduro que se transformó
en Su placenta. Allí comienzan las interferencias porque recibe productos raros y chocantes provenientes de
las emociones de su madre, que no son las suyas propias, y que él debe tomar en cuenta, ¡y cómo! Porque lo
desestabilizan. Y, muy en particular, las hormonas segregadas por el miedo dominante de la madre que
tomamos como ejemplo: cortisona, adrenalina, y demás productos de la suprarrenal. Esto representa para él
un riesgo de muerte: la cortisona lo infla, la adrenalina lo acelera, pasa de estar amorfo a hiperactivo y
combativo. Además, ese miedo de la madre, añadido al suyo propio, inflan su Rector y, así, pierde la armonía
de su estructura. Entonces su propia constitución humana, su propio orden natural, su patrón de ingeniería
funcional lo obligan a buscar la mejor de las opciones para sobrevivir. ¿Pero cómo vive ese “choc”? Como un
colapso, como una estafa, como una mentira intolerable que contradice el estado maravilloso y perfecto que
poseía y creía poder conservar para siempre porque ese sí que era SU orden. Y eso se vive como un odio total
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e incondicional al Centro. Entonces le llega la hora de la verdad: o elige no aceptar nada más que el orden
perdido y entonces desaparece porque él sigue funcionando en sus ejes y en su secuencia al servicio de Su
Centro. Y hay un aborto “espontáneo”. O decide adaptarse y buscarse la vida sin ilusiones: ese Centro
inmutable y maravilloso, existe y desaparece de manera intermitente, y él pasa, de la felicidad de ser, al
trabajo de sobrevivir. Y entonces el feto sigue su formación y dará lugar a un bebé vivo. ¿Cómo lo logrará?
El feto tiene conciencia sólo de algunas cosas: de su Centro, en primerísimo lugar, de sus tres ejes, y
de su secuencia emocional perfecta. Además, para seguir formándose y crecer necesita de esas tres cosas.
Pero ya perdió la sensación de eternidad, de infinitud y de inmortalidad. La sensación de eternidad la perdió
porque no sólo no está a solas con el Centro, sino que las emociones de la madre son a veces maravillosas,
cuando lo acompañan en las suyas en los ejes y en la secuencia, y a veces asesinas y terribles, cuando lo
desequilibran y lo obligan a “hacer cosas” para sobrevivir. Desde un comienzo, el ser de la madre es sentido
como dual: es la nutricia buena que lo ayuda a ser, ya no tan feliz y autónomo como antes del cordón
umbilical ( eso maravilloso ya se perdió para siempre mientras esté allí), que lo nutre, que evacua sus
desechos, que le da calor y cobijo seguros; y es, también, el ser terrible que lo está matando, y, aún peor, que
oculta su Centro y se pone en el Centro. Mamá es entonces el máximo terror.
Y ¿cómo es la sensación de sí mismo en ese trance? Pues pasar de lo divino al mismísimo infierno
como sujeto pasivo y sin encontrar ninguna relación entre lo que sucede y lo que hizo él. Absurdamente,
caprichosamente. Allí se cae la vivencia de Dios y se remplazan por visiones mágicas de poderes arquetipales
que nos van a perseguir y confundir durante toda nuestra existencia.
Pero ¿cómo se defiende el feto para sobrevivir? Nuestro bebé recibe a diario los productos y
consecuencias del miedo de la madre. Si el bebé está en una de las emociones de sus ejes o en una de la
secuencia, está obligado a abandonar su precioso recorrido de crecimiento personal y a acudir a su propio
miedo, que es la emoción “que lo llama”. Allí su instalación lo alerta sobre el gran peligro que corre si
permanece allí, porque además de recibir las descargas peligrosas de la madre, recibiría las suyas propias de
misma naturaleza y efecto y moriría. En nuestro ejemplo, si el feto se pone también en el miedo, produciría
más hormonas de las suprarrenales, y su piel y su cerebelo se harían espesos y gigantesco, para mencionar
tan sólo tres efectos del miedo. Y su Rector se cerraría a todo contacto con la madre, produciendo, por
ejemplo, una oclusión o una hernia del cordón umbilical. Así que, está claro para él LO QUE NO debe hacer: no
debe, bajo ningún pretexto, quedarse también en el miedo. Entonces, el feto se coloca en la emoción
secuencial que sigue a la emoción dominante de la madre como única alternativa para sobrevivir: balancear la
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emoción dominante de la madre tirando de la emoción siguiente en la secuencia, durante todo el tiempo que
dure la descarga desestabilizadora. Y decimos como única opción porque primero el feto intentó otra opción
más potente y placentera: colocarse en la emoción opuesta en el eje de la de la madre, en nuestro caso, el
orgullo: “Tú tiras de un lado y yo intento balancear colocándome en el otro lado del balancín”. Y debe desistir
de ello porque experimenta los terribles y mortales efectos de la fórmula letal. En efecto, el miedo de la madre
produce miedo a desaparecer en el niño, y no orgullo, porque éste es falso, y como el miedo restante es el de
la madre y no el suyo, también es falso: falso miedo + falso orgullo = fórmula letal.
El deber, como obligación ineludible, colocarse en la emoción secuencial siguiente a la de la madre, en
este caso en la tristeza, para sobrevivir, produce, en nuestro bebé varios y serios efectos que van a
condicionar toda su existencia y su visión de sí mismo:
En primer lugar, nuestro niño experimenta un alivio inmediato de los padeceres que lo afligían: la
tristeza, para dar algunos ejemplos de sus efectos, estimula la glándula tiroides, quema la grasa y reduce la
hinchazón producida por la cortisona generada por la gestante, activa el metabolismo que la suprarrenal
ralentiza, activa el sistema linfático que drena la retención excesiva de líquidos y de toxinas que el cortisol
genera. El equilibrio orgánico se restablece. No así el emocional.
En el ámbito emocional hay un primer efecto: la sensación de impotencia y de muerte inevitable
desaparece y abre paso a una sensación de orgullo y de autoconfianza: “yo sí que puedo evitar que me hagan
desaparecer”. El feto encontró ,él solito, la mejor opción para seguir siendo. Pero es un orgullo triste porque
tuvo que hacer algo que, en justicia no debería tener que hacer. Allí surge un sentimiento de abandono y de
hostilidad para con la madre primero y, lo que es más grave, para con Dios, o con el orden de lo humano, si
se prefiere, da igual cómo se llame. En Análisis Transaccional sería la posición existencial. Yo bien- Tú mal,
tanto con la madre como con el orden natural.
Un segundo efecto, aún más grave, es que el niño, que necesita para ser y crecer funcionar en los ejes,
no pudo reequilibrar de manera natural el desbalance producido en él empleando la ley natural de los ejes: no
pudo reequilibrar el miedo instalándose tranquilamente en el orgullo. Eso, para más INRI, le produjo la fórmula
letal, de efecto mortal si hubiera permanecido en ella. Entonces se desarrolla una inevitable visión simbiótica
en el feto: él y la madre son dos, pero “HAY QUE” funcionar como si fueran uno sólo. En efecto, no sólo hay
que trabajar arrastrando la emoción de la madre pujando en la secuencial que no parte de una necesidad
personal ni genuina sino de una imposición de supervivencia, sino que, además, para seguir estando
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funcionando en los ejes, nuestro bebé va a tener que colocarse en la emoción contraria de la dominante a la
madre, esa misma en la cual no pudo instalarse a causa de la fórmula letal, cuando pase la presión y le toque
recorrerla en sus propios ejes o en la secuencia, en nuestro caso, el orgullo.
En efecto, como ya tiene la tristeza como dominante de su propia estructura de funcionamiento, el feto
no va a poder colocarse en el amor porque el equilibrio se rompería a causa de la inflación de la tristeza que
requeriría de una sobre carga de amor “inflado” que comprometería su propio equilibrio emocional, pero
también físico (además de hipertiroidismo tendría demasiados productos de la glándula hipófisis), y, no sólo
eso, sino que así su primer eje amor-tristeza se desarrollaría más que los demás y perdería toda la armonía
de su estructura natural. Además y sobre todo, esas dos emociones, amor-tristeza, serían falsas y
ocasionarían la mortal fórmula letal.
Entonces el feto encuentra una segunda solución de supervivencia genial: se habituará a fortalecer la
emoción opuesta de la dominante de la madre y eso con dos fines: reequilibrar su segundo eje miedo- orgullo,
para compensar los desaguisados producidos por el miedo de la madre, y, también y sobre todo, PARA NO
SER COMO ELLA. Es decir, para conservar la ley perfecta que se percibe desde el Centro y que se instrumenta
en los ejes.
En efecto, esa simbiosis a la cual la madre lo obliga a someterse para no morir no es BUENA , no está
en la ley del Centro. La Ley del Centro propicia la autenticidad y la autonomía, no la simbiosis. Y el feto, así, no
la tendrá como elección existencial para sí mismo.
Pero ocurre, a causa de esa simple emoción dominante de la madre, algo aún más grave y terrible que
todo lo que hemos relatado hasta ahora: ocurre algo muy grave en el ámbito espiritual en el feto. Veamos:
Cuando el feto está en su propia emoción obligada, la que sigue en la secuencia a la emoción
dominante de su madre, está obligado a quedarse todo el tiempo en que dure la emoción dominante de la
gestante. Si la secuencia perfecta es un 100% en cada emoción, lo que nos da un 600% en total al final de la
secuencia, el promedio en que estará el feto en la emoción obligada para no sufrir daños irreversibles será de
un 140%. Cuando el feto ve liberada la presión de la emoción dominante de la madre pasa a la emoción
secuencial que sigue a la “obligada” y siente una auténtica liberación. ¡Por fin va a su aire! Y recomienza su
secuencia. En el caso de nuestro niño, pasa de la tristeza obligada a la rabia liberadora y se siente tan ligero,
liberado y realizado que va a dar un significado especial a la emoción libertadora, un significado de
autorrealización, de culminación, de libertad, de orden, de justicia, de autonomía. Porque va a vivir esa
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emoción como si se abriera la puerta de su prisión, y al fin se verá libre y feliz. Pero le quedará tan sólo un
60% de energía para esa emoción si no quiere hipotecar las demás emociones. Así que, lo corto, dos veces
bueno, y el feto tendrá una especie de fijación por esa emoción que tanto significa para él y en la cual jamás
puede recrearse a gusto, al menos no en las veces en que accede a ella como resultado de la liberación de la
presión de la madre. Por lo tanto, a veces, cuando el feto está en su secuencia emocional o en sus ejes y va a
su aire, sin ninguna presión ni frustración, va a saborear esa emoción y verla como algo suyo, como algo
normal. Y, cuando esa emoción adquiera un valor añadido, porque accede a ella como resultado de la
liberación de la presión, le vuelve a dar ese significado especial de felicidad que se persigue y que jamás se
alcanza por completo: a veces sí, a veces casi, a medias. El feto, que no tiene ni un cerebro maduro, ni datos
objetivos, no va a razonar sino a tener experiencias que, por inexplicables, no dejan de ser aún más vívidas y
determinantes: sensaciones corporales y emocionales conmocionadoras y repetidas. Y, en vez de deducir que
le están ocurriendo cosas, sentirá que sus cosas son así. Como una fatalidad.
Por otro lado, la experiencia del feto con su Centro, ya lo vimos, está muy interferida y mediatizada. Al
mero comienzo, antes de tener un cordón umbilical, es esplendorosa y completa. Hay un Centro que es éxtasis
completo y él es de ese Centro maravilloso y perfecto que se lo da todo y en el cual es todo. El embrión no se
confunde con el Centro sino que recibe de él y se comunica con él.
Luego el Centro es ocupado por un cordón que lo une a otro ser. Otro ser del cual recibe cosas
maravillosas, y entonces el feto se socializa y se une a su madre y hace equipo triunfador con ella. Todo va
bien y el feto siente su propio Centro cuando va a su aire, y siente el Centro de su madre “buena” que lo
entrega todo por él. La vida es como debe ser: maravillosa.
Pero cuando la madre tiene emociones falsas, desviadas, desconectadas e infladas, el feto sufre
agresiones que lo dañan en todos los aspectos: físico, emocional, anímico, espiritual, mental, y establece
conexiones que, si bien son abusivas y falsas, no dejan de ser necesarias para que todo encaje, es decir que
su Transformador, cuando no encuentra la posibilidad de establecer conexiones sanas, las distorsionará para
encontrarle sentido a lo que le está ocurriendo. No se dice: mi madre está desarmónica y eso va a durar un
tiempo y luego yo seré yo y decidiré sobre mi vida. Claro que no puede decirse eso por que él no sabe nada
de nada. Lo que sí hace, y no tiene otra salida, es decir que El Centro lo ama y lo protege y luego lo amenaza
y lo agrede sin que haya hecho nada para ello. Entonces se resignará a ese Dios caprichoso y veleidoso con
quien el no tendrá más remedio que congraciarse, y a quien a veces ama y que a veces odia. Y, lo peor del
caso, es que, obligado a funcionar con una emoción dominante obligada, una emoción fuerte compensatoria y
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una emoción unificadora pero veleidosa, el feto, a imagen y semejanza de su madre, va a tener una ingeniería
de funcionamiento desestabilizada e inevitable. Esa ingeniería emocional de su estructura va a condicionar su
funcionamiento neuroendocrino, y tendrá tendencias fijas a usar algunas estructuras más que otras, hasta
confundir ese disfuncionamiento con su propio ser. Además, será verdad que nuestro niño tendrá un
Sintetizador demasiado exagerado, con las consecuencias biológicas que ello implica. Por ejemplo, y de lo
poco que hemos investigado, demasiada tiroides, demasiado vello y cabello, una forma de rostro rectangular
arriba y redondeada en la barbilla, tendencia a la miopía, y, si la madre está en la fórmula letal miedo-orgullo,
tendencia al síndrome de Down. Poca grasa y nerviosismo: y, por la rabia poco energetizada, poca vitalidad,
poco control emocional, poco control sensorial, y, por el orgullo fortalecido, gran capacidad creadora y
transformadora, huesos fuertes y gruesos, cerebro hiper desarrollado en su hemisferio izquierdo (tristeza) y
posterior derecho (orgullo). Cuando nazca tendrá una tipología de personalidad con tres emociones
anómalas: la tristeza, el orgullo y la rabia, y tres emociones normales, el miedo, al amor y la alegría. Y esas
emociones no serán sino el reflejo de su estructura con tres estructuras dominantes: el Sintetizador inflado, el
Transformador crispado y el Vitalizador sacralizado (es decir, al que se la da un significado “mágico” especial)
que lo aleja del Centro y ocupa su lugar.
O sea, que por las razones antedichas, sobre las cuales no queremos extendernos en esta obra, el feto
nace, no a imagen y semejanza del Creador sino a imagen complementaria de su madre. No tendrá seis
estructuras armonizadas porque perfectas en proporción, cantidad y calidad, sino que será una criatura con
tres estructuras con “valores añadidos” y tres normales. Tendrá una PERSONALIDAD. Y esa personalidad, es
decir, esa máscara que oculta su ser, será innata, biológica, y científicamente analizable y detectable por
todas las pruebas clínicas posibles, empezando por un simple electrocardiograma que arroja, en el ejemplo de
nuestro bebé, un eje de corazón recto en vez de inclinado hacia la izquierda. También hemos hecho pruebas
incipientes de huellas dactilares que están “en una misma familia”, y, desde luego, estamos esperando
ansiosamente comenzar nuestras investigaciones genéticas para demostrar nuestra amplia investigación
clínica sobre tipologías de personalidad y propensión a ciertos tipos de enfermedades.
Lo que sí podemos afirmar categóricamente, es que sobre 120.000 casos analizados, TODOS
pertenecían a una de las seis familias tipológicas, y que cada tipología tenía su patrón de ingeniería emocional
que compartía con todos los demás integrantes de su familia tipológica.
Pero lo que confirma lo asombroso de estos descubrimientos y la férrea y universal ley del Centro, de
los ejes y de la secuencia innata es la historia fetal de dos de las seis tipologías de personalidad. En efecto, de
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las seis tipologías posibles, cuatro siguen el mismo patrón de formación que nuestro niño: los bebés fruto del
miedo, de la rabia, del orgullo y de la alegría. Absolutamente TODOS siguen, férreamente el mismo patrón. Es
decir todos los bebés surgidos de la emoción dominante xxxx de la madre tienen, si esta emoción es:
-Miedo: la tristeza dominante, el orgullo fuerte y la rabia idolatrizada, “espiritualizada”. Los llamamos
Constructores.
-Rabia: el orgullo dominante, la alegría fuerte y el amor “espiritualizado”. Son los Legisladores.
-Orgullo: el amor dominante, el miedo fuerte y la alegría “espiritualizada”. Son los Reactivadores.
-Alegría: el miedo dominante, la rabia fuerte y la tristeza “espiritualizada”. Son los Fortificadores.
Pero los niños surgidos del eje tristeza-amor no pueden seguir esa misma ley, y lo tienen más
complicado. Por LEY de los ejes. En efecto, ya lo hemos señalado en el capítulo anterior, el eje tristeza-amor o
amor-tristeza, da igual, es el mismo, es el primer y necesario eje que sustenta los dos restantes. Es la viga de
las vigas. Sin ese eje, no se crean los dos otros, y, lo que es peor, la persona deja de ser humana y se
convierte en desalmada. El eje amor-tristeza, si bien está jerárquicamente supeditado al segundo (orgullomiedo) y éste al tercero y más alto (alegría-rabia), es el que posibilita lo mínimo necesario para ser humano:
ser almado. Lo que significa no estar desalmado. Sufrir por las perdidas y las muertes y amar lo auténtico y
valioso es lo menos que se puede pedir a un humano. O a un animal. O a un vegetal. O a un mineral.
Para demostrarlo hemos constatado que todos los bebés nacidos del desajuste de ese eje debieron
enfrentar el enorme riesgo de caer en la fórmula letal hasta conseguir tener ellos mismos, como emoción
fuerte, la misma emoción débil (dominante) de la madre. Para demostrar que NO SE PUEDE JUGAR CON EL
PRIMER EJE, mostraremos que absolutamente todos los bebés cuyas madres tuvieron como emoción
dominante:
-La tristeza: tienen dominante la rabia, fuerte la tristeza y “espiritualizada” el orgullo. Son los
Reveladores.
-El amor: Tienen dominante la alegría, fuerte el amor y “espiritualizado” el miedo. Son los Promotores.
Esos dos bebés han seguido el mismo patrón universal en lo que atañe a la inevitabilidad de
compensar la emoción dominante de la madre con la emoción secuencial siguiente. También han seguido la
misma inevitable “espiritualización” mágica de la que sigue secuencialmente a la dominante obligada propia.
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Pero cuando se trató de forjar la propia emoción “fuerte”, como contrapunto de la obligada dominante propia,
esos fetos no pudieron ir a la emoción opuesta de la dominante de la madre sino volver a la misma emoción
dominante de la madre, una vez aflojada la presión, hasta convertirla en su propia emoción fuerte. Toda una
lección de heroísmo. Y una demostración de la férrea ley de los ejes. Con lo cual, la elección de eso fetos no
ha sido: “No quiero ser como tú”, sino “Te voy a enseñar a ser mejor al no tener la misma debilidad que tú
aún en las peores circunstancias”. Puestos en la disyuntiva de no tener el primer eje fortalecido, esos fetos lo
han tenido que pasar peor y más dificultosamente que los cuatro restantes. Luego, en vida, también lo van a
tener más difícil en el proceso de hiperconexión, es decir, de recuperación de la secuencia emocional innata.
Esta es, en muy resumidas cuentas, la historia de un bebé deseado, querido y normal.
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V. HISTORIA EMOCIONAL DEL NIÑO:
El desarrollo emocional del lactante, del infante y del niño requiere, simplemente, contar con
respuestas auténticas a sus necesidades físicas y emocionales. Esas necesidades son bastante más exigentes
de lo que sería necesario si no fuéramos todos mamíferos, siendo la condición de mamífero la más alta y
preciada de nuestra condición terrenal.
Todos nacemos, ya lo vimos, con una personalidad que es el producto de la emoción dominante de
nuestra madre durante nuestra gestación. Esa personalidad, máscara que oculta el ser, tiene tres anomalías
estructurales y emocionales que nos van a condicionar en nuestra relación con el entorno, haciéndonos
peticionarios de tres tipos de atenciones y de cuidados que son los resultantes de nuestras tres anomalías.
Veamos:
Todos nacemos con una estructura y su emoción correspondiente así como su sentido, dominantes.
Seremos más orgullosos o amorosos o alegres, o seguros o sensatos o vitalistas que el promedio, porque esa
estructura fue la que ejercitamos de manera dominante durante nuestra vida intrauterina. Esa facultad que
nos caracteriza la llamaremos nuestra competencia. Como ya vimos en el primer capítulo, cada estructura
tiene múltiples habilidades y dos funciones, una básica y otra trascendente, y para nosotros, para cada uno de
nosotros, será fácil y placentero desplegar constantemente el abanico de las habilidades y virtudes
correspondientes a nuestra estructura, emoción y sentido dominantes. Son cosas que se nos dan
airosamente. También es cierto que cuando nos dañan por allí tenemos menos defensas y nos podemos
romper por esa aparente fortaleza. Porque al vernos atacados o desatendidos, y, para colmo, recuestionados
en nuestra emoción dominante, nos sentimos como privados del piso sobre el cual caminamos con tanta
soltura. Sentimos entonces que se nos cuestiona el “derecho a existir y a ser diferentes” y valiosos por
nuestra diferencia. Así evidenciamos que nuestra competencia es también nuestro talón de Aquiles, nuestro
punto débil. En el MAT definimos la competencia como “ destreza innata que se desarrollará durante toda la
vida para obtener aceptación y estatus social. La competencia nos convierte en especialistas convencidos de
tener una misión en la vida, alrededor de esa pauta recurrente que termina por conformar un patrón de
conducta y una visión narcisista de la vida.” Según nuestras investigaciones, la competencia moviliza el 20%
de la energía útil innata. La competencia condiciona nuestra corporalidad y la salud de nuestro cuerpo.
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EL ESPLENDOR DE LO HUMANO
Todos nacemos, también, con una estructura compensatoria fuerte que nos hace superiores y más
geniales que lo normal. Ese será nuestro talento. En el MAT definimos el talento como “capacidad innata que
sustenta la expresión de la base y fundamento de del ser integral, única y sorprendente en sus expresiones,
que bordea la genialidad y que moviliza la capacidad de innovación y de crecimiento del sujeto.” Según
nuestras investigaciones, el talento moviliza el 40% de la energía innata de la persona y sostiene y gestiona la
competencia. Por nuestro talento podemos sorprendernos y sorprender al mundo. Es nuestro punto fuerte,
porque es el que, genialmente, hemos localizado y entrenado como contrapunto que sostiene toda nuestra
estructura y compensa la inflación posible de nuestra competencia. En momentos difíciles y casi
concentracionarios, es la emoción y la estructura y el sentido que nos van a permitir resistir a todos los
embates de la vida, y surgir, como ave fénix, de las peores pruebas. Es la dimensión nuestra por la que nos
negamos a ser parte del tropel, la que da testimonio tranquilo y sereno de la grandeza del ser humano. Si hay
alguna genialidad inicial por la que podríamos destacar y transformar al mundo es por el talento que se ha de
manifestar. Por el talento no vamos a tener necesidades vitales de ser apoyados ni reconocidos pero sí
notaremos que cuando no estamos conectados a él nos sentimos vacíos y sin rumbo en la vida, como si
hubiéramos perdido nuestra autenticidad. Somos falsos y percibimos la falsedad del mundo y de nuestra vida
cuando ésta no reposa sobre nuestro talento. Es la sal de nuestra vida. El talento condiciona nuestra vida
anímica.
Nuestra tercera peculiaridad condiciona nuestra vida espiritual y tiene una jerarquía aún más alta en
nuestra personal escala de valores. Es la estructura, la emoción y el sentido que viene secuencialmente tras
nuestra competencia “obligada” y que representa la liberación de la presión materna en nuestra vida
intrauterina, la rabia para nuestro niño del ejemplo que pusimos. Es volver a nuestra libertad de ser nosotros
mismos y de caminar en nuestro orden universal secuencial, que es el estadio mínimo que nuestro orden
estructural tiene para cualquier mamífero. Y también para cualquier elemento de la creación que tenga más de
dos dimensiones. Es nuestra vocación, que no nuestra “misión” que surge justamente del narcisismo de
nuestra competencia cuando está invertida y mal enfocada. Definimos la vocación en el MAT como “La
excelencia exclusiva de cada persona, que le confiere su plenitud y su potencia máxima y cuyas expresiones
están marcadas por la entrega, el compromiso, el impacto solidario y entusiasta sobre los demás, y que
movilizan su capacidad de autorrealización”. El MAT muestra que la vocación moviliza el 80% de la energía útil
innata de la persona. La gestión del talento antecede obligatoriamente a la de la vocación que representa la
cúspide de la autorrealización cuando se es persona.
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La vocación nos muestra nuestra peculiar idea de Dios y se gesta en el útero de nuestra madre desde
el primer día de vida, y se desestabiliza a partir del primer mes de gestación, en cuanto se forma el cordón
umbilical. Entonces, el contacto con el Centro, fuente de todo lo posible en cualquier tiempo y lugar, nos
conecta, no sólo a nuestro limitado orden sextidimensional, sino al orden de las dimensiones que nosotros, los
humanos, no poseemos en esta tierra. El Centro nos relaciona con el ORDEN PERFECTO de toda la evolución
posible de todas nuestras dimensiones y potencialidades, y, también y sobre todo, nos relaciona con lo que
jamás vamos a tener y que nos ama y nos ampara. Es lo que conservamos, en todo nuestro ser, de lo que
percibimos siendo un ser de un día fecundado y que se nos va desdibujando durante nuestra gestación por
los problemas que ya mencionamos. El Centro se va haciendo como una luz intermitente, cada vez más tenue,
confusa e inalcanzable, a medida en que nos vamos transformando en personas alejadas de lo que somos
para ser: seres humanos. En algunos momentos accedemos al contacto con el Centro, entonces vivimos en la
gloria y el esplendor, en momentos el ser de nuestra madre ocupa el Centro, y entonces vivimos una visión
idolátrica, simbiótica y amputada de nuestra finalidad. A veces, como reacción de defensa, colocamos a
nuestro propio ser en el Centro y caemos en el ridículo de creernos Dios, y, como tenemos conciencia de
nuestra banalidad y de nuestra vulnerabilidad, creernos uno de los dioses, resultado de la fragmentación y
atomización del Centro. De esta visión fragmentada nace el concepto de Arquetipos y divinidades, de la
fragmentación de esos arquetipos nace el concepto de mitos, de la fragmentación de éstos nace el concepto
de héroes, y de la fragmentación de estos últimos nace el concepto de persona, que luego, fragmentado,
origina el concepto de gente.
Según nuestras hipótesis, perdemos el contacto con nuestro Centro antes del quinto mes de
gestación. Inmediatamente después se empiezan a deteriorar los ejes como consecuencia, luego ya
perdemos, en la fase final del embarazo, la secuencia. Y sólo nos quedamos como personas con tres
dimensiones conflictivas y tres sanas. Lo dramático de este cuento es que vamos a dar toda nuestra energía a
esas tres dimensiones conflictivas, olvidándonos de las sanas. Lo positivo de este proceso, universal e
inevitable por ahora, es que todos necesitamos, al menos así lo creemos desde nuestra talla de personas,
recuperar en justicia lo mínimo necesario para ser persona antes de convertirnos en seres humanos. Y lo
mínimo necesario es que no se nos ate a las necesidades de otro por nuestro talón de Aquiles. Y lo mínimo
necesario es que se nos permita acceder a la libertad básica de nuestra secuencia innata para ir a nuestro
aire.
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EL ESPLENDOR DE LO HUMANO
Desde el útero, recordamos que es por la emoción que representa la liberación del aprisionamiento
compensatorio de la emoción inflada de nuestra madre que sentimos que volvíamos a ser nosotros mismos. Y,
como cada día era más conflictivo acceder al contacto con el Centro y a la subordinación libertadora a éste, no
es de extrañar que hayamos dado a esa emoción, a esa estructura y a ese sentido un valor religioso y, tan
altamente espiritual, que llegó a confundirse para cada uno de nosotros, con el rostro del mismísimo Dios.
Cuando colocamos a esa emoción, a esa estructura y a ese sentido en el Centro, ocupando el lugar del Centro
al cual todas las demás estructuras y emociones deben conservar el mismo lugar y valía subordinándose a
éste, ocurren cosas terribles como el fanatismo, la idolatría, el narcisismo idolátrico que sólo confunde a los
seres humanos y causan la separación y el enfrentamiento de la comunidad de los hombres, en luchas a
muerte fratricidas. Mientras no pongamos esa vocación en el Centro, corremos sólo el riesgo de estar en la
TORRE DE BABEL. Para el Legislador dios será amor, para el Reactivador dios será alegría, para el Promotor
dios será seguridad, para el Fortificador dios será entendimiento, para el Constructor dios será justicia y para
el Revelador dios será creación. Y todo quedará en cuestiones de opiniones. Por ello, nuestra vocación rige
nuestra espiritualidad personal, como persona. Creemos que dios es nuestra estructura vocacional y que sólo
ella nos puede abrir a él. Por un lado es cierto, ya que nos abre la secuencia, que es, parte conocida, del
orden nuestro natural. Por otro lado esa fijación abusiva nos hace fanáticos y rígidos aunque, cuando está
normalizada y reenfocada, nos hace auténticamente trascendentes. Lo mejor sería conservar la relatividad y
tomarnos esa vocación con sentido del humor.
De todas formas, cuando recibimos agresiones a esa zona, nuestra vocación, la sentimos como que no
tenemos derecho a existir. Perdemos la brújula de nuestra finalidad y, con ella, el sentido de la vida, de
nuestra vida.
¿Qué nos queda al nacer? Ciertamente no el Centro, ni los ejes, ni siquiera la secuencia. Nuestra
mismísima personalidad nos hipoteca la secuencia. En efecto:
Él Reactivador pasará de su competencia, el amor, a su talento, el miedo, (dando un salto sobre la
alegría) para acceder a su vocación, dando un paso atrás en la secuencia, para luego mirar, con pasmo, el
miedo, y perder así su visión de conjunto. Por supuesto, puesto así no le dará ninguna importancia especial a
sus tres estructuras y emociones sanas, y qué decir de sus sentidos: el Sintetizador-tristeza-oído, el
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Vitalizador-rabia-olfato, el Transformador-orgullo-gusto. Irá hacia sí mismo a salto de mata y así se perderá,
quedando por entero a merced de sus padres, cuidadores, maestros, organizaciones, sociedad, etc.
Si cayera en manos de seres humanos integrales que funcionan en secuencia, en ejes y al servicio de la
conexión con su Centro, toda esperanza podría conservarse. Sus cuidadores entenderían que sus necesidades
exacerbadas de competencia, talento y vocación obedecen a traumas uterinos debidos a su condición de
mamífero. Dichos cuidadores darían atención a esos tres puntos de dolor y, una vez cicatrizadas las heridas,
harían ver que lo más lindo del niño son sus tres partes incontaminadas. Las seis partes tendrían entonces las
mismas importancias y valores y el niño podría recuperar sus ejes y su Centro. Y convertirse en ser humano
integral.
El Promotor descalifica las mismas estructuras sanas que las del Reactivador, y que también son las
suyas, y pide ávidamente nutrición para su Orientador-alegría-sexo, su competencia, para su Protector-amorvista, su talento (con lo cual da un paso atrás en la secuencia) y para su Rector-miedo-tacto (dos pasos
adelante), su vocación.
El Fortificador pide nutrición urgente para su Rector-miedo-tacto, su competencia, para su Vitalizadorrabia-olfato, su talento (con lo cual salta dos pasos adelante) y para su Sintetizador-tristeza-oído, su vocación
(un paso atrás). Y descalifica su Transformador-orgullo-gusto, su Protector-amor-vista y su Orientadoralegría-sexo, que representan la normalidad.
El Constructor, que es el niño de nuestro ejemplo, pide nutrición para su Sintetizador-tristeza-oído, su
competencia, para su Transformador-orgullo-gusto, su talento (salto de dos adelante), y para su Vitalizadorrabia-olfato, su vocación (un paso atrás). Y descalifica su Protector-amor-vista, su Orientador-alegría-sexo y
su Rector-miedo-tacto, que son normales.
El Revelador clamará a gritos por su Vitalizador-rabia-olfato, su competencia, por su Sintetizadortristeza-oído, su talento (un paso atrás), y por su Transformador-orgullo-gusto, su vocación (dos pasos
alante). Descalificará las mismas partes normales que comparte con el Constructor.
El Legislador exigirá atención especial para su Transformador-orgullo-gusto, su competencia, para su
Orientador-alegría-sexo, su talento (dos pasos adelante), y para su Protector-amor-vista, su vocación (un
paso atrás). Y descalificará su Rector-miedo-tacto, su Sintetizador-tristeza-oído y su Vitalizador-rabia-olfato,
que tiene normales.
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EL ESPLENDOR DE LO HUMANO
Vemos por lo tanto que un bebé, cuando viene al mundo, no es una tabula rasa, no es ni perfecto ni
virgen, sino que es un pequeño mamífero que tuvo que lidiar con su condición de mamífero y salir lo más
entero y perfectible posible. Va a tener necesidades especiales debidas a su personalidad, a su perfil innato
de funcionamiento, resultado de su condición de mamífero. Aquí no hay culpas ni responsabilidades posibles
que reclamar a la madre. Toda situación requiere de una emoción, y cada gestación trae consigo su escenario
emocional y estructural. Es evidente que si la madre, además de su estado circunstancial, que va a
condicionar su emoción dominante, funciona mal, esta anomalía va a contribuir a dañar aún más el feto. Sobre
todo si se coloca repetidas veces en una de las tres fórmulas letales de los ejes. Esas fórmulas letales van a
originar malformaciones y hasta, si son endémicas, muerte del feto. Pero esos son los casos excepcionales
que, aquí, no nos ocupan.
Vamos ahora a ver cómo ayudar al lactante y al infante de hasta tres años de edad, y cómo dañarlo
hasta conseguir que, además de su prisión personal debida a sus tres disfunciones, caiga en su cárcel
tipológica y funcione al revés de su patrón de liberación. ¿Cómo hacer de un cachorro humano el reo de la
muerte en vida, pues eso es una tipología en el MAT?
Empecemos por lo más fácil: ¿CÓMO AYUDAR AL INFANTE?: Como primerísimo paso, percibir sus tres
dimensiones sanas y alegrarse por ello. Incentivarlas constantemente, aún y sobre todo si recuestionan
nuestra propia manera de funcionar como padres. No insistiremos pesadamente sobre qué estructuras,
emociones y sentidos estimular y acariciar constantemente pues remitimos al lector al párrafo anterior para
cada tipología y al capítulo de las emociones sanas. Una emoción sana, una habilidad innata fruto de un buen
funcionamiento emocional y un sentido sano, no necesitan sino orgullo, amor y alegría para ser valorados por
el infante. Él vendrá con la tendencia a no darles demasiada importancia, y a nosotros como padres nos
corresponderá hacerle tomar conciencia de lo grande que es por ser perfecto. Nada más.
Pero el bebé y el infante, en mayor grado, si no nos ocupamos bien del bebé, llega enfermo cuando
nace: le duelen tres estructuras, tres emociones y tres sentidos. Y cada uno de ellos tiene un tratamiento
especial. En efecto, si por venir aún más dañado que lo previsible nuestro bebé viene con algún órgano
enfermo, todos entenderemos que es urgente buscar tratamientos para que el bebé se sane. No así si viene
con tres enfermedades que le van a hipotecar el cuerpo, el alma y el espíritu. No por maldad, pues la inmensa
mayoría de los padres desean que su bebé esté sano y feliz, sino por desconocimiento. El MAT trae su granito
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de arena para que ese desconocimiento retroceda y abra paso a la sabiduría y a la felicidad del niño y de sus
padres. Muchos padres se sienten orgullosos de traer a su bebé al mundo y de educarlo y atenderlo para
hacer de él un ser humano de provecho. Ahora van a saber cómo sentirse orgullosos y cuándo sentirse
avergonzados (cuando no sólo no lo ayudan sino que lo dañan).
El tratamiento de la competencia: Lo esencial aquí, como respuesta de tristeza y de amor, pues ese es
el eje del Maestro, es decir, del educador, es percibir que tenemos allí un punto enfermo, el más enfermo de
nuestro bebé: él cree férreamente que su mayor facultad es la de expresar como nadie esa estructura, esa
emoción y ese sentido, y que lo van a amar por ello. Así tuvo que crecer y desarrollarse durante toda su
experiencia uterina. Así que es lo que mayormente va a expresar en su socialización con los padres. Y eso, les
hace gracia en vez de recuestionarse, despierta su orgullo en vez de alarmarlos y aman al bebé por ello en
vez de apiadarse de él. Empezamos mal, muy mal. Entonces el bebé recibe confirmación incondicional a su
creencia sobre su misión en el mundo. Y ya tenemos a un esclavo simbiotizado que necesita ser aprobado por
donde más le duele y ser valorado por lo que menos fuerte y liberado tiene. Por otra parte, la madre que las
más veces está aún en su emoción dominante, va a ver que su bebé “hace uno con ella” y la libera, porque
responderá, no con la misma emoción dominante de la madre, lo que sería prueba de normalidad, sino con la
emoción secuencial ¡QUE LIBERA Y ALIVIA A LA MADRE! Entonces la madre, no sólo no se recuestionará, sino
que sentirá que le cayó del cielo un ángel que la reequilibra. Y usará al niño en vez de curarlo.
¿Cómo sería la curación? Pues, cada vez que el niño se sitúe en la emoción secuencial a la dominante
o a la ex dominante de la madre, ésta debe sentir MIEDO por el niño y volver dos pasos atrás en su propia
secuencia, es decir al amor en el caso de nuestro bebé, incentivar el amor sano del bebé, pasar con él a la
alegría también sana, Y HACER QUE ÉL SOLITO PASE AL MIEDO, incentivarlo, acompañarlo, Y QUE ÉL SOLITO
PASE A LA TRISTEZA, y respetarlo durante todo el tiempo que esté en ella, acompañándolo SIN ESCALAR al
ponerse aún más triste que él. Quedándose en un segundo lugar, ocupada en atender al niño enfermo. A la
vez, le permitirá desplegar todas las potencialidades del Sintetizador, él solito, acompañándolo, pero sin
grandes alborozos, con normalidad y darle este preciso mensaje gestual y subliminal: “yo soy responsable de
haberte llevado a esto y estoy contigo, INCONDICIONALMENTE, mientras lo necesites siempre te acompañaré.
Pero no creas en ningún momento que yo necesito esa enfermedad tuya, ni, mucho menos, que te quiero más
por ella.” Eso es todo; una y mil veces hasta que el bebé tenga el tiempo de enderezar, solito pero con ayuda
total, su propia visión de sí mismo y del mundo. Y, por supuesto, si la madre debe hacer eso, todos los demás
que se acerquen al niño lo deberán hacer también, para no darle mensajes contradictorios. Pues se trata de la
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EL ESPLENDOR DE LO HUMANO
más grave de las enfermedades del bebé. Esperamos haber sido claros: ¡no se trata, en ningún momento, de
descalificar ni de combatir la competencia del bebé, porque, si no, caería en el autismo! Se trata de sanar una
zona enferma y convertirla en la sexta parte, valiosísima, del bebé. Si tomamos el ejemplo de una dolencia
orgánica, por ejemplo, el sistema linfático enfermo como podría ser nuestro caso, no se trata de envenenar
más al niño, tirándolo a la basura cada vez que le duela o que se hinche o que le salga un ganglio, sino de
curarlo. Si el niño está enfermo hay que cuidarlo, no abandonarlo ni rechazarlo cada vez que tenga una crisis.
Si no, además de haberlo enfermado, lo estaremos machacando y lo estaremos destrozando, y caerá en el
autismo, encerrándose para siempre fuera de este mundo absurdo, cruel e incomprensible, que lo daña cada
vez que sufre.
El tratamiento del talento: aquí el tratamiento es más fácil. Cuando asoma la genialidad del niño,
aplaudirla igual de fuerte que cuando asoman sus partes sanas. Aquí tenemos a un pequeño genio que nos da
lecciones a todos. Y hay que tener la humildad y la admiración normales ante cualquier genio. Y cuando algo
asoma de verdaderamente genial, aplaudirlo a romper, pero luego pasar a la normalidad. No a la
descalificación ni al rechazo; hemos dicho, después del aplauso, pasar a la normalidad. El mensaje preciso,
gestual y verbal, que hay que dar al niño es: “eres un genio y te amamos, no te consideramos anormal ni
diferente, mereces más y mejor admiración y amor por ello y te lo damos todos, con humildad, con
normalidad”. O sea, que ni se aparte al bebé como siendo un loco y un anormal porque todos los genios son
así de locos, ni se le transforme en un mono de circo a exhibir ante los amigos y conocidos. ¡Normalidad! Ya lo
hemos dicho, todos nacemos para ser genios en las seis dimensiones. Y hay que empezar por alguna, ¿no?
Con un tratamiento así el bebé ya cree que puede ser él mismo, ser genial y ser normal y amado. Con
lo cual su alma estará deshipotecada y libre y podrá amar confiadamente.
El tratamiento de la vocación: aquí el tratamiento es aún más fácil, pero más sutil. Con la vocación se
expresará el grito máximo, el Do de pecho del espíritu del niño. Será sobrecogedor. Y maravilloso. Aquí la
respuesta sana y normal es, no sólo orgullo, no sólo amor, sino alegría pura. Alegría, no exaltación ni, menos
aún, inflación mesiánica. No, no tenéis allí a Dios encarnado que bajó a la tierra a dar la buena nueva. No.
Tenemos, todos, allí, la máxima expresión de la verdad humana, a un ser humano pleno que rebosa de alegría
de la certeza. Es entonces justo y necesario inclinarse y acatar, no arrodillarse ante el milagro. Eso sería fatal
para el bebé, que se sentiría un ser fuera del mundo de los humanos. Al revés. Es lo plenamente humano. Lo
único que hay que hacer con presteza es ayudar diligentemente al niño a fortalecer y dominar con maestría su
eje correspondiente, en el caso de nuestro niño, el eje rabia-alegría. Y será fácil YA QUE LA ALEGRÍA SERÁ LA
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RESPUESTA JUSTA A SU RABIA. Cuando no se dé este caso preciso, o sea cuando el bebé no sea Constructor,
DESPUES DE LA ALEGRÍA PASAR A LA EMOCIÓN COMPLEMENTARIA DEL EJE, y entrenarlo una y otra vez como
si de un atleta olímpico se tratara.
Y, para terminar, no olvidar lo esencial: dar incansables caricias y alientos y permisos a lo que de sano
y valioso trae innatamente el bebé. Hasta convencerlo, no olvidando nada del tratamiento a las enfermedades
antedichas, de que lo más bonito, sano, perfecto que tiene son las tres dimensiones innatas que trae.
Entonces tendremos al genio vocacional de las seis dimensiones en secuencia y en ejes que todos nacimos
para ser.
Ahora bien, nada de todo esto tiene sentido si no se pone todo al servicio del Centro. Y el Centro DEBE
ESTAR VACÍO, ya lo sabemos. No debemos permitir al bebé que ponga su vocación ni ninguna de sus
dimensiones en el Centro. A un bebé tratado así no se le ocurriría jamás hacerlo, por lo demás. Es el
narcisismo de sus padres y educadores lo que lo obligaría a ponerlo allí para luchar contra otra cosa que ellos
han puesto allí, las más veces la propia emoción dominante tipológica del más despiadado y dominante y
narcisista y demoníaco de sus progenitores. O si se obliga al bebé a poner al dios sextidimensional de
cualquiera de las religiones. Eso hará a un bebé ateo.
¿CÓMO DAÑAR AL INFANTE? No vamos a tratar aquí de cómo se puede matar al infante. Para ello
remitiremos al lector a una obra posterior sobre los tres tipos de psicópatas, en especial al Magnetizador que
es el asesino psíquico de guantes blancos. Esta obra no tratará de psicopatías sino, a lo más, de
psicotizaciones, o más exactamente, de caldo de cultivo de las psicosis, que en esta obra, no trataremos
tampoco. Pues aquí sólo se trata del ESPLENDOR DE LO HUMANO, y de cómo volver a él si nos hemos
alejado.
El sometimiento de la competencia: Para afincar al bebé en su creencia de origen intrauterino en que
se le acepta y se le da un lugar en el mundo por su dimensión dominante innata, basta celebrar y amar esa
dimensión y dejar patente al infante de que se le distingue por ella. Es en ese error en el que caen la inmensa
mayoría de los padres y de los familiares cercanos del bebé.
Para agravar ese estado basta con que, cuando asomen las tres dimensiones sanas del bebé, no se
les haga ningún caso especial y se las trate como siendo lo banal en ese bebé.
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EL ESPLENDOR DE LO HUMANO
Para someter al bebé y darle “misiones” especiales que lo conviertan en el ente nutricio de sus
cuidadores, basta con que cuando asome el talento o la vocación del bebé se los descalifique, y se solicite en
su lugar la emoción dominante.
Para afincarlo en su “personalidad”, es necesario exhibir al bebé ante los demás solicitando su
dimensión dominante y, cuando ésta se hace presente, premiar al bebé. Así afincará su imagen viciada de sí
mismo y su creencia de que conseguirá sobrevivir por su dimensión dominante. Entonces el bebé se
SOCIALIZARÁ y caerá en el convencimiento de que el mundo es cruel y cínico y que “hay que” tener puesta la
máscara de turno para lograr sobrevivir en esa jungla. Ya tendremos a un Reactivador amoroso, a un
Promotor alegre, a un Fortificador respetuoso, a un Constructor sensato, a un Revelador vitalista y a un
Legislador orgulloso.
A partir de ese momento, el cuerpo del bebé o del infante se resentirá y enfermará. Se le dará un
antibiótico, por ejemplo, en vez de reparación del crimen.
El sometimiento del talento: necesita más maldad y premeditación en los cuidadores. En efecto, es
necesario que, cuando asome el talento y se muestre la genialidad, el bebé encuentre hostilidad, envidia y
escalada (“yo lo hago mejor que tú”) en los padres o cuidadores. Si encuentra una respuesta adecuada y otra
hostil en sus diferentes progenitores, elegirá la mejor respuesta, salvo si el progenitor que le da la buena
respuesta se deja “machacar” por el que le da la mala. En este último caso, el infante caerá en un sentimiento
de culpa y ocultará su signo distintivo frente al progenitor abusivo. El infante desarrollará la creencia en que
su talento pone en riesgo a su progenitor bueno y que ese talento es peligroso.
Para agravar la desconfianza del niño en su talento, es necesario tratarle de “loco” cuando esté
ejerciéndolo. Tratarle de loco y rechazarlo por ello.
Entonces el infante decidirá renunciar a su talento para que lo dejen en paz y lo acepten en su núcleo
familiar. Sentirá una legítima rabia contra esa injusticia de su medio y luchará desesperadamente por
conseguir aceptación y valoración por lo que “él sabe que es bueno y superior”. Esa lucha de liberación será
entonces tratada como una rebeldía intolerable y será aplastada. Entonces el infante decidirá conservar esa
rabia por dos motivos:
1º) Para recordar dónde está su tesoro al que le obligan a renunciar, y, cuando se sienta a salvo de las
persecuciones, tener una pista para encontrarlo, desenterrarlo y recuperarlo. Eso es lo bueno. Lo malo es que
para poder convencerse de que su progenitor responsable del desaguisado es “bueno” y no malo, y que por
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lo tanto no se merece su rabia, el bebé o el infante hace pasar ese sentimiento de rechazo y de rabia
auténtica a su inconsciente. Sentirá rabia en vez de su talento y ya no sabrá porqué. Esta decisión de origen
consciente pasará a su sistema neuroendocrino reflejo y se generará la rabia espontáneamente e
inexplicablemente para él. No será consciente del “switch” talento-rabia contra el responsable de su decisión
de renunciar a ello, y el infante la sentirá como rabia inexplicable.
2º) Para odiarse a sí mismo y al talento en vez de sentir rabia contra los padres. En esta segunda fase
la oposición y el rechazo se han interiorizado y el bebé sentirá: “soy malo-estoy loco”, y se tendrá rabia
cuando le surja la tentación de mostrarse o de mostrar su genialidad. De allí es muy fácil pasar al tercer paso,
que cerrará la trampa:
3º) Cuando el bebé vea afuera esa dimensión, sentirá rabia hostil hacia ella. Así será coherente con sus
dos decisiones anteriores y ya cortará el hilo de tensión que lo puede someter a la tentación de reconsiderar
sus conclusiones sobre el mundo y sobre sí mismo. Así se convertirá en un prisionero amargado y envidioso
de los que no hicieron la misma elección que él. Será un enemigo de su propio talento, tanto en sí como en los
demás. De más está decir que si, una vez adulto, tiene un bebé de su misma tipología luchará con saña y
hostilidad contra la genialidad de su hijo. Y si, además, está resentido, luchará contra todo tipo de genialidad,
cualquiera que sea ese talento.
A partir de entonces su alma estará en exilio, y él se convertirá, no sólo en un habitante y víctima de la
jungla que lo obligó a exacerbar el dolor de su competencia, sino en un carcelero hostil y rabioso del mundo
de los pigmeos, de los que luchan contra toda genialidad y se empeñan en cortar toda cabeza que asome por
encima de la medianía.
El sometimiento de la vocación: es el mayor daño que se le pueda hacer a un ser humano. Es el
asesinato de su espíritu.
Cuando el feto está en el útero materno y se le oculta la presencia estelar de su Centro (un mes de
gestación), el “choc” es tan tremendo que tras el odio puro que se siente ante “el Dios estafador”, muchos
fetos toman la decisión de morir. Si la vida no es lo que debe ser, su existencia ya no tiene sentido. Los que
decidimos continuar y seguir adelante lo hacemos primero y principalmente por una razón: volver a encontrar
ese Centro, esa gloria y ese esplendor puros que hemos percibido, que sabemos que existe y que nos
proponemos reencontrar por encima de todas las cosas. Y la primera reacción es de culpa, de inadecuación:
eso tan maravilloso no puede ser malo. Somos nosotros los que hemos hecho algo terrible para que Eso
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EL ESPLENDOR DE LO HUMANO
maravilloso nos abandone. El concepto de “culpa originaria” nace de esa experiencia y de esa vivencia que,
todos, tuvimos.
Luego pasamos a la luz intermitente tripartita: cuando estamos en nuestros ejes y en nuestra
secuencia, y sentimos que toda esa maravilla nace del Centro y tiene como finalidad el Centro, todo parece
maravilloso. Cuando sentimos las emociones “buenas” y centradas de nuestra madre, ya todo es bueno, pero
estamos en una posición más subordinada, somos el receptor de... cosas buenas. A lo sumo, podremos
acceder a una relación yo-tú con un Centro que recibimos como superior al nuestro. Cuando sentimos las
emociones “malas” de nuestra madre y estamos obligados a contraer una personalidad para sobrevivir,
sentimos ese Centro como un dios caprichoso, brutal, arbitrario, que, sin razón alguna de causa a efecto, se
torna terrible y amenaza nuestra vida, aplastando nuestra integridad y nuestra libertad. Pero allí el feto
aprende que “haciendo cosas”, como colocarse en su estructura dominante compensatoria, fortaleciendo su
talento y extasiándose con su vocación, logra quedar más o menos bien. Logra un todo bastante coherente y
cierta integridad.
Las cuatro experiencias quedan grabadas en su cuerpo, en su mente, en todo su ser. Y condicionan su
visión de Dios que, como Juno, tendrá cuatro rostros. Cuando el feto se convierte en un bebé autónomo
puede, si los padres se comportan como lo indicamos anteriormente, ser ayudado y reestabilizado por los
padres.
Pero al nacer ya tiene decidido que Dios es algo mejor pero de la naturaleza de su propia dimensión
vocacional. Para el bebé, el sentir y expresar esa dimensión es una cuestión de vida o muerte. Entonces ¿con
qué se suele encontrar? Pues con dos cosas. Una externa y terrible, y otra interna y abrumadora.
Si la reacción de los padres es la de prohibir la vocación, y eso es muy corriente por repetición y
perpetuación de ESA CADENA MALDITA QUE PERPÉTUAMOS en la exaltación de nuestra competencia, la
envidia y hostilidad de nuestro talento y la prohibición de la vocación, y que nosotros, los mamíferos humanos,
nos transmitimos de padres a hijos y de generación en generación, hasta convertirla en cultura universal,
adquirimos una TIPOLOGÍA DE PERSONALIDAD, es decir, una prisión vitalicia que encierra nuestro ser.
En efecto, si ya se exaltó nuestra competencia y se combatió nuestro talento, somos pasto de la
tercera y más sangrienta acometida contra nuestro ser: la prohibición de nuestra vocación. Y eso es muy fácil
de lograr en un bebé ya dañado por dos veces. Recordemos que el bebé ya viene desorientado al mundo, sin
relación ni contacto con su Centro originario, sin acceso a sus ejes y con su secuencia bloqueada por la
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obligatoriedad de efectuar marchas atrás y saltos adelante para mantener el 80% de su energía innata plana.
Es decir que, visto de una manera gráfica, el bebé ya viene con su estructura desplegada y abierta, como la
ilustramos en la página 131, y no integrada como la mostramos en la misma página.
Para el bebé, Dios es su vocación, y cada vez que accede a ella en paz rinde culto a su dios y se
regocija con su benevolencia. Se siente ser. Se siente pertenecer y pertenecerse. Se siente fluir y es feliz.
Bueno, todo lo feliz que puede ser un mamífero. Se siente tan feliz como un cachorro de león, por ejemplo. Es
un animalito más en este planeta tierra. Con la única diferencia de que tiene una dimensión más que le
permitirá transformar su mundo para bien o para mal.
Si se encuentra con una oposición a su vocación. Si, cuando la manifiesta, se encuentra con que lo
tiran fuera del mundo de los humanos ya sea por idolatría que lo lanza hacia el cielo y lo obliga a confundirse
con un dios, una y otra vez hasta obtener de él que sea un narcisista. O si se le excluye del mundo,
aterrándolo porque se lo deja solo “por malo”. O si se ve aplastado y aterrado y vencido por el dios personal
de sus progenitores, que tiene un real poder de vida o muerte sobre él, el bebé caerá en dos convicciones:
1º) Dios, en verdad, es el dios malo que recuerda tan bien en todas las células de su cuerpo. Sólo que
ahora es peor: antes podía “hacer cosas” para recuperar un equilibrio amputado, es cierto, pero parecido a
cierta integridad. Ahora no. El dios de su vocación es más débil que los demás dioses y está vencido. Es más,
lo castiga abandonándolo a merced de adoradores de otros dioses, que se ceban sobre él.
2º) Pero Dios es necesario porque su espíritu así lo grita, eso en primer lugar. Él recuerda su Centro, y
esa evidencia no puede ser recuestionada. Su alegría, su Orientador y su sexo dependen de ello. Entonces
como no existen los dioses “buenos”, y que sólo los malos le demuestran existir, se someterá a su propio dios
malo que le prometió la vivencia de su vocación y se identificó con ella pero que en la realidad le demuestra
que Dios existe sí, y que precisamente admite la expresión de esa dimensión, para él vocacional, en todos
menos en él. De esa creencia nacen los arquetipos colectivos. Es decir los dioses del Olimpo.
Y eso es tan así, que sus progenitores le evidencian una y otra vez que ellos también están sometidos
a sus dioses arquetípicos, que prohíben para los seres humanos, la vocación.
Para llegar a tan aberrante visión del mundo espiritual fue necesaria la intervención viciada del
Transformador, que busca el porqué de las cosas y sólo puede vivir en la coherencia. El Transformador
descubre cosas importantes para que todo tenga un sentido coherente. Y, un infante normal tardará tres años
en resignarse a esa visión carcelaria del mundo. Luchará con tesón durante tres años, en el mejor de los
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EL ESPLENDOR DE LO HUMANO
casos. No vamos a mencionar casos límites en toxicidad. Durante cuatro años más intentará recuperar su
integridad de mamífero original. Luego olvidará, y se instalará cómodamente en su cárcel, y se hará prosélito.
Esas dos convicciones del infante lo van a conducir a convertirse en un “adorador de”, sometido en
cuerpo y alma a su dios arquetipal. Para ello, cambiará un 40% de la falsa rabia que reemplazaba su talento
por más emoción de su competencia. Así se transformará en algo coherente que sigue una religión, la de su
arquetipo particular. En cuanto a su vocación, seguirá con la coherencia absoluta de su esquema existencial y
la cambiará por miedo fóbico. Ya no será necesario aterrorizarlo con ser excluido y morir de abandono y de
exilio. Él mismo se encargará de exilarse del mundo y de la verdad espiritual sintiendo miedo fóbico en lugar
de su vocación, y por la gente que actúa, auténticamente, esa vocación. Así se alejará de su espejismo
imposible.
En el MAT llamamos TIPOLOGÍA DE PERSONALIDAD la inflación de la competencia ( que deja de ser
competencia, pues pasa a convertirse en un 140%, como en el útero, del cual 100% corresponde a la
emoción auténtica y el 40% corresponde a la vocación originaria convertida en esa falsa emoción que imita la
competencia), la desconexión del talento (que es reemplazado en un 40% por falsa competencia y en un
60% por rabia falsa- envidia-) y la prohibición de la vocación (que es reemplazada por falso miedo fóbico).
NUESTRAS ESTADÍSTICAS ARROJAN QUE, SOBRE 120.000 CASOS ANALIZADOS, EL 98% DE LAS PERSONAS
ESTÁN EN SU TIPOLOGÍA y sólo el 2% está en su personalidad. No encontramos ninguna que no esté en
ninguno de los dos estados. No encontramos ni a un sólo ser humano integral.
En el próximo capítulo mostraremos cómo es cada tipología, y también sus fases de evolución, que lo
alejan o lo acercan del recién nacido más intacto que fue. Mostraremos qué hacer para recuperar la
integralidad del ser humano que nacimos para ser.
Por lo pronto concluiremos este capítulo mostrando que las tipologías son adoradores de dioses
arquetipales de esta forma precisa:
-
El Reactivador es un adorador de Orfeo.
-
El Promotor es un adorador de Mercurio.
-
El Fortificador es un adorador de Aquiles.
-
El Constructor es un adorador de Sísifo.
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-
El Revelador es un adorador de Prometeo.
-
El Legislador es un adorador de Atlas.
Eso en un 98%. Del 2% restante, cuando se conectan y recuperan su competencia, su talento y su
vocación, acceden al Dios de su vocación y entonces:
-
El Reactivador se identifica con Jesús.
-
El Promotor se identifica con Alah.
-
El Fortificador se identifica con el Dios de Buda.
-
El Constructor se identifica con el Dios de Zoroastro.
-
El Revelador se identifica con el Dios de Maní.
-
El Legislador se identifica con el Dios de Moisés.
Aún así, ¿cómo evitar las guerras de religiones? Pues el espíritu del ser humano está en exilio, y,
cuando se encuentra, es para encontrar a un Dios Padre hecho a su imagen y semejanza.
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EL ESPLENDOR DE LO HUMANO
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CAPÍTULO 5
LAS TIPOLOGÍAS DE PERSONALIDAD
Las tipologías MAT, ya lo vimos, se definen por sus ecuaciones funcionales de origen innato. Al
desequilibrio innato en cuestión, se le añade la respuesta del entorno, que va a “instalar” a cada persona en
su cárcel tipológica. A esa cárcel tipológica la llamamos TIPOLOGÍA DE PERSONALIDAD. Pues, como ya vimos,
la personalidad es ya una máscara que oculta el ser y que se fabrica en el útero materno, como quedó
ilustrado en el capítulo anterior. Si esa “personalidad” no encuentra la respuesta adecuada en su entorno
temprano, y si se le da la respuesta equivocada, se instalará en su tipología.
La tipología se caracteriza en el MAT por:
-
La inflación de la dimensión dominante (140%, de las cuales 100% de emoción auténtica y 40%
que reemplaza parte del talento innato). A esa emoción la llamamos emoción inflada tipológica.
-
La desconexión del talento innato que se reemplaza por 40% de falsa emoción tipológica inflada
y 60% de falsa rabia. A esa emoción la llamamos emoción desconectada tipológica.
-
La prohibición de la vocación innata que se reemplaza por 100% de falso miedo y, luego, por
25% de falso miedo y 75% de falsa emoción dominante de la fase en la que nos encontremos. A
esa emoción la llamamos emoción prohibida tipológica.
-
La ausencia de miedo auténtico y de rabia auténtica en una parte importante, por estar éstas
reemplazando la vocación prohibida y el talento desconectado.
Para volver con el ejemplo de nuestro niño, el Constructor, tendrá:
-140% de tristeza, será su emoción inflada tipológica. Esa tristeza constará de un 100% de tristeza
auténtica y de un 40% de falsa tristeza que reemplaza orgullo auténtico.
-60% de falsa rabia, que reemplazará el orgullo auténtico, su talento original innato.
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EL ESPLENDOR DE LO HUMANO
-100% de falso miedo, que se convertirá inmediatamente en 25% de falso miedo y un 75% de falsa
emoción de la fase tipológica en la cual se encuentre. Ese falso miedo será la expresión inadecuada de su
rabia vocacional innata.
Con lo cual nuestro niño Constructor sentirá tristeza en vez de orgullo, rabia en vez de orgullo y miedo
en vez de rabia. Eso significará que su Sintetizador estará inflado y contendrá 40% de energía desviada de su
Transformador, que su Transformador estará alimentado por un 40% de energía originaria del Sintetizador, la
tristeza, y por un 60% de energía destinada innatamente al Vitalizador, y que su Vitalizador estará alimentado
por un 25% de energía innata del Rector, el miedo, y por un 75% de energía destinada a la estructura
dominante correspondiente a su fase de evolución. Si consultamos la tabla de emociones desviadas y sus
vicios correspondientes, nuestro niño Constructor que nació para ser dominantemente serio, inteligente,
agudo, desarrollador, genialmente creador, transformador y crecedor y deslumbrantemente justo, vitalista,
líder y sano, se convertirá en un ser amputador y carcelero, envidioso, apocado e intimidado a más de lo que
le toque en la fase en la que elija situarse.
Aún no hemos explicado el 75% de vocación que se transforma en falsa emoción tipológica de la fase
de evolución en la que se encuentre: en efecto, en su prisión tipológica estricta, el Constructor, como cualquier
otra tipología, va a sentir un 100% de falso miedo en vez de su vocación prohibida, en este caso, la rabia.
Pero estar en su prisión tipológica es muy incómodo y el Constructor examinará las invitaciones y modelajes
de su entorno y elegirá buscar salidas, incorporándose visiones del mundo de otras tipologías. Pongamos por
ejemplo que un Legislador, que tiene el orgullo inflado, lo incite a imitarlo con la promesa de, así, recuperar su
orgullo talentoso original. Entonces nuestro niño incorporará parte de la máscara del Legislador y se
convertirá en Constructor en fase Legisladora. Pero no encontrará lo que busca porque su emoción inflada
permanecerá igual, su emoción desconectada también -no tendrá orgullo auténtico- y su vocación, la rabia se
transformará en 25% de falso miedo y en 75% de falso orgullo. Ese orgullo que tanto buscaba será sólo una
máscara que reemplazará parte de su rabia, es decir, que además de lo dicho, será servil. Y estará peor y
más apresado que antes.
¿Quiere decir esto que si recibimos a una edad temprana respuestas inadecuadas de nuestro entorno
estamos condenados a permanecer presos de nuestra tipología durante el resto de nuestras vidas? No. El
MAT muestra las puertas de salida, que, por lo demás, algunas personas han encontrado solas, sin ayuda del
MAT pues, ya lo hemos señalado, el 2% de la población (sobre nuestro muestreo de 120.000 casos) está
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fuera de su cárcel tipológica. Es decir, el 2% de la población tiene su competencia, su talento y su vocación
activos y si bien tienen una personalidad, no tiene una cárcel tipológica.
El MAT muestra cómo salir de la prisión sin ayuda terapéutica y engrosar la pequeña élite del 2% de
las personas que tienen claros y actuantes su competencia, su talento y su vocación.
El MAT enseña, a partir de ese estado de liberación que llamamos proceso de conexión, a recuperar
más potencia a través de una serie de procesos que tendrán como objetivo convertirnos en seres humanos
integrales que han trascendido su condición de mamíferos. Esta obra no tratará de los procesos de
crecimiento posteriores al proceso de conexión. Éstos serán objeto de una obra posterior. El proceso de
conexión nos sitúa en nuestra potencia innata, es decir, nos hace renacer a nuestra vida como un bebé de un
día de nacido. Luego nos tocará crecer.
¿Cómo salir entonces de la prisión tipológica? Por un proceso en tres pasos: el proceso de la conexión.
Estos pasos deben, obligatoriamente, reandar el camino equivocado y hacerse uno tras otro. Nuestra
experiencia de unos 3.000 estudiantes que hemos reorientado hacia su conexión así lo atestigua. La simple
lógica y sentido común, también.
El primer paso consiste en recuperar nuestra competencia, redimensionando nuestra emoción inflada y
reconduciendo el 40% desviado a su estructura original, la de nuestro talento. En nuestro ejemplo, el
Constructor, ya en edad de analizar y de procesar, constatará que su tristeza, en un 40% de los casos, no
responde al estímulo adecuado para sentir tristeza, es decir, no corresponde a una pérdida. Entonces, ya
alertado y con este instrumento a su disposición, constatará que en esos casos de falsa tristeza la emoción
adecuada y auténtica correspondiente al estímulo es el orgullo, su talento original. Aprenderá a sentir tristeza
ante las pérdidas, y admiración ante las grandezas propias y ajenas. Pues recordemos que la admiración es la
expresión mínima del orgullo auténtico. Una vez que recupere su tristeza perfecta, y tenga un Sintetizador
agudo y claro, nuestro Constructor podrá dar el segundo paso. Esta fase del proceso se llama en el MAT fase
de preconexión. Para llegar a ella es necesario, imperativamente, que el Constructor tome conciencia de que
está preso de un arquetipo, el de Sísifo, y decida recuperar su libertad y soltar sus creencias arquetípicas
tipológicas.
El segundo paso será entonces la recuperación de su talento innato. Nuestro Constructor preconectado
constatará ,que frente a los estímulos aptos para sentir y expresar orgullo – grandeza, obras creadoras,
genialidad propia y ajena, descubrimiento, crecimiento- él siente falsa rabia, es decir hostilidad y envidia. En
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EL ESPLENDOR DE LO HUMANO
este estadio es absolutamente necesario que el Constructor recupere la memoria inconsciente de su niñez
temprana y caiga en la cuenta de que esa rabia, auténtica, la sentía contra aquella figura parental que lo
hostigaba por su talento y lo trataba de loco por tenerlo y expresarlo. Entonces, una vez su rabia focalizada y
asumida, podrá recuperar su orgullo y, con él, su talento originario. Esta fase se llama sencillamente segundo
paso del proceso de conexión.
El tercer paso será más difícil y lento y requerirá de un salto espiritual, de un grito de liberación que
recuestione, al menos como acto consciente, la visión espiritual de una estructura sin Centro fijo y universal.
Dios no es justicia, es las seis funciones e infinitud de funciones más que escapan a nuestro entendimiento
racional y se pueden intuir desde nuestro Orientador y captar exclusivamente con nuestro Centro. Es una
mamiferada el creer que el Centro es sólo una de las seis dimensiones básicas del ser humano. Entonces
surge la risa liberadora. Sólo después el Constructor, al igual que cualquier otra tipología, puede “descodificar
su miedo fóbico” que, él concientiza entonces, es miedo a un dios carcelero y arquetípico que autoriza la rabia
(tradúzcase su vocación, cualquiera que ésta sea) a todos salvo a él. Pero es también el miedo a instalar su
rabia en el lugar del Centro y convertirse en algo peor que un preso tipológico, en un psicópata narcisista que
se cree dios. Este proceso no requiere actos de fe ni religiosidad alguna. Se puede decidir que dios no existe,
siempre y cuando se deje el Centro vacío y se destrone al ídolo que lo ocupaba. Entonces, después de un
duro entrenamiento en reconducir la emoción de la vocación a su estructura y devolver el miedo auténtico al
Rector, se accede a la conexión. Esta fase se llama, en el MAT, fase de conexión. Entonces la personalidad
sale de su cárcel, y se funciona con el 80% de la energía innata original. Se pierde el 20% porque al tener
una personalidad vamos a caer inevitablemente en algo de miedo, un 20% en vez de nuestra emoción
vocacional.
La conexión nos hace recuperar la estructura desplegada que mostramos en nuestro gráfico, página
131. Ahora viene un segundo proceso que, si se hace dedicándole toda nuestra energía, no dura menos de
24 meses: el proceso de hiperconexión. Se trata aquí de recuperar nuestra secuencia fetal energética. Se
parte del primer paso: Vocación a emoción siguiente en la secuencia. En nuestro ejemplo, paso de la rabia al
orgullo. Así ya no se necesita hacer marchas atrás y adelante al pasar de la competencia, al talento, y luego a
la vocación. Vale decir que la estructura se empieza a integrar por un punto, el primer paso. Cada fase
significa algo muy valioso e importante que no vamos a desarrollar en esta obra que sólo trata de la conexión.
Tenemos dos obras que tratan del camino de crecimiento hacia la recuperación de toda nuestra talla integral
de ser humano.
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Al cabo de seis fases, se cierra el proceso de hiperconexión y pasamos a tener una energía del
5.000% de energía innata, es decir de la de un bebé de un día de nacido.
El tercer proceso se llama proceso de trascendencia. Consiste en tan sólo esperar tranquilamente,
pues viene sola y se manifiesta, al cabo de un proceso en siete fases, por la primera percepción del Centro a
través de una luz blanca que se conserva de manera normal y permanente, sin ilusorios ejercicios de
meditación trascendental. Todos los humanos tienen un Centro y éste muestra su primera y más inocente y
virginal manifestación. Entonces pasamos a utilizar el 640.000% de energía innata. Y esto no termina aquí.
Esto no es, ni mucho menos, el final del camino de crecimiento. Es sólo el comienzo. Entonces tenemos
el equivalente de 13 años como personas. Sólo eso.
No vamos a tratar en esta obra de los procesos siguientes. No vienen a cuento. Pero sí es útil señalar
que tenemos un leve vislumbre de la gloria al término del proceso de hiperconexión y un barrunto de lo que
puede ser el esplendor en la fase de trascendencia. En esta obra es necesario tener muy claro lo que es la
conexión y tener una idea conceptual de lo que significa la hiperconexión. Sólo eso. No podemos dar
estadísticas sobre cuantas personas están en la fase de trascendencia. Sobre 120.000 casos estudiados
encontramos sólo a tres.
Cada tipología puede estar, en su proceso de conexión, en seis fases comunes de evolución. Hay tres
fases más que no vamos a contemplar en esta obra porque corresponden a fases de psicopatía. Estas sólo
conciernen a un dos por mil de las personas y las dejaremos para otra obra sobre psicotizaciones y
psicopatías. Las seis fases de evolución comunes posibles son:
La fase de conexión: la persona ha recuperado su competencia, su talento y su vocación y tiene sus
otras tres dimensiones perfectas. No funciona en secuencia sino de manera plana y no acumula energía. Sí
responde a cada estímulo con su emoción auténtica adecuada, y sus seis estructuras
funcionan
cumplidamente. Tiene el 80% de energía innata y forma parte del 2% de la población
La fase de preconexión: La persona ha recuperado su competencia. No así su talento ni su vocación.
Tiene otras emociones y estructuras adecuadas, las que no están en su ecuación personal, ni el miedo ni la
rabia que están desviadas. Cuatro tipologías tienen tres emociones auténticas, la de su competencia más las
suyas originarias. El Fortificador tiene cuatro emociones auténticas porque el miedo es su competencia y la
recuperó. El Legislador conserva sólo dos porque de sus emociones intactas originarias conserva sólo la
tristeza, pues el miedo y la rabia están desviadas en su vocación y en su talento. Su otra emoción auténtica
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EL ESPLENDOR DE LO HUMANO
será el orgullo, su competencia recuperada. Una persona preconectada tiene el 40% de energía innata y
forma parte del 15% de la población.
El Mapa tipológico: es la cárcel de la cual ya hablamos, al estado puro. En esta fase tiene dos
emociones auténticas, tres si es Fortificador, una si es Legislador: las que no forman parte de su ecuación
personal ( ni son la rabia y el miedo que están desviados para ocupar el sitio del talento y de la vocación) y
correspondían a parte de su estructura intacta innata. El 75% de la emoción de su vocación la transforma en
más emoción inflada de su competencia. Así se transforma en una caricatura de su dimensión inflada
tipológica y vive muy incómodo. En nuestro ejemplo del Constructor, la rabia la remplazará por 25% de miedo
y 75% de tristeza, lo que suma un 215% de falsa tristeza en total. Tiene el 30% de energía innata y forma
parte del 10% de la población.
La fase de desconexión: Sólo conserva una emoción auténtica, dos si es Fortificador y ninguna si es
Legislador. Lo que le pasa es que se equivocó de camino y se instala en una fase que le hace perder una de
sus emociones originarias intactas, que, en esa fase, está inflada en la tipología en la que elige instalarse. Con
lo cual, en vez de crecer, pierde una emoción intacta. Tiene el 20% de energía innata y forma parte del 55%
de la población.
La fase de predisociación: Se sitúa de espaldas a su verdadero ser y a su personalidad. No le queda
una sola emoción auténtica, todas son falsas y nutren estructuras inadecuadas. Además invierte uno de sus
ejes. Eso es muy grave porque le cierra la puerta de su conexión, es decir de la recuperación de su vocación.
Se convierte así en alguien tóxico que luchará por que los demás no accedan a su conexión. Tiene el 3% de
energía innata y forma parte del 15% de la población.
La fase de disociación: Es un psicótico socialmente aceptado que, no sólo no tiene una sola emoción
auténtica sino que, además, está en la fórmula letal de su eje. Ya sabemos que hay tres fórmulas letales:
-
Falso amor más falsa tristeza, que produce el derrumbe del sistema inmunológico tanto físico
como psíquico.
-
Falso orgullo más falso miedo, que produce rigidez, calambres, rompeduras por osificación,
fosilización, petrificación tanto a escala física como psíquica.
-
Falsa alegría más falsa rabia, que produce inundaciones, derrames, rupturas de cauces y
explosiones tanto a escala física como psíquica.
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Además de caer en la fórmula letal que provoca que su estructura se rompa, invierte los dos otros ejes
que le quedan. Por eso es muy peligroso, pues no sólo lucha para que los demás no alcancen la conexión,
como lo hace un predisociado, sino que se identifica con su arquetipo y se cree la encarnación de ese
arquetipo en esta tierra. Por eso está psicótico. Tiene un – 16% de energía innata y forma parte del 3% de la
población.
Las seis tipologías de personalidad se dividen en dos tríos: el primer trío se cree indispensable para
que la sociedad pueda existir. Son, según la visión que tienen de sus propias “misiones existenciales”, fruto
de la exaltación de su competencia, los que, por su dedicación, hacen posible que los humanos vivamos en
una sociedad organizada para que triunfe la civilización, la democracia, la abundancia y el bien común. Cuando
reconectan sus talentos y sus vocaciones, asumen que su verdadera vocación consiste en defender al ser
humano de ser aplastado por la sociedad mimética y organizada para exaltar las prisiones tipológicas.
Asumen que su verdadera vocación es la de fortalecer, reactivar al ser humano y revelarle su inalienable
libertad. Son los Legisladores, los Promotores y los Constructores.
El segundo trío se define como los que defienden la individualidad de las personas e impiden que la
sociedad mecanicista los fagocite. Cuando conectan sus talentos y sus vocaciones, se dan cuenta de que en lo
que en verdad son irremplazables es en construir una sociedad feliz, segura, inteligente y en permanente
crecimiento. Son los Reveladores, los Reactivadores y los Fortificadores. A todos los describiremos primero en
su Mapa tipológico es decir en la fase de prisión tipológica, cuando la emoción de la vocación es sentida y
expresada como la de su propia competencia e invade el tercio de la personalidad. En esta fase, que se define
como una doble dominante de la emoción dominante tipológica, esa emoción estará inflada y pesará sobre la
competencia con un 140% y también se sentirá como remplazando en un 75% la vocación. Su creencia en
una misión existencial abrumadora será la nota dominante del esquema. Aunque tan sólo el 10% de las
personas de esta tipología están al 100% en su Mapa, pues es difícil vivir con una misión aplastante, es
importante mostrar ese Mapa a fondo porque en situación de crisis, de angustia frente al cambio, de
autodefinición de la identidad, la persona de esa tipología recaerá inevitablemente en su Mapa. Es decir, en su
visión arquetípica del mundo y de sí mismo.
Para mejor describir cada tipología seguiremos un esquema orgánico:
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EL ESPLENDOR DE LO HUMANO
-
Empezaremos por describirla en el ámbito de la percepción sensorial. Cuando estemos frente a
una tipología, ¿qué vamos a ver, a oír, a tocar, a gustar, a oler, a sentir sexualmente?
-
En segundo lugar describiremos su estructura.
-
En tercer lugar analizaremos su ingeniería emocional.
-
En cuarto lugar visitaremos sus creencias arquetipales y tendremos una idea de su universo
espiritual.
-
En quinto lugar haremos una descripción de su perfil psicológico.
-
En sexto lugar examinaremos sus fases de evolución de mejor a peor. No nos ocuparemos de las
fases marginales de psicopatías.
Como los integrantes de las tipologías son idénticos, sean éstos niños, adultos, varones o hembras
utilizaremos el género masculino y nos referiremos al adulto. Cuando haya algo en especial que mostrar en
niños o mujeres, lo señalaremos. Que se considere, pues, que estamos dirigiéndonos por igual a los tres:
hombres, mujeres y niños.
I. TIPOLOGÍA
TIPOLOGÍA LEGISLADORA:
Dimensión dominante: Transformador-orgullo-gusto, su competencia.
Dimensión desconectada: Orientador-alegría-sexo, su talento.
Dimensión prohibida: Protector-amor-vista, su vocación.
Dimensión sana: Sintetizador-tristeza-oído.
Percepción
Percepción sensorial del Legislador:
¿QUÉ VAMOS A VER? La figura geométrica dominante en los rasgos visibles del Legislador es el
rectángulo: rostro, cuello, cintura hasta las rodillas, manos y pies.
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El orgullo, su emoción dominante, estimula la glándula paratiroides y todo el sistema óseo. Por ello, la
predominante visible de la tipología legisladora es la importancia, equilibrio y elegancia de la arquitectura
ósea. El hueso está hiperpresente y es lo primero que salta a la vista: rostro rectangular de frente amplia y
alta con entradas en las sienes, pómulos marcados, mandíbula fuerte y rectangular, nariz importante, hombros
anchos, brazos y manos largos y elegantes, caderas estrechas, muslos largos, piernas fuertes y pies largos y
estrechos.
Sus ojos son profundos y pequeños, de mirada inquisidora. Tiene cejas bien dibujadas que alza hacia
arriba y frunce arriba con gesto inquisidor, como pasando examen y juzgando siempre. Eso le ocasiona
arrugas horizontales en la mitad superior de la frente. Su boca es ancha y de labios finos que caen hacia
abajo, confiriéndole un gesto severo. Sonríe poco, pero cuando lo hace su sonrisa es maravillosa e ilumina
todo su rostro.
Su manera de moverse es suelta y elegante aunque muchas veces está algo rígido y estirado. Siempre
parece un monarca en representación oficial.
Su vestimenta es elegante y conservadora, usa muchos trajes y corbatas, y si es mujer tiene gran
cantidad de trajes sastre y collares de perlas.
Los colores que prefiere son el beige y el verde. Usa una decoración noble y tradicional, con maderas y
cueros, así como tapices y alfombras. Su entorno es como él: tiene majestad.
Es coqueto, elegante y cuidado aunque muy conservador. Tiene glamour.
Es alto y delgado. La mayoría de las top models son Legisladoras y casi todas las demás están en fase
Legisladora.
¿QUÉ VAMOS A OÍR? Su voz es grave y profunda y sale del estómago. Habla pausadamente y de
manera muy fluida. Posee una gran riqueza de vocabulario y un vocabulario muy cuidado. Odia los tacos y las
groserías. Tiene gran cantidad de anécdotas y abusa de ellas, porque todo lo que quiere enfatizar, y lo
enfatiza todo, es pretexto para una anécdota que será destinada a “culturizar” y a “ilustrar” a su entorno. Es
el campeón de las tertulias. Lee mucho y cita doctamente a los grandes baluartes de la civilización. Es un gran
estudioso de la historia, de las civilizaciones, de la filosofía. Hace poesía clandestina, que no muestra a los
demás porque le parece una cursilería sensiblera mostrar esa faceta suya. No lee novelas porque no tiene
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EL ESPLENDOR DE LO HUMANO
tiempo para frivolidades, y las descubre con deleite tardíamente, tras la jubilación. Ama la pintura y es un buen
dibujante pero no domina los colores.
Emplea palabras como “perfecto, perfectamente” y hace Nominalizaciones en cadena: por ejemplo, no
dirá esa madre, sino UNA MADRE, no dirá este país, sino LA PATRIA, tendrá una tendencia así a sacralizar lo
que él admira y eso evidencia una fuerte tendencia idolátrica. Habla mucho de su familia y de las anécdotas de
su niñez. Está muy marcado por los abuelos y tiene una vocación de abuelo. Sacraliza a su madre y tiene
muchos tabúes que ni permite rozar en lo que a ella se refiere.
Le entusiasma la música patria y militar. Se emociona cuando oye el himno nacional y ve izar la
bandera.
¿QUÉ VAMOS A TOCAR? Al Legislador no le gusta que lo toquen con familiaridad, aunque sí abraza muy
cálidamente a sus familiares y amigos. Cuando estrechamos, ceremoniosamente, su mano, vamos a percibir
una piel fuerte y algo rugosa. Sus músculos estarán muy pegados a la piel, sin infiltraciones ni blanduras, y si
hundimos el índice en su carne tendremos la sensación de rebotar con gran elasticidad. Tiene un termostato
perfecto que lo protege tanto contra el calor como contra el frío. No suda casi. Su temperatura corporal es
cálida y constante, muy equilibrada. Aunque le encanta tocar y sentir su tacto, se priva de ello porque lo
considera una intromisión y una familiaridad inaceptable, al menos en lo referente a tocar o ser tocado por
personas. No así a animales ni a cosas. Allí se da un banquete.
¿QUÉ VAMOS A GUSTAR? El sentido del gusto es el más desarrollado en el Legislador. Le encanta
comer. Exige mesa y mantel y para él cada comida es una verdadera ceremonia de la cual disfruta como un
niño. Prefiere los platos tradicionales que representan para él la civilización y el sentimiento patrio. Es un gran
gourmet y tiene un paladar exquisito tanto para licores como para comidas. Ama los platos de cuchara, los
asados, las patatas, las legumbres, la cocina regional y del terruño. Hace viajes gastronómicos y está muy
informado sobre los galardones culinarios. Para él una comida es un festival completo para sus seis sentidos y
para la tertulia. Cocina bien, pero de manera muy conservadora. Es garantía de calidad comer algo preparado
o elegido por él.
¿QUÉ VAMOS A OLER? El Legislador no es muy olfativo ni amante de los perfumes. Él tiene un olor
corporal muy sexuado, si es varón olerá a macho y su es mujer a hembra. Su perfume favorito es la rosa.
Huele a cuero y le encanta el olor y la textura del cuero que él usa y del cual a veces, abusa. Le gusta el tacto
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PRECIADA AZANCOT
y el olor del roble y de la caoba y los usa mucho en decoración. Es adicto al olor de su pareja cuando está
enamorado, y si deja de estarlo, rechaza el olor de ésta.
¿QUÉ VAMOS A PERCIBIR SEXUALMENTE? Aunque con gran recato y timidez, la mirada del Legislador
es un homenaje al sexo del interlocutor. Se le nota su talento, aunque esté desconectado y se avergüence de
éste. El Legislador siente el sexo como algo hiperpresente y peligroso. Se castiga y se flagela por su gran
sensualidad, que siente como una pulsión al estilo de las descripciones de Freud (Legislador donde los haya).
La libido y las pulsiones de todo tipo, pero sobre todo sexuales, son un invento Legislador, consecuencia
lógica de la rabia en vez de alegría, su talento desconectado, propia de su tipología. Es un amante cumplidor
salvo si vive una aventura, y entonces es fogoso y maravilloso. Luego se avergüenza de ello. Se casa con
parejas tranquilizadoras (Constructoras) en ese aspecto, aunque sigue enamorado platónicamente de
Reactivadoras. Le encanta bailar y lo hace maravillosamente. Colecciona chistes y los cuenta muy bien.
Análisis estructural de la tipología Legisladora:
Su estructura de personalidad arroja la importancia invasora del Rector. En efecto, si bien su
Transformador debería ser su estructura dominante, él hace pasar la energía del Transformador, el orgullo, al
Rector. Su Rector, muy grande, en vez de morado es dominantemente verde. Así, el Legislador es el gran juez
de entre todas las tipologías. Es sumamente conservador y su Rector está trufado de creencias de todo tipo y
sobre todos los temas. Él opina constantemente y sobre todo. Es implacable con los fallos y los percibe todos.
E impone su juicio al entorno. Es persona de principios que sólo confía en sus semejantes.
Su Protector, de gran tamaño, no es percibido bien por el entorno, y ello por dos razones: la primera,
porque aunque es el gran romántico, es tímido y no lo muestra, aunque su sentido de la solidaridad social y
familiar o empresarial es proverbial. Y es un amigo difícil de entregarse porque recela de los desconocidos,
pero cuando lo hace, es incondicional y para siempre. Es un gran idealista. Sabe detectar la calidad del alma
de las personas cuando éstas no están en su núcleo familiar tabú. Se entrega cuando verifica que una
persona tiene el alma muy limpia y ardiente: entonces se “salta” el calendario y se hace admirador, protector
y caballero andante del recién conocido.
El Sintetizador es de talla normal y es muy ordenado, meticuloso, perfeccionista y bien informado y
organizado. Siempre está dispuesto para el desarrollo, sabe organizar y es un gran comunicador. Es muy
inteligente y hasta sabio. Admira la inteligencia, que lo tranquiliza.
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EL ESPLENDOR DE LO HUMANO
El Vitalizador está muy poco energetizado. Es un conservador que teme a los revolucionarios. Aunque
tiene mucho tesón y pugna por aguantar todo tipo de embates, su salud es mala. Es el más propenso a
enfermedades crónicas y peligrosas. Se cuida con gran disciplina, pero no disfruta de su cuerpo, que él ve
como a un tirano al que hay que someter. Le gustan los deportes relacionados con el disfrute de la
naturaleza: vela, ciclismo, montañismo.
El Transformador es grande pero algo robotizado. Prefiere crear organizaciones a crear obras de arte,
que admira mucho cuando los demás las hacen. El se sacrifica, edificando empresas y organizaciones que dan
testimonio de la civilización, de la familia y de la colaboración interregional o internacional. Es el creador de las
multinacionales y de las fundaciones, porque para él son familia y civilización. Tiene asesores, pero decide
solo. Ama la poesía y la pintura. Admira, por encima de todo, la civilización y la filosofía que busca
radicalmente, etimológicamente (amor por la sabiduría).
El Orientador es fino y sin fluidez. Aunque para él lo espiritual tiene el más alto de los valores, su
propio Orientador está cuajado de ídolos. A veces tiene arranques de sabiduría y percibe el futuro de manera
visionaria, pero las más veces es un enemigo del cambio y de la alegría que sólo tolera en los niños muy
pequeños y en los viejos. Los demás deben sacrificarse por la sociedad.
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Ingeniería emocional del Legislador:
Orgullo y más orgullo es su dominante. Es muy quisquilloso y susceptible cuando le rozan su orgullo, y
no se da cuenta de que frena y patea el orgullo de los demás con sus juicios permanentes y con su
intolerancia al menor defecto o fallo.
Rabia en vez de alegría las más veces. Sólo tolera el disfrute cuando todos los deberes están
cumplidos “perfectamente”. Es idólatra y conservador y resiste al cambio. No le gustan las personas alegres,
salvo si son cómicos profesionales, que entonces adora. A los demás los considera, simplemente,
irresponsables. Se le nota su talento cuando se permite sonreír y reír. Entonces todo se ilumina.
Miedo en vez de amor: él no ama a quien se lo merece más por su valía: a ellos les pasa examen. El
ama a su gente de toda la vida, aunque haya entre ellos vampiros y maldad. Estas personas son para él
sagradas, y es tabú hacérselas recuestionar. Se le nota su vocación por el amor por su gran romanticismo que
esconde al mundo, por su tremenda solidaridad y por lo bien y mucho que usa la vista y, también cuando,
antes de morir, confiesa que ha estado enamorado platónicamente, toda la vida, de una Reactivadora, sin que
ella se haya enterado jamás.
Creencias arquetipales del Legislador:
El legislador se confunde con un arquetipo al que venera cumplidamente: Atlas (Atlante). Como él, se
cree obligado a sostener el peso del mundo, poblado de irresponsables. Él se sacrificará así por todos
nosotros y se presentará voluntario para las tareas que más repelen a su alegría y más halagan su vanidad:
presidente de la asociación de vecinos, de su gremio profesional, de su colegio universitario, de una ONG, y,
claro, de su empresa. Él se considera una montaña inamovible que sostiene lo inmutable y eterno que
permanecerá cuando todas las modas y las locuras pasen. Así es la maldición de la Medusa sobre él:
convertirlo en piedra, en una montaña como monumento a sí mismo y a sus propias convicciones.
Como resultado de esa veneración existencial sus dos creencias básicas son:
1º) “No habrá justicia para mí en este mundo” (aunque siempre fui un juez justo de los demás).
2º) “La vida no es una fiesta” (es dura e ingrata y hay que soportarla con la mayor dignidad posible).
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Su Drama Existencial (D.E.) es “DEFECTO”. El Drama Existencial se inspira mayormente de los Juegos
Psicológicos descubiertos por Eric Berne, creador del Análisis Transaccional, con algunas mejoras que hemos
introducido. No es materia aquí de explicar a fondo lo que es un D.E. Nos contentaremos con decir que es la
manera más tóxica de emplear el tiempo y la comunicación, pues es lo que más hunde a la gente en sus
creencias tipológicas. El D.E. “Defecto” consiste en encargar o controlar un trabajo. La víctima trae un trabajo
maravilloso que el Legislador inspecciona, cejijunto y serio, sin decir una sola cosa positiva sobre él. Al final, lo
devuelve asqueado y lo manda a rehacer porque “está mal, tiene una falta de ortografía en la página 186 y un
error gramatical en la página 239” Así se gana los odios y resentimientos del entorno, mientras él alega que
la gente es ingrata e injusta porque sólo quería dejar el trabajo “perfecto” para que otro juez, menos
benevolente que él, no le encuentre pegas. Entonces él reafirma su creencia “No habrá justicia para mí” en
vez de rectificar su forma, felicitar por los aciertos y proponer, con alegría, algunos toques correctivos que van
a permitir un resultado mejor.
Perfil psicológico del Legislador:
Los Legisladores son ante todo dignos, orgullosos, susceptibles y quisquillosos. Son los jueces natos
de todas las situaciones y personas.
Se ven a sí mismos como ecuánimes, bondadosos, alegres, pacientes y altamente espirituales. Son
vistos por los demás como aguafiestas, pesados, dogmáticos, severos, idolátricos y excesivamente exigentes.
Ellos se ocupan con tesón de culturizar, socializar y civilizar a los demás. Los ven como narcisistas que
sólo divinizan su propio ego, se explayan sobre el tiempo y la paciencia de los demás con sus sempiternas
anécdotas e inacabables discursos sobre todo. Ellos se sienten hablar como seres civilizados y pacientes que
compensan la incultura y el egocentrismo ajeno. Son vistos como pedantes que discurren como un libro y
sientan cátedra sobre todos los temas, coartando el fluir de la diversidad, del intercambio y del cambio.
Ellos se torturan con diálogos internos que patentizan su altísimo grado de autoexigencia y su enorme
sentido de la justicia. Son vistos como monumentos insensibles que se cargan el autoaprecio ajeno al
establecer normas y pautas para legislar sobre el mundo como si jamás una sola duda sobre sí mismos
planeara por sus mentes.
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Ellos tienen un concepto tan alto de la alegría y de la fiesta que se ocupan de prepararla como si de
una ceremonia sagrada se tratara. Los demás los rehuyen en las celebraciones y no los invitan, convencidos
como están de que personas con un tal nivel crítico y de exigencia de la perfección jamás se relajarán lo
suficiente como para entregarse a la alegría, al desorden y al bullicio.
Ellos son incurables románticos y tiernos idealistas, son caballeros andantes de reluciente armadura y
trovadores de sus damas y señores. Para los demás aparentan ser duros, insensibles y estar por encima del
bien y del mal.
No es de extrañar entonces que la creencia existencial del Legislador sea que no habrá justicia para él
en este mundo, aunque él sea incansablemente un juez justo para los demás.
Son extremadamente ordenados y conservan documentos, fotos y archivos que abarcan el transcurso
de su vida entera. Cada Legislador tiene carpetas meticulosamente ordenadas sobre el entorno y
circunstancias de su niñez, de su adolescencia, de sus romances, de su vida de adulto, de sus hijos, y es un
adorador de sus nietos. Es el inventor del árbol genealógico, de los museos, del recetario de la abuela, de los
potingues y otros efectos tradicionales de hierbas, plantas y esencias, de las raíces en suma. Y del ejército y
organización de defensa del país. Son conservadores en extremo y enemigos del cambio que, a sus ojos,
podría cargarse lo admirable de la tradición y hacer víctimas inocentes en nombre de un impulso de
innovación que no ha sido coronado ni consagrado por las academias. Es, evidentemente, el creador de
dichas academias.
Son muy parentales y, desde niños, han actuado el rol de padres críticos y cuidadores controladores de
sus propios padres y hermanos. Cuando imponen sus criterios de lo que “debe ser y no debe ser y hacerse”
levantan el dedo índice, mientras sientan cátedra e imparten doctrina a su entorno.
La elegancia y el respeto de las formas alcanzan el cenit en su escala de valores. No tolera la
vulgaridad, la patanería ni las trampas para contornear la ley. Es el buen ciudadano por antonomasia. Es muy
activo en tareas solidarias, comunitarias y gremiales. Él crea organización y civilización en cada respiración.
Se extasía y se emociona ante la naturaleza. Ante ella descubre su profunda religiosidad y su unión
espiritual con su Creador. Adora cada tipo de paisajes, pero sobre todo el mar abierto y la montaña. Ama a los
caballos y a los toros, con quien se identifica totalmente. También venera a los elefantes y a veces a los
búhos.
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Su casa evidencia su señorío, su sobriedad y su gusto por la tradición. En ella abundan las maderas
nobles, el cuero, las bibliotecas, los cuadros de paisajes con especial veneración por los árboles, los tonos
sobrios y elegantes con dominante de beige y de verde. No le gustan los colores puros, que estima
estridentes. Venera el naranja, pero casi no lo usa.
No concibe una celebración sin comida. Adora comer y es un gourmet. Con los años va perdiendo su
maravillosa delgadez, sobre todo por el estómago y el vientre. También le gusta degustar bebidas y tiene un
gran talento para la cata. Es un gran anfitrión, pendiente de todos los detalles para agradar y relajar a sus
invitados. Además de rodearlos de cultura universal y culinaria, es un ameno e incansable charlista. Improvisa
conferencias sobre cualquier tema y es mucho más culto que el entorno de su clase social. Es un autodidacta
apasionado por la historia universal y por la filosofía.
Lo que más lo desespera sobre sí mismo y oculta escrupulosamente a los demás es su enorme
sensualidad, que lo tortura y le hace creer que va perder el control de su ordenada vida. Está dominado por
pulsiones que lo avergüenzan. Esas pulsiones que son el resultado de la represión de su talento, la alegría
que se transforma en rabia agresiva contra sí mismo, están plasmadas en la obra de Freud, Legislador
paradigmático: libido, miedo al incesto, pulsión de muerte y de destrucción, sueños inquietantes y crípticos.
Otro Legislador ejemplar, ya en fase de preconexión, Fritz Perls, el creador de la Gestalt, escribía a los cerca
de 80 años, que su desesperación era no haber podido controlar su masturbación compulsiva. Cuando ello
ocurre, frunce un ceño severo y desaprobador y se cruza de brazos como un inquisidor. Se está condenado a
sí mismo. En esta situación, tiene mérito mantener, como él lo hace, un matrimonio plácido y sereno, una
familia unida y numerosa y una dignidad de ciudadano intachable.
El amor es para él materia de veneración y asignatura pendiente al mismo tiempo. Materia de
veneración porque adora y hasta venera a su familia y sus amigos de toda la vida. Daría la vida por ellos.
Asignatura pendiente porque desconfía del amor y cierra el acceso a su núcleo tradicional a todo lo
aparentemente valioso y apasionado. Entonces hace pasar interminables exámenes que terminan disuadiendo
al más entusiasta. Salvo si percibe un alma de excepción templada en diamante. Entonces se inclina ante ella.
Pero, en vez de amarla, la venera.
Funcionamiento Energético estructural (F.E.E.):
Su ecuación emocional que rige el funcionamiento de su estructura es:
(Orgullo – Alegría – Amor) + Tristeza – Rabia – Miedo
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Tiene tan sólo una emoción auténtica, la tristeza, cuando está en su Mapa.
Siente orgullo, tristeza, miedo y rabia. Pero esas tres emociones son falsas y remplazan miedo, amor,
amor y alegría, respectivamente.
Profesiones preferidas del Legislador:
Docencia. Magisterio. Fiscalía. Notaría. Defensa. Marina. Ensayista. Cazatalentos. Consultor.
Fases de evolución tipológica:
FASE DE CONEXIÓN: EL LEGISLADOR-REACTIVADOR.
En esta fase, el Legislador recupera toda su estructura, sus emociones auténticas y sus sentidos.
Conserva las cualidades de su Mapa: es noble, caballeroso, leal, idealista, persona de palabra y de honor,
romántico, delicado, discreto, servicial, considerado y protector, culto y estudioso. Es un autodidacta nato,
amante de las letras, del arte, de las tradiciones populares, de la patria, de la familia, del honor nacional, de la
civilización. Es riguroso y sensual. Adora comer y bailar.
Además se convierte en el ser providencial que puede cambiar a su entorno. Es un gran iconoclasta y
fortificador pleno de lo más valioso de lo humano. Sólo se arrodilla ante Dios, y se inclina ante el Reactivador
conectado a quien declara su amor y por quién se la juega. Ama a los Reveladores conectados, que descubre
como los más entrañables y valiosos. Se asocia con un Fortificador conectado y construyen un auténtico reino
regido por el equilibrio perfecto entre justicia y compasión. Es alegre y apasionado. Es sensual y está
orgulloso de ello. Es el mejor artífice de la democracia auténtica basada sobre un pacto social auténtico y
justo que respeta todas las diferencias. Todos crecen y se sosiegan junto a él. Es irremplazable y no lo sabe ni
lo desea. Es un abuelo vocacional.
Se sitúa con optimismo y decisión en el camino de las fases secuenciales de la hiperconexión y de la
trascendencia. Cuando la alcanza, pertenece al perfil de Albert Einstein. Se convierte en un gran descubridor y
en un gran artista, sobre todo en pintura, en música y en poesía.
Profesiones: Rey de cuentos de hadas. Amigo. Abuelo. Estadista. Poeta. Metafísica. Artista plástico y de
letras. Asesor pleno. Ecología.
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Su F.E.E.: (orgullo + alegría +amor) + Tristeza + rabia + miedo. Todos auténticos.
Su D.E.: Ninguno.
Sus disfunciones emocionales: Todas las emociones son auténticas y nutren por lo tanto sus
estructuras correspondientes. Es sensitivo. Pero sus emociones saltan de una a otra sin acumulación de
energía secuencial. Se estrella y se desconecta en los ejes. No percibe su Centro y pone el amor en su lugar.
Es como un bebé de un día. Usa el 80% de energía innata y forma parte del 2% de la población de
Legisladores.
FASE DE PRECONEXIÓN: LEGISLADOR- REVELADOR:
Logra redimensionar su inflación y accede al orgullo auténtico creador y crecedor, su competencia. No
recupera ni su talento (la alegría) ni su vocación (el amor). Su estructura consta de dos dimensiones
adecuadas: el Transformador-orgullo-gusto y el Sintetizador-tristeza-oído.
Ventajas: Combate el estatu-quo paralizante y se pone de parte de las víctimas auténticas de éste.
Adora el arte y más aún a los artistas, y protege a los mejores. Se pone del lado de las tipologías sometidas al
Conectador y es su caballero andante. Desconfía del amor, pero se enamora y sufre calladamente. Es un
abuelo maravilloso y travieso. Es el mejor y más fiel de los amigos. Tiene un maravilloso y mordaz sentido del
humor. Adora la tertulia.
Inconvenientes: Sigue algo rígido e idólatra. Sólo cambia de ídolos. En vez de amor manifiesta rabia y
es visto como un vengador justiciero y sin compasión. Esconde su inmensa sensibilidad y delicadeza. Descuida
a la familia y ampara a otros que trata como a su nueva familia, que se convierte en tabú. Puede beber o
fumar demasiado. Es vulnerable e ingenuo. Es tremendamente romántico, pero lo esconde y se avergüenza de
ello. Si descubre a su pareja sexual ideal, se embriaga de éxtasis pero luego la abandona y vuelve con su
pareja carcelaria, dedicándose a cazar mariposas por ejemplo. No asume ni tolera su sensualidad.
Su F.E.E.: ( orgullo –alegría – amor) + tristeza –rabia –miedo. Siente falsa rabia en vez de alegría,
falso miedo en vez de amor, y falsa rabia en vez de amor. Eso arroja una tendencia marcada hacia el
sacrilegio, la timidez, la falta de compromiso, la desconfianza y también frente al amor puro, al infundio y la
calumnia.
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DE: un poco de “Defecto” y mucho de “Si......pero”.
Usa el 40% de su energía innata y forma parte del 15% de la población de Legisladores.
FASE DE MAPA TIPOLÓGICO: LEGISLADOR-LEGISLADOR:
Corresponde en todo a la descripción del comienzo. Usa el 30% de su energía innata y forma parte del
10% de la población de Legisladores.
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FASE DE DESCONEXIÓN: LEGISLADOR-CONSTRUCTOR.
Ya no le queda ni una sola emoción auténtica. Por lo tanto, su estructura no funciona ni cumple sus
vocaciones innatas. Además invierte el eje amor-tristeza y ama lo muerto, dedicándole toda su vida para
convertirlo en institución y luego en ídolo. Se torna mezquino y envidioso con lo grande. Como además de
perfeccionista es desmenuzador, parece más riguroso pero se mecaniza y se empobrece de su esencia noble,
romántica e idealista. Aguanta y se desgasta por empresas y grupos mecanizados y robotizados a los que él
da toda su lealtad. Crea empresas, academias, fundaciones para la ciencia mecanicista. Se adueña de los
genios consagrados y habla en su nombre aunque su vida real sea un combate contra ellos. Si encuentra a un
genio vivo y aún no consagrado lo combate, lo envidia y crea infundios sobre él. Racionaliza para no sentir.
Se torna triste y rígido. Sufre cardiopatías isquémicas y valvulares. Tiene hipertensión y colesterol. Es
obstinado y algo maníaco con el orden. Busca defectos en los demás. Es visto como pedante y aguafiestas.
Nutre y protege a un entorno parasitario e inconforme. Propugna y sostiene un orden regresivo y
desconectado de la realidad fluyente y viva. Crea Reactivadores, Reveladores y Fortificadores que sufren a
causa de él. Se fustiga por su sensualidad.
Profesiones: Presidente. Recursos Humanos. Administración. Banca. Y profesiones del Constructor.
F.E.E.: todo falso y torcido salvo algo de orgullo auténtico. Además de los defectos de la fase anterior,
la inversión del eje amor-tristeza lo hace masoquista y mártir, así como necrófilo.
D.E: “defecto” y “abrumado”.
Usa el 20% de su energía innata y forma parte del 55% de la población de Legisladores.
FASE DE PREDISOCIACIÓN: LEGISLADOR-PROMOTOR:
No sólo no conserva ninguna emoción auténtica sino que se pone, militantemente, de espaldas a sí
mismo. Con ello, cree que pierde sus vulnerabilidades y se asegura la aceptación y el estatus social. Para ello
invierte dos ejes: el del amor y tristeza y el de la rabia y alegría.
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Cree recuperar el fluir y la alegría porque se arrodilló ante el arquetipo de turno, el de la era en la cual
vive. Olvida su sentido de la justicia, su dignidad, su rigor y construye castillos de arena, arrastrando a sus
seres queridos al fracaso.
Es obsequioso con los poderosos e implacable con los mejores y los más puros. Conoce la envidia
socavada. Se enamora perdidamente de vampiros y de ratas humanas, convirtiéndose en su títere y brazo
armado y volviéndose una ratita. Legaliza y legisla sobre la jungla. Es jefe de la mafia. Sufre enfisema
pulmonar y es propenso al cáncer y al derrame cerebral. Tiene diabetes. Confunde y a veces invierte los
patrones sexuales.
Profesiones: Cazatalentos de moda. Empresario de moda. Protector de la “beauty people”. Capo de la
mafia.
F.E.E.: ninguna emoción auténtica e inversión de dos ejes. Además de las taras antes examinadas, es
masoquista y prepotente, profanador y rastrero. Además es avasallador y aprovechado.
D.E.: “Defecto” y “Cheque de goma”.
Usa el 3% de su energía innata y forma parte del 15% de la población de Legisladores.
FASE DE DISOCIACION: LEGISLADOR-FORTIFICADOR.
Además de los dos ejes invertidos, cae en la fórmula letal falso orgullo con falso miedo a la vez. Con lo
cual se rompe su estructura por rigidización y cae en la psicosis socialmente aceptada. Actúa una conducta
totalmente “poseída” por su arquetipo personal: Atlas se convierte en Aquiles loco de temor porque le han
tocado en su talón.
Es el ejecutor y brazo armado de psicópatas.
Es un fanático regresivo que quema a todos los “infieles” a sus creencias idolátricas. Es un iluminado
que, a nombre de un dios que invierte, puede mandar a la muerte a todos los inocentes. Es un
sadomasoquista que ayuna, se flagela y envía a sus “tropas” a la guerra santa. Es un asesino de lo vivo, de lo
divino, de lo auténtico. Es idolatrizador e ídolo. Es un beato que crucifica a Jesús con buena conciencia. Es el
más terrible de los psicóticos y tiene un ejercito de seguidores aterrados y fanáticos. Está obsesionado con la
muerte y, si lo contradicen y no puede matar, se suicidará.
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Profesiones: Dictador. Inquisidor. Fiscal. Gurú. Religioso fanático integrista.
F.E.E. Su estructura se rompe por rigidez excesiva. Fórmula letal falso miedo + falso orgullo, que se
sienten a la vez.
D.E: “Defecto” y “Si no fuera por...”
Usa el –16% de energía innata y forma parte del 3% de la población de Legisladores.
II. TIPOLOGÍA CONSTRUCTORA:
Dimensión dominante: Sintetizador-tristeza-oído, su competencia.
Dimensión desconectada: Transformador-orgullo-gusto, su talento.
Dimensión prohibida: Vitalizador-rabia-olfato, su vocación.
Dimensiones sanas: Protector-amor-vista.
Orientador-alegría-sexo.
Percepción sensorial del Constructor:
Constructor:
¿QUÉ VAMOS A VER? La figura geométrica que domina la estética Constructora es el cuadrado (rostro,
tronco, caderas, manos, pies).
La glándula que funciona con la tristeza es la tiroides, que produce una aceleración del metabolismo,
delgadez, agitación y mucho vello y cabello. El cabello es lo primero que llama la atención en el Constructor.
Es tupido, grueso, extremadamente abundante y nace muy bajo sobre la frente. Por lo demás el vello, sobre
todo en varones, es mucho más abundante que en el resto de las personas. El Constructor se distingue
también por su hiperactividad: está haciendo cosas constantemente y no puede quedarse quieto. Igualmente
tiene un gran metabolismo y es delgado y de piel muy seca. A veces padece de hipertiroidismo.
Su rostro es cuadrado, pero redondeado en su parte inferior. Tiene la frente estrecha y sus cabellos
sorprendentes nacen bajo sobre la frente. Tiene cejas bien dibujadas y horizontales, ojos medianamente
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grandes y casi siempre miopes, lleva gafas con mucha frecuencia, porque le dan un aspecto serio que él
cultiva. Tiene la nariz más perfecta, recta y fina de todas las tipologías y labios más bien finos y horizontales.
Lo bajo de su rostro es suavemente redondeado.
Su cuello es fino, tiene los hombros estrechos y más bien caídos, es delgado y tiene los brazos y
muslos algo más cortos que el promedio. Tiene movimientos mecánicos, algo robotizados, como si sus
articulaciones no estuvieran aceitadas y flexibles. Tiene una actitud gestual tensa y con falta de elasticidad y
de agilidad, y eso tan así, que no arrugan la ropa ni siquiera tras un día rudo de trabajo incesante.
Se visten de manera sobria y muy clásica. Les gusta el color azul, el gris, y a veces los más atrevidos
usan toques de rojo. Cuando quieren romper el molde de su clasicismo, usan una orgía de rojo. Es muy raro
verlos de verde. Prefieren la calidad a la cantidad y tienen ropa de alta calidad que no les importa repetir. Son
los grandes perfeccionistas de entre las tipologías. Están siempre impecables, y la corbata está recta y sin una
sola mácula ni torcedura.
La decoración de su casa, en las raras ocasiones en que son ellos quienes la eligen, es muy sobria y
sencilla. Muy funcional. Hay pocos muebles y muy sencillos, de materiales modernos y de precio módico. Sin
embargo, acumulan muchos objetos de colección, porque son grandes coleccionistas. El blanco cáscara de
huevo, el azul y el rojo dominan. Les gustan las fotos y los afiches, y prefieren el cubismo en arte. A veces
salen las raíces y se manifiestan en la arquitectura y la decoración barroca. Son los creadores del arte
barroco.
Aunque sobrios y sencillos, son coquetos a su manera y buscan, en todo, la calidad. La imagen que
cultivan es la de sobriedad, seriedad y constancia. Quieren llamar muy poco la atención y se disfrazan de
adulto serio con gafas de concha, peinados estrictos con raya impecable ( lo cual es ya un prodigio dado lo
profuso y rebelde de su cabellera), ropa sin una sola mácula ni arruga, de corte clásico y sobrio. Más bien
sorprende, cuando se fija uno en sus rostros, la impecable perfección y clasicismo romano de sus rasgos. Son
de estatura media. Son delgados.
¿QUÉ VAMOS A OIR? La voz del Constructor es bastante monocorde y de ritmo continuo y puede
inducir al sopor. El volumen es medio. Cuando los Constructores hablan, lo hacen en serio, como todo lo que
hacen, y dan datos y más datos, evidenciando lo superinformados que están. Desean ser “perfectamente”
claros y, para ello, abruman al auditorio con sobreabundancia de detalles. Introducen paréntesis que aportan
precisiones interminables que hacen perder el hilo de lo esencial. Cuando, tras media hora, terminan una frase
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con sus múltiples paréntesis, el oyente ya perdió el hilo del discurso, y el Constructor se desespera por no
haber sido lo suficientemente preciso y se promete que en la próxima ocasión será más “perfecto” y dará más
información aún. Con lo cual su auditorio rehuye el preguntarle nada. Afortunadamente, el Constructor sólo
habla cuando le interrogan y son escuchas privilegiados y pacientes. Usa muchos adverbios, como
“perfectamente”, “obviamente”, “naturalmente”, “concretamente”, que evidencian su alto perfeccionismo.
Está sobre informado y está abonado a todas las revistas especializadas de su sector. Es un gran lector que
colecciona libros sobre los temas más raros y diversos que pueda uno imaginarse.
Adora la música y no puede vivir sin ella, sobre todo la clásica, la barroca muy particularmente, al
menos al comienzo de su iniciación, y la música de jazz. A veces toca un instrumento y lo aprende de adulto.
Pocas veces es artista y, cuando lo es, privilegia la fotografía o el hiperrealismo, en los cuales se puede
convertir en uno de los grandes de su tiempo. Es muy observador y visual y retiene detalles que ningún otro
es capaz de percibir.
¿QUÉ VAMOS A TOCAR? El Constructor no tiene ninguna inclinación especial ni a favor ni en contra del
contacto físico. Ni se asusta cuando lo tocan, ni busca en especial que lo hagan. Es sobrio y asertivo en su
contacto físico con los demás.
Su piel es muy seca y necesita ser constantemente hidratada. Su alto metabolismo le confiere una
carne prieta y seca, sin retenciones de agua ni grasas superfluas. Lo que se toca es, sobre todo, el músculo
en un Constructor.
Soporta mejor el frío que el calor, aunque es muy sensible a ambos. Pone el aire acondicionado,
indispensable para él, a temperatura excesivamente baja para no sudar, cosa que odia hacer.
¿QUÉ VAMOS A GUSTAR? El Constructor es sobrio y sencillo en todo, especialmente en lo que a
alimentación se refiere. Le gustan las cosas sencillas y naturales, como las carnes y pescados a la plancha,
ensaladas clásicas y poco aliñadas, vegetales naturales, postres sencillos como flan y natillas. Es un gran
aficionado a los congelados, que busca por su practicidad. Cuando cocina lo hace muy honestamente,
siempre y cuando se le pida clasicismo. No es creador ni inventor en ese aspecto. En el otro extremo, existen
en el mundo cocineros maravillosos, imaginativos y consagrados de tipología Constructora. Pero son la
excepción a la regla porque, en ese aspecto, han logrado su conexión.
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¿QUÉ VAMOS A OLER? El Constructor, en su perfeccionismo extremo, es bastante maníaco con la
limpieza. Adora la ducha, que prefiere al baño, y se ducha constantemente. Se lava las manos unas veinte
veces al día o más. Siempre huele a agua y a jabón. Cuando se puede penetrar en su olor corporal particular
se nota un aroma de helecho. No usa excesivamente perfumes y prefiere la colonia, de lavanda muy
particularmente. Le gustan las orquídeas. Los Constructores olfativos están cerca de su conexión.
¿QUÉ VAMOS A PERCIBIR SEXUALMENTE? El Constructor es el menos sexista de entre las tipologías. No
concibe el machismo ni el hembrismo. Para él, una persona es eso, una persona. No va a cultivar la
caballerosidad ni el sexapeal y espera de los demás el mismo trato llano y unisex. Es un amante tierno, atento,
detallista y cumplidor, pero poco imaginativo.
El sexo representa para él un placer sencillo y sin complicaciones. No le añade ni los tabúes ni las
magias que otros incluyen en las relaciones eróticas. Es de una gran fidelidad sexual.
Elige bien a sus parejas, sin aventurarse a grandes aventuras anímicas. Prefiere a Legisladores y a
Reveladores. Por lo general rehuye a los Promotores, que son su pareja cósmica porque eso le complicaría la
vida y le obligaría a lidiar con la fase de trascendencia. Y eso es demasiado para su orgullo desconectado.
Análisis estructural de la tipología Constructora:
La estructura dominante del Constructor es el Sintetizador, que está hiperpresente en todas sus
manifestaciones. Él desempeña plenamente todas las funciones del Sintetizador y tiene una memoria de
elefante, es muy ordenado, le gusta archivar y conservar todo, le encanta pensar y razonar. Es un adicto al
desarrollo y a la comunicación, al menos en lo que a información se refiere. Porque le inquietan y asustan las
emociones humanas que la gente asoma cuando se comunica. Es muy auditivo, tanto como visual.
Su Transformador está desconectado y siente hostilidad por lo novedoso, por la inventiva, por lo
imaginativo, por lo que no ha sido consagrado por la mayoría. Así entiende la democracia: como la razón de la
mayoría numérica. Teme mucho la envidia ajena y es ciego con la suya. Él jura que jamás es envidioso, pero
cuando se encuentra con lo auténticamente grande y genial, declara su escepticismo y a veces agrede y ataca
al descubridor. No se da cuenta de su envidia, porque él rinde culto a los genios. Sí, pero cuando la historia
los ha consagrado, después de mil ataques y descalificaciones de la gente como él. Tiene una obsesión en lo
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que toca al Transformador: todos los genios y creadores son locos. Y él, el primero, si se deja tentar por
escuchar a tan peligrosa estructura.
Su Vitalizador está prohibido y eso se nota en todo lo que atañe al Constructor: no sabe decir “así no”,
no es vital ni vitalista, es bastante rígido y mecánico, no cree en un universo de justicia, y actúa el arte de
soportar calladamente las injusticias.
Su Protector es sano y de tamaño normal: es cálido, amistoso, leal, amoroso. Tiene sentido de la
solidaridad y de la cordialidad. Lo que le falta es tiempo porque, aunque lo niegue fervientemente, no sabe
administrar su tiempo y nunca tiene un momento para lo que le gusta.
Su Orientador es sano en sus manifestaciones cotidianas de disfrute de los pequeños placeres de la
vida, que él sabe apreciar como nadie, pero muy miope en lo que a vida espiritual se refiere. El Constructor es
un agnóstico que vive perfectamente sin Dios y que cree que somos fruto de la evolución y de la ley de
Darwin. Para él, bajamos todos del mono, y punto.
Su Rector es discreto y algo subdesarrollado. No sabe establecer límites de invasión de su intimidad y
de su tiempo y espacio. Sobre todo, de su tiempo. No está en armonía casi nunca y vive estresado. Y
acelerado.
Ingeniería emocional de la tipología Constructora:
El Constructor tiene inflación de la tristeza. Siente todos los estímulos y manifestaciones que deben
producir tristeza, pero también cambia las reacciones a los estímulos que deben producir orgullo y los
transforma en falsa tristeza derrotista y abrumadora. Es muy inteligente, sensato y racional. Es básicamente
deductivo y analítico. No está preparado para el pensamiento inductivo que le parece aventurero y algo loco,
ni para la síntesis. Se ahoga en los detalles.
El orgullo es su emoción desconectada. La mera palabra orgullo lo irrita, pues él le confiere un
significado de orgullo falso, soberbia y pedantería. Siente rabia en vez de orgullo. Cuando se le muestra una
innovación, agrede al inventor y lo descalifica. Cuando él se aventura, excepcionalmente, a manifestar su
orgullo creador o libertador, lo hace defensivamente y de manera agresiva. Con lo cual el interlocutor expresa
su rechazo y eso lo ratifica en su decisión de no confiar su mundo imaginario a nadie. Le interesa demasiado
ser aprobado y encontrar su lugar en la mayoría como para correr la aventura, alta y solitaria, del creador, del
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innovador. Cuando alguien en su entorno toma ese riesgo, en vez de admirar al innovador, el Constructor
siente envidia y lo denigra. Como está muy informado, busca siempre dónde el creador copió su obra. Como
no encuentra ese fraude que tanto busca, en vez de admirar lo novedoso, se siente irritado y estafado como
si el creador hubiese efectivamente copiado su obra de alguien desconocido por él.
La rabia es su emoción prohibida. El Constructor va de víctima por el mundo y se queja mucho, pero se
somete a todos los abusos e injusticias. En cuanto a la vitalidad y energía que confiere la rabia auténtica, el
Constructor es hiperactivo pero no tiene auténtica vitalidad ni siente su corporalidad. Es todo cerebro y
cerebral. Aunque es muy disciplinado y hace gimnasia y practica deportes como el squash y el tenis, cae
fulminado por un infarto o minado tempranamente por un cáncer. Tiene problemas circulatorios, jaquecas y
colesterol, además de hipertensión arterial.
Creencias arquetipales del Constructor:
Aunque es el que más niega la existencia de Dios, el Constructor tiene su dios particular, a quien
obedece ciegamente. Aquí se trata de Sísifo, hijo del viento, el más astuto de los mortales, padre de Ulises (
también condenado a imposibles y heroicos trabajos), condenado por Zeus, por haber sido orgulloso y
justiciero, a empujar una inmensa roca hacia la cumbre de un monte. Cada vez que Sísifo “casi” lograba
encumbrar la roca, ésta volvía a caer y tenía que volver a su frustrante tarea, eternamente. Por más astucia
que mostró, jamás logró escapar a esa maldición, ni en vida ni en los infiernos.
Sometido a la maldición de tal dios, no es de extrañar que las creencias básicas existenciales del
Constructor sean:
Si revelo lo que descubro nadie me tomará en serio ( me envidiarán y me condenarán como a un loco).
Y
Nada puede cambiar (todo se repite eternamente, sin escape posible).
Su Drama existencial (D.E.):
Es “abrumado”: el Constructor, creyéndose condenado a trabajar y trabajar, no se da cuenta de que
usa el trabajo como refugio para no jerarquizar ni crear, con lo cual se garantiza no conectar el orgullo
auténtico. Para ello, se abruma con mil cosas que hacer, que él no jerarquiza, y hasta se presta gustoso a
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hacer el trabajo tedioso ajeno como garantía de no tener respiro ni poseer un sólo momento para ser y
crecer. Así, va de víctima y culpabiliza calladamente a los demás seres libres que disponen de su tiempo. De
este modo se cierra el acceso a la rabia y se mantiene esclavo de su propio Mapa.
Perfil psicológico del Constructor:
El Constructor tiene una rica e intensa vida interior, una inagotable curiosidad y una imaginación
deslumbrante. Se muestra como el hombre y la mujer grises, del montón, que sólo saben trabajar, serios, pero
¡tan aburridos!
Ellos son perfeccionistas y puros, grandes estetas refinados y son vistos como comunes, sesudos, sí,
pero ¡tan poco imaginativos y refinados!
Ellos sufren con entereza y dignidad las envidias y las injusticias de su entorno y se proponen mostrar
que, aun en las más pequeñas y discretas tareas se puede ser un revolucionario. Son vistos como
desarrolladores de ideas ajenas, cumplidores y discretos, pero ¡tan insensibles!
Ellos mejoran cualquier cosa que estén haciendo, poniéndole todo su empeño y su corazón, y son
vistos como aburridos y repetitivos por los demás.
Ellos son justos y sufren ante cualquier mentira, manipulación e injusticia. Sólo que no creen en el
sentido de la justicia ajena y, por ello, son pacientes y deciden que a fuerza de andar pequeños pasos se
terminarán produciendo grandes cambios. Son vistos por los demás como conformistas y sostenedores del
orden invertido de lo social.
El Constructor trabaja y trabaja, arrinconado entre los Legisladores que sólo otorgan el noble estatus
de ciudadano a las personas responsables, serias y cumplidoras, y los Promotores, que están convencidos de
tener en él a un esclavo para ejecutar sus brillantes ideas. Con ello se congracia con las dos tipologías y
encuentra su lugar en la sociedad. Con ello es feliz. Pues el Constructor tiene como más alto interés en la vida
el de ser útil.
Contrariamente al Legislador, el Constructor no va de padre por la vida. Él va de adulto, cualquiera que
sea su edad. Es muy divertido ver a niños Constructores actuar como adultos aun en las más relajadas y
festivas condiciones.
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El Constructor es hipercerebral e hiperracional. Es pura lógica. Puro pensamiento deductivo y lineal.
Además es superperfeccionista y desmenuza cada concepto hasta microscópicas consecuencias. Es el rey del
análisis. Además lo analiza todo y descalifica lo que no tenga una causa o un efecto racional. Es puro
hemisferio izquierdo.
Lo que más valora en su vida social es el tener una especialidad y por ende una utilidad garantizada.
Lo segundo que necesita es tener una familia a quien serle fiel y por la cual sacrificarse. También es un
excelente amigo, pero tiene poco tiempo para ellos. ¡No lo tiene ni para su familia, a la cual ama tanto!
Siempre está atareado y, muchas veces abrumado. Se queja y suspira pero no sabe jerarquizar y diferenciar lo
prioritario de lo accesorio. Toda tarea es prioritaria para él, es más, cuando distingue, se propone comenzar
por lo más tedioso para disfrutar de lo más exaltante. Pero como acepta y hasta persigue cargar con tareas
ajenas, no encuentra tiempo para lo más imprevisible y creador.
El Constructor encuentra su elevación espiritual en el trabajo bien hecho y en la música. No puede vivir
sin ella. Con ella sueña, vuela, y se encuentra a sí mismo. Es raro que encuentre su realización en la música
más contemporánea. Él es un clásico y siente especial veneración por músicos Constructores como él: Bach,
Vivaldi, Monteverdi, y si es muy atrevido, Shostakovich, Malher y Moussorgsky. Pero ama a Beethoven, aunque
exprese tanta rabia. Tiene un efecto de drenaje linfático sobre él.
El Constructor no cree en dios. Es un demócrata agnóstico que cree que todo empieza y termina aquí,
en esta tierra, y él hará su parte de camino con honestidad y humildad, sus dos mejores virtudes. Se
entregará por completo, sin esperar ninguna recompensa ni en esta tierra ni en el más allá. Lo hará por
honestidad y porque es un perfeccionista a quien le gustan las cosas pulcramente hechas.
Su perfeccionismo es su mayor virtud y su peor enemigo. Es despiadadamente crítico consigo mismo y
benévolo con los demás. Nunca lo hace lo suficientemente bien. Eso lo lleva a ser maníaco con la limpieza, con
el orden, con los gestos de verificación. De allí a tener tics, manías y compulsiones repetitivas hay un paso
que él franquea con facilidad.
Abusa de su resistencia y sus disfunciones emocionales lo predisponen a enfermedades circulatorias,
isquémicas, cardiológicas y a neuropatías, en especial al Alzeimer, que es un escape para descansar de tanta
laboriosidad y de tanto perfeccionismo.
Aunque le encanta su hogar, pasa poco tiempo en él, salvo, naturalmente si se dedica a ser ama de
casa. Tampoco allí disfruta a plenitud de su casa, porque se la pasa aseándola. No es un gran anfitrión y más
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bien hace de colaborador y de ayudante a su pareja. Tampoco es un gran cocinero, salvo rarísimas
excepciones de Constructores cerca de su conexión. No tiene tampoco un talento desarrollado en el arte de la
conversación informal. Es algo tacaño y previsor, como la hormiguita de la fábula con la cual tanto se
identifica. Sus colores preferido son el azul, con toques rojos, y el blanco sucio.
Lo que más lo desespera de sí mismo es su dificultad para elegir. Para él, elegir es un suplicio y nunca
está convencido de haberse decidido por lo mejor. Aunque haya hecho sacar todos los zapatos y se los haya
probado todos, por ejemplo. También lo atormentan su curiosidad morbosa y su atracción por lo oculto, por lo
esotérico, por lo fantástico y paranormal. Aunque lo esconde escrupulosamente, para que la gente no crea
que está loco, se ve a sí mismo como un voyeur, un escudriñador de secretos e intimidades ajenas. Por eso
se identifica tanto con la fotografía.
Su relación con la rabia es muy epidérmica: la odia. Es la emoción de los locos. Y punto. Se reafirma en
esa creencia cuando siente y expresa rabia en vez de orgullo. Cuando lo asume, se ve como a un loco, y con
razón. Un mundo de justicia es su ideal, pero los ideales son utopías. En el mundo de la realidad siempre
reinará la injusticia y él es adulto porque sabe que las cosas no cambian.
Funcionamiento energético estructural:
F.E.E.: (tristeza –orgullo – rabia) + amor + alegría –miedo.
Tiene dos emociones auténticas: el amor y la alegría cuando está en su Mapa. Siente la tristeza
auténtica, pero la mezcla con un 40% de orgullo que convierte en derrotismo amputador y carcelero. Siente
rabia en vez de orgullo (envidia) y miedo en vez de rabia (apocamiento, intimidación)
Esa es su fórmula y su ecuación.
Profesiones: Investigador. Consultor. Formador. Médico. Ingeniero. Científico. Informático.
Fases de evolución tipológica:
EL CONSTRUCTOR CONECTADO: CONSTRUCTOR-REVELADOR.
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Tiene sus seis estructuras alimentadas por sus seis emociones auténticas y enchufadas a sus seis
sentidos respectivos.
Conserva, magnificadas y depuradas, las cualidades de su Mapa: es tierno, inteligente, leal, generoso y
agudo. Es trabajador, honesto, curioso, científico, racional, maduro, servicial, tiene sentido de pertenencia a
su núcleo familiar y laboral. Es sobrio, es ecuánime, da excelentes consejos. Es consciente de su atracción por
lo mágico, lo erótico, lo religioso, lo espiritual y se aboca a su estudio. Es detallista y minucioso.
Se convierte en un reanimador de todo lo colapsado y lo enfermo, es el mejor creador de la UCI, y su
jefe. Es un catalizador nato de las mejores fuerzas innovadoras y creadoras. Es un creador y un artista de
gran pureza constructivista. Es alegre, optimista, fiable, valiente. Ama a la gente en función de su valía
auténtica y no hace excepciones. Es el mejor confrontador de psicópatas que huyen ante él como ratas y
dejan en paz a los demás. Es un esteta refinado y un coleccionista de rarezas. Es un excelente cocinero y le
encanta comer bien. Es imposible desorientarlo. Es extremadamente sensual, erótico y agudo. Es brillante y
rompedor. Es irresistible y puro. Es biófilo. Es el mejor amigo y defensor de los genios, que él reconoce y
consagra antes que nadie. Con ellos se pone en el camino de convertirse también en un genio.
Se pone inmediatamente y sin demora en el camino de su hiperconexión y de su trascendencia, y se
orienta hacia la talla de un Goethe y de un Cezanne.
D.E.: Ninguno.
Profesiones: Director de Procesos de Cambio organizacionales. Líder de su empresa. Artista plástico o
poeta. Presidente de la Asociación de su gremio, que resucita.
F.E.E.: (tristeza +orgullo + rabia) + amor + alegría + miedo. Todos auténticos.
Usa el 80% de energía innata y forma parte del 2% de la población de Constructores.
FASE DE PRECONEXIÓN: CONSTRUCTOR-FORTIFICADOR.
Deja de estresarse y de estresar. Sabe escuchar y hablar de manera esencial y sintética. Felicita a su
equipo por lo más creador. Admira y apoya a los innovadores y se la juega por ellos públicamente. Asume su
atracción por lo novedoso y lo auténtico. Es discreto y valiente. Es paciente, sabio, agudo, tiene sentido del
humor. Le atrae la soledad y la dedica a conocerse emocionalmente y espiritualmente. Es un gran amigo de
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los mejores. Redimensiona a los poderosos de turno y desenmascara a los tramposos. Sus tipologías
preferidas: los Reveladores, Promotores, y Reactivadores conectados. Huye de las vanidades y de la agitación.
Tiene todo su tiempo para lo esencial: al amor, la amistad y los creadores. Es auténticamente espiritual,
aunque muy laico. Hace fotografía y le relaja ser un creador culinario.
Pero tiene miedo a destacar, a que lo admiren, a que lo amen por lo que es. Cree que va a defraudar.
Se esconde. Compensa su sensualidad con comida y engorda demasiado. Tiene dolencias neurológicas leves.
Siente una ternura muy especial por los peores Promotores, que lo manipulan y le chupan la sustancia vital.
Tiene miedo a los psicóticos y a los psicópatas, y les deja campo libre para sus fechorías.
F.E.E. ( tristeza auténtica –orgullo –miedo) +amor + alegría –rabia. Ya no es envidioso, pero teme
destacar. Es aún apocado.
Profesiones: Sabio. Psicólogo. Escritor. Secretario General. Fotógrafo. Pintor. Músico. Biólogo.
D.E. un poco de “abrumado” y “si no fuera por...”
Usa el 40% de energía innata y forma parte del 15% de la población de Constructores.
FASE DE MAPA: CONSTRUCTOR-CONSTRUCTOR.
Es en todo idéntico al retrato del mapa Constructor del comienzo.
Usa el 30% de energía innata y forma parte del 10% de la población de Constructores.
FASE DE DESCONEXIÓN: CONSTRUCTOR-LEGISLADOR.
Sólo le queda una emoción auténtica: el amor.
Es aún más trabajador y cumplidor, pero bloquea el crecimiento propio y el de los demás. Se consagra
a una organización cuya cultura le es contraria y le entrega la vida y el tiempo de la intimidad con los suyos, a
cambio de pequeñas conquistas creativas y clandestinas que otros se atribuyen con su beneplácito.
Pierde la alegría auténtica. Es usado por Legisladores y Promotores desconectados, a quienes él
admira y rinde pleitesía. Es despreciado por Reveladores y Fortificadores y rehuido por Reactivadores a causa
de su pesadez. Se pone a idolatrizar el arquetipo de turno y pierde su potencia iconoclasta virtual. Siente
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rabia y envidia hacia los auténticos creadores, a quienes tacha de iluminados y de utópicos. Desconfía de lo
novedoso, salvo de lo tecnicista que robotiza al entorno. Es visto como un cínico que impide el fluir de la vida,
como un insensible que se somete a los más poderosos del establishment. Tiene fobia a la envidia y es ciego
con la suya. Sufre problemas de salud: cardiopatías y úlceras. Es miope.
Profesiones: Consultoría. Medicina hospitalaria. Organización. Secretaría de asociaciones. Docencia.
Banca.
D.E.: “abrumado” y “defecto”.
F.E.E.: ( tristeza inflada –orgullo + falso orgullo en vez de rabia) + amor –alegría –miedo. Se pone
servil, además de conservar los defectos de su Mapa.
Usa el 20% de energía innata y forma parte del 55% de la población de Constructores.
FASE DE PREDISOCIACION: CONSTRUCTOR-PROMOTOR:
No le queda ni una sola emoción auténtica y se pone de espaldas a sí mismo al invertir el eje rabiaalegría. Es, por lo tanto, además de lo anterior, idólatra, fanático y sacrílego. Puesto así, se ve a sí mismo
como a un genio que va a enseñar a todos lo listo que es.
Sufre de motricidad febril e inconexa, casi epiléptica. Es revanchista y envidioso. Juega al genio y todos
se ríen de él, porque está vacío y delira. Imita al barón Van Frankeistein: junta pedazos de cadáveres (cosas
muertas) y pretende ser un dios al crear (falsa) vida. Se toma por un redentor y resulta patético. Hunde su
empresa y su equipo. Es extremadamente narcisista y siente orgullo en vez de amor. Neurotiza a todos con su
agitación y sus exigencias de divo. Tiene varios infartos y muere del tercero o cuarto. Puede tener un derrame
cerebral mortal. Es propenso al cáncer y las neuropatías.
Le entusiasma el arte Promotor-Constructor ( arte póvera) Se arruina invirtiendo todas sus economías
en proyectos faraónicos de pies de arcilla. Es tramposo y juega a “cheque de goma” para sentirse importante.
Da citas y luego no acude ni recibe. Toma cocaína y anfetaminas. No come y engorda.
Profesiones: Líder organizacional elegido por un Promotor-Constructor. Editor de moda. Artista porno.
Científico. Animador de T.V.
D.E.: “abrumado” y “cheque de goma”.
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F.E.E.: (tristeza inflada y necrófila –orgullo + falsa alegría en vez de rabia (idolatría a sí mismo,
fanatismo) -amor – rabia- miedo.
Usa el 3% de energía innata y forma parte del 15% de la población de Constructores.
FASE DE DISOCIACION: CONSTRUCTOR-REACTIVADOR:
No sólo pierde todas sus emociones auténticas, sino que además cae en la fórmula letal: falso amor
inflado + falsa tristeza inflada que siente a la vez. Eso provoca el derrumbe de su sistema inmunológico, no
sólo físico sino psíquico. y cae en una esquizofrenia socialmente aceptada. Se cree el mesías, el profeta, el
enviado de dios, y lo invierte todo. Es un fanático de la muerte.
Es depresivo y apocalíptico. Cae en el delirio y, muchas veces, en la epilepsia. Adora a los psicópatas y
odia a los conectados. Tiene cara de loco, habla como un loco, y asusta a la gente porque está loco. Sufre de
enfermedades psicosomática y tiene alucinaciones visuales. Manipula a su entorno con culpa y lástima. Está
lleno de envidia y de resentimiento. Confunde a Dios con el diablo y le obedece. Es el antiplanificador, pues ve
todo al revés. Sueña con pureza de sangre, genocidios y inventa los campos de concentración, las cámaras de
gas, la guerra bacteriológica y los hornos crematorios. Es un tecnócrata del campo de exterminio y de la
genética monstruosa. Es antisemita, antinegro, antiamarillo, antiindio, antihomosexual y reniega de sus raíces.
Odia el derecho natural, a los Reveladores y a los Reactivadores conectados: los sacrifica en nombre del
Magnetizador. Venera a Promotores y a Reveladores disociados y se alía con ellos para la guerra de
exterminio contra los más puros. Desprecia a todos los demás.
Profesiones: Chamán. Gurú. Predicador. Jefe de sectas. Político integrista. Líder de minorías resentidas.
D.E.: “abrumado” y “sólo trato de ayudar”
F.E.E. ( tristeza inflada + amor inflado) – orgullo – rabia –alegría –miedo. Es un fanático del
proselitismo monstruoso. Invierte el eje amor-tristeza y el eje alegría-rabia.
Usa el –16% de energía innata y forma parte del 3% de la población de Constructores.
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III. TIPOLOGÍA PROMOTORA:
Dimensión dominante: Orientador-alegría-sexo, su competencia.
Dimensión desconectada: Protector-amor-vista, su talento.
Dimensión prohibida: Rector-miedo-tacto, su vocación.
Dimensiones sanas: Sintetizador-tristeza-oído.
Transformador- orgullo-gusto.
Percepción sensorial del Promotor:
¿QUÉ VAMOS A VER? La figura geométrica que domina la estética Promotora es el círculo (rostro, ojos,
boca, brazos, piernas, manos y pies). La alegría incide básicamente sobre las glándulas sexuales y sobre el
páncreas. Por ello, el Promotor es el más interesado y hasta obsesionado por el sexo y tiene rasgos de bebé
grande. Conserva todos los rasgos que tenía cuando contaba con ocho meses de vida.
Todo en él es redondo y recuerda al bebé que fue y que, en lo esencial, no dejó de ser. Tiene el rostro
redondito, con una amplia frente abombada. Sus cejas son redondas y sus ojos grandes y muy abiertos, con
mirada sorprendida y cándida. Su nariz es pequeña y respingona y su boca parece un piñón. Lo increíble es
que con una boca tan pequeña él logre tener una sonrisa de oreja a oreja, que ofrece constantemente,
seductoramente y generosamente a su entorno.
Tiene tendencia a estar relleno, su piel brilla y sus hombros, brazos, talle y vientre son redondos como
los de un bebé. Tiene el cabello ensortijado como él.
Se mueve mucho y avanza a trompicones a toda velocidad y echado hacia adelante como si fuera a
caer en nuestros brazos. Es muy egocéntrico y se pone en el centro de atención. Siempre está riendo,
bromeando, y vendiéndose como lo más increíble y encantador que quepa imaginarse.
Se viste a la última moda y crea modas. Le gustan todos los colores y tiene predilección por el amarillo,
el negro y el naranja. Usa toda la gama de los ocres.
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Su casa es muy “design” y tiene los últimos gadgets de la tecnología de consumo. Le gusta el lujo y
muchas veces vive por encima de sus medios. Le encantan los tejidos y alfombras de sedas, brocados, y
terciopelo, que él acaricia con mucho placer. Le gustan los cuadros gigantescos y muy modernos.
Desea provocar y nunca dejar indiferente. Es muy sexy y muestra generosamente sus encantos a todo
el mundo y en las circunstancias más insólitas.
Es de estatura media baja y engorda con facilidad.
Muchas veces tiene problemas en la vista, como el daltonismo.
Cuando se sienta cruza las piernas y sacude la pierna de arriba con nervioso gesto, como si estuviera
dando patadas a una mula para que vaya más deprisa. Es muy impaciente con los demás y muy complaciente
consigo mismo. Cuando le hablan, inclina la cabeza hacia un lado y se echa hacia atrás en su sillón, para que
el otro haga el esfuerzo de adelantarse hacia él. Cuando él habla, se echa hacia adelante, redondea los ojos y
sonríe coquetamente para seducir.
¿QUÉ VAMOS A OÍR? La voz del Promotor recuerda también la de un bebé: es chillona y destemplada.
No controla su voz, salvo cuando mejora en su proceso de conexión. Habla mucho y con mucha pasión
contagiosa. Siempre tiene una ristra de argumentos para arrastrarnos a la acción. Siempre está hablando de
sí mismo y vendiendo sus múltiples entusiasmos al auditorio. No tolera la frustración cuando se encapricha, y
se encapricha con todo: entonces seduce, y, si aún así no lo logra, se duele, se ofende y patalea. No concibe
que no se le complazca en el acto. Le gustan las palabras superlativas como “lo mejor”, “lo más de lo más”,
eso refiriéndose a lo que a él le gusta.
El Promotor no es demasiado culto ni está muy informado. Es una persona de acción. Si lee, busca
cosas sobre magia, extraterrestres, vibraciones, energía positiva, cultos remotos y raros, chamanismo, y todo
sobre la venta y el impulso hacia el éxito.
Tampoco es un artista, aunque lo desea más que nadie. Le gustaría ser poeta, pero es bastante cursi
en esa materia. Sueña con ser un artista, pero no sabe por donde comenzar ni le gusta entregar su alma ni
esforzar su espíritu. Cree que la genialidad viene por inspiración en un arrebato de euforia. Se prepara para
ello buscando esa euforia por encima de todo.
Su relación con la música es estrecha y muy variada: según cada circunstancia, buscará la que más se
adecue. Le gusta Mozart, y la música más moderna, hoy la minimal. Toda música alegre es suya, desde la
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lambada hasta la disco, pasando por la salsera. La disfruta mucho, pero puede perfectamente vivir sin ella. Le
es indispensable como acompañamiento de fondo cuando quiere seducir. Adora bailar y lo hace muy bien.
¿QUÉ VAMOS A TOCAR?: Mucho y bien. Al Promotor le encanta tocar y que lo toquen. Hasta se le
reprocha manosear constantemente a sus interlocutores. Cuando era bebé arrastraba a su peluche por todas
partes y no lo quería soltar ni cuando se bañaba. También se acariciaba la oreja mientras se chupaba el dedo
y acariciaba un borde de manta o de funda. El tacto es el órgano de la seguridad, su vocación, y tocar es para
él vital. No entiende que se le reproche tanto manoseo, sobre todo los Legisladores, Fortificadores y
Reactivadores, que son los más renuentes a las familiaridades físicas con desconocidos.
Su piel, ya lo dijimos, es suave como la de un bebé, y su carne, gustosa como la de éste. Es
maravilloso ver esa piel luminosa y acariciarla. Y, así, todos contentos.
Soporta bien las temperaturas extremas y no suda en exceso, aunque para él la felicidad es el clima
tropical de las islas del Caribe, su elemento natural.
¿QUÉ VAMOS A GUSTAR?: El promotor es un gran imaginativo y un arriesgado inventor. La “Nouvelle
Cuisine” es obra suya. Y esas raciones mínimas perdidas en un plato grande superdecorado, también. Al
Promotor se le ocurren mezclas inverosímiles, entre las cuales sólo algunas pocas son afortunadas. Él se
divierte mucho cocinando y está convencido de que es un gran “chef”. Por eso se ofende tanto y se duele
hasta el fondo de su corazón cuando sus creaciones son rechazadas con un “¡Buah, qué asco!”. Pero la
verdad es que el Promotor es un poco temible en materia culinaria. También inventó las carnes crudas y los
carpaccios de todo tipo que le recuerdan que él es el rey de la jungla y que los animales de la jungla comen
las cosas crudas.
Existe también una cocina tradicional y muy sabrosa Promotora. Se trata de la cocina italiana y de la
libanesa, por ejemplo. Pero aquí la intervención Fortificadora de las mujeres ha sido decisiva, y estamos
hablando de lo Promotor conectado, no del que está en su Mapa, como es el caso de todas las tipologías que
describimos.
¿QUÉ VAMOS A OLER? El Promotor, cómo no, huele a bebé. Como él, el aroma es dulce y fresco y
también se descompone con mucha facilidad y huele a ácido. Por eso el Promotor se debe bañar más que la
mayoría de las demás tipologías. Le encanta perfumarse y recurre a todas las esencias y afeites imaginables y
no imaginables. Deja una huella olfativa por los lugares por donde, alegremente, transita. No se puede hablar
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de un olor preferido, a parte del musgo, pues a él lo que le gusta es la rareza y la diversidad. Y la moda, claro.
Con lo cual es un gran creador de perfumes y de afeites.
¿QUÉ VAMOS A PERCIBIR SEXUALMENTE? Sexo, mucho sexo, y más sexo. Se puede afirmar que un
Promotor está algo obsesionado con el sexo, pues lo antepone a todo y lo relaciona con todo. Es sexual antes
que sensual. Hacer sexo, imaginativamente, es cuestión de cada respiración. En cuanto conozca a alguien, lo
primero que imaginará es cómo hará el amor esa persona. Como le encanta seducir, pasará inmediatamente a
demostrarlo, lanzando invitaciones e insinuaciones sexuales a todo aquel que se le acerque y, si alguien le
gusta, él correrá a acercarse. Para un Promotor la curiosidad sexual es universal: que se trate de una planta,
de un niño, de un viejo, de alguien visiblemente enamorado de otra persona o de alguien de su propio sexo, el
Promotor pondrá el interrogante y el impulso sexual siempre por delante. Como amante, es del tipo
“inolvidable”, porque seduce a su pareja y la hace sentir única en el mundo. Al día siguiente se le olvidará
hasta su nombre y desaparecerá. Por supuesto, esperar de él fidelidad sexual es algo así como un contra
sentido. Se pueden contener, un poco, más cuando están preconectados o conectados, siempre y cuando la
tentación de la aventura no sea excesiva. Como no asocian el sexo al amor y sienten rabia en vez de amor,
sufren muchas veces de eyaculación precoz. Todo lo hacen a toda marcha, ¿por qué no el amor? A ellos les
cuesta segundos tener un orgasmo.
Su elección de parejas es tan surrealista como ellos. Eligen a los que tipológicamente los pueden
disociar más, a Reveladores. O se lanzan hacia su talento y vocación, la pareja cósmica, el Constructor. Pero
sin pensar en pagar el precio, altísimo, necesario para lograr la perfección con esas dos parejas... Con lo cual
el esfuerzo recaerá en el otro.
Análisis
Análisis estructural de la tipología Promotora:
El Promotor se distingue por la inflación del Orientador. Es sumamente mágico, intuitivo, optimista y
puede ver el futuro y el mañana con la misma facilidad con que otros ven el hoy. En este campo sólo los
Reactivadores lo superan.
Su Protector está desconectado y alimentado por rabia. Desconfía del amor y cree que éste no existe.
Promete y no cumple. No se compromete ni se solidariza, puesto que el mundo es una jungla donde sólo
ganan los depredadores. Lo que sí hace, y muy bien, es seducir empleando palabras y gestos y promesas de
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amor. Escribiendo poemas y haciendo regalos. Se pone la máscara del amor para que el otro caiga en sus
redes.
Su estructura prohibida es el Rector. Los límites y las leyes no se hicieron para él. Él está especializado
en contornearlas e inventó el dicho “quien hizo la ley hizo la trampa”. Tiene miedo al miedo y escapa de
sentirlo. Por eso maneja su coche o su moto a velocidad suicida y, muchas veces, muere en accidente de
circulación. Le fascinan los deportes de riesgo y hace puenting tirándose al vacío. Cae fácilmente en las
adicciones con drogas (cocaína), alcohol, o compras. También puede convertirse en ludópata con facilidad.
Su Sintetizador está bien energetizado y es de buen tamaño. Es muy inteligente y astuto. Aunque se
precipita y reflexiona poco cuando se trata de medir inconvenientes o problemas. Eso lo amarga. Así que la
alegría le puede y se salta la tristeza, que considera pavosa. Pero cuando se pone a analizar, es francamente
magnífico.
Su Transformador es muy bueno, pero lo desperdicia. Algunos descubren su vocación de crecimiento y
dedican su vida a esa exaltante tarea. Los más son “creativos” y no cesan de inventar trucos para ser el más
listo y el que se adelante mejor a una moda, y el que le va a sacar “valor añadido” a algo. Pocos se dedican al
arte y casi todos derivan su Transformador hacia la manipulación y la venta.
Su Vitalizador está presente pero, como en todas las tipologías, su energía, la rabia, está desviada en
otra estructura, la desconectada, en su caso, el amor. El Promotor se cuida mucho, eso sí. Hace deporte y
cultiva su cuerpo como a un ídolo exigente y tiránico. Es muy activo. Pero sufre de problemas de salud:
alergias, cáncer y neumopatías muy especialmente, a causa de las energías desviadas. Envejece mal y pocas
veces llega a viejo, porque es el más propenso a morir en accidentes o por accidente.
Ingeniería emocional del Promotor:
La inflación de la alegría que remplaza amor ya quedó clara. Su obsesión por el sexo también. Lo que
convendría añadir es que el Promotor se cree obligado a ser el animador y hasta el payaso de la sociedad.
Cree que lo van a echar fuera si deja de justificar así su existencia. Esto implica y arrastra mucho sufrimiento,
que él oculta al mundo, al que cree que tiene la obligación de animar, vender y entusiasmar, pero jamás
pedirle alegría cuando está deprimido o desgastado. En ese caso, su “obligación” es esconderse hasta que se
sienta listo de nuevo para animar a todos. Con una tal misión es difícil creer en el amor.
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El amor desconectado, que remplaza por manipulaciones y seducciones, asoma sin embargo, porque
es muy generoso y dadivoso. Y también se ve acaparado por la familia, muy en especial por la madre, a quien
él venera.
El miedo prohibido y su proverbial temeridad y su gusto al riesgo se perfilan como algo importante y
hasta esencial para él cuando saca tanto disfrute y plenitud de las situaciones de peligro.
Creencias Arquetipales del Promotor:
El Promotor tiene también a su Dios personal. Este es Mercurio, el emisario de pies alados, el listo, el
de la comunicación y de la venta. También tiene su mito. Éste es Edipo. Ambos convergen en una misma
historia de final trágico. El Promotor está perseguido por el mito del incesto. Además, como tiene el amor
desconectado, amar a otro se convierte en un incesto, porque el otro entonces es como sí mismo, su hermano
gemelo.
Sus creencias existenciales son:
Nadie podrá amarme (porque el amor no existe)
El mundo es una jungla (donde ganan los listos como yo)
Su Drama existencial es “cheque de goma”: cuando quiere obtener algo, seduce y promete. Así logra
su objetivo. Cuando el incauto que creyó en sus promesas viene a “cobrar” su parte del acuerdo, encuentra
que “el cheque” que le dio el Promotor no tiene fondos. Promesas incumplidas. O, peor, hacer creer que
jamás hubo ninguna promesa y que fue imaginación del otro el creérselo. De esta manera el Promotor
alimenta sus creencias existenciales: en efecto, cuando se “enamora” de alguien, cree que lo van a abandonar
puesto que el amor no existe, así que él se adelanta y traiciona primero para ser el más listo y no sufrir la,
inevitable, pérdida. Así recae en su segunda convicción de que el mundo es una jungla y le hace el “favor” al
otro de enseñárselo. Así se protegerá mejor y aprenderá a ser listo. Dar esa lección es su forma de amar.
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Perfil psicológico del Promotor:
El Promotor es un seductor, es encantador, alegre, animoso, emprendedor, agradable de mirar y de
tocar. Es educado, elegante, generoso. Un regalo y un rayito de sol para los demás. Así al menos es como él
se ve. Es visto como un irresponsable, avasallador y aprovechado.
Él dice cosas agradables y consoladoras a los demás, aunque tenga que mentir un poco para no herir.
Los demás enfrían su entusiasmo con sus reproches y muestran lo hirientes que son.
Él es valiente y no pide cosas emocionales a los demás, guarda sus dolores y sus inseguridades y
presenta, con generosidad, su mejor cara. Cuando se siente mal, desaparece para no molestar. Los demás
dicen que es superficial y que nunca le duele nada. Y recurren a él como a un animador o a un payaso, y él,
haciendo de tripas corazón, los complace y los anima. ¿Por qué nadie adivina que sufre como el que más y le
da un poco de alegría?
Él sabe que el amor es la base y fundamento de la alegría y por ello alegra al mundo. Los demás
hablan mucho de amor, pero sólo traen reclamos, exigencias, penas, miserias, deseos de poder, sentido de
posesión. Eso no es amor y él lo sabe. ¿Por qué soñar y dejarse engañar por algo que no existe? Es visto
como un cínico que usa a los demás y abusa de ellos.
La seguridad es imposible en un mundo como una jungla, donde al menor descuido lo despluman a
uno, o se lo tragan. Si él es lo suficientemente adulto, instruido y listo como para no caer en ingenuidades
ridículas, ¿no habría que felicitarlo y aprender de él? Los demás se ven en un mundo seguro donde el único
depredador es el Promotor.
El Promotor es muy ocurrente, pues su emoción inflada es la alegría, que nutre el Orientador y lo
desborda. Con ello intuye verdades y oportunidades, las más veces oportunistas, que los otros no ven. Es un
gran vendedor, muy persuasivo que, cuando agota su argumentación emocional, pasa sin temor a
manipulaciones para lograr que lo sigan en sus aventuras. De entre las tres manipulaciones básicas (con
miedo, culpa y soborno) él elegirá preferentemente el soborno y halagará el ego ajeno, prometiéndole
contraprestaciones que luego omitirá proporcionar (cheque de goma). Si esa manipulación no funciona,
pasará a la intimidación.
Aunque tiene, cuando recupera su talento y su vocación, una tremenda facilidad para la transformación
y la creación, el Promotor se convertirá raramente en un auténtico creador o innovador, y preferirá la
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comodidad de la inflación de su competencia, siendo “creativo”. Partirá de la alegría inflada que sustituye al
amor y considerará las obras ajenas como propias, como algo que está a su disposición a fin de ser usado
para servir sus intereses. Meterá tijera en obras valiosas ajenas, extraerá el trozo que necesita, lo mezclará
con otros trozos de otras obras que recortó a su capricho, y se atribuirá la autoría del “invento” sin ningún
escrúpulo. Es más, se preocupará de extraer toda grandeza de las partes despedazadas y les dará un
aspecto y contenido que “agrade” a la cultura tópica y tipológica que esté de moda.
Él hace todo eso con total candor e ingenuidad, como un niño que entra en el despacho de su padre y
se pone a recortar ilustraciones de preciosos y valiosos libros, porque le hace gracia hacerlo. Su Rector
prohibido no tiene conciencia de los límites, de las fronteras que no se deben franquear sin irrumpir en
terrenos ajenos. Todo lo que está en el universo está a su servicio. Y punto. Sin más complicaciones. Con lo
cual el Promotor no se comportará como un niño, sino como un bebé.
Lo que más valora en su vida social es la enorme cantidad de gente que puede seducir. No ve a las
que puede perder con sus trampas, sino a la inagotable reserva que le proporciona el mundo para seguir
como ganador en un mundo de gente timorata y sin imaginación. Las excepciones que hace a esa concepción
del mundo sólo atañen a su madre, a quien él idolatra, y, en mucho menor grado, a su familia creada, que
tendrá como opción seguirle la corriente o verse abandonada por él.
Espiritualmente, el Promotor cree en Dios. En un Dios de alegría que le ríe sus gracias. Y en un dios de
amor que todo lo perdona, sobre todo cuando, como es su caso, no hay maldad. Pero en verdad, lo que
triunfa en su visión es un dios de astucia. Mercurio en persona. Un Dios que lo tolera todo salvo el fracaso, la
derrota. Por eso, además de lo visto, el Promotor es muy competitivo. Siempre se está midiendo con los
mejores y siente sinceramente que lo que alguien dotado ha hecho o descubierto o creado se lo ha quitado a
él, sencillamente por suerte, porque se le ha adelantado.
Vale decir que para el Promotor, la clave del éxito está en la vitrina. Se es lo que se aparenta. Y por
ello cuida tanto su imagen y vive por encima de sus medios. En todo. Su empresa es una inmensa vitrina y
feria de lo más caro y novedoso. Su casa es un museo de la vanguardia de los gadgets. Con eso se
impresiona y cree en sí mismo y logra impresionar a los demás. Es un espléndido anfitrión, muy dadivoso,
porque eso forma parte de sus gastos de representación. Tiene un lujoso y vanguardista chalet en la zona
más costosa de la ciudad, tiene sus oficinas en el rascacielos más alto, en el pent house, tiene el coche más
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caro y más veloz y pisa el acelerador con febril gozo. Porque él va por la vida a toda pastilla para dejar una
estela imborrable que los demás admirarán con pasmo.
Lo que más lo atormenta de sí mismo son sus celos, sus tremendos y agobiantes celos. Amar significa
morir de celos, carcomerse en el terror de verse abandonado. Su arquetipo secreto es Otelo. Por eso intenta
hacer competir a los amados por él y pasarles la patata caliente de sus celos. Si es infiel, es un poco por su
alegría inflada y su falta de límites socializadores, y un mucho para hacer que las personas a quienes ama
compitan por él y lo celen. Así no tendrá que asumir ese mal que lo mina. El Promotor, así, adora ser
envidiado, porque para él es sinónimo e indicador de éxito. Y él envidia a quien admira. Eso debería ser,
desde su perspectiva, de agradecer.
Vivir una vida y un universo como el suyo tendría que instalar a cualquier ser normal en el terror. El no
siente miedo, siente alegría y excitación por vivir así, en una perpetua huida hacia adelante.
Sus animales preferidos son el zorro, el águila y las serpientes.
Profesiones: Promotor: Vendedor. Animador. Payaso. Actor. Discotecas. SPA. Turismo. Moda.
Productor.
F.E.E. (alegría inflada – amor – miedo) + tristeza + orgullo –rabia.
Fases de evolución tipológica del Promotor:
FASE DE CONEXIÓN: PROMOTOR –FORTIFICADOR.
Su F.E.E.: Tiene la alegría como competencia, es positivo y espiritual. El amor es su talento y es
solidario y entrañable. El miedo es su vocación y es todo armonía, es fiable y seguro y sabe alertar sobre los
estragos que ocasionan las desconexiones y la falta de autenticidad. Su tristeza, perfecta, le da claridad y una
aguda inteligencia, así como un gran talento para la síntesis. Habla de manera esencial y sintética, con
palabras salidas de un corazón pudoroso y sensible, que llegan directamente al corazón y a la razón del
interlocutor. No vende, revela verdades esenciales. Su rabia es menos notable y está toda volcada en
denunciar mentiras y estafas, más que en conferirle dinamismo y tono muscular. Su orgullo es bueno, pero si
bien le permite crecer y hacer crecer de manera acusada no alcanza aún expresiones creadoras notables,
sobre todo en la creación artística. Para ello deberá adentrarse más en el camino de la trascendencia.
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Conserva las cualidades de su Mapa: es animoso, alegre, emprendedor, optimista, creativo, seductor,
irresistible y confiado. Es un vendedor nato. Es leal con su familia. Es físicamente valiente, le encanta la
aventura, la gente, y sus amigos de infancia, el bullicio, la fiesta, los coches, la velocidad. Es un anfitrión
espléndido. Es un esteta refinado. Es un romántico mágico. Es muy sensual y erótico.
Se convierte en un ser insobornable e inmanipulable. Odia la pedantería, el falso brillo, la rabia cobarde
y revanchista.
Es un gigante que detecta todo lo innovador, lo auténticamente espiritual, lo eterno, lo transformador,
lo universalmente valioso. Es sabio, humilde, paciente, tranquilo, fuerte, maduro, paternal, confiado, auténtico,
alentador y es un auténtico religioso que sabe llevar a todos al corazón del Creador. Es el alma y el centro de
todos los grupos conectados. Cuando habla, revela la verdad a todos de manera pausada, desnuda y
conmovedora. Es luminoso.
Se pone en el camino de la hiperconexión y de la trascendencia, y alcanzará niveles humanos y
espirituales semejantes a los del Dalai Lama.
Su F.E.E.: (alegría + amor + miedo) + tristeza + rabia + orgullo.
D.E.: ninguno.
Usa el 80% de su energía innata y forma parte del 2% de la población de Promotores.
FASE DE PRECONEXION: PROMOTOR-REACTIVADOR:
Es un auténtico encanto, es bondadoso, comprensivo, sensible, sencillo, refinado y elegante. Adora la
intimidad y la solidaridad. Le asustan la tristeza y la enfermedad, y expresa amor en vez de miedo, salvando
así a gente sin valía. Se enamora de los mejores pero se atormenta con el miedo a perderlos. Adora a los
niños. Es apasionado y auténticamente valiente. Es sincero, fiable, delicado, etéreo, leal, pero desea que su
gente sea exclusivamente suya y que lo amen a él sólo. Como ya no le gusta manipular ni crear celos, huye del
amor para no sufrir su posible pérdida.
Pero es demasiado vulnerable y mágico. Sufre de celos (pero no hace que los demás peleen por él). Es
inseguro y tiene temor a ver que alguno de los que ama no lo ama. Huye frente al espejo psíquico. Habla de sí
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íntimamente, pero no deja que lo ayuden a crecer, a volar, a liberarse, tiene una sensibilidad a flor de piel.
Puede tener asma y alergias.
Profesiones: Artista. Asesor de formación de personal. Coaching. Religioso. Médico. Historiador.
Escritor. Cantante de ópera.
F.E.E.: (alegría –amor –miedo) +tristeza – rabia +orgullo.
D.E.: “cheque de goma” (poquísimos) y “sólo trato de ayudarte”(Se pone como Pygmalión de los
peores)
Disfunciones emocionales: aunque se enamora, no confía en el amor y huye de él. Sigue siendo
temerario.
Usa el 40% de energía innata y forma parte del 15% de la población de Promotores.
FASE DE MAPA: PROMOTOR-PROMOTOR:
Es en todo idéntico al retrato del Promotor tipológico del comienzo.
Usa el 30% de energía innata y forma parte del 10% de la población de Promotores.
FASE DE DESCONEXIÓN: PROMOTOR-LEGISLADOR.
Está aún más sometido al Socializador colectivo y se propone ser a la vez el más listo de la jungla y
tener honores y prestigio sometiéndose a los tópicos más tipológicos de moda. Se casa y tiene hijos. Es
emprendedor y sueña con grandes negocios de espectacular crecimiento. Crea moda. Sabe elegir a sus
colaboradores en función de su devoción por él. Es un empresario. Adora ser envidiado, pues esa envidia le
confirma su creencia existencial (la jungla) y su éxito. Protege a artistas y creativos de segunda categoría y
desprecia y desprestigia a los de primera. Hace que los Constructores hagan su trabajo y que los
Reactivadores y Legisladores den la cara por él.
Se torna, así, megalómano. Se cree Napoleón, se cree un genio. Se cela de los genios auténticos y los
denigra. Legaliza la ley de la jungla. No tolera la crítica. Tiene miedo a la intimidad. Derrocha el dinero de
todos en comprar a gente. Doblega voluntades. Manipula con miedo y soborno. Promete y no cumple. Le
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gustan los falsos brillos y los peores creativos (piratas), que confunde con creadores y con genios “como él”.
Es obsequioso con los poderosos y despreciativo con los grandes valores. Sueña con derrocar y remplazar al
ídolo de turno. Si lo consigue, se hace coronar emperador. Es vanidoso y pedante. Es propenso al cáncer y al
enfisema pulmonar.
Profesiones: Banquero. Financiero. Estadista. Político. Empresario.
F.E.E.: (falsa alegría que remplaza amor – amor (infundio y calumnia en su lugar) + falso orgullo que
remplaza miedo: masoquismo y prepotencia) – orgullo + tristeza –rabia.
D.E.: “Cheque de goma” y “defecto”.
Disfunciones emocionales: sólo le queda algo de tristeza (inteligencia) sin sensibilidad, que pone al
servicio de su narcisismo como rey de la jungla.
Usa el 20% de energía innata y forma parte del 55% de la población de Promotores.
FASE DE PREDISOCIACIÓN: PROMOTOR-CONSTRUCTOR.
¡Al fin se cree adulto y responsable! ¡Al fin va a poder construir algo sin que se le derrumbe! ¡Al fin va a
poder creer en el amor de psicópatas y disociados! Eso es lo que cree al ponerse de espaldas a su ser real.
Transforma su mundo y el de los que van con él en un bazar donde cada cual tiene su precio y donde todos
están en venta. Crea un “gran” negocio sobre una idea “genial” que crece, crece y se derrumba de la noche a
la mañana. Invierte los roles sexuales, la verdad, la visión de futuro. Se rodea de una pandilla de
inescrupulosos, con quienes cree estar seguro. Pone a los peores de su familia en puestos de mando. Se
comporta como un cacique, un caudillo de medio pelo. Es mezquino y envidioso. Puede mandar asesinar a
quien ponga en peligro “el tinglado” que armó sobre la nada. Manipula con culpa y miedo. Es nostálgico,
siniestro y necrófilo. Parece un tango. No duerme bien y abusa de anfetaminas y de drogas o de alcohol.
Declara la guerra santa contra el tabaco de una manera terrorista. Puede tener un infarto súbito y todas las
enfermedades de la fase Legisladora (cáncer y enfisema) pero agravadas. No come.
Profesiones: Administrador. Director de ventas. Gerente. Político. Mafioso. Gestor inescrupuloso.
Hotelero. Business center y cursos crash.
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F.E.E.: No le queda una sola emoción auténtica y por lo tanto todas sus estructuras están alimentadas
por falsas emociones. Además, invierte el eje amor-tristeza. Su fórmula es ( tristeza en vez de amor: necrofilia
–amor que se remplaza por rabia: infundio y calumnia –miedo que siente como tristeza: fatalismo,
derrotismo.) – orgullo (que cede su lugar al miedo: profanación, ser rastrero) – tristeza ( que cede el paso al
amor: masoquismo, martirio) – rabia (que no siente).
Usa el 3% de energía innata y forma parte del 15% de la población de Promotores.
FASE DE DISOCIACION: PROMOTOR-REVELADOR.
Se cree un genio, el ángel del Apocalipsis, se cree de origen divino. Es un inversor de los valores, de
los patrones sexuales transformistas y transexuales. Degrada todo lo auténtico y exalta la basura. Está
paranoico y pleitea con todos. Enfrenta a todos contra todos. Está deplorablemente desprovisto de rigor
conceptual. Es soso y vulgar y se cree ingenioso y distinguido. Es adicto a la TV, a las series de cuarta fila, a
los peores melodramas y a los spaghetti western. Es fóbico a la soledad, a la quietud. Si es hombre odia lo
femenino y si es mujer odia lo masculino. Adopta los métodos rastreros de la picaresca y de la mafia. Al final
todos lo repudian y se queda sólo, reafirmando así su creencia existencial de no poder ser querido. Es muy
violento y puede golpear o matar si lo contradicen. Es el brazo armado del Magnetizador contra los
conectados, pero muy particularmente contra Fortificadores, Reactivadores y Reveladores. Es terriblemente
supersticioso y va a brujas, a misas negras, etc. Bebe y se droga.
Profesiones: Político iluminado que dirige la guerra santa y el terrorismo. Capo de la mafia. Presentador
de TV de programas basura. Presidente de gremios deportistas y corporativistas, que lleva a la destrucción.
F.E.E.: Invierte dos ejes, el que vimos en la fase anterior y el eje orgullo-miedo, y cae en la fórmula letal
y se convierte en una explosión o en una inundación de inversiones y de idolatrías para su entorno. Su
fórmula es ( falsa alegría idolátrica + falsa rabia sacrílega) –orgullo ( que se convierte en miedo: profanación)
– tristeza (que se convierte en amor: masoquismo)- miedo ( que se convierte en orgullo: prepotencia).
Usa el –16% de energía innata y forma parte del 3% de la población de Promotores.
A continuación examinaremos las tres tipologías que se someten al Conectador colectivo y que creen
que si no fuera por ellos el ser humano desaparecería y sería tragado por la máquina social.
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IV. TIPOLOGÍA REACTIVADORA:
Dimensión dominante: Protector-amor-vista, su competencia.
Dimensión desconectada: Rector-miedo-tacto, su talento.
Dimensión prohibida: Orientador-alegría-sexo, su vocación.
Dimensiones sanas: Sintetizador-tristeza-oído, dimensión originaria.
Transformador-orgullo-gusto, dimensión originaria.
Percepción sensorial del Reactivador:
¿QUÉ VAMOS A VER? La figura geométrica que domina la estética Reactivadora es el triángulo (rostro,
busto, caderas, pies y manos).
El amor, su emoción dominante, rige la glándula hipófisis y proporciona una gran belleza y armonía en
lo visible y también en las proporciones y armonía de las funciones y emociones. Su consecuencia visible es,
muy especialmente, la belleza y profundidad de ojos grandes y luminosos, muchas veces claros, un rostro
triangular, porte regio, huesos finos y fuertes, y bellas proporciones que lo hacen parecer siempre más alto y
delgado de lo que es).
Su rostro triangular tiene una amplia frente donde nace el pelo las más veces con un triángulo que cae
sobre la mitad superior (pico de viuda). Tiene anchas cejas, muchas veces unidas entre sí que dibujan una
gaviota que mueve las alas a medida que el Reactivador habla o piensa. Los ojos son enormes y rasgados
como los de las gacelas y tienen una mirada profunda y cálida que parece penetrar hasta el alma del objeto
examinado. También la mirada parece salir del alma y comunicar directamente de alma a alma. Y así es. Tiene
la nariz pequeña y a veces respingona. Su boca es muy peculiar, porque tiene el labio superior, de anchura
adecuada, con un arco de Cupido muy dibujado, en forma de corazón, y el labio inferior que tiembla como el
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de un niño que fuera a romper a llorar en un puchero. Sin embargo, el Reactivador nunca parece triste y
sonríe cálida y empáticamente.
El cuello, muñecas y tobillos son largos y finos y le confieren un aire principesco. Tiene el busto más
grácil y estrecho que las caderas y la cintura muy fina. Las caderas del Reactivador son amplias, sobre todo
en las mujeres, confiriéndoles un aspecto muy maternal.
Tiene pistoleras en lo alto de los muslos, piernas y antebrazos finos y elegantes, y manos y pies
preciosos, finos y largos, de dedos finos y rectos que parecen interminables. El Reactivador usa mucho las
manos cuando habla y les hace dibujar símbolos que apoyan y enfatizan el discurso, pareciendo pájaros en
vuelo.
La manera de moverse de un Reactivador se caracteriza por dos cosas: su porte principesco y su
caminar leve y aéreo, que parece levitar a cinco centímetros del suelo. También en eso recuerda a los pájaros.
Se viste de manera original y atrevida, porque le gusta mezclar materiales nobles de texturas
artesanales y originarias como la seda salvaje, muselinas combinadas con lanas cardadas groseramente,
cuello altos con volantes y las largas faldas que le dan un aspecto de integración de lo étnico con lo más
refinado elaborado por los hombres (sedas, brocados, etc). En todo caso, el Reactivador odia lo formal, lo
tópico y hasta lo clásico, que estima aburridos. Es artista en todo y original en todo. Rompe moldes sin
buscarlo y no se pliega a ninguna moda. Tampoco le gusta crear moda, porque le ofende ser imitado. Odia el
traje si es hombre y el traje sastre si es mujer. Él crea su guardarropa.
Los colores que dominan en su guardarropa son el negro y el blanco y también los naranjas y ocres,
así como el verde caqui. Su casa tiene sólo materiales naturales, plantas y objetos étnicos y es muy cálida y
acogedora.
Es cuidado, pero no coqueto porque es inconsciente de su atractivo físico. Cuida su peinado y, si es
mujer, su maquillaje, que enfatiza sus asombrosos ojos. Le gusta mucho disfrazase. Se siente muy mal si los
colores que usa no están preciosamente combinados. Puede perfectamente salir sin abrigo o sin cartera si los
colores no combinan. La maestría y generosidad en el uso del color son típicos en el Reactivador. Los grandes
pintores coloristas como El Greco, Chagall, los fauvistas, Van Gogh, son todos Reactivadores. Para él la vida es
dos cosas: emociones y colores. Por más atrevido que sea con éstos, nunca es escandaloso, ni mucho menos,
vulgar.
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Es de estatura normal y parece más alto de lo que es. Y más delgado, salvo por las caderas.
¿QUÉ VAMOS A OIR? El Reactivador tiene una voz muy extraña: es una voz rota, parece que sale del
corazón, y su volumen es más bien bajo. Sin embargo llega a todos los rincones y envuelve a su auditorio en
armonía y emoción. El ritmo es fluido y las palabras están bien moduladas y enfatizan exactamente lo esencial
y lo importante de lo que dice. Moviliza a los demás y nunca deja indiferente. El vocabulario es ante todo
emocional, sin ser, sin embargo, empalagoso sino pudoroso. El vocabulario es muy rico. Dice lo esencial y lo
desarrolla con soltura si se lo piden, pero jamás invade el turno de palabra de los demás. Le agrada tanto
hablar como escuchar y anima a hablar a los más tímidos. Y lo consigue. La gente suele abrirse cuando está él
y contar cosas que por lo general nunca revelarían, porque se sienten en un espacio de seguridad y de
intimidad. Para el Reactivador la palabra es lo más importante de la vida. Es mágica y curativa. Es esencial.
Le encanta la música romántica de ritmo continuo, como la obertura de Tristán e Isolda. Inventó el
bolero y las canciones de amor y odia la música rítmica quebrada que le puede ocasionar taquicardias y crisis
de angustia. Es extremadamente sensible al ruido, que lo puede hacer llorar y enloquecer.
¿QUÉ VAMOS A TOCAR? El lenguaje gestual del Reactivador es muy disuasorio para los amantes de la
familiaridad. Odia ser manoseado y él no manosea a nadie. Podría tranquilamente abofetear si algún animoso
lo intentara. Es muy cercano y entra naturalmente en contacto con los demás siempre y cuando se respete el
espacio vital de cada uno: es decir, que detesta invadir o ser invadido. Es mucho mejor esperar a que un
Reactivador nos toque o nos abrace, antes de animarse a hacerlo. Y sólo podemos responder con extrema
liviandad.
Su piel es muy agradable y parece mezclar perfectamente el aire con el fuego. Su piel se parece a la
textura que podríamos imaginar en los ángeles. Además es fresca en verano y cálida en invierno. No se arruga
ni envejece.
¿QUÉ VAMOS A GUSTAR? Al Reactivador le encanta comer, pero sólo lo que le gusta. Le gusta el pan
por encima de todo, sobre todo el pan de hogaza amasado en casa y los panes integrales. Le encantan los
quesos, sobre todo los franceses, le entusiasma el chocolate y enloquece con las ostras. Le gustan las
ensaladas creativas que mezclan frutas frescas y secas, hortalizas crudas y alguna carne o pescado
ahumados. Le encantan las almendras en todos sus usos. Por lo demás siente un retroceso ante los
“cadáveres”, tanto de aves, de carnes o de pescados. Le da pena ¿¿comer gente viva?? que matan para
consumir. Pero como considera que todo lo que está en la naturaleza está vivo, tampoco tiene buena
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conciencia si se hace vegetariano. Estar en un mundo donde respirar significa ingerir vida y expulsar muerte lo
atormenta. Por eso come como un camello: come mucho un día o dos y se olvida de hacerlo durante una
semana. Ese es su estilo.
Cocina muy creativamente y hasta inventa platos memorables. Le gusta cocinar, siempre y cuando sea
cuando él quiera, no como rutina, ni mucho menos como obligación. Si vive sólo, jamás cocina para él. Si
recibe a alguien, organiza un festival de olores, sabores y colores que su huésped recordará como algo
mágico.
¿QUÉ VAMOS A OLER? Cuando el Reactivador, que es un anfitrión maravilloso pues pone todo lo que
tiene en bandeja para ofrendarlo a su invitado, reciba a un amigo – y todo ser humano es un amigo potencial, dispondrá un ambiente mágico que será un festival de sabores, sonidos y olores. Usará muchas velas, pero
nada de incienso, pues ese olor le repugna y le pone triste; lo asocia a los templos y asocia a los templos con
la ausencia de Dios en el mundo normal. Para él, dios está en todos lados y está vivo y riéndose con su
creación.
El Reactivador es muy olfativo: un mal olor, es decir un olor corporal descuidado o un olor de algo
muerto o en descomposición, lo echa para atrás y siente rabia instantáneamente contra la persona o el lugar.
Rechazará a toda la persona si ésta huele mal. Y huirá de un lugar por la misma razón. Ante un mal olor, el
Reactivador se siente y actúa como un animalito: aleja al otro con ambos brazos, sin más. Y no lo podrá ver
más. Se le quedará el olor asociado al lugar o a la persona. Un buen olor será, en cambio, una puerta abierta
pero no lo asociará de manera tan definitiva, esperará que se repita en cada experiencia. No retiene mucho
los olores agradables, porque le gusta el cambio.
Sin embargo, es de los más fieles a su perfume o a su colonia. Se identificará con él y le será fiel para
siempre.
El amor, de entre todas las emociones, es la que mejor olor da a la piel. Por eso, la piel del Reactivador
tiene el mejor olor: huele a sándalo y, además, nunca se descompone. Un Reactivador podría quedarse una
semana sin lavarse, o más, y su olor permanecería incorrupto. Por supuesto, el Reactivador se lavará cada
día, no porque huela mal si no lo hace, sino porque adora el baño caliente con esencias, sales, hierbas y
burbujas. No toma nunca una ducha si lo puede evitar.
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EL ESPLENDOR DE LO HUMANO
Lo que más le gusta oler son los perfumes naturales, como el olor de la tierra después de la lluvia, el
olor de los pinos o de la nieve. No soporta a esas personas que se inundan de perfumes e invaden el
territorio de los demás. Se levantará de su lado y se irá lejos, no sin antes fusilarla con la mirada.
Elige un perfume que simplemente enfatice su propio olor: a sándalo y un toque de musgo.
¿QUÉ VAMOS A PERCIBIR SEXUALMENTE? El Reactivador es un amante de ensueño. Hacer el amor es
lo que más le encanta en el mundo. Él inventó la noche de amor como un continuo de orgasmos, sabias
caricias, ambiente mágico de velas y olores, salpicada de sabores exóticos de frutas y caviar y champán, y
baños y masajes, toda la noche hasta el amanecer. El Reactivador nació para ser amante, no para esposo ni
esposa. Si la esposa, pues se casa muy fácilmente, es su amante, se quedará con ella eternamente. Si no,
cambiará de amante. El Reactivador tampoco nació para la infidelidad. Cambia de pareja cuando está
mínimamente insatisfecho, pero jamás engaña. Lo dice y se va con su nuevo amante. No tolera estar
sexualmente con dos personas a la vez: pierde su sentido de la orientación y se pone esquizofrénico.
El Reactivador elige aceptablemente bien a sus parejas: tiene que estar enamorado, pues no concibe
un matrimonio de conveniencia, ni tan siquiera un matrimonio cómodo. Además, su pareja debe ser su mejor
amante. Su nivel de exigencia es tan alto como su capacidad de amar y de entregarse por entero a la felicidad
y al placer de su pareja. Así que si no encuentra lo que busca, explicará sus necesidades, que él verá como
derecho, una y cien veces y, una mañana, desaparecerá y se irá con su nuevo amante. Sin mirar atrás.
Análisis estructural de la tipología Reactivadora:
El Protector dominante, nutrido con un 100% de amor auténtico, e inflado con un 40% de amor falso
que remplaza el miedo lo hacen eternamente amoroso, cálido, entrañable y amable, sí, pero también
paternalista y débil ante los peores. El Reactivador no concibe el mal y lo interpreta como una enfermedad que
él se atribuye la facultad de curar dando más y más amor a los peores, porque entiende que es lo que no han
recibido y que por eso se volvieron ariscos y defensivos. Así proyecta hacia afuera la inversión de su propio
drama. Es a él a quien no han amado, y aún así, él reaccionó dando más amor a los desalmados. El
Reactivador cree que todo se cura con amor, que el amor es el remedio universal, y en vez de buscar ser
curado y pedir amor a los mejores, jamás pide y distribuye su amor a los peores. Estos lo crucifican y él cae
en su convicción de que algo malo pasa con él puesto que no le responden con amor a su amor. Eso lo hace
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aún más amoroso y sigue dando donde no hay, sin pedir a donde sí encontraría respuesta y nutrición para su
sed.
El Rector está desconectado: no concibe el mal. Por lo tanto, éste no existe. Se pondrá furioso con
quien lo quiera “asustar” mostrándole la maldad o el peligro real que hay en el mundo. Así mantiene su
Síndrome de Estocolmo. Él está en el mundo para rescatar a todos, llevándolos al camino de la luz y del amor.
A la redención. Él siempre está enamorado de la gente, de la vida, de Dios. Cuando tiene miedo, se pone
histérico.
El Orientador y su alegría están prohibidos. Nunca tiene tiempo para darse lo que desea. La vocación
de alegría se le nota, y mucho, porque es el más espiritual. Busca y se entrega a Dios. Él es su verdadera y
única pasión infinita y eterna y todo lo que hace en el mundo lo hace para servir a Dios. También es un gran
amante y adora el sexo, con amor siempre. Y adora reír y bailar. Eso es pura alegría. Pero no puede ni tan
siquiera decir “soy feliz” sin que le dé un ataque de pánico y crea que se le va a caer el cielo sobre la cabeza
o que va a ocurrir una gran desgracia que le haga perder a todos los que ama.
Su Transformador es el más perfecto de entre todas las tipologías. Es un creador constante y
deslumbrante, y las más veces, por poco que se dedique a ello sin banalizar sus dotes, un genio multifacético.
Crecer es para él el norte y la razón de su vida. Es un buen maestro, pero es el mejor de los alumnos. El
mundo es, para él, un lugar de aprendizaje en el cual cualquiera, por más pequeño e insignificante que sea, le
puede enseñar algo. Y, así, olvida lo mucho que entrega y cae de rodillas agradecido ante todo lo que recibe.
Su Vitalizador es muy extraño: su salud es muy delicada y siempre amenazada por la muerte súbita,
muerte típica del Reactivador. No tiene energía física ni corporal. Se mueve muy poco. Cree que no tiene
cuerpo, que es un alma que habita eso, el cuerpo, con lo cual no toma contacto. Por eso aguanta tanto el
dolor. Sin embargo, él ve la mentira, la manipulación, la inversión, la mala fe, como nadie, y la denuncia sin
temor alguno y sin conciencia del peligro. Una niña Reactivadora es la protagonista del cuento “el rey está
desnudo”. No le importa decir “así no” al rey, al dictador o al asaltante que le apunta con una pistola.
Su Sintetizador funciona muy bien en cuanto a capacidad de análisis, y sobre todo de síntesis. Es
extremadamente inteligente y sensible. No tolera dañar nada vivo. Y perdona siempre que lo dañen a él.
Prefiere aprender con gente que con libros, aunque lee con amor. No le gusta retener en su memoria datos y
datos, porque dice que eso ocupa sitio inútil en la cabeza y frena la creación, además de volver dogmático,
cosa que le horroriza.
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EL ESPLENDOR DE LO HUMANO
Ingeniería emocional del Reactivador:
Reactivador:
El amor inflado nutre su Protector y lo hace tan generoso con los que sí merecen su amor como con
quienes no lo merecen.
El miedo desconectado esconde su competencia y es valiente y hasta temerario. Le gusta transformar
el miedo en arte y por eso todos los grandes toreros son Reactivadores o están en fase Reactivadora. Se le
nota su talento en que es muy armonioso y busca y cultiva la armonía en todo y en todos. Pero su
desconexión domina su vida, porque ni cree en el mal ni lo ve.
La Alegría está prohibida y él la remplaza por más amor. No se reconoce el derecho a pensar en
atenderse y disfrutar de sí mismo. Sin embargo, la vocación asoma claramente en el terreno espiritual y
también en lo estratégico. Es un gran visionario, capaz de ver el futuro con la misma claridad en que ve el
presente. Y tiene el optimismo más enorme que pueda uno imaginar cuando se trata de optar por lo grande y
bello que existe en los demás.
Creencias arquetipales del Reactivador:
El arquetipo del Reactivador es Orfeo. Orfeo, rey de Tracia, genio insuperable del canto, lograba calmar
y diluir todo mal y mantener a los hombres en el camino de la luz divina. Pero he aquí que su esposa amada,
Eurídice, muere trágicamente y Orfeo decide ir a rescatarla a los infiernos. Allí logra calmar y dulcificar a todos
los demonios, pero le es impuesto guiar a su esposa hacia la luz de la vida sin jamás volver la mirada atrás.
Cuando estaba a un paso de la salida de los infiernos, Orfeo, asaltado por una terrible duda se vuelve a
comprobar si su esposa lo sigue. Esta recae en los infiernos y Orfeo, desolado, se ve obligado a vivir sin ella.
A la salida a la tierra, las mujeres, airadas de verse rechazadas por el fiel esposo, lo despedazan y tiran su
cabeza al mar. Este crimen se ve castigado por varios desastres naturales, y la cabeza de Orfeo opera
milagros en la tierra mientras que su lira se transforma en constelación celeste. Orfeo sigue cantado en el
cielo para los bienaventurados. Se le atribuye que a la vuelta de los infiernos trajo consigo los secretos de
todos los misterios y las claves para que los hombres no tengan que pasar por tantas pruebas y desgracias
hasta convertirse en bienaventurados.
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PRECIADA AZANCOT
Sometido a este dios que rige su espíritu, el Reactivador se congela en sus dos creencias existenciales,
que son:
“Nadie podrá amarme” (aunque yo haya amado a todos por igual)
“No habrá justicia para mí” ( ni en esta tierra ni en el más allá)
Su Drama Existencial, D.E.: “Sólo trato de ayudarte” (“Y tú me crucificas así”) .
El Reactivador mantiene así sus creencias existenciales: ofrece una ayuda a los peores y les entrega su
corazón y sus secretos. Estos, envidiosos y cobardes, en vez de optar por ser mejores, se vuelven contra él y
lo crucifican. En vez de reconocer que existe el mal y ocuparse de sí mismo y de los que lo merecen, lo intenta
de nuevo, para conseguir el amor y, así, la redención de los que no quieren ser redimidos, pues optan
libremente por el mal. Al final el Reactivador muere asesinado por los que lo envidian, y los buenos lo lloran.
Perfil psicológico del Reactivador:
El Reactivador, que en mucho está más dotado que la media, no se ve bueno ni grande a sí mismo y
sobre evalúa los méritos de los demás. Los demás, que no pueden creer que se pueda ser maravilloso sin
asumirlo, lo descalifican y lo increpan para ratificarle su juicio sobre sí y sobre ellos. Así se otorgan los méritos
y virtudes del Reactivador y proyectan sobre él sus taras y sus sombras. Es el cordero sacrificial del mundo.
El Reactivador tiene una concepción mágica de la existencia: se ve a sí mismo inexplicablemente
elegido y amado por Dios. Inexplicablemente, porque ve a los demás mucho mejores que sí mismo, más
geniales, más entrañables, más bellos. Y amado por Dios, porque el Señor le confirió el poder de ver el alma
ajena que sufre y poder así aliviar sus sufrimientos. Los demás lo ven como él quiere que lo vean y lo
consideran no humano, es decir que le exigen que se entregue incansablemente y que sólo reciba críticas y
más exigencias a cambio, ya que Dios fue injusto al conferirle a él lo que no les dio a ellos. Así usan al
Reactivador y abusan de él.
El Reactivador no cree en la existencia del mal. A lo sumo, si alguien muy cercano y amado lo obliga a
verlo, lo interpretará como mayor sufrimiento y mayor necesidad de recibir su tiempo y su pasión. Los demás,
cuando son buenos, se sienten minusvalorados y abandonados por el Reactivador, quien los prefiere a los
peores, y, cuando son malos, se sienten dueños y señores de un tesoro del cual se apoderan mientras cargan
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al Reactivador con la acusación de tener todas sus taras. El Reactivador termina por creer que así debe ser,
puesto que no sólo no le agradecen sus dádivas sino que lo acusan de ser lo que los demás son. Termina por
ver todo el mal en sí mismo y todo su bien en los demás, sobre todo si son malos.
El Reactivador ve a dios, que es su pasión existencial, como un Legislador que le pasa pruebas, que él
acepta como muestras de amor por él y privilegio que le confiere. Intentará mostrarse a la altura de ese honor
y de las expectativas divinas sobre él. Así, en vez de quejarse y de recuestionar a ese tipo de dios, el
Reactivador aguanta todos los embates del mal, y los demás lo ven como a alguien sin necesidades y sin
sufrimientos y lo retan a un nuevo sacrificio a una nueva prueba. Así, el Reactivador se encierra en el infierno
sobre la tierra. Así, para un Reactivador, el mal existe, sí, pero está sólo en él y muchas veces es él. Y se
redimirá siendo más bueno y paciente con los demás.
Esta concepción de dios que tiene el Reactivador, la proyecta sobre la creación y busca críticas como
prueba de amor. Los que no lo critican ni le pasan pruebas son así porque no lo aman. A él sólo le interesa
que le digan por dónde falla, para que él pueda corregir, aprender y crecer. Los halagos son cortesías de los
que no quieren hacer el esfuerzo de interesarse por él. Así se queda pegado a los perores y pasa incontables
pruebas para ganarse su aprobación. Ve a los buenos como algo normal y banal, a lo que no es necesario
atender. Con ellos no se siente necesario, ni puede justificar el estar en la vida. No cederá a la tentación de
disfrutar de su tiempo ni de su energía con ellos.
Cuando lo han crucificado una y mil veces, el Reactivador puede tener un ataque de furia altanera en
vez de tomar conciencia con el sano miedo que se le debe tener a lo tóxico y a lo desalmado. Se va sin
llevarse lo suyo, con una pequeña maleta, como un nómada en el desierto y se siente culpable por su
altanería y su soberbia. La próxima vez será más paciente y lo volverá a intentar cien veces más. No llora para
no hacer sentir a los demás responsables de su debilidad. Y sonríe confiadamente. No es de extrañar que un
buen día se le rompa el corazón, no en el sentido figurado sino real y que muera DE MUERTE SÚBITA.
Además, esa muerte, en vez de aterrarlo, le encanta, porque así no dará trabajo ni preocupaciones a los que
ama y les dejará un recuerdo intacto, afirmativo y optimista. No pide, ni le gusta que adivinen sus sufrimientos
y necesidades de calor humano. Sin embargo basta con ver los surcos que marcan su rostro desde las aletas
de la nariz hasta la comisura de los labios, basta ver ese labio inferior que tiembla como el del niño que va a
romper a llorar, para constatar que el rostro de un Reactivador, no obstante su mirada optimista y cálida, no
obstante su sonrisa confiada y su enorme energía para dar y darse con tesón y fe, es una verdadera máscara
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PRECIADA AZANCOT
de sufrimiento. Cuando se pone melancólico, el Reactivador lo asume durante un segundo y, en vez de pedir,
se aboca a dar para sentirse eufórico. Y comenzar de nuevo...
Si bien el Reactivador es una madre universal, sea éste mujer u hombre, su rol como padre o madre
biológico es atípico: él no desea ser padre de sus hijos, sino su amigo. Él estima que se debe aprender de los
niños en vez de pretender educarlos. Hay que apoyarlos y sostenerlos cuando desmayan y dejarlos volar con
sus propias alas, cuanto antes. Y eso hace.
Su vida social es rica y efervescente. Tiene muchos amigos y es el alma de su grupo. Elige muy bien a
sus amigos entre los mejores. Sus amigos son su verdadera patria, su auténtica familia. El saber que existen,
le da fuerzas para seguir viviendo. Es un amigo para toda la vida y capaz de cualquier hazaña por los suyos.
Es muy hogareño y tiene un hogar cálido y acogedor, en el cual recibe a todos los que necesitan soñar
con un mundo mejor. Su casa está llena de plantas, de cuadros pintados por él, de colores cálidos, de olores
refinados, de materiales naturales. Allí se puede llegar a cualquier hora y traer a amigos. Siempre habrá
tiempo, comida, camas y espacio para ellos. Es un oasis en la jungla y un espacio de crecimiento para todos.
Porque el Reactivador, cuando habla, va directamente a la intimidad. No pierde tiempo en rituales ni en formas
socializadas de pasar el tiempo.
Al Reactivador le gusta la naturaleza y los animales pero prefiere verlos tras la ventanilla de un coche o
en película. El contacto directo le da miedo.
Lo que más le angustia de sí mismo es su autoimagen física y sexual. No se ve atractivo, aunque sea
una belleza, y, como no se ajusta al estereotipo de la hembra ni del macho, se ve masculina si es mujer y
femenino si es varón. Con ello ve alejarse su sueño más maravilloso: protagonizar un amor de novela con su
alma gemela, que él se asigna buscar, reconocer, redimir y desposar para siempre jamás. Sólo los grandes
Reactivadores llegan a cumplir éste, su sueño máximo.
Profesiones: Director de procesos de cambio. Director de la UVI. Bombero. Socorrista. ONGs. Artista,
sobre todo actor, cantante y pintor. Torero. Márketing. Director de personal. Defensa. Derechos humanos.
F.E.E.: (amor y falso amor en vez de miedo –paternalismo- -miedo que transforma en valentonería –
alegría que transforma en superstición) +tristeza + orgullo –rabia que transforma en intimidación.
Si bien el Reactivador se caracteriza por la desconexión del miedo y por su valentía temeraria, también
está actuando en permanencia la función trascendente del miedo, que es la armonía. Ellos son armonía en lo
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físico, en lo mental, en lo anímico y en lo espiritual. Están en el mundo para hacer de éste un lugar donde
reine la armonía y la paz.
La espiritualidad de un Reactivador se nota en cada uno de sus sentimientos, de sus movimientos y de
sus acciones. Tan sólo le falta el sentido de la orientación: se equivoca de destinatarios, y se pierde y
desnorta sobre la tierra. No así en el cielo, pero sí en la tierra, y por eso no accede a la alegría y a la paz.
El Reactivador es ante todo un gran creador, un infatigable creador, un creador que evoca la jungla
tropical. Todo su universo es creación: él crea a las personas, detectando lo mejor de ellas y completando el
proceso de renacimiento con su propia imaginación. Crea organizaciones esplendorosas por donde le toca
pisar, pues es un agente de cambio vocacional. Crea ambientes desrutinizando y pariendo momentos mágicos
y entrañables por donde pase. Crea arte porque es un artista nato y multifacético. Crea sistemas y
metodologías cada vez que le preguntan cómo hace él cualquier cosa. Y eso es así porque el Reactivador
tiene una sola meta consciente: hacer de su vida una obra de arte, porque vivir requiere de todo el arte
posible.
Y también, el Reactivador es un gran partero: lo que más le entusiasma, y es un gran entusiasta, es
parir. Es una madre colosal e infatigable de mentes, de almas y de espíritus ajenos. Y, como su dios Orfeo, es
inolvidable: todo aquél que ha nacido conscientemente a su vida real con un Reactivador, conserva una mirada
de luz imborrable.
La proporción de Reactivadores en la población total es muy baja, porque más de la mitad eligen morir
en el útero antes que nacer.
Fases de evolución tipológica:
FASE DE CONEXIÓN: REACTIVADOR-PROMOTOR.
Conserva y fortalece las cualidades de su Mapa: aspira a la autorrealización grupal y personal. Es
bondadoso, creador, mágico, encantador y compasivo, fiel, digno, orgulloso, ocurrente, hospitalario,
generoso, valiente y hasta temerario, iconoclasta, armonioso, considerado, brillante, acogedor. Incentiva y
alienta a todos. Supremo sentido de pertenencia a los suyos. Nunca olvida las cosas buenas que hacen por él
y por los suyos. Perdona todas las ofensas si cree que existe el arrepentimiento. Se enfrenta a los más
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poderosos y socorre a los indefensos y a las víctimas. No tolera la injusticia. Es elegante, innovador,
rompedor, arrojado y desafiante. Le gusta escandalizar a los timoratos.
Aunque tarda en ser reconocido, porque no presta ninguna atención a los honores, hace milagros y
termina eligiendo a los mejores para construir un mundo auténtico. Es un gran creador que cataliza a los
mejores a su alrededor. Crea una empresa que, aparentemente, puede parecer irrisoria o un hobby, y que
termina cambiando el planeta. No se deja manipular, ni confundir ni engañar por falsas víctimas, ni distraer de
lo esencial para el mundo. Sabe que el mal existe y se convierte en un especialista en diagnosticarlo y alejarlo.
Su obra pone orden, racionalidad y cordura en el caos. Su figura crece durante su vida y mucho más después
de su muerte. Es espiritual ante todo y construye el mundo de la criatura de Dios en esta tierra. Trae a la
tierra lo que los más visionarios proyectan al cielo como siendo una vida por venir. Pero puede ser asesinado
por los más obscurantistas y morir de muerte súbita si los que más ama lo traicionan.
Usa el 80% de su energía innata y forma parte del 2% de la población de Reactivadores.
Profesiones: Director de su propia escuela. Maestro de líderes. Medicina. Baile. Salud integral.
Presidente de empresas y de organizaciones propias que cambian el entorno.
F.E.E.: (amor +miedo +alegría) + orgullo + tristeza + rabia.
D.E.: ninguno.
FASE DE PRECONEXIÓN: REACTIVADOR-FORTIFICADOR.
Deja de salvar y se pone a investigar y a crear. Es un gran artista e innovador que no cree en su
genialidad y que pone su obra en manos de los peores, con confianza. Descubre a dios y recibe sus señales,
pero no le hace caso porque no se valora, y se pregunta “¿porqué yo?”. Conserva, intactas, todas las
cualidades de su Mapa.
Su obra es auténticamente rompedora e innovadora, pero nadie lo reconoce. Puede morir de muerte
súbita. Padece problemas renales y engorda sin comer. Está melancólico y no desea permanecer en este
mundo. Puede hacerse ermitaño, religioso de clausura, investigador aislado. Sufre de lumbago, hernias y
calambres. Come en vez de disfrutar de la vida y del sexo.
Usa el 40% de su energía innata y forma parte del 15% de la población de Reactivadores.
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Profesiones: Arte. Ecología. Biología. Reciclaje. Agricultura de vanguardia.
F.E.E.: ( amor –miedo que cambia en histeria –alegría que cambia por miedo a la maldición mágica de
los peores) +orgullo + tristeza –rabia que cambia por culpa.
D.E.: “Sólo trato de ayudarte” (muy poco) y “si no fuera por (mí)”.
FASE DE MAPA TIPOLÓGICO: REACTIVADOR-REACTIVADOR.
Esta fase es en todo idéntica al mapa tipológico descrito anteriormente.
Usa el 30% de su energía innata y forma parte del 10% de la población de Reactivadores.
FASE DE DESCONEXIÓN: REACTIVADOR-LEGISLADOR.
Parece más seguro, pero es más frágil. Toda la organización reposa anímica y económicamente sobre
él. Es impaciente y exigente con los mejores y salvador compulsivo de los peores. Es aún más confiado. No
cree en el mal y anima a todos por igual. Se desgasta y termina en la U.C.I. Todos lo recuerdan, pero no
desean que vuelva.
Se pone rígido y cae mal. Es intolerante y exigente. Es un salvador de los más parasitarios. No es justo
y da de lo suyo a todos. Sobreprotege a su familia y equipo y no deja crecer. Quiere ser indispensable y está
celoso de su poder. Forma simbiosis con Reveladores y con Promotores. Desconfía de los conectados, que él
juzga despiadados. Es propenso a enfermedades agudas y graves: cardiopatías, fiebre reumática,
tuberculosis, embolia pulmonar y neuropatías.
Profesiones: Político. Director de orquesta. Coordinador. Secretaría general. Relaciones públicas.
Embajador.
F.E.E.: (Amor salvador – miedo (histeria) –alegría que transforma en orgullo (dogmatismo, idolatría))
+ tristeza –orgullo que Transforma en alegría (magia) – rabia que transforma en culpa.
D.E.: “Sólo trato de ayudarte” y “defecto”.
Usa el 20% de su energía innata y forma parte del 55% de la población de Reactivadores.
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PRECIADA AZANCOT
FASE DE PREDISOCIACIÓN: REACTIVADOR-REVELADOR.
Cree que ya no deja que los demás abusen de él, pero corta relaciones tirando al bebé con el agua de
bañera. Se hace revolucionario o artista marginal y cree conquistar su autonomía.
Se pone celoso de los Reactivadores conectados y pelea con los Reveladores, a quienes desprecia. Es
insoportable, está siempre furioso y protestón. Se puede poner grosero y hasta vulgar y pierde su porte
principesco. Es escéptico con lo grande y se deja deslumbrar por falsos genios, falsos profetas y falsos sabios.
Se odia a sí mismo y no cree en la bondad de nadie. Puede sacrificarse en un acto de heroísmo gratuito y
falaz. Puede alcoholizarse. Es anoréxico. Su vida pende de un hilo.
Profesiones: Guerrillero. Revolucionario. Artista. Bohemio. Cantautor.
F.E.E.: Ninguna emoción auténtica y transforma la tristeza en rabia (resentimiento, revanchismo,
amargura). Además invierte el eje alegría-rabia y se torna sacrílego e idolátrico de los peores elementos de su
familia.
D.E.: “Sólo trato de ayudarte” y “sí...pero...”.
Usa el 3% de su energía innata y forma parte del 15% de la población de Reactivadores.
FASE DE DISOCIACIÓN: REACTIVADOR-CONSTRUCTOR.
Se cree un profeta o un gurú, pero sus mensajes están todos invertidos y todos se burlan de él. Oye
voces (alucinaciones auditivas) que lo culpan y puede arrastrar masas de inadaptados como un falso profeta.
Alterna percepciones extralúcidas con delirios apocalípticos. Se cree un extraterrestre y acepta que
abusen de él, porque los demás son “de origen diferente”. Se abruma y sostiene a los peores. Acepta dirigir
empresas insalvables y se hunde con ellas. Sufre alucinaciones y una sordera creciente. Está desesperado y
clama por la muerte. Si no logra que lo maten, lo hará él.
Profesiones: Político mesiánico. Profeta enloquecido. Magia. Astrología. OVNIS. Curandero.
F.E.E.: (Fórmula letal: falso amor + falsa tristeza) e inversión de los dos otros ejes, el eje alegría-rabia,
como anteriormente, y el eje orgullo-miedo (profanación rastrera y masoquismo prepotente).
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D.E.: “Sólo trato de ayudarte” y “abrumado”.
Usa el –16% de energía innata y forma parte del 3% de la población de Reactivadores.
V. TIPOGÍA REVELADORA:
Dimensión dominante: Vitalizador-rabia-olfato, su competencia.
Dimensión desconectada: Sintetizador-tristeza-oído, su talento.
Dimensión prohibida: Transformador-orgullo-gusto, su vocación.
Dimensiones sanas: Protector-amor-vista.
Orientador-alegría-sexo.
Percepción sensorial del Revelador:
Revelador:
¿QUÉ VAMOS A VER? La figura geométrica dominante en la percepción visual del Revelador es el óvalo:
rostro, busto, glúteos, manos y pies.
La glándula que trabaja con la rabia es el hígado, que segrega bilis y que condiciona también todas las
funciones digestivas: estómago, intestinos, ano. El Revelador corresponde en mucho al temperamento
“bilioso” clásico.
La estética corporal del Revelador se ajusta en todo al canon griego clásico: el rostro óvalo, de
proporciones griegas armoniosas, el cuerpo atlético y delgado, la especial forma del músculo que sale de la
cintura y baja hasta debajo de los intestinos en forma de uve, los muslos finos y piernas estilizadas, los
hombros armoniosamente anchos, sin estridencias, los pies bonitos y las manos sensuales que combinan lo
perfecto del adulto con la reminiscencia de lo enternecedor del infante, todo en el cuerpo del Revelador es
armonía, vitalidad y esbeltez. Tiene el aspecto de un felino en sus movimientos armoniosos y sensuales,
perezosos y poderosos, siempre listo para saltar elásticamente. Está suelto porque confía siempre en la
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potencia de su cuerpo y parece hasta desgarbado e indolente porque “es así”de felino y no hace ningún
esfuerzo para controlar su porte ni sus movimientos. Es exactamente igual de gracioso y de ágil que una
pantera o que un gato.
Su rostro, muy armonioso, es perfecto de proporciones según los cánones griegos: frente despejada
pero de altura ideal, ojos más bien grandes y abiertos, sin excesos, nariz muchas veces griega que sale más
directamente de la frente y tiene una graciosa torcedura para romper la rectitud romana, boca inquieta y muy
móvil que tuerce y mueve todo el tiempo de manera sensual. La expresión que más distingue el rostro del
Revelador es el brillo travieso de la mirada, siempre alerta y dispuesta a mofarse de los demás, y la boca que
él levanta en una de las comisuras, como sonriendo, mientras que la otra comisura baja despectivamente,
como burlándose de todas las situaciones de manera desafiante. Por lo demás, insistiremos de nuevo sobre la
soltura y la gracia de ese cuerpo elástico e hiperpresente para el cual la ley de la gravedad no parece existir.
También tienen un sentido increíble del equilibrio y ponen nerviosos a los demás mientras sortean el tráfico de
automóviles, por ejemplo, pareciendo que van a ser pillados en cualquier momento, lo que nunca ocurre. Vale
decir que el Revelador ES un cuerpo ante todo. Un cuerpo hiperpresente que él pone a prueba
constantemente. Y disfruta máximamente de él, corriendo, saltando, tirándose en posiciones raras que
requieren un alto control contorsionista y asombran a los demás. Y también son indolentes y sueltos por
exceso de confianza corporal. Son felinos humanos.
Se visten igualmente de manera suelta e informal. Ellos inventaron los tejanos, que son su uniforme
para todo. Odian el traje y la corbata, que les corta la naturalidad y coarta su sagrada libertad. También les
gusta las zapatillas deportivas, que pueden combinar con sus tejanos o una chaqueta de esmoquin para las
grandes galas. Sólo vestidos así son ellos mismos. Si no, parecen disfrazados y protestan. Usan
preferentemente el azul, el rojo y el negro.
Su casa es también muy informal y raras veces se ocupan de decorarla. Dejan eso a su familia o a su
pareja. Si deben hacerlo, escogerán una mezcla de muebles baratos y prácticos mezclados con objetos
étnicos, pero dejarán su casa a medio amueblar. Raramente terminan lo que empiezan, por lo demás. Se
aburren a medio camino, en cuanto hay que hacer un esfuerzo para persistir. Ya no les “apetece” continuar.
Todo lo que hacen es si y cuando “les apetece”. Son bastante indolentes e irritan, por ello, a los demás. Y
eso es sólo una de las múltiples manifestaciones de su orgullo prohibido: así no terminan ni se lucen ni se
sienten orgullosos de una obra acabada.
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No son glamurosos ni coquetos, pero sí sensuales, y muestran su cuerpo desnudo con total inocencia y
falta de pudor. Son naturistas natos.
El Revelador es de estatura medio-alta.
¿ QUÉ VAMOS A OÍR? Poca cosa en realidad, y nada excesivamente coherente. Le da pereza hacer
discursos y, para él, hacer un discurso es terminar una frase. La empieza, sí, con harta dificultad, usando
cantidad de muletillas como “¿bueno..este...ya sabes..”, y te deja a medias, sin terminar su idea. El esfuerzo
de entenderle y de completar sus frases nos corresponde a nosotros, los demás. Además habla bajo, de
manera casi inaudible, y, por añadidura, en vez de enfatizar las palabras importantes y alzar la voz, las deja
para el final de la frase y se traga las palabras. Es otra muestra irritante de su forma de comportarse con los
demás, pero que es fácil descodificar como otra prueba más de su orgullo prohibido. Además es muy informal
y hasta grosero, pues usa cantidad de tacos y de palabras soeces.
Los Reveladores son los más grandes amantes de la cultura y de la literatura. Nadie lo diría al oírlos
hablar. Aún si son escritores maravillosos o grandes poetas, hablarán como un parvulo o un analfabeto.
No les molesta los ruidos y hacen ruido. Es a ellos a quienes hay que reclamar más cuando somos sus
vecinos y nos salta una música de rock a las tres de mañana, a todo volumen. La música más reveladora es
de ritmo quebrado, con profusión de batería y de percusión: el rock y la música disco. También la música
africana, comenzando por el jazz, y hasta los tambores más salvajes.
¿ QUÉ VAMOS A TOCAR? Al Revelador no le importa tocar ni ser tocado. Le da igual. No le confiere al
tacto una importancia especial, salvo cuando se trata de algún fetiche que guarda y acaricia desde niño, suave
y felpudo. Le gustan las alfombras orientales porque son gustosas y de coloridos divertidos, y se tiran
indolentemente sobre ellas, a cuerpo desnudo, porque eso sí les apetece.
La piel del Revelador es suave y de grosor medio. Es agradable. Sufre mucho del calor, que no
aguanta. Se asfixia literalmente en verano. Tolera mejor el frío aunque no le gustan las temperaturas
extremas. Para extremista, ya está él.
¿ QUÉ VAMOS A GUSTAR? Al Revelador no le gusta comer: es como un niño a quien hay que distraer y
divertir para que coma. Come poco y le aburren las comidas formales de mesa y mantel. Prefiere el picoteo de
tapas y raciones de croquetas, pescaditos fritos, embutidos y quesos que puede pinchar con un tenedor o
coger con los dedos. Le gusta la comida basura porque es rápida y divertida. Además como es indisciplinado
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para todo, prefiere picotear cuando tiene hambre y dejar de pensar en algo tan aburrido y repetitivo como la
comida. Cuando tiene hambre, no la siente. Espera a tener una lipotimia o un mareo para caer en la cuenta de
que se saltó una o varias comidas.
Hay pocos cocineros Reveladores, salvo si alcanzaron su conexión. Cocinar es una pérdida de tiempo y
prefieren llamar por teléfono y encargar una pizza o comida china. Les encantan los bocadillos. Les gusta
beber cerveza y vinos y también cosas más fuertes, como cubalibres, tequila o margaritas . Pueden beber y
fumar demasiado.
¿ QUÉ VAMOS A OLER? El Revelador es sumamente olfativo y puede reconocer a la gente por su olor
corporal aún con los ojos vendados. Se sorprende cuando lo constata, pues no había caído en lo olfativo que
es. Y eso es debido a que es tan sensible a los olores, que sabe desconectar su olfato en todos los lugares
que huelen mal. Y, para él, son los más. Su olor preferido es el jazmín y la hierbabuena y también el olor a
café recién preparado.
Ellos tienen un olor corporal felino: huelen a cachorro de león.
El Revelador, como es el más rebelde e informal de entre las tipologías, tarda mucho en adquirir
hábitos de higiene escrupulosos. Descuidan el lavarse muy a menudo o se saltan gustosos el cepillado de
dientes. Cuando se lavan, prefieren la ducha expeditiva, pero si se les prepara un baño templado, lo disfrutan
mucho también.
¿ QUÉ VAMOS A PERCIBIR SEXUALMENTE? El Revelador conserva, en materia de sexo, el frescor y el
candor de un niño. Siente por el sexo una intensa curiosidad y le gusta conocer y probar todo. Pero una vez
que lo prueba, le da pereza hacerlo repetidas veces. Es bastante fetichista, muy especialmente del pie
descalzo. Le gusta todo lo que le da morbo, lo nuevo, lo insólito. Es como con la comida: le aburre la
repetición. Puede caer en la desgana, con toda facilidad. Hacer el amor es maravilloso y divertido y excitante,
pero no lo necesita para vivir.
El Revelador elige bastante mal a sus parejas. Tiene tanto miedo a ser controlado y dominado, que
suele caer en manos de los peores, esos que se han hecho artistas del poder y del control y que lo ejercen
bajo máscaras de víctimas calladas que le piden protección y amparo. Cuando descubren el engaño, ya es
demasiado tarde y tiene varios hijos. Como estiman que ya es bastante desgracia estar en este mundo injusto
y despiadado, no abandonan a sus inocentes hijos y permanecen atrapados.
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Como amantes son excelentes: muy imaginativos, con gran control y aguante y divertidos cómplices
absolutamente desprejuiciados. Esa falta total de prejuicios les puede conducir a tener parejas de edades muy
superiores a las suyas o a probar con total tranquilidad formas no tradicionales de sexo, como la
homosexualidad, la bisexualidad, el sexo en grupo o con animales que estimen de su agrado. Por supuesto, la
diferencia de color de la piel o de religión no constituyen obstáculo alguno para ellos. Les encanta también la
masturbación, que ejercen con la inocencia y pureza de un animalito tranquilo. Su único problema, y es una
lástima porque es un superdotado, está en la conversión del sexo en arte. Si se le propone una noche de
amor con todo el ritual tántrico, lo considerarán una imposición que les “corta la naturalidad” y que
rechazarán por lo tanto, indignados. El sexo, para el Revelador, es una necesidad normal y orgánica, como el
dormir o el moverse y al cual no da valores añadidos, salvo si se trata de fetichismo, al cual es muy aficionado.
Análisis estructural de la tipología Reveladora:
Toda la manera de ser, de sentir y de manifestarse del Revelador arroja la presencia dominante del
Vitalizador. El Revelador es el gran rebelde y el gran justiciero de entre todas las tipologías. Y para empezar,
odia la idea de tener una tipología, lo cual le parece impensable para el ser libre e inasible que él es. Pero
cuando descubre que el enfoque MAT es el de ver las tipologías como prisiones de las cuales aprender a
liberarse, se hace el mayor de los adeptos de esta ciencia. En todos nuestros grupos domina la proporción de
Reveladores, lo cual es una garantía de calidad y de verdad. El Revelador busca y defiende una sola cosa en
su vida: la verdad. Para él, la verdad es belleza y libertad. Por eso odia y combate con saña toda mentira que
él sabe detectar como nadie. Parece que tiene un radar para detectar la mentira y la manipulación.
Literalmente las huele aún antes de que se manifiesten. Está muy orgulloso de ello. Y las denuncia con rabia
deleitosa. Y no suelta al mentiroso hasta que este rectifica y pide disculpas. Entonces perdona
magnánimamente, porque, aunque no lo parezca por la pasión y el tesón que pone en la denuncia, el
Revelador no es rencoroso y perdona de corazón cuando existe el arrepentimiento verdadero. Sólo que a él
no lo engañan cuando ese arrepentimiento es oportunista. Entonces, seguirá denunciando.
Y también, ya lo vimos, el Revelador es el que tiene la mayor corporalidad. Es cuerpo libre y ágil y eso
salta a la vista de cualquiera. Toda la verdad parte del cuerpo y regresa a ella. Él siente la vida con su cuerpo,
no con su mente ni con sus emociones ni con conceptos, ni, mucho menos, con creencias. Es de aspecto y de
constitución física y mental eternamente juvenil.
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El Sintetizador es su talento y eso se nota, porque es sumamente inteligente. Pero no le gusta analizar
primero y reaccionar después, como lo requiere el funcionamiento adecuado. Él lo hace al revés: primero
reacciona epidérmicamente ante lo que le gusta y apetece y lo que no. Luego analiza, a toro pasado, cuando
es demasiado tarde y destrozó algo que se hubiera podido conservar. Cuando eso ocurre, busca culpables
afuera y se pone aún más rabioso.
No tolera la pérdida, por más pequeña que sea. Cuando algo se pierde o se deteriora, cuando hay la
más leve molestia, el Revelador reacciona con rabia y busca culpables. Si no los encuentra rápidamente,
pasará a la paranoia y creerá en un complot hábilmente tramado contra él.
Se le nota también el talento en el Sintetizador, porque sabe escuchar muy bien. Le gusta mucho más
escuchar que hablar.
Tiene, con la muerte, máxima desaparición y pérdida irreparable, una extraña relación mezcla de
fascinación y de horror. Es un romántico, en el sentido más etimológico y decimonónico de la palabra. Le atrae
la muerte y todo lo relacionado con ella. Para él, es la forma más clara de eternidad que se pueda captar en
esta tierra. Y la eternidad es su búsqueda mayor de espiritualidad. Pero le horroriza la descomposición, la
derelicción que se puede asociar con la muerte. Aun así, se siente más identificado con ella que con la vida,
que le parece una vulgaridad.
El Transformador lo tiene prohibido, pero se le nota también que es su auténtica vocación, porque a él
sólo le gustan los creadores y los artistas. Ese es su verdadero y auténtico mundo. Pero él no se atreve a
afirmar su orgullo en ningún campo, salvo en el de la creación y el descubrimiento clandestinos o semi
oficiales, que él presenta como disculpándose ante el mundo. Él sabe una cantidad de respuestas esenciales
que el mundo espera, pero tiene la convicción de que si las dice, nadie lo tomará en serio y se burlarán de él
o, peor aún, lo harán blanco de la envidia general. Lo que más le choca en la vida son la prepotencia y el
orgullo inflado, que él estima grotescos y patéticos.
El Rector constituye para él lo máximo en su jerarquía de valores. Aunque a veces no es consciente de
ello. Para él las normas y las reglas son corsés que se enorgullece de hacer reventar en nombre de la inasible
libertad por la cual deberían morir y vivir los seres humanos. Pero sabe y defiende, y, en último caso, busca
las normas exactas que deberían regir la vida social para facilitar la convivencia sin para ello coartar la
libertad. Al tiempo, la seguridad es un anhelo al cual las más veces renuncia, porque la sociedad está montada
para hacer pagar esa seguridad ilusoria al precio de la libertad. Pero su máxima búsqueda en esta vida sería
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esa seguridad auténtica que él sabe que existe y que reposa sobre la fortaleza de un autoconocimiento
verdadero y un autocontrol de los más rastreros y bajos instintos, que los demás seres humanos asocian
abusivamente con la libertad.
El Protector del Revelador es perfecto. El Revelador es solidario y cariñoso. Es entrañable y tierno
como un gatito y le gusta ronronear y frotarse contra ti cuando no eres castrador ni juegas al papá o a la
mamá. El Revelador es fiel y constante con sus seres queridos. Es fiable y no traiciona la confianza que se
deposita en él. Lo que le horroriza es que la mayoría de la gente usa el amor como arma de poder y de
dominación de los demás. Por eso, él “pasa” y se larga, aunque dé la impresión de ser un inconstante. En eso
tiene el orgullo muy bien puesto, pues no le importa la opinión ajena, sólo le interesa su autoaprecio y su
propia valoración de las razones que le hicieron alejarse de un supuesto y socialmente aplaudido amor. Se fue
porque eso no era amor sino posesión. Y punto. No dará explicaciones a nadie, ni esperará ser comprendido.
En eso no perderá su tiempo ni su energía.
El Orientador del Revelador es también maravilloso. Él goza y disfruta de cada uno de los placeres del
mundo, por más pequeño que éste sea. Su mayor alegría se la proporcionan los animales en libertad. Los
prefiere, y con mucho, a las personas. Para él son el símbolo de la libertad y de la perfección de la vida. Le
encuentra gracia a cualquier animal, por más feo que sea. Le gusta vivir en su compañía y es el mayor
defensor de las especies salvajes en riesgo de desaparición. También le gusta el cambio que es la mayor
manifestación de la alegría. Es también espiritual, aunque muy maniqueo, y sólo distingue el bien y el mal, sin
matices. Tampoco entiende de dialéctica. Para él la mayor búsqueda de trascendencia es la eternidad. Le
cansa pensar en la infinitud. Eso no está hecho para él.
Ingeniería emocional del Revelador:
-La rabia es su emoción inflada. Se enfurece con demasiada facilidad. Se puede decir que está furioso
la mitad del tiempo: naturalmente, cuando hay la menor causa de rabia auténtica, como ante una injusticia,
una mentira, una falsedad o un engaño. Él berrea literalmente en esos casos, denuncia y denuncia y no cesa
de denunciar hasta que ha podido, él solito, eliminar la causa de la indignación.
Pero también cuando la tristeza es la emoción adecuada. No tolera la frustración, la pérdida o el
deterioro. Se enfurece ante cualquiera de esas circunstancias y busca culpables a quien reprochar que las
cosas, en la vida, no son siempre como tendrían que ser.
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Y, por último, ante las razones de orgullo, también se enfurece y se irrita. No se atreve a proponer sus
ocurrencias, que son muchas y muy buenas, entonces, para consolarse, se ocupa de mofarse y desacreditar a
los que sí se atreven a ello. A menos que sean artistas consagrados, a quienes entonces, venerará.
La tristeza está desconectada en el Revelador. La cambia por rabia vengadora y resentida. Sin
embargo, es muy inteligente y ocurrente y tiene una excelente memoria. Lee mucho y recuerda todo lo que
lee. Su mente es como un computador que recuerda exactamente en qué libro está la información que los
demás buscan. Y es capaz de encontrar un libro en una biblioteca de miles de volúmenes, como si tuviera un
radar que lo guiara. Le gusta acumular información y sabe escuchar muy bien, sobre todo, y con gran deleite,
a los viejos y a los niños.
El orgullo es a la vez su veneración y su fobia. No tolera la expresión del orgullo, que le parece una
fantasmada, en nadie. Pero sólo vive para el arte. Es su verdadero hogar y su patria de elección.
Creencias arquetipales del Revelador:
El Revelador tiene, aunque se cree el más iconoclasta de todos nosotros, su dios arquetipal, a quien
venera: se trata de Prometeo. Creó los primeros hombres según algunas tradiciones. Benefactor de la
humanidad que engaña al mismo Zeus para favorecer a los hombres y luego le roba el fuego para dárselo a
los mortales. Por ello es condenado a ser encadenado, mientras un águila le devoraba permanentemente el
hígado. Aún así logra vencer, recobrar su libertad, ser inmortal y poseer el don profético, sin que Zeus pueda
oponerse a ello. Es el que vence al mismo Dios, oponiéndose a la injusticia de la discriminación y de los
privilegios divinos.
Sus creencias existenciales son:
“La vida no es una fiesta” (porque la envidia de los demás te la amargan)
“Si digo lo que sé, nadie me creerá” (e irán a por mí, con envidia)
Su Drama Existencial D.E. es “Sí....pero”. Como no se atreve a comunicar al mundo sus ocurrencias y
descubrimientos, pide ideas a los demás y, cuando las recibe, las rechaza una a una, encontrándoles
defectos. Así se adelanta a hacer a los demás lo que, en su fantasía, teme que le hagan a él. Por ello, es visto
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como un amargado, un descalificador y un envidioso, con lo cual cae en ser lo que teme que los demás sean.
Así tiene un pretexto para estar resentido con el mundo y no reconciliarse con él.
Perfil psicológico del Revelador:
Revelador:
El Revelador es un ser libre e inasible. Es el rebelde y el inconforme que denuncia a gritos todas las
mentiras, los abusos, las injusticias y las cadenas. Con ello se encadena, porque como ataca y protesta todo el
tiempo, teme ser le blanco de los ataques de la sociedad de conformistas y de resignados que los demás
conformamos. Si el ataque no llega, él se encargará de inventarse un complot contra él, porque es muy
paranoico. Si encuentra apoyo y solidaridad creerá que se trata de un malentendido que sólo posterga el
ataque que no tardará en llegar. Con ello, se pone defensivo y agresivo, hasta ser rechazado. Entonces
encuentra confirmación de sus más negras opiniones sobre los demás. Lo esencial es no recuestionar su
paranoia y no reconciliarse con el mundo. Su expresión preferida es : “la gente es...” y le añade todos los
calificativos negativos que cabe imaginarse.
Él vive la vida como un rey en el exilio: todo ocurre como si, en algún momento y lugar, hubiera
perdido, sin él recordarlo, ese mundo maravilloso, su mundo, hecho de paz y de felicidad, de sensualidad y de
comprensión, de esplendores y de creaciones, que él siente como suyo y del cual lo privaron un buen día sin
ninguna razón. Por pura envidia. Se siente, así, como Gulliver en el país de los enanos: él es un gigante
bonachón y paciente, gozón y brillante que no se mete con nadie. Son los demás los que se meten con él,
porque es más grande que ellos. Por envidia. Hasta que suelta un rugido y huyen despavoridos. ¡Cobardes!
Ese mundo, su mundo, en el cual es rey, sólo lo encuentra en el arte, creado por seres de excepción
como él y para seres como él. ¿Por qué no existirá en el mundo reinos como los del arte? ¿porqué el mundo
es tan mezquino, pequeño y carcelero?, ¿por qué Dios es injusto? Entonces reconoce el fondo de su conflicto:
es Dios el inadecuado, el injusto, el incapaz que ha creado un mundo imperfecto y carcelario y que lo ha
puesto allí, a él, solo y abandonado. El hombre es mejor que Dios, al menos los hombres como él, capaces de
crear mundos perfectos como los de la literatura, de la poesía, de la música, del baile, de la escultura, de las
civilizaciones remotas y desaparecidas, que él ama como a nadie. Ese es su mundo. Su único mundo posible.
Así se ve a sí mismo. Mientras tanto, los demás lo ven como a un irresponsable, como a un adolescente
atrasado incapaz de aceptar la disciplina mínima necesaria para la vida en sociedad.
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Él se siente tolerante y magnánimo. Se siente como un león indulgente y bonachón alrededor del cual
juguetean monos y ardillas, que él ve con encantamiento. Es visto como un amargado resentido, un
inconforme y un hippie atrasado, incapaz de insertarse en una sociedad de adultos.
Él tan sólo busca la perfección de la belleza y de la verdad y también de la libertad. Es visto como el
único que imposibilita la paz y la concordia, como el que introduce la guerra civil y la discordia, como el que
separa a los que desean vivir en armonía.
Él es el más sensible de todos los seres humanos. Sueña con un mundo de belleza y de armonía, de
respeto y de consideración. Es visto como un duro vengador a quien sólo lo excita la guerra y la revolución.
Él es el más inteligente, y busca siempre opciones novedosas que supriman e irradiquen el dolor. Es
visto como un duro, indiferente al dolor, porque no sabe lloriquear y lamentarse como los demás.
El Revelador es el más incomprendido de entre las tipologías, aunque, como ya vimos, todas lo son
también. Pero el Revelador, aunque se queja de ser incomprendido, también lo disfruta al tiempo. Así se siente
diferente y encuentra razones para condenar al mundo y no reconciliarse con él.
Y es que el Revelador se asigna el revelar las incoherencias y las injusticias del mundo que, según él,
hemos fabricado todos los seres humanos, salvo él, claro está. Es muy cierto que el Revelador es una piedra
de toque de lo que no va bien, de lo torcido, de lo estúpido, de lo cobarde, de lo mimético, y, sobre todo, de
lo idolátrico. Su función estaría perfectamente realizada si conectara su talento y su vocación, después, claro
está, de haber redimensionado su competencia. Si esto ocurriera, encontraría soluciones genialmente
inteligentes a nuestro subdesarrollo, de manera calmada y tranquila, sin enfadarse jamás y con gusto por
ayudar. Si esto ocurriera, sólo denunciaría lo falso, lo mentiroso, lo idolátrico, empezando por lo suyo propio,
y propondría mundos nuevos salidos de su imaginación, de su capacidad creadora, mundos basados sobre la
autenticidad y sobre la osadía tranquila del que sabe que lo que es, es. Y colocaría esa creación excepcional al
servicio del amor y de la solidaridad humana. Y pondría esa pertenencia al servicio de una espiritualidad limpia
basada en la certeza de un creador justo y perfecto que dio lo mismo a todas sus criaturas. Vale decir que el
Revelador revelaría la verdad y las salidas posibles si estuviera conectado, si estuviera fuera del Mapa. Como
todos los demás, como todos nosotros. Pero, mientras está en el Mapa funciona, como todos los demás,
como si hubiera dos pesos y dos medidas: él ve la paja en el ojo ajeno, eso nadie se lo puede negar, pero no
ve la viga en el suyo. Denuncia como sí él no tuviera ídolos, como sí él no hinchara su rabia y no transformara
su tristeza en resentimiento, como si nos acusara a todos de haberle hecho lo que, en verdad, en el allá y el
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entonces una o dos personas le hicieron a él. Como si a los demás no se les hubiera obligado a desconectar
su talento y su vocación e inflar grotescamente su competencia. Y, en vez de llorar sus pérdidas, en vez de
permitirnos consolarlo y mostrarle que nosotros sí lo amamos y lo valoramos, berrea y nos ataca a todos,
poniendo a todos en el mismo saco de los malvados. Y de los pigmeos.
Su opinión sobre los demás la tiene muy clara: su mayor enemigo es el Legislador: le tiene verdadera
fobia porque su orgullo inflado le choca y le ofende máximamente. Para él es el creador de este mundo
facilista, idólatra e invertido que él desearía arrancar de la faz de la tierra.
El Promotor lo divierte porque se burla del mundo, pero no tolera sus trampas y triquiñuelas, pues él
es muy ético y moral. Además actúa como si él, el Promotor, fuera el tipo de hombre o mujer que
verdaderamente atrae y seduce al sexo opuesto, y lo convence de que él, el Revelador, es visto como un niño
que no puede atraer a ningún adulto.
El Constructor es un esclavo despreciable que adora la servidumbre y las cadenas para las cuales vive.
El Reactivador sí vale la pena y le gustaría contar con él. Es al único a quien aprecia, a quien valora.
Con él formaría un mundo completo, con todo lo que merece la pena considerar. Pero ese tonto se la pasa
extasiado ante los pigmeos y jamás se le une. Se pasa la vida arrodillado ante quien lo daña y lo usa. ¡A
tortazos lo pondría él en pie para que se le una! Pero cuando le oye hablar de la gente, su gente, el
Reactivador lo acusa de ser el único malo de la película y lo abandona.
En cuanto al Fortificador, considera que pudiera ser persona si no fuera tan cobarde y tan callado.
¡Bah! Al fin y al cabo es un muerto.
Así que está solo en el mundo. Esa es la única verdad. Su verdad. Y su único escape son los mundos
imaginarios.
Pero cuando se cansa de increpar y de culpar al mundo, cae en la cuenta de que tal vez es él el único
inadecuado, el único que sobra: ¿Acaso no es él quien ataca siempre a los demás, para luego acusarlos de ir
a por él? Entonces toca su miedo mayor: el de ser Doctor Jekyll y Mister Hide. Entonces se desespera y sólo
desea morir e ir a la nada. Porque sólo allí estará en su reino, en su elemento, tendrá su merecido y, además,
estará donde quiere estar, ya que así estará lo más lejos de ese dios cruel que creó un mundo malo. Malo
como él.
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Pero cuando se sabe descodificar la rabia inflada del Revelador y se traduce como dolor por todas las
imperfecciones del mundo, descubrimos la verdadera personalidad que allí encierra. Es tierno, alegre y
juguetón como un gatito. Es generoso y sensible. Es maravillosamente tolerante con los defectos y taras de
los seres en quienes realmente confía. Es un gran protector de los mejores. Y está asustado, muy asustado de
desagradar al mundo, de verse rechazado por él.
En todo caso, que se le conozca a fondo o no, nadie duda de que el Revelador es el gran justiciero. Su
figura emblemática es la del llanero solitario que defiende a los oprimidos, a los huérfanos y a los humillados,
que restablece la armonía y la paz, y que se retira cabalgando hacia la próxima injusticia, donde seres
atropellados lo necesitan y que él amparará y libertará con su noble pecho, con ese corazón de oro que no le
cabe en el pecho. Y se irá porque jamás deseó honores ni gratitudes que podrían acarrear privilegios que no
desea.
En el amor, el Revelador sueña con la Reactivadora, su pareja cósmica, con quien podrá construir un
universo de luz radiante. Pocos se atreven a realizar este sueño porque, absurdamente, creen que serán
rechazados. Así que se casan con una persona lo más gris posible, que dice admirarlos y necesitarlos, pero
que luego lo intentarán castrar y someter a su poder.
Como padre o madre, el Revelador es a la vez una maravilla pues considera que los niños ya nacen
perfectos, pero, también los que menos desean ser padres. Ellos consideran que esta vida es demasiado fea y
amenazadora como para querer traer a seres que sufran por su inconsciencia. Por un deseo narcisista de
perpetuarse a costa de seres inocentes que no pidieron estar aquí.
Lo que más valora el Revelador, ya lo sabemos con creces, es el arte, bajo todas sus formas y
expresiones. Vive para el arte y del arte. Es su refugio y lo único que le da fuerzas para seguir adelante. Vive
inmerso en ese universo de excepción que considera su única patria posible. También adora viajar, porque es
su forma de aceptar el mundo real: de manera remota y provisional. Es un gran explorador y un gran
aventurero. Si por él fuera, estaría dando siempre la vuelta al mundo. Sólo se llevaría un tejano, una camiseta,
su guitarra y unos buenos libros. No necesita nada más para ser feliz.
La dimensión espiritual de un Revelador es a imagen y semejanza de su interioridad: conflictiva. Tiene
un grave problema con dios, a quien culpa de todas las injusticias cometidas por los hombres. Cuando lo
confrontan con su dilema principal, el de no aceptar el mal como una de las opciones del hombre dotado de
libertad, él se sale del atolladero con una pirueta: si él fuera dios, descabezaría a los malos, destrozaría
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ciudades enteras para que aprendieran. Por lo tanto, como dios no lo hace, ama el mal. Y punto. El Revelador
inventó su propia religión: el maniqueísmo, una eterna lucha entre el bien y el mal, donde, claro, al final el bien
triunfa, como en su historia arquetipal de Prometeo. ¡Pero qué cansancio! ¡Qué pereza, un mundo así!
Su casa contiene libros, es un refugio para libros. Y para discos. Por lo demás, no le interesan ni el
confort ni los objetos caros que ligan y suponen ataduras. Si por él fuera, si no fuera por los libros y discos,
no tendría casa. No le gusta mucho invitar en su casa. Prefiere un bar de copas donde se come de pie,
informalmente, picoteando. Aunque sí le gusta mucho conversar. Pero prefiere hacerlo caminando. Le encanta
moverse y es un caminante infatigable, que se divierte así y se siente vivo. Además eso le hace drenar
adrenalina y se siente más pacífico.
Todos los animales son sus animales preferidos. Los adora a todos y los prefiere a los hombres.
Tarzán es un Revelador arquetipal. Los demás lo identifican con felinos: gatos para los más banales y león
para los superiores.
Lo que más lo desespera de sí mismo es cuando, ya cansado de acusar al mundo, se ve de repente
como Mister Hide que venció al Doctor Jekyll y mostrará al mundo lo malvado que es. Después de esas crisis,
se suele enemistar de nuevo con el mundo y con “la gente”, para no suicidarse ni dejarse morir de hambre.
Su relación con la vocación sólo se cumple cuando logra convertirse en un gran artista, lo que ocurre
con mucha frecuencia en Reveladores. Lo demás, como edificar civilizaciones, o empresas, o familias no le
interesa demasiado, pues no lo valora tanto. Tiene un don muy especial para reconocer el valor real de las
obras de arte, tanto de las suyas como de las ajenas. Sueña con convertirse en un genio, y si se empeña, lo
logra. Pero no suele ser reconocido en vida. Con lo cual su enemistad con el mundo se exacerba aún más.
Su F.E.E.:
(rabia inflada –tristeza convertida en rabia, resentimiento, revanchismo – orgullo convertido en miedo,
profanación, ser rastrero) + amor+ alegría –miedo.
Profesiones: artista. Escritor. Explorador. Periodista. Vendedor ambulante. Abogado defensor. Médico.
Cómico. Revolucionario.
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PRECIADA AZANCOT
Fases de evolución tipológica:
EL REVELADOR CONECTADO: REVELADOR-LEGISLADOR.
Conserva, depuradas e incontaminadas, las cualidades de su Mapa: es justiciero, divertido, creador,
sensual, ocurrente, seductor, encantador, bondadoso, fiable, leal, romántico, amoroso, tierno, sensible,
vulnerable y valiente. Es creativo y creador. Odia la injusticia, la mentira, la manipulación, la inversión de los
valores. Es idealista y tímido. Salva a las víctimas y no desea ser reconocido por ellas. Adora la cultura viva y
crea cultura. Defiende a capa y espada la unicidad del ser humano y su inalienable libertad.
Se convierte en una persona segura de sí misma y de la justicia inmanente que existe en el mundo.
Cree en la buena fe y en el amor de los mejores. Acepta la vida como es y la mejora. Su entorno encuentra en
él a un protector tierno, fuerte y valiente. Es un especialista en confrontar y resituar a los peores, a los más
tóxicos. Ya no sufre de celos y es generoso y paciente. Es un sabio y un descubridor de caminos. Es el
Promotor pleno de un orden nuevo basado sobre el milagroso equilibrio del amor y de la justicia al servicio de
la vida. Es un amante maravilloso, un padre insigne, un amigo incondicional y divertido. Encuentra a su alma
gemela y vive una amor de novela que termina bien. Es hipercreador y profundamente tolerante y espiritual.
Asume que Dios es todo bueno y aprende de él. Es fuerte y fortificante. Cree en el ser humano y adora al
Reactivador conectado, con quien construye un jardín de Edén en esta tierra y para todos.
Se pone sin demora en el camino de la hiperconexión y de la trascendencia, y tiene como referencia a
un Shakespeare.
Profesiones: Televisión. Prensa. Jefe de estado. Gerente de empresa. Jefe de servicio médico. Artista
triunfador. Consejero. Ingeniero. Coordinador.
F.E.E.: (rabia +tristeza +orgullo) +amor +alegría + miedo.
D.E.: ninguno.
Usa el 80% de energía innata y forma parte del 2% de la población de Reveladores.
FASE DE PRECONEXION: REVELADOR-REACTIVADOR:
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EL ESPLENDOR DE LO HUMANO
Es un gran artista y un ferviente idealista justiciero. Vive para el gran amor que dure después de la
muerte. Es justo, valiente, paciente y adorable. Conserva todas las cualidades de su Mapa y pierde la paranoia
con sus seres queridos. Se enamora de Reactivadores y se pone a protegerlos.
Pero es demasiado dependiente del amor y se pone como un bebé que teme perder el seno de su
madre. No se hace valer y teme destacar. Puede morir si lo traicionan. Busca riesgos inútiles y va de torero
por la vida. Es propenso a la tuberculosis y a otras enfermedades románticas. Cree que “oponerse a” es ser
libre. Se corroe con complejos de culpa contra sus carceleros y duda en abandonarlos.
Profesiones: Abogado. Consultor. Médico. Politólogo. Torero. Escritor. Pintor. Cineasta. Sociólogo.
Psiquiatra.
F.E.E.: ( rabia – tristeza, revanchismo –orgullo, apocamiento) + amor +alegría –miedo, histeria.
D.E.: “Sí...pero” y “Sólo trato de ayudarte””
Usa el 40% de energía y forma parte del 15% de la población de Reveladores.
FASE DE MAPA: REVELADOR-REVELADOR.
Es en todo idéntico a lo escrito en su presentación general.
Usa el 30% de energía innata y forma parte del 10% de la población de Reveladores.
FASE DE DESCONEXIÓN: REVELADOR-FORTIFICADOR.
Es el empleado seguro que se quedará de por vida en la empresa o en la administración, porque no se
atreve a destacar. Es algo cascarrabias pero no se irá. Se casa con personas inadecuadas que lo someten a
su poder. Es el indómito artista de “la bohême” que habla de arte en vez de hacerlo. Protesta, pero no
cambia el mundo porque no se atreve a proponer soluciones creativas.
Pero es aún más desconfiado y paranoico. Vive en una gran contradicción pues busca empleos seguros
que generan su propio desprecio, o elige la vida miserable del artista de “la bohême”. Se alcoholiza y sufre
del hígado y del estómago. Tiene problemas nerviosos y sufre de insomnio. Es envidioso y corporativista. No
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cree en sí ni en los demás. Es cascarrabias. Es un saboteador pasivo adicto a la huelga de celo. Tiene fobia al
Legislador y celos del Promotor.
Profesiones: artesano. Taxista. Obrero. Administrativo. Sub-jefe. Mendigo. Payaso. Presentador de TV.
Guía turístico. Burócrata. Político de izquierdas.
F.E.E.: (rabia inflada, vengativa –tristeza resentida –orgullo envidioso) –amor sometido –miedo
cobarde +alegría.
D.E.: “Sí...pero” y “Si no fuera por...”
Usa el 20% de energía innata y forma parte del 55% de la población de Reveladores.
FASE DE PREDISOCIACIÓN: REVELADOR-CONSTRUCTOR.
¡Al fin se cree seguro y digno de ser tomado en cuenta! ¡Al fin se cree útil e irremplazable!
Se torna mezquino y envidioso de los mejores y de los creadores. Deja de interesarse por el arte y se
propone destacar en una empresa carcelaria. Aspira al poder y no deja que los demás crezcan. Se pierde en
hiperracionalizaciones para no sentir. Es inseguro y está convencido de que no puede interesar a nadie.
Trabaja para los peores explotadores y patea a Reactivadores. Promete y no cumple, para sentirse
importante. Es capaz de traicionar a los mejores, porque los envidia. Es egoísta y no tiene fe en nada ni en
nadie. Es propenso al infarto, a la cirrosis hepática y al cáncer. Ya no disfruta ni de la comida ni de la bebida.
Deja de fumar, pero hace la guerra santa al tabaco. Trabaja y se abruma para no pensar. Es obsequioso y
servil con los poderosos. Huye de la vida y de lo que ama. No oye bien, pierde visión y es propenso al
colesterol y a la diabetes.
Profesiones: Gerente general de empresas poco claras. Directivo de multinacionales. Hombre de
confianza de empresarios mafiosos o explotadores. Proxeneta.
F.E.E.: (rabia inflada –tristeza resentida –orgullo envidioso) –amor celoso –alegría necrófila –miedo
rastrero. Además invierte el eje amor-tristeza, que convierte en necrofilia y masoquismo.
D.E. “Sí..pero” y “Abrumado”.
Usa el 3% de energía innata y forma parte del 15% de la población de Reveladores.
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FASE DE DISOCIACION: REVELADOR-PROMOTOR.
Es la persona ideal para desatar guerras de exterminio y holocaustos.
Es un megalómano maniqueo que se cree el salvador de su pueblo elegido por los dioses contra las
fuerzas del mal. De hecho lo invierte todo y se aboca al holocausto y al exterminio de los más luminosos. Es
una forma de suicidarse matando a todos con él. Es un maniqueo delirante y sumamente peligroso, pues es
capaz de arrastrar a los fracasados y envidiosos, mediocres y descontentos hacia una guerra de exterminio.
Es de una violencia y de un sadismo sobrecogedores. Odia todo lo bello y todo lo puro. Es necrófilo e
idolátrico. Es Mister Hide enloquecido por la alegría de la revancha. Se acobarda frente a Promotores
disociados y Magnetizadores. Odia a los Reveladores y a los Reactivadores conectados y los asesina.
Profesiones: Guerrero. Dictador. Militar. Político. Periodista amarillista. Mercenario. Mánager.
F.E.E.: (rabia falsa contra lo bello + alegría de la revancha, fórmula letal) – inversión de los dos ejes:
amor convertido en necrofilia y tristeza convertida en masoquismo y sadismo – rabia convertida en alegría:
idolatría y fanatismo y alegría convertida en rabia: sacrilegio.
Usa el –16% de energía innata y forma parte del 3% de la población de Reveladores.
VI. TIPOLOGÍA FORTIFICADORA:
Dimensión dominante: Rector-miedo-tacto, su competencia.
Dimensión desconectada: Vitalizador-rabia-olfato, su talento.
Dimensión prohibida: Sintetizador-tristeza-oído, su vocación.
Dimensiones sanas: Protector-amor-vista.
Orientador-alegría-sexo.
Transformador-orgullo-gusto.
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Percepción sensorial del Fortificador:
¿QUÉ VAMOS A VER? La figura geométrica que domina la estética Fortificadora es el octógono (rostro,
busto, vientre, manos y pies).
Las glándulas que responden al miedo y funcionan con él son las suprarenales, y muy en particular, la
secreción de cortisona y de adrenalina que rigen el cuerpo y la manera de ser del Fortificador. La cortisona le
produce hinchazón, y el exceso de adrenalina, una posición defensiva ante la vida.
El rostro del Fortificador es por lo general más ancho que lo normal. La piel es lisa y tensa, tersa
también. El exceso de agua no deja percibir la osamenta ni el músculo, y los rasgos son desdibujados, muy
sutiles. Parecen haber sido dibujados para luego ser difuminados. La frente es lisa y refleja la luz como un
espejo. No hay arrugas ni marcas de expresión en el rostro liso y sutil. Los ojos parecen más hundidos que lo
normal y tienen poco brillo, como mirando hacia adentro. La boca es algo blanda y se chupa el labio superior.
El cabello es fino y poco nutrido, salvo en unos pocos Fortificadores con tendencia innata hacia la conexión
Constructora y que tienen un cabello igual de profuso que los Constructores. Pero la inmensa mayoría de los
Fortificadores tienen el cabello tan fino como la piel, muy delicada, y se ponen calvos muy precozmente,
comenzando por la coronilla. El rostro es proporcionalmente grande.
El cuello es ancho y corto. El cuerpo redondo y con tendencia a la obesidad pues, además de cortisona
en exceso, el Fortificador tiene la tristeza prohibida y por lo tanto un bajo funcionamiento de la tiroides y del
metabolismo. Además tiene la rabia desconectada y no quema todo lo que podría. El resultado es una gran
tendencia a engordar, aunque no coman en exceso. A esa tendencia se añade la gran retención de agua en
los tejidos (vientre, pies y manos que se hinchan fácilmente, y gran propensión a sudar en exceso). Hombros
delicados y talle algo grueso, estómago y vientre algo prominente, brazos y piernas algo más cortos
proporcionalmente al busto.
Las manos y pies, algo anchos, tienen dedos que terminan en punta, mucho más finos que sus bases.
El Fortificador se mueve de manera pausada y retenida, como a cámara lenta. Es algo pesado en sus
pisadas. Parece algo torpe corporalmente.
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Se viste muy discretamente, como para pasar inadvertido, y cuida su ropa interior, que puede ser de
seda natural o de raso. Usa el azul marino y el gris, que son colores discretos aunque sombríos. No le gusta
llamar la atención. Cuando está en un grupo, se sitúa al borde de éste o fuera de él.
Tiene la vista muy delicada y es normalmente astígmata. Por fortuna no es un caso frecuente, pero la
mayoría de los ciegos son Fortificadores.
El Fortificador es muy hogareño y él inventó la palabra hogar. Le gustan las casas humildes desde el
exterior y muy sensuales y ricas en su interior, como los palacios árabes. Acumula muchos objetos porque es
un sentimental, y guarda todo el relicario de los abuelos. Además compra muchos tapices orientales, sedas y
brocados, maderas y cueros repujados, cobres centellantes. También le gustan las porcelanas y las figuritas.
Su casa es por lo general muy recargada y, para los estetas, de gusto dudoso. Tiene predilección por los
colores pastel en la decoración. Trata de evitar el negro, pero abunda en la decoración de sus espacios
vitales. También colecciona muñecas y peluches y coches de tamaño reducido. Le gustan los jardines
intrincados y las fuentes. Adoraría tener un laberinto en su jardín.
El Fortificador es de estatura media y parece algo achaparrado. Los indios peruanos son un prototipo
excelente para la estética de esta tipología.
¿ QUÉ VAMOS A OÍR? El Fortificador es muy tímido y habla lo menos posible. Cuando lo hace baja
mucho el volumen de la voz, que tiene un timbre grave. En fase de disociación la voz se vuelve aflautada y
gritona. El ritmo del Fortificador es lento en el hablar y tiene tendencia a repetir las palabras que quiere
destacar. Cuando se le hace una pregunta, tarda un tiempo infinito en contestar y lo hace sonrojándose y
sintiéndose torpe.
El Fortificador es un ser esencial en todo y le gusta elegir sus palabras. Cuando lo hace, resulta muy
impresionista y se le nota que su mundo interior está regido básicamente por sensaciones. No por ideas ni
conceptos ni emociones. Por sensaciones. Por eso su lenguaje puede ser tan lindo como un cuadro de Monet.
En el pasaje del Principito con el Zorro, éste es un Fortificador tipo que nos puede dar una idea muy precisa y
sensorial de esta tipología.
Si bien el Fortificador ha logrado el silencio interior mucho más y mejor que cualquier otra tipología,
vive rodeado de una música estridente y agresiva puesta a todo volumen, que él necesita para no pensar.
También le gustan el ruido y la agitación de la calle, su escenario natural.
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Al Fortificador no le atrae particularmente la cultura, al menos la formalizada. Prefiere la cultura en vivo,
haciéndose, en la urbe. Es muy curioso y es el paseante paradigmático. Observa apasionadamente a la gente
que lo rodea. Esta es su cultura favorita.
El Fortificador tiene el mejor sentido del humor. Capta el ridículo de las situaciones que nosotros vemos
como normales y que, para él, son surrealistas. Cultiva también el humor negro. Cuenta extraordinariamente
bien los chistes.
¿ QUÉ VAMOS A TOCAR? El Fortificador odia ser tocado y nunca se aventura a tocar a los demás. En
esto se entiende bien con Reactivadores. Pero en lo de tocar nada más, porque le horroriza el
desbordamiento emocional de los Reactivadores. La piel del Fortificador es húmeda, porque suda mucho. Y la
carne es blanda. Si se aprieta la piel, la carne dejará un rastro, unas marcas donde se hundieron los dedos.
Aunque no tiene una sola marca ni arruga, el Fortificador parece siempre más viejo de lo que es. Esto
hasta los cincuenta años, a partir de los cuales empieza a rejuvenecer y parecer menor que lo que señala su
tarjeta de identidad.
El Fortificador tiene poca tolerancia a las temperaturas extremas y sufre mucho tanto de frío como de
calor.
Tiene la piel muy sensible y sufre de erupciones y de alergias con mucha facilidad.
¿ QUÉ VAMOS A GUSTAR? Al Fortificador le gusta mucho comer. Come bien y mucho, y él inventó los
guisos amorosamente cocidos durante horas a la luz de la lumbre. Le encantan los bizcochos, las magdalenas
y todo tipo de pastas. Sabe todo sobre infusiones y licores caseros. Come de todo y evita solamente carnes y
pescados crudos, aunque si se les acompaña de adobos y salsas, también los comerá.
El Fortificador es un excelente cocinero, esmerado, amoroso, paciente y algo imaginativo. Le releja
cocinar y nunca se pone de mal humor si hay que preparar comida para veinte personas. Es un maestro de la
repostería. Y se muere por los dulces. Prefiere renunciar a cenar con tal de comerse dos postres.
¿QUÉ VAMOS A OLER? El Fortificador, como suda mucho, debe lavarse más que el común de las
personas. Su piel huele a musgo y a tierra recién mojada por la lluvia tropical. No es muy olfativo, porque tiene
la rabia desconectada. Los olores corporales no le suelen repugnar.
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En cambio, a él es a quien más gustan los perfumes. Los adora. Los colecciona, así como a todas las
esencias para baño y también los inciensos, que quema muy frecuentemente para aromatizar su casa. Regalar
un perfume a un Fortificador es acertar a ciegas. Le gustan todos, los florales y los orgánicos, los de hierbas y
los de minerales. El fortificador es un gran sensorial y usa con deleite todos y cada uno de sus sentidos. Esa
es la base y la raíz de su gran sensualidad.
¿QUÉ VAMOS A PERCIBIR SEXUALMENTE? De entre todas las tipologías, se puede afirmar sin temor a
equivocarse que el Fortificador es el mejor de los amantes. Adora hacer el amor y no tiene manías ni
preferencias especiales. En general, es básicamente heterosexual, pero puede, por su insaciable curiosidad,
tener una o varias relaciones con personas de su mismo sexo. No tiene tabúes.
Es discreto y no va seduciendo a su paso, como lo hace el Promotor. Es bastante fiel cuando está
enamorado, al menos, al comienzo de una relación.
Es un amante detallista y paciente, y sabe controlarse y esperar a que su amante tenga todos los
orgasmos posibles antes de pensar en sí mismo.
Además le encantan los ritmos lentos y sutiles de estilo oriental y es un adepto del tantrismo aún sin
saberlo.
Para él, el sexo es fundamental, y puede perfectamente quedarse con una pareja inadecuada si la
sexualidad es satisfactoria. Le gusta el sexo por sí mismo y no necesita, como el Reactivador, estar
enamorado para tener relaciones sexuales con alguien que le guste. Y tiene un gusto para el sexo que se
parece bastante a su gusto por la comida: le gustan todos los tipos de personas.
Su elección de pareja es muy conservadora. Al Fortificador le aterra enamorarse perdidamente, pues
asocia el verdadero y gran amor con la muerte: cree que si se pierde ese gran amor, lo que quedará por
hacer será suicidarse. Por lo tanto, se protege del gran amor casándose con personas de su misma tipología.
El Fortificador es el único en hacerlo. Tiene tanto miedo a la diferencia -porque asimila la diferencia con
conflictos potenciales y con tensiones- que prefiere estar a solas consigo mismo, con una persona igual que
él. Casi ningún Fortificador elige a la pareja cósmica para él, a un Legislador. Prefieren evitar riesgos. Luego
sueñan con Tristán e Isolda.
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Análisis estructural del Fortificador:
La dimensión muy dominante en el Fortificador es el Rector y el miedo. Un Fortificador le tiene miedo
prácticamente a todo. Teme el cambio y teme la costumbre, teme a la gente y teme a los animales. Teme las
emociones por encima de todo, porque le parece que la gente es irracional y no sabe controlarse. El sí que
sabe. Controlarse es lo que mejor sabe hacer. Se controla de tal modo, y pone un rostro tan impasible, que
nadie puede jamás adivinar lo que siente. Y odia que se lo pregunten. “Lo normal, todo normal” es su
respuesta favorita en esos casos.
Además del miedo auténtico, que él tiene al 100%, tiene miedo en vez de rabia y, también, miedo en
vez de tristeza. Con lo cual está casi siempre en esa emoción. Y, por si fuera poco, le gusta ver películas de
terror y pisar a fondo el acelerador. Así está en su salsa.
Tiene la rabia desconectada. Si alguien lo agrede o lo manipula, él sentirá miedo. Luego volverá su
legítima rabia contra sí mismo y sentirá culpa. El complejo de culpa es un invento Fortificador. Se siente
culpable si algo no va bien, si algo falla, si llueve y va acompañado, si alguien se cae, si alguien lo abandona,
si saca malas notas. Siempre y en las situaciones más inesperadas. Miedo y culpa son sus dos emociones
existenciales.
Considera la rabia grotesca. Es la emoción, además, que menos se puede controlar. Por eso le da
horror. La reprime de tal modo, que su necesidad de rabia humana termina por generar una fantasía que lo
aterra máximamente: cree que si siente rabia será capaz de asesinar. Cree que lleva a un asesino adentro y
por eso no expresa rabia. Ni siquiera se permite sentirla. La remplaza por culpa. O por miedo.
Como su Vitalizador está desconectado, su corporalidad deja mucho que desear: es torpe y lento en
sus movimientos. Tiene miedo al ridículo si deja actuar su cuerpo. Por eso pocos hacen deporte y casi ninguno
baila. Afortunadamente, hace el amor.
Su Sintetizador y la tristeza los tiene prohibidos. No piensa. Cae en confusión con mucha facilidad y se
puede quedar dormido en las situaciones más inverosímiles. A él le entusiasmaría poder entender las causas
de todo lo que existe en el mundo. Eso es el Nirvana para él, esa es la meta imposible que ansía lograr, sí,
pero a condición de no sentir emociones, y de no recuestionar a sus seres queridos, y de no romper con la
rutina ni con lo establecido. O sea, nunca.
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Su Protector es muy bueno y es un amigo leal y fiable. Es muy cariñoso, solidario y comprensivo.
Siempre y cuando no deba elegir, no deba decir “no”, no deba jugársela por nadie. El amor está intacto, sí,
pero condicionado por tanto miedo y tanta culpa, que prefiere dedicarse a otra cosa y rehuye el compromiso.
La alegría, eso sí, es la mejor de sus emociones. Es fantástica siempre y cuando se trate de disfrutar
de cada placer. Para eso, es el primero en llegar y el último en marcharse. Pero si se considera la función alta
de la alegría, la espiritualidad y la religiosidad, nos encontramos con que el ateo de entre todas las tipologías
es precisamente el Fortificador. Ha visto tantos disparates y tanta sangre vertida a nombre de dioses que
jamás ha podido tocar personalmente, que prefiere renunciar y pensar que eso de las creencias en dios es
cosa de locos y que él está cuerdo y no cree en nada. Aun en los casos más extremos, en fase de
culminación, por ejemplo, encontramos el budismo, que no experimenta a dios, sino que tiende a la tristeza
total de la desaparición, de la dilución en el Nirvana.
El orgullo, en principio, es una de sus emociones intactas y su Transformador es de buena talla. El
Fortificador es muy ocurrente, muy creativo, muy imaginativo. Cierto. Pero el Fortificador no es un auténtico
creador, porque carece de dos cosas esenciales para ello: la rabia para descartar rotundamente lo que no
sirve y la pasión de jugársela hasta las últimas consecuencias.
En definitiva, el Fortificador tiene la estructura más sólida de entre todas las tipologías, pues se basa
en tres dimensiones sanas. Pero el exceso de miedo y la falta de rabia, así como la prohibición de la tristeza
(única emoción que permite pensar) reducen el tono y la altura totales. El Fortificador vuela bajo porque si no,
le entra el vértigo. Una vez pasada la hiperconexión, se convertirá en un águila y en un titán. Pero eso nos
pasa también a todos los demás.
Ingeniería emocional del Fortificador:
(miedo inflado: apocamiento – rabia:culpa –tristeza: fatalismo, derrotismo) +amor +alegría +orgullo.
El Fortificador, que estamos viendo de último y una vez descritas todas las tipologías, ilustra
máximamente el absurdo de éstas: he aquí al más fuerte, pues su estructura reposa sobre tres dimensiones
sanas, que se siente, se presenta y actúa como si fuera el más débil. La sensación de insignificancia frente a
gigantes todopoderosos empapa todo su comportamiento. Aquí el cuento sería el de Gulliver en el país de los
gigantes.
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En efecto, esa sensación de minusvalía en lo que precisamente es nuestra fortaleza indiscutible:
nuestra competencia, nuestro talento, nuestra vocación, que hemos, todos, desarrollado en el útero de
nuestra madre, con los míseros medios que estaban a nuestro alcance en un momento y en un lugar donde el
otro, la madre, tenía poder de vida y muerte sobre nosotros, debería precisamente hacernos reflexionar y
reaccionar.
Sin buscar responsabilidades donde no las hay, y debido a nuestra condición de mamíferos, hemos
perdido el contacto con nuestro Centro en un momento en que no teníamos ni siquiera cerebro para pensar.
Luego hemos perdido el contacto con nuestros ejes, antes de los cinco meses de gestación. Eso nos ha
grabado, muy hondo en nuestra conciencia, nuestra sensación de impotencia ante “poderes” superiores a los
nuestros y ante los cuales sólo cabía adaptarse para sobrevivir. Esta es la parte negativa de nuestra memoria
prenatal.
Pero está la parte positiva, que no es poca: hemos logrado la hazaña, todos los mamíferos de la tierra,
de desarrollar un contrapeso, con nuestros pobres y limitados medios de feto humano, fabricándonos una
competencia, un talento y una vocación que nos devuelve la plenitud en el preciso momento de nuestro
nacimiento. Es por esa competencia, ese talento y esa vocación que podemos, en un proceso entusiasmante,
recuperar nuestros ejes y nuestro Centro y seguir creciendo infinitamente. Pues todos tenemos estos medios
para hacerlo.
Lo que pasa es que, por algunas razones que vamos a detallar, no nos hemos podido conservar
conectados como en el momento de nuestro nacimiento. Y las principales razones de esto son:
No hemos recibido las respuestas auténticas y amorosas que necesitábamos en nuestra más tierna
infancia. Por lo contrario, nos han obligado a identificarnos con nuestra competencia, convirtiéndola en una
caricatura que la niega. Nos han arrancado nuestro talento convirtiéndolo en objeto de burla y de escarnio,
haciéndonoslo odiar tanto afuera como adentro. Nos han prohibido nuestra vocación, lo que más nos podía
realizar, convirtiéndonos en adoradores de ídolos que nos niegan precisamente esa vocación por encima de
todas las cosas. Estos son los dioses falsos del olimpo que adoramos cuando estamos en nuestra tipología.
Si bien los padres y los educadores tenemos la mayor responsabilidad en ese desastre, en ese
asesinato del cuerpo (competencia), del alma (talento) y del espíritu (vocación), se trata de asumirlo a
plenitud y de rectificar mientras es posible, es decir, mientras estamos vivos. Y nosotros, los hijos también,
deberemos admitir que, en eso, nuestros padres se quisieron más a sí mismos que lo que nos quisieron a
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nosotros. Esa es la pura verdad. Cuando no es así estamos conectados de bebé, hiperconectados de niños,
trascendidos de jóvenes y culminados de adultos. Ese es el proceso de crecimiento natural, no cuando se
ayuda a un infante, sino cuando no se le estorba.
La razón de más peso para que todo ese desastre ocurra es que todos tenemos una tipología que nos
hace ver la vida y las cosas de manera invertida a nuestra verdad profunda. Entonces perpetuamos esas
visiones “como si” de la realidad y de la verdad se tratara. En vez de nuestro talento, en vez de ser geniales,
reaccionaremos con rabia destructiva, atacando esa misma genialidad en los que más nos importan. Y les
diremos que “la vida es así” . En vez de nuestra vocación, es decir de nuestra espiritualidad plena que busca
el Centro como fuente y destino de nuestro ser, reaccionaremos con fobia, con horror, como si de sacrilegio
de tratara. Y es ese el modelaje que vamos a perpetuar y al que llamaremos “educación”.
Y, en fin y sobre todo, el Centro, que todo lo rige y lo ordena para bien, lo remplazamos, no ya por un
dios padre que es sólo la proyección de una persona en fase de culminación, limitada, a medio recorrido de su
crecimiento, sextidimensional, ese dios padre de las seis religiones reveladas. No, no sólo eso, lo que ya sería
trágico, sino que lo remplazamos por nuestro dios arquetipal, esa grotesca caricatura de nuestro propio Mapa
desconectado. Y eso es lo que adoramos como dios y eso es lo que ponemos en nuestro Centro en su lugar.
Entonces la historia de los hombres, de las familias, de los estados y del mundo es una patética historia de
guerra de clanes idolátricos. Una guerra a muerte donde ganar significa perderlo todo. Así está el mundo.
Y así es el talento y la vocación del Fortificador: darse cuenta de ello con tristeza primero, con rabia
libertadora después, para acceder al orgullo de ser todo lo que cada uno de nosotros nació para ser. De no
asumir ese talento y esa vocación, y convertirla en pánico a la insignificancia personal, en un pánico que
ninguno de nosotros tuvo ni siquiera como embrión de un día, no es de extrañar que el más fuerte parezca el
más débil, ya que todo, en un mundo tipológico, está al revés.
Creencias arquetipales del Fortificador:
El Fortificador también, cómo no, tiene su dios personal, a quién venera. Se trata de Aquiles. Su cólera
estuvo a punto de perder a su ejército. Hijo de un Rey y de una diosa, causa inocente de una riña entre su
padre y su madre, donde pierde a su madre y es confiado a un centauro. Bañado por su madre en el río
infernal para darle la inmortalidad sin que estas aguas toquen el talón por el cual era mortal y vulnerable. Ser
perfecto entrenado en las artes y en la lucha, héroe invencible. Prevenido sobre el peligro de ir a la guerra de
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Troya, decidió enfrentar el peligro, aunque disfrazándose múltiples veces e imaginando varias tretas para
escapar a su destino. Aun con armadura divina es alcanzado por una flecha en el talón y muere.
¡Esto sí que se parece a la historia de las tipologías, siendo el talón de Aquiles nuestra emoción
dominante! Pero, claro, si consideramos que la armadura divina es cualquiera de los arquetipos de las
tipologías y no el Centro, los ejes y la secuencia, estaremos perdidos, pues “lo que no es” es sólo causa de
miedo auténtico. Así no hay escape posible.
Identificado con el héroe Aquiles, el Fortificador tiene también, cómo no, dos creencias existenciales:
El mundo es una jungla (de la cual hay que esconderse bajo el velo invisible).
Nada puede cambiar (de todas maneras te terminan cogiendo).
Su Drama Existencial, D.E.: “Si no fuera por...” Convencido de su impotencia y de su insignificancia, el
Fortificador hecha balones afuera para no pensar y así no encontrar opciones y para no sacar rabia y decir
no. Así su perenne sentimiento de culpa se mantiene, pues el sentimiento de culpa se basa en la creencia de
que siempre hay un culpable. Si no lo encuentra adentro, porque es inocente, lo busca afuera y justifica así su
inmovilidad. Si no fuera por los políticos, por la suegra, por el jefe, por los inmigrantes, etc ¡qué fácil sería vivir!
Así se queda quieto, y, el más fuerte, se presenta como la mayor víctima impotente.
Perfil psicológico de la tipología Fortificadora:
El Fortificador tiene una cualidad humana tan extraordinariamente alta como el Reactivador. Pero su
decisión existencial es la opuesta a la de éste: mientras el Reactivador se lanza a pecho descubierto,
ignorando todos los peligros reales, el Fortificador se esconde dentro de su caparazón y exhibe un cartel que
reza “aquí no hay nadie, no hay nada”. Donde existe el mayor reservorio de respeto, sensibilidad, fortaleza,
sutileza del ser humano, parece haber un gran vacío, un auténtico desierto.
El Fortificador es considerado y respetuoso. Jamás invade el territorio, las pertenencias ni la
interioridad de nadie, aunque éste lo invite a ello, como el Promotor o el Reactivador; aunque a éste no le
importe, como el Constructor o el Revelador. Él trata a todos como si fueran Legisladores.
Pero no se aplica a sí mismo el mismo tratamiento. Se traga sapos y culebras sin rechistar. Aunque es
muy orgulloso y el más sensible de todos, hasta parece a veces que no tiene dignidad. Se le puede, o al
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menos, los demás así lo creen, decir de todo y en las formas más ordinarias. Porque controla totalmente su
rabia, porque es sumamente educado y odia lastimar, todos creen que no tiene ninguna sensibilidad. De niño,
a veces tuvo padres brutales que lo maltrataron físicamente y, como no lloriqueaba ni se enfadaba, dedujeron
que era masoquista y lo pegaban rutinariamente, para que se quedara tranquilo.
Pero lo que pocos saben es que el Fortificador tiene una memoria de elefante y no olvida una sola cosa
que hagan con él. Ni olvida las buenas, por las cuales queda en deuda de por vida, ni olvida las malas. Pero
estas últimas sólo le confirman su creencia existencial de que el mundo es una jungla y que todos somos así
de desconsiderados.
El Fortificador se ve como el más maduro y realista de todos los humanos. Los demás estamos tan
dominados por nuestras pasiones y emociones, que no nos damos cuenta del ridículo en el que nos situamos
de continuo. Los demás lo ven como alguien soñador, en las nubes, y muy insensible.
El Fortificador se divierte en la vida más que ninguno de nosotros. Para ello sólo necesita observarnos.
Tiene una capacidad de observación fuera de serie y posee un don para la caricatura y un sentido del humor
que disuadiría a muchos de intentar dárselas de listo con él. Él rompe sus caricaturas, a menos de estar
preconectado y dedicarse a la comicidad, en lo cual es genial. Los demás creen que, sencillamente, no vio
nada, no pensó nada. Todos se comportan con él como si fuera transparente. Es lo que el Fortificador más
desea por otra parte. Y lo consigue, ¡vaya si lo consigue! Así puede seguir divirtiéndose con el grotesco
espectáculo que damos los demás.
El Fortificador no es orgulloso. Mas bien tiende a minusvalorase en todo, salvo en una cosa: está
orgulloso de su autocontrol. Él puede poner y pone cara estatuaria e impenetrable, puede controlar sus
emociones y sus sensaciones, y hasta el latido de su corazón.
El Fortificador es muy sensible, ya lo vimos, muy sensorial, sí, pero es además sumamente inteligente.
No lo manifiesta, a veces por temor a destacarse y a que le encasqueten una responsabilidad o un
compromiso, a veces para no herir las espesas inteligencias ajenas.
El mayor reto, la mayor pasión del Fortificador es el control y el entendimiento del tiempo. No del
espacio. Porque el espacio, ya decidió, de una vez por todas, no ocuparlo. Por eso su cuerpo protesta y
engorda, para ocupar su propio espacio. Pero el tiempo, bajo todas sus formas, es su inquietud existencial. Él
alcanzó el silencio interior, ese que todos buscamos y que el Legislador jamás encuentra porque está
asediado por diálogos internos. No entiende cómo los demás se agitan y entran en diálogo con figuras
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fantasmales interiores que les exigen notoriedad, reconocimiento, fama, halagos, afectos, dioses,
competiciones. Por ello, el Fortificador se considera el único cuerdo en un mundo de locos. Y agradece a la
suerte estar en un mundo tan divertido, donde basta asomarse a una calle, a un tren, a un avión para ver
desfilar el zoológico de las pasiones humanas.
El tiempo es vivido por el Fortificador con deleite: segundo a segundo, de manera secuencial en la que
cada segundo es único y distinto y, a la vez, como si todo su tiempo de vida y todo el tiempo de la humanidad
se pudieran condensar en un solo segundo, único e idéntico a sí mismo. Vale decir que el único en vivir
diariamente y hora a hora la ETERNIDAD es el Fortificador. Así como el Reactivador vive paso a paso y hasta
en la total inmovilidad la infinitud. Los demás creen, y se irritan por ello, que el Fortificador es una piedra y
que jamás cambia en nada.
El Fortificador sufre. Y mucho, además. Sufre por la patanería circundante. Sufre por la brutalidad de
todos. Sufre por la injusticia perenne. Sufre por la falta de compasión que hace llorar su corazón tiernísimo.
Sufre por las relaciones de poder que parecen enloquecer a todos los humanos. Sufre por las enfermedades,
el hambre y las miserias. Y, para aportar lo suyo a la mejora del mundo, con la que sueña, él se conforma con
no tener necesidades, con no necesitar nada material, ni emocional, ni mucho menos, espiritual. Es sobrio
como un camello y adiestrado en cruzar desiertos, como él. Con la diferencia de que el único oasis que
necesita lo lleva puesto: es su coraza, con la que engaña al mundo sobre su supuesta debilidad. Eso es, para
un Fortificador, ser fuerte de verdad. Y ser sabio.
Como muestra suprema de su sabiduría, el Fortificador no necesita a dios. Mientras los demás se
matan a diario en nombre de dioses a cuál más grotesco, según su visión, él ha decidido que dios jamás
existió. No porque el mundo está mal hecho, pues él se divierte un montón viviendo y es muy longevo, sino
porque nadie lo necesita. Él ve a dios como al padre o la madre que todos buscamos para ser sus niños
protegidos. Él siempre ha sido adulto y tiene un tal recuerdo de su niñez y de sus padres que, francamente,
preferiría dejar de vivir antes que volver a esa pesadilla.
La relación que el Fortificador tiene con la rabia es la del más absoluto desprecio. La ve como la falta
total de autocontrol, o sea, la decadencia máxima. No realiza para nada que la culpa, con la cual vive minuto a
minuto y que cree propia de la existencia “normal”, es rabia no canalizada y revertida contra sí mismo.
Cuando se lo dicen, mira con ojos desorbitados por la extrañeza: ¿Se puede vivir sin culpa? ¿Si saca rabia, no
saldrá el asesino que guarda en sí? ¿No lo dominará por completo? Y, antes de pensar en la respuesta, huye.
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“No hay que escuchar a locos”. Y sigue su plácido camino de paseante. Cree que la no violencia es la clave y
la solución de todos los males del mundo.
Sin embargo, la tristeza, cree él, es su talón de Aquiles. Ante ella se siente débil y desarmado. No la
tolera. En cuanto pierde o se pierde algo, siente terror: si algo se deterioró, si algo se perdió, sucederá la
catástrofe que siempre temió: todo se perderá, todo. El mundo entero se acabará. A continuación se siente
culpable: fue por su culpa, por no estar suficientemente atento que eso se perdió. Y, tras un agotador
autoexamen, al no encontrarse fallo alguno, encuentra a algún culpable afuera y recurre a su Drama
Existencial: “Si no fuera por...” y se queda tranquilo.
Como vemos, la vida interior de un Fortificador es muy intensa y rica sólo que no se plasma en nada
afuera, y, para los demás, salvo si se trata de un hijo o de algún bebé entrañable, la verdad es que, si no
existiera, no se le echaría tampoco de menos. En eso el Fortificador, a quien le gusta llevar la corriente,
estaría de acuerdo. De todas formas. vivir es una farsa o un sueño, o un malentendido. Sin más.
Como padre, el Fortificador es maravilloso. No castra ni interfiere en el desarrollo de sus hijos, ni en su
originalidad y personalidad. Lo que pasa es que pocos Fortificadores desean tener hijos, por lo del sinsentido
de la vida. Y, los que lo desean, tienen espermas tan lentos, tan frenados por el miedo, que no llegan al óvulo.
La esterilidad es, las más veces, un fenómeno Fortificador. Necesitan conectar la rabia y la tristeza para
remediarla.
Como amo de casa es muy hogareño y le gusta reunir a sus seres queridos en ella. Es detallista,
paciente, indulgente, y le encanta la variedad y diversidad de los prototipos humanos. Se come comida casera,
muy amorosamente cocinada durante horas y horas. Le gusta la casquería, las lentejas, los platos confitados,
los postres sencillos y caseros, y cocina muy bien. No es muy imaginativo y, a veces, es un poco tacaño.
Para él la familia y la tradición, las costumbres son muy importantes. Le dan seguridad y sólo cuenta
con ellas en esta jungla que es la vida.
Se suele casar plácidamente con alguien de su misma tipología, con quien no tendrá nunca conflicto
alguno, ya que ven la vida de la misma forma. Junto a ella vivirá, si acaso tendrá hijos que adorará,
envejecerá, a veces tendrá alguna aventurilla bien exótica y peligrosa, que lo hará valorar aún más su hogar, y
morirá. Y eso es todo. Todo termina en donde jamás hubiera debido empezar: en la nada.
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Los animales con quien más se le pude identificar son la tortuga y el elefante. Por lo demás, no tiene
especial amor por los animales: prefiere el zoológico humano.
Lo único que lo desespera de sí mismo es que, de cuando en cuando, muy raras veces, se ve
sumergido por un mar de sensaciones y por un marasmo emocional que le hacen perder el control y temblar,
como si de una crisis de epilepsia de tratara. Jamás encontró explicación a eso: es sólo tristeza acumulada,
con la cual no quiere entrar en contacto. Él bien sabe que cuando los demás lo obligan a concientizar o a
compartir la tristeza, se bloquea, pone la mente en blanco, y no piensa. Si lo obligan a ello, entra en una total
confusión. No le gusta pensar. Si se piensa mucho, uno termina pegándose un tiro, así, por las buenas, sin
más.
No sabe que ocurre precisamente lo contrario: pensar elimina los problemas. Por eso, la mayoría de
los suicidios los cometen los Fortificadores. Y si no lo hacen conscientemente, lo harán quedándose dormidos
al volante o pisando el acelerador, lo que les encanta.
Mientras pasa su vida sin pena ni gloria, el Fortificador paga las consecuencias de su decisión de vivirla
a media luz: como no quiere pensar ni plantearse problemas, como no expresa rabia, como no tiene vida
espiritual su cuerpo le pasa factura y se siente mal. Somatiza los problemas. Como la medicina actual no
trabaja sobre las causas de las enfermedades sino sobre sus síntomas, le hacen exámenes y no encuentran
nada. Por eso todos dicen que es hipocondríaco. Luego surge un bloqueo renal, o un cáncer linfático
“imprevisible”.
Profesiones: Investigador. Caricaturista. Miniaturista. Jardinero. Monje de clausura. Reportero en las
guerras. Circo. Payaso. Relojero. Ingeniero. Humorista.
F.E.E.: ( miedo inflado: apocamiento –rabia: culpa –tristeza: fatalismo) +amor +alegría + orgullo.
Fases de evolución tipológica:
FORTIFICADOR CONECTADO: FORTIFICADOR - CONSTRUCTOR.
Conserva las cualidades de su Mapa: Es fiel, discreto, intimista, amable, soñador, resistente. Es un
caricaturista y un humorista nato. Es soñador, secreto, discreto, permisivo, paciente. Es muy agradecido y
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considerado, sacrificado, maduro, muy inteligente y trabajador. Es detallista, sobrio, austero, puro. Gran
sentido de observación. Es capaz de ver lo ridículo de cada magnificación o descalificación. No da consejos a
los demás. Es el menos propenso a contraer enfermedades graves ( porque su estructura reposa sobre tres
emociones auténticas).
Además, se convierte en persona en toda su magnificencia, la norma y prototipo de lo posible humano.
Luchador infatigable y humilde que construye, en el lugar y momento en el que esté, un oasis que sirva de
referencia, modelo y norma para los demás. Es un líder auténtico que contagia optimismo y confianza a través
del ejemplo personal. Un ser humano que irradia la alegría de la certeza de encontrar la frontera de lo posible
y convertir el sueño en realidad. Un juez justo y firme. Un valiente. Un amigo verdadero. El eje y centro de la
vida en sociedad.
Se sitúa con algo de recelo en el camino de la hiperconexión y de la trascendencia. Necesita ayuda,
guía y modelaje para hacerlo. Se pone en el camino de un Brahms.
Profesiones: Juez. Legislador. Presidente. Poeta. Político. Organizador. Coordinador. Cantante.
F.E.E.: (miedo + rabia + tristeza) + amor + alegría +orgullo.
D.E.: ninguno.
Usa el 80% de energía innata y forma parte del 2% de la población de Fortificadores.
FORTIFICADOR PRECONECTADO: FORTIFICADOR-REVELADOR:
Es un genio de lo absurdo, de lo cómico, de lo caricatural, de lo surrealista. Es el paseante que todo lo
ve y lo cuenta a su modo, sintético y percutante. Es un creador discreto y marginal (en el sentido de no estar
en ninguna corriente). Vive en su burbuja de cristal.
Pero cree demasiado en el poder de la risa como arma de denuncia y para desenmascarar las
injusticias. Teme la confrontación y la violencia. Se culpabiliza con los más manipuladores. Desconfía de todos
y de sí mismo más que de todo. Tendencia al alcohol y a la anorexia. No acepta puestos de mando ni de
responsabilidad.
Profesiones: Artista. Cómico. Cineasta. Periodista. Caricaturista. Biólogo. Escritor.
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F.E.E.: (miedo – rabia (apocamiento) –tristeza (impotencia) ) +amor + alegría +orgullo.
D.E.: “Si no fuera por...” y “sí...pero”.
Usa el 40% de energía innata y forma parte del 15% de la población de Fortificadores.
FORTIFICADOR EN EL MAPA: FORTIFICADOR-FORTIFICADOR.
Corresponde en todo a la descripción del comienzo.
Usa el 30% de energía innata y forma parte del 10% de la población de Fortificadores.
FORTIFICADOR DESCONECTADO: FORTIFICADOR-REACTIVADOR:
Se atreve a acercarse a los demás, aunque se deja el pellejo en cada encuentro. Está lleno de piedad
hacia los que sufren y de severidad consigo mismo. Es tierno y agradecido. Es absolutamente fiable y puede
ser un gran artista. Valora la amistad por encima de todas las cosas de este mundo.
Pero es más vulnerable que nunca y es capaz de morir por un amor no correspondido. Sueña con un
orden Reactivador conectado, pero no se atreve a creer en él. Es masoquista y elige mal a su entorno. Salva a
Reactivadores y a Promotores disociados. Es infeliz y propenso a enfermedades neurológicas (epilepsia,
esclerosis múltiple) y renales. No se mueve por temor a dañar. No confía en sí mismo.
Profesiones: Médico. Sacerdote. Confesor. Docente. Misionero. Artista.
F.E.E.: ( miedo inflado: intimidación –rabia:culpa –tristeza: masoquismo) –amor: desconfianza +alegría
+ orgullo.
D.E.: “Si no fuera por...” y “Sólo trato de ayudarte”.
Usa el 20% de energía innata y forma parte del 55% de la población de Fortificadores.
FORTIFICADOR PREDISOCIADO: FORTIFICADOR-PROMOTOR.
Es el hombre de confianza ideal para todo dictador, todo inescrupuloso.
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Aterrado por un mundo sin amor, que ve como una jungla donde el más fuerte se traga al débil,
renuncia a su esencia y se pone al servicio del más cínico. Es trepador, inescrupuloso y envidioso. Sube y
luego se estrella aparatosamente. Es adicto a las anfetaminas, a la cocaína y al alcohol. Es propenso al
cáncer, a leucemias, a espasmos circulatorios, a accidentes de circulación y a inversiones de patrones
sexuales y sociales. Se somete a todas las corrientes de moda. Es hipocondríaco.
Profesiones: Mafioso. Policía inescrupuloso. Político. Corredor de moto, avión o coches.
F.E.E.: (miedo inflado: cobardía – rabia: fanatismo –tristeza: nihilismo) – amor: narcisismo –alegría:
sacrilegio –orgullo: proselitismo. Además invierte el eje rabia-alegría.
D.E.: “Si no fuera por...” y “Cheque de goma”.
Usa el 3% de energía innata y forma parte del 15% de la población de Fortificadores.
FORTIFICADOR DISOCIADO: FORTIFICADOR-LEGISLADOR.
Es el soldado ideal de un grupo terrorista, es el kamikaze perfecto y el “mártir que muere en guerra
santa. Es el verdugo frío de campos de concentración.
Mata a sangre fría y luego come y acaricia a su perro. No siente nada. Sólo lo excita el
sadomasoquismo. Es un asesino a sueldo, un funcionario de la muerte, un carcelero. Está deshumanizado. Le
encanta dar órdenes dictatoriales y militaristas. Puede sufrir un bloqueo renal o un espasmo coronario o
pulmonar mortal. Se puede suicidar con deleite y de manera ritual (harakiri) en nombre de un arcaico y tribal
código del honor.
Profesiones: Soldado. Policía de interrogatorios. Político. Verdugo. Mercenario. Kamikaze. Terrorista.
F.E.E.: ( fórmula letal: falso miedo inflado + falso orgullo inflado) e inversión de los dos otros ejes:
amor en vez de tristeza: martirio, masoquismo y tristeza en vez de amor: necrofilia + rabia en vez de alegría:
sacrilegio y alegría en vez de rabia: fanatismo e idolatría.
D.E.: “Si no fuera por...” y “Defecto”
Usa el –16% de energía innata y forma parte del 3% de la población de Fortificadores.
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Y bien, ya tenemos los 36 Mapas comunes entre los cuales se reparten los seres humanos. Falta un 2
por mil de psicópatas que se dividen en 7 Mapas más de Magnetizadores y mucho menos de asesinos en
serie y de satánicos criminales. Sobre 120.000 casos analizados y los cientos de miles que hemos visto y
seguimos viendo por la calle o por televisión, no hemos encontrado una sola persona sin tipología. Si alguno
de Ustedes la encuentra, le rogamos enviarnos su foto a través de nuestra página Web:
http://www.mat21.net.. Tampoco, de las personas estudiadas, hemos encontrado a una sola que tuviera otra
fórmula o ecuación tipológica. Todas tienen su ecuación de sus tres precisas emociones infladas,
desconectadas y prohibidas. Si encuentran alguna excepción, nos interesaría sobremanera estudiarla a fondo.
Pero digamos que, por ahora, la muestra recogida en los cinco continentes es concluyente. Los estudiantes
principiantes del MAT suelen siempre confundir la fase con la tipología. Esto es normal, porque la tipología es
la personalidad, es decir la máscara puesta sobre el ser, y la fase es la máscara puesta sobre la máscara. No
resiste la investigación seria.
¿Cómo investigar de qué tipología es una persona? En tres pasos:
Primero y principal, detectando qué estructura de personalidad es la más presente y activa en el
funcionamiento de la personalidad. Esto es el principal indicador.
En segundo lugar, detectar cual de las seis emociones es la más frecuente en el lenguaje verbal y
gestual de la persona analizada. Domina la importancia del lenguaje gestual. Verificar si esa emoción nutre la
estructura inflada.
En último lugar, verificar si los rasgos observables corresponden al prototipo descrito en el apartado
de la información visual.
Muchos principiantes se abocan a hacer el proceso al revés, y así, confunden la tipología con la fase. Si
la fase es muy antigua y la arrastramos desde nuestra niñez, es fácil confundir los rasgos que origina con la
tipología de base, que es más importante. ¿Quiere decir esto que cuando cambiamos de fase cambiamos de
rasgos? Sí, naturalmente, la expresión del rostro cambia, las marcas nuevas se van instalando, desaparecen
marcas que envejecen o afean el rostro, pero naturalmente no vamos a tener la nariz más pequeña ni las
orejas más grandes. Estos grandes rasgos se gestan en el útero y tiene una parte genética y otra neuro
endocrina producida por el desbalance emocional dominante. Pero el rostro y el cuerpo cambian. sí,
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EL ESPLENDOR DE LO HUMANO
definitivamente, con las fases. El aspecto general cambia muchísimo. Y siempre ganamos belleza, salud y
luminosidad con la conexión y, más aun, con las fases posteriores a ésta.
En todo caso, al ver el abismo que existe entre una persona conectada y una disociada, conectamos
primero con el miedo ante el desastre, la maldición y el sin sentido que implica el estar dentro de la tipología,
es decir, en la peor de las cárceles. Tener nuestra emoción dominante inflada hasta convertirse en una
caricatura invertida y monstruosa de sí misma equivale a perder nuestra competencia principal y a ser tópico,
y más necio que el bebé de nueve meses de gestado que todos fuimos. Si pudimos ser y existir, y nacer
cuando éramos completamente dependientes del funcionamiento estructural y emocional de nuestra madre,
¿cómo creer en la dificultad de volver a estar tan nuevo como un recién nacido y, de allí, empezar a crecer y a
ser en el orden de lo humano que todos poseemos al nacer? En nuestra experiencia docente, todo aquél que
desea realmente conectarse y seguir creciendo lo logra en tan sólo 154 horas de curso y mucho
entrenamiento a solas con los instrumentos adquiridos. La decisión de conectarse o de seguir usando a los
demás para afincar relaciones de poder se suele tomar en tan sólo 30 horas. A veces en menos tiempo. La
conexión y sus posteriores fases de crecimiento está en nuestras manos. Y sólo en nuestras manos. Nada ni
nadie lo puede impedir si lo deseamos. Ni, tampoco, nadie nos puede obligar a cambiar si no lo queremos.
Definitivamente, creer que se puede cambiar a otra persona es una falacia salvadora y Reactivadora que
conviene eliminar. Se puede invitar y seguir invitando, pero la respuesta depende siempre y exclusivamente
del interesado. Hemos visto miles de casos que muestran que una persona puede comenzar su curso
disociada y terminar su proceso en fase de culminación, o más. Y también hemos visto algunos casos de
personas preconectadas que decidieron no crecer, no conectarse, por deseos de poder, siempre. Siempre
habrá alguno que prefiera el poder a la potencia. No nos hagamos ilusiones sobre eso. Pero este libro está
escrito para los millones de personas que sí quieren ser todo lo que pueden ser, y ser felices.
Después del miedo a ver ese horror, pasaremos a la tristeza de constatar que el 98% de la gente tiene
menos autenticidad, menos potencia y menos originalidad que ellos mismos cuando eran un bebé de un día.
Y, lo más triste del caso, es ver hasta qué punto perpetuamos las visiones y valores de Mapas tipológicos y
dañamos a nuestros hijos y a nuestros seres queridos cerrándoles la vía de su talento, de su vocación, e
invitándoles a perder hasta sus emociones originarias, y con ellas, la potencia de su estructura innata. Pues
sólo el 27% de la gente está en una fase igual o mejor que la de su propio Mapa tipológico. Es decir, que el
73% de la gente es aún más tóxica que una tipología. Lo que es una razón para llorar desconsoladamente.
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Pero en este capítulo sobre tipologías, la emoción auténtica que dominará siempre será la rabia. Pues
es injusto, a demás de lo lamentable de ser un mamífero, y de comernos los unos a los otros, siendo estos
dos factores inevitables, pues el aire que respiramos tiene tres elementos vivos, una zanahoria cuatro y un
pollo cinco, es injusto que gestionemos el mundo según visiones tipológicas que inflan y anulan nuestras
competencias y nos hacen despreciar la de los demás, es injusto que sólo el 7% de las personas tengan
consciente y asumido su talento y tan sólo el 2% tenga clara y actuante su vocación. Mientras, nos
encasquetan misiones a todo tren: la misión de ser un siervo y un adorador de nuestro arquetipo tipológico. Y
un esclavo sumiso del de los demás. Eso es lo que en este mundo solemos confundir con espiritualidad. Y así
nos alejamos con horror de nuestra vocación real.
Así, las definiciones de emociones auténticas dejan paso a las emociones tipológicas infladas y:
-
El amor verdadero es supuestamente el del Reactivador.
-
La alegría verdadera es la del Promotor.
-
El miedo verdadero es el del Fortificador.
-
La tristeza verdadera es la del Constructor.
-
La rabia verdadera es la del Revelador.
-
El orgullo verdadero es el del Legislador.
Estas falacias, estas mentiras y farsas dan origen al triunfo de los Mapas en el mundo. Esto será tema
de nuestro próximo y último Capítulo.
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CAPÍTULO 6
LA INCIDENCIA DE LAS TIPOLOGÍAS SOBRE EL MUNDO.
Ya vimos las razones por las cuales todos los seres humanos tenemos una tipología; porque somos
mamíferos. Mientras tengamos una tipología, por más conectada, hiperconectada, culminada o consagrada
que ésta esté, vamos a tener una visión del mundo y de la vida distorsionada. Si estamos por debajo de la
conexión, sentiremos, como el arquetipo que hemos elegido como rector de nuestra vida, una emoción
hinchada, una emoción desconectada que se transformará en agresividad contra nuestro propio talento, y una
emoción prohibida que se convertirá en fobia contra nuestra propia vocación y contra el sentido de nuestra
vida, o al menos, contra el sentido que debemos darle, provisionalmente y con mucho sentido del humor, para
salir de nuestra tipología. En el mundo, ya lo vimos también, el 98% de las personas están en esa situación:
por debajo de la conexión. Y esas personas piensan, viven, se manifiestan, sueñan, crean organizaciones y
obras, elaboran filosofías, ideologías, religiones, interpretan la historia y crean materias que se estudian en las
universidades. El ser humano desconectado crea un mundo que confunde con el mundo real. Crea su mundo
distorsionado, al cual le intenta encontrar sentido. Sentido al menos para tener ganas de seguir en él; el ser
humano crea un mundo para encontrarse a sí mismo y resolver sus contradicciones.
El MAT aporta, como ciencia, básicamente dos cosas: un instrumental para crecer indefinidamente -y
encontrar en ese crecimiento cada vez más seguridad, desarrollo, justicia, estatus, pertenencia y plenitud, y,
también y sobre todo, más armonía, claridad, corporalidad, metamorfosis, alma y espíritu- y un instrumental
para analizar la realidad y transformarla en lo que puede llegar a ser.
El crecimiento es infinito por definición, aunque el narcisismo de los seguidores de los seres más
crecidos haya intentado, una y otra vez, transformar esa realidad y ese testimonio y esa potencialidad que
todos tenemos, en ideologías y en religiones. Al hacerlo, degradaron la estatura del ser crecido que les
hubiera podido servir de guía hasta convertirlo en ídolo capaz de competir con sus ídolos domésticos; y el
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testimonio de un camino orgánico y natural que debería estimularnos, en dogmas y corsés que impiden
alcanzar y superar la talla del mencionado ser crecido. Claro que también están los seres más degradados, los
disociados, que configuran el 3% de la población, enloquecidos por el fenómeno psíquico de “posesión” por
su arquetipo, y que encuentran, también una y otra vez, seguidores amargados y resentidos dispuestos a
sacrificar su vacía y pobre vida por ellos. Lo cual equivale a decir sacrificar la vida propia por el ídolo
omnipresente del disociado en cuestión. Pensemos por ejemplo en fenómenos sociales tales como el nazismo,
el mesianismo de Sabbatái Tseví, el estalinismo, la inquisición española, o la organización Al Qaeda. Y no
hablaremos de los psicópatas que han creado sus aberraciones asesinas, y, a veces, sus organizaciones, y
que estudiaremos en otra obra posterior.
El crecimiento es infinito, aunque al final de cada proceso, al menos al inicio del camino, tengamos la
impresión de que ya no hay nada más después. Pecamos al comienzo por ingenuidad y nuestro entorno
puede entonces perfectamente cogernos desprevenidos y colocar el listón de parada que, si se convierte en
norma, puede arrastrar a los peores a fabricar de nuevo una ideología o, peor, una religión. Una religión o
una ideología, para el MAT es un listón de parada obligada para los que las siguen. Cualquiera que sea la
altura en la cual se coloque el listón.
El crecimiento es infinito y lleva a perder la tipología por completo, y eso no es el final del camino. Es
una meta para los mamíferos que somos. Entonces empieza la verdadera aventura, aventura exaltante de vivir
la vida de un ser humano normal. Y el camino sigue y sigue sin fin. Eso no es prodigio. Es normalidad,
organicidad. Cada uno llega hasta donde quiere y puede llegar, lo que no significa en absoluto que el camino
termine allí. Significa que una persona o que un ser humano, con nombre y apellido, llegó hasta allí.
En una obra posterior escribiremos sobre el camino, los caminos. No todo el camino posible, claro está,
sino el que ya experimentamos sobre nosotros mismos y sobre las personas que están creciendo, con o sin
nosotros, o han crecido antes de nosotros llegar al mundo. Al menos tenemos claro la vía para salir de la
tipología, lo que no es poco.
En este capítulo final hablaremos del aspecto instrumental para analizar la realidad que el MAT ofrece.
Nos referiremos tan solo a una parte pequeña, pero decisiva, de esta realidad: las organizaciones. Y ello por
dos razones: porque es lo más urgente y decisivo para empezar a transformar el mundo en lo que puede
llegar a ser, y porque estamos en un momento histórico en el cual la persona está en el centro de interés y lo
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seguirá estando durante un siglo. Y también, claro está, porque es lo más impactante y fácil para una primera
aproximación al MAT, objeto de esta obra.
I. LAS TIPOLOGÍAS DE LAS ORGANIZACIONES:
Las organizaciones, llámese éstas pareja, familia, empresa, asociación, estado, grupo de estados o
mundo, tienen todas una tipología de personalidad y, eso, por varias razones: las organizaciones son
creaciones de personas, están creadas con una finalidad, y esa finalidad tiene varias funciones. Veamos:
La organización, creación humana:
Como seres humanos, tenemos todos en nuestra estructura un Socializador que nos habilita para
funcionar en sociedad. Funcionar en sociedad es, a la vez, una necesidad y una habilidad de cada persona.
Nuestro Socializador nos permite hacerlo para desarrollar todas las funciones del Rector y del Protector y
como necesidad para cultivar nuestra alma y la armonía que garantiza el orden de estar en sintonía con
nuestra naturaleza septidimensional. Que esté solo o acompañado, el ser humano funciona para estar en
relación. En relación consigo mismo, con los demás y con su Centro. Para cualquiera de esas facultades, la
persona necesita una organización. Si hubiéramos nacido para estar aislados y solos, nos podríamos
reproducir a solas con nosotros mismos. Aún así, nuestra séptima estructura, el Centro, nos abocaría a una
relación con el aire, con las plantas, con los animales y con otros seres como nosotros. Porque conocer al
entorno en el cual estamos inmersos, es un instrumento privilegiado para conocernos más y mejor a nosotros
mismos.
Como creación de la persona, la organización es un ente que tiene su personalidad, pues está hecha a
imagen y semejanza de sus fundadores y de los sucesores de éstos.
Si esto fuera tan sólo así, las organizaciones tendrían una personalidad múltiple: la de sus fundadores.
O la de personas con carisma que vengan a liderizar estas organizaciones.
Pero la organización es creación de personas que tienen todas su estructura de personalidad de siete
dimensiones y éstas tienen aspiraciones y motivaciones humanas de seguridad, desarrollo, justicia, estatus,
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EL ESPLENDOR DE LO HUMANO
pertenencia y plenitud que desean realizar a través de sus creaciones, es decir, en este caso, de las
organizaciones que crean.
No todos los fundadores tienen las mismas motivaciones y algunos crearán sus organizaciones con la
finalidad de conseguir seguridad, otros desarrollo, otros justicia, otros estatus, otros pertenencia, otros
plenitud. O las seis metas. O siete metas si tienen las seis aspiraciones trascendentes. Ya sea por exigencia
del fundador de más peso y carisma o ya sea por consenso, los fundadores van a privilegiar una de sus
necesidades o motivaciones. Esta se convertirá en la vocación de la organización y, con ello, la organización
tendrá una tipología de personalidad cuya competencia estará en la emoción anterior en la secuencia. Por
ejemplo, si la vocación es la justicia, la competencia estará en el desarrollo. Y el talento en el estatus, y tendrá
una tipología de personalidad Constructora. Su grado de evolución estará evidenciado por su fase tipológica.
Al igual que para las personas.
Conocer la tipología de una organización es una tarea igual de fácil que la de conocer la tipología de
una persona. En nuestra labor de consultores especializados en diagnósticos de organizaciones y en
planificación estratégica de sus procesos de cambio, hemos creado múltiples herramientas que nos permiten
diagnosticar certeramente la tipología de personalidad organizacional. Compartiremos en esta obra algunos
instrumentos básicos de diagnóstico tipológico organizacional a título casi anecdótico, pues el conocimiento y
manejo del instrumental requiere un tiempo y un espacio que desborda el objetivo de esta obra.
Hace treinta años, hablar de personalidad de una organización era visto como una elucubración
delirante. Hoy todos los estudiosos, lectores y clientes de consultores que se dedican a diagnósticos de
organizaciones ya comparten la certeza de que una organización tiene una personalidad, un sistema de
valores que se expresa en su cultura, unos puntos fuertes y débiles estructurales y emocionales, y hasta un
alma. Hoy el tema del alma de la organización está de moda. Aún no se admite que la organización, al igual
que una persona, tiene también su espíritu. Sin embargo, todos los sociólogos e historiadores han mostrado
cómo una organización podía demostrar la calidad de su espíritu, pensemos en un sólo ejemplo, el de la
guerra de Vietnam, donde se pudo comprobar, una vez más, que un pequeño pueblo mísero podía derrotar al
estado más desarrollado y militarizado del planeta. Vietnam, país Reactivador, se creció con un líder
Legislador conectado como Ho Chi Min y derrocó al titán Revelador que es Estados Unidos de América. La
historia está plagada de ejemplos similares que nos alertan para que podamos entender la fuerza del espíritu,
desde la noche de los tiempos. Ninguna evolución sería posible sin él. pues el ser humano debe tener un
atisbo de finalidad, de un para qué hacer las cosas para poder avanzar.
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La organización, instrumento de finalidades:
Cuando creamos una organización, lo hacemos con, al menos, una finalidad. Así creamos parejas,
familias, empresas, asociaciones, estados, o grupos de estados. Obviamente, no hemos creado el mundo,
pero al convertirlo en una organización, le hemos dado también una tipología.
Cuando nos casamos o nos unimos a una pareja estable, decidimos fundar una familia y nace así una
organización con su tipología. Algunos de nosotros crea una familia como medio para alcanzar la seguridad,
otros el desarrollo, otros la justicia, otros el estatus, otros la pertenencia y otros la plenitud, y por eso no
todas las familias tendrán la misma tipología. Existirán familias de cada una de las seis tipologías “normales”,
pero también, en mucha menor medida, en ínfimas proporciones, existirán familias de tipologías psicopáticas
que no estudiaremos en esta obra.
La gente de la calle no se reúne para decidir qué finalidad básica, ni menos aún trascendente, quiere
conseguir al fundar una organización. Dicen que se casan para fundar una familia y tener hijos, que fundan
una empresa para ganar dinero, que crean una asociación para fomentar una actividad o una función, que
crean un estado para diferenciarse de sus vecinos, que crean una asociación de estados para organizar mejor
sus recursos, y todos pelean por construir un mundo donde triunfen las seis motivaciones humanas. Si esto
fuera tan sencillo todas las familias serían Reactivadoras, todas las empresas serían Constructoras, todas las
naciones serían Reveladoras, todos los grupos de estados serían Legisladores y el mundo sería Fortificador.
No es este el caso. Hay una razón que pesa más que la voluntad consciente, al menos en la gente con
tipología, es decir en todas. Lo que más pesa es la finalidad inconsciente, pues así el ser humano reproduce la
historia de su propia gestación e intenta encontrar una ayuda para autorrealizarse y triunfar sobre su
pequeña historia personal y, también y sobre todo, encontrar un sentido y una guía para comprenderse, para
conocerse, para evolucionar y trascender. Por ello, la tipología de nuestras organizaciones tiene más peso
que las de las personas que las conforman. Nosotros verificamos esa realidad una y otra vez, tanto en nuestra
labor docente como en consultoría organizacional.
La función trascendente de las organizaciones:
El aspecto que condiciona con mayor peso la tipología de una organización no será la tipología de
personalidad de su fundador, no será la necesidad concreta y explícita de sus creadores (como fabricar pan,
por ejemplo), no será su finalidad básica consciente. Será su finalidad última inconsciente. Por ello, la
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EL ESPLENDOR DE LO HUMANO
consultoría tradicional se estrella una y otra vez cuando confunde las declaraciones explícitas de los
fundadores - véase “misión” de la empresa, valores de la empresa, organización, competencias, fortalezas y
debilidades- con la realidad viva de la organización actuante.
Esta afirmación, que parece tan complicada, y que lo podría parecer, convierte la detección de la
tipología en materia reservada a grandes analistas de la realidad inconsciente del ser humano, haciendo así
retroceder el listón de lo alcanzable, es y demuestra ser lo contrario: conocer la tipología de una organización
es tan sencillo como conocer la de una persona, y, además, obedece a las mismas leyes. El ser humano
reproduce la historia de su gestación cuando crea organizaciones y toda clase de obras, por lo demás.
En efecto, ya lo vimos, el embrión humano tiene como finalidad ser de su Centro, luego el feto desea
tener un Centro, luego pierde el Centro, luego se aferra a los ejes, luego pierde los ejes y luego pierde la
secuencia. Y nace con su tipología conectada. Una persona conectada es idéntica a un bebé de un día de
nacido, en lo que a potencia de instalación útil se refiere. Considerar la conexión como el final del camino
equivale entonces a considerar que todos los humanos hemos nacido para morir con un sólo día de vida. ¿Es
esta la verdad?
La creación de una organización tiene como vocación hacernos avanzar en el proceso de conexión, de
hiperconexión, de trascendencia o más, que pretendemos en realidad lograr. Y esos sueños son, por lo
general, inconscientes. Hay seres que, al fundar su organización, aspiran a conectarse, otros a trascender,
otros a avanzar hasta fases mucho más altas, que, como no hemos analizado y ni siquiera mencionado, no
consideraremos aquí. Cuando, aun conociendo y manejando el MAT, una persona corriente desea conseguir
un objetivo, pongamos por caso la pertenencia, y desea fundar una empresa cuya tipología se aboque con la
mayor frecuencia al amor, no va a conseguir tener una organización Reactivadora sino Promotora o
Legisladora; en más contadas ocasiones, Reveladora; en excepcionales casos, Constructora. Porque la
tipología Promotora representa, para la tipología Reactivadora, la conexión, la Legisladora la trascendencia, la
Reveladora una fase aún más remota y elevada, de la cual no hemos hablado, y la Constructora una fase aún
más remota.
La razón de ello está en la naturaleza de nuestro Orientador, que tiene como función básica la de
elevarse y captar nuestra nutrición espiritual, lo que nos aporta la plenitud y eleva el espíritu, haciéndonos
avanzar en el acceso a la verdad. Y nuestro Orientador siempre está buscando una verdad superior a la que,
en cada momento, podemos captar conscientemente. Se adelanta, por lo menos, una fase más que nuestra
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PRECIADA AZANCOT
realidad histórica. Por ejemplo, un Constructor desconectado, es decir en fase Legisladora, si es un gran
miope espiritual, soñará con su preconexión Fortificadora y creará una organización Fortificadora para que
ésta lo ayude a realizarse mejor. Sólo los grandes narcisistas crean organizaciones de su propia tipología,
pues se consideran el comienzo y la finalidad de todo lo creado o por crear. Los demás, si funcionamos
moderadamente bien, crearemos una organización de la tipología que nos conecta, si funcionamos aún mejor,
una organización que representa la trascendencia y si somos muy altruistas y espirituales crearemos a
nuestra pareja cósmica. Los idealistas puros y duros crearán una organización que se presenta como nuestra
disociación pero que en fases muy avanzadas de crecimiento se revelarán como nuestro complemento ideal
para formar equipo.
Sentadas estas bases, vamos a continuación, a compartir un instrumental básico para detectar la
tipología de las organizaciones.
La tipología de las organizaciones:
organizaciones:
Cuando describimos el temperamento de las naciones, solemos decir que los franceses son
prepotentes, elegantes, amantes del buen yantar y chovinistas, que los alemanes son trabajadores,
organizados y amantes de la cultura aunque cuadriculados, que los españoles son revoltosos, alegres,
protestones y creativos, que los ingleses son reservados, intimistas, sobrios y aislacionistas, que los
holandeses son humanistas, acogedores y cordiales. Vale decir que vemos con facilidad, no más
familiarizarnos con el MAT, que Francia es Legisladora, Alemania Constructora, España Reveladora y Holanda
Reactivadora. Y si nos ponemos a analizar a esos países comparando nuestra primera impresión con los
detalles del retrato MAT de estas tipologías, ratificaremos esos diagnósticos y hasta lograremos detectar la
fase de evolución tipológica en la cual está cada uno de los países antedichos.
Diagnosticar la tipología de un país sigue las mismas pautas que la de diagnosticar la de una persona:
Primero hay que detectar qué estructura es la más actuante. En segundo lugar deberemos confirmar que la
emoción dominante es la que normalmente energetiza la estructura inflada detectada. No tendremos la ayuda,
al menos a primera vista, de confirmar nuestras percepciones, visuales, auditivas, olfativas, gustativas, táctiles
y sexuales con un retrato robot, pero si profundizamos mínimamente en la cultura, la cocina, la estética, el
paisajismo, la historia, la filosofía y la lingüística o filología de cada país, verificaremos con creces que las
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EL ESPLENDOR DE LO HUMANO
percepciones primeras se ven confirmadas y detectaremos la tipología y la fase de evolución nacionales con
toda comodidad.
Análisis de la estructura de las organizaciones:
EL RECTOR:
Un Rector que funciona bien arrojará:
-
Normativa correcta y completa orientada a la seguridad de la organización y de sus habitantes.
-
Conocimiento de los límites exactos que nadie puede ni debe franquear.
-
Sutileza y delicadeza en el trato a las personas.
-
Respeto del sistema de valores elegidos para desarrollarse en paz.
-
Seguridad de las personas y de la organización.
-
Selección de las personas sobre valores claros y éticos.
-
Recta conciencia y sentido del honor.
-
Cumplimiento de las obligaciones.
-
Ética, elegancia, firmeza y fiabilidad.
-
Confidencialidad.
-
Constancia.
-
Rigor en la selección de dirigentes, usuarios y clientes.
-
Conocimiento profundo y objetivo de los rasgos de personalidad propios y ajenos.
-
Sanciones contra abusos, manipulaciones, atropellos, mentiras y todo tipo de incumplimientos.
En cuanto al Rector en mal funcionamiento, se constatará:
-
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Exceso e inadecuación de la normativa, que traba el fluir orgánico.
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PRECIADA AZANCOT
-
Timidez y cobardía en los habitantes, que privilegian la seguridad y la rutina por encima de
la veracidad.
-
Burocracia y excesivo papeleo.
-
Falta de creatividad.
-
Pesadez y pomposidad.
-
Rigidez.
-
Organización estratificada según la antigüedad y la edad.
-
Control sistemático a priori.
-
Desconfianza en los habitantes y antes los extraños.
-
Liderazgo rígido y orientado hacia los resultados.
-
Multitud de ideologías arquetipales y culto por las ideologías.
-
Culto de la personalidad.
-
Intimidación y manipulación con miedo.
-
Distanciamiento en el trato.
-
Pocos premios y muchas sanciones.
Una organización con el Rector Dominante evidenciará, en sus mejores momentos, un Rector
adecuado, y también se caracterizará por una patología dominante de esta estructura: tendremos a una
organización de tipología Fortificadora. La emoción inflada correspondiente será el miedo transformado en
cobardía.
EL PROTECTOR:
410
-
Una estructura Protectora adecuada se caracteriza por:
-
Vocación de servicio.
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-
Atención a los habitantes. sean o no nacionales.
-
Sentido de pertenencia sobre valores positivos y creadores: sobre la auténtica valía.
-
Diferenciación en el trato según la valía real de las personas y cosas.
-
Servicio post venta.
-
Validez y fiabilidad.
-
Sistema de comunicación completo y personalizado.
-
Solidaridad con el entorno.
-
Reconocimiento del desempeño personal.
-
Programas de desarrollo integral de las personas.
-
Programas sociales.
-
Multiplicidad de asociaciones de ayuda y solidaridad.
-
Cultura humanista.
-
Revistas y publicaciones especializadas en enlace entre las personas.
-
Programas de integración.
-
Sistema de venta y comunicación vanguardista.
-
Habilidad conceptual.
-
Amistad, lealtad, hospitalidad.
El Protector en mal estado evidenciará:
-
Paternalismo.
-
Sobreprotección de los integrantes de la organización.
-
Irrespeto de los subalternos por sus jefes.
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-
Delegación hacia arriba.
-
Miedo a desagradar.
-
Culpabilidad si se piensa en cambiar de país o de empresa.
-
Subordinación de la tarea al estado de ánimo de la gente.
-
Compulsión en complacer.
-
Cambios continuos de ritmo en función de necesidades ajenas al interés general.
-
Falta de sanciones.
-
Atención y tiempo para los peores.
-
Repugnancia a echar a indeseables.
-
Pérdida de tiempo.
-
Razonamientos faltos de rigor y muy subjetivos.
Una organización con dominante protectora será de tipología Reactivadora con amor dominante
transformado en temeridad y compulsión salvadora.
EL SINTETIZADOR:
Un Sintetizador en buen estado se manifestará por:
412
-
Tecnología puntera.
-
Sistemas actualizados y novedosos.
-
Organización del trabajo.
-
Buena administración, muy transparente.
-
Organización de los mandos.
-
Hábito de informar y de dialogar.
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-
Toma de decisiones claras y colegiadas.
-
Racionalidad.
-
Apertura.
-
Honestidad.
-
Actualización de conocimientos.
-
Formación cuidada y masiva.
-
Proceso de datos.
-
Orden y economía.
-
Inteligencia.
-
Multiplicidad de opciones.
-
Aprovechamiento de cada oportunidad.
-
Control y aprovechamiento del tiempo en actividades de desarrollo permanente.
-
Juventud, lozanía, candor.
Un Sintetizador inadecuado tendrá:
-
Reuniones interminables y sin puntualidad.
-
Frialdad de la información uniformizada.
-
Hiperracionalismo.
-
Robotización de tareas.
-
Exceso de información.
-
Culto al ordenador y a la robotización del trabajo.
-
Seriedad convencionalista de la vestimenta.
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PRECIADA AZANCOT
-
Gusto por las presentaciones que privilegian la forma sobre el contenido.
-
Decoración aséptica, funcional y banal.
-
Decoración excesivamente barroca y sobrecargada.
-
Falta de gusto y ordinariez.
-
Desconfianza disfrazada de pragmatismo ante lo creador e innovador.
-
Esterilización de la creatividad.
-
Desprecio por las personas “inmaduras” que expresan rabia.
-
Subvaloración de los creadores, que se ven como a locos y neuróticos.
-
Exceso de organización y peso de la estructura improductiva.
-
Opacidad gerencial y falta de transparencia administrativa.
Una organización con dominante del Sintetizador será de tipología Constructora. La emoción dominante
será la tristeza, muchas veces transformada en derrotismo amputador.
EL VITALIZADOR:
Un Vitalizador organizacional sano tendrá:
414
-
Vitalidad.
-
Viveza y capacidad de reacción inmediata.
-
Pasión por el movimiento y el deporte.
-
Talante justiciero.
-
Generación permanente de cultura.
-
Defensa contra los abusos.
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-
Lucha contra manipulaciones y mentiras. Gusto por la exploración y el descubrimiento de
cosas nuevas.
-
Talento iconoclasta que ridiculiza lo pomposo.
-
Agilidad y flexibilidad.
-
Ambiente relajado, divertido e informal.
-
Libertad.
-
Control a posteriori de las tareas.
-
Defensa del individuo.
-
Lucha contra el corporativismo y los reinos de Taifas.
-
Presencia en el entorno.
-
Gran movilidad dentro del entorno.
-
Osadía e inconformismo.
-
Amor por la verdad.
Un Vitalizador en mal estado se caracterizará por:
-
Pasotismo.
-
Corporativismo obstruccionista.
-
Aparente dinamismo y aceleración que encubre una gran resistencia al cambio.
-
Cada uno trata de demostrar que las ideas de los demás son inoperantes, encontrándole
“peros” a todas.
-
Resentimiento y revanchismo.
-
Clima de camaradería horizontal y adolescente.
-
Se hace pasar exámenes a los mejores y más cariñosos que se ven como a incautos.
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-
Sensación de impotencia y de injusticia difusas.
-
Reivindicaciones partidistas.
-
Gusto por salir a la calle con cualquier pretexto.
-
Tristeza que no se expresa y se desvía en irritación.
-
Caricaturización de las desgracias y dolores.
-
Aparente cinismo.
-
Mal trato a los usuarios y clientes.
-
Paranoia con el entorno.
-
Se patea el orgullo.
-
Admiración por la picaresca.
-
Se le quita seriedad y trascendencia a todo.
Una organización con dominante vitalizadora tendrá la tipología Reveladora con rabia inflada que se
transforma en resentimiento revanchista.
EL TRANSFORMADOR:
Un Transformador en buen estado tendrá:
416
-
Investigación e innovación de vanguardia.
-
Transformación creadora de la realidad.
-
Florecimiento de arte y de descubrimientos.
-
Genialidad.
-
Firmeza en la audacia.
-
Liderazgo de vanguardia y orientado hacia la persona.
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-
Facultad de adelantarse a los cambios.
-
Tecnología puntera.
-
Liderazgo de vanguardia y orientado al crecimiento y la transformación de la persona.
-
Gusto por la filosofía.
-
Lenguaje rico y habilidad oratoria.
-
Habilidad para negociar.
-
Valoración y estatus de los mejores.
-
Amor por los genios.
-
Penalización de la envidia.
-
Autosuperación permanente.
-
Dignidad.
-
Fobia al culto de la personalidad.
-
Ridiculización del narcisismo.
-
Rechazo y desprecio del trepador.
-
Respeto por las creaciones y descubrimientos ajenos.
-
Respeto escrupuloso del pago de royalties.
-
Sistema de remuneración flexible que privilegia la creación sobre la antigüedad.
Un Transformador defectuoso tendrá:
-
Manipulación de la gente y de la opinión pública.
-
Sobornos y promesas incumplidas.
-
Culto por el trepador y el pícaro.
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-
Reemplazo de lo creador por improvisaciones descabelladas e insulsas.
-
Líderes aniñados y caprichosos.
-
Reinos de Taifas.
-
Prioridad a la forma y al valor añadido oportunista.
-
Falta de escrúpulos.
-
Culto a la vitrina.
-
Esnobismo en el vestir.
-
Estatus formalista y superficial muy apegado a los signos exteriores.
-
Servilismo y clientelismo.
-
Hábito de considerar a las personas como bienes de equipo intercambiables.
-
Envidias y agravios comparativos.
-
Cultura que premia a los trepadores y castiga la lealtad.
-
Gusto por negocios poco claros y de resultados inmediatos.
-
Visión miope y a muy corto plazo que considera el mañana como prolongación del hoy.
-
Contacto con políticos sobornables.
-
Derrotismo y fatalismo que elige lo tópico.
Una organización con dominante del Transformador será Legisladora con orgullo inflado que se
transforma en dogmatismo e idolatría.
EL ORIENTADOR:
Un Orientador adecuado se manifestará por:
-
418
Planificación estratégica que se adelanta a los cambios del entorno.
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-
Tesón que no abdica ante las adversidades ni ante las pruebas.
-
Optimismo y fe en el ser humano.
-
Valoración de lo universal y de lo auténticamente sagrado.
-
Desarrollo espiritual privilegiado.
-
Alegría ante cualquier certeza.
-
Búsqueda de la verdad y alegría cuando se encuentra.
-
Excelente orientación en sus sectores de actividad y de investigación.
-
Respeto por lo biológico y lo humano.
-
Valentía y heroísmo.
-
Talante insobornable.
-
Gran curiosidad y respeto por lo inconsciente.
-
Optimismo confiado.
-
Paz y serenidad.
-
Sentido del humor.
-
Vocación de felicidad.
-
Contacto amoroso con generaciones pasadas y futuras.
-
Sentido de continuidad.
-
Humildad.
-
Jerarquización indesmayable que no se aparta de lo esencial.
-
Amor por Dios sobre todas las cosas.
Un Orientador en mal estado tendrá:
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-
Incoherencia en la planificación estratégica.
-
Gusto por los gurúes y por lo mágico.
-
Entusiasmos y depresiones ciclotímicas.
-
Idolatrización por los valores culturales de moda.
-
Prostitución de ideales profundos a favor de modas.
-
Liderazgo personalista y manipulador.
-
Admiración por el carisma.
-
Admiración por el éxito.
-
Utilización cínica de los demás.
-
Ideal corporativista entre “élites” sociales (beauty people, jet set).
-
Fundaciones de arte postmoderno y decadente con pretensiones minimalistas.
-
Desprecio de la galantería y gran patanería y ordinariez.
-
Machismo en los hombres y síndrome de la abeja reina en las mujeres.
-
Inversión de patrones sexuales y transformismo.
-
Gusto por el disfraz.
-
Vestimenta unisex.
-
Gusto por las fusiones y el gigantismo que disimulan un real ostracismo.
-
Drogadicción, ludopatías y todo tipo de adicciones.
-
Miedo al entorno, que se ve como a una jungla.
-
Mesianismo en los líderes e infantilismo en los seguidores.
-
Fabricación de ídolos surgidos del marketing.
-
Adulación y narcisismo infantil.
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-
Falta de límites.
-
Talante confianzudo.
-
Nadie dice lo que piensa si no le conviene.
-
Expulsión inmediata de los que se atreven a recuestionar lo idolatrizado.
Una organización con Orientador dominante tendrá una tipología Promotora con alegría inflada que se
transforma en avasallamiento y talante de aprovechado.
II. Tipología de los países, de los continentes y del mundo:
Los países son organizaciones que también tienen tipología, naturalmente. Cada país tiene el origen de
su tipología en la historia de su constitución y en la personalidad de sus fundadores.
No es el tema de investigación de este libro el detectar la tipología de todos los países del mundo y
para ello remitimos al lector a nuestra obra “El nuevo liderazgo MAT” que analiza la génesis de la tipología
española y venezolana. Sólo daremos algunos resultados sobre ejemplos de países que hemos investigado.
En Europa,
Europa Francia es Legisladora, así como Portugal. España es Reveladora, así como Grecia. Holanda es
Reactivadora, así como Rusia. Bélgica es Constructora, así como Suiza y Alemania. Inglaterra es Fortificadora,
así como Suecia. Italia es Promotora.
En América,
América los Estados Unidos son Reveladores. Canadá es Constructor. Méjico es Revelador, Costa
rica y Venezuela son Reactivadores. Chile es Legislador. Colombia es Promotora así como Argentina, Perú es
Fortificadora así como Barbados.
En África del norte, Marruecos es Reactivador. Argelia es Reveladora. Túnez es Promotora. Libia es
Constructora.
En Asia,
Asia China es Constructora. Japón es Fortificador así como la India. Vietnam es Reactivador.
En Oceanía,
Oceanía Australia es Reveladora.
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Así como los países tienen su tipología, también la tienen los continentes: Europa es Legisladora. Asia
es Constructora. América es Fortificadora. Africa es Reveladora.
En cuanto al mundo, es indudablemente de tipología Constructora. Aún no investigamos cual fue la
génesis de la formación de la tipología del mundo, pero el MAT también fue un descubrimiento pragmático que
comenzó constatando lo que existía. Comenzó por el descubrimiento de los canales de comunicación
tipológicos, luego fue el descubrimiento de las siete tipologías, luego la ingeniería estructural, luego la
emocional. Después del descubrimiento de los qué, llegaron los cómo y luego los porqué y luego los para qué
y al fin los donde.
Así que constatamos que el mundo es de tipología Constructora, que la fase en la que está
normalmente es la fase Legisladora, es decir en desconexión. Remitimos al lector al capítulo correspondiente a
las tipologías y a la sección que trata del Constructor. Todos los datos corresponden en cuanto a estructura,
emociones, estética, perfil psicológico, dramas existenciales, creencias arquetipales, etc.
Por ende, no repetiremos las características de la tipología Constructora, y dejaremos a la inteligencia y
a la capacidad transformadora del lector la tarea de verificarlo y de traducir en términos de organización y de
ideología las creencias y valores descritos en el ámbito de la persona. Esto puede ser un ejercicio muy
divertido y creativo en el cual no deseamos interferir.
III. TIPOLOGÍA DE LAS IDEOLOGÍAS QUE DOMINAN EL MUNDO:
Creemos que, para una obra de presentación de esta nueva ciencia, el MAT, es mucho más importante
culminar el análisis de la incidencia de las tipologías de personalidad sobre las ideologías que dominan el
mundo, comenzando en el momento actual y remontando el tiempo durante cinco milenios. Concluiremos con
proyecciones sobre las ideologías que dominarán el mundo durante cincuenta años más. Lo esencial aquí es
la ciencia, el método. Con este método, cualquier lector entrenado o simplemente estudioso podría hacer
proyecciones para un lapso mayor de tiempo. Y cualquier historiador podría aportar datos relevantes para
comprobar y corroborar el análisis sintético que haremos aquí. Nosotros no somos historiadores y
necesitamos de todo tipo de expertos en todas las ciencias humanas, incluyendo la medicina, para completar y
proseguir nuestras investigaciones.
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IDEOLOGÍA DEL MUNDO:
En nuestra introducción, mostramos los valores que dominaron la cultura mundial durante los treinta
últimos años. Pero antes de volver sobre ellos creemos útil analizar la ideología básica que rige el mundo
desde siempre. Sobre esta ideología se van a ir superponiendo ideologías de los milenios, de los siglos, y de
las eras generacionales, influenciando dialécticamente la ideología básica mundial.
Afirmamos que el planeta tierra tiene una tipología Constructora y creemos que dicho origen está en la
misma formación del planeta que se constituyó muy lentamente y bajo el signo del desarrollo y del trabajo. No
sabemos qué civilizaciones han intervenido antes de la era bíblica, pero partiremos de ella porque esa
ideología sigue influenciando el mundo hoy y lo hará aún más dentro de trece años, por las razones que
veremos más adelante. En la ideología bíblica el hombre fue creado por Dios y castigado por su orgullo
cuando quiso convertirse, al comer del árbol del conocimiento, en “uno de los dioses”, es decir en un
arquetipo. Fue expulsado del paraíso y condenado a comer el fruto del sudor de su frente, trabajando
incansablemente para lograrlo. La mujer, su compañera, fue condenada a parir en el dolor para reproducirse.
No hay promesa de volver a penetrar en el paraíso tras el arrepentimiento. Los hijos debían pagar
eternamente por los pecados de sus antepasados, sin remisión posible, al menos en esta vida. La condena
parece eterna, como lo fue la maldición de Zeus sobre Sísifo, que pecó igualmente contra su dios al engañarlo
y robar el fuego sagrado, trayéndolo a los mortales. Tras la expulsión de la pareja primigenia, surge el
fratricidio por envidia ( es decir, rabia en vez de orgullo) de Caín contra Abel. Algo más tarde, dios decide
acortar el tiempo de vida de los mortales y fijarlo en 120 años como tope. Más tristeza. El dios bíblico es
Legislador e infla el orgullo de regir a los hombres imponiéndoles normas y leyes que aplastan su Rector y
limitan al límite su Transformador. No se puede, bajo ningún concepto rebelarse contra ese dios. La tipología
del mundo, claramente Constructora por la inflación del Sintetizador y de la tristeza, la desconexión tajante del
orgullo y del Transformador, la prohibición de la rabia y su consecuencia de ver la injusticia como algo normal,
cotidiano e inevitable, se apoya sobre las dos creencias existenciales Constructoras. La primera: “Si digo lo
que sé, me tomarán por un loco y nadie me creerá” pesa sobre todos nosotros como una losa. El orgullo está
totalmente desconectado en este planeta, y todos los grandes creadores, descubridores y genios se enfrentan
a la incomprensión y a la envidia, aunque hoy ya no los queman en la hoguera, los dejan morir de ostracismo,
de pena y de hambre. El orgullo, es decir la transformación y la metamorfosis por creación de obras grandes y
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PRECIADA AZANCOT
geniales, por crecimiento que salta escalas y por descubrimiento de la esencia de los problemas del mundo,
es el mayor tabú que enfrenta todo el planeta tierra. Nos debemos comportar como animales, es decir seres
de cinco dimensiones (¡no es de extrañar que la tesis evolucionista que nos hace bajar del mono sea un
dogma más que religioso!), para congraciarnos con la ideología dominante. Y si llega el reconocimiento y la
consagración, es siempre después de la muerte, cuando las autoridades consagradas académicas han
descubierto, tras mucho examinarlo y combatirlo, un cuerpo de ideas que ya se pueden manipular, reducir,
etiquetar e integrar en el inventario de muertos que ya no pueden defenderse, ni explicar sus verdaderas
motivaciones, ni protestar contra la manera reduccionista como los interpretan, ni, menos aún, contra los que
se autonombran sus representantes y portavoces oficiales. Combatir el genio en todos nosotros es una
religión en esta tierra. Así, ser, es tabú. Ser lo que todos tenemos y somos para ser, es tabú. Es tabú no
desconectarnos los unos a los otros para así entrar en el tropel de ovejas resignadas a la muerte en vida que
Sísifo nos dice que nacimos para ser. Y si lo dice Sísifo, ya ningún mortal puede oponerse y denunciar, sino
acatar bajo pena de un suplicio mayor: hacerse devorar el hígado por el águila ( es decir por la envidia de
Zeus), eternamente. Pues si el orgullo es tabú, la rabia auténtica, no la inflada revoltosa, rebelde,
revolucionaria que se acepta como sarampión adolescente, es deicida. ¡Hasta allí podíamos llegar!
La rabia, la capacidad innata de decir “¡así no!” a la mentira, a la manipulación, a la injusticia, y decir “¡
así sí!” a la vida, a la acción justa, a la libertad del cuerpo, de la mente, de la potencia transformadora, del
alma, de la armonía, del espíritu, es deicida. Así consideramos todos la injusticia como un mal necesario para
evolucionar, para que los más fuertes, es decir, agresivos, sobrevivan. No hay lugar para las palomas ni para
las gacelas en esta tierra. Esto fundamenta la segunda creencia Constructora: “Nada puede cambiar”. En
efecto, sin rabia, las cosas sólo pueden, con mucho esfuerzo, evolucionar mínimamente.
Así, la unidad de lo humano es la unidad de poder, no de potencia, es la familia, la tribu urbana, la
empresa, el país. No el individuo íntegro, autónomo, auténtico y libre que elige la interdependencia con los
mejores.
Además, y desde el enfoque bíblico, la rabia se transforma en falso orgullo Legislador de ejercer el
poder, la autoridad, el patriarcado en todos los roles sociales, empresariales y políticos. Remitimos al lector a
la tipología Legisladora, que representa para lo Constructor la fase de desconexión, que lo obliga a trabajar al
20% de su capacidad innata de neonato de un día, pues lo Legislador es la máscara sobre la máscara
Constructora que representa nuestro credo, el de todos los habitantes del planeta, seamos conscientes de ello
o no, lo queramos o no. Así, usamos el 20% de la energía de arranque instalada en el mundo, en vez de
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millones o billones por ciento que hubiéramos podido alcanzar si nos hubiéramos puesto simplemente en el
camino de ser lo que todos somos, como seres humanos, y transmitirnos el ansia de crecer de padres a hijos.
¿Es demasiado tarde? No, en absoluto. Pero es necesario examinar brevemente las fuerzas de la inercia que
ese Mapa mundial han generado y siguen generando de generación en generación y de siglo en siglo.
Afortunadísimamente, la evolución de los milenios, como ya veremos, nos trae una luz potentísima al fondo
del túnel y puede y debe reorientar nuestra brújula. Con esa alegría y esa esperanza, y con un camino posible
y grato, y con instrumentos para lograr la conexión del mundo y un nuevo arranque a la rueda, hasta hoy
invertida, de la historia, terminaremos este último capítulo de introducción al MAT.
El mundo, como cualquier otra persona u organización, puede perfectamente emprender su camino de
conexión, paso preliminar para empezar a crecer y ser cada vez más y mejor lo que tiene para ser. Sin una
guerra, sin una gota de sangre vertida, sin dolor (aunque tanto nos cueste creer en otra cosa que no sea la
tristeza inflada). Una persona, una organización Constructora, en fase de conexión, redimensiona su tristeza
inflada y la convierte en inteligencia y capacidad de pensar con claridad y, así, solucionar todos los problemas,
erradicando sus causas, en vez de abrir un hueco para tapar otro mientras se entona un himno nazi al trabajo
liberador. Eso ya pone a la organización Constructora en fase de preconexión, fase Fortificadora, con lo cual
duplica su energía útil que pasa al 40%. Y lo tenemos en bandeja porque hoy se acaba un milenio Fortificador,
como ya veremos.
Como segundo paso de su proceso de conexión, la organización Constructora recupera su orgullo y lo
asume, además, como su talento mayor, su genialidad potencial, que se puede alcanzar con la simple
condición de ejercerlo como base prioritaria de su ser y de su estar en el mundo. Con ello funciona al 60% y
triplica así su energía de partida. La tierra y los hombres estarán regidos por el culto a la capacidad de
transformarse, de ser, de inventar, de descubrir, de crear. De asumir su sexta estructura, la que lo diferencia
de los animales. Y en vez de un universo de evolución pesada, lenta, necrófila y que hace millones de víctimas,
pasaremos a un mundo de transformación permanente, que nos llevará, en un futuro que creemos lejano, a la
culminación del proceso de hiperconexión que nos hará funcionar, como arranque de haber recuperado
nuestra secuencia energética natural a un 5.000% de funcionamiento. Y eso sin recuperar la potencia de los
ejes. Y eso sin recuperar el Centro, lo que nos llevaría a billones de potencia. Y ese proceso de crecimiento es,
no sólo posible, no sólo grato y divertido, sino experimentado sobre numerosos casos por nosotros.
Como tercera fase de crecimiento para alcanzar la conexión, la organización Constructora conquista la
rabia auténtica como su vocación. Y, como es su vocación, las grandes revoluciones se han transformado en
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verdaderos símbolos de autorrealización en el mundo. ¿Pero para qué verter sangre e imponer un Mapa
Revelador desconectado, siempre precario y provisional, a más de incompatible con la estructura Constructora
del Mundo, para poder soñar? ¿Por qué deberíamos abandonar la maravillosa potencia de un mundo
Constructor conectado para caer en la paranoia Reveladora, que requiere que siempre haya un malo de la
película, que se aficiona a la represión, que propicia un baño de sangre, para que al fin el Mapa de mundo se
termine por imponer y convertir el sueño en triste máquina represiva de lo mejor del ser humano, su orgullo?
Pasar a la fase Reveladora no significa ponerse por encima de la máscara Constructora la máscara Reveladora
de rabia inflada, de resentimiento y de envidia. Con la que tenemos, ya basta.
Pasar a la rabia auténtica como talento es reír traviesamente y declarar, con seguridad, calma y
sosiego, que los nuevos valores de la nueva cultura corresponden a la del Constructor Conectado y que el
mundo será el lugar de reactivación y valoración de nuestras seis dimensiones, todas auténticas, en secuencia
y en sus tres ejes al servicio del Centro, tal como fuimos todos en el primer mes de gestación. Ese sí que es
nuestro estado natural que nos hará encontrar con toda facilidad una biogerencia, que instrumente la Teoría
Omega como base inalienable y conquistable de las motivaciones humanas más universales. Eso como
segundo paso, para recuperar nuestra secuencia.
Y, como tercer y penúltimo paso, el funcionamiento en los tres ejes, que poblará el mundo de expertos
en lo disponible, en lo existente y en lo presente, es decir en lo que antaño se denominaba Maestros,
Sacerdotes y Ángeles, sin religiones, un mundo de ciencia de verdad, al servicio de la grandeza inaudita del
ser humano. Y, como colofón, el descubrimiento del Centro, que, lo repetimos, hay que dejar siempre VACÍO,
como receptáculo de dimensiones que aún no poseemos.
El mundo en fase de conexión, se caracterizará por la integridad, la honestidad, la lealtad, la
solidaridad, la compasión, la justicia perfecta, la genialidad, el talento por la transformación, la serenidad, y la
alegría pura de descubrir la elevación y rectitud del espíritu, en libertad y crecimiento infinitos. De todas las
tipologías, el Constructor tiene la mayor y mejor facultad de transformarse en ser humano no mamífero, pues
de eso se trata. Eso no significa terminar con la pareja, con la familia, con la organización, sino limpiarlas de
escorias. Tendríamos un mundo, esencialmente, en las antípodas de la locura. Pues el no transformarse, no
crear, no denunciar las mentiras ni amar las verdades es lo que, de toda la vida, han sido las reales causas de
locura. El mundo entero se convertiría en una unidad de cuidados intensivos contra las enfermedades físicas y
mentales pero también espirituales y anímicas. Seríamos, todos, los Reactivadores plenos de un mundo nuevo
hecho a la imagen y semejanza del ser humano que todos nacimos para ser y crecer.
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Tras haber examinado, a vuelo de águila, el mundo en su ideología mapal, echaremos ahora un breve
vistazo sobre otro fenómeno: la tipología de las ideologías de turno que se suceden en el mundo, tanto en
grandes eras, como lo son los milenios, como en periodos más breves como lo son los siglos, como en
periodos muy cortos como lo son las modas generacionales.
El que se sucedan visiones tipológicas a través del tiempo obedece a la inquietud espiritual del ser
humano por encontrar su norte a través de opciones sucesivas: se prueba con una ideología y, cuando se
constata que no funciona, se abre paso a otra opción. La cuestión clave aquí, es observar en qué orden se
presentan una tras otra.
IDEOLOGÍAS GENERACIONALES
En nuestra introducción señalábamos las características ideológicas de la generación pasada y de la
generación presente, y, ahora que tenemos el MAT, podemos diagnosticar sin temor a equivocarnos que
salimos de une generación Promotora y que ahora estamos en otra, de características Reactivadoras.
Cada ideología generacional dura, lo hemos calculado, en rigor veinte años y de hecho treinta. Es lo
que dura una generación en activo. La era surge con su ideología en el momento cero, tarda diez años en
imponerse, llega a su apogeo en los diez años siguientes y en ese momento surge otra, que, como tarda diez
años en imponerse, se solapa con la anterior, que degenera y expira durante esa década. Quiere decir esto
que, en nuestros cálculos, consideraremos tan sólo los veinte años que dura en rigor, pero será importante
recordar que, cuando surge una ideología generacional, tan sólo los más lúcidos se dan cuenta, mientras los
más conservadores y reaccionarios pugnan por continuar con las pautas anteriores que se corresponden con
su propia generación. Con lo cual, si bien una ideología generacional dura veinte años, de hecho se manifiesta
en el mundo durante treinta.
De 1969 a 1989 reinó la generación Promotora. El mundo se convirtió en una jungla desconectada del
amor y del miedo y que exaltaba la alegría a ultranza. Fue le era de del marketing, de las ventas, de la vitrina,
del culto a la imagen, de la velocidad, de los jóvenes lobos sin escrúpulos que se comportaban como
predadores, de los hijos incrustados en casa y que consideraban ésta como un hotel con comida y servicio
gratuitos, fue la era de la marcha, de la alegría a través del peligro, de las drogas, de la irresponsabilidad, de
la beauty people, de las OPAS salvajes, de la bolsa, del nuevoriquismo, de los gays, del SIDA, de la magia, de
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las ciencias ocultas, del libertinaje y de las comunicaciones hasta internet, que emula al dios Mercurio del
Promotor.
Mirando atrás, de 1948 a 1968 estuvimos en una era Fortificadora que se distinguió por una
mentalidad atea y nihilista, cuya mayor expresión fue el existencialismo. Fue una época individualista, en el
sentido de que el ser humano se aisló temerosamente del grupo, se refugió en su propio infierno aislacionista
y autista, se escondió en su coraza. Pero fue también una época uniformizadora y cómoda, aterrada por la
violencia de la segunda guerra mundial, una generación de yupis que inventó la sociedad de servicios y
culminó en el estallido precioso de rabia y de orgullo de Mayo del 68, que fue, por las características
individualistas y nihilistas propias de su generación, aplastada sin contemplaciones. Fue la era del milagro
Japonés, país de tipología Fortificadora.
Pero antes, de 1927 a 1947 estuvimos en una generación Constructora que se distinguió por una
sociedad al servicio de la producción y de la organización empresarial, hoy tradicional, que sucede al
Taylorismo. Fue la época de la disociación Constructora de la Alemania nazi y de la segunda guerra mundial.
Fue la era de la división del mundo en ideologías enfrentadas comunistas y capitalistas, ambas salvajes.
Dejamos a los historiadores el cuidado de enriquecer estas pinceladas y de verificar que de 1906 a
1926 estuvimos en una generación Reveladora cuyos mayores acontecimientos fueron la revolución rusa y la
primera guerra mundial y, también el nacimiento del espléndido arte moderno con el cubismo, el fauvismo, el
arte abstracto, Proust, Joyce, Laurence, Stravinsky, Ravel, Bartok, Schoenberg, etc.
Esto, para mantenernos en el siglo XX.
La primera constatación, al detectar la tipología de las ideologías generacionales, es que se presentan
en un orden muy concreto: el de la inversión de la secuencia emocional natural del orden humano. Es decir en
un orden regresivo que imposibilita la conexión. En vez de avanzar en el sentido de las agujas del reloj y
propiciar la conexión y la plenitud de cada tipología que toma el relevo y alza su voz en la historia, veremos,
como lo indica la figura a continuación que las ideologías generacionales se presentan en un orden invertido
con respecto al deseable.
Diagrama: secuencia de las ideologías generacionales en el siglo XX
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1990 - 2010
GENERACIÓN REACTIVADORA
2011 - 2031
1969 - 1989
GENERACIÓN LEGISLADORA
GENERACIÓN PROMOTORA
1906 - 1926
1948 - 1968
GENERACIÓN FORTIFICADORA
GENERACIÓN REVELADORA
1927 - 1947
GENERACIÓN CONSTRUCTORA
La razón de ello es fácilmente comprensible: cada generación busca conocer la razón del fracaso de la
anterior y hace un paso atrás, como es lógico, para volver sobre el problema e intentar solucionarlo. Por
ejemplo, tras la era
Promotora, al no resolver la función de la alegría verdadera, del amor auténtico y del miedo real, el
mundo da un paso atrás para ver si la respuesta que busca para encontrar salidas legítimas y opciones que lo
transformen en lo que podría ser, las puede encontrar en la tipología que posee esas mismas emociones
como claves existenciales de competencia, talento y vocación. Como, por otro lado, el 98% de la población no
está conectada, cada vez que se profundiza en una emoción, se va al tópico vigente de la emoción inflada
tipológica y al Mapa tipológico desconectado correspondiente. Después de los estragos evidenciados por un
mundo sin amor, se buscará la contrapartida en un universo que exalte el amor. Estas razones son las que
explican que la rueda de la historia gire al revés, en el sentido contrario al de la secuencia acumuladora de
energía propia de la persona hiperconectada, que trabaja sobre un 5.000% de energía innata. En vez de ello
elegimos, no sólo optar por usar un 20% de dicha energía, sino entrar en una dinámica involucionista que, en
vez de acumular energía, la vacía. Con ello, estamos coronando y entronizando el mito de Sísifo, dios real y
legitimizado desde milenios, del planeta tierra: no sólo la roca rueda hasta el pie de la montaña, sino que se
sitúa dos montañas más abajo. Y, si remontamos la historia del mundo siglo a siglo, nos encontraremos con la
misma constante: CADA IDEOLOGÍA GENERACIONAL DURA VEINTE AÑOS DE VIGENCIA Y TREINTA AÑOS DE
PRESENCIA Y DEJA PASO A LA DE LA TIPOLOGÍA COLOCADA ATRÁS EN LA SECUENCIA NATURAL ACUMULADORA
DE ENERGÍA: ASÍ, DE SIGLO EN SIGLO, EL MUNDO, EN VEZ DE EVOLUCIONAR, INVOLUCIONA.
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¿ Quiere decir esto que estamos todos condenados a afincar las creencias existenciales y el Drama
Existencial de la tipología Constructora desconectada? ¿ Quiere decir esto que no hay salida? Vemos, con el
MAT, que la salida está en la conexión, sea el momento que sea de la historia de la humanidad en que ésta se
realice. Por ejemplo, si hubiéramos conectado el Mapa Promotor de la generación pasada, si hubiéramos
hecho un mundo donde la alegría fuera la competencia real, el amor el talento, y la seguridad y armonía la
vocación, estaríamos ahora en una cultura, que no ideología, de características Fortificadoras conectadoras,
que representan la conexión del Promotor y estaríamos preparando, para dentro de cinco años otra
generación Constructora conectada. Con lo cual el mundo funcionaría ya, en este instante, al 320% de energía
en vez de al 20%.
Vale decir que poseemos ahora una ciencia y su instrumental que permite cambiar la historia de la
humanidad al hacer girar la rueda de las tipologías al derecho, logrando así acumular experiencias de todo el
abanico de opciones buenas al dar lugar, en cada generación, a la cultura tipológica conectada que sigue y
potencia a la anterior. Así, en cada eslabón de la cadena se duplica la energía acumulada en el paso anterior.
Nosotros impartimos la formación de ese tipo de dirigentes en los Cursos Avanzados de Dirigentes MAT y en
los Cursos Docentes del Club MAT de Dirigentes, la universidad MAT de MAT21, cuya Web es:
http://www.mat21.net/
Hemos dicho que el salto se puede hacer en el momento en que lo decidamos: Pongamos un caso
negado por ejemplo. Imaginemos que nos decidiéramos a empezar hoy. Estamos, definitivamente y desde
1990, en una generación de tipología Reactivadora desconectada. Lo que vamos a ver que podríamos hacer
hoy es muy relevante porque, como veremos un poco más adelante, todo el siglo XXI tendrá la tipología
Reactivadora. Con lo cual, estas ideas que hoy, en rigor, no son factibles de implementar pues el MAT es aún
bastante desconocido y sólo quedan seis años para que emerja otra generación, serán vigentes como
solución inicial de transformación del mundo durante noventa y seis años más, ya que el siglo entero será
Reactivador. Vale la pena detenerse un rato a meditar sobre ellas.
La generación vigente en el mundo actual tiene todas y cada una de las características de la tipología
Reactivadora. Para mayor detalle remitimos al lector al estudio de la tipología, páginas 304 a 400.
El amor y la estructura del Protector son hoy los valores dominantes: la solidaridad triunfa en las calles,
en nuestras relaciones con los países desfavorecidos; la persona, el ser humano, está en el centro de interés,
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el alma ya no es un concepto abstracto sino una realidad actuante y vigente. Ese amor tiene un 140% de
energía y está inflado. El 40% es falso amor salvador de los peores que remplaza miedo auténtico. El amor no
está definido en su definición MAT, el “espacio seguro a crear y crearse para que cada cual sea lo que nació
para ser, un espacio donde conservar lo válido que tenemos y recuperar lo auténtico que hemos perdido o
nos han arrancado”. No, el amor de la ideología dominante es un amor salvador de los peores, paternalista y
mesiánico, que milita por vender la falsa idea de que, en la jerarquía de las seis emociones auténticas del ser
humano, el amor vale por tres. Es decir que la ideología generacional actual milita por hacernos creer que el
amor, además de su espacio y función, alimentar un Protector sano, debe ocupar el sitio del miedo y nutrir el
Rector, convirtiéndonos así en paternalistas y en salvadores con rachas de histerismo (rabia en vez de miedo)
teñido de chulería torera cuando estamos en la cama del lobo, cual caperucita. El amor hiperpresente debe,
en esta ideología Reactivadora remplazar también la alegría y nutrir el Orientador, haciéndonos entregar, a
más del alma, el espíritu con talante redentor, salvador y mesiánico, haciéndonos así dependientes del mal
que hemos de redimir antes que de ocuparnos del bien, que, por ser el bien, ya no nos necesita.
¿Es de extrañar, entonces, que se esté gestando una generación Legisladora desconectada de la
alegría y con fobia al amor, para compensar? Esta ideología Legisladora está en puertas y durará del 2011 al
2031, ya lo veremos. No es posible evitarla. Sí es posible conectarla. Pero no ocurrirá.
La generación Reactivadora ya ha cambiado el mundo y nos vamos a limitar a dos campos de acción
para examinar su incidencia: el campo de las ciencias empresariales y de la política, pues son áreas
determinantes para instrumentar el cambio en la sociedad.
En las ciencias empresariales, que son nuestra especialidad, existe una gran revolución actualmente.
Examinemos los grandes lineamientos de ese cambio:
El modelo de referencia empresarial: pasó de ser el triunfador self-made-man joven e insolidario, a ser
el salvador, el líder que aglutina y reactiva emocionalmente.
La edad ideal: no se sitúa ya de 20 a 35 años, sino que hoy está en más de 40 años y hasta que el
espíritu aguante; cuanto más sabio y mayor, mejor.
El directivo más buscado: ya no es el técnico especialista y el político; es hoy el agente de cambio y de
transformación y el coach.
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El más poderoso: ya no es el mánager de jure, sino el líder de facto que ayuda y se pone al servicio de
sus colaboradores como una mamá buena. El Maestro y sus discípulos están hoy en la cresta de lo más
venerado.
El norte del líder: ya no es el interés por los resultados inmediatos y el valor añadido; es hoy el interés
por el crecimiento y la transformación humana, por la persona concreta, por el valor recuperado y por la
actualización del potencial colectivo.
Lo más desatentido: ya no es la personalidad de la organización, su cultura y su gente; ésta es hoy la
superprioridad.
El sector más atendido: ya no es el marketing, las ventas, la publicidad y las relaciones públicas; es hoy
las personas de la organización, la salud integral, el desarrollo organizacional y la planificación estratégica, y,
más que todo, la transformación de la persona y de las organizaciones.
La aventura más fascinante: ya no es llegar el primero y derrocar al que estaba antes; es hoy llegar
todos juntos lo más lejos y lo más profundo posible.
La verdad más eterna: ya no es la guerra, los reinos de Taifas y el corporativismo; es la paz, la
colaboración pluridisciplinaria, la solidaridad.
El directivo más disputado: ya no es el joven graduado universitario especialista; es el autodidacta
multifacético. El solitario excepcional. El genio.
La ciencia de referencia: ya no es la telemática, las telecomunicaciones y lo espacial; es la
psicogenética molecular y la biología (biomedicina, biogerencia etc.)
La religión más seguida: ya no es el animismo, los gurúes, los fundamentalismos; es el ecumenismo
monoteísta, el mesianismo, el chamanismo.
La técnica de desarrollo organizacional más respetada: ya no es la simulación de escenarios
especializados; es la psicología profunda aplicada a la organización y los círculos de calidad multisectoriales.
La escuela psicológica subyacente: ya no es el psicoanálisis; es el proceso iniciático individual
junguiano.
Lo más creíble: ya no es lo publicado en una revista especializada; es el testimonio personal individual
y vivencial.
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El riesgo máximo no aparente: ya no es que el mundo se convierta en una jungla; es que las falsas
víctimas sean las más atendidas y que los mejores se desgasten y se frustren.
El escape: ya no es la droga, el sexo, la velocidad, el video; es la inflación mesiánica, la victimología, las
ciencias ocultas.
La jerarquía de la motivación: ya no es el éxito a corto plazo; es la pertenencia y la autoactualización.
El estilo ideal de liderazgo: ya no es el interés por el éxito y por la velocidad; es el interés por la
transformación de la persona y el interés por la innovación.
En cuanto a la organización de la empresa en sí, ya que este siglo será Reactivador por completo, con
sus fases tipológicas generacionales, claro, los cambios más notables son:
Empresa del siglo XX
Empresa del siglo XXI
Trabajo manual y de servicios
Trabajo de innovación
Empresas de servicios compitiendo
Empresas de servicio solidario en red
Gestión por competencias
Gestión por vocaciones
Organización piramidal autoritaria
Organización horizontal en redes
Rediseño de procesos
Integración biológica e interrelación
Competencias conversacionales
Testimonios de transformación y cambio
individuales.
Fragmentación de los procesos para
dominarlos de forma repetitiva.
Integración de las funciones en un modelo
bio-orgánico humanista.
Énfasis en la armonía de las
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Énfasis estructural Sintetizador y Rector.
estructuras con sus emociones (ligera dominante
del Protector y del Orientador.
Emocionalidad de base: falso orgullo y
tristeza inflada
Emocionalidad de base: seguridad basada
sobre
el
autoconocimiento
avanzando
en
secuencia y culminando en pertenencia (no se
contempla aún la plenitud)
En el campo de la política se avecinan cambios aún más importantes, pues el modelo político
decimonónico que predomina en las sociedades más avanzadas, ya sea éste presidencialista o parlamentario,
ha dejado de ajustarse a las necesidades de la sociedad del tercer milenio.
Sin entrar en más detalles ni análisis, pues esto será objeto de una obra posterior sobre organización
política del tercer milenio, daremos de entrada los lineamientos Reactivadores Conectados de la organización
política MAT del futuro. El Reactivador Conectado es el Constructor pleno de un mundo nuevo. Estos
lineamientos pueden hoy parecer inaplicables y utópicos, pues son absolutamente revolucionarios y
transformadores. La sociedad actual no está preparada, ni mucho menos, para aplicarlos hoy, pero nada
puede impedir ya que todas las fuerzas innovadoras y la mera sensatez sueñen en instrumentarlos, pues se
trata de una biopolítica hecha a imagen y semejanza del ser humano completo.
EL CONSEJO SUPREMO DE SEGURIDAD:
Tiene como función la seguridad total de la nación. Es decir: la selección de miembros de los
estamentos del país, ya sea de manera directa ya sea por recomendaciones, según el caso.
Abarca los campos de Defensa, Policía, Prevención de enfermedades, y detección de personas tóxicas
que se puedan infiltrar en los otros estamentos.
El número de personas que componen el consejo será bajo (una docena aproximadamente) y su grado
de crecimiento requiere que estén, como mínimo, en fase de Trascendencia, que es un proceso de seis fases
que sigue a la hiperconexión y hace trabajar a la persona a 320.000% de energía innata.
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El nivel alcanzado por estas personas garantizará que se pase del enfoque represivo y disuasorio de
las organizaciones de seguridad y de defensa actuales a una filosofía que instrumente el sistema inmunológico
perfecto del ser humano. Tendremos entonces un consejo de sabios preparados para los más elevados e
innovadores enfoques de la función de defensa.
En efecto, en la sociedad del tercer milenio la ideología de defensa tipo ejército autoritario habrá
desaparecido para dejar lugar a profesionales muy calificados que se rijan por la autogestión, tengan,
naturalmente, derecho de voto y recuestionen, más que en ninguna otra función, la negación del eje miedoorgullo que convierte al ser humano en una máquina sumisa y represiva. El Consejo Supremo de Seguridad
realiza la función más elevada y ética del Rector social. Sus miembros son elegidos por el Consejo de
Maestros.
EL EJECUTIVO NACIONAL:
Dirigido por el Consejo Supremo de Seguridad y elegido por él, es directamente responsable delante de
la Cámara del Pueblo, que puede destituirlo. Dirige las funciones de educación, de comunicación y de
transporte, funciones estelares de desarrollo en la sociedad futura, así como todas las demás funciones que
hoy son asignadas al ejecutivo nacional. Todos sus dirigentes estarán conectados y, al menos, en primera fase
de hiperconexión. El Ejecutivo Nacional cumple las funciones de un buen Sintetizador alimentado con auténtica
inteligencia.
LA CÁMARA DEL PUEBLO:
Constará de uno 200 elegidos por asociaciones que reúnan lo más representativo en los roles sociales
y profesionales (eso va desde asociaciones de vecinos hasta minorías, pasando por todas las profesiones)
que conforman un colectivo que elegirá a los miembros de la cámara entre sus pares. Controla el poder
judicial. Controla la ética y lozanía de las asociaciones profesionales y sociales. Controla el Legislativo y lo
puede destituir. Están pagados para trabajar a tiempo completo. Controla un tribunal popular ante el cual se
puede denunciar a cualquier corrupto o traidor o incumplidor grave de cualquier estamento. La tónica aquí
será la desaparición de los políticos que estarán desprestigiados y serán vistos como parásitos y
fomentadores de relaciones de poder. A medida que el pueblo entero esté politizado, el político profesional
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será visto como un anacronismo. El Consejo de Seguridad sólo tendrá el derecho a veto de postulación de un
candidato si se tratara de un psicópata demostrado. La Cámara del Pueblo cumple las funciones de un
Vitalizador social sano.
EL COLEGIO CREADOR:
Es independiente y consultivo y está compuesto de grandes creadores, descubridores y genios. Publica
sus veredictos sobre los miembros de los demás estamentos, que son publicitados obligatoriamente por la
prensa y por la televisión. Del mismo modo, los descubrimientos del colegio han de ser publicados sean o no
considerados oportunos por los demás estamentos. Hacen recomendaciones al Consejo Supremo de
Seguridad y éstas deberán ser publicadas si no son acatadas. El colegio tiene como principal función detectar
el talento y la genialidad en el país y fomentarlos. El Colegio Creador cumple las funciones de un
Transformador sano.
LA CÁMARA LEGISLATIVA:
Elegida por la Cámara del pueblo sobre sugerencias del Consejo de Seguridad, está compuesta por
doctores de la ley, de la biomedicina, de la psicología y de la sociología y estarán excluidos de ella los
políticos. Será responsable ante la Cámara del pueblo. Constará de pocas personas. Tendrá como función
adicional la mejora de la Sanidad y de la función de ayuda y solidaridad a colectivos y causas sociales. La
Cámara Legislativa será la expresión del Protector Social sano.
EL CONSEJO DE MAESTROS:
El Consejo de Maestros, seleccionados por los cinco poderes anteriores entre personas que hayan
alcanzado el dominio de los tres ejes (fase muy posterior al de la trascendencia, fase obligada de los
miembros del Consejo Supremo de Seguridad) tendrá más obligaciones que derechos y, a la vez, será el
organismo de más peso de la nación.
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El consejo de Maestros tendrá como principal función la salud espiritual de la nación y la libertad de
conciencia del ciudadano. Tendrá como misión el alertar y denunciar todo intento de someter al ser humano a
dogmas, religiones o culto de la personalidad.
Podrá opinar sobre cualquier tema o persona de los demás cinco poderes o de sus propios miembros.
Tres amonestaciones incapacitarán para el cargo en cualquiera de los seis poderes.
El Colegio de Maestros impartirá enseñanza sobre todo lo que ataña a la libertad espiritual y emocional
del ser humano. El Consejo de Maestros representa el Orientador social sano.
EL PRESIDENTE: elegido proporcionalmente por el mismo número de representantes de los seis
poderes, dirigirá el Consejo de Seguridad y coordinará el ejecutivo nacional. Podrá ser destituido por la
Cámara del pueblo.
EL REY: Durante el próximo siglo Reactivador, la función de la monarquía estará muy en boga y se
demostrará que la figura de un monarca o de una reina es un signo de estatus real, así como el colofón de un
organismo sano. El Rey remite al Centro de la estructura de personalidad y tiene una función esencial para el
equilibrio y la plenitud de un país, así como sobre la continuidad de su identidad. Muchos países que
expulsaron la monarquía de sus instituciones volverán a restaurarla.
¿ Qué enfoques y actitudes servirán para la conexión de la ideología Reactivadora, que va a durar
durante todo el siglo XXI?
¿Cuales son los peligros para el mundo si ese esfuerzo de conexión no se hace?
La conexión de una ideología es más fácil que la de una persona, pues su formulación no encontrará
las resistencias de origen inconsciente que se despiertan durante el proceso de transformación individual. La
primera necesidad será la de valorar las emociones y estructuras integrales, es decir el orgullo perfecto del
Reactivador que nutre un efervescente Transformador y la tristeza ultra sensible y clara que nutre su brillante
Sintetizador.
A continuación es prioritario redimensionar el amor inflado, empezando por diferenciarlo de la
compasión, que es tristeza. Aquí, en países cristianos será urgente descontaminar el amor de connotaciones
cristianas y salvadoras y restituirle su pureza y su lozanía. Todo lo escrito en el capítulo sobre estructuras y
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emociones será importante a la hora de adecuar las emociones y sus funciones. La corrección de la
compulsión Reactivadora de salvar a los peores para lavar y redimir sus culpas pesadillescas y por entero
falsas, y desatender a los mejores exigiéndoles más –porqué así se trata a sí mismo- será una tarea
ineludible. Así, el amor puro, el que moviliza el alma, estará fundamentado en el orgullo y no al revés, como él
y todas las tipologías lo suelen poner. En este caso: entregarse hasta a Satanás – que no existe- si fuera
necesario con tal de poder mirarse al espejo con algo de satisfacción. Así, el Reactivador sale de su pesadilla y
accede a la alegría, que es lo suyo.
En tercer lugar, habrá que valorar y recuperar el miedo auténtico, y convertir al Rector social en
guardián de la armonía que posibilita el equilibrio y la presencia de todas las estructuras. Este es el talento del
Reactivador porque el autoconocimiento y el conocimiento de los demás, materia en la cual es francamente
genial, le permite establecer diagnósticos precisos y científicos de gran objetividad que remplazan las
“opiniones” subjetivas que no tienen valor alguno. La limpieza del Rector descontaminado de toda creencia es
materia de excelencia en un Rector alimentado por miedo auténtico. Miedo a tener creencias, y por ende una
tipología, es el único miedo mortal que hay que tener. Así como el miedo a creerse como verdades las
mentiras tipológicas de los demás. Con lo cual, el Reactivador halla a su aliado vocacional: el Constructor, que
encuentra, encantado, su vocación de rabia contra las mentiras, que él sabe confrontar y desenmascarar
como nadie. Así el Constructor se sitúa, vocacionalmente, en la punta del eje rabia-alegría, ese eje, que, por
no “ser de esta tierra”, en un mundo Constructor desconectado precisamente de su vocación (rabiaVitalizador-olfato), había proyectado al cielo y había bautizado como eje angelical, exilándose así de ésta, SU
tierra.
En último lugar, se trata de reconquistar la grandeza del espíritu humano nutrido por la alegría de la
certeza de encontrar verdades cada vez más universales y trascendentes, cada vez más descontaminadas de
religiosidades. La alegría pura y auténtica como vocación social confiere la habilidad visionaria de la
planificación estratégica, que se sustenta sobre la visión de futuro en un proceso de infinito crecimiento que
aumenta la talla humana de las personas. La alegría se convierte entonces en la culminación trascendente del
amor puro, pues el ser humano descubre su identidad con todos los demás seres y entes del universo. Y allí
salta el Reactivador, hacia su vocación, y ocupa la otra punta del eje. Con ello se crea el equipo genial de
EXPERTOS DE LO EXISTENTE (ver capítulo sobre las emociones, sección ejes).
De no hacerse esa urgente tarea, el siglo Reactivador, a más de convertirse en un aborto más en la
historia de las ideologías, tendrá un efecto nocivo sobre este planeta. Pues recordemos que el Mapa
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Reactivador representa, cuando está conectado, el compañero ideal para un mundo Constructor, a la vez que
el equipo perfecto, que posibilita el acceso a la totalidad de la verdad progresiva (suma de dos mitades – el
Reactivador y el Constructor- de un mismo todo) y de las habilidades desplegadas ( suma de tristeza
competente + orgullo talentoso + rabia vocacional que reposan sobre amor y alegría puros del Constructor
unido a amor competente + miedo talentoso + alegría vocacional que reposan sobre tristeza y orgullo puros
del Reactivador), representa, cuando está en estado de desconexión, la disociación del mapa Constructor. En
este momento histórico se está presentando esta amenaza a causa de la radicalización de ambas
desconexiones. En el ámbito empresarial existe una crisis, que puede arrastrar a la desaparición de
organizaciones basadas sobre la fragmentación del ser humano en piezas cada vez más diminutas, que
posibilitan la fantasía de poder controlarlas y robotizarlas. La organización empresarial y social Constructora
obedece en todo a la ideología taylorista. El surgimiento imperativo y rotundo de la visión integradora y
humanista Reactivadora colapsa el mapa Constructor, porque éste está desconectado de la rabia -que sirve
para eliminar y desechar lo que no sirve porque reposa sobre mentiras- , y del orgullo, que sirve para ver al
ser en su integralidad, en su talento creador, en su absoluta e inasible diversidad, en su indomable libertad y
en su anhelo permanente de crecimiento y metamorfosis. El destino del mundo depende de que, en este
momento preciso, la ideología Constructora decida orgullosamente redimensionar su tristeza necrófila y
resignada, afirmar su talento por el orgullo transformador, innovador y libertario, y recuperar su rabia
vocacional, que desenmascara las mentiras, inversiones y manipulaciones. Y si todo ello es de verdad, no
habrá una sola gota de sangre derramada ni una sola persona tras las rejas. Porque la rabia pura dice, con
alegría de la certeza: “¡Así NO...así SÏ!”, y la alegría autentica responde: “¡Pues aquí ESTÁ (esta verdad algo
más verdadera que otra) y está para ser usada!”. Visto así, es decir, auténticamente, nadie puede sentirse
ofendido si es verdad. Y sólo pelean dos personas o grupos cuando ninguno detectó la mentira ni la verdad.
En nuestros cursos jamás surgen conflictos y tenemos personas de todos los credos ideológicos, religiosos y
nacionales, a más, naturalmente de tipológicos. Jamás, de las más de 3.000 personas instruidas en el MAT,
nadie perdió ni se sacrificó para que otro gane. La guerra, la prisión, el manicomio, son tan sólo confesiones,
a gritos, de impotencia.
Hoy hay una pelea a gritos entre partidarios del “viejo paradigma” y partidarios del “nuevo paradigma”
. Vale decir, si se examina mínimamente el contenido de cada ideología, que hay una pelea entre el Mapa
Constructor en fase Legisladora (desconexión) y el Mapa Reactivador en fase Legisladora (desconexión). A
todo eso, los Legisladores están en primera fila del palco de butacas, arbitrando y encontrando DEFECTOS a
cada una de las ideologías. ¡Y vaya si las tienen! El “paradigma” Constructor nos lleva a la necrofilia, y el
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PRECIADA AZANCOT
Reactivador a ser profetas oraculares de la nada. Todo acaba en el cementerio. Y, si gana uno de los dos, el
mundo entero se disocia. Es como para tener miedo auténtico y participar durante media hora en el debate
para demostrar que ambas son locuras y falsedades y que de paradigmas no tienen un pelo. Ningún
paradigma reposa sobre verdades, por lo demás.
¿ Qué otras ideologías generacionales nos esperan en el futuro cercano? Podemos prever, con el
MAT, a cincuenta años, o a doscientos o a un milenio. Quedémonos en cincuenta.
Dentro de seis años, y del 2011 al 2031, regirá la generación Legisladora. Durante diez años, sólo los
más despiertos la verán con claridad mientras agoniza la generación Reactivadora actual. Agoniza por dos
razones, las dos mismas razones que presidieron a la muerte de las ideologías generacionales que vinieron
antes y que, durante, en rigor, tres siglos más, presidirán a esos abortos ideológicos en cadena. Lo primero,
como ya constatamos, es que cada ideología es tipológica y es, por lo tanto, una prisión, y lo segundo es que
por la razón anterior se presentan en la secuencia del vaciado de energía, como ya pudimos constatar. Así,
cada generación, en vez de edificar civilizaciones válidas y dejar paso a la siguiente, delega en sus hijos la
tarea de salvarlos del desnortamiento y de la miseria, resolviendo los problemas de la generación anterior en
vez de los propios. Y la rueda de la historia sigue su camino de Sísifo, al revés. La piedra de la emoción inflada
del padre cae sobre los débiles hombros del hijo, que tiene entonces que arrastrar dos piedras y colocarlas en
la cima de la montaña: la propia más la del padre.
La era Legisladora se caracterizará, naturalmente, por el orgullo inflado, la alegría desconectada y el
amor prohibido. Vale decir que estaremos en el apogeo de la civilización de las ideologías y de las religiones
monoteístas tradicionales. Apogeo de las ideologías, muy notablemente las tipológicas, comienzo y final de
todos los males del reino de los mamíferos, porque el orgullo inflado adora, idolátricamente por cierto, las
ideologías. En un mundo sin alegría, es decir sin verdad, aportan una ilusoria tranquilidad. En un mundo sin
orgullo, pues lo inflado es la caricatura tópica de lo real, aportan poder, lo opuesto a la potencia. Y en un
mundo sin amor, aportan un seguro contra la concordia, es decir una garantía de guerras. Con lo cual ya
tenemos una “civilización”.
El diccionario que hemos elegido como referencia lingüística en esta obra, define “civilización” como:
“conjunto de ideas, creencias religiosas, ciencias, artes y costumbres propias de un determinado pueblo”. O
sea, una tipología que construye un templo a sus propias creencias. Y, el templo, esta vez, será Legislador.
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Ninguna otra tipología se atreve a construir civilizaciones. Tan sólo los Legisladores lo hacen, porque en reírse
de ellas les va la competencia, el talento y la vocación. Por eso. Los Reactivadores se contentan con el
testimonio, los Promotores con la fugaz visión de lo posible, los Fortificadores con sobrevivir y soñar que
algún día se diluirán en el nirvana, los Constructores con edificar algo aunque sólo sea aproximadamente
justo, aunque tengan que cargar con todo el peso, los Reveladores con dinamitar lo falso, en particular y muy
especialmente las ideologías. Sólo los Legisladores se animan a construir y consagrar ídolos de turno. Porque
si no ¿cómo mantener el orgullo inflado, cómo sostener la alegría desconectada? ¿Cómo respirar con el amor
prohibido? No olvidemos, sin embargo, que algunos Legisladores encontrarán, en esta generación
Reactivadora, su conexión, y pasarán a ser los Fortificadores plenos de un mundo de justicia, armonía y paz al
servicio de la fraternidad entre todas las criaturas. ¿Serán muchos los que lo logren? No lo creemos, porque
estamos en un peligro de conflagración mundial ideológica con lo de las disputas entre los seguidores del
nuevo paradigma y del viejo paradigma. Y el Legislador, que ya sigue normalmente las enseñanzas y creencias
de su dios personal, Atlas, y, con la más débil de las estructuras, sostiene el peso del mundo sin permitirse
respirar, se creerá, en estos próximos seis años de apogeo Reactivador, revestido de la misión de “arbitrar”.
Su veredicto será, como siempre, encontrarle defectos a los dos y dictaminar que hay que otorgar medallas a
los aportes “históricos” de cada uno. Al Constructor le conferirá la medalla del trabajo y al Reactivador la de la
ingenua buena voluntad, pero lo esencial será evitar el desmadre de la disociación. Eso ya será un aporte
valiosísimo y se lo deberemos a nuestros gloriosos y caballerosos y nobles y justos Legisladores.
Del 2032 al 2052 estaremos en una generación ideológica Reveladora: ideológica, aunque el
Revelador presume de dinamitar las ideologías. Como pertenece al tipo de seres que ven la paja en el ojo
ajeno y no la viga en el propio, no asumen que ellos tienen una ideología, libertaria, justiciera, contestataria,
cierto, pero ideología al fin. Ideología que se basa en la rabia inflada, la tristeza desconectada y el orgullo
prohibido. Será la generación del “¡Así no!”, a gritos, así no a las ideologías y a las religiones, gritarán a los
Legisladores; así no a la esclavitud, ¿hasta cuando?, espetarán a los Constructores; así no a la cobardía, dirán
a los Fortificadores; así no el cinismo, escupirán a los Promotores; así no la ingenuidad y la promiscuidad,
clamarán a los Reactivadores. Y como siempre, dirá parte de la verdad sin añadir el “así sí” de la rabia
auténtica, base del orgullo, que se trata aquí de no sentir. Con lo cual, a todas las opciones que,
traviesamente, pedirán a los demás, les encontrará un “pero” sin proclamar la suya de ecuanimidad,
magnanimidad, fidelidad y sensibilidad hiper inteligente que nació para aportar.
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PRECIADA AZANCOT
Si lo siguiente puede ayudar, aquí ofrecemos en forma de cuadro los paradigmas de las dos siguientes
ideologías generacionales que nos esperan en la primera mitad del primer siglo del tercer milenio.
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LA CULTURA GERENCIAL DE MAÑANA
ERA LEGISLADORA (2011-2021)
ERA REVELADORA (2032-2052)
*Modelo de referencia: El culturizador,
El individualista que libera a todos de las
maduro, que aglutina a las personas alrededor del ataduras rancias (familia, organización, país, raza,
sentido de pertenencia.
religión)
*Edad ideal: 40 a 65 años.
18 a 50 años.
*El más buscado: El Presidente.
El genio.
*El más poderoso: El estadista con su
El creador y el libertador aislados.
equipo.
*Tipología que todos desean incorporarse:
el Legislador en fase Reveladora.
*El norte del líder: interés por la
civilización y por todo lo probado que se pueda
consolidar, institucionalizar y desarrollar.
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El Revelador en fase Reactivadora.
Interés por las cualidades específicas y
únicas a todos los niveles, interés por crear
categorías nuevas.
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*Lo más atendido: el liderazgo, la cultura,
las alianzas.
La expresión creadora y libre de nuevos
modos de organización que hagan ganar libertad.
*Lo menos atendido: la justicia, porque el
Las instituciones y el sentido de
peso cae sobre los más sacrificados al bien común pertenencia a ellos. El honesto trabajo constante
y la alegría por un perfeccionismo excesivo.
que mantiene la máquina.
*El sector más atendido: planificación
El I+D, el liderazgo, la formación.
estratégica y cultura que aglutina los RRHH.
Crear un mundo de justicia y de libertad
*La aventura más fascinante: Edificar una donde cada cual pueda expresarse en paz.
civilización ejemplar que sea modélica y eterna.
*La verdad más eterna: la dignidad del
ciudadano, la colaboración, la responsabilidad, la
solidaridad, el culto a los antepasados.
*El directivo más buscado: el sabio que
asesora al presidente y el gestor honesto y leal que
La libertad, la igualdad, el mestizaje, el
arte.
El idealista solitario que rompe moldes y
sigue su camino.
realiza las metas del líder.
*La ciencia de referencia: la tecnología de
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Las comunicaciones, la telemática, la
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defensa aplicada al mundo civil.
fusión de arte y ciencia.
*La religión más seguida: el ecumenismo
La ruptura del orden monolítico Legislador
monoteísta, el judaísmo, la conversión en religión y el surgimiento de nuevos dioses del Olimpo
de las revelaciones trascendentes de la era galáctico. El maniqueísmo.
Reactivadota. El Dios hecho a imagen y semejanza
del ser humano culminado.
*La técnica de D.O. más respetada: La
filosofía aplicada al D.O., la globalización por
grandes imperios aliados, la cultura de la
La gestión del talento por pequeños
equipos de trabajo volcados hacia la creación. El
I+D y el liderazgo.
organización, la gestión financiera.
*La escuela psicológica subyacente: el
psicoanálisis,
las
ciencias
humanísticas,
La Guestalt, la corporalidad, la biodanza,
la ¿el MAT? (la estructura innata, no las topologías).
metafísica aplicada a la psicología.
*Lo
universidades.
más
creíble:
lo
La
lección
de
avalado
por
Lo recién descubierto por genios aislados.
los grandes La cultura griega antigua.
fundadores de imperios y de civilizaciones. El mito
del rey Arturo (excalibur) y de Carlo Magno.
*El riesgo máximo no aparente: la
congelación de la evolución, la idolatrización de los
genios del pasado reciente.
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Que se dinamite lo válido, que se haga
tábula rasa, que se extermine todo lo civilizado. Las
guerras de exterminio y mundiales.
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El fetichismo, la paranoia, la envidia, el
*El escape: las pulsiones eróticas, la
maniqueísmo, el tabaco.
idolatría, la pedantería, las tertulias.
*Jerarquía de la motivación:
El estatus (de la innovación)
El estatus.
La justicia.
La pertenencia.
*Estilo ideal de liderazgo:
Interés por la cultura
Interés por la innovación.
Interés por la estrategia.
Interés por la justicia.
*Tipologías de personas y organizaciones
favorecidas por la era:
-Reveladores.
-Legisladores
-Constructores.
-Fortificadores.
-Legisladores.
-Reveladores.
*Tipologías más amenazadas:
-Fortificadores.
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-Promotores.
-Reactivadores.
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-Todas las demás salvo Reveladores.
*Claves para sacar el máximo provecho de
la era:
-Valorar la libertad y la alegría de vivir.
-Apreciar el sosiego, la caballerosidad, la
cortesía.
-Valorar la capacidad creadora y la
creación.
-Descodificar las emociones falsas y
-Luchar por el estatus de los mejores.
proponer las auténticas.
-Luchar por una cultura que garantice la
-Afirmar la dignidad.
justicia.
-Darse cuenta de que es estéril buscar la
perfección.
-Aplaudir y promover la solidaridad
-Ser tolerante.
-Ser paciente.
auténtica.
-Valorar
las
instituciones
cuando
corresponden a la verdad.
-Cultivar el buen humor y la alegría.
*Oportunidades:
Explosión de creatividad y de creaciones.
Estabilización y sosiego.
Osadía en manifestar lo individual, lo
Estatus a lo más válido del ayer.
Esfuerzo por sistematizar y consagrar las
oportunidades comprobadas.
Caballerosidad y cortesía.
excéntrico.
Camaradería informal.
Espacio de florecimiento para los genios y
para los niños.
Multiplicación de iniciativas.
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Tolerancia y benevolismo.
Elegancia y buen hacer.
Idealismo.
Vocación de servicio.
Civilización.
Valoración de la innovación de la juventud
y canalizarla a través de instituciones.
Construcción de grandes conjuntos de
naciones.
Auge de Europa.
Certeza en que el genio siempre será
reconocido con el tiempo.
Respeto por los mayores y ancianos.
Auge de las capitales.
*Riesgos:
Rigidez.
Idolatría. Burocracia.
Pesadez.
Esteticismo futurista con raíces en lo más
eterno.
Vocación de justicia.
Mestizaje.
Auge del llanero solitario.
Romanticismo.
Máxima jerarquía del amor de pareja.
Liberación de los hijos.
Auge de las ciudades alternativas de las
metrópolis.
Aprendizaje de la libertad.
Estatus inmediato para los genios.
Auge de África y de lo africano.
Reflorecimiento de USA.
Desorden.
Irreverencia.
Agresividad.
Ensañamiento.
Inmadurez.
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De 2053 a 2073 surgirá la generación ideológica Constructora:
Si la amenaza de conflagración planetaria Reveladora no termina con nuestro mundo, y no lo hará,
surgirá, después de varios conflictos de todo tipo (incluyendo, naturalmente, los armados), la honesta
generación Constructora que se abocará a reconstruir lo destrozado, conservando, -conservadoramente,
cierto es-, lo más válido y demostrado de las dos generaciones anteriores. La ideología dominante tendrá la
tristeza inflada, el orgullo desconectado y la rabia prohibida. ¿Vale decir que volveremos exactamente a la
ideología mundial dominante como ya la hemos descrito? En la forma no, en el fondo sí. En la forma, habrá
tantísimos adelantos de todas las ciencias, de todas los artes, de todas las filosofías, que el mundo que habrá
no tendrá ni por asomo el aspecto del que conocemos hoy. Pues seguiremos en un siglo Reactivador. Y si el
Reactivador se caracteriza por algo, es por su talento para inventar y descubrir caminos que devuelvan la paz
espiritual perdida por el ser humano. En el fondo, sí. Sísifo seguirá reinando.
De 2074 a 2094 le tocará el turno a la generación Fortificadora, que aportará la preconexión a la
agitada y volcánica era secular Reactivadora. Así, el primer siglo Reactivador morirá apaciblemente, en la
concentración, en la serenidad, y en la amargura de creer que su sueño del mundo no es de esta tierra. Miles
de investigadores, de grandes investigadores, dirán “¡Eureka!”, pues vendrán muchos descubrimientos iguales
y que el MAT en todos los aspectos del ser humano y de las ciencias humanas.
Del 2095 al 2115 la era Promotora se encargará de empaquetar y frivolizar esos descubrimientos.
Con ese lastre nacerá un siglo Legislador, muy satisfecho de crear la Civilización del Tercer Milenio. EL
CUERPO DEL MUNDO SEGUIRÁ HIPOTECADO.
La tipología ideológica de los siglos o ideologías seculares.:
Lo primero que debemos anunciar es que, desde que el mundo es mundo, o al menos, mundo
civilizado, la ideología de los siglos sigue en todo la misma secuencia inversora que la de las generaciones. En
efecto, acabamos de terminar un siglo de ideología Promotora: el siglo XX fue, en efecto, un siglo de
aceleración, velocidad, comunicaciones, guerras cínicas y orientadas al poder, falsas descolonizaciones,
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incremento de abismos entre riqueza insultante de los más poderosos y muertes por inanición de los más
desprotegidos. Un siglo de fundamentalismos fanáticos enfrentados con ateismos desalmados. Un siglo que
cultivó la vitrina y el consumismo, un siglo que casi termina con el mundo al acceder al poderío nuclear que es,
ni más ni menos, el arte de partir la alegría, el átomo, en dos, y abocarse a invertir todo el dinero en armas en
vez de ver que allí había la fuente de energía posible, limpia, gratuita y segura para el tercer milenio.
Sí, pero, y esta vez lo decimos nosotros, también fue un siglo que permitió ver, a quien ojos tenía, y
tocar, a quien piel tenía, y gozar a quien sexo tenía, la naturaleza oculta de lo que significa emoción originaria
y su esplendor, emoción inflada y su competencia universal, emoción desconectada y su oculta genialidad,
emoción prohibida y su iconoclasta vocación. Sí.
El siglo Promotor nos trajo las dos emociones originarias del Promotor; la tristeza y el orgullo. Jamás
antes el mundo había sido tan inteligente. No sólo porque el siglo XX fue básicamente, esencialmente, el de la
informática y las telecomunicaciones, no sólo, sino porque en este siglo, y en este nada más, el ser humano
podía descubrir que tenía seis estructuras innatas, vírgenes e intactas, y eso fue históricamente más
importante que el descubrimiento de América.
Y también el orgullo puro: el siglo XX fue el de la dignidad, al menos legal, de las razas, de los sexos,
todos, de las confesiones, y al tiempo y por ello, el siglo del florecimiento no del arte más alto, pues eso es
materia pendiente del Promotor que accede a la
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