José Luis, Tola, Invernizzi (1918-2001) fue un artista impar y el suyo un legado singular a las artes plásticas del Uruguay. Una contribución de osadía cromática de furiosa libertad expresiva, de imaginería desatada, de creatividad paroxística, para trasmitir hondos contenidos sociales. Significa una bienvenida ráfaga de renovación y atrevimiento que confiere un infrecuente paisaje de irreverencia al arte nacional. Sus obras muestran exacerbaciones del dibujo o del color, con la intención de trasmitir de una manera más rotunda, golpeante, tal como lo expresó en sus palabras.1 Regido por la importancia que le otorgaba la temática, fue intensamente figurativo desde la zona de mayor libertad de lo visible con los ojos. Su mirada no quedó atrapada por la esclavitud de las apariencias y presentó, con recursos imaginativos, una realidad múltiple, diversa y complicada. Acicate para la transformación del mundo, su arte se centra en un mensaje universal. Del estudio de su obra y de sus declaraciones surgen tres tópicos fundamentales, lo social, lo metafísico y lo sensual. Eran ejes de su producción: la oposición a la desigualdad y a la violencia, las respuestas contestatarias frente a los desmanes políticos, el rechazo a los excesos de poder, la lucha contra la injusticia, la defensa de los derechos humanos, la denuncia de las prisiones injustas y las crueldades de las torturas de los presos políticos, el dolor frente a los ataques a la paternidad y maternidad, la condena de la explotación y la repulsa a la humillación. Más allá de un contexto determinado, existe un hilo conductor en su obra motivado por la responsabilidad ante el ser humano y su destino y sus sufrimientos por razones sociales y políticas. Conciliar el mensaje político y social con una visión más genérica de la lucha del bien y del mal es un empeño difícil que Tola logró alcanzar. Se alejó del arte como herramienta para trasmitir ideas políticas y no puso su talento al servicio de las ideas partidarias. Más aún: a pesar de que abordó situaciones vinculadas a un contexto político determinado, sorteó con éxito los peligros del realismo socialista, del realismo social y de la demagogia de la pintura-panfleto. Se podría hablar en su caso de un arte de resis* tencia cultural, activismo, denuncia y compromiso dedicado a los seres humanos en los temas más esenciales de la existencia. Acuciado por su humanismo, el ser humano fue central en toda su obra; su historia y devenir era lo que más le importaba; Tola pensaba en la continuidad, en los legados, en los principios que deben orientarlo. Creía que el arte sólo era válido si existe el amor a la humanidad que es su consumidora. Tras sus obras se descubre el mensaje de solidaridad y unión entre sus semejantes. La lucha permanente por (¿descubrir?, ¿construir?, ¿proteger?) el alma humana, resistiendo todas las agresiones que sufre, inclusive de los propios hombres 2 era una de sus metas, como sostuvo en la presentación a su edición de grabados de 2000 al referirse a su serie Esta empecinada flor (linóleo, 1964). La convivencia y la solidaridad eran imprescindibles para él; creía que había que enfrentar el hecho colectivo de la humanidad en conjunto. Desde su óptica, el hombre debe asumir el compromiso frente a los males de la Tierra. Destacó el valor de la conciencia ética así como la capacidad de ayudar a los que sufren y los que luchan por la justicia resaltando la importancia de la fraternidad entre los hombres. Insertarse en la lucha por la plena existencia humana en todos los frentes era para Tola una de las metas del artista. El arte era para él una expresión más de la responsabilidad del hombre. Estrechamente vinculado a lo social, otros puntos clave eran los grandes temas de la vida que él englobaba bajo el término metafísicos, tales como los miedos incólumes, el terror a la muerte, el duro camino del hombre, llevar los pesos de la existencia a cuestas, el dolor, el destino, la capacidad humana de elegir a través de la conciencia para qué hacer y qué evitar, el coraje, el misterio de la supervivencia, así como las debilidades humanas tales como la hipocresía, las mentiras, la crueldad, el egoísmo, la avaricia y la maldad.3 Son también tópicos esenciales en su producción: crear parapetos para la persistencia del alma así como subrayar la relación microcosmos y macrocosmos. Introducción publicada por la Profesora Alicia Haber en «Tola Invernizzi. El tiempo en que el arte se enfureció». Ediciones Trilce, 2007. Montevideo, Uruguay. 72 Tola IINVER NVER N IZZI* NVERN El tiempo en que el arte se enfureció Prof. Alicia Haber Temas cardinales son, asimismo, la intemperie a la que se enfrenta el ser humano cuando abandona el protector útero materno y debe encarar las agresiones del mundo interno y externo y el dolor y la impotencia de los padres imposibilitados de protegerlo en su etapa adulta. Un factor esencial era lo que denominaba lo sensual, esto es, un canto a la vida, al amor, a la libre ternura, la alegría, la fantasía, la condición del hombre para apreciar la belleza, y la persistencia del alma simbolizada en una flor.4 Gozaba intensamente de todos los aspectos de la vida, desde los vinculados a la cultura humanística como el arte, la literatura y el cine, a los científicos, destacándose en matemáticas. Se regocijaba con la naturaleza, encontraba placer en internarse nadando en el mar, era sensual, se entregaba a numerosas experiencias amatorias, disfrutaba la comida y la bebida, y apreciaba con profundidad la amistad. Tenía un gran sentido del humor y un enorme desenfado a la hora de las invenciones jocosas. Cuenta el pintor Carlos Musso 5 que en Bellas Artes6 fue para los jóvenes el gran abuelo pícaro con el que todos soñaban, fumaba a pesar de los problemas de salud, tomaba haciendo bromas con la bolsita de té que agrega a la taza de alcohol, creaba refranes y cuentos de literatos que inventaba, vivía haciendo chistes muy graciosos, y era el recreo de la disciplinada enseñanza. Dejaba flores en los pupitres de las alumnas y alumnas, y había transformado su taller en un lugar mágico. Fabulador incansable, entretuvo y divirtió a varias generaciones con cuentos fraguados por su fantasía. Aun en su vejez siguió contando relatos apócrifos muy encantadores y graciosos. Inventaba historias muy variadas sobre su nombre. Una de ellas la narró en Bella Artes fantaseando que Tola provenía del sánscrito y quería decir el que viene de la noche.7 En un reportaje que le hizo María Inés Obaldía en televisión 8 se las ingenió para crear dos biografías, una en la que era hijo de húngaros trapecista de circo y su nombre quería decir se terminó la cosa y otra incluía un nacimiento en Alaska de padre contrabandista con la explicación del nombre Tola como niño que viene del cielo. La misión del arte es hablar de la vida escribió en un folleto creado para la Escuela de Bellas Artes; estaba a favor de la ética y reivindicaba el valor de la estética de la comunicación. De ahí deriva, en parte, la conjunción de textos visuales y escritos. En su obra el empleo de la escritura es primordial porque subraya el afán comunicativo, siempre esencial en su pensamiento. Personaje seductor y artista outsider A pesar de una larga y fructífera trayectoria, Tola recién fue reconocido en la segunda mitad de los años ochenta, aunque ya desde mediados de los sesenta creó varias obras de singular interés y a partir de la década del setenta hizo un aporte sin igual al arte nacional. También en este sentido fue un artista fuera de serie. Fue desconocido como creador y admirado como figura. Durante décadas el personaje carismático encandiló y se impuso el artista. Es comprensible. Rara vez se conjugan tantas características deslumbrantes y entrañables en una sola persona. Tola se destacó por su bondad, generosidad, capacidad de amar y la manera en que se jugaba en el terreno de la amistad y la solidaridad. Se comprometió con la vida política y con la realidad cotidiana. Tuvo un espíritu aventurero y fue un personaje lleno de experiencias y anécdotas extraordinarias mientras desarrolló también poder fabulador y una esencia poética para mirar la vida. A la vez, sus vivencias en el terreno deportivo, amatorio y en la noche montevideana, lo hacían un personaje original en el ambiente cultural. Era capaz de entregarse a cada aspecto de la vida con arrojo. La picardía, el sentido del humor, el encanto, sumados a la seducción permanente, maravillaron. Casi al final de la vida flirteó con la entrevistadora María Inés Obaldía en su programa de televisión y relató con mucha gracia que tenía tantas admiradoras que debía dispersar la cantidad de mujeres que se aglomeraban en su casa. Me importa más que soy lindo, le dijo con ironía,que si pinto bien. En las inolvidables peñas juveniles del bar El Periplo (cerca de Bellas Artes) y siendo un setentón se transformó en el centro de muchas veladas juveniles. Fue muy querido siempre y en todos los ámbitos. 73 Tola era una amalgama digna de encandilar. Seguramente cumple las fantasías de muchos y muchas, como lo hacen los personajes de ciertas novelas y de algunos filmes. En el imaginario de unos cuantos debe haber sido una especie de hermoso gigantón super héroe. ¿Cómo quedar inmune ante tantos despliegues casi míticos? Desde la mirada masculina y machista debe haber sido además proyección de deseo. Desde la femenina todos los factores hacían de él un ser deslumbrante: su capacidad de sortear peligros, su permanente seducción y encanto, sumado a que era culto, fabulador de relatos, creativo, gran bailarín, galán fuera de serie, y poseía un físico privilegiado, de una gran belleza. Acerca de la Bomba atómica. Óleo sobre tela, 1960. 1 Trías, Susana, Estuvimos con Tola Invernizzi, Asterisco, p. 30, archivo familiar. Invernizzi, Tola, Divagando sobre grabado-sobre estos grabados y...y en Las palabras. Carpeta de grabados 2000, El Estudiante, Piriápolis, 2000, s/p. 3 Los términos en cursiva son de Tola Invernizzi. 4 Giuffre , Rosalía, Ciclo Testigos, TV Ciudad, video, archivo familiar, Montevideo 1999. 5 Musso, Carlos, entrevista de la autora, Montevideo, agosto 2006. 6 Aunque todavía se utiliza el término Bellas Artes, el nombre oficial es Instituto Escuela Nacional de Bellas Artes (IENBA). 7 Barea, Carlos, entrevista de la autora, Montevideo, agosto 2006. 8 Obaldía, María Inés, Canal 10, video, archivo familiar. 74 2 Dibujo realizado en prisión en el cuartel de Melo, 1973. De la serie Hombres y Cosmos, realizada en prisión en el cuartel de Melo. Dibujo, 1973. 75 Ángeles sobornados. Óleo sobre madera,1988. 76 El Cacho estuvo aquí. Óleo sobre madera,1990. 77 Vientos de Primavera. Óleo sobre tela, 1986. 78 El Pintor y su modelo. Óleo sobre madera compensada,1996-1997. 79 De la serie Dibujotes de Viaje. Carbonilkas sobre papel, 1984. 80 De la serie Hipótesis sobre un modelo nuclear. Carbonilkas sobre papel, 1985. 81 Tango1.Óleo sobre madera compensada, 1996. Tango2. Óleo sobre madera compensada,1996. Tango 4. Óleo sobre madera compensada,1996. 82 Brauen. Óleo sobre tela,1986. La Bestia. Óleo sobre tela,1966. 83 Despedida. Óleo sobre madera, 1993. 84 De la serie 15 Estaciones. Carga con su cruz, 1991. De la serie 15 Estaciones. Condenado a muerte, 1991. De la serie 15 Estaciones. Cae por pirimera vez, 1991. De la serie 15 Estaciones. Exhorta a las mujeres, 1991. 85 Vestido y ventanas. Óleo sobre madera,1993. Descuartizamientos. Óleo sobre tela, 1995. 86 Maletero. Óleo sobre madera compensada, 1993. 87 El equilibrista 2. Óleo sobre madera compensada, 1996. 88 De la Serie Acerca de la Bomba atómica. Offset, 1960. 89 De la Serie Los diez mandamientos. Grabados en metal en alto, 1967. 90 De la Serie Monigotes para mis hijos. Grabados en metal en alto, 1977. 91 De la Serie El Barco. Grabados en vinílico, 1989. 92