SOBRE LA INDEPENDENCIA DE LOS BANCOS CENTRALES Y EL DESEMPLEO: ALGUNA EVIDENCIA EMPÍRICA Carmen Díaz Roldán (Universidad de Castilla-La Mancha) Alberto Montero Soler (Universidad de Málaga) VERSIÓN PRELIMINAR (Marzo 2003) Palabras clave: Independencia de los bancos centrales, inflación, desempleo. Clasificación JEL: E31, E58, J51 1. Introducción. Las transformaciones a las que recientemente se han visto sometidos los bancos centrales de un gran número de estados en el intento de aislarlos de cualquier tipo de influencia externa que pudiera incidir sobre el diseño e instrumentación de la política monetaria han dado lugar a una nueva realidad institucional y un nuevo sistema de relaciones entre el poder político y el banco central. Ese nuevo marco institucional en el que se desenvuelve la política monetaria puede caracterizarse por dos elementos fundamentales. De un lado, por el reconocimiento legal de la posición de independencia del banco central frente al poder político y la configuración, a través de una regulación estatutaria acorde con dicha directriz, de un sustrato normativo que preserve dicha independencia en todos aquellos ámbitos a través de los que pudieran producirse intentos de interferir sobre sus decisiones. Y, por otro lado, por la atribución de un objetivo prioritario, cuando no único, para la política monetaria cuya preservación se considera de tal relevancia que demanda la concesión de independencia para el banco central como mecanismo preventivo de cualquier tipo de manipulación sesgada de dicha institución y, por lo tanto, de su objetivo. En ese sentido, es ampliamente compartido, y así se ha reflejado en la legislación que afecta a estas instituciones, que la estabilidad de precios es el objetivo más adecuado para informar la actividad de un banco central independiente. A este proceso de reforma institucional ha contribuido decisivamente el análisis económico a través de una serie de trabajos de naturaleza teórica y empírica que han sido esgrimidos como argumentos legitimadores de dicho proceso frente a quienes se oponían al mismo y que, en principio, parecían aportar pruebas suficientes de que la concesión de independencia para el banco central permitía reducir la inflación sin que de ello se 2 derivaran repercusiones negativas sobre las variables reales de la economía. Baste citar aquí que, por ejemplo, en el informe elaborado por Emerson et al. (1992), sobre las ventajas e inconvenientes de la constitución de una unión monetaria a nivel europeo, ya se abogaba por la creación de una autoridad monetaria supranacional de carácter independiente –el actual Banco Central Europeo- y se recurría para justificarlo a los primeros trabajos que, de forma muy simple, mantenían la existencia de una correlación negativa entre independencia del banco central e inflación1. De esta forma, el análisis económico de la independencia de los bancos centrales se ha convertido en uno de los principales temas de investigación de la teoría y la política monetaria de los últimos quince años y ello es así, no sólo por el volumen de literatura generada, sino también por la trascendencia que las prescripciones normativas derivadas de este tipo de trabajos ha tenido sobre la conformación de esa nueva realidad institucional para la política monetaria a la que hacíamos referencia. Los resultados ofrecidos por ese análisis muestran la existencia de una relación negativa, prácticamente incuestionada, entre independencia del banco central e inflación, siendo comúnmente aceptado que cuanto mayor sea la independencia del banco central y la capacidad de sus responsables para concentrar la política económica en la consecución y mantenimiento de la estabilidad de precios, menor será la tasa de inflación experimentada por la sociedad2. Y, al mismo tiempo, también se argumenta, aunque con menor rotundidad que en relación con la inflación, que la independencia del banco central no afecta a las variables 1 Esos trabajos eran, en concreto, los de Alesina (1989) o Bade y Parkin (1985). 2 Vid., por ejemplo, Grilli, Masciandaro y Tabellini (1991), Cukierman (1992) o Alberola et al. (1998). 3 reales de la economía, fundamentalmente, a la tasa de crecimiento del producto y su variabilidad3. Sin embargo, la incidencia que el grado de independencia del banco central puede ejercer sobre otra variable de carácter real y especialmente relevante, como es el desempleo, constituye un ámbito de investigación casi inexplorado. Y esto resulta especialmente llamativo si se considera que el análisis teórico de la independencia del banco central incluye, como pilar básico del mismo, una curva de Phillips aumentada con expectativas y que, como consecuencia de la relación de intercambio que dicha curva plantea entre desempleo/producto e inflación, la concesión de independencia para el banco central constituiría una forma de superar el sesgo inflacionista de una política monetaria discrecional que tratara de aprovechar dicha relación de intercambio. En este sentido, este trabajo tratará de analizar, precisamente, los efectos que de la concesión de independencia para el banco central pudieran derivarse sobre el desempleo como consecuencia de que dicha institución concentra la política monetaria en la consecución y mantenimiento de la estabilidad de precios en detrimento de la evolución de aquél. Para ello, en la próxima sección se exponen los fundamentos económicos sobre los que se ha planteado la cuestión de la independencia del banco central y se desarrolla un modelo similar al planteado, en su trabajo pionero, por Rogoff (1985), pero en términos de desempleo y no de producto. El objetivo de esa exposición es poner de manifiesto como la independencia del banco central reduce el sesgo inflacionista atribuido a una política monetaria discrecional y, por lo tanto, permite reducir la tasa de inflación de la economía aunque a costa de una menor reacción contracíclica de la política monetaria para acomodar el efecto de las perturbaciones de oferta sobre el desempleo. Consecuentemente, este 3 Vid, por ejemplo, Cukierman et al. (1993). 4 resultado teórico permite plantear la hipótesis de que a mayor independencia del banco central menor será la tasa de inflación pero, también, que la sociedad experimentará una tasa más elevada de desempleo. La contrastación empírica de dicha hipótesis constituye el objeto del tercer apartado. Finalmente, se presentan las conclusiones del trabajo. 2. La teoría económica de la independencia de los bancos centrales: el enfoque discrecional. El sesgo inflacionista que resulta de una aplicación discrecional de la política monetaria tratando de aprovechar la relación de intercambio entre inflación y desempleo/producto reflejada en la curva de Phillips a corto plazo constituye el principal fundamento teórico sobre el que se ha sustentado la concesión de independencia para los bancos centrales. Con independencia de que dicho sesgo inflacionista sea el resultado de un problema de inconsistencia dinámica de las políticas óptimas, como planteaban originalmente Kydland y Prescott (1977), o fruto de una utilización con fines políticos de la propia política monetaria, como apuntan de forma complementaria los modelos del ciclo político económico, las propuestas de solución suelen converger en una reforma institucional común: la delegación del diseño e instrumentación de la política monetaria en un banco central independiente y cuyo objetivo prioritario, cuando no único, es el control de la estabilidad de precios. Esta propuesta de reforma y los trabajos que la avalan tratan de superar, así, la que puede considerarse intuitivamente como la solución más inmediata a dicho problema. Si el sesgo inflacionista es el resultado teórico derivado de un problema de aplicación discrecional de la política monetaria, dicho sesgo se podría solucionar 5 mediante el establecimiento de algún tipo de regla monetaria estricta que restringiera el margen de maniobra de la autoridad encargada del diseño e instrumentación de la política monetaria, fuera ésta el gobierno o el banco central. Esa regla eliminaría, así, el beneficio coyuntural que para dicha autoridad supone mantener la capacidad de sorprender a los agentes mediante un cambio en la política monetaria una vez que éstos han formado sus expectativas sobre la tasa de inflación para el siguiente período y las han incorporado en sus compromisos contractuales, especialmente, los salariales. De hecho, ésta era, precisamente, la solución propuesta en los trabajos de Barro y Gordon (1983a,b), en donde se abogaba por reformas institucionales que transformaran el ejercicio de la discrecionalidad por parte del banco central en la mera aplicación de reglas. Sin embargo, las soluciones para el sesgo inflacionista de la política monetaria basadas en reglas estrictas presentan dos graves inconvenientes. Por un lado, la credibilidad de su mantenimiento en el tiempo, esto es, la posibilidad de que si el gobierno no delega la política monetaria en el banco central y, simultáneamente, se impone de manera formal la prohibición de interferir sobre sus decisiones, la regla puede ser vulnerada en cualquier momento4. Y, por otro lado, las reglas monetarias, aun cuando sean contingentes con la evolución de determinadas variables preestablecidas, introducen un elevado componente de rigidez en la instrumentación de la política monetaria, especialmente cuando las economías se ven sometidas a shocks no esperados de oferta. El planteamiento de la delegación de la política monetaria en un banco central independiente encuentra entonces todo su sentido como forma de superar las limitaciones que presentan las reglas, sean éstas contingentes o estrictas, habiéndose 4 Eijffinger (1997, p.xiii). 6 desarrollado en la literatura teórica dos líneas de investigación diferenciadas aunque apoyadas sobre la referida base común de la concesión de independencia para dicha institución. La primera de ellas tiene su origen en el trabajo de Rogoff (1985) y se identifica en la literatura bajo la denominación genérica de enfoque discrecional o legislativo de la independencia del banco central. Según este enfoque, la reducción del problema del sesgo inflacionista de la política monetaria pasaría por el nombramiento de un gobernador para el banco central que fuera más conservador que el resto de la sociedad, entendiendo por conservador un individuo que atribuye en su función de pérdidas una ponderación más elevada a la estabilización de la inflación frente a la del desempleo que la que muestra el resto de la sociedad, es decir, que presenta una actitud más antiinflacionista que esta última5. El nombramiento de gobernador conservador debe complementarse con una reforma institucional que conceda independencia al banco central para que aquél pueda implementar la política monetaria deseada sin interferencias. El segundo enfoque, denominado contractual, se sustenta sobre los planteamientos de la literatura de la elección pública y, en concreto, sobre la relación principal-agente. En este caso, la reforma institucional aboga por el establecimiento de una relación contractual entre el gobierno (principal) y el banco central (agente) que establezca un sistema adecuado de incentivos ex-ante y/o penalizaciones ex-post sobre el segundo en orden a la consecución del objetivo deseado por el primero o pactado entre ambos6. 5 Rogoff (1994, p.210). 6 El trabajo pionero al respecto es Walsh (1995). 7 En cualquier caso, la preeminencia adquirida por el enfoque discrecional se pone ampliamente de manifiesto a través del amplio tratamiento empírico que lo ha considerado como el referente teórico más adecuado para tratar de analizar los efectos que la concesión de independencia para el banco central ejerce sobre las principales variables macroeconómicas7. Este referente teórico se sustenta sobre un modelo macroeconómico estocástico con expectativas racionales basado en una curva de Phillips aumentada con expectativas de inflación y en donde ut es la tasa de desempleo efectiva, uN es la tasa natural de desempleo, πt y π e son las tasas de inflación efectiva y esperada, respectivamente, y el parámetro ε es una perturbación aleatoria que actúa de forma expansiva sobre la oferta agregada con esperanza cero, no correlacionada serialmente y con varianza finita σ 2 8: u t = u N − α (π t − π t ) − ε , α , ε > 0 e (1) Por otro lado, la función de pérdidas sociales que en cada periodo trata de minimizar el gobierno es: (2) Ls = βπ t + (ut − u * ) 2 2 β >1 7 Una visión general de los trabajos empíricos que utilizan el enfoque discrecional como su referente teórico puede verse en Eijffinger y Haan (1996) o, más recientemente, en Berger, Haan y Eijffinger (2001). 8 Seguimos aquí la exposición del modelo de Rogoff que aparece en García de Paso (1999, capítulo 8), pero en términos de desempleo y no de producción. Otro enfoque similar puede verse en Bajo y Monés (2000). 8 en donde se asume, sin pérdidas de generalidad, que el objetivo de inflación del gobierno es cero, π∗ = 0, y donde β es el peso relativo que la sociedad atribuye a la inflación frente al desempleo, indicando β > 1 que la sociedad es aversa a la inflación. Se supone, además, que la tasa de desempleo objetivo o socialmente deseada (u*) es menor que la tasa natural (uN). Una vez presentado el modelo, se supone que la secuencia temporal de acontecimientos es la siguiente: los agentes determinan sus expectativas sobre la tasa de inflación futura y la incorporan en sus contratos salariales; una vez firmados éstos, se produce un shock inesperado de oferta y, tras éste, la autoridad monetaria ejecuta la política monetaria, es decir, fija la tasa de inflación efectiva para el periodo. La solución de equilibrio para el caso discrecional, cuando la política monetaria es ejecutada por el gobierno, cuyas preferencias son representativas de las del resto de la sociedad, vendrá dada por la minimización de la función de pérdidas sociales teniendo en cuenta las expectativas de los agentes. Min π s.a. Ls = βπ t + (u t − u * ) 2 2 u t = u N − α (π t − π t ) − ε e A partir de la condición de primer orden se obtiene la función de reacción del gobierno: (3) π= α (u N − u ∗ ) α2 αε αε + = φ (π e ) − ; πe − 2 2 2 β +α β +α β +α β +α2 u N − u∗ > 0 Como puede apreciarse, la primera parte de la ecuación es la función de reacción de una política monetaria discrecional y depende de la inflación esperada; mientras que la segunda parte de esta ecuación representa la política monetaria anticíclica que el gobierno aplicará para acomodar parcialmente las perturbaciones de oferta y evitar que 9 éstas se transmitan íntegramente sobre el desempleo. De esa forma, si la perturbación ε es contractiva corregirá al alza el instrumento monetario -la tasa de inflación- para contrarrestar la caída del producto, y al contrario en el caso en que la perturbación sea expansiva. Dado que los agentes forman sus expectativas antes de que se produzca la perturbación de oferta, π e será equivalente a la obtenida a partir de la función de reacción del gobierno en ausencia de perturbación: (4) πe = α (u N − u ∗ ) β esto es, la tasa de inflación que los agentes consideraban como temporalmente consistente. De ahí se deriva que la tasa de inflación efectiva decidida por el gobierno una vez que se ha producido la perturbación y el nivel de desempleo efectivo serán, respectivamente: (5) πD = α (u N − u ∗ ) αε − β β +α 2 uD = uN − βε β +α 2 Estos resultados muestran cómo cuando el gobierno instrumenta la política de forma discrecional responde ante las perturbaciones de oferta permitiendo que éstas afecten tanto a la tasa de desempleo como a la inflación. En ausencia de perturbación, la tasa de desempleo coincide con la natural y se consigue el objetivo de inflación nula. Sin embargo, para hacer frente a una perturbación contractiva de oferta, una política monetaria discrecional elevaría la inflación. Esta subida sería inversamente proporcional 10 al peso concedido al objetivo de inflación en la función de pérdidas, puesto que ∂π < 0. ∂β Pero por otra parte, la correspondiente tasa de desempleo sería mayor cuanto más averso fuese el gobierno a la inflación, ∂u > 0. ∂β Frente a este planteamiento discrecional, la aportación del modelo de Rogoff consiste en considerar la posibilidad de que la política monetaria sea transferida a un banco central independiente, es decir, un banco central capaz de determinarla sin que el gobierno pueda interferir sobre sus decisiones y cuyo gobernador atribuya una mayor ponderación en su función de pérdidas a la estabilización de la inflación que la atribuida al respecto por el resto de la sociedad. Rogoff incide especialmente en este segundo elemento como determinante para lograr reducir el sesgo inflacionista de la política monetaria, siendo la independencia del banco central la condición necesaria para que su gobernador pueda imponer sus preferencias sobre las del resto de la sociedad. Este planteamiento se traduce analíticamente en la siguiente función de pérdidas para el banco central, alternativa a la que presenta el resto de la sociedad (ecuación 2), y en donde el parámetro β̂ expresa las mayores preferencias antiinflacionistas del gobernador del banco central: (7) 2 LB = βˆπ t + (u t − u * ) 2 βˆ > β > 1 El procedimiento a seguir para la obtención de la solución de equilibrio cuando la política monetaria es aplicada por un banco central independiente dirigido por un 11 gobernador conservador es idéntico al anterior, resultando, finalmente, las siguientes tasas de inflación y desempleo: (8) πB = α (u N − u ∗ ) αε − βˆ βˆ + α 2 ; uB = uN − βˆε βˆ + α 2 Puesto que βˆ > β , estos resultados significan que, en este caso, la tasa de inflación será menor, dado que el componente que recoge el sesgo inflacionista es menor; pero, simultáneamente, también será menor la reacción contracíclica de la política monetaria para acomodar el efecto de las perturbaciones de oferta sobre el desempleo. Consecuentemente, esto se traduce, como muestra la segunda expresión, en una mayor variabilidad del desempleo que cuando la política monetaria se aplica de forma discrecional, siendo dicha variabilidad mayor cuanto más conservador sea el gobernador del banco central. En consecuencia, la concesión de independencia para el banco central y el nombramiento de un banquero central conservador que diseñe y aplique la política monetaria según su propia función de preferencias dan lugar a una tasa de inflación menor y menos variable, aunque al coste de que la política monetaria anticíclica sea subóptima desde el punto de vista social. El modelo de Rogoff plantea, entonces, nítidamente la existencia de una relación de intercambio entre credibilidad y flexibilidad de la política monetaria cuando ésta es implementada por un banco central independiente9. La existencia de este coste social en términos de pérdida de capacidad contracíclica de la política monetaria sobre la evolución del desempleo es el argumento 9 Eijffinger (1997, p.xiv). 12 sobre el que se sustenta la segunda conclusión relevante del modelo de Rogoff: el grado óptimo de conservadurismo del gobernador del banco central desde un punto de vista social será positivo pero nunca infinito, es decir, tan elevado como para ignorar las consecuencias que sus decisiones tienen sobre la evolución del desempleo10. Cuanto mayor sea la diferencia ( βˆ − β ) las ganancias marginales en términos de reducción de la inflación serán cada vez menores en relación con los costes marginales asociados a la pérdida de estabilización de la política monetaria sobre el desempleo y, por lo tanto, a la mayor variabilidad de éste. Este planteamiento permite concluir que existirá, entonces, un grado óptimo de conservadurismo que se situará entre cero e infinito y que será aquél que minimice la función de pérdidas del banco central, si bien su evaluación en términos del coste social que el mismo genera deberá realizarse a partir de la función de pérdidas sociales11. En términos generales, el grado óptimo de conservadurismo será mayor cuanto más elevada sea la brecha entre la tasa de desempleo natural y la socialmente deseada (uN- u*), cuanto menor sea la pendiente de la curva de Phillips ( α ) y, por lo tanto, mayor sea el sesgo inflacionista de la política monetaria discrecional y, por último, cuanto menor sea la variabilidad de las perturbaciones de oferta ( σ ); con respecto al coste atribuido por la sociedad a la inflación ( β ), el resultado es ambiguo12. Rogoff afirma, finalmente, que su modelo estaría en consonancia con el hecho ampliamente reconocido de que los gobernadores de bancos centrales son normalmente 10 En palabras de Rogoff (1994, p.210), "al elegir entre diversos candidatos [para el cargo de gobernador], nunca será óptimo seleccionar un individuo del que se sepa que se preocupa demasiado poco por el desempleo". 11 Para la derivación del grado óptimo de conservadurismo, vid. Eijjfinger, Hoeberichts y Schaling (1995). 12 García de Paso (1999, p.358). 13 elegidos entre los sectores más conservadores de la comunidad financiera y, al mismo tiempo, ayudaría a explicar la expansión de las medidas desarrolladas en numerosos estados para aislar a sus respectivos bancos centrales de cualquier tipo de presión inflacionista 13. 3. Independencia del banco central y desempleo: evidencias empíricas. La existencia de una relación de intercambio entre inflación y desempleo que podría ser utilizada por el poder político con fines interesados de carácter electoral y, simultáneamente, la falta de una tecnología de compromiso (commitment technology) que obligue a la autoridad monetaria al cumplimiento estricto de los planes anunciados con la consiguiente posibilidad de que aparezcan problemas de inconsistencia temporal en la instrumentación de la política económica- constituyen los argumentos teóricos más relevantes para dotar de independencia al banco central y tratar de superar, así, el sesgo inflacionista que, desde esta perspectiva, se asocia a la implementación de una política monetaria discrecional. En este sentido, y sobre la base del modelo expuesto en el apartado anterior, en donde ambos argumentos quedaban integrados y de donde resulta que una reforma institucional que dotara de un mayor grado de independencia al banco central permitiría la reducción del referido sesgo inflacionista, cabe plantear la contrastación empírica de dos hipótesis básicas. Por un lado, una de las conclusiones teóricas de dicho modelo es que si se combina la concesión de independencia para el banco central con la elección de un gobernador “conservador” para dicha institución se logrará reducir la tasa de inflación 13 Rogoff (1994, pp.219). 14 de la economía. En consecuencia, desde un punto de vista empírico, la primera de la hipótesis susceptibles de contrastación es la posible existencia de una relación negativa entre independencia del banco central e inflación; existencia ampliamente aceptada en la literatura económica al respecto, a pesar de estar sometida a importantes objeciones que fuerzan a no asumirla como un hecho incontestable sino a someterla a continua revisión14. Y, por otro lado, si se utiliza un modelo teórico sustentado sobre una curva de Phillips que asume la existencia de una relación de intercambio entre inflación y desempleo -en lugar de, como suele ser habitual, expresar dicha curva en términos de inflación y producto-, cabe plantear, de forma inmediata y como consecuencia lógica de la estructura de dicho modelo, que, en principio, debería existir una relación de causalidad positiva entre independencia del banco central y desempleo. Así, la segunda hipótesis que debe ser verificada empíricamente es, precisamente, la existencia o no de dicha relación de causalidad o si, por el contrario, como algún autor ha manifestado, la concesión de independencia para el banco central es un “free-lunch”, en el sentido de que no genera efectos sobre las variables reales15. Para contrastar dichas hipótesis se ha recurrido al análisis de datos de panel de una muestra de 19 países de la OCDE durante un amplio período de tiempo (19551989), el mismo que cubre el ya clásico trabajo de Alesina y Summers (1991) en donde se analizaba por primera vez, aunque de una manera excesivamente simple, la posible relación existente entre la independencia del banco central y una serie de variables 14 Vid, al respecto, Posen (1993, 1995) o Hayo y Hefeker (2002). 15 A esta cuestionable conclusión llegan, por ejemplo, Grilli, Masciandaro y Tabellini (1991, p.375). 15 reales, entre ellas, el desempleo16. La utilización de datos de panel permite analizar cómo las variaciones en el grado de independencia de los bancos centrales, tanto entre países como a lo largo del tiempo, han podido afectar a sus tasas de inflación y desempleo. En este sentido, las especificaciones de las ecuaciones que proponemos para contrastar las hipótesis anteriores son las siguientes: (1) INFit = α + β1CBI it + β 2 DESit + ε it (2) INFit = α + β1CBI it + ε it (3) DESit = α + β1CBI it + ε it y en donde INFit y DESit son, respectivamente, la tasa de inflación anual medida a través del deflactor del PIB y la tasa de desempleo anual internacionalmente comparable para el país i y el año t y CBIit es un índice del grado de independencia del banco central expresado en una escala (0-1) y obtenido a partir de la media de los índices de independencia legal (LVAU) y a través de cuestionario (QVAU) de Cukierman (1992), de los índices de independencia política y económica de Grilli, Masciandaro y Tabellini (1991) y del índice de independencia de Bade y Parkin (1982)17. Las regresiones se han realizado utilizando una estimación combinada de mínimos cuadrados ordinarios. Los resultados obtenidos se presentan en la Tabla I. Como puede apreciarse (ecuaciones I.1 y I.2), se confirma la existencia de una relación negativa y estadísticamente significativa entre la independencia del banco central y la tasa de inflación, en consonancia con lo previsto por la teoría económica al respecto y con los resultados obtenidos por la mayor parte de la literatura empírica. Sin embargo, resulta 16 Los países son Estados Unidos, Japón, República Federal Alemana, Francia, Italia, Reino Unido, Canadá, Austria, Bélgica, Dinamarca, Finlandia, Irlanda, Holanda, Noruega, España, Suecia, Suiza, Nueva Zelanda y Australia. 17 Los datos y el índice utilizados en las regresiones se han obtenido de Hall y Franzese (1998); concretamente, de http://www-personal.umich.edu/~franzese/h&f_data.TXT. 16 especialmente relevante el reducido grado de explicación de las variaciones en la tasa de inflación que puede atribuirse a la independencia del banco central, como pone de manifiesto el reducido valor del coeficiente de determinación corregido ( R 2 = 0.07 ), el cual apenas mejora cuando sobre la ecuación univariante (I.2) se introduce, como variable explicativa adicional, la tasa de desempleo (ecuación I.1). Este resultado vendría a relativizar el efecto que, sobre el control de la inflación, se ha atribuido a la concesión de independencia para el banco central a lo largo de los últimos años. Asimismo, los resultados (ecuación I.1) también muestran la existencia de una relación positiva y estadísticamente significativa entre inflación y desempleo, cuando el modelo teórico se sustenta sobre la relación de intercambio reflejada en la curva de Phillips entre esas dos variables. TABLA I Periodo muestral: 1955-1989; Estimación combinada de mco. Nota: t-ratios entre paréntesis (I.1) INF = 8.47- 5.84 CBI + 0.12 DES (18.71) (-7.55) R 2 = 0.08 (2.81) R 2 = 0.07 (I.2) INF = 9.03 - 5.94 CBI (22.12) (-7.64) (I.3) DES = 4.55 – 0.75 CBI (12.85) R 2 = 0.00 (-1.11) Finalmente, otro resultado también sorprendente, habida cuenta de lo previsto por la teoría, viene dado por la ecuación I.3, en donde se estima la incidencia de la independencia del banco central sobre el desempleo. Así, ni el signo de la relación es correcto ni el parámetro estimado es significativo y, además, el coeficiente de determinación muestra que no existe relación entre ambas variables. Sin embargo, si se realiza la regresión del desempleo sobre el grado de independencia del banco central para cada uno de los países de la muestra se observa 17 que, en todos los casos, aparece una relación positiva entre ambas variables y los parámetros son significativos al 1%, siendo el coeficiente de determinación de casi el 40%. Por todo ello, se ha asumido que los efectos específicos de cada país sobre las variables relevantes son aleatorios y se procedido a estimar las anteriores ecuaciones usando un estimador de efectos aleatorios. La validez de la estimación a través de efectos aleatorios descansa sobre el supuesto de que los efectos específicos de cada país que no varían en el tiempo no se correlacionan con las otras variables explicativas (Tabla II). TABLA II Periodo muestral: 1955-1989; Estimación mediante mínimos cuadrados generalizados (varianza de los componentes) con efectos aleatorios. Nota: t-ratios entre paréntesis (II.1) INF = 8.71 + 0.07DES - 5.93 CBI (11.88) (II.2) (1.56) R 2 = 13.53 (-4.45) INF = 9.06 - 5.99 CBI R 2 = 13.82 (11.75) (-4.08) (II.3) DES = 3.84 + 0.02 INF + 0.36 CBI (3.16) (0.97) (0.16) (II.4) DES = 3.99 + 0.40 INF (3.07) R 2 = 31.96 R 2 = 32.23 (0.16) En este caso, los resultados vuelven a confirmar la relación negativa y estadísticamente significativa entre independencia e inflación; mientras que, por su parte, la relación entre desempleo e independencia, a pesar de que muestra el signo correcto, no es significativa. Además, la relación entre inflación y desempleo, cuyo signo debería ser negativo, presenta un signo erróneo y carece de significación estadística. 18 Para profundizar un poco más en estos resultados, se han realizado estimaciones utilizando efectos aleatorios de toda la muestra para tres décadas diferenciadas: la de los sesenta (1961-1970), la económicamente turbulenta década de los setenta (1971-1980) y, finalmente, la década de los ochenta (1981-1990) y cuyos resultados, para el caso de las estimaciones de las ecuaciones bivariantes, se muestran en la Tabla III. TABLA III Estimación mediante mínimos cuadrados generalizados (varianza de los nentes) con efectos aleatorios. Nota: t-ratios entre paréntesis Período muestral: 1961-1970 (III.1A) INF = 5.80 - 0.21 DES - 1.74 CBI (8.26) (-1.50) (-1.46) (III.1B) DES = 2.45 - 0.04 INF - 0.14 CBI (2.71) (-2.17) R 2 = 18.82 R 2 = 87.98 (-0.08) Período muestral: 1971-1980 (III.2A) INF = 14.38 + 0.16 DES - 10.75 CBI (10.04) (1.06) (-4.27) (III.2B) DES = 3.51 - 0.001 INF + 0,56 CBI (2.94) (-0.05) R 2 = 37.80 R 2 = 61.26 (0.26) Período muestral: 1981-1990 (III.3A) INF = 11.60 – 0.2 DES – 8.53 CBI (7.3) (-3.4) (-2.1) (III.3B) DES = 10.99 - 0.16 INF – 5.27CBI (4.13) (-4.8) R 2 = 39.08 R 2 = 61.26 (-1.04) Como puede apreciarse, los resultados muestran que la independencia del banco central no es explicativa del desempleo en ninguna de las décadas consideradas por separado. 19 Sin embargo, consideramos relevantes dos conclusiones adicionales que puede extraerse del análisis desagregado por décadas y que, sin embargo, ocultaba el análisis conjunto para todo el período. Así, en primer lugar, resulta especialmente significativo que la relación negativa entre desempleo e inflación mantenida en la curva de Phillips se manifieste y sea estadísticamente significativa tanto en la década de los sesenta (ecuación II.1B) como en la de los ochenta; mientras que, sin embargo, pierde significancia estadística en la década de los setenta. Y, en segundo lugar, también hay que destacar que durante la década de los sesenta, a pesar de que el signo es el esperado, la independencia del banco central no es una variable explicativa de la tasa de inflación de la muestra de países. Esa relación aparece a partir de la década de los setenta, cuando se produce una subida generalizadas de las tasas de inflación en toda la OCDE, y se mantiene también durante la década de los ochenta. Por todo ello, puede concluirse que, si bien existe una relación negativa entre independencia del banco central e inflación, tal y como se establece en la teoría, no existe una correlación significativa entre la independencia y el desempleo18. Este resultado estaría en contradicción con lo previsto por el modelo teórico, uno de cuyos resultados fundamentales es, precisamente, que, como consecuencia de la menor reacción de la política monetaria a las fluctuaciones de oferta, el desempleo y su variabilidad aumentan conforme lo hace la independencia del banco central. 4. Conclusiones. 18 Este resultado estaría en consonancia con el obtenido por Fuhrer (1997). 20 La teoría económica de la independencia de los bancos centrales se ha ido desarrollando a medida que en la realidad contemporánea de dichas instituciones se ha producido un proceso de transformación de su posición institucional frente al poder político. Este cambio puede caracterizarse por un incremento de su independencia frente al gobierno y el establecimiento de la estabilidad de precios como su objetivo fundamental, cuando no único. Sobre esta base, el enfoque discrecional de la independencia del banco central plantea que, si al tiempo que se dota de un mayor grado de independencia para el banco central, se nombra un gobernador para dicha institución cuyo grado de aversión hacia la inflación en relación con el producto sea mayor que la que presenta el resto de la sociedad, podrá conseguirse una reducción del sesgo inflacionista que resulta de la aplicación de una política monetaria discrecional. Esa ventaja no está exenta de costes, manifestándose éstos en términos de una menor tasa de crecimiento del producto. En este trabajo, tras exponer un modelo similar al de Rogoff, aunque con la particularidad de expresarlo en términos de desempleo e inflación –y no de desempleo y producto, como suele ser habitual-, se ha procedido a contrastar las dos hipótesis básicas que pueden extraerse de dicho modelo para una muestra de 19 países de la OCDE para el período 1955-1989 utilizando datos de panel. Esas hipótesis son, por un lado, la existencia de una relación negativa entre inflación e independencia del banco central; y, por otro, la presencia de una relación positiva entre desempleo e independencia. Los resultados muestran que, si bien existe una relación negativa entre independencia e inflación, el grado de explicación de las variaciones en la tasa de inflación que puede atribuirse a la independencia del banco central es muy bajo. Además, también resulta relevante destacar que esa relación negativa no existió durante 21 la década de los sesenta, sino aparece en los años setenta y se mantiene también durante la década de los ochenta. Asimismo, los resultados en términos de desempleo no son los previstos en el modelo teórico, resultando especialmente relevante el hecho de que, si bien cada país aisladamente presenta una relación positiva y estadísticamente significativa entre su tasa de desempleo y el grado de independencia de su banco central, cuando se analiza el efecto conjunto para toda la muestra, la independencia no parece ejercer ningún efecto sobre la tasa de desempleo. BIBLIOGRAFÍA ALBEROLA, E.; MARQUÉS J.M. y SANCHÍS, A. (1998): "Independencia de los bancos centrales, desempleo y su relación con la inflación", Moneda y Crédito, n. 207, pp. 115-143. ALESINA, A. (1989): "Politics and Business Cycles in Industrial Democracies", Economic Policy, n. 8. 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