Ley General de Control Interno: muerta o muerta la Ley Ley *Armando Araya Rodríguez En el año 2012, la Ley General de Control Interno cumplió diez años de promulgada, la Contraloría General de la República dedicó un congreso completo para conmemorar este hecho. Pues bien, ese hecho ameritaba dedicarle un congreso y muchos otros eventos mas. ¡Entonces! Diez años después, era importante plantearse las siguientes interrogantes sobre esa ley tan particular y extraña para el ciudadano común y con suerte un martirio para el político. ¿Qué es la Ley General de Control Interno? ¿Qué significó y significa su creación? ¿Se ha aplicado según el espíritu que le dio el legislador? La Ley General de Control Interno, corresponde a una normativa concebida por la Contraloría General de la República, correspondiente a un área con una denominación muy técnica y en general poco entendida para los que no son profesionales en el control y las adecuadas prácticas de gestión. Define el control interno, señalando que corresponde al conjunto de acciones administrativas a realizar por una entidad pública, con los objetivos de resguardar el patrimonio público entre otros de pérdidas, uso indebido, acto ilegal, de exigir la confiabilidad y oportunidad de la información, de garantizar eficiencia y eficacia de las operaciones y de cumplir con el ordenamiento jurídico y técnico. Como se puede observar las acciones o procedimientos anteriores, son totalmente deseables y se podría afirmar hasta indispensables en cualquier entidad pública y privada, para que la misma sea manejada adecuadamente y en forma transparente, eficiente y logre su cometido. Asimismo la Ley establece los componentes del sistema de control interno, a saber la Administración Activa y la Auditoría Interna, de igual manera los deberes y responsabilidad de cada cual, entre otros aspectos. Siguiendo con la segunda interrogante, es importante señalar que la Ley General de Control Interno, lo que implicó fue que elevó a rango de norma jurídica -ley de la República-, una serie de conceptos, procesos y actividades muy conocidos en el ámbito del control y la fiscalización o auditoría. Lo anterior con el propósito de que las entidades públicas se administraran correcta y cristalinamente, porque se concibió para facilitar la mejor disposición del capital público, es decir el producto del cobro de los impuestos, servicios y otros conceptos hecho a los ciudadanos de Costa Rica, y destinarlos para retribuir a los mismos con las mejoras obras y servicios. Un aspecto a destacar de la Ley en cuestión, es la responsabilidad de la administración activa, a saber de quienes toman las decisiones de tener en vigencia un control interno adecuado, por lo que el control es de total incumbencia de quien lleva a cabo las labores y toma decisiones, siendo la auditoría interna una instancia verificadora de ese control, pero no responsable directo. Otro es que la auditoría interna se crea para validar y mejorar las operaciones del ente, si solo este concepto estuviese en práctica en la actualidad, otro sería el estado de nuestras instituciones. Pero se debe hacer la aclaración de que a las auditorías se les debe proporcionar los recursos para lo anterior, sin embargo la realidad es otra historia. Lo expuesto no solo fue significativo al momento de la promulgación de la Ley, sino que lo es en la segunda década del presente milenio. La Ley era y es totalmente necesaria para administrar mejor el Estado en todas sus facetas y devolver la confianza a ciudadano y resguardar la democracia. De hecho la Ley se puede considerar un instrumento muy avanzado para la época de su aprobación, como lo sigue siendo en la actualidad, es producto de un gran esfuerzo y visión de la Contraloría General de la República y un legado y arsenal formidable contra la corrupción, dado por el Poder Ejecutivo y Legislativo de entonces, sin embargo en la realidad la aplicación –o no aplicación- de la Ley nos devela otra situación. La claridad y simpleza de sus objetivos, de la responsabilidad y deberes del máximo jerarca y otras autoridades de las instituciones; hacen de la implantación de la Ley una tarea fácil ¡si existe voluntad política de hacer bien las cosas! pero titánica si no existe tal voluntad, ya que se trata de la puesta en práctica de conceptos básicos de control, elementales pero cruciales para el buen funcionamiento de los entes públicos De hecho, la aplicación de la Ley, obliga a un cambio radical de cultura y mentalidad organizacional del dirigente político, lleva a la transparencia y rendición de cuentas. Sin embargo es importante reflexionar, si todos los actos de corrupción dados a conocer por la prensa desde la promulgación de la norma –y otros que posiblemente nunca saldrán a la luz pública-, en realidad están reflejando un escenario, producto de que la Ley en la práctica no está siendo aplicada según fue concebida por los legisladores. Para ir finalizando el relato de nuestra historia, otro aspecto muy innovador o adelantado de la Ley –al menos en nuestro medio- es el papel que le asigna a las auditorias internas de las instituciones públicas, al tener las mismas que dar seguridad a la organización, al validar y mejorar sus operaciones y algo sumamente novedoso, proporcionar a la ciudadanía una garantía razonable de la actuación del jerarca y resto de la administración. Estas últimas palabras, reflejan aún mas lo ambicioso de los redactores de la Ley, asi como la intención del legislador, ya que si en realmente ese propósito fuese llevado a cabo, una auditoría interna podría dar lo que se puede llamar “fe” del buen comportamiento de la institución respectiva, con todo lo que ese hecho implica, por que para tal efecto se tendría que llevar a cabo la cantidad de verificaciones suficientes en alcance para comprobar ese comportamiento. Empero, lastimosamente la realidad es otra, aunque la Ley contempla la obligación de dar recursos a las auditorías internas para lo ya expuesto, en el plano práctico no se dan esos recursos, ni el apoyo suficiente para su gestión. Entonces, finalizando el abordaje de la temática de la última interrogante, se puede llegar a la conclusión de que la Ley General de Control Interno en realidad no se ha puesto en vigencia, según el espíritu de sus promulgadores y redactores. Esto nos lleva a la disyuntiva del presente artículo “Ley General de Control Interno: Ley muerta o muerta la Ley”; algo pasó en el camino. Y se abren las siguientes interrogantes. ¿Cuando se aplicará la Ley según fue concebida? ¿Y quien la hará respetar? CPA-CIA-CRMA