Expectations. Volumen 1, Número 1, 2005 La actividad física puede reducir las condiciones secundarias en jóvenes con dismetría por Blythe Hiss, licenciada en Ciencias, Centro Nacional sobre Actividad Física y Discapacidad (National Center on Physical Activity and Disability) Durante los últimos 20 años, la obesidad ha alcanzado el nivel de epidemia en los Estados Unidos. Los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) han pronosticado que, si dicha tendencia se mantiene en el índice actual, el 40 por ciento de la población estadounidense (68 millones de personas) será obesa en el 2010. Dicho incremento se aplica a ambos sexos, todos los grupos raciales y étnicos y todas las edades. Desde 1980, la tasa de obesidad se ha duplicado entre los niños y triplicado entre los adolescentes. Se considera que el 15 por ciento de los niños y adolescentes entre los 6 y 19 años —alrededor de 9 millones de jóvenes— tiene sobrepeso. Otro 15 por ciento de niños y adolescentes corre el riesgo de padecerlo, lo que significa que su índice de masa corporal (IMC) oscila entre el percentil 85 y el 95. ¿Qué es el “índice de masa corporal”? El IMC es una estimación de la grasa corporal basada en la altura y el peso. Si bien es generalmente preciso y fácil de calcular, el IMC puede dar resultados demasiado altos en atletas o personas con músculos grandes y pesados. Asimismo, puede dar lecturas exageradamente bajas en personas mayores con poca masa muscular. Aunque no es una herramienta de diagnóstico perfecta cuando se utiliza de forma aislada, un alto IMC indica que existe riesgo de padecer enfermedades cardiacas, diabetes, cáncer, alta tensión arterial y osteoartritis. En adultos mayores de 20 años, el IMC se encuentra dentro de una de las siguientes categorías: • • • • Falta de peso: inferior a 18,5 Normal: 18,5 a 24,9 Sobrepeso: 25 a 29,9 Obesidad: 30 ó superior Los cálculos del IMC son un poco más complicados cuando se evalúa a jóvenes de entre 2 y 20 años. Los niveles de grasa corporal en los jóvenes varían a medida que éstos crecen, bajando durante los años preescolares y aumentando en la adultez. Asimismo, la grasa corporal es distinta en niños y niñas a medida que maduran. Por esta razón, el IMC para jóvenes, también denominado IMC por edad, se calcula según el sexo y la edad. Cada uno de los cuadros de IMC por edad contiene una serie de curvas que indican los percentiles específicos que reflejan dichos patrones de crecimiento. Por ejemplo, que un niño tenga un percentil 60 de IMC indica que el 60 por ciento de los niños estadounidenses del mismo sexo y edad tiene un IMC inferior. Se utilizan los siguientes rangos de percentil para identificar la falta de peso o el sobrepeso en niños: • • • Falta de peso: equivalente o inferior al (<) percentil 5 Con riesgo de sobrepeso: percentil 85 a 94 Sobrepeso: equivalente o superior al (>) percentil 95 ¿Qué son las condiciones secundarias? En términos generales, una condición secundaria es cualquier problema médico, social, emocional, mental, familiar o colectivo que puede experimentar una persona con una discapacidad primaria. La diabetes, la hipertensión, el alto nivel de colesterol y el cáncer están a menudo relacionados con el sobrepeso y la obesidad. Si bien es cierto que dichas condiciones secundarias también pueden darse en una persona con peso normal, las investigaciones muestran que el riesgo de padecer dichas condiciones suele ser mayor en personas con sobrepeso u obesidad. La diabetes tipo 2 (no insulino dependiente), anteriormente considerada una enfermedad de adultos, ha aumentado espectacularmente en niños y adolescentes. Los adolescentes con sobrepeso tienen un 70 por ciento de probabilidades de convertirse en adultos con sobrepeso u obesidad. De acuerdo con el CDC, alrededor de 17 millones de estadounidenses padecen diabetes tipo 2, lo que constituye más del 90 por ciento de los casos de diabetes. Otros 20 millones tienen prediabetes (niveles de glucosa en sangre superiores a lo normal), lo que constituye un importante factor de riesgo para desarrollar diabetes en un futuro. El Instituto Nacional de Diabetes y Enfermedades Digestivas y Renales (National Institute of Diabetes and Digestive and Kidney Diseases) estima que puede atribuirse un 70 por ciento del riesgo de diabetes al exceso de peso. Debido al incremento del sobrepeso y la obesidad en los EE. UU., han aumentado también los costos de atención médica asociados a tales enfermedades —tanto directos como indirectos―. Dichos costos están a menudo relacionados con el tratamiento de las condiciones secundarias que acompañan al aumento de peso. La mayoría de los estudios muestran también un aumento de la tasa de mortalidad como consecuencia de las mismas. Cada año, se asocian con la obesidad miles de muertes en los EE. UU. El riesgo de muerte es entre un 50 y un 100 por ciento mayor en personas obesas que en personas de peso normal, y suele deberse a causas cardiovasculares. Amputación y ejercicio: un círculo vicioso Los amputados arriesgan mucho más si no se mantienen físicamente activos, pero tienen que superar un obstáculo adicional. La cantidad de energía que las personas con dismetría de extremidades inferiores requieren para caminar es mayor que la que necesitan las personas que disponen de ambas piernas. Cuanto mayor sea el gasto energético, mayor será el esfuerzo necesario para caminar (o realizar cualquier actividad); por lo tanto, es probable que la persona realice menos actividad física. Esto contribuye a un estilo de vida sedentario. Los estudios muestran que las tasas de enfermedades cardiovasculares, hipertensión y diabetes tipo 2 son más altas en personas con dismetría de extremidades inferiores. Se considera que una vida inactiva es el principal factor que contribuye a aumentar dichas condiciones secundarias. Esto destaca la importancia que tiene comenzar con hábitos de vida y alimentación saludables desde pequeño, especialmente para las personas con dismetría de extremidades inferiores. Decadencia y caída de la actividad física en Occidente Las ventajas de la actividad física para los jóvenes con dismetría (diferencia de longitud de algún miembro) incluyen la reducción o prevención de condiciones secundarias, así como beneficios psicosociales tales como: aprender a trabajar y jugar en equipo, mejorar las habilidades motoras, incrementar la autoestima, aprender a superar obstáculos y aumentar la motivación para conseguir un buen rendimiento académico y social. Sin embargo, a pesar de los beneficios evidentes de la actividad física, la mayoría de los estadounidenses son sedentarios. En parte, podemos culpar a la tecnología. ¿Por qué caminar hasta la tienda de la esquina si puede ir en automóvil y estar de vuelta en 10 minutos? Nuestros hijos pueden prepararse algo de comer en el microondas mucho más rápida y fácilmente de lo que nosotros podíamos hacerlo a su edad. Las computadoras, la televisión y los videojuegos son niñeras fantásticas, pero no contribuyen demasiado a la buena forma física excepto cuando mejoran la coordinación oculo-manual gracias al tecleo, al manejo del control remoto o a la destrucción de alienígenas. La mayoría de los adultos tampoco dan buen ejemplo. Menos de un tercio de los adultos realizan una actividad física habitual en su tiempo libre (leve, moderada o intensa). Cerca del 40 por ciento no realiza ningún tipo de actividad física en su tiempo libre. En comparación, un estudio del Departamento de Salud y Servicios Humanos de los EE. UU. (U.S. Department of Health and Human Services) descubrió que alrededor del 25 por ciento de los jóvenes (entre 12 y 21 años) participan en actividades leves a moderadas, como caminar o andar en bicicleta, casi todos los días. Alrededor del 50 por ciento realiza habitualmente una actividad física intensa. Alrededor del 25 por ciento dice no participar en actividades físicas intensas y el 14 por ciento afirma no haber realizado ninguna actividad física recientemente. Los beneficios de la actividad física: Just do it* Olvídese del viejo dicho: “El que algo quiere, algo le cuesta”. La actividad física no tiene por qué ser agotadora para que sea provechosa. Incluso la actividad física moderada, como las tareas del hogar o caminar 60 minutos diarios, tiene beneficios para la salud. A continuación le ofrecemos algunas indicaciones y sugerencias a tener en cuenta. • • • • • Reduzca el tiempo que su hijo pasa mirando la televisión, jugando a los videojuegos y enviando mensajes instantáneos en la computadora (Sí, esto puede doler un poco). Seleccione actividades que disfrute tanto usted (sabía que esto llegaría, ¿no es cierto?) como su hijo. Si es algo que usted y su hijo detestan, no durará. Comience lentamente y aumente la intensidad de forma gradual. Por ejemplo, comience con una caminata de 10 minutos tres veces por semana hasta llegar a los 30-60 minutos cinco veces por semana. Propóngase perder peso gradualmente (de ½ a 2 libras [225 a 900 gramos] por semana). En caso de que su hijo tenga sobrepeso o sea obeso, perder sólo el 10 por ciento de su peso corporal puede ser muy beneficioso. Asegúrese de que los menús escolares cumplen con las normas de nutrición. Proporcione opciones alimenticias bajas en grasas, calorías y azúcares añadidos. ¿Qué más pueden hacer los padres? Los parques y servicios de ocio, las asociaciones YMCA y otras organizaciones comunitarias ofrecen programas que son beneficiosos para jóvenes con discapacidades, pero sus programas no suelen estar dotados de suficientes fondos y no cuentan con la publicidad necesaria para llegar a las personas a las que tratan de ayudar. Los padres como usted se encuentran en una posición clave para trabajar con dichos grupos y contribuir a desarrollar programas que puedan satisfacer las necesidades de su hijo. *Consulte a su médico antes de comenzar cualquier programa de ejercicio físico. Centro Nacional sobre Actividad Física y Discapacidad (National Center on Physical Activity and Disability) (www.ncpad.org)