DISCURSO Dirigido por R] ex-Presidente de la República, doctor José E. Otálora, al seÍlor Genera 1Ezequiel Hurtado, Primer Designado. ----------~~~,~~~-~-------- Habeis venido al poder cuando ni lo esperábais ni teníais de ello ambición alguna. Del mismO modo. me vi exaltado á esta suprema Magistratura, de la qual acabais de tomar posesión; y, sin embargo, eso no bastó á l'ibrarme de las angustias que su enorme responsabilidad apareja. Excusadme,'pues, si en v~'z O ~ de hablaros de los esplendores de esta cumbre, que en verdad no ofuscan á los :r:. modesto~ caracteres, os hablo de los abismos que la ciroundan, de las tempestade~ que pronto se encuentran detrás deÍ augusto ·solio. Es deber de los que cruzan por espinosas sendas, advertir á los que las siguen, cuántas dificultades las cierran y cuántos abrojos las cubren. Confieso sinceramente que el día de mi elevación á la Presidencia de la República, al aceptar tan tremendo encargo, desconfié de mis propias fuerzas; pero me dieron valor y sublimes esperanzas el patriotismo que me inspiraba y la fe en el buen sentido de mis conciudadanos. De éstos lo esperaba todo, por lo mismo que ningunas atribuciones discrecionales se me otorgaban y que toda la conducta del Presidente estaba trazada, como lo dije el 1.0 de Abril de 1883, no en ampulosos programas sino en la Constitución y las. leyes, única regla aun de sus más insignificantes procedimientos. No es la hora oportuna de hacer comparaciones entre el estado que atravesaba la R,e pública el 22 de Diciembre de 1882 y el que hoy atraviesa cuando yo, menos feliz que el señor doctor Zaldúa, desciendo á la o posición de simple ciudadano, que gentes poco b€;lnévolas llaman mi tumba y que mi alma estima como una gran resurrección . . Digo que he sido menos feliz que mi antecesor, porque él bajó al sepulcro y el frío de su losa calmó todas las pasiones, entonces más incandescentes que en estos momentos; pero veré alzarse la verdad, como nuevo Lázaro, llena de vida, para llevar la luz á mis hechos y alcanzar el fallo de justicia que creo haber merecido. Presuntuosa será esta confianza, pero nuestra propia historia no~ ensefia que si de ~qui. sale á las veces el Magistrado cubierto de afrenta ó despedido con injurias por las multitudes, más tarde son éstas sus salvadores jueces, y vuelve en la hora de las reparaciones ,c olmado de aplausos por el re:fl.exivo ' espíritu 1 de una nueva época. Del recinto de este Palacio huyó Bolívar para ir á morir proscrito y decepcionado en un lecho de tristísima pobreza. Y si ~quel hé~oe de las glorias de un Continente saboreó tan acibarado s reveses de la fortuna, y en el abandono de sus amigos sólo tuvo para refrescar sus laureles el llanto de sus desgracias, más amargo aún que la espuma de las olas, sus gemidoras compañeras, ¿ qué nos toca esperar á los 'que no hemos sido libertadores como él de naciones, ni como él victoriosos genios de homéricas batallas 7 y si es verdad que las grandezas de los héroes tienen en ocasiones por pedestal la inmensidad de los infortunios, confieso que lamento estar por unas y otras tí inconmensurable distancia de su envidiable suerte. Cierto es que yo mismo troqué este Tabor en Calvario~ y que rehusé la palmas de los pueblos para abrazar la cruz de mi sacrificio; mas, el cáliz de tanta amargura con que algunos partidos han pagado la renuncia de mi candidatura es todavía escaso para mi sed de martirio, que es sed de gloria. Bien es que la Historia ' no pone coronas sino donde halla inmolaciones, que no ciñe laureles sino á las frentes antes bañad~s en sangre por las espinas de inmerecidos reveses, y por esto bendigo la hora en que fuí mi propio verdugo. No lanzo una queja contra nadie. Aquí.donde la Providencia puso á prueba mi resignación, hiriéndome aun con la muerte de un sér idolatr;ado, sólo debo bendecir . mis tormentos. No sería yo... quien .á este pueblo, educado en la doctrina del Calvario, le enseriara á dejar de admirar el sublime 'heroJs~o dél 9~e rogó por sus enemigos. Para vos debiera tener calurosas felicitaciones por la singular distinción que alcanzais, pero como ellas no os faltarán de ninguno en estos momentos, os las reservo para la hora en que descendais de esta eminencia: cumplid el deber, aunque en su senda halleis el acíbar en que se empapan todas las grandezas: Yo lo he cumplido, merced al eficaz auxilio é inteligente aluda de honrados colaboradores, que en el Ministerio han sacrificado sus más preciosas horas por servir á la Patria, y este testimonio de justicia lo es también de ferviente agra.decimiento. Queda en vuestras manos el bastón de la primera Magistratura: vuestros merecimientos lo llevarán con honra y vuestra' integridad lo devolverá sin mancha. IMPRENTA DE VAPOR DE ZALAMEA HERMANOS ) .....