XXIX BREVES CONSIDERACIONES ACERCA. DE LA TEORIA LEGAL DE LA EXENCION DE COSTAS* El principio que gobierna nuestro sistema legal en materia de imposición de costas procesales, es el de que quien haya sido vencido totalmente en un juicio o en una incidencia, debe ser condenado al pago de ellas (art. 1772, C.P.C.). Es el sistema de la constitución del emperador Zenón, acogido por Justiniano, el cual tomó como índice para la imposición de costas, el , hecho objetivo del vencimiento: Victus Victori. Siendo tal principio en su llana enunciación un postulado en sí rígido y severo, su aplicación indistinta a todas las situaciones de especie, podría conducir a veces a injusticias manifiestas (summum ius, summa injuria). Previendo estas situaciones posibles, el legislador sancionó también un correctivo, que funciona en el sistema legal de las costas, como una válvula de seguridad. El artículo citado, dice: Podrá, con todo, el Tribunal, eximirla de ellas, cuando apareciere que ha tenido motivos racionales para litigar, sobre lo cual hará declaratoria expresa en la sentencia. Esta parte del artículo consagra como motivo de exención, la justa causa litigandi que asistió al perdidoso para sostener su pretensión; y deja su apreciación al criterio del Juez. Este concepto es completamente opuesto al de temeridad, entendida ésta, como conciencia de no tener derecho; y el concepto de litigante temerario, (improbus litigator) se opone así al * Este ensayo apareció publicado en Estudios de Derecho Procesal Civil, Uni versidad Central de Venezuela, volumen XIII, Págs. 127, 131. Caracas. 588 Luis LORETO de litigante que tuvo motivos racionales para litigar (probus litigator). En uno y en otro, el elemento subjetivo de la injusticia o de la justicia de la causa, cobra relieve significativo, y es uno de los casos en los cuales el derecho positivo se espiritualiza y toca los confines de la moral. Por lo que respecta a la temeritas, este elemento subjetivo se pone de manifiesto en la definición que da Gayo del litigante temerario. . . "quien tiene conciencia de no obrar rectamente, pero que intentó la acción con el propósito de perjudicar al adversario y espera ganar el proceso o por error o por iniquidad del Juez. . ." (Inst. IV, § 178). El elemento subjetivo del obrar en el proceso con motivos racionales, se hace paladino en este fragmento de la Ley de Partidas. . . ". . . Empero si el juez entendiere que el vencido se moviera por alguna razón derecha para demandar o defender su pleyto, non ha porque le mandar que peche las costas. . ." (Ley 81 Título XXII, Part. III). En la ponderación de estos motivos racionales, el juez tiene que ser muy cuidadoso y cauto, para no ir a admitir circunstancias tan sutiles y de mera forma que pierda todo • su valor el principio del vencimiento; y sabio y recto, para que el principio elástico y saludable que el legislador ha puesto en sus manos, no vaya a perder eficacia de criterio equitativo establecido para suavizar las asperezas del derecho estricto. Así, podría indicarse con los autores, como circunstancias -que revelan la racionalidad de los motivos, la incertidumbre del hecho, la ignorancia del monto del derecho reclamado (non potest improbus videri, qui ignorat quantum solvere debeat); la posesión de buena fe y el título hereditario de la cosa litigiosa; ser generalmente ambiguo y oscuro el problema de autos; la ignorancia de la causa que obstaba a la pretensión (justa ignorantia); y otras en que sea admitida la excusa de tal ignorancia, ( y . Chiovenda, La condanna nelle spese giudizialí, n. 111 y sig.; Beceña, Las costas en el proc, civ., en Revista de Der. Priv. 1922; pág. 40). Tales circunstancias han de ser apreciadas por el Juez según su prudente arbitrio, consultando lo más equitativo en el caso concreto; (Art. 13 Cód. P.C.). El debe tener presente que, verificado el vencimiento total de uno de los litigantes, ya el-legislador le ha impuesto, objetivamente, una conducta que asumir, cual EXENCION ' DE COSTAS 589 es la de condenar al perdidoso al pago de las costas; y que el poder que le ha conferido para eximirlo de ellas, funciona en el sistema como un correctivo de la rigidez de aquel principio y no como un criterio que ha de supeditar a su voluntad, el criterio legislativo. Los motivos racionales que tuvo el perdidoso para litigar deben a parecer de las actas procesales (quod non est in actis non est in mundo); esto es, que de los documentos, piezas y actos procesales o de todo su cómpletó orgánico, deben surgir aquellos elementos espirituales que le permitan inducir derechamente la justa causa litigandi, aún cuando ella no haya sido alegada o puesta de manifiesto con tal fin por la parte. El legislador no ha querido que este poder discrecional del Juez funcione en la amplitud de su arbitrio, sino que, como para obligarlo a ponderar suficientemente los motivos de exención, que servirán de guía a la parte y al posible control de alzada, le ha impuesto la obligación de motivarla; esto es: de expresar en el fallo las causas racionales concretas que obraron en su ánimo para determinarlo a pronunciar la exención. A falta de tal motivación, ésta no surtirá efecto alguno y la parte totalmente vencida se entenderá condenada en las costas (Art. 172 eiusdem). Los motivos deben aparecer del texto mismo del fallo, de una manera explícita y nunca implícita. Así, no hay, en nuestro sentir, exención cuando el sentenciador se limita a decir en el fallo, que absuelve al perdidoso de las costas porque, en su concepto, tuvo motivos racionales para litigar. Tal fórmula —muy usada por nuestros Tribunales— es irrelevante, porque ella enuncia como motivo determinante de . la exenci6n precisamente lo que es menester motivar y, queriendo decir mucho, no dice nada. La exención debe apo y arse en motivos concretos, en las particularidades del proceso, de la situación de especie, en circunstancias que permitan la diagnosis de que la actitud del perdidoso está respaldada por un criterio racional, y escapa a la censura de Casación. Siendo ejercicio de un poder discrecional, que el Juez puede o no actuar en cada caso, la parte perdidosa no puede imponerle al Tribunal la exención de costas, aun cuando aparezca de la parte motiva de la sentencia que existen ios - motivos que legitimarían su exención. La ampliación del fallo, solicitada a 590' . Luis LORETO tal fin, puede declarar la exención como no declararla: los motivos expuestos en el cuerpo de la sentencia no vinculan las, actividades discrecionales del juzgador. El principio del vencimiento total gobierna la teoría de las costas de todo el juicio, cualquiera que sea la instancia en la cual recaiga la sentencia; siempre, bien entendido, que la plena jurisdicción sobre todo el asunto o sobre la materia especial de las costas hayan sido devueltas (uso la fórmula clásica, no obstante su impropiedad) al Tribunal de alzada. Las costas del recurso las gobierna otro principio, del cual no nos ocupamos aquí. El fallo de la Corte Suprema a que se refiere la sentencia que anotamos, declaró en forma lapidaria que el hecho de que el vencido totalmente hubiese obtenido una sentencia favorable, era motivo suficiente para eximirlo del pago de las costas del juicio. La Casación encuentra que la fórmula del fallo recurrido está ajustada al espíritu informador de la norma legal sobre costas. Pensamos que si se toma la fórmula del Tribunal de instancia en su alcance objetivo, que es el que efectivamente surge de su letra y contenido, ella áe presta a críticas. En la época del derecho romano-canónico el apelado que iba forzadamente a sostener los fundamentos del fallo recurrido, encontraba en el mismo fallo que le había sido favorable, la justa causa litjganclj. Tal principio derivaba del sistema entonces imperante. Pero el sistema moderno sobre costas ha evolucionado mucho desde aquella época a ésta parte, evolución ésta de la cual, si se ha dado cuenta la doctrina patria, en cambio la judicatura olvida a veces, en desmedro de su función y finalidad. En la misma Italia, país privilegiado para la realización de las instituciones jurídicas, tal incomprensión es advertida y criticada también por Chiovenda, (Ob. cit. N 284) enseñándose que la victoria del primer grado aconseja la compensación con las costas de la apelación. Creemos que en nuestro sistema positivo actual, una exención de costas que se fundamente en que el perdidoso obtuvo una sentencia favorable, es irrelevante, por no satis,- EXENCION DF COSTAS 591 facer las exigencias del sistema legal. Vendría a erigirse como fórmula de exención una circunstancia objetiva que no está en la letra ni en el espíritu de la ley. Es cierto que puede afirmarse simpliciter que el hecho de haber obtenido una sentencia favorable denota, en la generalidad de los casos, que el perdidoso pudo haber tenido motivos racionales para litigar, pero tal criterio no deja de ser siempre contingente, para poderse elevar a dogma legal, como surge del fallo en que tal cosa se declara. En todo caso, la sentencia que anula el fallo apelado y a él se sustituye, lo agota en todas sus virtuaFdades: como juicio lógico y como voluntad del Estado. Si el Juez de alzada juzga al vencido digno de que se le exima de las costas, porque en los procesos anímicos que lo determinaron a proceder existen motivos racionales, tales motivos obran y deben obrar, de manera autónoma, independientemente de que fueran o no declarados y reconocidos por la sentencia revocada, como un juicio lógico a posteriori. La ley en materia de exención de costas quiere que tales motivos sean declarados expresamente en la sentencia, motivándoselos, y la manera elíptica, si así puede decirse, empleada por el sentenciador al eximir al perdidoso, omite, precisamente, lo que era menester expresar en la motivación, usándose una expresión inoperante en derecho. Por todas estas razones, juzgamos que la fórmula empleada por la Corte Suprema del Estado Táchira, que aprueba el Alto Tribunal Federal, no es prudente confirmar, como que ella no ajusta bien al espíritu informador , de- la teoría integral de las costas en nuestro derecho procesal.