La rebeldía de Valle de Chalco

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La rebeldía de Valle de Chalco
La lucha contra las aguas negras y el mal gobierno
Gustavo Magallanes, Atzin Bahena,
Amanda Ramos, Fiorella Fenoglio
Lo que hemos visto en el estado de México
da para mucho.
Y lo que hemos visto en todo el recorrido que
hemos hecho por el país da para voltear este país de
cabeza, sacudirlo y volverlo a hacer.
(Subcomandante Insurgentes Marcos, abril
del 2006, Estado de México)
Introducción
Desde que los antiguos habitantes del pueblo de Xico
—hoy Valle de Chalco— poblaron las vecindades
de la que sería, años más tarde, la gran Tenochtitlan,
éstos rendían culto y respeto a aquello que les daba
vida, alimento, fortaleza, y salud: el agua. Por este
motivo, el pueblo de Xico simbolizó en sus códices
un glifo que representa, por un lado, su geografía y,
por otro, los elementos que le dan vida. Así, la figura
de círculos concéntricos representa a la isla de Xico,
los cerros circundantes, el valle y, por supuesto, el
vital líquido. Posteriormente, con la llegada de los
españoles a estas tierras, los terrenos cambian drásticamente de manos: en 1523, el emperador Carlos V
se los concede a Hernán Cortés, y permanecieron en
manos de sus herederos hasta el siglo XIX.
La expropiación de los terrenos de esta zona
inicia con el periodo de despojo a las comunidades
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producto de la Ley Lerdo, de 1857, mediante la cual
se enajenan los bienes de corporaciones eclesiásticas y civiles, los cuales pertenecían, originalmente, a comunidades indígenas. Y continúa con la Ley
de Juárez, de 1863, que dicta sobre la ocupación y
enajenación de territorios baldíos, los cuales no habían tenido uso público legal, por lo que el Estado
los podía vender a particulares. En el periodo comprendido entre 1867 y 1868, se levanta cerca de Valle
de Chalco una rebelión campesina liderada por Julio
López Chávez (amigo y compañero del anarquista
griego Plotino Rodhakanaty), quien lucharía por los
pueblos indios campesinos, con el fin de recuperar las
tierras usurpadas en la época de Maximiliano. Esta
rebelión es considerada como la primera lucha que
deliberadamente se propuso la transformación radical
del sistema social imperante y se le cataloga como el
antecedente de la revolución zapatista de los pueblos
del estado de Morelos.
Para 1886 —con Porfirio Díaz en el poder—, se
venden grandes terrenos en la zona este de la Ciudad
de México y se comete uno de los grandes ataques
a la naturaleza y, específicamente, al agua: Porfirio
Díaz ordena desecar el Lago de Chalco para favorecer
al empresario español Íñigo Noriega, quien controló el 88.23 por ciento de las inversiones capitalistas
mexicanas. Con la desecación del lago de Chalco, de
unas 10 mil 500 hectáreas de extensión, surge la Hacienda de Xico. Así, se consolidó de manera fáctica
el despojo de los pueblos ribereños (con más de 9 mil
822 hectáreas) y se instauró el latifundio de los Noriega. Con el favoritismo porfiriano, la familia Noriega
formó una nueva sociedad: la Negociación Agrícola
de Xico y Anexas SA, con un capital inicial de tres
millones de pesos, con un número de trabajadores que
oscilaba entre dos mil y tres mil personas, incluidos
niños, adultos y ancianos, y con una producción, básicamente de maíz,
estimada entre un millón cien mil y un millón trescientos mil pesos anuales, sólo con el 60 por ciento de las tierras cultivables.
Años más tarde —con la Revolución Mexicana—, se recuperaron
las tierras y, mediante la dotación de ejidos, los pueblos lograron crear
nuevas asociaciones. Tal es el caso de Xico donde se crearon los ejidos
de Estación Xico, con 507 hectáreas, y de San Miguel Xico, con 250
hectáreas. Las tierras que actualmente integran el municipio funcionaron,
durante cerca de cien años, como cuenca lechera.
Desde 1945, Isidro Fabela —gobernador del estado de México—
formuló la legislación que, por varios años, eximía de impuestos a nuevas industrias que se establecieran en el estado de México. De tal modo,
que en este periodo se realizaron fuertes inversiones del sector privado
y comenzó a industrializarse el estado de México. En 1957, el nuevo
gobernador del estado, Gustavo Baz, fomentó el desarrollo de nuevas
zonas industriales, entre las cuales se encontraba Chalco. Para 1975, se
suprimieron las exenciones de impuestos a las industrias, pero muchas ya
obtenían fuertes ganancias.
La época de industrialización en el ámbito nacional y estatal se conjuntó con la crisis campesina y el despojo de tierras en todo el país. Los
problemas agrarios en Guerrero, Michoacán, Oaxaca —por mencionar
algunos— se agudizaron. La gente de estas zonas, al no contar con opciones para seguir trabajando el campo, buscó un lugar donde tener “nuevas
alternativas”. En el estado de México se necesitaba gente, las industrias
obtenían sus ganancias gracias a la mano de obra migrante. Muchos llegaban al Distrito Federal, pero debido a los altos precios de lotes y rentas,
preferían ir al estado de México, que era más barato pues no contaban
con los servicios necesarios. Debido a la fuerte migración, se conformaron municipios como Nezahualcóyotl y Cuautitlán Izcalli.
Para finales de la década de los setenta, comenzó la migración de
cientos de familias que se instalaron en los terrenos del Valle de Chalco,
la mayoría provenían de los estados del centro y sur del país. Todos llegaron en busca de un terreno donde vivir, o pagar menos renta. Los colonos
empezaron a levantar sus casas con recursos escasos.
Para los ochenta, el pueblo de Xico, junto con el de Santa Bárbara Ixtapaluca, Santa Catarina, Darío Martínez y Ayotla, conformaron el asentamiento irregular más pobre y grande de América Latina, el cual carecía
(y carece hasta el día de hoy en gran parte de su extensión) de servicios
básicos como agua potable, educación, trabajo, luz eléctrica, salud... Para
los años noventa, este asentamiento albergaba a cerca de 400 mil habitantes. En estos años, los pobladores del valle iniciaron un movimiento
cuya demanda central fue la creación de un nuevo municipio dentro del
estado de México. En 1994, Emilio Chuayffet Chemor —responsable
directo de la matanza de indígenas en Acteal—“respondiendo a tal solicitud”, envió una iniciativa de ley para la creación de un nuevo municipio. Así, el 9 de noviembre de 1994, por medio del Programa Nacional
de Solidaridad (Pronasol), Carlos
Salinas de Gortari crea, en Xico, el
municipio 122 del estado de México, denominándolo Valle de Chalco Solidaridad. Con esto, se busca
regularizar la sobreexplotación del
agua en el valle, así como permitir
el uso de suelo —un botín para las
grandes compañías inmobiliarias
como Casas GEO y Casas ARA
(cuyos dueños son Luis Orvañanos
Lascuráin, y Germán Ahumada
Russek, respectivamente). A estos
dos personajes se les asocia con
los empresarios de Grupo GICSA,
a cargo de Elías Cababie Daniel;
Sare, de Dionisio Sánchez Carbajal; Homex, de Eustaquio Tomás y
Nicolás Gutiérrez; y Urbi Desarrollos Urbanos, de Cuauhtémoc Pérez Román. Todos ellos adeudan al
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fisco la cantidad de 16 mil 210 millones de pesos (cantidad que cubre el presupuesto de Ciencia y Tecnología
para el año 2010), gracias a la tolerancia del gobierno
federal y de la Secretaría de Hacienda—.
Con lo anterior, comenzó la inversión federal en el valle, la construcción de escuelas, electrificación, regularización de la tenencia de la tierra,
etcétera. La meta fue cumplida: proporcionar las
condiciones requeridas por las grandes inmobiliarias. Así, desde 1999, arrancó la construcción de 56
mil 400 viviendas bajo el permiso de la Secretaría de
Desarrollo Urbano, convirtiendo esta zona en aquélla donde más licencias de construcción se otorgaron:
se edificaron 43 mil 77 casas de interés social, 9 mil
300 inmuebles y 3 mil 875 viviendas. De esta manera,
gracias a Carlos Salinas de Gortari, esta fértil zona
del estado de México fue el paraíso de las grandes
empresas constructoras inmobiliarias. En la zona de
Ixtapaluca, por ejemplo, se edificaron cerca de 300
mil casas de interés social, consolidándose el fraccionamiento San Buenaventura, el fraccionamiento más
grande de América Latina, con 28 mil viviendas.
Con estos antecedentes, más el crecimiento
urbano de la zona, la recarga de capacidad del Canal
La Compañía, así como la falta de escrúpulos de los
gobiernos, llevaron al desbordamiento, por primera
vez, del canal en el año 2000. Sin embargo, las autoridades en sus tres niveles de gobierno, siguieron
otorgando permisos y licencias para la construcción
de unidades habitacionales en esta zona de riesgo.
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En el 2006, al paso de La Otra Campaña, los habitantes del Valle de Chalco denunciaron, en la Capilla del Buen Camino, que su situación parecía no
importarles a los gobiernos, que los trataban como si
fuese una burla. Los gobiernos del estado de México
—todos de corte priísta— aprovecharon las necesidades básicas de la población como plataforma política. El desprecio y la falta de interés por resolver
el problema de inundaciones en el Valle de Chalco,
así como las promesas de entubamiento del canal,
han sido una constante de campaña electoral en todos
y cada uno de los gobiernos locales. Las promesas
han ido y venido con César Camacho Quiroz, Arturo
Montiel, Enrique Peña Nieto, así como con los candidatos presidenciales Vicente Fox y Felipe Calderón.
El 5 de febrero de este año, una de las paredes
de contención del Canal La Compañía se reventó en
una extensión de aproximadamente 70 metros de largo, lo que provocó de manera inmediata accidentes
automovilísticos, inundaciones en hogares, escuelas,
iglesias, mercados, hospitales... afectando a cerca de
30 mil personas. Ante esta grave situación, la respuesta
del gobierno, municipal, estatal y federal, fue de total desprecio a los pobladores del Valle de Chalco. Sin
embargo, las y los adherentes a La Otra Campaña denunciaron la incapacidad del gobierno de resolver la
situación. Señalaron: “No es ‘una tragedia’ así nomás,
es una maldición producto de la corrupción, la estupidez y la mezquindad de los tres niveles de gobierno.
Según promesas y declaraciones, el Canal de La Compañía se terminaría de entubar en
julio de 2008, para que no volviera a ocurrir una inundación como
la del año 2000. Mil 423 millones
de pesos —que forman parte de los
recursos del Fideicomiso 1928 que
integran el gobierno del estado de
México, el del Distrito Federal y la
Federación— supuestamente fueron invertidos desde el año 2006 en
este ‘plan maestro’ de entubamiento del canal. Esta ‘magna obra’ que
se han adjudicado tres diferentes
presidentes de la República, otros
tantos gobernadores del estado
de México y funcionarios de toda
ralea, hoy da sus podridos frutos: la anegación de cerca
de diez colonias en tres municipios del oriente del estado de México, miles de familias damnificadas y una
estela de dolor y rabia entre la población que se sabe,
una vez más, burlada y puesta en grave riesgo por el
desprecio de los poderosos”.
Y, como era de esperarse, en el abajo y a la izquierda se manifestó la solidaridad: se hicieron trabajos de
rescate, prevención, restauración, alojamiento, alimentación, y contención de los niveles de agua. Al mismo
tiempo, la respuesta del gobierno fue la de mandar al
ejército y a la marina a las calles, incrementando el número de policías y, por lo tanto, la represión ante cualquier brote de organización e inconformidad.
Así, 300 elementos de la Agencia de Seguridad
Estatal (ASE) retiraron violentamente y golpearon a
los colonos de San Isidro que, el 15 de febrero, bloquearon la carretera México-Puebla, para protestar por
la falta de apoyo del gobierno. El 25 de febrero, vecinos de Valle de Chalco tenían la intención de cerrar
nuevamente la autopista en el kilómetro 28.5, debido
a que no se les incluyó en el padrón de beneficiarios
para la “ayuda” económica. De nuevo, elementos de
la ASE y, ahora, de la Policía Federal lo impidieron.
Calcinaron dos camionetas con proyectiles, con gases
lacrimógenos dispersaron a la gente y la golpearon.
El resultado: dos detenidos, varios golpeados, entre
ellos, una mujer embarazada.
El pasado 7 de marzo, vecin@s de las colonias
San Isidro, El Triunfo y Unión de Guadalupe, los colectivos De Salud, Ya se mira el horizonte, Zapatista
Neza, y Neza centro, así como estudiantes independientes de Aragón, la Coordinadora Valle de Chalco, así como colectivos y simpatizantes de La Otra
Campaña en el DF, organizaron jornadas solidarias
de salud de manera autogestiva, de abajo y a la izquierda. En estas jornadas, los habitantes del Valle de
Chalco señalaron: “Estamos convencid@s de que la
solidaridad y el apoyo que se da entre iguales, entre
herman@s, de pueblo a pueblo, con verdadero humanismo y buen corazón nos sacará de esta pesadilla”.
En este contexto, Rebeldía, en entrevista con los
pobladores del Valle de Chalco, recogió la digna rabia,
las denuncias y la solidaridad de est@s compañer@s
que luchan desde abajo y a la izquierda. Le damos la
palabra a nuestros compañeros, a nuestras compañeras.
Llegada a Chalco/ La lucha por una vida mejor
Nosotros llegamos buscando algo propio —relata una
compañera—, ya no queríamos rentar. El sueldo no
alcanzaba para estar pagando renta, para la educación, para salud, para muchas cosas. Queríamos algo
que fuera nuestro, por eso llegamos aquí a Valle de
Chalco. Yo vengo de Oaxaca, me vine desde los trece
años a trabajar al DF, porque en nuestra comunidad
no había trabajo para mi edad, yo era huérfana, yo
quería estudiar pero no había en dónde, entonces, yo
le dije a mi mamá “pues me voy y te ayudo con el
sueldo”. A esa edad me daban lo que querían, creo
que ganaba yo cincuenta pesos, por eso me vine a la
ciudad. Llegué al DF, después encontré a mi pareja,
ya de ahí, pues nos fuimos a rentar, el cuarto era pequeñito, era cocina y dormitorio a la vez porque no
nos alcanzaba para pagar uno amplio. No sé porqué
llegamos a Valle de Chalco... será porque encontramos un poquito más económico, yo creo.
Yo llegué —añade un compañero— porque pertenecíamos a una organización de maestros, mi trabajo estaba en el estado de México, esta zona era una
especie de ciudad perdida. La mayoría de nosotros
éramos maestros, la idea era poner escuelas en donde
la oficialidad no pusiera. Nosotros venimos de San
Vicente Chicoloapan, allá nos organizamos y nos venimos para acá. Las comunidades nos pidieron que
viniéramos a poner escuelas, obviamente, con las
carencias, eran escuelas populares. Como éramos no
oficiales, eso hizo que nos hiciéramos a la lucha por
exigirle al gobierno el reconocimiento, la dotación de
terrenos. Esa lucha nos vinculaba mucho con los padres de familia. Yo soy originario del Distrito Federal,
de ahí nos salimos. Nos venimos a trabajar aquí. Ya
que se logró el reconocimiento de la escuela, optamos
por venirnos a vivir aquí, ya que la venta de los terrenos estaba barata en esa época, aunque no era fácil
pagarlo, lo terminamos de pagar en un año. La organización a la que pertenecíamos se transformó con el
tiempo, primero era perredista, después priísta.
Soy la primera generación que ya nace aquí en
Valle de Chalco hace veinticinco años —comenta otro compañero—, mis padres son originarios de
Michoacán. La pobreza en las comunidades campesinas los obliga a migrar, primero a Nezahualcóyotl
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y, a finales de los setenta, se vienen a vivir al Valle
de Chalco. Mis hermanos mayores nacen en Neza.
Cuando yo nací mi acta de nacimiento todavía dice
Chalco de Díaz Cobarrubias, porque esta zona, como
municipio, se forma hasta el 94, antes era parte de
Chalco. Y la parte que está pasando la autopista, la
colonia El Triunfo, era parte de Ixtapaluca.
Cabe señalar que, en los años noventa, esta zona
era considerada como el campamento irregular más
grande y más pobre de América Latina —aunque todos pagamos—, aquí ya había cerca de medio millón
de gentes, sin ninguna escritura de su propiedad, sólo
tenían contratos de compraventa que habían hecho
con los ejidatarios directamente y con coyotes, que se
aprovecharon de la necesidad de vivienda de la gente
humilde. El gobierno los solapó y, después, cobró por
las escrituras. Hizo su negocio. A pesar de esto, Enrique Peña Nieto, el secretario de la Comisión Nacional del Agua (Conagua) y muchos otros funcionarios,
criminalizan a las víctimas: “es que esa gente tiene la
culpa, no tiene qué hacer ahí, no tiene porqué estar
al lado de un canal”. Han usado ese argumento los
gobiernos para decir que la gente de aquí es invasora,
que no tenía porqué vivir aquí, y que es culpable de la
desgracia por vivir a las márgenes del río.
Este río tiene unos quince metros de altura, es un
canal ya, antes era un río que bajaba del deshielo del
volcán Popocatepetl e Ixtacihuatl. Cuando la gente llegó aquí, en el setenta, estaba al ras de piso, como un
río, no era lo que es hoy. Con la urbanización y con el
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negocio que han hecho todos los gobiernos que han pasado, tuvo que incrementarse. Nosotros reiteramos que
no fue un desbordamiento del canal, sino que fue una
ruptura. Desbordar es que se fuera saliendo por los lados
el agua. El canal revienta porque no tiene mantenimiento, porque no son los materiales adecuados para hacerlo,
porque ni siquiera debería de haber un canal ahí.
Las empresas que se benefician con las grandes
extensiones de terreno son Casas ARA, Casas GEO
y un sinfín de otras constructoras que han hecho negocio aquí. Toda esta parte de los cerros y todos los
campos fueron llenados de casas habitación con créditos del Infonavit.
Problemas y servicios insuficientes
en Valle de Chalco
El hospital de aquí de Valle de Chalco tiene poco más
de mil camas, somos una población de casi un millón
de habitantes, y tampoco hay medicamentos. He visto
las oficinas de los ejecutivos del hospital: tienen pantallas de plasma, viven como si no hubiera necesidad
de dar salud a la población, sino que lo toman como
oficinas de desparpajo.
Educación superior no tenemos, aquí hay una universidad pero es muy pequeña para la población que
hay, hay bastantes secundarias y primarias y algunas
no funcionan muy bien. También está el problema de
la cultura: nominalmente hay cerca de 20 bibliotecas
municipales, pero tú búscalas y no están. Tampoco hay centros culturales, por eso ésta es
una de las demandas que los jóvenes de la
Coordinadora hemos recogido, con la cual
trabajamos mucho, educación popular con
los chavitos, pero también con los jóvenes
en cuestión de la cultura y el arte.
Otro problema es la inseguridad. Aquí
es más riesgoso que te encuentres a la policía que a la banda. La tira te para y te revisa,
no tienen porqué, pero si no te dejas te va
mal. Un amigo taxista que estaba con su novia en el carro, llegaron los policías y los rodearon, secuestraron a la novia y le pidieron
dinero al taxista. Lo sabemos porque nos
pidió prestado. A finales del 2008 y a principios del 2009, un joven estudiante de la
ENAH y de la UAM, fue asaltado por policías municipales. Los denunció y pocos días después desaparece.
Estos barrios son catalogados como violentos,
como de lo peor. Pero la violencia generalizada y
brutal la trae la policía, no la población local. Lo que
ocurrió en días recientes con el ataque policíaco a los
manifestantes. Es eso: la policía llega buscando bronca, con violencia. Y la gente, que es de temperamento caliente, responde con la autodefensa popular a la
violencia institucional.
El mal gobierno y las promesas de entubamiento
Los gobiernos han sido demasiado corruptos. En
campañas, nada más prometen: que van a hacer esto,
que van a arreglar el canal de La Compañía, que van
a meter el metro... Pasan seis años, pasan los años y
nada. El arreglo del canal de La Compañía es promesa de Zedillo, de Fox, de Peña Nieto. Calderón ya no
prometió, éste dijo que no tenía dinero, que le vale
madre: “¿para qué viven ahí? Si se les rompe el canal
ya es bronca suya”. El proyecto del entubamiento es
uno de los proyectos de Fox. Vino a decir: “ahí están
mil 423 millones de pesos para que se entube el canal,
para que se sigan las obras”. No pasó nada, todavía
se ven las obras a cielo abierto. Calderón se comprometió a arreglarlo, pero ya no maneja la cuestión del
entubamiento, sabe que es mucho dinero.
El canal empezó a crecer con el aumento de la
población. De un tiempo para acá se revienta más por
la cantidad de agua que trae. Donde se desarrollan las
unidades habitacionales, los desechos que vienen se
acumulan, cubren el suelo, esa agua ya no la absorbe la
tierra, cuando llueve se va al drenaje. Nosotros recibimos agua de los volcanes, pero conforme van construyendo casas, van construyendo drenaje y, esa agua que
se filtraba de los volcanes ya no llega, se combina con
agua sucia. Y ya tenemos el problema del agua, porque
sale muy sucia, la mayoría de los habitantes compra
agua de garrafón, que sale bien cara.
En el 2000, la masiva construcción de Casas GEO
y Casas ARA tronó el Canal La Compañía. Acá atrás
hay una unidad habitacional que se llama Santa Bárbara. No quiero exagerar pero son, cuando menos, doce
mil casas que hicieron de un chingadazo, pero luego
hacen diez por aquí, veinte por acá. Estas unidades
habitacionales no salieron afectadas directamente con
la inundación, pero sí se quedaron sin transporte, la autopista es la única salida, está la federal pero es muy
pequeña para tanta gente. Estamos hablando de Santa
Bárbara, pero también está San Buenaventura que es
la unidad habitacional más grande de América Latina.
La organización, una historia de lucha
La organización empezó desde hace mucho por las
necesidades básicas de la gente. Nos organizamos
para exigir agua, porque la gente ya estaba pagando
su predio y tenían derecho a ello. Cuando truena el
canal en el 2000, la gente se une más para exigir garantías. Se hacían foros y todo. Cuando empezaron
las campañas, de lo primero que se acordaba la gente
era del canal de La Compañía. La gente se organizó
y luchó por seguridad, por que el agua fuera potable,
que los servicios como la luz fueran de calidad. Entonces, la gente se empezó a organizar desde antes.
Esta capilla, por ejemplo, se construyó con toda
la comunidad. Decía el padre: “quien pueda traer dos
ladrillos que los traiga”. No aceptamos ayuda de ningún partido, eso quiere decir que la capilla es de la
comunidad. Entonces, desde ahí empezamos nosotros
la organización, porque él nos decía: “ya ven, un ladrillo, otro ladrillo, y se va formando poco a poco
nuestra capilla, así también nuestra comunidad que se
va ir formando poco a poco, ustedes también van a ir
despertando su conciencia”.
Inundación del 2000
La primera vez que se tronó el canal, en el 2000,
se reventó el muro, pero más adelante: se rompió
en Puente Rojo. Se veía cómo salía el agua de las
coladeras, pero como fue por dentro y no afectó la
autopista no le dieron importancia. Del lado de Ixtapaluca sí se inundó mucho, de los cerros bajó mucho lodo y cubrió la federal con lodo, pero bueno a
eso no le dan importancia porque lo que les interesa
es la autopista. Sí ha habido rajaduras, pero las han
tapado con costales. La solución ha sido ésa: poner
costales con tierra. La otra vez también fue de madrugada, como dos o tres de la mañana. La vez pasada llegó mas rápida la ayuda.
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Alertas a la inundación del 2010
Desde agosto del 2009, había unas fisuras en las paredes laterales, empezó a filtrarse el agua. Entonces,
la gente se dio cuenta de que se empezaron a humedecer las paredes. El agua comenzó a deshacer el
material del que está hecho el muro. Vino el gobernador a echar rollo, dijeron que lo iban a arreglar...
Nosotros, como compañeros de La Otra Campaña,
empezamos a levantar la información para intentar
prevenir, pero tenemos la dificultad de pocos recursos. Además, el trabajo con las comunidades que ya
desde antes estaban denunciando esto, se dificultó
pues son priístas. Pero la denuncia ya estaba de que
esto no iba a aguantar, que en cualquier momento
podía tronarse. En anteriores ocasiones, que ha llovido bastante, siempre es el temor, pero nunca mandan a gente que vigile, a ingenieros que vean, no le
dan mantenimiento. Cualquier obra, si no la están
analizando, controlando, remozando, echándole una
manita, tiene que tronar, sobre todo por lo que contiene, que son puras aguas negras.
Cuando ven esto, lo único que hacen es poner
costales, no estructuras. Ponen una línea de costales
o dos, hacia arriba, le echan tierra a un lado, luego le
ponen malla, más tierra, la aplanan, pasan la aplanadora y ya así se queda, nada más, no es que tu digas
acero, vigas o cemento. No hicieron una verdadera reparación, es como si la pintaran, los costales no sirven
de nada. Esta vez también pusieron costales, con eso
lo solucionan. Y tú preguntas: ¿hay algún ingeniero
civil o algo? ¡NO! ¡Son soldados, policías, pero no
hay ingenieros! Y eso que hay un letrero de la transnacional Ingenieros Civiles Asociados (ICA) al lado
de la carretera, pero sólo está el letrero, no se les ve.
La inundación, el apoyo solidario y la lucha en
contra de las aguas negras del mal gobierno
Tuvimos una equivocación muy grave porque, cuando dijeron “se reventó el canal”, nosotros dijimos “el
agua llega hasta aquí”. Y nos equivocamos, porque
avanzó rápidamente y con mucha más extensión. Es
bien alarmante y preocupante, porque estábamos del
otro lado de la inundación, pero no pudimos salir al encuentro del que está adentro, que son muchos. Cuando
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dicen esto, nos agarran dormidos, no reaccionamos rápidamente, somos lentos para saber qué hacer porque,
de repente, estamos solos, por lo mismo que nos agarra
durante el sueño. Los que están fuera tienen la capacidad de salir al encuentro de los demás: mi compadre,
mi vecino, mi amiga, en fin... Todos los que están del
lado seco salen al encuentro de los demás.
Nos sorprendió porque fue en otro lado y con
mayor intensidad. Sentimos indignación, un sentimiento que tiene uno de impotencia, de ver que las
autoridades no hacen su trabajo. Nosotros no tenemos
los recursos para auxiliar al vecindario, si no hay una
lancha uno no puede ayudar, ni llevar comida, ni poderse asomar para ver cómo están. Yo pude hacer un
recorrido en lancha hasta los ocho días, me pude dar
cuenta: camiones atorados en la autopista, coches que
no se les veía más que el toldo, zaguanes colapsados,
vecinos construyendo su propia balsa. Dos familias
construyeron su propia balsa para salir a buscar comida, agua, a decir que estaban ahí.
La mayoría de las labores de rescate, rehabilitación, el aviso oportuno a los vecinos de que estaba el
problema, los primeros en poner costales fue gente civil, colonos de aquí, gente que vino a apoyar. No fue el
ejército, no fue la marina. La marina llegó tres o cuatro
días después a pararse por allá en otras colonias, con
anfibios y con lanchas. Nosotros vimos las lanchas de
motor que llevaban y toda su parafernalia que cargan,
sus anfibios estaban parados a varios kilómetros más
para allá, mas bien —es lo que comentábamos— haciendo labores de intimidación, de tipo patrullaje, de
presencia militar y policíaca que detuviera alguna posibilidad de organización masiva. Sí ha habido organización, sí ha habido vecinos organizados, pero temían
una organización de las treinta o veinte mil gentes que
se inundaron, eso para ellos era el coco.
A nosotros nos tienen catalogados como violentos,
como gente irracional, gente peligrosa. Y ha habido
una respuesta, pero no como ellos esperan: de manera violenta. Buscan cualquier pretexto para atacar a la
población, amedrentarla. Desde antes que llegara la
Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol), la Conagua
y la gente del estado de México, lo primero que llegó
fue el ejército, la policía estatal y, posteriormente, la
marina. En días posteriores, incluso llegaron grupos de
choque, gente que sabemos que los trajeron de otros
municipios, sobre todo de la parte del Valle de Toluca,
que venían con playeras rojas y estaban mezclados con
la gente que hacía el censo.
Luego, empezó a censar Sedesol: “aquí no, aquí sí”,
comenzó a seleccionar. Si hay dos familias, la de abajo recibe la ayuda y la de arriba no. Decía una señora:
“pero mi lavadora estaba abajo, mi familia, mi hijo vive
abajo, pero yo también resulté afectada, yo vivo aquí”.
Entonces la ayuda debería ser para las dos familias. Ahí
empieza la discriminación. Igual en las despensas: “tú
sí, tú no”. Ahí también entran los partidos: “como yo conozco a los priístas, voy a traer y a darle despensa nada
más a mi gente”.
Otra: para sacar el agua y el lodo. No quisieron sacar
el lodo de esta capilla, porque según no les tocaba. Todos
se echan la bola: “es que a mí no me toca, es que yo tengo
un jefe y si no me da la orden yo no puedo hacerlo”. La
estatal se la avienta al federal, el federal se la regresa al municipal, el municipal al estatal, y nadie se hace responsable. Es siempre la misma historia.
Levantamos algunas entrevistas, precisamente en los momentos en
que ocurrió esto y la denuncia general era ésa: “no ha llegado nada”. Hasta el lunes empezaron a llegar despensas. Después de ese día, empezaron
a llegar despensas al por mayor, pura despensa, de todos lados: del DIF
de Coacalco, mandaba Televisa, todos mandaban. Cuando se empezaron
a presentar las demandas del entubamiento del canal y sobre la indemnización de la gente afectada, no, pues ahí ya no estaban.
A mí me tocó estar en lugares en donde la gente llevaba un día entero
sin comer, y la gente increpando a los policías que sí comían. Les decían que
“cómo era posible que ellos ya estaban comiendo sin hacer nada”, y que “la
gente que está sin casa, lleva un día sin comer”. Eso fue un domingo en la
tarde, la gente le exigió a los policías que se fueran a tragar a otro lado.
Traen cosas del DIF caducadas, traen puras porquerías. Uno se queda
con una despensa y ya, pero si revisas las despensas que traen, resulta que
es un cuarto de arroz de peor calidad, ya bastante viejo, frijol duro, latas
de atún con pocos días de caducidad, siempre traen lo peor. El aceite,
uno es jodido pero no compra tan mal aceite, casi te dan aceite de carro
para que cocines, un aceite que de plano lo vez y es demasiado espeso
y oscuro. Las despensas son la pantalla. Dicen: “entregamos diez mil
despensas” pero, en verdad, son unas despensas muy pequeñas y pura
porquería, todo enlatado.
A la gente afectada le dieron una tarjeta, un monedero electrónico
para ir a gastarlo sólo en Walmart y Soriana, que son las tiendas más
caras. Entonces, la gente percibe que hay un acuerdo entre estas tiendas
y el Estado, una mochadita.
Ante la ayuda inexistente, el gobierno se excusaba diciendo que los camiones que venían con despensas estaban siendo asaltados por la gente de
acá, que la gente de acá es “incomprensible, es irracional”, decían, y
que “la ayuda va llegando pero se
roban los trailers, los asaltan y se
roban las cosas”. Ésa era la versión
de la policía, nosotros no dudamos
que la misma policía, los funcionarios, guarden las cosas y las tengan
ahorita en bodegas.
De aquel lado de la autopista,
hubo gente a la que, sin avisarle, le
tiraron su casa. Llegaron y con las
máquinas quitaron todo, y les dijeron: “aquí ya no se puede vivir”.
Ellos están ofreciendo que los papeles que se perdieron los iban a
reponer, pero llegan con máquinas
para destruir sus casas y no les
permiten rescatar nada. El municipio se compromete a entregar
títulos de propiedad y todo eso:
pago del agua, del predial, para
que se justifique... Pero, ¿cómo?
¡Si ya te quitaron todo y te lo tiraron con sus máquinas! Hay gente
que lo poco que tuvo y ganó con
su trabajo, lo perdió, y ahora con
este desmadre, tiene que empezar
otra vez.
25
Nosotros percibimos esa indignación, a nadie
se le olvidan las promesas. Decían: “estos culeros
han venido prometiendo siempre lo mismo”. Es la
rabia que todavía no puede organizarse de una manera masiva, que pueda ejercer la fuerza necesaria.
Pero sí ya hay indignación, un no conformarse, un
no olvidar. Un no decir que es nuestro destino, que
estamos destinados a que nos pase siempre lo mismo. Creo que el primer paso es indignarse, que no
es natural lo que ha pasado, que hay responsables
que sabemos bien quiénes son. Efectivamente, como
dice el compañero, algunos van y piden ayuda a las
instituciones, ya cuando les dan mil vueltas ya es
cuando van a ver qué onda con las personas que se
organizan por fuera de las instituciones. Yo les decía
a mis vecinos: “es que hay que exigirles, nosotros
pagamos teléfono ¿cuánto nos cobran?, pagamos
agua ¿cuánto nos cobran? Todos nuestros impuestos se van ahí, lo que nos están dando no lo están
regalando, es parte de nuestro trabajo... es parte de
lo que nos toca por derecho”.
Se supone que el gobierno instaló cocinas, apoyados por el DIF, pero —sin duda— sin la iglesia no hubiera hecho nada. La iglesia —porque
me pude dar cuenta— entregaba entre cincuenta
y ochenta desayunos en cada puesto, y aún así no
se daban a basto. Decía el padre de la iglesia que
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el gobierno no está trayendo nada,
sino que es la propia comunidad.
En fin, de esa manera se pudo responder medianamente a la necesidad de esas personas que lo estaban
viviendo en carne propia. Aunque
también desde afuera se sufre mucho: el temor de que el agua llegue,
las cosas las guarda uno en lo más
alto que puede, y para apoyar tiene
uno que dejar de trabajar. Finalmente, salimos todos damnificados.
A lo mejor sí hubo ayuda, pero
la concentraron con la gente de los
partidos. Entonces, otra gente que
no está en La Otra Campaña se ha
acercado. Se han acercado compañeros que vienen a ayudarnos a limpiar
acá, esta brigada de salud ha jalado a
chavos, jóvenes. Muchos jóvenes se acercan a apoyar.
No son muchos, pero es significativo que estén apoyando, son los que estuvieron más metidos en la caca,
sacando todas las cosas, estuvieron llevando y trayendo el acopio. Y las compañeras haciendo de comer.
Ése es el otro elemento que no se ve. Siempre se ven a las víctimas como “¡hay pobrecitos!”,
gente jodida que queda más jodida, como lo decían
TvAzteca, Televisa y todos los medios de comunicación masiva. Venían para mostrar a gente llorando por las pérdidas. Nunca se atrevieron a ir a los
lugares —por ejemplo la iglesia de San Ignacio y
San Isidro— donde la gente estaba organizándose
sin esperar una dirección, donde la gente llegaba
y traía cosas, llevaba comida, traía ropa. Es una
organización social de identificación, de espejo, de
hermanamiento con la gente. Es una cuestión de
conciencia social, de identificar al sistema como
enemigo de mucha gente. Hay una especie de conciencia de abajo, de decir: “es igual que yo, cómo
no voy a ayudar”.
Cuando se sacó el agua, pocos días después llovió, y llegó el pánico. “No manches, otra vez se va a
inundar; si pasa algo, mejor nos vamos”. Ahora imagínate en temporada de lluvias. Si no hay una medida más o menos eficaz en el corto plazo, va a ser el
pinche caos. La gente saliéndose a lugares alejados
del canal o con familiares. Mi familia ya se quiere regresar a su pueblo, pero pues aquí está mi gente, aquí
está mi comunidad, aquí está mi trabajo, cómo irme y
dejar... Pero igual, o le corres o te corre el canal. No
sabemos qué va a pasar.
Represión
El 25 de febrero, se convocó a la primera marcha mitin para pedir que llegara un funcionario de gobierno
que pudiera resolver, sobre todo lo de los censos. Cerca de doscientas gentes llegaron, y dieron una hora
como plazo para que alguien los atendiera. Antes de
que ellos empezaran su marcha, la policía ya los estaba esperando. Al no tener respuesta, intentan bloquear la autopista. Para los de arriba es fundamental
la autopista, para ellos es la vía de comunicación, no
de gente, sino de mercancías. Los policías empiezan a
forcejear con los pobladores. Hay una camioneta que
intenta abrir paso entre la valla de policías, esto da el
pretexto para que ellos empiecen a golpear, queman
la camioneta, lanzan gases lacrimógenos a lo pendejo, para todos lados. Hubo momentos de resistencia a
las pedradas y gases lacrimógenos de la policía, pero
la sorpresa no les permite tener una defensa de sus
cuerpos, de sus vidas, de su gente, entonces es cuando empieza la corredera y es cuando empieza a haber
mucha gente golpeada.
Como formamos parte también de la Red Nacional contra la Represión y por la Solidaridad, como
parte de La Otra Campaña, empezamos a buscar a la
gente golpeada y a la gente reprimida para ver si hay
alguna posibilidad de apoyar.
Al otro día de la represión, en la prensa, los encabezados más light decían: “Choque y enfrentamiento entre pobladores y policías”. Los otros, de
plano, sí ponían: “Gente irracional que golpea policías, la policía controla la situación”. Éstos eran
encabezados de la prensa y ya te imaginarás los de
televisión y radio. Entonces, empieza este discurso
de que “es gente de afuera, ajena a las inundaciones”, “gente que no fue afectada por las inundaciones”, “gente que posiblemente no sea de aquí”. Peña
Nieto, en el periódico del día siguiente, dice: “no
sabemos su filiación política, es gente indefinida que
está aprovechando la situación para generar brotes
de violencia”, que la gente está esperando cualquier
cosa para echar desmadre.
La represión fue un ataque premeditado y preparado, no un enfrentamiento. El despliegue policíaco
era, en varias zonas, de más de 2 mil policías estatales, los policías municipales casi no se ven porque
ellos se hacen güeyes en las calles. Del ejército eran
casi 500 elementos y de la marina eran unos 200. A
eso súmale los grupos de choque. Un domingo que
estuvimos haciendo limpieza aquí, hace quince días,
fuimos a donde los estaban concentrando: eran más
de 200 güeyes, todos con su camiseta roja, los que se
dicen “vestidos de civiles”. El primero que llegó fue
el ejército, y luego la marina, luego la estatal, esa sí
se quedó, la federal también. Casi nunca habíamos
tenido la presencia de esos grupos. En este municipio
lo único que hacía la estatal era hacer las labores de
tránsito, ahora, ya hay en las calles, en los puentes;
hacen cosas que no hacían antes. La Policía Federal
ni siquiera se paraba por aquí...
Denunciamos, también, que se hicieron más de
cuarenta sobrevuelos de helicópteros diarios, durante
las dos semanas del desastre. Y no traían nada. Una
señora decía: “parece que se están burlando de nuestra miseria desde allá arriba. ¿Sabes lo que cuesta hacer volar a un helicóptero?, miles de pesos. Para todo
lo demás dicen que no hay dinero, pero cómo sí hay
dinero para pagarle a la policía que viene a golpear a
la gente, al ejército para que se pasee en las calles y
ande intimidando a la gente... Ahí sí hay dinero”.
El hostigamiento siempre era de Gobernación.
La municipal casi no se mete mucho; ésos más bien
son rateros, nada más andan viendo qué se roban, en
lo político casi no se meten. La policía estatal y federal sí son para la contención social, pero antes no
entraban y, ahora, ya van teniendo más presencia. De
hecho, desde el gobierno perredista —ganaron aquí
la elección—, en un lugar acá atrás, que le llaman los
llanos, el gobierno municipal le propone al federal
hacer un cuartel del ejército y un cuartel de la policía
federal. Ése es el sueño dorado de la izquierda institucional, entonces, ahorita se lo está cumpliendo el
PRI, ya que, sin que oficialmente se haya decretado la
instalación de cuarteles de la policía federal y estatal,
aquí los tienen apostados, no necesitan de un cuartel,
aquí los tienen.
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La organización y la lucha siguen
con más fuerza
Ahorita que pasó esto, los sacerdotes se organizaron y
también empezaron a traer despensa. Hasta ayer, todavía
estaban dando despensa en la parroquia de San Isidro,
aquí en la Trinidad también iban a dar muebles, ropa y
despensas. Esperaron a que el Estado diera primero para
ver dónde no daban y ahí dar despensas, porque no es
justo que a unos sí les toque y a otros no. Estamos en esa
etapa, en limpieza, y para arreglar el mural.
El trabajo que hicimos primero fue sacar el agua
de las casas y labores de contención. En los primeros
días, el agua llegó a una zona y siguió avanzando porque seguía saliéndose del canal, empezó a salirse por
las coladeras. Entonces, se fueron haciendo diques con
costales, cuando no había costales, hicimos barricadas,
con todo lo que pudimos. Ayudando, hacíamos lo que
podíamos, éramos muchos. Empezamos a levantar las
demandas, las necesidades que se iban presentando. A
informar a la gente de afuera de lo que estaba pasando
y explicando porqué había ocurrido esto. La exigencia
del entubamiento del canal. Hemos estado apoyando
en las labores de limpieza, en las actividades de la salud y brigadas que se están haciendo con
compañeros de La Otra Campaña.
También, estamos pensando en
hacer algunos equipos de trabajo
con arquitectos, ingenieros, gente
de la UNAM y del Poli que sean
de La Otra Campaña o que simpaticen con ella, para ver si están
haciendo algo estos cabrones y
seguir monitoreando. Ver la posibilidad de recursos. El apoyo
que hemos tenido ahorita es de
La Otra Campaña y la Zezta Internacional.
El doctor ya nos dijo que tiene la disposición de volver.
Podríamos hacer una
farmacia popular,
tipo comunidades
zapatistas, en donde
alguien, aunque sin
ser doctor, le sepa
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a las medicinas. Promotores de salud, porque este problema queda, los compañeros han estado viniendo pero
no pueden venir diario, han venido cada ocho días o
cada quince. El ejército vino y puso su módulo de salud.
Cuando estábamos sacando cosas, unos compañeros se
cortaron y las vacunas del tétanos son caras, así que acudimos a uno de esos módulos... pues ni había doctor y ni
había vacunas. El camión estuvo parado ahí nada más,
y nunca tuvieron nada. Hay mucha gente que no ha sido
vacunada, gente que ha tenido problemas respiratorios.
Y no fue poca la gente que vino a la Brigada de Salud.
Los doctores que llegaban del IMSS, los médicos que
traía el ejército se aplastaban en una esquina, se sentaban
y ahí se quedaban. Sólo era por si pasaba la cámara y
decir: “ahí está el módulo de Salud”. Por eso estamos
entrándole a la salud.
La idea del proyecto es hacer lo mismo pero en
otras Iglesias: en la del padre Gonzalo, de La Trinidad y en la colonia de Unión de Guadalupe. Esperamos que con estudiantes de la facultad de Medicina
se pueda hacer este proyecto. Como decía el doctor,
la salud es un derecho no es una dádiva, no es una
concesión graciosa de nadie, es un derecho que todos
tenemos a estar saludables y más en estas condiciones
en que se vive aquí.
Estamos haciendo un censo
para contrarrestar la información
que presenta el gobierno, sobre
todo de la gente afectada, que
sabemos que fueron muchas
más familias —se incluyó
sólo a quien tiene escrituras,
y no a la gente que renta, por
ejemplo. No permitir que se
minimice el problema, que
se olvide. Se están haciendo
clips de vídeo, algunas cápsulas de radio. Si nos atenemos
a las cuentas del gobierno, decían que en arreglar la autopista
se gastaron veinte millones
de pesos. ¡No manchen!, la lavaron
y le echaron cal,
en eso no te gastas
veinte millones de
pesos. Siempre recurren a la mentira. El plan es incluir a
toda la gente que no ha recibido apoyo, la gente que no
ha sido censada.
Además, tenemos nuestro trabajo de base. Trabajamos y hacemos actividades en la escuelita autónoma allá en la colonia Guadalupana, en los locales de
un mercado que acondicionamos como biblioteca y
damos talleres ahí, talleres infantiles, a algunos jóvenes y personas adultas a las que les damos alfabetización. Ese es nuestro trabajo de base, cuestión cultural
y artística. Somos muy callejeros, hacemos teatro,
hacemos graffiti, otros compañeros son raperos, hacemos actos político-culturales. Las seis jornadas de
graffiti que hicimos fueron contra la represión y la
guerra, por los presos políticos del país, sobre todo
de La Otra Campaña, en contra de la guerra contra
los zapatistas. Como están las cosas allá en Chiapas,
nosotros vamos a continuar con nuestro trabajo que
tenemos de base, y también de solidaridad. Nosotros
no nos asumimos como víctimas, sino como sujetos
de transformación social, por lo tanto, tenemos que
seguir apoyando ahorita que los compañeros zapatistas han sido agredidos. Ya estamos planeando una
jornada más de solidaridad con los compañeros.
Vamos a enfocarnos en el trabajo de seguir hablando con la gente los otros problemas que tenemos:
la carencia de agua que venimos manejando desde el
2007 con pláticas, con proyectos de ver cómo solucionar este problema. Somos sujetos que estamos por formar nuestro destino, lo estamos tomando y lo vamos a
hacer, a lo cual nos convoca La Otra Campaña. A La
Otra Campaña no entramos, desde el 2006, por moda
ni por conveniencia, por sacarnos la foto o por ver qué
pasaba, sino porque tenemos la convicción de que esto
tiene que cambiar, debe de haber una transformación
radical. Que este problema no va aislado de los otros
problemas económicos, culturales, políticos... Es un
problema sistémico, un sistema que vive de la miseria
y lucra con la tragedia de la gente, porque si aquí vivieran empresarios y gobernantes, el canal estaría entubado. Si esa carretera fuera una súper carretera que
trajera mercancías, estaría bien hecha. Pero no, como
está al lado de gente pobre, gente jodida que es sustituible, que ahí se quede.
Esto no es una desgracia, es una tragedia, es producto de un plan muy estructurado, muy elaborado
del sistema capitalista que el Estado mexicano sirve
para mantener a estas comunidades así. Cuando pasó
en Valle Dorado, Tlalnepantla, allá hasta les dieron
pantallas de plasma, les dieron dinero, es zona comercial. Ahí está el desprecio, la división entre la gente
jodida y cómo le sirven a los ricos, en eso somos claros. Lo que ya no queremos es a estos cabrones que
dejan que se inunde nuestra comunidad con aguas negras. Luego de eso, todavía nos quieren inundar con
policía, con marina, eso no se puede.
Gente que nosotros conocemos —no toda la gente— ya está decidida a tomar su destino en sus manos,
allá no hay solución. La compañera dice: “sí hay que
exigirles porque es dinero de nuestros impuestos”, y,
sí, les vamos a exigir, pero no nos vamos a quedar ahí,
vamos a ir más allá. No es posible que esto ocurra y esperar a ver qué dice el gobierno. Por eso, nuestro proyecto va avanzando. Lento, porque somos humildes,
somos pobres también, no estamos como los ricos que
les sobra. Somos gente pobre que lo que tiene lo da y lo
da de buen corazón, y damos lo mejor que tenemos, lo
mejor que tenemos es nuestra cultura, los compañeros
de salud, es lo mejor que tenemos, lo que hemos dado
como Otra Campaña.
¡Que la rebeldía inunde las calles y no las aguas
negras! No queremos aguas negras, queremos rebeldía
y solidaridad en nuestras calles, que brillen con cultura
y educación, no con ejército, no con aguas negras. 
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