Ciencia UANL Universidad Autónoma de Nuevo León rciencia@mail.uanl.mx ISSN (Versión impresa): 1405-9177 MÉXICO 2001 Alfredo Piñeyro López EVOLUCIÓN Y TRANSFORMACIÓN DE LA MEDICINA EN EL SIGLO XX Ciencia UANL, enero-marzo, año/vol. IV, número 001 Universidad Autónoma de Nuevo León Monterrey, México pp. 3-5 Editorial Evolución y transformación de la medicina en el siglo XX A mediados del año de 1987, oí de boca del entonces Gobernador del Estado de Nuevo León, Jorge Treviño Martínez, abogado y doctor en jurisprudencia, en ocasión a una visita al Hospital Universitario, ante la percepción del gran desarrollo del conocimiento médico existente, “que si un abogado del siglo XIX le fuera dado revivir y salir de la tumba, no tendría dificultad alguna para ejercer su profesión, pero que si lo mismo le ocurriera a un médico, seguramente éste no tendría oportunidad alguna de desempeñarse profesionalmente”. Definitivamente, de manera categórica, de las profesiones ejercidas por el ser humano durante siglos, ninguna ha evolucionado tan profundamente en el siglo XX como la del médico. Así, del total de los casi 25,000 títulos de publicaciones científicas periódicas mundiales, 6,900 corresponden al área de la salud. El efecto de este hecho se ha traducido en disminución marcada de la mortalidad general, y de la mortalidad materno-infantil, y en un incremento apabullante de la expectativa de vida, con el consiguiente incremento de la población general en el planeta. Absolutamente todas las disciplinas médicas evolucionaron a tal grado, que puede aplicarse el criterio matemático de que, cuando las diferencias cuantitativas son particularmente grandes, se debe hablar de diferencias de naturaleza. Así, las grandes disciplinas médicas como la medicina interna, la cirugía, la psiquiatría, la gineco-obstetricia y la pediatría del siglo XX tienen en común con las del siglo XIX sólo el nombre y el ser descendientes de ellas. Tan grande y tan continuo ha sido el cambio, que la antigua diferencia conceptual entre homeopatía y alopatía desapareció, no por imponerse una sobre la otra, sino por la desaparición de esta última. La homeopatía ha permanecido como un anacronismo, como parte del pensamiento mágico en la relación médico-paciente. La alopatía, por lo contrario, evolucionó a tal velocidad que se transformó totalmente en otra disciplina: la medicina científica actual. Con Buchleim y Schmiedeberg se inició la farmacología en la segunda mitad del siglo XIX. Pronto dejó de interesar la parte descriptiva de ella, y el tema central de investigación se despla- Foto: pablo Cuéllar Alfredo Piñeyro López* * Jefe del Departamento de Toxicología, Facultad de Medicina, Hospital Universitario, UANL. CIENCIA UANL / VOL. IV, No. 1, ENERO-MARZO 2001 3 Y TRANSFORMACIÓN DE LA MEDICINA EN EL SIGLO XX Diseño: Francisco Barragán EVOLUCIÓN zó hacia el mecanismo de acción de los fármacos. Con Paul Erhlich y su teoría de los Receptores, su teoría de la Quimioterapia, sus conceptos de Margen de Seguridad e Índice Terapéutico se estableció definitivamente la Farmacodinamia. La divulgación de las ideas dinámicas de los patólogos alemanes Rudolf Vierchow y Ludwig Aschoff, de que todas las enfermedades tienden a la curación espontánea, ha llevado a considerar el objetivo de la Terapéutica como acelerar o retrasar el proceso natural de curación, ya que los fármacos no crean funciones inexistentes en el organismo. Dosis sola facit venenum, el viejo aforisma de Paracelso, del siglo XVI, se transformó en moderno en el siglo XX cuando fue posible, técnicamente, determinar las concentraciones plasmáticas de los medicamentos, y así la Integral de Concentración por Tiempo (área bajo la Curva), la Concentración Plasmática Máxima (Cmax.), la Vida Media (T1/2), el Volumen de Distribución Aparente (Vd), la Depuración Corporal Total y Parcial. En conjunto, la Farmacocinética; la correlación de esta última con la Farmacodinamia permite ahora hacer realidad lo que en el siglo XVI fue considerado desde una utopía hasta una necedad. El resultado fue que el acervo terapéutico cambió acorde a los cambios conceptuales. De los aproximadamente 800 fármacos en uso frecuente en el año 2000, no llegan a un 3% los que proceden del siglo XIX. Entre ellos permanecen, entre otros: la morfina, la codeína, la quinina, la quinidina, la cafeína, la aspirina y el alcohol; y es muy probable que permanezcan todavía durante todo el siglo XXI. En el siglo XX se desarrolló toda la quimioterapia para las enfermedades infecciosas producidas por bacterias y por parásitos, para casi todas las producidas por hongos, para algunas producidas por virus y para un número importante de tumores malignos. También, en el siglo XX se obtuvieron las hormonas para la terapia de substitución, como la insulina, la hidrocortisona y sus congéneres, las hormonas gonadales, las hormonas tiroideas, etc. El tratamiento de las enfermedades mentales cambió tan radicalmente que, consideradas como incurables y de reclusión total y permanente, pasaron a ser controladas con fármacos que permiten la reintegración del paciente a la vida productiva. Lo mismo pasó con la epilepsia, con la hipertensión arterial, con los accidentes vasculares cerebrales y cardíacos. Esos 800 fármacos están próximos a ser incrementados con cerca de 200 nuevos fármacos que se encuentran en investigación con la intención de ampliar la cobertura terapéutica en aquellas enfermedades donde no está resuelto de manera total su tratamiento científicamente orientado. Otro campo de la patología y de la terapéutica que ha empezado, también en el siglo XX, a ser conocido y tratado, es el de las enfermedades influidas o determinadas genéticamente, don- 4 CIENCIA UANL / VOL. IV, No. 1, ENERO-MARZO 2001 Diseño: Francisco Barragán ALFREDO PIÑEYRO LÓPEZ Foto: Pablo Cuéllar de se ha iniciado, con la geneterapia, un cambio en el concepto vigente de que los fármacos son incapaces de crear funciones inexistentes en el organismo, ya que sólo serían capaces de modificar las preexistentes. Pues bien, este concepto dejará de tener validez absoluta para convertirse en relativa. Así, el viejo aforisma de Hipócrates de que “no es el médico el que cura sino la naturaleza” pierde su valor absoluto. En este caso de la geneterapia, se pretende acoplar el gen faltante a un vector (un retrovirus) y de esta manera remplazar su ausencia. El ser humano, como toda especie viva, depende para su evolución de la diversidad genética, y al uniformizar el patrón genético se llevaría a cabo una alteración con consecuencias inimaginables. Por lo pronto, se requirió todo el tiempo histórico de la humanidad hasta inicios del siglo XX para poder alcanzar los 1000 millones de habitantes en el planeta y sólo en el siglo XX se sextuplicó ese número. A este incremento explosivo de la población se ha añadido el incremento de la prevalencia de enfermedades que tenían limitada su expectativa de vida. Así, al mismo tiempo, la medicina científicamente orientada, con su gran avance del siglo XX, ha producido una serie importante de problemas; pero estoy seguro que nuestra especie tendrá la sensibilidad e inteligencia para resolverlos. CIENCIA UANL / VOL. IV, No. 1, ENERO-MARZO 2001 5