La ponencia presentLa lesión del interés del acreedor

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La ponencia presentLa lesión del interés del acreedor y la
indemnización de daños
La ponencia presentada por el profesor Vidal Olivares se tituló
“La
lesión del interés del acreedor y la indemnización de daños”. Ella se
sitúa en el fenómeno de la modernización y armonización del derecho
de las obligaciones y, en particular, del incumplimiento contractual y
sus efectos; fenómeno más intenso en el derecho contractual europeo
e internacional uniforme, aunque no ajeno -sino cada día más familiaral derecho chileno y latinoaméricano. Y su objeto es el contenido y
finalidad de la de la indemnización de daños contractuales. No obstante
los esfuerzos de la doctrina nacional en sentar las bases para una
interpretación que privilegie el interés del acreedor lesionado por el
incumplimiento queda pendiente avanzar en la noción misma de daño
contractual, su configuración a partir de la idea de la lesión de aquellos
intereses protegidos por el cotrato y la finalidad de su indemnización.
En nuestro Código civil la indemnización de daños por incumplimiento
contractual carece de un régimen legal sistemático, dado que en la
época de su entreda en vigencia era igonarada la “responsabilidad
contractual” como concepto, sin que existiera una doctrina de la misma.
Sólo
algunas
disposiciones
generales,
algunas
generales,
otras
especiales aluden a la expresión “responsable” “responderá”.
Esto
contrasta con la responsabilidad civil extracontractual por delito y
cuasidelito.
Tratándose
de
la
indemnización
de
perjuicios
por
inejecución de una obligación únicamemente se prevén algunas normas
dispersas con ocasión del efecto de las obligaciones y en ciertos tipos
contractuales especiales, todo lo cual lo que dificulta su comprensión y
desenvolvimiento en el terreno dogmático y, desde luego, práctico. En
nuestro derecho civil se observa una inexacta comprensión de la
indemnización de daños. Ella ha sido concebida como una acción
accesoria, limitada, cuya procedencia está marcada por la necesidad de
un incumplimiento culpable y de la mora del deudor. Salvo por
excepción –caso de imposibilidad o en las obligaciones de hacer o no
hacer-, la acción de indemnización de perjuicios no puede incoarse de
manera
autónoma,
constituyendo
un
accesorio
de
aquella
de
cumplimiento forzado o resolutoria, según sea el caso. Se observa,
además, una estrecha y abstracta división de las indemnizaciones; por
un lado, la
compensatoria que refiere a la prestación misma o a su
menor valor por cumplimiento imperfecto y, por el otro, la moratoria
por los daños que derivan del retardo; división que considera dos
supuestos de incumplimiento relevantes: la falta de cumplimiento por
imposibilidad y el cumplimiento retardado. Se echa en falta una
respuesta adecuada de la indemnización para los incumplimientos más
usuales en el tráfico y de mayor interés dogmático: los cumplimientos
imperfectos o defectuosos, en los que la indemnización del menor valor
de la prestación adquiere especial relevancia, al no hay consenso sobre
si procede o no ejecución forzada: reparación y sustitución de la
prestación imperfecta. Sí reconocidas en derecho de consumo y de la
compraventa internacional. A lo que se suma que, salvo pacto expreso,
la reducción del precio está reservada para los vicios ocultos.
Hoy, frente a la
pluralidad de remedios del acreedor entre los que el
acreedor puede optar siempre y cuando concurran sus condiciones
particulares. La indemnización de daños y perjuicios contractuales
logra su independencia bajo condiciones propias, requiriéndose un
incumplimiento cualquiera sea su entidad, que se verifique un daño
o perjuicio al acreedor y, desde luego, la ausencia de una causa de
exoneración manifiestada en la intervención de un impediento ajeno
al razonable control del deudor. Para algunos la función de la culpa se
limita a las obligaciones de medios o actividad: en ellas el factor de
imputación subjetiva se confunde con la noción misma incumplimiento.
Así se inferiría del art. 1547 CC y hoy con acogida en la Corte Suprema.
En lo que concierne al daño contractual cabe consignar que una cosa
es auél que el deudor efectivamente sufre a causa del incumplimiento,
otra, en cambio, es la respuesta sobre la imputación objetiva de tal
daño al incumplimiento, cuestión que depende la regla contractual,
representada en esta sede, la del incumplimiento – a falta de
convención entre las partes- por la razonable previsbilidad que
delimita el objeto del contrato en sede de incumplimiento. Sólo integra
la indemnización aquel daño previsible al contratar como posible
consecuencia del incumplimiento. Esta indemnización de daños si
bien permite al acreedor la satisfacción de su interés contractual,
usualmente no actua en solitario, sino que lo hace conjuntamente
con otros medios de que dispone; pero sí hay que la indemnización
es el único medio que permite la plenitud de esta satisfacción, salvo
intervención de causa de exoneración. Con razón la Corte Suprema en
una reciente sentencia ha expresado que la indemnización y sólo ella
puede llegar a los sitios más reconditos a que se puede extender el
interés del acreedor protegido por el contrato.
Creemos que la correcta comprensión de la indemnización de daños
requiere de una aproximación, como medio de satisfacción, en todo o
parte, de su interés contractual lesionado por el incumplimiento, que
incluye aquél que refiere a la cosa o hecho objeto de la prestación
misma, pero no se agota necesariamente en él. Más que constituir
un cumplimiento en equivalencia, su finalidad es la satisfacción del
interés del acreedor a través de una suma de dinero, pudiendo
representar el valor de dicha cosa o hecho o su menor valor según sea
falta de cumplimiento o cumplimiento imperfecto y/o limitado a aquello
que exceda tal valor o menor valor, cuando ella va unida –siendo la
regla- a cualquiera otro remedio, limitando su efecto no a aquello que
excede o se ubica en el contorno de la prestación misma y no a la
plenitud del interés del acreedor. Esta
finalidad se traduce en que la
indemnización debiese ubicar al acreedor en la misma posición como si
el contrato se hubiere cumplido. Así en los Principios de Derecho
Europeo de los Contratos explicita tal finalidad, no en términos de
satisfacción en equivalencia, sino que previendo que la indemnización
corresponde a aquella suma de dinero que ponga a la parte perjudicada
en la situación más semejante posible a que la que se hubiere
encontrado si el contrato hubiera sido debidamente cumplido. Y esta
indemnización de daño contractual cubre “todo daño”, sea patrimonial
(daño emergente y lucro cesante), sea no pecuniario o moral,
instalándose aquí también el principio de la reparación integral, pero
lógicamente limitado al contrato, a los intereses protegidos por el
contrato y lesionados por el incumplimiento. Así, según el artículo 1556
comprende todo daño, llegando hasta el daño moral; y es el art. 1558 el
que limita la indemnización a los daños objetivamente imputables al
deudor, a los que pertenecen al ámbito de protección del contrato: a los
previsibles al momento de su celebración (momento de configuración de
la
regla
contractual
incumplimiento).
tanto
para
el
cumplimiento
como
para
el
Finalmente, cuando se alude al interés o intereses
protegidos por el contrato, me refiero a aquellos bienes idóneos para la
consecución de una finalidad práctica del acreedor, incorporada,
expresa o tácitamente al contrato y de cuya lesión se sigue un daño
relevante para efectos de la indemnización de daños. Se distingue el
interés en la prestación, en el intercambio, en el uso de la prestación
sea de dar o hacer y en la conservación de la persona o patrimonio del
acreedor.
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