Trascendencia de la Constitución de Cádiz

Anuncio
APORTACIÓN DEL SEÑOR MINISTRO JUAN N.
SILVA MEZA, PRESIDENTE DE LA SUPREMA
CORTE DE JUSTICIA DE LA NACIÓN Y DEL
CONSEJO DE LA JUDICATURA FEDERAL AL
LIBRO DEL BICENTENARIO, COORDINADO
POR EL TRIBUNAL SUPREMO Y EL CONSEJO
GENERAL DEL PODER JUDICIAL DE ESPAÑA.
Trascendencia de
la Constitución de Cádiz
¡A las Cortes los sueños que sueña España!
Rafael Alberti
I.
Cádiz en 1812
Si bien no se sabe con certeza el origen histórico de
Cádiz, suele remontarse su fundación al año 1100
a.C., por los comerciantes llegados de la ciudad fenicia
de Tiro, con el nombre de Gadir. No obstante, la
tradición clásica sitúa la fundación de Cádiz tan sólo
80 años después de la guerra de Troya, entre los
1
siglos XIII y XI a.C. Fue conocida por los griegos como
Gádeira, y había en ella muchos templos consagrados
a Melkart, Cronos y Afrodita. Los romanos la
conocieron como Gades y de ahí proviene el gentilicio
gaditano1. Gadir significa “castillo”, “fortaleza”, “recinto
amurallado”, y fue ahí, el 19 de marzo de 1812,
cuando se erigió una fortaleza institucional, un recinto
amurallado de derechos y libertades: la Constitución
de Cádiz.
1812 fue un año de acontecimientos
muy
importantes. Terremotos en Nuevo Madrid (Missouri)
que cambiaron el curso del Río Misisipi. En Rosario, el
General Belgrano crea la actual bandera argentina
para motivar a sus tropas en la lucha independentista.
Los Estados Unidos le declaran la guerra al Reino
Unido.
Las
tropas
del
General
Bonaparte
son
expulsadas de Rusia (lo que impactó en la historia de
la música, pues muchos años después Tchaikovski
compuso la Obertura 1812); nació Charles Dickens, y
1
Cfr. Lomas Salmonte, Fco. Javier, Historia de Cádiz, Barcelona, Ed. Silex, 2005.
2
las Cortes cristalizaron una revolución sin violencia
que sentó las bases de la sociedad española y que
tuvo una influencia indubitable en el constitucionalismo
Iberoamericano.
Ya el primer día de enero de 1810, con la invasión
Napoleónica y tras las abdicaciones de Fernando VII y
Carlos IV a favor de Napoleón Bonaparte, la Junta
Suprema Central resuelve convocar Cortes Generales
con el fin de que sus representantes elaboraran el
marco jurídico fundamental para defensa de la
monarquía y del pueblo español. El 24 de septiembre
de ese año, en la fase más cruenta de la invasión del
ejército francés, se constituyen las Cortes Generales y
Extraordinarias en la Isla de León. Cuando se convocó
a las Cortes en ese enclave, se eligió como sede al
entonces llamado Teatro Cómico, lo que motivó que El
Observador, un diario de la época se preguntara:
“¿Qué gloriosos destinos estaban reservados a un
edificio dedicado antes al solo placer por la corrupción
3
de las costumbres, ahora consagrado en santuario de
la libertad y de la justicia?”2.
Las Cortes generaron un gran frenesí popular, y
muchos menesterosos llegaron a la Isla de León con la
intención de hacerse de abundantes limosnas. Al pedir
no lo hacían en nombre de Dios y la caridad, sino “¡Por
las Cortes, por las Cortes!”.
Fue hasta febrero de 1811 cuando se trasladaron
a Cádiz. Los Episodios nacionales, del escritor
grancanario Benito Pérez Galdós nos ofrecen un
panorama de España, desde la batalla de Trafalgar
(1805) hasta los primeros años de la Restauración
(1868). De esa magna obra, Cádiz capta el ambiente
de la ciudad sitiada, sin descuidar un ápice la
reconstrucción de los hechos históricos:
En 1811, y después que las Cortes se
trasladaron a Cádiz, la calle Ancha, además
de un paseo público, era, si se me permite el
símil, el corazón de España. Allí se
2
García León, José Ma., Los diputados doceañistas: una aproximación al estudio de los diputados
de las Cortes Generales y Extraordinarias (1810-1813), Cádiz, Ayuntamiento de Cádiz, 2006.
4
conocían, antes que en ninguna parte, los
sucesos de la guerra, las batallas ganadas
o perdidas, los proyectos legislativos, los
decretos del gobierno legítimo y las
disposiciones del intruso, la política toda,
desde la más grande a la más menuda, y lo
que después se ha llamado chismes
políticos, marejada política, mar de fondo y
cabildeos…Cádiz reventaba de oficinas y
estaba atestada de legajos3.
La Constitución fue aprobada el 19 de marzo de
1812, día de San José, por eso, se le conoce,
tradicional y afectuosamente como “la Pepa”. Y este
acontecimiento de incalculable valor histórico en el que
se ve el génesis del liberalismo español fue captado
por la prensa de la época al relatar la crónica del
juramento de la Carta Magna:
Pronunció el señor Presidente de las Cortes
un elocuente discurso en que recordando los
heroicos sacrificios de la nación para
sacudir la tiranía extranjera, y constituirse
de una manera correspondiente a sus
merecimientos, había, dijo, llegado por fin el
suspirado momento de publicar el código
3
Pérez Galdós, Benito, Cádiz, cap. XVI.
5
sagrado en que están escritos sus
imprescriptibles derechos, y de cuya
observancia están pendientes sus futuros
destinos4.
Acabaron al fin de realizarse nuestros tan
deseados votos. El día de hoy ha
completado lo poco que faltaba para que la
Constitución española empezase a ser
nuestra égida y a regirnos…Llegados al
Carmen se cantó el Te Deum en acción de
gracias por tan feliz día. Tanto la mañana
como en la tarde hubo las salvas de
artillería correspondientes a tan solemne
función. Pocos días se ven en Cádiz de una
lluvia tan continua como la de esta tarde;
pero a pesar de eso concurrió mucha gente
de uno y otro sexo, cuyos repetidos ecos de
“Viva Viva la nación”, resonaban al finalizar
la lectura5.
Así nació la Pepa, entre el Te Deum, lluvia del
cielo, lluvia de artillería, vítores populares, y anhelos
rumbo a una nueva institucionalidad que se gestó en
medio de un exquisito debate parlamentario.
4
5
Diario El Redactor General, no. 280, p. 1101, viernes 20 de marzo de 1812.
Diario El Conciso, no. 20, p. 4, viernes 20 de marzo de 1812.
6
II.
Presencia novohispana en el constituyente
gaditano
En su análisis de las Cortes de Cádiz, el magistrado
José de Jesús Covarrubias Dueñas integra una serie
de datos duros acerca de los constituyentes reunidos
entre el 24 de septiembre de 1810 y el 20 de
septiembre
de
18136.
Así,
se
contó
con
la
participación de 311 diputados, de los que 242
representaban a Europa, 66 a América y 3 a Asia.
Andalucía fue la provincia peninsular con mayor
representación, con 53 diputados. En América,
mientras el Virreinato de Buenos Aires envió a 4
representantes, el Virreinato de Nueva España contó
con
21
diputados.
En
su
mayor
parte
eran
eclesiásticos, abogados y funcionarios, pero también
había catedráticos, militares, nobles y comerciantes.
Fueron 978 las sesiones del constituyente de
Cádiz, de las cuales 138 fueron destinadas a la
6
Covarrubias Dueñas, José de Jesús, “Análisis de las Cortes de Cádiz 1810-1813”, en Colomer
Viadel (Coord.), Las Cortes de Cádiz, la Constitución de 1812 y las Independencias nacionales en
América, Valencia, Colección Amadis, 2011.
7
discusión y redacción de la Constitución de Cádiz,
mientras que 840 fueron empleadas para la discusión
de otros temas diferentes a la Constitución.
Catorce de los veintiún diputados de la Nueva
España eran eclesiásticos, tres eran funcionarios, dos
militares y dos comerciantes. La Ciudad de México
estuvo representada por José Ignacio Beye de
Cisneros, doctor en leyes por la Real y Pontificia
Universidad de México, de la que fue rector, a finales
del siglo XVIII. La mayor parte de la diputación
novohispana era liberal, aunque también había
diputados que se mostraban a favor de la monarquía
absoluta. Se trató también de un contingente
legislativo muy activo. Seis de ellos fungieron como
presidentes de las Cortes, seis se desempeñaron
como vicepresidentes y uno como secretario y tres
más trabajaron en la comisión para preparar el
proyecto constitucional7.
7
Cfr. Rodríguez O., Jaime E., “La Revolución Gaditana: el papel de los diputados novohispanos en
las Cortes de Cádiz”, en 2010, Memoria de las Revoluciones en México, no. 6, México, RGM
Medios, 2009; y Chust Calero, Manuel, “Los diputados novohispanos y la Constitución de 1812”, en
2010, Memoria de las Revoluciones en México, no. 5, México, RGM Medios, 2009.
8
De la representación novohispana, mexicana en
su conjunto, puede recordarse la evaluación hecha al
respecto por Servando Teresa de Mier:
Significándose desde los primeros debates,
al ponerse a discusión el proyecto de la
Constitución de Cádiz, por un amor tan
firme a la libertad, a los derechos
individuales,
al
predominio
de
la
representación popular sobre los derechos
reales, que
pronto fueron
llamados
liberales8.
De
la
diputación
novohispana,
destaca
especialmente la figura de Miguel Ramos Arizpe, que
a la postre sería el gozne entre dos constituciones, la
de Cádiz de 1812 y la de México de 1824. Su
desempeño en Cádiz fue muy relevante, proponiendo
las bases de un gobierno autónomo para las
provincias, justamente cuando España luchaba por
apagar el movimiento desencadenado por el cura
Hidalgo.
En
una
de
sus
intervenciones
más
8
Cfr. Ferrer Muñoz, Manuel, La Constitución de Cádiz y su aplicación en la Nueva España, México,
Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, 1993.
9
recordadas, exigió que a los descendientes de África
se les declarase, como era de justicia, ciudadanos,
que se removiesen las trabas de la ley y se diera a su
virtud, buena conducta y merecimientos el realce en
lo político y lo moral, sin los muchos obstáculos que
tenían para llegar cuanto antes a empleos de honor.
En otra participación. Ramos Arizpe insistió en el
establecimiento en cada provincia, de una junta
gubernativa, sugiriendo que se le designara como
diputación de provincia, teniendo a su cargo la parte
gubernativa y que se cree en cada población un
cuerpo municipal o cabildo que responda de todo el
gobierno de su territorio. En el artículo 325 de la
Constitución gaditana quedó reflejada esta propuesta
al disponer que en cada provincia hubiera una
diputación llamada provincial, para promover su
prosperidad, presidida por el jefe superior. Esto, sin
lugar a dudas, es germen del federalismo mexicano.
En materia de libertad de imprenta, Ramos Arizpe
defendió en Cádiz la necesidad de contrapesar la
10
arbitrariedad de los funcionarios públicos, la de
ilustrarse a la nación sobre sus derechos e intereses y
la facilidad de comunicar por ese único medio su
opinión y luces al mismo gobierno.
Tras haber pasado casi seis años en prisión en
España, Ramos Arizpe regresó en octubre de 1821,
ya consumada la Independencia de México, y formó
parte del Congreso Constituyente, representando a su
natal Coahuila, y fue designado para ocupar la
presidencia de la comisión que debería formular el
proyecto de Constitución. Para ese entonces, las
diputaciones provinciales ya representaban un factor
importante en la situación del país9. Ramos Arizpe
también participó decididamente en la redacción del
Acta Constitutiva de la Nación Mexicana, que fue
presentada al Congreso el 19 de noviembre de 1823.
El Acta estableció que la nación adoptara para su
gobierno la forma de república representativa, popular
9
Cfr. Zafra Meléndez, Armando, “Miguel Ramos Arizpe; de Cádiz al Constituyente de 1824”, en
Pensamiento Político, México, no. 61, Vol. XVI, mayo de 1974.
11
federada, considerando a sus partes integrantes
como estados independientes, libres y soberanos.
En el corazón de la Ciudad de México se
encuentra el antiguo templo de San Pedro y San
Pablo. Al proclamarse la Independencia de México,
bajo los auspicios de Iturbide, en 1822, se llevaron a
cabo en este edificio las reuniones previas a la
promulgación del Reglamento Provisional Político del
Imperio Mexicano. Y un par de años más tarde, fue el
recinto en el que sesionó el Primer Congreso
Constituyente del México Independiente que promulgó
la Constitución de 1824, que es también el acta de
nacimiento del Estado Federal Mexicano. Hoy, por
cierto, ese recinto ancestral alberga al Museo de las
Constituciones.
12
III. Independencia de México y vigencia de las
leyes gaditanas
Cuando la Constitución gaditana fue jurada, México
intentaba nacer, y si bien la Constitución gaditana
hacía españoles a los novohispanos, éstos eran
distintos. La sociedad tenía un cariz propio, y con
estrecha coincidencia temporal con Cádiz, a principios
del Siglo XIX nació el constitucionalismo mexicano. Si
bien la primera Constitución de México fue la de 1824,
sus raíces se encuentran en diversos instrumentos
históricos:
Elementos constitucionales. Redactados en abril
de 1812, por el general Ignacio López Rayón, y
puestos a circular en septiembre de ese mismo año,
con el objeto de constituir una nación independiente de
España. Es, propiamente, el antecedente más antiguo
del constitucionalismo mexicano.
13
Sentimientos de la Nación. Documento expuesto
por José María Morelos y Pavón el 14 de septiembre
de 1813 en el Congreso de Chilpancingo.
Constitución de Apatzingán. Promulgada el 22 de
octubre de 1814. Se basaba en los mismos principios
de la Constitución de Cádiz, con el matiz de que
preveía la instauración de un régimen republicano de
gobierno.
Su
Constitucional
denominación
para
la
oficial
Libertad
de
es
Decreto
la
América
Mexicana. No puede sino responderse con matices a
la pregunta acerca de si el Decreto Constitucional fue
un ordenamiento logrado, pero no cabe duda que
aspiró a construir una República emergente, con los
nuevos vientos que habían llegado de ultramar. Si el
artículo 13 de la Constitución de Cádiz dispuso que el
objeto del Gobierno es la felicidad de la Nación, puesto
que el fin de toda sociedad política no es otro que el
bienestar de los individuos que la componen, el
artículo 24 de la Constitución de Apatzingán expresó
que la felicidad del pueblo y cada uno de los
14
ciudadanos consiste en el goce de la igualdad,
seguridad,
propiedad
y
libertad.
La
íntegra
conservación de estos derechos es el objeto de la
institución de los gobiernos, y el único fin de las
asociaciones políticas.
Tratados de Córdoba y Plan de Iguala. Ambos
fueron proclamados en 1821 y su común denominador
es
el
reconocimiento
y
vigorización
de
la
independencia de México.
La Constitución de 1824, ya en su primer artículo
dispuso que la nación mexicana es para siempre libre
e independiente del gobierno español y de cualquiera
otra potencia. Y en su artículo 4º adopta para el
gobierno
de
la
nación
la
forma
de
república
representativa popular federal.
Las Siete Leyes Constitucionales, de 1836,
establecieron al “Supremo Poder Conservador”, que,
entre otras cosas, tenía potestad para: declarar la
15
nulidad de una ley o decreto contrarios a la
Constitución; declarar la nulidad de los actos del Poder
Ejecutivo; declarar la nulidad de los actos de la
Suprema Corte de Justicia; declarar la incapacidad
física o moral del Presidente de la República;
suspender a la Alta Corte de Justicia; excitado por
alguno de los otros dos poderes supremos, cuando
desconozca alguno de ellos o trate de trastornar el
orden público, y nombrar a los letrados para juzgar a
los ministros de la Alta Corte de Justicia.
Es, precisamente, durante la vigencia de las Siete
Leyes, cuando en Madrid, “en nombre de la Santísima
Trinidad”, Don Miguel de Santa María y Don José
María Calatrava, representando a los gobiernos de
México y España, respectivamente, firmaban el
acuerdo con el que España reconocía al gobierno
mexicano:
Su majestad la Reina Gobernante de las
Españas, a nombre de su augusta hija doña
Isabel II, reconoce como nación libre,
soberana e independiente la república
16
Mexicana, compuesta de los Estados y
países
especificados
en
su
Ley
Constitucional, a saber: el que se decía
Capitanía General de Yucatán, el de las
comandancias
llamadas
antes,
de
Provincias internas de Oriente y Occidente;
el de la Baja y Alta California, y los terrenos
anexos e islas adyacentes de que en ambos
mares está actualmente en posesión la
expresada República. Y su Majestad
renuncia tanto por sí como por sus
herederos y sucesores a toda pretensión al
gobierno, propiedad y derecho territorial de
dichos estados y países10.
Mediante las Bases Orgánicas, de 1843, el país se
organizó como una república central, y en 1847 fue
expedida el Acta Constitutiva y de Reformas de los
Estados Unidos Mexicanos, en plena guerra con
Estados Unidos. Mediante este instrumento, México
volvió a adoptar el sistema federal establecido en la
Constitución de 1824. La reforma liberal impulsada por
el Presidente Benito Juárez dio lugar a la Constitución
10
Cfr. Terán Enríquez, Adriana, México en lugar de Nueva España: el reconocimiento de una
pérdida, México, Serie Estudios Jurídicos, UNAM, 2007.
17
de 1857, a su vez sucedida por la Constitución de
1917, que en la actualidad rige a la República.
La Constitución de Cádiz tuvo tres periodos de
vigencia: de marzo 1812 a marzo 1814; de enero de
1820 a noviembre 1823, y de agosto 1836 a junio
1837. Esto es, apenas rebasa los seis años la vigencia
de este corpus iuris fundamental, pero resulta evidente
su trascendencia y vigencia en México, incluso
después de consumada su Independencia11.
De esa manera, para empezar, los dos primeros
congresos
hicieron
constituyentes
propios,
para
mexicanos,
su
gobierno
de
1824,
interior
el
Reglamento de las Cortes de Cádiz de 1813.
Particularmente, el segundo Congreso Constituyente
aprobó un reglamento para el gobierno interior de los
congresos
ordinarios
federales,
siguiendo
estrechamente a la Constitución gaditana. Dicha
11
Cfr., Barragán, José, “Masiva vigencia de las leyes gaditanas en México después de consumada
su independencia”, en Colomer Viadel (Coord.), Las Cortes de Cádiz, la Constitución de 1812 y las
Independencias nacionales en América, Valencia, Colección Amadis, 2011.
18
normatividad estuvo vigente hasta finales del Siglo
XIX.
Adicionalmente, diecinueve Estados mexicanos
habían firmado el Acta constitutiva de la Federación, el
31 de enero de 1824, en la que hacen la declaración
de vigencia de la Constitución española de 1812, como
constitución provisional, mientras se daban la suya
propia. A guisa de ejemplo, Jalisco promulgó el Plan
Provisional de 21 de junio de 1823, cuyo artículo 18
dispuso:
Art. 18. El Estado se gobernará por la
Constitución española y leyes vigentes, en
todo aquello que no pugne con el presente
Plan.
Por su parte, la Colección de Galván de 1828, con
la colección de los decretos y órdenes de las Cortes
españolas, que se reputan vigentes en la República de
los Estados Unidos Mexicanos, incluye prácticamente
a todos los decretos y órdenes provenientes de las
Cortes de Cádiz, con excepción de “aquellas leyes que
19
chocaban directamente con el memorable Plan de
Iguala, y nuevo orden de cosas que el crió”12. En la
legislación mexicana de Dublán y Lozano, publicada
en 1876, se incluye una larga lista de leyes españolas
expedidas en Cádiz porque “muchas de las leyes de
esta asamblea (Cortes Españolas de Cádiz) han
servido de base a la legislación patria; y algunas aún
después de tantos años, por falta de ley mexicana,
tienen frecuente aplicación en nuestros tribunales”13.
IV. La Constitución de Cádiz a los ojos del 2012
Es indubitable, pese a su efímera vigencia, la
importancia
de
la
Constitución
gaditana
como
antecedente, que al poco tiempo de haber sido
promulgada, tuvo influencia en los documentos, planes
y programas preconstitucionales y constitucionales
iberoamericanos, pero ¿qué ocurre si se observa a la
constitución
gaditana
bajo
el
tamiz
de
nuevos
paradigmas constitucionales?
12
Colección de los decretos y órdenes de las Cortes de España que se reputan vigentes en la
República de los Estados Unidos Mexicanos, México, Imprenta de Galván, 1829
13
Dublán, Manuel; Lozano, José María, Legislación Mexicana. Colección completa de las
disposiciones legislativas expedidas desde la Independencia de la República, México, 1876.
20
Ciertamente, no hay una sola frase de 1812 que
figure en la Constitución española de 1978, a
principios del siglo XIX se hacía referencia a las
Españas, mientras que hoy, para nación se habla de
España.
Después de haber escrito Historia de la Belleza,
Umberto Eco escribió Historia de la Fealdad, en donde
analiza la evolución de los gustos, construyendo una
especie de antología del canon occidental. Una de las
conclusiones sorprendentes de Eco es, por ejemplo,
que los arquitectos del Renacimiento encontraban
espantosas las Catedrales Góticas, aunque, en
general, para los contemporáneos nos han vuelto a
parecer
bellas.
En
ese
marco,
un
analista
contemporáneo, al comparar la Constitución española
de 1978 con la de 1812 encontraría a esta última como
“religiosamente integrista y políticamente colonialista,
económicamente
esclavista
y
culturalmente
21
supremacista, socialmente elitista y biológicamente
machogenética”14.
Pero Cádiz 1812 también ha sido vista como cuna
de derechos fundamentales. Pese a la gran diferencia
con los 17 artículos de la Declaración francesa y la
amplitud de las 10 Enmiendas estadounidenses, pues,
en principio, sólo un artículo de la Constitución de
1812, el 4º, contiene una “declaración de derechos”,
cuando nos adentramos en el contenido de sus 384
artículos, los derechos comienzan a florecer por
doquier: derecho a la integridad física (art. 303);
libertad personal (art. 172); garantías procesales y
penales (arts. 286, 291, 297, 301, 302); inviolabilidad
del domicilio (art. 306); libertad de expresión, prensa e
imprenta (arts. 131 y 371); derecho de propiedad (art.
172); derecho a la igualdad (art. 172); derecho de
14
Cfr. Clavero, Bartolomé, “Cádiz en España: signo constitucional, balance historiográfico, saldo
ciudadano”, en Garriga, Carlos, Lorente, Marta, Cádiz 1812. La Constitución jurisdiccional, España,
centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2007, p. 514.
22
participación política (arts. 27 a 130) y hasta, en forma
rudimentaria, la suspensión de garantías (art. 308)15.
México y España comparten el ideal de la
protección de los derechos humanos, heredada, en
mayor o menor medida de la Constitución de 1812.
Así, mientras la Constitución española de 1978
dispone en su artículo 10.2: Las normas relativas a los
derechos fundamentales y a las libertades que la
Constitución reconoce se interpretarán de conformidad
con la Declaración Universal de Derechos Humanos y
los tratados y acuerdos internacionales sobre las
mismas materias ratificados por España, el artículo 1º
de la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos prescribe, en sus primeros párrafos: En los
Estados
Unidos
Mexicanos
todas
las
personas
gozarán de los derechos humanos reconocidos en
esta Constitución y en los tratados internacionales de
los que el Estado Mexicano sea parte, así como de las
garantías para su protección, cuyo ejercicio no podrá
15
Cfr. García Ruíz, J. Luis, “Los derechos fundamentales en la Constitución de Cádiz”, Revista
Jurídica Jalisciense, año 16, número 2, julio/diciembre, 2006.
23
restringirse ni suspenderse, salvo en los casos y bajo
las condiciones que esta Constitución establece. Las
normas
relativas
a
los
derechos
humanos
se
interpretarán de conformidad con esta Constitución y
con
los
tratados
internacionales
de
la
materia
favoreciendo en todo tiempo a las personas la
protección más amplia. Todas las autoridades, en el
ámbito de sus competencias, tienen la obligación de
promover, respetar, proteger y garantizar los derechos
humanos de conformidad con los principios de
universalidad,
interdependencia,
indivisibilidad
y
progresividad.
En el caso del Poder Judicial de la Federación, las
reformas constitucionales de 2011 en materia de
amparo y derechos humanos nos han impulsado a
nuevos paradigmas en la impartición de justicia, y a
dar apertura a la Décima Época del Semanario Judicial
de la Federación. La Suprema Corte de Justicia de la
Nación, habrá de ejercer nuevas responsabilidades,
con un claro entendimiento de la intención que ha
24
impulsado al constituyente al elaborar las reformas:
nada estará por encima de la protección a los
derechos humanos.
V.
A modo de conclusión
La Constitución de Cádiz es génesis de lo que a la
postre cristalizaría, tanto en España como en México,
con Poderes Judiciales autónomos, consolidados e
independientes. Nuestras naciones tienen un amplio
bagaje de colaboración y solidaridad, y el ámbito
judicial no es la excepción, pues entre ambos Poderes
existe una larga trayectoria de cooperación fructífera,
tanto en el ámbito bilateral como en el marco de la
Cumbre Judicial Iberoamericana.
A lo largo de los años, nuestros poderes judiciales
han ratificado su respectivo interés por compartir
conocimientos
y
experiencias
en
los
aspectos
inherentes a la justicia, particularmente en las
vertientes de gobierno, formación y capacitación
judiciales. Eso ha motivado el desarrollo de áreas de
25
cooperación bilateral como estancias, jornadas de
estudio,
seminarios,
intercambio
de
información
jurídica, de manera fluida y flexible.
Los Poderes Judiciales de México y España
comparten un conjunto de valores fundamentales,
principios comunes y vínculos históricos y culturales
evidentes. Uno de esos vínculos es la Constitución de
Cádiz, semilla de grandes árboles constitucionales
contemporáneos.
La Constitución expresa la racionalización del
poder para la defensa de la dignidad humana, y un
Estado Democrático de Derecho requiere, como nunca
antes, la potencialización de la libertad política que se
traduce en que lo que los individuos están obligados a
hacer coincida con lo que la mayoría de ellos quiere
hacer, en este caso, constituirse en una República
representativa, democrática, federal, compuesta de
Estados libres y soberanos en todo lo concerniente a
su régimen interior; pero unidos en una Federación
26
establecida según los principios de la ley fundamental.
La constitución juridifica y racionaliza la democracia,
volviéndola una forma de vida y da contenido y
alcance práctico a la protección de los derechos
humanos.
La Constitución de Cádiz es memoria tangible; es
semilla que dio frutos en distintos suelos; es un templo
cívico siempre abierto, es el sueño que cristalizó en las
leyes fundamentales que hoy rigen a España y a
México, dos naciones hermanadas en su origen y en
su destino.
Compartiendo la celebración del Bicentenario de
la Constitución de Cádiz, y con mi agradecimiento por
la muy gentil invitación para participar en esta obra
colectiva, reitero mi más amplio reconocimiento al
Excmo. Sr. D. Carlos Dívar Blanco, Presidente del
Tribunal Supremo y del Consejo General del Poder
Judicial.
Ciudad de México, D.F., marzo de 2012.
27
Descargar