Inicios de la Administración como ciencia. Antes del 1900 las empresas buscaban la rentabilidad aplicando la experiencia en el negocio. No se dedicaban a estudiar los por qué de las cambiantes situaciones dentro de la misma. El cambio que sufrían permanentemente no alcanzaba para motivar el estudio de cómo corregir o atenuar estos cambios. Hasta ese momento la Administración no tenía sus bases científicas. Solo existían pocos análisis y métodos para instrumentarla. Frederyc Winslow Taylor, ingeniero mecánico y economista estadounidense, fue promotor de la organización científica del trabajo y es considerado el padre de la Administración Científica. Desde el año 1878 se dedicó a realizar observaciones sobre la industria del trabajo en la industria del acero. Realizó también estudios analíticos sobre tiempos de ejecución y remuneración del trabajo. Estos se realizaban para lograr mayor productividad y eficiencia a nivel operacional. Parte de la división de tareas y quién las desempeña constituyen la unidad fundamental de la organización. Taylor desarrolla los primeros conceptos de la administración como ciencia, estableciéndose con el tiempo en los principios de la administración: Planificación Organización Dirección Control Contemporáneo a Taylor fue el francés Henry Fayol, también ingeniero, pero en este caso en minas. Tras las aportaciones realizadas por aquel en el terreno de la organización científica del trabajo, éste, utilizando una metodología positivista, consistente en observar los hechos, realizar experiencias y extraer reglas, desarrolló todo un modelo administrativo de gran rigor para su época. A consecuencia de ello, en el año de 1916 publicó el libro Administration Industrielle et Genérate (Administración Industrial y General). El libro compendiaba sus opiniones sobre la administración adecuada de las empresas y de las personas dentro de éstas. Si a Taylor se lo considera el padre de la administración científica, Fayol ostenta el título de padre de la administración científica moderna. Este ingeniero francés definió áreas dentro de las operaciones de una empresa, a las que denominó funciones, siendo las mismas: • Funciones técnicas; • Funciones comerciales; • Funciones financieras; • Funciones de seguridad; • Funciones de contabilidad; • Funciones de administración. Una vez definidas estas funciones o actividades de la empresa, Fayol enumera 14 principios de la administración. Fayol en su libro menciona que no necesariamente son aplicables en su totalidad y no siempre el mismo principio es aplicado dos veces en una situación similar. Todo esto significa que los principios son a modo de referencia y no reglas que deben ser cumplidas de manera estricta. Son consejos no imposiciones, porque como sabemos, en administración existe la adaptabilidad. A continuación enunciamos los 14 principios de Fayol para una administración eficiente con una breve explicación de los mismos. Principio n° 1: División del trabajo. Tiene por finalidad producir más y mejor con el mismo esfuerzo. Tiende a lograr la especialización de las funciones obteniendo así mayor producción y mejores niveles de calidad. Fayol dice que a medida que la sociedad crece aparecen nuevos órganos destinados a reemplazar al órgano único primitivamente encargado de todas las funciones. Las tareas no son solo técnicas, sino que se aplican a todos los trabajos, poniendo en acción a un número más o menos grande de personas exigiendo de éstas varias clases de capacidad. Varias personas, distintas funciones, distintas capacidades. Principio n° 2: Autoridad y responsabilidad. Autoridad es el derecho de mandar y el poder de hacerse obedecer. No puede existir sin la correspondiente responsabilidad. La jefatura debe tener además de la autoridad legal inherente a su función, una autoridad personal dotada por su inteligencia, conocimiento y aptitudes. Fayol explica que no se concibe la autoridad sin la responsabilidad, es decir, sin una sanción (recompensa o pena) que acompaña al ejercicio del poder. La necesidad de sanción tiene su razón de ser en el sentimiento de justicia, que es confirmada y acrecentada por la consideración de que es necesario alentar las acciones útiles y desalentar las que no tienen esas características. La mejor garantía contra los abusos de autoridad y las debilidades de un gran jefe son su valor personal y su alto valor moral. Principio n° 3: Disciplina. Es la obediencia al sistema de autoridad existente. Está basada en las convenciones que la organización establece y que todos sus miembros deben respetar y obedecer. Ella depende de los jefes. En su libro, Henry relata que ha comprobado en distintas partes de Francia que los obreros son obedientes e incluso abnegados cuando se hallan bien dirigidos. Para ello, deben existir convenios que sean claros. Resume que la disciplina es el respeto a los convenios, siendo los medios para mantener la disciplina: a) buenos jefes en todos los grados jerárquicos, b) convenios tan claros y equitativos como sea posible, y c) sanciones penales juiciosamente aplicadas. Principio n° 4: Unidad de mando. Cada persona para la ejecución de sus tareas debe recibir órdenes de un solo jefe. En este punto no puede haber flexibilidad. La dualidad de mando no debe existir ya que destruye toda estructura. Para Fayol, si la unidad de mando es violada, la autoridad se resiente, la disciplina se compromete, el orden se perturba, la estabilidad se altera. La dualidad de mando es extremadamente frecuente: ejerce sus estragos en todas las empresas, grandes o pequeñas, en la familia y en el Estado. La unidad de mando es fundamental. Principio n° 5: Unidad de dirección. Debe existir un solo jefe o una sola cabeza y un solo programa por cada grupo de actividades. La unidad de mando es otra cosa: no puede existir sin una buena unidad de dirección. El francés destaca que es necesario no confundir “Unidad de dirección” (un solo programa) con “Unidad de mando” (una persona recibe órdenes de un solo jefe). Principio n° 6: Subordinación del interés particular al interés general. El interés de cada una de las personas no puede estar por encima del interés del grupo u organización. Para el autor de Administración Industrial y General, el interés de la familia debe figurar por encima del individuo. Los intereses del Estado deben estar por encima del de un ciudadano o de un grupo de ciudadanos. La ignorancia, la ambición, el egoísmo, y todas las pasiones humanas hacen prevalecer el interés individual por el general. Para ello destaca que debe haber: a) firmeza y buen ejemplo de los jefes, b) convenios tan equitativos como sea posible, c) una atenta vigilancia. Principio n° 7: Remuneración del personal. Es el precio por el servicio prestado. Debe ser equitativo en cada categoría de remuneración. Según el ingeniero, la remuneración es el precio del servicio. Mediante el modo de retribución se trata de alcanzar: a) que asegure una remuneración equitativa, b) que estimule el celo, recompensando el esfuerzo útil, c) que no exista exceso de remuneración por encima de lo razonable. Menciona en varias páginas que para el obrero existen tres modos de retribución: a) por jornal, b) por tarea, y c) por pieza. Asegura que el salario puede componerse de elementos en especie. El patrón debe cuidar de la salud, fuerza, moralidad y estabilidad de su personal, aunque sea para mantener su negocio. La obra de bienestar que puede realizar el patrón es variada, tales como comodidad en el trabajo, higiene, lugares destinados a comedores, etc. Fuera de la fábrica se aplica se aplica sobre la educación, la vivienda. Señala que todos los medios de retribución que puedan mejorar la vida del personal y estimular la actividad de las personas de todas las categorías, debe atenderse continuamente por los jefes. Principio n° 8: Centralización. Todo grupo tiende a concentrar las decisiones principales en la cabeza. Debe existir descentralización, pero no debe regir para todo tipo de decisiones. La centralización se asemeja a la división del trabajo en que es un hecho del orden natural. En todo organismo, animal o social, las sensaciones convergen hacia el cerebro o dirección, y desde allí parten las órdenes que ponen en funcionamiento todas las partes del organismo. La cuestión de centralización o descentralización es una cuestión de medida. Puede ampliarse y reducirse, y ser variable en el tiempo. Solo hay que buscar el límite favorable para la empresa. Principio n° 9: Jerarquía. Es la pirámide constituida desde los jefes al de menor poder. Desde la autoridad superior hasta la base operativa. Debe utilizarse necesariamente para las comunicaciones. Las órdenes hacia abajo, el control hacia arriba. Pensaba el padre de la administración científica moderna que la vía jerárquica es el camino que siguen las comunicaciones que parten de la autoridad superior a los que le son dirigidas. Este camino debe contener transmisión segura y unidad de mando. Menciona también que es una falta desviarse de la vía jerárquica sin necesidad, pero es más grave seguir esta vía cuando de ello surja un perjuicio para la empresa. Cuando un agente se halla en la obligación de elegir entre dos procedimientos con la imposibilidad de pedir opinión al jefe, debe tomar el coraje necesario para ejecutar la tarea, sintiéndose además con libertad para cumplirla. Pero para que se encuentre en este estado de espíritu es necesario que haya sido influido de antemano en este sentido y que sus jefes le hayan dado el ejemplo. Este debe venir desde arriba. Luego señala el respeto y la observancia que cada uno de los individuos debe seguir en la línea estratégica. Principio n° 10: Orden. Se refiere al orden tanto material como al social. Cada cosa tiene designado una ubicación, un lugar, y debe estar allí. El orden material tiene por resultado que las cosas no se pierdan, como así también evitar la pérdida de tiempo. Podría ser que un desorden aparente correspondiese a un orden real. Sería el caso de papeles esparcidos según la voluntad del dueño. No están correctamente apilados, pero si pueden estar clasificados y separados. Pero Fayol habla también del orden social. Dice que para que una empresa reine el orden social es necesario que se haya reservado un lugar a cada persona y que cada persona esté en el lugar que le ha sido asignado. Aclara que el orden social comprendido de esta manera soluciona las dos operaciones administrativas más difíciles: una buena organización y un buen reclutamiento. El arte está en mantener este equilibrio sin que los intereses particulares o la ambición sacrifiquen el interés general Principio n° 11: Equidad. No excluye ni la energía ni el rigor. Requiere en su aplicación de mucho sentido y experiencia. Para que el personal sea estimulado en el sentido de emplear en el ejercicio de sus funciones toda la buena voluntad y el sacrificio que es capaz, hay que tratarlo con benevolencia. Pero la equidad no excluye ni la energía ni el rigor. Ella exige en su aplicación muy buen sentido, experiencia y mucha bondad. Principio n° 12: Estabilidad del personal. Cada persona que empieza una nueva tarea requiere de un tiempo para aprenderla y desempeñarla bien. Si el empleado es desplazado apenas aprendió lo básico de su nueva función nunca va a rendir eficazmente. En este principio se explica que si la situación de reemplazo de las personas que ocupan un puesto se produce con frecuencia, la función nunca podrá ser desempeñada con satisfacción. En general, el personal dirigente de empresas prósperas es estable, el de las empresas en bancarrotas es inestable. Principio n° 13: Iniciativa. Es la posibilidad de dar a cada persona la oportunidad de decidir y ejecutar, siempre dentro de determinados límites fijados por la jerarquía, el orden y la disciplina. Fayol dice que la posibilidad de concebir y ejecutar recibe el nombre de iniciativa. A su vez, las libertades de proponer y ejecutar son también, cada una por su parte, elementos componentes de la iniciativa. La iniciativa de todos, yendo a complementar la del jefe y, en determinados casos de necesidad, de suplirla, es un gran motor para la empresa. Esto es apreciado con grandeza en los momentos difíciles. Es necesario también, estimular y desarrollar esta facultad con mayor grado posible. Principio n° 14: Unión del personal. La unión es el empuje de la empresa. Trabajar en armonía genera mejores relaciones y posibilita una mejor administración. La unión hace la fuerza. La armonía y la unión del personal de una empresa constituye una gran fuerza para ella. Es necesario realizar esfuerzos tendientes a establecerlas. Deben evitarse dos peligros y cumplirse un principio si se pretende estar unidos. a) No hay que dividir al personal: dividir las fuerzas enemigas es signo de habilidad, dividir las fuerzas propias es una falta grave contra la empresa. b) Abuso de comunicaciones escritas: para tratar una cuestión de negocios o para dar una orden que debe ser completada mediante explicaciones es generalmente más rápido y simple proceder verbalmente que por escrito. Las relaciones deben ser verbales en lo posible. Así se gana en rapidez, claridad y armonía. c) Unidad de mando: este principio que debe respetarse es el explicado anteriormente. Finalmente, como dicen J. Hermida y R. Serra en su libro “Administración y Estrategia”, algunos principios no pueden ser aplicables en la empresa de hoy tal como se los aplicaba en la época en que fueron especificados. El ejemplo más notorio es el del tipo de autoridad ejercido y que gracias a las teorías que llegaron con posterioridad mejoraron las condiciones humanas de los trabajadores. Si bien algunos de los 14 puntos no son ajustables a la medida de las organizaciones de hoy, la esencia de los mismos, un siglo después, no han perdido vigencia. BIBLIOGRAFIA 1. FAYOL, H.: “Administración industrial y general” – Ed. Orbis S.A., 1985. 2. HERMIDA, J. - SERRA, R.: “Administración y estrategia”. - Cap. III, Las escuelas clásicas, págs. 30 - 43. 3. “LA BIBLIA”. Edición para Latinoamérica, 63° edición, 1995. Págs 1 de Introducción del Nuevo Testamento - 282 de los Evangelios. 4. www.grupo2.8k.com 5. www.theodinstitute.org Dr. LA Fabián Villanueva DNI 29.625.994 Mat. 06/951 Miembro Grupo de Trabajo Licenciados en Administración