Capítulo XIV (psicoanálisis) El movimiento del psicoanálisis tiene poco en común con otras vertientes de la psicología de los últimos cien años. El psicoanálisis se alinea mejor con la tradición alemana de la mente como entidad activa, dinámica y auto generativa. Es bien sabido que Sigmund Freud fue el fundador de este movimiento. El movimiento psicoanalítico posee ciertos antecedentes como cualquier otra psicología. Entre ellos tenemos la mente activa alemana y el tratamiento de las enfermedades mentales. Es importante hablar de la vida de Sigmund Freud como fundador del psicoanálisis. Sigmund Freud (1856-1939) nació en Freigberg. Fue el mayor de ocho hijos y de pequeño vivió una vida muy humilde pues sus padres eran pobres. Desde muy pronto mostró inclinaciones y aptitudes para varias empresas intelectuales aunque su origen judío le impidió aprovechar ciertas oportunidades educativas. Estudió medicina debido a su interés por las ciencias y trabajó con Breuer sobre la hipnosis y la catarsis. Freud rechazó la hipnosis y adoptó la catarsis como forma de tratamiento, que consistía en estimular a los pacientes a que hablaran de cualquier cosa que les viniera a la mente. Freud razonaba que la asociación libre permitía que pensamientos ocultos se manifestaran en la conciencia. Además Freud también se especializó en el análisis de los sueños. También Freud fue ampliando el psicoanálisis hacia la personalidad y las motivaciones humanas. El resultado colectivo de las obras de Freud es un elaborado sistema del desarrollo de la personalidad que estaba determinado por el intento constante de identificar los medios apropiados para descargar las energías instintivas originadas en las profundidades del inconsciente. Freud postuló tres estructuras de la personalidad-el ello, el yo y el superyó-que se hallaban formadas para los siete años de edad. El ello es la estructura más primitiva y menos accesible, es pura libido. El ello no está en contacto con el entorno, éste se guía por el placer. El yo por otro lado tiene como función la canalización de las energías de ello en formas sociales aceptables. El yo está regido por el principio de realidad. Por último el superyó es una imposición del exterior. Es la incorporación de las normas morales que el yo percibe que vienen de alguna figura de autoridad. El superyó y el ello están en conflicto directo en el que el yo media. Es importante también mencionar que el principal constructo motivacional de esta teoría se deriva de los instintos. La meta de la personalidad es reducir el impulso de energía mediante alguna actividad aceptable dentro de las restricciones del superyó. Los instintos innatos fueron clasificados por Freud en impulsos de vida (eros) y de muerte (thanatos). La ansiedad también cumplía un papel importante pues era un miedo vago en anticipación de deseos insatisfechos y males futuros. Freud señalaba tres formas de ansiedad; la de la realidad, la neurótica y la ansiedad moral. Freud también le daba mucha importancia al desarrollo del niño y caracterizó etapas psicosexuales en las personas que se caracterizan por sus diferentes fuentes de gratificación, determinados por el principio del placer. El niño es autoerótico, es decir que obtiene placer sexual de la estimulación de zonas erógenas. La primer etapa es la oral en dónde el infante busca la gratificación succionando, mordiendo y tragando. De la gratificación oral el niño pasa una etapa en la que la gratificación anal es la principal. A la etapa anal le sigue la fálica. El movimiento psicoanalítico fue invento de Freud e influyó en varios psicólogos que después harían su propio camino pues no estaban del todo de acuerdo con algunas cosas del psicoanálisis que planteaba Freud. Entre sus discípulos tenemos a los siguientes: Alfred Adler (1870-1937): asistía con regularidad a las reuniones de Freud y fue uno de sus primeros seguidores pero comenzó a criticarlo sobre todo por su énfasis y sus interpretaciones literales de la sexualidad. Adler planteó una alternativa a las ideas de Freud manteniéndose dentro del modelo psicoanalítico. Su “psicología individual” era una imagen general de la actividad humana que reconocía el estado inferior del hombre al nacer, que daba como resultado su lucha continua por los sentimientos positivos y la perfección. Además su noción holística de la personalidad destacaba la necesidad de unidad, perfección y metas bien establecidas. El principio motivacional de Adler está descrito en términos psíquicos de la mente. Por último Adler veía la familia como el principal agente de socialización. Carl Jung (1875-1961): por su parte Jung comenzó a aplicar las nociones del psicoanálisis a los mitos y leyendas en búsqueda de la clave de la naturaleza de la psique del hombre. Creía que el propósito central de la personalidad era alcanzar un balance entre fuerzas conscientes e inconscientes; para ello señaló dos fuentes de estas fuerzas. El inconsciente persona, que consiste en experiencias reprimidas u olvidadas y el inconsciente colectivos, una fuente con contenidos heredados y compartidos con otros miembros del grupo étnico. Así como el inconsciente personal tiene complejos el colectivo posee arquetipos. Para Jung la persona debe individualizar las experiencias para llegar a una función transcendente que unifica las estructuras diferenciadas de la personalidad en un yo totalmente consciente. Además definió la energía libidinal como la oposición en la personalidad de la introversión y la extraversión. Estas energías en oposición tienen que equilibrase para el funcionamiento psicológico adecuado de la sensación, el pensamiento, los sentimientos y la intuición. Karen Horney (1885-1952): realizó grandes contribuciones a la psicología de la mujer. Horney negaba que constructos, como la envidia al pene, fueran normas sociales. También negaba la división estricta y excluyente de la idea freudiana del ello, el yo y el superyó. Horney destacaba que la totalidad de las experiencias que el individuo acumula en la vida se denomina “estructuras de carácter”. Ella creía que el individuo tenía una gran capacidad de introspección y que se podía hacer un autoanálisis. Describía la actividad humana en términos de tres modos de protección y defensa. El “acercamiento”, el enfrentamiento” y el “alejamiento”. Estos modos de actividad satisfacen una serie de necesidades neuróticas descritas por ella misma. Sólo con el autoanálisis se superan estas necesidades neuróticas. Horney creía que la finalidad de la terapia era la salud psicológica definida como la búsqueda continua del conocimiento de uno mismo. Las modificaciones del psicoanálisis freudiano señalaron una tendencia al examen del contexto social de las experiencias humanas. En este campo Sullivan y Fromm son los principales representantes de esta corriente. Harry Stack Sullivan (1892-1949): consideraba la personalidad como un sistema abierto en contacto con el entorno. Sullivan definió diversas etapas señaladas por la naturaleza de las relaciones sociales. Propuso varios “dinamismos” ejercidos conforme el individuo madura hacia una socialización apropiada en la vida adulta y adquiere una autoestima. Su psicología interpersonal se basaba en la observación detallada. Erich Fromm (1900-1980): destacó siempre la imagen del hombre moderno solitario y enajenado de sí mismo y de la sociedad. Fromm pensaba que el mundo moderno ha dejado al individuo en un estado de soledad y desamparo. Para enfrentar esta condición, la persona puede tratar de escapar pero los medios de escape nunca serán satisfactorios. Fromm creía que la libertad esencial del individuo es la clave para satisfacer sus necesidades. Además planteó que todos tenemos la necesidad de establecer relaciones personales de amor y entendimiento. Tenemos una necesidad de transcendencia, de desenvolver la capacidad de razonamiento. Tenemos la necesidad de arraigar, de pertenecer y ser parte del entorno.