ANTROPOLOGIA LA EXPERIENCIA NATURAL DE LA RAZÓN Si se le preguntara a cualquier hombre por aquello que en su criterio es el rasgo característico de lo humano, muy seguramente contestaría que la razón y verdad es la razón lo que permite pensar en lo humano. El hombre es el único ser que razona. Que todo hombre, por el hecho de ser tal, sea racional, es, pues, lo más natural. Sí alguien pierde el uso de la razón, esta enfermedad no sólo afecta a la persona en sus comportamientos individuales y sociales, sino que anuncia una pérdida de su singularidad, una pérdida radical, la pérdida de cuanto hay de más humano y natural en el hombre. La razón en el hombre hace parte de la dotación que la naturaleza le ha dado y que éste cuenta desde siempre. Ser racional para el hombre es su posesión de mayor dignidad y valor. De su racionalidad dependen sus logros y su vida, su saber y su futuro. En fin, su ser y su felicidad. La razón no solo determina el ser del hombre sino que también lo que puede llegar a conocer, hacer y decir, pues ésta no solamente resulta ser la más radical determinación del ser humano, sino que es al tiempo, la más alta y decisiva de sus posibilidades reales. Cuando el hombre se interroga acerca de sí mismo: ¿qué soy yo? Surge naturalmente la respuesta: soy un ser racional. Este conocimiento es un saber natural. La razón misma es el origen de este saber natural. La Pregunta filosófica acerca del hombre La antropología asume la tarea de contestar la pregunta: ¿Qué es el hombre? Es decir, se interroga por la naturaleza esencial del ser humano, por los factores determinantes de su conducta y la razón de la dignidad de la persona humana. ¿Qué es el hombre? Desde una visión de la antropología filosófica es necesario captar en su totalidad al hombre. Es interrogarse por el hombre en cuanto hombre, para ello es necesario recurrir a la historia de la filosofía, para preguntar por el hombre en su dimensión cotidiana como un ser político, cívico, moral, natural, religioso, económico, trabajador, etc. Pero surge el siguiente cuestionamiento: ¿Se puede conocer al ser humano del mismo modo como se conoce las cosas mediante la observación y la experimentación? La respuesta a esta pregunta da origen a toda una vasta discusión que involucra el que hacer de los filósofos más representativos de la humanidad. Diversas antropologías Aristóteles, en la antigüedad definió al hombre como un animal racional, lo concibe como un ser natural que se diferencia de todo animal por su pensamiento, su lenguaje y su razón. La conducta del hombre está regulada por lo racional. El hombre es como una unidad de dos fuerzas antagónicas. Por un lado, sujeto al impulso animal, al instinto; por el otro a la razón, al espíritu. Realmente cual de estos dos factores, el impulso animal o el espíritu, determinan la humanidad en el hombre. Algunos filósofos en sus antropologías indican que la dignidad humana reside en la racionalidad del hombre, pero esta postura llevó a una desvalorización del cuerpo y de la animalidad. Esta división de opciones da origen a dos antropologías una de corte espiritual que concibe al hombre como un espíritu encarnado, y otra de corte naturalista donde el instinto es el principio regulador de la conducta. ANTROPOLOGÍA CLÁSICA Pensadores como Sócrates y Platón son ejemplo de este tipo de antropología. Sócrates tiene más interés en el hombre concreto y en su conducta que en conocer la naturaleza misma. Él piensa que una vida sin ser examinada es indigna de cualquier ser humano, la preocupación del hombre debe ser su conducta ética, la pregunta fundamental es ¿qué es el bien?, ¿en que consiste vivir la dignidad de la justicia? Pues para él el mayor infortunio del hombre es hacer el mal y la autentica felicidad es alcanzar la justicia a través de la práctica del bien. La tarea de Sócrates es hacer mejores a los demás mediante el conocimiento de cada hombre de sí mismo, para buscar mediante la sabiduría la vivencia de la virtud. El hombre virtuoso que practica la justicia esta orientado al bien común de la ciudad. De esta manera el actual filosófico de Sócrates adquiere una dimensión política. Además él empieza a cuestionar la falta de honradez política, la incompetencia de los dirigentes políticos, la rapacidad y la corrupción que conlleva a la deshumanización y a la violencia. A través de la ironía, la mayéutica y la dialéctica logra que cada hombre se determine y llegue a descubrir su esencia la cual es que su alma participa de la naturaleza divina. Lo anterior implica que la vida del cuerpo del hombre depende de su alma y de esta manera establece la soberanía del alma sobre el cuerpo, es decir de la razón sobre la animalidad. Cuando ocurre que la visión del hombre como tal se da desde este plano, es entendible que surja inmediatamente otra pregunta acerca de lo que es el hombre: ¿Tiene algún fin la vida del hombre? ¿Qué sentido tiene la vida misma? Paradójicamente, la ausencia de respuesta a estos interrogantes trae consigo el fin de la vida de muchas personas hoy en día. Pero volviendo a la pregunta: el sentido de la vida del hombre, el fin de su vida está en él mismo hallarla, en la sabiduría, en el conocimiento del bien, el hombre será feliz cuando haga el bien. Para Platón la respuesta a la pregunta: ¿qué es el hombre? Se da de esta manera, para él el hombre es un alma que se sirve de un cuerpo. Pues él distingue claramente el cuerpo del alma dándole primacía al alma, ya que ella es el principio del movimiento del cuerpo. El cuerpo es una realidad sensible y natural sujeta al cambio, en consecuencia es mortal; el alma racional es espiritual, preexistente y afín con lo divino. Al hablar de alma racional habrá que distinguirla del alma irracional, la cual es la sede de lo afectivo y de lo volitivo (los deseos). Para explicar la naturaleza del alma Platón hablará de tres elementos: la sabiduría compuesta por la inteligencia y la razón; el valor compuesto por la pasión, el sentimiento y la voluntad y el dominio de los deseos y el apetito. Se descubre en la visión antropológica de Platón al hombre dividido, por su inteligencia y razón se esfuerza por alcanzar el mundo de lo divino, pero por sus pasiones y deseos arrastrado al mundo terrenal. El alma racional debe gobernar al alma irracional además debe contemplar lo que es en verdad el ser por excelencia, la ideal suprema de todo bien. Aristóteles piensa en el hombre desde tres dimensiones: Una dimensión ontológica, el hombre es un ser viviente racional. Una dimensión social, el hombre es por naturaleza un ser cívico. Una dimensión ética, el hombre debe practicar la justicia y la virtud. Ante la pregunta: ¿Cuál es la naturaleza esencial del hombre? La respuesta se dimensiona en el ser del hombre: el hombre es un animal racional, es decir, un ser viviente, dotado de razón. -dimensión ontológica -. Pero este hombre no vive solo, necesita de los demás; en ello reconoce Aristóteles la dimensión social del hombre, esta hecho para vivir en sociedad como un ser cívico, que se asocia con los demás en la ciudad. -dimensión social-. No es la actividad vital, ni la religión o el trabajo, no es la comunidad lo que diferencia al hombre del animal, es la reflexión, la razón (el logos), por medio de la cual es el hombre quien regula el tejido social en cuanto que le permite poner en común las cualidades morales (eticidad); por la razón regula el apetito sensible y su acción concreta, tanto social como individual en la ciudad-estado (la polis). El hombre es pues para Aristóteles unión de cuerpo y alma, ser dotado de apetito y razón, siendo el animal más acabado y perfecto de la naturaleza, pero el más peligroso de todos cuando se aparta de la justicia y el deber. Por ello, la dimensión ética del hombre debe responder ¿cuál es la tarea propia del hombre en cuanto hombre? ¿Cuál es el actuar propio del hombre? Esta tarea consiste en ser el mismo hombre, es decir, es su propia vida humana, su tarea. La razón, el intelecto, el apetito son metas del hombre, pero por ello primero hay que cuidar el cuerpo, educar el apetito y formar el alma, hasta el punto que pueda contemplar lo divino, participando de su acción. Conociendo su obrar en la naturaleza y en el cosmos. Visión Antropológica del Cristianismo: En la concepción antropológica del cristianismo se retoman las visiones griegas, la dualidad cuerpo y alma y la cuestión de dónde reside la dignidad humana. Santo Tomás distingue teología y filosofía de la naturaleza; esta última culmina con la explicación del ser natural viviente, cuya forma más alta es el hombre, que capta en tres líneas fundamentales. 1. El hombre es un compuesto sustancial de cuerpo y alma. 2. El hombre es un animal racional. 3. El hombre es una persona especial. En seguida pasaremos a explicar cada una de estas dimensiones en que se desenvuelve el ser humano. La estructura ontológica del hombre Uno de los temas centrales de la antropología tomista consiste en captar la plenitud del ser humano como unión sustancial de un cuerpo orgánico y un alma racional. Consta el hombre de naturaleza espiritual y corporal, como haciendo confín de ambas naturalezas, puesto que el hombre no es solamente cuerpo, ni solamente alma, sino un compuesto de alma y cuerpo, una unidad psico-somática. El ser humano tiene una doble naturaleza: una espiritual constituida por el alma racional y una corporal, unidas en un solo ser. Para Santo Tomás, la realidad somática, el cuerpo, no es el hombre, ni lo que siente, quiere o ama. La persona humana es la unidad sustancial de ambos elementos, esencialmente distintos, lo que constituye su estructura óptica. Es necesario notar que para Santo Tomás, el alma es el principio de ser y de acción, esto es, el alma racional ordenada y se une al cuerpo, siendo la forma sustancial y el único principio vital. El hombre es un animal racional Tomás, dice que “el hombre es en cierto modo la totalidad del ser”, porque está situado en el centro mismo de todo cuanto existe. Es decir, el hombre esta situado en los confines de dos regiones ónticas: en la región óntica de lo material y corporal, y en la región óntica de lo espiritual, de modo que como ser medianero concluye en él todo cuanto existe. El hombre tiene en común con los minerales y los seres inertes la simple existencia. Con las plantas, la vida vegetativa, y en este sentido como ser animado es más perfecta que lo inanimado. Tiene también en común con los animales el sentir, la vida sensitiva. O sea, el ser humano posee lo que es propio a las formas inferiores. Y finalmente, tiene en común con los seres espirituales (Dios y los ángeles) el entender o vida intelectiva. De modo que en el hombre hay tres clases de vida; la vida vegetativa, la vida sensitiva y la vida intelectiva; de ellas, la vida intelectiva es el principio y raíz de la vida sensitiva y vegetativa. El hombre como persona especial La noción de persona es una noción auténticamente cristiana, que expresa en su esencia, la plenitud de la dignidad inherente a cada ser humano, puesto que a todo individuo de naturaleza racional se le llama persona. Es decir, el hombre, no es algo, ni cuerpo o cosa, sino alguien que es y sabe que es; alguien que es persona y sabe que es persona. El hombre es naturalmente un ser racional, libre y existente por sí mismo. Esto habla de los elementos constitutivos que hacen que el hombre sea hombre, su verdadera dignidad y autentica existencia. La persona humana la integran dos elementos: la consistencia e independencia ontológica o sustantividad y la especificidad humana o racionalidad. Se entiende por sustantividad lo que existe por sí, la subsistencia propia o capacidad autónoma de existencia, y por racionalidad, la naturaleza racional y libre que fundamenta su dignidad y trascendencia. LA ANTROPOLOGÍA ORÉTICA A continuación presentamos algunos de los modelos conceptuales más importantes de la antropología orética o naturalista. Teoría política de Maquiavelo “El hombre es malo por naturaleza”. La historia registra antropologías típicas, de la Feuerbach, Marx, Schopenhauer, Nietzsche, Freíd, Skinner y Lorentz, que fundan su idea del hombre en lo irracional como factor determinante de la conducta humana. También encontramos en las grandes concepciones políticas, como la de Maquiavelo, Hobbes, Rousseau, brillantes antecedentes de la antropología orética al proporcionarnos una explicación de la acción política a partir de una visión de la naturaleza humana. Tomemos el modelo político de Maquiavelo, no porque sea el primero en llamar la atención sobre la importancia de una visión orética para el dominio del comportamiento político, sino porque constituye el antecedente próximo del desgarramiento de la idea clásica del hombre que ocurre con el advenimiento de la modernidad. Maquiavelo expone su visión de la actividad política teniendo como base una concepción histórica y antropológica del hacer humano. Establece el principio de comprender la actividad política desde el punto de vista científico, creando una nueva ciencia, la ciencia política. A través del análisis del hecho histórico-político típico, que no solo enuncie la singularidad del hecho en sí, sino que a través del hecho particular muestre la universalidad de la acción política, y como tal, permita alcanzar un conocimiento verdadero. En esta perspectiva teórica, Maquiavelo define el problema político que va a tratar: ¿Cómo se adquiere, cómo se mantiene y por qué se pierde el poder? Para Maquiavelo, la clave para comprender el hecho político, es decir, la lucha de los hombres por el poder, es la historia, que la entenderá como el lugar adecuado de estudio. Su obra política posee el conocimiento de la naturaleza de los príncipes y el de la naturaleza humana y su relación. Este conocimiento será la clave para entender la acción política y actuar con relativo éxito, debido a que no sólo la virtud de los príncipes influye en el comportamiento político sino también la fortuna. La concepción antropológica en Maquiavelo La naturaleza humana no responde a los altos ideales propuestos por la moral, porque los hombres se revelan en su cotidianidad, malvados, desagradecidos, veleidosos, propensos a la simulación y al disimulo, temerosos del peligro, ansioso de ganancias que olvida más rápido la muerte de su padre que la perdida de su herencia. Esta reflexión antropológica fijará una diferencia tajante con los principios de la filosofía política anterior, trazando el eje sobre el cual debe fundarse una teoría política: el conocimiento de la naturaleza humana y las pasiones que la determinan. En este sentido, su visión de la historia es muy importante, porque muestra cómo a través de los tiempos, se presenta la permanente manifestación de lo mismo, ya que todos los hombres, nacen, viven y mueren de acuerdo con un orden invariable; impulsada siempre su naturaleza por los mismos intereses y las mismas pasiones, el amor al poder o ambición y el amor a las cosas o codicia. De modo que contra aquella antropología noética que concibe al hombre determinado por el espíritu y los altos ideales de la razón y la moralidad, Maquiavelo vislumbra una antropología de tipo orético, que concibe al hombre como un ser naturalmente malo, sujeto a las pasiones y dispuesto a satisfacer sus apetitos insaciables, a causa de que, por su modo de ser, desean los hombres poseerlo todo y sólo pueden alcanzar muy poca cosa, originando así un estado de natural violencia. En consecuencia, si los hombres siempre actúan en igual forma y producen los mismos efectos, creando ese estado de violencia, la conducta del príncipe debe estar determinada por la singular naturaleza del hombre y, si la tarea suprema del príncipe es mantener en el poder, preservar la existencia y la libertad de la patria y hasta donde sea posible aumentar su poderío. El príncipe no puede poseer, ni en conjunto respetar las buenas cualidades que se exigen a los individuos, porque las condiciones humanas no lo permiten, por su maldad manifiesta, debiendo el príncipe actuar siempre con la ley o con la fuerza y la astucia. Una nueva perspectiva filosófica (LUDWING FEUERBACH: “El hombre es el Dios del hombre”) El intento de esbozar en líneas generales una visión histórico – filosófico de la imagen del hombre, nos ha obligado a distinguir un primer tipo antropológico que se caracteriza por concebir al hombre como un ser perteneciente a la naturaleza pero que determina su conducta racionalmente, y un segundo tipo de antropología filosófica que intenta explicar al ser humano a partir del cuerpo y su pertenencia al mundo material. La antropología que se desarrolla en los tiempos modernos reitera la imagen del hombre en su relación con el mundo material, como se aprecia con Descartes, quien orienta la reflexión por la línea racionalista, absolutizando la importancia de lo racional y de la conciencia, afirmando su autonomía frente al mundo material y al cuerpo; mientras que con Hume, la línea empirista invierte los términos dando relieve a la importancia del mundo material y del cuerpo, al mismo tiempo que minimizando el valor de lo racional y espiritual. En esta última línea se sitúa el pensamiento antropológico de Feuerbach, quien con la publicación de la Esencia del cristianismo en 1841, abre un camino para un humanismo de corte ateo y naturalista que lo convertirá pronto en el centro del movimiento filosófico y político de su época, denominado cómo la izquierda hegeliana. Pronto estará también el pensamiento de Feuerbach en la conciencia secularizada del hombre moderno por medio de otros, como Marx, Nietzsche, kierkegaard o Freud, al formular una nueva visión del hombre y elaborar una crítica negativa a la esencia de la religión en general y en particular al cristianismo. En esta perspectiva teórica se inscribe el pensamiento antropológico de Feuerbach y su programa de reducir la teología a la antropología. El momento crítico de la historia del mundo Contra la antropología noética, Feuerbach destacará el ser corporal con todas sus manifestaciones; pues, si la antigua antropología tenía como objeto fundamental, un hombre abstracto y señalaba que el cuerpo no pertenece a la existencia humana, el materialismo antropológico que propone Feuerbach, tiene como objeto único, universal y supremo, el ser real y entero del hombre. Pero como Feuerbach está interesado en adelantar una crítica a la religión para indicar que la esencia de dios es la misma esencia del hombre. Esta crítica desembocará en la constitución de una nueva teoría del hombre como existencia radicalmente finita, y como antropología que promociona al hombre como el valor supremo del hombre. “El hombre es el Dios del hombre”, debe ser el primer principio práctico; es decir, el amor del hombre por el hombre debe ser prácticamente la ley suprema de las relaciones entre los hombres. Los intereses antropológicos de Marx “El hombre es el conjunto de las relaciones sociales” El momento crítico de la historia del mundo no consiste para Marx en pensar esta relación social entre el hombre y el hombre en los términos de amor, como concebía Feuerbach las relaciones entre los hombres, sino que tales relaciones se establecen concretamente en el proceso de producción de la vida real y en una bien determinada forma de asociación. Para Marx el hombre es un ser natural, concreto, determinado históricamente mediante la satisfacción de sus necesidades naturales y relaciones sociales de producción. La relación social entre los hombres esta considerada y determinada en las condiciones materiales de vida en el proceso histórico social de la producción material de bienes para la satisfacción de las necesidades humanas. El análisis Marxista parte del hombre real, viviente, de su acción y sus condiciones materiales de vida, con una existencia histórica concreta y sujeta al trabajo para satisfacer sus necesidades de vida, lo cual constituye el primer hecho histórico. Antropología de la alienación Cuando se habla del hombre, se habla del mundo del hombre, pues el hombre es un ser consciente y libre que hace de su propio actividad vital-en su relación con la naturaleza y con el mismo hombre-una actividad objeto de su conciencia y de su voluntad que la diferencia netamente de la actividad instintiva del animal. Marx no distingue al hombre del animal por la razón, como lo hace Aristóteles, ni por la religión, como lo hace Feuerbach, ni por sus pulsiones instintivas, ni siquiera por el trabajo o por su aspecto comunitario, para él, la distinción está en la universalidad de la actividad humana que busca transformar la naturaleza para satisfacer las necesidades del genero humano. Lo que lo hace realmente hombre es su actividad vital-material y el hacer de esta actividad un real objeto de su conciencia y su voluntad. Marx critica a la sociedad civil de su tiempo mediante una crítica al estado al mundo de lo jurídico y de lo político; desde esta plataforma, critica las formas ideológicas de la sociedad burguesa representada en su moral, religión, arte, ciencia y filosofía. El hombre es un ser alineado y por ello Marx propugna por un nuevo orden social, una nueva sociedad y un nuevo hombre. La esencia del hombre Los hombres viven en comunidad y desarrollan sus actividades bajo determinadas condiciones materiales, así, el hombre es un ser social por naturaleza y desarrolla su verdadera esencia únicamente en la sociedad. Las relaciones sociales que el hombre establece como comunidad son con individuos reales, vivientes, activos, estableciendo entre sí el proceso de la producción social de su existencia. El concepto de relaciones sociales de producción funda la teoría materialista de la historia la cual se ocupa de explicar cómo produce y cuáles son las relaciones sociales que el hombre crea para producir los bienes materiales que satisface sus necesidades. La actividad productiva completa que el hombre establece fundamentalmente crea unas relaciones del hombre con los demás hombres: del esclavo con respeto al amo, del siervo con su señor, del proletario con respeto al burgués. La antropología del trabajo Lo que diferencia al hombre de los animales es el hacerse consciente a partir del momento en que empieza a producir sus medios de vida. Es el trabajo, la vida productiva misma, el medio que aparece al hombre para satisfacer las necesidades que lo conlleven a la conservación de su existencia física; al la vez, mediante este trabajo, el hombre se realiza y se contempla a sí mismo, relacionándose entre sí y con la naturaleza. La muerte de Dios FEDERICO NIETZSCHE “Yo anuncio el superhombre” Nietzsche es el abanderado del nihilismo inaugurando una nueva era, la de la caída de los valores que tienen como fundamento último a Dios. ¿Qué es el nihilismo? El nihilismo nos llega por Nietzsche como el acontecimiento más importante de la historia moderna: La muerte de Dios. La muerte de Dios no es una frase más. Es la conciencia de una filosofía intranquila de una época que se ha hecho sospechosa. Es la denuncia de una grave crisis al interior de la historia de la civilización. La muerte de Dios, arrasa todo lo que se asienta sobre este fundamento: la moral, la filosofía, la cultura, por supuesto la religión, el hombre…….Por lo que caracteriza a la civilización cristina-occidental es que el hombre funda su ser, su hacer, y su esperar en Dios. Pero esto no es nuevo. La “muerte de Dios” esta presente de alguna manera en otros filósofos, por ejemplo en Kant, en Hegel, en Feuerbach, Bauer, y en Schopenhauer. Por su puesto en Nietzsche. Sin embargo en Nietzsche es un pregón: Dios ha muerto. Realmente si se da una mirada atenta a todo lo que ocurre a nuestro alrededor: suicidios, abortos, asesinatos, drogadicción, comercio con el sexo, alicoramiento, brecha que cada vez es más grande, entre unos pocos que cada vez son más ricos y muchos cada vez son más pobres, secuestros, comercio de órganos humanos, guerrilla, paramilitarismo, salario de hambre, falta de fuentes de empleo, en fin… realmente Dios ha muerto…… Es importante aquí aclarar que cuando Nietzsche habla de la muerte de Dios no se refiere de forma exclusiva del Dios verdadero del cristianismo, sino en general, al fundamento divino de la vida del hombre, cuya muerte ha traído como consecuencia la quiebra de todos los valores humanos. El pregón acerca de la muerte de Dios de Nietzsche va acompañado del anuncio sobre la necesidad de que aparezca en la historia el superhombre, es decir un nuevo tipo de hombre con una nueva escala de valores que cree una nueva sociedad. Ante el desmoronamiento de los valores supremos que dieron sentido a la cultura y al hombre de occidente, Nietzsche opone la ética de la serpiente, es decir, se trata de mudar de piel para poder vivir, abandonando los Transcendentes (Dios) y el desprecio del cuerpo y los sentidos; exaltando el mundo de la tierra, del cuerpo, del deseo, de las fuerzas instintivas… de lo irracional. Lo que implica esta ética de la serpiente es una tipo de ser alternativo: el superhombre y sus principios constitutivos, la voluntad del poder y el eterno retorno. Valores que pretenden sustituir en el hombre los valores fundados en la trascendencia divina. La orética de Nietzsche En la perspectiva nietzscheana, el hombre es casi una nada, un ser miserable, inmundo, indeterminado, hibrido, mezcla de bestialidad y humanidad; simple puente entre la bestia y el superhombre. El hombre real, el concreto el histórico es para Nietzsche un animal inconcluso: “un acuerda tendida entre la bestia y el superhombre”. Mediante la voluntad de poder el hombre debe ser superado para pasar de “hombre pequeño” a “superhombre”. Se entiende que para Nietzsche no es la razón que establece los valores sino la fuerza como la vida de alguna manera su animalidad. La filosofía de Nietzsche es una filosofía de la vida, este vitalismo, de origen a todos los existencialismos ya que según el filosofo el hombre libre, debe reconocer que es, cuerpo, impulso, instinto, pasión, águila y serpiente a la vez, la vida es tierra y se proyecta en la tierra, la vida es ser, voluntad de poderío, valoración, fuerza de vida, crecimiento, en una palabra un querer ser más. Introducción al psicoanálisis (SIGMUND FREUD “lo inconciente es lo humano”) Freud se cuestiona: ¿Qué fines y propósitos de vida expresan los hombres en su propia conducta? El mismo se responde: “aspiran a la felicidad; esta aspiración tiene dos caras, por un lado, evitar el dolor y el displacer; por el otro, experimentar intensas sensaciones placenteras”. En coherencia con lo anterior, Freud elabora una teoría del hombre que señala que la actividad psíquica está regida por pulsiones instintivas. El principio del placer o instinto de vida y el principio de realidad o instinto de muerte. Entender los procesos mentales de las perspectivas de las pulsiones instintivas y su conflicto existente en lo inconsciente y explicar que todas las pulsiones instintivas son manifestaciones de una sola energía general llamada libido, de origen y naturaleza sexual es el medio que Freud mediante el psicoanálisis genera para interpretar la conducta humana. El psicoanálisis como metapsicología Freud no solo busca explicar la psicología y la psicopatología del hombre sino también crear una visión general del hombre y su cultura. De hecho Freud designo en primer lugar a su propia teoría psicoanalítica con el termino metapsicología, con el objeto de destacar el conjunto de conceptos científicos y nociones ideológicas propias del discurso psicoanalítico, para formar una nueva psicología. El concepto general del funcionamiento psíquico del hombre según Freud se explica desde cuatro puntos de vista: Lo topológico, se refiere a las instancias del aparato mental, es decir, lo consciente, lo preconsciente y lo inconsciente. Lo dinámico, es decir la variedad de pulsiones instintivas como el principio de vida y el principio de muerte y sus conflictos. Lo económico, es decir las energías de la vida psíquica. Lo estructural, es decir la teoría de la personalidad y sus instancias: ello, yo y superyo. Aunque ciertamente en su origen todas las teorías de Freud se basaban en casos patológicos (enfermedades) no es solamente una psicopatología sus ideas, pues él tiene presente la posibilidad de explicar la naturaleza y la conducta humana. Con el descubrimiento del inconsciente Freud da un aporte decisivo a una nueva manera de entender qué es el hombre. Ya no son los elementos de la cultura y el espíritu humano lo que causa la conducta normal y patológica del individuo sino la acción de lo inconsciente. Otro aporte de Freud es su doctrina de la personalidad y sus instancias: El Ello: instancia inconsciente dominada por el principio del placer. El Yo: instancia consciente dominada por el principio de la realidad. El Superyo: sede la consciencia moral y social, instancia de la vigilancia, del castigo y del premio. Teoría Antropológica de Freud Con el aporte Freudiano de lo inconsciente se inaugura una nueva época de investigación sobre el hombre. Incluso se llega a señalar la historia de la humanidad como la historia de la represión de las pulsiones instintivas y como la cultura se origina mediante la coerción y sublimación de dichas pulsiones. La cultura para Freud se establece obedeciendo al impulso de las necesidades vitales y a costa de la satisfacción de los instintos y su permanente subyugación. Así esta posición restringe la existencia social y biológica del hombre como condición esencial para el progreso humano. Cada individuo que entra a formar parte de la sociedad debe repetir el sacrificio de satisfacer sus instintos y sus pulsiones en beneficio de la colectividad. Sin embargo lo anterior tiene una cara positiva y es que mediante la cultura el hombre ha dado satisfacción a sus necesidades vitales primarias. Vamos ahora a ver como se ha ido desarrollando en sí misma la antropología y las diversas dimensiones que ella ha tenido: DISCIPLINAS DE LA ANTROPOLOGÍA La Antropología cultural La antropología social o cultural es la rama de la antropología que se ocupa de la descripción y análisis de las culturas. Específicamente estudia la relación entre los rasgos universales de la naturaleza humana y la forma en que se plasma en culturas distintas. También su campo de acción es conocer las razones de las diferencias culturales —motivadas por razones ambientales o históricas—, y de la organización de estas en sistemas globales. Aunque hoy se considera una subdisciplina de la antropología cultural, históricamente ésta procede de la etnología, que se ocupa de recoger material que permita describir e interpretar las distintas culturas. El estudio de la etnología se originó en el siglo XIX, cuando estudiosos e historiadores buscaron por primera vez proporcionar una interpretación sistemática de los mitos, tradiciones y costumbres de los pueblos no europeos recopiladas por exploradores y misioneros. Los teóricos de esta primera generación —entre ellos James Frazer y Edward Burnett Tylor— se ocuparon del problema de la difusión de los elementos culturales, de los métodos de transmisión del contenido cultural y de la elaboración de soluciones alternativas a problemas tecnológicos comunes. En línea con la filosofía positivista dominante en la teoría de la ciencia de la época, el consenso disciplinario se inclinó por suponer que las diferentes culturas pasaban por una serie homóloga de etapas en su evolución, pero sin tener necesariamente contacto entre sí. A comienzos del siglo XX, los trabajos de Bronislaw Malinowski supusieron una modificación radical en las estrategias de investigación de la antropología. Aún sin apartarse de una teoría científica positivista, Malinowski abordó el estudio directo de los pueblos investigados mediante el trabajo de campo, sosteniendo que los materiales recopilados por misioneros o legos introducían graves desviaciones y sesgos para el estudio, al interpretar de manera incorrecta el sentido de muchas de las prácticas. La metodología desarrollada por Malinowski en sus investigaciones sobre los nativos de las islas Trobriand (Nueva Guinea) implicaba el traslado del investigador al hábitat de la cultura investigada y la inmersión en sus propios hábitos comunitarios, en la llamada observación participante. Vehementemente defendida por su autor y por Franz Boas, rápidamente se convirtió en el método estándar de la disciplina. Uno de los resultados más importantes obtenidos mediante el método de la observación participante fue la constatación de que hábitos o tradiciones de apariencia similar podían cumplir funciones radicalmente diferentes en culturas distintas, obligando a estudiar detalladamente el contexto y a prescindir de clasificaciones universales. Así pues la recopilación o sistematización de las culturas y sus estructuras se hacen en un lugar y tiempo concreto por métodos etnográficos de observación participativa con entrevistas y trabajos en equipo, cuaderno de trabajo, fotografías y otros medios audiovisuales. La comparación de estas descripciones e interpretaciones permite formular hipótesis y teorías sobre las causas de las similitudes y diferencias culturales del pasado y del presente. Los documentos escritos se producen ya desde que los países europeos exploran América del Norte, Central y Sur, por citar los que actualmente están en el grupo cultural latino. Los autores fueron navegantes, misioneros, exploradores, comerciantes, viajeros, geógrafos, historiadores, antropólogos y etnólogos. La época descrita se inicia el siglo XV y el período más importante es entre el siglo XVIII y el siglo XIX. El ámbito fue desde Tierra del Fuego hasta Canadá. La antropología cultural incluye también el estudio de la religión como un elemento común a todas las culturas. Es más apropiado llamarlo "fenomenología de la religión" y podría incluir apartados como: fenómeno religioso, religiosidad popular, ritos, etc. La fenomenología de la religión no hace exégesis o defensa de ninguna religión y explica el hecho religioso desde diversas disciplinas: economía, sociología, psicología, literatura, lingüística... Antropología de la religión Definición de religión La religión, por su universalidad y evolución a través de los tiempos y culturas, es un concepto de muy difícil definición. Se puede decir que hay tantas definiciones como estudios del fenómeno religioso. Las definiciones de esta concepto se pueden clasificar desde tres categorías: histórica, teológico - filosóficas y antropológicas. En el primer grupo tenemos interpretaciones de la religión como explicación racional de los misterios de la naturaleza, es la religión animista, también se ha visto en lo religioso una forma de controlar los fenómenos a través de la magia, o como respuesta a los sentimientos de soledad ante los fenómenos de la naturaleza o el misterio de la muerte. Cada época o entorno sociocultural hace un enfoque conceptual diferente del término religión. Para la cultura occidental hay religiones primitivas o politeístas y religiones monoteístas o “de libro”, por alusión a que se ha recogido en escrituras los dogmas de fe y de la moral. Entre las definiciones teológico-filosóficas tenemos a una larga lista de filósofos, teólogos y estudiosos que enfocan la religión de forma esencialista. Se define lo religioso por su contenido, sus dogmas. Aquí es la religión como sistema de creencias. Pero este tipo de definición al no llegar a explicar conceptos como lo sagrado, el misterio o lo absoluto dejan la puerta abierta a otro tipo de explicaciones. Las definiciones antropológicas son funcionalistas, se fijan en la acción, la estructura social y los aspectos pragmáticos. Frente al esencialismo de lo sagrado y lo profano como explicación del mundo, se oponen la interpretación de las creencias y ritos como elementos activos de control, o la religión como una estructura social. En los pueblos primitivos, la religión constituye el principal entramado social que brinda estabilidad y afán de supervivencia al grupo a través del mito. Estos grupos se sienten descendientes de un dios, semidiós o héroe y con un cometido místico (ritos). En las sociedades modernas, la religión ha perdido importancia en estas funciones. Ya no representa la única forma de moral, al desarrollarse el Derecho; y las instituciones del Estado desempeñan gran parte de las funciones que tradicionalmente venía realizando la religión. Las funciones más elementales de la vida religiosa se pueden resumir en estas: • Cosmovisión o interpretación del mundo: origen, sentido, destino, salvación… • Estabilidad social, dirigida al grupo como tal, a través de la sacralización de la familia y el trabajo, de la moral y la autoridad, instituciones, ritos de paso y de sacrificio, etc. • Función económica y de control. Aparición del capitalismo. • Función psicológica, de estabilidad emocional, dirigida al individuo: sentido a la vida, salvación individual mediante la gracia, integración en la comunidad celeste mediante la salvación. En la definición nominal del término mismo de religión tampoco hay acuerdo entre los estudiosos de este campo. Unos la hacen derivar de la palabra latina religere en el sentido de preocupación, de prestar atención, de práctica intimista; del término releyere como actividad social y legal perteneciente a lo público y a la esfera del Estado y de religere como atadura y unión con lo divino a través de la moral (S. Agustín). Evolución del concepto de religión El mundo romano concibe la devoción a los dioses como un sistema de prestación-contraprestación, como un culto público y privado. En la evolución de la religión romana se observan tres etapas claras: 1. Periódico itálico, en el que predominan las divinidades indígenas. 2. Periodo helénico. Tras el contacto con el mundo helenístico, el espíritu de piedad ingenua da paso a una religiosidad filosófica y formal. 3. Periodo oriental en el que se busca la felicidad y una vida eterna segura a través de ritos mistéricos: Dioniso, Démeter, Cibeles, Isis, Osiris y Mitra, entre otros. En el mundo medieval conviven los restos de la religiosidad romana bajo la forma de elementos mágicos: pócimas, conjuros, encantamientos, etc., con la religiosidad cristiana que va haciendo calar su pensamiento religiosos en las nuevas sociedades recién cristianizadas. De aquí surge el fenómeno de la religiosidad popular en contraposición al de religiosidad oficial. Durante el Renacimiento se inicia la separación entre teología y religión. Al ponerse de moda la mitología clásica aparece un elemento de referencia frente al absolutismo teológico medieval. La ilustración someterá a la religión a los “límites de la razón” (Kant). Se traducen textos religiosos de otras culturas, aparece el deísmo, los diccionarios enciclopédicos, la crítica a los textos bíblicos, se combate la superstición y se ataca el poder de la Iglesia. La filosofía empirista (Hume) pondrá en duda los principios de la filosofía tradicional como el de la causalidad. La interpretación de la religión toma un rumbo inesperado en el s. XIX con los trabajos de Comte, Darwin y Freud. Éste último considera el concepto de Dios como la máxima creación cultural por dotar a la Humanidad de un padre que ha de emparejarse de forma natural con la madre-tierra; Enfoques conceptual y funcionalista (qué es y para qué) Las interpretaciones clásicas de lo que es religión hacen hincapié en los conceptos esenciales –visiones esencialistas- del fenómeno religioso: lo divino o sagrado, el misterio, la fuerza vital, el Tao, el maná, etc. Todas estas definiciones o interpretaciones del hecho religioso descansan en dos conceptos generales aceptados por los representantes de este enfoque sustantivista: las creencias y los rituales. Es decir, que los hechos religiosos que adolecen de alguno de estos dos elementos no deberían incluirse en la categoría de fenómeno religioso. Un sistema de creencias sin una estructura ritual no es propiamente un fenómeno religioso. Y, así mismo, una acción ritualizada que no va dirigida a algún tipo de entidad suprahumana no es un rito en el sentido religioso. Por ejemplo: fumar, las diferentes formas de protocolo, las costumbres sociales, algunas prácticas y técnicas yóguicas. ¿Es posible hablar de una sacralidad sin Dios como se ha interpretado el budismo?. ¿Estarían algunas prácticas budistas en el límite del concepto de religión? Por todo ello, es necesario acotar el término religión para no acabar incluyendo en esta categoría los fenómenos psicológicos, mágicos o actuaciones terapéuticas. Sería un error epistemológico considerar la acupuntura, el tai-chi, el Logos griego o el Ser parmenídeo como conceptos religiosos aunque coincidan sus atributos con algunos de los asignados al dios cristiano; o al Dalai Lama como el Hijo de Dios cristiano, o a la Ilíada y la Odisea como libros sagrados a pesar de su alto contenido religioso, o a algunos filósofos griegos como creadores de sectas religiosas. El principal escollo con que se encuentra este enfoque esencialista o conceptual del hecho religioso es que no se puede definir con claridad términos como divinidad, lo sagrado, el misterio o el más allá. De esta forma nos encontramos de vuelta al comienzo de la investigación: cómo definimos lo esencial del fenómeno religioso para saber si una acción es religiosa o no. Las interpretaciones funcionalistas no se preguntan “qué es lo religioso” sino el “para qué”, cuál es el objetivo del hecho religioso. El principio darvinista de que la función crea el órgano, hace preguntarse a los sociólogos de la religión si la finalidad no estará en el comienzo del proceso religioso. Si existe una necesidad de explicación del mundo, del más allá, surgirá la respuesta cultural idónea a esa inquietud básica; viene a decir que la integración es la función de la religión y, al revés, siempre que ocurra algún tipo de integración nos hallamos ante un fenómeno religioso. En el mismo sentido van las opiniones de Talcott Parsons, C. Geertz, Malinovski, entre otros funcionalistas. Si hablamos de integración del individuo en una sociedad atemporal o extramundana tendría pleno sentido aplicarle el término religioso. Pero si lo aplicamos a los actos de integración social, entonces deberíamos incluir en lo religioso a los ateos y a toda acción social. El concepto de religión se vuelve inflacionista y llegaría a identificarse con sociedad. Algunas formas religiosas sitúan muy próximos el Estado / grupo y lo sagrado (totemismo y religión romana, por ejemplo) ya que consideran al grupo –no a los individuos- heredero del carisma de sus dioses. Sería el caso de los líderes religiosos que, al prometer la salvación o un paraíso celeste, quedarían incluidos en la categoría de “religiosos”; a pesar de que en la definición conceptualista no lo serían por carecer de rituales y muchas veces de creencias ya que basan toda su actividad espiritual en su propio carisma. Los líderes religiosos cuanto más carismáticos son, menos utilización hacen de los recursos del ritual y de las creencias. Deberían considerarse religiosos en el sentido funcionalista, por ofrecer una salvación ultraterrena a sus seguidores. Estas soluciones salvíficas quedarán plasmadas más tarde en forma textual y de rituales evocativos de las acciones y milagros del líder. Así pues, la religión está en germen en los movimientos carismáticos, y en pleno desarrollo al fijarse el dogma y creencias en forma de texto normativo. Etnocentrismo en la teoría social de la religión Una definición funcionalista es maximalista al considerar la teoría de la religión como una parte de la teoría social. La religión se convierte así en algo práctico. Si tomamos una definición muy general de lo religioso, caemos en el error de considerar religioso cualquier fenómeno de carácter espiritual o terapéutico como ocurrió con la acupuntura o como algunos artistas que atribuyen su genialidad a una influencia divina. Si adoptamos una definición partiendo del estudio de grupos pequeños o de comunidades que no representan a la mayoría del grupo social, no conseguiremos una visión completa del fenómeno religioso. El trabajo de campo debe hacerse sobre todo el grupo social considerando tanto los grupos mayoritarios como las minorías y la evolución –diacronía- de las ideas religiosas en paralelo a los cambios sociales. Pero el problema más grave para una teoría social de la religión no es la amplitud del campo a observar sino el punto de partida. Se ha elaborado una teoría de la religión partiendo de una religión dada: el cristianismo, y en una sociedad dada, la occidental. Este punto de partida defectuoso está condicionando en gran medida una interpretación neutra del fenómeno religioso. El concepto de religión surge como una generalización y exportación de rasgos del cristianismo occidental a otros fenómenos espirituales y sociales similares en otras sociedades, lo que lleva consigo el prejuicio etnocentrista típico de los comienzos de la antropología como ciencia social. De esta forma, no se concibe una definición de religión que no incluya al cristianismo. Cristianismo y occidente son conceptos inseparables. Al aplicar el concepto occidental de religiosidad a las estructuras sociales de pueblos primitivos o de oriente entramos en la paradoja de que la religiosidad oriental, confucionismo, budismo, hinduismo, jainismo y sinto, no constituyen propiamente religiones sino sistemas morales, sabiduría sobre la vida y técnicas de interiorización. Todo concepto de religión debe al menos cumplir el requisito de englobar las formas religiosas de oriente y de occidente. Los principales conceptos para el estudio de la fenomenología de la religión como iglesia, secta, religiosidad popular frente a religiosidad oficial, líder carismático (mesianismo), práctica simbólica (ritos), ideología religiosa (dogmas), proceden de una experiencia histórica determinada, de una tradición cristiana y no son exportables a otras formas de religiosidad o de espiritualidad. Para hacer una aproximación neutra a la religiosidad primitiva o al pensamiento oriental deben entenderse estos conceptos dentro del contexto de la cultura social del grupo al que pertenecen. La generalización, en un tema tan complejo como este, es el mayor enemigo de esa veracidad a la que debe aspirar cualquier estudioso del fenómeno religioso. Así por ejemplo, los conceptos de mana, magia, chi, energía universal o maestro no coinciden con sus homólogos occidentales de divinidad, oración, Dios o Hijo de Dios. La idea mesiánica que encierra el concepto de Hijo de Dios, como salvador único o renovador del orden establecido nos llega a través del judaísmo. No se puede aplicar este concepto a la idea que en oriente se tiene del maestro espiritual o del mahatma. Un intento de escapar de este etnocentrismo la vemos cuando separa lenguaje religioso del lenguaje teológico. El lenguaje religioso es la manifestación simbólica de una ideología religiosa. Cuando se toma una palabra (=concepto) del lenguaje de la vida cotidiana y se aplica a un concepto teológico, debe tenerse en cuenta que le hemos dado una carga semántica extra. La religión, separada así de la teología con la que nada tiene que ver, permite acercarnos al fenómeno religioso desde un planteamiento neutro. La teología es un discurso sobre Dios, mientras que la religión es una actitud, una creencia, una oración. El lenguaje de la teología sin la experiencia de lo religioso se vuelve vacío. Otro intento de los estudiosos empiristas del fenómeno religioso por encontrar un concepto religioso que incluya Oriente y Occidente es reducir el concepto de religión a un comportamiento moral en el sentido de estilo de vida o de comportamiento ético. Otros autores reducen lo religioso a la función psicológica; de los mitos incluyendo la religión en el campo emocional. Ya que resulta tan difícil definir lo que se entiende por religión sería mejor prescindir de este término y referirse a lo religioso como “fenomenología de la religión” o “fenómeno religioso”. Antropología física La Antropología Física tiene como objeto de estudio las interacciones de procesos biológicos y sociales y sus efectos sobre las razas humanas, entendidas éstas no solo como objetos de naturaleza básicamente biológica, sino como el terreno mismo de la interacción biosocial, lo que implica un conocimiento de los dos ámbitos, pero sin reducirse a ninguno de ellos. Por esto la antropología física no puede ser igualada con la biología o con las ciencias sociales, a pesar de que tome métodos y técnicas de ambas. El énfasis en una postura biologista ha llevado a los antropólogos físicos hacia lo que se ha denominado desde hace varios años biología humana, y por otra parte, a estudios de estricto corte social. La antropología física es la encargada de estudiar al hombre en su aspecto físicobiológico (su evolución). Antropología lingüística Es una disciplina de la antropología que se ocupa del estudio de la diversidad de lenguas habladas por los seres humanos. Los lingüistas intentan reconstruir la historia de estas lenguas y de las familias lingüísticas de donde proceden. También tratan de establecer la relación que existe entre la evolución del lenguaje y la evolución del hombre. Antropología política La Antropología política estudia los tipos de gobierno, partiendo del principio que estos forman una base estructurante de la sociedad civil. Desde que aparece la antropología, casi como una reacción empírica a la filosofía social, sus relaciones con la ciencia social fueron muy estrechas, por ello no debe de extrañar su preocupación por el estudio del gobierno y la política, que en un comienzo se caracterizo principalmente por analizar las sociedades más simples. En la actualidad se han ampliado sus intereses hasta los estados más modernos. El antropólogo considera la vida de un pueblo como un sistema independiente de fases y partes, por ello la investigación de la organización política de una sociedad supone un conocimiento detallado de la ecología social, de la economía, de las tradiciones históricas, los valores, creencias y formas de pensamiento, parentesco y organización local, reglas matrimoniales, formas de propiedad y todos los subsistemas que constituyen una vida de forma social. En el área de lo político, el antropólogo se preocupa fundamentalmente de analizar las estructuras de status y función; esto es los derechos, privilegios y obligaciones de los integrantes de una comunidad dada. Los mecanismos de las sanciones y el mecanismo del poder, que permiten mantener o cambiar las relaciones sociales en los grupos con organización legitimada. Antropología filosófica La antropología filosófica se sirve de los datos de la antropología científica para buscar la esencia del hombre. Esto quiere decir: lo que es específicamente humano. El propósito de la Antropología ha sido logrado por la Antropología Filosófica que ha centrado su atención en el hombre, tomando en cuenta todos los aspectos de la existencia humana, biológica y cultural, pasada y presente, combinando estos materiales diversos en un abordaje íntegro del problema de la existencia humana. Además, se pregunta por la naturaleza fundamental de su ser, se pregunta lo que diferencia al ser humano de todos los demás seres, cómo se define a través de su existencia histórica, etc. Tales interrogantes fundamentales de la Antropología Filosófica pueden ser condensadas en una pregunta radical: ¿Qué es el hombre? DIVISIÓN DE LA ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA Naturalista o monismo antropológico No hay una diferencia esencial entre el hombre y el animal, sino diferencias de grado, de modo que la vida superior del hombre resulta ser una forma más desarrollada, perfeccionada o evolucionada de la serie animal. Las formas más altas de la vida humana (pensamiento, lenguaje, arte, etc.) no son más que las resultantes genéticas de procesos inherentes a las manifestaciones más elementales. Las dos variantes de esta teoría son: la concepción mecánico-formal: o el materialismo que reduce los fenómenos vitales y psíquicos a fenómenos físicos-químicos o el sensualismo que considera que todas las formas de fenómenos psíquicos son formas más complicadas de los datos sensibles. Concepción vitalista: es la que explica al hombre en su integridad por la vida: el hombre se convierte en el último producto de la evolución vital. Esta concepción se diversifica según qué se considere como decisivo en la variedad de los impulsos vitales. Algunos le dieron importancia a los impulsos nutritivos, otros a los impulsos de poderío y otros a los impulsos sexuales. Esencialista o dualista Estas afirman que el hombre se distingue esencialmente no puramente de grado, de los demás seres vivos pues en él hay un principio que le pertenece en exclusividad y que entraña la posibilidad de una separación radical entre el hombre y el animal. El principio que diferencia al hombre puede concebirse de distintas maneras: si se afirma que es la razón se denomina racionalismo antropológico. Este afirma que el hombre es un ser racional. Las variedades históricas son: la concepción clásica: determinado primordialmente por la visión de lo exterior, el hombre es una cosa más. Pero con un carácter muy singular que lo coloca por encima de todas las demás cosas en cuanto las conoce. Pero el hombre no se agota en la esfera de lo racional, ni en la de lo anímico. El hombre es un ente doble: cuerpo y alma son sus integrantes la concepción moderna que parte del yo como ser pensante, como ser autónomo la concepción idealista que tiene un profundo interés por el hombre, pero no como ser integral, sino por su vida superior, el espíritu. Antropología social La antropología social surge de la etnografía y la etnología que le suministra la información sobre las sociedades humanas, analiza a la luz de la teoría sociológica. A partir de las investigaciones realizadas por antropólogos sociales en la primera parte de este siglo, estos han sido capaces de impartir su propio conocimiento etnográfico y etnológico a otras disciplinas. La antropología social de los pueblos que hacen sus cosas de modo muy distinto al nuestro. Así mismo de las diferencias entre los pueblos y a veces también, entre los individuos, destacándolas como manifestaciones del carácter nacional. Finalizamos este breve estudio de la antropología considerando una ciencia que es la herramienta principal para su construcción: La Arqueología La arqueología (del griego: αρχαίος, -arqueo- viejo o antiguo, y λόγος, -logosexplicación argumentación) es una disciplina o especialidad histórica que estudia las sociedades a través de sus restos materiales, sean éstos el arte, los monumentos, o cualquier otro objeto creado por el hombre, así como el impacto de la acción humana sobre su medio ambiente. La mayoría de los primeros arqueólogos, que aplicaron la nueva disciplina a los estudios de los anticuarios, definieron la arqueología como el "estudio sistemático de la restos materiales de la vida humana ya desaparecida". Otros arqueólogos enfatizaron aspectos psicológico-conductistas y definieron la arqueología como "la reconstrucción de la vida de los pueblos antiguos". La arqueología ha estado considerada siempre como una disciplina perteneciente a la antropología; mientras que ésta se centraba en el estudio de las culturas humanas, la arqueología se dedicaba al estudio de las manifestaciones materiales de éstas. De este modo, en tanto que las antiguas generaciones de arqueólogos estudiaban un antiguo instrumento de cerámica como un elemento cronológico que ayudaría a ponerle una fecha a la cultura que era objeto de estudio, o simplemente como un objeto con un cierto valor estético, los antropólogos verían el mismo objeto como un instrumento que les serviría para comprender el pensamiento, los valores y la cultura de quien lo fabricó. La investigación arqueológica ha estado relacionada fundamentalmente a la Prehistoria y a la Antigüedad; sin embargo, durante las últimas décadas la metodología arqueológica se ha aplicado a etapas más recientes, como la Edad Media (Arqueología Medieval), la Edad Moderna o el periodo industrial. En la actualidad, los arqueólogos dedican ocasionalmente su atención a materiales actuales, investigan residuos urbanos, con lo que está naciendo la denominada arqueología industrial.