150 FERDINANDO CASADIEGOS CÁCERES 6.2. ORIGEN DE LAS MAGISTRATURAS Al frente de la sociedad romana reinaron siete monarcas, los cuales a pesar de haber sido elegidos por las tribus y familias, cometieron muchas arbitrariedades; para corregir estas arbitrariedades los romanos recurrieron, al caer la monarquía, a la elección de magistrados a los cuales se otorgó desde el comienzo autoridad para gobernar, era el Imperium. Esto sucedió por el año 510 a. C., o sea, un año después de la caída de Tarquino El Soberbio, último representante de la monarquía. Es así como en la iniciación de la República, el gobierno corresponde a estos magistrados, los cuales son elegidos con cierta intervención popular, a través de las curias (comitia curiata) y de las centurias (comitia centuriata) que fueron instituciones heredadas de la monarquía. Pero a pesar de su origen democrático, estos magistrados representaban a la clase de los patricios. El consulado fue una de las magistraturas después de la monarquía. Dos cónsules reemplazaron al rey; se separaron las funciones religiosas que se encomendaron al pontífice máximo, en tanto que las judiciales, administrativas y militares, se encomendaban a los cónsules (magistrados). El Consulado era la magistratura ordinaria de más alta jerarquía desempeñada por dos patricios, que generalmente se alternaban en el ejercicio de sus funciones, para mejor disfrute de los honores del cargo. Los cónsules, por medio de sus edictos, contribuían a la formación de las leyes del Estado, pudiendo enmendar las resoluciones de otros magistrados. En tanto que los cónsules representaban a los patricios, los tribunos tuvieron un origen diferente. Su aparición se vincula al primer gran progreso de la plebe. El reconocimiento público de su organización, a través de la rebelión que los plebeyos realizaron contra los patricios, cuando se negaron a cooperar en la defensa de la ciudad y se retiraron al Monte Sacro o Aventino. Este acontecimiento que ocurrió después de la caída de la monarquía, tuvo su efecto, pues la aristocracia tuvo que conceder el nombramiento de dos tribunos, cuya misión era tutelar los intereses de los desposeídos. Los cónsules y los tribunos fueron los principales magistrados de la República Romana. Las razones históricas para su aparición fueron diferentes y también representaron intereses